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Capítulo I
Introducción
Desde un punto de vista orgánico, el derecho procesal penal se puede definir como
aquella rama del ordenamiento jurídico que se preocupa de regular la organización y
atribuciones de los tribunales con competencia penal.
Desde un punto de vista funcional, puede definirse como aquella rama del
ordenamiento jurídico que se encarga de regular los procedimientos penales.
Con lo anterior, se entiende que el derecho procesal penal formaría parte del derecho
procesal, lo que daría vigencia a la teoría general de esta rama del derecho, y en
consecuencia, haría aplicables sus conceptos e instituciones comunes, como por
ejemplo, la nulidad procesal, el principio de cosa juzgada y los recursos.
Sin embargo, una corriente moderna pone de relieve la escasa utilidad que otorga el
concebir el derecho procesal penal en los términos anteriores y destaca la evidente
vinculación que existe entre el derecho procesal penal y el derecho penal sustantivo.
Este vínculo se generaría por la existencia de la política criminal, que según Alberto
Binder puede ser definida como “el conjunto de decisiones del Estado, relativas a los
instrumentos que regulan la coerción penal”. Los instrumentos a los cuales se alude
son, básicamente, las normas penales sustantivas y las normas penales adjetivas o
procesales. Las normas penales sustantivas establecen cuáles son los delitos y sus
consecuencias jurídicas. Las normas procesales señalan cómo se determina la existencia
de un delito, quiénes intervienen en el proceso, quién recibirá las eventuales
consecuencias jurídicas y cuáles serán éstas específicamente.
En opinión de Binder, existe una evidente interrelación entre estos dos tipos de normas,
pues:
a) Ambas deben estar coordinadas para el logro de los fines políticos-criminales que se
intentan alcanzar.
Por ejemplo, dentro de estos fines se encuentra el de evitar el cumplimiento efectivo de
penas privativas de libertad de corta duración por parte de los llamados delincuentes
primerizos, manifestándose en el derecho penal sustantivo en la existencia de la
remisión condicional de la pena y la libertad vigilada como medidas alternativas a la
pena, y en el derecho procesal penal con la suspensión condicional del procedimiento
como salida alternativa
Se pretende también satisfacer los intereses de la víctima del delito, y por ello, en el
derecho penal sustantivo existe como atenuante el “procurar reparar con celo el mal
causado o impedir sus ulteriores perniciosas consecuencias” (art. 11 nº 7 CP), y en la
ley nº 18.216 se establece como condición para otorgar beneficios, la satisfacción de
una indemnización civil en favor de la víctima (arts. 5º letra d y 17 letra d). Por su
parte, en el derecho procesal penal esto se observa en la regulación especial que se le
otorga a la víctima y con el establecimiento de los acuerdos reparatorios.
mayoría de la doctrina, establece una presunción de dolo, la cual, sin embargo, con la
entrada en vigencia del Código Procesal Penal y su actual art. 4º, que se refiere a la
presunción de inocencia, se ha dicho que se debe entender modificada o derogada.
3. EL PROCEDIMIENTO PENAL
La doctrina suele aludir a ciertos modelos procesales penales puros, que pueden
configurar un determinado procedimiento penal. En la práctica, los procedimientos
penales de los distintos países tienden a un cierto modelo, pero sin presentarse en forma
absoluta, combinando muchas veces caracteres de uno y de otro.
Es un sistema procesal penal cuya nota distintiva es que el juzgar y acusar se encuentran
radicados en sujetos u órganos distintos.
Cronológicamente, es el sistema más antiguo y constituye la tradición en el derecho
anglosajón. A partir de mediados del siglo XX, se impuso en los distintos países de la
Europa continental, y a partir de los años 80 comenzó a radicarse en los países de
América Latina.
Modernamente, otras características que también se suelen atribuir a este sistema son:
a) Separación de la función de persecución y la función jurisdiccional.
-Función de persecución: tradicionalmente está encargada a un fiscal, él investiga y
acusa.
-Función jurisdiccional: la detenta un tribunal, cuya tarea es la resolución o decisión del
conflicto.
b) Reconoce un conjunto de garantías a favor de la persona del imputado, garantías que
constituyen una manifestación de la idea del debido proceso.
c) La etapa central del sistema está constituida por el juicio propiamente tal, que se
caracteriza por ser oral, público y contradictorio.
Este sistema tuvo su origen en el derecho canónico, y fue posteriormente tomado por las
monarquías absolutas. Fue concebido como un mecanismo de control centralizado del
poder. Su elemento distintivo es que las funciones de persecución y juzgamiento se
radican en un solo sujeto.
Apuntes de Derecho procesal penal 2009. Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Nace como consecuencia del período liberal que se da con posterioridad a la Revolución
Francesa. En este sistema, la característica más importante es que la investigación se
mantiene a cargo de un juez instructor, pero a esta etapa se agrega un juicio oral o por
jurados. Surge además como órgano acusador el Ministerio Público (no investiga). Este
sistema rige hasta hoy en España, y antiguamente en Francia.
A. PERÍODO DE LA COLONIA
C. LA CODIFICACIÓN EN HISPANOAMÉRICA
Una vez que llegó el fenómeno de la codificación a América, a pesar de que el sistema
imperante en Europa era el mixto, la codificación se limitó a sistematizar el sistema
inquisitivo. Las razones por las que no se recogió el sistema mixto fueron que éste se
conoció tardíamente y que las clases dominantes no quisieron instalar un sistema más
liberal que eventualmente los perjudicara.
D. LA CODIFICACIÓN EN CHILE
La investigación se podía iniciar por denuncia, querella, de oficio por el juez del crimen
o, a requerimiento del Ministerio Público.
Durante el sumario, se dictaba el “auto de procesamiento” (que antes se llamaba “auto
de reo” o “encargatoria de reo”). Luego, esta etapa se cerraba y podían seguirse dos
caminos:
- El sobreseimiento, que podía ser definitivo o temporal.
- La acusación, iniciándose la etapa de Plenario.
El sumario
El auto de procesamiento
Era la resolución más importante del sumario porque se dictaba por el juez del crimen,
cuando concurrían los requisitos del art. 274 del CPP.
El efecto más lesivo de la dictación de esta resolución para el inculpado, era que
normalmente traía aparejada la prisión preventiva. Además, de pleno derecho se
producía su arraigo y en el certificado de antecedentes del procesado se dejaba registro
de que se había dictado el auto de procesamiento en su contra.
El plenario
d. 3) Proyectos de reforma
Durante los siguientes gobiernos hubo varios intentos de modificar el sistema procesal
penal:
- Jorge Alessandri Palma (1958-1964) presentó un proyecto por el cual se separaba la
función de investigar de la función de juzgar, pero no prosperó en el Congreso.
- Eduardo Frei Montalva (1964- 1970) envió un proyecto redactado por Rubén Galecio
(ex ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago), el denominado “Proyecto
Galecio”, que también buscaba separar la función de investigación y la de juzgamiento,
y reincorporar al Ministerio Público en primera instancia. Pero por causas políticas, no
prosperó.
- Patricio Aylwin Azócar promulgó las denominadas “Leyes Cumplido”, pero no
significaron soluciones de fondo.
- Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994- 2000) presentó proyecto de Código Procesal Penal el
año 1995, que finalmente entró en vigor el año 2000 en las regiones IV y IX, y en los
siguientes años fue entrando en vigencia en forma gradual en las restantes regiones del
país.
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Una crítica a la entrada en vigencia del nuevo sistema procesal penal fue la desigualdad
que se producía entre el tratamiento que se daba al procesado del sistema antiguo, y el
que se brindaba al imputado del sistema nuevo. Por eso, fue necesario agregar la
disposición transitoria octava a la Constitución Política de la República.
Preguntas:
1) Defina:
• Fines políticos- criminales
• Debido proceso
• Verdad material
• Delincuente primerizo
2) ¿De dónde se extrae la idea de que con la suspensión condicional del
procedimiento se evita el cumplimiento efectivo de la pena por parte de
primerizos?
3) ¿Cuál sería el razonamiento lógico que nos llevaría a determinar que el art. 4º
CPP modifica la supuesta presunción de dolo contenida en el art. 1º inc. 2º CP?
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(Relacione con el art. 340 CPP y con el contenido que ha de tener una
sentencia).
4) En el texto se afirma que el derecho procesal penal se puede entender como una
síntesis culturalmente condicionada. Considerando las leyes dictadas con
posterioridad a la entrada en vigencia del Código Procesal Penal ¿cuál cree usted
que es la tendencia legislativa que hay detrás? ¿A qué responden?
5) ¿A qué se debe el cambio de denominación de “inculpado” a “imputado”, y de
“Código de Procedimiento Penal” a “Código Procesal Penal”? ¿Le parece
necesaria la modificación?
6) Efectúe un cuadro comparativo entre:
• Sumario y Etapa de Investigación.
• Plenario y Etapa de Juicio Oral.
(Tenga en consideración: sujetos que intervienen, tribunal que conoce, plazos,
procedimiento, principales características, etc.)
7) ¿Cómo se evidencia en el Código Procesal Penal la relevancia que se le da al
imputado y a la víctima?
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CAPÍTULO II
a) Principio de oficialidad:
En razón de este principio, los delitos pueden y deben ser perseguidos de oficio por el
Estado, sin considerar la voluntad del ofendido o de otra persona. Su fundamento yace
en la existencia de un interés público comprometido, lo que trae como consecuencia
que las personas involucradas no puedan disponer del conflicto.
b) Principio dispositivo:
Como consecuencia de este principio, los intervinientes pueden disponer del conflicto,
lo que se explica por la existencia de un interés meramente particular o privado.
En los delitos de acción privada, el ofendido debe instar el procedimiento para que se
inicie y siga adelante. Así sucede, por ejemplo, en los delitos de injuria y calumnia (arts.
55, 400 y ss. CPP).
Conforme a este principio, el tribunal es el que tiene la facultad de instruir por sí mismo
la investigación, sin estar vinculado a los requerimientos o actuaciones de las partes
acerca de la verdad de los hechos. El juez puede y debe de oficio producir prueba. Este
principio apunta a la búsqueda de la verdad material.
Dado que el principio de la investigación oficial exige que sea el tribunal el que de
oficio produzca prueba, se sostiene que en nuestro país el principio que rige es el
contrario, es decir, el de aportación de parte, ya que el proceso penal chileno se
caracteriza por la pasividad del tribunal. En Chile, el tribunal tiene una actividad
generalmente pasiva. Por ello no puede, durante la investigación, llevar adelante
diligencias ni ordenarlas al Ministerio Público. Tampoco puede, en la etapa de juicio,
proporcionarse prueba, sino que debe esperar que las partes se la proporcionen.
4. Art. 458: El juez de garantía, de oficio o a petición de parte, puede pedir informe
psiquiátrico cuando de los antecedentes se pudiese presumir que el imputado es
inimputable por enajenación mental. Esto se justificaría por la protección a la garantía
de no ser condenado en caso de no configurarse el delito, en este caso particular, por
ausencia del elemento de culpabilidad.
5. Art. 163: En materia de nulidad procesal, el tribunal podrá declarar la nulidad de
oficio, cuando el hecho que la genera ha impedido el pleno ejercicio de las garantías y
derechos reconocidos en la Constitución o en las leyes.
C. PRINCIPIO ACUSATORIO
A pesar de lo recién expuesto, el modelo que se escogió para Chile tiene un carácter
acusatorio más desarrollado que el que inspira a otros modelos. En otros países, el
Ministerio Público forma parte del Poder Judicial, por lo que en esos casos las funciones
de investigar, acusar y juzgar no se encuentran efectivamente radicadas en órganos
distintos. Misma opinión merecen aquellos sistemas en que existen jueces que llevan a
cabo la investigación (“jueces instructores”), en tanto pertenecen al Poder Judicial, al
igual que los jueces sentenciadores.
a) Principio de legalidad
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009. Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Conforme a este principio, el Estado tiene el deber de perseguir todo delito que llegue a
su conocimiento.
Históricamente, este principio ha encontrado su fundamento en la aceptación de las
llamadas “teorías absolutas de la pena”, de acuerdo con las cuales la imposición de la
pena por sí misma, se castiga por el solo hecho de haber delinquido. Modernamente, el
principio de legalidad aparece vinculado con exigencias propias del Estado de Derecho,
como la igualdad ante la ley y la seguridad jurídica. La igualdad se logra porque se
asegura que a todos los que cometan un delito, sin excepción, se les va a perseguir por
igual, y la seguridad se obtiene porque se garantiza a los ciudadanos que de no delinquir
no se les podrá castigar.
b) Principio de oportunidad
Es aquél, en cuya virtud, la persecución penal del Estado puede no desarrollarse cuando
así lo aconsejen motivos de utilidad social o razones político criminales.
Preguntas:
De estas características se desprenden una serie de garantías que operan como límites a
la potestad punitiva del Estado, que se proyectan en materia penal sustantivo y en
materia procesal penal. Es así como en el ámbito del derecho penal sustantivo
encontramos principios tales como los de legalidad, culpabilidad, proporcionalidad, etc.
Y en el ámbito del derecho procesal penal, estos límites se traducen en una serie de
garantías de orden procesal, es decir, vinculadas al tribunal y al desarrollo del proceso,
que reciben el nombre de garantías individuales ante la persecución penal.
1. Independencia institucional
1
En esta materia se ha utilizado como referencia, principalmente, HORVITZ LENNON / LÓPEZ MASLE,
Derecho Procesal Penal Chileno, tomo I, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2002, pp. 52-103.
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Implica que el juez no está sometido a ninguna persona en el ejercicio de sus funciones
en el ámbito jurisdiccional. Esta independencia personal tiene dos proyecciones o
dimensiones:
1) Una dimensión externa: Conforme a la cual el juez no depende de ninguna otra
autoridad del Estado.
2) Una dimensión interna: El juez no depende de otros jueces o tribunales, es decir,
esta proyección opera respecto de los demás jueces o tribunales. En concordancia con
esta dimensión interna, debe existir dentro del poder judicial una organización
horizontal, no vertical, en cuya virtud cada juez es soberano para decidir el caso que
conoce conforme a la ley. Si bien el sistema contempla la posibilidad de que las
decisiones de un juez inferior puedan ser revisadas (impugnadas) por un juez superior,
más que tener un sentido de control, ello obedece a la necesidad de velar por las
garantías de los ciudadanos, para disminuir la posibilidad de error.
Para velar porque esto sea así, se modificó el Código Orgánico de Tribunales,
ampliando el catálogo de implicancias y recusaciones, agregando a las causales de
aplicación general a todos los jueces, otras causales específicas aplicables únicamente a
los jueces con competencia penal (artículos 195 y 196). Así, por ejemplo, constituye
una causal de implicancia el hecho de que el juez que haya de juzgar al imputado haya
intervenido en el proceso como fiscal o como defensor.
b) El juez no debe dar a priori, mayor credibilidad a un interviniente por sobre otro
ii) Los tribunales son permanentes y están asentados en un mismo lugar. En estas
circunstancias, es más fácil que el delincuente habitual sea conocido por el juez
iii) Los jueces suelen pertenecer a un determinado nivel socioeconómico. Esto podría
eventualmente hacer que se ponga en jaque la garantía objeto de estudio cuando, por
ejemplo, la víctima pertenezca a ese nivel socioeconómico y el imputado no.
Esta garantía está consagrada en el art. 8 n° 1 del Pacto de San José de Costa Rica, en el
art. 19 n°3 inc. 4º de la Constitución y en el art. 2 del CPP.
Sin embargo, el análisis del contenido del rito no es indiferente, ya que podría incluir
actuaciones contrarias a la dignidad humana, como por ejemplo, métodos de tortura. Por
ello la Constitución Política de la República, en su art. 19 nº 3 inc. 5º, establece que este
rito debe reunir dos características: la racionalidad y la justicia. En virtud de la ley de
reforma constitucional nº 19.519 de 16 de septiembre de 1997, se establece que la
investigación también deberá reunir estos dos requisitos. Estas exigencias constituyen
para la doctrina una consagración a nivel constitucional del debido proceso. Es
precisamente por la idea de debido proceso por lo que se explica por qué, en el sistema
procesal penal chileno, el imputado puede utilizar los medios que le concede la ley para
su defensa, desde la primera actuación del procedimiento dirigido en su contra. Es esta
misma idea la que explica que el art. 3º de la Ley Orgánica Constitucional del
Ministerio Público, ley nº 19.640, establezca el principio de objetividad en la
investigación, que impone al Ministerio Público el deber de investigar tanto los
antecedentes que fundan o agravan la responsabilidad del imputado, como aquellos que
la extingan, atenúen o eximan de ella.
Por otro lado, la tramitación del procedimiento debe ser respetuosa de la normativa
procesal vigente en el momento en que dicho procedimiento tiene lugar, lo que se
vincula con el tema de la retroactividad o irretroactividad de la ley penal. En la
Constitución se garantiza la irretroactividad de la ley penal sustantiva, al disponer que
“ningún delito se castigará con otra pena que la que señale una ley promulgada con
anterioridad a su perpetración, a menos que una nueva ley favorezca al afectado” (art.
19 nº 3, inc. 7º), pero nada se dice respecto de la retroactividad o irretroactividad de la
ley procesal penal. La Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes, en cambio, establece
que las leyes procesales rigen in actum (art. 24), es decir, son de aplicación inmediata, a
medida que vayan teniendo lugar los actos procesales. Si aplicáramos esta norma a la
ley procesal penal, el proceso se regiría conforme a la ley vigente en el momento en que
éste tiene lugar; si hubiera un cambio en la legislación mientras se substancia el
proceso, la nueva ley tendría que recibir aplicación inmediata en ese procedimiento. Sin
embargo, esto puede ser peligroso, pues se podría producir una evidente manipulación
política del asunto, para perjudicar a un imputado determinado. Así, por ejemplo, si una
persona es imputada por un delito de hurto simple, cometido cuando la ley procesal
penal establece que no procede prisión preventiva para esta clase de delitos, y con
posterioridad se modificara la ley procesal penal para hacer procedente la prisión
preventiva para los hurtos simples, ¿debería aplicarse la nueva ley al proceso que
actualmente se está tramitando? El art. 11 del CPP salva el punto, al establecer que las
leyes procesales penales son de aplicación inmediata, salvo que a juicio del tribunal la
ley procesal anterior sea más favorable para el imputado, lo que requerirá un análisis en
el caso concreto. De este modo, la solución del problema en materia procesal penal es
similar a la que se adopta en materia penal sustantiva.
En todo caso, en nuestra opinión no es correcto afirmar que hay una aplicación
retroactiva de la ley procesal penal cuando se aplica en el juzgamiento de hechos
ocurridos con anterioridad a su dictación, porque el objeto de la ley procesal no son los
hechos constitutivos de delito, sino los actos jurídicos procesales, que se suceden a
medida que el proceso se sustancia. No obstante esto, en los casos por los que nos
preguntamos la seguridad jurídica se ve igualmente vulnerada.
Este derecho está consagrado en el art. 9.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, que dispone que “toda persona detenida o presa a causa de una infracción
penal será llevada sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo
razonable o a ser puesta en libertad...”, así como también en el art. 14 nº 3 letra c) del
mismo tratado, que establece que “durante el proceso, toda persona acusada de un
delito tendrá derecho (…) c) A ser juzgada sin dilaciones indebidas”. Además, se
encuentra reconocido en los arts. 7.5 y 8.1 del Pacto de San José de Costa Rica.
pena, lo que implica el transcurso de un cierto lapso de tiempo. Pero, por otro lado, el
proceso penal tiene una importante carga aflictiva para el imputado, desde el inicio
mismo del procedimiento, porque puede implicar la afectación de derechos
fundamentales. Por ejemplo, dándose los supuestos que la ley contempla, se puede
detener a una persona y continuar ésta, con posterioridad, privada de su libertad, por
decretarse en su contra la prisión preventiva. En virtud de lo anterior surge la necesidad
de establecer un límite temporal para la realización del proceso penal, elevando a la
categoría de garantía esta exigencia.
Este derecho que tiene todo imputado suele fundamentarse de distintas formas. Así,
para algunos, se fundamenta en la idea de la seguridad jurídica, a fin de no estar
permanentemente sujeto a la persecución penal; otros destacan el hecho de que con el
transcurso del tiempo tiende a debilitarse la capacidad de defensa del imputado.
Por su parte, en el Código Procesal Penal, el plazo razonable para ser juzgado no
aparece explícitamente consagrado, pero hay varias disposiciones que establecen cuánto
pueden durar determinadas etapas aisladamente consideradas, lo que permite tener una
idea aproximada sobre cuánto puede durar el proceso penal. Así, por ejemplo:
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persona será considerada culpable ni tratada como tal en tanto no fuere condenada por
una sentencia firme”.
La inocencia constituye una garantía política. Por razones político criminales que se
estiman convenientes, se ha decidido no aplicar consecuencias jurídicas derivadas de un
delito antes de que exista una sentencia condenatoria firme. Ello se estima deseable
aunque exista una sospecha pública de que la persona del imputado es culpable o una
sospecha al interior del proceso con motivo de su desarrollo. Así, por ejemplo, si en el
medio de una cancha de un estadio de fútbol el imputado da muerte a la víctima ante
cincuenta mil testigos presenciales y siendo filmado por cámaras de televisión,
igualmente se le debe presumir inocente.
Por un lado, se afirma que conforme al art. 295 CPP, los hechos se prueban conforme a
cualquier medio producido e incorporado en conformidad a la ley. Las presunciones no
son medios de prueba, sino sólo reglas que alteran el onus probandi. De modo que
podría sostenerse que en el nuevo sistema procesal penal no tendrían asidero las
presunciones simplemente legales.
Otra postura que se podría adoptar en esta materia es afirmar que estas presunciones se
encuentran tácitamente derogadas por ser incompatibles con la presunción de inocencia.
De acuerdo con esas presunciones se estaría liberando al ente acusador de probar todo lo
que debe probar, lo cual es una consecuencia de la presunción de inocencia.
b.2. Presunciones legales implican que el acusador debe probar el hecho base de la
presunción
En todo caso, esto nada tiene que ver con las presunciones judiciales, que son
inferencias que el juez hace a través de hechos que han sido probados. Si se suprimieran
las presunciones legales, los jueces igualmente podrían servirse de hechos bases para
fundar presunciones, de modo que el tribunal, si tiene indicios sobre un hecho, podría
condenar al imputado.
ii) El imputado debe ser tratado como inocente mientras no exista sentencia
condenatoria firme
El punto de quiebre de esta idea son las medidas cautelares, que implican o pueden
implicar una aplicación anticipada de las consecuencias jurídicas contempladas de un
delito. Si se sostiene que al imputado hay que considerarlo y tratarlo como inocente
mientras no haya una condena firme, ¿por qué antes de ello se pueden imponer medidas
cautelares, incluso una tan gravosa como la prisión preventiva?
Dentro del Código Procesal Penal existen disposiciones que limitan la aplicación de las
medidas cautelares, porque se tiene conciencia de que pueden poner en jaque la
presunción de inocencia. Es el caso por ejemplo, de los arts. 5º inc. 1º, 122, 139, 141,
151 inc. 3º, etc. Todas estas disposiciones se explican por la evidente tensión que existe
entre las medidas cautelares y la presunción de inocencia.
No obstante lo anterior, tras la última modificación hecha al Código Procesal Penal, con
la Ley nº 20.253, de 11 de marzo de 2008 –la llamada “agenda corta antidelincuencia”–,
se puede decir que en esta materia el legislador ha optado más por la eficiencia en la
persecución penal, que por el respeto a la presunción de inocencia. Así, y por ejemplo,
se establece que respecto de ciertos delitos, no obstante haberse negado o revocado la
prisión preventiva por resolución del juez de garantía, el imputado no podrá ser puesto
en libertad en tanto dicha resolución no se encuentre firme (art. 149 inc. 2º).
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Si se examinan los requisitos que el código exige para poder imponer la prisión
preventiva, es posible constatar que, en general, se es respetuoso de la exigencia que la
doctrina suele manifestar, en el sentido de que las medidas cautelares sólo se impongan
cuando sea necesario parea asegurar los fines del procedimiento. Se dice que en
general, porque hay una excepción muy polémica a esta idea: el peligro para la
seguridad de la sociedad., contemplada en el art. 140 inc. 1º letra c). En la práctica,
desde que entró en vigencia el Código Procesal Penal, para evitar críticas desde el punto
de vista de la presunción de inocencia, se planteó que el peligro para la seguridad de la
sociedad debía entenderse como pronóstico de una probable fuga futura. Sin embargo,
este ejercicio argumentativo perdió fuerza con la modificación del art. 139 inc. 2º hecha
por la ley nº 20.074, de 14 de noviembre de 2005, ya que antes establecía que “la
prisión preventiva sólo procederá cuando las demás medidas cautelares personales
fueren insuficientes para asegurar las finalidades del procedimiento”. Hoy la
disposición establece que “la prisión preventiva procederá cuando las demás medidas
cautelares personales fueren estimadas por el juez como insuficientes para asegurar las
finalidades del procedimiento, la seguridad del ofendido o de la sociedad”, con lo que
parece claro que para el legislador la seguridad de la sociedad no forma parte de “las
finalidades del procedimiento”.
Más aún, el art. 140 fue modificado por la citada ley nº 20.253, de modo que en la
actualidad la interpretación que daba la doctrina a la expresión peligro para la sociedad
ya no es sustentable, pues dicho artículo establece “c) Que existen antecedentes
calificados que permitieren al tribunal considerar que la prisión preventiva es
indispensable para el éxito de diligencias precisas y determinadas de la investigación, o
que la libertad del imputado es peligrosa para la seguridad de la sociedad o del
ofendido, o que existe peligro de que el imputado se dé a la fuga, conforme a las
disposiciones de los incisos siguientes.”
Parece claro, entonces, que para el legislador, por criticable que resulte, el peligro para
la seguridad de la sociedad es algo distinto del peligro de fuga.
Esto permite en la práctica imponer una medida cautelar como si fuera una pena,
buscando alcanzar los fines preventivos generales y especiales que suelen atribuirse a la
pena.
D. DERECHO DE DEFENSA
Esta es una materia que se analizará con posterioridad, al estudiar los recursos
procesales. Por ahora señalaremos que esta garantía goza de consagración legal en el
art. 1º inc. 2º, que dispone que “la persona condenada, absuelta o sobreseída
definitivamente por sentencia ejecutoriada, no podrá ser sometida a un nuevo
procedimiento penal por el mismo hecho”.
Esta garantía se encuentra muy vinculada con la institución de la cosa juzgada y con el
principio non bis in idem procesal. Este último principio, en el ámbito penal sustantivo,
se concibe como la prohibición de considerar, con miras a una sanción, en más de una
oportunidad la ilicitud y el reproche que mereciere cada conducta contraria al
ordenamiento jurídico, y en materia procesal penal, significa que no puede perseguirse a
una misma persona, por el mismo hecho, cuando ya ha sido absuelta o sobreseída
definitivamente.
Este derecho está consagrado en el art. 1º inc. 1º COO, según el cual “toda persona tiene
derecho a un juicio previo, oral y público”. Además, está establecido en el art. 14 nº 1
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el art. 8 nº 5 del Pacto de
San José de Costa Rica.
1. Finalidades de la publicidad
Según la doctrina, la publicidad del juicio permite alcanzar dos importantes fines:
Si los juicios fueren secretos, no habría manera de que la ciudadanía pudiera controlar la
actividad de quienes intervienen en ellos.
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2. Manifestaciones de la publicidad
a. En materia de audiencias
La audiencia de juicio oral es pública, por regla general, pero esta característica alcanza
también a audiencias anteriores, en virtud de la regla del art. 9º COT.
Cuando entró en vigencia el nuevo sistema procesal penal, se discutió si debían ser
públicas o no las audiencias que tenían lugar cuando el fiscal hacía uso de la facultad de
declarar el secreto de algunas piezas de la investigación (art. 182 CPP). Además,
aunque no se decretara dicho secreto, terceros ajenos al procedimiento podían enterarse
de cuestiones de la investigación al asistir a las audiencias, a pesar de que la ley declara
que las actuaciones de investigación son secretas para ellos. Hoy, se entiende que las
actuaciones de los tribunales son públicas, por lo que cualquier persona puede estar
presente e imponerse del contenido de la investigación, incluso, si se trata de una
audiencia respecto de una investigación que ha sido declarada secreta por el fiscal,
primando así lo dispuesto en el art. 9º COT.
3. Violación de la publicidad
Es tan importante la exigencia de publicidad del juicio oral que, si no se respeta, permite
interponer un recurso de nulidad fundado en el motivo absoluto de nulidad que prevé el
art. 374 letra d) CPP, por violación de las disposiciones legales sobre publicidad del
juicio.
4. Excepciones a la publicidad
Por ser la publicidad una garantía, para restringirla se requiere que los motivos estén
establecidos en la ley.
El art. 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos consagra los
siguientes motivos que autorizan para limitar la publicidad del juicio: i) en
consideración de la moral, del orden público o seguridad nacional; ii) el resguardo de la
vida privada de las partes; iii) cuando sea necesario para no perjudicar los intereses de la
justicia.
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Dentro del Código Procesal Penal, los motivos que justifican limitar la publicidad de las
audiencias son los siguientes: i) que sea necesario para proteger la intimidad, el honor o
la seguridad de quien deba intervenir en el juicio, y ii) evitar la divulgación de un
secreto protegido por la ley (art. 289). A nuestro juicio, estas causales no se
corresponden exactamente con las restricciones establecidas en el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, de modo que si asignamos a éste tiene rango
constitucional conforme al art. 5º inc. 2º de la Constitución, el art. 289 CPP sería
inconstitucional y podría ser excluido del ordenamiento jurídico.
Asimismo, el art. 236 CPP contempla otra excepción a la publicidad, al permitir que se
celebren audiencias reservadas, a fin de solicitar la práctica de diligencias de
investigación intrusivas sin el conocimiento del imputado. El juez autorizará la
realización de tales diligencias, si resultare indispensable para el éxito de la diligencia
Por ejemplo, en una investigación por infracción a la ley de drogas, podría resultar
indispensable una intervención de teléfonos, sin conocimiento del afectado.
Esta garantía se encuentra consagrada en el art. 1º inc. 1º CPP, que dispone que “toda
persona tiene derecho a un juicio previo, oral y público”, y en el art. 291 CPP,
conforme al cual la audiencia de juicio oral se desarrollará en forma oral.
1. La inmediación
Se traduce en que la prueba sea percibida por el juez y no por otras personas. Como
consecuencia de este aspecto de la inmediación se explican ciertas disposiciones del
Código Procesal Penal, como por ejemplo, la que declara la nulidad de las actuaciones
judiciales delegadas a funcionarios, respecto de las cuales se requiere por ley la
intervención del juez (art. 35); y la que exige la presencia ininterrumpida de los jueces
en la sala, como requisito de validez del juicio oral (art. 284), cuya ausencia es
sancionada con el motivo de nulidad absoluto del art. 374 letra b).
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009. Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Este principio es el que justifica que no proceda el recurso de apelación en el juicio oral
y en el juicio simplificado. Si se pudiese apelar, se deberían enviar los antecedentes a la
Corte de Apelaciones, la que fallaría en base a pruebas rendidas ante otros tribunales;
ello, claro está, a menos que se pretenda repetir el juicio oral en la Corte. La apelación,
en cambio, tiene cabida en el procedimiento abreviado, que se verifica ante el juez de
garantía, pues en él no se rinde prueba, sino que el juez falla en base a los antecedentes
contenidos en la carpeta investigativa del fiscal y que fueron previamente aceptados por
el imputado.
