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Para Quien Sienta

Relato del Camino de un Alma

Carolina Wilches

Este libro no pretende ser más que una sugerencia de bitácora


del Camino que un alma transitó. Una humilde y honesta guía,
y ojalá que una compañía para recorrer el más duro de los sen-
deros: el que nos lleva hacia dentro de nosotros mismos.
“Todo el que alguna vez ha construi-
do un nuevo cielo, encontró antes el
poder para ello en su propio infierno”
Friedrich Nietzsche
Camino de un Alma
Para Acompañar la lectura de este mapa
visitá: www.paraquiensienta.com.ar
Si los Demonios son Ángeles caídos,
ciertos Ángeles pueden ser Demonios Ascendidos…”.
Agradecimientos
Agradezco a mi Oscuridad el haberme permitido vivirla tan
intensamente como para elegir conscientemente La Luz.

Agradezco a mi madre por parirme y amarme como supo y


pudo, por nuestro largo camino de vuelta al Amor, su apoyo
incondicional y su cariño. Agradezco a mi padre su amorosa
presencia constante en mi vida, sus palabras y frases que aún
hoy repito. Gracias a los dos por La Vida.

Agradezco al padre de mis hijos, los hijos extraordinarios me


ayudó a concebir y a bien criar. Han sido, son y seguirán sien-
do la razón de tantas razones en mi vida.

Agradezco a Manuel su amor de Alma, y a Charo su Amor de


corazón y cuerpo. Ustedes son lo mejor de mi vida.

Agradezco a mi Maestra su Amor Incondicional, su infinita


paciencia… tu fe me devolvió la mía. Gracias por traerme de
nuevo a la Vida.

Agradezco a mi Guía su enorme compañía y ayuda. Sos una


inmensa presencia amorosa en mi vida.

Agradezco a mis Amigas, todas mujeres extraordinarias, por


inspirarme y sostenerme. Ustedes me animan a ser mejor Ser,
acompañan mis sueños y anhelos, cuidan y nutren mi cora-
zón.

Y agradezco al Amor, por haberme roto en mil pedazos. Sólo


cuando estuve rota pude aprender a ser plena con cada peda-
cito de mi Ser.
Presentación
Estamos hechos de luces y sombras, propias y heredadas, que
en su conjunto no sólo nos pertenecen: son también nuestra
responsabilidad. En el proceso de vivir, habrá a quien nos
toque encontrarnos con vivencias que nos conectarán con lo
peor de nuestra esencia. Nuestra parte más oscura quedará
develada en ello. Podremos ver y palpar la increíble capa-
cidad de destrucción, dolor y sufrimientos que poseemos.
Reconoceremos la maldad en nosotros, experimentaremos
el resentimiento que mueve el dolor; nos nacerán ganas de
hacer daño, y a veces lo haremos, movidos por la necesidad
de compensación ilusoria que nos promete la venganza, la
envidia, la ira y los celos.

No tardarán en manifestarse las consecuencias de todo ello.


Sentiremos desazón, desánimo, soledad y encierro. Cons-
cientes de la devastación que hemos causado, sobrevendrán
la pena y el arrepentimiento. Y tocaremos fondo como nunca
antes, cuando nos tome el desprecio por la persona que he-
mos sido y que estamos siendo. El espanto de tomar concien-
cia de cuánto terror llevábamos dentro sin saberlo.

Aunque no lo podamos ver ni sentir en esos momentos, cuan-


do lo más negativo aflore en nosotros y deje nuestra vida des-
hecha, será cuando comience la real y genuina posibilidad
de sanarnos... pues es en el Infierno dónde inicia el camino
al Cielo.
Nuestra mejor parte, nuestra esencia inocente, la capacidad
de amar y ser felices se encuentran detrás de nuestro espanto,
cubiertas por capas y capas de dolor, soterradas debajo del
resentimiento afectivo. Para llegar a ellas no hay otro cami-
no que el de atravesarnos por dentro, cruzar nuestras peores
sombras, ser honestos con lo que vamos descubriendo. Y aun
cuando parezca interminable el proceso, seguir siguiendo;
pues el corazón nos avisa que esta es la manera de llegar a
nuestro genuino encuentro.

Y llegará un día en que tanto esfuerzo tendrá sentido. Así


como hubo de las malas, vendrán también las buenas, y casi
sin advertirlo tocaremos por primera vez nuestra Alma. Ha-
bremos en el proceso construido un camino, abierto una ren-
dija, por donde nuestra Luz comenzará a salir a la superficie.
Y allí lograremos en un instante conectar al fin el Corazón
con la cabeza, alumbrando (dando a luz) nuestra Divina
Esencia, y con ella la felicidad de existir.

Para hacer el Camino Recto, a veces primero habremos de


recorrer el camino torcido. Es tortuoso el proceso, mas vale
todas las penas una vez conseguido.

Con cariño,
Carolina Wilches
Carolina Wilches

“No cambié.
Voy descubriendo quién soy al encontrarme a mí misma
en lo distinto de aquella irreal que mostraba en la super-
ficialidad de no buscarme”.

Cerro yacones – abril 2007


ueremos ser amados, es la búsqueda
constante de cualquier ser humano
promedio. Queremos que nos amen,
que nos quieran, queremos ser acep-
tados, valorados, queremos tener una
buena vida y ser felices, aunque no
tengamos muy en claro qué es real-
mente la felicidad. Buscamos denodadamente todo
ello en nuestra vida adulta, y hacemos mucho es-
fuerzo para alcanzarlo, nos adaptamos muchas ve-
ces hasta casi deformarnos en la promesa de encon-
trar así el amor ansiado que nos hará plenos.

Mientras hacemos lo que se espera y corresponde,


debemos mantener nuestro mundo interior lo más
callado posible, para que así nuestra vida transcu-
rra con general normalidad. Seremos seres civili-
zados, tratando de mostrar que somos buenos y
somos sanos. Cumpliremos con los mandatos, los
supuestos esperados para una vida normal. Y todo

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Para quien sienta – Relato de un camino interior

irá muy bien, y quizás lo podremos sostener por


mucho tiempo, hasta que la vida dirija nuestra mi-
rada más allá de la normotonía (la monotonía de lo
normal) que veníamos sosteniendo.

Surgirá inesperadamente, ya sea por el sentir de un


sueño, un anhelo, o el impulso de hacer algo más
allá de nuestra medida. Podrá ser tal vez el encuen-
tro con otro ser que movilice nuestra estructura de
vida, o el descubrir en nosotros mismos otras ca-
pacidades y ganas… y puede ser todo esto junto
y al unísono. Algo nos movilizará más allá de lo
que hemos aceptado vivir, y ese llamado casi irre-
frenable nos impulsará a ir sin saber bien dónde,
el instinto de dar un salto es inmenso… queremos
animarnos…

Lo que no sabremos en ese momento es que ese lla-


mado tendrá un costo, para muchos uno inmenso:
conocer quiénes somos de verdad. Al ir tras lo que
sentimos impulsivamente comenzaremos a darnos
cuenta de que el que somos no es el que hemos
mostrado ser; somos el conjunto de todas nuestras
vivencias, sentires, dolores y alegrías. Y todo ello
habrá de aflorar y manifestarse, para que tomemos
medida de lo que llevamos dentro, lo que había de-
trás de aquel mundo interior que manteníamos en
silencio, simplemente porque no queríamos escu-
char. Estábamos muy ocupados tapando la verdad.

Llega el día en el que nos desobedecemos, nos reve-


lamos contra nuestra perfecta receta de ser buenos
y aceptados. Queremos más, no sabemos bien qué,

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Carolina Wilches

pero más de lo que es, y allí se abren las puertas de


nuestro mundo interno. Para algunos es igual que
adentrarse en el infierno, el que ya llevábamos den-
tro pero no advertimos. En ese animarnos a salir de
lo normal comenzamos a vivir lo que es de verdad,
debiendo experimentar lo real que somos y que no
parecemos.

Bajamos así del camino que veníamos recorriendo


y tomamos el desvío, “la colectora” que nos lleva-
rá directo a la sucesión de vivencias que develarán
quiénes somos realmente, de qué estamos hechos.
Vamos rumbo a enfrentar nuestros peores miedos,
ahondarnos profundo en nuestro interior, mas no
lo sabemos. Entre el entusiasmo, la novedad y el
envalentonamiento, bajamos del camino prolijo
que veníamos recorriendo y aceleramos a fondo en
este nuevo y desconocido sendero.

Hay quienes juran que estos desvíos son parte del


plan de alma que nosotros mismos hemos pedido;
encuentros y vivencias pactados aun antes de na-
cer… Siento que es bastante cierto, pues después
de transcurrido mucho tiempo de haber bajado del
camino preestablecido, nuestro Ser se transforma
al haber sobrevivido el encuentro consigo mismo.

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Toma I

Demonio Caído
Carolina Wilches

“…Descendió a los
infiernos y al tercer día
resucitó de entre los muertos…”

E
l sentido de esta experiencia a la que llama-
mos vida es para nuestra Alma “Trascender”,
Ser más allá de lo que se es. En otras pala-
bras, es ampliar nuestra conciencia y capaci-
dad de Amar a través de lo vivido.

Llegamos al inicio de nuestra vida adulta, algunos


más, otros menos, cubiertos por capas de vivencias
impregnadas de soledad, miedo, violencia, aban-
dono, inseguridad y dolor. Habitamos una rígida
dualidad entre el Ser que muestro y el que escondo,
ambos resultados lógicos y justificados en mis expe-
riencias de vida.

Mas insisto, nuestra Alma ha venido a trascen-


der esas vivencias, lo cual no va de reprimir, es-
conder ni simular, sino de aceptar e integrar lo
vivido. En ello, la energía de la Vida nos guia-
rá hacia la luz, debiendo ineludiblemente atra-
vesar nuestra oscuridad para alcanzarla. Ser la
consecuencia de nuestra historia no es el sentido.
Transformarnos en el ser capaz de comprender,

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Para quien sienta – Relato de un camino interior

aceptar y amar esa historia, elevándose sobre esas


vivencias, sí lo es.

Para resucitar habrá que morir. Será ello enfrentar


nuestro interior por el reflejo del exterior. Buscan-
do la luz empujaremos la oscuridad hacia afuera,
y aun en nombre del amor, proyectaremos lo peor
sobre los demás y nuestra propia existencia. Sólo
ahí seremos conscientes de cuánto dolor, miedo, re-
sentimiento, culpa y vergüenza hemos acumulado.
No es nuestra historia la que habremos de sanar,
sino los sentimientos sin conciencia respecto a ella.

Aflorará la furia, el terror, el miedo al abandono,


la violencia que se alimenta de concebir al otro
como un enemigo capaz de provocar mucho daño.
Tendremos que mentir, fingir, simular; nos entrega-
remos con justificaciones a lo injustificable que es
hacernos daño, dejar que nos dañen y dañar a los
demás, sobre todo a esos otros que juramos amar.
El vivenciar todo ello nos mostrará de qué estamos
hechos en nuestra mente y estado emocional, y
cómo estamos viviendo.

Obraremos así convencidos de que eso es lo correcto,


esa es la manera de obtener el amor que siento me fal-
tó y exijo me den, de hacer algo bueno con mi vida, y
lograr lo que tanto quiero: ganar. Cada quien tendrá
su motivación, vivir desde los vacíos no es otra cosa
más que una acabada descripción de la muerte.

Donde el cuerpo se separa del alma, y nada tiene


sentido. En advertirlo, en agotarnos, en cansarnos

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Carolina Wilches

de luchar y sufrir, en rendirnos y tocar fondo estre-


pitosamente. Cuando esta vida endeble de razones
equivocadas se desmorone, habremos tomado con-
ciencia, y nos cuestionaremos quizás por primera
vez qué estamos haciendo, cómo estamos viviendo,
qué estamos creando con nuestra vida y nuestro ser.

Dejaremos de creer que sabemos qué nos conviene y


hasta qué queremos, soltaremos nuestra minúscula
idea de cómo funciona la vida y de qué es lo que tie-
ne sentido hacer, y en esa renuncia por agotamiento,
emergerá una tenue, ínfima rendija por donde comen-
zará a colarse un rayo de luz. Si elegimos seguirlo, si
sentimos hacerlo, habremos de comenzar a trabajar en
nuestro resucitar, que llevará mucha labor y tiempo;
implicará mucha renuncia y cruda honestidad, donde
habremos de entregarnos sin resistencias al proceso.

Serán pasos pequeños, al principio llenos de des-


concierto, con avances construidos sobre retroce-
sos, con tiempos de retorno al mismísimo infierno,
donde habremos de fortalecer nuestra voluntad de
salir de todo ello. Mas al poco andar, la intensidad
de la luz comenzará a entrar en nosotros sin siquie-
ra saber cómo, comenzaremos a darle sentido al
infierno vivido, pues el ser que estamos llamados
a ser se encuentra tras la muerte del que fuimos.
Así como sólo la luz desvanece la oscuridad, sólo
el amor transforma el ser que fuimos en el ser que
estamos destinados por el alma a ser.

