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HABICH EL FUNDADOR

José Ignacio López Soria

UNIVERSIDAD NACIONAL DE INGENIERÍA


Proyecto Historia UNI
Lim a - Perú
1998
HABICH
EL FUNDADOR

José Ignacio López Soria

Editores:
Jorge Abadie Linares
Hugo Pereyra Sánchez

U NI V E R S I D A D N AC IO NA L DE INGENIERIA
P R O Y E C TO H I S T O R I A UNI
LIMA - PERÚ
1998
Agradecemos a UNIPETRO ABC S.A., empresa
petrolera de la Universidad Nacional de Ingeniería,
en la persona de su Gerente General, el Ing. Víctor
Catario C., por haber hecho posible la publicación
del presente libro.

1ra. Edición Marzo 1998

IMPRESO EN EL PERU
PRINTED IN PERU

Prohibidasu rep ro d u cció n to ta lo parcial


bajo ningun concep tosinautorización
escrita del autor.
PRESENTACIÓN

Leer o escribir historia es, en cierto sentido, mirar el pasado. Siempre un


pasado de este presente. Existen variadas respuestas para explicar por qué volteamos
para mirar: los utilitarios dirán para aprender, los lúdicos por puro placer de lectura,
los ideólogos para atacar o defender al enemigo o amigo de hoy apoyándose, sin
pedir pemiso, en las cosas y personas que ya fueron. Para la UNI, creo que la res­
puesta es para saber de donde venimos. En todo caso, la historia es siempre interés
de parte.

El libro que José Ignacio López Soria nos entrega es la pintura de una persona:
Eduardo de Habich, fundador y constructor de la UNE En sus páginas se dibuja, deli­
cadamente, la imagen del fundador. Acuden para dar forma al personaje hechos tan­
gibles y verificables documentalmente (José Ignacio, el que mira, suma a su rigor
intelectual una sólida formación como filósofo e historiador) y también intuiciones
del autor que penetran más allá de la objetividad del documento para revelar el espí­
ritu del mirado, del que ya fue, pero que gracias a la aventura intelectual puede estar
nuevamente con nosotros.

José Ignacio introdujo en los años ochenta, en las aulas del posgrado de la
Facultad de Arquitectura de la UNI, el tema de la modernidad en el Perú. Esta etapa
propia de la civilización occidental, cuyos rastros se presentan leves en el renaci­
miento europeo y francamente en expansión en el siglo XVIII, con la revolución
francesa, la expansión de la industria, el mercado y el capitalismo, tiene antecedentes
entre nosotros, algunos de carácter suprapersonal, es decir acontecimientos generales

ill
de dimensión social, económica y cultural que la influencia y la hegemonía europeas
trasladaron a nuestra región, pero también sujetos específicos, portadores conscientes
de lo moderno, más precisamente hombres modernos: uno de ellos es Habich. En ese
sentido, la presente obra enriquece la historiografía peruana en la cuestión de la
modernidad.

Estamos frente a una biografía, pero no una biografía a-histórica de las que
tanto abundan, llenas de referencias a sentimientos y valores fuera del tiempo. Es la
biografía de un hombre en su época, en pleno despliegue de la modernidad; con más
precisión, de un hombre en los albores de este proceso. Habich, en su generosa exis­
tencia peruana, se planteó como tarea el cultivo de las lógicas de la modernidad den­
tro del proceso peruano, muy lejos de actitudes pasibles de ser calificadas como
imposiciones. Al contrario, fue su lucha paradigma de docencia. Como maestro fue
líder de un colectivo de peruanos adelantados para su tiempo que, modernos como él,
aspiraban al desarrollo económico y social del país al que definían como anclado en
atavismos y deficiencias tecnológicas que impedían su progreso. Con ellos fondo en
1876 la Escuela Especial de Construcciones Civiles y de Minas, llamada hoy Univer­
sidad Nacional de Ingeniería

Este libro, que dibuja para las actuales generaciones la figura fundadora de
don Eduardo de Habich, es también un homenaje a un peruano ilustre, el Presidente
Manuel Pardo, muerto trágica y prematuramente cuando más lo necesitaba el país.
Pardo encontró a Habich, lo incorporó a la peruanidad y le brindó su confianza para
que plantara sólidamente los cimientos de la ingeniería moderna en el Perú. En el
rumbo trazado por nuestros fundadores transitamos, esperanzados en no equivocarlo
para no defraudar las ideas de los que nos precedieron.

Marzo de 1998.

Javier Sota Nadal


Rector UNI.

IV
A Ma len a, con r e n o v a d o
car iñ o de años
ÍNDICE

Capítulo I: Formación y primera actuación en el Perú

1. Formación
2. Llegada al Perú
3. Primeras comisiones
4. Interpretación del Perú 17
5. Reforma de la educación 20
Notas del capítulo I 25

Capítulo II: Dirección de la Escuela de Ingenieros

1. Objetivos propuestos 39
2. Principios organizativos 47
3. Local y equipamiento 56
4. Estructura administrativa 66
5. Organización y vida académica 72
6. Base económica 83
7. Funciones que la Escuela cumple en la sociedad 86
Notas del capítulo II 102

vil
Capítulo III: Al servicio del estado peruano

1. La Junta Central de Ingenieros del Estado 112


2. Comisiones consultivas de minería e instrucción 113
3. Comisiones en Europa, 1889-1890.
La Exposición Internacional de París 114
4. Comisión de Pesos y Medidas 129
5. Obras públicas 140
6. Código de Minería 144
7. Exposición de Chicago 151
Notas del capítulo III 156

Epílogo 165

Bibliografía:
1. Documentos inéditos 167
2. Publicaciones 167
3. Escritos de Habich (orden cronológico) 169

Indice onomástico 177


Indice toponímico 183

VIH
CAPÍTULO I

FORMACIÓN Y
PRIMERA ACTUACIÓN EN EL PERÚ

i. Formación

En 1859 llamaba a las puertas de la Ecole des Ponts et Chaussées de París


un joven de rasgos polacos, vestido a la usanza de la nobleza rusa. Tenía
alrededor de veintitrés años pero surcaba ya su rostro una honda preocupación. El
nuevo estudiante parisino, Eduardo J. de Habich, había nacido en Varsovia el 31
de enero de 1836 y en sus modales refinados se advenía su origen noble (1). Su
padre, que ocupaba altos puestos en el ejército de Polonia, había enrumbado a su
hijo hacia la carrera militar. Dominada, por entonces, Polonia por el ejército del
zar ruso, tuvo Habich que establecerse en Rusia y servir en el ejército dominador.
En 1854, después de rendir los exámenes ante el Comité de Artillería de San
2 / José Ignacio López Soria

Petersburgo, comienza a servir como oficial en el ejército zarista. Se sabe que se


distinguió en la batalla de Crimea mereciendo honrosas distinciones. Laureado
por las fuerzas dominadoras de su pueblo, es encargado de la jefatura en la
construcción del arsenal de Kiev.

Estas pequeñas glorias alcanzadas no podían llenar el espíritu de un


hombre, tanto más cuanto que provenían del país invasor de su propio pueblo.
Cuando arrecia la opresión contra Polonia, Habich no puede resistir más y sale de
Kiev en dirección a Francia. En los últimos meses de 1859 figura como alumno
de la Escuela de Puentes y Calzadas de París (2). Un incidente provocado por
Carreño, ingeniero del Concejo Municipal de Lima por el año 1892, ha
posibilitado que llegue hasta nosotros un informe sobre la actuación de Habich en
la escuela parisina. Queriendo la Municipalidad de Lima sacar un padrón de los
ingenieros que trabajaban al servicio del estado y dudándose de la autenticidad y
validez de los títulos de Habich, se dirigió el mencionado Carreño al entonces
director de la Escuela de Puentes y Calzadas de París pidiéndole que certificase la
veracidad del título de ingeniero de Eduardo J. de Habich. Guillemain, director
de la mencionada Escuela, contesta al entrometido ingeniero municipal en los
siguientes términos “El Sr. Habich, nacido el 6 de enero de 1836, salió en 1863
de la Escuela de Puentes y Calzadas, cuyos cursos había seguido en calidad de
alumno externo. Fue clasificado como el tercero de su promoción y se hizo notar
por su inteligencia, su trabajo y su capacidad. Recibió el 17 de junio de 1863 el
Diploma que en aquella época se daba a los alumnos externos de la Escuela de
Puentes y Calzadas, habiendo satisfecho por completo los exámenes de calidad.
Fue sólo en época posterior que el Diploma llevaba la mención de una
calificación de Ingeniero concedida a quienes tenían mayores méritos; pero si
esta medida hubiese sido adoptada desde 1863, las notas obtenidas por el Sr
Habich permiten afirmar que él se habría aprovechado de ella.- París, 31 de
marzo de 1892.- (firmado) Guillemain.” Además de este certificado, Guillemain
insiste en la carta a Carreño en que Habich había sido un brillante alumno (3).

Habich había acudido a Francia no sólo huyendo de una situación


Habich, el Fundador / 3

calamitosa que su fervor patrio rio le permitía contemplar pasivamente, sino


buscando una formación más seria que la base empírica recibida en San
Petersburgo. Se matricula, pues, en la Escuela de Puentes y Calzadas de París
para seguir como alumno externo los cursos que preparaban a la carrera
profesional.

Ni siquiera en Europa estaba entonces delimitada con precisión la


profesión de ingeniero. La Escuela de París, a cuya imitación se harían luego
muchas de las escuelas de ingenieros de nuestra América, programaba sus cursos
en tres años a lo largo de los cuales, cambiando los viejos métodos especulativos
de estudio, preparaba a sus alumnos hermanando teoría y práctica. Era la
corriente de la filosofía empirista, de carácter eminentemente pragmático, que
comenzaba a influir en las estructuras educativas. La observación y la
experimentación, que ya Bacon preconizara, se constituían ahora en método casi
único en la búsqueda de la verdad. Esta tendencia tan marcada de la Escuela de
Puentes y Calzadas de París dejará una profunda huella en el espíritu de Habich.
El joven polaco ha descubierto en Francia nuevas verdades, pero lo más
importante para él es haber encontrado un método nuevo, el empirismo, ante el
que los hombres del siglo XIX se inclinaban venerantes. Sin la práctica, dirá una
y muchas veces, no hay posibilidad de llegar a la verdad porque sólo ella sirve
como piedra de toque de la verificabilidad. No se trata ciertamente de esa
práctica, un tanto ciega, que aprendiera en San Petersburgo. Se trata más bien de
una práctica iluminada por la capacidad reflexiva, trascendida de racionalidad, es
decir, de un tipo de conocimiento en el que teoría y práctica se dan
indisociablemente unidas en orden a la consecución y realización de la verdad.

En la Escuela de Puentes y Calzadas de París Habich sobresalió como un


brillante alumno del que se puede certificar su inteligencia despierta, su constante
dedicación al trabajo y su capacidad. Al concluir los estudios, mientras en
Polonia el fervor patrio había levantado en armas contra el invasor a un pueblo
desarmado, Habich recibe el más alto diploma que otorgaba la Escuela en 1863,
antes de que se instituyera el Diploma de Ingeniero (4). Terminados los exámenes
4 / José Ignacio López Soria

y diplomado con fecha 17 de junio de 1863, Habich siente el llamado interior a


poner sus conocimientos al servicio de su patria en la lucha contra el ejército de
los zares. Veamos cómo otro hombre cuya memoria está siendo recientemente
reivindicada, Pedro E. Paulet, describe estos momentos de la vida de Habich.
“Los sucesos que por entonces se desarrollaron no fueron indiferentes al joven
patriota, quién (sic) abandonando ofertas ventajosas, corrió a defender su país
amenazado de muerte. El señor Habich tomó parte muy activa é (sic) importante
en la lucha, ya como jefe militar, ya como representante, con poderes
discrecionales del gobierno nacional en la Polonia Austríaca, y en todos los
periódicos de la época, franceses, españoles, alemanes, etc. se encuentra el
retrato, biografía y hazañas del joven y prestigioso caudillo, que fue no sólo un
sabio sino un héroe en la campaña. Dominado por la abrumadora fuerza y medios
de los rusos, en ese último intento en pró (sic) de la emancipación de su patria,
perseguido y confiscados sus bienes y propiedades, Habich volvió a Francia,
siendo nombrado director de la Escuela Superior Polaca de París, en cuya época
escribió sus trabajos matemáticos que le merecieron justo renombre entre los
hombres de ciencia.” (5) Así resumía Paulet, a los dos meses de la muerte de
Habich, los azarosos años que van desde 1863 a 1869 en que se radica
definitivamente en el Perú. En la oración fúnebre, José Balta había dicho ya que
Habich al salir de París, y mientras la persecución acechaba cada uno de sus
pasos, organizó un ejército de voluntarios en Cracovia logrando burlar repetidas
veces a los rusos que merodeaban por la frontera. Después de la derrota de
Polonia, señala Balta, Habich regresa a París desilusionado y perseguido, se
dedica al estudio, publica notables trabajos de cinemática y se hace cargo de la
dirección de la Escuela Superior Polaca (6).

No creemos que Habich, durante los años que siguieron a la dominación


de Polonia y antes de que viniese al Perú, se refugiase en un saber abstracto ante
la imposibilidad de realizar una praxis política o militar. Habich entró en
contacto con los ambientes técnicos y con los círculos intelectuales franceses sin
llegar a captar el germen socialista que pululaba ya en tos medios obreros y entre
los intelectuales de izquierda. Por la correspondencia que mantiene desde Lima
Habich, el Fundador / 5

advertimos las relaciones establecidas en París con gentes de estudio, directores


de editoriales, empresarios, hombres de negocio y técnicos de todas las
especialidades. Fue allí donde Habich perdió sus hábitos señoriales, su
aristocracia originaria y se empapó del liberalismo pragmatizante de la época. El
pragmatismo se daba indisolublemente unido a la tendencia a buscar nuevas
fuentes productivas que, impulsadas por el liberalismo político y económico,
trajesen el bienestar que todos anhelaban. Pragmatismo, productividad,
liberalismo y felicidad se entremezclan en una simbiosis que define los estilos de
vida de los hombres del s. XIX. El crecimiento demográfico que experimentó la
sociedad occidental en este siglo obligó a buscar nuevas fuentes de riqueza. Por
otra parte, las viejas ideas medievales que ponían la felicidad en un mundo
extraterreno iban quedando cada día más alejadas de la conciencia occidental.
Era, pues, necesario buscar la realización de la felicidad en este mundo. Para ello
había que dejar libre cauce al desarrollo de la iniciativa individual. Así, pues, la
búsqueda de fuentes productivas y de métodos nuevos de explotación de las ya
existentes se daba de la mano con el sistema liberal en cuanto ordenamiento
político de la sociedad y en cuanto regularizador de toda actividad económica.
Más allá de esta estructura de la realidad, el liberalismo filosófico, como cuerpo
nacional para la inteligibilidad del mundo, del hombre y de lo trascendente,
trataba de legitimar racionalmente el orden establecido.

Habich supo en París asimilar adecuadamente todo este ambiente. No se


trataba solamente del conocimiento de técnicas más eficaces de productividad,
sino de plasmaciones políticas y aun éticas para la dirección de la sociedad.

2. Llegada al Perú

Mientras tanto en el Perú se vivían nuevamente tiempos revueltos. Diez


Canseco había tenido que asumir, por tercera vez, el poder a la salida de Prado
hasta que se produjesen las elecciones. El 2 de agosto de 1868 ocupaba la
presidencia Balta y el 12 del mismo mes del año siguiente expedía una resolución
6 / José Ignacio López Soria

por la que autorizaba al representante del Perú en Francia a contratar ingenieros


para el servicio del estado (7).

El 14 de octubre de 1869 se firma en París el contrato entre el encargado


de negocios del Perú en Francia y Eduardo de Habich (8). Las bases del contrato
contemplan la necesidad de que Habich pase al Perú en cuanto sea posible en
donde comenzará a trabajar como ingeniero del estado por un haber de 4,000
soles anuales. Habich llegó al Perú el 9 de diciembre de 1869 (9) y ya en enero es
encargado de determinadas misiones por nuestro gobierno. Su conocimiento del
castellano debía ser deficiente porque los primeros informes están escritos en
francés.

3. Primeras comisiones

A partir de 1870, Habich comienza a trabajar como ingeniero del estado.


La primera misión le lleva a Tarapacá. “Lima, Enero 18 de 1870.- Siendo las
obras de irrigación las que más poderosamente contribuyen al desarrollo de la
agricultura, que es uno de los ramos más importantes que constituye la riqueza
nacional, se dispone: que el Ingeniero de Estado D. Eduardo Habich se encargue
de practicar los estudios convenientes de la pampa de Tamarugal, en el
departamento de Tarapacá, en donde según afirma la tradición, existen corrientes
subterráneas que descienden del desaguadero. Dicho ingeniero verificará también
los estudios necesarios, con el fin de aumentar las aguas del río de Tarapacá.
Apliqúese el gasto a la partida 855 pliego Ia del Presupuesto General.
Transcríbase al Ministerio de Hacienda para su conocimiento.- Comuniqúese y
publíquese.- Rubrica de S.E.-Secada.”(10). Antes de que Habich saliese hacia
Tarapacá le fueron adscritos dos capitanes y dos sargentos mayores que le
secundarían en los trabajos que tuviese que realizar (11).

El primer viaje que Habich hiciera por el Perú le convenció de que si eran
muchas las posibilidades que se abrían en el vasto territorio nacional, era también
Habich, el Fundador / 7

muy grande el esfuerzo que había que desplegar para hacer rendir a la tierra los
frutos que de ella se necesitaban. Acostumbrado a la vegetación europea debió
causar admiración en Habich la sequedad de nuestros desiertos costeños,
raramente interrumpidos por frondosos valles. Su primera misión estaba
precisamente relacionada con el problema de la irrigación de esas pampas
desérticas que esperan sólo el agua buena para producir abundosa cosecha.

Mientras Habich trabaja en Tarapacá, otro ingeniero, Alejandro M. Guido


de Vignau, había sido encargado de construir un canal que condujese las aguas
del río Laoca y afluentes al valle de Azapa. Emitido el informe correspondiente
por Guido de Vignau (12), se nombró a los ingenieros Backus y Arancivia para
que examinasen el “Proyecto Guido” Desconociendo los informantes el terreno,
declinaron la designación del gobierno, que vino entonces a recaer en Habich y
Tomás Dávila (13) “...quienes en vista del terreno práctico y de los planes y
presupuestos que se pondrán a su disposición, procederán desde luego a rectificar
los mencionados estudios. Dése a dichos ingenieros las respectivas instrucciones,
y ofíciese al Prefecto de Moquegua, para el desempeño de su comisión.” (14). En
agosto del mismo año no se había aún emitido el informe pedido a causa de una
incompatibilidad por parte de Tomás Dávila, por lo que el Supremo Gobierno
encarga solamente a Habich revisar los estudios hechos. Por resolución directoral
se dispone que “... la rectificación se practique sólo por el ingeniero don Eduardo
Habich, a quien se dará las instrucciones convenientes, debiendo dicho ingeniero,
cuando haya terminado la expresada comisión, hacer en Locumba los estudios de
irrigación de ese valle, por cuenta de la empresa de Novillo y Zapata, y
permanecer en Moquegua a órdenes del Prefecto para encargarse de la dirección
de las obras públicas de aquel Departamento.”(15)

Habich presenta su informe el 29 de marzo de 1871 en un trabajo “ .. que


es el resultado de una penosa y difícil misión...”(16) pues no se ha contentado con
revisar los estudios hechos sino que ha ampliado la comisión que le diera el
Gobierno examinando sobre el terreno todos los proyectos relativos a la
irrigación del valle de Azapa, el estado actual del valle a fin de proveerlo del agua
8 / José Ignacio López Soria

necesaria para el sembrío. Corrige incluso los estudios antes realizados y se


atreve a proponer un proyecto distinto que será, en opinión de Habich, más
factible y menos caro del que presentara la comisión Guido. El Gobierno aceptó
la propuesta hecha por Habich y en abril del mismo año le encomienda que
especifique algunos detalles a fin de sacar a licitación pública la realización del
proyecto (17). El 10 de mayo, Habich envía las especificaciones a la dirección de
Obras Públicas y el 5 del mismo mes sale ya la licitación (18).

Habich realiza los estudios de irrigación del valle de Azapa mientras


estudia las posibilidades de irrigar el valle de Locumba. En octubre del 70 se
traslada a Moquegua e inicia el estudio del valle de Locumba arrojando el primer
informe el 30 de noviembre (19). Tendremos ocasión enseguida de referirnos a
este como a otros estudios a fin de penetrar en la acuciosidad minuciosa de los
proyectos presentados por Habich en los que se mezclan los aspectos técnicos
con otros relativos a formas de trabajo, tipos de explotación y relaciones
humanas.

En los primeros meses del 71 Habich se traslada a Arica en donde hace un


proyecto para la construcción de un hospital cuyo informe es presentado en abril
del 71 (20). Suponemos que por esta época Habich sigue sin dominar el
castellano pues los informes son emitidos en francés y traducidos por Teodoro
Elmore.

Concluida la misión en el Sur, Habich pasa a Lima desde donde es


destacado a los trabajos de reparación del ferrocarril de la Oroya. En junio del 72,
el ingeniero Backus da noticia al Supremo Gobierno de los derrumbamientos
ocasionados por el desbordamiento del Rímac en el ferrocarril del Callao a la
Oroya a la altura de Ansieta y Vicentelo. El Rímac se había desbordado en
febrero ocasionando una inundación que duró ocho días. Habich, comisionado
por la Junta Central de Ingenieros para juzgar los proyectos de reparación
pedidos por el ingeniero Backus, estima que el accidente se debe al descuido de
los hacendados del alto Rímac con respecto a los muros de protección. Por otra
Habich, el Fundador / 9

parte, no parece conveniente aún levantar más muros que favorecerían


principalmente a dichos hacendados que a la vía misma. Termina Habich su
informe haciendo caer en la cuenta que en casos de cauce de ríos torrentosos
como el Rímac, antes de aventurarse a construir determinado tipo de muros de
contención es necesario hacer varios ensayos hasta que la misma experiencia
enseñe cuál sea el más conveniente (21).

Durante los últimos meses de 1872, Habich se dedica al estudio de un


nuevo Reglamento del Cuerpo de Ingenieros del Estado. El 6 de setiembre se
expedía la siguiente resolución, “Lima, Setiembre 6 1872.- Siendo necesario
reformar el actual Reglamento del Cuerpo de Ingenieros del Estado; nómbrase
para tal objeto una comisión compuesta por los ingenieros D. Mariano
Echegaray, D. Felipe Arancivia, D. Eduardo Habich y D. Alfredo Weiler.”(22).

Los miembros de esta comisión trabajaron asiduamente durante el mes de


setiembre alcanzando a emitir el informe al final del mes. Nos parece interesante
transcribir la declaración de principios con la que se antecede el reglamento
porque refleja mucho de la mentalidad de la época y, en concreto, de nuestros
primeros ingenieros. “Nos cabe hoy la honra de presentar a U.S. el proyecto del
nuevo Reglamento que creemos en armonía con las presentes necesidades. El
nuevo Reglamento de Municipalidades, al imponerles la obligación de buscar
ingenieros propios para atender a las obras departamentales, nos ha obligado a
limitar el rol de los arquitectos y a reconcentrar la mayor parte del Cuerpo de
Ingenieros del Estado en la Capital.- La Creación de Junta Central tiene por
objeto asegurar al Gobierno el concurso de un Cuerpo competente, para ilustrarlo
en sus decisiones y darle a conocer las aptitudes de los que pretenden ingresar al
Cuerpo de Ingenieros y Arquitectos, punto en que no se puede tener demasiado
esmero porque de él depende toda la eficacia de este Cuerpo y al que no se puede
atender debidamente, si el consejo que examina los títulos y conocimientos de
estos individuos no es compuesto de personas que han hecho estudios
profesionales. El número de cinco ingenieros que proponemos para la
Junta...corresponde con el número de secciones en que se subdividen las obras
10 / José Ignacio López Soria

públicas, da lugar a que se empleen hombres especiales en cada una de ellas y


ofrece garantías de imparciabilidad, tanto para el Gobierno cuyas resoluciones
está llamado a guiar, como para los individuos del Cuerpo cuyos trabajos debe
juzgar. Se comprende también que habrá más regularidad y prontitud en el
despacho, desde que puede funcionar la Junta aunque falten algunos de sus
miembros, que pueden ser mandados en comisión.- Los miembros de la Junta
podrán igualmente formar, en la capital, con el concurso de luces y recursos de
que dispondrán, los planos y presupuestos de muchas obras para las cuales
bastará tener ciertos datos, que podrá suministrar, en breve tiempo, un ingeniero
en comisión, y el Gobierno se hallará en aptitud de prestar a las municipalidades
un poderoso auxilio, encomendando a la Junta la Formación o revisión de los
planos de sus obras departamentales.-Al terminar nos permitimos recordar a U.S.
que el Reglamento que presentamos no mejorará en nada la situación si no se
procura someter sus disposiciones a la prueba de la experiencia con aquella
perseverancia y rectitud de miras que solo puede dar a conocer, de un modo
verdadero, sus defectos o su mérito.” (23).

Es interesante caer en la cuenta de los criterios que dan forma al


Reglamento del Cuerpo de Ingenieros que será aprobado por M. Pardo en calidad
de Presidente Constitucional de la República el 21 de octubre de 1872. Se
concibe en primer lugar el gobierno como constituido por un grupo de hombres
políticos que necesitan del asesoramiento de técnicos para la realización concreta
de los planes de desarrollo. Por otro parte, es la experiencia la que debe guiar a
los individuos en la búsqueda de la verdad fáctica que se identifica con el éxito
utilitario. Para ello se requiere que los técnicos estén imbuidos de esa sencillez de
espíritu que espera aprender siempre de los datos de la experiencia y que no se
pega a viejas teorías que impedirían el adelantamiento. La experimentación debe
ser realizada por aquellos que, gracias a los estudios profesionales, tienen la
formación suficiente para teorizar sobre los resultados empíricos. Si bien es
cierto que nuestros primeros ingenieros parten de la experiencia hacia la
construcción de proyectos encaminados a dominar la naturaleza, no hay que
olvidar que, en su opinión, sólo quienes han realizado estudios sistemáticos están
Habich, el Fundador / 11

eficientemente capacitados para el análisis del dato empírico. Estamos, pues, tan
lejos de un empirismo ciego como de un idealismo abstraccionista que construye
planes y proyectos sin partir de la realidad a la que deben aplicarse. Asistimos,
por tanto, a los primeros ensayos de la estructuración de un tipo de estudios,
plasmados después en la Escuela de Ingenieros, en donde teoría y práctica se
aúnan en el esfuerzo del hombre por dominar la naturaleza.

La finalidad del Cuerpo de Ingenieros se especifica en el artículo 10 del


citado Reglamento: “El Cuerpo de Ingenieros Civiles y Arquitectos del Estado
tiene por objeto proyectar, ejecutar y vigilar las obras públicas de interés general,
estudiar el territorio de la República y reconocer sus riquezas minerales.”(24).
Para ello se divide la Junta Central en cinco secciones: obras hidráulicas, vías de
comunicación, edificios públicos y arquitectura, minas y manufacturas, y
geografía. A través de estas secciones se analiza todo lo relativo a irrigaciones,
defensa y canalización de ríos, construcciones de muelles, diseños de máquinas
relacionadas con imgación, construcciones de ferrocarriles y caminos carreteros,
mejoramiento y creación de edificios públicos como aduanas, almacenes,
cárceles, colegios, cementerios, etc., laboreo de minas y beneficio de metales,
formación del mapa geológico del Perú, implantación de industrias y
manufacturas, reunión de datos necesarios para formar el mapa general del Perú
especificando las cuestiones meteorológicas, geodésicas y astronómicas.

La labor del Cuerpo de Ingenieros y especialmente de su Junta Central no


era ciertamente secundaria. Había que poner al país en marcha hacia la
industrialización. Los entonces ingenieros del Estado, extranjeros en su mayoría,
comprendieron que la única manera de hacer producir eficazmente al Perú era
estudiar científicamente sus riquezas naturales y planificar racionalmente los
sistemas de explotación. Habich se percató tan de lleno de este principio que no
se contentó con contribuir a la explotación física de nuestras riquezas naturales
sino que entrevio la necesidad de posibilitar también el desarrollo de nuestro
capital humano.
12 / José Ignacio López Soria

Pasados apenas dos meses de la dación de la ley que aprobaba el


Reglamento del Cuerpo de Ingenieros (25), la Junta Central especifica con
perfecta claridad la necesidad de montar un aparato legal que posibilite el acceso
hasta el título de ingeniero a los jóvenes peruanos más sobresalientes. El Cuerpo
de Ingenieros constaba de ingenieros de 1a, 2a, 3a y 4a clases, de ayudantes de Ia,
2a y 3a clases y de Arquitectos de Ia y 2a clases. En la ley se detallaban además los
requisitos exigidos para ascender en la escala, pero se dificultaba el paso de
ayudante a ingeniero. Con el fin de solucionar este problema, la Junta Central
propone el 31 de diciembre de 1872 al Ministro de Gobierno, Policía y Obras
Públicas que “... no debiendo ponerse en el caso de que un joven quede
eternamente en clase de ayudante, es necesario obligarlo, por decirlo así, a que
avance en su carrera, para que al cabo de un corto número de años pueda el Perú
contar con bastantes ingenieros peruanos, que puedan prestar servicios útiles
tanto al Gobierno como a las Municipalidades y aun a los particulares.”(26). En
vista de este criterio se propone al Gobierno que “los ayudantes de ingenieros y
arquitectos de la clase después de dos años de un servicio irreprochable para el
Estado, tendrán derecho, al retirarse, al título de Ingeniero Civil o Arquitecto
Civil... La Junta Central, al proponer esta medida al Supremo Gobierno, tiene en
mira, a más del buen servicio, procurar al país jóvenes suficientemente instruidos
para los trabajos ordinarios, relativos a la profesión de ingenieros. El servicio
será de este modo una escuela teórica y práctica para formar a los jóvenes que
han elegido a la carrera de ingenieros y al mismo tiempo para estimular su celo
para formarse lo más pronto posible...”(27). Cinco días más tarde, el 5 de enero
de 1873, el Gobierno expedía un decreto aprobando la propuesta hecha por la
Junta General del Cuerpo de Ingenieros (28) y en marzo remitía la mencionada
Junta al Ministro las condiciones básicas para ser admitido como ingeniero (29).
No queremos alargarnos más en un tema que ha sido objeto de un estudio más
detallado en el ya publicado primer volumen de la Historia de la Universidad
Nacional de Ingeniería.

Cuando aún estaba Habich preocupado por la reglamentación del Cuerpo


de Ingenieros y ya se habían dado los primeros pasos hacia la formación de
Habich, el Fundador / 13

ingenieros y arquitectos, recibió una comunicación del Gobierno por la que se le


comisionaba para recibir el Ferrocarril de lio a Moquegua con fecha 10 de
diciembre de 1872 (30). Parece que la ejecución de las obras no se ajustaba
adecuadamente a los proyectos aprobados en el contrato entre el Gobierno y
Enrique Meiggs. La Junta Central encarga a Habich que revise minuciosamente
todos los detalles de la realización comparándolos con los proyectos originales
(31). La comisión presidida por Habich, como ingeniero, e integrada además por
Narciso Alayza y Fabricio Cáceres, debe inventariar “...todas las propiedades
movibles e inamovibles pertenecientes al ferrocarril...” (32), pero deberá también
informar si los trabajos efectuados están conforme a las condiciones impuestas
por la contrata detallando la solidez de las construcciones, la conveniencia y
costo de las modificaciones introducidas.

Antes de partir hacia lio, Habich cree conveniente estudiar los planos y
proyectos que firmara el Gobierno Peruano en diciembre del 70 con Deves Fréres
de París y que después fueran traspasados a Enrique Meiggs “... para no marchar
al acaso, sino bien impuesto de todo y guiados por una pauta segura.”(33). Con
estos antecedentes la comisión emprendió viaje a lio, el 18 de diciembre,
llegando al lugar de su destino en la tarde del 21, y comenzando sus operaciones
el 23 en la mañana (34). Todo el día 23 se empleó en el estudio del ferrocarril en
Parcha (lio). El 24 en la noche se trasladó a Moquegua, en donde la opinión del
vecindario no era favorable al ferrocarril. Los moqueguanos, además de dudar
acerca de la solidez de ciertos tramos, protestaban por las expropiaciones hechas
para extender una vía que venía a dañar las cosechas. Para atender a las quejas se
invitó a los vecinos a un paseo por el valle con lo que quedaron satisfechos en sus
reclamaciones. La refacción de algunos tramos de la vía terminó de aquietar los
inquietos ánimos de los moqueguanos. Algunos vecinos notables, sin embargo,
ponían en duda la fuerza de la locomotora y solicitaban, para desvanecer la
sospecha, que se hiciese una prueba. A pesar de que la comisión rechazó el
pedido de los vecinos por inconsistente, la compañíaMeiggs accedió a realizar la
prueba, la cual se llevó a cabo el 3 de enero de 1873, destruyéndose de esta
manera todas las prevenciones (35).
14 / José Ignacio López Soria

Terminados los estudios pertinentes, Habich emite su informe a la Junta


Central de Ingenieros el 30 de enero del 73, de donde pasa al Ministerio de
Gobierno, Policía y Obras Públicas con la siguiente nota “SEÑOR MINISTRO:
En vista de la orden de U.S. para que la Junta Central de Ingenieros diese
instrucciones al Ingeniero Sr. Habichk (sic), nombrado, por decreto supremo de
10 de Diciembre próximo pasado, miembro de la Comisión encargada de recibir
el ferrocarril de lio a Moquegua, esta Junta tiene el honor de adjuntar a U.S. el
informe que dicho ingeniero ha pasado a ésta, en cumplimiento de las
instrucciones que le dio.- Como en su informe dicho ingeniero no sólo ha
satisfecho a tod os los puntos de las instrucciones, sino que también las ideas que
él emite concuerdan con las de la Junta Central, ésta reproduce dicho informe al
elevar el original a manos de U.S.”(36). Las ideas a las que alude Eulogio
Delgado en su calidad de vicepresidente de Junta son la crítica que Habich hace
de los planes que para el ferrocarril hiciera el ingeniero Guido de Vignau de los
que se dice que ha sido enteramente mal hecho, y que no merece ninguna
confianza.”(37) de tal manera que son indignos de una persona que pretende ser
ingeniero, y se refieren también a la alabanza que se hace a la manera cómo la
empresa ha cumplido satisfactoriamente con todos los términos del contrato.
Habich y los comisionados se felicitan porque el ferrocarril al posibilitar el
comercio en el valle abrirá el camino hacia la prosperidad (38).

La revisión del ferrocarril de lio a Moquegua había impedido a Habich


cumplir con otra misión que le encomendara el Gobierno el 17 de diciembre del
72 acerca de la construcción de la iglesia de Arica. Habich viaja a aquella ciudad
y en febrero emite el respectivo informe (39). Por esos mismos días Habich firma
también un estudio presentado por la Junta Central de Ingenieros al Ministerio de
Gobierno sobre la construcción de un templo en Tacna (40). Los vecinos de Tacna
se habían dirigido al Gobierno pidiendo que su iglesia matriz fuese construida
por el sistema de administración y no por licitación pública, y que además se
usasen materiales extraídos de la región. La Junta de Ingenieros vio esas
peticiones como fruto de la ignorancia de los tacneños y de la incompetencia en
materia de construcción. La Junta estima que la obra debe ser hecha por un
Habich, el Fundador / 15

empresario de reconocida seriedad “...porque en el día ya es una profesión


aceptada y reconocida la de Empresario...”(4l). Si se hiciesen por el sistema de
administración se aumentaría el gasto y no se terminaría nunca de construir la
iglesia. Pero a los tacneños no les convencen las razones de los técnicos. Siguen
insistiendo ante el Gobierno sobre su petición. Cansados, al fin, los miembros de
la Junta Central de las reclamaciones de los vecinos proponen al Ministerio, no
sin ironía y mordacidad, “...que los señores que tanto preconizan la idea del
trabajo por administración, podrían encabezar una propuesta en el remate y
obtener la adjudicación de la obra, consiguiéndose así el beneficio que esperan de
su sistema que entonces podrá aplicar en toda su extensión, de que el enorme
lucro que ellos creen reportaría un contratista cualquiera, ellos por amor a su país
y guiados del desinterés que los caracteriza, lo emplearán probablemente en
ornamentación o en comprar los vasos sagrados y los cuadros al óleo que adornan
el interior de la iglesia, y en fin con el sobrante hacer una casa municipal para
Tacna, un hospital y una escuela.”(42). Los tacneños se empeñaban en construir
una iglesia suntuosa, con anchas paredes. Rechazaban, por tanto, el plano
presentado por Habich en el que se estipulaba que las paredes serían de fierro.
“«Cada época -contesta la Junta Central- tiene sus necesidades, su estilo y el
monarca más rico y más poderoso no tendría hoy la idea de hacerlas pirámides
de Egipto o cosa parecida. Esos monumentos así como las iglesias de la Edad
Media, se admiran hoy, unos por el trabajo que representan y otros por el genio
de que están impresos; pero ¿cuántos caudales representan esos edificios?, ¿qué
Nación por poderosa que sea emprendería obras semejantes en el día?”(43). Más
atendibles son las exigencias de que se construya con materiales de la región. La
Junta asiente con esta opinión “... así se hace siempre, y así debe hacerse, pero a
condición que el resultado obtenido sea más barato en igualdad de circunstancias
que empleando los materiales extranjeros.- Tenemos en nuestro territorio
maderas inmejorables y sin embargo somos tributarios de California, de Chile y
del Ecuador, para el mismo material y de inferior calidad al nuestro ¿por
qué?”(44). No obstante, la Junta opina que la iglesia debe construirse de fierro
rellenándose las paredes de ladrillos no sólo porque son menores los costos sino
por precaución contra los terremotos.
16 / José Ignacio López Soria

Esta discusión, aunque a primera vista puede parecer una digresión de la


biografía que aquí trazamos, es sin embargo interesante en cuanto síntoma de las
dificultades con las que tuvieron que tropezar Habich y los primeros ingenieros
en su esfuerzo por tecnificar los medios de trabajo en el Perú.

Concluidos los estudios de Tacna, Habich debió partir hacia el Cuzco a fin
de revisar el ferrocarril Juliaca-Cuzco que Meiggs construyera. De regreso a
Lima, remite el informe en marzo del 73 con interesantes apreciaciones técnicas
sobre la mencionada vía férrea (45).

Suponemos que después de esta fecha Habich debió gozar de una licencia.
De hecho no vuelven a encontrarse informes dados o firmados por él desde marzo
del 73 a junio del 74. Por otra parte, el 15 de febrero del 73 elevaba Eulogio
li g a d o , vicepresidente de la Junta Central, una nota al Ministro de Gobierno,
Policía y Obras Públicas, proponiéndole la derogatoria del artículo 32 del
Reglamento del Cuerpo de Ingenieros que alude a la necesidad de estar reunidos
todos los miembros de la Junta en los asuntos concernientes a cambios
reglamentarios. Se hace esta propuesta considerando que el ingeniero Eduardo de
Habich va a gozar de una licencia (46). No hemos podido aún dilucidar qué
hicier& Habich durante esta licencia.

El 1 de junio del 74. figura nuevamente Habich firmando las bases del
presupuesto del ferrocarril de Chimbóte a Huaraz y Recuay (47) y del de Juliaca-
Cuzco en otro de sus tramos (48). Suponemos, pues, que se reincorporó a las
labores de la Junta en junio del 74 después de una licencia de alrededor de un
año.

Incómodo debió resultar para Habich volver a encontrar el asunto de la


iglesia de Tacna. El señorYeckel, miembro del Cuerpo de Ingenieros del Estado,
había ideado un plan en el que se copiaba la estructura de la iglesia de Spira,
construida en el siglo XI. La incapacidad deYeckel exaspera a los miembros de la
Junta Central, quienes tratan de hacer ver al Gobierno lo disparatado del plan y la
Habich, el Fundador / 17

inconveniencia de que el mencionado proyectista siga figurando como miembro


del Cuerpo de Ingenieros (49). Habich, recordando sin duda los estudios que él
realizara sobre los proyectos de la iglesia de Tacna, contribuyó eficazmente a
criticar a Yeckel.

La Junta, y Habich con ella, sigue emitiendo informes y criticando


proyectos a lo largo del 74. En junio se firma el estudio del Puente Balta (50) y en
julio el del puente sobre el Rímac (51).

Así iba contribuyendo Habich al proceso de tecnificación del país, como


un ingeniero más entre los que el estado contratara en el extranjero. A través de
los informes emitidos en calidad de miembro de la Junta Central del Cuerpo de
Ingenieros del estado, podemos advertir ya muchos de los rasgos de su
personalidad y de las ideas directrices de su obra como profesional. Habich venía
de la más prestigiosa escuela técnica de su tiempo. Por otra parte, había entrado
en Europa en contacto con las más importantes construcciones y había sido
testigo del auge experimentado por los pueblos europeos a raíz de la
tecnificación. Al llegar al Perú tendrá, pues, como modelo al que acude siempre
consciente o inconscientemente lo que se hace en países más adelantados...”
(52). Observamos esta actitud en la actuación de Habich como Ingeniero del
Estado y la observaremos enseguida en su máxima obra, la Escuela de Ingenieros
de Lima. Una y otra vez volverá sobre los modelos europeos para encontrar allí la
veta inagotable de su originalidad.

4, Interpretación del Perú

Desde su primera misión, fue advirtiendo Habich las dificultades que se


presentaban a quienes se desempeñaban como ingenieros en nuestro medio,
dificultades que superaban cuantos tropiezos pudiesen tener los ingenieros
europeos en su trabajo. En el Perú había que domeñar una naturaleza indómita,
una tierra que se elevaba por encima de los 6,000 metros, unos ríos que rompen
18 t José Ignacio López Soria

su cauce varias veces al año, un desierto yermo y reseco, capaz de desafiar la


constancia de las más férreas voluntades. Por eso es necesario aprestarse para la
lucha con una naturaleza brava en demasía en donde faltan los recursos de
toda clase...” (53). Y no sólo faltan los recursos para explotar las riquezas de este
país, sino que, dada la ordenación política imperante, hecha de muchos retazos
inconexos, los pocos recursos existentes habían sido hábilmente orientados por
pequeños grupos hacia sus propios beneficios. Cuando Habich tiene que emitir un
informe sobre el ferrocarril de Lima a La Oroya advierte que quienes proponen
reparaciones no lo hacen con el fin de mejorar la línea férrea y de contener
posibles derrumbes s in o “... para preservar de las inundaciones algunos terrenos
de propiedades particulares situados al lado de los terraplenes del citado
ferrocarril de La Oroya en la parte alta del Rímac, sin dar garantías suficientes
para la defensa de la vía.” (54). Es pues necesario un notable caudal de
conocimientos para modelar la naturaleza según las apetencias del vivir humano,
hay que estudiar detenidamente los proyectos (55) antes de dedicarse a actuar,
pero es también necesario poseer una dosis no menor de integridad personal y de
ética profesional para hacer que las obras reviertan en bien de la colectividad y
no en beneficio de unos pocos. Para asegurar la seriedad en el trabajo y la
duración de las obras es necesario no arriesgarse más allá de los dictados de la
racionalidad. La experiencia se comportará como sabia maestra de una ciencia
que estaba todavía dando entre nosotros los primeros y titubeantes pasos. No
bastan ciertamente, cree Habich, los conocimientos adquiridos en Europa. Dada
la diversidad de nuestro habitat, será imprescindible someter esos conocimientos
a la prueba de la experiencia concreta. Habich sabe que nuestros río s “... escapan
algunas veces a toda previsión . .. -y por eso- no es sino a fuerza de continuados
ensayos y de largas observaciones que se puede formar una opinión algo fundada
sobre el sistema de defensa de más posible y conveniente adopción ...” (56). De la
unión de la ciencia y técnica recibidas en Europa al conocimiento experimental
de nuestra realidad saca Habich esa sabiduría práctica que se traduce en obras de
indudable contribución al progreso del país.

Premunido con estas actitudes directrices de su conducta, entiende pronto


Habich, el Fundador / 19

Habich la urgencia de dos obras en el Perú: las irrigaciones y las vías de


comunicación. No habían pasado aún dos meses de su llegada al Callao cuando
recibe una comunicación oficial por la que se le anuncia que “ .. siendo las obras
de irrigación lo que más poderosamente contribuyen al desarroyo (sic) de la
agricultura, que es una de las ramas más importantes que contribuyen a la riqueza
nacional ...”(57) se le encarga de hacer un estudio de factibilidad de la irrigación
de las pampas de Tamarugal. Al emprender el viaje por la tierra peruana pudo
fácilmente comprender la verdad encerrada en la comunicación oficial. El Perú
era un país rico en tierras y no menos rico en aguas, pero la falta de adecuación
de estos dos elementos naturales traía como consecuencia la sequedad de
inmensas pampas y la pérdida del caudal de muchos ríos. Era, pues, necesario
entroncar estos dos elementos mediante la actividad humana tecnificada. Pero no
bastaba irrigar, había que practicar vías de comunicación que uniesen las
poblaciones de un valle y las comunicasen con otras zonas pobladas, a fin de
facilitar la salida de los recursos naturales a un mercado más amplio. Los
ferrocarriles que surcan hoy el territorio nacional llenarían ese vacío (58).

Habich entrevio enseguida que sólo irrigando las pampas desérticas,


encauzando los ríos, construyendo represas y abriendo vías de comunicación,
comenzaría la era de progreso del Perú. La tecnificación se presentaba para él
como el medio más adecuado para el logro de estos objetivos. Para esta ingente
tarea no bastaban ni los pocos técnicos con que contaba el Perú ni el número
escaso de brazos que podían dedicarse a estas labores. Era, pues, necesario
incrementar los braceros con colonos extranjeros, enseñar en las escuelas los
modos racionales de explotación de la tierra, en especial de los productos
alimenticios y de los que pudiesen servir para la exportación como la vid, el
algodón y la caña (59).

Precisamente porque Habich había comprendido en plenitud las


necesidades de un país como el nuestro, es que en adelante no se dedicará tanto a
obras concretas cuanto a la formación de los hombres que puedan realizar esas
obras. El Perú no podía seguir dependiendo de los contratos con ingenieros
20 / José Ignacio López Soria

extranjeros. Tenía que crear sus propios técnicos capaces de contribuir a la


transformación que el país necesitaba. Ocupado en estas tareas advierte Habich
que, más aún que la agricultura, la minería debía polarizar las miras de quienes
buscaban en verdad el progreso del Perú. El cultivo del agro en el Perú, creía
Habich repitiendo sin conocerlo el argumento de los Amantes del País que un
siglo antes expusieran sus ideas en el Mercurio Peruano, exigía un esfuerzo que
muchas veces no era compensado con los beneficios que se obtenían. La
explotación minera, sin embargo, se llevaba a cabo con un trabajo más
tecnificado y, además y principalmente, permitía que el Perú pudiese ofrecer
productos más apetecibles en el mercado internacional. La clave para abrir el país
a la industrialización consistía en mostrar la riqueza minera a los inversionistas
europeos. Si bien es cierto que Perú podía cosechar productos agrícolas de alta
cotización en el mercado extranjero, ninguno de estos podía competir con las
expectativas que despertaban los minerales.

Advertimos, pues, un cambio importante en la actitud de Habich entre


1873 y 1874. Se nota en él una clara tendencia a impulsar la explotación minera y
una voluntad decidida de crear en el Perú los técnicos e ingenieros que se
necesitaban para tal explotación. Tiene la oportunidad de madurar este proyecto
en un viaje que hace a Europa en la mitad del año 74 y primera mitad del 75 (60).