Normalmente los testigos, antes de declarar en el juicio oral, prestan declaración ante el
fiscal en la investigación previa. El documento en que conste esta declaración, firmada
por el testigo, no es la prueba, por lo que el testigo deberá concurrir a declarar, por regla
general, a la audiencia de juicio oral y lo que allí diga será considerado prueba y podrá
servir de base al tribunal para dictar sentencia.
Otro tanto sucede con los peritos. Puede ocurrir que el Ministerio Público encargue un
peritaje durante la investigación y, como resultado de ello, el perito evacue un informe.
Sin embargo, la prueba no será el informe pericial, sino lo que el perito declare en
presencia de los jueces del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal. Al inicio de la reforma
procesal penal, se discutió fuertemente si la prueba pericial era el informe pericial o la
declaración del perito en el juicio oral. En la actualidad, está claro que la prueba es la
declaración pericial; es más, el informe pericial ni siquiera se acompaña como prueba
documental. 2
2. El principio de concentración
En virtud de él, todos los actos necesarios para concluir el juicio deben realizarse en la
misma audiencia. En el fondo, la audiencia de juicio es una sola, pero puede
prolongarse varios días.
3. El principio de continuidad
2
Con todo, existen tres casos contemplados en el art. 315 CPP, en los que no es necesario que el perito
concurra a declarar al juicio oral, sino que bastará con la sola presentación del informe escrito. Se
analizará con más detalle al estudiar los medios de prueba.
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Manifestaciones de la renunciabilidad
Se requiere consentimiento del imputado respecto de las dos salidas alternativas que el
sistema contempla, pero en una y en otra se exige, además, la manifestación de voluntad
de otro interviniente. En el caso de la suspensión condicional del procedimiento se
requiere, además, la manifestación de voluntad del fiscal, y en el acuerdo reparatorio, se
requiere el consentimiento de la víctima.
2. Procedimientos especiales
Se exige el consentimiento del imputado para que se llegue a esta vía procedimental.
Éste debe aceptar los hechos por los cuales se le acusa y los antecedentes contenidos en
la carpeta investigativa del fiscal.
Este procedimiento se aplica únicamente a las faltas por las cuales el fiscal requiere
sólo una pena de multa. El fiscal presenta el requerimiento y si el juez de garantía si lo
considera fundado, dicta sentencia de inmediato e impone pena de multa. El imputado
tiene un plazo de 15 días para reclamar. Sólo si reclama tendrá lugar la tramitación del
juicio simplificado; si no reclama, la resolución se considera firme. En este caso
entonces, a diferencia de los demás, para ir a juicio, el imputado deberá manifestar su
voluntad en dicho sentido.
Tras el requerimiento del fiscal, se cita a una audiencia en la que el juez de garantía
pregunta al imputado si admite o no responsabilidad en los hechos. Si el imputado
admite responsabilidad, el juez dicta sentencia de inmediato, sin que haya juicio; si no
admite responsabilidad, habrá un juicio simplificado que es oral y que se realiza ante el
juez de garantía.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009. Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Cada vez que se vulneren las garantías del imputado –por ejemplo, si el fiscal no le
quiere dar copia de la investigación al defensor–, el juez de garantía puede, incluso de
oficio, adoptar las medidas necesarias para asegurar su ejercicio. Si no fuese suficiente,
puede ordenar la suspensión del procedimiento y citar a los intervinientes a una
audiencia, en la cual puede decretar el sobreseimiento temporal.
Prohíbe incorporar como medio de prueba o dar lectura en el juicio oral a actas o
documentos que dieren cuenta de actuaciones o diligencias declaradas nulas, o en cuya
obtención se hubieren vulnerado garantías fundamentales.
Preguntas:
CAPITULO III
2) Los intervinientes:
- Ministerio Público
- Imputado
- Defensor
- Víctima
- Querellante
3) Los terceros:
- Testigos
- Peritos
El análisis de este último grupo será efectuado más adelante, a propósito del estudio
de la prueba en el juicio oral.
Una de las particularidades del nuevo sistema procesal penal, es la creación de nuevos
tribunales. En el antiguo sistema, conocían de los asuntos de competencia penal los
juzgados del crimen, que actualmente continúan conociendo de aquellos hechos
delictivos ocurridos antes de las fechas de entrada en vigencia de la reforma procesal
penal en las distintas regiones del país.
Se les puede definir como tribunales ordinarios, “conformados por uno o más jueces
con competencia en un mismo territorio jurisdiccional, que actúan y resuelven
unipersonalmente los asuntos sometidos a su conocimiento” (art. 14 COT).
a) Juez presidente
Es elegido por el Comité de Jueces y su duración es de dos años, pudiendo ser reelegido
por un nuevo período.
Entre sus funciones destacan las siguientes:
- Presidir el comité de jueces.
- Calificar al personal.
- Proponer al comité de jueces un procedimiento objetivo y general para la distribución
de causas entre los jueces del tribunal.
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b) Comité de Jueces
Entre otras, posee las siguientes funciones:
- Aprobar el procedimiento objetivo y general que le propone el juez presidente.
- Designar al administrador del tribunal de la terna propuesta por el Juez Presidente.
- Designar al personal del tribunal.
d) Unidades administrativas
Existen varias unidades administrativas cuya supervisión le corresponde al
administrador del tribunal:
- Unidad de sala: A cargo de la organización y asistencia en todo lo relativo a las
audiencias
- Unidad de atención de público: Otorga información y orientación al público y lleva la
correspondencia
- Unidad de servicios: Encargada del soporte técnico, redes computacionales, etc.
- Unidad de administración de causas: Maneja las causas y registros que se llevan. Está
a cargo de las notificaciones, del manejo de fecha y sala para las audiencias, citaciones,
etc.
Esta estructura corresponde a juzgados compuestos por tres o más jueces. En el caso de
contar con un menor número de éstos, algunas de las funciones que le corresponden al
juez presidente las realiza el Presidente de la Corte de Apelaciones respectiva.
Las reglas generales de competencia que se contemplan en los artículos 108 y siguientes
del Código Orgánico de Tribunales son aplicables a los Juzgados de Garantía, pero con
ciertos matices y precisiones que es necesario efectuar.
La ley ha previsto que las causas se distribuyan entre los jueces de los Juzgados de
Garantía conforme a un procedimiento objetivo y general (art. 15 COT), de manera que
una vez asignada una causa a un juez conforme a dicho procedimiento, la única
posibilidad de que luego pueda conocer de ella un juez distinto, es que el originalmente
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009. Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
De acuerdo al primer inciso del art. 113 COT,“la ejecución de las resoluciones
corresponde a los tribunales que las hubieren pronunciado en primera o en única
instancia.
Sin embargo, en materia penal se hace excepción a esta regla, al establecer el inciso
segundo de la misma disposición que “la ejecución de las sentencias penales y de las
medidas de seguridad previstas en la ley procesal penal será de competencia del
juzgado de garantía que hubiere intervenido en el respectivo procedimiento penal”.
La redacción de este numeral deja en evidencia que la tarea del juez de garantía no es
sólo velar por los derechos del imputado, sino también por los de los demás
intervinientes:
i) Respecto de la víctima: Cumple varias funciones, entre las cuales destacan las
siguientes:
- Revocar la suspensión condicional del procedimiento cuando la víctima así se lo
solicite, presentándose los supuestos que la ley señala (art. 239 CPP).
- Verificar que la víctima manifieste su conformidad con el acuerdo reparatorio en
forma libre e informada, sin estar bajo ningún tipo de coacción o amenaza (art. 241
CPP).
- Decretar ciertas medidas cautelares personales a petición de la víctima (art.155 CPP).
- Comunicar a la víctima que el fiscal ha decidido aplicar el principio de oportunidad
(art. 170 CPP).
ii) Respecto del imputado: Es respecto de este interviniente que en la práctica se hace
más evidente su tarea de cautela.
La protección de los derechos del imputado se proyecta en dos ámbitos:
- Respecto de garantías judiciales (art. 10 CPP): Si el juez de garantía estima que el
imputado no está en condiciones de ejercer las garantías consagradas en la Constitución,
en las leyes o en los tratados internacionales, decretará de oficio o a petición de parte,
las medidas necesarias para ejercer estos derechos. Por ejemplo, si la investigación está
agotada y no se ha fijado un plazo al fiscal para que la cierre, se puede pedir al juez que
le fije un plazo; si el fiscal no exhibe al imputado los antecedentes de la investigación o
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009. Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
no le da copias, se puede pedir al juez que ordene al fiscal exhibir los antecedentes o
entregar copias, etc. Si las medidas adoptadas no fueren suficientes, ordenará la
suspensión del procedimiento y citará a los intervinientes a una audiencia para resolver
la continuación del procedimiento o decretar el sobreseimiento temporal
- Respecto de garantías no judiciales: En este ámbito, el juez de garantía también ejerce
importantes funciones, como las siguientes:
1) Otorgar o denegar autorización para que se practiquen diligencias de investigación
que pueden ser lesivas de derechos (arts. 9, 70 inc. 1º CPP). Por ejemplo, una
interceptación de la línea telefónica del imputado.
2) Conceder o denegar una medida cautelar.
3) Examinar la legalidad de la privación de libertad de una persona, pudiendo ordenar
su libertad o adoptar las medidas pertinentes (art. 95 CPP).
La regla general es que los jueces de garantía citen a audiencia cuando algún
interviniente lo solicite, o cuando el juez de garantía estime procedente resolver previo
debate.
Excepcionalmente, se resuelve sin audiencia cuando se trata de solicitudes de mero
trámite (ejemplo: solicitudes de copias, certificados, etc.).
Se trata del procedimiento regulado en los arts. 406 ss. CPP y será examinado más
adelante en estos apuntes.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009. Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Las faltas penales se encuentran consagradas en el libro III del Código Penal, pero no
son las únicas que existen, ya que también hay en leyes penales especiales. Por ejemplo,
la ley nº 20.000 sobre tráfico de drogas contempla como falta el consumo de drogas en
lugares públicos y el consumo concertado en lugares privados.
Para conocer de estos delitos existen dos procedimientos: el simplificado, que se aplica
a las faltas para las que no se pida pena de multa (además de los simples delitos para los
cuales el Ministerio Público requiera una pena no superior a presidio o reclusión
menores en su grado mínimo) (art. 388 CPP) y el monitorio, que se aplica a las faltas
para las que el fiscal solicite una pena de multa (art. 392 CPP).
En enero de 2004, se dictó la ley nº 19.925, nueva ley de alcoholes, que derogó la
antigua ley nº 17.105, de 14 de abril de 1969. Del examen de su texto se desprende que
la mayor parte de sus infracciones no son faltas, sino que meras contravenciones o
ilícitos administrativos de competencia de los Jueces de Policía Local.
Otra curiosidad es que el delito de manejo en estado de ebriedad ya no está contemplado
en esta ley, sino que se introdujo en la ley del tránsito nº 18.290.
Esto es una consecuencia del hecho de que en materia penal se hace excepción a la
regla general de ejecución, conforme a la cual corresponde ejecutar las resoluciones al
tribunal que las dicta en primera o única instancia.
Competencia territorial
1) Diligencias urgentes
Tratándose de diligencias urgentes que sea necesario realizar fuera del territorio
jurisdiccional del juzgado de garantía competente, si se requiriere alguna autorización
judicial previa, ésta podrá ser concedida por el juez de garantía del lugar en que la
diligencia deba realizarse (arts. 157 inc. 4º parte primera COT y 70 inc.3º CPP).
2) Conflictos de competencia
En un eventual conflicto de competencia que se produzca entre jueces de distintos
juzgados de garantía, mientras éste no sea dirimido, cualquiera de ellos puede
válidamente realizar actuaciones y otorgar autorizaciones urgentes, sin que sea
necesario que sean ratificadas por el juez que fuere declarado competente (arts. 157 inc.
4º COT, y 72 y 73 CPP).
3) Control de la detención
De acuerdo al art. 131 CPP, cuando una persona es detenida, debe ser conducida dentro
de un máximo de 24 horas desde que se practicó la detención, ante el juez de garantía
competente para la realización de la audiencia de control de la detención. Sin embargo,
cuando la detención se practicare fuera del territorio jurisdiccional del juez que hubiere
emitido la orden, y dicho juez tuviere competencia en una ciudad asiento de Corte de
Apelaciones diversa, también será competente para conocer de la audiencia de control
de la detención el juez del lugar donde la detención se practicó (art. 70 inc. 2º CPP). Por
ejemplo, si el hecho tuvo lugar en Punta Arenas, pero el imputado es detenido en Arica,
será competente para conocer de dicha audiencia no sólo el juez que emitió la orden (el
de Punta Arenas), sino también el del lugar donde la detención se practicó (el de Arica).
Esta es una disposición que pretende solucionar problemas prácticos derivados de la
particular geografía de nuestro país. Por eso se explica que esta excepción no rija
cuando la orden de detención emana de un juez de garantía de la Región Metropolitana
y ésta se practicare dentro del territorio de la misma.
de garantía que conoció de estas investigaciones agrupadas, a pesar de que antes hubiera
intervenido otro juez de garantía.
De acuerdo al art. 46 COT, aparte de los jueces de garantía, existen ciertos jueces de
letras que cumplen funciones propias de aquéllos. El art. 3º de la ley nº 19.665, de 9 de
marzo de 2000 menciona cuáles son estos jueces de letras, a los que se conoce con el
nombre de “jueces mixtos”. En la Región de Valparaíso, por ejemplo, tienen tal carácter
los jueces de letras de Quintero, Petorca, Putaendo e Isla de Pascua.
Según Horvitz y López, los tribunales de juicio oral en lo penal son “tribunales
colegiados y letrados, competentes para ejercer las atribuciones que les confiere la ley
desde el momento de la dictación del auto de apertura del juicio oral, hasta el
pronunciamiento de la sentencia definitiva”. 1
Integración y funcionamiento
Los tribunales de juicio oral en lo penal funcionan en salas de tres miembros. Pueden
integrar también las salas más jueces, a los que se les denomina “jueces alternos”,
cuando existieran circunstancias que hicieren presumir que con el número ordinario no
se cumplirá con la exigencia de presencia ininterrumpida de los jueces durante toda la
audiencia de juicio oral (arts. 17 inc. 1º COT, y 76 inc. final, 281 inc.5º y 284 CPP). En
la práctica, el juez alterno suele sentarse en el sector del público o al lado de los jueces
que integran el tribunal, pero debe estar presente durante toda la audiencia, de modo que
pueda subrogar a alguno de aquéllos si fuere necesario. Con ello, se pretende cumplir
con el principio de inmediación.
Cada sala será dirigida por un juez presidente, quien tendrá las atribuciones a que alude
el art. 92 COT y las demás que la ley procesal penal establezca (art. 17 inc. 2º COT).
La integración de las salas del tribunal de juicio oral en lo penal se efectúa mediante
sorteo anual (art.17 inc 3º COT).
En cuanto a sus decisiones, éstas se adoptan conforme a las reglas de los acuerdos de las
Cortes de Apelaciones (art. 19 inc. 1º COT). Con todo, existen reglas especiales:
1
HORVITZ LENNON / LÓPEZ MASLE, Derecho Procesal Penal Chileno, tomo I, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago, 2002, p. 208.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009. Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
a) Sólo pueden concurrir a la decisión los jueces que hayan asistido a la totalidad de la
audiencia (inc. 2º).
b) La decisión debe ser adoptada por mayoría de los miembros de la sala (inc. 3º).
c) En caso de dispersión de votos, el juez que sostenga la opinión más desfavorable para
el imputado tiene que optar por una de las otras (inc. 4º). Si hay desacuerdo sobre cuál
es la opinión más favorable, prevalece la que cuenta con el voto del juez presidente de
la sala (inc. 5º).
a) Conocer y juzgar causas por crimen o simple delito, salvo aquellas relativas a
simples delitos cuyo conocimiento y fallo corresponda a un juez de garantía.
La excepción contemplada en la disposición alude principalmente al procedimiento
simplificado (arts. 388 y ss. CPP). Sin embargo, el juez de garantía puede también
conocer y juzgar simples delitos, e incluso crímenes, en el procedimiento abreviado
(arts. 406 y ss. CPP). Por ejemplo, a pesar de que el homicidio simple constituya un
crimen, un fiscal podría pedir en su acusación una pena que no exceda de cinco años de
presidio menor en su grado máximo, si se configuran dos atenuantes y ninguna
agravante, resultando posible el procedimiento abreviado, del que conoce el juez de
garantía.
c) Resolver los incidentes que se promuevan durante el juicio oral (relacionar con art.
290 CPP)
actividades que deberá cumplir el adolescente condenado, que le propone el director del
centro de privación de libertad en el que la pena deberá cumplirse.
Número de tribunales
Están señalados en el art. 21 COT, conforme al cual existen 45 tribunales de juicio oral
en lo penal en el país. En la Quinta Región de Valparaíso hay 6, ubicados en San Felipe,
Los Andes, Quillota, Valparaíso, Viña del Mar y San Antonio.
Competencia territorial
Los tribunales de juicio oral en lo penal tienen competencia para conocer de aquellos
delitos que se cometan en las agrupaciones de comunas que integran su territorio
jurisdiccional.
El art. 21 a) del COT prevé la posibilidad de que el tribunal de juicio oral en lo penal
pueda desplazarse como tribunal itinerante, constituyéndose en localidades ubicadas
fuera de su lugar de asiento, lo que es una excepción al principio de sedentariedad de los
tribunales de justicia. Conforme a dicha disposición, “cuando sea necesario para
facilitar la aplicación oportuna de la justicia penal, de conformidad a criterios de
distancia, acceso físico y dificultades de traslado de quienes intervienen en el proceso,
los tribunales de juicio oral en lo penal se constituirán y funcionarán en localidades
situadas fuera de su lugar de asiento”. Esto normalmente sucede en las zonas más
extremas del país.
Con la reforma procesal penal se estimó necesario incluir, además de las causales ya
existentes, tres nuevas causas de implicancia para los jueces con competencia criminal,
cuales son:
a) Haber intervenido con anterioridad en el procedimiento como fiscal o defensor.
b) Haber formulado acusación como fiscal, o haber asumido la defensa, en otro
procedimiento seguido contra el mismo imputado.
c) Haber actuado el miembro del tribunal de juicio oral en lo penal como juez de
garantía en el mismo procedimiento. Esto último es perfectamente posible, atendido lo
dispuesto en el art. 210 inc. 2º COT, conforme al cual un juez de tribunal de juicio oral
en lo penal podría llegar a ser subrogado por un juez de garantía.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009. Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
En cuanto al plazo para hacer valer las causales de inhabilitación, conforme al art. 76
CPP, es posible distinguir tres opciones:
• Hacerlo dentro de los tres días siguientes a la notificación de la resolución que
fija fecha para el juicio oral. En tal evento, la solicitud debe ser resuelta antes de
que se inicie la respectiva audiencia.
• Si los hechos que constituyen la causal llegan a conocimiento del interviniente
después de vencido el plazo señalado, pero antes del inicio del juicio oral, el
incidente deberá promoverse al iniciarse la audiencia de juicio.
• Si los hechos que constituyen la causal se conocen con posterioridad al inicio de
la audiencia de juicio oral, no podrán deducirse incidentes para inhabilitar a
alguno de los jueces, pero el tribunal podrá de oficio declarar tal inhabilidad. En
todo caso, se podría recurrir de nulidad contra la sentencia definitiva, para anular
ésta y el juicio, basado en el art. 374 a) CPP.
C. CORTES DE APELACIONES
D. CORTE SUPREMA
Preguntas:
1) ¿En qué casos continúa vigente el Código de Procedimiento Penal?
2) Dada la estructura orgánica de los juzgados de garantía ¿cuál unidad
administrativa cree que efectúa las autorizaciones de mandatos judiciales y las
notificaciones?
3) Defina:
• Sujetos procesales
• Medidas de seguridad (vea el título correspondiente del Libro IV del
CPP)
• Jueces mixtos
• Jueces alternos
4) ¿Cuál cree que es la diferencia conceptual entre sujetos procesales e
intervinientes?
5) ¿Qué ejemplos de diligencias intrusivas prevé el CPP? ¿Qué garantías cree que
se vulneran o resguardan en cada caso?
6) ¿Qué relación podría darse entre la audiencia de control de la detención y la de
formalización de la investigación? (Lea los artículos correspondientes y
concluya).
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
LOS INTERVINIENTES
1.- El fiscal
2.- El imputado
3.- El defensor
4.- La víctima
5.- El querellante
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
1) Desde que se realizaren cualquier actuación procesal. Esto tiene especial sentido para el
querellante, pues debe realizar un acto procesal concreto para poder intervenir en el
proceso: la presentación de la querella. Sólo a partir de ese momento podrá intervenir, pedir
diligencias al fiscal, adherirse a su acusación, actuar en las audiencias de preparación de
juicio oral y de juicio oral, etc.
2) Desde el momento en que la ley les permitiere ejercer facultades determinadas. Esto
tiene relación respecto de los otros intervinientes:
El fiscal, desde que toma conocimiento de un hecho que reviste caracteres de delito, puede
de oficio iniciar la investigación.
El imputado, desde la primera actuación del procedimiento que se sigue en su contra, goza
de derechos.
El defensor puede ejercer sus facultades desde los actos iniciales de la investigación, siendo
la principal la de asistir al imputado (art. 93 letra b) CPP).
La víctima, en cualquier etapa del procedimiento, según el art.6º CPP, goza de ciertos
derechos explicitados en el art.109 CPP. Con todo, es deber del Ministerio Público realizar
ciertas actividades a favor de la víctima (art. 78 CPP).
A. MINISTERIO PÚBLICO
Regulación:
Introducción
La creación de este órgano significó una reducción de las atribuciones y una modificación
en la denominación del Ministerio Público ya existente, órgano auxiliar de la
Administración de Justicia. Los arts. 350 a 364 COT se refieren actualmente a la “Fiscalía
Judicial”, que ahora no tiene intervención en el proceso penal; antiguamente le
correspondía intervenir en las causas por crímenes y simples delitos de acción pública.
Quienes integran este ente hoy se denominan fiscales judiciales.
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Definición
Ubicación
Mecanismos de control
Es un sistema similar al juicio político, pero no es llevado a cabo por el Congreso, sino que
conoce de él la Corte Suprema. Se prefirió no entregarlo al conocimiento de la Cámara de
Diputados ni del Senado para evitar peligros de manipulación política, que eventualmente
podrían inhibir a fiscales del Ministerio Público para investigar delitos y ejercer la acción
penal pública en contra de senadores o diputados.
Se puede remover a:
- Fiscal Nacional, a solicitud del Presidente de la República, de la Cámara de Diputados o
de diez de sus miembros.
- Fiscales Regionales, a solicitud del Presidente de la República, de la Cámara de
Diputados, de diez miembros de ésta o del Fiscal Nacional.
Por las causales de:
a) Incapacidad
b) Mal comportamiento
c) Negligencia manifiesta en el ejercicio de sus funciones.
Quórum
Para la remoción se requiere que, en pleno, la mayoría de sus miembros en ejercicio así lo
decida.
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2) Control procesal
Son ciertos mecanismos procesales que controlan la actividad persecutoria del Ministerio
Público, tanto por parte del juez, como por parte de los otros intervinientes. Por ejemplo, el
control que ejerce el juez de garantía cuando concede o niega al fiscal la posibilidad de
realizar una determinada diligencia que pueda afectar derechos del imputado o de terceros.
3) Control jerárquico
Es aquel que se da dentro del Ministerio Público, y se ejerce a través de las jefaturas,
respecto de los funcionarios de inferior jerarquía. Las autoridades superiores del Ministerio
Público tienen la obligación de velar por la correcta actuación de los funcionarios de su
dependencia, según lo establece el art.7º LOCMP. Este control se puede ejercer de oficio,
sobre funcionarios de menor jerarquía, cuando la autoridad se percata de alguna
irregularidad.
En su caso, el imputado en contra de quien se ha formalizado investigación en forma
arbitraria, puede reclamar ante las autoridades del Ministerio Público por este hecho (art.
232 inc.3º CPP).
Las reclamaciones que los intervinientes formulen contra un fiscal adjunto deben
presentarse por escrito al fiscal regional correspondiente, quien resolverá dentro de los
cinco días hábiles siguientes, conforme lo establece el art. 33 de LOCMP.
Como consecuencia de este control, puede hacerse efectiva la responsabilidad disciplinaria
de los fiscales, así como también su responsabilidad penal y civil, según arts.48 y ss de la
LOCMP. Algunas de las sanciones disciplinarias posibles de imponer son: amonestación
privada, censura por escrito, multa de hasta media remuneración mensual, suspensión de
hasta dos meses con media remuneración y remoción.
4) Control ciudadano
Se alude con ello al control que es posible realizar a partir de la información que la
ciudadanía recibe en las cuentas públicas del Fiscal Nacional y de los Fiscales Regionales.
Una vez al año, el Fiscal Nacional, en el mes de abril, y los Fiscales Regionales, en el mes
de enero, tienen que realizar una cuenta pública de sus actividades del año anterior (art. 21
y art. 36 LOCMP).
1) Unidad
El art. 2 inc. 1º LOCMP señala que “el Ministerio Público realizará sus actuaciones
procesales a través de cualquiera de los fiscales que, con sujeción a lo dispuesto en la ley,
intervenga en ellas”. Cada fiscal representa al Ministerio Público en los actos procesales
que realice con sujeción a la ley. Por ello, ante la actuación procesal de cualquier fiscal, se
ha de entender que es el Ministerio Público el que está actuando. El objetivo que se logra
con ello es dar gran flexibilidad en el accionar del Ministerio Público. Por ejemplo,
normalmente, los fiscales funcionan por medio de un sistema de turnos; así, sólo un fiscal
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
estará en las audiencias de control de detención que tengan lugar un día determinado en un
juzgado de garantía, con independencia de que la investigación luego pase a otro fiscal.
2) Jerarquía
Cada uno de los eslabones inferiores de la institución debe obediencia a los superiores,
hasta llegar al Fiscal Nacional, quien está a la cabeza del organismo. El Fiscal Nacional
puede dictar instrucciones generales (art. 17 letra a) LOCMP), a los que en la práctica, al
comenzar la reforma procesal penal, se les denominó instructivos, pero actualmente se
conocen con el nombre de oficios.
Se ha de tener presente que el Fiscal Nacional sólo puede impartir instrucciones de carácter
general. Por tanto, no puede darle a un fiscal adjunto una determinada orden particular
pues, respecto de aquél, los fiscales adjuntos son autónomos. Según el art. 44 inc 2º
LOCMP, son los Fiscales Regionales los que tienen facultad de impartir instrucciones
particulares a los adjuntos, por lo que se puede sostener que el verdadero titular de la acción
penal pública es el Fiscal Regional; de ahí, la denominación de fiscales adjuntos, pues éstos
adhieren a las decisiones del primero. Por eso se explica que conforme al art. 2º inc. 2º
LOCMP, los fiscales dirigirán la investigación y entablarán la acción penal pública con el
grado de independencia y autonomía que establezca la ley.
Al utilizar la frase “en su caso”, el legislador quiere hacer referencia a que el fiscal no
siempre ejercerá la acción penal pública (acusará), sino que sólo lo hará si, una vez cerrada
la investigación, llega a la conclusión de que tiene fundamentos serios para formular la
acusación. Así lo reafirma el art. 248 letra b) CPP, al sostener que el fiscal podrá “formular
acusación, cuando estimare que la investigación proporciona fundamento serio para el
enjuiciamiento del imputado contra quien se hubiere formalizado la misma”.
Por otro lado, hay un caso, también excepcional, en el que habiendo acusado tanto el
Ministerio Público como el querellante (o habiéndose éste adherido a la acusación del
fiscal), es sólo el querellante quien sostiene la acusación en el juicio: cuando el fiscal no
subsane oportunamente vicios formales de la acusación (art. 270 CPP)
A nivel orgánico, el Ministerio Público destina ciertas unidades para ejercer esta función:
dentro de la Fiscalía Nacional se encuentra la División de atención a víctimas y testigos. A
su turno, a nivel regional se encuentran las Unidades regionales de atención a víctimas y
testigos.
Respecto a la protección a las víctimas, son importantes los arts. 6º y 78 CPP. Respecto a la
protección a testigos, lo es el art. 308 inc. 2º CPP.
3) Principio de objetividad: (art. 83 CPR, art. 77 CPP y art. 3 LOCMP). Conforme al art.
3º LOCMP, “en el ejercicio de su función, los fiscales del Ministerio Público adecuarán
sus actos a un criterio objetivo, velando únicamente por la correcta aplicación de la ley.
De acuerdo con ese criterio, deberán investigar con igual celo no sólo los hechos y
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circunstancias que funden o agraven la responsabilidad del imputado, sino también los que
le eximan de ella, la extingan o la atenúen”.
b) Como una obligación de chequear las hipótesis plausibles planteadas por la defensa
En este sentido, se plantea que el principio de objetividad debe ser entendido como la
obligación que tiene el Ministerio Público de chequear únicamente las hipótesis plausibles
propuestas por la defensa, por lo que no bastaría con que solamente se planteen. Por otro
lado, se considera que forma parte de esta forma de concebir el principio la exigencia de
que el Ministerio Público actúe de manera leal, de buena fe, además de que lo haga
cumpliendo con la ley y la CPR.
4) Principio de eficiencia: El Ministerio Público debe manejar los recursos con que cuenta
de la mejor forma posible. Así se desprende del art. 6º LOCMP, conforme al cual “los
fiscales y funcionarios del Ministerio Público deberán velar por la eficiente e idónea
administración de los recursos y bienes públicos y por el debido cumplimiento de sus
funciones.
Los fiscales deberán cumplir sus cometidos coordinadamente y propender a la unidad de
acción, evitando la duplicación o interferencia de funciones.
Los procedimientos del Ministerio Público deberán ser ágiles y expeditos, sin más
formalidades que las que establezcan las leyes y procurarán la simplificación y rapidez de
sus actuaciones”.
Art. 9 inc.1° LOCMP: “El Fiscal Nacional, los Fiscales Regionales y los fiscales adjuntos
deberán, dentro del plazo de treinta días contado desde que hubieren asumido el cargo,
efectuar una declaración jurada de intereses ante un notario de la ciudad donde ejerzan
sus funciones, o ante el oficial del Registro Civil en aquellas comunas en que no hubiere
notario”.
Art. 9 ter inc.1° LOCMP: “El Fiscal Nacional, los Fiscales Regionales y los fiscales
adjuntos deberán efectuar una declaración jurada de patrimonio, en los mismos términos
de los artículos 60 B, 60 C y 60 D de la ley Nº 18.575, Orgánica Constitucional de Bases
Generales de la Administración del Estado”.