CW
1974 - 2012

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Para quien sienta – Relato de un camino interior

Cuando no queda nada

A
tantas cosas me he aferrado, tanto he
creído necesitar para vivir, tanto me he
resistido a soltar y sin tiempo de espera;
no fui yo quien al final abrió la mano,
fue la vida quien la forzó, dedo por dedo, vencien-
do mi fuerza prensil hasta no poder más y soltar.
¿Perdí? Quedé sin nada… ¿es éste el vacío?

¿Qué queda cuando ya no queda nada? ¿Qué que-


da de uno cuando lo pierde todo? Lo que anhela-
ba y necesitaba, el sentido y valor de uno mismo…
¿Quién soy? ¿Quién es el otro? ¿Dónde está Dios?
Cuántas preguntas que no vienen en palabras, son
sentires dentro del alma.

Quise cambiar, quise sanar. Quería una vida que


compensara mis errores, mis dolores y mis fallas.
Quería ser alguien dentro del nomenclador de la
vida, madre, mujer, amiga. Quería un amor, un
compañero. Quería me quisieran, que alrededor
sólo vieran o descubrieran mi parte buena… Que-
ría estar estando, acompañar acompañando. Por
sentimiento y por necesidad… Y de necesitar, ne-
cesitaba la convalidación de otros, de todos, para
sentirme alguien factible de amar, alguien distinto
a quien en verdad terminé descubriendo que soy.

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Carolina Wilches

A tantas cosas me resistía, no quería que pasaran,


no quería que fueran así, dolían, hacían sufrir, me
resistía a aceptarlas. Necesitaba contar mi versión,
mi verdad, como si fuera cierta, llena de máscaras
y capas que no podía soltar. Y no fue que las solté,
no cayeron solas: las arrancaron.

¿Cuál es el camino? ¿Qué le da sentido? ¿Qué es


lo que de verdad espera Dios que haga? ¿Cómo es
correcto ser o hacer? ¿Vale más una apariencia, un
parecer, un fingir que una verdad? ¡Se acepta más
la hipocresía que la verdad! Cuánto cuesta ser ge-
nuino, sincero, cuánto cuesta mostrarse tal cual se
es, cuánto cuesta, en costo, decir la verdad. ¿Since-
ricidio sin sentido o sanación de verdad?

No lo sé… tanto resentimiento, sentido y endilga-


do, tanta pérdida de todo lo que creía real.

Miro dentro y veo, nada queda. Todo aquello que


anhelaba, se fue, se perdió, todo lo que creí ser, ya
no lo soy, ya no está o no importa más. Y me sor-
prende sentir, sin quererlo, cuánto queda cuando
no queda nada. Cuánto sentimiento hay cuando ya
no hay nada que sentir.

Noviembre 2013

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Para quien sienta – Relato de un camino interior

La envidia

B
astará tener un momento de honestidad
interior para darnos cuenta de que algu-
nas veces, y con algunas personas, hemos
sentido envidia.

La envidia es una emoción socialmente condenada.


El imaginario la conecta con falencias de autoes-
tima y valoración propia, sentirla nos avergüenza
y disminuye. De las emociones sociales es, quizás,
una de las más difíciles de admitir –además de te-
ner envidia, tengo que reconocerlo con la corres-
pondiente condena lastimosa de los demás.

Sin embargo, la envidia guarda una riqueza enor-


me, es una emoción compuesta que se produce
cuando vemos y vivenciamos algo en otro que de-
seamos para nosotros mismos.

Si nos quedamos solamente en la superficie, no nos


conectaremos con el mensaje que esta emoción nos
está transmitiendo. Hay algo deseábamos hacer y
no lo hicimos, hay algo deseábamos sentir y no lo
estamos sintiendo y verlo en ese otro que sí lo hace,
sí lo siente, nos recuerda que nosotros también de-
seamos disfrutar de ello, anhelamos tener un senti-
do, queremos ser felices, pulsamos por estar bien.

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Carolina Wilches

En vez de quedarnos envidiando damos un paso


más, nos conectamos con nuestro corazón y descu-
brimos que hay cosas, situaciones y realidades que
queremos y por las cuales no estamos trabajando.
Como siempre, es una elección quedarse en rego-
deo de la envidia, o ponerse a trabajar en aquello
que deseamos sentir para nosotros mismos.

Si no tomamos a la envidia como una mensajera


de los anhelos que poseemos en nuestro interior y
nos damos por vencidos, entraremos en el campo
de las minúsculas posibilidades donde todo lo que
hemos soñado no tiene manera de crecer. Y ahí ya
no es envidia lo que sentiremos: será resentimien-
to, y el resentimiento nos lleva a desear que todos
empequeñezcan su vida para asemejarse, lo más
que se pueda, a la nuestra, que por no perseguir el
llamado se volvió minúscula y mediocre, limitada,
obtusa y sin sentido.

Existen sólo dos maneras de tener el jardín más lin-


do del barrio: destruir todos los demás jardines o
trabajar con amor en el propio. La primera opción
viene desde lo negativo. Lógicamente además saca-
rá lo peor nosotros, habremos de conectarnos con
el resentimiento y tendremos que estar atentos al
jardín del otro. La segunda opción, es el camino de
la alegría del alma.

Nadie está llamado a ser mejor que otro, nadie. El


llamado está en ser mejor que nosotros mismos, su-
perarnos desde el corazón y el alma y no desde el
ego.

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Para quien sienta – Relato de un camino interior

Nuestro sentido en esta vida no es preocuparnos


por nuestra reputación, que en definitiva, es lo que
los demás piensan de nosotros. Nuestro sentido es
preocuparnos por nuestro carácter, ir sanándonos
día a día. Para ello debemos poner el corazón en
contemplar aquello que deseamos y soñamos, en
aquello que alborota nuestra alma cuando lo ima-
ginamos. Así, entramos en el campo de las infinitas
posibilidades donde nuestros sueños y nuestro ser
más elevado nos llaman a crear la vida que tanto
anhelamos.

Y la envidia se irá transformando en admiración,


pues seré capaz de sentirme pleno en mi ser y agra-
decer lo que otros son capaces de hacer y vivir tam-
bién.

Septiembre 2013

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Carolina Wilches

Luces y sombras de un mismo ser

L
a vida nos rompe para que nos volva-
mos a unir, a rehacernos pedazo por pe-
dazo, hasta que volvamos a ser uno, uno
solo.
Trozos de vanidad y pulsiones, miedos e iras, suel-
tos a la deriva en el inmenso e infinito espacio inte-
rior, colisionando por momentos contra los restos
de la afectividad, el sentimiento y el sentido.

¡Qué difícil! Qué doloroso asumirse roto, saberse


claro, sentirse oscuro, mostrarse en luz, sufrirse en
sombras. ¡Cuánto miedo da juntar todo!

Pero, ¿qué usar como ungüento para unir e inte-


grar? ¿Qué sustancia? ¿Qué energía puede tener
la fuerza de aunar todos estos pedazos, partes y
fragmentos, en un mismo ser? Sólo el Amor puede.
Dios, la Fuerza Primal del Universo. Ese sentir que
está adentro y que no puede entenderse.

No viene de mí, pero está en mí. No soy yo, pero


forma parte de lo que soy.

Unirse sana, integra. Sentirse uno, roto pero uni-


do, nos da sentido, nos hace uno. Asumir nuestras

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Para quien sienta – Relato de un camino interior

sombras nos da Luz. Asumir nuestros pedazos nos


transforma en un ser completo.

No se puede vivir roto. Lo roto rompe, destruye,


depreda hacia dentro y hacia afuera. Encontrar en
nosotros el Amor nos vuelve uno solo, aun roto.

Junio 2014

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Carolina Wilches

Poder vs. Fuerza

G
ran parte de la vida que creemos vivir
nos la pasamos “haciendo fuerza”. ¿Para
qué? No lo sé, pero mucha fuerza hace-
mos. Vivimos en una cultura del culto a
la fuerza; el más forzudo, la más fuerte, el más es-
forzado.

Si hago fuerza significa que existe algo a lo que nos


estamos oponiendo, y no sólo eso, sino que quere-
mos hacerlo cambiar de sentido. ¿Contra qué nos
oponemos? ¿Qué es lo que no aceptamos tal cual
es? Definitivamente, voy concluyendo que es a la
vida misma. Hacer fuerza es pelearse con la vida
y, en ello no sólo se nos pasa la vida, sino que la
vamos perdiendo.

El universo o Dios no usan la fuerza, es más, no la


conocen. El universo no se esfuerza por ser, menos
por parecer, las galaxias no hacen fuerza para mo-
verse, el sol no se esfuerza día tras día para apare-
cer, las plantas no brotan haciendo esfuerzo. ¿Cuál
es la energía con la que se alinea todo? Claramen-
te, mis estimados, el poder, pero no el poder bajo
la acepción que nuestras mentes tienen concebida,
sino el poder de esa energía que hace girar a los
planetas, el poder que hace crecer una planta, el

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Para quien sienta – Relato de un camino interior

poder que transforma dos células en un ser huma-


no bello en sólo meses. Ese es el flujo de la Vida.

El tao nos habla de la no-acción, de la no-lucha,


nos habla de permitir que el poder de la vida se
manifieste a través de nosotros. Y lo único que de-
bemos hacer para que ello ocurra es dejar de hacer
fuerza, porque nuestra fuerza no es otra cosa que
oposición, resistencia, arrogancia, ego. La vida y
Dios, el poder de la creación, ni se enteran de nues-
tros condicionantes, mandatos, pretensiones, obje-
tivos o metas; la vida sólo quiere una cosa: vivir. Y
lo hace de manera sabia, fluida, sin resistencia, sin
virulencia, sin fuerza. Lo hace con poder.

Puede que sea una circunstancia en particular en


nuestras vidas, un hecho doloroso, una enferme-
dad. Puede que sea un tiempo de nuestra existen-
cia, un agotamiento. Puede ser una gran frustra-
ción, una pérdida, un desmadre de lo que solía ser
y ya no es, pero Dios escribe derecho en renglones
torcidos. Llega un momento en el que se nos aca-
ban las fuerzas, ya no podemos resistir más, ya no
tenemos fuerza para confrontar, para esforzarnos,
para seguir oponiéndonos. Entonces aceptamos la
derrota y afirmamos que la vida nos ha vencido, ¡y
en buena hora esto ha ocurrido!

Nuestro ego, esa falsa concepción del ser que nos


dictamina cómo las cosas deberían haber sido y
no fueron, se siente abatido, derrotado, vapulea-
do. Tanta fuerza, tanto esfuerzo y no logró nada.
Aprendemos, así, la mayor lección: nadie le gana a

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Carolina Wilches

la vida. Y en medio del abatimiento, muchas veces


en medio de la desolación, en medio de la pérdida
del sentido, de la humillación del ego y del dolor,
sin poder hacer más fuerza, el milagro comienza a
ocurrir, dentro de nosotros le vamos dando espa-
cio a la manifestación. ¿De qué? Del poder de la
Vida, pues al no tener más fuerzas nos entregamos.
Y cuando nos entregamos, aceptamos, y cuando
aceptamos, fluimos. Nos dejamos llevar como esos
barquitos de papel en el cordón cuneta después de
una lluvia y, muy a pesar de nuestro ego, nos vamos
dando cuenta de que la vida sabe mucho mejor que
nosotros a dónde debemos de ir, qué debemos ha-
cer, cuál es nuestra misión.

La fuerza ya no hace falta, ahora somos vida, somos


poder, el poder de la entrega, de la fe, del amor.

Llegan momentos, en diferentes circunstancias, en


los que ya no podemos hacer lo que antes hacía-
mos, no podemos estar con quien estábamos, no
podemos vivir como vivíamos. El ego se resiente, se
aferra, patalea, mira al cielo y pregunta: ¿por qué a
mí? Su identificación con lo que hacíamos lo hace
sentir que estamos dejando de ser, siente que eso es
morirse, está agotado, frustrado y sin rumbo. En
ese caos del ego surge el Espíritu, el Alma, y es así
como la cabeza se calla para que el corazón hable.

En esas pérdidas de la mente surgen los sentidos


del corazón, y si dejamos espacio el poder aflora, se
manifiesta para que nuestro ser se aúne a la vida, se
alinee y ya no tengamos contra qué luchar ni a qué

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Para quien sienta – Relato de un camino interior

aferrarnos. Entonces sólo nos dejamos ser, y en vez


de sentir que vivimos la vida, nos damos cuenta de
que es ella quien nos está viviendo.

Mayo 2013

20
Carolina Wilches

Levántate mujer
Levántate… no vas a hallar nada ahí en el suelo.

Levántate… no será tu reflejo en las lágrimas lo que


te dará consuelo.

Levántate… sólo la autocompasión y la miseria ha-


bitan ahí abajo, rastreras emociones que te hunden
sin ningún desparpajo.

¡Levántate! Que ahí tirada,


victimizada y dolida,
no vas a conseguir nada.
Ni que el amor vuelva,
ni que el dolor se pare,
ni que el tiempo pase,
ni que la furia se calme.