5. Reforma de la educación

Mientras Habich visitaba en Europa los principales centros técnicos (61),


el Ministerio de Instrucción, Justicia, Culto y Beneficiencia había planteado la
necesidad de modificar el Reglamento de Instrucción de 1855. Con fecha 6 de
marzo, el Ministro del ramo presentó a la Cámara de Diputados una petición para
que autorizasen al Ejecutivo el estudio de un proyecto de ley que reestructurase la
instrucción en el país (62). El 11 de mayo salía aprobada la propuesta. Manuel
Pardo, presidente de la República, procede a nombrar una comisión compuesta
por José A. Roca, Manuel A. Fuentes, Casimiro Ulloa, P. Pradier Foderé, J. J.
Habich, el Fundador / 21

Granda y Pedro Paz-Soldán y Unánue, quienes preparan un proyecto de


Reglamento General de Instrucción Pública (63). Terminado el proyecto se
designa una Junta Consultiva compuesta por veinticuatro maestros de la época
para examinarlo.

Al regresar Habich de Europa “. . el mismo Sr. Pardo ... nombró al Sr.


Habich para que tomara parte en la Junta Consultiva de Instrucción para
organizar una Escuela especial de Minas; y habiendo accedido ... cumplido a su
solicitud, el nombrado se formó por el Sr. Habich el primer reglamento de la
sección Preparatoria (una tachadura) el que no fue aceptado por el Sr. Pardo;
entonces se formó el 2o que se aprobó como ley”. (65). Por esta página
manuscrita y tachonada que conservamos en el Archivo Histórico de la
Universidad Nacional de Ingeniería sabemos que Habich comenzó a participar en
las sesiones de la Junta Consultiva en noviembre de 1875. En el acta de sesiones
de esta Junta aparece como asistente a las reuniones a partir del 20 de noviembre
junto con Folkierski (66). Pasaron las sesiones de los días 20, 22 y 24 sin que
Habich interviniera en las discusiones. El 29, sin embargo, “La Junta pasó a
ocuparse de la organización de la Facultad de Ciencias, conforme al plan que se
encomendó a los Señores Habich y Folkierski, que se leyó y puso en
discusión.”(67).

El proyecto Habich-Folkierski fue objetado por varios miembros de la


Junta quienes decían “... que el plan presentado por dichos Señores está en
armonía con la organización y últimos progresos de esas ciencias en Europa, pero
que, a su juicio, es muy vasto y no corresponde propiamente a una Facultad de
Ciencias de la Universidad, sino a una Escuela Politécnica; que, por lo mismo, lo
creía de difícil realización, por la gran escasez que hay en el país de un personal
de profesores competentes, de recursos pecuniarios y de los elementos de
enseñanza práctica, que son absolutamente necesarios.” (68). Manuel Atanasio
Fuentes estima que no existen todavía en el Perú las condiciones requeridas para
que los profesionales que tienen por base la Química o la Historia Natural sean
lucrativas y den una subsistencia independiente a quienes se dedican a ellas (69)
22 / José Ignacio López Soria

Curiosa opinión la de Fuentes que contrasta con la de otro de los miembros de la


Junta quien después de alabar el proyecto insiste en la necesidad de dar esa
orientación teórico-práctica a la Facultad de Ciencias a fin de crear
“...profesiones prácticas y lucrativas a la juventud ..” (70) para lo que sería
necesaria la creación de una Escuela Politécnica.

Folkierski responde a estas objeciones insistiendo en la necesidad de


operar la transformación pedida por ellos con el fin de crear no sólo profesores
para las universidades sino “... hombres especiales que quieran dedicarse a hacer
estudios profundos sobre cualquier ramo de las Ciencias ...” (71). Para formar
este tipo especial de hombres no basta la enseñanza que venía impartiendo la
Facultad de Ciencias de San Marcos. Había que enfatizar la importancia de la
formación práctica de los individuos para la que son imprescindibles laboratorios
y gabinetes

El cambio que se propone en el proyecto Habich-Folkierski es tan


profundo que los miembros de la Junta Consultiva se inclinan a pensar en la
conveniencia de instalar una Escuela Técnica separada de la Universidad en la
que se organizasen los estudios según el esquema propuesto por Habich y
Folkierski. Es interesante a este respecto la opinión de J. Granda, que colaborará
después tan de cerca con Habich en la Escuela de Ingenieros. Pensaba el
matemático “... que la Facultad de Ciencias, como existe hoy, no corresponde ni
satisface ninguna necesidad real de la sociedad, porque sólo suministra la
instrucción teórica, y que es evidente la necesidad de darle una organización más
conveniente a los fines que debe llenar: que el proyecto en debate está a la altura
del desarrollo que hoy han tomado las ciencias, y conforme a los más avanzados
progresos que éstas han alcanzado en el mundo científico, pero que dudaba
mucho que pudiera aplicarse y sostenerse debidamente el plan presentado,
atendidas las condiciones especiales del país . ” (72). Habich tiene que salir en
defensa de su proyecto haciendo ver que no exigía mayores gastos puesto que la
única diferencia notable es la relativa a la parte práctica, pero “ .. sin ella no debe
pensarse en sostener una Facultad de Ciencias.” (73).
Habich, el Fundador / 23

Eran ya las 12.30 de la noche cuando tuvo que suspenderse la sesión sin
haber llegado a ningún acuerdo efectivo. En el trasfondo de las actitudes que
podemos colegir de los textos advertimos dos tendencias diferentes aunque no
contradictorias. Los ingenieros extranjeros Habich y Folkierski, de formación
predominantemente empirista, más hechos a las aplicaciones de las ciencias que a
las especulaciones teoréticas, buscaban un tipo de reforma que no encajaba con la
estructura vigente en la Facultad de Ciencias ni, en general, con los sistemas de
enseñanza usuales en la Universidad de San Marcos. Desde la mera formación
empírica de la Escuela de Artes y Oficios hasta las teorizaciones de los científicos
sanmarquinos había un abismo insalvable en nuestro sistema educativo. Ni los
maestros de oficios eran capaces de teorizar ni los científicos abstractos podían
aplicar. La enseñanza científico-técnica en el Perú se hundía en un empirismo
ciego o se elevaba hasta abstracciones inaplicables. Era lógico que los maestros
de San Marcos se considerasen incapaces de organizar y dirigir un centro de
estudios como el propuesto por Habich-Folkierski. Pero en el Perú existía ya un
Cuerpo de Ingenieros. Cuando un día se fundase la Escuela Especial de
Ingenieros recaerían sobre este Cuerpo las labores docentes del nuevo
establecimiento de enseñanza.

El miércoles 1 de diciembre se vuelve a tratar el problema, apareciendo ya


un cierto acuerdo. Se aprueba que “Habrá en la Facultad de Ciencias: Io las
cátedras de enseñanza doctrinaria, y 2o prácticas en los laboratorios y gabinetes.”
(74). Se dividen por otra parte las cátedras de la Facultad en tres secciones:
Ciencias Matemáticas, Ciencias Físicas y Ciencias Naturales. Se aprueban los
programas y reglamentos. Al promulgarse el Reglamento General de Instrucción
Pública el 18 de marzo de 1876 se recogen exactamente los acuerdos a los que
llegara la Junta Consultiva con respecto a la Facultad de Ciencias (75). Tanto
Habich como Folkierski podían estar orgullosos de lo conseguido. Pero para esa
época los primeros pasos para la creación de la Escuela de Ingenieros se habían
asentado tan sólidamente que Habich se ve obligado a renunciar al cargo de
catedrático principal de la cátedra de la sección de Ciencias Físicas de la Facultad
de Ciencias de San Marcos (76). Sus miras estaban puestas en la Escuela de
24 / José Ignacio López Soria

Ingenieros de la que será muy pronto nombrado Director.

El 18 de marzo del 1876 salía la ley por la que se aprobaba el Reglamento


Orgánico de la Escuela de Construcciones Civiles y de Minas y el 9 de mayo
recibe Habich la siguiente comunicación del Ministerio de Instrucción, Justicia,
Culto y Beneficencia: “Lima, Mayo 9 de 1876. -Siendo necesario designar el
personal con el que debe funcionar por ahora la Escuela de Ingenieros Civiles y
de Minas, en armonía con el Reglamento Orgánico de 18 de Marzo último:
nómbrase Director del Establecimiento a D. Eduardo Habich.- Regístrese y
comuniqúese. -Rúbrica de S.E.- Odriozola.” (77).
Habich, el Fundador / 25

Notas del capítulo I

1. Hay algunas dudas sobre la fecha de nacimiento de Habich. El informe


dado por Guillemain, director en 1892 de L’Ecole des Ponts et Chausseés
de París, con motivo del incidente provocado por Carreño, testifica: “M.
Habich, né le 6 Janvier 1836 En: A.E.I., Correspondiente al n° 1.
Contiene: Carta y sobre originales de Guillemain ... Año de 1892; recibido
el 5-III-92, Registrado Letra G, N° 6, Libro Dif.- En el mismo legajo se
encuentran dos traducciones al castellano de la carta de Guillemain. Pardo,
secretario de la Escuela, traduce por 6 de junio lo que debería haber sido
traducido por 6 de enero. Nosotros hemos preferido como fecha de
nacimiento de Habich el 30 de enero de 1835 porque así lo atestiguan los
documentos del archivo familiar de los Habich, porque esta fecha es
preferida por los biógrafos en las notas del Boletín de Minas, Industrias y
Construcciones, y porque en ella se celebró el centenario del nacimiento
de Habich. A los actos conmemorativos del centenario asistieron sus hijos
quienes, suponemos, que conocían con exactitud la fecha de nacimiento de
su padre. La partida de bautismo, conservada en el archivo familiar de los
Habich, dice: “En Varsovia Parroquia de Santa Cruz, el 8 de Marzo de
1835 (mil ochocientos treinta y cinco) a las 4 de la tarde, se presentó Louis
Habich, Jefe Geómetra de la Comisión del Tesoro, de 45 años de edad,
residente en Varsovia, calle Real N° 1603, el cual: en presencia de Sylvius
Manersbeiger, Supernumerario de la comisión del Tesoro de 23 años de
edad y Mathieu Penikievski, ciudadano, de 48 años de edad, ambos
residentes en Varsovia; nos mostró un niño de sexo masculino nacido en
Varsovia, en su casa, el 30 (treinta) de Enero del presente año, a las ocho
de la noche, de su esposa Mathilde, de soltera Manersbeiger de Sanet
Cápteme. El nacimiento de este niño lo certificó Eduardo Jecin: su padrino
y madrina han sido: Jean y Rosalie Sarnoite. Este acta, leída al padre y los
testigos, ha sido confirmada por ellos y por mí.- Firmado: Pablo Jean
Kilanowski, por el cura. El padre, Louis Habich. Testigos: Sylvius
Manersbeiger - Mathieu Penikievski.- Yo certifico la conformidad de la
26 / José Ignacio López Soria

presente copia con su original, escrito sobre papel, timbre N° 191, año
1835. Varsovia 26 de Abril de 1867. El Conservador de Actas del Estado
Civil.- Firmados: el abate A. Jakubowski.” (archivo de la familia Habich).

El inventor peruano Pedro E. Paulet en el Boletín de la Dirección de


Fomento, Lima, año VIII, núm. 1, enero 1910, p.64-65, recoge algunos
datos de la vida de Habich. “Eduardo J. Habich, nacido en Varsovia
(Polonia) en 1835, era hijo de uno de los jefes polacos de Napoleón I y
jefe también de la dirección del Catastro de Polonia, servicio
importantísimo en ese país. Perteneciente a una de las más encumbradas
familias de la nobleza polaca, don Eduardo J. de Habich, después de rendir
con distinción los exámenes respectivos, ante el Comité de Artillería de
San Petersburgo, fue nombrado oficial de esa arma en el ejército ruso, a
principios de 1854, en plena guerra de Crimea, mereciendo por su
actuación en ella la condecoración especial acordada por el gobierno ruso
a los que tomaron parte activa en su campaña, y siendo promovido luego,
no obstante su poca edad, al puesto de Jefe del servicio de construcciones
del arsenal de Keiff (sic), donde se conservan aún no pocas de las obras
que él concibió e hizo ejecutar. Los rápidos ascensos no contentaron, sin
embargo, al joven Habich. Aunque novel, su severo criterio le indicó otro
rumbo que el de servir a la nación que, años antes, había contribuido a la
ruina de su patria. Abandonó, pues, en 1859 su puesto en el ejército ruso,
incorporándose a la Escuela de Puentes y Calzadas de París, en la que, y
en opinión de Sadí-Carnot, más tarde presidente de la República Francesa,
concluyó sus estudios en 1863, recibiendo el diploma respectivo durante
uno de los períodos más críticos de la insurrección de la Polonia rusa. Los
sucesos que por entonces se desarrollaron no fueron indiferentes al joven
patriota, quien abandonando ofertas ventajosas, corrió a defender su país
amenazado de muerte. El Sr. Habich tomó parte muy activa e importante
en esa lucha, ya como jefe militar, ya como presentante (sic), con poderes
discrecionales del gobierno nacional en la Polonia Austríaca, y en todos
los periódicos de la época, franceses, españoles, alemanes, etc. se
Habich, el Fundador / 27

encuentra el retrato, biografía y hazañas del joven y prestigioso caudillo,


que fue no sólo un sabio sino un héroe en la campaña. Dominado por la
abrumadora fuerza y medios de los rusos, en ese último intento en pro de
la emancipación de su patria, perseguidos y confiscados todos sus bienes y
propiedades, Habich volvió a Francia, siendo nombrado entonces director
de la Escuela Superior Polaca de París, en cuya época escribió sus trabajos
matemáticos que le merecieron justo renombre entre los hombres de
ciencias.”

Encontramos otra breve reseña de la bibliografía de Habich en el


Boletín de Minas, Industrias y Construcciones, serie II, Tomo II, 31 de
octubre de 1910, núm. 3, p.38, escrita por Balta, discípulo y colega del
director de la Escuela de Ingenieros. “Eduardo J. de Habich, nació en
Varsovia en 1835, y en 1854, como oficial de artillería del ejército ruso,
fue uno de los defensores de Sebastopol ... El teniente coronel Eduardo J.
de Habich y su hermano Gustavo atacaron y derrotaron repetidas veces a
los rusos. El primero, delegado del Gobierno Nacional en la Polonia
Austríaca, fue perseguido sin tregua en Cracovia; y mientras se pregonaba
el precio de su captura... organizó y sacó de Cracovia misma un cuerpo de
voluntarios, y pasó la frontera burlando o derrotando las fuerzas que se le
opusieron ... En su tienda de campaña recibió el insurrecto Eduardo de
Habich el diploma de Ingeniero de Puentes y Calzadas, habiendo rendido
las últimas pruebas momentos antes de dejar París. A su regreso,
desilusionado y perseguido, se dedicó al estudio, publicó notables trabajos
de cinemática, y se hizo cargo de la dirección de la escuela superior
polaca.”

2. Según las declaraciones de la familia Habich y los documentos del Dr.


Juan Languasco de Habich, el apellido originario era simplemente Habich.
En polaco no existe el “de” que precede a los apellidos nobiliarios, por eso
los nobles polacos, al salir de Polonia, se añadían el “de” delante del
apellido para hacerse reconocer como nobles. El origen nobiliario de
28 / José Ignacio López Soria

Habich queda comprobado por su inscripción en el Libro Genealógico de


la Nobleza Hereditaria de Varsovia: “DIPUTACION DE LA NOBLEZA
DEL GOBIERNO DE VARSOVIA N° 2987 Varsovia 12/24 de Febrero
de 1847. CERTIFICADO extraído de los libros genealógicos de la
Nobleza Hereditaria del Gobierno de Varsovia. Distrito de Mazoise. En
virtud de la publicación anterior y ulterior, de las leyes sobre la Nobleza.-
Para el Sr. Eduardo J. de Habich.- Para satisfacer el pedido presentado por
el Sr. Luis Habich, Geómetra Jefe, de la Comisión del Tesoro: Diputación
de la Nobleza, expide el presente certificado, atestiguando: que el Sr.
Eduardo J. Habich, hijo de los esposos, LUIS Y MATILDE HABICH, de
soltera MANERSBEIGER, conforme a la autorización de la “Comisión
Heráldica del Reino” de 15/27 de Julio del año pasado, N° 76709; ha sido
inscrito en los Libros Genealógicos de la Nobleza Hereditaria, de la
Gobernación de este distrito de Mazoise, en virtud de la publicación
anterior y ulterior de las Leyes sobre la Nobleza.- El Gobernador Civil,
presidente de la Diputación.- Firmado.- El actual Canciller de Estado.-
Laszszynski.- El Director de la Cancillería.- Strozycki. Traducido
conforme al original.- El Secretario para la correspondencia en francés de
la Comisión de Justicia.- Varsovia, 23 abril - 5 mayo de 1867.- Firmado:
Q. Lambert.” (Archivo de la familia Habich).

3. Sobre el incidente Carreño, Habich recibe la siguiente comunicación de


Guillemain: “París, 12 de Avril 1892.- Cher Monsieur.- J ’ai recu, il y a
quelques temps, une lettre ainsi concue: Lima le 20 Fevrier 1892.-
Monsieur le Directeur, La reorganization du Corps des Ingenieurs a la
quelle on va procéder ici prochainement, nous oblige a nous renseigner
cxactcmcnt sur 1’authenticité des titres qui nous sont préséntés,
circonstance que me porte a vous de vouloir bien me faire savoir si M.
Edouard Habich a recu a l’Ecole des ponts et Chaussées le Diplome
d ’Ingenieur.- Veuillez agreer etc ... Signé Carreño.- Ingeniero del Concejo
Provincial.- La lettre porte un timbre sur la quel est écrit: Concejo
provincial de Lima- Sección Obras.- J’ignore quelle qualité a M. Carreño
Habich, el Fundador / 29

pour demander ce renseignement, et d’un autre coté, je ne voudrais pas, en


ne répondant pas, m’exposer a vous causer un ton quilquonque.- J ’envoie
done a M. Carreño le certificat suivant: M. Habich, né le 6 Janvier 1836,
est soni en 1863 de I’Ecole des Ponts et Chaussées dont il avait les cours
en qualité d’Eleve externe.- II a été clasé troiseme de sa promotion et s’est
fait remarquer par son inteligence, son travail et sa capacité- II a recu le 17
Juin 1863 le Diplome qui était aUribué a cette époque aux Eleves externes
de I’Ecole des Ponts et Chaussées ayant completement satisfait aux
examens de sortie. Ce n’est que plus tard que ce Diplome a porté la
mention d’une qualification d’Ingenieur atribué aux plus meritants: mais si
cette mesure avait été prise des 1863, les notes laissées sur (no se entiende
bien) M. Habich permettent d’affirmer qu’il en aurait profité.- Paris le 31
Mars 1892.- Guillemain. J’y joins la lettre suivante: M. I’Ingenieur, J’ai
I’honneur de vous adresser, en reponse a votre lettre du 20 Fevrier dernier,
le renseignement que vous me demande, sur ...de M. Edouard Habich,
eleve de I’Ecole des Ponts et Chaussées de France.- M. Habich, ainsi que
le fait connaitre le certificat ci joint a été un eleve brillant de I’Ecole et a
recu la plus haut Diplome que delivrat cette Ecole en 1863.- Veuillez
agreer, etc... Quelqu’ait été le motif qui a porté M. Carreño a demander ce
renseignement, j ’ai cru devoir d’abord ne pas le refuser, puis vous avertir
directement, en vous fournissant le texte memme précis et complet de la
Correspondance echangée.- Heureux de cette occassion de me rapporter a
votre bon souvenir, j ’ai I’honneur, cher Monsieur, de vous transmettre la
nouvelle assurence de mes sentiments aussi dévoués que distingués.-
Guillemain. Directeur de I’Ecole de Ponts et Chaussées.” Cfr. nota núm. 1

El incidente provocado por Carreño suscitó, como era de esperarse, la


protesta de Habich, del mismo alcalde de Lima, Villavicencio, e incluso
de la opinión pública. El 17 de mayo de 1892 Habich se dirige al alcalde
de Lima, Pedro Villavicencio, dándole cuenta de la carta recibida de
Guillemain y añadiendo “En vista de lo expuesto, verá U.S. Sr. Alcalde,
que sin autorización de ese H. Cuerpo, ni de U.S., el Ingeniero Municipal
30 ¡ José Ignacio López Soria

valiéndose de su amparo y hablando de reorganización del cuerpo de


Ingenieros, ha procedido abusivamente, y cometido un acto que
desacredita al país, y desdice de su cultura, y le atrae vergonzosa
suposiciones, tratándose del Director Fundador de su Escuela de
Ingenieros, y persona de mi posición aquí y en Europa. No dudo que se
impondrá el debido castigo al individuo que ha herido la dignidad del país,
con el acto abusivo que ha cometido.- Además, para reparar en cuanto sea
posible lo hecho, y en homenaje al respeto que se tiene a la primera
autoridad municipal del Perú, tengo la honra de pedir a U.S. se sirva
dirigir una nota al Sr. Director de la Escuela de Puentes y Calzadas,
comunicándole que la persona que tal carta le ha enviado, lo ha hecho sin
ingerencia alguna del H. Concejo ni de U.S. Sr. Alcalde, abusando de su
posición, por lo que ha sido castigado debidamente.- mucho siento verme
obligado a llamar la atención de U.S. y del H. Concejo, sobre este acto
vergonzoso: pero habiéndose ejecutado al amparo de su consideración, y
por un empleado bajo título oñcial, el castigo debe ser impuesto
también oficialmente y por la misma corporación/’ De Habich al Alcalde
del Concejo Provincial de Lima, Lima, 17 may. 1892. In: Copiador de
Oficios, 1890-92, fol. 414-415.

El alcalde de Lima, con fecha 19 de mayo de 1892, contesta a Habich


desautorizando a Carreño y comunicándole que con la misma fecha ha
enviado una carta al Sr. Guillemain notificándole que Carreño no estaba
autorizado para esa gestión. En ambas cartas el alcalde de Lima da fe de la
reputación científica de Habich y del valor de sus títulos. In: A.E.I.,
correspondiente al N° 1, contiene: carta y sobre originales del Sr.
Guillemain... Carta de Pedro Villavicencio, Lima, 19 de may. 1892

4. Ver la carta anterior de Guillemain

5. Paulet, Pedro E.- La enseñanza técnica en el Perú. Boletín de la Dirección


de Fomento. Lima, 8 (1): 57-83, ene. 1910; (2): 90-116, feb.1910; y (5):
Habich, el Fundador / 31

50-62, may. 1910; la presente nota en ( l ): 64-65, ene. 1910.

Un certificado expedido por la Escuela Superior Polaca da cuenta de la


labor desempeñada por Habich en esos años. “Escuela Superior Polaca.
68, Boulevar Montparnasse. París 19 de setiembre de 1869. N° I0l.- El
que abajo suscribe, Presidente del Consejo de Administración de la
Escuela Superior Polonesa, certifico: Que el Sr. Eduardo J. de Habich,
antiguo alumno de la Escuela de Puentes y Calzadas de París, antiguo
oficial de artillería y subdirector de construcción, en el arsenal de Kiev, al
servicio de Rusia antes de la guerra de la independencia de Polonia de
1863, jefe militar en el ejército de insurrección y posteriormente
Comisario Plenipotenciario por la Galicia, ha sido nombrado con fecha 10
de octubre de 1864 miembro del Consejo de Administración de la Escuela
Superior Polonesa.- El 7 de diciembre del mismo año, el Sr. de Habich fue
encargado de las funciones de jefe de Estudios de dicha Escuela.- El 16 de
enero de 1865, el Consejo de Administración le ha confiado en la Escuela
la Cátedra de Mecánica.- En fin, llamado a la Dirección de la Escuela
Superior Polonesa, el 5 de febrero de 1865, el Sr. de Habich ha ejercido
estas últimas funciones, hasta el 1° de 1868, en que por motivos personales
ha creído conveniente deshacerse de la doble función de Director y
Profesor.- Es al celo y la clara inteligencia del Sr. de Habich que debe la
Escuela el honorable rango que ocupa entre los Establecimientos
Preparatorios a las Escuelas Especiales Francesas.- En efecto, gracias al
fuerte impulso que el Sr. de Habich ha sabido imprimir a los estudios,
cerca de sesentajóvenes polacos han sido admitidos en diferentes escuelas
del Estado, como son las de Ponts et Chaussées, la de Mines, la de Genio
Militar (sic) de D’Artillerie de Metz y la Ecole Céntrale.- Los diplomas y
certificados obtenidos por más de treinta de esos jóvenes y el éxito de los
que todavía continúan sus estudios constatan elocuentemente la solicitud y
habilidad que el Sr. de Habich ha puesto de manifiesto durante el
desempeño de sus funciones en la Escuela Superior Polonesa.- Firmado:
Prince L. Czartevyski.” (Archivo de la familia Habich).
32 / José Ignacio López Soria

6. Loe. cit. y nota núm. 1

7. El Peruano. Lima, año 28, t.58, núm.139, 1 jul.1870, p.l - A propósito de


la llegada de ingenieros, se dice “Habiendo concedido el 12 de Agosto del
año anterior, la respectiva autorización al Representante del Perú en
Francia para que contratase Ingenieros para el servicio del Estado...”

8. In: Archivo de la Escuela de Ingenieros, Documentos de la Escuela, 1876­


78-79, Lima, 8 de may.1879, s.f.
Se trata de una comunicación de Habich como vicepresidente de la
Junta Central de Ingenieros del Estado a él mismo como Director de la
Escuela, en la que se comunica el decreto supremo emitido por la
Dirección de Obras Públicas con fecha 7 de mayo de 1879 que señala el 14
de octubre de 1869 como fecha del contrato firmado por Habich y el
Encargado de Negocios del Perú en Francia. En dicho contrato, se
estipulaba un sueldo de 400 soles en plata al año. Al ascender a Ingeniero
de Primera Clase su sueldo se elevó a 400 soles mensuales, 4800 al año.

9. El Comercio, Lima, núm.10,398, 10 dic.1869, se da cuenta de llegada de


Habich al Perú acompañado de Pierre Sieber, Esselens, Weiler, y
Plazzolles. El 11 de diciembre, núm. 10,399 y 10,400 se vuelve a hablar de
Habich como ingeniero polaco que “ha acreditado su capacidad para
trabajos Hidráulicos y de puentes y calzadas.”

10. El Peruano, Lima, año 2, 58, núm.22, 28 Ene.1870, p.l

11. Loe. cit.

12. Anales del Cuerpo de Ingenieros del Perú. Edición Oficial. Lima, Imprenta
del Estado, 1874. 2. v.l, p.386-396

13. Ibid. p.396-397


Habich, el Fundador / 33

14. Ibid. p.397


15. Loe. cit.

16. Ibid. p. 398-409

17. Ibid. p.409

18. Ibid. p.409-414

19. Ibid. p.152-154 “Durante el viaje que hice por el valle de Lucumba(sic) en
el mes de Octubre próximo pasado, he tenido ocasión de practicar algunos
estudios y recoger varias observaciones que pueden dar alguna luz, sobre
el estado del referido valle, y sobre los medios que podría emplear el
Supremo Gobierno para mejorar su situación actual y procurar su futuro
adelanto.” Habich no se contenta con dar un informe técnico. Expone las
sugerencias que le parecen más convenientes para los fines propuestos.
“Según mi parecer, el Supremo Gobierno sin intervención directa, podría
proteger en este valle toda empresa que tuviera por objeto la irrigación y
cultivo de los terrenos altos; aumentar la cantidad de las aguas dulces
disponibles; regularizar el cauce del río; desaguar y secar los terrenos
bajos, defendiéndolos contra las inundaciones. En esta última cuestión que
será de utilidad para todos, es decir, sin perjuicio de nadie, la intervención
del Gobierno debe ser directa/’. El Estado debe, pues, en opinión de
Habich, realizar por sí mismo los trabajos de interés común y facilitar y
proteger la iniciativa privada en aquellas obras que redundan en interés
particular.

20. Ibid. p. 143-146

21. Ibid. p.180 Informe del Ingeniero Gerrit S. Backus; p.181-182 Informe del
Ingeniero Eduardo Habich.
34 / José Ignacio López Soria

22. Anales del Cuerpo de Ingenieros del Perú. Edición Oficial. Lima, Imprenta
del Estado, 1874. 2.v., v.2, p. 5

23. Ibid. p. 7-8

24. Ibid. p. 9

25. Hay un error en los Anales del Cuerpo de Ingenieros. Nos referimos a la
p.15 del v.2, en donde la nota remitida por el vicepresidente de la Junta
Central, Eulogio Delgado, está fechada el 31 de diciembre de 1873.
Debería decir 31 de dic. del 72, pues en noviembre del 72 se manda hacer
el programa en cuestión y es aprobado en enero del 73. El informe tuvo
que preceder necesariamente a la aprobación del proyecto.

26. Ibid. p.16

27. Loe. cit.

28. Ibid. p.17

29. Ibid. p.26

30. Ibid. p.62 “VISTO este recurso de D Juan Meiggs, representante de D.


EnriqueMeiggs, empresario del Ferrocarril de lio aMoquegua, por el que
solicita entrega dicho Ferrocarril, en razón de estar terminado, y el adjunto
certificado de D. Gerrit S. Backus, Inspector del mismo, en el que expone
hallarse en estado de recibirse por haberse concluido su construcción con
arreglo a las prescripciones de la contrata y disposiciones del Supremo
Gobierno: Nómbrase para la recepción del indicado ferrocarril una
comisión compuesta del Ingeniero D. Eduardo Habich, D. Narciso Alayza
y D. Fabricio Cáceres, a la que se remitirá el expediente, planos y demás
Habich, el Fundador / 35

documentos que sean necesarios, sujetándose la expresada, para el lleno de


su cometido, a las instrucciones que se le darán por este despacho y por la
Junta Central de Ingenieros.”

31. Ibid. p.63

32. Ibid. p.64

33. Ibid. p.65

34. Loe. cit

35. Ibid. p.68

36. Ibid. p.75

37. Ibid. p.71

38. Ibid. p.68

39. Ibid. p.90-91

40. Ibid. p.94-97

41. Ibid. p.95

42. Ibid. p.96

43. Ibid. p.97

44. Loe. cit.

45. Ibid. p.118

46. Ibid. p.93

47. Ibid. p.333-336

48. Ibid. p.337


36 / José Ignacio López Soria

49. Ibid. p.338-341

50. Ibid. p.343 y 345

51. Ibid. p.367

52. Ibid. v.2, p.398

53. Ibid. p.406

54. Ibid. p.181

55. Ibid. v.2, p.65

56. Ibid. v.2, p.182

57. El Peruano, Lima, año 28, t.58, núm.22, 28 ene. 1870, p.l

58. Anales ... op. cit. v.2, p.68

59. Ib id .,\. 1, p.153-154. Emitiendo un informe sobre el valle de Locumba,


añade Habich “Otros dos puntos vitales deben también ser tomados en
consideración para las empresas meramente agrícolas.- Ia La cuestión de
brazos o peones.- 2a La cuestión de vías de transporte.-Actualmente sufre
el país por la falta de brazos, pues los pocos de que pueda disponer no
cumplen bien sus obligaciones, como medida actual, mi opinión sería.- A)
Reglamentar las obligaciones recíprocas entre los propietarios y peones,
vigilando el exacto cumplimiento de ellas.- B) Proteger y aún facilitar a
los propietarios la introducción de trabajadores y colonos chinos.- C)
Crear y obligar en las Escuelas Primarias el estudio forzoso, bajo el punto
de vista práctico, sobre todo de nociones racionales de Agricultura y
especialmente de los productos alimenticios y adecuados al país, aquellos
que puedan formar una riqueza para la explotación, como el cultivo de la
viña, algodón, caña y la de algunas especies silvestres que pueden
alimentarse y reproducirse fácilmente en las lomas; como por ejemplo el
castaño, etc.”
Habich, el Fundador / 37

60. De Habich al Presidente de la Asociación de Ingenieros Civiles


Portugueses. Lima, 19 de oct.1881. In: Correspondencia exterior, 1881­
1891, fol.10

61. De Habich a F. Arancivia, Lima, 15 dic. 1886. In: Copiador de Cartas,


1886-1889, fol. 5

62. Fuentes, Manuel Atanasio - Boletín Oficial de Instrucción Pública. Serie Ia


Reglamentos y Disposiciones, t.l. Lima, Imprenta del Estado, 1876, p. ay
b
63. Ibid, p.108

64. Ibid. p .l l l

65. Página manuscrita, numerada con núm. 4, inserta In: Archivo de la Escuela
de Ingenieros, Documentos de la Escuela, 1876-78-79

66. Fuentes, Manuel A.- Op. cit., p.188

67. Ibid. p. 216

68. Loe. cit.

69. Loe. cit.

70. Ibid. p.216-217

71. Ibid. p.217

72. Ibid. p.218

73. Ibid. p.219

74. Ibid. p.221

75. Ibid. p.338


38 / José Ignacio López Soria

76. “Lima, 13 de Abril de 1876.- Siendo necesario organizar el personal que


debe funcionar en las Facultades de la Universidad Mayor de San Marcos,
en armonía con las modificaciones hechas por el Reglamento General de
Instrucción Pública, se resuelve: 3o No pudiendo organizarse
definitivamente el personal de la Facultad de Ciencias, hasta que llegue de
Europa el decano contratado al efecto, dicha Facultad funcionaría con los
catedráticos siguientes:...Catedráticos de la 1a Cátedra de la Facultad de
Ciencias Físicas, D. Eduardo Habich...” En: Ramírez, Filiberto- Leyes y
Resoluciones vigentes en materia de instrucción expedidas desde 1876,
recopiladas por...comisionado al efecto por el Consejo Superior de
Instrucción Pública. Lima, imprenta y litografía de Peter Bacigalupi &
Co., 1891, p.40-41

Sabemos que Habich renunció muy pronto a esta cátedra para


encargarse de la organización, creación y dirección de la Escuela de
Ingenieros.

77. Datos referentes a la Escuela de Ingenieros. Folleto escrito por Habich el


24 de octubre de 1883, impreso en 40 páginas, con un sello de la Tesorería
de la Escuela en la parte superior central de la p.l y con la firma de Luis D.
Zevallos, Agosto 21/887, p.8-9
Habich durante la revolución nacionalista de Polonia, 1863
(sentado en el centro).
Cortesía de Marta de Habich, nieta del fundador.
rf

Eduardo de Habich con su esposa y su hija Edvidge.


Museo Habich - UNI
Los esposos Habich con sus hijos:
(de pie) Edvidge, Eduardo, Edmundo y Enrique, y (sentado) Edgardo.
Cortesía de Marta de Habich.
Eduardo de Habich en el jardín de su casa. Foto de 1905.
Cortesía de Juan Languasco de Habich, nieto del fundador.
CAPÍTULO II

DIRECCIÓN DE LA
ESCUELA DE INGENIEROS

1. Objetivos propuestos

Desde 1975 comenzó a incubarse en los medios gubernamentales y entre


los miembros del Cuerpo de Ingenieros del Perú la necesidad de capacitar a
jóvenes peruanos para la orientación y dirección de procesos de explotación de
nuestras riquezas mineras. Eduardo J. de Habich, que había cumplido por
entonces diversas misiones al servicio del Gobierno como miembro del Cuerpo
de Ingenieros del Estado, será el encargado de responder a esa necesidad.
Recuérdese que en el contrato que se firmara en París en 1969 entre Habich y el
representante del Perú se dejaba ya sentado que al ingeniero polaco se le podría
solicitar que se dedicase a la enseñanza técnica.
40 / José Ignacio López Soria

La idea de crear una Escuela que impartiese los conocimientos y técnicas


necesarios para la explotación de minas no era nueva en el Perú. Los ensayos del
Barón de Nordenflicht en las postrimerías de la Colonia y del sabio Rivero a
mediados del siglo XIX podrían considerarse como la prehistoria de la Escuela
de Ingenieros.

Dado el fracaso de la Escuela de Huánuco, que devino en un colegio de


Secundaria, y supuesto el progreso de la industria en el país, se hacía cada día
más necesaria la realización del proyecto de una Escuela de Ingenieros.
Habiéndose publicado ya un primer volumen de la historia de la UNI, en donde
se hace una narración detallada de la creación de la Escuela de Ingenieros y de su
primer desarrollo, nos limitaremos aquí a reseñar algunos aspectos de ella que
guardan relación directa con Eduardo J. de Habich, su creador y director por
más de treinta años

Bien podría decirse, si fuese posible encerrar la vida de un hombre en los


estrechos límites de una definición, que la vida de Habich se define por la Escuela
de Ingenieros. Habich había dejado en Kiev la casaca militar zarista para
entregarse a los estudios en la Escuela de Puentes y Calzadas de París cuando ya
tenía 24 años. Tres años mas tarde, en 1863, deja la tranquilidad estudiantil para
armarse nuevamente como guerrero revolucionario en defensa de su patria,
Polonia, oprimida por la dominación de los zares rusos. Vuelve en París a
ocuparse de los estudios en calidad de Director de la Escuela Superior Polaca que
reunía a los desterrados de Polonia. En 1879 abandona la capital francesa para
trasladarse al Perú como ingeniero del estado. Finalmente, en 1876, sin dejar su
puesto al servicio del Gobierno Peruano, se hace cargo de la Escuela de
Ingenieros al frente de la cual permanecerá treintitrés años hasta que le sorprende
la muerte el 30 de octubre de 1909.

Para Polonia Habich podrá ser un héroe, para los profesores de la Escuela
de Puentes y Calzadas de París un brillante alumno; pero, para nosotros, ese viejo
de largos mostachos, canosa cabellera y mirada penetrante es, ante todo, el
Habich, el Fundador / 41

director de la Escuela de Ingenieros. De los diversos papeles sociales


desempeñados por Habich en el Perú es sin duda el de director el que debemos
considerar como papel clave. Y afirmamos que Habich se identificó con la
Escuela no sólo porque trabajó asiduamente en su creación, a pesar de las
oposiciones de quienes no entendían la necesidad de estudios técnicos basados en
métodos experimentales, sino porque fue capaz de mantenerse fiel a la obra
creada por encima de las conveniencias personales que en más de una ocasión le
habrían llevado a abandonar el país. No fueron pocos los ingenieros extranjeros
que prefirieron dejar el Perú en los aciagos días de la guerra con Chile y de la
ocupación del territorio nacional. Esta ocupación significó para la Escuela que
recién nacía la invasión de su local por las tropas chilenas, el desbaratamiento de
enseres, bibliotecas y laboratorios. Ante esta situación, Habich responde con la
actitud de quien está identificado con su tarea. Si la ocupación conllevó
destrucción, la actitud de Habich se llamará reconstrucción. Había iniciado una
obra cuya trascendencia para el Perú exigía de él, polaco de nacimiento pero
peruano por afecto y por dedicación, un compromiso que estaba más allá de las
apetencias personales.

Desde las primeras misiones que Habich cumpliera como Ingeniero del
Estado había caído en la cuenta de tres verdades que orientarán en adelante sus
pasos: el Perú era un país de insospechadas posibilidades en el ramo de la
minería, había que dar a conocer en el extranjero esas riquezas naturales para
atraer a los grupos económicos hacia su explotación, y era necesario formar a
hombres que, armados con los conocimientos técnicos, contribuyeran a la
explotación de las fuentes productivas. Para Habich la respuesta más adecuada a
esta situación se concretaba en la creación de una Escuela de Ingenieros.

El compromiso que ata, pues, a Habich al suelo peruano no es un contrato


celebrado en París. Perú fue para él un reto fundamental: descompensada la
totalidad a la que pertenecía por origen, la patria polaca, será en adelante su
dedicación al Perú lo que le permitirá recompensarla y dar sentido a su vida. El
fracaso en la vida militar, la derrota de su patria ahogada en sangre y en llanto por
42 / José Ignacio López Soria

la violencia zarista, le llevaron a refugiarse en los estudios y en la investigación


Quienes lo conocieron en París dan testimonio de su capacidad intelectual, pero
no dejan de notar en él la amargura y la angustia de un hombre que no ha
encontrado aún camino hacia la realización en plenitud de su personalidad.
Intuimos que su venida al Perú, en momentos en que gozaba en Francia de
merecido prestigio como estudioso en los campos científicos y técnicos, es
motivada por el deseo interior de buscar en otras latitudes algo a lo que
entregarse a cabalidad. Es cierto que en los primeros pasos dados en nuestra
tierra aparece como el ingeniero del Estado que fiel a un contrato estudia nuestras
posibilidades económicas y emite informes objetivos para la mejor explotación
de las fuentes productivas. Pero detrás de los informes, y como entre líneas,
creemos advertir la actitud de un profundo apego a una tierra a la que dedicaría
los mejores y más fecundos años de su vida. No es Habich el frío ingeniero
extranjero que estudia e informa. En el estudio de nuestro medio natural y de
nuestra historia se fue identificando con las necesidades y anhelos del Perú. La
reflexión sobre los datos encontrados en las comisiones desempeñadas en calidad
de ingeniero del Estado, le llevó a buscar soluciones a los problemas que se
planteaban al hombreen el Perú decimonónico.

La Escuela de Ingenieros es para Habich el camino hacia la solución de la


situación económica que aquejaba al país en los días inmediatamente anteriores a
la guerra con Chile. Había en el Perú la voluntad decidida de industrialización.
Ningún mecanismo más eficaz para impulsar tal proceso que crear una Escuela
de Ingenieros, pensada en un comienzo como Escuela de Minas, pero ampliada
luego al ramo de construcciones civiles y aun a todas aquellas técnicas necesarias
para el desarrollo industrial.

En los últimos párrafos del capítulo anterior hemos hecho referencia a los
pasos para la creación de la Escuela. En enero de 1875 el Congreso autoriza al
Ejecutivo para iniciar una Escuela de Minas, destinando 50,000.00 soles para los
gastos de instalación. En el Reglamento General de Instrucción Pública,
promulgado por Manuel Pardo el 18 de marzo de 1876, en el artículo 343, se
alude a la Escuela de Ingenieros debido a la intervención de Habich y Folkierski
Habich, el Fundador / 43

en la comisión que discutió el proyecto de ley. En la misma fecha se da el


Reglamento Orgánico de la Escuela Especial de Construcciones Civiles y de
Minas, cuyo primer acápite dice “Considerando: Que es necesario dictar el
Reglamento Orgánico de la Escuela Especial de Construcciones Civiles y de
Minas, conforme a lo prescrito en el artículo 343 del Reglamento General de
Instrucción Pública”(l). A continuación, en el artículo 1 se decreta “La Escuela
de Construcciones Civiles y de Minas, tiene por objeto formar Directores y
conductores de trabajos de ingeniería civil, de explotación de minas, de
establecimientos metalúrgicos e industrias químicas, propias del país.- Art. 2o La
Escuela se establecerá en Lima en uno de los claustros de la Universidad Mayor
de San Marcos.”(2).

La dación del Reglamento Orgánico de la Escuela respondía, pues, a las


largas discusiones mantenidas en el seno de la Comisión que preparó el
Reglamento General de Instrucción Pública entre Habich y Folkierski, por un
lado, y los otros miembros, por otro. No era fácil hacer entender a los integrantes
de la Facultad de Ciencias de San Marcos que la creación de un establecimiento
como el que se proponía no recortaba el campo de posibilidades de la Facultad.
Los estudios en ésta se habían centrado alrededor de la ciencia pura; estudios
necesarios, sin duda, pero que no cumplían ni podían cumplir con la función de
preparar técnicos para la transformación que el Perú requería. Para llenar esta
necesidad se pensó, como el más eficaz medio, en la creación de una Escuela en
la que, uniéndose teoría y práctica, se adiestrase a los alumnos en el trabajo
directo sobre los medios de producción. Ni pura teoría, vacía sin práctica, ni sola
práctica, ciega sin teoría. Había que hermanar ambos aspectos.

¿Qué se pretendía con el nuevo establecimiento de enseñanza? Los fines


de la Escuela de Ingenieros, tal y como Habich los intuyera, quedaron plasmados
en el artículo primero del Reglamento Orgánico del que hemos ya dado cuenta.
Se abandona, pues, la vieja idea de una Escuela de Minas, al estilo de las de
Nordenflicht o Rivero, para dar paso a una concepción más amplia. El criterio
usado para la creación del nuevo centro de enseñanza dice directa referencia a las
44 / José Ignacio López Soria

necesidades del país. Se abrían en principio dos ramas, construcciones civiles y


minas, por ser las de mayor urgencia para el Perú de 1876. Pero a medida que
fuesen aumentando las necesidades, se irían abriendo otras especialidades en
consonancia con el criterio rector. El Reglamento no hacía sino dar forma legal al
pensamiento de Eduardo J. de Habich quien estaba convencido de la urgencia de
formar en el Perú a los hombres que el Perú necesitaba para la explotación de sus
riquezas naturales. A lo largo de sus cartas, de sus notas introductorias a los
Boletines y Anales y de innumerables escritos advertimos la tendencia a resaltar
la importancia de la minería y de las obras de irrigación. En el discurso de
apertura de la Escuela decía Habich “Las divisiones de la Escuela corresponden a
las principales necesidades del país, cuyo porvenir material depende de la
extensión de sus vías de comunicación, del desarrollo de la explotación de sus
riquezas minerales, del fomento de sus industrias y principalmente de la industria
agrícola ligada por circunstancias climatológicas con obras hidráulicas de
irrigación artificial. Las demás industrias hallarán también lugar en el
desenvolvimiento progresivo de la enseñanza de la Escuela.- El tiempo y la
experiencia indicarán la mejor dirección y la amplitud que deben darse a los
estudios en varias especialidades.”(3).

En la mente de Habich, la Escuela surge como una respuesta a las


necesidades de transformación que tiene el país. Dada esta finalidad, no es
posible definir con precisión sus alcances. En 1876 nace con las especialidades
de construcciones civiles y de minas, pero está abierta a la posibilidad de nuevas
áreas conforme lo vayan exigiendo esas necesidades. Por esto, veinticinco años
más tarde, en las celebraciones del primer cuarto de siglo, Habich puede decir no
sólo que aceptó la dirección de la Escuela por ser para él la obra “... más
importante y necesaria para el desarrollo del país...”(4) sino que puede dar cuenta
de que “La Escuela ha ido desarrollando sus instalaciones... Actualmente, la
creación... de la Sección de Ingenieros Industriales... completa mucho la Escuela
en la parte de la enseñanza, pedida con tanta insistencia por el país.”(5). Puede,
pues, gloriarse Habich de que viendo hoy la Escuela “... no sin satisfacción se
mira su estado, los servicios que presta directamente al país, y el número de
Habich, el Fundador / 45

obreros que ofrece para el desarrollo de su bienestar.” (6). Años más tarde, en
1904, en una breve historia de la institución, señala que “La Escuela de
Ingenieros fundada en 1876... correspondía a las necesidades técnicas del país en
aquella época; pero el desarrollo posterior de la industria y las facilidades para
implantar otras nuevas, demandaron una Sección dedicada especialmente a
estudios industriales y por ello se instaló en 1901 la de industrias... Ultimamente,
en vista del inmenso desarrollo de las aplicaciones de la electricidad a todos los
usos industriales y domésticos, particularmente de la costa, en cuanto a las
fuerzas hidráulicas, han hecho decretar (1903) la instalación complementaria de
la Sección de Ingenieros Electricistas...”(7). Continúa esta breve historia
describiendo los objetivos de cada una de las especialidades siempre acomodadas
a “ .. las condiciones peculiares del país...”(8), “...todo esto en la forma y
extensión que mejor convenga a las condiciones peculiares del país e insistiendo
sobre los puntos importantes y de más actualidad...”(9). Y al mencionar la
Sección de Industrias “El gran desarrollo de determinadas industrias y el hecho
de estar el país dotado de materias primas y fuerza motriz de modo excepcional,
hicieron necesaria la instalación de una sección exclusivamente destinada al
estudio de las industrias peculiares del país.”(10). En cuanto a los programas".,
se ha procurado, en cuanto era posible, hacerlos corresponder a las necesidades
reales del país, evitando exageraciones y novedades no consagradas por la
práctica y en nada necesarias al principiante.”(ll). Así, pues, tanto la creación
como el progreso en la enseñanza impartida por la Escuela se han hecho “... a
medida de sentirse la necesidad de ellas...”(12). La breve historia concluye
señalando que “Tal es el estado actual de la enseñanza técnica en la Escuela de
Ingenieros a la cual ha llegado sucesivamente desde su instalación en 1876,
procurando siempre corresponder a las necesidades del país...”(13).