1) Fiscalía Nacional
Se ubica en la Región Metropolitana y está compuesta por:
a.- El Fiscal Nacional, jefe superior de este órgano, que cuenta con la asesoría del Consejo
General, el que a su vez está integrado por el Fiscal Nacional y los Fiscales Regionales
(arts. 13 y 24 LOCMP).
b.- El Director Ejecutivo Nacional, a quien le corresponde organizar y supervisar las
unidades administrativas de la Fiscalía Nacional, también conocidas con el nombre de
“divisiones”. Conforme al art. 20 LOCMP, la Fiscalía Nacional cuenta con las siguientes
unidades administrativas:
a) División de Estudios, Evaluación, Control y Desarrollo de la Gestión;
b) División de Contraloría Interna;
c) División de Recursos Humanos;
d) División de Administración y Finanzas;
e) División de Informática, y
f) División de Atención a las Víctimas y Testigos, que tendrá por objeto velar por el
cumplimiento de las tareas que a este respecto le encomiende al Ministerio Público la ley
procesal penal”.
c.- En cuanto a la investigación y persecución de ciertos delitos, se faculta a la Fiscalía
Nacional para crear Unidades especializadas con el objeto de mejorar la investigación de
los hechos que llegan a su conocimiento (art. 17 letra c) LOCMP). Es así como se ha
creado la “Unidad de delitos sexuales y violentos”, la “Unidad de delitos de drogas”, la
“Unidad de delitos funcionarios”, etc.
b.- Director Ejecutivo Regional, cuya tarea es organizar y supervisar las unidades
administrativas que dentro de cada Fiscalía Regional existen, siendo las mismas que se
encuentran en la Fiscalía Nacional, con excepción de la Contraloría Interna
c.- Abogados asesores, cuya tarea es asesorar jurídicamente al Fiscal Regional.
Se trata de un sujeto procesal que actúa como auxiliar del Ministerio Público en las tareas
de investigación. No es interviniente.
Si bien los fiscales se encuentran habilitados para realizar por sí mismos las diligencias
investigativas, en la práctica, su labor consiste en “dirigir” la investigación, la que es
llevada a cabo por la Policía.
Funciones de la policía
Le corresponde llevar a cabo las instrucciones que les impartan los fiscales, que tengan
relación con cualquier aspecto de la investigación. Por ejemplo, retirar ciertas evidencias,
practicar pericias, empadronar testigos, etc.
Respecto a la forma en que se han de impartir las órdenes por parte de los fiscales, no
existen mayores reglas, siendo la comunicación desformalizada. Por ejemplo, puede ser
mediante un oficio, por teléfono, etc. (art. 81 CPP).
Por otra parte, las instrucciones pueden tener un carácter general (art. 87 CPP).
Además de cumplir las instruccciones que les impartan los fiscales, las policías pueden
ejecutar ciertas actuaciones sin orden previa, de acuerdo a los arts. 83 y 85 CPP, cuales son:
De acuerdo al art. 89 CPP, a la persona que es detenida por la policía, se le puede practicar
un registro de su vestimenta, equipaje y vehículo. También, por disposición del art. 187 inc.
2º CPP, procede la incautación de especies que parezcan haber estado destinadas a la
comisión del hecho investigado, o que provengan de él, o que puedan servir como medio de
prueba.
Se trata de evitar que el lugar en que se cometió el hecho se vea alterado, mientras no
llegue personal experto especialmente designado.
Se ha de distinguir cuando el sitio del suceso es un lugar abierto o uno cerrado, pues en el
primer caso se procederá al aislamiento, siendo el examen efectuado en la práctica desde
adentro hacia fuera; en cambio, en el segundo caso se procederá a la clausura, siendo el
examen realizado desde afuera hacia dentro.
El personal experto que llegue al sitio del suceso tiene por tarea recoger la evidencia que
allí encuentre, dando así lugar a lo que se conoce como “cadena de custodia de la
evidencia”, expresión con la que se alude a la serie de sucesivas personas que intervienen
en el traslado de la evidencia (art.187 inc. 1º y art. 188 CPP). En la práctica, cada especie
que se levanta del sitio del suceso se guarda en un envoltorio, y se le agrega un formulario
en que se deja constancia de ciertos datos, como el nombre de la persona a quien se entrega
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la evidencia, el día, la hora, etc. Cuando se entrega este material a otra persona, se registran
los datos nuevamente en el formulario, y así va quedando constancia de todos quienes
tienen contacto con la evidencia.
Los casos a los que se refiere la disposición son la detención por flagrancia y el resguardo
del sitio del suceso.
De acuerdo al art. 173 CPP, la policía es una de las instituciones ante las cuales se puede
presentar una denuncia. En la práctica, lo más frecuente es que las denuncias se formulen
ante la policía.
Por ejemplo, el art. 190 de la Ley nº 18.290 (ley de tránsito) faculta a la policía para
practicar un examen de alcotest al conductor de un vehículo o llevarlo a un centro médico
para que se le haga un examen de alcoholemia.
Por regla general, la policía no se encuentra facultada para interceptar personas y requerir
su identificación, lo cual es una manifestación de la garantía constitucional de la libertad
ambulatoria o de desplazamiento. Por excepción, el art. 85 CPP obliga a la policía a
solicitar la identificación de cualquier persona en ciertos casos. Inicialmente, esta
disposición contemplaba una facultad de la policía (decía: “podrán”); sin embargo, tras la
modificación hecha por la ley nº 19.789, de 30 de enero de 2002, se establece un deber
(“deberán”) de las policías de practicar el control de identidad.
El control de identidad se mueve dentro de dos extremos. Por un lado, estaría el simple
ejercicio de la libertad ambulatoria (por ejemplo, caminar por una calle a las cuatro de la
mañana), caso en el cual el control de identidad no procede. Por otro, estarían las hipótesis
de flagrancia delictiva (por ejemplo, ser sorprendido forzando la chapa de la puerta de un
auto ajeno), caso en el cual tampoco procede, ya que lo que cabría sería la detención. Entre
ambos extremos hay una zona intermedia en la que puede tener lugar el control de
identidad.
tener lugar en los casos fundados en que, según las circunstancias, los funcionarios
policiales estimaren que existen indicios de que la persona controlada:
1.- hubiere cometido o intentado cometer un crimen, simple delito o falta,
2.- se dispusiere a cometerlo,
3.- pudiere suministrar información útil para la indagación de un crimen, simple delito o
falta,
4.- o cuando la persona se encapuche o emboce para ocultar, dificultar o disimular su
identidad.
Procedimiento de identificación:
1) El procedimiento debe practicarse en el lugar en que la persona se encuentra.
2) La identificación debe realizarse por documentos expedidos por la autoridad pública,
tales como cédula de identidad, licencia de conducir o pasaporte. Para ello, el funcionario
deberá otorgar a la persona facilidades para encontrar y exhibir estos documentos.
3) Se puede conducir a la unidad policial más cercana, cuando haya sido imposible
acreditar la identidad, o cuando ésta se niegue; en dicha unidad puede acreditarse la
identidad por cualquier forma. Se permite incluso tomar huellas digitales, caso en el cual,
una vez lograda la identificación, deberán ser destruidas.
4) Durante este procedimiento, sin necesidad de nuevos indicios, la policía está facultada
para registrar las vestimentas, equipajes y vehículo de la persona cuya identidad se
controla. Además, puede cotejar la existencia de órdenes de detención pendientes que
pudieren afectarle.
5) Técnicamente no es una detención, sino un procedimiento de identificación. Por lo tanto,
una vez identificada la persona, ésta debe ser puesta en libertad, a menos que a propósito
del registro se detecte una flagrancia o que tenga una orden de detención pendiente.
6) Si la persona se niega a acreditar su identidad o proporciona una falsa, la policía puede
detener por comisión flagrante de la falta del art. 496 nº 5 CP.
7) Este procedimiento sólo puede realizarse dentro de ocho horas.
El art. 80 inc. 2º CPP señala que“también deberán cumplir las órdenes que les dirigieren
los jueces para la tramitación del procedimiento”. Por ejemplo, los funcionarios policiales
deberán cumplir las órdenes judiciales de detención (art. 127 CPP).
Preguntas:
1) Defina:
• Sitio del suceso
• Policía
2) ¿El parte policial puede ser considerado medio de prueba en el juicio oral? Fundamente
su respuesta.
3) Examine la siguiente situación a la luz del principio de objetividad: En la audiencia de
juicio oral, la defensa presenta un peritaje de un siquiatra que afirma que el imputado es
demente, respecto a lo cual el fiscal no se había pronunciado.
4) Examine los cambios que ha sufrido el control de detención desde la entrada en vigencia
del Código Procesal Penal hasta la fecha. En especial, efectúe una comparación con la
situación anterior a la dictación de la ley nº 20.253.
5) ¿A qué medios cree que se refiere el legislador cuando en el inc. 3º del art. 85 CPP alude
a “otros medios distintos de los ya mencionados”?
6) Analice los siguientes casos:
a) Un individuo cuyo vehículo queda en panne en la carretera, solicita ayuda a Carabineros
que se encontraban en un control carretero. Concretamente solicita que se le facilite el
teléfono para llamar a una grúa. En esas circunstancias el personal policial procedió a
controlar su identidad. El sujeto acreditó su identidad, pero el funcionario policial, por su
experticia, decidió registrar la mochila que portaba, encontrando en ella una pistola de 9
mm., con municiones y cargador. Por ello, fue detenido por delito flagrante de infracción a
la ley nº 17.798 sobre control de armas y fue puesto a disposición del juzgado de garantía.
¿Se daban los requisitos que el art. 85 CPP establece para hacer procedente un control de
identidad? ¿La situación de flagrancia por la que se detiene es autónoma frente al control de
identidad que le precedió? ¿Fue legal la detención del individuo?
b) A juicio de la policía, determinada persona podría suministrar información relevante
para la indagación de un crimen, para lo cual le solicita la cédula de identidad. El sujeto, al
no portar tal documento, se excusa, y la policía lo conduce a la unidad policial más cercana.
En ese mismo momento, a la unidad llegan testigos que presenciaron un robo en un lugar
cercano a aquél donde se encontró al primer sujeto, frente a lo cual la policía exhibe a quien
se le controla la identidad, quien es identificado por los testigos como el autor de tal delito.
Así, finalmente, éste es detenido por flagrancia y luego conducido ante el juez de garantía.
¿Procedía la conducción del sujeto a la unidad policial? Dada la opinión de la
jurisprudencia, en cuanto a la procedencia de realizar diligencias de investigación mientras
se averigua la identidad, ¿cree que en este caso es procedente?
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B. EL IMPUTADO
Definición
Es aquella persona natural a quien se atribuye participación en un hecho punible (art. 7 inc.
1º y art. 58 inc. 2º CPP).
a) En el sistema inquisitivo
Esta calidad se mantiene hasta la completa ejecución de la sentencia (art. 7º inc. 1º CPP).
La mayoría de los derechos que conlleva la calidad de imputado tienen sentido mientras no
exista una sentencia condenatoria firme. Sin embargo, existen algunos que pueden ejercerse
incluso después de que se dicte ésta, es decir, en la etapa de ejecución. Por ejemplo, si a un
condenado a cinco años de presidio menor en su grado máximo se le concedió el beneficio
de la libertad vigilada, y durante el período de suspensión de la pena y de sujeción a la
vigilancia del delegado de libertad vigilada el Ministerio Público solicita la revocación del
beneficio por incumplimiento de las condiciones establecidas en la sentencia, ese imputado
tiene igualmente derecho a defensa.
EL DERECHO DE DEFENSA
Definición
1) Derechos de información
Existen a lo largo del proceso varios momentos en los que se debe informar al imputado
cuáles son los hechos que se le atribuyen:
3) En el momento en que el imputado decidiere declarar por primera vez ante el Ministerio
Público (art.194 inc. 1º CPP)
Esto en la práctica no sucede siempre, pues muchas veces el imputado decide hacer uso de
su derecho a guardar silencio.
Respecto a esta disposición, llama la atención el hecho de que el legislador no establezca lo
mismo en el caso que el imputado decida declarar ante la policía, en donde puede hacerlo
sin su defensor, siempre que el fiscal lo autorice (art. 91 CPP).
Estas últimas declaraciones ante la policía “previa autorización o delegación del fiscal”,
según una corriente jurisprudencial, deben estimarse equivalentes a las declaraciones que se
efectúan ante el fiscal, para efectos de la lectura de declaraciones para apoyo de memoria
en el juicio oral a la que alude el art. 332 CPP.
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5) En la acusación.
Dentro del contenido de la acusación, se ha de efectuar una relación circunstanciada del o
de los hechos atribuidos al imputado (art. 259 letra b CPP), que serán los mismos hechos
por los que se formalizó la investigación.
Esto interesa principalmente en el caso de los imputados privados de libertad, cuestión que
se regula en los arts. 94 b) y 135 CPP. En la práctica, en las unidades policiales se cuenta
con formularios con información detallada de los derechos de los imputados, y se pide a
éstos que los firmen.
En caso de que, por parte de las policías, se incumpla este deber de informar, existe la
posibilidad de que el fiscal o el juez de garantía remita un oficio con los antecedentes
respectivos a la autoridad competente, solicitando que se apliquen las sanciones
disciplinarias respectivas o se inicien las investigaciones penales que procedieren (art. 136
CPP).
El art.137 CPP es importante también pues se refiere a la difusión de derechos de los
imputados detenidos (además de los derechos de las víctimas).
La regla general es que la intervención del imputado en el procedimiento sea personal. Sin
embargo, en la práctica es usual que el imputado se haga acompañar por un defensor.
Existe, eso sí, un caso excepcional en el que la intervención personal del imputado no es
posible, que tiene lugar cuando éste se encuentra en un estado de enajenación mental, caso
en el cual sus derechos serán ejercidos por un curador ad litem designado para tal efecto
(art. 459 CPP).
Existe una formulación genérica de esta manifestación del derecho de defensa, recogida en
la frase “derecho a ser oído”. Así se desprende del art. 14 nº 1 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y del art. 8 nº 1 del Pacto de San José de Costa Rica.
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a) Derecho a solicitar al fiscal diligencias de descargo (arts. 93 inc. 2º letra c) y 183 CPP).
Desde el punto de vista del fiscal, esto es una manifestación del principio de objetividad.
Ante la solicitud del imputado de practicar una determinada diligencia, el fiscal determinará
si la practica o no, dependiendo de si la considera pertinente y útil para el esclarecimiento
de los hechos. Si el fiscal rechazare la solicitud, se podrá reclamar ante las autoridades del
ministerio público según lo disponga la ley orgánica constitucional respectiva, con el
propósito de obtener un pronunciamiento definitivo acerca de la procedencia de la
diligencia. Por lo tanto, se puede efectuar un reclamo por escrito ante el Fiscal Regional,
quien deberá resolverlo dentro de cinco días hábiles (art. 33 ley nº 19.640). Otra posibilidad
es que dentro de los diez días siguientes al cierre de la investigación, los intervinientes
reiteren su solicitud ante el juez de garantía (art. 257 CPP).
Se debe tener presente que el imputado no tiene obligación de solicitar diligencias en el
periodo de investigación, por lo que perfectamente podría esperar al juicio oral para
demostrar su inocencia rindiendo prueba de descargo. Sin embargo, en la práctica parece
conveniente pedirle al fiscal las diligencias deseadas, para dotar de mayor credibilidad a la
prueba que en la audiencia de juicio oral el imputado desee rendir.
b) Derecho a declarar
Este derecho se puede estimar como “el otro lado de la moneda” del derecho a guardar
silencio.
Como consecuencia de que al imputado ya no se le considera como objeto del proceso, se
le reconoce la posibilidad de declarar voluntariamente, lo que se ha de estimar como un
medio de defensa. Así, puede dar su versión de los hechos y formular planteamientos y
alegaciones (art. 98 inc. 1º CPP). Igualmente puede declarar admitiendo la imputación que
se le formula, y sus dichos pueden ser valorados como prueba en juicio.
Respecto al derecho en comento, es evidente el interés que tienen los órganos de la
persecución penal en conseguir la declaración del imputado, ya que normalmente buscan su
confesión. Para evitar eventuales atentados contra la dignidad humana del imputado y
garantizar la espontaneidad de la declaración del imputado, el legislador ha decidido
regular tal declaración, distinguiendo el momento en que se la presta y ante quién se lo
hace. Se distingue si el imputado declara ante la policía, ante el Ministerio Público, ante el
juez de garantía o ante el tribunal de juicio oral en lo penal. Lo que esta regulación hace es
exigir el cumplimiento de ciertas condiciones para que sea la declaración del imputado sea
procedente y prohibir el uso de ciertos métodos de interrogación.
resulta procedente la obtención de copias, pero sólo respecto de los registros y documentos
de la investigación fiscal; los de la investigación policial sólo se pueden examinar.
f) Derecho a que se le otorgue tiempo y medios adecuados para preparar su defensa (art.
8º nº 2 letra c) del Pacto de San José de Costa Rica)
En el CPP no existe una consagración explícita de este derecho, pero hay varias
disposiciones que implícitamente se fundan en él, tales como:
- art. 260: Presentada la acusación, el juez de garantía ordenará su notificación a todos los
intervinientes y citará, dentro de las veinticuatro horas siguientes, a la audiencia de
preparación del juicio oral, la que deberá tener lugar en un plazo no inferior a veinticinco ni
superior a treinta y cinco días.
- art. 262: Las actuaciones del querellante, las acusaciones particulares, adhesiones y la
demanda civil deberán ser notificadas al acusado, a más tardar, diez días antes de la
realización de la audiencia de preparación del juicio oral.
- art. 281 inc. 3º: Una vez distribuida la causa dentro de un tribunal de juicio oral en lo
penal, el juez presidente de la sala respectiva procederá a decretar la fecha para la
celebración de la audiencia del juicio oral, la que deberá tener lugar no antes de quince ni
después de sesenta días desde la notificación del auto de apertura del juicio oral.
h) Derecho a recurrir del fallo ante un tribunal superior (art. 8º nº 2 letra h) del Pacto de
San José de Costa Rica).
Dentro del Código Procesal Penal, existen varias disposiciones que se fundan en este
derecho, a saber:
- art. 372: recurso de nulidad, respecto de las sentencias emanadas del Tribunal de Juicio
Oral en lo Penal.
- art. 399: recurso de nulidad, contra sentencias del juez de garantía en el juicio
simplificado.
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3) Derechos que implican un deber de abstención por parte del órgano persecutor y del
tribunal
a) Derecho a guardar silencio (art. 93 letra g) CPP y art. 8º nº 2 letra g) del Pacto de San
José de Costa Rica).
Es ésta una manifestación de la idea de que el imputado ya no es considerado como objeto
del proceso, sino que es un sujeto incoercible.
A este derecho se le conoce también con el aforismo “Nemo tenetur se ipsum accusare”, lo
que significa que “nadie puede ser obligado a acusarse a sí mismo”, o que “nadie puede ser
obligado a declarar contra sí mismo”. De esto se desprende que el silencio del imputado no
puede ser valorado en forma perjudicial para él; si calla, nada otorga. Si su silencio fuera
valorado en forma perjudicial, no se estaría respetando en plenitud su derecho a permanecer
callado.
Correlativamente, este derecho supone la prohibición de todo método que coarte la libertad
del imputado para declarar. Así lo establecen los arts. 93 letra h) (prohibición de tortura y
otros tratos crueles, inhumanos o degradantes), 195 (prohibición de ciertos métodos de
investigación o de interrogación) y 196 (regulación de las declaraciones excesivamente
prolongadas) CPP.
b) Derecho a no ser juzgado en ausencia (art. 93 letra i) CPP), en relación con los arts. 99 a
101 CPP, referentes a la rebeldía).
En relación con la rebeldía, el principal efecto que su declaración produce es que las
resoluciones dictadas por el tribunal se entienden notificadas desde el momento en que se
pronuncian.
Preguntas
C. EL DEFENSOR
El imputado tiene derecho a defensa técnica. Regularmente, no será capaz de ejercerla por
sí mismo.
Este derecho aparece consagrado en varias disposiciones, a saber:
- art. 19 nº 3 incs. 2º y 3º CPR, relativo al derecho de toda persona a una defensa jurídica,
en la forma que la ley señale;
- art. 14 nº 3 letra d) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el cual otorga
el derecho a defenderse personalmente o a ser asistido por un defensor;
- art. 8º nº 2 letra e) del Pacto de San José de Costa Rica, que habla del derecho
irrenunciable a ser asistido por un defensor, si el imputado no se defendiere por sí mismo;
- arts. 8º inc. 1º y 102 a 107 CPP, referentes al derecho a ser defendido por un letrado y al
interviniente llamado defensor;
- la ley nº 19.718 que crea la Defensoría Penal Pública.
Este derecho se tiene desde la primera actuación del procedimiento y hasta la ejecución
completa de la sentencia (arts. 8º inc. 1º y 102 inc. 1º CPP).
El imputado tiene derecho a decidir por quién quiere ser defendido. Por eso el legislador
alude a su derecho a designar un defensor de su confianza. Además, se permite la
posibilidad de que se tenga más de un defensor (art. 102 inc. 1º CPP).
Si existen varios imputados, tienen la facultad de designar a un defensor común (en este
sentido, la situación es distinta de la que tiene lugar en el procedimiento civil, porque
conforme al art. 19 CPC, si los demandados son varios deben constituir un solo
mandatario). Pero también cada uno de los imputados podría designar su propio defensor,
situación que es obligatoria cuando se trata de defensas incompatibles (art. 105 CPP). Esto
sucedería si, por ejemplo, existen dos imputados, y ambos se culpan mutuamente.
De la lectura del art. 19 nº 3 inc. 3º CPR y del art. 14 nº 3 letra d) del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos se infiere que el Estado tiene el deber de proporcionar
asistencia jurídica gratuita a quien no pueda costearse un defensor, por lo que la defensa
penal pública opera en forma subsidiaria. Para cumplir con este deber, se creó la Defensoría
Penal Pública, regulada en la ley nº 19.718, de 10 de marzo de 2001, servicio público que
presta defensa a todo imputado que carece de abogado defensor, sea porque no puede
tenerlo o porque no quiere (arts. 2º y 35 ley nº 19.718). Por regla general, el servicio de
defensa es gratuito (art. 36 inc. 1º ley nº 19.718), pero excepcionalmente se cobra a quienes
pueden pagar por él, conforme a un arancel (art. 36 incs. 2º a 4º y arts. 37 a 39 ley nº
19.718). De este modo, se trata de no desincentivar la contratación de defensores
particulares.
Bajo el marco del nuevo sistema de justicia criminal adversarial, se crea esta institución en
el año 2001, para proporcionar defensa penal a los imputados o acusados que carezcan de
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
En cuanto a la misión de la Defensoría Penal Pública, ésta tiene por finalidad proporcionar
defensa penal a imputados o acusados por un crimen, simple delito o falta que sea de
competencia de un juzgado de garantía, de un tribunal de juicio oral en lo penal, de una
Corte de Apelaciones o de la Corte Suprema, y que carezcan de abogado (art. 2º ley nº
19.718).
En cuanto a su organización (art. 4º ley nº 19.718), la Defensoría Penal Pública cuenta con:
- A nivel nacional: la Dirección Nacional, a cuya cabeza se encuentra el Defensor
Nacional, quien es nombrado por el Presidente de la República. Tiene su asiento en
Santiago.
También se encuentra el Consejo de Licitaciones de la Defensa Penal Pública, que es un
cuerpo colegiado encargado de cumplir funciones relacionadas con el sistema de
licitaciones de la defensa penal pública que la ley le encomienda (arts. 11 y 12 ley nº
19.718).
A su vez, existen diversas unidades administrativas (art. 8º ley nº 19.718).
- A nivel regional, las Defensorías Regionales (arts. 16 y ss. ley nº 19.718), cada una de
ellas a cargo de un Defensor Regional, quien es nombrado por el Defensor Nacional, previo
concurso público. Dura cinco años en el cargo y puede ser designado sucesivamente a
través de concurso público. Existe una Defensoría Regional por región, salvo en la región
metropolitana, en la que existen dos.
Además, están los Comités de Adjudicación Regionales, encargados de ejercer las
funciones vinculadas con la licitación de la defensa penal pública, llevando en la práctica, a
nivel regional, los lineamientos que fija el Consejo de Licitaciones.
- A nivel local: las Defensorías Locales (arts. 23 y ss. ley nº 19.718), que son unidades
operativas en las que se desempeñan los defensores locales de la región. Si en la Defensoría
Local hay dos o más defensores, uno de ellos será el defensor jefe. Además, existen
también prestadores de defensa por licitación (aunque en rigor estos últimos no forman
parte de la estructura organizativa de la Defensoría Penal Pública).
Para determinar el momento en que cesa la calidad de defensor deben aplicarse las reglas
del mandato judicial y del mandato en general, por lo que a ellas nos remitimos. Sin
embargo, el Código Procesal Penal regula especialmente la renuncia y el abandono de la
defensa (art. 106). En cuanto al abandono, éste no es regulado sistemáticamente, sino que
se señalan a lo largo del Código Procesal Penal diversas actuaciones en las que debe estar
presente el defensor. Así sucede, entre otras, en las siguientes audiencias: audiencia de
formalización de la investigación (arts. 132 inc. 2º y 231 inc. 2º); audiencia en que se
resuelve la solicitud de prisión preventiva (art. 142 inc. 3º); audiencia en que se resuelve la
solicitud de otras medidas cautelares personales (art. 155 inc. final); audiencia ñeque se
resuelve la solicitud de suspensión condicional del procedimiento (art. 237 inc. 4º);
audiencia de preparación de juicio oral (art. 269 inc. 1º); audiencia de juicio oral (art. 286).
De ausentarse el defensor de alguna de estas audiencias, se pueden producir importantes
efectos, tales como la eventual declaración de nulidad procesal (art. 103 CPP), la
designación de un defensor público, lo cual se entiende que remedia el vicio de nulidad
(arts. 103, 106 y 286 inc. 2º) y la imposición de sanciones al abogado defensor (art. 287
CPP).
El defensor puede ejercer todos los derechos que la ley le reconoce al imputado, salvo
aquellos que son de ejercicio personal y exclusivo de éste (art. 194 CPP). Así sucede, por
ejemplo, con el derecho de declarar judicialmente (art. 98 CPP), de consentir en la
realización de exámenes corporales (art. 197 CPP), de aceptar una suspensión condicional
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del procedimiento (art. 237 CPP), de celebrar un acuerdo reparatorio (art. 241 CPP), de
admitir responsabilidad en el procedimiento simplificado (art. 395 CPP), de aceptar un
procedimiento abreviado (art. 406 inc. 2º CPP), etc.
D. LA VÍCTIMA
Concepto
La víctima es “el ofendido por el delito” (art. 108 inc. 1 CPP). Según HORVITZ LENNON y
LÓPEZ MASLE, se trata del titular del bien jurídico afectado, que no ha de confundirse con el
perjudicado por el delito. Por ejemplo, si se hurta una cosa que se había dado en préstamo,
la víctima no es quien tenía la cosa prestada, sino que el dueño. 1 Sin embargo, existe otra
opinión, que sustenta el Ministerio Público, conforme a la cual la definición legal de
víctima es lo suficientemente amplia como para entender incluidos no sólo al titular del
bien jurídico atacado, sino también a los sujetos pasivos de la acción. 2
En los delitos cuya consecuencia sea la muerte del ofendido, o cuando éste no pueda ejercer
los derechos que se le confieran (por ser menores, dementes, etc.), la ley considera víctima
a otras personas, a saber:
- Al cónyuge y a los hijos
- A los ascendientes
- Al conviviente
- A los hermanos
- Al adoptado o adoptante
1
HORVITZ LENNON, María Inés / LÓPEZ MASLE, Julián, Derecho Procesal Penal Chileno, tomo I, Editorial
Jurídica de Chile, Santiago, 2002, p. 298.
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MINISTERIO PÚBLICO. FISCALÍA NACIONAL, La víctima y el testigo en la Reforma Procesal Penal, Editorial
Fallos del Mes, Santiago, 2003, p. 51.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Derechos de la víctima
El Código Procesal Penal contempla en su art. 109 un listado de derechos que la víctima
puede ejercer:
d) Derecho a ser oída por el fiscal, antes de que éste pidiere o se resolviere la suspensión o
terminación anticipada del procedimiento
De esta disposición se desprende la necesidad de oír a la víctima antes de que se decrete el
archivo provisional de los antecedentes (art. 167 CPP), el principio de oportunidad (art. 170
CPP), la suspensión condicional del procedimiento (arts. 237 y ss. CPP), y de que se
solicite el sobreseimiento de la causa (art. 248 letra a) CPP).
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e) Derecho a ser oída por el tribunal antes de pronunciarse acerca del sobreseimiento u
otra resolución que ponga término a la causa
Dentro del juicio oral, se puede generar un conflicto entre este derecho que le asiste a la
víctima y el derecho del acusado de pronunciar la última palabra antes de declarar cerrado
el debate (art. 338 inc. 3º CPP). En la práctica, los tribunales suelen dar preferencia al
derecho de este último interviniente, por lo que la víctima podría ser oída, pero antes de la
declaración que eventualmente pudiese hacer el acusado.
Este listado de derechos no es taxativo, como se desprende del encabezado del art. 109
CPP, que reconoce a la víctima, “entre otros”, los derechos ya mencionados. En efecto,
existen a lo largo del Código Procesal Penal varias disposiciones que consagran otros
derechos para las víctimas en particular, o para los intervinientes en general, como por
ejemplo, solicitar medidas cautelares personales del art. 155, conocer el contenido de la
investigación (art. 182), proponer diligencias de investigación (art. 183), oponerse a la
suspensión condicional del procedimiento y apelar de la resolución que lo decreta (art. 237
incs. 5º y 8º), pedir la revocación de la suspensión condicional del procedimiento (art. 239),
celebrar acuerdos reparatorios (art. 241), etc.
E. EL QUERELLANTE
Concepto
a) Concepto tradicional
Tradicionalmente, se ha definido al querellante como la persona que manifiesta su voluntad
de figurar como parte acusadora en el proceso penal, mediante la presentación de un escrito
de querella.
Se ha considerado, especialmente en doctrina española clásica, al querellante (o acusador
particular) como parte acusadora contingente del proceso penal, para distinguirla de la parte
acusadora necesaria, que en España sería el Ministerio Fiscal.
Existen legislaciones en las que cualquier persona puede presentar una querella. Es lo que
se conoce con el nombre de “acción penal popular”. Esta posibilidad aparecía en el Código
de Procedimiento Penal, cuyo art. 93 inc. 1º contemplaba la facultad de toda persona capaz
de comparecer en juicio de querellarse y ejercer la acción penal pública. Sin embargo, en
los últimos años se ha observado una clara tendencia a eliminar o limitar la acción popular,
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lo que se refleja en el Código Procesal Penal, cuyo art. 111, además de consagrar el derecho
de la víctima, su representante legal o su heredero testamentario a presentar querella,
establece una suerte de acción popular bastante limitada, al disponer que puede querellarse
también cualquier persona domiciliada en la provincia, respecto de delitos terroristas o de
funcionarios públicos cometidos en dicho lugar, y en su caso, los órganos o servicios
públicos, cuando así lo permitan expresamente sus respectivas leyes orgánicas.
Sin que el siguiente listado pretenda ser exhaustivo, a título meramente ejemplar, pueden
mencionarse las siguientes facultades que tiene el querellante:
1.- Intervenir en la investigación, aportando evidencias o solicitando diligencias (art. 183)
2.- Solicitar medidas cautelares (arts. 140 y 155)
3.- Oponerse a la suspensión condicional del procedimiento y apelar de la resolución que lo
decrete (art. 237 incs. 5º y 8º)
4.- Forzar la acusación (art. 258).