¡Levántate...! Ya fue suficiente…


Los gritos, los llantos, el dolor y la muerte.
Levántate Mujer… Levántate del suelo…
No hay dignidad alguna,
que se recomponga con duelo.
Ponte de pie. Mira hacia adelante.
Ya todo paso, sólo lo revive tu mente,
desordenada y revuelta,
con pensamientos ausentes,

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Para quien sienta – Relato de un camino interior

llenos de dolor, de traición


son ellos los que tu corazón siente.

De la realidad, nada ha cambiado,


ni el pasado ni el presente.
Ya basta mujer, ya fue suficiente.
No hay amor que duela tanto,
no hay hombre que lo detente.

Lo dado, que con dulzura brindaste,


todo lo que pudiste ya lo soportaste.
Ahora ya es tiempo, tiempo de renovar,
tiempo de soltar y no mirar más hacia atrás.
Con dignidad, con coraje,
con determinación y temple,
aprende de la lección,
lo que no te mata,
te fortalece.

Centra tu mirada en lo dado,


y nunca olvides lo recibido,
pues aunque no haya sido el amor que esperabas,
¡ese hombre fue tu amado!
honra lo que sentiste,
honra lo que te ha sido dado.
Por más esquivo y errante,
por más infiel o amargo,
fue el amor que sentiste,
y fue por momentos mágico.

Y ahora adelante Mujer.


Sólo hace falta el primer paso.
Los demás vendrán por añadidura,

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Carolina Wilches

la vida te acogerá en sus brazos.


Nada es determinante,
ni en el amor ni en los lazos
que nos unen al dolor, a la pena o al desencanto.

Levanta tu frente Mujer. Mira la vida delante.


Lame tus heridas, cesa ya tu llanto.
¡Nadie sabe por dónde camina
sí solo mira el espanto!
¡Levanta tu vista hacia el cielo!
Con fe, con coraje,
deja atrás ya tus miedos,
sólo son fantasmas errantes.
Mueve las piernas mujer…
Que Dios, Dios guiará tus pasos.

Deja que el tiempo pase,


deja que el alma se calme,
deja ir lo vivido, deja ya lo sufrido.
Pero no cometas el error,
de arrojar el corazón al olvido,
sino ¿qué es lo que harás,
con todo lo que has aprendido?

Pero antes… el invierno,


fría soledad en calma.
Bendición dolorosa,
para quien anhela curarse el alma.
Tiempo de mirar por dentro.
Tiempo de enfrentar la falta.
Tiempo de habitar el vacío.
El propio vacío del alma.

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Para quien sienta – Relato de un camino interior

Con cada luna que pase,


una tras otra mirando,
cómo el encuentro contigo
te ira resucitando.
Y aceptando tus miserias,
y aceptando tus fracasos,
aprenderás que el perdón
es el más grande de los milagros.

Y después de la lección,
después del aprendizaje,
tal cual en primavera,
sin irrupciones rimbombantes,
nuevas sonrisas irán brotando,
nuevas miradas irán mirando,
la vida será distinta,
tu misma te habrás cambiado.

Despacio y sin premura


el amor volverá a habitarte,
naciendo de tus adentros,
esparciéndose a todas partes.
Serás más tú misma,
sin vacíos, sin necesidades.
Y aquel amor dolido,
ahora ya distante,
será por fin agradecido,
redimido en un instante.

Vamos Mujer. Levántate.


Levántate ya del suelo.

Soy yo… Tu esencia, soy yo tu conciencia

24
Carolina Wilches

Soy tú misma, gritándote desde adentro.

25
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Cuánto cuesta soltar…


y cuánto cuesta saltar

P
ara saltar, primero hemos de soltar, sol-
tar aquello a lo que nos aferramos. ‌

Apegados como náufragos desesperados a


los yunques que nos hunden persistimos en no sol-
tar, por miedo, por terror, por desesperación. Y
es que a veces sentimos que hemos encontrado el
camino hacia nuestro destino, y sin embargo, sólo
termina siendo un momento, un tiempo de viven-
cias y aprendizajes, mas no el destino.

Y debemos soltar, por más acostumbrados que este-


mos, por más sueños hayamos proyectado, por más
apegados y hasta necesitados que nos sintamos…
Debemos soltar… porque la opción de quedarnos
aferrados, siquiera es la de quedarnos estancados
en el mismo lugar cuando no soltamos lo que ya
sentimos que es tiempo de soltar. La opción de
no hacerlo es la decrepitud del alma; es morirnos
vivos, fenecer con nuestra música dentro, sin que
haya sonado la sinfonía de nuestro corazón al vivir
lo que vinimos a vivir. Los saltos cuestan, dan mie-
do, incertidumbre e inseguridad… pero aun así,
hay que saltar, saltar soltando.

26
Carolina Wilches

Hace varios años, alguien especial en mí, contó esta


historia más o menos así:

“…Un montañista decidido a llegar a la cumbre de


su montaña más alta, luchó durante varios días con
sus noches por coronar la cima, sentía era el senti-
do de su vida, llegar hasta lo alto, bien alto, donde
todos verían que había llegado, y así su vacío de
seguro terminaría.

La última jornada de escalada había sido intensa y


muy dura, aun así decidió no descansar. Habiendo
llegado la noche, cegado por las ansias de lograr su
destino, siguió subiendo en plena oscuridad. No
lograba ver por dónde iba. Colocó el último rease-
guro a su soga de seguridad, lo único que lo unía a
la fría y dura roca que escalaba.

Ascendió unos cuantos metros más, y de repente,


sus crampones deslizaron, su piqueta no logró sos-
tenerlo, una estruendosa caída comenzó en picada
hacia el vacío y la nada. El pánico lo tomó por com-
pleto, estaba cayendo, se estaba matando, a metros
de haber podido lograr la cumbre de su vida… caía
esperando en cualquier instante el golpe que no lle-
gaba, su último destino.

Mas de repente, luego de mucho caer, la soga se


tensó, deteniéndolo suspendido sobre la nada. No
sentía la roca de la montaña ni lograba ver nada,
colgado en la más cerrada noche. El viento azota-
ba, el frío comenzaba a calarle los huesos, y él yacía
ahí, casi inerte como una hoja flotando en el aire,

27
Para quien sienta – Relato de un camino interior

con sólo una soga sosteniendo su vida.

En la desesperación e impotencia comenzó a llo-


rar, y en medio de los sollozos también comenzó
a rezar, pidiéndole a Dios que no lo deje morir, no
así, no ahí, colgado sobre la nada misma. Lloró re-
zando un largo tiempo, hasta que sutilmente sintió
una voz en su interior que le repetía “corta la soga”.
Al escuchar esas palabras, ¡se estremecía! Cómo
podía cortar la soga, si era lo único que lo man-
tenía con vida... Y la voz insistía “corta la soga”…
cuanto más la escuchaba, más a la soga se aferraba.

Algunos días después, otros montañistas buscan-


do la misma cumbre, encontraron el cuerpo de un
hombre sostenido por una soga a tan sólo dos me-
tros del piso.

…corta la soga…

Diciembre 2013

28
Carolina Wilches

¿Quién me ha robado el mes de abril?

T
odos queremos ser felices, YO quiero
ser feliz.   

​En esa construcción mental que tenemos
de felicidad, cuando pensamos en la vida, nuestros
anhelos, deseos y sueños, ojalá que sentados
en algún plácido rinconcito del valle que más
amamos, contemplando una puesta de sol en
otoño, y si uno tiene buena suerte, saboreando
un vino que pareciera haber sido cosechado sólo
para ese momento, e imaginando sobre el cielo lo
que anhelamos vivir, jamás se nos ocurre incluir en
nuestra visión idílica lo que sale mal, los dolores,
pérdidas y fracasos en la vida. Sin embargo, los
muy trágicos, ocurren.

“Si quieres ver reír a Dios, cuéntale tus planes”.


Santa Teresa de Ávila era una genia… Y es que
cuando nuestros planes no coinciden con los de
Dios, estamos jodidos. ¿Adivinen quién tiene prio-
ridad en el tablero de diseño del universo? ¡¡Sí!!
¡Claro! El Arquitecto.

Los fracasos, las pérdidas, los finales, son parte de


la vida, y más aún, generalmente son los motores de
cambio, los ángulos de giro del rumbo que tenía-

29
Para quien sienta – Relato de un camino interior

mos, son los escalones de la rambla del crecimiento


interior. Dicen que del éxito no se aprende nada,
en cambio de las derrotas, se aprende de todo. Y si
es cierto que esta vida es una escuela, y que aquí he-
mos venido a aprender, las pérdidas vendrían a ser
una especie de clase magistral para la licenciatura,
maestría o el doctorado del vivir, según el caso, y
desde luego, según el alumno.

¿Qué nos duele? Después de mucho pensarlo, lle-


gué a la conclusión de que nos duelen tres cosas:
cuando lo que era deja de ser; cuando lo que estaba
ya no está; y cuando lo que debía ser nunca fue. No
hay más. Lo primero nos duele en lo que somos, lo
segundo en lo que vivíamos y lo tercero en lo que
queríamos vivir. En este último, sospecho, es en el
que más se ríe Dios...

Los trabajos se terminan o nos echan; las parejas


de separan o distancian, las amistades se acaban,
los hijos crecen, el cuerpo se achaca, el dinero se
gasta, la piel se arruga, la casa se vende, los dientes
se caen, el negocio se cierra, enfermamos, alguien
a quien amamos muere (único duelo éste, que que-
da explícitamente excluido de cualquier valoración
que aquí vaya a escribir)... Así es esta vida, no sé
bien a quien se lo ocurrió creer que sería fácil…

El problema es que a las pérdidas las vivo YO, y a


mi YO no le gusta perder, es más, ¡el fracaso le da
terror! Porque mi YO está bien educado, cómo lo
está el de casi todos, ¡entonces tiene perfectamente
claro qué es tener éxito y qué no! En su imagina-

30
Carolina Wilches

rio sabe que fracasar se asemeja a morir, porque su


valía depende de lo que hago y cómo lo hago, pero
fundamentalmente el valor que los demás asignan
a lo que hago. Y cuando pierdo, mi Yo se pierde,
desaparece todo lo que cree que él es. Temporada
difícil para cualquiera YO.

Las pérdidas y los fracasos tienen momentos. Pri-


mero el impacto, seguido por un tiempo, corto o
eterno, del shock, dónde a la mayoría de los morta-
les nos surge mirar hacia el cielo, y en un estruen-
doso grito mudo preguntar “¡¿Por qué me pasa
esto a mí?! ¡¿Eh?!”.

La respuesta jamás la esperamos de arriba, menos


de adentro, ya que estamos extremadamente ocu-
pados, ofuscados, sacados, empecinados buscando
al responsable, que no es otro que el culpable. Sí,
si yo fracasé hay un culpable, y ese no soy yo, en-
tonces lo busco, frenéticamente; lo busco hasta en-
contrarlo. Y esto es rápido, generalmente nos lleva
minutos, es la persona que más cerca nuestro ha
estado. La ira y el enojo aparecen como manifesta-
ciones alteradas de la frustración, el dolor y el mie-
do. Enojarse es más fácil, y hasta más aceptable,
que asumir que se tiene miedo y dolor.

Si ya tenemos al culpable, hemos entonces de ci-


mentar su culpabilidad, obviamente. No demo-
ramos en encontrar los razonamientos, argumen-
taciones, explicaciones, justificaciones, sonetos
y cantatas que aseguren que la culpa es de: ¡ÉL!
¿Cuál? ¡Aquel! ¡El de ahí afuera! ¡El que estaba

31
Para quien sienta – Relato de un camino interior

justo conmigo cuando yo perdí! Sííí… ese desgra-


ciado…, ese, ¡¡el que me hizo perder!! Y así caen
rebotando cual bodoques en el sillón de la inqui-
sición afectiva jefes, esposos, compañeros, novios,
amantes, amigos, clubes, sociedades, empresas,
vecinos, perros… entrecerramos los ojos, morde-
mos los labios, fruncimos el ceño y miramos con
el mejor de los venenos… “¡fuiste vossss! ¡Culpa
tuuuyyya...!”.

La rabieta dura poco, no sólo porque a los tres


meses de desparramar veneno ofídico en cada
rincón del planeta, los amigos ya no nos contes-
tan los mensajes, los padres revolean los ojos al
cielo y hasta el gato pide cambio de domicilio,
sino porque dentro nuestro algo que comienza a
cambiar.

Nuestro YO está ofendido, dolido, enfurecido e


irascible. Pero llega un día en el que nos queremos
enojar, y no podemos, ya no nos sale, y ese día, en
ese mismo instante, comenzamos a llorar. Hacia
dentro o para afuera, según tengamos taponado o
no el lagrimal.

Aquí comienza el Duelo. Que duele. ¡Y mucho!


Según los psicólogos, el duelo es aquel periodo de
tiempo, humano o cósmico, que los seres atravesa-
mos a posteriori de vivir un fracaso o una pérdida
en nuestra vida, durante el cual se experimentan
distintos estadios emocionales, desde los cuales,
si sobrevivimos y los pasamos a todos, sin saltarte
uno solo ni darlo libre en marzo, al cabo de como

32
Carolina Wilches

mínimo seis meses, resurgimos como individuos


modificados… Ahá… muy bien...

