Sei sulla pagina 1di 10

Fecha: 07 de Abril de 2019

Título del Sermón: Yo iré y le sanaré

Versículo Bíblico: San Mateo 8:5~13


5
Mt 8:5~13 Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión,

rogándole, 6 y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico,

gravemente atormentado. 7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 8 Respondió

el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo;


9
solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy

hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste:
10
Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al

oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo,

que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 11 Y os digo que vendrán muchos

del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob


12
en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las

tinieblas de afuera; allíserá el lloro y el crujir de dientes. 13 Entonces Jesús

dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado

en aquella misma hora.

Hay un viejo dicho que dice: “Perder dinero es perder un poco, perder el

honor es perder a medias, y perder la salud es perderlo todo”. La salud

es muy importante para nosotros. Si una persona se enferma, busca

todos los medios y métodos para sanar esa enfermedad. Hoy en día, la
medicina ha avanzado mucho que puede sanar muchas enfermedades,

pero también se extienden enfermedades incurables.

En la Palabra de hoy, podemos ver a un centurión que se presentó junto

a Jesús rogándole que sanara a su criado. Jesús le escuchó al centurión

y le respondió: “Yo iré y le sanaré”. Seguidamente, el centurión le

respondió a Jesús: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo, solo

di la palabra, y mi criado sanará”. Jesús, al oírlo, se maravilló, y dijo: “Ni

aun en Israel he hallado tanta fe”, y continuó diciéndole: “Ve, y como

creíste, te sea hecho”.

1. Jesú s sana las enfermedades

Por medio de la historia del centurión sabemos que Jesús es el sanador.

El centurión se presentó a Jesús porque sabía y estaba seguro que Jesús

sanaba a los enfermos.

Centurión significa jefe de una centuria romana. El centurión que fue junto

a Jesús, cuidaba a los judíos que estaban en Roma para que no se

rebelen. Asimismo, le tenía a Jesús en la mira, debido a que muchas

personas lo seguían, y pensaba que Jesús animaría a sus seguidores a

que se rebelasen, por lo que este centurión vigilaba a Jesús.

Sin embargo, cuando vio lo que Jesús hacía se dio cuenta que no había

peligro alguno. Jesús, a donde iba, perdonaba a los pecadores, reprendía

demonios y sanaba enfermos. También, Jesús alimentó a los hambrientos,


resucitó a los muertos, y predicó el evangelio del reino de los cielos. Por

lo que el centurión, sabía que Jesús era el que realmente sanaba y

salvaba a las personas.

Dios no hizo al hombre para que enferme. Si vemos en la Biblia, cuando

Dios creó a Adán y Eva, no había enfermedad ni muerte. Sin embargo,

cuando ellos se rebelaron y pecaron contra Dios, él les dijo: “Del polvo

eres, y al polvo volverás”. Por lo tanto, las personas se enferman y

mueren por el pecado.

Jesús vino a este mundo, cargó nuestros pecados y murió en la cruz. É l

limpia todos nuestros pecados y sana nuestras enfermedades. Por medio

de Jesucristo tenemos salvación y sanación.

Si vemos en la Biblia, Juan el bautista estando en la cárcel envió a sus

discípulos a preguntarle a Jesús si era o no el Mesías, o si debían esperar

a otra personas. Jesús les contestó como está registrado en el evangelio

de San Lucas 7:22:


22
Lc 7:22 Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que

habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son

limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres

es anunciado el evangelio.

Jesús haciendo milagros les mostró que él es el Mesías, esta señal es

más que suficiente para demostrar que él es el único Mesías. Solo en


Jesús hay perdón de pecados y sanidad de enfermedades.

Jesús es el sanador, y es el mismo ayer, hoy y siempre, y hasta hoy él

nos sana. En el evangelio de San Mateo 18:20, dice:


20
Mt 18:20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre,

allí estoy yo en medio de ellos.

Jesús, nuestro salvador y sanador, está hoy aquí. Jesucristo perdona

nuestros pecados, sanada nuestras enfermedades y corazón. Por lo tanto,

cada uno de nosotros debemos experimentar la salvación y sanidad.