5.- Adherirse a la acusación del fiscal, o bien, presentar acusación particular (art. 261 letra
a)
6.- Presentar demanda civil (art. 261 letra d)
7.- Conciliar con el imputado en la audiencia de preparación del juicio oral (art. 273)
8.- Intervenir activamente en las audiencias de preparación del juicio oral y de juicio oral
9.- Impugnar resoluciones
Preguntas
1) La Defensoría Penal Pública realiza sus acciones bajo el lema “Sin defensa, no hay
justicia”. A tu juicio, ¿cuál es la idea que está detrás de esta frase?
2) Señala tres derechos que la ley le reconoce al imputado, que en tu opinión, son de su
ejercicio personal y exclusivo, y explica por qué es así.
3) ¿Quién es la víctima en los siguientes casos?
a) robo con violencia cometido contra Juan, a quien le sustraen una cosa
perteneciente a Pedro
b) hurto cometido contra Juan, a quien le sustraen una cosa que pertenece a Pedro
c) delito contra un bien jurídico colectivo
4) Examina los artículos correspondientes a las medidas cautelares personales y determina
los sujetos que pueden solicitarlas, identificando dónde se hace evidente una diferencia
entre la víctima y el querellante.
5) ¿Por qué crees que la tendencia actual es que se elimine o limite la acción penal popular?
6) Define
• Defensor licitado
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CAPÍTULOS IV Y V
EL OBJETO DEL PROCESO PENAL, PRETENSIÓN
Y ACCIÓN PENAL
Aspectos generales
Hasta ahora, hemos analizado una serie de sujetos procesales que realizan diversos actos
procesales, pero estos actos forman parte de un todo, porque tienen una base material
unitaria en la que descansan, sin la cual estaríamos sólo frente a actos inconexos entre sí y
no ante un proceso penal.
Concepto
Lo que permite vincular a todos estos actos, dotándolos de conexión, es el objeto del
proceso penal, que puede definirse como un hecho hipotético que se imputa a alguien y del
cual se espera una consecuencia penal.
Esta conceptualización, sin embargo, corresponde a la formulación más simple del objeto
penal, pero obviamente, puede haber procesos con objetos múltiples, sea por conexión
subjetiva, que tiene lugar cuando a un mismo sujeto se le atribuyen varios hechos punibles;
o por conexión objetiva, cuando un único hecho se atribuye a varios imputados.
La importancia del objeto del proceso penal se manifiesta en distintos aspectos que
pasaremos a analizar:
El objeto del proceso penal precisa los límites del conocimiento del tribunal y de la
sentencia. Este principio implica que el tribunal no puede en su sentencia excederse de los
términos en que fue formulada la acusación del Ministerio Público. En definitiva, opera
como garantía para evitar que el imputado sea sorprendido por variaciones en la unidad
temática del proceso, es decir, que varíe el objeto del proceso penal.
Para entender esto, hay que tener presente que el objeto del proceso penal se va
construyendo paulatinamente, a medida que avanza la investigación. Por ello, no sólo existe
una disposición que establece una necesaria vinculación entre la acusación y la sentencia
(art. 341 CPP), sino que además existe otra que tiene aplicación en un momento anterior y
que establece la necesaria relación que debe que existir entre la acusación y la
formalización de la investigación (art. 259 inc. final CPP), de modo que la acusación sólo
puede referirse a hechos y personas contenidas en la formalización de la investigación.
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No obstante todo lo señalado, hay un momento en que el objeto del proceso penal queda
definitivamente fijado y que está representado por el estado en que quedó formalizada la
investigación cuando ésta se cerró –lo que corresponde a la última formalización–, de
forma tal que la posterior eventual acusación debe guardar relación con aquélla, no
pudiendo variar ni en los hechos ni en las personas que fueron establecidas en ella. Lo que
el legislador pretende evitar es que se produzca un perjuicio para el imputado; sin embargo,
si la modificación en el objeto del proceso penal, posterior a la oportunidad señalada, fuera
en beneficio de éste, la limitante en comento no tiene aplicación.
Existe una segunda manifestación de este principio, pues se exige que exista una
vinculación entre la acusación y la eventual sentencia condenatoria, conforme a lo cual ésta
última no puede exceder el contenido de la acusación. Así se desprende del art. 341 inc. 1º
CPP, disposición a la que ya aludimos al estudiar el derecho a defensa, oportunidad en la
que señalamos que ésta implica un deber de abstención para el tribunal de condenar al
imputado por hechos no señalados en la acusación, porque de lo contrario, sería posible
sentenciar a alguien por hechos respecto de los cuales no ha tenido posibilidad defenderse.
Sin embargo, es necesario hacer una precisión, pues en estricto rigor, los hechos no quedan
definitivamente fijados con la acusación, sino con la dictación del auto de apertura. En
efecto, existe la posibilidad de que, en la audiencia preparatoria de juicio oral, se realicen
algunas correcciones a la acusación, en virtud de contener ésta vicios formales, de modo
que la acusación originariamente presentada por el Ministerio Público puede tener
diferencias con la que en definitiva sea recogida en el auto de apertura (art. 270 relacionado
con art. 277 letra b) CPP).
El tribunal está facultado para dar al hecho contenido en la acusación, tal como se incluyó
en el auto de apertura, una calificación jurídica distinta de la que se le dio por parte del
acusador fiscal o por el acusador particular, así como apreciar la concurrencia de causales
modificatorias de responsabilidad penal, específicamente agravantes, no incluidas en la
acusación, lo cual sólo podrá ocurrir bajo condición de que, durante la audiencia, el tribunal
advierta a los intervinientes sobre esta posibilidad (art. 341 inc. 2º CPP). En todo caso, no
tendría mayor sentido exigir esto cuando se pretende dar a los hechos una calificación
jurídica que importe un tratamiento más benigno para el imputado.
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A pesar de que la disposición en comento no hace ninguna diferencia, para ser respetuoso
con el fundamento de esta exigencia, lo razonable es que esto tenga lugar en los casos en
que se da un cambio perjudicial para el imputado. Sin embargo, en la práctica, aunque el
cambio en la calificación jurídica pueda favorecer al imputado, de todos modos el tribunal
suele reabrir el debate.
En el caso de la excepción de cosa juzgada, ésta procede si existe identidad entre el objeto
del proceso de un juicio que se encuentra culminado por sentencia firme y el objeto de otro
proceso en curso, de forma tal que en la audiencia de preparación de juicio oral, la defensa
podrá oponer esta excepción (art. 264 letra c) CPP), aunque también podrá plantearla en el
juicio oral (art. 265 CPP). De todos modos, si el Ministerio Público, al cerrar una
investigación nota que existe esta circunstancia, tiene la posibilidad de solicitar el
sobreseimiento definitivo (art. 250 letra f) CPP).
Respecto de la excepción de litis pendencia, ésta implica que existen dos juicios en
tramitación en cuyos objetos existe identidad, excepción que debe hacerse valer como en la
audiencia de preparación de juicio oral (art. 264 letra b) CPP).
Existe un sector de la doctrina que tiene a identificar el objeto del proceso penal con el
concepto de pretensión. Sin embargo, se trata de cuestiones distintas, aunque relacionadas.
Definición
Clasificación
1) Pretensión punitiva
Es una declaración de voluntad fundada en los hechos objeto del proceso, por la que se
solicita al tribunal la aplicación de una pena al responsable de un delito, o de una medida de
seguridad al sujeto criminalmente peligroso.
Al respecto, debemos tener presente que el derecho penal no funciona sólo con penas, ya
que existen otras consecuencias jurídicas, las llamadas medidas de seguridad, existiendo
entre ambas diferencias en cuanto a su fundamento y finalidad. En efecto, el fundamento de
la pena es la culpabilidad del sujeto, mientras que respecto de la medida de seguridad, es la
peligrosidad del sujeto no culpable. Si quien realiza el hecho típico y antijurídico es un
demente, no habrá delito, pues falta la imputabilidad, pero en determinadas ocasiones es
posible que exista, respecto a dicho sujeto, el peligro de que en el futuro reitere su
conducta, por lo que se contempla una reacción jurídico penal diferente de la pena, pero
que al igual que ésta, imponen los tribunales de juicio oral en lo penal. En general, as
medidas de seguridad que el sistema penal chileno permite imponer son la internación en
establecimiento psiquiátrico y la custodia y tratamiento del enajenado mental (arts. 455 y
ss. CPP)
La pretensión punitiva siempre tiene que estar presente en el proceso penal, es necesaria
para su existencia. Y en cuanto a su estructura, se suelen distinguir dentro de ella ciertos
elementos:
a) Sujetos:
i) Sujeto activo de la pretensión punitiva, que es aquél que realiza la declaración de
voluntad.
ii) Sujeto pasivo de la pretensión punitiva, que es aquél en contra de quien se realiza la
declaración de voluntad.
iii) Destinatario de la pretensión punitiva, que es el tribunal.
2) Pretensión de resarcimiento
Es una declaración de voluntad por la que se pide al tribunal la restitución de la cosa objeto
del delito o la indemnización de perjuicios en contra del supuesto responsable civil. A
diferencia de lo que ocurre con la pretensión punitiva, la pretensión de resarcimiento no es
necesaria, sino contingente, por cuanto es perfectamente posible que exista un proceso
penal sin ésta.
3) Pretensión prejudicial
Es una declaración de voluntad emitida por uno de los intervinientes, por la que se solicita a
un tribunal que se pronuncie sobre determinadas cuestiones civiles, con el fin de contribuir
a la pretensión punitiva o de obstaculizarla.
Para determinar si una cuestión civil corresponde a una pretensión judicial no devolutiva o
devolutiva, ha de estarse a lo que disponen los arts. 173 y 174 del Código Orgánico de
Tribunales, conforme a los cuales la regla general es que la pretensión judicial sea no
devolutiva. Excepcionalmente será devolutiva, concretamente, cuando se trate de
cuestiones vinculadas con validez de matrimonio y cuentas fiscales, estado civil (en la
investigación de delitos de usurpación, ocultación y supresión de estado civil) y derechos
reales sobre inmuebles.
LA ACCIÓN PENAL
Lo primero que debemos señalar es que el intento por aplicar en materia procesal penal los
conceptos que en torno a la noción de acción se manejan en la teoría general del proceso,
está destinado al fracaso, porque el proceso penal es diametralmente opuesto al proceso
civil.
COUTURE distingue entre acción y pretensión. La acción la define como un poder jurídico
del actor de hacer valer su pretensión acudiendo al órgano jurisdiccional; mientras que la
pretensión consiste en la auto-atribución de un derecho por parte de un sujeto que,
invocándolo, pide que se haga efectiva a su respecto la tutela judicial. En síntesis, para
dicho autor la acción se considera como un derecho a la jurisdicción. Sin embargo, como
dijimos, el intento de traspasar estos conceptos obtenidos del derecho procesal civil al
ámbito procesal penal está destinado al fracaso, como explicamos a continuación.
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Si se analiza la función del Ministerio Público, no se puede decir que ésta tenga un derecho
a su favor, sino un deber de ejercer la acción penal pública (art. 53 inc. 2º CPP). Por otra
parte, conforme a este última disposición, existen ciertos sujetos a los que también se les
permite ejercer la acción penal, que son aquellas personas que pueden querellarse de
acuerdo al artículo 111 CPP, de quienes, en concordancia con el concepto de pretensión
punitiva, en la que no se busca la tutela de derechos individuales, sino que se haga efectivo
el “ius puniendi”, que pertenece al Estado, no se puede decir que ejerzan una acción como
se la entiende en el derecho procesal civil.
A veces, la ley utiliza la expresión acción penal para aludir al derecho de iniciativa. Así
ocurre, por ejemplo, en los llamados delitos de acción privada (art. 53 inc.3º CPP), respecto
de los cuales el legislador dispone que la acción penal sólo podrá ser ejercida por la víctima
(ver también art. 400 CPP).
En otras ocasiones, la ley habla de acción penal como derecho a la acusación. Así sucede
en los delitos de acción penal pública, cuestión a la que se refiere el art. 83 CPR, que señala
que el Ministerio Público deberá, de oficio, investigar todo hecho constitutivo de delito que
llegue a su conocimiento y, en su caso, ejercer la acción penal pública. De este modo, se
está aludiendo a la acción penal como sinónimo de acusación, algo distinto del derecho de
iniciativa, porque cuando se formula la acusación la investigación ya comenzó.
En tercer lugar, la acción penal se contempla como un presupuesto para la apertura del
juicio oral. Esto porque, si examinamos el art. 258 CPP, que regula el forzamiento de la
acusación, contempla la posibilidad de que la acción penal sea ejercida por un interviniente
distinto del fiscal, que es el querellante, y se permite que éste siga ejerciendo la acción
penal en lo sucesivo.
Finalmente, para demostrar las complicaciones que tiene aplicar en materia procesal penal
el concepto tradicional de acción del derecho procesal civil, algunos autores, como JULIO
MAIER y ALBERTO BINDER, plantean que debe prescindirse del concepto de acción, por lo
menos, si se utiliza para explicar la acción penal pública. BINDER sostiene que sólo es
acción la privada, la que puede ejercer la víctima en los llamados delitos de acción privada,
por lo que la facultad del Estado para intervenir en los procesos penales tiene que,
necesariamente, concebirse como algo distinto de la acción, ya que éste no tiene un
derecho, sino el deber de ejercer lo que se denomina acción penal pública. MAIER, por su
parte, plantea que el concepto tradicional de acción no tiene ninguna utilidad en lo que
respecta al derecho procesal penal.
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En Chile, el sujeto pasivo del delito es únicamente la persona natural. Por lo tanto, la
acción penal solamente puede dirigirse contra personas naturales. Así se explica el hecho de
que el legislador declare que “la responsabilidad penal sólo puede hacerse efectiva en las
personas naturales. Por las personas jurídicas responden los que hubieren intervenido en el
acto punible, sin perjuicio de la responsabilidad civil que las afectare” (art. 58 inc. 2º CPP).
Ahora bien, el inciso primero de la citada disposición indica que la acción penal “no puede
entablarse sino contra las personas responsables del delito”. Si se ejerce una acción penal
contra una persona que finalmente es absuelta ¿podría decirse que nunca se ejerció la
acción penal? La respuesta a tal interrogante es negativa, pues a quien ejerce la acción no se
le exige que tenga la certeza de que la persona en contra de quien la ejerce tenga
responsabilidad penal en los hechos, es decir, que sea autor, cómplice o encubridor, porque
este grado de seguridad sólo se alcanza cuando hay una sentencia condenatoria firme. De
esta manera, debemos entender que el art. 58 inc. 1º CPP se refiere a personas naturales que
supuestamente tienen responsabilidad penal, por lo que si en definitiva se determina que no
la tienen, de ello no se colige que no se ejerció acción penal.
El criterio utilizado para clasificar la acción penal apunta a determinar cuál es el interés
prevalente. Así, si es el de la sociedad, estaremos ante una acción pública; en cambio, si es
el de la víctima, será privada. Hablamos de interés prevalente, y no de interés concurrente,
porque no existen delitos en que sólo exista un interés de la víctima, por la sencilla razón de
que el derecho penal protege bienes jurídicos y éstos, aun en el caso de los bienes jurídicos
disponibles, son intereses que a la sociedad toda le interesa preservar.
Atendiendo a este parámetro, el art. 53 CPP distingue entre acción penal pública, acción
penal pública previa instancia particular y acción penal privada. Según la clase de acción
que nace de ellos, los delitos admiten la misma clasificación.
Es aquella que, atendida la existencia de un interés público prevalente, debe ser ejercida de
oficio por el Ministerio Público. Sin embargo, también puede ser ejercida por las personas
que determine la ley, siendo esas personas aquellas que pueden querellarse conforme al
artículo 111 CPP (art. 53 inc. 2º CPP).
Los delitos de acción penal pública constituyen, dentro de todos los delitos, la regla general
en Chile. Si no existe una regla especial en cuanto a la acción penal para perseguir un delito
determinado, se concluye que es de acción penal pública. El legislador debe establecer
expresamente que un delito determinado es de acción penal pública previa instancia
particular o acción privada, para que se configure una excepción a dicha regla. Así se
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
desprende de la expresión “todo delito que no esté sometido a una regla especial” (art. 53
inc. 2º primera parte CPP).
El legislador, además, señala que serán públicas las acciones que se intenten en relación
con los delitos cometidos contra un menor de edad (art. 53 inc 2º última parte CPP). En
virtud de esta regla podría existir una colisión, pues perfectamente la ley puede señalar que
un determinado delito es de acción penal privada o de acción penal pública previa instancia
particular, pero si la víctima es un menor de edad, nos topamos con el art. 53 CPP, que
dispone una cosa distinta. En la práctica, sólo en el caso que el legislador califique un
determinado delito como de acción penal pública previa instancia particular, el Ministerio
Público aplica la regla del art. 53 inc. final CPP, no así respecto de los delitos de acción
penal privada.
El listado de los delitos de acción penal privada previa instancia particular comprende las
lesiones menos graves y las leves, la violación de domicilio, la violación de secretos, ciertas
amenazas, los delitos de la ley nº 19.039 contra la propiedad industrial, la comunicación
fraudulenta de los secretos de fábrica y los que otras leyes señalen de forma expresa (art. 54
inc. 2º CPP), de modo que la enunciación es genéricamente taxativa.
El Código Penal expresamente ha señalado que ciertos delitos de connotación sexual son de
acción pública previa instancia particular (art. 369 CP), específicamente, los delitos de
violación y abuso sexual contra mayores de edad. Parece razonable que, en estos casos, a
pesar de existir un interés público todavía prevalente, el legislador decida esperar a la
manifestación de voluntad de la víctima por razones que le parecen legítimas, porque la
tramitación del proceso penal podría provocar en ella lo que se conoce como victimización
secundaria, que consiste en que la víctima revive el trauma sufrido con la primera
victimización cada vez que cuenta a los operadores del sistema lo que ocurrió.
En relación con el concepto de ofendido que utiliza el legislador en el art. 54 CPP, se debe
tener presente que se refiere a la víctima en sentido estricto, es decir, al titular del bien
jurídico afectado. Sólo a falta del ofendido, las personas que señala el art. 108 CPP podrán
denunciar, según el orden de prelación que en dicha disposición se establece (art. 54 inc. 2º
CPP). Ello también explica que la ley establezca que si la persona ofendida está
imposibilitada de realizar libremente la denuncia o cuando quienes, pudiendo formularla
por él, se encontraren imposibilitados o implicados, el Ministerio Público pueda proceder
de oficio (art. 54 inc. 3º CPP).
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En todo caso, una vez que se ha iniciado la tramitación, sea por denuncia o de oficio por el
Ministerio Público en el caso excepcional señalado, aquélla sigue las reglas generales de los
delitos de acción pública; la única limitación de los delitos de acción pública previa
instancia particular está en su inicio. Por ello, la posterior voluntad de la víctima carece de
efectos prácticos y el desistimiento de la querella, por ejemplo, no produce ningún efecto.
A pesar de todo lo señalado en cuanto al inicio del proceso en esta clase de delitos, antes de
que haya denuncia o querella del ofendido se permite realizar ciertos actos excepcionales
de investigación que tengan el carácter de urgentes o sean absolutamente necesarios para
impedir o interrumpir la comisión del delito (art. 166 inc. 3º CPP). ¿Significa esto que,
aunque no haya denuncia, procede la detención si se detecta una hipótesis de flagrancia? Si
bien en principio la respuesta debiese ser afirmativa, el problema está en que dentro de las
normas sobre detención, se otorga expresamente esta posibilidad para los delitos sexuales,
específicamente para los delitos comprendidos entre los artículos 361 y 366 quáter del
Código Penal (art. 129 inc.3º), lo que permitiría concluir que si el legislador permitió la
detención por flagrancia sólo para estos específicos delitos de acción pública previa
instancia particular, para los demás delitos de esta clase sólo se podrían realizar actos
tendientes a impedir o interrumpir su comisión o actos urgentes de investigación, mas no
detener.
Es aquella en que existe un interés particular preponderante que impide la intervención del
órgano oficial de persecución, y que sólo puede ser ejercida por el ofendido. Se trata de
delitos cuya persecución exige la interposición de una querella por parte de la víctima. La
intervención del órgano oficial está ausente no sólo en el inicio de la tramitación, sino
durante todo el procedimiento. Por tanto, los únicos intervinientes en el proceso penal serán
el imputado (querellado), el defensor y el querellante.
Los delitos de acción privada están enunciados en el art. 55 CPP, disposición que alude a
las calumnias y la injurias, las injurias livianas, la provocación a duelo y el denuesto o
descrédito público por no aceptarlo, y el matrimonio del menor sin el consentimiento de las
personas designadas por ley y celebrado de acuerdo con el funcionario llamado a
autorizarlo.
La renuncia de esta clase de acción penal por parte del ofendido carece de efectos (art. 56
inc. 1º CPP). Además, al Ministerio Público le está prohibido renunciar la acción penal (art.
56 inc. final CPP).
c) Acción privada
Frente a esta clase de acción, la renuncia cabe y produce efectos, extinguiendo la acción
penal y la civil emanada del delito (art. 56 inc.2º CPP).
Preguntas
14. Busca ejemplos de delitos de acción penal pública previa instancia particular y
delitos de acción penal privada, distintos a los ya mencionados.
15. ¿Qué crítica te merece la posibilidad de imponer una medida de seguridad a un
sujeto en los casos en que existan antecedentes calificados que permitan presumir
que “atentará contra sí mismo” (art. 455 CPP)?
16. Examinando las causas por las que proceden los diferentes recursos procesales,
¿existe alguno que proteja directa o indirectamente la determinación del objeto del
proceso? Explique.
17. ¿Qué razón crees que tuvo el legislador para considerar como delitos de acción
pública previa instancia particular los delitos sexuales y los de violación de
secretos?
18. Identifique qué camino procedería seguir en los siguientes casos:
a) En la formalización de la investigación se comunica al imputado que se le está
investigando por un robo y por un homicidio, y tras cerrarse la investigación el
fiscal decide acusarlo sólo por el homicidio.
b) En la acusación se atribuye a una persona el hecho de haber matado a un tercero
con una cuchillada en el corazón, calificándolo como homicidio simple. Luego, en
la audiencia de juicio oral, todos los testigos afirman que no fue sólo una
cuchillada, sino que fueron veinte.
c) En la misma situación de la letra b), si no se procede de la forma que sugieres,
¿por cuál delito se podría condenar?
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CAPÍTULOS VI Y VII
DISPOSICIONES COMUNES A TODO PROCEDIMIENTO PENAL.
ESTRUCTURA DEL CÓDIGO PROCESAL PENAL Y SÍNTESIS DEL
PROCEDIMIENTO ORDINARIO
1. Generalidades
Esta materia está regulada en el Libro I, Título II, del Código Procesal Penal, llamado
“Actividad Procesal”, que contempla disposiciones que son aplicables a todo procedimiento
penal. Este título contiene muchas disposiciones, las que no examinaremos en su totalidad;
sólo estudiaremos las que nos parecen más importantes.
2. Reglas supletorias
Se debe tener presente que son aplicables las normas del Libro I del Código de
Procedimiento Civil, en lo que no se opongan a lo estatuido en el Código Procesal Penal o
en leyes especiales (art. 52). Por ejemplo, la disposición del Código de Procedimiento Civil
que regula la denominada aclaración, rectificación o enmienda (art. 182) es aplicable en
materia procesal penal, pues el Código Procesal Penal nada establece al respecto y no
parece incompatible con las disposiciones de este último. Así, verbigracia, podrían
corregirse los eventuales errores en que incurriera el juez de garantía al dictar el auto de
apertura del juicio oral.
3. Plazos
En materia procesal penal, todos los días y horas son hábiles para la realización de
actuaciones del procedimiento (art. 14 inc. 1º). Por ejemplo, es posible que el fiscal solicite
verbalmente al juez de garantía una orden de detención a las 01:00 hrs. de un día domingo y
que la audiencia de control de detención tenga lugar ese mismo día. Sin embargo, esta regla
tiene una excepción en materia de entrada y registro en lugar cerrado, pues para esta
diligencia intrusiva se prevé, en principio, horario para su realización, que va de las seis a
las veintidós horas (art. 207).
Los tribunales tienen un horario ordinario de funcionamiento (arts. 282 CPP y 312 bis
COT). Sin embargo, para hacer realidad la declaración de que todos los días y horas son
hábiles para las actuaciones en el proceso penal (art. 14 inc. 1º), existe un sistema de turnos
en los juzgados de garantía para su funcionamiento fuera del horario normal (art. 312 bis
COT).
Los plazos en materia penal son de días corridos (art. 14 inc. 1º), no obstante lo cual,
cuando un plazo de días concedido a los intervinientes vence en día feriado, se considera
ampliado hasta las veinticuatro horas del día siguiente hábil (art. 14 inc. 2º).
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Los plazos establecidos en el Código Procesal Penal son fatales e improrrogables (art. 16),
lo cual sigue las reglas generales en cuanto a los plazos legales. Sin embargo, los plazos
judiciales se pueden prorrogar (art. 67 CPC, aplicable por la remisión del art. 52 CPP), para
lo cual debe invocarse una justa causa y la solicitud debe presentarse antes de su
vencimiento. Así, por ejemplo, el juez puede fijar un plazo inferior al legal para que el
Ministerio Público cierre la investigación (art. 234), el que es prorrogable.
Requerimientos de información
Se establece el deber de los órganos del Estado de proporcionar al Ministerio Público toda
la información que éste requiriera para el desarrollo de las investigaciones que lleva
adelante (art. 19). Esto guarda armonía con lo que establece el art. 180 inc. 3º CPP. Esta
última disposición fue modificada por la ley nº 20.074, que en esta materia estableció
expresamente la prohibición a notarios, conservadores de bienes raíces y archiveros, y
demás organismos, autoridades y funcionarios públicos, para cobrar por los antecedentes y
copias de documentos que los fiscales les soliciten. De esta forma se aclaró un punto que en
los primeros años de vigencia de la Reforma Procesal Penal no estaba claro.
Cuando un tribunal debiere requerir a otro la realización de alguna diligencia dentro del
territorio jurisdiccional de éste, le dirigirá una solicitud sin más mención que la indicación
de los antecedentes necesarios para la cabal comprensión de la solicitud, más otros que se
indican (art. 20). Por ejemplo, esto es especialmente utilizado en los casos de declaraciones
testimoniales o periciales a través de sistemas de videoconferencia, sobretodo si por
razones de lejanía les resulta difícil a los testigos o peritos concurrir al lugar donde se
desarrolla el juicio (art. 329 inc. final).
Notificaciones
En materia procesal penal proceden formas de notificación atípicas. Por ejemplo, mediante
e-mail, fax o teléfono. Se permite que cualquier interviniente proponga para sí formas de
notificación distintas de las reguladas por el legislador, las que el tribunal podrá aceptar si,
en su concepto, son suficientemente eficaces y no causaren indefensión (art.31). En la
práctica, normalmente se las propone en un otrosí del pertinente escrito que se presente
(ejemplo: de acusación, de requerimiento en procedimiento simplificado, de querella, etc.)
y generalmente se propone el correo electrónico. También se las puede proponer en
audiencia.
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Las personas facultadas para practicar las notificaciones son: un funcionario del tribunal u
otro ministro de fe (art. 24).
Citaciones judiciales
- Procedencia: está supeditada al hecho de que se estime necesario citar a una persona para
llevar a cabo una actuación ante el tribunal (art. 33 inc. 1º).
- Contenido: debe hacerse saber al citado, entre otros datos, los siguientes: tribunal,
domicilio de éste, fecha y hora de la audiencia, identificación del proceso, motivo de la
citación y apercibimiento (art. 33 inc. 2º).
5. Resoluciones judiciales
Fundamentación
Existe la obligación para los tribunales de fundamentar sus resoluciones, salvo las que se
pronuncian sobre cuestiones de mero trámite. La fundamentación consistirá en expresar
sucintamente, pero con precisión, los motivos de hecho y de derecho en que se basaren las
decisiones tomadas (art. 36 inc. 1º). No se considerará satisfecha esta exigencia con la
simple enunciación de documentos, antecedentes o medios de prueba que lleven al tribunal
a adoptar una decisión (art. 36 inc. 2º). Por lo tanto, lo que se exige es una exposición del
razonamiento que ha seguido el tribunal para adoptar su decisión, cuya lectura permita a
cualquier persona que examine la resolución conocer las razones que le han llevado a ello,
aunque no las comparta. En palabras del legislador, “esta fundamentación deberá permitir
la reproducción del razonamiento utilizado para alcanzar las conclusiones a que llegare la
sentencia” (art. 297 inc. 3º). De este modo, se pretende controlar las decisiones judiciales y
evitar arbitrariedades, además de no entrampar el derecho a recurrir contra aquéllas.
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Para determinar el plazo que existe para dictar las resoluciones judiciales, debe distinguirse
según se trate de cuestiones ventiladas en audiencia o de solicitudes escritas: si se trata de
las primeras, la resolución deberá dictarse en la misma audiencia (art. 38 inc. 1º) (una
excepción a esta regla se aprecia en el art. 344, a propósito del plazo para redactar la
sentencia en el juicio oral); en cambio, si se trata de las segundas, el tribunal tiene plazo de
veinticuatro horas, a contar de su recepción, para resolver (art. 38 inc. 2º).
Medios de registro
El legislador ha establecido que el registro de las actuaciones realizadas por o ante el juez
de garantía, el tribunal de juicio oral en lo penal, las Cortes de Apelaciones y la Corte
Suprema se efectuará por cualquier medio apto para producir fe, que permita garantizar la
conservación y la reproducción de su contenido, tal como audio digital, video u otro soporte
tecnológico equivalente (arts. 39 y 41). En la práctica y a raíz de un auto acordado de la
Corte Suprema, el registro que se utiliza es de audio.
Para determinar la procedencia del examen del registro de las actuaciones judiciales hay
que distinguir según se trate de intervinientes o de terceros. Si se trata de los primeros,
siempre tendrán la posibilidad de acceder a su contenido (salvo excepciones legales); en
cambio, si se trata de los segundos, sólo podrán hacerlo si el tribunal no restringiere el
acceso para evitar que se afecte la normal sustanciación de la causa o el principio de
inocencia. En todo caso, transcurridos cinco años desde la realización de las actuaciones
consignadas en los registros, éstos serán públicos y cualquier persona podrá examinarlos
(art. 44).
7. Costas
Procedencia
Toda resolución que ponga término a la causa o decida un incidente deberá pronunciarse
sobre el pago de las costas del procedimiento (art. 45).
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A. Libros
Libro I: Disposiciones generales: artículos 1º al 165, que a su vez está compuesto por siete
títulos.
Libro II: Procedimiento ordinario: artículos 166 a 351. Está compuesto por tres títulos.
Libro III: Recursos: arts. 352 a 387. Está compuesto por cuatro títulos.
Libro IV: Procedimientos especiales y de ejecución: arts. 388 a 482. Está compuesto por
ocho títulos.