Pero antes, debemos sentir el profundo y hondo


vacío de la pérdida.

El vacío, esa sensación de carencia interior, nos es


común a todos los seres humanos. Pareciera des-
de que tenemos memoria algo nos falta, estamos
incompletos. Después de la adolescencia comenza-
mos esa búsqueda constante y neurótica por encon-
trar aquello que creemos, y según nos han dicho,
nos llenará el alma. Así que siendo obedientes y ca-
rentes, estudiamos, nos formamos profesionalmen-
te o comercialmente, nos casamos, tenemos hijos,
juntamos plata o nos endeudamos, construimos
o compramos una casa, ídem con una reputación
personal; viajamos, aprendemos a hacer asado,
conformamos un grupo de amigos, desarrollamos
algún hobby, hacemos gimnasia, comemos liviano,
vamos al cine, compramos un perro, somos infie-
les... Y seguimos vacíos… Y ahora además aterro-
rizados de que algo de todo lo que acumulamos
se caiga, se rompa, se pierda, nos lo roben, o lo
peor… se vaya.

Cuando lo que era ya no es, lo que estaba ya no


está y lo que debería haber sido no fue, perdemos.
Y cuando perdemos nos duele, y cuando nos duele,
sentimos, y cuando sentimos, crecemos. Entonces
perder es crecer… sí, perder es crecer, porque cuan-
to más sentida es la pérdida, mayor es el desafío
interior. Cuando nos pasa algo que nunca antes

33
Para quien sienta – Relato de un camino interior

nos pasó, debemos ser lo que nunca antes fuimos.


¿Suena lógico, no? Y eso es crecer. Y crecer es cam-
biar.

El cambio no deviene de modificar actitudes, de-


viene de modificar miradas. Cuando a la pérdida la
dejo de ver como la estafa a mis sueños que algún
desgraciado mal parido me hizo, y la miro como
una oportunidad de crecimiento, cambio. Cuando
a los problemas los dejo de mirar como contrarie-
dades, y veo en ellos la infinidad de desafíos que
me presentan, cambio. Cuando sumida en mi do-
lor, siento y miro diferente a los demás, comprendo
que también sienten y que a ellos también les due-
le, cambio. Cuando el otro deja de ser mi rival o mi
verdugo, y se transforma en mi Maestro, mi espejo,
el que me muestra todo aquello de mí que no quie-
ro ver, cambio.

Y cuando comprendo que cuanto más me irrita,


cuanto más me saca, cuanto más me vulnera, mejor
maestro es, cambio.

El universo no nos puso ojos hacia adentro porque


en cada persona nos regaló un espejo. Solo puedo
ver en el otro lo que habita en mí. Si veo maldad,
estoy mirando la maldad en mí, si veo bondad, es-
toy mirando la bondad en mí. Simple y fácil. Y así
voy cambiando.

Cambiar no es modificar hacia afuera, es mirar ha-


cia adentro. Es reconocerse y asumirse, en todos
nuestros personajes interiores. Al niño, al déspota,

34
Carolina Wilches

al sátiro, al juez, al verdugo, a la madre, al padre, al


amante, al dador, al tirano. Ahí están todos, son míos,
me pertenecen, forman parte de las luces y las som-
bras de mi mural en mosaico. Entonces cuando pier-
do y cambio, gano. Me gano a mí misma, una yo más
completa, más humana, más real. Porque la pérdida
me hace ver lo que no era yo, a través de lo que sí soy.

Lo único constante y permanente, lo único cierto y


seguro en este universo dónde habitamos, es el cam-
bio… ¿A quién se le ocurrió que nosotros debíamos
ser la excepción? La vida nos fuerza a cambiar, por
las buenas o por las malas, y generalmente lo hace
a través de los fracasos y las pérdidas, los dolores y
los duelos, que al fin y al cabo son sólo hechos que
acontecen. La valoración nos es propia, sólo cada
quien podrá decir “Esto es malo o bueno”, si para
el caso esas valoraciones existen en realidad.

Entonces cuando quedo sin trabajo me abando-


nan, me separo, los amigos dejan de quererme, me
mudo de casa, quedó en bancarrota, enfermo y se
me cae un diente, ¡Dios me ha hecho un gran fa-
vor! Me está haciendo cambiar, está haciendo que
crezca, está enseñándome sentidos nuevos de la
vida, me está forzando amorosamente a encontrar
dentro mío recursos que antes no necesitaba. Me
hace saber que mis pensamientos y valoraciones
determinan mi realidad, y que debo cambiarlos.
Sólo de mí depende aprender.

Aprender a estar conmigo misma, a habitarme, co-


nocerme y aceptarme. Aprender que el otro soy yo,

35
Para quien sienta – Relato de un camino interior

que sólo tiene los defectos que me son propios, que


la vida tiene sus misterios, que no es justa ni ecuá-
nime según mi valoración, que los cambios ocu-
rren, y que el único que no se muda y no se va, es
él... DIOS.

Casi a los 40 descubro que a esta vida no he venido


a estudiar, trabajar, casarme y tener hijos. He veni-
do a aprender, y si no me equivoco, si no la jodo
de cabo a rabo, si no me estrolo, si no fracaso y
pierdo, nada aprendo. Debo ser una de sus mejores
alumnas...

Enero 2014

36
Carolina Wilches

ue la mente sea el cascarón, que cumpla


su función, que proteja el crecimiento de
tu alma. Pero a su debido tiempo, cuan-
do ya no halles dentro de esos límites
un motivo para mantenerte allí donde
estás, deberás romper la cáscara desde
adentro hacia afuera. Notarás que lo que antes te pro-
tegía es ahora sólo una cáscara inerte, que tu fuerza se
halla en la razón del cascarón, que era hacerte más fuer-
te al romperlo…

Así es que, cuando tu mente cumple su función forma-


tiva, el alma debe tomar las riendas de tu presente. Has
nacido para romper el escudo de tus límites y, a fuerza
de tus sentimientos, coronarte con el conocimiento de tu
verdadera identidad.
Cuando el amor esté listo para expandirse, habrás
de romper las barreras para iluminar al mundo e
iluminar, con su resplandor, el real motivo de tu
existir.

Retorna al alma de las cosas. Retorna al corazón.

11 de febrero 2014

37
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Y
o pedí este camino. Lo elegí, pedí ser
guiada y sanada. Yo lo pedí. Esta es mi
elección. El compromiso ha de ser y es
conmigo, con mi Alma y con mi Ser.

Soy la primera responsable de mi sanación.

Soy quien ha de hacer el trabajo, nadie tiene que


hacerlo por mí, ni perseguirme para que lo haga.
Esto no es un juego, es una elección de vida que
determina la propia, la de mis hijos y la de muchas
personas más, por varias vidas de aquí en más.

El mal existe, el bien también existe.

Mi persona vibra en mal, mi Ser quiere volver a su


fuente. He de corregirme en mis gustos y apeten-
cias si quiero sanar, y quiero hacerlo.

Ser un buen Ser es una elección, no para los demás:


para mi Alma.

Julio 2014

38
Carolina Wilches

Perdón

P
edir perdón, cuesta. Advertir y asumir que
hemos hecho un mal, que hemos produ-
cido daño a otro u otros, nos atribula el
alma. Nadie quiere sentirse culpable, nadie
quiere ser el malo del cuento, y menos que se nos
atribuya saña en lo hecho, pues con ello más que
malos somos malvados por los dolores que hemos
generado a otros. Nos devela con espanto todo lo
oscuro que guardamos dentro, aun disimulando o
reprimiendo nos termina ganando el resentimien-
to.

A veces nos tocan estas vivencias, donde aun no


queriendo conscientemente hacemos maldades,
cometemos injusticias, obramos desde el egoísmo.
Llenos de razones y justificativos nos soltamos del
corazón, para querer imponer nuestra razón, cues-
te lo que cueste, duela a quien duela, y no medimos
ni tomamos conciencia de las consecuencias. De
cómo afectan primero a los demás, y en el tiempo,
poco tiempo, a nosotros.

Buscamos sacarnos el dolor que nos es propio, pero


acerca del cual acusamos al otro de hacérnoslo sen-
tir. Hacemos daño como manera de compensación,
neciamente procurando que ello pare el dolor, y

39
Para quien sienta – Relato de un camino interior

no lo hace, al contrario, se incrementa. Acusamos,


agredimos, lastimamos, destruimos y nos venga-
mos, para después de que la hecatombe ocurra,
quedar devastados.

La vida posee su propia sabiduría y justicia. Si en


el dolor remanente de lo destruido, que somos no-
sotros mismos, emerge un genuino arrepentimien-
to desde el sentimiento, podremos comenzar a re-
dimir el daño hecho.

Antes que nada asumirlo, sin justificaciones ni ra-


zones. Lo hecho, hecho está, el daño se hizo, lo
perdido se perdió y lo destruido no existe más, no
hay manera de volver atrás. Comenzar a tomar con-
ciencia de lo obrado, aunque duela y remuerda el
Alma, es lo único que nos abrirá la posibilidad de
volver a construir en el tiempo una nueva manera
de vivir, una que no edifique sobre el daño.

Necesitaremos fe, mucha fe, infinita fe, pues una


vez asumido, nos toca el reconocer para luego redi-
mir en el buen hacer lo mal hecho.

Duro aprendizaje, pues se va asimilando desde las


consecuencias que vamos viviendo de lo mal obra-
do. Sólo así nos puede ir cambiando el sentir, de
aquellos más oscuros a unos más neutros y luego
más claros. Una vez iniciado ya no podremos parar,
algo más fuerte que el dolor nos va tomando y nos
incita a seguir asumiendo y reparando, aun cuando
por momentos todo pierde sentido. La fe emerge
dentro, nos hace sentir que todo está concatenado

40
Carolina Wilches

y que en esta vida nada es en vano, ni siquiera nues-


tra existencia, menos aún nuestros yerros.

Tal vez, la gracia nos llegue después de purgar todo


lo que hemos de purgar, y nos conduzca a una vida
más liviana, amorosa y benévola que vendrá con
alas y ahí podremos volar. Tal vez sea el purgar la
única manera de sanar nuestra oscuridad, cambian-
do nuestros sentimientos hacia los demás, la vida y
nosotros mismos.

Mientras tanto, aceptemos y asumamos los dolores


provocados, los errores cometidos, los egoísmos.
Al asumirlo a corazón abierto, nuestro orgullo se
irá y devendrá el amor, la comprensión y el pedido
de perdón, ese del alma, que sólo si surge genuino
del corazón, libera y sana.

El Perdón libera los nudos que el resentimiento


fue dejando en nuestros corazones. Somos huma-
nos llenos de defectos que bien aprendimos a di-
simular, pero podemos aprender a sanar y reparar
lo mal hecho. Ese es el camino hacia la liberación
del alma.

Vamos por ello.

PERDÓN.

Junio 2013

41
Para quien sienta – Relato de un camino interior

(Des)hecha a los 40

H
ace unos largos años, en una conver-
sación especial, me dijeron que era im-
portante llegar hecho a los 40. Recuer-
do que a mis 32 ello disparó mi cabeza.
Y sí, en mi entender de aquel entonces llegar he-
cho implicaba tener una estabilidad profesional
y ni qué decir de la económica, una casa propia,
un auto medianamente nuevo, algunos ahorrillos
para viajar, un buen nombre, reconocimiento, es-
tatus y una buena familia acomodada en las for-
mas.

Y me dije “Voy a llegar hecha a los 40”. Lo sen-


tí un desafío, una motivación mayúscula para mi
ego. Pero Dios tenía otros planes para mí, pues
más que hacer, mi tarea implicaba deshacer todo
aquello que yo no era ni soy, pero que con vehe-
mencia y necedad sostenía.

Llego deshecha a los cuarenta. Soy mucho menos


de lo que era hace 8 años atrás. Soy menos arro-
gante, menos materialista, descubrí que una casa
no tiene la menor importancia, lo que importa es
aprender a crear un hogar, que un auto es sólo una
escoba más moderna que me acerca a mis luga-
res preferidos. Soy menos ambiciosa, he logrado

42
Carolina Wilches

prescindir de pelear por una buena imagen o re-


putación, prefiero ser rechazada por lo que soy y
no momentáneamente amada por lo que finjo ser,
a eso lo aprendí por las malas.

En estos años se fue deshaciendo mi bronca, mi


resentimiento. Conocí el valor del perdón, de pe-
dirlo de corazón y de darlo. Aprendí que es más
importante soltar que agarrar, unir que separar.
El sentido está en arreglar lo roto, juntar lo se-
parado, unir lo desunido. Soy menos resistente a
aceptarme tal cual soy y en ello deshago la com-
pulsión por mentir o fabricar realidades y compo-
ner situaciones.

Ahora tomo las cosas tal cual son, sin la omnipo-


tencia infantil de querer modificarlas, manipular-
las, controlarlas. Aprendí que los caprichos lasti-
man y que la inmadurez hay que sofrenarla con la
parte madura que nos habita.

