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Fecha: 19 de Mayo de 2019

Título del Sermón: A Jesús no le gusta que pasemos hambre

Versículo Bíblico: San Juan 6:5

Jn 6:5 5 Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud,

dijo a Felipe: ¿ De dónde compraremos pan para que coman éstos?

El mundo en que vivimos es como un desierto. En el desierto hay escasez

de alimentos, agua, ropa, lo que dificulta la vida de las personas. Además,

hay muchos tipos de insectos y animales peligrosos como los escorpiones.

Pero, ¿ Quién puede ayudarnos cuando vivimos en este mundo como el

desierto? La Biblia dice muy claramente que Jesús nos cuida y alimenta.

En el texto de hoy vemos que Jesús cruzó el mar de Galilea y muchas

personas lo siguieron. Sin embargo, toda la multitud estaba sin comer

durante todo el día, por lo que tenían hambre y estaban agotados. En ese

momento, Jesús llamó a Felipe y le dijo: “¿De dónde compraremos pan para

alimentar a toda esta gente?”. La Palabra de Dios dice que Jesús ya sabía

lo que iba a hacer, pero estaba probando a Felipe. ¿ Qué intentaba hacer el

Señor?

1. ¿ Qué estamos mirando?


¿ Qué vio Jesús en Felipe? Le había probado. Cuando nos encontramos en

una situación, ¿ Cómo la manejamos? ¿ Qué es lo que miramos? Esto es

sumamente muy importante. ¿ Qué era lo que Felipe estaba mirando?

Felipe vio que en el desierto no había nada, y se fijó en su entorno en donde

estaba parado. Lo siguiente que hizo Felipe fue mirar la cantidad de

personas. Había decena de miles de hombres para comer pan. Felipe vio

que no tenía dinero en su bolsillo. Entonces le dijo a Jesús: “Nosotros no

tenemos dinero. Aunque demos de comer, faltaran doscientos denarios.

Luego Felipe estaba buscando donde comprar pan. Inclusive, suponiendo

de que hayan tenido dinero, era lo mismo imposible alimentar a semejante

multitud”. Felipe también vio que era demasiado tarde. Nosotros podemos

ver que Felipe solo miró lo que no había. Mirar lo imposible, hace que todo

sea imposible.

Al final, Felipe se volvió completamente negativo y pesimista, y le negó con

su cabeza a Jesús. Sin embargo, Andrés, que también estaba en el mismo

desierto, miró las cosas de una manera diferente. Andrés, estando en el

mismo desierto, se enfocó en Jesús. É l sabía que aunque se necesitara de

mucho dinero para alimentar a una multitud, si Jesús, el Señor y dueño de

todas las cosas estaba con él, no podía haber escasez.


Andrés también estuvo atento a ¿ Cuál era la voluntad de Jesús? É l se dio

cuenta de que en el momento que Jesús quería alimentar a todos, al Señor

no le gustaba que pasasen hambre. También Andrés vio el poder de Jesús.

Andrés se fijó en aquel que resucitaba muertos, sanaba enfermos, echaba

fuera demonios, haciendo grandes maravillas y milagros.

Asimismo, aunque iba oscureciendo, Andrés sabía muy bien que Jesús era

el dueño del tiempo. Andrés tenía una mente positiva y era optimista, él solo

miraba a Jesús, y sabía que Jesús iba a obrar.

Hoy en día, si no fijamos nuestra vista en Jesús, nuestras vidas serán como

un desierto áspero. Una vida sin nada, con faltas, con necesidad y llena de

desesperación. Por lo tanto, nunca debemos olvidarnos que cuando

cruzamos por el desierto, Jesús está con nosotros.

Si miramos a Jesús nuestro corazón se llena de fuerza. Si pensamos: “¿ Hay

algo que sea imposible para el Señor? Jesús, teniendo autoridad en el cielo

y en la tierra, está conmigo”, entonces no tenemos nada de que temer.

David confesó diciendo: “Jehová es mi pastor, nada me faltará”. David no

dijo “Tengo ovejas que me darán ingresos, por lo que no me faltará nada”.