Fácil es concluir, a la vista de los textos aducidos, que para Habich la


Escuela de Ingenieros y el proceso de industrialización y tecnificación del Perú
debían marchar en consonancia. La repetida frase “las necesidades del país”
alude no sólo a la chusa que da origen a la Escuela sino al ritmo de su continua
readaptación. En la Escuela se preparaban los técnicos capaces de convertir las
46 / José Ignacio López Soria

maneras empíricas de explotación de las riquezas naturales en una actividad


científica a la que se acostumbraba al alumno con una dosificación equilibrada de
teoría y práctica. Hasta la creación de la Escuela, ningún establecimiento de
enseñanza proveía de tales conocimientos. Es el mismo Granda, profesor de la
Facultad de Ciencias de San Marcos, quien reconoce que esa Facultad, tal y como
existía en 1875, no respondía ni satisfacía a ninguna exigencia real de la sociedad
por haberse centrado exclusivamente en la instrucción teórica (14). Precisamente
para llenar estas exigencias reales nace la Escuda de Ingenieros que pone un
énfasis muy especial en la enseñanza práctica.

No debe olvidarse que la importancia que a la práctica da Habich y el


valor de verificabilidad que le atribuye son dos elementos que conforman el
cuerpo racional de creencias que se plasman en la organización de la Escuela y
que son transmitidos en el proceso de aprendizaje. Habich es un hombre formado
profesionalmente en la Escuela de Puentes y Calzadas de París en donde a la
teoría se unía el conocimiento práctico que actúa no sólo como constatación de la
hipótesis teórica sino como reducto de verificación y validez de la teoría. Existe,
pues, en él la actitud típicamente científica que si bien parte de las teorías e
hipótesis generales hacia hipótesis de menor generalidad que se refieren
directamente a la experiencia, ésta y sólo ésta es la piedra de toque para la
comprobación de la verdad y la fuente de posibilidades cognoscitivas. No
sabemos que Habich se haya planteado semejante problema epistemológico, pero
sí que actuó conforme a él aun cuando nunca lo estructurase sistemáticamente
como pudiera hacerlo un epistemólogo. Basta para probar este aserto releer las
páginas anteriores o advertir cómo se orienta la Escuela siempre en relación con
las necesidades del país, de las cuales, en su opinión, la más importante era la
industria minera (15). Asistimos, desde los estrechos límites de la biografía de un
individuo, a la introducción en el Perú del positivismo, algo en lo que estaban
empeñados igualmente ingenieros, científicos y filósofos. La mera reflexión
contemplativa comienza a perder fuerza entre nosotros, para dar paso a las nuevas
corrientes que propugnan la orientación de la actividad cognoscitiva hacia la
transformación de la realidad. Un utilitarismo mal disimulado se agazapa debajo
Habich, el Fundador / 47

de este cientifismo positivista. Solamente años más tarde gozaremos de sus


logros y sufriremos sus aberraciones. Hay que añadir, finalmente, que los
estudiosos del positivismo en el Perú han tenido poco o nada en cuenta la
presencia positivista en la Escuela de Ingenieros.

2. Principios organizativos

Si la Escuela de Ingenieros nacía como respuesta a las necesidades del


país, ¿qué estructura habría que darle para que cumpliera su cometido
fundamental?

No era fácil un establecimiento educativo que trataba de implantar un


nuevosistema de enseñanzay que se apoyabaen esquemas teóricos inusitados en
el Perú de 1875. En el Decreto Dictatorial de 1875, que regulaba la educación, no
se contemplaba la posibilidad de un centro de estudios como el que Habich
diseñara. Es cierto que existían la Escuela de Artes y Oficios y la Facultad de
Ciencias de San Marcos. Pero la existencia de tales instituciones contribuyó a
entorpecer la creación de la Escuela de Ingenieros más que a favorecerla. Basta
leer la introducción al artículo escrito por Pedro E. Paulet, La enseñanza Técnica
en el Perú (16), publicado en el Boletín de la Dirección de Fomento, para advertir
la carencia de enseñanza técnica en nuestro medio. El ensayo de Mariano
Eduardo de Rivero relativo a la instalación de una Escuela de Minas, merece del
inventor peruano Paulet el siguiente juicio “... no es hoy, desgraciadamente, sino
un colegio de enseñanza académica...”(17). La Escuela de Artes y Oficios de
Lima, creada por ley el 23 de octubre de 1849 e inaugurada por Juan Antonio
Pezet el 25 de agosto de 1865, cuando ya contaba con todo el equipo necesario
para su funcionamiento, fue sin embargo suprimida en 1879 a pesar de los frutos
beneficiosos que estaba rindiendo. En ella, por otra parte, no se formaba a los
hombres capaces de dirigir el proceso de tecnificación sino de secundar la labor
de los directores extranjeros. Sus 215 diplomados hasta 1879 se quedaban en el
nivel de ebanistas, cerrajeros, torneros, caldereros, etc.
48 / José Ignacio López Soria

La Facultad de Ciencias de San Marcos no acertó a bajar de su


especulación a pesar de los esfuerzos de Habich y Folkierski y de algunos
eminentes profesores como José Granda para reformar su estructura. Granda da
testimonio del teoricismo ineficaz de la Facultad señalando en la comisión
preparatoria del Reglamento de Instrucción Pública en 1875 “...que la Facultad
de Ciencias, como existe hoy, no corresponde ni satisface ninguna exigencia real
de la sociedad, porque sólo suministra la instrucción teórica, y que es evidente la
necesidad de darle una organización más conveniente a los importantes fines que
debe llenar...”(18). Aun cuando semejantes críticas partían de un positivismo de
marcado tinte utilitarista, no puede negarse la urgencia que había por esos años
de formar al profesional técnico, inexistente por entonces en nuestro medio. Pero
¿era esto posible? Los miembros de la aludida comisión estimaban que las
circunstancias no eran aún propicias. No existían los profesores capaces de
dirigir un centro de este estilo (19). Por otra p arte“... el Perú no contaba todavía
con los elementos y condiciones bastantes para que las profesiones que tienen por
base los estudios de Química e Historia Natural, sean lucrativas y den (sic) una
subsistencia independiente a los que se consagren a ella...”(20). Aunque estas
críticas están directamente dirigidas al proyecto presentado por Habich y
Folkierski para la reforma de los estudios de la Facultad de Ciencias, se refieren
también a la entonces sólo posible Escuela de Ingenieros porque ésta nace
precisamente de la no aceptación de tal reforma. Podríamos aventurarnos a
pensar que si los planes de Habich y Folkierski se hubiesen aplicado en San
Marcos, habría pasado todavía cierto tiempo hasta ver la necesidad de crear una
escuela técnica.

El carácter autonómico que Habich pensaba ser esencial para la Escuela de


Ingenieros fue también objetado. Los miembros del cuerpo docente de la
Facultad de Ciencias de San Marcos no podían ver con buenos ojos que se
instaurase un establecimiento de enseñanza superior en ramas científico-técnicas
con absoluta independencia de la universidad. A pesar de los esfuerzos de Habich
por comenzar la Escuela desde su raíz, creando primero una Sección
preparatoria, ésta fue imposibilitada en sus inicios a fin de que tuviese la Escuela
Habich, el Fundador / 49

que depender de los alumnos que le llegasen provenientes de la Facultad de


Ciencias. Por ello, en el primer Reglamento Orgánico se estipula “Art. 16° para
ser alumno de la Escuela se requiere: ser licenciado en cualquiera de las
Secciones de la Facultad de Ciencias, o acreditar por medio de un examen, que se
poseen los conocimientos exigidos para dicho grado.- Art. 17° Los licenciados en
Ciencias Matemáticas ingresarán a la Sección de Construcciones Civiles, y los
que lo sean en Ciencias Físicas y Químicas, a la Sección de Minas.- Art. 18° En
i

caso de que el solicitante no tenga ninguno de los grados académicos de que


habla el Art. anterior, presentará examen ante un jurado nombrado por el director
de la Escuela de las materias siguientes: aritmética, álgebra, geometría plana y
del espacio, trigonometría rectilínea, geometría analítica, nociones de cálculo
infinitesimal, mecánica racional, geometría descriptiva con aplicaciones, dibujo
lineal y croquis, física general, química general.”(21). Al comparar este programa
con los de la Facultad de Ciencias encontramos un cierto paralelismo entre las
materias aquí exigidas y las programadas para los alumnos de los dos primeros
años de dicha facultad (22).

A pesar de las dificultades, el espíritu de Habich, avezado a la pelea desde


sus días como rebelde patriota, no ceja en la idea concebida. Y esta idea se abre
camino a través de un largo proceso en el que no faltan ni la oposición de los
científicos ni el apoyo decidido y eficaz del Gobierno Central, presidido por
Manuel Pardo, y del grupo de mineros y hombres de empresa que ven en la
Escuela la proveedora del material humano que se requería para llevar a cabo la
industrialización y tecnificación. Entran, pues, en juego varias fuerzas:
intelectuales, empresarios y gobierno. La “intelligentzia” estaba tan apegada a
los viejos moldes culturales que se le hacía difícil entender la necesidad de
renovar las estructuras educativas. Se pretendía seguir manteniendo el divorcio
entre ciencia y técnica que había caracterizado a los tiempos ya pasados. El
Gobierno, en connivencia con los grupos de poder económico, cuyos intereses
celaba cuidadosamente, y heredero del optimismo progresista de la época,
buscaba la transformación de los medios de producción tecnificando los procesos
productivos. La naciente burguesía pesaba así sobre las estructuras educativas. En
50 / José Ignacio López Soria

el juego de fuerzas la balanza se inclinó a favor de la creación de la Escuela. La


idea de Habich devenía realidad en el Reglamento Orgánico que aparece
refrendado por Manuel Odriozola y Manuel Pardo con fecha 10 de marzo de
1876.

El Reglamento, después de señalar el objetivo del nuevo establecimiento


(23), pasa a diseñar su organización. La Escuela queda bajo la tutela del
Ministerio de Instrucción, Justicia, Culto y Beneficencia. Para su gobierno cuenta
con dos organismos directivos: el Consejo de Perfeccionamiento y el Consejo
Directivo. El primero tiene como función resolver las cuestiones relativas a
organización, aprobar los programas de cada materia, señalar fecha de exámenes,
valorar el aprendizaje de los alumnos y formar el reglamento interno que
someterá a la aprobación del Gobierno. Dicho Consejo está compuesto por
el ministro de Instrucción, como presidente nato, el director de Escuela, como
vicepresidente, los profesores principales, tres o seis personas nombradas por el
Gobierno y un secretario elegido de entre los profesores. Este Consejo se reúne al
fin de cada semestre y al comienzo del año escolar. El Consejo Directivo,
compuesto por el director de la Escuela, el subdirector, los profesores principales
y el secretario, tiene como misión vigilar el cumplimiento del Reglamento
Interno, resolver las cuestiones relativas a la disciplina y enseñanza, y procurar
que los profesores cumplan con las obligaciones contraídas con la institución. La
vigilancia inmediata del funcionamiento de la Escuela queda bajo la
responsabilidad del director, quien se ocupará de todos los asuntos
administrativos, disciplinarios y académicos (24).

Se establecen dos tipos de profesores: los principales y los adjuntos (25).


Los alumnos, que serán externos, tienen que haber conseguido la licenciatura que
otorga la Facultad de Ciencias o acreditar conocimientos correspondientes a este
grado. Se admiten alumnos libres a las clases teóricas, pero no podrán entrar a las
prácticas de laboratorio. Se permite a los alumnos repetir una sola vez y con
permiso expreso del director cuando han sido desaprobados en una materia. En
caso de seguir nuevamente desaprobados, quedarán eliminados de la Escuela
(26)
Habich, el Fundador / 51

El plan de estudios contempla dos especialidades, construcciones civiles y


minas, cada una de las cuales dura tres años de nueve meses en ciclos de cuatro
meses y medio. La enseñanza une teoría y práctica. Los conceptos teóricos se
aplicarán inmediatamente a la práctica y en la elaboración de proyectos y en
trabajos de laboratorio. Pero la práctica no se limita al aula o al gabinete. Los
alumnos debían visitar establecimientos industriales y hacer excursiones
científicas para redactar después memorias en las que recogían las enseñanzas
recibidas.

Concluidos los estudios y las prácticas, quienes satisfacían todas las


exigencias recibían un diploma que les acreditaba como ingenieros en la
especialidad cursada. Los que no consiguiesen cumplir todos los requisitos,
recibirían únicamente un certificado que garantizaría su paso por la Escuela y los
cursos seguidos en ella. El Gobierno otorga pasaje de ida y vuelta a Europa y los
gastos de estadía por dos años con un sueldo de 100 soles mensuales a aquellos
alumnos que se distinguen por su aprovechamiento y moralidad a fin de que
puedan perfeccionar su preparación profesional en los centros europeos (27).

Termina el Reglamento programando las materias que deben enseñarse a


lo largo de los tres años en cada una de las especialidades (28). Cuatro áreas
constituyen la formación básica de los ingenieros civiles: topografía, técnicas de
construcción de caminos y puentes, técnicas de construcción para obras en
río, canales y puertos, y dibujo. Se incluyen, además, conocimientos
complementarios sobre arquitectura, agricultura, máquinas motrices, ensayos
físico-químicos de materiales de construcción, nociones de economía política y
legislación de obras públicas. En la Sección de Minas se consideran también
como materia básicas explotación de minas, docimasia, metalurgia, mineralogía
y dibujo. Estas materias se complementan con economía política, legislación
minera, conferencias sobre máquinas motrices y tecnología de la industria
peruana.

La ley que organiza la Escuela de Ingenieros de Lima copia la estructura


52 / José Ignacio López Soria

de las escuelas especiales existentes en Europa. Señalamos, a manera de ejemplo,


el paralelo con la organización de la Escuela de Puentes y Calzadas de París de la
que procedía Habich. En 1851 el presidente de la República Francesa dio un
Décret portant 1' organization de L’Ecole des ponts et chaussées. En el artículo
primero se señala que dicha Escuela está destinada a formar ingenieros para el
servicio del Estado. La enseñanza tiene por objeto el estudio de las vías de
comunicación por tierra y agua, así como las irrigaciones, desecamientos,
reglamentación del curso y distribución de las aguas, etc. Para ello se ofrece un
catálogo de materias que incluyen conocimientos de mecánica, arquitectura civil,
mineralogía, geología, agricultura, administración, derecho administrativo y
economía política. Los alumnos son internos pero se contempla la posibilidad de
alumnos externos, franceses o extranjeros, que incluso pueden participar, por
decisión ministerial, en los trabajos interiores de la Escuela (29). Se decreta
igualmente que la Escuela sea gobernada por dos Consejos, el Consejo de la
Escuela y el Consejo de Perfeccionamiento. La composición, estructura y
funciones de estos consejos es muy semejante a la que hemos indicado para
nuestra Escuela (30). La enseñanza, que abarca tres años, se compone de dos
panes bien diferenciadas “la enseñanza propiamente dicha, y la enseñanza
práctica de las misiones.”(31). La Escuela provee de enseñanza teórica y práctica,
y las misiones consisten en viajes que los alumnos deben hacer a determinadas
regiones para ver los trabajos que allí se realizan, debiendo luego presentar un
diario que recoja las experiencias (32). También en Francia es el ministro el
encargado de hacer cumplir el decreto en cuestión (33).

No podemos dudar que este paralelismo se debe a la actuación de Habich


que siempre consideró a la Escuela de Puentes y Calzadas de París como modelo
en su género.

Advertimos esta misma semejanza entre nuestra institución y la Escuela


Especial de Ingenieros de Minas de Madrid. En el reglamento de esta institución
se insiste en la necesidad de la enseñanza teórico-práctica y en las prácticas
vacacionales. Por otra parte, el establecimiento madrileño coincide con el nuestro
Habich, el Fundador / 53

en la estructura de gobierno, en el régimen de las materias de enseñanza, en la


nominación de profesores, en el reglamento para los alumnos y en la estructura
integral de la escuela (34). La Escuela de Minas de Madrid, que cumplía un siglo
de existencia en 1877, había nacido con el mismo ideal que la nuestra cumplir
una misión de trascendental importancia, como lo es indudablemente la
propagación de los conocimientos que reclama el ejercicio de una industria de
primer orden en nuestro país...”(35). También allí hay publicaciones científicas,
como nuestros Anales y nuestro Boletín, destinadas a recoger los trabajos de
estudio en este ramo y a dar a conocer las riquezas del suelo español en el área
de minería.

Gracias, pues, a la amplitud informativa de Habich, la Escuela de


Ingenieros nace en consonancia con los centros europeos de este género. Perú,
sin embargo, tenía necesidades muy concretas y, además, una enorme diversidad
en cuanto a la riqueza natural. Habich imita la estructura externa de otras
escuelas, pero la adapta a la situación peruana. Dos son, entonces, los elementos
que Habich trata de armonizar, dos las fuentes originarias de las que brota la idea
de la escuela de Construcciones Civiles y de Minas: el modelo europeo y las
necesidades reales del Perú. Habich importa la idea y una buena parte de la
estructura de la institución, pero la orientación específica y las especialidades que
deban enseñarse emanan de nuestra realidad. Sería ilícito, por tanto, acusar a
Habich de frío imitador de cánones europeos. Conviene no olvidar que sólo
después de seis años y habiendo viajado por nuestro territorio y examinado las
riquezas naturales se atreve a participar en la creación de un centro cuya urgencia
se hacía cada día más patente. Por otra parte, la economía peruana, asentada
básicamente sobre el guano, hacía del Perú un país dependiente del flujo y reflujo
de un solo producto. La incipiente burguesía tenía conciencia de la necesidad de
buscar otras fuentes de riquezas. Se sabía que el Perú era rico en recursos pero
pobre en respuestas adecuadas al reto de la naturaleza.

La ciencia positiva que Habich aprendiera en las aulas parisinas y el


espíritu de lucha demostrado en los aciagos días de la opresión zarista se aunaron
54 / José Ignacio López Soria

en el Habich peruano para llevar adelante una obra a cuyos pies nacerían mil
dificultades. No bastaba la enseñanza teórica y académica. Un empirismo puro,
fruto de la enseñanza que se extrae de la mera práctica, aparecía también
insuficiente. Había que unir teoría y praxis, una teoría importada de más allá de
nuestras fronteras y una praxis que, ejercitada sobre la realidad peruana, servía
no sólo como comprobación de la teoría sino como fuente de conocimientos
nuevos y de generación de riqueza.

A la luz de estos principios nervales pensó Habich la Escuela Especial de


Construcciones Civiles y de Minas cuya enseñanza iría cambiando al ritmo de las
nuevas corrientes teóricas y de las necesidades prácticas que se fuesen
descubriendo. Por entonces, decaída la era del guano, se presentaba la minería
como fuente privilegiada de riquezas. El Perú necesita reorganizar su economía
para asentarla sobre bases sólidas y reingresar así al mercado internacional. El
ideal de Habich entroncaba, pues, con las tendencias de la época en el Perú. Se
estaba operando en nuestro país el paso del modelo de exportación primaria al de
industrialización. Sin embargo, amarrado como estaba el desarrollo peruano al
sistema occidental, el proceso de industrialización, que entonces comenzara,
nace sometido a intereses occidentales. Habich no ignoraba esta situación. Su
interés por desarrollar la minería, mediante la formación de ingenieros de minas,
responde a la idea de explotar las riquezas mineras, directamente o a través de
inversionistas extranjeros, como medio para iniciar el despegue de la
industrialización y de la reinserción del Perú en el mercado internacional. Habich
esperaba que esta situación revirtiese en prosperidad para el país. El Perú podía
recuperar las ingentes sumas que no reportaba ya el guano, se abrían nuevas
fuentes productivas, los brazos peruanos encontraban fácil ocupación, aumentaba
el numerario y crecía el poder adquisitivo del hombre común. Nuevas
mercancías, nuevos comercios, es decir, nuevos lazos que enganchaban al Perú,
creía Habich, al carro en veloz marcha del capitalismo mundial.

Además de la especialidad de minas, la Escuela nacía con la rama de


construcciones civiles. Si por construcciones civiles entendemos al levantamiento
Habich, el Fundador / 55

de obras como hospitales, cárceles, cementerios, ministerios, teatros, mercados,


canalizaciones urbanas, escuelas, etc., además de obras viales y de planificación
rural y urbana, tendríamos que considerar a la Escuela de Ingenieros como la
institución que más contribuye al proceso de urbanización y de interconexión en
el Perú. El aporte de la Escuela a la primera modernización del Perú está fuera de
toda duda. La Escuela crea las condiciones para que la vida urbana en el Perú
pueda desplegarse plenamente. Pero los ingenieros civiles estaban también
orientados a otra labor más en consonancia con la producción. Nuestros
ingenieros eran adiestrados en las técnicas de canalización de ríos, desecación de
pantanos, irrigación de pampas resecas. La ingeniería civil se presentaba, pues,
también como una respuesta al reto de la tierra, pero esta respuesta obedece ya al
espíritu de dominación de la naturaleza propia del hombre moderno. Habich
conocía la esterilidad de nuestros desiertos y de vastas regiones del territorio
nacional. Las nuevas tecnologías contribuirían a un aprovechamiento máximo de
la tierra. Siglos de abandono del campo, menospreciado en la época colonial y
desatendido durante los primeros decenios republicanos, habían generado una
inercia con respecto a los trabajos agrícolas. La comunidad campesina, que
seguía viviendo del campo, no había logrado modernizar los sistemas de cultivo.
La productividad era baja y el rendimiento escaso. La tecnificación de la
agricultura que se enseñaba en la Escuela de Ingenieros contribuiría, en el pensar
de Habich, a extraer la riqueza agrícola con mayor eficiencia. Quienes se
graduaban de ingenieros de construcciones civiles no estaban ciertamente
capacitados para los trabajos agrícolas, pero sí para la preparación de las
condiciones materiales (obras de irrigación, desecación, encauzamiento de ríos,
caminos de acceso, etc.) para que éstos pudiesen llevarse a cabo con eficiencia.

Así nace la Escuela en 1876. Para Habich es la respuesta al último y más


fecundo reto de su vida. Para los gobernantes es la creación de nuevas fuentes de
ingreso para el Estado. Para los directamente beneficiados, mineros y
agricultores, comerciantes y pequeños industriales, la Escuela significaba un paso
hacia el progreso, hacia la siempre ansiada prosperidad. Para el capital extranjero
ganoso de inversiones, la Escuela le brinda conocimientos sobre en qué y dónde
56 / José Ignacio López Soria

invertir. Para el Perú de todos, la Escuela es un nuevo centro de formación que


hace de la experiencia fuente de conocimientos nuevos y piedra de toque para la
validación de la verdad. Para la sociedad peruana, la Escuela es el centro donde
se concibe, se gesta y se incuba un nuevo tipo humano, el profesional técnico
que, orientado por la utilidad como valor clave y por la eficiencia como principio
rector, estrenará entre nosotros una manera nueva de ser hombre. Mucho de la
historia que ocurre en el Perú desde entonces tiene como sus principales
hacedores a esos nuevos tipos humanos formados en la Escuela de Ingenieros.

3, Local y equipamiento

No pocas dificultades tuvo que vencer Habich para encontrar el lugar


adecuado para el funcionamiento de la Escuela. En el artículo 2o del Reglamento
Orgánico de 1876 se establecía que la Escuela se establecería44... en Lima en uno
fie los claustros de la Universidad Mayor de San Marcos.” (36). Pero este
emplazamiento no parecía convenir porque recortaba la autonomía que Habich
pensaba necesaria para.la Escuela. Las circunstancias obligaron a la Escuela a
refugiarse en este local, después de que se practicasen en él algunos arreglos. La
guerra con Chile, que estallara en 1879, vino aecharpor fiérralas aspiraciones de
Habich de encontrar un local más apropiado para la Escuela. Al ocupar Lima, las
fuerzas chilenas convierten la Escuela en cuartel. “Vino, por fin, el año de 1881 y
con él la ocupación de Lima por el ejército chileno, la Escuela (fue convertida)
en cuartel.- Todo lo que no fue llevado por los chilenos, fue destruido no
quedando al momento de su salida, en 1883, sino pura y simplemente el local, y
éste en el más completo estado de inmundicia y ruina.”(37).

Al dar Habich noticia sobre la situación de la Escuela durante la


ocupación, inserta algunos textos elaborados en esa época: ‘‘Ocupada la capital
de la República por las fuerzas chilenas, los establecimientos científicos y de
instrucción fueron entregados a dichas fuerzas sin garantías de ninguna clase, y
transformados en cuarteles, corriendo la misma suerte la Escuela Especial de
Habich, el Fundador / 57

Construcciones Civiles y de Minas, que funcionaban en uno de los claustros del


antiguo Convictorio de San Carlos.- El temor de que las colecciones, bibliotecas,
etc. de la escuela pudieran sufrir detrimento, nos hizo acudir a la única autoridad
peruana que entonces existía en Lima, esto es, al alcalde municipal, a fin de que
arreglara con las autoridades chilenas el modo más eficaz de resguardar el
material del establecimiento, pero tanto mi representación verbal llevada a cabo
en los primeros días de febrero de 1881, como la que por escrito elevé al Sr.
Alcalde en 16 del mismo mes, no dieron resultado alguno.- Instalado el Gobierno
Provisorio, nos dirigimos en 17 de marzo al Sr. Ministro de Instrucción con el
mismo objeto, sin que nuestra comunicación produjera tampoco ningún
resultado.- No obstante esto, por acuerdo del Consejo Directivo de la Escuela se
abrió la matrícula y principiaron los trabajos en el mes de mayo. Como la Escuela
carecía de todo y en particular de local, el profesor Sr. Granda nos proporcionó,
desde luego, un departamento en el Instituto Científico que corre a su cargo,
quedando así salvada la primera y mayor de las dificultades. En este local tan
patrióticamente cedido por el profesor Granda, la Escuela ha continuado sus
labores hasta el presente año en que fue trasladada al Convento de Santo
Domingo...”(38). Se firmó un contrato entre Habich y el Prior de Santo Domingo
(39) en el que se estipulaba la suma de cien soles mensuales como merced
conductiva por el arriendo del local (40).

El traslado a Santo Domingo posibilitó la independencia que Habich


consideraba como ideal (41), pero el local era poco apropiado para el
funcionamiento normal de la Escuela. Por ello, concluidos los problemas de la
guerra y de la ocupación, Habich nombra a varios profesores en noviembre de
1883 para que en comisión inspeccionen el antiguo local de San Carlos y
estudien las posibilidades de traslado (42). Practicada la inspección, se encuentra
que “... las fuerzas chilenas que allí permanecían han roto y averiado, más o
menos, todas las cañerías, contentándose para su uso con tapar las roturas y
agujeros con trapos, tapones de madera y latas. De este modo las roturas dejaban
pasar chorros de agua que se infiltraban en los muros y pizos (sic)... que en parte
se han hundido y amenazaban una ruina completa...” (43). A pesar de los
58 / José Ignacio López Soria

inconvenientes se refacciona el local iniciándose el traslado en marzo de 1884


(44). Suponemos que en abril estaba ya instalada la Escuela nuevamente en los
claustros sanmarquinos, pero esta situación no debía agradar mucho a los
alumnos de la universidad que han tomado la costumbre de andar por los
techos de esta Escuela y, algo más, de ocuparse de arrojar piedras...”(45).

Dadas las pocas simpatías que la Escuela despertaba entre los alumnos y
profesores de San Marcos y lo inadecuado del establecimiento para el desarrollo
de las instalaciones de la Escuela, se hacía cada día más necesaria la búsqueda de
un lugar más apropiado. En julio de 1887 se concede a la Escuela el Colegio de la
Inmaculada de los jesuitas, pero nunca llega a trasladarse a tal dependencia (46).
El Gobierno, accediendo finalmente a las repetidas comunicaciones de Habich,
destina para la Escuela un viejo edificio colonial que sirviera en otros tiempos de
hospital, comisaría, cuartel y colegio militar, ubicado en la calle del Espíritu
Santo(47). Los arreglos necesarios se terminaron en 1890, realizándose el
traslado en este mismo año (48). El mismo presidente de la República otorgó la
licencia de cambio (49). Y así “Desde 1890, la Escuela ocupa su lugar propio,
situado en la calle del Callao 5a -Espíritu Santo- antiguo Colegio Militar.”(50).
En el Libro Mayor de Cuentas pueden constatarse los gastos que ocasionó la
refacción y acomodación del nuevo local (51). La Escuela debía, no obstante,
pagar la merced conductiva del Conventillo de Monserrate al que se trasladó la
Comisaría que funcionaba en Espíritu Santo (52).

La Escuela puede volver a su normalidad, pero el sacrificio invertido por


Habich y por sus colaboradores más asiduos es algo que apenas podemos
adivinar. Mucho es lo que significan las frases del director de la Escuela,
publicadas en los periódicos con motivo del 25 aniversario de la fundación, para
quienes conocemos su laconismo ajeno a toda ampulosidad. “Los primeros pasos
fueron en alto grado difíciles, y pocos somos ya los colaboradores que
presenciaron esas horas, y cuando vencidas en gran parte estas dificultades...
sobrevino la guerra con Chile, y con ella la ocupación del local para cuartel, y la
pérdida de todos los enseres tan pacientemente reunidos.. r nn la desocupación
Habich, el Fundador / 59

de Lima recuperó la Escuela su local en estado de ruinas, y poco a poco


restableció sus colecciones y laboratorios en grado bastante satisfaclorio.”(53)

Aun cuando no podemos desconocer la labor de los colaboradores y


particularmente el patriotismo y desinterés de Granda, sabemos que la
continuidad de la Escuela se debe primordialmente a los esfuerzos de Habich
Una muestra de ello son las repetidas cartas que dirige a las autoridades para la
recuperación de lo perdido durante la ocupación. En ellas se muestra no sólo un
fervor auténtico por la Escuela de Ingenieros, sino un patriotismo que, sin
desdeñar las necesidades bélicas, pone en el desarrollo y el trabajo las bases
fundamentales para la reconstrucción del Perú Como modelo de estas cartas nos
atrevemos a copiar, a pesar de la extensión, la dirigida a R. Torrico, entonces
alcalde de Lima: “Lima. Febrero 16 de 1881.- Señor Alcalde.- Como Director de
la Escuela Especial de Construcciones Civiles y de Minas, tengo la hora de
dirigirme a U., única autoridad Peruana que aquí existe, a fin de repetirle por
escrito lo que hace algún tiempo le he comunicado verbalmente.- El local de la
Escuela como es sabido por U. fue junto con la Universidad destinado para
Cuartel; probablemente por haber sido indicado por algunas personas
comisionadas al efecto, aun cuando jamás en tiempo alguno hubiese sido antes
aplicado a tal uso, tan poco en armonía con la naturaleza de esas instituciones.-
Sabe tbn. U. que la Escuela posee un laboratorio de química con depósito de
materiales, una colección de minerales y una regular biblioteca, los que, a causa
de los últimos acontecimientos, se conservaban intactos desde fines del año
pasado con suma dificultad por haber órdenes del Gobierno privado a la Escuela
de sus sirvientes y otros empleados, que fueron enrolados en la reserva.- En estas
condiciones, ya precarias de sí mismas, tuvo efecto la ocupación de Lima por el
Ejército Chileno, y el destino del local a cuartel y no se ocultará a U. los
inconvenientes de este estado de cosas, pues las colecciones, aparatos del
laboratorio se deterioran por falta del necesario cuidado, además de las pérdidas
consiguientes al uso actual del local, tan poco conforme con su natural destino.-
A fin de prevenir esos males se han practicado para con los Señores Jefes del
Cuerpo acuartelado en el local todas las diligencias oficio^0 a ello conducentes,
60 / José Ignacio López Soria

manifestándoles el carácter especial y la naturaleza abstracta del


Establecimiento; pero impuesta la Dirección de que últimamente se hacen
extracciones no le queda otro recurso que poner lo sucedido en conocimiento de
la única Autoridad Peruana hoy existente en Lima, a fin de que, si U. lo cree
conveniente, se dirija a las Autoridades Militares Chilenas para tratar de
conseguir que, o la Escuela sea desocupada o que se autorice a los Jefes de las
fuerzas en ellas acuarteladas para convenir con la Dirección algunas medidas
conducentes a la preservación en lo punible (sic, parece querer decir ‘posible’) de
las colecciones, aparatos y archivos.- Al dirigir a U. por escrito la presente
comunicación, no dudo que U. que comprende la importancia de un
establecimiento como la Escuela de CC. y de M. en el Perú, donde tan necesaria
es la creación de estudios y de hábitos regulares de trabajo, particularmente por
ahora, tomará todas las medidas que su patriotismo le sugiera en las presentes
circunstancias.- Tengo la honra de suscribirme de U. muy atto.s.s.(firmado) E.
Habich.”(54).

Habich apela al patriotismo del alcalde, pero pasa un mes y el patriotismo


de la única autoridad peruana de entonces no se manifiesta, por lo que,
constituido el Gobierno Provisorio, Habich se ve obligado a denunciar la actitud
del alcalde ante el ministro de Instrucción, insistiendo nuevamente en la
necesidad de preservar el local del vandalismo chileno y de “...facilitar la
reconstrucción de un establecimiento cuya importancia, en la actual época de
regeneración por el trabajo, no se ocultará a la ilustración de US.”(55).

Pasando por mil penurias y venciendo las dificultades que se presenta a


toda obra que rompe viejos cánones, pudo la Escuela de Ingenieros, gracias a la
constancia de su creador y director, proseguir su marcha normal. Los destrozos
de la ocupación chilena, aunque dispersaron a alumnos, profesores y empleados,
destruyeron los archivos, deshicieron la biblioteca tan pacientemente reunida e
inhabilitaron los laboratorios, no fueron suficientes para vencer la perseverancia
de Habich. Si la fundación había significado un reto, la reorganización vino a
significar para Habich un nuevo estímulo al que responde creativamente.
Habich, el Fundador / 61

Antes de iniciarse la guerra con Chile, la Escuela contaba con un material


de enseñanza suficiente para los fines que se proponía cumplir. El laboratorio se
había comenzado a formar a partir de 1877 con aparatos y útiles traídos de
Europa y que costaron 36,000.00 francos. En 1880 se añadieron los laboratorios y
gabinetes de la Escuela de Artes y Oficios, cerrada el año anterior, y algunos
otros aparatos adquiridos en Francia o donados por la Secretaría de Fomento.
Pertenecían también al laboratorio el depósito de materiales y las colecciones de
modelos. Tenía, además, la Escuela un Gabinete Mineralógico con instrumentos
para el estudio y clasificación de minerales. Este gabinete se formó con la
colección obsequiada por los hermanos Pflucker y Rico, añadiéndose luego las
colecciones de la Escuela de Artes y Oficios y los minerales recogidos por la
dirección y por los profesores y alumnos en las excursiones científicas. El
gabinete reunía más de tres mil quinientas muestras entre minerales, rocas y
fósiles. La biblioteca constaba de algunas publicaciones científicas y
profesionales adquiridas directamente por la Escuela, libros provenientes de la
Escuela de Artes y Oficios, de la Junta Central de Ingenieros y de varios
donativos. El total de obras ascendía a mil doscientas. Por otra parte, tenía la
Escuela una litografía para los dibujos de los Anales y los modelos para la
enseñanza. Había también una colección de instrumentos para levantar planos,
para topografía subterránea, como un aparato de sondaje con sus accesorios, un
mareógrafo de Collen, un molinete de Woltman, tubos de Pitot, etc. Si a estos
instrumentos se añaden los enseres y útiles de escritorio, estantes, etc. habría que
calcular el valor del total en unos treinta mil soles plata (56).

Estas eran grosso modo las pertenencias de la Escuela adquiridas en cuatro


años de paciente labor. La Guerra con Chile quiso interrumpir el proceso ya
comenzado, pero la animosidad del director, secundado por hombres como
Octavio Pardo, José Granda, Francisco Wakulski, Pedro M. Rodríguez, Sebastián
Barranca, José F. Marticorena, Artidoro García Godos, Darío Valdizán, Pedro F.
Remy, Teodorico Olaechea, Fernando Fuchs, Federico Villarreal, los hermanos
Pfluker y Rico, Alberto y Teodoro Elmore, y tantos otros, sabe sobreponerse a las
dificultades y consigue la reanudación de las labores.
62 / José Ignacio López Soria

Penosa se hacía la marcha de la Escuela en los años de la ocupación,


despojada como estaba de local, enseres y material de enseñanza. Poco a poco,
sin embargo, comienzan a llegar, como fruto de donativos de particulares y de
instituciones nacionales y extranjeras, los instrumentos necesarios para el
desarrollo de las actividades (57). Habich confía, y así lo declara al ministro de
Instrucción Pública, en que la Escuela merezca el apoyo especial del Gobierno,
por las dificultades que supo vencer durante la ocupación, para así volver a
ocupar el lugar que le corresponde en el desarrollo del país (58). El Gobierno
responde al planteamiento de Habich restableciendo el impuesto a las minas del
que se beneficiaba la institución.

Pero el director no se contentó con acudir al Gobierno para restablecer las


pertenencias de la Escuela. Mineros, industriales, intelectuales e instituciones en
general reciben continuamente comunicaciones de Habich pidiendo ayuda o
agradeciendo la ayuda ya prestada. Sería vano querer reseñar todos los
documentos encontrados a este respecto. En ocasiones se trata de cartas
personales del director, pero otras veces son circulares multicopiadas que salen
en todas las direcciones pidiendo minerales, rocas, fósiles, aparatos, etc. (59).
Habich se ve obligado a acudir también a particulares e instituciones extranjeras.
En carta a Ventura Marcó del Pont, encargado de negocios en París, pide su
intervención ”... para ver de conseguir del Gobierno de la República Francesa,
algunas publicaciones oficiales de suma utilidad para la enseñanza de la
Escuela...Tengo motivos personales para creer que al hacer el pedido indicando
las circunstancias tan excepcionales en que se encuentra nuestra Escuela, a causa
de la guerra, y que ella ha sido en gran parte formada a esfuerzos de antiguos
alumnos de las Escuelas Politécnicas, de Puentes y Calzadas y de Minas de París,
no se presentarán grandes dificultades para que el Gobierno Francés acceda a
él.”(60). Gracias a la publicación de los Anales de Construcciones Civiles, Minas
e Industrias del Perú, la Escuela cuenta con una revista científica que usa como
canje. A fin de realizar el intercambio, Habich establece comunicación con la
Sociedad Científica Argentina, la Sociedad Mejicana de Geografía y Estadística,
la Escuela Politécnica de Quito, el Cuerpo de Ingenieros de Nueva York, la
Habich, el Fundador / 63

Asociación de Ingenieros Civiles de Portugal, el Instituto de Ciencias y Artes de


Bogotá, la Escuela de Minas de Ouro-Preto del Brasil, la Sociedad de la Industria
Minera de Saint Etienne, La Escuela Especial de Ingenieros de Minas de Madrid,
la Sociedad de Ciencias y Artes de Montevideo, el Colegio de Ingenieros de
Venezuela, la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales de Caracas, etc. (61).

Sabemos que estas peticiones no cayeron en el vacío. Muy pronto


comienzan a llegar remesas de libros y otros útiles. Habich dirige innumerables
cartas de agradecimiento durante los años 83 a 85 como respuesta a los donativos
de instituciones y particulares. A Ventura Marcó del Pont agradece “de la manera
más sincera” los trabajos que toma por la Escuela y le asegura que en todo
tiempo la Escuela que corre a mi cargo y la instrucción en general verán en U.
uno de sus más decididos benefactores.”(62). En los mismos términos se dirige al
inspector general de Puentes y Calzadas de París “Permítame, Señor Inspector
General, dirigirle tanto en mi nombre personal como en el del Establecimiento y
en general, en el de todos aquellos que se interesan en los estudios técnicos que
representa nuestra Escuela en el Perú, el agradecimiento más sincero por este don
tan generoso que ha llegado a propósito y que pone una vez más de relieve la
graciosa liberalidad que caracteriza a la Escuela de Puentes y Calzadas y a los
ilustres sabios que la dirigen.”(63).

Gracias, pues, a los esfuerzos de Habich, la Escuela pudo ir reponiendo el


material necesario para la enseñanza que fuera destruido o arrebatado por los
chilenos durante la ocupación de Lima. Es cierto que en el comienzo, dada la
penuria por la que atravesaba la institución, motivada por la supresión del
impuesto a las minas, tuvo Habich que acudir a la buena voluntad de nacionales y
extranjeros para proveerse de dicho material. Pero, regularizada la situación
económica en 1884, el empeño del director no ceja para dotar a la Escuela de
todos los instrumentos y libros necesarios, adquiridos por compra directa o
usando los servicios de la Smithsonian Institution de Washington. Precisamente
las relaciones con la Smithsonian provocaron un desagradable altercado entre
Habich y Ricardo Palma del que hemos dado cuenta en la Revista AMARU(64Í
64 / José Ignacio López Soria

A la muerte de Habich en 1909 la Escuela contaba con un equipamiento


que creemos conveniente detallar para hacer notar la labor desempeñada a este
respecto por el director en treinta y tres años de paciente trabajo. La biblioteca
estaba dotada de 9564 volúmenes entre publicaciones periódicas y obras en
general. La sección de canas geográficas, topográficas y planos tenía 1253
ejemplares y la de privilegios, marcas y patentes 3300. El Museo Mineralógico,
dirigido por Garlos I. Lissón y que servía para las prácticas mineralógicas y
paleontológicas, contaba con 9037 piezas de las que 6713 eran del país y 2324
del extranjero. Entre estas muestras merece especial mención la roscoelita,
especie descubierta por entonces, que colocaba al Perú entre los pocos países
cuyo suelo poseía minerales importantes de vanadio. El Gabinete
Micropetrológico, también a cargo de Lissón, en donde los alumnos practicaban
el curso de petrografía con el microscopio y otros auxiliares, contaba con
innumerables muestras de rocas. El Gabinete Topográfico que regentaba Juan C.
Villa, disponía de teodolitos, niveles, pantómetros, brújulas, barómetros,
termómetros, podómetros, miras, jalones, cámaras fotográficas, cajas de dibujo,
un pantógrafo de metal, anteojos, una máquina neumática, en un total de 173
instrumentos sin tener en cuerna varios juegos de útiles para pequeñas
composturas. El Gabinete de Materiales de Construcción y de Modelos, a cargo
del ingeniero y doctor Teodoro Elmore, contenía 512 muestras de albañilería, 205
de maderas de diversas zonas del país, Ecuador, Chile y Estados Unidos, 69
piezas de metales en tubos, uniones, calaminas, ornamentaciones de zinc, clavos,
cañerías, planchas, barras para cemento armado, 75 modelos de puentes, carriles,
cambios locomotoras, motores, rueda hidráulica de Pelton, grúa, consejas,
telares, ensamblajes, horno de reverbero, aparatos higiénicos, etc. y 90 piezas de
arquitectura; lo que sumaba en total 961 objetos entre muestras y modelos. Por
otra parte, el mismo gabinete contaba con 72 aparatos para ensayes de materiales
de construcción. En el laboratorio de docimasia, que dirigía F.C. Fuchs, se
realizaban ensayes de oro, plata, cobre, plomo, análisis de arcillas, caliza y yeso,
y dosajes de zinc, sodio, potasio, calcio, níquel, cobalto, molibdeno, tungsteno,
vanadio y mercurio. De agosto de 1909 a julio de 1910 el laboratorio realizó 1349
ensayes y análisis. En el Laboratorio de Metalurgia, bajo el cuidado de Michel
Fort, los alumnos practicaban la clasificación, trituración y pulverización de
Habich, ei Fundador / 65

minerales, el tostado oxidante y clorurante de los mismos, aglomeración,


lixiviación de minerales de plata y cobre, fundición de minerales de cobre, plata
y plomo, y cianuración de oro y plata. El mismo laboratorio atendía a pedidos de
particulares y del Gobierno. Larga sería la enumeración de todos los aparatos del
Gabinete de Tecnología Física y de Electricidad Industrial en el que los alumnos,
bajo la supervigilancia de Alejandro Guevara, podían realizar las prácticas que
luego necesitarían en sus labores profesionales. Baste referirse a algunos de estos
aparatos: alambique para alcohol, anteojo pirométrico, radiómetro de Crookes,
cámaras fotográficas con su cuarto oscuro, pilas, dinamos, transformadores,
galvanómetros, watímetros, amperímetros, lámparas, cubas electrolíticas, un
telégrafo Morse, un productor de rayos X, un horno eléctrico, dos aparatos de
telegrafía sin hilos, tornos, máquinas fresadoras, taladros eléctricos y de mano,
sierra de pie, etc. Existía, finalmente, en la Escuela un laboratorio de la Sección
Especial de Electricidad, cuyo encargado Tomás D’Ornellas, estaba instalándolo
en 1910(65).

A la muerte de Habich, la Escuela, que estaba definitivamente instalada en


Espíritu Santo, contaba, pues, con un instrumental óptimo para la consecución de
los fines que hacía treinta años se propusiera. Recorriendo el epistolario inédito
del director y la documentación existente en el Archivo Histórico de la
Universidad Nacional de Ingeniería advertimos que la mayor parte de las
adquisiciones son fruto de las relaciones personales de Habich, quien no
desaprovechaba ninguna ocasión para incrementar la dotación de la institución a
su cargo. Los intereses de la Escuela no se apartaron nunca de la mente de su
director, porque la vida de ambos estaba íntimamente relacionada. No
importaban a un espíritu hecho a la lucha las dificultades. Si el establecimiento,
recién creado, es ya objeto del saqueo vandálico por parte del ejército chileno,
Habich acudirá a las autoridades peruanas del momento y aun a los mismos jefes
chilenos demandando la reconstrucción de un centro que en tan gran medida
respondía a las necesidades del país. Acudirá después a la benevolencia y
patriotismo de los peruanos y al interés por la ciencia y por el progreso de los
extranjeros para rehacer la biblioteca y los laboratorios. Aprovechará sus viajes al
66 / José Ignacio López Soria

exterior para relacionarse con instituciones, personas y editoriales de los que la


Escuela pueda obtener algún beneficio. Sólo de su viaje a la Exposición
Internacional de París trae “...800 publicaciones, acompañadas de algunos miles
de planos, varios modelos, instrumentos de gran interés.”(66). E incluso dona a la
biblioteca de la Escuela muchos de las obras que figuraban antes en la estantería
de libros de su casa y que conservamos aún en el depósito de la actual biblioteca
de la Universidad con el nombre y firma de Habich. Es que el equipamiento de la
Escuela no era para él objeto de un encargo exterior o de una misión que tuviera
que cumplir como director de la misma. Equipar la Escuela significaba para
Habich amoblar su propia casa.

Cuando al iniciar los trabajos de investigación que han conducido a este


libro leimos los discursos pronunciados en las honras fúnebres de Habich por
sus colegas y discípulos, creimos que eran elogios exagerados y metáforas
retóricas las frases alusivas a la identificación entre Habich y la Escuela. A
medida que nos fuimos adentrando en el personaje y en su obra fuimos
convenciéndonos de que tales frases, formuladas por ingenieros poco hechos a
ampulosidades retóricas, no hacían sino reflejar la estrecha relación que de hecho
existió entre la biografía personal de Habich y los avatares de su obra, la Escuela
de Ingenieros.