Estoy deshecha en vanidad. Estoy deshecha en


justificaciones, a mi mundo lo creo, soy responsa-
ble de cada situación en la que ponga energía para
crear y manifestar.

Sí, llego bastante deshecha a mis cuarenta y créan-


me que falta mucho aún por deshacer. Para mi
ego, el balance es desastroso. Asumí y mostré mi
genuina forma de ser, y ciertamente perdí varios
afectos. Preferí elegir mi propia forma de amar en
vez de seguir los mandatos y convencionalismos,
y tengo un bello hogar bajo un techo alquilado,

43
Para quien sienta – Relato de un camino interior

donde vivo con mis hijos. Hoy estoy más cerca de


la Carolina que mi alma puja por ser, que la que
mi ego quería.

Mi ego protesta y grita. Mi alma está agradecida.

Agosto 2014

44
Carolina Wilches

El infierno

45
Carolina Wilches

Quien de verdad soy

A
todos nos gustan las redes sociales. Allí
podemos ser bonitos, inteligentes, auda-
ces, buena gente, solidarios, espirituales,
profundos. El mundo virtual nos permi-
tió construir un yo también virtual.

En este mundo inventado se puede elegir y cuidar


casi siempre mostrar la mejor parte de uno, o la
que dibujamos tener. Podemos promocionarnos,
publicitarnos, ofrecernos; como persona, amiga,
como ser espiritual, mujer. En lo que más empeño
ponemos en mostrar, habita lo que en realidad más
empeño ponemos en esconder.

Somos bastante el anverso de lo que mostramos: si


quiero hacerme ver inteligente, es porque me sien-
to tonta; si quiero hacerme ver como espiritual, es
que me sé terrenal, con amplias y variadas miserias.
Si quiero hacerme ver bonita y sensual, en lo pro-
fundo me siento fea, poco apetecible.

Y así es como generalmente tras un manto de bon-


dad se esconde la maldad, tras una cortina de feli-
cidad se esconde el más hondo vacío, detrás de una
pantalla de libertad y conciencia, se esconde la peor
de las esclavitudes, la peor de las inconsciencias.

47
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Decir la verdad da terror, pánico. Vivir desde el


personaje es un trabajo agotador, sostener la men-
tira con más mentiras, las manipulaciones con más
manipulaciones, pendiente de la cantidad de “Me
Gustas” de un escrito o una foto, para corroborar
que seguimos pareciendo buenos.

Carl Jung era un hombre sabio, repetía que no


habíamos venido a esta vida a ser buenos, sino
completos. Qué difícil es ser como se es realmen-
te, cuando vivimos buscando amor, cariño, apro-
bación, para que nos consideren buenas personas,
nos quieran, nos respeten, no nos dejen solos, ais-
lados, fuera del grupo.

Soy muy buena construyendo imagen, es más, me


formé académicamente en ello, y me doy cuenta de
que he vivido 40 años detrás de la imagen que yo
misma construí, con pánico a que alguien me des-
cubra y desenmascare, cuando ni falta hizo. Todo
lo que reprimimos explota, en algún momento
siempre la verdad sale a flote, con un amigo, con
un grupo, con una pareja, más temprano que tarde,
la verdad se manifiesta.

Escondemos lo malo, lo feo, lo rechazable, y mos-


tramos lo lindo, lo bonito, lo aceptable. Y después
necesitamos Rivotril para sostener esa dualidad es-
tragante.

Elegir ser rechazado por lo que se es y no amado


por lo que se finge ser, es una elección dura, difí-
cil… mas en definitiva termina siendo un acto de

48
Carolina Wilches

aceptación con uno mismo.

Todo aquello que fingimos ser es en verdad lo que


anhelamos ser. Mas al tratar de fingirlo o emular-
lo no termina de emerger del sentimiento, sino del
miedo a mostrar lo otro, que también soy. Sanar es
aceptar e integrar, a la vez que proyecto en el sen-
tir aquello que anhelo manifestar en mi esencia. Si
dejo de fingir, lo podre sentir, y al sentirlo, lo seré.

Agosto 2015

49
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Después de tanto tiempo,


de tantos escritos y cuadernos,
de avances y retrocesos,
a veces parece... que no pasa el tiempo…

Salgo de mí misma,
me centro desde el pecho,
y proyecto mi alma fuera del cuerpo.
Me siento en calma, me centro dentro.
La cabeza se calla, el cuerpo se relaja,
puedo volver a respirar de nuevo...

No comprendo la herida,
no logro terminar de sanarla…

¿Me faltará tiempo…?

Siento miedo... pero igual sigo,


Nada es tan fatal cuando salgo de mi mente y suel-
to mi cuerpo,
soy aire y no le temo ni a la vida misma, ni a la su-
puesta muerte.

Hay días en los que vivir en mi cabeza, es vivir en


el infierno,
mas hasta del diablo me estoy haciendo amiga
y comprendo sus intentos…

El camino a la luz requiere de mucho cuero.


En estos días tristes, de encierro y silencio,
sólo hay un sentir que me trae consuelo,
sé que voy a seguir, a insistir de nuevo.

50
Carolina Wilches

Sé a dónde quiero seguir yendo.


Busco la Luz, busco el Sol, encuentro lo Eterno,
cuando me dejo salir de mi propio infierno.

Marzo 2014

51
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Cambiar

“L
as cosas cambian, los sentimientos cam-
bian, las personas cambian. Cambiar es
crecer”. Lo que a veces parece eterno
dura un instante y, después, cambia; si-
gue siendo eterno en su esencia, mas diferente en
su ser en este plano.

Quien no se adapta, se extingue en el mar de los


“podría haber sido”.

La existencia es una potencialidad infinita, es


cierto: muchos planos, distintos tiempos. Pero en
este, lo que precipita como realidad es inmodifica-
ble, las cosas son lo que son.

¿La salida? Transcender.

A nosotros mismos. Debemos transformarnos en el


ser que puede afrontar su realidad desde un lado
amoroso y consciente. Y esa transformación sólo es
posible si nos abandonamos a nosotros mismos, a
nuestros juicios, apegos, miedos y deseos; si deja-
mos ir todo aquello que nos separa de ser quienes
somos en un estado de armonía y conciencia.

El ser es el contexto, el yo es el contenido.

52
Carolina Wilches

Acomodar el contenido no sirve, sirve conocernos


honesta y brutalmente para poder soltar lo que es
extinguible y encontrar aquello que es eterno.

La salida es hacia adentro. Basta con dejar ir, acep-


tar los cambios con coraje, sin resentimiento ni cul-
pas, y vivir.

Octubre 2015

53
Carolina Wilches

TOMA II. LA LUZ…

La Luz
55
Carolina Wilches

Oración

D
ios Misericordioso y compasivo, ayú-
dame a redimir mis pecados…

Ayúdame Dios a ser sincera de corazón.


Aun cuando en mi cabeza persistan pensamientos
perniciosos, ayúdame a obrar en sentimiento de
verdad y honestidad.

Ayúdame Dios a abrir mi corazón, a dejar mis


egoísmos y apegos, a aprender a amar sin condi-
cionamientos, sin especular, ni apetecer desde el
egoísmo.

Ayúdame Dios a florecer desde el Amor real, que


pueda llevar a quien amo en mi alma con senti-
miento, sólo ofrecer comprensión y cariño.

Ayúdame Dios a despojarme de mis apegos afecti-


vos y a vivir desde la libertad del sentimiento, de-
jando pretensiones, manipulaciones y dolor fuera.
Ayúdame Dios a ser fiel a la energía del Amor.

Ayúdame Dios a reconocer en sinceridad mis do-


bles intenciones, mis fallas y egoísmos. Ayúdame
a no esconder mis miserias, a decir la verdad en
honestidad para no lastimar a nadie, a no seguir

57
Para quien sienta – Relato de un camino interior

saliéndome del camino.

Ayúdame Dios a habitar mi mundo desde la verdad


y la humildad. Ayúdame a soltar mi ego de espíritu
y mi vanidad. Ayúdame a honrar la Vida y la Ver-
dad como normas y guías de rectitud en el camino
del Amor.

Ayúdame Dios a no sucumbir ante las apetencias


de mi cabeza y mi ego sexual. Ayúdame a mante-
nerme en fidelidad con mis sentimientos. Aléjame
de las tentaciones y las malas compañías.

Ayúdame Dios a vivir en verdad de sentimiento y


palabra. Ayúdame a no mentir ni exagerar.

Ayúdame Dios a perdonar y perdonarme. A soltar


mis rencores y enojos, las malas energías que me
habitan. Ayúdame a reconocer en cada bronca mi
oscuridad, llevando luz y claridad a mis verdaderos
sentimientos. Ayúdame a soltar mi resentimiento, a
poder limpiar mi ser por dentro.

Ayúdame a sanar mis celos y mis inseguridades.


Ayúdame a verte en todas las personas, incluida yo
misma en todos.

Ayúdame Dios a ser más agradecida y consciente


de todas tus Gracias y bendiciones. De toda asis-
tencia, ayuda y protección con la que soy sostenida.

Ayúdame Dios a honrar el Amor y el cariño que


recibo de quienes me aman. Ayúdame a tomar ese

58
Carolina Wilches

amor como un valor en mi corazón. Dame la Gra-


cia Dios, de no volver nunca más a arremeter mis
enojos contra los seres que amo.

Ayúdame Dios a honrar a mi Maestra, mi amiga


sincera y amorosa. Tu luz en ella me guía.

Ayúdame Dios a obrar todo los días y en todas las


circunstancias en verdad y honestidad, sin bajos in-
tereses ni apetencias.

Ayúdame Dios a cumplir con mis obligaciones y


compromisos, y a fortalecer mis intenciones y pala-
bras con acciones en verdad y continuidad.

Ayúdame Dios mío a ser tu servidora, ayúdame a


soltar mi pequeño yo para abrirme a tu mundo, a
tu servicio, ayúdame a permanecer en sentimiento
de ayuda, asistencia y servicio en Amor a los demás,
sin egoísmos. Fortalece mi fe, ayúdame a crecer en
ella abriendo mi corazón hacia Vos.

Ayúdame Dios a realizar mi misión en sinceridad


y verdad.

Ayúdame Dios a ser responsable, a habitar mi vida


desde mis sentimientos. Ayúdame a cumplir con
mi palabra y responsabilidades en alegría, amor e
ilusión, ayúdame a crecer y madurar en Espíritu.

Ayúdame Dios a corregir mi mente y mi forma de


pensar, ayúdame a tener sólo pensamientos de ver-
dad y amor.

59
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Ayúdame a Ser tu instrumento de paz y verdad.


Ayúdame a hablar desde la humildad del Ser de
Dios.

Dios Misericordioso, ayúdame a retornar al cami-


no de la Luz y el Amor, el sentimiento y la Verdad.
Ayúdame a honrar tu Voluntad, a darme en amor
como el pan nuestro de cada día, y a perdonar
nuestros pecados, no me dejes volver a caer en la
tentación.

Líbrame de todo mi mal…

Amén.

Julio 2014

60
Carolina Wilches

Aceptación

A
ceptación no es resignación. La resig-
nación nos lleva al abatimiento y la
resistencia de lo que es.

Aceptar la vida es decir sí a lo que es, sin gastar


energía resistiendo lo que ya está siendo, ni fanta-
seando con que debería de haber sido de otra ma-
nera. Pues ya es como es. Es un SÍ; Es una acepta-
ción incondicional, sin juicio, que nos empodera,
y nos invita a poner buena voluntad y energía en
mejorar lo que sea posible, aceptando que habrán
situaciones que no cambiarán, aun con nuestra me-
jor voluntad.

Así, la aceptación nos libera de la pesadez de la


resistencia. Gastamos mucha vida queriendo cam-
biar lo que es tal cual es, por la ilusión de que si
fuera diferente seríamos felices. Centramos la aten-
ción en lo que sentimos está mal; y muchas veces
nos quedamos ahí, dando vueltas una y otra vez en
lo mismo. La misma queja, el mismo conflicto, la
misma frustración de siempre.

Aceptar lo que es tal cual es me libera de esa noria


y me permite mirar hacia adelante, encontrando o
constituyendo nuevos caminos y opciones.

61
Para quien sienta – Relato de un camino interior

No querer sentir lo que sentimos es uno de los más


profundos rechazos hacia nosotros mismos. Recha-
zar lo que sentimos nos lleva a rechazar la vida mis-
ma, y por ello reaccionamos. El rechazo desencade-
na las reacciones hacia el exterior, busco cambiar
el afuera para dejar de sentir lo que siento dentro.

Solo enfrentando (poniéndome en frente) de mis


sentires y situaciones que creo que los provocan,
puedo trascender ese miedo y ese dolor que se dis-
frazan de otras emociones.

Aceptar lo que siento, aceptar con la intensidad que


tenga ese sentir, permitir que sea en mí sin resistir-
lo, sin negarlo, ni intentar que sea distinto a lo que
es, abre un espacio interior y libera las reacciones.
Dejo de reaccionar contra el otro, porque puedo
albergar y dar espacio en mí a todo lo que siento.