Además, existe un título final, de tres artículos, sobre entrada en vigencia del código, y un
artículo transitorio que contiene reglas para aplicación de penas por tribunales con
competencia penal sujetos a distintos procedimientos.
a) El procedimiento ordinario
Es el que se destina en el código para los crímenes y simples delitos de acción penal
pública. Al respecto, es necesario tener presente lo siguiente:
2. Tampoco se aplica para los delitos de acción penal privada, porque para ellos existe un
procedimiento especial, que se encuentra regulado en el Título II del Libro IV (arts. 400 y
ss.).
b) Procedimientos especiales
1. Procedimiento simplificado
2. Procedimiento monitorio
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3. Procedimiento abreviado
4. Procedimientos por delito de acción privada
5. Procedimiento relativo a personas que gozan de fuero constitucional
6. La querella de capítulos
7. La extradición
8. Procedimiento destinado a la aplicación de medidas de seguridad.
9. La revisión de sentencias condenatorias firmes. 1
En opinión de BINDER, para que el proceso penal cumpla su rol garantizador, debe tener una
estructura definida, dentro de la cual deben aparecer nítidamente las siguientes fases: 2
1. Etapa de investigación: se trata de recopilar material para preparar una eventual
acusación.
2. Etapa intermedia: se analiza o critica el resultado de la investigación.
3. Etapa de juicio: es la etapa central, donde se concreta la función de cognición y
juzgamiento por parte del tribunal.
4. Etapa de impugnación: se procura controlar la sentencia, mediante recursos.
5. Etapa de ejecución: se trata de hacer efectivo lo que dispone la sentencia.
1
La revisión no se incluyó dentro del Libro III, sobre recursos, sino dentro del Libro 4°, sobre procedimientos
especiales y ejecución, porque se consideró que ella no es un recurso, sino una acción que pretende enervar el
cumplimiento de una sentencia condenatoria firme.
2
Binder, Alberto M., Introducción al derecho procesal penal, 2ª edición, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2004, pp.
229 y ss.
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de prueba. Otro problema que existe, y que también examinaremos más adelante, es el de
decidir si en el procedimiento simplificado puede o no decretarse prisión preventiva.
f) El procedimiento para la aplicación de medidas de seguridad no busca determinar la
responsabilidad penal de una persona, sino comprobar su peligrosidad criminal, de modo
que el fundamento de dichas medidas es distinto al de la pena.
Desde su inicio, y hasta la dictación de la sentencia por el tribunal de juicio oral en lo penal,
podemos distinguir tres etapas:
1) Etapa de investigación.
2) Etapa intermedia o de preparación del juicio oral.
3) Etapa del juicio oral.
Como el tribunal de juicio oral en lo penal conoce en única instancia, la sentencia definitiva
que dicte es inimpugnable a través del recurso de apelación. La única posibilidad de
recurrir contra dicha resolución es mediante un recurso de nulidad (art. 372), lo que fluye
además del hecho de que el Código establece que “serán inapelables las resoluciones
dictadas por un tribunal de juicio oral en lo penal” (art. 364).
1) Etapa de investigación
Tiene como objetivo que el Ministerio Público averigüe todo lo relativo a la existencia del
hecho punible del que tomó conocimiento y a la participación de personas en él. Para ello,
cuenta con el auxilio de la policía y, además, tiene la facultad para requerir información a
toda persona, institución o autoridad del Estado (arts.19 y 180 inc. 3°).
Durante la etapa de investigación, el fiscal podría prever que la indagación no versa sobre
un delito que se pueda perseguir, o constatar que no existe evidencia suficiente de
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El fiscal podría tener identificada a la persona del presunto responsable, y creer que ha
llegado el momento de formalizar la investigación. Se trata de una decisión estratégica, ya
que en principio el fiscal no tiene plazo para formalizar, aunque al menos deberá tener en
mente el plazo de prescripción del delito, pues uno de los efectos de la formalización de la
investigación es suspender ese plazo [art. 233 letra a)]. La formalización de la investigación
es una comunicación que el fiscal le hace al imputado, en presencia del juez de garantía, de
que actualmente se lleva en su contra una investigación por uno o más delitos determinados
(art. 229).
Podría acontecer también que en esta etapa el fiscal necesite realizar alguna diligencia que
afecte derechos o garantías del imputado o de otras personas. Son las llamadas diligencias
de investigación intrusivas, que sólo pueden llevarse a cabo si se cuenta con autorización
previa del juez de garantía (art. 9º). Por ejemplo, interceptar un teléfono o practicar una
entrada y registro en lugar cerrado. Estas diligencias, por regla general, sólo pueden
realizarse después de formalizada la investigación (arts. 230 y 236).
El proceso está estructurado para que muy pocas causas, del volumen total que ingresa al
sistema, sean conocidas por el tribunal de juicio oral en lo penal. Entre otros mecanismos
de descongestión, están las llamadas salidas alternativas, en las cuales el imputado
renuncia a su derecho a un juicio oral y se somete a una serie de requisitos que, si son
cumplidos por éste, darán lugar al sobreseimiento definitivo de la causa. En particular, se
incluyen la suspensión condicional del procedimiento y el acuerdo reparatorio (arts. 237 y
ss.).
Una vez que el fiscal realiza todas las diligencias de investigación que estime necesarias,
procede al cierre de la investigación. Aunque podría ocurrir que tuviera que cerrarla sin
considerar agotada la indagación, por haberse cumplido el plazo máximo establecido en la
ley para tal efecto o el plazo inferior fijado por el juez de garantía.
Una vez cerrada la investigación, el fiscal evalúa el resultado de ella y puede (art. 248):
1) solicitar el sobreseimiento definitivo o temporal al juez de garantía;
2) comunicar su decisión de no perseverar en el procedimiento, o
3) formular acusación en contra del imputado.
Si el fiscal decide acusar, deberá hacerlo por escrito, presentando la acusación ante el juez
de garantía. Dicho escrito deberá contener, entre otras cosas menciones, los hechos por los
que se acusa, la participación que se atribuye al imputado y la prueba que se presentará en
su contra en el juicio oral (art. 259).
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El juez de garantía, una vez presentada la acusación, debe citar a los intervinientes a una
audiencia, denominada audiencia de preparación de juicio oral, que tiene por finalidad:
o que los intervinientes muestren las pruebas que utilizarán en el posterior juicio
oral;
o controlar la acusación, la que puede ser corregida si se detectan vicios formales, y
o fijar el objeto del juicio oral y determinar los medios de prueba que se podrán
rendir en él.
La audiencia termina con la dictación, por parte del juez de garantía, de la resolución
llamada auto de apertura del juicio oral, que entre otras menciones, contiene el hecho
punible que se atribuye al acusado, la participación que se le imputa y los medios de
pruebas que podrán rendir en el juicio oral los intervinientes (art. 277). Esto último es muy
importante porque, en general, sólo se puede rendir en el juicio oral la prueba que aparece
mencionada en el auto de apertura. Esta resolución se envía al tribunal de juicio oral en lo
penal, iniciándose así la tercera y última etapa del proceso, la del juicio oral.
Es la etapa central del proceso penal. Se ciñe a los siguientes principios: de inmediación, de
contradictoriedad, de imparcialidad, oralidad, publicidad, presunción de inocencia,
continuidad y concentración.
Hay que tener presente que en ciertos casos puede haber una renuncia al juicio oral. Así
sucede, por ejemplo, en materia de salidas alternativas (acuerdos reparatorios y suspensión
condicional del procedimiento) y cuando el imputado acepta someterse a otras vías
procedimentales, como el procedimiento abreviado.
decretarse en su contra medidas cautelares, tanto reales como personales, que privan o
restringen tales garantías.
Preguntas
1. Señala un ejemplo, distinto a los dados en estos apuntes, de plazo judicial e inventa
un caso en que sería prorrogable.
2. ¿Cuál es a tu juicio la razón por la que en materia procesal penal todos los días y
todas las horas de cada día son hábiles?
3. ¿Por qué se hace una excepción a la regla antedicha en el caso de la entrada y
registro en un lugar cerrado?
4. Si un funcionario se niega a entregarle información al Ministerio Público, ¿qué
alternativas de acción tiene éste?
5. ¿Qué diferencias existen entre las comunicaciones entre los tribunales en materia
penal y los exhortos en materia civil? Lee los arts. 71 y ss. CPC.
6. ¿Por qué crees tú que las resoluciones del tribunal de juicio oral en lo penal no son
apelables? ¿Cuál es el fundamento de la existencia del art. 364 CPP?
7. ¿Por qué el legislador es tan estricto en materia de fundamentación de las
resoluciones judiciales penales?
8. Según lo visto hasta el momento, ¿qué diferencias presenta el procedimiento
ordinario con el simplificado, por un lado, y con el abreviado, por otro?
9. ¿Quién ejecuta las medidas de seguridad y las penas? ¿Cómo se llama esa regla de
competencia y qué particularidades presenta en materia penal?
10. ¿Quiénes son los intervinientes en la fase de ejecución de la sentencia? ¿Por qué
hablamos aún de intervinientes en esta fase?
11. ¿Por qué se establece una etapa intermedia en el procedimiento ordinario?
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CAPITULO VIII
PROCEDIMIENTO ORDINARIO: ETAPA DE INVESTIGACIÓN
1. MODELOS DE INVESTIGACIÓN
Examinando el derecho comparado, es posible constatar que existen dos formas distintas de
llevar adelante la investigación de los delitos:
a) Modelo del juez instructor. Este modelo se caracteriza porque es el juez quien lleva
adelante la investigación, además de velar por el respeto de las garantías y derechos de los
intervinientes. Esta duplicidad de funciones constituye su principal debilidad. Este modelo
es propio de los sistemas inquisitivo y mixto. Regía en Chile en el antiguo Código de
Procedimiento Penal y también se encuentra presente en la Ley de Enjuiciamiento Criminal
Española.
En teoría, el juez de instrucción puede coexistir con el Ministerio Público, cuando éste
desempeña un rol secundario en la investigación.
2. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
3. TITULARIDAD DE LA INVESTIGACIÓN
Sin embargo, existe un límite a la libertad del fiscal para elegir cualquier diligencia de
investigación a realizar o encomendar a la policía, límite que está constituido por las
garantías constitucionales. Las diligencias que puedan afectar tales garantías se conocen
con el nombre de diligencias de investigación intrusivas y requieren de autorización u
orden judicial previa del juez de garantía (art. 9º incs. 1º y 2º).
1
Con posterioridad a la Ley Nº 20.253, es posible afirmar que en ciertos casos la Policía puede realizar
diligencias de investigación sin que el Ministerio Público esté enterado. Se trata de la situación contemplada
en el art. 83 letra c) párrafo 4º, que se refiere a delitos flagrantes cometidos en zonas rurales o de difícil
acceso, caso en el cual la Policía deberá practicar de inmediato las diligencias de investigación pertinentes,
dando cuenta de lo realizado al fiscal a la brevedad posible.
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4. CARACTERÍSTICAS DE LA INVESTIGACIÓN
a. Es preparatoria
La evidencia que se recopile durante esta etapa sólo sirve para acreditar el hecho punible y
la participación si con posterioridad es incorporada como medio de prueba en la audiencia
del juicio oral (arts. 296, 340 inc. 2º). Sin embargo, es necesario hacer ciertas precisiones:
Es posible que la prueba sea rendida antes de la audiencia del juicio oral, frente a la
imposibilidad de un testigo o perito de concurrir al posterior juicio oral. Ello ocurrirá en
una audiencia que se celebra ante el juez de garantía y que en la práctica se denomina
audiencia de prueba anticipada (arts. 191 y 280). Por ejemplo, si un testigo padece una
enfermedad y está a punto de morir.
2) Los antecedentes de la investigación pueden adquirir valor probatorio sin ser rendidos
como prueba
A veces los antecedentes recopilados por el fiscal durante la etapa de investigación pueden
adquirir valor probatorio sin que se los rinda como prueba, en el caso que sean aceptados
por el imputado. Es lo que sucede, por ejemplo, en el procedimiento abreviado, en el que el
imputado acepta los hechos contenidos en la acusación, los antecedentes recopilados en la
investigación del fiscal y la tramitación conforme este procedimiento. El juez de garantía
falla conforme a dichos antecedentes, sin que se rinda prueba (art. 406). Lo mismo sucede
en el juicio simplificado. Si el imputado admite responsabilidad en los hechos, el juez de
garantía dicta sentencia inmediatamente en base a los antecedentes de la investigación
contenidos en la carpeta investigativa (art. 395)
3) Los antecedentes de la investigación sirven para fundar ciertas solicitudes que haga el
fiscal en esta etapa
Así, y por ejemplo, sirven para fundar la solicitud y la imposición de medidas cautelares,
como la prisión preventiva, para decretar la cual se exige que el solicitante acredite que
existen antecedentes que justifiquen la existencia del hecho investigado, la participación del
imputado en él y la necesidad de cautela [art. 140 letras a), b) y c)]. Podrían también servir
para fundar la solicitud del fiscal para practicar diligencias de investigación de carácter
intrusivo.
b. Es desformalizada
Por regla general, la ley le entrega a los órganos de la persecución la decisión de elegir la
forma de llevar adelante la investigación de los hechos que revisten caracteres de delito y
de consignar sus resultados. Sin embargo, existen ciertos límites, para analizar los cuales es
necesario distinguir entre diligencias de investigación, comunicaciones, custodia de la
evidencia y registro de las actuaciones.
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1) Diligencias de investigación
No existen limitaciones en este punto; la única exigencia que existe es que el medio
utilizado sea idóneo y expedito (arts. 81 y 84), siendo posibles las comunicaciones verbales,
escritas, por teléfono, etc.
En esta materia existe una regulación más estricta, ya que de su observancia depende en
buena medida el éxito de la investigación y además influye en el derecho de defensa. A la
denominada cadena de custodia de la evidencia (nombre con que se alude a la serie de
personas que entran en contacto con la evidencia, desde que se recoge en el sitio del suceso
para su examen y hasta su rendición como prueba en el juicio oral, de cuya identificación se
deja constancia en un documento adjunto a la evidencia, junto con la fecha y hora de
entrega de una persona a otra) aluden, entre otros, los arts. 83 letra c), 181 y 187. A los
registros de las actuaciones de la investigación aluden los arts. 227 y 228.
De todas las diligencias de la investigación, tanto de las realizadas por el ministerio público
como de las efectuadas por la policía, se va dejando constancia en registros (arts. 227 y
228). Los intervinientes tienen derecho a examinar los registros de la investigación (salvo
que se hubiere decretado el secreto de partes de ella), pero sólo pueden obtener copias de
los registros de la investigación fiscal (art. 182 inc. 2º).
En principio, pareciera que se aplica la misma regla, es decir, que a las diligencias de
investigación pueden concurrir todos los intervinientes. Sin embargo, en esta materia se
parte de la regla inversa, esto es, que los intervinientes pueden concurrir a las diligencias de
investigación sólo si el fiscal lo permite por considerarlo útil (art. 184 primera parte). Esta
es una de las excepciones a la regla conforme a la cual el imputado puede intervenir en
todas las actuaciones del procedimiento (art. 8º inc. 2º). Además, no obstante haber
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
El fiscal puede decretar el secreto de la investigación, pero sólo por un máximo de cuarenta
días y únicamente respecto de piezas determinadas (actuaciones, registros o documentos)
(art. 182 inc. 3º). Existen algunas respecto de las cuales no puede recaer el secreto. Los
intervinientes tienen, no obstante, la posibilidad de acceder siempre al juez de garantía para
que ponga término al secreto, o bien, lo limite (art. 182 inc. 4º).
En la legislación procesal penal especial encontramos casos en los que el plazo del secreto
de la investigación puede exceder de cuarenta días. Es lo que sucede, por ejemplo, en
materia de lavado de dinero, ya que la Ley Nº 19.913, de 18 de diciembre de 2003, permite
decretar el secreto de la investigación hasta por seis meses, sin que dicho secreto tenga que
estar referido a determinadas piezas de la investigación. Dicho plazo es renovable por una
sola vez por igual término, con autorización del juez de garantía (art. 23 inc. 1º). Otro tanto
sucede en materia de tráfico de drogas, toda vez que la Ley Nº 20.000 permite al fiscal
decretar el secreto de todas las piezas de la investigación por un período de hasta ciento
veinte días, renovables sucesivamente, con autorización del juez de garantía, por períodos
máximos de sesenta días (art. 38 inc. 1º).
d. No tiene plazo
Antes de la intervención del juez de garantía, la investigación puede prolongarse por mucho
tiempo, ya que no tiene un plazo máximo de duración. El único plazo que podría tener en
mente el fiscal es el plazo de prescripción de la acción penal (art. 94 CP), plazo que podría
llevarle a decidir formalizar la investigación, ya que uno de los efectos de dicha
formalización es la suspensión de dicha prescripción [art. 233 letra a)].
Esta materia se encuentra regulada en el Libro II, Título I, Párrafo 2º, artículos 172 a 179
del Código Procesal Penal. Conforme a lo que señala el art. 172, el proceso penal puede
iniciarse de tres maneras: de oficio por el Ministerio Público, por denuncia y por querella.
Sin embargo, lo determinante no es tanto que se realice alguno de estos actos formales, sino
más bien que la actividad persecutoria se dirija en contra de alguien, por ejemplo, a través
de una detención por flagrancia o un control de identidad. Con todo, es usual que al estudiar
las formas de inicio de la investigación se aluda sólo a la denuncia, la querella y la
actuación de oficio, por lo que es a estas actuaciones a las que nos referiremos a
continuación.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Sólo diremos que es una manifestación del principio de oficialidad en la persecución penal.
En la práctica esta forma de inicio se ve poco, siendo lo frecuente que la investigación
comience después de que se presente una denuncia o una querella.
b. Por denuncia
La regla general es que cualquier persona está facultada para hacerlo (art. 173 inc. 1º
primera parte). Por ser sólo una facultad, si se tiene conocimiento de la comisión de un
delito y no se hace la denuncia, quien omite presentarla no se convierte en encubridor del
delito.
Si bien la regla general es que las personas estén facultadas para denunciar hechos
constitutivos de delito, existen ciertas personas que se encuentran obligadas a denunciar
(art. 175) 2 . La denuncia realizada por alguna de ellas eximirá al resto del cumplimiento de
la obligación. Para presentar la denuncia las personas obligadas a hacerlo tienen un plazo
de veinticuatro horas desde que tomaren conocimiento del hecho delictivo, salvo que se
trate de capitanes de naves o de aeronaves, para quienes el plazo se cuenta desde que
arribaren a algún puerto o aeropuerto nacional (art. 176). El incumplimiento de esta
obligación constituye un delito sancionado con la pena prevista en el artículo 494 del
Código Penal o con la contemplada en disposiciones legales especiales. No obstante lo
anterior, si quien omite la denuncia arriesgaba la persecución penal propia, del cónyuge, de
su conviviente, de ascendientes, descendientes o hermanos, la pena del delito en cuestión
no se aplicará.
2
En el caso de los jefes de establecimientos hospitalarios o de clínicas particulares [(art. 175 letra d)], hay
que tener presente que el artículo 200 establece que deberán dar cuenta al fiscal de la entrada a dichos recintos
de cualquier persona con lesiones corporales de significación. El incumplimiento de este deber constituye un
delito sancionado con la pena prevista en el artículo 494 del Código Penal.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
En aquellos casos en que la denuncia no se haga ante el Ministerio Público, los órganos que
la reciben deberán hacerla llegar de inmediato al Ministerio Público.
En cuanto a su forma, la denuncia puede ser verbal o escrita, debiendo en ambos casos ser
suscrita por el denunciante (art. 174 inc. 2º).
No es necesario que la denuncia cumpla con los requisitos que para las presentaciones ante
tribunales exige la Ley Nº 18.120 sobre comparecencia en juicio. En otras palabras, para
denunciar no hay que contar con patrocinio y poder. Es ésta una excepción a la regla
establecida en el artículo 2º de dicha ley, en el sentido de que la primera actuación ante un
tribunal debe contar con patrocinio y poder.
c. Por querella
Esta materia está regulada en el Libro I, Título IV, Párrafo 7º, arts. 111 a 121 CPP.
3
Para ello, en la práctica, en las fiscalías locales suele organizarse un sistema de turnos entre los abogados
asistentes de fiscal para recibir las denuncias directas.
4
BINDER, Alberto M., Introducción al derecho procesal penal, 2ª edición, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2004, p.
235.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Para determinar en qué momento se puede presentar la querella, hay que distinguir:
a) Si la investigación aún no ha comenzado, puede hacerse en cualquier momento;
b) Si la investigación ya comenzó, sólo puede hacerse mientras el fiscal no cerrare la
investigación. (art. 112 inc. 1º).
La querella debe presentarse por escrito y contener ciertas menciones, a saber (art. 113):
a) La designación del tribunal ante el cual se entablare.
b) El nombre, apellido, profesión u oficio y domicilio del querellante.
c) El nombre, apellido, profesión u oficio y residencia del querellado, o una designación
clara de su persona, si el querellante ignorare aquellas circunstancias. Si se ignoraren dichas
determinaciones, siempre se podrá deducir querella para que se proceda a la investigación
del delito y al castigo de el o de los culpables. En la práctica, se habla de querellas “en
contra de quien resulte responsable”.
d) La relación circunstanciada del hecho, con expresión del lugar, año, mes, día y hora en
que se hubiere ejecutado, si se supieren.
e) La expresión de las diligencias cuya práctica se solicitare al ministerio público. Es difícil
de entender este requisito, porque resulta extraño que se obligue al querellante a solicitar
diligencias –lo cual, si no se hace, provocará la declaración de inadmisibilidad de la
querella (art. 114)–, si se toma en cuenta que la querella se presenta en el juzgado de
garantía, el que de declararla admisible la remitirá al Ministerio Público.
f) La firma del querellante o la de otra persona a su ruego, si no supiere o no pudiere firmar.
Además, se debe cumplir con los requisitos de la Ley Nº 18.120, sobre comparecencia en
juicio, es decir, la querella debe contar con patrocinio y poder.
iii) Procedimiento
Los motivos por los cuales puede declararse inadmisible la querella están contemplados en
el artículo 114:
a) Cuando fuere presentada extemporáneamente, de acuerdo a lo establecido en el artículo
112 (o sea, si el fiscal ya cerró la investigación).
b) Cuando, habiéndose otorgado por el juez de garantía un plazo de tres días para subsanar
los defectos que presentare por falta de alguno de los requisitos señalados en el artículo
113, el querellante no realizare las modificaciones pertinentes dentro de dicho plazo.
c) Cuando los hechos expuestos en ella no fueren constitutivos de delito.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
El artículo 116 prohíbe querellarse entre sí a ciertas personas unidas por ciertos vínculos de
parentesco o por relación conyugal. Existe, sin embargo, una excepción, en cuya virtud se
permite a estas personas querellarse entre sí cuando se trate de delito cometido por uno
contra el otro o contra sus hijos, o cuando se trate del delito de bigamia (este último caso es
aplicable sólo a los cónyuges). En todo caso, la prohibición que pesa sobre estas personas
es para querellarse entre sí, pero nada dispone la ley respecto de la posibilidad de hacer una
denuncia, de modo que esto último es perfectamente posible.
Si el juez de garantía declara inadmisible la querella por las causales a) o b) del artículo114,
la pondrá en conocimiento del Ministerio Público para que sea tenida como denuncia,
siempre que no le conste que la investigación del hecho se hubiere iniciado de otro modo
(art. 117). En nuestra opinión, no parece que esto tenga mucho sentido tratándose de la
causal prevista en la letra a) del artículo 114, pues en este caso ya habrá habido
investigación. Sí tiene sentido, en cambio, respecto de la causal de la letra b).
Existe la posibilidad de desistirse de la querella (art. 118 y 119) en cualquier momento del
procedimiento, lo que tiene importancia en materia de costas. El desistimiento de la
querella dejará a salvo el derecho del querellado a ejercer una acción penal por querella
calumniosa y una acción civil para obtener la indemnización de los perjuicios generados,
salvo que el querellado hubiere aceptado expresamente el desistimiento.
Como ya lo dijimos, pese a que la ley señala tres maneras de inicio de la investigación y,
por ende, del proceso, lo determinante puede ser que la actividad persecutora se dirija en
contra de una determinada persona, a pesar de que aún no tenga lugar alguno de los actos
formales mencionados en el artículo 172. Por ejemplo, si se detiene a alguien por la
flagrante comisión de un delito, la policía puede realizar ciertas actuaciones sin orden
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
previa, como tomar declaración a testigos. Eso ya es investigación, pero aún no hay
querella, ni denuncia ni tampoco actuación de oficio del Ministerio Público.
Esta materia está regulada en el Libro II, Título I, Párrafo 1º (“Persecución penal pública”)
del Código Procesal Penal, concretamente en los artículos 166 a 170.
La persecución penal se inspira en el principio de legalidad, por lo que una vez que el
Ministerio Público toma conocimiento de un hecho que reviste caracteres de delito, debe
promover la persecución penal, sin que pueda suspender, interrumpir o hacer cesar su
curso, salvo en los casos previstos en la ley (art. 166 inc. 2º). Entre estos casos
excepcionales en los que el Ministerio Público está facultado para no seguir adelante la
investigación encontramos las salidas alternativas (la suspensión condicional del
procedimiento y los acuerdos reparatorios) y los mecanismos de selección de casos.
A diferencia de lo que sucede con los mecanismos de selección de casos, los cuales para
que operen sólo requieren la voluntad del fiscal, en las salidas alternativas se requiere,
además, la voluntad de otro interviniente: en la suspensión condicional del procedimiento,
la del imputado y en los acuerdos reparatorios, la de la víctima.
5
En la práctica, antes de hacerse efectivo el archivo provisional, se suele enviar a la víctima una carta en la
que se le informa que si no cuenta con más antecedentes, se va a archivar la investigación, y se le indica que
si llegare a tener más antecedentes, puede acercarse a la fiscalía para pedir su reapertura.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
i) Derechos de la víctima
En todo caso, si el delito merece pena aflictiva, la decisión del fiscal adjunto de archivar
provisionalmente la investigación, debe ser aprobada por el fiscal regional.
El fiscal puede abstenerse de iniciar una investigación cuando los hechos denunciados no
fueren constitutivos de delito o cuando los antecedentes y datos suministrados permitieren
establecer que la responsabilidad penal del imputado se encuentra extinguida.
Para que el fiscal pueda hacer uso de este mecanismo, su decisión debe ser fundada y
contar con la posterior aprobación del juez de garantía, sin importar si el hecho que reviste
carácter de delito tiene asignada una pena aflictiva o no.
Suele afirmarse que esta institución es una novedad en Chile, pero en realidad no lo es,
porque en los artículos 91 y 107 del Código de Procedimiento Penal se establecía que el
juez del crimen podía negarse a instruir sumario si el hecho denunciado no revestía el
carácter de delito o si se encontraba extinguida la responsabilidad penal del inculpado.
2. Ambas instituciones proceden antes de la intervención del juez de garantía (art. 167
inc. 1º primera parte y art. 168 primera parte). Existe discusión acerca de qué debe
entenderse por intervención del juez de garantía para estos efectos:
a) Cualquier intervención del juez de garantía (concepción amplia). La jurisprudencia, en
general, ha entendido esto en forma lata, comprendiendo no sólo la formalización de la
investigación, sino también cualquier intervención del juez de garantía anterior a dicho acto
procesal. 6 Así, por ejemplo, si ya tuvo lugar una audiencia de control de detención, no
podría el fiscal aplicar alguno de estos dos mecanismos de selección de casos.
b) Formalización de la investigación (concepción restringida). En nuestra opinión, existen
razones de texto y sistemáticas para sostener que la expresión sólo se refiere a la
formalización de la investigación.
Razón de texto: Conforme al artículo 233 letra c), uno de los efectos que produce la
formalización de la investigación es que el fiscal pierde la posibilidad de archivar
provisionalmente la investigación. Si el legislador lo especificó, parece razonable
concluir que las eventuales intervenciones del juez de garantía anteriores a la
formalización no privan la posibilidad de aplicar el archivo provisional, y que es sólo
la formalización la que produce tal efecto.
Razones sistemáticas: Si se acepta que el Ministerio Público pierde la posibilidad de
hacer uso de estos dos mecanismos de selección de casos antes de la formalización de
la investigación porque ha habido otra intervención del juez de garantía (por ejemplo,
porque hubo una audiencia de control de la detención), entonces la única forma que
tendría más adelante para abandonar la investigación, logrando los mismos resultados
que con dichos mecanismos, sería pedir el sobreseimiento definitivo (en vez de
aplicar la facultad de no inicio) o comunicar su decisión de no perseverar (en vez de
archivar provisionalmente la investigación). Pero el problema es que tanto la decisión
de no perseverar como el sobreseimiento están concebidos para operar después de la
formalización de la investigación, parten de la base de que haya habido formalización
previa y se piden una vez agotada la investigación, dentro de los diez días siguientes
al cierre (art.248). De acuerdo al art. 248 inc. final, la comunicación de la decisión de
no perseverar deja sin efecto la formalización de la investigación, lo que demuestra
que debe haber formalización previa. La misma disposición agrega que dicha
comunicación produce como efecto que “la prescripción de la acción penal continúe
corriendo como si nunca se hubiere interrumpido” (debiendo entenderse esta última
voz como suspendido, ya que conforme al art. 233 letra a, la formalización de la
investigación suspende la prescripción de la acción penal), lo que también sugiere que
debe haberse previamente formalizado la investigación.
En la práctica, a raíz de la acogida de la concepción amplia, no suele hacerse mayor
cuestionamiento y tiende a aceptarse que aun cuando no haya habido formalización de la
investigación, el Ministerio Público pueda comunicar su decisión de no perseverar o
solicitar sobreseimiento. Sin embargo, creemos que el sistema no está diseñado para ser
aplicado de esa manera.
6
Así, también, HORVITZ LENNON /LÓPEZ MASLE, Derecho Procesal Penal Chileno, tomo I, Editorial Jurídica
de Chile, Santiago, 2002, p. 486.
Apuntes Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
2. Límites a su ejercicio
3. Tramitación
El juez de garantía podría dejar sin efecto esta decisión si estima que es improcedente:
a) porque no respeta los límites al ejercicio del principio de oportunidad, es decir, la pena
mínima excede de presidio o reclusión menores en grado mínimo, o bien, es un delito
cometido por un funcionario público en ejercicio de su cargo,
b) o porque la víctima manifestare su interés en la continuación de la persecución penal,
dentro de diez días contados desde la comunicación de la decisión del fiscal.
En cualquiera de estos dos casos, el fiscal estará obligado a continuar la persecución penal.
vencimiento del plazo anterior (el indicado en la letra b) o desde que es rechazada por el
juez de garantía la reclamación respectiva (art. 170 inc. 5º).
4. Efectos
Si ni el juez de garantía (por no respetarse alguno de los límites o por manifestar la víctima
su interés en el inicio o en la continuación de la persecución penal) ni las autoridades del
Ministerio Público (por no ajustarse a las políticas generales del servicio o a las normas
dictadas al respecto) se oponen a la aplicación del principio de oportunidad, se extingue la
acción penal. Se trata, por ende, de un caso de extinción de la responsabilidad penal que se
agrega al listado que contempla el artículo 93 del Código Penal. En todo caso, la extinción
de la acción penal no obstará a la persecución de la responsabilidad civil derivada del
hecho.
5. Oportunidad
No indica la ley hasta cuándo se puede utilizar este mecanismo. En nuestra opinión, parece
razonable que se pueda aplicar mientras exista investigación y ésta no haya sido cerrada, de
modo que el límite natural estaría dado por el cierre de la investigación. Ello es así, porque
como lo afirmamos más arriba, los denominados mecanismos de selección de casos suelen
ser identificados con el inicio de la investigación.