4, Estructura administrativa

Si el ser material de la Escuela, cuyos rasgos acabamos de bocetar,


dependió tan estrechamente de la situación de Habich, ¿qué decir de las
relaciones en el interior de la misma, su estructura, su enseñanza, sus métodos,
sus hombres y la actuación del director? Sabemos que aun antes del
nombramiento oficial, Habich había sido encargado por el presidente Manuel
Pardo de elaborar un Reglamento de la Escuela de Minas. Desde 1875 pesa, pues,
sobre los hombros de Habich la tarea de crear y organizar un centro de estudios
para ingenieros de minas que deviene, después, en Escuela de Construcciones
Habich, el Fundador / 67

Civiles y de Minas. Ya en los planteamientos de Habich y Folkierski en la


Comisión preparadora del Reglamento General de Instrucción Pública, se nota
con claridad la tendencia hacia la constitución de un establecimiento que,
superando el divorcio entre la teoría y la praxis, característico de la Facultad de
Ciencias de San Marcos, responda más adecuadamente a las necesidades del país
La organización académica de la Escuela debía estar en consonancia con el fin
que se proponía cumplir. Para ello Habich piensa en un medio fundamental, la
unión de teoría y práctica. La vida académica, por tanto, se organizará tratando
de equilibrar armónicamente estos dos aspectos. La estructura económica crearía
las condiciones de posibilidad para el cumplimiento de los fines y la organización
administrativa sería el cauce a través del cual tendría que fluir la enseñanza. Es
difícil separar estos tres elementos íntimamente implicados. El postulado de la
claridad nos exige tratar de cada uno de ellos separadamente, aun cuando no se
nos escapa que tal divisionismo debe después integrarse en una unidad
comprensiva si queremos tener del fenómeno histórico una visión adecuada.

La Escuela de Ingenieros nacía por ley del 18 de marzo de 1876, como una
especificación del artículo 343 del Reglamento General de Instrucción Pública,
bajo la supervigilancia del Ministro de Justicia, Culto, Instrucción y
Beneficencia. En lo administrativo contaba la institución con dos organismos de
gobierno, el Consejo de Perfeccionamiento y el Consejo Directivo. La marcha
concreta queda bajo la responsabilidad del Consejo Directivo y en especial del
director. Si el Consejo de Perfeccionamiento descarga su tarea en el directivo,
éste lo hace en el director, cuya misión será vigilar la marcha científica,
administrativa y disciplinaria de la Escuela y conseguir los recursos para su
mantenimiento y desarrollo. Para llevar a cabo esta labor, el director cuenta con
un subdirector que lo reemplaza en caso de impedimento y con un grupo de
profesores principales y adjuntos cuyas funciones especifica el Reglamento en
seis puntos: “ Io Dar con regularidad sus lecciones, tanto teóricas como prácticas,
con toda extensión y claridad necesarias; 2° Asistir a los jurados de exámenes; 3o
Tomar parte en las deliberaciones del Consejo Directivo; 4o Cuidar de los
laboratorios y gabinetes que se pongan bajo su dirección y responder de las faltas
68 / José Ignacio López Soria

que en ellos hubiera; 50 Dirigir y vigilar el cumplimiento de las obligaciones de


los ayudantes que dependan de ellos; 6oCumplir las demás obligaciones que les
imponga el reglamento interior.”(67).

Sobre el cuerpo profesoral cae, pues, la tarea académica y cierta


colaboración en la dirección de la administración y marcha de la Escuela.

Cuenta también la Escuela con el personal auxiliar, conserjes,


amanuenses, secretario, bibliotecario y tesorero, necesario para el
desenvolvimiento de todo establecimiento de enseñanza. Por ley del 25 de julio
de 1876, rubricada por Manuel Odriozola, se nombran los primeros empleados:
“Un amanuense archivero con el haber de 600 soles anuales y un conserje con
400 soles anuales y dos sirvientes que percibirán 360 soles.”(68). Al año
siguiente se nombra un inspector que interinamente tuvo también que ocuparse
de la labor del amanuense-archivero (69). Como tesorero fue designado por
resolución suprema el profesor de economía política y como secretario el
Dr. Pedro M. Rodríguez. Más adelante fue necesario crear una plaza de
amanuense al servicio de la Secretaría de la escuela.

Aun antes de la apertura se preocupa Habich de conseguir del Gobierno la


autorización para que la Escuela dirija una publicación científica así como de
dotar a la biblioteca de los ejemplares repetidos de la Junta Central de Ingenieros.

Eran las tres de la tarde del 23 de junio de 1876. La voz de Habich salía
temblorosa de emoción porque se estaba creando una institución de la que había
hecho el ideal de su vida. Allí estaban Dn. Manuel Pardo, presidente de la
República, y los ministros de Instrucción, Guerra, Gobierno y Relaciones
Exteriores. Llenaban la sala los profesores recientemente nombrados, algunos
maestros sanmarquinos y un nutrido público compuesto de alumnos, mineros y
hombres de industria. Los alumnos esperaban encontrar en el nuevo
establecimiento una profesión que se alejaba de los cauces normales de los
estudios clásicos. Los mineros e industriales, en general, veían en la obra de
Habich el cumplimiento de un viejo deseo: contar con los hombres que eran
Habich, el Fundador / 69

necesarios para el desarrollo de las industrias. A la esperanza se unía el riesgo


ante lo nuevo. Las palabras del director servirían para avivar la fe y para animar a
los espíritus ante el riesgo. “Excmo. Sor.=Señores.- Nombrado por V.E. para
dirigir la EE. de CC. y de M., tengo el honor de manifestar en esta solemne
circunstancia los principios de su desarrollo y de su porvenir.- La EE. de CC. y de
M. ha recibido las bases de su organización por el decreto supremo de 18 de
marzo último y nombradas las personas de la dirección y del cuerpo docente, por
el decreto de 9 de mayo, se dio el principio a los trabajos preparatorios de
apropiación del local y distribución a cada uno de la parte respectiva en el plan
general de enseñanza.- La parte del Antiguo Convictorio de Sn. Carlos destinada
al uso exclusivo de la nueva Escuela, en el corto tiempo 'de que se ha podido
disponer, desde fines de junio hasta el 11 del presente en que se abrieron los
cursos, a pesar de la mala estación del año y de varias dificultades nacidas del
estado de abandono en que se hallaba esta parte del edificio desde muchos años,
se ha arreglado de un modo provisional; pero suficiente para comenzar los
trabajos.- Abierta la matrícula el 19 de junio, el número de candidatos iva (sic)
aumentando y pasaron de ciento cuando principiaron los cursos. De éstos setenta
y seis han sido admitidos a seguir las clases preparatorias de un modo regular.- El
distinguido cuerpo de profesores de la Escuela está formado en su mayor parte
por Ingenieros del Estado, quienes no han vacilado en poner su ciencia y toda su
buena voluntad al servicio de la escuela.- Considerando que había ya transcurrido
cerca de la mitad del año escolar, y viendo por otra parte la necesidad de que los
alumnos estén competentemente preparados, se han abierto en este año cursos
preparatorios y sólo algunos especiales. Todos se dictan ya de un modo sistemado
y la enseñanza práctica se sigue en los salones de dibujo y confío seguirá y
desarrollará sin interrupción.- Las diviciones (sic) de la Escuela corresponden a
las principales necesidades del país, cuyo porvenir material depende la extensión
de sus vías de comunicación, del desarrollo de la explotación de sus riquezas
minerales, del fomento de sus industrias y principalmente de la industria agrícola
ligada por circunstancias climatológicas con obras hidráulicas de irrigación
artificial. Las demás industrias hallarán también un lugar en el desenvolvimiento
progresivo de la enseñanza de la Escuela.- El tiempo y la experiencia indicarán la
mejor dirección y la amplitud que debe darse a los estudios en varias
70 / José Ignacio López Soria

especialidades a fin de que sean más completos, sin recargar exageradamente el


trabajo de los alumnos.- La institución del Consejo de Perfeccionamiento
facilitará las reformas que las necesidades vayan haciendo indispensables.- La
publicación de los Anales de Construcciones Civiles y de Minas encargada a la
Escuela en virtud del decreto del 3 del corriente, pondrá en conocimiento del
público los trabajos de la institución en todo aquello que puede convenir al
interés general y permitirá a otras personas dar publicidad a sus ideas y trabajos
especiales.- He aquí E.S. lo que se ha hecho desde fines de junio hasta hoy, y los
elementos con que contamos para seguir por ahora una marcha regular en
nuestros trabajos.- El entuciasmo (sic) con que ha sido recibida la idea de la EE.
de Ingenieros en el Congreso, en el público, en la prensa; la numerosa juventud
deseosa de instruirse y perfeccionarse en el ramo; el apoyo simpático e
inteligente que ha encontrado desde sus primeros pasos en las personas que por
su posición e influencia ayudaron a su realización, que parecía muy lejana; la
cooperación de la Universidad, especialmente de la Facultad de Ciencias, la cual
ha armonizado su enseñanza con los fines de la Escuela, y le ha prestado la
colaboración de algunos de sus catedráticos; la asistencia a esta solemnidad del
Geje (sic) del Estado y de las personas que representan lo más notable y
distinguido de la sociedad, dando así un testimonio público de su simpatía a la
institución naciente, todos estos elementos forman una base que le promete un
seguro porvenir.- Pero lo que hubiéramos debido manifestar, ante todo, es que lo
que tenemos en la actualidad y lo que esperamos, lo debemos a las vastas miras
del presidente de la República y de su digno ministro que concivieron (sic) la
importancia de tan alta idea, y que no limitándose a concevirla (sic), procuraron
su realización con singular constancia, sin cuyo apoyo no hubiera existido la
Escuela, ni tan pronto, ni con tales condiciones de estabilidad en su
organización.- Gracias, pues, E.S.; gracias Sor. Ministro, a nombre de los
alumnos, de los profesores, del director; gracias en nombre de la
institución.”(70).

Mientras resuena aún el eco de los aplausos al polaco que se supo ganar la
confianza de los peruanos, el presidente de la República declara inaugurada
Habich, el Fundador / 71

oficialmente la Escuela Especial de Construcciones Civiles y de Minas. No poco


fue necesario trabajar por parte de Habich para preparar el local y poner en
marcha la estructura administrativa consignada por el Reglamento Orgánico.
Comunicaciones al Ministerio de Instrucción, búsqueda de profesores,
contratación de personal subalterno, equipamiento material, son algunas de las
actividades por él desarrolladas de mayo a junio. Se proveyeron las cátedras de la
sección de Construcciones Civiles y de la de Minas. Teniendo en cuenta las
posibilidades reales, se hizo necesario preparar a los alumnos antes de los
estudios profesionales aun cuando esto no había sido contemplado en el
Reglamento“...por este año -se dice en un documento expedido por el Ministerio
de Instrucción- se establezca en dicha Escuela una clase de revisión de
matemáticas; y nómbrase para desempeñarla al Dr. Dn. José Granda, con el haber
de mil doscientos soles (1,200 S/.) anuales...” (71).

Habich había querido que la Escuela tuviese una sección preparatoria para
facilitar el ingreso a los alumnos que no provenían de la Facultad de Ciencias. Al
regresar de Europa en 1875 fue encargado por Manuel Pardo de redactar el
primer reglamento de la Escuela de Minas, en el que incluyó dicha sección, pero
no llegó a ser aprobado por Pardo (72). En el segundo reglamento, aprobado el 18
de marzo de 1876, no se hace ya mención de la Sección Preparatoria. No
obstante, las circunstancias obligaron a iniciar los estudios preparatorios que
serían incorporados oficialmente en febrero de 1878.

La Escuela se abre, pues, con tres secciones: Preparatoria, Construcciones


Civiles y Minas. De las cátedras de cada una de ellas hemos dado cuenta en
páginas anteriores. El 9 de mayo fueron designados el director y los profesores.
Francisco Paz-Soldán, F. Wakulski, L. Kruger, E. Brugada, P.L.Blanc, y
S. Barranca serán los primeros colaboradores de Habich. Días más tarde el
Supremo Gobierno, a petición del director, autoriza al Consejo Ejecutivo para
nombrar tres profesores adjuntos"... debiendo éstos desempeñar sus funciones en
el tiempo y modo que designe el referido Consejo ...”(73).
72 / José Ignacio López Soria

El esqueleto estructural estaba, pues, concluido. Lo componían dos


consejos de gobierno, un director, varios profesores principales y adjuntos,
personal de secretaría, amanuense, archivero, conserjes y obreros, laboratorios e
instrumental práctico todavía rudimentario, una escasa biblioteca, dos
especialidades con sus respectivos cursos y una sección preparatoria. Los
vetustos claustros de San Carlos comienzan a animarse. Los alumnos van y
vienen por los corredores. La estructura se ha puesto a andar.

5. Organización y vida académica

No es fácil distinguir lo académico de lo administrativo en un


establecimiento que tiene por finalidad primordial la enseñanza. En realidad lo
administrativo es el cauce por el que fluye lo académico. Todo cambio académico
supone algún tipo de reajuste en lo administrativo.

La Escuela había nacido como una respuesta a las necesidades técnicas del
Perú. Su evolución debe ir, pues, a la par del progreso técnico como efecto y
causa al mismo tiempo del dicho progreso. De aquí la urgencia de ir creando
nuevas secciones como la de Peritos Agrimensores de Minas (4 de julio de 1878),
la de Ingenieros Industriales (11 de enero de 1901), la de Ingenieros Electricistas
(12 de junio de 1903). Aunque durante el tiempo de Habich no pasaron de cuatro
las especialidades de ingeniería, la formación se extendía hasta las industrias
químicas y agrícolas, peritaje de minas, sistemas de irrigación, agrimensura y
peritaje de predios rústicos y urbanos. El campo así era más amplio del que
parecen indicar las cuatro secciones (74)

No podemos olvidar que la estructura académica de la Escuela obedecía a


los cánones ya consagrados por el uso en las Escuelas Francesas que tan de cerca
había conocido Habich. Como en l’Ecole des Mines y en l’Ecole de Ponts et
Chaussées de París, nuestro sistema educativo comprende lecciones orales y
ejercicios prácticos, de los que unos se realizan durante las clases y otros en
Habich, el Fundador / 73

visitas directas de profesores y alumnos a los centros de trabajo (75). Aun en el


currículo coincide nuestra Escuela con las escuelas francesas. También en la
Escuela de Ingenieros de Lima los estudios se prolongan durante tres años,
supuesta la preparatoria, al cabo de los cuales los alumnos están aptos para
obtener el título de ingenieros. Algunas semejanzas encontramos también con la
Escuela de Ingenieros de Minas de Madrid (76).

La matriz de la Escuela de Ingenieros de Lima la hallamos, pues,


Francia, de donde provenían muchos de sus profesores y concretamente su
director. Habich sabía que las escuelas francesas ponían un énfasis especial en la
práctica de acuerdo a las ideas empiristas de la época. Los sistemas especulativos
primaron en los estudios medievales y siguieron gravitando sobre las áreas de
letras aun después del Renacimiento porque el conocimiento estaba aún regido
por los esquemas clásicos en los que se buscaba preferentemente la
contemplación del mundo y la interpretación inteligible del mismo. Pero con el
auge de la burguesía, apoyada en los nuevos modos de explotación de la riqueza,
se hace necesario atender a la posibilidad de transformación de la materia no ya a
base de ciegas experiencias, sino de estudios sistemáticos que usan como único
reducto de verificación la experiencia. Más que la contemplación interesan el
dominio y la transformación de la naturaleza para ponerla al servicio de las
necesidades humanas. Estos principios, que regulaban los centros de enseñanza
técnica en Europa, son aplicados en el Perú por Habich en la Escuela de
Ingenieros. “Las lecciones serán orales y prácticas -hará insertar en el artículo 28
del Reglamento Orgánico del 76- consistiendo principalmente éstas en redacción
de proyectos, interrogaciones, trabajos en los laboratorios y sobre el terreno,
visitas a los establecimientos industriales y excursiones científicas.”(77). De este
criterio deriva el interés por dotar a la Escuela de todo el material necesario para
la enseñanza práctica. Mucho se había conseguido antes de la ocupación del local
por las fuerzas chilenas. Pero la destrucción significó una renovación del esfuerzo
por dotar a la Escuela del instrumental que requería para la práctica. La mejor
prueba de la realización de este esfuerzo es esa larga lista de pertenencias de la
escuela que dábamos páginas más atrás. Esta tendencia del director obedecía al
74 / José Ignacio López Soria

convencimiento de que en los países nuevos ..se necesitan...hombres que a la


instrucción teórica, reúnan el mayor acopio de conocimientos prácticos, y lo que
es más importante, que tengan desarrollado el espíritu práctico que los ponga en
capacidad de formar condiciones en que se encuentren, los hombres y los medios
de que tienen que valerse... Pero el Ingeniero, el técnico en el Perú, no puede
contar con la colaboración de subordinados instruidos... y tiene que suplir esa
falta...con su iniciativa propia y sus conocimientos prácticos...- De aquí se
deduce que la instrucción profesional en las Escuelas Técnicas del Perú, debe
tener un carácter esencialmente práctico más que en los países antiguos.-
Estudios teóricos sistemáticos para conocer convenientemente las ciencias y las
artes, y aprender a pensar ordenadamente, pero acompañados siempre con los
ejercicios y aplicaciones prácticas, tal debe ser la regla fundamental de la
enseñanza técnica en este país...- Esta es la regla que hemos seguido y que debe
seguirse tratando de establecer, de un modo más y más completo, cada día, en la
Escuela de Ingenieros de Lima.”(78).

El pensamiento de Habich no puede ser más diáfano. Permítasenos una


nueva referencia: “Insistiremos sin descansar sobre el ensanche constante de los
estudios prácticos que nuestros alumnos, tanto en el mismo establecimiento
facilitándoselos por medio de sus laboratorios, museos y otras instalaciones,
como por la excursiones a las diversas partes de la República, que los pone en
capacidad de conocer suficientemente las condiciones peculiares del país y de sus
industrias. Es sólo ...así como podrían prestar sus servicios efectivos e introducir
con discernimiento los nuevos procedimientos técnicos que podrán encontrar útil
aplicación.”(79).

En un informe a la Dirección General de Industrias, Habich insiste en la


necesidad de la enseñanza práctica para satisfacer las exigencias de la industria
minera nacional (80) y la misma actitud muestra en el discurso que pronunciara
al celebrarse el veinticinco aniversario de la creación de la Escuela (81). En el
enfrentamiento de lo real, deviene el estudioso un hombre capaz de encontrar
soluciones nuevas a los problemas técnicos que necesita resolver el Perú dada la
Habich, el Fundador / 75

falta de subalternos y la novedosidad de la situación natural peruana. Así como


los estudios teóricos llenan la necesidad de conocer los mecanismos de las
ciencias y sus posibilidades de aplicación y contribuyen a organizar los esquemas
mentales, la práctica capacitará al ingeniero que se gradúe en la Escuela para
resolver los problemas concretos y responder adecuadamente a las necesidades
reales del país. Habich paga tributo al empirismo como esquema cognoscitivo y
al utilitarismo ambiental como finalidad del obrar humano. Empirismo y
utilitarismo se intermezclan en la ideología de Habich y en la estructura
académica de la Escuela de ingenieros en una unidad indisociable. El empirismo
apunta al medio, el utilitarismo al fin.

Siguiendo las orientaciones de Habich, la Escuela acopia los libros


franceses, que son usados como obras de consulta y como textos, pero las teorías
en ellos comprendidas deben ser alumbradas desde el conocimiento cercano de la
situación real del país para lo cual se programan excursiones a los principales
centros mineros, visitas a fábricas, estudios sobre el terreno de las posibilidades
de irrigación, canalización, etc. Es ahí en donde se hernanan teoría y praxis en
una simbiosis en la que la teoría actúa como norte orientador y la praxis no sólo
como reducto de verificabilidad sino como germen preñado de nuevas
conceptualizaciones. Si hay un evidente afrancesamiento en el esquema
organizativo y en la estructura académica de la Escuela, no podemos negar por
otra parte que la realidad nacional opera como campo de aplicación de las teorías
y como hontanar de nuevos conocimientos. La ventaja de Habich sobre otros
extranjeros creadores de centros de enseñanza en el Perú radica en haber estado
desligado de los intereses concretos de tal o cual gobierno extranacional y
haberse dado por entero al servicio del Perú con las luces que el tiempo permitía.
Aporta ciertamente la ideología francesa con todas sus secuelas neocolonialistas,
pero sabe también admirarse ante lo nuevo y buscar respuestas peruanas a
situaciones peruanas. Su mente está siempre abierta a la realidad nacional para ir
transformando la Escuela al ritmo de las necesidades que se vayan planteando.
Habich sabe que la profesión de ingeniero en el Perú exige una fuerte dosis de
sacrificio, por la situación de los caminos, y una auténtica actitud creativa porque
76 / José Ignacio López Soria

en el Perú estaba todo por hacerse en las áreas de la ingeniería moderna. De aquí
la necesidad de someter a los alumnos a “-.rigurosísimas pruebas ..porque de
otro modo la Institución no llenaría su objeto.” (82).

La disciplina en la Escuela tiene como finalidad no sólo facilitar el mejor


aprendizaje sino formar al hombre que el Perú requiere. Para ello se ejercita una
muy seria vigilancia sobre el cumplimiento de los profesores y se establecen
normas disciplinarias que encauzan la conducta del alumno dentro de estrechos
cánones. Aduzcamos, como ejemplo, algunos acápites del Reglamento de la
Sección Preparatoria, aprobado por ley el 8 de febrero de 1878 “Cap. III. De las
Obligaciones de los Alumnos.- Art. 9: Son obligaciones de los alumnos admitidos
a los trabajos interiores: 1a. Asistir a las clases en las horas designadas en el plan
de estudios y estar presentes todo el tiempo que duren los trabajos interiores.Los
alumnos que no concurran a las horas fijadas para la clase no podrán ingresar a
ellas, anotándose su falta.- 2a Guardar a las autoridades del establecimiento el
respeto y consideraciones debidos a su categoría; proceder con la mayor
circunspección y compostura en las clases, corredores y demás lugares del local.-
3a Presentar en el térnino designado para su entrega los trabajos gráficos,
problemas y cualesquiera otras composiciones pedidas por los profesores en sus
respectivas clases.- 4a Rendir los exámenes orales en las épocas fijadas por el
Consejo Directivo y en el rol que les corresponda.- 5a Tener todos los útiles que
el profesor de dibujo especifique.- Art. 10: Los alumnos que en la fecha designada
no presenten sus exámenes, problemas, trabajos gráficos u otros deberes,
obtendrán la nota de CERO. . . Art.13: Los alumnos admitidos a los trabajos
interiores que no den buenos exámenes o que no presenten con la debida
regularidad sus problemas, trabajos gráficos y otras composiciones impuestas por
los profesores pasarán a la clase de ASISTENTES LIBRES, previa decisión del
Consejo Directivo.”(83). Para la mayor efectividad en el cumplimiento de las
normas, se establecen penas a las faltas contra la enseñanza y contra la disciplina.
En lo referente a las notas, el cero es considerado como la pena máxima. Para las
faltas de disciplina hay una escala de penas que oscilan de una simple reprensión
o amonestación hasta la expulsión definitiva del establecimiento (84). Por otra
Habich, el Fundador / 77

parte se asienta como disposición general que “...son considerados como


artículos reglamentarios: todas las resoluciones, medidas y órdenes emanadas del
Consejo Directivo y de la Dirección.”(85).

No se piense que esta rígida reglamentación queda en letra muerta. Son


innumerables las cartas enviadas por Habich o por la secretaría notificando a los
padres o tutores de los alumnos las faltas de éstos y los castigos impuestos. “No
habiendo cumplido su Sr. hijo Dn... con entregar el problema de revisión de
Matemáticas correspondiente al 14 del presente, y tampoco la lámina de
Geometría Descriptiva correspondiente al 13 del que cursa, me dirijo a U.
poniendo en su conocimiento esta circunstancia que indudablemente redunda en
perjuicio del alumno, a fin de que estimulándolo U., a ser más exacto en la
entrega de los problemas, pueda si no igualarse con los demás alumnos, por lo
menos, acostumbrase al tecnicismo de las Matemáticas.”(86). En este caso se
trata de una simple amonestación, pero es hecha el mismo día del incumplimiento
del alumno. Nótese además que el énfasis se pone más en la disciplina que en lo
merante académico. En otros casos, la amonestación es mucho más severa. “No
habiendo concurrido su Sr. hijo Dn.... en la mañana de ayer a la Escuela, como se
le había indicado, a dar cuenta al Director de la falta de entrega de la lámina de
Geometría Descriptiva, queda suspendido de asistir mañana a las lecciones por
primera vez= Aprovecho además la oportunidad para poner en conocimiento de
U. que su Sr. hijo se hace notar por su inasistencia a la clase de Dibujo, y siendo
la profesión de Ingeniero por demás penosa, es absolutamente necesaria la
puntual asistencia de los alumnos al establecimiento.”(87). Nuevamente es el
criterio disciplinario, es decir la necesidad de formar al hombre, lo que mueve a
Habich a imponer sanciones.

No era el castigo la única manera de estimular a los alumnos. En el mismo


Reglamento de la Escuela se estipula que “...El Gobierno concederá al alumno
que más se haya distinguido, al terminar sus estudios en cada sección, un sueldo
de cien soles pagaderos en Europa, por dos años; así como el pasaje de ida y
regreso, con el objeto de que complete su instrucción profesional.”(88). Esta
78 / José Ignacio López Soria

Reglamentación se llevó a la práctica como consta por las notas insertas en el


Boletín en el que se da noticia de la resolución suprema por la que se envía al
exterior a los alumnos más aprovechados (89).

La rigidez en la disciplina estaba hermanada con una cierta flexibilidad.


Habich concedía régimen de excepción para aquellos alumnos estudiosos que,
por diversas situaciones, se veían imposibilitados de cumplir el Reglamento.
Existen múltiples testimonios que atestiguan esta afirmación, pero nos
referiremos sólo algunos de ellos. “Atendiendo esta Dirección -dice Habich a
José Flores Guerra- a las razones en que se funda U. para solicitar que su Sr. hijo,
alumno de la Escuela, rinda los exámenes correspondientes al presente año tan
luego como el estado de su salud lo permita, me es grato participarle: que se
concede al alumno Dn. Carlos Flores Guerra la gracia que solicita, en virtud del
buen comportamiento que ha observado en la Escuela y de su
aprovechamiento.”(90). La más típica de estas cartas es dirigida a Carlos Basadre
y Forero. “Informado de la gran desgracia acaecida a la familia de U. con el
fallecimiento de su Sr. padre, circunstancias que lamento...me he impuesto de las
condiciones especiales en que V. ha quedado.= Probada la constancia de U. en la
carrera del estudio y mediante las circunstancias de que se halla rodeado esa para
continuar sus estudios, la Escuela accediendo a su petición exigirá de U. al fin de
1 año escolar actual, para expedirle el Título de Ingeniero de Minas, lo siguiente:
1° Examen de las clases de Geología, Metalurgia Especial (Metales usuales del
país), Teoría de Máquinas, Legislación de Minas y Topografía Subterránea.- 2o
Un proyecto de Metalurgia y de Máquinas= Los trabajos de su laboratorio
particular, serán considerados como trabajos de Docimasia= Los estudios
personales que U. pueda acompañar serán de suma utilidad y serán reputados
como trabajos de vacaciones, que se acostumbran a pedir a los alumnos; y entre
los estudios que U. pudiera tener en vista, la Escuela le recomienda las Minas de
Sal del Valle de Moquegua, situadas entre Loredo y Rinconada, en el lugar
llamado Higueras (?), sobre los cuales, en todo caso, le pediremos reunir todos
los datos posibles, acompañados de muestras= Por lo demás, la Escuela se
complace en dar a U. las mayores facilidades para la terminación de su carrera,
tantas veces interrumpida por graves acontecimientos y no omitirá medio de
Habich, el Fundador / 79

fomentar a los alumnos aprovechados como U.= Con tal motivo queda de U. muy
att° y s.s.- (firmado) E. Habich.”(91).

Las facilidades que da Habich a los alumnos aprovechados no pueden ser


mayores. Como trasfondo de estas facilidades se advierte un trato personal que se
establece entre el director y los alumnos, más allá de todo formalismo frío. Al
respeto hacia el director, se une el afecto hacia el maestro, al orientador de todos
los momentos. Citemos, como único testimonio de un sentimiento que
encontramos esparcido por muchas cartas, una comunicación de Antenor Rizo-
Patrón: “Respetado Señor: Con sentimiento no pude ver a Ud. en la Escuela la
víspera de mi salida, para pedirle sus órdenes en este asiento minero donde
pienso establecerme, trabajando por cuenta propia.- Hoy me es grato cumplir con
ese deber, llenando una falta que involuntariamente cometí.- Ud. sabe
perfectamente, Sr. Director, mi adhesión por la Escuela, así es que aceptará como
sincera la voluntad que tengo por ella y el ofrecimiento que hago de servirla en la
pequeña esfera de mis alcances.- Ofrezco a Ud., Sr. Director, mi consideración y
aprecio.- Muy att°. y obediente servidor.-(firmado) Antenor Rizo-Patrón.”(92).

Este afecto de los alumnos es la respuesta lógica al fervor de Habich por


ellos. El director se ocupa personalmente por cada uno, les facilita pasajes en los
ferrocarriles para las excursiones, allana las dificultades que se les presentan. Al
enterarse, por ejemplo, de los problemas sufridos por P. Gálvez y E. Villa en un
viaje de estudios, les escribe en términos que vierten su afecto “...por exceso de
celo en favor de U.U., tomé todas las precauciones con el presidente de la
República, con el Sor. Morales Bermúdez y hasta con las familias de cada uno de
U.U.; precauciones que han redundado en su bien. No dejen de escribirme con la
mayor frecuencia posible...no dudo que tanto por interés propio como por
consideración a la Escuela, harán todo esfuerzo para corresponder a la esperanza
que he tenido y tengo en el buen éxito...Deseándoles toda la felicidad en el viaje,
soy de U.U. vuestro affmo. Director.”(93).

Muchos son los testimonios encontrados que hablan de la preocupación de


80 / José Ignacio López Soria

Habich por encontrar trabajo para sus alumnos. Empresarios nacionales y


extranjeros acuden al director de la Escuela de Ingenieros en demanda de
jóvenes. Distribuidos por Habich, los alumnos de la Escuela llegan a ocupar
puestos importantes en Ecuador, Argentina, Chile y Panamá, además de en Perú.
Desde muchos puntos del país y del exterior llegan las cartas de los egresados
agradeciendo al director el puesto de trabajo.

La dedicación de Habich a sus profesores no es menor. El Reglamento


Orgánico señalaba dos tipos de docentes, los principales y los adjuntos. Tocaba a
los principales dictar las lecciones, tomar exámenes, cuidar los laboratorios y
gabinetes, dirigir y vigilar el cumplimiento de las obligaciones de los ayudantes y
colaborar en la dirección (94). Era esta la estructura externa del trabajo
profesoral, pero debajo de ella se esconde la labor de todos los días, la
puntualidad o impuntualidad a las clases, las amonestaciones de Habich
exigiéndoles el cumplimiento de sus obligaciones, los problemas económicos que
les aquejan y que el director sabe hacer suyos, las licencias que hay que otorgar
ante impedimentos insoslayables, en fin, la relación familiar entre dirección y
profesorado por el convencimiento de que la institución no puede marchar
regularmente si el cuerpo docente se considera ajeno a ella. Junto al cariño y la
familiaridad está también la severidad en lo que atañe al recto y cabal
cumplimiento del deber. Si era necesario se seguía un proceso para eliminar al
profesor incumplido (95). “Debo decirle, Señor Profesor, que cuando Ud. tenga
que dirigir algún pedido a esta Dirección, debe hacerlo personalmente, o por
escrito, o en la Junta Directiva, camino regular que Ud. olvida desde ya tiempo,
del mismo modo que de asistir a las Juntas Directivas y reuniones oficiales de
esta Escuela, y no por medio del Inspector en presencia de los alumnos, y en
forma cuya inconveniencia, según me comunica el Inspector, me extraña que Ud.
mismo no apreciara...sería extraño que se pudiera cambiar en una hora el plan de
Estudios perturbando el orden y marcha de la Escuela según le convenga en un
momento dado a un Profesor, o según se lo permitan sus quehaceres. Ya varias
veces se ha informado que Ud. olvida cumplir con lo que es una obligación, tanto
por mutuo respeto debido entre compañeros como por el decoro que debe
Habich, el Fundador / 81

observarse en este establecimiento y no obstante toda la buena voluntad que le ha


demostrado siempre esta Dirección cuando Ud. se ha dirigido a ella pidiendo
cambios en sus horas de clases, etc. debo decirle que, como único responsable de
la marcha ordenada y disciplina de la Escuela, no me será posible en adelante no
hacer caso de actos, como los que observo que Ud. comprenderá bien no deben
realizarse en una Institución como la nuestra. Me es sencible (sic), Sor. Profesor,
dirigirle esta prevención, lo que hago sólo en cumplimiento de mi deber.”(96).

No basta que Habich se haya preocupado de conseguir el mejor


profesorado. Debe cada día vigilar con ánimo atento para que el establecimiento
a él encomendado responda a las miras puestas en él. Para ello insiste en la
necesidad de nuevos adjuntos, en la urgencia de buscar profesores en el
extranjero (97) y en el cumplimiento regular de los maestros. Porque no duda de
la identificación del cuerpo docente con la Escuela, se atreve Habich a pedir a los
profesores su cuota de sacrificio durante los días de la ocupación chilena. Por
otra parte, atiende a sus necesidades económicas (98), comprende y siente sus
problemas (99) y procura allanarles los tropiezos con el Estado del que eran
funcionarios (100). Reconoce el director que, durante la ocupación de Lima por
los chilenos, la Escuela ha podido continuar su marcha gracias “...a la abnegación
y patriotismo de los ss. profesores, algunos que con olvido de sus intereses
personales han llenado cumplidamente sus difíciles tareas.”(101). Agradece
igualmente al profesor Granda la cesión de un local para la prosecución de las
clases, y a tantos otros “...desempeñando unos, durante la época de prueba, sus
propias clases; otros como los s.s. Izcue y Granda que han dictado además de sus
clases las que se hadaban vacantes por ausencia de sus profesores; y en fin, otros
desempeñando funciones administrativas, como los s.s. Izcue y Olaechea.”(102).

Esta colaboración es tanto más meritoria cuanto que la Escuela se


encontraba entonces sin fondos con que pagar los trabajos. Cuatro años de
marcha sembrada de dificultades habían bastado para que Habich supiese
rodearse de un grupo de colaboradores que veían en la Escuela no precisamente
una fuente de ganancia sino un establecimiento por el que merecía la pena
82 / José Ignacio López Soria

sacrificar aun intereses personales. El espíritu de Habich se había difundido entre


el primer grupo de profesores que veían en la Escuela su propia obra. No
contentos con acudir a las clases, a pesar dtf que la “buena cuenta” que recibían
no satisfacía sus necesidades, entregan libros para la biblioteca e instrumentos
para los laboratorios. Habich no estaba sólo. Detrás de él y junto a él, secundando
sus planes, apoyando sus proyectos y realizando sus ideales había unos hombres
dispuestos a sacar adelante una institución que entendían como de primera
importancia para el país. Estos hombres, los profesores, son extranjeros y
nacionales. Entre ellos, F. Wakulski, M. Du Chatanet, J. Torrico y Meza, O.
Pardo, M.M. Echegaray, P.F.Chalon, J. Granda, P.M. Rodríguez, J.R.Izcue, J.S.
Barranca, T. Elmore, J.H. Martinet, y juntos a los profesores principales, los
adjuntos A. García Godos, J.F. Maticorena, A. Elmore, T. Olaechea, D. Valdizán,
J.M. Avellaneda, P.F. Remy y B.J. Yeckel.

¿Qué sueldo pudieron percibir estos hombres en cuyos contratos se


estipulaba la cantidad de 100 soles mensuales para los principales y 50 para los
adjuntos, en una institución cuyo pliego de ingresos entre 1881 y 1883 alcanzó
los 2.510.36 soles y de los cuales los egresos en sueldos llegaron a 1.527.43'? Aun
terminado el conflicto con Chile, la penuria económica sigue rondando en la
Escuela y los profesores perciben solamente “buenas cuentas” hasta diez años
más tarde. La Escuela había devenido una gran familia cuyas bonanzas y
decadencias recaían por igual en todos sus miembros. De esta familia formaban
parte también los empleados y los obreros a quienes se exigía seriedad en el
cumplimiento del deber, pero cuyos problemas personales eran atendidos con una
cercanía desusada. Los obreros conocen los sentimientos del director y no temen
acudir a él pidiendo adelantos y todo tipo de ayuda. Un obrero, encarcelado por
transitar a altas horas de la noche y haber sido confundido con un ladrón, no ve
salida mejor que acudir a su director rogándole que interponga su influencia para
que se haga con él justicia.

No pensemos, sin embargo, porque sería ignorar muchos de los


documentos que no citamos para no caer en un eruditismo redundante, que no
hubo tropiezos en la marcha de la Escuela. Las dificultades con el Gobierno, con
Habich, el Fundador / 83

San Marcos, con los profesores y alumnos llenan muchas páginas del archivo.
Insistimos, no obstante, en que por encima de las dificultades se respiraba en la
Escuela un clima de familiaridad debido principalmente a la obra del director.

Así fue desarrollándose el proceso académico de la institución. Los cursos


se iniciaban en abril y concluían en noviembre. Rendidos los exámenes, los
alumnos salían a los centros mineros y a los valles para hacer estudios sobre el
terreno. El resultado de estos estudios era recogido en memorias que los alumnos
tenían que presentar en la Escuela. Con la entrega de memorias en marzo, se
cerraba propiamente el año escolar. El 15 de marzo se abría la matrícula para el
nuevo año y se cerraba indefectiblemente el 31 del mismo mes.

6, Base económica

¿Con qué medios económicos contaba la Escuela para cubrir los gastos de
su mantenimiento? No queremos alargarnos en un tema de cuyos detalles hemos
dado cuenta en el primer volumen de la historia de la UNI. Creemos necesario,
sin embargo, incidir en algunos puntos por la participación que en ellos tuvo
Habich

La ley del Congreso creando la Escuela de Minas, promulgada el 20 de


enero de 1875, decía “Art. 3o Consígnese en el presupuesto general, por una sola
vez, la cantidad de cincuenta mil soles, para los gastos que demanden la
instalación, mobiliario, viaje de profesores, libros y demás útiles que se necesiten
para la Escuela de Minas. Art. 4o Vótese igualmente en el presupuesto general, la
cantidad de veinticinco mil soles anuales para los sueldos y demás gastos
permanentes de dicho Establecimiento.- Art. 5o La instrucción que se da en la
Escuela de Minas será gratuita...”(103).

A pesar de los artículos citados, Habich se vio necesitado de acudir una y


otra vez al Ministerio para que se emitiesen las partidas correspondientes a la
Escuela y que los Congresos trataban de utilizar con otros fines. Era preciso
86 / José Ignacio López Soria

comienzan a pagarse los haberes devengados (114). En 1883, por servicios


prestados desde enero del 81 hasta octubre de 1883, se adecuaban a Habich
12.133.00 soles de los 13.000.00 que debería haber recibido. Las deudas a los
profesores oscilaban entre 3.066.00 y 1.532.00 soles (115). En enero de 1886 se
seguían adeudando a Habich 15.971.84 soles (1 16).

Muy lamentable debió ser esta situación para Habich tanto por el problema
personal que le creaba como por las penurias a que obligaba a los profesores que
hicieron posible la continuidad de la Escuela durante la ocupación chilena. No es
pues de extrañar que en múltiples comunicaciones dirigidas al Ministerio de
Instrucción y al Ministerio de Hacienda, insista Habich en la necesidad de que se
paguen los sueldos devengados a sus profesores (117).

La regularización de la recaudación del impuesto permitió a la Escuela ir


restableciéndose y cumplir con las obligaciones contraídas con el personal que en
ella trabajaba. A pesar de la penuria del personal docente, administrativo y de
servicio, buena cantidad de lo recibido entre los años 83 a 89 se destinó a la
compra de materiales de enseñanza.

7. Funciones que la Escuela cumple en la sociedad

Supuesta la estructura de Gobierno, administrativa, económica y


académica de la Escuela, esbocemos las funciones que desempeñaba en la
sociedad. Dichas funciones, que debían responder a los fines para cuyo
cumplimiento naciera la institución, pueden extraerse en primer lugar de las leyes
de creación que norman su funcionamiento.

En la ley del 20 de noviembre de 1875 se determinaba en el artículo


primero que el establecimiento tenía por objeto “...dar la instrucción necesaria
para el laboreo de minas y el beneficio de metales.”(118). Esta finalidad se
especifica más concretamente en el Reglamento Orgánico de la Escuela Especial
Habich, el Fundador / 87

de Construcciones Civiles y de Minas, en 1876 “...formar Directores y


conductores de trabajos de ingeniería civil, de explotación de minas, de
establecimientos metalúrgicos e industrias químicas, propias del país.”(119).
Finalmente, la ley del 5 de diciembre de 1879, por la que se fijan las bases de la
organización de la Escuela, señala “Art. Io El objeto de la Escuela Especial de
Construcciones Civiles y de Minas, es formar ingenieros de Construcciones
Civiles y de Minas, Arquitectos, peritos agrimensores y Directores de industrias
del país.”(120).

Las leyes nos dicen solamente qué funciones debía cumplir la Escuela,
pero no puede deducirse de ellas cuáles haya de hecho cumplido. Conviene
advertir sin embargo que lo que fuera pensado como simple Escuela de Minas en
1875, nace de hecho en 1876 como Escuela de Construcciones Civiles y de Minas
y se abre pronto a otras industrias y a la formación no sólo de ingenieros sino de
peritos agrimensores o ayudantes de los primeros.

¿Qué medios usó Habich para que la institución a él encomendada


desempeñara las funciones que el país esperaba de ella? La misión no era
ciertamente fácil. Hasta 1876 el Perú se abasteció de ingenieros extranjeros que
al servicio del Estado eran contratados principalmente en Francia. Nuestra
industria dependía, pues, de talentos importados. No sólo se importaban
instrumentos y técnicas sino incluso los profesionales que explotarían las
riquezas en función, generalmente, de intereses foráneos. Los alumnos salidos de
la Escuela de Artes y Oficios no tenían la preparación suficiente para la dirección
de esas explotaciones. No pocos peruanos, sin embargo, acudieron a las escuelas
técnicas europeas en busca de una formación que no se daba en nuestro medio.
Pronto comienzan a aparecer en la nómina de Ingenieros del Estado nombres de
peruanos graduados en Europa. Pero este recurso tampoco bastaba para atender a
las necesidades de industrialización del Perú del último tercio del siglo
diecinueve. La Escuela venía, pues, a llenar un vacío en el sistema educativo del
país creado por la declinación del guano. Era esta su misión y su tarea. Una
misión ideada por los grupos de poder económico que tenían en sus manos las
88 / José Ignacio López Soria

fuentes productivas y para cuya explotación dependían del capital humano de


más allá de nuestras fronteras.

Habich entendía bien esta situación, como advertimos por su empeño en


orientar la enseñanza en función de las necesidades del país. Formado en un
ambiente liberal, que dominaba por entonces las estructuras socio-económicas,
políticas e ideológicas a pesar de las críticas al sistema elaboradas por Marx y los
socialistas, orienta Habich la Escuela dentro del marco de liberalismo en orden a
servir a los intereses económicos que dirigían la política peruana. Europa se
debatía entre el afianzamiento del capitalismo y los surgentes socialismos. El
desconocimiento de las teorías socialistas por parte de Habich es perfectamente
explicable si tenemos en cuenta que cuando él salió de París en 1869 las críticas
de los socialistas se escuchaban solamente en ambientes obreros y en reducidos
círculos de intelectuales y politicólogos. La comuna de París, primer ensayo de
gobierno proletario, llegará todavía en 1871. Sólo después de este
acontecimiento, las teorías socialistas, cada día más radicalizadas, abandonan los
clubes y falansterios para lanzarse a la acción política. Para entonces Habich está
ya en el Perú en donde se desconocerá el movimiento de las nuevas ideas hasta
que González Prada difunda el anarquismo bakunista y el sindicalismo.

El Perú, cuya economía convalecía del golpe asestado por la decadencia


del guano, estaba reorientando sus miras hacia otras fuentes productivas. La
Escuela de Ingenieros, fruto ella misma de estas orientaciones, contribuirá muy
eficazmente a la concreción de las nuevas tendencias en la economía peruana. La
Escuela de ingenieros no sólo cumple la misión de instrumento útil al servicio de
esas tendencias sino que es, al mismo tiempo, gestora de la consolidación
económica, social e ideológica del grupo social que las representa. Es más, dado
el papel jugado por la Escuela en la afirmación de la economía nacional y en la
formación de gentes más capacitadas para la dirección de esa línea económica,
puede decirse que la Escuela contribuyó también a posibilitar la mayoría de edad
de los “civiles” y, por tanto, a empujar al grupo hacia el dominio de los centros
del control político.
Habich, el Fundador / 89

A una misma situación, que se presenta como un reto, Habich y González


Prada dan respuestas diversas. Para Don Manuel la declinación de la economía
nacional era un síntoma evidente de decadencia de la clase dominante y ello le
lleva a considerar que el naciente proletariado y los jóvenes intelectuales son las
únicas reservas no contaminadas para una reconstrucción del país que pasa por la
destrucción de la máquina estatal y por una adhesión ferviente al élan vital
creador. Para Eduardo de Habich, tal decadencia se debe a la ineficaz explotación
de las riquezas naturales, siendo necesario, por tanto, buscar, como el remedio
más eficaz para enfrentar el reto del desarrollo, la tecnificación de los medios
producción y la organización de la sociedad desde una perspectiva liberal.

Aunque tenía muy presente la urgencia de formar peruanos capaces de


dirigir el proceso de industrialización, Habich no olvidaba que dicho proceso
requería del capital extranjero para su desarrollo en plenitud. De esta manera,
Habich contribuiría a incorporar el Perú al mercado internacional, con lo que ello
implica de relaciones de dependencia con respecto a países tecnológicamente
más adelantados que el nuestro. Por las publicaciones de la Escuela las riquezas
naturales del país serían conocidas en los medios inversionistas del exterior.
Afluyeron, entonces, los capitales que, si bien permitieron dar el segundo paso
hacia la industrialización -el primero podría ser la extensión de la red vial
iniciada en la época inmediatamente anterior- contribuyeron, por otra parte, a
unir nuestro desarrollo a los intereses de los países prestamistas y a los grupos de
poder económico empeñados en el acaparamiento de la dirección de los negocios
mundiales. La Escuela de Ingenieros, que aumentaba los caudales de grupos bien
diferenciados dentro de nuestro marco social, unía los intereses de este grupo
interno a los de los grandes trust económicos occidentales.

Estas eran las fuerzas en juego en la creación de la Escuela de Ingenieros y


que no podemos olvidar si pretendemos comprender en plenitud la significación
de este evento para la historia del Perú. La proyección de la Escuela escapa, pues,
al estrecho espacio encerrado entre sus muros para referirse al panorama
geográfico y humano del Perú total y aun a los más complejos problemas de la
90 / José Ignacio López Soria

historia occidental. Si hasta ahora hemos mirado la institución desde dentro para
examinar su organización, es preciso verla ya desde fuera y ubicarla, analizando
sus funciones, en un marco más amplio que le dé sentido. La vida misma de
Habich adquiere significación plena dentro de este marco. Si descuidásemos este
aspecto, en un afán por ceñirse a los esquemas tradicionales de las biografías, no
sólo se nos volvería incomprensible el personaje sino que nuestro mismo trabajo,
hecho de muchas horas de investigación y rastreo, devendría una narración
cronística, pero carente de valor histórico. Aislado del proceso histórico, el
individuo pierde significación para el historiador.