2. Orar y clamar fervientemente

Debemos orar y clamar fervientemente por la sanidad, pues es la

voluntad del Señor. La sanidad es la voluntad de Dios. Cuando el

centurión le pidió a Jesús que le sanara a su criado, Jesús le dijo: “Yo iré

y le sanaré”. Nuestro Señor Jesucristo siempre dice: “Yo iré, yo voy”, él

no dijo: “Traigan al enfermo, yo le espero”. Tampoco dijo: “Iré solo para

consolarle”, sino Jesús dijo: “Yo iré y le sanaré”.

La actitud de Jesús con respecto a la curación no es pasiva, él trata de

forma activa y directa. La voluntad del Señor es “Sanar las enfermedades”.

Si esa no fuera su voluntad, ¿ Por qué él soportaría la carga de la

enfermedad? En Isaías 53:4~5, dice:

Is 53:4~5 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros

dolores;y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.


5
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados;

el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros

curados.

La voluntad del Señor hacia la enfermedad está determinada y él la cura.

Por lo tanto, debemos orar fervientemente para sanar nuestras

enfermedades. En Santiago 5:14~15, dice:


14
Stg 5:14~15 ¿ Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los

ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre

del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará;

y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.

Jesús nos dio la autoridad y potestad de sanar enfermedades. É l antes

de ascender al cielo dijo en San Mateo 16:17~18, así:


17
Mt 16:17~18 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres,

Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi


18
Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro,

y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no

prevalecerán contra ella.

La evidencia del Evangelio debe ir acompañada de la sanidad, perdón de

pecados, salvación de las almas y echar fuera demonios. Por lo tanto,

como cristianos, debemos creer firmemente y orar a Dios por la sanidad

de nuestras enfermedades. También tenemos que dar testimonio del


Evangelio, no dudar ni dejar de lado nuestra fe. Debemos testificar

activamente la curación y pedirle a Dios sus milagros.

Muchas personas no experimentan la obra de Dios porque no oran ni

claman fervientemente. La Biblia dice que debemos clamar y él nos

responderá. El Señor dice: “Clama a mí y yo te responderé”.

3. El Señ or sana con Palabras

Si oramos fervientemente, el Señor nos sanará por medio de su Palabra.

Cuando Jesús dijo: “Yo iré y le sanaré”, el centurión le respondió con una

sorprendente respuesta como está registrado en San Mateo 8:8~9,

Mt 8:8~9 8 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que

entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. 9 Porque

también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes

soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo:

Haz esto, y lo hace.

En la respuesta del centurión, el centurión reconoció a Jesús como Dios.

El centurión creía y estaba seguro que Dios no está limitado por el tiempo

y espacio, y que con una sola Palabra su criado sanaría. Esta fe reconoció

que Jesús es Dios encarnado.

El centurión sabía que Jesús tiene autoridad en sus Palabras. El salmista

dice en Salmos 107:19~20,


Sal 107:19~20 19 Pero clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de

sus aflicciones. 20 Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina.

Un día, un miembro de la iglesia me envió una carta de agradecimiento

desde la Isla de Jeju. Su esposa estaba sufriendo de cáncer, y cuando él

iba a trabajar, ella se quedaba todo el día acostada en su cama. É l le

compró una radio que ella tanto deseaba, y en la carta dice que ella

escuchaba todo el día mi predicación por una emisora cristiana.

Sin embargo, mientras su esposo estaba trabajando, le llamaron y le

dijeron que su esposa estaba en emergencias. Este hombre solo pensaba

que ya había llegado la hora de su esposa, y se trasladó al hospital

llevándo consigo su radio. É l fue y le encendió la radio y le dijo que

escuche mi predicación.

Justo en ese momento, mi predicación estaba en el aire: “Dios quiere

sanarte ahora mismo. É l está extendiendo su mano sanadora sobre tí.