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7. ACTIVIDAD DE INVESTIGACIÓN
Esta materia está regulada en el Libro II del Código Procesal Penal, Título 1º, Párrafo 3º
(Actuaciones de la investigación), artículos 180 a 226.
Asegurar, por otra parte, significa custodiar la evidencia para su posterior utilización en
juicio. Ello es importante porque, como ya lo vimos, la investigación tiene un carácter
preparatorio, es decir, por sí sola la evidencia que se recopile durante la investigación, en
general, no constituye prueba; sólo será útil en la medida que se incorpore como prueba en
el juicio oral. La evidencia cautelada durante la etapa de investigación se recoge, se
identifica y se conserva bajo sello (art. 187 inc. 1º). Los objetos quedan custodiados por el
Ministerio Público, quien debe evitar su alteración (art. 188 inc. 1º), pudiendo reclamarse
ante el juez de garantía si peligra la preservación o integridad de las especies recogidas (art.
188 inc. 2º). Además, con autorización del Ministerio Público o del juez, los intervinientes
siempre podrán acceder a dichas especies para reconocerlas o realizar alguna pericia (art.
188 inc. 3º). Las reglas sobre custodia son aplicables a toda clase de evidencia, cualquiera
fuere su origen, sea que provenga del sitio del suceso (art. 83 letra c) párrafo 2º), de una
incautación (art. 187 inc. 2°) en una diligencia de entrada y registro (art. 216) o en general a
personas (art. 217), o que se obtenga de otro modo (por ejemplo, si una persona entrega
voluntariamente un objeto encontrado).
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Los objetos vinculados al hecho investigado –que, como hemos dicho, se recogen,
identifican y conservan bajo sello– normalmente pasan por manos de varias personas. Cada
vez que el objeto pasa de una persona a otra, se debe dejar constancia de este hecho en un
registro que acompaña a la evidencia, en el que se consigna la fecha, el nombre de la
persona que la recibe y su firma. De este modo, se forma una cadena de custodia que
permite acreditar que el objeto que se incorpore como prueba en el juicio oral realmente es
lo que se dice que es y no otra cosa. Si la cadena de custodia se rompe, podría suceder que
en la audiencia de preparación del juicio oral se excluya la evidencia ofrecida como prueba,
por estimársela manifiestamente impertinente (art. 276 inc. 1º), o incluso podría ocurrir que
tras ser rendida como prueba en el juicio oral, el tribunal decida no darle valor probatorio
(art. 342 letra c).
El Ministerio Público tiene un plazo de veinticuatro horas, desde que tomare conocimiento
de un hecho que reviste caracteres de delito de acción penal pública, para iniciar la
investigación mediante la realización de todas las diligencias conducentes al
esclarecimiento del mismo (art.180 inc. 2º). Ello, sin perjuicio de lo dispuesto en el Párrafo
1º del Título I del Libro II del Código Procesal Penal, es decir, sin perjuicio de la facultad
del fiscal para hacer uso de los denominados mecanismos de selección de casos.
D. Proposición de diligencias
Sin perjuicio de que el fiscal dirigirá o realizará las diligencias de investigación que estime
pertinentes para el esclarecimiento de los hechos, los intervinientes pueden pedirle que
ordene la realización de determinadas diligencias o que las realice él mismo, a lo que el
fiscal accederá si lo estima conducente (art. 183 inc. 1º). Si no accede, se puede reclamar
ante las autoridades del Ministerio Público (art.183 inc. 2º). Y si dicho reclamo tampoco es
acogido, dentro de los diez días siguientes al cierre de la investigación, los intervinientes
pueden reiterar la solicitud, esta vez al juez de garantía, quien puede ordenarle al fiscal que
reabra la investigación para practicar las diligencias (art. 257 inc. 1º).
E. Asistencia a diligencias
El fiscal puede investigar separadamente cada hecho que revista el carácter de delito. Si
bien esto es lo normal, el fiscal también puede investigar en forma conjunta dos o más de
tales hechos si resultare conveniente (por ejemplo, cuando hay elementos en común entre
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
los diversos hechos investigados) (art. 185). 1 El Ministerio Público no se sujeta a reglas
sobre acumulación de investigaciones, a diferencia de lo que ocurría con los jueces del
crimen en el antiguo sistema de enjuiciamiento criminal.
Es posible que durante la investigación que el fiscal lleva adelante, necesite entrevistar a
determinadas personas. El fiscal puede entrevistarse con ellas en cualquier lugar (art. 180
inc. 1º). Sin embargo, lo ordinario será que el fiscal llame a su presencia a la persona a
quien desea entrevistar, citándola por cualquier medio idóneo (art. 23).
Para determinar los efectos que produce la citación de una persona a la fiscalía, hay que
distinguir quién es la persona citada, si es un testigo o el imputado.
Los testigos citados por el fiscal se encuentran obligados a comparecer y a declarar (art.
190). Sin embargo, esta regla tiene excepciones, contempladas en el artículo 300, pues a las
personas allí mencionadas se las exime de la obligación de comparecer, debiendo en
general ser interrogadas en su domicilio o en el lugar donde ejerzan sus funciones. 2
Tras la modificación efectuada por la Ley Nº 20.253, se permite que el testigo declare no
sólo ante el fiscal, sino también ante el abogado asistente del fiscal. 3
Interesa determinar los efectos que se producen cuando el testigo citado por el fiscal no
cumple el deber de comparecer a declarar:
a) Si no comparece sin causa justificada: se puede imponer como medidas de apremio el
arresto hasta la realización de la actuación por un plazo máximo de veinticuatro horas y una
multa de hasta quince UTM (arts. 190 inc. 2º, 299 inc. 1º y 33 inc. 3º).
b) Si comparece pero se niega a declarar injustificadamente (art. 190 inciso segundo): tal
conducta será sancionada con las penas que establece el artículo 240 del Código de
Procedimiento Civil (arts. 190 inc. 2º y 299 inc. 2º). Esto es extraño, porque la concurrencia
a la citación acompañada de la negativa a declarar se castiga con una pena privativa de
libertad (reclusión menor en grado medio a máximo), pero si el testigo no concurre a
declarar, lo que parece ser una conducta más grave, sólo se le apremia.
c) Si comparece y declara, pero miente: Antes de la entrada en vigencia de la Ley Nº
20.074, no había sanción para este comportamiento. No se cometía el delito de falso
testimonio, pues éste tenía lugar cuando se mentía en calidad de testigo frente a un juez (no
frente a un fiscal); distinto era si el testigo mentía en el juicio oral, porque en este caso sí se
configuraba el delito, pero podía ocurrir que nunca se llegase a un juicio oral (por ejemplo,
si tenía lugar un procedimiento abreviado, caso en el cual el juez de garantía dictaba su
sentencia en base a los antecedentes del fiscal, dentro de los cuales se encontraba la
1
Las investigaciones que se agrupan podrían estar siendo llevadas por fiscales distintos.
2
Salvo el caso de quienes gocen de inmunidad diplomática en el país (art. 300 letra c), porque ellos
declararán por informe (art. 301 inc. 2º).
3
Esto constituye una regularización de lo que ocurría en la práctica, pues en los hechos era muy frecuente que
fuera el abogado asistente del fiscal quien interrogara a los testigos, a pesar de que la ley aludía sólo al fiscal.
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
declaración falsa del testigo, lo que aconsejaba crear una figura penal especial). Tampoco
se cometía el delito de obstrucción a la justicia, porque este delito estaba estructurado en
base al antiguo sistema de enjuiciamiento penal. La Ley Nº 20.074, además de modificar el
Código Procesal Penal, introdujo varios cambios en el Código Penal, especialmente a
propósito de delitos contra la administración de justicia, y dentro de ellos, en el de
obstrucción a la justicia, que pasó a llamarse obstrucción a la investigación (art. 269 bis
CP), que castiga al que, a sabiendas, obstaculice gravemente el esclarecimiento de un hecho
punible o la determinación de sus responsables, mediante la aportación de antecedentes
falsos que condujeren al Ministerio Público a realizar u omitir actuaciones de investigación.
De este modo, la conducta actualmente tiene sanción y constituye delito.
ii) Imputado
El imputado está obligado a comparecer a la citación que le hace el fiscal (art. 193 inc. 1º).
Frente a su incomparecencia sin causa justificada, el fiscal puede solicitar al juez de
garantía autorización para traerlo compulsivamente a su presencia (art. 23 inc. 1º).
Si bien el imputado está obligado a comparecer, no está obligado a declarar (art. 93 inciso
2º letra g), pues tiene derecho a guardar silencio y, en el evento que decida prestar
declaración, a no hacerlo bajo juramento, teniendo aplicación los artículos 194, 195 y 196.
Cuando se trata de la primera declaración del imputado, el fiscal tiene que informarle una
serie de datos (cuál es el hecho que se le atribuye, cuándo y dónde habría ocurrido, etc. (art.
194).
Además, la declaración del imputado se podría prolongar por mucho tiempo o se le podría
hacer un número de preguntas tan considerable que provocara su agotamiento. En estos
casos, se concederá un tiempo de descanso al imputado para su recuperación. El tiempo
invertido en la declaración deberá constar en el registro (art. 196).
En otras palabras, no sólo se requiere autorización judicial previa en aquellos casos en los
que el Código Procesal Penal, regulando ciertas diligencias de investigación intrusivas,
expresamente lo exija, sino en cualquier otro caso de diligencia limitativa de derechos,
porque hay una norma genérica que así lo exige: el art. 9º en sus incisos 1º y 2º.
Con todo, en algunos casos puede ser discutible que la diligencia de investigación vulnere o
no derechos. Por ejemplo, un registro de las llamadas telefónicas efectuadas por o recibidas
en un teléfono fijo o celular, pero sin imponerse del contenido de las comunicaciones; un
registro de los desechos tirados a un contenedor de basura, etc.
2. Criterios que debe tomar en cuenta el juez de garantía para autorizar la realización de
tal diligencia.
El juez de garantía debe analizar si, en el caso concreto, resulta justificada la vulneración de
garantías que implicaría la realización de la diligencia cuya autorización solicita el fiscal,
atendida la gravedad o la importancia del hecho que se investiga. En otras palabras, el juez
debe aplicar el principio de proporcionalidad y operar con la lógica de costo versus
beneficio que lo inspira (ponderar, por un lado, la magnitud de la afectación de derechos
que la diligencia importa y, por otro, la gravedad del hecho que se trata de esclarecer). Una
demostración de que esto es así se encuentra en la propia regulación de las diligencias
intrusivas. Para que pueda tener lugar una interceptación de comunicaciones telefónicas, el
legislador exige que el hecho punible que se investiga tenga pena de crimen (art. 222 inc.
1º); lo mismo sucede con las diligencias de fotografías, filmaciones y la utilización de otros
medios de reproducción de imágenes conducentes al esclarecimiento de los hechos,
realizadas en una forma que pueda estimarse limitativa de derechos (art. 226). Esto permite
concluir que el legislador no está dispuesto a permitir que hechos delictivos de poca
gravedad se esclarezcan mediante técnicas de investigación altamente lesivas de derechos.
En tal evento, la autorización puede ser solicitada y otorgada por cualquier medio idóneo al
efecto (teléfono, fax, correo electrónico, etc., sin perjuicio de la constancia posterior en el
registro correspondiente (art. 9º inc. 3º).
Durante mucho tiempo existió discusión en la práctica sobre este punto. Cuando entró en
vigencia el Código Procesal Penal, el art. 9º tenía sólo dos incisos del siguiente tenor:
“Toda actuación del procedimiento que privare al imputado o a un tercero del ejercicio de
los derechos que la Constitución asegura, o lo restringiere o perturbare, requerirá de
autorización judicial previa” (inc. 1º). “En consecuencia, cuando una diligencia de
investigación pudiere producir alguno de tales efectos, el fiscal deberá solicitar previamente
autorización al juez de garantía” (inc. 2º). El 30 de enero de 2002, mediante la Ley Nº
19.789, se agregó un inciso tercero del siguiente tenor: “Tratándose de casos urgentes, en
que la inmediata autorización fuere indispensable para el éxito de la diligencia, podrá ser
solicitada y otorgada por cualquier medio idóneo al efecto, tales como teléfono, fax, correo
electrónico u otro, sin perjuicio de la constancia posterior”. Esta disposición parece ser de
aplicación general, al señalar que “toda actuación del procedimiento” lesiva de derechos
requerirá de autorización judicial previa. El problema es que existen actuaciones del
procedimiento que son vulneradoras de derechos, para las cuales no es exigible una
autorización judicial, sino una orden judicial. Es lo que sucede, por ejemplo, con la
detención y con la prisión preventiva (arts. 125, 127, 140, 154 encabezado).
4
Al entrar en vigor el Código Procesal Penal, su art. 154 tenía sólo un inciso, idéntico a su actual inciso
primero.
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Cumplir con la exigencia de autorización judicial previa (en sentido estricto) para la
práctica de alguna diligencia de investigación es fundamental, porque de lo contrario es
altamente probable que la evidencia recopilada en dicha diligencia (y la que provenga de
ella) sea excluida por ser estimada prueba ilícita en la audiencia de preparación del juicio
oral (art. 276 inc. 3º).
Para que tenga lugar un examen corporal del imputado o del ofendido se debe cumplir dos
condiciones:
a) la diligencia debe considerarse necesaria para constatar circunstancias relevantes para la
investigación, y
b) su realización no debe significar un menoscabo para la salud o dignidad de la persona
examinada (art. 197 inc. 1º).
regla general, el Servicio Médico Legal, lo mismo que las autopsias (art. 199), y en
localidades donde no existiere este organismo, se acude a un médico designado por el
fiscal. En nuestra opinión, cuando la persona examinada es la víctima, debe contarse con su
consentimiento; en caso de negativa, el fiscal debe solicitar autorización al juez de garantía,
quien no debería otorgarla cuando el delito sea de acción pública previa instancia particular
(violación o abuso sexual cometidos contra mayores de edad) y el ofendido no desea
denunciar el hecho ni querellarse. 5
5
Aunque es difícil que no desee hacerlo si la víctima ya ha concurrido al hospital, clínica o establecimiento de
salud.
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siguientes; una copia de dicha acta se entregará al dueño o encargado del lugar (art. 206 inc.
2º). Como se comprenderá, este artículo consagra una excepción a la regla establecida en el
artículo 205 y también a la contenida en el artículo 9º.
Para determinar cómo se lleva adelante esta diligencia, se debe distinguir según si los
objetos o documentos se encuentran en poder del imputado o de un tercero:
a) Si los objetos o documentos se encuentran en poder del imputado: Puede ocurrir que
quiera entregarlos voluntariamente, caso en el cual se procede sin más. Si se niega a
entregarlos o si el requerimiento de su entrega voluntaria puede poner en peligro el éxito de
la investigación, la incautación sólo puede hacerse previa “orden” judicial (art. 217 inc. 1º).
Hacen excepción a la regla antedicha los casos de delito flagrante y de objetos o
documentos que se encontraren en el sitio del suceso, pues en ellos la incautación cabe en
forma inmediata, sin previa orden ni autorización judicial [arts. 83 letra b) y 187 inc. 2º].
b) Si los objetos o documentos en encuentran en poder de un tercero: Puede entregarlos
voluntariamente. En caso contrario, se le puede apercibir para que los entregue, del mismo
modo como puede apercibirse a un testigo para que declare ante el Ministerio Público, es
decir, mediante arresto o multa (art. 217 inc. 2º).
El fiscal examinará esta información y conservará sólo la que tenga relación con el hecho
investigado.
A petición del fiscal, el juez de garantía podrá autorizar que cualquier empresa de
comunicaciones facilite copia de las comunicaciones transmitidas o recibidas, así como la
entrega de las versiones que existieren de las transmisiones de radio, televisión u otros
medios.
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Esta diligencia procede en casos calificados, cuando pueda resultar útil para la
investigación de un hecho punible. Para resolver la solicitud del fiscal, el juez deberá citar
al cónyuge o a los parientes más cercanos del difunto.
Esta diligencia apunta a lograr que el imputado escriba en presencia del fiscal algunas
palabras o frases, con el fin de practicar las pericias caligráficas necesarias para la
investigación. Puede que el imputado acceda voluntariamente a ello, caso en el cual se
procede sin más trámite. A falta de voluntad del imputado, el fiscal deberá solicitar al juez
de garantía la autorización correspondiente. Como se comprenderá, esto último origina el
problema consistente en determinar cómo obligar al imputado a escribir de un modo que
resulte adecuado al éxito de la diligencia.
Al parecer debido a que es ésta una diligencia que se considera altamente lesiva de
derechos, el legislador ha establecido que sólo se puede realizar para la investigación de
hechos punibles que merezcan pena de crimen (art. 222 inc. 1º). Por lo mismo, la ley ha
fijado un plazo máximo de duración de la interceptación, que es de sesenta días, pudiendo
de todas formas el juez prorrogarlo por períodos de hasta igual duración (art. 222 inc. 4º).
Esta diligencia debe ser notificada al afectado por la misma después de su realización,
siempre que el objeto de la investigación lo permitiere y que ello no pusiere en peligro la
vida o la integridad corporal de terceros (art. 224).
10. Otras diligencias de investigación lesivas de derechos reguladas fuera del Código
Procesal Penal
Fuera del Código Procesal Penal también se regulan diligencias intrusivas. Por ejemplo,
para la investigación de ciertos delitos sexuales, el art. 369 ter del Código Penal permite la
utilización, entre otras medidas, de agentes encubiertos y entregas vigiladas. Estas mismas
diligencias también se contemplan en la ley de drogas, Ley Nº 20.000, de 16 de febrero de
2005, que sanciona el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, junto con
otras, tales como el agente revelador y el informante (arts. 23 a 25).
11. ¿Pueden tener lugar otras diligencias intrusivas, distintas a las reguladas en el
Código Procesal Penal o en otras leyes?
En nuestra opinión, esto es perfectamente posible, por lo que todo dependerá del ingenio e
imaginación del fiscal, debiendo siempre tenerse a la vista que en estas diligencias se aplica
la regla general del art. 9º, según la cual es necesario obtener autorización judicial previa.
Preguntas
2. ¿En qué supuestos una diligencia de investigación intrusiva que cuenta con el
consentimiento del imputado podría ser impugnada por la defensa?
3. ¿Qué ventaja tiene que la investigación sea realizada por el Ministerio Público y no por
un juez instructor? ¿Cuál es la importancia práctica de que el Ministerio Público no forme
parte del Poder Judicial?
7. ¿Qué importancia tiene el hecho de que en nuestro sistema procesal penal no sean
admisibles las denuncias anónimas?
8. ¿Hasta qué momento puede tener aplicación cada uno de los mecanismos de selección
de casos? Hazte cargo de las discusiones existentes.
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10. ¿Cómo puede iniciarse una investigación? Para responder esto, hazte cargo de la
clasificación de los delitos que atiende al criterio del interés público prevalente.
11. ¿Qué diferencia hay entre la declaración prestada por un testigo ante el Ministerio
Público y la prestada ante éste por el imputado?
14. ¿Qué naturaleza jurídico penal crees que posee la cláusula exoneratoria de pena prevista
en el art. 177 inc. 2º CPP?
15. ¿Crees que sería admisible presentar una querella si el fiscal, concurriendo un motivo
legal para ello, reabre la investigación después de haberla cerrado?
16. Inventa un caso de examen corporal que no podría ser autorizado por el juez por
implicar un menoscabo para la salud del imputado, y otro que tampoco podría ser permitido
por afectar su dignidad.
17. ¿Por qué crees que la Ley Nº 20.090 agregó en el art. 206 CPP un nuevo inciso segundo
(que con la Ley Nº 20.253 pasó a ser el inciso tercero)? ¿No habrá dificultado, sin
proponérselo, la persecución del delito de abigeato?
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8. FORMALIZACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN
A. Concepto
Lo que se le comunica al imputado es que se le está investigando por uno o más hechos que
revisten el carácter de delito, no por uno o más delitos. La expresión empleada por el
Código resulta criticable porque, por un lado, todavía no se sabe si el hecho que se le
imputa constituye o no un delito y, por otro, podría servir para sostener que bastaría
simplemente con comunicarle al imputado que se le está investigando por haber realizado
un determinado tipo penal, lo cual resultaría inaceptable.
1
Este artículo no fue modificado por la Ley Nº 20.253, de 14 de marzo de 2008, a pesar de que ésta permitió
que en la audiencia de control de la detención el abogado asistente del fiscal formalizara la investigación,
actuando expresamente facultado para ello por el fiscal.
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La comunicación del hecho tiene que ser en forma clara y precisa, de manera que pueda
ser (1) comprendida por el imputado, (2) útil para la defensa e (3) identificable con algún
tipo penal.
Para cumplir la segunda de dichas exigencias, la comunicación del hecho debería incluir los
aspectos de lugar, tiempo y forma en que habría ocurrido. Esto puede originar un problema,
ya que muchas veces no resultará posible determinar el tiempo exacto en que sucedió, o el
lugar preciso y la forma en que se realizó, al igual que el número de hechos acaecidos.
Piénsese, verbigracia, en el caso de un niño que ha sido víctima de un delito de connotación
sexual. Es muy común que en casos como éstos, en la práctica, al formalizarse la
investigación (lo mismo que al acusar) se realice una imputación indeterminada en alguno
de dichos aspectos. Por ejemplo: “En días indeterminados entre los meses de enero y marzo
de 2009, ambos inclusive, el imputado realizó tocamientos en la zona genital del niño YYY,
hecho previsto y sancionado en el art. 366 bis del Código Penal”. ¿Es legítima una
formalización de la investigación tan imprecisa en el aspecto temporal y numérico de los
hechos imputados? Es evidente que alguna perturbación en el derecho de defensa del
imputado se produce en estos casos, porque a éste, a diferencia de los casos en los que la
imputación es determinada, no le bastará con demostrar que un día no estuvo en el lugar de
los hechos o que por cualquier otra razón no pudo cometer el delito, sino que deberá probar
que todos los días comprendidos en el período mencionado en la formalización, no realizó
tocamientos al menor.
D. Oportunidad de la formalización
El fiscal formalizará la investigación cuando lo estime oportuno (art. 230 inc. 1º). Como ya
lo hemos señalado, el único plazo que el fiscal podría tener en consideración para decidir
formalizar o no, es el plazo de prescripción del delito, ya que uno de los efectos de la
formalización es la suspensión de dicho plazo. La libertad que tiene el fiscal para decidir si
formaliza o no se explica porque, como también lo hemos dicho, la formalización, por sí
sola, no tiene carácter aflictivo. Para el Ministerio Público representa una decisión
estratégica formalizar la investigación, ya que hacerlo le reportará ciertas ventajas, pero
también ciertas desventajas, todas las cuales deberá evaluar.
2
Ello, a diferencia del auto de procesamiento, propio del antiguo procedimiento penal, cuya dictación
implicaba graves afectaciones de derechos del procesado.
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i) Desventajas
ii) Ventajas
Existen ciertos casos en los que, para poder obtener ciertas ventajas, el fiscal tiene que
formalizar la investigación previamente (art. 230 inc. 2º). Estos casos son:
La afirmación de que para que tengan lugar medidas cautelares debe previamente
formalizarse la investigación debe ser matizada. Para ello, es necesario distinguir entre las
medidas cautelares personales y las reales.
Conforme a lo señalado en el encabezado de los arts. 140 y 155, para que la prisión
preventiva y las medidas cautelares reguladas en la última disposición puedan decretarse, se
requiere que se haya formalizado la investigación. Sin embargo, la detención, que es otra
medida cautelar personal, puede ser previa a la formalización de la investigación, tanto en
la hipótesis de flagrancia delictiva (art. 129 y 130) como en la de orden judicial (art. 127).
Es discutible que para decretar una medida cautelar real sea necesario que se haya
formalizado la investigación. Si se examina el artículo 157, se podría concluir que no es
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Pero, ¿qué sucedería si el fiscal no formalizara la investigación dentro del plazo fijado por
el juez? Podrían existir buenas razones para que no lo haga, como, por ejemplo, que no
tenga suficientes antecedentes para evitar que la eventual formalización fuera considerada
arbitraria (art. 232 inc. 3º). No hay claridad acerca de cuál es el efecto que se produce si se
vence dicho plazo sin que el fiscal formalice la investigación, ya que la ley no lo establece.
En la doctrina y en la jurisprudencia el punto permanece en la oscuridad. Existen varias
posibilidades interpretativas:
a) El fiscal comete delito de desacato (art. 240 inc. 2° CPC).
b) No se produce ningún efecto, porque no hay disposición que establezca derechamente
alguna consecuencia para este caso.
c) El fiscal pierde la posibilidad de formalizar la investigación en contra de la persona que
formuló la solicitud al juez de garantía, por los hechos objeto de aquélla.
d) Se debe decretar el sobreseimiento definitivo de la causa.
E. Efectos de la formalización
Cuando estaba vigente el Código de Procedimiento Penal, había dos posturas acerca del
momento en el que, conforme al art. 96 CP (según el cual, la suspensión de la prescripción
de la acción penal se produce cuando el procedimiento se dirige contra el delincuente), se
suspendía la prescripción del delito:
a) Una planteaba que sólo se suspendía la prescripción de la acción penal en el momento en
que se dictaba el auto de procesamiento.
b) Otra sostenía que no necesariamente se producía la suspensión en ese momento, sino que
podía ocurrir antes, por denuncia o querella, siempre que éstas se dirigieran contra una
persona determinada. Esta última fue la posición que primó.
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En el nuevo sistema, esta letra a) del artículo 233 ha originado problemas interpretativos, ya
que sigue vigente el artículo 96 del Código Penal, de modo que surge la duda acerca de si
sólo la formalización de la investigación suspende la prescripción de la acción penal, o si
este efecto puede también producirse por otros actos procesales. Las opiniones que se han
planteado han sido dos:
a) Sólo la formalización de la investigación suspende la prescripción del delito. Esta tesis
se basa en el art. 233 letra a). Sin embargo, presenta problemas, ya que no en todo
procedimiento tiene lugar la formalización de la investigación; es lo que sucede, por
ejemplo, en el procedimiento simplificado. Además, la víctima y el querellante no podrían
hacer nada para impedir la prescripción del delito si el fiscal es negligente y deja transcurrir
todo el plazo antes de formalizar la investigación.
b) Al menos, una querella dirigida determinadamente contra alguien puede suspender la
prescripción, antes de la formalización de la investigación. Esta tesis se apoya en el art. 96
CP, pues en este caso habrá un procedimiento que se dirige en contra de una persona
concreta. Sin embargo, también acarrea problemas, pues implica pasar por alto el tenor del
artículo 233 letra a). Además, si se aceptara que se puede suspender la prescripción con una
actuación anterior a la formalización de la investigación, podría plantearse el siguiente
inconveniente: que el fiscal, al cerrar la investigación, comunique la decisión de no
perseverar en el procedimiento, situación que “…dejará sin efecto la formalización de la
investigación (…) y la prescripción de la acción penal seguirá corriendo como si nunca se
hubiere interrumpido” 3 (art. 248 letra c) inc. 2º); pero debido a que la prescripción se habrá
suspendido antes, ésta continuaría suspendida.
3
Al utilizar la palabra “interrumpido”, el legislador procesal penal incurrió en el mismo error del art. 96 CP.
Conforme a éste, si se paraliza la prosecución del procedimiento por tres años o se termina sin condenarle,
“continúa la prescripción como si no se hubiere interrumpido”, debiendo entenderse la voz interrumpido
como suspendido.
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Estos plazos son manifestación de la garantía del derecho a ser juzgado en un plazo
razonable. El juez, para acceder a la petición de algún interviniente –aunque también podría
hacerlo de oficio– de fijar un plazo inferior al máximo legal, tomará en cuenta, entre otros
criterios, la mayor o menor complejidad del caso, la actitud de colaboración con la
investigación del imputado y la situación procesal del mismo (el grado de afectación de su
libertad personal). Por ello, la discusión sobre este punto se suele llevar a cabo después de
haberse resuelto las solicitudes sobre medidas cautelares.
Este plazo (el menor al máximo legal, fijado por el juez de garantía) es judicial, de modo
que se puede prorrogar (art. 67 CPC, aplicable en virtud de la remisión que hace el art. 52),
para lo cual se requiere invocar justa causa y que la petición se haga antes de su
vencimiento.
F. Audiencia de formalización
i) Oportunidad
ningún problema en contra de una persona, a pesar de que él mismo la haya ilegalmente
detenido momentos antes y llevado a la fuerza al juzgado de garantía en que tendrá lugar la
audiencia de control de detención. La opción político criminal de la Ley Nº 20.253 nos
parece muy criticable.
ii) Desarrollo
Con anterioridad a la Ley Nº 20.253, el fiscal podía solicitar también, en el caso de que el
imputado quedase sujeto a prisión preventiva, una autorización al juez de garantía para
trasladar al imputado al Ministerio Público, que se consideraba suficiente para traerlo a su
presencia cada vez que el fiscal lo requiriera (art. 193). Con la nueva ley, se faculta al fiscal
para hacer traer a su presencia al imputado cuantas veces sea necesario para los fines de la
investigación, sin necesidad de pedir autorización judicial, debiendo únicamente dar aviso
al juez y al defensor.
Por último, el imputado podrá reclamar ante las autoridades del Ministerio Público si
considera que la formalización de la investigación fue arbitraria (art. 232 inc. final).
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
9. ANTICIPACIÓN DE PRUEBA
Esta materia se encuentra regulada en los artículos 191, 191 bis, 192 y 280.
Como ya lo sabemos, sólo puede tener lugar la prueba anticipada una vez que se ha
formalizado la investigación (art. 230 inc. 2º).
Cuando durante la investigación un testigo declara ante el fiscal o el abogado asistente del
fiscal y manifiesta su imposibilidad de concurrir al juicio oral por motivos graves (ausencia
a larga distancia, posible sobreviniencia de muerte o incapacidad física o mental, u otro
obstáculo semejante), el fiscal puede solicitar al juez de garantía la recepción anticipada de
su declaración. Si así ocurriere, el juez deberá citar a todos los intervinientes a una
audiencia, y en ella se rendirá la prueba testimonial –anticipada– del mismo modo como se
rendiría en el juicio oral, por lo que aquéllos tendrán la facultad de examinar y
contraexaminar al testigo (art. 191).
La prueba anticipada también puede ser pericial, lo que tendrá lugar cuando sea un perito el
que por motivos graves se vea en la imposibilidad de concurrir al juicio oral. Pero en este
caso, sólo se contempla la posibilidad de pedirlo durante la audiencia de preparación del
juicio oral (art. 280 inc. 3º).
Además, la Ley Nº 20.253 modificó el artículo 280, agregándole un inciso segundo nuevo,
pasando el anterior a ser el inciso tercero. Lo que se introduce es la posibilidad de pedir la
rendición de prueba anticipada, cuando con posterioridad a la audiencia de preparación del
juicio oral sobreviene, con relación a un testigo, alguno de los supuestos de procedencia de
prueba anticipada contemplados en los artículos 191 ó 191 bis. De este modo, se soluciona
un problema práctico, ya que antes de esta modificación no había cómo conseguir una
declaración anticipada de un testigo cuya imposibilidad de concurrir al juicio oral se
manifestaba después de concluida la audiencia de preparación del juicio oral.