David sabía que Dios era su fuente de todas las cosas, que si oraba a Dios

sus oraciones eran respondidas, por eso confesó esas palabras.


En la actualidad, muchos viven recibiendo sus sueldos o recibieron

herencias de sus padres, por lo que dependiendo de la situación económica

se ríen o lloran. Sin embargo, nada de estas cosas pueden hacer un milagro.

No debemos sujetarnos al mundo, ni a la economía, ni a lo que tenemos,

solo debemos sujetarnos en el Señor, fijar nuestra vista en él, clamar y orar

para experimentar milagros en nuestras vidas.

2. ¿ Tenemos sueñ os y fe?

El Señor pone pruebas para saber si uno tiene sueños y fe. El sueño es una

vasija llena del poder de Dios. Si uno no tiene sueños, nunca podrá

experimentar el poder de Dios.

La Biblia dice que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de

lo que no se ve, ¿ Qué es lo que deseamos? Lo que deseamos es sueños y

fe. Tenemos que tener sueños y deseos en nuestros corazones para que la

fe lo haga realidad.

El sueño es la madre de la fe. Aunque nosotros digamos “Lo creo, sé que

se hará realidad, tengo fe que ocurrirá”, pero sin sueños, la fe no puede

actuar. Felipe no podía soñar porque no tenía sus ojos puestos en el Señor.

No obstante, Andrés, tenía su vista puesta en Jesús, y soñó que Jesús haría

un gran milagro por medio de su poder. Jesús utilizó a Andrés que tenía
sueños y fe, pero no lo hizo así con Felipe. Por lo tanto, Jesús nos enseña

y obra por medio de personas soñadoras, que oran y claman a él.

Cuando estuve en el seminario, fui a una reunión con el evangelista mundial

Pastor Reed, a Daejeon. Durante el desayuno, el Pastor Reed me dijo:

“Anoche tuve un sueño, y vi que muchas personas se reunían para oírte

predicar. También puede ver que tu iglesia ministerial creció guiando a

muchos hermanos/as al camino del Señor”. Desde ese momento, esas

palabras entraron hasta lo más profundo de mi alma y se convirtió en mi

sueño. Aunque la realidad era muy difícil, yo tuve que soñar con mucha fe.

Dios otorga fe para que los sueños se hagan realidad y cree milagros en

nuestras vidas. Si Ud. tiene un sueño en su corazón, debe presentarse con

fe ante Jesús.

Jesús hizo un gran milagro con los cincos panes y dos pececillos que trajo

Andrés. El ingrediente que trajo Andrés fue su fe. Aunque su fe era pequeña,

en el momento de presentarle a Jesús los cinco panes y dos pececillos, su

fe creció, y experimentó el gran milagro.

Nosotros oramos a Dios ante cualquier situación, ¿ Qué bueno sería que

tengamos 100% de fe?, pero Dios se complace con que tengamos una fe

como el grano de una mostaza. Muchos piensan que no tienen fe, pero me
alegro en decirles que no es así, porque si no tuvieran fe no estarían

sentados hoy aquí, en la casa de Dios.

Un día, una persona me dio un grano de mostaza, era tan pequeño que lo

puse en mi Biblia para mostrárselo a los miembros de la iglesia. Al día

siguiente, en la oración de madrugada, les pedí a los miembros que se

sentaran bien al frente para que vieran la semilla. Muchos admirados decían:

“¡Guau!, Pastor, la semilla de mostaza es verdaderamente pequeña.

Sin embargo, una ancianita dijo que no la podía ver, por lo que le dije que

se acercara más para ver. Ella se acercó todo lo que pudo, y me dijo: Pastor,

no veo el grano de mostaza. En ese momento, desapareció porque ella

respiró fuertemente. Las siguientes personas que no pudieron ver la semilla

se enojaron porque la ancianita la desapareció.

En ese instante, el Espíritu Santo hablo a mi corazón diciendo: “Un grano de

mostaza es tan pequeño que puede desaparecer con un pequeño viento,

pero si tan solo se tiene fe como un grano de mostaza puede mover una

montaña”. En el evangelio de San Lucas 17:6, dice:

Lc 17:6 6 Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza,

podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os

obedecería.
Los milagros de la Biblia no se registraron solo para observación. Si tenemos

fe, hoy en día, también todos esos milagros sucederán. Andrés, trajo delante

de Jesús cinco panes y dos pececillos porque tenía fe como un grano de

mostaza. É l sabía que si sembraba la semilla de fe en el Señor, Dios haría

un gran milagro en su vida.

