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Ministerio Camino a La Cosecha SABADO 04 DE ABRIL 2020

“LA FAMILIA DE DIOS ES PARA TODOS”

Juan 15:9-17 NVI:


»Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado
a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si obedecen mis
mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he
obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su
amor. Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su
alegría sea completa. Y éste es mi mandamiento: que se amen
los unos a los otros, como yo los he amado. Ustedes son mis
amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos ,
porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he
llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo
he dado a conocer a ustedes. No me escogieron ustedes a mí,
sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan
y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo
que le pidan en mi nombre. Éste es mi mandamiento: que se
amen los unos a los otros.

Verdad Central: “El amor incondicional en la familia es


signo del Reino de Dios”

La familia engloba el grupo de personas con las que nos


solemos sentir más cómodos.
Con ellos compartimos alegrías, tristezas, y muchas cosas
más. Y aunque todos somos diferentes, hay un vínculo que
nos une: EL AMOR. Este primer espacio de socialización
juega un papel muy importante en la vida de una persona.
Es en el hogar donde se suelen aprender los valores que
acompañan a la persona a lo largo de la vida.
Además de dar amor y recibir amor en nuestra familia
sanguínea, es la voluntad de Dios que nosotros las cuatro
paredes de nuestra casa y podamos considerar a las demás
personas como nuestros semejantes. Criaturas que llevan
la imagen de Dios y que habitamos y compartimos un
mismo lugar de residencia, la tierra.

LA PATERNIDAD ABSOLUTA DE DIOS.

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En el antiguo testamento vemos que el vínculo de


parentesco que cada persona experimentaba al pertenecer
a la misma nación, que era Israel.
De esa manera, todos se sentían parte de la casa de Israel,
en la cual, todos eran descendientes de Israel.
Sin embargo, a través de la práctica de Jesús, nos damos
cuenta que Dios es presentado como Padre de todos los
pueblos, eso iba más allá de los límites del pueblo Judío,
pues incluía a los gentiles, a los pecadores, a los
centuriones, a los cobradores de impuestos, y toda la
humanidad que Jesús ama y que no entraban en una
relación con él.
Dios, el Padre de Jesús, nos motiva a sembrar la
fraternidad y la equidad con el prójimo.
Somos parte y vivimos dentro de la gran familia de Dios, y
habitamos en una gran casa que es el mundo creado por
Dios.

DEBE EXISTIR AMOR Y SOLIDARIDAD.


Jesús, al entender esta nueva dimensión de la familia
universal de Dios; sabe que tiene por hermanos a todos los
pueblos a quienes ama.
Juan 15:9 NVI: »Así como el Padre me ha amado a mí,
también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi
amor.

Y promueve entre ellos las virtudes de la comunión,


amistad y fraternidad.
Juan 15:15 NVI: Ya no los llamo siervos , porque el siervo
no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado
amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he
dado a conocer a ustedes.

Jesús, como buen hermano; mostro solidaridad con los


suyos a través de los milagros:
La multiplicación de los panes, las sanidades, etc.
Este sentido de amor y solidaridad mostrado por parte de
Jesús, era porque sabía que era parte de la casa del Padre,

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y que su voluntad es que nos amemos los unos a los otros


como Él nos ha amado.
Cuando nos sentimos parte de esta gran familia, lo que
anhelamos es amar y servir a los demás, para de esa
manera hacer presente el reino de Dios entre nosotros.

POR LO TANTO, TODOS SOMOS UNA FAMILA.


Cuando Jesús decide abandonar el entorno de su familia
sanguínea, lo hace porque como Hijo de Dios se siente
identificado de una manera mucho más profunda con la
humanidad, para introducirlos a su familia.
De esa manera, todo aquel que crea en El, le reciba y le
siga; pasara a ser su hermano, y por consiguiente un hijo
de Dios. En esta familia pueden entrar todos,
principalmente los pecadores, los despreciados por los
demás, etc.
No hay favoritos en la familia de Dios, todos son
importantes y amados por Dios.
En esta gran familia universal, todos compartimos una gran
misión; la de proclamar el reino de Dios, anunciar las
buenas nuevas de salvación, pero además, la verdadera
misión es vivir bajo las normas y reglas que lo rigen.

APLICACIÓN.
Estamos viviendo en una época, donde las relaciones se
vuelven cada vez más y más frías.
Relaciones caracterizadas por el individualismo, la
competitividad. Por esa razón es que hacer de los
desconocidos nuestros hermanos, es algo que rompe con
la lógica que hemos aprendido del mundo.
Pero al hacer a otras personas parte de nuestra vida,
estamos cumpliendo con la voluntad del Padre.
Por esa razón es que el amor debe ser siempre el que
determine nuestras más sinceras acciones.
Jesús esta hoy, entre nosotros; y nos ofrece un lugar en
esta nueva familia, la familia de Dios; a la cual se puede
pertenecer únicamente a través del arrepentimiento.

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