Las disposiciones antes mencionadas deben ser concordadas con el artículo 331 letra a),
conforme al cual el registro que se haya levantado en la audiencia de anticipación de prueba
ante el juez de garantía, se puede reproducir en el juicio oral. Esta reproducción del registro
de la audiencia de prueba anticipada reemplaza a la declaración del testigo o perito en el
juicio oral. Así, por ejemplo, si a la época en que tiene lugar el juicio oral el testigo o perito
efectivamente ha muerto, caído en incapacidad física o mental, salido del país o por otro
motivo difícil de superar le ha sido imposible concurrir a declarar, se reproducirá el registro
de la señalada audiencia y de este modo se introducirá como prueba la declaración
anticipada. En nuestra opinión, para ser respetuoso del fundamento de esta disposición, que
consagra una verdadera excepción al principio de inmediación, el tribunal de juicio oral en
lo penal ante el cual tiene lugar el juicio oral debiera exigir la acreditación de la
subsistencia del impedimento del testigo o perito para declarar.
Con anterioridad a la modificación que la Ley Nº 20.074 hizo en el artículo 331, existía una
discusión en esta materia, pues el encabezado de esta disposición rezaba así: “Lectura de
declaraciones anteriores en la audiencia del juicio oral. Podrá darse lectura a los registros
en que constaren anteriores declaraciones…”. He ahí el problema, pues para poder leer
algo, debe estar escrito, y lo frecuente era que no se transcribieran las declaraciones
anticipadas, caso en el cual las defensas se oponían a que se permitiera su incorporación en
el juicio oral. El Ministerio Público, por el contrario, sostenía la procedencia de dicha
incorporación. Tras la modificación legal la discusión desapareció, pues actualmente la
disposición establece que podrá reproducirse o darse lectura a registros en que constaren
anteriores declaraciones en los casos que el mismo precepto señala.
a. Reglas generales
El término de la investigación está determinado por el logro de su objetivo, por lo que ésta
concluye cuando el fiscal estima que está agotada. Si así lo considera, declarará cerrada la
investigación (art. 248, encabezado).
Como sabemos, el plazo para cerrar la investigación formalizada puede ser legal (art. 247
inc. 1º) o judicial (art. 234). Será legal cuando el juez de garantía no haya fijado un plazo
menor a dos años para la duración de la investigación; será judicial cuando el juez, de
oficio o a petición de alguno de los intervinientes, haya fijado un plazo inferior al máximo
legal.
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
En cuanto a las eventuales actuaciones de investigación que el fiscal realice una vez cerrada
la investigación y la evidencia de cargo que producto de dichas actuaciones obtenga,
creemos que tal evidencia, en caso de ser ofrecida en la acusación, debería ser excluida por
el juez de garantía en la audiencia de preparación del juicio oral, por ser constitutiva de
prueba ilícita, al importar una vulneración indirecta del derecho a ser juzgado dentro de un
plazo razonable.
La ley no señala una forma en que deba efectuarse el cierre de la investigación. Tampoco
establece la obligación de comunicarlo al juez de garantía ni a los intervinientes, lo cual
puede ser bastante problemático, ya que puede producir indefensión o perjudicar a la
víctima o al querellante. Por ejemplo, un interviniente pretende solicitar al fiscal la
4
El legislador no necesitaba precisar que la resolución es apelable, ya que lo mismo podía inferirse del art.
253.
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
En todo caso, en la práctica, el fiscal a cargo de la investigación suele dictar una resolución
que señala que con determinada fecha procede a cerrar la investigación, de lo cual queda
constancia en la denominada carpeta investigativa. Además, el Fiscal Nacional del
Ministerio Público, en su oficio Nº 728, de 12 de diciembre de 2005, instruyó a todos los
fiscales adjuntos del país en el sentido de comunicar el cierre de la investigación a los
intervinientes. La argumentación que esgrimió fue que dicha comunicación era la única
forma posible para que los intervinientes pudieran hacer uso del derecho que les concede el
art. 257 (reiterar al juez de garantía, “dentro de los diez días siguientes al cierre de la
investigación”, la solicitud de diligencias que hubieren formulado durante la investigación
y que el Ministerio Público hubiere rechazado o respecto de las cuales no se hubiere
pronunciado).
c. Reapertura de la investigación
Tras el cierre de la investigación el fiscal tiene un plazo de diez días para (art. 248):
a) solicitar el sobreseimiento definitivo o temporal;
b) formular acusación, o
c) comunicar la decisión de no perseverar en el procedimiento
En los casos primero y tercero, el fiscal tiene que anunciar su intención por escrito. El juez
de garantía citará a todos los intervinientes a una audiencia, en la cual el fiscal deberá
solicitar el sobreseimiento o comunicar su decisión de no perseverar (art. 249). En estas
hipótesis el fiscal, dentro de los diez días siguientes al cierre de la investigación, debe pedir
por escrito la realización de la audiencia. Pero, en la práctica, la audiencia suele realizarse
después de dichos diez días. Lo relevante, para entender cumplida la exigencia del art. 248,
es que dentro de dicho plazo se presente la solicitud.
Dentro de los diez días siguientes al cierre de la investigación, los intervinientes podrán
reiterar la solicitud de diligencias precisas de investigación que en su momento hubieren
formulado al fiscal y que éste hubiere rechazado o respecto de las cuales no se hubiere
pronunciado (art. 257 inc. 1º). Si el juez de garantía accede a la petición, ordenará al fiscal
reabrir la investigación y practicar las diligencias dentro del plazo que le fije (art. 257 inc.
2º). Si la diligencia había sido ordenada por el fiscal a petición de un interviniente y no se
practicó por negligencia o hecho imputable a éste, el juez de garantía rechazará la solicitud
de reapertura de la investigación. Lo mismo ocurrirá si la diligencia es manifiestamente
impertinente, si trata de acreditar hechos públicos y notorios, o si se solicita con un fin
puramente dilatorio (art. 257 inc. 3º). Una vez reabierta la investigación, el fiscal debe
llevar a cabo la diligencia; y ejecutada ésta o vencido el plazo para su realización, el fiscal
volverá a cerrarla, empezando a correr nuevamente el plazo de diez días para que siga
alguno de los caminos que prevé el art. 248 (art. 257 inc. 4º).
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Preguntas
2.- ¿Por qué se dice que la formalización de la investigación no tiene carácter aflictivo?
3.- ¿Qué problema constitucional aprecias en el hecho de que el abogado asistente del fiscal
pueda intervenir en la audiencia de control de la detención, formalizar la investigación y
solicitar medidas cautelares?
4.- Con la nueva regulación, tras la Ley Nº 20.253, ¿qué sentido tiene la audiencia de
control de detención? ¿Que juicio crítico te merece la modificación que a dicha audiencia
hizo la mencionada ley?
7.- ¿Qué inconvenientes encuentras en el hecho de que el juez de garantía pueda obligar al
fiscal a formalizar una investigación (art. 186)? Fundamenta tu respuesta.
8.- ¿Qué harías como defensor si, quince días después de cerrada la investigación, el fiscal
decide acusar? ¿Qué argumentarías como fiscal para validar esta actuación? Si, pese a todo,
el juicio oral tiene lugar y es condenado, ¿qué garantía del imputado se estaría afectando?
¿Cómo se podría subsanar esto?
9.- ¿Cuáles son las diferencias entre una investigación formalizada y una desformalizada?
10.- Si se lleva a cabo una audiencia de prueba anticipada sin citación de todos los
intervinientes, ¿qué puede alegar el interviniente omitido y en qué oportunidades?
11.- Si se pretende hacer valer en el juicio oral evidencia obtenida tras el cierre de la
investigación, ¿cuáles son las posibilidades de que prospere esa eventual prueba? ¿Qué
distingos habría que realizar y por qué?
12.- ¿Qué diferencias encuentras entre la prueba anticipada y la prueba rendida en el juicio
oral?
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
13.- Enumera las modificaciones que la Ley Nº 20.253 introdujo en materia de prueba
anticipada, haciendo un juicio crítico de las mismas.
14.- ¿Por qué crees que se incorporó el nuevo art. 191 bis CPP?
CAPITULO IX
LAS MEDIDAS CAUTELARES
1. CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN
Las medidas cautelares están reguladas en el Libro I, Título V, artículos 122 a 156 del
Código Procesal Penal (personales) y en el Título VI, artículos 157 a 158 (reales).
Se acostumbra definir a las medidas cautelares en el proceso penal como una privación o
restricción de la libertad personal del imputado o de su libertad de administración o
disposición de sus bienes, para asegurar los fines del procedimiento penal o los resultados
de ejercicio de la acción civil, generalmente por resolución judicial.
Desde el punto de vista del derecho que limitan, se acostumbra clasificarlas en: medidas
cautelares personales, que son aquellas que privan o restringen la libertad personal del
imputado, y medidas cautelares reales, que son aquellas que limitan la libre administración
o disposición de los bienes del imputado.
A. Concepto
B. Fundamento
Las medidas cautelares personales tienen por fundamento asegurar la realización de los
fines del procedimiento (art. 122 inc. 1º). Se acostumbra señalar que son fines del
procedimiento:
a) la correcta averiguación de la verdad, y
b) la actuación de la ley penal.
Es discutible que sea un fin del procedimiento la prevención inmediata del hecho concreto
objeto del proceso, aunque hay autores que lo aceptan. Por ejemplo, la evitación de la
consumación si el proceso penal se lleva adelante por un delito tentado, o de las
consecuencias posteriores de un delito consumado. De aceptarse esta idea, sería admisible
la imposición de una medida cautelar fundada en peligro para la seguridad del ofendido. Lo
que bajo ningún respecto puede considerarse legítimo es su imposición fundada en peligro
para la seguridad de la sociedad, ya que ello implica una evidente vulneración del principio
o presunción de inocencia.
Las medidas cautelares personales privan o restringen la libertad personal del imputado,
entendida como libertad ambulatoria o de desplazamiento [art. 19 Nº 7 letra a) CPR]. Por
ser tan importante el derecho que afectan, su aplicación se ve condicionada a la observación
de diversos principios.
D. Principios informantes
i) Legalidad
Conforme a este principio, las medidas cautelares personales pueden decretarse solamente
en los casos y en la forma que prevén la Constitución y las leyes. Así se desprende del art.
19 N° 7 letra b) CPR. Esta disposición no se aplica únicamente a las medidas cautelares
personales, sino que es de aplicación general a toda forma de privación o restricción de
libertad, como por ejemplo, las penas, las medidas de seguridad, los apremios legítimos
(verbigracia, el arresto del deudor de alimentos), etc.
Esta idea se encuentra también consagrada en el Código Procesal Penal, cuyo art. 5º, inc.
1º, dispone que no se podrá citar, arrestar, detener, someter a prisión preventiva ni aplicar
cualquier otra forma de privación o restricción de libertad a ninguna persona, sino en los
casos y en la forma señalados por la Constitución y las leyes. Esta disposición tampoco es
aplicable exclusivamente a las medidas cautelares personales, pues alcanza también a otros
medios de coerción que se pueden ejercer en el proceso, como el arresto de un testigo.
Además el inciso segundo de la citada norma agrega que las disposiciones del Código que
autorizan la restricción de la libertad o de otros derechos del imputado o del ejercicio de
alguna de sus facultades serán interpretadas restrictivamente y no se podrán aplicar por
analogía. Consecuentemente, en aquellos casos en que surjan problemas interpretativos a
propósito de otras disposiciones del Código que autoricen esta restricción de derechos, no
podría tener lugar una interpretación extensiva. Nótese que esto se aplica a hipótesis de
restricción de derechos en general, no sólo de la libertad.
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
ii) Jurisdiccionalidad
Este principio determina que las medidas cautelares personales únicamente pueden tener
lugar previa resolución judicial (art. 122 inc. 2º). Sin embargo, como lo veremos, esta no es
una regla absoluta, sino general, ya que tiene excepciones, como la detención por
flagrancia.
iii) Excepcionalidad
Por ser eventuales, no cabe concebir su aplicación como el objetivo de alguna etapa del
procedimiento, 1 porque es posible un proceso penal en el que no se decreten nunca. Si las
estudiamos en este momento es sólo porque cuando se imponen, generalmente empiezan a
aplicarse ya desde la investigación.
iv) Provisionalidad
Conforme a este principio, las medidas cautelares personales sólo deben durar mientras
subsista la necesidad de su aplicación (art. 122 inc. 1º parte final), de modo que tan pronto
ésta desaparezca, deben dejarse sin efecto.
v) Proporcionalidad
1
A diferencia de lo que sucedía en el antiguo sistema, ya que conforme al art. 76 inc. 2º del Código de
Procedimiento Penal, era uno de los objetivos del sumario “asegurar la persona de los presuntos culpables”.
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E. Presupuestos de aplicación
a) fumus boni iuris (humo de buen derecho): significa la probabilidad de que el hecho
punible haya tenido lugar y que el imputado haya intervenido en él. En materia de prisión
preventiva, esta idea aparece consagrada en las letras a) y b) del art. 140 inc. 1º, al exigir
que el solicitante de la medida cautelar acredite que existen antecedentes que justificaren la
existencia del delito que se investigare y que permitieren presumir fundadamente que el
imputado ha tenido participación en el delito como autor, cómplice o encubridor.
F. Clasificación
b) En otras leyes encontramos: las medidas de protección al ofendido por un delito sexual
(art. 372 ter CP), 2 la retención de la licencia de conducir (art. 196 F inc. 4º Ley Nº 18.290,
ley del tránsito), la internación provisoria del imputado adolescente (art. 32 Ley nº 20.084,
sobre responsabilidad penal de adolescentes), etc.
2
Varias de las medidas mencionadas en el art. 372 ter CP coinciden con las del art. 155 CPP, pero hay una
gran diferencia entre unas y otras, aparte de que las primeras sólo proceden frente a delitos sexuales: el listado
de medidas del art. 372 ter CP no es taxativo; el del art. 155 CPP sí lo es.
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
G. La citación
a) Concepto
La citación está regulada en el Libro I, Título V, Párrafo 2º, artículos 123 y 124 del Código
Procesal Penal.
Se acostumbra definirla como la orden de comparecencia del imputado ante el tribunal (art.
123).
b) Forma
d) Procedencia
Esta medida cautelar procede cuando sea necesaria la presencia del imputado ante el
tribunal (art. 123).
Existen ciertos casos en los que la única medida cautelar personal que procede es la
citación (siempre que se cumpla el supuesto de ser necesaria la presencia del imputado en
el tribunal). Es lo que ocurre con las faltas y con otros delitos que la ley no sancionare con
penas privativas ni restrictivas de libertad (art. 124 inc. 1º). Sin embargo, esta regla
reconoce dos excepciones:
a) Hay ciertas faltas respecto de las cuales es procedente la detención (124, inc. 2º, 1ª parte
y art. 134 inc. 4º). Así sucede con las contempladas en el Código Penal, en el art. 494 Nºs 4,
5 y 19 (exceptuando en este último caso los hechos descritos en los arts. 189 y 233), en el
art. 494 bis, en el art. 495 Nº 21 y en el art. 496 Nºs 5 y 26.
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
H. La detención
La detención está regulada en el Libro I, Título V, Párrafo 3º, artículos 125 a 138 del
Código Procesal Penal.
1. Concepto
Suele definirse a la detención como una medida cautelar personal que consiste en la
privación de libertad del imputado, por breve tiempo, con la finalidad de ser conducido ante
el tribunal.
2. Procedencia
Conforme a lo dispuesto en el art. 125, la detención procede en dos casos: por orden
judicial o por delito flagrante.
Dos son las hipótesis en las que procede la detención por orden judicial:
a) A solicitud del Ministerio Público, sin previa citación, cuando de otra manera su
comparecencia pudiera verse demorada o dificultada (art. 127 inc. 1º)
A pesar de que la disposición únicamente alude al periculum in mora, se sostiene que el
Ministerio Público igualmente tiene que fundar su solicitud con antecedentes demostrativos
del hecho y de la participación que en él se atribuye al imputado (fumus boni iuris). Sólo así
podría el juez que accede a la petición cumplir con la exigencia de fundamentación de su
resolución (art. 36). En la práctica, normalmente se opta por la detención cuando se trata de
delitos graves, en los que normalmente cabrá prisión preventiva, porque se piensa que una
citación pondría al imputado sobre aviso y, eventualmente, éste podría fugarse. También se
utiliza la detención cuando no ha sido posible citar al imputado (por ejemplo, cuando dio un
domicilio falso).
b) Cuando la presencia del imputado es condición de una audiencia y, citado éste, no
compareció a ella ni tampoco justificó su incomparecencia (arts. 127 inc. 2º y 33 inc. 3º).
Las hipótesis de flagrancia aparecen mencionadas en el art. 130, cuyo encabezado establece
que “se entenderá que se encuentra en situación de flagrancia” una persona en las cinco
hipótesis que la disposición prevé. Esta frase del legislador obedece a que, en estricto rigor,
no todos los casos a los que alude el precepto corresponden al concepto de flagrancia
propiamente tal (sorprender a una persona in fraganti en la comisión de un delito), el cual
estaría recogido en las letras a) y b) de la disposición. Las hipótesis de las restantes letras
corresponden, más bien, a un concepto amplio de flagrancia, ya que en todas ellas ha
transcurrido un tiempo desde la comisión del hecho. Ese es el sentido que debe darse a la
mencionada frase y no otro, como por ejemplo, sostener que se trata de un listado no
taxativo de casos. Tal interpretación debería ser desechada, por pugnar con lo dispuesto en
el art. 5º inc. 2º.
c) El que huyere del lugar de comisión del delito y fuere designado por el ofendido u otra
persona como autor o cómplice.
d) El que, en un tiempo inmediato a la perpetración de un delito, fuere encontrado con
objetos procedentes de aquél o con señales, en sí mismo o en sus vestidos, que permitieren
sospechar su participación en él, o con las armas o instrumentos que hubieren sido
empleados para cometerlo.
e) El que las víctimas de un delito que reclamen auxilio, o testigos presenciales, señalaren
como autor o cómplice de un delito que se hubiere cometido en un tiempo inmediato. La
regulación actual difiere del texto original. 3
Para los efectos de lo establecido en las letras d) y e) se entenderá por tiempo inmediato
todo aquel que transcurra entre la comisión del hecho y la captura del imputado, siempre
que no hubieren transcurrido más de doce horas. 4
La detención por flagrancia puede ser practicada por la policía, pero también puede serlo
por cualquier persona. La diferencia entre una y otra forma de detención está en que el
particular no está obligado a detener, sino sólo facultado para hacerlo (art. 129 inc. 1º); para
la policía, en cambio, es una obligación hacerlo (art. 129 inc. 2º). Sin embargo, hay un caso
excepcional en que la policía está sólo facultada (no obligada) para detener por flagrancia,
cual es el caso de las faltas a las que alude el art. 134 inc. 4º, que como ya lo vimos, hace
excepción a la regla de que la única medida cautelar personal que procede en las faltas es la
citación (art. 124). Sin perjuicio de ello, en la práctica, la policía igualmente detiene en
estos casos..
Hemos dicho que la detención procede en dos supuestos: orden judicial y flagrancia
delictiva. Sin embargo, existen casos excepcionales en los que la policía está obligada a
detener, a pesar de que no existe orden judicial y que tampoco constituyen flagrancia
delictiva. La policía debe detener (art. 129 incs. 3º y 4º):
a) al sentenciado a penas privativas de libertad que hubiere quebrantado su condena. El
quebrantamiento de condena es un delito, por lo que si el imputado es sorprendido in
fraganti, estaríamos en presencia de una detención por flagrancia. Pero si han pasado más
de doce horas no habrá flagrancia, a pesar de lo cual la policía igualmente está obligada a
detener.
3
El texto original, previo a la modificación que le hizo la Ley Nº 20.074, era el siguiente: “e) El que las
personas asaltadas, heridas o víctimas de un robo o hurto que reclamaren auxilio, señalaren como autor o
cómplice de un delito que acabare de cometerse”. Como puede advertirse, la disposición amplió su radio de
acción a cualquier clase de delitos y cubrió los casos en que no es la víctima del delito quien individualiza al
imputado, sino un testigo presencial.
4
Esta última previsión del legislador fue incorporada por la Ley Nº 20.253, que agregó en el art. 130 un
inciso final de dicho tenor.
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
Con todo, la pregunta que hay que hacerse es qué se debe entender por violación flagrante
de una medida cautelar personal. ¿Quiere decir esto que el imputado debe ser sorprendido,
por ejemplo, junto con la víctima (si la medida impuesta era la del art. 155 letra g) ¿O
podría ser detenido horas después del acaecimiento de tal situación? En otras palabras,
¿debemos utilizar un concepto estricto de flagrancia o podemos usar el concepto amplio
recogido en el art. 130? En nuestra opinión, deberíamos utilizar un concepto estricto, ya
que la flagrancia a la que alude el art. 130 está exclusivamente relacionada con la comisión
de un delito, y no es claro que en los casos por los que nos preguntamos haya delito.
Además, el art. 5º inc. 2º obliga a una interpretación restrictiva en esta materia.
Finalmente, la policía puede entrar a un lugar cerrado, mueble o inmueble, para detener al
imputado, cuando se encontrare en su actual persecución. Esto quiere decir que no es
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En todo caso, debe recordarse que si la víctima es un menor de edad, el delito es de acción pública (art. 53
inc. 2º parte final).
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3. Plazo de la detención
El inc. 4º del art. 131, que al igual que el inc. 3º fue agregado por la Ley Nº 20.074, vino a
solucionar dos problemas prácticos:
1) Muchas veces sucedió que funcionarios de Gendarmería de Chile apostados en
tribunales, se mostraron reacios a recibir de la policía a los detenidos, sin previa resolución
judicial, en tanto no tuviera lugar la audiencia de control de la detención y el juez de
garantía aumentara el plazo de detención o, una vez formalizada la investigación, decretara
la prisión preventiva. Ello, porque conforme a su respectiva ley orgánica, a dicho órgano le
compete la custodia de personas que se encuentran privadas de libertad por resolución
judicial. Con esta modificación, se pretendió dejar en claro que la obligación de poner a los
detenidos a disposición del juez de garantía se cumple dejándolos bajo la custodia de los
funcionarios de Gendarmería de Chile apostados en el respectivo tribunal, y que éstos
deben recibirlos sin necesidad de esperar una resolución judicial.
2) Otra discusión que en su momento se suscitó fue la de si bastaba con que la policía
entregara al detenido dentro del plazo de veinticuatro horas, sin importar que la audiencia
de control de la detención, por distintas razones (por ejemplo, por existencia de otras
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Esto supuso un notable avance en comparación con el antiguo sistema, ya que conforme al Código de
Procedimiento Penal, el plazo era de veinticuatro o cuarenta y ocho horas, según se tratara de detención por
flagrancia o por orden, respectivamente (art. 270 bis), pudiendo ampliarse hasta un total de cinco días, o
incluso de diez días en caso de delitos terroristas (art. 272 bis).
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4. Lugar de detención
Existen dos lugares donde el sujeto puede cumplir la detención: el primero es su residencia
y el segundo, un lugar público de detención [art. 19 nº 7 letra d) CPR]. A la detención en la
residencia del imputado alude el art. 138, que se refiere a la denominada legítima defensa
privilegiada o presuncional. La regla general es que le detención se verifique en lugares
públicos destinados a dicho objeto, pudiendo ser éstos recintos de la policía o de
Gendarmería de Chile.
Existe el deber de informar a la persona detenida de sus derechos, deber que recae sobre la
policía, el fiscal y el juez (arts. 135, 136 y 137), lo que guarda armonía con el derecho del
imputado a ser informado de sus derechos [arts. 93 letra a) y 94 letra b)]. De la lectura de
las disposiciones pertinentes se extrae que el detenido debe ser informado del motivo de la
detención y del catálogo de derechos que le asisten, entre otros, del derecho a contar con un
abogado que le asista, a guardar silencio o a no declarar bajo juramento, a entrevistarse
privadamente con su abogado, a contar a sus expensas con las comodidades compatibles
con la seguridad del establecimiento penitenciario, etc.
Si el fiscal o el juez constatan que no se han informado estos derechos al detenido, deben
informárselos efectivamente y además oficiar a la autoridad competente para que se
apliquen eventuales sanciones disciplinarias o se inicien investigaciones penales (art. 136).
En la práctica, esta disposición recibe bastante aplicación en la audiencia de control de
detención.
Suele señalarse que la proporcionalidad debe estar presente en la detención, lo que quiere
decir que puede emplearse violencia proporcional al logro del objetivo de la aprehensión
del imputado, especialmente cuando el sujeto se resiste. Una violencia innecesaria podría
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7. La detención ilegal
La detención ilegal es aquella que no se realiza en los casos y formas sañalados por la
Constitución y las leyes, o que es consecuencia de una actividad de persecución penal o
acto procesal no ajustado a derecho. Su fundamento normativo se encuentra en el art. 7.6
del Pacto de San José de Costa Rica y en el art. 95 CPP.
7.1. Clasificación
a) detención ilegal originaria: es aquella que en sí no cumple con los casos o formas
prescritos por la Constitución o las leyes. Por ejemplo, si se detiene a una persona por un
hecho que no constituye delito, o si se trata de un delito, pero no es uno respecto del cual
proceda la detención, o si no se verifica alguna de las hipótesis de flagrancia, o si no se
intima la orden de detención, o si no se cumple el plazo de detención, o si no se cumplen
las exigencias del lugar de detención, etc. Se discute si es o no una hipótesis de detención
ilegal (originaria) aquella en la que el detenido, antes de ser conducido a la presencia del
juez, es utilizado en actividades que no apuntan a dicho fin (como, por ejemplo, exhibirlo a
la víctima), así como también aquella en la que el detenido es objeto de algún apremio o
tormento ilegítimos.
b) detención ilegal derivada: es aquella que se presenta como consecuencia de otros actos
no ajustados a derecho. No se trata de que la detención en sí se aparte de los casos y formas
que la ley señala, sino de que es producto de otros actos que sí se han alejado de lo que
señala el ordenamiento jurídico. Por ejemplo, si se practica un control de identidad en
supuestos diferentes de los que lo hacen procedente, se registra al imputado y se le
encuentra algún elemento que implique la comisión de un delito (drogas ilícitas, armas,
pornografía infantil, etc.), por lo que es detenido por flagrancia. Otro ejemplo: si la policía
ingresa a un lugar cerrado, sin autorización del propietario o encargado ni del juez de
garantía, y dentro del lugar sorprende al imputado cometiendo un delito in fraganti, por lo
que lo detiene.
7.2. Efectos
Esta materia es una de las que ha sido más modificada por la Ley Nº 20.253. Antes de esta
ley, la declaración de ilegalidad de la detención acarreaba como consecuencia, por un lado,
que el detenido quedaba en libertad (si el Ministerio Público quería formalizar la
investigación, debía pedir una audiencia a la cual tenía que citarse al imputado) y, por otro,
que la evidencia de cargo obtenida durante el registro del detenido debía ser excluida, por
ilicitud de la misma, en la audiencia de preparación del juicio oral. Este era el costo que el
órgano persecutor debía pagar si el imputado era detenido ilegalmente.
Lo anterior resulta muy criticable, pues no se prevé ningún costo que el órgano persecutor
deba pagar por el hecho de haber sido el imputado ilegalmente detenido, quedando la
audiencia de control de la detención como un trámite sin mayor importancia. El único
efecto que actualmente produce la declaración de ilegalidad de la detención, es que no se
puede pedir ampliación de la detención (art. 132 inc. 3º), por lo que si, declarada ilegal la
detención del imputado, el Ministerio Público quiere formalizar la investigación, debe
hacerlo de inmediato.
En otro orden de ideas, hay que precisar que la falta de información al detenido de los
derechos que le asisten no convierte en ilegal su detención, porque en dicho caso lo único
que prevé la ley es el deber para el fiscal y el juez de informar al detenido sus derechos y
oficiar a la autoridad competente para que aplique las sanciones disciplinarias
correspondientes o se inicien las investigaciones penales que procedan (art. 136).
La finalidad de esta audiencia es que el juez se informe de la identidad del detenido y de las
circunstancias de su detención. Previo debate, el juez resuelve, declarando la detención
ajustada a derecho o ilegal. Tanto en uno como en otro caso, si el juez estima que no se ha
informado al detenido sobre sus derechos, le informará sobre ellos y oficiará a las
autoridades competentes, a fin de que apliquen las sanciones disciplinarias pertinentes o se
inicien las investigaciones penales que procedan (art. 136).
Existe una corriente jurisprudencial minoritaria que afirma que únicamente puede ser
controlada la detención cuando se debe a flagrancia y no a una orden judicial, ya que si el
juez la ha ordenado, ha estimado que había motivos legítimos para ello. Sin embargo,
mayoritariamente se afirma que no resulta procedente hacer tal distingo y que toda
detención es controlable, se deba a flagrancia o a orden judicial, ya que la forma en que se
lleva a cabo una detención por orden judicial también puede ser ilegal, por ejemplo, por no
intimar la orden, por exceder el plazo de duración, etc.
Las personas que necesariamente deben intervenir en esta audiencia son el fiscal (o el
abogado asistente del fiscal) y el imputado. Es posible que el defensor no esté, pues no es
obligatoria su presencia para la realización del control de la detención, pero sí lo es para
que se pueda formalizar la investigación y se puedan decretar medidas cautelares.
El texto del art. 132 ha sufrido modificaciones con las leyes Nºs 20.074 y 20.253. La ley
Nº 20.074 reformó su inciso primero, agregando la frase “…o el abogado asistente del
fiscal…”, a fin de que en esta audiencia no fuera imprescindible que interviniera el fiscal,
sino que también pudiera hacerlo, en su lugar, el abogado asistente del fiscal, para hacer así
más ágil la persecución penal. El problema fue que esta ley únicamente modificó el inciso
primero, mientras que el inciso segundo permaneció intacto, el cual aludía a la posibilidad
de formalizar la investigación y pedir medidas cautelares, y sólo hacía alusión al fiscal.
Esto derivó en que en la práctica, en general, los jueces de garantía permitían a los
abogados asistentes de fiscal intervenir en el control de la detención, pero no que
formalizaran la investigación y pidieran medidas cautelares, de forma tal que no se
alcanzaba el objetivo perseguido con la reforma. La ley Nº 20.253 modificó el inciso
segundo del art. 132, el cual ahora menciona, además del fiscal, al abogado asistente del
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fiscal que actúe expresamente facultado por aquél, con lo que el problema se ha
solucionado.
La resolución del juez de garantía puede declarar legal la detención, o declararla ilegal.
Si el juez de garantía declara legal la detención, hay que distinguir según si el fiscal o su
abogado asistente cuentan con antecedentes necesarios o no (pensando más en las medidas
cautelares que en la formalización de la investigación, porque para formalizar no es
necesario contar con ellos).
b) Si no es así, el Ministerio Público podrá pedir ampliación de la detención hasta por tres
días, con el fin de preparar su presentación (art. 132 inc. 2º, 2ª parte). El juez de garantía
accederá a dicha petición “cuando estimare que los antecedentes justifican esa medida” (art.
132 inc. 2º, parte final). Esto último dependerá, por un lado, de la relación que exista entre
las diligencias faltantes y la privación de libertad del imputado, en el sentido de que para
que aquéllas se realicen sea necesario que ésta se mantenga, y por otro, de la posibilidad de
que a futuro se decrete la prisión preventiva, pues no parece razonable que se prolongue la
detención para pedir en su momento otra medida cautelar menos lesiva, como las del art.