Honestidad, Aceptación, Confianza.

Necesito sentir lo que siento. Darle la bienvenida a


lo que está pidiendo ser sentido. Detenerme a ha-
cerlo. Permitirme existir, asumiendo lo que estoy
sintiendo. Y en esa apertura al sentir, encuentro la
aceptación que tanto necesito para dejar de sufrir.

Julio 2014

62
Carolina Wilches

Ser completa

“P
refiero ser un ser completo antes que
un hombre bueno”, decía Carl Jung.

No es fácil asumirse completo, ya


que esa completitud viene con todo aquello que
no queremos que nadie vea que tenemos y somos.
Nuestras vergüenzas y represiones, nuestras partes
oscuras, nuestra maldad, todo aquello acerca de lo
cual sentimos que si los demás lo ven, nos dejarán
de amar. Mas no nos queda otra, la vida nos va lle-
vando a integrarnos, a ser completos y no en partes
ni a pedazos.

Lo que se tapa o se disimula, lo que se reprime y


esconde, al ser nuestro, más temprano que tarde
sale, explota, aflora, pide ser reivindicado, acep-
tado, integrado, asumido. Asumirnos es entrar en
armonía con nosotros mismos, darnos el trabajo
de mediar entre todas nuestras partes, las que nos
gustan y las que nos disgustan, las que agradan a
otros y las que generan rechazo o abandono por
parte de otros.

La vida se va haciendo menos idílica y más real,


menos figurativa y más concreta, más completa en
realidad. Y es que cuando dejamos de querer ser

63
Para quien sienta – Relato de un camino interior

buenos comenzamos a ser nosotros mismos, com-


pletos.

Octubre 2014

64
Carolina Wilches

De las que nos salvamos

N
adie sabe de las que se salva. Por lo gene-
ral, solo llevamos la cuenta de aquellas
situaciones, circunstancias, cargas, do-
lores y pesares que tenemos en la vida.
Pero si nos detenemos dos segundos y reflexiona-
mos sólo un poco, en el misterio de la vida nunca
sabremos de todas las que nos salvamos, de las que
no nos pasaron, de las batallas de las que Dios nos
libró de dar.

En el estado de agradecimiento por ellas, entramos


en el ánimo necesario para sobrellevar aquello que
sentimos hoy que es una carga demasiado pesada,
y hasta injusta. Celebrar lo que sí se tiene, lo que
nos da sentido, aquellas condiciones que sí nos son
favorables, los instantes en los que la vida nos son-
ríe, nos ayuda a conectarnos con otro ánimo, con
una energía más elevada y provechosa.

Octubre 2014

65
Para quien sienta – Relato de un camino interior

A dios

T
odo nunca termina

La vida es una sucesión interminable de


cambios y transformaciones. Todas traen
algo de lo cual aprender, todas nos llaman a poner
fuera algo que nunca antes habíamos manifestado,
ese es el sentido de los cambios y las transforma-
ciones.

Resistirse es sufrir. Aceptar es integrar el dolor y la


pena, hacer las paces para sentir lo que fue y todo
lo que podría haber sido. Si terminó es porque de-
bía terminar, pues siempre algo nuevo está a nues-
tra espera.

Todo es perfecto si aprendemos a verlo y a aceptar-


lo. No existen los “adioses para siempre”, entre el
para siempre y el nunca más habita la vida misma.
Todo cambio es un A Dios, entregar al misterio del
Universo la voluntad de nuestras almas en esta vida
o en las próximas.

Octubre 2014

66
Carolina Wilches

P
asamos mucho tiempo tratando de evitar el
dolor, el sufrimiento, la incertidumbre, la
pérdida, el conflicto y la frustración, cuan-
do en realidad, estamos hechos en espíritu
para aprender a trascender todo ello.

La mente evita, busca certezas, seguridad y estabi-


lidad; controla, lucha, se resiste, huye, y nosotros
nos empequeñecemos en el proceso. El corazón
trasciende, se expande, usa, toma la vida para ex-
pandirnos el Alma, el Ser. No repara ni juzga la
situación, sino que nos llama a trascenderla, a su-
perarla desde el Espíritu.

Evitar es morir, vivir es trascender.

Diciembre 2014

67
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Directo o indirecto

L
a experiencia de uno mismo es algo que
debemos aprender ya de adultos. No nos
enseñan, menos educan, y menos aún crían
en contacto con nuestro interior, para que
podamos aprender a reconocernos en quién y cómo
somos, qué sentimos, qué hay dentro de nosotros
en esencia.

La crianza está enfocada en que sea el otro quien


me define, amando o rechazando lo que soy, y mi
vida, existencia, seguridad y afectividad dependen
de ello. Por eso, muchos de nosotros, cuando no la
gran mayoría, vivimos de experiencias indirectas.
Nos sentimos bien con nosotros cuando los demás
nos aprueban y valoran, y cuando no lo hacen, ex-
perimentamos en nosotros mismos el rechazo de
los demás...

Así, cuando creo que los demás me quieren, yo me


quiero. Y en mantener ese sustento afectivo, escon-
deré bajo metros de la tierra todas mis miserias, os-
curidades, maldades y fallas, pues si el otro las ve,
ya no me va a querer.

Esto es alienante, nos desconecta de lo único im-


portante y significativo, donde subyacen nuestras

68
Carolina Wilches

mejores potencialidades: EL SER INTERIOR.

Tener una experiencia de sí mismo es un reapren-


dizaje, que hoy nos toca en la vida adulta. ¿Quién
soy? ¿Qué soy? ¿Cómo estoy siendo? ¿Qué pien-
so en realidad? ¿Cómo pienso? ¿Qué me importa?
¿Qué siento…? Son preguntas y más que eso, son
respuestas que nos llevan directo a nosotros mis-
mos, a una experiencia de nuestro interior. Pue-
do engañar a muchos, puedo saber decir lo que no
siento como si lo sintiera, puedo fingir, emular, si-
mular, pero conmigo misma, NO PUEDO.

Por ello al principio el rechazo es tan fuerte que


nos da ganas de salir corriendo a publicar algo in-
teligente en Facebook, para volver a creer que no
somos tan inadecuados para la vida. Más tempra-
no que tarde, si el Alma pulsa por sanarse y reen-
contrarse, volveremos a las mismas preguntas y sus
tajantes respuestas, que duelen, mas no estragan,
sino que revelan quiénes y cómo estamos siendo en
realidad.

El proceso puede ser largo o corto. Al ser eternos, a


Dios le sobra tiempo para esperarnos. Lo que si no
se puede es divagar demasiado, pues lo único que
logramos es acumular dolor y sufrimiento.

Ser como soy dentro, conmigo misma, ello debo


procurar. Lo más complejo en esa intimidad, es co-
nectar en Amor. La mal llamada autoestima, mu-
chas veces pasa por ser como los demás esperan
que seamos para ser queridos, elegidos y acepta-

69
Para quien sienta – Relato de un camino interior

dos. Amarse en esta dimensión interior es un acto


de compasión, nos desdobla en Ser y Espíritu; he-
mos de llegar al Alma para poder amar a quienes
hemos sido, estamos siendo y seremos.

Encontrar la conexión genuina con nosotros mis-


mos y nuestra esencia desde el alma guiará nuestro
hacer en bien. No es otra cosa que hacer lo que
tenemos que hacer, dar lo que tenemos que dar y
recibir lo que nos toca recibir (de Joan Garriga, la
frase).

Para hacer y vivir todo ello nos necesitamos a no-


sotros mismos, ser quienes somos dentro, tener una
relación íntima, profunda y sincera con quienes so-
mos y quienes vamos eligiendo Ser. Y ahí la expe-
riencia de vida se vuelve directa, propia, genuina;
sin intermediarios ni dobles vías, de mí para mí,
siendo quien soy.

Febrero 2015

70
Carolina Wilches

De los nudos de nuestra vida

T
odos tenemos bloqueos y bloqueados. ‌

En las redes existe la opción de bloquear


a alguien como tantas veces deseamos
y hacemos en la vida. Cada conflicto no resuelto,
cada tema pendiente, situación inconclusa y aban-
donada, crea nudos. Algunos más fuertes, otros
menores. En la sumatoria van determinando el co-
rrer de nuestras experiencias; fundamentalmente
aquellas situaciones se dan en repetición cíclica, ya
sea en nosotros o en nuestra descendencia.

Todo bloqueo emocional estanca la energía vital,


que a través de esa conexión habría de fluir. Al ce-
rrarnos, evadir, evitar y sostener resentimientos,
estamos enrareciendo y limitando nuestra propia
vida.

Por ello liberar esos bloqueos es fundamental, nos


devuelve la energía vital que nos corresponde de
manera plena, limpia y sana. La tarea no es tan
compleja, aunque habrá asuntos más densos que
otros.

A veces algunos conflictos se liberan del nudo que


los tiene atrapados con un simple llamado, una car-

71
Para quien sienta – Relato de un camino interior

ta, un mail, un mensaje o un café. Pedir perdón, no


como un acto actitudinal sino como resultado de
un sentimiento de empatía con nosotros mismos y
con el otro, es uno de los catalizadores más profun-
dos de liberación de las energías anudadas.

Aunque el ego o la cabeza nos den mil justificativos


y razones, aquí no se trata de quién tuvo o no la
culpa. La energía nos pertenece, somos responsa-
bles de nuestra vida y podemos elegir entre traba-
jar para que fluya, o bloquearnos en el proceso.

Todo conflicto tiene dos partes. Basta con que po-


damos reconocer la nuestra, reflexionar en qué hi-
cimos para anudarnos y desde allí obrar con sin-
ceridad y en positivo como compensación de la
energía negativa atrapada. Puede que a veces al-
cance con un pequeño gesto de bondad; en otras
situaciones requerirá bastante más de nosotros. De
todas formas, bien vale todo el esfuerzo. Es un acto
de amor hacia nosotros mismos, nos conducirá por
un camino de sinceridad y humildad, dos virtudes
que sólo se pueden experimentar desde el alma.

Busquemos nuestros bloqueos y a nuestros blo-


queados. Reflexionemos en sinceridad cuál fue
nuestra parte y recuperemos nuestra energía vital.
Así, veremos cómo aquellos conflictos que se da-
ban en repetición no vuelven, y cómo esa energía
que hemos recuperado nos abre nuevos caminos de
vida.

Julio 2015

72
Carolina Wilches

La felicidad
no es destino ni camino,
es una forma de caminar

S
i pudiéramos vivir tal como caminamos
cuando lo hacemos en disfrute y liber-
tad, nos llegaría naturalmente la felicidad.

Caminar como respiramos, tomando y soltando,


dejando que sea, sin esfuerzo, sin resistencia, dar
los pasos de a uno, despacio, sintiéndonos caminar.

La felicidad es ese estado interno e íntimo que nos


permite entrar en paz con la vida y la verdad. La fe-
licidad es darle lugar al miedo, a la pena, la tristeza
y el dolor, y aun así, no parar de caminar.

La felicidad es seguir porque sí, siempre un poco


más. La felicidad es caminar con nosotros mismos,
acompañarnos, sentirnos, bancarnos. Es caminar
de día y también de noche, con frío, con sol, es no
reparar en lo que ocurre afuera, solo en cómo va el
corazón dentro.

Felicidad es ese lugar de paz que nos habita, que


nos espera para vivir la vida sea como sea, pase lo

73
Para quien sienta – Relato de un camino interior

que pase. La felicidad es esa determinación interior


de no dejar de caminar.

Octubre 2015

74
Carolina Wilches

Vivir hacia atrás

V
ivimos hacia atrás, nos repetimos una y
otra vez por no dejar que lo que pasó, pase.‌

Si miro desde el pasado, no podré ver lo


que hoy está aquí y que antes no estaba. Juzgamos
y construimos creencias y juicios sobre lo que fue,
privándonos del único instante donde la vida es:
ahora.

No sé quién sos, no te conozco; no cuento una


historia sobre vos, tu vida, lo que fuiste o hiciste.
Aprendo a mirar cada día de nuevo, a conocerte
hoy, como estás siendo, sintiendo un nuevo ser en
vos a cada instante.

Cuánto más rica y mágica es la vida cuando nos


damos la oportunidad de nacer todos los días.
De encontrarnos de nuevo, sin pasado, historia ni
tiempo. Aunque me conozcas desde hace mucho
no sabes quién soy, ni yo sé quién sos. Estoy dis-
puesta a descubrirlo hoy.

Diciembre 2015

75
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Todo lo que siento es mío

E
l sentir es una llave que nos conecta con
nuestras creencias inconscientes.

La iluminación va en una porción, en hacer


consciente lo inconsciente, ampliando así nuestra
capacidad de conocimiento y aceptación interior.

El cambio de percepción determina esa capacidad


cuando podemos reconocer que el otro nunca hace
nada. Simplemente somos nosotros en nuestra
energía inconsciente quienes hacemos todo a tra-
vés del otro.