La Escuela de Ingenieros, nacida para responder a las necesidades del país


en lo referente a la industrialización, cuenta para cumplir sus funciones con los
siguientes medios: 1. Enseñanza teórico-práctica orientada hacia la formación de
profesionales capaces de dirigir el proceso de explotación de las riquezas
naturales; 2. Capacitación de mandos intermedios, peritos en ciertas técnicas, que
secunden la labor de los ingenieros; 3. Laboratorios que no sólo llenan las
necesidades de prácticas en la enseñanza sino que atienden los pedidos de
ensayos en general del Estado y de particulares; 4. Publicaciones científicas que
recogen las investigaciones de los profesores, difunden noticias sobre cuestiones
técnicas y económicas y dan a conocer en el interior y el exterior nuestras
riquezas naturales; 5. Participación de muchos de los componentes del cuerpo
docente en comisiones oficiales.

En carta al Vocal de Obras Públicas de Montevideo, hace Habich un buen


resumen de las funciones de la Escuela. Después de referirse a la formación de
ingenieros, le dice a J. Leroy que “Además de lo dicho la Escuela da instrucción
necesaria a Geómetras, Agrimensores Peritos de Minas .. Los Estudios en la
Escuela son de carácter doble: teóricos y prácticos. Los prácticos consisten en
trabajos de Laboratorios, de oficinas metalúrgicas, Gabinetes, Museos, y se
completa además de una manera especial en tiempo de vacaciones, para los
alumnos de la Sección de Minas con excursiones dirigidas por los profesores, a
los Asientos Minerales, que se estudian bajo sus aspectos geológicos, de
Habich, el Fundador / 91

explotación de minas y metalúrgico, atiende de un modo especial a los trabajos


topográficos, tan importantes en el Perú. Los alumnos de Construcciones Civiles
se ocupan en vacaciones en trabajos topográficos, estudios de Obras Urbanas,
hidráulicas interiores o marítimas, ferrocarriles, etc. Como resultado de estos
estudios los alumnos escriben informes especiales sobre ellos, y los Profesores
Memorias que en mucho influyen y han influido ya en hacer conocer las riquezas
naturales del país y los mejores modos de explotarlas.- A este primer papel que
desempeña nuestra Escuela, como Establecimiento de enseñanza profesional, se
agrega otro más general, que es el de organizadora y Directora de las Escuelas de
Capataces y Contramaestres de Minas, de las que la del Cerro de Pasco existe
hace ya tres años, y las de Ancash y Puno están en vía de instalación; y también,
como reunión de medios y especialistas, viene a ser un Cuerpo Consultivo en el
País, particularmente en cuestiones de inventos, patentes, etc. Sirve en una
palabra de Consejero y dirimente oficial en todas las cuestiones que se relacionan
con la profesión de Ingeniero en General...Por ahora, para mayor claridad, tengo
el gusto de enviarle...un tomo de los Anales que publica la Escuela, y por el que
podrá Ud. formarse idea de las memorias que redactan los Profesores luego de
terminadas las escursiones (sic)...”(121).

Al unir teoría y práctica, haciendo consistir a ésta en el análisis concreto


de nuestras riquezas a través de los laboratorios y de la observación directa de los
yacimientos mineros o de las áreas en las que haya que ejecutarse obras de
construcción, consigue Habich que los alumnos de la Escuela no sólo salgan de
ella provistos de los conocimientos teóricos para el buen desempeño como
ingenieros en cualquier circunstancia, sino más concretamente orientarlos hacia
las necesidades reales del país y hacia los medios más adecuados para responder
a los problemas que la explotación de la riqueza natural plantea al ingeniero en el
Perú. Las excursiones científicas cumplían, pues, varios cometidos. Por una parte
servían al alumno como ejercicio práctico de lo aprendido en los cursos, por otra
parte, contribuían a que alumnos y profesores se familiarizasen con los
problemas reales del país. Se conseguía así la capacitación de los unos y la
orientación de la enseñanza por los otros según la observación de nuestra
92 / José Ignacio López Soria

realidad. Finalmente, al verter el profesor los conocimientos adquiridos en una


memoria, que luego era publicada por los Anales o por el Boletín, se daban a
conocer a los inversionistas nacionales y extranjeros las riquezas naturales y los
medios para explotarlas.

De esta manera se van formando los alumnos hasta conseguir la profesión


de ingeniero. A la muerte de Habich, en 1909, después de 33 años de la creación
de la Escuela, eran 217 los ingenieros titulados. De ellos, 160 ostentaban el título
de Ingeniero de Minas, 9 de Industriales y el resto de Construcciones Civiles. Por
otra parte, se habían titulado de Peritos Agrimensores de Minas 32, y 5 de
Peritos Agrimensores de Predios Rústicos y Urbanos (122). No consignamos en
estas cifras los que fueron alumnos y abandonaron los estudios, ni a los que
habiendo acabado no se habían graduado en 1909. El total de egresados ascendía
a 267, incluyendo la promoción que terminara en 1909, a los pocos meses de
morir Habich (123).

La mayor parte de los titulados pasaba a trabajar como Ingeniero del


Estado o en las empresas privadas. Algunos fueron llamados al extranjero para
colaborar en obras de tanta transcendencia como la apertura del Canal de
Panamá. El auge que experimenta la minería a partir de la penúltima década del
siglo pasado debe ser, pues, en gran medida, atribuido al capital humano
preparado en la Escuela de Ingenieros.

No es menos importante, entre las funciones desempeñadas por la Escuela,


la gestación de un grupo social, el de los profesionales técnicos, inexistente hasta
entonces en el Perú. Ni los graduados en la Facultad de Ciencias de San Marcos,
ni los egresados de la Escuela de Artes y Oficios, habían conseguido influir
suficientemente como para dar paso a la formación de un nuevo grupo social. Los
primeros se adscribían a los profesionales liberales de carácter humanístico, y los
segundos no llegaban nunca al nivel de profesionales. Con el surgimiento de un
número de ingenieros cada día en aumento a partir de 1880 se va formando el
nuevo grupo social de profesionales técnicos, procedentes en su mayoría de las
Habich, el Fundador / 93

familias dueñas de los medios de producción. En ellos, el rancio aristocratismo


familiar va cediendo el paso a maneras nuevas de percibir y de valorar la realidad.
Un utilitarismo positivista se infiltra en sus mentes acostumbradas, a lo largo de
los años de formación técnica, a racionalizar el esfuerzo para obtener el mayor
rendimiento. La misma orientación de la Escuela, volcada hacia la tecnificación
progresiva de los medios de producción, depositará en ellos el germen del
utilitarismo que se incubará y madurará luego al contacto directo con la realidad.
La búsqueda de la utilidad, como motivo impulsor de la conducta, y la cercanía al
positivismo como metodología de aprehensión de la realidad se hermanan en la
formación que se imparte en la Escuela. Los egresados, sin ser necesariamente
conscientes del cambio de mente que esto suponía y sin adentrarse en los
fundamentos filosóficos del positivismo y del utilitarismo, se adscriben a estas
maneras de percibir y de valorar convirtiéndose en los portadores efectivos de
una nueva visión del mundo. Además, este utilitarismo positivista se aúna al
liberalismo económico y social, gestándose así el clima propicio para la
constitución de una burguesía urbana tecnificada que no tardará en aspirar al
dominio de los centros del control político.

La vieja aristocracia terrateniente, conformada en los días de la Colonia


por los descendientes de los conquistadores de la tierra e integrada luego por
advenedizos militares que supieron aprovechar bien el momento fugaz de la
independencia, había sido suplantada por los grupos económicos emparentados
con los inversionistas extranjeros del guano y de las vías de comunicación. Al
calor de los grandes empréstitos, de los sistemas de comercialización del guano y
de las construcciones públicas, se fue gestando un grupo social, prominentemente
financista, que recibió el golpe de gracia en la Guerra del 79. A partir de esta
época, se abre paso en nuestra sociedad el grupo de profesionales técnicos,
integrado en su primer momento por ingenieros de construcciones civiles y de
minas, que cuenta no sólo con el arma de su profesión sino con el dominio de los
yacimientos mineros y con una manera nueva de percibir y de valorar. No se
trata, pues, en la primera etapa, de hombres especializados que venden a muy
buen precio su fuerza de trabajo. Son más bien hijos de mineros y de surgentes
94 / José Ignacio López Soria

industriales que laboran en sus propias empresas, a las que impulsan más
eficazmente. Asistimos, pues, como consecuencia de la apertura de la Escuela de
Ingenieros, al nacimiento de una burguesía urbana que hará de la técnica un útil
instrumento al servicio de intereses particulares y colectivos. La utilidad es el fin
máximo, el método positivo el camino hacia ese fin, y el liberalismo la visión
desde la que se organizan la sociedad y las relaciones humanas. Esta burguesía,
unida en un principio a los intereses del capital extranjero, invertido en el Perú,
se irá consolidando a su sombra hasta constituirse en grupo social diferenciado
en épocas que escapan a los estrechos límites de esta biografía.

Hemos señalado, como segunda función desempeñada por la Escuela de


Ingenieros, los ensayos y análisis practicados en los laboratorios a pedido de
instituciones estatales y privadas. “Para completar debidamente la organización
de la Sección de Minas, que, según el plan adaptado -anota Pedro Félix Remy-
existe en la EE. de Ingenieros, era absolutamente indispensable la creación de un
Laboratorio de Docimasia en que los alumnos pudieran adquirir conocimientos
prácticos y acostumbrarse a ejecutar ensayes, análisis y demás trabajos de
Química Industrial, Docimasia, Metalurgia, etc. A fin de Henar, pues, esta
necesidad, la Escuela solicitó al Supremo Gobierno en el año de 1877 los fondos
necesarios para la compra en Europa de los aparatos, útiles y materiales
indispensables para establecer un Laboratorio de Docimasia...”(124).

Estando en Francia Estanislao Folkierski, ingeniero y decano de la


Facultad de Ciencias de San Marcos, es encargado de adquirir los aparatos para el
laboratorio que, embalados por Maurice du Chatanet,. ya electo profesor de la
Escuela, llegan a Lima. “Hasta la fecha el Laboratorio ha servido solamente para
la práctica de los alumnos; pero la Escuela tiene el propósito de unirle una
Oficina Central de ensayes en la que las industrias del país, en especialidad en la
minera, hallen un punto de garantíaoficial para sus ensayes...”(125). Conociendo
la orientación de la pedagogía de Habich, no nos extraña que la primera función
de los instrumentos conseguidos en Europa fuese servir de ejercicios prácticos
para los alumnos que verificarían en ellos las teorías aprendidas en el aula e
Habich, el Fundador / 95

incluso utilizarían como fuente nueva de conocimientos. Pero la aplicabilidad de


tales instrumentos rebasa la mera función de aprendizaje y deviene muy pronto,
por decisión del mismo Habich, en laboratorio en donde se observan y
experimenten los nuevos hallazgos en el terreno de la tecnificación del laboreo de
minas y de otras industrias. La Escuela cumplió de hecho ese propósito
anunciado por Remy.

En la memoria correspondiente al segundo semestre de 1909 y primero de


1910, se anuncian los datos relativos al Laboratorio. El número de ensayos
practicados a pedido de particulares y de instituciones oficiales, entre julio de
1909 y julio de 1910, fue de 1349. Los más importantes ensayos son: 263 de oro,
272 de plata y 195 de cobre. En lo más bajo de la escala se encuentran los
ensayos de mercurio, en número de 2; se hacen también 15 análisis de carbones,
32 de guanos, y algunos otros de tejidos, papel, petróleo, agua mineral, sal de
cocina, azufre y loza (126).

Para advertir el tipo de servicio que la Escuela prestaba a la industria


nacional, recuérdense las páginas anteriores en las que detallábamos las
instalaciones de las que dejó Habich dotada a la Escuela. De la enumeración que
allí hicimos podemos fácilmente inducir que la aspiración de Habich de que la
Escuela sirviese al proceso de tecnificación del país era ya una realidad
constatada en 1909.

Profunda satisfacción sentía Habich, y lo traducirá en su estilo lacónico en


múltiples comunicaciones, al advertir que la obra ideada era la respuesta al reto
que significó para él el abandono de la casaca militar y la vida intelectual de
París. Al final de sus días miraba la obra, perfectible todavía en muchos aspectos,
con la profunda complacencia de quien se vive expresado en una institución que
perdurará más allá de los cortos años de la vida de un hombre. Esta breve
enumeración de los servicios que la Escuela brinda a la sociedad nos está
diciendo que si en un principio la vida de la Escuela estuvo marcada con el sello
personal de Habich, a su muerte, el establecimiento había adquirido una dinámica
96 / José Ignacio López Soria

propia que traspasaba las fronteras de lo individual. He aquí, para nosotros, el


mérito fundamental de un hombre que, al volcar su energía en una institución,
hace que su mismo vivir se llene de sentido en función de la obra creada. La
Escuela de Ingenieros era parte de Habich, su poema, su hechura.

A través de las publicaciones científicas, la Escuela desempeña la


importante función de dar a conocer las riquezas naturales del país en los medios
financieros, activando así la ola de inversiones del capitalismo extranjero que
experimentó el Perú en los últimos años del siglo XIX. Por decreto del 3 de julio de
1876 se autoriza a la Escuela a “...establecer una publicación especial, que tenga
por objeto el cultivo y propagasión (sic) de todos los conocimientos científicos, que
puedan contribuir al desarrollo e incremento de las Obras Públicas y de la industria
nacional...”(127).

La primera publicación llevó el nombre de Anales de Construcciones


Civiles y de Minas del Perú y se inició en 1880. En la Introducción señala
Habich que “Al procurar la creación de este periódico, la Dirección de la Escuela
tuvo en mira contribuir a hacer conocer en el país y en el extranjero, las riquezas
de todo género que encierra el suelo peruano, y los medios más fáciles y
productivos de explotarlas; el estado de las industrias nacionales, su importancia,
los métodos practicados y sus ventajas y defectos; la cantidad y calidad de los
productos de estas industrias, y los medios de aumentar la una y mejorar la otra;
y en fin, todo aquello que con estos objetos tiene directa relación. Las Obras
Públicas llevadas a cabo en el país debían también formar parte, y no pequeña, de
esa publicación, tanto por la influencia que ejercen en la industria y en la marcha y
desarrollo de la Nación, como por la importancia que muchas de ellas tienen en sí
mismas, como construcciones. No dejó de influir también en el ánimo de la
Dirección de la Escuela, al pedir la creación de este periódico, el deseo de poseer
una publicación que le fuese dado canjear con las del mismo género que dan a luz
Escuelas y Establecimientos análogos en el extranjero, y que tanta materia
contienen de alto interés para la industria y las construcciones.”( 128). Los Anales
recogían los trabajos de investigación de científicos y profesores y las memorias
Habich, el Fundador / 97

redactadas por éstos con motivo de las excursiones vacacionales. El primer


volumen apareció el 2 de octubre de 1880 con seis artículos que llenan 399
páginas. En él, Raymondi escribe sobre el magistral usado para el beneficio de la
plata, Du Chatanet presenta un extenso trabajo describiendo el estado de la
industria minera en Cerro de Pasco, sobre las minas del departamento de La
Libertad escribe Delsol una memoria, Martinet expone la participación del Perú
en la Exposición Internacional de París de 1878, Raymondi añade un apéndice al
Catálogo Razonado de los Minerales del Perú, y, finalmente, Remy redacta unos
apuntes sobre el Laboratorio de Docimasia de la Escuela. Además de trabajos
sobre procedimientos técnicos en general y sobre las instalaciones de la Escuela,
se publican en la revista estudios acerca de los más ricos yacimientos
mineralógicos peruanos, sobre legislación de minas y aun temas histórico-
arqueológicos.

Los siete volúmenes de que consta la colección de los Anales, de los que
seis pertenecen a la primera serie que abarca desde 1880 a 1887 y uno a la
segunda aparecido en 1901, reúnen 26 trabajos, además de las introducciones de
Habich. Quince de estos artículos se refieren a la minería, tres al Laboratorio de
Docimasia, dos a las construcciones en el Antiguo Perú, dos a legislación minera
e industrial, uno a metalurgia, aguas mineras, aguas potables y otro, finalmente, a
la Explotación Internacional de París de 1878. Antonio Raymondi contribuye con
seis artículos, P.E. Remy con cuatro, J. Torrico y Mesa, T. Olaechea, P.F. Chalón
y M. du Chatanet con dos cada uno, y E. Delsol, E. Martinet, L. Pflucker y Rico,
R. de la Fuente, A.L. Nolf, A.A.Elmore, M. Fort y J.A. Loredo con uno cada uno.

No es difícil inducir que la minería era la primera preocupación de la


Escuela, pues de los 26 artículos, 20 se refieren de una u otra manera a temas de
minería.

Los Anales tenían una amplia difusión. Llegaban no sólo a instituciones y


particulares radicados en el Perú, sino a los más importantes centros de estudios e
instituciones dedicados a trabajos mineros en Europa y América. A través de esta
98 / José Ignacio López Soria

publicación consiguió la Escuela de Ingenieros de Lima dar a conocer las


riquezas mineras del Perú, contribuyendo así a impulsar la actividad inversionista
de los grupos económicos occidentales en nuestro suelo. Por otra parte, los
Anales significaban para la Escuela una fuente de canjes con otras publicaciones
científicas de instituciones americanas y europeas, principalmente francesas,
italianas, alemanas y españolas.

Desconocemos el número exacto de ejemplares repartidos de los Anales,


pero calculamos en unos 500 pues será luego el número aproximado de
ejemplares del Boletín que viene a suplir a los Anales. De los 500, 100 quedaban
en el Perú, 150 pasaban a Europa, unos 60 se repartían por América, quedándose
la Escuela con el resto para futuros canjes. La publicación de los Anales se
interrumpió en 1901

Habich había pensado en la necesidad de una publicación que sirviese


como complemento de los Anales con una periodicidad más regular y con un
contenido más ágil. Tal publicación apareció en marzo de 1885 con el nombre de
Boletín de Minas, Industrias y Construcciones. En la introducción al primer
número anota Habich que al fin es posible dar a luz el proyecto “...con el
propósito de tratar de todo lo que se refiera a los intereses industriales del país, y
de seguir el curso progresivo que diariamente reciben todos los ramos de la
industria.- Nuestro programa será, pues, el siguiente: Io Tener al corriente a los
mineros, industriales y constructores, de los procedimientos nuevos que hayan
recibido alguna sanción práctica, y que ofrezcan una aplicación útil al país.- 2o
Tratar de todo lo que se relacione con la industria minera del Perú y de las
Repúblicas vecinas, haciendo las observaciones a que se presten los sistemas de
explotación.- 3o Discutir las cuestiones económico-industriales, y seguir el
movimiento de los mercados nacional y extranjero en lo relativo a los productos
peruanos y a los que se internan con destino a las esplotaciones (sic) del país.- 4o
Estudiar las vías de comunicación bajo el punto de vista de las distancias y gastos
de trasporte (sic), así como las variaciones en los precios del jornal.- 5o Registrar
las leyes y decretos que interesen a las minas, industria y construcciones,
haciendo sobre ellos las observaciones a que se presten.- 6o En fin, insertar los
Habich, el Fundador / 99

anuncios, avisos y noticias que se relacionen con los mismos ramos.”(129).

Gracias a la colaboración de los centros científicos europeos y americanos,


de los industriales y hombres de ciencia, y todas aquellas personas que se
interesen por el progreso de la industria peruana, cree Habich que el Boletín se
convertirá en “...una publicación verdaderamente útil para todas las industrias
nacionales, y un órgano autorizado en todo lo que las concierne.”( 130).

El Boletín saldrá una o dos veces al mes al costo de 1.20 soles por
trimestre, 2.00 soles por semestre y 0.40 soles por número suelto. Dada la índole
de la publicación, se edita en 8 hojas tamaño folio, de fácil manejo. Su estructura
conserva siempre cierta regularidad. Suele comenzar con los decretos
gubernamentales sobre temas de industrias y comercio, emitidos en el mes
anterior. Viene después una sección que abarca artículos diversos, que cuando
son largos se publican por entregas, sobre temas técnicos. Se incluyen también
noticias sobre la Escuela de Ingenieros, además de la sección “Variedades” que
inserta noticias breves sobre comercio, industria, novedades técnicas,
comunicación etc. En la Sección “Precios Corrientes” se indican los precios
promedios de los minerales en el transcurso del mes

El Boletín permitía a la Escuela un canje permanente de publicaciones


periódicas con otras instituciones internacionales. A manera de ejemplo
señalamos que durante el segundo semestre de 1901 y primero de 1902, la
Escuela recibió 134 publicaciones periódicas científico-técnicas de las que 127
entraban por concepto de canje (131). En el último año de gobierno de Habich,
1909, se repartieron 503 ejemplares, 229 en el Perú, 101 en América y 173 en
Europa. Muchos de los libros de la biblioteca, que en 1909 sumaban 9,564,
habían llegado a través del sistema de intercambio que facilitaba el Boletín (132).
Habich podía estar satisfecho. Las publicaciones en que tanto empeño pusiera
estaban cumpliendo los objetivos propuestos: dar a conocer el Perú, fomentar el
estudio de nuestra realidad y servir de intercambio con las publicaciones de los
centros técnicos y científicos del mundo.
100 / José Ignacio López Soria

Finalmente la Escuela se ponía al servicio de la colectividad a través de las


comisiones encargadas por particulares e instituciones estatales a los profesores.
Hemos desarrollado ampliamente este punto en el primer tomo de la historia de la
UNI.

El Perú supo reconocer los méritos de un hombre que, aunque extranjero,


se entregó por entero a una obra cuyos frutos podemos medir hoy día. Es cierto
que no faltaron opositores a la Escuela de Ingenieros. Hemos desarrollado ya las
dificultades puestas por la Facultad de Ciencias de San Marcos, pero estos
obstáculos fueron allanados en breve dado el apoyo de Manuel Pardo y la
influencia de hombres como J. Granda y C.I. Lissón que, aunque centrados en
San Marcos, prestaban eficientes servicios en la Escuela. El incidente provocado
por Carreño, del que hemos dado cuenta en páginas anteriores, hizo que los
mismos periódicos denunciaran la imprudencia de Carreño y salieran en defensa
del director de la Escuela. Más rudo fue el golpe asestado por la guerra con Chile.
La Escuela se vio privada de los medios económicos que el estado le había
asignado para su subsistencia. De todas estas dificultades iba saliendo airosa la
Escuela y con ella Habich. La calidad humana, la capacidad técnica y la entrega
al Perú eran tan evidentes que deshacían por sí solas cualquier intriga.

En 1894, un interesado en desprestigiar a la Escuela, guiado por un


nacionalismo chauvinista, llegó a atacar a Habich acusándole de haber hecho de
la institución “...centro que alimentaba y encumbraba a un extrangero (sic), el
núcleo de esos desgraciados polacos que aquel sostiene...”(133). Nuevamente el
periodismo nacional sale en defensa del director de la Escuela haciendo un
recuento elogioso de las obras de la Escuela. “Por decoro del país, por dignidad
propia, no hubiéramos deseado tratar este punto; pero como él quizás es uno de
los que sirven de fundamento a la cruzada de desprestigio iniciada y sostenida
contra la Escuela de Ingenieros, preciso y forzoso nos ha sido aludir a él para
escudriñarlo y destruirlo.- El señor Habich, Director de la Escuela de la que
tratamos, es una persona cuya pemianencia en Lima nos honra y enaltece.
Hombre educado, científico de limpios antecedentes y ejemplar conducta, nada
Habich, el Fundador / 101

hay que reprochar en él; y como Director y fundador de la Escuela, mucho le


debe ésta y mucho le debemos los peruanos. Firme por carácter, austero por
organización y habituado al trabajo, su labor en el puesto que desempeña ha sido
siempre digna, recomendable y de proficuos resultados. Que lo digan si no los 75
jóvenes a quienes ha dado una profesión honrosa y lucrativa y para quienes, si
algunas veces fue profesor severo, otras a sido amigo cariñoso y protector
decidido.- En buena hora que rechacemos a extrangeros (sic) que vienen a
disgustarnos... pero a extrangeros (sic) como el Sr. Habich, que educa e ilustra a
nuestra juventud, que nos inculca hábitos de orden y sobriedad, que nos
comunica los secretos de la ciencia,_ que ilustra con sus luces y nos ayuda con
honrados esfuerzos, que procura mediante una propaganda activa, sean conocidos
y apreciados en Europa los veneros de riqueza que oculta nuestro suelo; que
forma su hogar entre nosotros y que nos acompaña con el mismo interés, con la
misma lealtad, ora en nuestros días amargos, ora en nuestros momentos felices;
extrangeros (sic) así, extrangeros (sic) como Habich, que vengan muchos, que
vengan siempre, porque esos no son ni pueden ser estraños (sic) en el Perú.- y
conste...que no tenemos el agrado de contarnos en el número de sus amigos, ni
nada tenemos que hacer con él ni con la Escuela que dirige. Testigos imparciales
de sus procederes, decimos la verdad, porque sabemos que mucho importa al
Perú conocerla en ésta como en otras cuestiones.” (134).

Hemos querido dejar éstas como palabras finales porque difícilmente se


puede resumir la labor desempeñada por Habich como director de la Escuela
Especial de Construcciones Civiles y de Minas más calurosa y verazmente a un
tiempo.
102 / José Ignacio López Soria

Notas del capítulo II


1. Leyes y Reglamentos de la Escuela de Ingenieros. Lima, impr. de la Esc.
De Ingenieros, 1905. p.3

2. Ibid. p.3-4

3. In Archivo de la Escuela de Ingenieros. Documentos de la Escuela 1876­


78-79 fol.18-19

4. Boletín de Minas, Industrias y Construcciones. Lima, 18 (7) : 50, ago.


1901

5. Loe. cit.

6. Loe. cit.

7. Boletín ..., Lima, 20(1): 3, mar. 1904

8. Ibid. 20 (2) : 10, abr. 1904

9. Ibid. p .ll

10. Loe. cit.

11. Ibid. p.11-12

12. Ibid. p.12

13. Loe. cit.

14. Fuentes, Manuel Atanasio - Boletín Oficial de Instrucción Pública. Serie 1a


Reglamento y Disposiciones Generales, t.l Lima, impr. del Estado, 1876,
p.218. Las palabras de Granda son para nosotros testimonio indudable no
tanto por la calidad científica de quien las pronuncia cuanto por el
conocimiento que como profesor de dicha Facultad tenía.

15. Boletín ..., Lima, 3 (5), may. 1887

Habich, Eduardo J. de - (Introducción al vol. 3o del Boletín). Boletín...,


Habich, el Fundador I 103

Lima, 3 (1):1, ene.1886

Este mismo criterio se encuentra en las introducciones a los Anales.

Ver también Datos referentes a la Escuela de Ingenieros, impreso de 40


pág., con un sello en rojo de la Junta Económica de la Escuela.
TESORERIA, signado y fechado en ago. 21/887 por Luis D. Zevallos, por
entonces Tesorero de la Escuela.

Habich, Eduardo J. de - Breve Historia de la Escuela. Boletín. ., Lima,


17(7): 49-51, ago. 1901

Habich, Eduardo de - Escuela de Ingenieros de Lima. Boletín..., Lima,


20(1) : 3-4. mar. 1904 y 20 (2) : 10-12, abr.1904

16. Paulet, Pedro E. - La enseñanza técnica en el Perú. Boletín de la Dirección


de Fomento, Lima, 8(!): 57 y ss., ene.1910

17. Ibid. p.61-62

18. Fuentes, Manuel Atanasio - Op. cit. p.218

19. Ibid. p.216

20. Loe. cit.

21. Leyes y Reglamentos. . Op cií., p.6-7

22. Fuentes, M.A.- Op cit., p.221-225

23. Leyes y Reglamentos... Op.cit. p.3-4

24. Ibid. p.4.5

25. Ibid. p.6

26. Ibid. p.6-8

27. Ibid. p.6-9


104 / José Ignacio López Soria

28. Ibid. p.9-12

29. Annales des Ponts et Chausées. Mémoires et Documents relafif a l’art des
constructions...3 serie. París, Garilian-Goeury et vor Dalmont, 1851. p.
257-258

30. Ibid. p.260-261

31. Ibid. p.262-263

32. Ibid. p.263

33. Ibid. p.266; y Leyes y Reglamentos ... Op. cit. p.4

34. Decreto del 24 de octubre de 1870 aprobando el Reglamento de la Escuela


Especial de Ingenieros de Minas. Primer año 1878, Madrid, impr. M.Tello,
1878, p.258-280

35. Ibid. Introducción, p.6

36. Leyes y Reglamentos .. Op. cit. p.4

37. Habich, Eduardo de - Datos referentes a la Escuela de Ingenieros. Lima,


1883, 40 p. - Nota en p. 30

38. Ibid. p.30-31

39. Convenio entre el R.P. Prior del Convento de Santo Domingo y el Director
de la Escuela de Construcciones Civiles y de Minas. In: Archivo de la
Escuela de Ingenieros. Diferentes comunicaciones de autoridades y
particulares. Lima, 1883, sin foliar.

40. Habich, E. de - Datos referentes... Op.cit. p.32

41. De E. de Habich a D. Valdizán, Lima, 10 de may. 1883. In: Copiador de


Cartas 1881-1884, fol. 48

42. Lima, 12 nov. 1883. Ibid. fol. 71-72


Habich, el Fundador / 105

43. De E. Habich al rector de la Universidad de San Marcos, Lima, 16 ene.


1884. Ibid. fol. 75

44. De E. Habich al Tesorero de la Escuela, Lima, 22 mar. 1884. Ibid. fol. 85

45. De E. Habich al Rector de la Univ. S. Marcos, Lima, 29 abr. 1884. Ibid.


Fol. 99

46. Ramírez, Filiberto - Leyes y resoluciones en materia de Instrucción


expedidas desde 1876 recopiladas por Filiberto Ramírez comisionado al
efecto por el Consejo Superior de Instrucción Pública. Lima, impr. Peter
Bacigalupi & Co., 1891, p. 229-253

47. Fort, Michel - Sinopsis histórica 1876 - 1926. Cincuentenario de la


Escuela de Ingenieros, Lima, Impr. Americana, 1926. p. 27

48. Archivo de la Escuela de Ingenieros. Diferentes comunicaciones de


autoridades y particulares. 1890. Cfr. diversas comunicaciones.

En el Boletín..., Lima, 6 (5) suplemento: 1, jul. 890, señala que el


traslado se realizó en abril de 1890

49. Archivo de la Escuela de Ingenieros. Ministerios, 1889, s.f.

50. Leyes y Reglamentos ... Op. cit. p.4, nota 1

51. Libro Mayor de Contabilidad de la Escuela. 1889-1890, fol. 113, 116,117,


etc.

52. Un folio suelto, con membrete “Escuela Especial de Construcciones


Civiles y de Minas. Dirección” con un sello de la Secretaría en rojo.

53. Boletín... Lima, 17 (7): 50, ago. 1901

54. Copiador de Oficios. 1881-1886. Documentos Oficiales, fol. 1-2

55. Ibid. fol. 3

56. Informe. Lima, 25 mar. 1881. Ibid. fol. 3-6


106 / José Ignacio López Soria

57. Habich, Eduardo, J. de - Memorándum. Ibid. fol 33-34

58. Ibid. fol 39

59. Ibid. fol. 77-78

60. De E. Habich aVentura Marcó del Pont, Lima, 26 jul. 1881, In: Copiador
de Cartas. 1881-1884, fol. 7-8

61. Cfr. Correspondencia Exterior. 1881-1888

62. Lima, 23 jul. 1883. Ibid. fol. 55

63. Ibid. fol. 56-57

64. López Soria, José Ignacio - Ricardo Palma y la Escuela de Ingenieros.


Amaru. Revista de Artes y Ciencias de la Universidad Nacional de
Ingeniería. Lima, 1 1 : 84-88, dic. 1969

65. Datos relativos al Segundo semestre de 1909 y primero de 191(3. Lima,


imprenta de la Escuela de Ingenieros, 1910, passim.

66. Informe del Min. de Hacienda y Comercio, 25 jul. 1890. In: Copiador de
Oficios. 1889-1890. fol. 320

67. Leyes y Reglamentos . . Op. cit. p. 4-5

68. Archivo de la Escuela de Ingenieros. Documentos de la Escuela, 1876-78­


79. fol. 8

69. Loe. cit.

70. Ibid. fol. 18-19

71. Ibid. fol. 2-3

72. Ibid. hoja suelta folio con número 4

73. Ibid. fol. 2


Habich, el Fundador / 107

74. Fort, Michel - Op. cit.

75. Aguillón, Louis - L’Ecole des mines de Paris. Notice histórique. Paris,
Vve Ch. Dunod éditeur, 1889. p.186-187, 190, 228-234. Annales des Ponts
et Chaussées... Op. cit. p. 257-258, 263, 257-266

76. Anuario de la Escuela Especial de Ingenieros de Minas de Madrid...


Op. cit. p. 182. especialmente p.185-211, 258-280, 323-794

77. Leyes y reglamentos ... Op. cit. p.8

78. Boletín ... Lima, 3 (5) : 35, may. 1887

79. Ibid. 5 (4) suplemento : 2,jul. 1889

80. Lima, 2 abr. 1891. In: A.E.I. Relativo a Metalurgia y Tecnología. 1891­
1897, s.f.

81. Boletín ..., Lima, 17 (7) :50, ago. 1901

82. De E. Habich a J. Elguera, Lima, 8 ago. 1884. In: Copiador de Cartas.


1881-1884, fol. 137

83. Leyes y Reglamentos ... Op. cit. p. 23-24

84. Ibid. p. 24-25

85. Ibid. p.26

86. Copiador de Cartas. 1881-1884. fol. 60

87. De E. Habich a Sra. Da. María L. Requema, Lima, 15 jun. 1883. Ibid. fol.
60. Ver también : Ibid. fol. 61, 63, 125, 129, 130, 137

88. Leyes y Reglamentos ... Op. cit. p.9

89. Boletín..., Lima, Serie II, 1(2) :13, feb. 1906 Ibid. 1 (59 : 57, ago. 1907

90. Copiador de cartas. 1881-1884, fol. 72-73


108 / José Ignacio López Soria

91. Ibid. fol. 138-139

92. Cerro de Pasco, 19 de feb. 1889. In: A.E.I. Diferentes comunicaciones.


1889. s.f.

93. De E. Habich a Gálvez y Villa. Lima, 30 oct. 1886. In: Copiador de Cartas.
1886 - 1888, fol. 1 -2

94. Leyes y Reglamentos ... Op. cit. p.6

95. Informe de E. Habich al Min. de Instrucción, Justicia, Culto y


Beneficencia. Lima, 28 ago. 1885. In: Documentos Oficiales. 1881-1886,
fol. 199-204

96. Copiador de Cartas. 1886-889. fol. 47-48

97. Boletín ... Lima, 2 (8): 57, ago. 1886

98. Lima, 27 ago. 1885. In: Correspondencia de Secretaría. 1885-1886, fol.


10-11

99. Lima, 8 abr. 1887. In: Copiador de Cartas. 1886-1889. fol.36

100. Copiador de Oficios. 1890-1892, fol. 152 y 113

101. Memorándum, Lima, 24 oct. 1883. In: Copiador de Oficios. 1881-1886.


Documentos Oficiales, fol.32

102. Ibid. fol.32-33

103. A.E.I. Documentos de la Escuela. 1876-78-79, fol. 1

104. Ramírez, Filiberto - Op. cit.

105. Leyes y Reglamentos de Contribución de Minas. Lima, impr. del Teatro,


1 8 7 7 .A rt.ll,p . VII

106. Ramírez, Filiberto - Op. cit. p. 163

107. Boletín ..., Lima, (Suplemento),jul. 1886


Habich, el Fundador / 109

108. Copia del libro Diario de Contabilidad .. 1881-1885, fol.7

109. Ibid. fol. 10

110. Ibid. fol. 12

111. Ibid. fol. 20

112. Ibid. fol. 33

113. Ibid. fol. 42 y 45

114. Ibid. fol. 48

115. Correspondencia de tesorería. 1881-1891, fol. 37

116. Ibid. fo 1.49

117. Copiador de Cartas.1881-1886. Documentos Oficiales, fol.137 y s.,140 y s.

118. A.E.I. Documentos de la Escuela. 1876-78-79, fol.

119. Leyes y Reglamentos ... Op. cit. p. 3-4

120. Ramírez, Filiberto - Op. cit. p.162

121. Copiador de cartas. 1889-1891, fol. 269-272

122. Nómina de los Ingenieros Titulados. Lima, impr. de la Escuela de


Ingenieros, 1934. 43p.

Datos Relativos al segundo semestre de 1909 y primero de 1910. Lima,


impr. de la Escuela de Ingenieros, 1910. 25 p.

123. Boletín ..., Lima, años 1955-56

124. Remy, Pedro Félix - Apuntes sobre el Laboratorio de Docimasia para la


Escuela Especial de Ingenieros de Lima. Anales de Construcciones Civiles
y de Minas del Perú. Lima, 1 : 5-6, 1880

125. Loe. Cit.


110 / José Ignacio López Soria

126. Datos relativos ... Op. cit. p. 11-12

127. A.E.I Documentos de la Escuela. 1876-78-79. fol. 16

128. Habich, Eduardo - (Introducción al 1.1. de los Anales). Anales ..., Lima, 1 :
V-VI, 1880

129. Habich, Eduardo - (Introducción al t. 1 del Boletín). Boletín ..., Lima, 1


(1): L mar. 1885

130. Loe. cit.

131. Datos relativos al segundo semestre de 1901 y primero de 1902. Lima,


impr. de la Escuela de Ingenieros, 1902, p. 14

132. Datos relativos al segundo semestre de 1909 y primero de 1910, Lima,


imprenta de la Escuela de Ingenieros, 1910, p.5

133. La Tribuna, Lima, 21 de set. de 1894

134. Loe. cit.


CAPÍTULO III

AL SERVICIO
DEL ESTADO PERUANO

Si bien es cierto que la actuación más importante de Habich se centra


alrededor de la Escuela de Ingenieros, no podemos ignorar que, en cuanto a
Ingeniero del Estado, siguió prestando valiosos servicios al Perú en las múltiples
comisiones que se le encargaron. Hemos hecho ya alusión a las comisiones
desempeñadas por Habich desde su llegada al Perú en los últimos días de 1869
hasta la creación de la Escuela. El cargo de director que le encomendara Manuel
Pardo absorbía ciertamente la mayor y mejor parte del tiempo de Habich, pero el
ingeniero no desaparece ante el director. El Gobierno Peruano continuó pidiendo
la colaboración de un hombre que a la preparación técnica unía el conocimiento
de la realidad y el fervor por el Perú.

Imposible sería referirnos a cada una de las comisiones en las que


participó Eduardo de Habich por encargo de los Gobiernos que tuvieron en sus
manos el control de la cosa pública desde 1869 a 1909 Permítasenos referirnos
solamente a las más significativas.
112 / José Ignacio López Soria

1. La Junta Central de Ingenieros del Estado


En los días del gobierno de Balta, el Perú había acudido a Europa para
proveerse de ingenieros que al servicio del Estado asesorasen a los organismos
gubernamentales y llevasen a cabo los proyectos de obras públicas. Sabemos que
Eduardo de Habich fue contratado en París en octubre de 1869 y que desde
diciembre del mismo año se encuentra en el Perú en calidad de Ingeniero del
Estado. Los técnicos se agrupaban en la Junta Central de Ingenieros cuyo
presidente nato era, a los comienzos, el ministro de Gobierno, Policía y Obras
Públicas. Las funciones administrativas eran desempeñadas por el vicepresidente,
uno de los ingenieros, quien se encargaba de seleccionar los proyectos, convocar
a los miembros de la Junta, repartir los trabajos y distribuir las comisiones. A
partir de 1878 Habich ocupa el cargo de vicepresidente (1). Continúa en este
puesto, pasando después a ocupar la presidencia, hasta que se disuelve la Junta,
como puede desprenderse del siguiente oficio remitido al alcalde de Lima: “Ayer
en la noche encontré en casa el oficio en que U.S. se sirve pedirme que como
Presidente de la Junta Central de Ingenieros, designe el Arquitecto que debe
formar parte de la Junta Municipal de Sanidad. Como es sabido de U.S., en
tiempo de su ministerio se dio un Nuevo Reglamento de Obras Públicas, que
suprimió la organización del Cuerpo de Ingenieros y su Junta Central, que el que
suscribe tenía el honor de presidir.”(2).

Con fecha 30 de junio de 1884 se había efectivamente expedido un


Reglamento General de Obras Públicas en cuyo capítulo VII, artículos 81-89 se
establecía el Consejo de Obras Públicas, cuyas funciones equivalían a las que
desempeñaba la Junta Central de Ingenieros (3). En setiembre del mismo año se
emite el Reglamento Interior del Consejo General de Obras Públicas uno de
cuyos miembros es el director de la Escuela de Ingenieros (4). En este
Reglamento se habla de la “...extinguida Juma Central de Ingenieros...”(5)
Habich deja, pues, en 1884 el cargo de presidente de la Junta Central de
Ingenieros para incorporarse al nuevo organismo en calidad de asesor técnico

El Cuerpo de Ingenieros no podía, sin embargo, desaparecer. Dado el


crecimiento que experimentó la minería en esos años, se hizo necesario instalar
Habich, el Fundador / 113

nuevamente este organismo aunque ahora tenía una muy significativa orientación
hacia la industria minera. La fiebre de las grandes construcciones había pasado.
Las exigencias de búsqueda de nuevas fuentes productivas, que en esos
momentos se hacía angustiosa, requerían de un cuerpo de ingenieros que
dirigiese el proceso de extracción y laboreo de los productos mineros. Por
resolución suprema, y atendiendo a los postulados del nuevo Código de Minería,
se instala el Cuerpo de Ingenieros de Minas el 21 de marzo de 1902 (6). No
pensamos que entre 1884 y 1902 Habich se haya encerrado en la Escuela. Como
miembro del Consejo de Obras Públicas sirve al Estado en múltiples comisiones
cuya sola enumeración llenaría varias páginas. Por otra parte, diversas entidades
estatales y municipales siguen pidiendo la colaboración de Habich como
podemos advertir por los Copiadores de Informes, unos de los cuales, el
correspondiente a los años 1889 a 1893, comprende un total de 240 folios.

2. Comisiones consultivas de minería e instrucción


Durante el gobierno de Cáceres, considerando el presidente de la
República que era necesario oír la opinión ilustrada de personas competentes en
los diversos ramos de la administración pública, se organizan por Decreto
Supremo de 19 de junio de 1886 comisiones consultivas encargadas de presentar
proyectos y emitir informes. Habich forma parte, junto a A. Raymondi, R. de la
Fuente, M. Ortiz de Villate, J.M. de la Torre, L. Pflucker y Rico y L. Albeleyra -
relacionados todos ellos, menos el último, con la Escuela de Ingenieros- de la
Comisión Consultiva de Minería (7). En el nombramiento se resalta “ .. su
patriotismo reconocido y celo por la buena marcha de la Administración
Pública...”(8). La contestación de Habich responde a la confianza en él
depositada: “Agradeciendo altamente a S.E. la honra que ha tenido a bien
dispensarme, no escaseraré (sic) medio alguno, en la esfera de mis facultades,
para cooperar a los elevados fines que ha tenido en mira S.E. al decretar la
creación de las comisiones consultivas. (9).

Sabemos que Habich fue también designado miembro de la Comisión


Consultiva de Instrucción por su respuesta al Ministro de Instrucción, Justicia,
Culto y Beneficencia del 2 de julio de 1886.
114 / José Ignacio López Soria

No nos causa extrañeza la designación de Habich para tales comisiones,


no sólo por la amistad personal que le unía a Cáceres, sino porque desde la
llegada al Perú su vida corre indisolublemente enlazada a todos los problemas de
la minería y de la educación. Baste anotar, como muestra, su participación tanto
en el nuevo Reglamento Orgánico de Instrucción como en la confección del
Código de Minería, instrumentos legales que regulaban dos de las actividades
más importantes de la época.

3. Comisiones en Europa, 1889-1890. La Exposición


Internacional de París
Una de las más importantes comisiones desempeñadas por Habich fue sin
duda el encargo recibido del Gobierno de representar al Perú en la Exposición
Internacional de París de 1889. ¿A qué finalidades respondían estas
exposiciones? Un documento de la época lo indica claramente: “Deseando el
Gobierno Francés, con motivo de la Exposición Universal de 1889 que tanto
llama la atención del mundo, establecer Congresos Internacionales, encargados
de estudiar el estado de las industrias, para apreciar las modificaciones que
pueden introducirse en ellas, y ensanchar las relaciones comerciales, se abrirá
entre estos Congresos el de Minas y Metalurgia a principios de Setiembre
próximo...Como se comprende esta reunión internacional permitirá establecer
recíprocas relaciones entre la minería peruana y la de los otros países, y con los
capitalistas que se ocupan de esta industria, relaciones que...serán de suma
importancia para el Perú...”(10).

La tendencia comercial de estos congresos era evidente. Los grupos de


poder económico radicados en Francia e Inglaterra estaban inieresados en
conocer la situación industrial y el estado de las materias primas del resto del
mundo a fin de planificar adecuadamente las posibilidades de inversión de capital
y establecer los lazos comerciales que les permitan dirigir el movimiento
económico mundial. Es sabido que el desarrollo de las industrias en Europa
estaba en íntima interconexión con las posibilidades de extracción de materia
prima de los países de la periferia occidental. Se advierte desde entonces la
Habich, el Fundador / 115

tendencia de los trust económicos mundiales a tecnificar los procesos de


extracción a fin de aumentar el volumen de materias primas y de recibir en los
centros industriales el producto de alguna manera purificado. No podían dejar
librada esta labor al mero empirismo ciego y de ahí sus esfuerzos por exportar sus
técnicas a los países cuya economía se fundamentaba en la exportación. Estos
eventos facilitan la interconexión y refuerzan, renovándolos y modernizándolos,
los lazos de dependencia de los países exportadores de materias primas con
respecto a los países más industrializados.

El Sr. Castel, presidente de la comisión encargada por el Gobierno Francés


de organizar el Congreso Internacional de Minería y Metalurgia, escribe a Habich
pidiéndole su cooperación y comunicándole su designación como miembro
honorario del mencionado Congreso: “El valioso apoyo de U. nos será muy
particularmente útil para dar a las discusiones toda la importancia debida, y su
presencia en las sesiones aumentará en mucho su lucimiento, y los resultados que
se pueden obtener.”( 11).

Habich contesta a Castel agradeciendo la designación “ ..y asegurando a


U. y a los demás Seres, de la Comn. que haré cuanto sea posible en mi esfera de
acción para dejar satisfechas las elevadas miias del Congreso.- Asistiré
personalmente al Congreso, proponiéndome estar presente en París antes del 2 de
Setiembre, fecha designada para su apertura; y a sus deliberaciones podré llevar
datos, que como referentes al Perú, país conocidamente minero, podrán no sin
razón juzgarse interesantes.”( 12).