La fe es entregar todo a Dios, creer y esperar que sus milagros ocurrirán.

Andrés, puso de su parte e hizo todo lo que pudo para encontrar y traer los

panes y pececillos, y luego Jesús resolvió el problema del hambre.

3. Dios da en abundancia

Después de que todos habían comido lo suficiente, Jesús ordenó que se

juntara todo lo sobrante, para que no se pierda nada. En San Juan 6:12~13,

dice:

Jn 6:12~13 12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged

los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. 3 Recogieron, pues,

y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada

sobraron a los que habían comido.

Cuando Jesús hizo su milagro, lo hizo en abundancia. Felipe le había dicho

que faltarían panes aunque se le dé poco a cada uno, pero Jesús alimentó

a todos, y hasta sobraron doce canastas. Dios no es un Dios miserable. El


Dios en quien nosotros creemos es nuestro Dios abundante y nos da

prosperidad.

En el libro de 2Reyes del Antiguo Testamento podemos ver la historia de

una mujer que acababa de enviudar y sus dos hijos fueron vendidos a otra

familia por deuda. Luego Eliseo le dijo: “Pide prestado recipientes vacíos,

todos los que hay, muchos recipientes”. Dios es Dios rico y de abundancia.

Esta viuda experimentó el milagro de Dios, todos sus recipientes fueron

llenos, y ella pudo pagar todas las deudas, traer nuevamente a sus hijos, y

cubrir sus gastos de subsistencia.

Dios nos da abundancia, por lo que cuando le oramos y pedimos debemos

abrir nuestras bocas. En Jeremías 33:3, dice:

Jer 33:3 3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y

ocultas que tú no conoces.

Cuando estábamos construyendo nuestra iglesia, los arquitectos tenían que

recibir su dinero. Los deudores me buscaban para pedirme plata. Todo el

entorno de nuestra iglesia, en ese momento, era pobreza. No había dinero,

¿ Qué podíamos hacer? En este mismo lugar, me arrodillé y oré clamando:

“Señor, tú has dicho que si te clamamos tú responderás, para ensenarnos

cosas grandes y ocultas. Señor aquí estoy, tú conoces toda situación, dejo
todo en tus manos”. Al orar y dejar todo en manos de Dios, pudimos pagar

todas las deudas. Ahora pienso y digo admirado: ¿ Cómo fue esto posible?

Los cristianos no debemos tratar de resolver las cosas solas. Dios, quien

hizo los cielos y la tierra, nos comprende profundamente, el Espíritu Santo

intercede, para que Dios responda a nuestras oraciones. Siempre debemos

recordar que si buscamos primeramente su reino y su justicia, todas las

cosas nos serán añadidas.

No tenemos que pensar que Jesús está solo en el trono del cielo, o que está

solo en la iglesia. Jesús está ahora con cada uno de nosotros en este mundo

que parece un desierto. El Señor, aunque no haya nada en el desierto, él

nos sirve una mesa abundante para cada uno. Por lo tanto, no nos

desesperemos en ninguna circunstancia, sino solo miremos a Dios quien

hace milagros y no nos deja pasar hambre. Dios es Dios de bondad, y

nosotros tenemos que tener sueños y fe, para que nos de vida en

abundancia, prosperemos en todas las cosas, tengamos salud y prospere

nuestra alma.
Oremos: Dios de amor y misericordia. Te confesamos que tu gracia

es la que siempre nos sustenta y enriquece. Ayúdanos a no mirar el

entorno, ni las personas, sino solamente fijar nuestra vista en ti.

Acompáñanos siempre en este mundo que parece un desierto, a ser

cada día personas de fe sin que la desesperación nos consuma.

Ayúdanos Padre a mantener nuestra fe y ser cada día más fuertes

en ti. Nosotros somos débiles, te necesitamos Señor. Todo esto te

lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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