En tal caso, cuando vivimos experiencias de re-


chazo, culpabilidad, desprecio o desvalorización,
ese sentir nos llevará directo a reconocer aquello
que está ocurriendo, ya que poseemos anidadas en
nuestro inconsciente creencias que generan, atraen
y refuerzan esa vivencia.

El otro no hace más que ayudarnos, pues siguiendo


el sentir podemos llegar a la creencia, reconocerla y
modificarla; trabajar en nuestra valoración, nuestro
amor interior, comprensión, libertad y, sobre todo,
aceptación total de nuestro ser.

76
Carolina Wilches

Cuando mis creencias cambian, el mundo energé-


tico se acomoda. Y aunque la actitud del otro per-
sista, nuestra vivencia de ella ya no será la misma,
pues hemos sanado, estamos integrados y somos
libres de experimentar, en cada situación, lo que
elijamos desde nuestro conocimiento y sentimiento
de ser seres completos.

Diciembre 2015

77
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Si yo creyera en el amor

S
i yo creyera en el amor, sentiría con cada
parte de mi cuerpo la vida. Sabría con la
certeza del sentir jamás estaré sola.

Si yo creyera en el amor, sabría todo es perfecto,


exacto, preciso; no hay manera de equivocarse,
todo está perdonado aún antes de que ocurra, pues
la energía nos sustenta y no conoce de juicio ni
condena, sólo es presencia constante, amorosa y
plena.

Si yo creyera en el amor, solo vería bondad, cariño,


felicidad y armonía; se acabarían mis luchas, pe-
leas y guerras; no habría nada que ganar ni perder,
todo sería parte de lo mismo. La felicidad de otro
sería la mía y la mía sería la felicidad del todo.

Si yo creyera en el amor, amaría mi vida, mi histo-


ria, mis padres y familia, reconocería la sabiduría
de la constelación a la que pertenezco, su senti-
do y propósito, honraría a mis abuelas y abuelos,
agradecería todo aquello que lograron trascender
y bendeciría la posta que dejaron para que la con-
ciencia se siga expandiendo en mí.

Si yo creyera en el amor, no dolería el juicio, el des-

78
Carolina Wilches

precio, el silencio o el rechazo, tampoco la pérdida


existiría; reconocería aún en la distancia de senti-
mientos que el amor es uno solo y no conoce del
tiempo. Sabría de la ilusión que supone el apego al
reconocerme completa, y aceptaría ya sin pecado,
sin falla ni yerro quién estoy siendo. No buscaría
más amar, sino ser y en ser sería el más puro amor,
sin condena ni castigo.

Si yo creyera en el amor, sabría sintiendo soy ama-


da, lo sentiría totalmente, no albergaría juicios ne-
gativos sobre mi ser o persona, comprendería el
sentido del espacio más humano que tengo, permi-
tiéndole a la existencia manifestarse a través de mío
en plena armonía.

Si yo creyera en el amor, elegiría sabiamente, vivi-


ría en la más profunda aceptación, elegiría amarme
antes que condenarme, valoraría antes que despre-
ciarme, contentaría antes que desbordarme, mima-
ría antes que castigarme. Reconocería toda evo-
lución sólo puede provenir de un acto de bondad
para con uno mismo.

Si yo creyera en el amor, contemplaría la perfección


de la vida, las situaciones y sus seres, me sabría co-
nectada al todo y al todo en mí. Las búsquedas, los
caminos, los maestros y los guías desaparecerían,
solo mi corazón sería mi brújula.

Si yo creyera en el amor, dejaría de someter mi cuer-


po al dolor, ya no lo haría resistir, luchar, ni aguan-
tar, lo dejaría en paz, no albergaría resentimientos,

79
Para quien sienta – Relato de un camino interior

penas, recriminaciones y mucho menos odio y mie-


do, observaría mi mente sin identificarme con ella,
dejando los pensamientos sean, reconociendo no
son mi esencia.

Si yo creyera en el amor, ya no habría miedo ni arre-


pentimiento, ya no habría culpa ni remordimiento,
estaría en paz mi alma y espíritu. Reconocería la
completitud de los opuestos se integran, las creen-
cias limitantes ya no tendrían ningún efecto, sería
ese otro potencial que ya estoy siendo aceptado y
amado, la existencia desde antes de nacer.

Si yo creyera en el amor, la vida se volvería una ex-


periencia, una aventura repleta de sensaciones y
sentimientos sin juicios y sin tiempo, reconocería
todo siempre es perfecto, renunciaría al control del
otro y del mundo para fundirme plácida en el flujo,
como cuando se abren los brazos y se disfruta del
viento sin temor.

Si yo creyera en el amor, sería feliz de ser quien soy,


de estar donde estoy, reconocería, intuitivamente,
no hay momentos neutros, cada fracción de exis-
tencia es un milagro, un encuentro entre la Divini-
dad y su centro que habita en mí. Sabría y recono-
cería todos los momentos son perfectos.

Si yo creyera en el amor, dejaría de pensar, dejaría


de juzgar, de suponer y de predecir, me dejaría en
paz. Sabría la mente está ahí suspendida en el con-
texto, que soy la observadora que elige si ve amor
o si ve yerro.

80
Carolina Wilches

Si yo creyera en el amor, soltaría todo por comple-


to, tener razón, estar en lo cierto. Dejaría de lado
mi personalidad, edad, sexo, me abriría plena al
Universo, no necesitaría defenderme, justificarme,
explicarme, solo sería el Ser se manifiesta viviendo.

Si yo creyera en el amor, comprendería Él que todo


lo ve lo hace a través de mis ojos, Él que todo lo
siente, lo hace a través de mi corazón, Él que todo
lo sabe lo hace a través de mis sentimientos. Soy
una con Él y Él conmigo, ¿a qué le podría temer?

Si yo creyera en el amor, no pediría deseos, pues


sabría que todo está dispuesto, nada falta y no hay
yerro. Solo agradecería, bendecida en el Alma, es-
tar viva y ser quien estoy siendo.

Nuestra libertad radica en reconocer nuestra real


esencia, somos Vida, somos perfectos. Somos el
Amor que tanto buscamos.

Diciembre 2015

81
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Drama

T
u drama no es un drama, tu drama es un
programa mental subconsciente de reac-
ciones emocionales aprendidas en viven-
cias pasadas o infantiles que quedaron
ancladas, a modo de supervivencia, y hoy se repi-
ten constantemente, pues el cuerpo se hace adicto
a las descargas de energía emocional estos progra-
mas producen.

Dejar de identificarnos con el drama, dejar de con-


tarnos la triste historia de vida y comenzar a obser-
var las líneas de pensamiento y juicio se repiten.
Empezar a permitir la emoción a pleno sin proyec-
tarla ni reprimirla, y soltar, dejarla ir, es parte del
proceso de desaprender. Un camino de integración
del Ser que ayuda a alejarnos de quienes venimos
siendo en repetición automática, para comenzar a
elegir, desde la conciencia, quiénes queremos ser,
haciéndonos responsables de la creación de nuestra
vida a cada instante sin repetirnos en automático.
Es liberador y de profunda transformación, vale la
pena al menos probar.

Cada quien se pregunta: ¿quién quisiera ser? ¿cómo


es mi ser en esencia pura sin programar? Debemos
visualizar, vernos, sentirnos y así iremos configu-

82
Carolina Wilches

rando la emoción nueva dentro de cada uno de no-


sotros, la que nos guiará lejos del ser que vinimos
siendo para llegar al que queremos ser.

No creamos todo lo que pensamos, pues no lo


piensa nuestro ser sino nuestra mente programa.
No creamos todo lo que sentimos en emoción, pues
son descargas químicas adictivas. Creemos nuestro
ser a cada instante, con conciencia y libertad. De
eso va evolucionar.

Enero 2016

83
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Las tormentas en la vida

E
n veces, las vicisitudes de la vida se ase-
mejan bastante al mundo natural, hay
momentos se presentan fuertes tormen-
tas, situaciones no siempre esperadas, que
cuando se suscitan desatan mucha energía y cam-
bios, confusión y desde ya miedo, incertidumbre,
temor...

La mente rápidamente compone la peor de las situa-


ciones a ser vivida, dibuja un cuadro mental dónde
lo caótico, catastrófico se presenta, sensaciones de
profunda pérdida y hasta de devastación pueden
surgir. Nos paralizamos ante semejante perspecti-
va, creemos no poder, y en la angustia buscamos
huir, o atacar... procurando acabar como sea con la
vivencia, advirtiendo con impotencia no se puede
evadir lo que es...

No obstante; todo es cuestión de percepción.

Toda tormenta es un sistema en sí mismo, va des-


cargando de a momento en momento. Si logramos
serenarnos, cortar las imágenes mentales de lo que
aún no está ocurriendo, regresamos al momento
presente y en ello advertimos: por más enorme pa-
rezca la tormenta, sólo tenemos que enfrentar y vi-

84
Carolina Wilches

vir este momento, no toda la tormenta.

Si lo reflexionamos un instante, un huracán no es


más que la conjunción de varias tormentas, y una
tormenta no es más que la sucesión de varios cha-
parrones. Si me centro de a un chaparrón a la vez,
habré encontrado la manera consciente de atrave-
sar cualquier tormenta, y con templanza advertiré
soy capaz de atravesar hasta el mismo huracán.

De chaparrón en chaparrón, momento a momen-


to, situación a situación, presentes, conscientes, en
mayor calma y confianza, la angustia decrece, la
ansiedad baja, la mente se calma, deja de recrear es-
cenarios posibles y todos ellos en negativo, y pue-
do conectarme con el ahora y así empoderarme...

La tormenta es y está; cómo enfrentarla es mi elec-


ción. Si voy despacio con mi mente focalizada, de a
una situación por vez, la tormenta no cambia, mas
mi experiencia de ella sí lo hace. En la suma de
una situación a la vez, en un periodo de tiempo, iré
marcando mi paso en trascender lo que fuera esté
ocurriendo.

No necesito enfrentar todo junto ahora, ¡ya NO!


Sólo hace falta esté presente, aquí y ahora, en la
porción que en éste instante ocurre, sólo éste ins-
tante, y descubriré así, en verme y sentirme capaz,
ya no le tendré miedo a lo que ocurrirá.

Enero 2016

85
Carolina Wilches

TOMA III - EL EXORCISMO

Exorcismo
87
Carolina Wilches

Amor incondicional

N
o sé si alguna vez han experimentado
ser amados con un Amor Incondicional.
Yo si… ¿y saben algo? A mi “yo” no le
gustó nada…

Verán, cuando alguien te ama con un amor así, te


vuelves transparente para esa persona. Imposible
mentirle y ni qué hablar de poder manipularla. No
hay manera de convencerla sos la persona que fin-
gís ser, aun con el mayor esfuerzo que hagas por
sostener la farsa te siente hasta antes de que co-
miences a fingir.

Jamás permite la persuadas, te acompaña en tus


cuentos de justificación y dolor, ella ve más allá
de las máscaras y las quita con dos palabras.
Qué terrible que te amen así… sin que te pidan
o quieran nada a cambio, no hay nada que ne-
gociar, nada que canjear. Te ama porque te ama,
y ya.

Es casi espantoso tener en frente alguien que ve en


vos lo que uno siquiera sueña llegar a ser, te lo hace
saber, como así también te hace saber de tus bajas
expectativas, miserable y tacaño compromiso para
con tu mayor ser.

89
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Horrible es alguien te tenga tanta fe, más que la


que vos mismo sos capaz de tener, y en cada en-
cuentro te lo recuerda.

Cómo irrita eso, su infinita paciencia, su acepta-


ción incondicional, su persistencia.

Esa persona es incansable en su sentimiento, no te


deja ser jodido en paz, te dan ganas de salir corrien-
do a convencer a alguien de tu mala suerte o mala
estrella, contarles cómo los demás te dañaron, al
punto de que sos incapaz de valerte por ti mismo,
pero no, el amor incondicional vuelve a aparecer y
te hace saber de tus mentiras, de tu falso sufrir.

Es agobiante alguien te mire en toda tu grandeza,


cuando vos sólo insistes en quedarte en la versión
pequeña del pequeño ser estás tan bien acostum-
brado a habitar.

El amor incondicional es casi el peor castigo para


una persona porque, una vez que fuiste amado así,
comienzas a dejar de sentirte eso: una persona.

Te reconoces Alma viva y Espíritu. Algo adentro


tuyo cambia, se transforma absolutamente contra
tu deseo de seguir sintiéndote minúsculo, y comen-
zás a querer ser feliz; comenzás a cuestionar tu sen-
tido y propósito de vida.

Sentimientos nuevos como comprensión y bondad


por vos mismo y hacia los demás surgen sin avisar,
y ya no tenés tanta energía para sostener mentiras

90
Carolina Wilches

ni la que llamás tu verdad.

Las máscaras caen, ese amor te invita a bucear den-


tro, a atravesar lo que no eres para llegar al Ser. Te
inspira, motiva, muestra el camino y espera pacien-
te des los pasos por propia voluntad.

Para el ser pequeño que tanto insisto en ser no hay


peor experiencia que un amor así.