Por Decreto Supremo de 26 de julio de 1889 se resuelve, teniendo en


cuenta la necesidad de mejorar los sistemas de explotación y beneficio de minas y
los conocimientos que sobre la situación de tal industria en el país tiene E. de
Habich, comisionar a éste para que adquiera en París libros, métodos,
colecciones, modelos e informes de industria minera y agrícola, referentes a:
mejoramiento técnico en la explotación, al perfeccionamiento de las vías de
comunicación, a la organización de la industria minera tanto legal como
económicamente, y, finalmente, a las relaciones entre minería y agricultura, en
orden a estudiar las posibilidades de crear un centro para la enseñanza de los
116 / José Ignacio López Soria

trabajos agrícolas. Para tal comisión se autoriza a Habich a invertir el superávit


de la contribución de minas hasta 2,000 soles (13). ¿Es éste el primer antecedente
de la creación de la Escuela de Agricultura que ocurrirá pocos años después?

No deja de causarnos admiración este decreto por el que se comisiona a


Habich para comprar modelos y libros antes de haberle autorizado a viajar. Tal
autorización se produce el 2 de agosto de 1889, en atención al pedido de
descanso hecho por Habich. Se le conceden cuatro meses de licencia “Y por
cuanto es necesario para el progreso del mencionado Establecimiento hacer los
estudios que correspondan respecto del adelantamiento científico, que pone de
manifiesto la Exposición de París en todo lo relativo a las construcciones,
explotación de minas y otras industrias que le son anexas: comisiónase con el
referido objeto al citado HABICH, quien desempeñará también los demás
encargos que le haga el Gobierno y nómbrase Director interino de la Escuela, al
Ingeniero D. ERNESTO MALINOWSKI durante la ausencia del primero.”(14).
Al tramitar una copia de la anterior resolución Habich hace notar que “...el
infrascrito autoriza el pago de sus sueldos a su señora Da. Virginia B. de Habich a
la que se entregarán mensualmente dichos sueldos.”(15).

Antes de partir hacia París Habich recibe las credenciales de las diversas
dependencias estatales que le acreditaban como representante del Perú ante los
Congresos que habrían de celebrarse en la capital francesa durante la Exposición
Internacional (16).

No desconocía Habich que el trabajo que le esperaba en el extranjero,


dadas las múltiples comisiones encargadas, era excesivo, por lo que pide al
ministro de Instrucción que “...siendo corto el tiempo de mi permanencia en
Europa, y muy numerosas las Comisiones que tengo que desempeñar y los
Congresos a que debo de asistir, estimaría en gran manera que U.S. tuviera a bien
indicarme alguna persona que pudiera ayudarme en París, aunque fuera sólo con
el carácter de Secretario, amanuense, ú otro.- Tal vez el Ministro del Perú en
París podría hacer la designación de la persona...”(17). Por otra parte, el
quebranto en la salud le hacía prever que tendría quizás que permanecer en París
más tiempo de los cuatro meses acordados. En la cana que dirige al ministro de
Habich, el Fundador / 117

Instrucción, el mismo día que se embarco en el Callao, 14 de agosto de 1889, le


hace caer en la cuenta de esta situación rogándole que le envíe las órdenes que
estime conveniente a París (18)

Sale, pues, Habich del Callao el 14 de agosto (19) llevando dos mil soles
para atender a los numerosos pedidos formulados por el Gobierno Peruano (20).
Llega a París en la segunda quincena de setiembre “...después de un largo viaje
de treinta y cinco días...”(2l).

Qué hiciera Habich en París podemos fácilmente deducirlo de las diversas


comunicaciones e informes remitidos desde Europa a las autoridades peruanas y
presentados en Lima a su regreso. En ellos da cuenta Habich del cumplimiento de
las misiones a él encomendadas. Ocuparon a Habich tantos asuntos que lo que
estuviera planeado como un viaje de descanso, se convirtió en un período de
actividades más intensas que las desarrolladas normalmente en Lima.

Al llegar a París encontró Habich que el Congreso de Ferrocarriles había


ya comenzado y que, por no estar entonces en la capital francesa el ministro
plenipotenciario del Perú, no tenía entrada oficial al mismo. No obstante, las
muchas relaciones del antiguo alumno de la Escuela de Puentes y Calzadas de
París le permitieron la asistencia al congreso y- aun participar en él en calidad de
vicepresidente (22). Ninguna descripción mejor de su actuación que las palabras
del propio Habich: “Excmo. Sr. Gral. Dn. Andrés A. Cáceres.- Excmo. Señor: En
la segunda quincena de Setiembre y después de un largo viaje de treinta y cinco
días, llegué a París, y encontré en pleno ejercicio el Congreso Internacional de
Ferrocarriles, al que, por falta de presentación oficial, quedé incorporado
mediante mis relaciones personales con el carácter de representante del Perú en
él y se me asignó uno de los puestos de Vicepresidente.- Con este carácter, tuve
oportunidad en la recepción oficial de Fontainellan (debe decir Fontainebleau) de
expresar al Presidente Señor Carnot, las simpatías que V.E. siente hacia su
persona, y sus votos por la exposición y su éxito, y el sentimiento de V.E. de que
el Perú no haya podido, por circunstancias especiales, tomar en la Exposición la
parte que le corresponde.- He creído necesario referirme en varias ocasiones y
con insistencia a los tan elevados y patrióticos fines del Gobierno de V.E.,
1 1 8 / José Ignacio López Soria

defensor inquebrantable de la independencia y honra nacional, restaurador del


orden constitucional, referencias que han encontrado en todos aquí el más
simpático eco.- La Exposición Universal concluyó oficialmente el 6 de
Noviembre pero extraoficial y parcialmente durará mucho más. La inmensa
afluencia de visitantes de todas las partes del mundo, ha hecho de ella más que un
lugar de investigaciones comparadas, de los adelantos de la Industria, Artes y
Ciencias en ella representados, una feria universal, circunstancia que ha causado
grandes dificultades a los que concurrían con el fin de dedicarse a estudios serios.
Todas las Repúblicas hispanoamericanas han expuesto sus productos en edificios
propios, con escepción (sic) del Perú, Colombia y Honduras, que se colocaron,
las dos primeras, en los lugares menos visibles del Pabellón de Uruguay... Es de
sentirse, Excmo. Sr. que se haya dado en esta Exposición tan triste idea del Perú,
por la difidencia (sic) de sus envíos, tanto más, cuanto que se habría podido
hacer lo que por razones políticas han efectuado los países monárquicos y hasta
algunas Repúblicas como el Ecuador, Santo Domingo, etc. llevando a cabo su
Exposición exclusivamente, o en parte, con medios privados.- Si desde un
principio se hubiese encargado la iniciativa en París a personas bien al corriente
de todo lo relativo a la proyectada Exposición, con gastos pequeños y fácil de
soportarse por los acaudalados peruanos residentes en Europa, se hubiera podido
tomar parte de modo respetable en la Exposición ..., se habría conseguido
contribuir a levantar el crédito del Perú, bajo todos los aspectos, lo que es tanto
más necesario, desde que ese crédito se encuentra envuelto en una muy mala
atmósfera formada por sus enemigos y los que en ellos tienen interés, atmósfera
que se ha extendido hasta los círculos oficiales franceses.- Todas las cuestiones
referentes a la enseñanza profesional, a Agricultura, a Industria minera y demás,
que me fueran encomendadas por YE. son objeto predilecto de mis estudios y
con este fin y para extenderlos más, me propongo hacer una excursión a
Alemania, Italia, etc. y a mi regreso a Lima presentaré a V.E. datos positivos
sobre todos estos asuntos...sigo muy de cerca desde el principio de mi viage (sic)
la marcha y el estado de los trabajos del Canal de Panamá, a causa de su
importancia para el porvenir del Perú.- Con tan numerosos asuntos y tan difíciles
de tratar, no me es posible en este momento fijar la época exacta de mi regreso a
Lima. Por otra parte, cada día de mi permanencia aquí se traduce por algún otro
esfuerzo de mi parte en pró de la buena opinión del Perú y de la Escuela de
Habich, el Fundador / 119

Ingenieros de Lima, que debo decir, tiene su reputación tan bien establecida que
V.E. debe estar satisfecho de ella y el Perú mirarla con orgullo como el primer
establecimiento de su género en la América del Sur.- De V.E. Att° y S.S. (firmado)
E. Habich.”(23).

Hemos querido copiar textualmente las palabras de Habich porque no sólo


reflejan sentimientos y actitudes del individuo sino que bocetan el cuadro de la
situación del Perú en sus relaciones con Europa. Habich entiende que su misión
no se reduce a conseguir tales o cuales instrumentos de enseñanza, ni a observar
los adelantos técnicos. Sintiéndose profundamente peruano, cree que le incumbe
como deber, en cuanto representante del Perú, levantar la opinión sobre el país a
fin de contrarrestar los esfuerzos de quienes trataban de denigrarla. Parece como
si estuviésemos compulsando las tristes consecuencias de la decadencia del
guano. El Perú en esos años había perdido el crédito que tan fácilmente había
conseguido años antes. Los mismos peruanos, enriquecidos alrededor del negocio
y residentes en París, se encargaban de corroborar la versión de los
impugnadores. Habich tenía pues que hacer frente no sólo a extranjeros,
desengañados de las proverbiales riquezas peruanas, sino a algunos peruanos
detractores en ciertos casos e indiferentes en otros. Su palabra dejaba en
gobernantes, financistas e industriales la semilla buena que pronto fructificaría en
un estrechamiento de vínculos entre el Perú y Francia. Para la difícil tarea de
levantar la opinión sobre lo peruano cuenta Habich con su palabra, con los
buenos deseos del presidente de la República, con la restauración del orden
político y con una obra, la Escuela de Ingenieros, conocida ya en los medios
intelectuales, técnicos e industriales europeos y tenida como la mejor en
Latinoamérica. La Escuela de Ingenieros era tanto más estimada cuanto que su
organización copiaba los moldes usuales en Europa para la formación de
ingenieros y posibilitaba la tecnificación de los procesos de extracción
acrecentando los productos exportables tan apetecidos por los inversionistas
europeos. Hasta los centros industriales e intelectuales del Viejo Continente
llegaban las publicaciones de la Escuela que certificaban la seriedad de los
estudios y daban a conocer a los tenedores del capital la situación de las riquezas
naturales.
120 / José Ignacio López Soria

Además de contribuir a mejorar la opinión de los europeos sobre el Perú,


preocupaba a Habich en París conocer los problemas de la enseñanza profesional
en todos sus grados. Recogiendo valiosas experiencias, emite un conjunto de
opiniones que revelan un agudo espíritu de observación: “...la enseñanza pasa
actualmente -dice al Ministro de Instrucción- por una época de transición de
ensayes (borradas las “ens” de ensayes); y ya se asentúan (sic) las modificaciones
forzosas en su organización, cuyo objeto es satisfacer al principio elemental de
poner, en lo posible, la oferta de acuerdo con la demanda. Hay plétora en muchas
carreras. Por esto en la transformación de los Reglamentos de Instrucción, hay
que proceder con mucha prudencia para poder aprovechar de las experiencias de
otros .. De la Comisión del Colegio de Guadalupe me ocupo con todas las
precauciones posibles. He tenido varias conferencias con pedagogos y
fabricantes de los más entendidos, pero sólo tomaré recopilaciones después del
viage (sic) que voy a hacer a Alemania, Italia, etc. para poder tener una idea
exacta y de visu de todo lo que se hace en aquellos países.” (24).

El mejor resumen de las actividades desempeñadas por Habich en París


nos lo da él mismo más de un año después de su regreso, con motivo de los
adeudos que no termina de pagarle el Estado. Permítasenos copiar el texto íntegro
de dicho informe: “Lima, Octubre 19 de 1891.- Sr. Director General de
Instrucción.- S.D.G.- Cuando a mediados de Agosto de 1889 me dirigí a Europa,
fui reemplazado con aprobación del Supremo Gobierno durante el tiempo de mi
ausencia en mis funciones de Director de la Escuela, por el distinguido Ingeniero
Sr. Ernesto Malinowski, sin gravamen alguno para el Tesoro Nacional (Decreto
Supremo de Agosto 2 de 1889).- Mi permanencia en Europa debía durar para
recuperar mi salud solamente cuatro meses; pero tuve que prolongarla hasta más
de diez meses, y esto en el tiempo en que se celebraba la Exposición en París, y el
inmediatamente posterior, con motivo de las Comisiones y encargos del Supremo
Gobierno que recibí en diferentes épocas, y que por su multiplicidad y variedad
absorvían (sic) todo mi tiempo, sin permitirme atender a mi salud quebrantada.-
Bastará recordar, Sr. Director General, que la Exposición concluyó en
Noviembre, teniendo que asistir inmediatamente a mi llegada en Setiembre al
Congreso Internacional de Ferrocarriles, en que representando al Perú, fui uno de
los vice-presidentes; y que el nombramiento del delegado del Perú en la
Habich, el Fundador / 121

Conferencia Universal del Metro, lo recibí en París por conducto de la Legación


Peruana, ya en el mes de Febrero de 1890. Además, los últimos arreglos de las
Comisiones, que me fueron confiadas por el Ministerio de Instrucción respecto al
Colegio de Guadalupe, se concluyeron sólo a mediados de abril de 1890; las del
Ministerio de Guerra, relativas a los Establecimientos de Pólvora y Explosivos, el
26 de Abril, lo mismo que la del Ministerio de Hacienda, referente a oficinas
metalúrgicas.- Haciendo un resumen de las Comisiones que me encomendó el
Supremo Gobierno, que se hallan expresadas en los anexos con las fechas de las
órdenes, instrucciones, comunicaciones, etc. de que tuve que ocuparme se tendrá:
Ministerio de Instrucción. Material científico del Colegio de Guadalupe
(Informe del 4 de Julio de 1890). Estudios que practiqué en Hospitales de insanos
y salubridad de cementerios (Nota de Agosto 8 de 1890).- Ministerio de
Relaciones Exteriores, Congreso Internacional de Ferrocarriles. Conferencia
Internacional del Metro (Informe, Agosto Io de 1890). Cuatro Informes sobre el
Canal de Panamá de tanta importancia para el Perú.- Ministerio de Guerra.
Implantación de una Fábrica de Pólvora y Explosivos conforme a instrucciones
(Agosto 8 de 1890) recibidas del Supremo Gobierno (Informe fha, Julio 31 de
1890); habiéndose conseguido la venida al Perú de uno de los más importantes
Industriales en ese ramo en Alemania, Sr. Bichel, con el fin de acordar
definitivamente con el Supremo Gobierno lo que fuera conveniente.- Ministerio
de Hacienda y Comercio. Estudios relativos a vías especiales de comunicación,
el estado económico, industrial y legal de la Industria Minera. Adquisición de
colecciones, publicaciones, instrumentos, etc. (Julio 26 de 1889). Un informe
general a ese respecto (Julio 21 de 1890); otro referente al Ferrocarril Agudio
(Junio 21 de 1890); otro sobre Puzzolana, Kaolí, etc. Publicaciones cuyo número
asciende a 1368, y en planos a 2417. Modelos valiosos de puentes portátiles;
colecciones, instrumentos, cuadros, etc. que se expresan en el adjunto informe
(Octubre 12 de 1890), fue el resultado de los encargos del Ministerio de
Hacienda.- Como puede verse por lo dicho, en vez de emplear cuatro meses
dedicados al restablecimiento de mi salud, me vi obligado desde el día de mi
llegada a París a ocuparme en el desempeño de las Comisiones del Supremo
Gobierno en circunstancias que hacía difíciles la Exposición Universal celebrada
en aquella ciudad, prolongando mi permanencia en Europa por más de diez
meses, para poder dar fin a todos los encargos que se me habían confiado,
122 / José Ignacio López Soria

teniendo que hacer viages (sic) costosos a varios países de Europa,


particularmente a Italia, circunstancias que tuve el honor de dar aviso al Sr.
Ministro de Instrucción en la respectiva nota, fechada en París en 9 de Noviembre
de 1889.- Todas mis economías se agotaron en estas comisiones, viages (sic), la
representación que tenía que sostener; las colecciones reunidas a veces con
grandes dificultades y los gastos consiguientes; en la extensa correspondencia
que tenía que sostener, y me obligaba a emplear un secretario ad hoc; numerosos
telegramas al Supremo Gobierno y otros; traslado de las colecciones de uno a
otro lugar, y la de Italia hasta Lima, y otros innumerables gastos de detal, todo lo
que no fue ni en parte cubierto con los S/. 2000 asignados por decreto del
Ministerio de Hacienda de 26 de Julio de 1889.- Por todas las razones
expresadas; concluidas ya todas las Comisiones y recibidas todas las
Colecciones, datos y objetos pedidos, y no siéndome dado desatender los
intereses de la familia, ha llegado el momento de dirigirme a U.S., y por su digno
órgano al Sr. Ministro y al Supremo Gobierno, para hacerle presente la situación
en que me encuentro, y pedirle una compensación siquiera en parte, de los
desembolzos (sic) que me vi en la necesidad de hacer, en cumplimiento de las
Comisiones del Supremo Gobierno, y para representar al país, de la manera más
digna que me fue posible, sin omitir esfuerzo alguno para conseguir para él las
mayores ventajas.- Al terminar esta exposición, no dudo, Señor Director General,
que el Supremo Gobierno apreciará los sacrificios que con tan buena voluntad
hice en servicio del Perú, desatendiendo mi salud e intereses, y que los
reconocerá de una manera equitativa y conveniente.- Dios guie a U.S..- S.D.G.
(firmado) E. Habich.”(25).

Como puede fácilmente advertirse, la estadía en Europa significó para la


quebrantada salud de Habich un período de intensa labor. Su trabajo redundó no
sólo en levantar la confianza hacia el Perú sino en establecer importantes lazos
económicos que muy pronto repercutirían en inversiones extranjeras para la
explotación de nuestros recursos naturales.

Para el Ministerio de Instrucción, Habich cumplió la misión a él


encomendada por Sebastián Lorente, Director del Colegio de Guadalupe. Por
Resolución Ministerial del 13 de agosto de 1889 (26) había sido encargado de
Habich, el Fundador / 123

adquirir el material necesario para la enseñanza práctica. Que Habich llevó a


satisfacción el encargo podemos deducirlo de la comunicación enviada el 4 de
julio de 1890 al director del colegio en la que se da cuenta de las relaciones con
industriales, fabricantes y pedagogos europeos y del material recogido. Había
conseguido Habich, con los 29,923.60 soles asignados, selecciones de historia
natural, balanzas, aparatos de acústica y física, microscopios y diversos objetos
de laboratorio. No pareció conveniente, sin embargo, hacer uso de toda la
cantidad remitida a fin de dejar que el colegio pudiese tener en Francia una
cuenta corriente para futuras compras. Para mejor cumplir con su finalidad,
relacionó Habich al colegio con el pedagogo Sr. Stepinski, quien envió a Lima un
plan de compras. Cumplida, pues, su misión, Habich pedía al director del
colegio: “Al emplear sólo una parte de los fondos puestos a mi disposición, y
procurar al Colegio de Guadalupe buenas relaciones con los más acreditados
fabricantes especialistas, y la cooperación de sabios Pedagogos, como los sres.
Stepinski y Dybowski, creo haber satisfecho los deseos de la ilustrada Dirección
del Colegio, y procedido de conformidad con lo que exige el papel que pueda y
deba hacer en el Perú, la enseñanza de 2o grado, destinada a formar y educar la
parte, por decirlo así, directiva del país.”(27).

Por encargo del Ministerio de Instrucción, Justicia, Culto y Beneficencia


debía Habich visitar hospitales y cementerios europeos a fin de mejorar los
servicios en los establecimientos para los enfermos en Lima. Llevada a cabo la
misión, da cuenta de ella al director de la Beneficencia Pública de Lima en un
informe, fechado el 8 de agosto de 1890 “...los dos asuntos indicados -
cementerios y hospitales- entre otros traté de estudiarlos muy particularmente en
su estado actual en Europa, en cuanto me lo permitían mis muchas ocupaciones,
procurando también reunir los documentos más importantes que en ellos se
relacionan.”(28). Aprovechando sus buenas relaciones con la Beneficencia de
París, la Prefectura del Sena y la Municipalidad, pudo conseguir documentos y
libros sobre el tema que, añadidos a los obtenidos en Italia, suman un total de 15
obras con 23 volúmenes y 10 planos. Se encargó además de relacionar a la
Beneficencia Pública de Lima con el ingeniero francés Pillet quien estaba
dispuesto a planificar la edificación de hospitales en el Perú si se le enviaban
previamente los datos relativos a las condiciones topográficas, climáticas y
sociales.
124 / José Ignacio López Soria

Las comisiones encargadas por el Ministerio de Hacienda y Comercio no


fueron menos importantes. Hemos aludido ya el decreto e instrucción que
facultaba a Habich a representar al Perú en todo lo relativo a este ramo (29). En
julio de 1890 Habich presentaba un amplio informe mostrando las gestiones
llevadas a cabo en París (30). Hace en él conocer al ministro que sus recientes
estudios sobre vías de comunicación y transporte no son sino una continuación
“...de lo que ya había tenido oportunidad de hacer en Europa en años anteriores a
la guerra con Chile.”(31). Vuelve a recomendar el sistema de ferrocarriles Agudio
por las ventajas que trae en regiones de topografía irregular. Para las vías locales
recomienda el sistema de cables fijos que permiten vencer gradientes de hasta 45°
y atravesar sin apoyo algunas quebradas de 500 metros. Preocupa a Habich
igualmente la implantación en el Perú de puentes colgantes y desmontables para
facilitar el paso de los ríos en regiones en las que no se puede construir un puente
normal. Consigue, teniendo en mira estos asuntos, planos de las construcciones
de este estilo, llamando la atención sobre la superioridad del sistema Dicktein-
Brochocki: “Conseguí para la Escuela un modelo completo de este sistema, en el
que puede confirmarse fácilmente lo que dejo expuesto, y la facilidad que estos
puentes ofrecen para armarse y transportarse.”(32).

En lo referente a la minería opina Habich que la Exposición de París no


había representado los adelantos en este ramo por la ausencia de varias naciones
que tenían una industria muy floreciente: “En Europa los medios mecánicos,
químicos, etc. y el personal son tan abundantes y se encuentran tan inmediatos,
que los métodos empleados se recienten (sic). de esta facilidad, la que no
existiendo en el Perú, hace que estos métodos no sean aplicables aquí en la forma
allá usada; y soy de opinión que el mayor provecho que puede sacarse de la
Industria Europea es procurar la creación, con capitales y hombres de allá, de
establecimientos metalúrgicos y explotaciones importantes que puedan rivalizar
con los de aquel continente.”(33).

Me permito copiar textualmente las palabras de Habich sobre el


problema legal y económico de la industria minera porque sirven como
testimonio, dado por un observador experto, de la situación económico-social
de la época: “Tocante a las cuestiones legales y económicas referentes a la
Habich, el Fundador / 125

Industria Minera, mucho se ocupan de ellas en Europa; pero bajo un punto de


vista que hasta el presente interesa poco a los países suramericanos. Son más
bien cuestiones económico-sociales, en relación con el estado de la clase obrera
dedicada a la Industria: asegurar su suerte y la de sus familias conforme a las
condiciones de cada país, tal es la gran preocupación del día, que ha tenido su
más pública y ruidosa manifestación en el Congreso de Berlín, promovido por
el Emperador de Alemania. Sobre Legislación de Minas, si se esceptúan (sic)
algunos ataques contra la propiedad minera, y en sentido que favorece el
socialismo del Estado, haciendo de ella su propiedad permanente, hay poco
digno de llamar la atención. Respecto al Perú... se encuentra pendiente ante el
Congreso un Proyecto de Código -de Minería; y es extraño que cuando ese
proyecto ha merecido en Europa la aprobación de los hombres más eminentes y
de mayor competencia en la materia, no se haya discutido ni aprobado hasta
hoy por el Congreso.”(34).

Con estas breves líneas se refiere Habich a la crisis económico-social que


afectaba por entonces a Europa. De las protestas de los socialistas utópicos, que
condenaban la situación sin construir esquemas realizables de mejoramiento, se
estaba pasando al socialismo propugnado por Marx y Engels. Las asociaciones
obreras habían salido ya de los falansterios y clubes clandestinos para presionar
en forma de sindicatos y aun de partidos políticos sobre las estructuras vigentes.
Particularmente en Alemania toma cuerpo la idea del socialismo del Estado,
defendido por Lasalle, que trata de dar una solución intermedia a los problemas
del momento. Las polémicas entre los seguidores del marxismo radical, que
postulaban la necesidad de un cambio total operado por la clase obrera
implantando la dictadura del proletariado, y los demás socialistas, sean
anarquistas, al estilo de Bakunin, o defensores del socialismo del Estado, a la
manera de Lasalle, amenazaban las bases mismas del pensamiento tradicional
europeo.

Habich, aristócrata por nacimiento, liberal por formación, y utilitarista


por ambiente, mira con desprecio esa ebullición ideológica que no llega a
entender en plenitud. Para él basta con dotar al Perú de una legislación minera
única que anule los mil dispositivos legales nacidos al margen de toda
126 / José Ignacio López Soria

sistematización. Dicha legislación, de marcado corte liberal como tendremos


ocasión de señalar, se presenta ante él como la panacea que traerá el orden al caos
en el que está sumida la industria minera. Un importante factor hacia esa
ordenación es, para Habich, la Escuela de Ingenieros, que goza ya en Europa de
un alto prestigio.Con profunda satisfacción puede decir al ministro que la
Escuela es considerada en Europa como uno de los establecimientos mejores en
su ramo (35). Para Habich el problema de la minería se reduce, pues, a tres
puntos: dación de una ley que sistematice el régimen de propiedad y la
comercialización; desarrollo de la Escuela de Ingenieros para atender los
procesos de extracción y crear el tipo de hombres capaz de dirigir el negocio
minero; y la atracción de capital extranjero y de técnicos europeos. Los
problemas sociales que esta situación engendra y el afianzamiento de los lazos de
dependencia interior y exterior no llegan a ser vislumbrados por Habich. No es
para nosotros extraño que los grupos financieros europeos alabasen el proyectado
Código de Minería. Cuando el proyecto se convierta en ley, dichos grupos podrán
invertir sus capitales en nuestro medio y sacar sin limitaciones los pingües
beneficios obtenidos.

Informa finalmente Habich al ministro de Hacienda y Comercio acerca de


las relaciones entre agricultura, minería y enseñanza agrícola. En Francia esta
enseñanza estaba ya muy avanzada. Habich recomienda la creación de una
Escuela teórico-práctica en las cercanías de Lima con sus respectivos campos de
cultivo, laboratorios, cría de ganados, estudiando en ellas cuáles debían ser los
mejores medios para el adelanto del país en este ramo (36). Estamos, como puede
verse, en los antecedentes inmediatos de la creación de la Escuela de Agricultura,
hoy Universidad Nacional Agraria de La Molina.

“Termino aquí Sr. ministro la exposición de las ideas generales, en que he


expresado mis opiniones corroboradas por lo estudiado en Europa, y que como he
hecho ya respecto al Canal de Panamá, al sistema de Ferrocarriles Agudio, etc.
iré desarrollando y apoyando en publicaciones apropiadas. Para concluir este
informe, sólo me resta agregar que reuní para la Escuela, por compra, por
obsequios, mas de 800 publicaciones, acompañadas de algunos miles de planos,
varios modelos, instrumentos de gran interés. Con estas adquisiciones, la
Habich, el Fundador / 127

Biblioteca de nuestra Escuela, Sr. Ministro, por la importancia y calidad de las


obras que posee, es muy superior a otras más numerosas que puedan ser rivales
suyas como medio de consulta para Ingenieros”(37).

Para el Ministerio de Guerra y Marina, Habich estudia en Europa las


fábricas de pólvora y explosivos, llegando a celebrar un contrato en Colonia
como representante del Gobierno Peruano. Hasta el presente no hemos podido
encontrar los documentos relativos a esta misión que, por pertenecer al arte
bélico o defensa nacional, fueron posiblemente guardados con más secreto.

El ministro de Relaciones Exteriores había encargado a Habich ocuparse


de todo lo referente a ferrocarriles, a la implantación del sistema métrico decimal
en pesas y medidas y al Canal de Panamá (38). Cumpliendo con tal encargo
sugiere Habich al ministro que el Perú tenga representantes permanentes en el
Congreso de Ferrocarriles que, creado en 1885, agrupa a los países europeos más
avanzados tecnológicamente. Tal asociación, centrada en el estudio de planes
ferrocarrileros para Europa, se ocupa también de diversos tipos de vías férreas
cuya utilización podría presentar notables ventajas para el Perú. “En caso
necesario, si a indicación de U.S. el Supremo Gobierno lo tiene por conveniente,
podría acreditar a la Escuela de Ingenieros como su representante permanente
ante el Congreso Internacional, encargándola también del pago de la cuota que
acuerde.”(39).

Al regresar Habich de Italia a París en febrero de 1890, encontró una


comunicación del Gobierno Peruano por la que se le confiaba la representación
del Perú en la Conferencia General de Pesos y Medidas. Son conocidas las
dificultades que engendraba el antiguo sistema de medición y los intentos de
científicos y gobiernos europeos por implantar el sistema métrico decimal. En el
Perú, a pesar de conocerse las ventajas del nuevo sistema de mediciones, seguían
aún usándose las medidas antiguas que dificultaban en demasía el tráfico
internacional. Habich, que desde hacía algún tiempo, venía preocupándose por
este problema por significar una traba para el desarrollo industrial del país,
recibió con profunda complacencia su designación como representante ante la
Conferencia General de Pesos y Medidas. Esta institución, creada en 1875, había
128 / José Ignacio López Soria

llevado una vida lánguida durante más de catorce años hasta que la Exposición
Internacional de París vino a darle el realce que necesitaba. Cuando Habich
recibió el nombramiento del Gobierno Peruano ya la Conferencia había
concluido sus reuniones por lo que nuestro representante se vio en dificultades
para conseguir el material que había dado a luz. No obstante, gracias a sus bien
aprovechadas relaciones parisinas, pudo reunir una abundante bibliografía al
respecto y entablar las conexiones adecuadas para beneficiar al Perú del trabajo
desarrollado por la Conferencia del Metro. Nuevamente sugiere Habich al
ministro que sea la Escuela de Ingenieros la encargada de supervigilar los
modelos de medidas, el metro y el kilogramo, hechos con una aleación de platino
e iridio, y de ir implantando en el Perú el nuevo sistema (40).

En el mismo informe se da noticias de los estudios hechos sobre el Canal


de Panamá. Habich tuvo la oportunidad de recoger numerosos datos a su paso por
el istmo y en la comisión creada a este respecto en París. Los cuatro trabajos
publicados por Habich sobre este asunto llamaron la atención en Europa por la
exactitud de las observaciones (41).

Concluidas sus múltiples tareas en París y arreglados los cajones de


equipaje que le acompañarían en la travesía de los océanos, sale Habich de
Francia llegando a Lima el 11 de junio de 1890. Casi un año había durado su
ausencia. En nota del Boletín se da noticia de retorno del director de la Escuela:
“El 11 del que cursa, llegó a esta capital, procedente de Europa el Sr. Ingeniero
D. Eduardo J. de Habich , Director de la Escuela Especial de Construcciones
Civiles y de Minas, habiendo desempeñado las diversas comisiones que le
confiara el Supremo Gobierno y algunas instituciones nacionales. El 26 del
mismo se hizo cargo nuevamente de la Dirección del Establecimiento.”(42).
Efectivamente, el 26 de junio figura la última firma de Malinowski como director
interino de la Escuela. Se trata de un oficio cursado al director general de
Instrucción dándole cuenta de que en la fecha “... el Sr. D. Eduardo de Habich se
hace cargo de la Dirección de la Escuela ...”(43).

Sabemos ya que al retomar el cargo de director, Habich comenzó a


redactar memorias a los diversos ministerios dando cuenta de las comisiones
Habich, el Fundador / 129

desempeñadas en París y pidiendo la reposición de los gastos personales que


dichas comisiones le exigieron hacer y para las que no bastaron los dos mil soles
asignados por el Gobierno.

4, Comisión de Pesos y Medidas


Cuando asistimos a los ensayos por introducir en el Perú el nuevo sistema
de mediciones que se abre paso en Europa al final del siglo XIX, caemos en la
cuenta de los esfuerzos de determinados grupos económico-sociales por
implantar un sistema universalmente aceptado que posibilita las relaciones
comerciales internacionales. Los esfuerzos por implantar el sistema en el Perú
responden a las necesidades de grupos sociales muy definidos que veían en el
entroncamiento con las estructuras europeas de comercialización la inserción
definitiva en el sistema occidental.

Desde noviembre de 1885 había preocupado a Habich el asunto de la


introducción del sistema métrico decimal, debido a los múltiples inconvenientes
que se presentaban en la exacta medición de los predios mineros como
consecuencia del uso inveterado de las antiguas medidas. Ya en 1855 se había
inaugurado en París la Asociación Internacional para el establecimiento de un
sistema decimal único (44). El Perú se adhirió a tal Asociación decretando el 16
de diciembre de 1862 el establecimiento del sistema métrico decimal (45). A
pesar de tal ley, tanto en las esferas oficiales como en las particulares, seguían
usándose las viejas medidas que por la falta de precisión se prestaban a mil
abusos. Se hizo pues necesario que el Gobierno decretase nuevamente la
obligatoriedad del uso del nuevo sistema y que incluso señalase un plazo
perentorio para su implantación definitiva. Por ley, dada en marzo del 69 y
reglamentada en abril del mismo año, se imponía la obligación de usar las
medidas establecidas por el sistema métrico decimal a partir del 28 de julio de
1869.

Parece que la introducción del nuevo canon de mediciones se hacía difícil


en todos los países, por lo que fue necesario establecer una Oficina Central
130 I José Ignacio López Soria

ubicada en Sevres que vigilaría la exactitud de los instrumentos usados como


modelos. A dicha Oficina Central se adhirió el Perú en 1875, comprometiéndose
a establecer en Lima una oficina encargada de vigilar el exacto cumplimiento de
las reglamentaciones internacionales al respecto. Nos vemos forzados a pensar
que toda esta legislación quedó como letra muerta archivada en los legajos
polvorientos de las instituciones oficiales y particulares, porque en 1885 tanto
Habich como Alberto A. Elmore se quejan de la falta de una oficina central de
evaluación (46) y porque sabemos que seguía recurriéndose al uso de las antiguas
medidas. A fin de desarraigar tan inveterada costumbre, Habich publica en el
Boletín de la Escuela de Ingenieros un artículo (47) en el que muestra la
abigarrada variedad de medidas hasta entonces existente y que en muy poco
contribuía a facilitar las relaciones internacionales. “En tiempo de la dominación
española se introdujeron en el Perú, como era natural, las medidas y pesos de
España, y rigieron con la inexactitud consiguiente a la falta de buenos patrones y
de estricta vigilancia hasta el 28 de julio de 1869, último término asignado por el
Ejecutivo para poner en vigencia la ley dada por el Congreso de 1862, que
disponía que las únicas medidas legales en la República fueran las medidas
decimales.- En la introducción del sistema decimal de pesos y medidas, único
racional por ser conforme con nuestro sistema de numeración, no sólo en los usos
corrientes donde siempre se tropieza con el quintal, la libra, la legua, la vara, etc.,
sino hasta en los decretos y reglamentos oficiales en que se emplean
frecuentemente medidas y pesos españoles, se ha olvidado algo la ley de 1862 y
la absoluta prohibición de usar desde el 29 de julio de 1869 otras medidas y pesos
que los decimales; y como sean muy grandes los defectos que presenta esta
incertidumbre y falta de fijeza en lo referente a medidas y pesos, los
revisaremos...”(48).

Después de enumerar todas las medidas de longitud, superficie, etc.


recomienda que “De todo lo dicho hasta aquí, en que en que (sic) sólo nos hemos
limitado a presentar algunos casos generales para comprobar la inconveniencia y
defectos del empleo de las medidas españolas, presciendiendo (sic) de los
relativos al comercio del detal, donde el abuso no reconoce límite, se deduce que
es indispensable estirpar (sic) completamente del uso las antiguas medidas
españolas o propender a la introducción de las decimales, no sólo en los actos
Habich, el Fundador / 131

oficiales, sino también en los usos y costumbres generales del país.- Además de
las condiciones especiales del Perú que exige el empleo de las medidas
decimales, la República tiene a tal respecto una obligación internacionl (sic),
pues desde 1872 ha intervenido en las sesiones de la Convención del Metro y
adheridos definitivamente en 1875 a todos sus acuerdos; por manera que el Perú
como los demás países que han aceptado la Convención, cuyo número se eleva
hoy a 35...debe propagar el empleo de las medidas decimales, participar de los
acuerdos relativos a estas medidas y contribuir al sostenimiento de la Oficina
Central Internacional establecida en Sevres cerca de París.”(49).

A pesar de las recomendaciones, adhesiones y leyes, en 1885 seguían


usándose las viejas medidas por falta de una oficina que coordinase la
implantación del nuevo sistema y que supervigilase la exactitud de ellas. Es
cierto que en Lima había existido un patrón del metro y otro del kilogramo, que
aunque nunca fueron enviados a la Oficina Central de Sevres para su
comprobación y rectificación convenientes, sin embargo, cumplían de alguna
manera con la finalidad de fijar el sistema de medición. Tales modelos habían
desaparecido con motivo de la ocupación de Lima por los chilenos (50).

No bastaba, pues, legislar sobre la obligación del uso del sistema métrico
decimal. Se hacía necesaria la instalación de una oficina de verificación en Lima,
tal y como fuera programada en el Reglamento del 23 de abril de 1869 en su
título II, y de oficinas departamentales y municipales que llevasen a la práctica
cotidiana la verificación de las pesas y metros utilizados en todo el país. “En la
actualidad, salvo las verificaciones más o menos precarias, que se hacen por las
Municipalidades, no existen, ni la Oficina Central, ni las Departamentales.- La
primera que debe verificar los patrones municipales y públicos, hay necesidad de
reorganizarla y proveerla de los aparatos y útiles necesarios, pues que de otro
modo ¿qué seguridad puede tenerse no ya de las medidas usadas por el público,
sino también en los patrones municipales que sirven para verificar aquellos?
Creemos, por tanto, que la autoridad suprema se verá obligada a tomar las
providencias necesarias para dar seguridad al país en la exactitud de las pesas y
medidas.- Otra medida que contribuiría en gran manera a la adopción general del
sistema decimal, sería el acostumbrar a ellas a los ciudadanos desde su tierna
132 / José Ignacio López Soria

edad, para lo cual sería necesario proveer a las Escuelas primarias, secundarias, y
en general, a todos los establecimientos de instrucción, de modelos, cuadros,
compendios, etc. de pesos y medidas, y así, por su simple vista y
sistemáticamente, se iría acostumbrando a su uso.”(51).

Habich vuelve a insistir en la necesidad de introducir el sistema decimal


en 1886 para valorar los minerales y metales en general (52).

Parece que los gastos que la instalación de tal oficina supondría para el
Gobierno, en una etapa en la que se intentaba resurgir después del desastre
económico de la Guerra con Chile, eran una dificultad insoslayable. A fin de
allanar este escollo que entorpecía, por otra parte, las transacciones comerciales
entre el Perú y las naciones o grupos económicos interesados en la inversión de
capitales, Alberto A. Elmore, siguiendo la política ya trazada por Habich,
propone que la Escuela se haga cargo de las funciones que debería desempeñar la
Oficina Central de Verificación pues “... el personal, el local, y los elementos de
que dispone ese Establecimiento, son otros tantos recursos de inmediata
aplicación al objeto expresado, sin gravamen (sic) para el Estado, y con la
garantía de acierto que resulta de su sólida organización y buena dirección.”(53).

No parece que las recomendaciones de Habich y Elmore hiciesen mella en


el Supremo Gobierno peruano. Las viejas medidas españolas siguieron en pleno
uso, amalgamadas confusamente con sistemas extranjeros de medición. La
longitud se medía por varas, leguas, millas, yardas, pies; en superficie se
manejaba la fanegada, el topo y la vara cuadrada, llegando incluso algunos
mineros a medir sus pertenencias en palmos y dedos; en volumen seguían vigente
la fanega y la arroba, a las que se añadieron luego los galones para medir el
kerosene; en peso reinaba casi exclusivamente el quintal, con su cuarto, la arroba,
y su centésima parte, la libra; y para los grandes pesos, la tonelada, que tenía
veinte quintales, y el cajón, que constaba de tres toneladas (54).

Estas medidas dificultaban el intercambio no sólo por la complejidad y


falta de equivalencia sino por la variedad de lo que por quintal o palmo o fanega
se entendía en una u otra región. Las ventajas del sistema métrico decimal no
Habich, el Fundador / 133

escapaban ciertamente a los espíritus más avisados de la época, pero la costumbre


pesaba más que todas las recomendaciones de los científicos.

El segundo intento para la implantación de nuevo sistema de mediciones


se hizo al final de 1889. Estando Habich en París, recibe un decreto supremo el
18 de diciembre de 1889 por el que se le designaba Delegado del Perú ante el
Comité Internacional de Pesos y Medidas (55). Habich cumplió con el cometido
encargado por el Gobierno, relacionando al Perú con esa entidad a pesar del
incumplimiento del Gobierno Peruano en las cuotas que desde 1875 debía pagar
para atender a los gastos generales de la oficina establecida en Sevres.

En el informe al ministro de Relaciones Exteriores, da cuenta Habich de


los resultados de su participación en la Conferencia General de Pesos y Medidas
en París. “La Conferencia, creada por la Convención de Mayo 20 de 1875, ha
tenido sus reuniones en los días 24, 26 y 28 de Setiembre de 1889, como lo
expresa US. en su decreto de mi nombramiento. En vista de esta excepcional
situación, y conforme al deseo que US. expresa en su Decreto, de ponerme en
comunicación con el Comité Internacional; adquirir todos los documentos que el
Supremo Gobierno no tiene, y también datos respecto a los prototipos
últimamente construidos, con el objeto de procurar obtenerlos, indicándome
también US. que el Supremo Gobierno se proponía confiar a la Escuela de
Ingenieros la conservación de todos ellos; atendiendo a estas indicaciones, traté
de sacar todo el partido posible, con el fin de simplificar y regularizar nuestras
relaciones futuras con el Comité, ver con claridad el estado actual de esa
Institución en general, y lo que el Perú podría aprovechar de su participación en
ella.- Como estuviesen ausentes el Presidente y el Secretario del Comité
Internacional de Pesos y Medidas, me puse directamente en relación con el
Director de la Oficina Internacional, el Sr. René Benoit y con la Comisión
Francesa; y por correspondencia con el Presidente y Secretario ausentes del
Comité, General Español Sr. Ibañez, Marqués de Mulhacén, el primero, y
Astrónomo Suizo, Sr. Hirsch, el segundo.- La actual reunión de la Conferencia,
que es la primera desde su establecimiento definitivo en 1875, ha tenido por
objeto principal (art. 2, transitorio del Reglamento) la aprobación de los
prototipos del metro y kilogramo, cuyo estudio estuvo a cargo de la Comisión
134 / José Ignacio López Soria

Francesa.- Los prototipos adoptados por la Conferencia son, para el metro, una
aleación de Platino e Iridio en proporción de 1/10 de segundo, en cuanto metal; y
en cuanto a forma, la de sección transversal llamada en X. Para el Kilogramo, se
ha adoptado el mismo metal, y como forma la cilindrica, de base circular con
diámetro igual a la altura.- Con la aprobación de estos prototipos, y los asuntos
relativos a los trabajos de la Oficina Internacional y sus gastos, terminó la
conferencia su reunión, que sólo ha podido efectuarse después de catorce años de
su creación, sin embargo de que conforme al Reglamento (art. 7), las reuniones
debían celebrarse cada seis años, por lo menos.- Si el delegado del Perú hubiese
asistido a la reunión, quizás habría tenido que pedir que se definiera con más
claridad el carácter internacional de la oficina de Sevres, sus trabajos futuros,
atribuciones y obligaciones.- Conforme al artículo 16 del Reglamento adjunto a
la Convención de Mayo 20 de 1875, el Comité corresponde con los Gobiernos
por medio de Ministros acreditados por ellos en Francia, y por su conducto, se
envían las publicaciones de la Oficina Internacional, las que para el Perú son en
número de cinco ejemplares. Estas restriccionesdificultaban en algo los reclamos
directos y la consecución de varios de los objetos indicados en el Decreto de US.-
la. Respecto a los prototipos del metro y kilogramo, visto el gran gasto que
ocasionaría su adquisición, creo que ésta puede postergarse por algún tiempo, y
que debe primero prepararse un lugar para guardarlos con todo el cuidado y
seguridad debido. Es muy de sentir que se perdieran en tiempo de la ocupación
chilena, los prototipos antiguos del metro y kilogramo de platino que existían,
pues hubiera bastado mandarlos rectificar por la Oficina Internacional,
contentándose con ellos por algún tiempo. Actualmente creemos que podría
ordenarse la construcción de un número competente para conservarlos luego en
las oficinas municipales como tipos reglamentarios, lo que podría hacerse con
reducido gasto.- 2o Las publicaciones de la Oficina Central son ya numerosas,
bajo diversas formas, como Procés-verbaux, Rapports, Mémoires, las que
contienen los acuerdos y decisiones del Comité y de la última Conferencia, como
también de la Oficina Internacional y memorias científicas en ella ejecutadas.- La
Oficina Internacional hace estudios metrológicos de toda especie, que son
importantísimos, y para ello usa aparatos que hoy son, puede con justicia decirse,
la última expresión de la exactitud y precisión. Estos estudios acompañados de
los términos correlativos son objeto de sus informes y memorias, y dan a estos
Habich, el Fundador / 135

muy elevado interés.- Desgraciadamente, por motivo de los cambios de la


representación del Perú en París, y de las excepcionales circunstancias en que se
verificaban, las publicaciones de la Oficina Internacional no llegaban a Lima con
la regularidad debida, y no se encuentran tampoco completas aquí.- Procuré
reunir, y reuní en efecto para la Biblioteca de la Escuela, una colección completa
de esas publicaciones, en parte conseguidas por relaciones personales, único
medio que en estas circunstancias era posible emplear.- De este modo queda
satisfecho el deseo expresado por US. en su Decreto; y en previsión para el
futuro, sería necesario, a fin de asegurar el recibo o conservación de dichas
publicaciones, que US. se sirviera ordenar que de los cinco ejemplares asignados
al Perú, se manden uno o dos directamente a esta Escuela, lo que podría hacerse
comunicando la decisión de US. al Comité Internacional, por conducto del
ministro Peruano en París.- También podría Us. resolver, conforme a sus deseos,
que la Escuela se encargara de suministrar todos los datos e informes que
respecto al Perú pueda necesitar el comité, y en general que sirviera de
intermediario en sus relaciones científicas con él. Todo esto lo he dejado
implícitamente convenido con el Comité y Oficina Internacional, y tomaría su
debida forma oficial, si el Supremo Gobierno aprueba mi parecer y US. trasmite
(sic) el correspondiente aviso al Presidente del Comité, siempre por la vía
diplomática del Ministro de la República en París, como se indica en la nota que
me fue dirigida por el Presidente del Comité Internacional, y de que acompaño
una copia a este informe.- Lo que dejo dicho, Sr. Ministro, en que me he
esforzado en reunir los números, pasos que di en París, y mi correspondencia y
relaciones con el Comité, la Oficina Internacional y la Comisión Francesa, me
parece que indica lo que conviene para que el Perú sea debidamente representado
en esta reunión científica, y para que se obtenga de esa participación todo el
provecho posible para la República.”(56).