155. En realidad, lo que el juez hará será aplicar la lógica de la relación costo-beneficio,
propia del principio de proporcionalidad.
Existe una corriente jurisprudencial que plantea que la ampliación de la detención para que
el fiscal o el abogado asistente del fiscal preparen su presentación, sólo procedería en los
casos de flagrancia, pues sólo en ellos parece razonable y entendible que el Ministerio
Público no cuente en la audiencia de control de detención con todos los antecedentes
necesarios para formalizar y fundar una petición de prisión preventiva. En las hipótesis de
detención por orden judicial, en cambio, no sería procedente, porque si ya se decretó una
orden judicial, es porque existen antecedentes para formalizar y pedir medidas cautelares.
7
Salvo la situación especial del art. 186.
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En todo caso, debe reconocerse que la ley no efectúa ningún distingo y que también existe
jurisprudencia que acepta la ampliación de la detención en los casos de orden judicial.
Una vez cumplido el plazo de detención ampliado, el Ministerio Público procederá, si lo
estima pertinente, a formalizar la investigación y a pedir medidas cautelares.
Si la detención se declara ilegal, significa que el imputado nunca debió haber sido traído
detenido a la presencia del juez. Antes de la ley Nº 20.253, en estos casos el detenido
quedaba en libertad inmediata y, aunque existía jurisprudencia contradictoria sobre la
materia, en general los jueces de garantía sostenían que el Ministerio Público no podía
aprovechar ese momento para formalizar la investigación y pedir medidas cautelares, de
modo que si quería hacerlo, debía solicitar que se citara a todos los intervinientes a una
audiencia para tal efecto. Ello, porque se afirmaba que en estas hipótesis el imputado no se
encontraba en el caso previsto en el art. 132, por lo que era aplicable lo dispuesto en el art.
231. Hoy, tras la modificación hecha por la ley Nº 20.253, como ya lo vimos, a pesar de
que la detención sea declarada ilegal, el Ministerio Público puede formalizar la
investigación y pedir medidas cautelares, y dicha declaración no produce efecto de cosa
juzgada en relación con las solicitudes de exclusión de prueba que se formulen en la
audiencia de preparación del juicio oral, por lo que prácticamente no existe ningún costo
negativo para la persecución penal (art. 132 inc. 3º).
Durante mucho tiempo el Ministerio Público intentó impugnar la resolución que declaraba
la ilegalidad de la detención, por la vía del recurso de apelación. Conforme al art. 370, sólo
son apelables las resoluciones dictadas por el juez de garantía: a) cuando pusieren término
al procedimiento, hicieren imposible su prosecución o la suspendieren por más de treinta
días, y b) cuando la ley lo señalare expresamente. La mayoría de la jurisprudencia entendía
que, siendo éstos los supuestos de procedencia de la apelación, no era admisible el recurso
cuando se intentaba contra la resolución que declaraba ilegal la detención, pues no ponía
término al procedimiento (ya que el fiscal podía seguir investigando e incluso formalizar,
en una nueva audiencia), no lo suspendía, no había imposible su prosecución y tampoco era
un caso expresamente contemplad en la ley. No obstante, algunas Cortes de Apelaciones
consideraban procedente el recurso de apelación en estos casos, interpretando ampliamente
la frase “hicieren imposible su prosecución”, pues señalaban que cuando el juez de garantía
declaraba ilegal la detención se producía, en los hechos, una imposibilidad material de la
prosecución del procedimiento, ya que en la audiencia de preparación del juicio oral lo más
probable era que se excluyera la evidencia recopilada producto de la detención, por ser
ilícita (art. 276 inc. 3º), con lo cual las posibilidades de éxito de la persecución decaían
considerablemente hasta su desaparición. Esta discusión terminó con la entrada en vigencia
de la ley Nº 20.253, ya que incorporó el art. 132 bis, que expresamente concedió al fiscal o
al abogado asistente del fiscal 8 la posibilidad de apelar de esta resolución, pero sólo en el
8
Durante la tramitación de la ley Nº 20.253, el Tribunal Constitucional señaló que la frase “será apelable por
el fiscal o el abogado asistente del fiscal”, contenida en el art. 132 bis, es constitucional, siempre que se
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caso de los delitos establecidos en los artículos 141, 142, 361, 362, 365 bis, 390, 391, 433,
436 y 440 del Código Penal, y los de la ley N° 20.000 que tengan pena de crimen.
Sin perjuicio de lo anterior, el Código Procesal Penal establece que “toda persona privada
de libertad tiene derecho a ser conducida sin demora ante el juez de garantía, con el objeto
de que examine la legalidad de su privación de libertad y, en todo caso, para que examine
las condiciones en que se encontrare, constituyéndose, si fuere necesario, en el lugar en que
ella estuviere. El juez podrá ordenar la libertad del afectado o adoptar las medidas que
fueren procedentes” (art. 95 inc. 1º). Es importante que exista esta disposición, ya que
plasma en un texto legal lo consagrado como garantía en el Pacto de San José de Costa
Rica. De este modo, el legislador permite, en el caso de personas privadas de libertad que
no sean conducidas ante el juez de garantía, que cualquier persona en su nombre se acerque
a dicho juez y le informe de la situación, ante lo cual éste deberá ordenar que el privado de
libertad sea traído a su presencia o constituirse en el lugar en que se encuentra (art. 95 inc.
2º)
Por lo tanto, la persona que se encuentra privada de libertad tiene a su disposición dos
mecanismos tendientes a controlar que la afectación de su libertad personal sea legítima: la
entienda que ella no obsta a que los demás intervinientes en el proceso penal puedan ejercer el mismo derecho
(por ejemplo, el querellante).
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acción constitucional de amparo (art. 21 CPR) y el amparo ante el juez de garantía (art. 95
CPP).
I. La prisión preventiva
1. Concepto
Puede definirse la prisión preventiva como la privación de libertad del imputado, por
tiempo indefinido, mediante resolución judicial, a solicitud del Ministerio Público o del
querellante, una vez formalizada la investigación, para asegurar los fines del procedimiento,
la seguridad del ofendido o de la sociedad, o evitar que el imputado se fugue (arts. 139 y
140).
Dentro del catálogo de medidas cautelares personales que el Código contempla, la prisión
preventiva es de última ratio, es decir, debe utilizarse sólo cuando las demás medidas
fueren consideradas insuficientes (art. 139 inc. 2º).
Los requisitos que deben concurrir para que se decrete la prisión preventiva están
enunciados en el art. 140, conforme al cual debe haberse formalizado la investigación,
haberse solicitado por el fiscal o el querellante y haberse acreditado por el solicitante el
supuesto material y la necesidad de cautela.
De la lectura del encabezado del art. 140 se desprende que para que se pueda decretar la
prisión preventiva se requiere, en primer lugar, que se haya formalizado la investigación.
La misma idea se extrae del art. 230 inc. 2º.
persecución se somete a la tramitación del procedimiento simplificado (art. 388), por lo que
parecería razonable concluir que en el procedimiento simplificado se puede decretar la
prisión preventiva.
b) Que se solicite
Este requisito también se extrae del encabezado del art. 140, por lo que el juez de garantía
no puede decretar de oficio la medida cautelar. Sólo puede ser solicitada por el Ministerio
Público o por el querellante, no así por la víctima que no se ha querellado.
Este requisito, que también se extrae del encabezado del art. 140, es importante porque el
juez de garantía deberá fundar la resolución que decrete o rechace esta medida cautelar,
fundamento que recaerá precisamente en los antecedentes que el solicitante invoca para
acreditar el supuesto material y la necesidad de cautela (arts. 36 y 143).
c.1) El supuesto material [art. 140 letras a) y b)] (fumus boni iuris)
El solicitante debe acreditar que existen antecedentes que justificaren la existencia del
delito que se investigare [letra a)] y que existen antecedentes (los mismos u otros) que
permitieren presumir fundadamente que el imputado ha tenido participación en el delito
como autor, cómplice o encubridor [letra b)]. Esto significa que debe demostrar la
existencia de cargos serios, a través de la mención de dichos antecedentes. En nuestra
opinión, para evaluar la seriedad de los antecedentes el juez debe considere dos aspectos:
i) material: o sea, la cantidad y la calidad de esos antecedentes
ii) legal: es decir, que los antecedentes no hayan sido obtenidos con vulneración de
garantías, pues no tiene sentido decretar una medida cautelar fundada en evidencia que será
excluid como prueba en la audiencia de preparación de juicio oral por ilicitud de la misma
(art. 276 inc. 3º).
Por otra parte, lo que exige el art. 140 es acreditar que existan antecedentes, por lo que no
cabe fundar la solicitud (ni tampoco la resolución que recae sobre ella) en presunciones
legales. Por ejemplo, no podría el Ministerio Público invocar la presunción de tentativa de
robo del art. 444 CP si sorprenden a una persona ingresando a una casa por la ventana, pues
lo único que se presume es la inocencia del imputado, de modo que se requiere de
antecedentes que la desvirtúen. En todo caso, claro está, esto no obsta a que el juez pueda
fundar su resolución sobre indicios.
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La justificación del hecho de que se pueda imponer la prisión preventiva en esta hipótesis
de necesidad de cautela está en asegurar los fines del procedimiento, por lo que parece
legítima su previsión por parte del legislador. Pero la medida debería durar el tiempo
estrictamente necesario para poder asegurar la evidencia, tras lo cual el imputado debería
quedar en libertad.
Se entenderá que la seguridad del ofendido se encuentra en peligro por la libertad del
imputado cuando existieren antecedentes calificados que permitieren presumir que éste
realizará atentados en contra de aquél, o en contra de su familia o de sus bienes (art. 140
inc. final).
Al igual que en el caso anterior, la redacción original era distinta, pues ésta aludía a
atentados “graves”, adjetivo que fue eliminado por la ley Nº 20.074 para ampliar el
supuesto de procedencia de la prisión preventiva. Con la actual regulación, aunque no sea
grave el atentado que se presuma pueda realizar el imputado contra la víctima, su familia o
sus bienes, la necesidad de cautela se verifica.
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Como lo vimos más arriba, esta hipótesis de necesidad de cautela puede reconducirse en
forma indirecta a fines del procedimiento, incluyendo dentro de éstos la prevención del
hecho objeto del proceso, por lo que también podría considerarse legítima su inclusión en la
regulación de la prisión preventiva.
Antes de la modificación que a esta disposición hizo la ley Nº 20.253, se incluían también
otros criterios: el hecho de encontrarse el imputado sujeto a alguna medida cautelar
personal, en libertad condicional o gozando de algunos de los beneficios alternativos a la
ejecución de las penas privativas o restrictivas de libertad contemplados en la ley, y la
existencia de condenas anteriores cuyo cumplimiento se encontrare pendiente, atendiendo a
la gravedad de los delitos de que trataren, los que hoy se encuentran recogidos en el inciso
cuarto como supuestos en los que se entenderá especialmente que la libertad del imputado
constituye peligro para la seguridad de la sociedad. Conforme a la actual redacción de este
último inciso, se entenderá especialmente que la libertad del imputado constituye un peligro
para la seguridad de la sociedad, cuando los delitos imputados tengan asignada pena de
crimen en la ley que los consagra; cuando el imputado hubiere sido condenado con
anterioridad por delito al que la ley señale igual o mayor pena, sea que la hubiere cumplido
efectivamente o no; cuando se encontrare sujeto a alguna medida cautelar personal, en
libertad condicional o gozando de alguno de los beneficios alternativos a la ejecución de las
penas privativas o restrictivas de libertad contemplados en la ley. Como se comprenderá, y
por reprochable que parezca, el fin buscado por el legislador con la incorporación de este
inciso cuarto es, nuevamente, limitar la libertad del juez, en la apreciación de los supuestos
de peligro para la seguridad de la sociedad, de manera que su discrecionalidad para
ponderar los hechos, podríamos afirmar, prácticamente desaparece.
En este inciso cuarto, el hecho de que los delitos atribuidos tengan asignada pena de crimen
en la ley que los consagra, y el hecho de que el imputado hubiere sido condenado con
anterioridad por delito al que la ley señale igual o mayor pena, sea que la hubiere cumplido
efectivamente o no, son criterios nuevos, incorporados por la ley Nº 20.253, para entender
especialmente que la libertad del imputado constituye un peligro para la seguridad de la
sociedad.
El art. 140 letra c) contempla como último supuesto de necesidad de cautela el peligro de
que el imputado se fugue, sin establecer mayor regulación al respecto, lo que fue incluido
por la ley Nº 20.253. Su incorporación trae aparejado un problema de constitucionalidad, ya
que no aparece mencionado en el art. 19 nº 7 letra e) CPR dentro de los supuestos que
habilitan para decretar la prisión preventiva. El mayor problema que trae aparejada su
consagración, es que impide interpretar el peligro para la seguridad de la sociedad como
peligro de fuga del imputado.
Aún cuando concurran los requisitos para decretar la prisión preventiva, mencionados en el
art. 140, hay ciertos casos excepcionales en los que no resulta procedente su imposición, a
saber (art. 141):
El fundamento de este caso está en que si bien en los delitos de acción privada hay un
interés público comprometido, el interés privado es el primordial, y esto último no sólo
condiciona el inicio de la persecución de dichos delitos a la interposición de una querella y
excluye la intervención del Ministerio Público, sino que también impide la aplicación de la
más lesiva de las medidas cautelares personales.
4. Tramitación de la solicitud
5. Revocación y sustitución
casos no es apelable (art. 149 inc. 1º). Si la petición del imputado preventivamente preso es
rechazada de plano, no cabe apelación. Por lo tanto, podría un imputado estar en prisión
preventiva por mucho tiempo, sin que ningún tribunal tenga la obligación de verificar la
subsistencia de sus requisitos. Recién cuando hayan transcurrido seis meses desde que se
hubiere ordenado la medida o desde el último debate oral sobre el punto, el tribunal estará
obligado a citar de oficio a una audiencia para considerar su cesación o prolongación (art.
145 inc. 2º). Esto nos parece grave.
6. Recursos
Ya hemos señalado que la posibilidad de apelar contra la resolución que ordena, mantiene,
niega lugar o revoca la prisión preventiva sólo es apelable si es dictada en una audiencia
(art. 149 inc. 1º). Lo normal será que dicha audiencia se realice en el juzgado de garantía.
Sin embargo, cuando el imputado está en prisión preventiva y la causa pasa a juicio oral, el
acusado es puesto a disposición del tribunal de juicio oral en lo penal (art. 281 inc. 2º),
debiendo éste pronunciarse acerca del mantenimiento o cesación de la prisión preventiva
[art. 18 letra b) COT]. Esto origina el problema de determinar si cabe o no apelación contra
dicha resolución del tribunal de juicio oral en lo penal, ya que el art. 364 declara
inapelables las resoluciones de este tribunal. En opinión del profesor Tavolari, que
compartimos, en esta materia encontraríamos una excepción al citado art. 364 y procedería
apelación contra esta resolución del tribunal de juicio oral en lo penal. La conclusión
contraria sería absurda. 9
Conforme a lo señalado por el art. 149 incs. 2º y 3º, es posible concluir que se establecen
dos formas de apelación:
a) apelación escrita: Ésta es la regla general y se interpone dentro de los cinco días
siguientes a la notificación de la resolución impugnada (art. 366).
b) apelación verbal: Es la excepción. Se interpone en la misma audiencia y procede contra
la resolución que niega o revoca la prisión preventiva, tratándose de ciertos delitos
especialmente graves (los establecidos en los arts. 141, 142, 361, 362, 365 bis, 390, 391,
433, 436 y 440 CP, y los de la ley Nº 20.000 que tengan pena de crimen). En estos casos, el
imputado no puede ser dejado en libertad mientras no se encuentre firme la resolución,
salvo que no haya sido puesto a disposición del tribunal en calidad de detenido (esta
salvedad parece razonable, ya que si el imputado estaba en libertad y decidió comparecer a
la audiencia a la que fue citado, sabiendo que se pediría o podría pedirse en su contra la
prisión preventiva, no existe motivo para pensar que ahora vaya a fugarse). El recurso
gozará de preferencia para su vista y fallo, debiendo ser agregado extraordinariamente a la
tabla del mismo día de su ingreso o a la del día siguiente hábil.
9
TAVOLARI, “Las medidas cautelares”, en Revista de Derecho Procesal Nº 20, 2005, p. 292.
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La aplicación práctica del art. 149 inc. 2º ha originado un problema interpretativo, porque
tras la enumeración de algunos delitos la disposición señala lo siguiente: “y los de la ley Nº
20.000, que tengan pena de crimen”. La dificultad está en determinar el alcance de esta
exigencia (“que tengan pena de crimen”), en orden a dilucidar si se aplica sólo a los delitos
de la ley Nº 20.000, sobre tráfico ilícito de drogas, o si también alcanza a los delitos del
Código Penal señalados en la enumeración precedente. La cuestión no es baladí, ya que
dentro de los delitos establecidos en los artículos mencionados del Código Penal se
encuentran algunos que no son crímenes, sino simples delitos, como el secuestro simple
(art. 141 inc. 1º CP) y el robo por sorpresa (art. 436 inc. 2º CP). Si se sostiene que la
exigencia de que tengan pena de crimen se aplica sólo a los delitos de la ley Nº 20.000, el
imputado a quien se atribuya un robo por sorpresa y en contra de quien se haya pedido
prisión preventiva, solicitud que se haya rechazado, no podría ser dejado en libertad
mientras no esté firme la resolución denegatoria. Esta sería una interpretación que resultaría
desfavorable para los intereses del imputado. En cambio, si se sostiene que la mencionada
exigencia también se aplica a los delitos establecidos en los artículos enumerados del
Código Penal, ese imputado debería ser dejado en libertad. Esta interpretación le resultaría
más favorable. En favor de la primera posición podría argumentarse que la ley Nº 20.253
introdujo en el Código Procesal Penal otras modificaciones, con el claro propósito de
endurecer el juzgamiento de ciertos delitos, repitiendo de modo casi literal la misma
enunciación de delitos que la contenida en el art. 149 inc. 2º, pero de una forma que permite
concluir, sin ninguna duda, que la exigencia de que tengan pena de crimen se aplica sólo a
los delitos de la ley Nº 20.000. Es lo que sucede con los arts. 132 bis y 150 inc. 6º (en el
segundo, con mayor claridad que en el primero). Pero en favor de la segunda posición
podría sostenerse que el art. 5º inc. 2º obliga a interpretar restrictivamente las disposiciones
que restrinjan los derechos del imputado. En la práctica de los tribunales se observan ambas
posibilidades interpretativas.
Por otro lado, también se ha discutido en la práctica acerca de si el art. 149 se aplica o no en
el juzgamiento de los adolescentes. La ley Nº 20.084, de 7 de diciembre de 2005, sobre
responsabilidad penal de adolescentes, prevé la posibilidad de imponer, como medida
cautelar personal, la internación provisoria en un centro cerrado, que es el equivalente a la
prisión preventiva (art. 32). Algunos tribunales han entendido que el citado art. 149 no es
aplicable a los imputados adolescentes [quienes al momento de darse principio a la
ejecución del delito tuvieren más de catorce años y menos de dieciocho (art. 3º de la ley)],
porque aquella disposición alude a la prisión preventiva y no a la internación provisoria,
medida, esta última, que tendría sus propios fines y particularidades. Otros tribunales han
sostenido que la citada disposición sí es aplicable a los imputados adolescentes, porque la
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ley Nº 20.084, en su art. 27, remite a las normas del Código Procesal Penal en lo no
previsto por ella. En nuestra opinión, el mencionado art. 149 es aplicable en el juzgamiento
de los adolescentes. En efecto, la ley Nº 20.084 no señala ninguno de los requisitos del
fumus boni iuris ni del periculum in mora para imponer la medida cautelar de internación
provisoria, requisitos que ciertamente deben concurrir para que se decrete, los que son
extraídos de la regulación general del Código Procesal Penal sobre prisión preventiva a la
que el art. 27 de la ley remite. De lo contrario, se llegaría al absurdo de concluir que a los
imputados adolescentes se les trataría de peor forma que a los imputados mayores de edad,
ya que la internación provisoria se podría imponer sin que estos últimos requisitos estén
acreditados. Además, a los adolescentes tampoco se les podría aplicar el art. 348 inc. 2º,
que obliga a descontar en la sentencia que condena a una pena temporal, el tiempo de
prisión preventiva [o de detención, o de privación de libertad impuesta conforme al art. 155
letra a)] que el imputado padeció, únicamente porque esta última disposición no menciona
la internación provisoria, lo que también sería absurdo.
En otro orden de ideas, cuando no sea aplicable la excepcional regla del art. 149 inc. 2º, se
contempla la posibilidad de que, estando pendiente el recurso contra la resolución que
dispone la libertad del imputado, la Corte de Apelaciones respectiva pueda decretar una
orden de no innovar para impedir la fuga de éste, antes de que tenga lugar la vista del
recurso (art. 149 inc. 3º).
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En esta audiencia, además del fiscal, el imputado y su defensor, suele estar presente un abogado de
Gendarmería de Chile.
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graves, para otorgar dicho permiso, el tribunal deberá hacerlo por resolución fundada y por
el tiempo estrictamente necesario para el cumplimiento de sus fines (art. 150 incs. 5º y 6º).
El tribunal está obligado a poner término a la prisión preventiva cuando dicta sentencia
absolutoria o sobreseimiento definitivo o temporal, aun cuando estas resoluciones no se
encuentren firmes (art. 153). En estos casos, se pondrá imponer una medida cautelar
personal del art. 155, cuando se estime necesario para asegurar la presencia del imputado.
1. Características
b) Proceden a petición del fiscal, del querellante o de la víctima (encabezado art. 155), a
diferencia de lo que ocurre en materia de prisión preventiva, que sólo puede ser solicitada
por el fiscal o el querellante.
En relación con el fumus bonis iuris, el encabezado del art. 155 nada señala. Sólo alude al
periculum in mora, al disponer que estas medidas serán procedentes para garantizar el éxito
de las diligencias de investigación o la seguridad de la sociedad, proteger al ofendido o
asegurar la comparecencia del imputado a las actuaciones del procedimiento o ejecución de
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d) Son de aplicación preferente a la prisión preventiva, pues ésta procede cuando las demás
medidas cautelares personales son consideradas por el juez como insuficientes (art. 139 inc.
2º), circunstancia que deberá ser acreditada por quien solicita la prisión preventiva.
e) Pueden imponerse en número cualquiera, una o más (art. 155 inc. 2º).
2. Análisis en particular
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Este es otro argumento para señalar que, por reprochable que parezca, para el legislador la seguridad de la
sociedad es algo distinto del peligro de fuga, como lo señalamos más arriba al analizar las hipótesis de
necesidad de cautela de la prisión preventiva.
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En la práctica, esta medida se suele decretar en casos de delitos contra la vida o la salud, y
en situaciones de violencia intrafamiliar.
La forma de impugnar estas medidas es la misma que la que procede respecto de la prisión
preventiva (art. 155 inc. final). Por lo tanto, cabe la apelación y la acción constitucional de
amparo.
A. Concepto
Podemos definir las medidas cautelares reales como ciertas medidas privativas o
restrictivas de la libertad de administración o disposición de bienes que el tribunal puede
adoptar en contra del imputado, para asegurar los fines civiles del procedimiento y,
eventualmente, los fines penales. Esto último será posible cuando la pena asignada al delito
tenga un contenido patrimonial. Por eso se explica que el Ministerio Público pueda solicitar
alguna de estas medidas (art. 157), aunque en la práctica no es común que lo haga.
Estas medidas son las mismas que, bajo la denominación de medidas precautorias,
autorizan los arts. 290 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, a saber:
1) El secuestro de la cosa que es objeto de la demanda (art. 290 Nº 1 CPC)
2) El nombramiento de uno o más interventores (art. 290 Nº 2 CPC)
3) La retención de bienes determinados (art. 290 Nº 3 CPC)
4) La prohibición de celebrar actos o contratos sobre bienes determinados (art. 290 Nº 4
CPC)
5) Otras medidas no autorizadas expresamente por la ley (art. 298 CPC)
B. Requisitos
Surge la duda acerca de si es exigible este requisito, ya que a diferencia de lo que ocurre en
materia de medidas cautelares personales (concretamente, prisión preventiva), en materia
de medidas cautelares reales no hay una referencia expresa sobre el punto. A su vez, el art.
298 CPC, situado dentro del Título V del Libro Segundo del Código de Procedimiento
Civil, al que se remite el art. 157 CPP, exige que se acompañen comprobantes que
constituyan a lo menos presunción grave del derecho que se reclama”. Compatibilizando
esto con el proceso penal, la doctrina señala que tiene que acreditarse el supuesto material,
debe haber “humo de buen derecho”, en otras palabras, antecedentes que justifiquen el
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hecho punible y la participación que se atribuye en él al imputado, tal como lo exige para la
prisión preventiva el art. 140 letras a) y b).
La doctrina suele afirmar que basta con las exigencias que para cada una de las medidas
precautorias formula el Código de Procedimiento Civil.
Existe discusión sobre el punto. Para algunos, sí es necesario, ya que el art. 230 inc. 2º
establece que el fiscal está obligado a formalizar la investigación cuando requiera la
intervención judicial para la resolución de medidas cautelares, sin que la disposición
distinga entre medidas cautelares personales y reales. Además, conforme al art. 5º inc. 2º,
deben interpretarse restrictivamente las disposiciones que autorizan la restricción de
derechos del imputado o del ejercicio de alguna de sus facultades, y en el caso de las
medidas cautelares reales se afectan las facultades inherentes al derecho de dominio del
imputado sobre sus bienes. Por otra parte, el art. 61, tras señalar que después de la
formalización de la investigación la víctima puede preparar la demanda civil solicitando la
práctica de diligencias para esclarecer los hechos que serán objeto de su demanda, agrega
que también podrá cautelar la demanda civil solicitando alguna medida cautelar real. Sin
embargo, otros plantean que no es necesario que se haya formalizado previamente la
investigación, porque el Código no lo estableció expresamente, como sí lo hizo a propósito
de las medidas cautelares personales. Además, el art. 157 establece que las medidas
cautelares reales pueden ser solicitadas durante la etapa de investigación, y ésta comienza
antes de la formalización de la misma.
C. Legitimado activo
Las medidas cautelares reales pueden ser solicitadas tanto por el Ministerio Público, como
la victima, se haya ésta querellado o no (art. 157). Consecuentemente, si se querella alguien
que no es víctima (por ejemplo, en los casos que señala el art. 111 incs. 2º y 3º), no puede
solicitar medidas cautelares reales.
Una vez decretada la medida cautelar real, el plazo para presentar la demanda civil se
extiende hasta quince días antes de la fecha fijada para la realización de la audiencia de
preparación de juicio oral. Y si se trata del querellante (víctima que se ha querellado), debe
hacerlo junto con su escrito de adhesión a la acusación del fiscal o de acusación particular
(arts. 157, 60 y 261)
E. Impugnación
La forma de impugnar las resoluciones que niegan o dan lugar a las medidas cautelares
reales es a través del recurso de apelación (art. 158).
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F. Efectos
Dos son los efectos que suelen atribuirse a la solicitud de una medida cautelar real:
i) Se interrumpe la prescripción de la acción civil. No obstante, si no se dedujere demanda
en la oportunidad correspondiente (hasta quince días antes de la fecha fijada para la
realización de la audiencia de preparación del juicio oral), la prescripción se considerará
como no interrumpida (art. 61 inc. final).
ii) Se determina la calidad de imputado de la persona en contra de quien se pide la medida
(art. 7º inc. 2º). No obstante, si se adhiere a la posición que sostiene que para que la medida
se decrete es necesaria la formalización de la investigación, casi estaría de más mencionar
este segundo efecto, ya que conforme al mismo art. 7º inc. 2º, desde antes de la solicitud ya
se tendría la calidad de imputado.
Preguntas
1. ¿Qué crítica se podría hacer al límite temporal establecido por el Código en materia
de prisión preventiva?
2. Señala tres diferencias y tres semejanzas entre la pena y la prisión preventiva.
3. En materia de medidas cautelares personales, ¿siempre existirá una privación o
restricción de la libertad de desplazamiento de una persona? ¿Por qué?
4. Inventa dos ejemplos para cada tipo de detención ilegal.
5. Piensa en el siguiente caso: Una persona es detenida y en la audiencia de control de
la detención, ésta es declarada ilegal. No obstante ello, el fiscal formaliza la
investigación por robo con violencia en las personas y solicita la prisión preventiva.
Ésta no es concedida y el fiscal apela verbalmente en la misma audiencia contra la
resolución que niega lugar a la medida. ¿Qué sucederá? ¿Qué crítica se puede
formular ante ello?
6. Haz una crítica a la reforma introducida por la ley Nº 20.253 en materia de medidas
cautelares personales.
7. Es un requisito de validez de la audiencia en la que se discute la procedencia de la
prisión preventiva, la presencia del imputado y de su defensor. Busca casos en que
el código no exija esto. ¿Qué argumentarías como defensor frente a estas
disposiciones?
8. ¿Cuál es la importancia de la audiencia de control de detención?
9. Inventa tres ejemplos en los que considerarías necesario decretar una medida
cautelar real, indicando específicamente cuál solicitarías.
10. ¿Qué son las medidas de seguridad? ¿Por qué se dice que la prisión preventiva, en
aquellos casos en que tiene como fundamento el peligro para la seguridad de la
sociedad, se asemeja a una de ellas? ¿Te merece ello alguna crítica?
11. ¿Qué modificaciones introdujo la ley Nº 20.253 en materia de recursos? Haz un
comentario de éstas.
12. Inventa dos ejemplos de flagrancia para cada una de las hipótesis que contempla el
art. 130.
13. En el procedimiento simplificado, ¿se puede decretar prisión preventiva? Qué
argumentos darías a favor y cuáles en contra de esta posibilidad?
14. ¿Qué diferencias existen entre la detención y el control de identidad?
15. ¿Qué diferencias existe entren la prisión preventiva y la detención?
Apuntes de Derecho Procesal Penal 2009 Profs. Diego Falcone S. / Guillermo Oliver C.
16. ¿Qué diferencia existe entre el actual régimen de la prisión preventiva y el anterior a
la entrada en vigencia de la reforma procesal penal?
17. ¿Qué posibilidades interpretativas plantea la frase “que tengan pena de crimen” del
art. 149 inc. 2º? ¿Qué argumentos darías para apoyar las distintas formas de
interpretarla?
18. Imagina que, a petición del fiscal, se decreta la prisión preventiva de un presunto
violador por peligro para la seguridad de la víctima, y que con posterioridad a ello
se acredita que ésta lo visita en la cárcel. ¿Qué argumentarías como defensor para
que termine la medida cautelar?
19. ¿Conoces algún caso en que el detenido por orden judicial pueda ser llevado a un
juez de garantía distinto del que emitió la orden, para efectos de la audiencia de
control de la detención?
20. ¿Por qué crees que se estableció el deber de la policía de informar al fiscal una
detención por flagrancia dentro del plazo de doce horas?
21. Busca en el Código Penal cinco ejemplos de simples delitos respecto de los cuales
no procede la detención.
22. ¿Puede deducirse el recurso de reposición contra la resolución que rechaza la
solicitud del imputado de revocación de la prisión preventiva? Para responder esto,
lee los arts. 362 y 363.
23. ¿Puede el imputado apelar contra la resolución mencionada en la pregunta anterior?