Cree confiadamente que Dios es tu sanador. ¿ Hay alguien que está

sufriendo por una enfermedad ahora? Si es así, ahora declaro sanidad y

te digo que has sido sanado/a por la muerte y resurreción de Jesús en la

cruz hace dos mil años. Confía solamente en la promesa de Dios, para

que su poder de sanidad fluya en tu vida”.

Su esposa escuchó mi sermón por la radio, se recostó y oró diciendo:

“Dios, solo te culpé y me quejé porque no respondías mi oración. Sin


embargo, al escuchar la predicación del pastor de que Jesús murió y

resucitó, y llevó nuestras enfermedades en la cruz creo que tú me

sanarás. Señor, sáname y cúrame completamente”. Ella terminó de orar

fervientemente, y el poder de sanidad le electrizó desde la punta de su

cabeza hasta sus pies. Luego, se levantó del lugar donde estaba, y

milagrosamente su cáncer desapareció sin dejar ningún rastro.

La Palabra de Dios tiene un poder sobrenatural. Solo Dios puede sanar

nuestras enfermedades tanto físicas como mentales, solo él es el sanador

de nuestras vidas.

Cuando Jesús le dijo al centurión: “Ve, y como creíste, te sea hecho”, su

criado fue sanado en aquella misma hora. Eso es porque hay autoridad y

poder en la Palabra de Jesús. Nuestro Señor obra directamente por

medio de su Palabra.

Las personas con autoridad dicen verbalmente lo que uno debe de hacer.

Por ejemplo, si el Presidente de una nación dice: “Sembremos árboles y

hagamos caminos”, no es que él precisamente salga a hacer eso, solo da

la orden y se hace. ¿ Cuánto más nuestro Señor, quien tiene toda la

autoridad y el poder sobre los cielos y la tierra? Jesús es el soberano

absoluto del universo, y todo se hace como él dice.

El centurión sabía del poder de la Palabra de Jesús, por lo que le dijo:

“Solamente di la palabra, y mi criado sanará”. Por lo tanto, para sanarnos


nosotros debemos confiar y creer absolutamente en la Palabra de Dios.

Cuando yo conocía Jesús estaba al borde la muerte por una enfermedad

pulmonar. En ese momento, yo había leído la Biblia y encontré un hecho

sorprendente. La sanidad de Jesús, era un tema que se repetía muchas

veces en la Biblia. Todos los que se presentaron y fueron junto a Jesús

eran sanados.

Estos hechos hicieron que tenga fuerza y coraje. Yo estaba más que

seguro que Jesús me sanaría. Leía y leía la Biblia y me aferraba más a

la Palabra de Dios, el miedo desaparecía y yo tenía más fe. Como

resultado, el diagnóstico médico que debía morir en unos pocos meses,

milagrosamente mi enfermedad fue sanada en seis meses.

Hoy, el Señor nos dice como está registrado en San Mateo 11:28,
28
Mt 11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo

os haré descansar.

Nuestro Dios es Dios bueno. Hoy, en este momento, debemos acercarnos

a él para salvar nuestras almas y sanar nuestras enfermedades. No

dudemos en buscar la sanidad de Dios. Por la mañana, por la tarde, por

la noche, en todo el día, clamemos diciendo: “Señor, por favor, ten

misericordia de mi, sana mi enfermedad”. Entonces, el Señor nos dirá:

“Como creíste, te sea hecho”. Oremos en el nombre de Jesús, y

experimentemos de sus milagros en nuestras vidas.


Oremos: Dios Padre de amor y misericordia. Nosotros conocemos

y sabemos las debilidades de nuestras vidas, por lo que estamos

confiados en tu fuerza y ayuda. Te damos la bienvenida en nuestros

corazones, sálvanos y sánanos Señor. Reconocemos y creemos

que has muerto y resucitado en la cruz, venciendo al pecado y a la

muerte, para darnos vida eterna y sanidad. Señor Jesús, nosotros

somos débiles y frágiles, necesitamos de tu ayuda y guía. Oramos

en el nombre de Jesucristo. Amén.

Potrebbero piacerti anche