Sabemos que el Ministro contestó a la comunicación de Habich con fecha


18 del mismo mes, pero no hemos conseguido encontrar tal comunicación.
Suponemos, no obstante, que se encargó a la Escuela extraoficialmente de los
asuntos relativos al establecimiento de las nuevas normas de pesos y medidas y
de las relaciones con la Oficina Internacional porque en los primeros meses
llegan a Habich del Ministerio del Exterior comunicaciones firmadas por Carlos
136 / José Ignacio López Soria

Wiese en las que se le remiten los ejemplares de las publicaciones del Comité
Internacional de París (57). A pesar de este encargo, parece que en el Perú no se
entendía la necesidad de pertenecer a tal institución. El Perú adeudaba dos
anualidades al Comité y, al parecer, no había intención de saldar tal deuda pues
el ministro de Relaciones Exteriores no sólo descuidaba estos asuntos por falta de
tiempo sino porque“... yo creo- dice a Habich- que no sería de ninguna utilidad
para el Perú. Más aún, estimo conveniente que pensemos en denunciar la
Convención de 1875, aprovechándonos para ello de lo estipulado en su artículo
13, y agradecería a US. que me diese algunas instrucciones sobre la materia.
¿Qué ventajas reporta al Perú de esa Convención? ¿Por qué ha de desembolsar
anualmente 658 francos sólo por la satisfacción platónica de contribuir al
sostenimiento del Comité Internacional del Metro? ¿Cuándo necesita ni cuándo
ha pedido los prototipos de rigurosa exactitud matemática que el comité está
llamado a conservar?.- Pero si el Gobierno del Perú no cree conveniente
denunciar la Convención de 1875, entonces es necesario que pague con toda
puntualidad su cuota, a fin de no exponerse al bochorno de estar siempre en
deuda con una oficina internacional.”(58).

¿Qué podría contestar Habich a esta notoria despreocupación del Gobierno


ante un asunto de tanta importancia para las relaciones comerciales con los países
extranjeros? Podemos fácilmente suponerlo. No habían pasado siete días cuando
Habich recomienda al ministro el pago inmediato de lo adeudado a la Oficina de
Sevres porque el Perú está afiliado a la Convención del Metro, firmada en 1875,
y porque las disposiciones emanadas de dicha entidad en orden a implantar el
sistema métrico decimal tienen en el Perú carácter de ley. “La no existencia de
prototipos y la necesidad que puede sobrevenir en cualquier momento de pedir a
la Oficina de Sevres verificación de los pesos y medidas, que sirvan para
modelos, o para usos especiales, manifiestan que es indispensable continuar
perteneciendo a la unión métrica internacional.- Además, la H. Cámara de
Senadores ha aprobado últimamente la creación de una Comisión central
encargada de la verificación de los pesos y medidas legales, y de la conservación
de los prototipos, como también de corresponder con la Oficina de Sevres y otras
análogas en el extrangero (sic); y esto demuestra la mente de los legisladores de
continuar formando parte de la unión métrica internacional, y llegar a la
Habich, el Fundador / 137

extirpación definitiva en el país de medidas y pesos distintos de los


métricos.”(59). Recomienda finalmente Habich que sea la Escuela de Ingenieros
la encargada de efectuar los pagos y mantener las relaciones con el organismo
establecido en Francia.

A pesar del descuido del ministerio encargado del asunto, parece que la
presión de los científicos y comerciantes sobre los miembros del Legislativo
surtió el efecto buscado. El 21 de setiembre del 91 el Congreso aprobó la ley de
creación de la Oficina Central de Pesos y Medidas, que fue ratificada por
Remigio Morales Bermúdez, presidente constitucional de la República, con fecha
8 de octubre de 1891. Dicha oficina, establecida en la Escuela de Ingenieros,
tenía la función de conservar y depositar los prototipos de pesos y medidas. La
oficina quedaba bajo la vigilancia de la dirección de la Escuela e integrada por el
director, un delegado de la Municipalidad de Lima, un representante del
comercio y tres profesores de la Escuela. La oficina se encarga de la implantación
del sistema métrico decimal en el Perú y de mantener relaciones con las
municipalidades de provincias, con los organismos semejantes extranjeros y con
la Oficina Central de Sevres (60). La Escuela de Ingenieros correría con los
gastos que tal oficina ocasionase.

Al poner el cúmplase en la ley que regularizaba el sistema de mediciones


en el Perú, el gobierno no hacía sino respaldar con su autoridad una vieja
inquietud de hombres que como Habich estaban empañados en modernizar
nuestras vetustas estructuras y acomodarlas al ritmo de los tiempos.

Habían transcurrido apenas veinte días desde la dación de la ley cuando


Habich se dispone a llevar a la práctica lo especificado en ella. En carta al
director de Instrucción presenta las necesidades concretas para la adecuada
instalación de la oficina (61). En diciembre la oficina estaba ya instalada en la
Escuela, sirviendo como eficaz instrumento de las órdenes de la Comisión
Central para la implantación definitiva del nuevo sistema (62). Además de los
miembros de la Escuela formaba parte de ella el Dr. Daniel Ureta en calidad de
representante del Concejo Provincial (63) y Alejandro Garland en representación
de la Cámara de Comercio de Lima (64). Habich ocupaba la presidencia de la
138 / José Ignacio López Soria

Comisión de la que será en breve designado secretario Federico Villarreal (65).

No parece que fuera fácil llegar a constituir plenamente la Comisión


porque en abril de 1892 es necesario que una nueva ley insista en la urgencia de
la constitución definitiva de la Oficina (66).

Muy largo sería seguir paso a paso las gestiones realizadas por Habich
como presidente de la Comisión Central de Pesos y Medidas. La ley no puede
romper las viejas costumbres y en la práctica siguen usándose los antiguos
módulos de medición. En 1897, después de seis años de instalada la Comisión y
de cerca de treinta desde que se estatuyese la obligatoriedad de las nuevas
medidas, Habich sigue quejándose a través del Boletín de que todos los buenos
oficios“... se quedaron sin resultado alguno, no obstante la urgente necesidad de
hacer cesar la incertidumbre que reina en los pesos y medidas, causando daños
muy serios. Esta incertidumbre se nota no sólo en los pesos y medidas empleados
por las industrias y el comercio, pero hasta en las oficinas públicas, como pasa en
las aduanas, donde las constantes quejas de los comerciantes y las
representaciones de sus Cámaras al Ministerio de Hacienda, lo han hecho
pública. No insistiremos más en los perjuicios que causa en general la inexactitud
que existe en los pesos y medidas, por falta de prototipo con que se podría
compararlos; y así, verificar las medidas oficiales de aduanas, municipios, etc.-
Desde 1885, el infrascrito ha publicado artículos en el Boletín sobre los daños
que irroga la coexistencia de las medidas antiguas con las nuevas, y la falta de
seguridad en estas últimas.- No dudamos que tan apremiante necesidad
encontrará una solución satisfactoria.”(67).

Un año más tarde, Habich se ve en la necesidad de insistir nuevamente en


el asunto. Después de advertir lo infructuoso de sus anteriores gestiones, añade
“Insistimos nuevamente sobre este estado, que se hace más y más apremiante.
Como ejemplo citaremos lo que pasa en la Municipalidad del Callao, la que se
dirigió al Supremo Gobierno pidiendo que se verifiquen sus pesos y medidas.
Pero ¿cómo hacerlo, no existiendo la oficina Central que pueda efectuarlo con
aparatos y prototipos adecuados? - Ninguna verificación hecha con otras
condiciones, no puede ser sino con poca probabilidad de exactitud - No
Habich, el Fundador / 139

concluiremos sin recordar que, desde el año 1885, no hemos cesado de llamar la
atención hacia este asunto, tan importante y que toca tan de cerca al país”(68).

En la mente de Habich el asunto toca muy de cerca al país porque, como es


sabido, en esos años se están ampliando los sistemas de comercialización
internacional. Habich pensaba que el Perú no podía quedar aislado de la división
internacional del trabajo. En esta división le cabía un papel preponderantemente
exportador de materias primas e importador de manufacturas. Si no se atendía a
los nuevos sistemas de medición sus relaciones comerciales podrían verse
dificultadas, en tal manera que el Perú podría perder las ventajas que se suponía
que traería el nuevo giro de las relaciones internacionales. A pesar de este interés,
que no escapa a los más lúcidos, ni la legislación ni las recomendaciones
consiguieron cambiar los viejos sistemas. En 1904 necesita ser nuevamente
agitado el asunto. El entonces ministro de Fomento se preocupó por llevar a
efecto la ley del 8 de octubre de 1891. Por decreto de 1ro. de julio de 1904, y en
consonancia con nuevas insistencias de Habich, se autoriza al director de la
Escuela a instalar en ella la Oficina Central de Pesas y Medidas (70). Comienza
de nuevo la penosa tarea de buscar los implementos necesarios para la instalación
hasta que queda definitivamente constituida en 1906 (71). Habían pasado treinta
años desde que el Perú se incorporase al Comité Internacional del Metro y desde
que Habich tratase de implantar de una manera efectiva el sistema métrico
decimal en el Perú, desterrando las antiguas medidas que tanto dificultaban el
tráfico comercial.

La instalación definitiva de la Oficina Central de Pesos y Medidas suponía,


pues, el primer paso hacia la modernización de nuestros sistemas de medición.
No habían bastado para ello ni la ley ni las recomendaciones. Era necesario que
una Comisión vigilase el cumplimiento de la ley y garantizase la autenticidad de
las innovaciones. La tarea de los miembros del nuevo organismo era por demás
ardua. Había costado muchos años de insistencia hasta la saciedad para
convencer a las autoridades de las ventajas que tal introducción significaba para
el Perú. Tendrían todavía que pasar otros tantos años para que cada tendero, cada
vendedor, asimilase los nuevos sistemas y los usase en la práctica. Las exigencias
del comercio internacional fueron día a día agudizando esta necesidad. Los
140 / José Ignacio López Soria

grupos económicos europeos del final del siglo XIX estaban empeñados en crear
sistemas internacionales aceptados de comercialización. Un factor importante de
este sistema eran los métodos de medición. Al aceptar definitivamente el Perú el
uso del sistema métrico decimal, si bien se posibilitan las relaciones comerciales
con los grandes trust que controlaban el movimiento económico mundial, se
inscribía más adecuadamente en la órbita económica occidental. Pero la división
internacional del trabajo ya había asignado al Perú el papel de extractor y
exportador de materias primas y el de importador de productos manufacturados.
La inserción en el sistema implica, al mismo tiempo, aceptar las relaciones
sociales propias del sistema.

5. Obras públicas
La mente de los gobernantes que llamaron a los ingenieros extranjeros
estaba orientada hacia la utilización de los servicios de estos hombres en las
obras públicas. El Perú vivía por entonces, décadas del 1860 a 1870, una etapa de
abundancia económica debido a la comercialización del guano y trataba de
invertir el superávit en obras que facilitasen el acceso a las zonas productivas y
que contribuyesen al desarrollo urbano. Era la época de los ferrocarriles, de los
grandes empréstitos, de los Dreyfus y de los Meiggs, de los proyectos Eiffel y de
la renovación de cementerios, teatros, mercados, etc. Perú creía vivir un presente
pletórico de posibilidades, olvidado de la riqueza histórica que albergaba en su
seno y miope para las proyecciones futuras. El olvido y la miopía se llamaron
Guerra con Chile, ocupación del territorio nacional por las fuerzas invasoras y
nada respetuosas de lo ajeno. La guerra significó la destrucción de mucho de lo
nuestro, la pérdida de riquezas nacionales, la depredación de los bienes culturales
y la desconfianza de buena parte de la abigarrada sociedad peruana con respecto
al grupo socio-político dirigente. La guerra significó también el derroche de
heroísmo a borbotones, pero trajo como aciaga consecuencia el desastre, y el
desastre arrastró consigo la angustia que germinó en gritos desesperados, en
denuncias a lo González-Prada, en desorientado anarquismo. ¿Qué podía ser ya
de las obras públicas que con tanta euforia se iniciasen en la bien calificada por
Basadre “prosperidad falaz”? Los ingenieros extranjeros, acostumbrados a los
Habich, el Fundador / 141

ambientes europeos en los que los tiempos corren más homogéneamente, no


pudieron aguantar el remezón de la guerra y de la ocupación. Muchos de ellos
emigraron, dejando los planos en desorden sobre sus tableros y el material
acumulado junto a las obras inconclusas. Habich, extranjero como todos, estaba
tan identificado con su obra, la Escuela de Ingenieros, que prefirió quedarse
porque entendía que la dificultad de los tiempos hacía más necesaria que nunca
su presencia.

Desde su llegada en l 869, Habich había colaborado en las obras públicas


en calidad de ingeniero del Estado. Al reorganizarse los Ministerios después de la
ocupación, quedó Habich sin la ingerencia que antes tenía en las Obras Públicas
El Sr. Sears, graduado en los Estados Unidos de ingeniero, le pide una colocación
en este organismo. La contestación de Habich, a quien conocemos ya como parco
y mesurado, revela una amargura que se filtra a través de las líneas escuetas de su
carta“... no tengo ninguna relación ni influencia en lo relativo a Obras Públicas,
y cualquier paso de mi parte en este sentido sería considerado como un deseo de
injerencia en tales asuntos... hoy sólo los nuevos Directores de Obras Públicas
pueden certificar sus servicios, reduciéndose el papel de la Escuela únicamente a
preparar a los jóvenes para la carrera de ingeniero, y nada más.”(72).

No pasó mucho tiempo sin que Habich fuese nuevamente llamado a


colaborar de cerca con las autoridades en lo relativo a obras públicas. En
diciembre de 1890 figura como miembro de la Comisión Consultiva de Obras
Públicas. (73).

En cuanto miembro de tal Comisión, además de los informes emitidos


sobre problemas carreteros, interesa reseñar su participación en el proyecto Eiffel
sobre el teatro municipal. El 13 de abril de 1892 recibió Habich la siguiente
comunicación “Consejo Provincial de Lima. Alcaldía. Lima, Abril 12 de 1892.
Sor. D. Eduardo Habichi (sic).- Con el deseo que anima a este despacho de
realizar cuanto antes la obra de construcción de un Teatro Municipal, solicitó de
la Casa Eiffel de París la formación de los planos respectivos; y habiendo
recibido ya dichos planos ha juzgado conveniente expedir con fecha de hoy el
decreto que sigue: Vistas las comunicaciones de la Casa Eiffel y los planos
142 t José Ignacio López Soria

acompañados...pase a informe de una Comisión compuesta del Director de la


Escuela Especial de Construcciones Civiles de Minas (sic) D. Eduardo Habichi
(sic), del profesor de la misma D. Teodoro Elmore y el Ingeniero del Concejo
Alejandro Carreño, a fin de que se sirvan dictaminar en lo referente a la parte
técnica, y a la posibilidad de adaptar el edificio al local del antiguo Teatro
Municipal o a la plazuela de la Inquisición.”(74). Habich acepta con gusto esta
designación, como consta en su contestación al alcalde, fechada el 16 de abril de
1892, en donde le expresa: “Para concluir, le aseguro a US. que no omitiré
esfuerzo alguno para prestar cooperación a la H. Municipalidad, tan dignamente
presidida por US., sobre todo al tratarse de una obra de tan grande trascendencia
para la Ciudad de Lima.”(75)

Después de un prolijo estudio presema Habich, asesorado por T. Elmore y


H. Farge, un voluminoso informe en el que además de los datos técnicos incluye
consideraciones socio-económicas y aun estéticas. “El importante papel que en
la vida culta y moral de una ciudad desempeña un Teatro serio, hace de él, en una
aglomeración de hombres, una medida de higiene moral tan imperiosa como las
que tiene por objeto su higiene física.” Continúan luego los informantes dando
cuenta de la existencia del teatro en Lima desde 1602 hasta que durante la “época
nefasta de ocupación extranjera” fuera inexplicablemente incendiado. Para
remediar la situación el alcalde de Lima, Juan Revoredo, se había dirigido a los
establecimientos Eiffel, constructores de la célebre torre Eiffel para la
Exposición Internacional de 1889, que eran ya conocidos en el Perú por sus
trabajos en la aduana de Arica, en la iglesia de Tacna y en el ferrocarril de la
Oroya. La Compañía Eiffel había elaborado un plano con los escasos datos que le
enviara la Municipalidad de Lima. Antes de opinarsobre el ante-proyecto Eiffel,
la comisión, presidida por Habich, se dedica al estudio preliminar analizando las
posibilidades de ubicación del teatro y la conveniente capacidad del mismo. No
parece adecuado, creen los comisionados, trasladar la estatua de Bolívar para
construir en la plaza del mismo nombre el teatro, por lo cual eligen como sitio
más aparente el que ocupaba el antiguo teatro. Ese lugar presentaba la ventaja de
que los limeños estaban ya acostumbrados a él y de contar además con plazuela
para el tránsito de los carruajes. En cuanto a la capacidad fijan en 1,500 el
número de asientos, dado que Lima no tenía sino 110.000 habitantes. Los pasillos
Habich, ei Fundador / 143

debían ser anchos a fin de facilitar la salida en caso de incendio o de terremotos.


Las modificaciones que Habich, Elmore y Farge proponen reducen los costos de
L600.00 o 2’400.000 francos calculados por Eiffel a i'200.000 francos. “En
conclusión, los infrascritos somos de opinión : que debe adaptarse para erigir el
nuevo teatro, el antiguo sitio, por carencia de otro mejor, y por la modificación
total que el cambio traería consigo en el proyecto de la obra.”. Así concluían los
comisionados. No sabemos que opinaría la Municipalidad acerca del informe
Habich, pero podemos inferir que no lo tuvieron muy en cuenta porque en
setiembre El Comercio, después de dar la noticia de que están haciéndose los
últimos retoques al contrato de la Casa Eiffel, habla de un presupuesto de
1’700.000 francos (alrededor de medio millón de soles) preguntándose de qué
proyecto se trata y de dónde el tal costo que no coincidía ni con el proyecto Eiffel
ni con las recomendaciones de la Comisión Habich (76).

Sería demasiado prolijo y ajeno a la finalidad que nos proponemos en este


libro, seguir dando cuenta de todas y cada una de las comisiones desempeñadas
por Habich en su calidad de ingeniero al servicio de organismos e instituciones
públicas. Hemos querido recoger solamente las más significativas para mostrar la
ingerencia que, durante los cuarenta años de residencia en el Perú, tuvo Habich
en sectores tan diversos de la actividad pública y privada. Ferrocarriles,
cementerios, teatros, iglesias, acondicionamiento territorial, planeamiento
urbano, carreteras, irrigaciones, etc. fueron algunos de los rubros en los que el
Gobierno, por la Sección de Obras Públicas, utilizó los conocimientos de Habich.

Si con la Escuela de Ingenieros estaba Habich contribuyendo a crear un


nuevo grupo humano, el de los profesionales técnicos, asentado en las ciudades,
con sus trabajos como ingeniero aportaba su contribución, científica siempre,
sagaz y atinada en demasía, al mejoramiento de las condiciones de vida que
estaban cambiando el rostro externo del Perú urbano. Las entrañas de la tierra
conocían ya las manos de Habich por sus trabajos en minería y en irrigaciones.
En la superficie externa había dejado el sello de un ordenamiento racional hacia
el progreso urbanístico. En los hombres, en los alumnos de la Escuela de
Ingenieros, estaba depositando la semilla imperecedera de la constancia en el
trabajo, del espíritu de superación y de la rigurosidad técnica. Esta labor tan
144 / José Ignacio López Soria

compleja significaría ciertamente un paso, aún cuando no el único, hacia la


consolidación de nuestras estructuras socio-económicas y educativas. Si es
innegable, como se ha repetido hasta la saciedad, que la Guerra con Chile
removió nuestras entrañas hasta hacer tambalearse a algunas de las seculares
instituciones, no es menos cierto que la conciencia del fracaso no opacó todos los
ánimos. Ahí estaban Habich y tantos otros hombres -ignorados hasta ahora por
historiadores encandilados por el brillo de las armas y de la política- empeñados
en construir un Perú próspero manejando la única solución que por entonces
alcanzaban a intuir: la acción decidida y franca de racionalización de los
procesos de producción en relación con los grandes centros económicos
occidentales.

Frente a otras posiciones que se resolvían en un criticismo inactivo, los


hombres como Habich y aquellos que se formaron a su alrededor ponían la
solución en el hacer. Y hacer se llamaba entonces construir, extraer más
técnicamente los minerales, abrir nuevas vías de comunicación, roturar terrenos
eriales e implantar un sistema de medición que facilitase el intercambio con los
centros del poder económico mundial. Y mientras se robustecen los lazos
económicos con el sistema internacional y comienzan a llegar ideologías nuevas,
los ingenieros siguen construyendo teatros y carreteras, nuevas vetas mineras son
explotadas, se tienden más kilómetros de vías férreas y zonas yermas son ganadas
para el cultivo.

6. Código de Minería
No deja de causar extrañeza que un país eminentemente minero como el
Perú careciese de una ley de minería adecuada a las circunstancias de los
tiempos. Difícil se hacía para la Escuela de Ingenieros dirigir el proceso de
extracción, beneficio y comercialización de productos regulados aún por las
Ordenanzas de 1785. A estas Ordenanzas se sumaban asistemáticamente las leyes
emitidas durante la República, la más importante de las cuales databa de 1877.
Podemos fácilmente imaginarnos la inadecuación que existiría entre las
Ordenanzas Reales y las leyes posteriores. Parecería que el Perú Republicano,
demasiado atento a la explotación de aquellas fuentes productivas que, como el
Habich, el Fundador ¡ 145

guano, traían un fruto inmediato, se había despreocupado de explotar otras


fuentes, de más rudo trabajo, pero que asentaban la economía sobre bases más
estables.

La minería, floreciente durante buena parte de la época colonial, fue


descuidada en los primeros decenios del gobierno republicano. La “prosperidad
falaz” que se derivaba del guano cegó los ojos de los gobernantes que no
supieron ver más allá de los estrechos límites de su período gubernamental. Pero
en esa prosperidad no todo fue falaz. El aumento del numerario, restadas las
ingentes sumas despilfarradas en boatos improductivos, se tradujo en ampliación
del sistema vial -carreteras, ferrocarriles, puertos- que iba preparando la
posibilidad de explotación minera o agrícola de regiones hasta entonces
separadas de la estructura económica del país. Cuando el guano perdiese su
carácter de vellocino de oro, de panacea para todos los descalabros económicos
del Perú, quedarían los caminos que se dirigían a los centros mineros y a las
plantaciones agrícolas.

Hemos hecho ver cómo el nacimiento de la Escuela de Ingenieros se ubica


precisamente en esta conyuntura. Era a todas luces necesario un ordenamiento
minero que regulase la actividad que se veía como la solución estable a la
situación crítica de la economía nacional. En 1877 estaba todavía el Perú
demasiado cegado por las llamas y el humo de la hoguera en que se consumía la
falaz prosperidad asentada sobre el guano. La ley que se da en ese año no se
atreve aún a atacar el problema de raíz y prefiere presentarse como un parche a la
vieja legislación española, sin suprimirla por completo. Pero esta situación se
hacía cada día más angustiosa para los productores y para aquellos sobre quienes
pesaba la ardua tarea de dirigir la actividad minera sin un ordenamiento legal
sistemático al que atenerse. Las exigencias de los mineros, por una parte, y las
cada día más apremiantes sugerencias de la Escuela de Ingenieros, por otra,
convencieron al Supremo Gobierno de la necesidad de elaborar una nueva ley de
minería que esté más acorde con los tiempos y que responda mejor a la
importancia de este producto en la economía nacional, a las presiones de los
grupos inversionistas extranjeros y a las recientes innovaciones técnicas. El
mundo occidental vivía por entonces una profunda renovación en el ramo de la
146 / José Ignacio López Soria

minería, como se adviene por los muchos establecimientos en los que se


comienza a impartir enseñanza sobre las técnicas mineras y por las leyes de
minería renovadas en los últimos decenios.

La ley de minería de 1877 fue recibida con beneplácito por legistas,


mineros, industriales y comerciantes. “Si el mérito principal de una ley de esta
clase -señalaba el profesor de legislación minera en la Escuela de Ingenieros-
consiste en proporcionar a los particulares, nacionales o extranjeros, los medios
de buscar y adquirir minas mediante un procedimiento sencillo; en dar seguridad
a la propiedad legalmente adquirida, poniéndola a cubierto de las controversias
que suelen suscitarse el error o la mala fe; en suprimir todas las trabas que
puedan embarazar la libre acción de los industriales; y en establecer una
vigilancia bien entendida en el régimen administrativo de la minería; debemos
reconocer que nuestra ley de minas llena en mucha parte estas condiciones y
franquea amplia libertad a la industria minera. Si ella, a pesar de todo, no es
completa, y aún dejaría mucho que desear para países dotados de una industria
más estensa (sic) y próspera que el Perú, satisface, sin embargo, bastante bien a
las necesidades actuales de la minería; y, atendidas las ideas dominantes de la
opinión pública y la aspiración general a favorecer el desarrollo de los trabajos de
minas, no tenemos duda de que toda reforma útil en esta ley sería fácilmente
aceptada tan pronto como se demostrase su conveniencia y oportunidad.”(77).

Debajo de la calurosa acogida de la que fuera objeto la nueva ley de minas


de 1877 advertimos el inconformismo de quienes caen en la cuenta de la falta de
adecuación entre la nueva legislación y las anteriores Ordenanzas aún en
vigencia. Era difícil adecuar una ordenación legal dada dentro de un sistema
colonialista con otra que pretendía precisamente abrir la posibilidad de
explotación de nuestras minas a los grupos económicos europeos. Es el mismo
Ramón de la Fuente, profesor de legislación minera y uno de los coautores de la
ley, quien señala como primera ventaja de la nueva ordenación “...que la
esplotación (sic) y amparo de las minas en el Perú es enteramente libre para
nacionales y estranjeros (sic), sin otro gravamen que el impuesto de quince soles
al semestre por cada pertenencia ...”(78). No satisfecho con la enunciación de las
ventajas que se ofrecen para los extranjeros, subraya en la conclusión “Ha solido
Habich, el Fundador / 147

hablarse con mucha ponderación de la inseguridad y falta de garantías que los


estranjeros (sic) tienen en el Perú y, en general, en los países hispanoamericanos,
tan trabajados por las revueltas políticas. Esta opinión, aunque aceptada a ciegas
en Europa por las personas que no se toman el trabajo de indagar la verdad de los
hechos, es infundada casi en su totalidad. Por el contrario, si alguien tiene
verdaderas garantías y amplia libertad para el trabajo en el Perú, son los
estranjeros (sic); y si no falta acaso ejemplo de algún abuso cometido con ellos,
esos abusos son muy raros y han sido también eficazmente reprimidos por las
autoridades. El carácter de los habitantes de este país es benigno y tolerante, y no
conocemos en estos últimos años ningún atentado cometido contra la persona o
intereses de los estranjeros (sic), a no ser que hayan tomado una intervención
directa y apasionada en la política, y aun así, todavía se les ha tratado con notable
consideración y benevolencia. Estamos persuadidos que no habrá uno solo de
ellos que diga con razón que se le han usurpado sus intereses, que se le ha exigido
contribución estraordinaria (sic) o que ha sido dañado directamente en sus
establecimientos o domicilio. Aun en las conmociones políticas más vehementes
todas las garantías y seguridades han sido para los estranjeros (sic), a quienes no
se ha dejado de respetar y tratar con todo miramiento. No hay, pues, el menor
motivo de temor para los estranjeros (sic) que vengan a establecerse en nuestros
Minerales... Además, su propio interés debe atraerlos, porque hallarán por todos
los lados abundar minas de metales preciosos, y si bien el país carece en general
de buenos caminos y otros elementos necesarios, esos se pueden crear sin gran
dificultad hasta el punto de contacto con las varias vías férreas .. La forma
introducida en nuestra Legislación de Minas por la ley del 1877 ha producido
escelentes (sic) resultados, dando seguridades a la propiedad minera... Falta, sin
embargo, para dar unidad a esa Legislación, para enmendar sus defectos e
introducir las mejores reveladas por la esperiencia (sic), formar un Código de
Minas, que está indicado por esa misma ley de reforma.”(79).

Por el testimonio de Ramón de la Fuente advertimos que la ley de 1877


llenaba un vacío en la legislación minera, especialmente en lo relativo al registro
de concesión, pero aún no solucionaba radicalmente el problema porque su
articulado montaba sobre las viejas Ordenanzas virreinales. Era, pues, preciso
estructurar un Código de minería en el que, de acuerdo a los nuevos criterios de
148 / José Ignacio López Soria

explotación y posesión de minas, se regularizase la extracción, laboreo y


comercialización de esa fuente básica de la economía peruana.

En orden a solucionar esta desadecuación, el Gobierno Peruano, diez años


después, emite un decreto el 19 de enero de 1888 por el que se manda formar
un solo cuerpo o Código que satisfaga las exigencias de la Minería nacional
en su doble carácter judicial y administrativo, según los adelantos modernos y de
conformidad con las condiciones especiales que ofrece la República ...”(80). Para
la elaboración del nuevo Código se nombra una comisión de la cual el director de
la Escuela es miembro nato. La comisión debe emitir su informe en junio del
mismo año, a fin de que pueda ser presentado en la siguiente legislatura. En
febrero preocupa a Habich que aún no se hayan nombrado los miembros de la
comisión ya que sus deliberaciones deben someterse a la aprobación del próximo
Congreso. En marzo, finalmente, se completa el número de los comisionados con
los nombres de Leonardo Pflucker y Rico, Ramón de la Fuente y Ramón Ribeyro,
ordenándose que se proceda a la instalación y que se inicien los trabajos, pues el
siguiente Congreso debe discutir el proyecto (81).

Poco después de constituirse la comisión murió Ramón de la Fuente


sufriendo el grupo una pérdida irreparable por tratarse del mejor conocedor de la
legislación minera en el Perú. Su libro, Legislación de Minas del Perú, al que
acabamos de hacer alusión, mereció ser traducido en varios idiomas en Europa, a
pesar de haber sido escrito en los calabozos chilenos en 1883 (82). Pese al deceso
del legista de la comisión, ésta prosiguió sus labores, evacuando un informe
titulado Proyecto del Código de Minería. El presidente de la comisión, Leonardo
Pflucker y Rico, presentó el informe al ministro del ramo el 12 de octubre de
1888. “No duda el Gobierno -dice, respondiendo el Ministerio de Hacienda- que
la obra de la Comisión que Ud. presenta conteniendo todas las reformas de la
antigua Legislación de Minería, y las innovaciones adaptables a las condiciones
peculiares de la República, sea digna de ser sancionada por el Poder Legislativo
imprimiéndole el carácter de Ley del Estado, eficaz para los progresos de la
industria de la que tanto espera la Nación.”(83).

No deja de ser significativo que el Proyecto de Código de Minería, aun


antes de producirse su aprobación por parte del Congreso, fuese ya recibido en el
Habich, el Fundador / 149

extranjero y que despertase allí, como reconoce Alberto A. Elmore, más interés
que en el Perú. El articulado del Código es una copia fiel de los vigentes
principios liberales. Defensa de la propiedad privada, libertad para el uso y abuso
de la misma, escasa ingerencia del Estado, cuya labor quedaba reducida a firmar
el contrato con el propietario y al derecho de cobrar el bajo impuesto de quince
soles por pertenencia minera al semestre, podrían ser los rasgos fundantes de la
estructura legal que orientará en adelante la situación de la minería en el Perú.
Con razón podía decir Alberto A. Elmore “Este es el sistema más liberal que
puede adaptarse en la materia...”(84).

Este proyecto, que había ya despertado eco esperanzador en los inversionistas


extranjeros, quedó sin embargo traspapelado entre las muchas cuestiones que
preocupaban al Congreso. Es necesario que pasen dos años para que los legisladores
crean oportuno ocuparse del problema de la minería que, sin advertencia de ellos,
estaba escalando hasta el primer puesto dentro de las riquezas nacionales. El 22 de
octubre de 1890 el Congreso se decide a nombrar una comisión para que estudie el
proyecto. Habich espera que, por fin, sea elevado a categoría de ley el proyecto en el
que tanto ^abajase porque conocía la importancia que tenía para la renovación de la
industria nacional (85). Pasan, sin embargo, los años y no se aprueba la ansiada ley.
Habich tiene que volver de una u otra manera a insistir sobre el asunto aprovechando
lo que se está haciendo en otros países. En 1893 cree Habich necesario recordar que
en México se ha reformado la minería a través de un Código de Minería con su
respectivo reglamento. Esto mismo había ocurrido en Venezuela y en el Ecuador. En
estos países se han usado como base las leyes españolas de 1868, que pueden
considerarse, dice Habich, “... como el tipo tendente a generalizarse más y más en
todas partes, por razón de ser la expresión más completa de la libertad industrial, de
laisser-faire, laisser-aller, con aplicación a la minería.”(86). Pero parece que las
opiniones de Habich pesaban poco en el ánimo de los legisladores pues, nombrada la
comisión, el Congreso se despreocupó nuevamente del asunto. De hecho, la comisión
no emitía su informe y el proyecto seguía empolvándose en los archivos del
Congreso. Los mismos mineros, a través de Luis N. Bryce, presidente de la Sociedad
Nacional de Agricultura y Minería, insisten ante la Cámara de Senadores para que se
apruebe el proyecto preparado por la comisión Pflücker (87). Finalmente, el
presidente del Senado Guillermo E. Billinghurst autoriza a la presidencia de la
150 / José Ignacio López Soria

República poner en vigencia el Código de Minería, usando como base los proyectos
de 1888 y un nuevo estudio formulado por Federico Moreno a nombre de la Sociedad
Nacional de Agricultura y Minería (88).

¿Qué había pasado en el transcurrir del tiempo desde 1888 hasta 1896? El
mismo Habich, en una historia que traza del Código de Minería, explica la
situación. “Desde esta época -1888- los Congresos sucesivos nombraban
comisiones para el estudio del proyecto presentado; pero sensible es decir que
ninguna de estas comisiones lo ha hecho, ni ha presentado informe alguno, a
pesar de las reclamaciones de los mineros, las opiniones favorables emitidas por
las altas autoridades extranjeras en la materia y los cambios que se introducían en
las legislaciones mineras de México y Ecuador, etc. adoptando estas bases
análogas y algunas disposiciones del indicado proyecto.- En el año 1893, el
Sr. Federico Moreno redactó un proyecto de Código de Minería que fue premiado
por el Ministerio de Hacienda, y es el que se cita en la ley del Congreso y
decretos que se han dado al respecto.- Tal fue el estado de las cosas que las
inquietudes anteriores hacían prolongar, cuando restablecida la tranquilidad, el
Supremo Gobierno por decreto de Agosto 16 de 1896 confió a la Sociedad de
Minería, la redacción de un Código, tomando por base los proyectos de Código
de Minería de 1888 y el del Sr. Moreno .- La Sociedad de Minería, asesorada por
algunos miembros de las Comisiones de Minería del Senado y de la Cámara de
Diputados, redactó el proyecto de ley, tomando como base de sus estudios el
Código de 1888; proyecto que posteriormente se modificó en ciertas partes y fue
remitido al Supremo Gobierno con fecha 9 de Enero del corriente año. Dicho
proyecto de ley de minería lo firmaron los Sres. E. Malpartida, F. Gildemeister,
A. Garland, H. Gaffron y E. Montero.”(89).

Urgido por mineros y técnicos, el Gobierno se decide a encargar el


estudio del proyecto a una comisión compuesta por el ministro de Fomento, el
director del ramo y el jefe de la Sección de Minas (90). La Comisión emitió su
informe y, perfeccionado el proyecto, se aprobó finalmente en 1896 el Código de
Minería, que regularía en adelante todo el negocio minero, rubro de
extraordinaria importancia para el despliegue industrial del Perú.
Habich, el Fundador / 151

7. Exposición de Chicago
“Lima, Mayo 26 de 1891.- Habiéndose aceptado la invitación del gobierno
de Estados Unidos de América para concurrir a la Exposición Universal de
COLON, que debe inaugurarse el 1° de Mayo de 1893 en la ciudad de Chicago,
en celebración del descubrimiento de América, y siendo necesario dar unidad a
los trabajos utilizando la iniciativa particular, para el acopio de los productos
mineros, manufacturados y agrícolas, así como también para coleccionar los
datos históricos, y arqueológicos desde la época incásica, hasta la emancipación
política del Perú; Nómbrase con el carácter de ad honorem, una comisión central,
compuesta por los Sres. D. Eduardo Habich, D. Eulogio Delgado, D. Ricardo
Palma, D. Ricardo Rossel, D. Eugenio Larrabure y Unánue, D. Federico Elmore,
D. Ernesto Malino.wski, D. Samuel Palacios y D. Gavino Pacheco.- Esta
comisión se extenderá directamente con las departamentales que nombren los
Prefectos y podrá si lo cree conveniente nombar (sic) delegaciones provinciales y
de distrito.- Comuniqúese, regístrese y publíquese.- Rúbrica de S.E.
Valcárcel.”(91).

Con la dación del anterior decreto se inicia otra de las comisiones en las
que Habich interviene al servicio del Gobierno. Muy pronto es elegido presidente
de ella, con lo que comienza a pesar sobre sus hombros la ardua tarea de
representar al Perú lo más dignamente posible en la Exposición Internacional de
Chicago. Gustoso acepta Habich esta responsabilidad, consciente de que así
contribuiría a hacer más conocido el Perú en el extranjero, lo que atraería la
inversión de capitales. Creyéndose entonces que la única vía posible hacia la
explotación completa de las riquezas naturales era el inversionismo extranjero,
Habich se constituye en el primer motor de esta tendencia, inconsciente del lado
negativo de ella. Si podemos llamar con Basadre “falaz” a la prosperidad que se
derivaba de los grandes empréstitos, no menos falaz ha terminado siendo esa otra
prosperidad basada en el inversionismo de capitales foráneos. La inversión
extranjera contribuía ciertamente al desarrollo nacional, pero centraba al Perú
alrededor de los intereses de las metrópolis económicas extranjeras. Al calor de
este tipo de ordenamiento internacional se van gestando los grupos internos que
actúan de bisagra. Con esta situación tienen que ver muy de cerca las
Exposiciones, que no eran sino exhibiciones de los recursos en materias primas
152 / José Ignacio López Soria

de unos pueblos y de productos manufacturados de otros. Bajo el color histórico


se esconde un indudable interés económico en este tipo de eventos. Así había
sido la Exposición de París de 1889 y así sería la de Chicago de 1893.

En setiembre de 1891, emitía Habich, como presidente de la Comisión, su


primer informe insistiendo en la necesidad de constituir una oficina encargada de
recoger los materiales que deben presentarse en Chicago. Debe también
redactarse una guía descriptiva del Perú que, publicada en castellano, francés e
inglés, dé a conocer a los países asistentes al evento de Chicago las riquezas
naturales del Perú (92).

Parecía necesario, por otra parte, la organización de exposiciones locales


en Lima y provincias de las que pudiesen extraerse las muestras más adecuadas
para la representación del Perú. Muy pronto los departamentos, oyendo el
llamado de Habich, nombran comisiones que se encargan de recolectar los
materiales que de esas regiones serán seleccionados para la Exposición Universal
de Chicago (93). Se nombran igualmente comisiones en los distritos con el
mismo fin y en conexión con las comisiones departamentales (94). No faltaban
incluso particulares que, animados de celo patrio, ofrecen sus servicios a los
comisionados, como un anticuario cuzqueño que “Como peruano -dice en un
castellano plagado de errores ortográficos- amante del buen nombre de mi patria,
ofresco (sic) al Gobierno, por el digno órgano de U.S., tomar parte en la
memorada expocición (sic), llevando mi colección de antigüedades
precolombinas; bajo las sencillas condiciones siguientes: 1a que se me facilite el
transporte de ida y regreso de mi persona y un compañero y el de los bultos del
museo; 2a que se me den los fondos necesarios para mis gastos personales y 3a
que se me expida título de comicionado (sic) para exhivir (sic) el museo con
carácter oficial y a nombre del Gobierno del Perú.- Acompaño un ejemplar del
catálogo del Museo y la fotografía de una pequeña parte...”(95).

La posible participación del Perú en la Exposición Internacional de


Chicago era esperada con gran deseo por los Estados Unidos, que quería tener un
conocimiento más cercano de las posibilidades de inversión de capitales en Perú.
Anotemos como nuestra las palabras de William E. Curtis, director del
Departamento Latino-Americano en la World’s Columbian Exposition: “Sr. E. D.
Habich, el Fundador / 153

Habich... Hemos recibido algunos informes desalentadores respecto a esa


República; pero confío en que el Gobierno y los ciudadanos comprenderán las
grandes ventajas que ofrece la Exposición para anunciar al mundo los magníficos
recursos del Perú. No hay país alguno que tenga tanto que dar a conocer, ni que
necesite en tan alto grado atraer inmigración y capitales extrangero (sic). Me
interesa especialmente la idea propuesta por U. de hacer una Exposición local en
Lima antes de enviar las colecciones a Chicago, y espero que sea puesta en
práctica.- Pero la más importante de todas las indicaciones de U. es, en mi
concepto, la relativa a la publicación de una guía descriptiva del Perú, que
muestre fielmente su situación geográfica, ríos, montañas, ciudades, medios de
comunicación, etc. ... El Gobierno del Perú hallaría gran provecho en invertir
todos los fondos que pueda dedicar a la Exposición...dando a conocer los
recursos y producciones del país...Tengo instrucciones de la Dirección de la
Exposición para decir que el Perú puede obtener todo el espacio que necesite en
los edificios generales sin costo alguno, y que sería muy satisfactorio que este
país adoptase el plan que ya han adoptado otros varios, de separar sus
exhibiciones de manera que sus varias producciones queden colocadas frente a
las similares de los demás, y puedan compararse directamente ...” (96).

Basten estas palabras como muestra del interés despertado hacia el Perú
en una exposición internacional en la que cada país presentaba los productos más
característicos a fin de darlos a conocer a los grupos económicos extranjeros y
facilitar así el inversionismo exterior. Habich, que conocía los resultados de este
tipo de eventos por su participación en la Exposición de París de 1889, y que, por
otra pane, creía en la necesidad de la inversión extranjera para la explotación de
nuestras riquezas naturales, no ahorraba esfuerzo, en su calidad de presidente de
la Comisión encargada de preparar la representación del Perú en Chicago, por
contribuir a que el Perú estuviese dignamente representado y no se repitiesen los
fracasos de la Exposición de París.

Mientras los escritos de los organizadores de la exposición en los Estados


Unidos animaban a Habich a preparar lo mejor posible la presentación del Perú
en Chicago, en Lima, el Concejo Provincial, decretaba la celebración de la
Exposición Nacional para el 12 de octubre de 1892, teniendo como finalidad
“Centralizar los productos y las obras que...deben remitirse a la Exposición
154 / José Ignacio López Soria

Internacional de Chicago.”(97).

El Poder Ejecutivo en el Perú no parecía, sin embargo, muy preocupado


por la mencionada exposición. Es cierto que se advertía un movimiento de
entusiasmo en particulares, municipalidades e instituciones que agrupaban a
productores, pero el fervor no podía ser encauzado debidamente por falta de
directrices precisas que deberían salir del Gobierno Central. Habich, consciente
de lo que esto significaba, de la mala reputación que se ganaría el Perú por
haberse adherido a la Exposición sin poner luego los medios adecuados para su
representación y de las desventajas que esta situación arrastraría para el progreso
industrial, vuelve una vez más a insistir en setiembre de 1892, cuando faltaban
escasos meses para la apertura de la Exposición, en la necesidad de que el
Gobierno se preocupe seriamente del asunto. Sus comunicaciones anteriores
habían caído en saco roto y las proposiciones de una Oficina Central así como de
algún presupuesto para llevar a efecto la recolección y envío de materiales no
habían pasado de ser buenos deseos del Congreso y del Ejecutivo. El silencio era
la respuesta a estas inquietudes, y el descuido, la actitud de los gobernantes. “La
Comisión Central, abriga la más firme convicción que -los diversos Organismos
del Gobierno Central- ...prestarán preferente atención a lo expuesto, y resolverán
lo que más convenga al decoro e interés nacional.” (98). Así terminaba Habich su
informe al director de Obras Públicas en setiembre del 892.

El Gobierno entiende finalmente la preocupación de Habich y decreta el


22 de noviembre la creación de la oficina que al servicio de la Comisión Central
coordine la labor de reunión de materiales y la instalación de una Exposición con
tres secciones: minería, productos agropecuarios y materiales geográfico-
históricos. Se encarga a la Escuela de Ingenieros, a la Sociedad de Agricultura y a
la Sociedad Geográfica de su organización (99). En diciembre se destina ya una
cantidad para los gastos de la Comisión Central y de la Oficina (100).

¿Bastaban tres o cuatro meses para preparar una Exposición en la que el


sitio reservado para la minería peruana era siete veces mayor que el pabellón
ocupado por el Perú en París? La imposibilidad de llenar el puesto que al Perú
correspondía era ya demasiado evidente. Estas consideraciones obligan a Habich
a advertir al Gobierno que, aun estando dispuesto a seguir trabajando sin
Habich, el Fundador / 155

desmayo, no se responsabilizaba del éxito de la Exposición (101). Habich no era


ciertamente experto en improvisaciones. Gustaba de las cosas medidas y
previamente preparadas hasta en los últimos detalles. El clima de dificultades que
se cierne sobre la posibilidad de representar al Perú en Chicago pesa sobre los
miembros de la Comisión Central y de las subcomisiones. El mismo Gobierno,
aquejado en 1893 por una economía deficiente, se ve imposibilitado de cumplir
con los gastos que significaba la presencia del Perú en la Exposición de Chicago.
En una comunicación del presidente del Consejo de Ministros se hace ver a
Habich y a la comisión que él presidía la imposibilidad de que el Perú esté
oficialmente representado en la Exposición Universal de Chicago, aun cuando se
deja abierta la puerta a la participación de los particulares. Habich y sus hombres
habían trabajado en vano. Dos años de esfuerzo, dos años de preocupación, dos
años de sembrar esperanzado en los frutos que venían a derrumbarse infecundos
por el descuido de quienes no veían más allá de su período gubernamental. La
respuesta de Habich no puede ser más lacónica “...en conformidad con la
resolución Suprema del 21 del presente que se ha servido US. transcribimos, la
Comisión Central Organizadora de la Representación del Perú en la Exposición
de Chicago, en sesión de fecha de ayer ha decretado terminados sus trabajos.-
Dios guarde a US. Por la Comisión Central, (firmado) E. Habich.”(102).

Detrás de esta posición del Gobierno Peruano y de la actitud de la


Comisión, quedaban los archivos de la Comisión Central, conservados en la
Escuela de Ingenieros, como un testimonio muerto de lo que se pudo hacer y
nunca se hizo. Los papeles ordenados cuidadosamente en sus diversas secciones
de Correspondencia Oficial, Correspondencia Extranjera, Borradores Oficiales,
Despacho, Correspondencia con Departamentos y Municipalidades y Delegados
Colectores-Receptores, quedan inesperadamente truncados el 26 de enero de
1893; sólo en el legajo de Correspondencia Oficial se encuentra un documento
posterior a esta fecha. Se trata de un oficio comunicando una Resolución
Suprema dirigida al Presidente de la ex Comisión Central Organizadora de la
Representación del Perú en la Exposición de Chicago con fecha Io de febrero de
1893. Se manda en ella pagar el importe de 252 soles a la Comisión por los
gastos hechos en el arreglo de la Oficina Central y entregar a la Dirección de
Obras Públicas los muebles de dicha oficina (103).
156 / José Ignacio López Soria

Notas del capítulo IH


1. Del Vicepresidente de la Junta Central de Ingenieros del Estado, Eduardo
de Habich, al Director de la Escuela de Ingenieros, Lima, octubre, 30,
1878. In: Archivo de la Escuela de Ingenieros. Documentos Oficiales.
1878.

