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RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL
Reconocimientos menores
Reconocimiento de beligerantes
La beligerancia es, en principio, la condición que detentan los Estados cuando
se encuentran enfrascados en una guerra. Sin embargo, en algunos casos, el conflicto
involucra no sólo a un Estado, sino también a un ente no estatal. El reconocimiento de
beligerancia tiene por propósito brindarle al grupo no estatal ciertos privilegios de
guerra reservados para los Estados, en atención a las circunstancias especiales que
denota.
Se define al reconocimiento de beligerancia como la declaración, expresa o
implícita, de que las hostilidades libradas entre dos comunidades, de las cuales una no
es, o posiblemente ambas no son Estados soberanos, son de tal carácter y ámbito
como para merecer que las partes sean tratadas como beligerantes en una guerra, en
el sentido ordinario que se le atañe a este término en el Derecho Internacional. En otras
palabras, siguiendo a Charles Rousseau, “su objeto es reconocer a las fuerzas
insurrectas –por lo menos en cuanto a los fines de la lucha en que están empeñadas y
únicamente mientras dure la misma- los derechos necesarios para mantener esa lucha,
con todas sus consecuencias. La facción, así reconocida será considerada como un
Estado, pero solamente por lo que respecta a las operaciones de guerra” (Charles
Rousseau, Derecho Internacional Público, Editorial Ariel, Barcelona, 1957, p. 300).
Además, existe uniformidad en cuanto a la naturaleza de las condiciones que
imponen el deber de reconocer la beligerancia -o que, según otros, justifica el
reconocimiento de beligerancia. Estas condiciones son las siguientes: primero, debe
existir dentro del Estado un conflicto armado de carácter general (es decir, que no sea
uno puramente local); segundo, los insurgentes deben ocupar y administrar una porción
sustancial de territorio nacional; tercero, deben llevar a cabo las hostilidades de
acuerdo con las reglas de la guerra y mediante fuerzas armadas organizadas que
actúan bajo una autoridad responsable; cuarto, deben existir circunstancias que hagan
necesario para los terceros Estados definir su actitud por medio del reconocimiento de
beligerancia.
Si el grupo no estatal cumple con estos requisitos y es reconocido como
beligerante, se le aplicarán determinados privilegios, derechos y obligaciones que
usualmente están reservados a los Estados.
Reconocimiento de insurgentes
Además del reconocimiento de los beligerantes, la doctrina y en la práctica
internacional se admite el reconocimiento de los insurrectos. Estos son grupos armados
que no alcanzan a reunir los requisitos sobre un estado de beligerancia; dicho
fenómeno social acontece cuando un grupo se levanta en armas contra el gobierno de
su propio Estado. Aun cuando al respecto de tratadistas internacionales como Monroy
(2002) que dicen que un grupo insurgente carece de personalidad internacional, en el
derecho internacional los insurgentes pueden ser reconocidos como sujetos de derecho
internacional.
El reconocimiento de insurgencia está en otra categoría distinta a la de los
beligerantes, pues al referirnos a ellos tenemos que destacar que los insurrectos
carecen del control o la posesión de una parte del territorio y no son considerados
como gobierno, como sucede con los beligerantes, sino que únicamente evita que los
rebeldes sean tratados como delincuentes.
Entre sus efectos autores como Endara (2002) señalan: por razones de
humanidad, los rebeldes reconocidos como insurrectos no deben ser tratados por el
gobierno legal como piratas o traidores, sino como combatientes y prisioneros de
guerra según los casos, y no se debe permitir que sean tratados en otras condiciones
como delincuentes políticos en caso de asilo; los actos de los insurrectos no pueden
originar la responsabilidad internacional del gobierno legal y son fuente de obligaciones
de los rebeldes para con los terceros Estados.
Reconocimiento de una nación
Las expresiones "nación" y "Estado" son conceptualmente muy distintas, aunque
se las emplea en forma indiferenciada con mucha frecuencia. La nación aquella
colectividad que ha alcanzado la integración cultural entre sus miembros, en el
transcurso de un proceso histórico común, y gracias a la cual goza de una capacidad
de actuación y relación con otras colectividades internacionales, así como de una
autonomía funcional, interna garantizada por la identificación entre los individuos y la
nación; el Estado es una unidad política definida en función de población, territorio y un
gobierno autónomo.
Si una porción significativa de los miembros de un pueblo trata de obtener el
control de alguna parte sustancial de la maquinaria de coacción y gobierno -tales como
los consejos municipales, juntas escolares o legislaturas provinciales- los
denominamos una nacionalidad. Si logran apoderarse de recursos significativos de
coacción sobre una amplia superficie -es decir, si habitualmente obtienen el control de
un Estado- lo llamamos una nación, y por lo común se llaman de esta manera a sí
mismos.
Admisión de un Estado por una Organización Internacional
Los organismos internacionales son creados bajo la presión de ciertas
necesidades y para la consecución de ciertos fines que pueden ser generales o
específicos. Los Estados miembros participan en los organismos internacionales de
manera voluntaria o libre de acuerdo a las reglas de admisión establecidas.
El art. 4 de la Carta, en su número 1º, nos dice que “Podrán ser miembros de las
Naciones Unidas todos los demás Estados (se refiere a los que no son miembros
originarios) amantes de la paz, que acepten las obligaciones consignadas en esta
Carta y que, a juicio de la Organización, estén capacitados para cumplir dichas
obligaciones y que se hallen dispuestos a hacerlo.” De este artículo se desprende que
para entrar en la Organización como miembro “admitido” se requieren cinco
condiciones:
1. La de ser un Estado.
2. Que el Estado sea amante de la paz.
3. Aceptar las obligaciones consignadas en la Carta.
4. Que los Estados estén capacitados para cumplir dichas obligaciones.
5. Que el Estado, estando capacitado para cumplir las obligaciones, se halle
dispuesto a hacerlo.
Además de cumplir los futuros miembros las cinco condiciones examinadas, se
requiere que se sometan a un procedimiento de admisión de orden procesal, que está
recogido en el art. 4º, número 2º, de la Carta y dice que “La admisión de tales Estados
como miembros de las Naciones Unidas se efectuará por decisión de la Asamblea
General de las Naciones Unidas a recomendación del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas”.
Como puede verse, para la admisión intervienen dos órganos de las Naciones
Unidas que deliberan por separado, mediante un acto complejo. Para que la admisión
se realice se requieren dos declaraciones de voluntad.