2. De Eduardo Habich al Alcalde de Lima, Lima, noviembre, 22: 1884. In:


Documentos Oficiales. 1881-1886, fol. 113-114

3. El Peruano, Lima, 5 jul. 1884, p. 11-12

4. Ibid. 27 set. 1884, p. 125-127

5. Ibid. p. 127

6. Boletín de Minas, Industrias y Construcciones. Lima 18 (3): 17-18, mar


1902

7. Ibid. 2(6): 41,jun. 1886

8. De Eduardo de Habich al Director General de Hacienda, Lima, jul. 1,


1886. In: Copiador de Oficios. 1886-1889, fol. 33

9. Loe. cit. El término “escaseraré”, mal copiado por el amanuense, debe


entenderse como “excusaré”, pues en la respuesta de Habich al
nombramiento como miembro de la Comisión Consultiva de Instrucción,
repite los términos de la anterior y usa “excusaré” Ver: Ibid. fol. 35

10. Boletín .., Lima, 5 (4): 30, abr. 1889

11. Loe. cit.

12. De Eduardo de Habich al Sr. Castel, Lima, abril, 29, 1889. In:
Correspondencia Exterior. 1881-1891, s.f.

13. Decreto de 26 de julio de 1889, Lima. Boletín ., Lima, 5 (8): 58, set. 9,
1889
Habich, el Fundador / 157

14. Decreto del 2 de agosto de 1889, Lima, Boletín..., Lima, 5(8): 58-59, set.
9,1889

15. De E. Habich al Tesorero de la Escuela, Lima, ago. 7, 1889. In: Copiador


de Oficios. 1889-1890, fol. 134-135

16. De E. Habich al Ministro de Relaciones Exteriores, Lima, ago. 12, 1889.


In: Copiador de Oficios, 1889-1890, fol. 137
De E. Habich al Ministro de Instrucción Pública, Lima, ago. 14, 1889. In:
Copiador de Oficios. 1889-1890, fol. 139

17. De E. Habich al Ministro de Instrucción Pública, Lima, ago. 12, 1889. In:
Copiador de Oficios. 1889-1890, fol. 137

18. De E. Habich al Ministro de Instrucción Pública, Lima. ago. 14, 1889. In:
Copiador de Oficios. 1889-1890, fol. 139

19. Loe. cit. y Boletín..., Lima, 5(8): 57, set. 1889

20. Libro Mayor de Contabilidad de la Escuela. 1889-1890, fol. 114

21. De E. Habich a A. A. Cáceres, París, nov. 8, 1889. In: Copiador de Cartas.


1889-1891, fol. 144 y 148-149, y de E. Habich al Ministro de Relaciones
Exteriores, París, nov. 8, 1889. In: Copiador de Cartas. 1889-1891, fol.
150-151

22. Loe. cit.

23. París, nov. 8, 1889. In: Copiador de Cartas, 1889-1891, fol. 144 y 148-149

24. París, nov. 9, 1889. Ibid. fol. 152-153

25. De E. Habich al Director General de Hacienda, Lima, oct. 19, 1891. In:
Copiador de Oficios. 1890-1891, manuscrito de 6 folios inserto entre fol.
243 y 244

26. In: Copiador de Oficios. 1889-1890, fol. 139

27. De E. Habich al Rector del Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe,


158 / José Ignacio López Soria

Lima, jul. 4, 1890. In: Copiador de Cartas. 1889-1891, fol. 156-159; nota
en fol. 159
Ver también otros documentos relativos a este asunto. In: Copiador de
Oficios. 1889-1890, fol. 139; Copiador de Cartas. 1889-1891, fol. 145,
146, 147, 152-53, 156-59.

28. De E. Habich al Director de la Beneficencia Pública de Lima, Lima, ago.


8, 1890. In: Copiador de Oficios, 1889-1890. fol. 329-332; nota en fol. 329

29. Boletín..., Lima, 5(8): 58, set. 1889

30. In: Copiadorde Oficios. 1889-1890, fol. 312-320


Una copia del mismo documento In: Archivo de la Escuela de Ingenieros.
Varios informes y contestaciones de oficios particulares del Sr. Director.
1890-1891, s.f.

31. In: Copiador de Oficios, 1889-1890, fol. 313

32. Ibid. fol. 315

33. Ibid. fol. 316

34. Ibid. fol. fol. 316-317

35. Ibid. fol. 318

36. Ibid. fol. 319-320

37. Loe. cit.


Para la relación de planos, libros e instrumentos traídos por Habich para la
Escuela, ver: Razón de los libros por el Sr. Director Habich. Se trata de un
legajo (folder) en cuyorevés se dice
Contiene:2 libretas memorándum
1 cuaderno azul Ia N° 1
cuaderno Elenco delle publicazioni, etc, etc.
cuaderno Diversas canas y relaciones de libros

Los libros y materiales traídos por Habich para la Escuela estaban en


Habich, el Fundador / 159

diciembre de 1890 todavía almacenados en la Biblioteca y en el Museo de


la misma, sin poder ser usados debido a la falta de catalogación. A fin de
poder utilizarlos, Habich designó aT. Elmore, C. Pardo y A. García Godos
para que hiciesen un inventario de las existencias. Gracias a este encargo,
conservamos la relación completa del material conseguido por Habich en
Europa en su viaje de 1889.
Sucinta reseña de las adquisiciones:

Io Obras Públicas: 690 volúmenes y 1785 láminas


2o Agricultura: 114 volúmenes
3o Bellas artes: 20 volúmenes
4o Enseñanza General: 24 volúmenes
5o Enseñanza Profesional: 67 volúmenes y 603 láminas
6o Estadística General: 56 volúmenes
7o Exposiciones: 170 volúmenes y 19 láminas
8o Convención del Metro: 56 volúmenes
9o Obras Municipales: 20 volúmenes y 10 láminas
10° Letras: 3 volúmenes
11° Ciencias Matemáticas, Físicas y Naturales: 7 volúmenes
12° Economía política: 28 volúmenes
13° Industrias Especiales: 20 volúmenes
14° Obras diversas: 4 volúmenes
15° 91 Catálogos de Librerías

En total 1370 volúmenes, 2417 láminas y muchos instrumentos y aparatos


para la enseñanza práctica y los laboratorios

38. Sobre el Congreso de Ferrocarriles, ver:

Copiador de Oficios. 1889-1890, fol. 126, 130 y 137


Copiador de Cartas. 1889-1891, fol. 144 y 148-49, 150-151
Copiador de Informes. 1889-1893, fol. 70-77
Boletín..., Lima, 6(7): 50-52, ago. 1890

39. Boletín..., Lima, 6(7): 51, ago. 1890


160 / José Ignacio López Soria

40. Ibid. p. 51-52

41. Ibid. p. 52

42. Ibid. 6(6): 43, jun. 1890

43. De E. Malinowski al Director General de Instrucción Pública, Lima, jun.


26, 1890. In: Copiador de Oficios. 1889-1890. fol. 285

44. Boletín .., Lima, 2(1): 6, ene. 1886

45. De E. Habich al Oficial Mayor, Lima, nov. 11, 1885. In: Copiador de
Oficios. Documentos Oficiales. 1881-1886, fol. 239-43; nota en fol. 240

46. Boletín. ., Lima, 2(3): 18 mar. 1886

47. Ibid. 2(10): 74-77, dic. 1886

48. Ibid. p. 74-75

49. Ibid. p. 76

50. Habich, Eduardo - Observaciones sobre Pesos y Medidas. Boletín .., Lima,
2(1): 6, ene. 1886

51. Loe. cit.

52. Habich, Eduardo - Observaciones sobre el modo de evaluar la ley y el paso


de los metales y minerales. Boletín..., Lima, 2(2): 15-16, feb. 1886

53. Elmore, Alberto A. - Rectificación de Pesos y Medidas. Oficina Central de


Patentes, I. Boletín..., Lima, 2(3): 18, mar. 1886

54. Habich, Eduardo - Observaciones sobre las medidas y pesos usados en el


Perú. Boletín..., Lima, 2(10): 74-77, dic. 1886

55. Ibid. 5(12): 89, dic. 1889

56. De E. Habich al Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones


Exteriores. Lima, ago. 1, 1890. Boletín..., Lima, 6(7): 50-52, ago. 1890
Habich, el Fundador / 161

57. De Carlos Wiese al Director de la Escuela de Construcciones Civiles y de


Minas, Lima, feb. 7, 1891. In: Archivo de la Escuela de Ingenieros.
Comunicaciones relativas a la Oficina de Pesos y Medidas y sobre
remisión de libros de este género. 1891, s.f.

58. De Carlos Wiese a E. Habich, Lima, set. 2, 1891. Ibid. En un legajo de 10


folios se incluyen las comunicaciones de la Oficina Internacional de Pesos
y Medidas al Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú.

59. De E. Habich al Oficial Mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores.


Lima, set. 9, 1891. In: Copiador de Oficios, 1890-1892, fol. 224-225

60. Boletín..., Lima, 7(9), oct. 1891

61. De E. Habich al Director General de Instrucción. Lima, ago. 29, 1891. In:
Copiador de Oficios. 1890-1892, fol. 253-254

62. De E. Habich al Oficial Mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores.


Lima, dic. 31, 1891. Ibid. fol. 286-287

63. De M.T. Silva a E. Habich. Lima, nov. 19, 1891. In: Archivo de la Escuela
de Ingenieros. Comunicaciones relativas a la Oficina de Pesos y
Medidas...l891, s.f.

64. De M. T. Silva a E. Habich. Lima, nov. 17, 1891. Ibid.

65. El Comercio, Lima, 27 set. 1892

66. Boletín..., Lima, 8(3): 17, abr. 1892

67. Habich, Eduardo - Oficina Internacional de Pesos y Medidas de Sevres.


Observaciones respecto a la Oficina Central de Pesos y Medidas del Perú.
Boletín..., Lima, 13(4): 26-27, abr. 1897

68. Habich, Eduardo - Oficina Central de Pesos y Medidas. Boletín .., Lima,
14(4): 29, may. 1898

69. Ibid. 20(5): 34, ago. 1904


162 / José Ignacio López Soria

70. De E. Habich al Director de Fomento. Lima, jul. 15, 1904, y Lima, jul. 19,
1904. In: Copiador de Oficios. 1899-1906, fol. 837-840

71. Libro de Caja. 1905-1907, fol. 29. Se detallan los gastos de la Oficina
Central de Pesos y Medidas. Se pagan al Secretario 25 soles mensuales.

72. De E. Habich al Sr. Sears. Lima, nov. 5, 1885. In: Correspondencia de


Secretaría. 1885-1886, fol. 36

73. Lima, dic. 27, 1890. In: Archivo de la Escuela de Ingenieros. Varios
Informes...1890-1891, s.f.
Boletín..., Lima, 6(12): 89, dic. 1890. “Lima, Diciembre 17 de 1890.- De
conformidad con lo dispuesto en el artículo Io del SupremoDecreto de 19
de junio de 1886; organízanse las comisiones consultivas del Ministerio de
Gobierno, con el siguiente personal...De Obras Públicas... D. Eduardo
Habich...”

74. In: Archivo de la Escuela de Ingenieros. Diversas comunicaciones de


Autoridades y particulares. 1892, s.f.

75. Lima, abr. 16, 1892. In: Copiador de Oficios. 1890-892, fol. 393
Ver otros documentos sobre el tema:
Ibid. fol. 396, 402,413, 476. Este último es el envío del informe preparado
por la Comisión presidida por Habich y remitido el 5 de agosto de 1892.
Copiador de Informes. 1889-1893, 2 ago. 1892, se transcribe el informe de
Habich. T. Elmore y H. Farge, titulado “Teatro Municipal de Lima.
Informe sobre el anteproyecto presentado por los Establecimientos Eiffel y
Cía de París”. Este mismo informe puede verse en El Comercio, Lima,
ago. 1892.

76. Informe. El Comercio, Lima, 6 ago. 1892

Otras noticias. El Comercio, Lima, 15 set. 1892 y 21 set. 1892

77. De la Fuente, Ramón - Legislación de Minas del Perú. Anales de


Construcciones Civiles, Minas e Industrias del Perú, Lima, 3: 1-2, 1887

78. Ibid. p.40


Habich, el Fundador / 163

79. Ibid. p. 57-58

80. Decretos del Gobierno. Lima, 19 ene. 1888. Boletín..., Lima, 4(1): 2, feb.
1888.

81. Ibid. 4(3): 17, abr. 1888

82. Ibid. 4(7): 49, jul. 1888

83. Ibid. 4(10): oct. 1888

84. Elmore, Alberto A. - El Proyecto del Nuevo Código de Minería y la


extensión de las concesionesmineras.Ibid. 6(5): 35, may. 1890

85. Ibid. 6(11): 81,dic. 1890

86. Habich, Eduardo - Nuevas Leyes Mineras. Ibid. 9(6): 43,jun. 1893

87. Ibid. 9(8): 57, set. 1893

88. Ibid. 13(5):jun. 1897

89. Habich, Eduardo - Código de Minería. Ibid. 13(5): 36, jun. 1897

90. Resoluciones del Ministerio de Fomento, Lima, 15 may. 1896. Ibid. 13(5):
33,jun. 1897

91. Ibid. 7(5): 33 jun. 1891

92. Habich, Eduardo - Exposición Universal de Chicago. Ibid. 7(9), oct. 1891

93. Comisión Central Organizadora de la Representación del Perú en la


Exposición de Chicago. Lima. Correspondencia Oficial. Supremo
Gobierno. 1891-1893. Diversos Oficios firmados por Parró y dirigidos a la
Comisión Central...s.f.

94. Ibid. Correspondencia con Departamentos y Municipalidades

95. Ibid. Dos folios sueltos y una fotografía

96. Boletín..., Lima, 7(12); ene. 1892


164 / José Ignacio López Soria

97. Ibid. 8(2): 9, mar. 1892

98. Ibid. 8(9): 67, oct. 1892,

99. Ibid. 8(11): 82-83, dic. 1892

100. Ibid. 8(12): 89-90, dic. 1892

101. Ibid. 8(11): 83, dic. 1892

102. Ibid. 9(1): 4, ene. 1893

103. Oficio de un folio, rayado, con membrete “Ministerio de Gobierno y


Policía y Obras Públicas”; un sello de la Dirección de Estadística y Obras
Públicas; firmado por Parró. In: Comisión Central Organizadora de la
Representación del Perú en la Exposición de Chicago. Lima.
Correspondencia Oficial. Supremo Gobierno, s.f.
Carta con logotipo de Ricardo Palma a Habich
(19 de febrero de 1892).
Archivo Histórico de la UNI
Profesores y alumnos de la Escuela.
Al centro Habich, a su izquierda José Granda
Archivo Histórico de la UNI.
Último documento institucional firmado por Habich.
Archivo Histórico de la UNI.
it^¡¡
x V

prnesútes y alumnos
de la
Escuda be Ingenieros
H su director

$r. Jibt¡t^ilttK.ihí|fnItirl!

Xiina, ® ctuere'24£e 1909.

■*;í5

Homenaje a Habich días antes de su muerte.


Cortesía de Marta de Habich.
EPÍLOGO

Tengo que terminar diciendo que escribí este libro hace veinte años y que
fue el primer fruto de la investigación que emprendí poco después de mi ingreso
como docente a la UNI en 1967. Los trabajos que desarrollé para reconstruir la
biografía de Habich me sirvieron para reunir y organizar los materiales que luego
usaría en Historia de la Universidad Nacional de Ingeniería, T. I: Los años
fundacionales (1876-1909), texto que vio la luz en 1981. Los originales del libro
sobre Habich quedaron, sin embargo, a la espera de una oportunidad para ser
publicados. Esta se presenta hoy, gracias al decidido apoyo del rector de la UNI,
Arq. Javier Sota.

Mientras tanto, dentro del marco del Proyecto Historia UNI, hemos
publicado recientemente Habich, una biografía breve del fundador de la UNI,
que inicia una serie dedicada a reunir biografías de ingenieros, arquitectos y
científicos que hayan contribuido significativamente al desarrollo en el Perú.

Publicamos hoy el texto tal y como fue escrito entonces. Es evidente que
ha corrido mientras tanto mucha agua bajo los puentes del Rímac, pero ello no
invalida ni los datos de la biografía ni la manera de organizados. Hemos, sin
embargo, eliminado algunas frases y recortado otras a fin de dejar más nítidos el
perfil del personaje y las características de su época.

Algunos documentos y fotografías, especialmente los relacionados con


166 / José Ignacio López Soria

datos familiares, los hemos recibido de la familia Habich: Juan Languasco de


Habich, Esther de Habich, Edgardo de Habich, Eduardo de Habich(t) y Marta de
Habich. A todos ellos nuestro agradecimiento.

Mi agradecimiento va igualmente dirigido a Jorge Abadie y Hugo Pereyra,


por el arduo y concienzudo trabajo de edición, asimismo a Isaac Cazorla por los
índices onomástico y toponímico.

José Ignacio López Soria

Lima, marzo de 1998


BIBLIOGRAFÍA

1. Documentos inéditos
La larga lista de documentos inéditos que hemos citado a lo largo de las
páginas de esta biografía se conservan en el Archivo Histórico de la Universidad
Nacional de Ingeniería. Fueron guardados por la bibliotecaria Juana Pareja, a
cuyo celo por los papeles y libros viejos de la UNI se debe su conservación. Hoy
constituyen el fondo bibliográfico y documental del Proyecto Historia UNI cuyo
objetivo general es reconstruir la historia de la ciencia y la tecnología en el Perú
para enriquecer la visión de la historia peruana.

2 . Publicaciones
2.1 Aguillon, Louis - L ’Ecole des Mines ei d ’usines. Notice historique. Paris,
Vve Cha Dunod éditeur, 1889. 254 + 35 p.

2.2 Anales de Construcciones Civiles y de Minas del Perú. Escuela de


Construcciones Civiles y de Minas de Lima. Lima, 1880-1901

2.3 Anales del Cuerpo de Ingenieros del Perú. Edición oficial. Lima, imprenta
del Estado, 1874. 2 v.
168 / José Ignacio López Soria

2.4 Annales des Ponts et Chaussées. Mémoires et Documents relatifs a l’art


des constructions et au Service de l’ingenieur; lois, décrets, arrétés et
autres actes concernant l’administration des ponts et chaussées. 3eme
série. Paris, Garilian-Goeury e t ^ r Dalmont, 1851. t.l, 560 p.

2.5 Anuario de Escuela Especial de Ingenieros de Minas. Primer año, 1878.


Madrid, imprenta y fundición de Manuel Tello, 1878. 804 p.

2.6 Aranda, Ricardo - Leyes y Resoluciones de carácter general y local


vigentes en la fecha expedidas por los Congresos ordinarios y
extraordinarios de 1878-1879 y 1886-1887 coleccionados por... Edición
oficial. Lima, imprenta del Universo, 1893. 216 p.

2.7 Boletín de Minas, Industrias y Construcciones. Escuela especial de


ingenieros de Lima. Lima, 1885-1909; mensual

2.8 Carnot, Adolphe - Programmes des cours d l ’Ecole Supérieure de Mines,


précédé d ’une notice sur l ’enseignement de l ’Ecole... Paris, imprimerie
Nationale, 1900. 307 p.

2.9 Datos referentes a la Escuela de Ingenieros. Lima, 1887. 40 p.

2.10 Sucesos de Polonia. El Correo de Ultramar. Parte Literaria. Ilustrada.


París, 22(562): 245-246, 1863.

2.11 Escuela de Ingenieros. Datos relativos al segundo semestre de 1901 y


primero de 1902. Lima, imprenta de la Escuela de Ingenieros, 1902. 36 p.

2.12 E scuela de Ingenieros. D atos relativos al segundo semestre de 1904 y


primero de 1905. Lima, imprenta de la Escuela de Ingenieros, 1905. 28 p.

2.13 Escuela de Ingenieros. D atos relativos al segundo semestre de 1909 y


primero de 1910. Lima, imprenta de la Escuela de Ingenieros, 1910. 25 p.

2.14 Fort, Michel - Sinopsis histórica 1876-1926. Cincuentenario de la Escuela


de Ingenieros del Perú. Lima, imprenta Americana, 1926. 93 p.

2.15 Fuentes, Manuel Atanasio - Boletín Oficial de Instrucción Pública. Serie


1a. Reglamentos y Disposiciones Generales, v.l. Lima, imprenta del
Estado, 1876. 367 p
Habich, el Fundador / 169

2.16 Leyes y Reglamentos de Contribución de Minas. Lima, imprenta del


Teatro, 1877. 1 1 p.

2.17 Leyes y Reglamentos de la Escuela de Ingenieros. Lima, imprenta de la


Escuela de Ingenieros, 1905. 51 p.

2.18 Nómina de los Ingenieros Titulados. Lima, imprenta de la Escuela de


Ingenieros, 1934. 43 p.

2.19 Paulet, Pedro E. - La Enseñanza Técnica en el Perú. Boletín de la


Dirección de Fomento. Lima, 8(1): 57-83, ene. 1910; 8(2): 90-116, feb.
1910; y 8(5): 50-62, may. 1910

2.20 Ramírez, Filiberto - Leyes y resoluciones vigentes en materia de


Instrucción expedidas desde 1876, recopiladas por... Lima, imprenta y
litografía Peter Bacigalupi & Co., 1891. 368 + XXXIII p.

2.21 Reglamento General de Instrucción Pública del Perú. Lima, imprenta del
Estado, 1876. 79 p.

2.22 Tarbé de St.-Hardouin, F.-P.-H.- -Notices Biographiques sur les ingénieurs


des Ponts et Chaussées. Depuis la creation du Corps, en 1716, ju sq u ’a nos
jours. París, Baudry et Cié. Libraires-Editeurs, 1884. 276 p.

3. Escritos de Habich (en orden cronológico)


3.1 Valle de Locumba (informe). In: Anales del Cuerpo de Ingenieros del
Perú. Lima, impr. del estado, 1874. 2v., v.l. p. 152-154

3.2 Valle de Azapa (Informe). In: Anales del Cuerpo de Ingenieros del Perú.
Lima, imprenta del Estado, 1874, 2 v., v.l, p. 398-414

3.3 Hospital para Arica (informe). In: Anales del Cuerpo de Ingenieros del
Perú. Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.l,p. 143-146

3.4 Ensanche del Puente viejo de Lima (informe). In: Anales del Cuerpo de
Ingenieros del Perú. Lima, imprenta del Estado, 1874, 2 v., v.l, p. 433-436
170 / José Ignacio López Soria

3.5 Ferrocarril de Islay a la Joya, camino de Arequipa (informe). In: Anales


del Cuerpo de Ingenieros del Perú. Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v.,
v.l, p. 427-429

3.6 Ferrocarril de la Oroya. Reparos (informe). In: Anales del Cuerpo de


Ingenieros del Perú. Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v. 1, p. 181-182

3.7 Ferrocarril de lio a Moquegua (informe). In: Anales del Cuerpo de


Ingenieros del Perú. Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.2, p. 70-75

3.8 Ferrocarril de lio a Moquegua (informe). In: Anales del Cuerpo de


Ingenieros del Perú. Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.2, p. 65-69

3.9 Iglesia de Fierro para Arica (informe). In: Anales del Cuerpo de
Ingenieros del Perú , Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.2, p. 90-92

3.10 Iglesia Matriz de Tacna (informe). In: Anales del Cuerpo de Ingenieros del
Perú , Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.2, p. 94-97

3.11 Ferrocarril de Juliaca al Cuzco (informe). In: Anales del Cuerpo de


Ingenieros del Perú, Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.2, p. 118

3.12 Reglamento del Cuerpo de Ingenieros (informe). In: Anales del Cuerpo de
Ingenieros del Perú, Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.2, p. 7-39

3.13 Ferrocarril de Chimbóte a Huaraz y Recuay (informe). In: Anales del


Cuerpo de Ingenieros del Perú, Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.2,
p. 335-337

3.14 Iglesia de Tacna (informe). In: Anales del Cuerpo de Ingenieros del Perú,
Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.2, p. 338-341

3.15 Puente Balta (informe). In: Anales del Cuerpo de Ingenieros del Perú,
Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.2, p. 341-345

3.16 Puente sobre el río Rímac (informe). In: Anales del Cuerpo de Ingenieros
del Perú, Lima, imprenta del Estado, 1874. 2 v., v.2, p. 367

3.17 Etudes Cinématiques. Paris, Gauthier-Villars, 1879.95 p.


Habich, el Fundador / 171

3.18 (Introducción al t.l° de los Anales...). Anales de Construcciones Civiles y


de Minas del Perú. Lima, 1: V-X, 1880

3.19 (Introducción al t.2° de los Anales...). Anales de Construcciones Civiles y


de Minas del Perú. Lima, 2: V-VIII, 1882

3.20 Sur les roulettes. Nouvelles Annales de Mathématiques. París, 3ene Série,
t.l, 1882,4 p.

3.21 Sur une question de roulettes. Nouvelles Annales de Mathématiques. París,


3ene Série, t. 1, 1882, 4 p.

3.22 Théoreme de cinématique. Nouvelles Annales de Mathématiques. París,


3ene Série, t.l, 1882, 5 p.

3.23 (Introducción al t.3° de los Anales...) Anales de Construcciones Civiles y


de Minas del Perú. Lima, 4: V-IX, 1884

3.24 Sur un systéme particulier de coordonnées curvilignes. Nouvelles Annales


de Mathématiques. París, 3eme Série, t.3, aug. 1884

3.25 División de un ángulo. Gaceta Científica. Lima, 1885, num. 12, 4 p.

3.26 Sur les rayons de courbure de deux courbes que rencontrent les tangentes
de’une troisieme courbe sous des angles liés par une relations donnée.
Bulletin de la Societé Mathématique de France. París, 13, 1885, 4 p.

3.27 (Introducción al t.5° de los Anales...). Anales de Construcciones Civiles y


de Minas del Perú. Lima, 5: V:IX, 1885

3.28 (Introducción al t,10° del Boletín...). Boletín de Minas, Industrias y


Construcciones. Lima, 1(1): l,m ar. 1885

3.29 Museo de la Escuela de Ingenieros. Boletín... 1(2): 9, abr. 1885

3.30 Recaudación del impuesto sobre exportación de minerales. Boletín .., 1(3):
23-24, may. 1885

3.31 Valorde la Plata. Boletín... 1(5): 33-36,jul. 1885

3.32 Agustino Cavallero (necrología). Boletín... 1(6): 41, ago. 1885


172 / José Ignacio López Soria

3.33 Estadística de la producción minera del Perú en el año 1884. Boletín..


1(7): 49-52, set. 1885: y 1(8): 58-62, ocl. 1885

3.34 Observaciones sobre medidas y pesos usados en el Perú. Boletín... 1(10):


74-77, dic. 1885; y 2(1): 6. ene. 1886

3.35 Bases para la reconstrucción y arrendamiento del Ferrocarril de lio a


Moquegua (informe). In: Anales de Obras Públicas del Perú (año 1886).
Lima, imprenta del Estado, 1890. p. 405-409

3.36 Introducción al t. 2o del Boletín... Boletín... 2(1): 1, ene. 1886

3.37 Junta Económica de la Escuela de Ingenieros. Boletín .. 2(2): 10-11, feb.


1886

3.38 Industria del azogue. Boletín... 2(2): 11-13, feb. 1886; 2(3): 19-22, mar.
1886; 2(4): 30-32, abr. 1886; y 2(5): 35-37. may. 1886

3.39 Observaciones sobre el modo de evaluar la ley y el peso de los metales y


minerales. Boletín... 2(2): 15-16, feb. 1886

3.40 Estanco de la sal en el Ecuador y algunos otros países. Observaciones


sobre esta clase de monopolios en su aplicación al Perú. Boletín... 2(6)-
42-45,jun. 1886

3.41 Estadística de la producción mineral del Perú en el año 1885. Boletín..


2(7): 49-53,jul. 1886; y 2(8): 57-59, ago. 1886

3.42 Legislación de Minas del Perú. Boletín... 2(9): 65-67, set. 1886; 2(11): 81­
84, nov. 1886; 2(12): 89-91, dic. 1886; 3(1): 2-4, ene. 1887, 3(2): 9-11,
feb. 1887; 3(3): 17-21, mar. 1887; 3(4): 24-28, abr. 1887; 3(5): 34-37,
may. 1887; y 3(6): 41-43,jun. 1887

3.43 Introducción al t.6° de los Anales... Anales de Construcciones Civiles y de


Minas del Perú. Lima, 6: I-XVIII, 1887

3.44 Introducción al t. 3o del. Boletín... Boletín... 3(1): 1, ene. 1887

3.45 Industria del azogue en 1886. Boletín...3(2): 13-14, feb. 1887


Habich, el Fundador / 173

3.46 Tarifas de ferrocarriles. Boletín... 3(4): 30-31, abr. 1887; 3(11): 81-84,
nov. 1887; y 3(12): 90-92, dic. 1887

3.47 Bibliografía. Boletín... 3(4): 38-40, may 1887

3.48 Observaciones sobre explotación de oro en el Perú. Boletín .. 3(8): 58-60,


ago. 1887

3.49 Turba. Su condición legal. Boletín... 3(9): 66-67, set. 1887

3.50 Impuesto sobre exportación de minerales. Boletín... 3(12): 93-94, dic.


1887

3.51 Introducción al t. 4o del Boletín... Boletín...Lima., 4(1): 1, feb. 1888

3.52 El cobre y su reciente alza de precio. Boletín... Lima, 4(1): 4-5, feb. 1888;
y 4(3): 22-23, abr. 1888

3.53 Escuela de Capataces. Creación de la Cerro de Pasco. Boletín .. Lima,


4(2): 9-12, mar. 1888

3.54 Observatorio Astronómico. Boletín... 4(13): 98-103, dic. 1888

3.55 Introducción al t.5° del Boletín... Boletín... 5(1): 1-2, ene. 1889

3.56 Ignacio Domeyco (necrología). Boletín... 5(2): 9-12, feb. 1889

3.57 Valor de la plata con relación al oro. Boletín .. 5(7): 52-55, jul. 1889

3.58 La Puzzolana. Boletín... 6(6): 43,jun. 1890

3.59 Congreso Internacional de Ferrocarriles y Conferencia General de Pesos y


Medidas. Boletín... 6(7): 50-52, ago. 1890

3.60 El Kaolín. Boletín... 6(7): 55, ago. 1890

3.61 Exposición peruana de Chicago. In: Anales de Obras Públicas del Perú
(año 1891). Lima, imprenta de la Industria, 1898, p. 230-233

3.62 Introducción al t.7° del Boletín .. Boletín... 7(1): 1, ene. 1891

3.63 Bibliografía Nacional. Boletín .. 7(1): 5-6, ene. 1891


174 / José Ignacio López Soria

3.64 Exposición Universal de Chicago. Boletín .. 7(9): 66-68, oct. 1891

3.65 Introducción al t. 8o del Boletín... Boletín .. 8(1) :1, ene. 1892

3.66 Observatorio Astronómico. Boletín... 8(4): 25-26, abr. 1892

3.67 Oficina Central de Pesos y Medidas. Boletín... 8(4): 28-31, abr. 1892

3.68 Exposición de Chicago. Boletín... 8(9): 65-67, oct. 1892

3.69 Introducción al t. 9o del Boletín... Boletín... 9(1): 1, ene. 1892. N.B.:


Hay un error en la fecha; en el Boletín dice 1892,pero debe decir 1893

3.70 Ingeniero Tomás Agudio (necrología). Boletín... 9(2): 9-10, mar. 1893

3.71 Necrología (Ing. Tomás de Diemheim Brochocki). Boletín... 9(3): 21-22,


mar. 1893

3.72 Nuevas leyes mineras. Boletín .. 9(6): 43-45, jun. 1893; y 10(4) : 27-29,
may. 1894

3.73 Introducción al t.100 del Boletín .. Boletín ..10(1): 1, feb. 1894

3.74 Introducción al t. 11o del Boletín .. Boletín ..11(1): l,ene. 1895

3.75 Escuela de Ingenieros de Construcciones Civiles y de Minas de Lima.


Boletín... ll(l):6 -7 ,e n e . 1895; 11(2): 10-ll,feb. 1895; 11(3): 17-20,abr.
1895; y 11(4): 26-29,may. 1895

3.76 Introducción al t.l2° del Boletín... B oletín...\2( 1): l,feb . 1896

3.77 Manuel Mariano Echegaray (necrología). Boletín ..12(3): 18-19, abr. 1896

3.78 Pertenencias de Petróleo. Boletín... 12(3): 21-22, abr. 1896

3.79 Daniel Augusto Daubrée (necrología). Boletín... 12(5): 33,jul. 1896

3.80 Socavón de Rumillana. Cerro de Pasco. Boletín... 12(10): 74-76, nov.


1896; y 13(2): 11, feb. 1897

3.81 Introducción al t.l3° del Boletín... Boletín 13(1): 1, ene. 1897


Habich, el Fundador / 175

3.82 Oficina Internacional de Pesos y Medidas. Boletín.. 13(4): 26-27, abr


1897

3.83 Código de minería. Boletín... 13(5): 35-36,jun. 1897

3.84 Introducción al t,14° del Boletín... Boletín... 14(1): 1, ene. 1898

3.85 Necrología(FranciscoBrioschi).B o l e t í n . . . 7, ene. 1898

3.86 Oficina Internacional de Pesos y Medidas. B oletín.. 14(4): 28-29; may.


1898

3.87 Bibliografía. Boletín... 14(8): 61-62, set. 1898

3.88 Introducción al t.l5° del Boletín... Boletín... 15(1): 1, feb. 1899

3.89 Bibliografía. B oletín..A 5(\0): 79, nov. 1899

3.90 Introducción al t.l6° del Boletín .. Boletín... 16(1): 1, ene. 1990

3.91 Aguas minerales. Boletín... 16(2): 12, mar. 1900

3.92 Bibliografía. Boletín... 16(8): 62-63, set. 1900

3.93 Introducción al t.l° serie 2a de los Anales .. Anales de Construcciones


Civiles y de Minas del Perú. Lima, t.l, serie-2, pp.I-IX, 1901

3.94 Introducción al t.l7° del Boletín... Boletín... 17(1): 1, feb. 1901

3.95 Aguas corrientes y yacimientos de combustibles del Perú. Boletín ..17(6):


42-46,jul. 1901

3.96 Bibliografía. B oletín...M {l): 54-55, ago. 1901

3.97 Introducción al t.l8° del Boletín... Boletín .. 18(1): 1, ene. 1902

3.98 Caídas de agua y el congreso de la hulla blanca de Grenoble.


Boletín... 18(7): 50-51, set. 1902

3.99 La telegrafía inalámbrica . Boletín... 18(12): 93, ene. 1903

3.100 Introducción al t.l9° del Boletín... Boletín... 19(1): l,feb. 1903


176 / José Ignacio López Soria

3.101 Bibliografía. Boletín...\9(2): 16, mar. 1903

3.102 Introducción al t.20° del Boletín... Boletín...20(1): 1, mar. 1904

3.103 Escuela de Ingenieros. Boletín...20(1): 3-4, mar. 1904; y 20(2): 10-12, abr.
1904

3.104 Telegrafía inalámbrica. Boletín... 20(4): 25-26,jun. 1904

3.105 Oficina Central de Pesos y Medidas. Boletín... 20(5): 34-35, ago. 1904

3.106 La Industria del Fierro. Boletín... 20(6): 42, set. 1904

3.107 La Industria Algodonera. Boletín...20(6): 43, set. 1904

3.108 Introducción al t.Io, serie 2a del Boletín... Boletín..., serie 2, 1(1): 1, nov.
1905

3.109 Caídas de agua y sus condiciones, legales y técnicas. Boletín... serie 2,


1(3): 34-35, oct. 1906

3.110 Concesiones mineras excepcionales. Boletín... serie 2, 1(3): 35-36, oct.


1906

3.111 Precios relativos al oro y la plata. Boletín... serie 2, 1(4): 51, ene. 1907

3.112 Bibliografía. Boletín... serie 2, 1(4): 54-55, ene. 1907

3.113 Introducción al t.2. serie 2a del Boletín... Boletín... serie 2, 2(1): 1, dic.
1908

3.114 Industria del Papel. Boletín... serie 2, 2(1): 12, dic. 1908

3.115 Telegrafía inalámbrica. Boletín... serie 2, 2(2): 32, set. 1909


Indice Onomástico (*)

ABADIE, Jorge 166


AGUILLÓN, Louis 107
ALAYZA,Narciso 13, 34
ALBELEYRA, L. 113
ARANCIVIA, Felipe 7, 9, 37
AVELLANEDA, J. M. 82
BACIGALUPI, Peter 38,105
BACON 3
BACKUS 7, 8
BACKUS, Gerrit S. 33, 34
BAKUNIN 125
BALTA, José 4, 27
BALTA,(Pdte) 5, 112
BARRANCA, Juan Sebastián 61, 71, 82
BASADRE, Jorge 140, 151
BASADREY FORERO, Carlos 78
BENOn, René 133
BICHEL 121
BILLINGHURST, Guillermo E. 149
BLANC, P.L. 71
BOLÍVAR 142
BRUGADA E. 71
BRYCE, Luis M. 149

(*) Elaborado por Isaac Cazorla Moquillaza


178 / José Ignacio López Soria

CÁCERES,AndrésAvelino H3, H4, H7, 157


CÁCERES, Fabricio 13, 34
CARNOT 117
CARREÑO 2, 25,28, 29, 30, 100
CARREÑO, Alejandro 142
CASTEL 115,156
CAZORLA, Isaac 166
CHALON, P. E 82, 97
COLLEN61
CURTIS,'WilliamE. 152
CZARTEVYSKI31
D’ORNELLAS, Tomás 65
DÁVILA, Tomás 7
DREYFUS 140
DYBOWSKI 123
DELGADO, Eulogio 14, 34, I5l
DELSOL, Etienne 97
DEVES, Fréres 13
DIEZ CANSECO(Pdte. del Perú) 5
DU CHATANET, Maurice 82, 94, 97
ECHEGARAY, Manuel Mariano 9, 82
EIFFEL 140, I4l, 142, 143, 162
ELGUERA, J. 107
ELMORE, AlbertoA. 61, 82, 97, 130, 132, 149, 160, 163
ELMORE, Federico 151
ELMORE,Teodoro 8, 61,64, 82, 142, 143, 159, 162
ENGELS 125
ESSELENS32
FARGE, H. 142, 143, 162
FUENTE,Ramón de la97, 113, 146, 147, 148, 162
FLORES GUERRA,José 78
FOLKIERSKI, Estanislao 21,22, 23,42, 43, 48,67, 94
FONTAINELLAN (FONTAINEBLEAU) 117
FORT, Michel 64, 97, 105, 106
Habich, el Fundador / 179

FUCHS,Fernando 61,64
FUENTES,Manuel Atanasio 20, 21, 22,37, 102, 103
GAFFRON, H. 150
GALVEZ,P. 79
GALVEZy VILLA 108
GARCÍA CALDERÓN (Pdte. 1881) 85
GARCÍA GODOS, Artidoro 61, 82, 159
GARLAND, Alejandro 137, 150
GILDEMEISTER, F. 150
GONZÁLEZ - PRADA 88, 89, 140
GRANDA,José 20,22,46,48, 57, 59, 61, 71, 81, 82, 100, 102
GUEVARA, Alejandro 65
GUIDO DE VIGNAU, Alejandro 7, 8, 14
GUILLEMAIN 2,25,28, 29, 30
HABICH, Edgardo de 166
HABICH, Eduardo de 166
HABICH, Esther de 166
HABICH, Gustavo 27
HABICH, Luis 25,28
HABICH,Mathilde 25,28
HABICH, Marta de 166
HABICH,Virginia B. de 116
HIRSCH 133
IBÁÑEZ 133
IZCUE.J. R. 81, 82
JAKUBOWSKI, A. 26
KILANOWSKI, Pablo Jean 25
KRUGER, Ladislao 71
LAMBERT, Q. 28
LANGUASCO de HABICH,Juan 27, 166
LARRABURE y UNÁNUE, Eugenio 151
LASALLE 125
LASZSZYNSKI 28
LEROY,J. 90
180 / José Ignacio López Soria

LISSÓN,Carlos I. 64, 100


LÓPEZ SORIA,José Ignacio 106, 166
LOREDO, J. A. 97
LORENTE, Sebastián 122
MALINOWSKI, Ernesto 116, 120, 128, 151, 160
MALPARTIDA,E. 150
MANERSBEIGER de SANET CAPTEME, Mathilde
(ver HABICH, Mathilde) 25, 28
MANERSBEIGER, Sylvius 25
MARCÓ del PONT, Ventura 62,63, 106
MARTICORENA, .losé F. 61, 82
MARTINET, E. 97
MARTINET, J. H. 82
MARX 88,125
MEIGGS 140
MEIGGS,Enrique 13, 16, 34
MEIGGS, Juan 34
MONTERO, E. 150
MORALES BERMÚDEZ, Remigio 79, 137
MORENO, Federico 150
MULHACÉN, Marqués de 133
NAPOLEÓN I 26
NOLF, A. L. 97
NORDENFLICHT, Barón de 40,43
NOVILLO y ZAPATA 7
ODRIOZOLA, Manuel 24, 50, 68
OLAECHEA81
OLAECHEA, Teodorico 61, 82, 97
ORTIZ DE VILLATE, Manuel 85, 113
PACHECO, Gavino 151
PALACIOS, Samuel 151
PALMA, Ricardo 63, 106, 151
PARDO, C. 159
PARDO,Manuel 1 0 ,2 0 ,2 1 ,4 2 ,4 9 ,5 0 ,6 6 ,6 8 ,7 1 , 100, 111
Habich, el Fundador / 181

PARDO, Octavio 25, 61, 82


PAREJA, Juana 166
PARRÓ 163, 164
PAULET, Pedro E. 4, 26, 30, 47, 103
PAZ-SOLDAN, Francisco 71
PAZ SOLDAN y UNÁNUE, Pedro 21
PENIKIEVSKI, Mathieu 25
PEREYRA, Hugo 166
PEZET, Juan Antonio 47
PFLUCKER y RICO, Carlos 85
PFLUCKER y RICO, Leonardo 97, 113, 148, 149
PFLUCKER y RICO, Hnos. 61
PILLET 123
PITOT 61
PLAZZOLLES 32
PRADIER FODERÉ, P. 20
PRADO (Pdte. del Perú) 5
RAMÍREZ, Filiberto 38, 105, 108, 109
RAYMONDI, Antonio 97, 113
REMY, Pedro Félix 61, 82, 94, 95, 97, 108
REQUEMA, María L. 107
REVOREDO, Juan 142
RIBEYRO, Ramón 148
RIVERO 40, 43
RIVERO, Mariano Eduardo de 47
RIZO-PATRON, Antenor 79
ROCA, José A. 20
RODRÍGUEZ, Pedro M. 61, 68, 82
ROSSEL, Ricardo 151
SADÍ-CARNOT 26
SARNOITE, Jean y Rosalie 25
SEARS 141, 162
SECADA 6
SIEBER, Pierre 32
182 / José Ignacio López Soria

SILVA, M. T. 161
SOTA, Javier 165
STEPINSKI 123
STROZYSKI 28
TELLO, M. 105
TORRE, J. M. déla 113
TORRICO,R. 59
TORRICO y MEZA, J, 82,97
ULLOA, Casimiro 20
URETA, Daniel 137
VALCÁRCEL 151
VALDIZÁN, Darío61, 82, 104
VILLA, E. 79
VILLA, Juan C. 64
VILLARREAL,Federico 61,138
VILLAVICENCIO,Pedro 29, 30
WAKULSKI,Francisco 61, 71, 82
WEILER 32
WEILER, Alfredo 9
WIESE, Carlos 136,161
WOLTMAN 61
YECKEL 16, 17, 82
ZEVALLOS, Luis D. 38, 103
Indice Toponímico (*)

Alemania 118, 120, 121, 125


América 3,97, 98,99, 151
América del Sur 119
Ancash 9 1
Ansieta 8
Argentina 80
Arica 8, 14, 142
Azapa, Valle de 7, 8
Berlín 125
Bogotá 63
Brasil 63
California 15
Callao 8, 19, 117, 138
Caracas 63
Cerro de Pasco 91, 97, 108
Colombia 118
Colonia 127
Chicago 151, 152, 153, 154, 155, 163, 164
Chile 15, 41, 42, 56, 58, 61, 64, 80, 82, 85, 100, 124, 132, 140, 144
Chimbóte 16
Cracovia 4, 27
Crimea 2, 26

(*) Elaborado por Isaac Cazorla Moquillaza


184 / José Ignacio López Soria

Cuzco 16
Ecuador 15, 64, 80, 118, 149
Egipto 15
España 130
Estados Unidos 64,141,151, 152, 153
Europa 3, 17, 18, 20, 21, 30, 38, 51, 52, 61, 71, 73, 77, 87, 88, 94, 97, 98, 99,
101,112, 114,116,117,118, 119,120,121, 122, 123, 124,125, 126,127,128,
129,147,148,159
Francia 2, 3, 4, 6, 27, 32, 42, 52, 61, 73, 87, 94, 114, 119, 123, 126,
128,134,137
Galicia 31
Higueras 78
Honduras 118
Huánuco 40
Huaraz 16
lio 13, 14, 34
Inglaterra 114
Italia 118, 120, 122, 123, 127
Juliaca 16
Kiev 2 ,3 1 ,4 0
Kieff (debe ser Kiev) 26
La Libertad 97
La Molina 126
La Oroya 8, 18, 142
Laoca (río) 7
Latinoamérica 119
Lima 2, 4, 6, 8,9, 17, 18, 24, 26, 28, 29,30, 32, 34, 36, 37, 38, 43, 47, 51, 56, 57,
59, 60, 63,73,74, 81, 94, 98, 100, 102, 103, 104, 105, 107, 108, 109, 110, 117,
118, 119, 120, 122, 123, 126, 128, 130, 131, 135, 137, 141, 142, 151, 152, 153,
156,157,158, 159, 160, 161, 162,163,164
Locumba 7, 8, 33, 36
Lcrredo 78
Madrid 52, 53, 63, 73, 104, 107
Habich,eí Fundador / 185

Mazoise 28
México 149
Montevideo 63,90
Moquegua,7, 8, 13, 14, 34
Moquegua,Valle de 78
Nueva York 62
Panamá 80, 92,118, 121, 126, 127, 128
Parcha 13
París 1,2, 3, 4, 5, 6, 1 3 ,25,26,27,28,29, 31, 39,40,41, 42,46, 52, 62,63,66,
72,88,95, 107, 112, 114, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122, 123,124, 127,
128, 129,131, 133, 135, 136, 141, 152, 153, 154, 157
Perú 4, 5,6, 11, 17, 19,20,21, 23, 30, 32, 34, 39, 40, 41,42,43, 44, 45,46, 47,
48, 53, 54, 55, 56, 59, 60,62, 63, 64, 72, 73, 74, 75, 76, 80, 87, 88, 89, 91,92, 94,
96,97,98,99, 100, 101,103, 111, 112, 114, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121,
122, 123, 124, 125, 127,129, 130, 131, 132, 133, 134, 135, 136, 137, 139, 140,
142, 143, 144, 145, 146,147, 148, 149, 150, 151, 152, 153, 154, 155, 161, 162,
163, 164, 165, 167
Polonia 1,2, 3,4, 26,27, 31, 40
Polonia Austríaca 4, 26, 27
Polonia rusa 26
Portugal 63
Puno 9 1
Quito 62
Recuay 16
Rímac (río) 8, 9, 17, 18, 165
Rinconada 78
Rusia 1,31
San Petersburgo 2, 3, 26
Saint Etienne 63
Santo Domingo 118
Sebastopol 27
Sena 123
Sevres 131, 133,134, 136,137, 161
1 8 6 / José Ignacio López Soria

Spira 16
Tacna 14, 15, 16, 17, 142
Tamarugal, pampa de 6, 19
Tarapaeá 6, 7
Uruguay 118
Utcuyacu (Hacienda) 84
Varsovia 1, 25, 27, 28
Venezuela 63, 149
Vicentelo 8
Washington 63

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