Es, literalmente, la muerte, lo mata. El yo pequeño


lo sabe. El amor incondicional lo está amando y no
se cansa…

Comienzo a sospechar ese Amor me está salvando


el Alma y la Vida.

Marzo 2016

91
Para quien sienta – Relato de un camino interior

La destrucción cómo sanación

E
n este mundo de idealizaciones polariza-
das entre el bien total y el mal absoluto,
no nos es posible comprender la belleza e
inteligencia de ciertos procesos que llevan
tiempo, nos hunden en incertidumbre, y su resul-
tado o final se mantiene incierto hasta que ocurre.

Todo ser humano que sienta en algún momento


de su vida querer sanar, encontrando otro sentido
y manera de existir, tendrá que enfrentarse inexo-
rablemente con la destrucción de quien ha estado
siendo.

El camino al cielo inicia en el infierno, y será nues-


tro propio infierno el que habremos de atravesar,
destruyendo a nuestro paso todo aquello que he-
mos sentido y vivido en mal.

La destrucción es en sí el principio de la creación


consciente. Creemos, con nuestra mente de cuen-
tos, que todo ocurre de un momento a otro, como
si tuviéramos dos botones para cambios radicales e
instantáneos. Imaginamos amanecer un día siendo
diametralmente opuestos a quienes éramos el día
anterior, con la claridad de un sattori espiritual que
hace todo se transforme de la noche a la mañana.

92
Carolina Wilches

Pues no funciona así.

Renacer, crecer, transmutar es ante todo un proce-


so de destrucción, en veces lento y confuso, doloro-
so y en cierto modo de sufrimiento, donde lo viejo,
lo que hemos estado siendo y la vida hemos venido
viviendo, han de morir. No se trata de una muerte
súbita, sino de una agonía lenta e intensa, pues hay
que destruir pedazo por pedazo, paso a paso.

Demoler nuestra existencia para que otra vida


emerja nos funde en un tiempo caótico, incoheren-
te, confuso, angustioso. Avanzamos y retrocede-
mos mientras vamos siendo testigos del desmoro-
namiento de la vida teníamos, del ser éramos, de
los pensamientos nos sostenían, los vínculos a los
que nos aferrábamos y, quizás, hasta del oficio que
ejercíamos. Es un Armagedón en cámara lenta que
no deja nada en pie.

Quiénes no lo viven y sólo observan la destrucción,


se espantan. La mente programada critica: “¿no es
que querías sanar? ¡Mirá todo el lío que estás ha-
ciendo!” Juzgan los hechos incoherentes, las reac-
ciones desmedidas, las idas y vueltas, los cambios
fuera de programa, las decisiones impulsivas, los
errores manifiestos. Destruir va de ellos. Estamos
en franca agonía, perdiendo, aún queriendo, todo
lo que era y sin fuerzas aún en lo nuevo que se ave-
cina.

Los caminos espirituales no son por plácidas pra-


deras verdes donde uno va levitando vestido de

93
Para quien sienta – Relato de un camino interior

blanco, fundido en un estado armonioso que roza


lo imbécil. Quienes así lo consideran, gran decep-
ción tendrán al ver cuán distinto el proceso es. Las
sendas de sanación nos llevan a los abismos interio-
res, a nuestras mayores y más aterradoras profundi-
dades, nos adentran en los infiernos propios para
poder tomar conciencia. Son tiempos de mucha
confusión, miedo, dolor. El alma ha de resistir y
persistir para lograr salir de allí en coherencia. Es-
tamos destruyendo nuestra oscuridad con la luz de
la conciencia y el amor por la experiencia humana.
No, ello no se logra levitando.

Desmejoramos físicamente y muchas veces enfer-


mamos mientras lo vamos viviendo. Nos ponemos
raros, huraños, esquivos. Nuestro ánimo termina
siendo apático, pues ya no estamos donde estába-
mos y aun viviendo semejante proceso, la vida coti-
diana continúa, lo cual requiere más esfuerzo.

Poca gente nos entiende, pero llega un momento


en el que eso ya no surte efecto. La energía nos
pulsa dentro es más fuerte que cualquier crítica o
cuento y aunque parezca un error para el mundo,
sabemos sintiendo a dónde queremos ir y de dónde
estamos saliendo. Es un proceso íntimo, personal,
profundo ya ni se debe explicar, sólo vivir.

Resistir es persistir en este proceso, tener paciencia


y templanza. Dará su fruto en el tiempo. Las crisis
y las incoherencias se entenderán desde adelante
cuando miremos para atrás. Sólo en perspectiva
comprenderemos la belleza del proceso de algunas

94
Carolina Wilches

realidades. Vivir la destrucción en amor, aferrándo-


nos a lo que anhelamos ser, dejando muera lo que
tenga que morir en mi vida y en mí, es trillar la
tierra de nuestra propia existencia para sembrar de
nuevo algo distinto y cosechar a su tiempo.

Duele y es confuso. Asusta y da miedo, pero la sa-


nación inicia en el Armagedón de quien elegimos
ya no ser. No hace falta explicar ni que los demás
entiendan, ellos sólo critican lo que más miedo da,
basta mi corazón lo sienta y poner mi voluntad en
vivirlo.

No sabemos cuándo, pero la fe en mi espíritu me


grita desde adentro que todo este proceso, algún
día, tendrá sentido.

Estoy “renaciéndome” a mí mismo.

Noviembre 2018

95
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Si no eres feliz con lo que tienes,


con lo que falta tampoco lo serás

L
a imagen de un hombre contemplando
con añoranza una flor lejana, rodeado de
un bello jardín inspira, hace reflexionar.
No cuesta reconocerse. La mayoría nos he-
mos sentido así, con una incapacidad de vivir lo
que está en nuestra vida por añorar o desear aque-
llo sentimos nos falta.

Las idealizaciones se alimentan de nuestras más


profundas carencias, esas partes rotas del ser que
han quedado dispersas en nuestro interior sin reso-
lución. Eso sentimos nos falta, y no tenemos, pero
nos convencemos alguien lo tiene, y si nos lo da,
todo lo que duele, se pasará... Menuda ilusión, que
ata la necesidad profunda de sentirnos completos,
llenar el vacío, deje de doler eso que duele por den-
tro.

La mente nos convence, cuando seamos eso que no


somos, estemos con quien no estamos, hagamos lo
que no hacemos, vivamos lo que no nos toca vivir,
seremos felices… Entonces ponemos ahí, en eso
que falta, que no está, que no pasa o no llega, toda

96
Carolina Wilches

nuestra energía, pulsión vital, pensamientos y sen-


timientos.

Y sufrimos, mucho, se entra en pena, rabia e impo-


tencia, porque simplemente no solo no logramos
alcanzarlo, nuestra vida se va deteriorando en la
obsesión focalizada, lo que está no nos alcanza o
no nos importa, lo que sí somos no nos llena, lo
que sí hacemos no nos satisface.

Salir de esta trampa es fácil y aun así, laborioso.

El secreto está en reconocer qué valor le he dado


a eso creo me falta. Descubrir en ello hay una bús-
queda de sentirme de una manera distinta a la que
me siento, porque aquello que creo no tengo o no
soy, me daría una sensación de mí misma diferente
a la que hoy tengo.

Reconocer cómo me estoy definiendo a mí mismo,


y qué estoy queriendo tapar con obtener aquello
que tanto busco.

¿El resultado? Me he encontrado conmigo mis-


mo. El dolor y la impotencia se transforman en la
puerta nos lleva hacia los rincones más escondidos
de nuestro ser. Reconoceré el juicio tengo sobre
mí mismo, y podré aceptarlo para cambiarlo, para
transformarlo dentro mío.

Si puedo aceptar cómo me siento y salgo de la tram-


pa mental de creer mi salvación provendrá de fuera
mío, iré haciéndome más íntegro, más yo. Podré

97
Para quien sienta – Relato de un camino interior

vivir y disfrutar de aquello vivo, tengo, soy. Recu-


peraré mi poder personal, y podré hacerme cargo
de mi ser.

Me daré el valor tanto busco fuera y no encuentro,


pero esta vez me lo daré yo. Me tomaré completo
sin condiciones, entraré en paz con quien soy, ha-
bitando mi vida tal como es sin hacer juicio, entre-
gándome a lo que es, soltando los apegos y las de-
pendencias. Transformándome yo en esa flor que
antes añoraba.

Abril 2016

98
Carolina Wilches

Creando mi realidad personal

N
uestra realidad personal es el reflejo
puro de nuestra personalidad. Así como
somos, es nuestra vida y sus circunstan-
cias. Si queremos algo cambie en ella,
tendremos que cambiar quienes estamos siendo…

Una personalidad resentida, amargada, prejuicio-


sa, carente y enojada no tiene manera de habitar
una vida armoniosa y satisfactoria. Cambiar es ser
capaces de pensar mejor de lo que nos sentimos,
transcender lo que nuestra mente juzga está pasan-
do y sostener una visión clara de quiénes queremos
ser y de la vida que queremos manifestar.

Vivimos automáticamente y no lo advertimos. Si to-


das las mañanas al levantarnos hacemos las mismas
cosas, pensamos los mismos pensamientos y emiti-
mos los mismos juicios, tendremos siempre los mis-
mos sentires que nos llevarán a hacer las mismas
cosas y tener las mismas reacciones, nos traerán las
mismas experiencias, pero es cierto que en nuestra
inconsciencia rezamos para que algo cambie.

Elegir conscientemente cómo queremos ser, sos-


tener esa visión, sentirla hoy, ahora, enseñarnos a
nosotros mismos cómo queremos pensar, cómo nos

99
Para quien sienta – Relato de un camino interior

queremos sentir, es desaprender el ser automático


para volvernos creadores de nuestra experiencia
personal.

Crear una vida que valga la pena vivir es enseñar-


nos a ser la persona que tendría esa vida, sentirla
hoy para que se manifieste mañana.

Construimos nuestra realidad y nuestro futuro a


cada instante, con cada pensamiento, emoción y
elección. Hoy podemos elegir rescatar lo bueno,
aceptar en vez de juzgar, querer en vez de conde-
nar, decir la verdad en vez de mentir, dar en vez de
esperar recibir.

Intentemos ser desde una elección consciente y no


desde una repetición inconsciente de quienes he-
mos sido. Y así verdaderamente nuestra vida cam-
biará, pues habremos cambiado nosotros primero.

Mayo 2016

100
Carolina Wilches

Perdonar nos transforma

H
ay quienes nos planteamos cuál es nues-
tro sentido, qué hemos venido a experi-
mentar. Al principio buscamos respues-
tas complejas y analíticas, cuando en
verdad la vida es simple y no gasta más energía que
la necesaria.

Aquello que más nos duele es lo que hemos venido


a aprender a perdonar, y para poder perdonarlo te-
nemos que vivirlo. Lógica natural.

Si nuestro dolor es no sentirnos valiosos, por ejem-


plo, dignos de amor, hemos de vivir situaciones y
relaciones nos hagan sentir exactamente ello, para
luego, una vez nos cansemos de sufrir, podamos to-
mar la conciencia necesaria que haga logremos ver
la situación de otra manera; podamos ir a ese lugar
dentro nuestro donde todo cabe, donde podemos
reconocer no nos supimos amar y el otro sólo esta-
ba ahí para recordárnoslo.

Sanar no es cambiar, sanar es aceptar, integrar, per-


donar y soltar.

Nada de afuera nos duele, es nuestra resistencia in-


terior la que provoca el dolor. Perdonar es tomar

101
Para quien sienta – Relato de un camino interior

conciencia todo es perfecto y aquí hemos venido a


aceptar, con conciencia, aquello a lo que más nos
resistimos perdonar.

Junio 2016

102
Carolina Wilches

La vida es al revés

C
reer estar “arriba”, es estar muy bajo. ‌
Llegar “alto”, es la puerta al fondo.
Conseguir lo que se quiere, es perder lo
amado.

Llenarse desde fuera, es vaciarse por dentro.


Agradar a todos, es despreciarse a sí mismo.
Destruir a otro, es matarse a uno mismo.
Alcanzando el éxito, se fracasa.
Ganando es como se pierde.

...Es sólo cuestión de tiempo.

La humildad nos lleva arriba.


Tocando fondo llegamos alto.
Honrar lo amado nos trae lo que queremos.
Llenarse por dentro desvanece el afuera.
Agradarme a mí mismo me conecta con todos.
Dar vida a otros me mantiene vivo.
Fracasando llego a ser yo mismo.
Perdiendo todo, me gano a mí mismo.

Es darse cuenta… la vida es al contrario.

Junio 2016

103
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Libertad emocional

A
unque el ego siempre pide el cómo y la
conciencia no lo necesita, para iniciar
procesos de transformación interior hace
falta cierta explicación.

No somos cuerpo ni somos mente, somos concien-


cia. ¿Qué es la conciencia? Es ese espacio interior
que habita en cada ser y nos permite observar nues-
tros pensamientos y emociones con cierta distan-
cia, sin apegarnos ni fundirnos en lo que sentimos
y pensamos.

Desde nuestra conciencia podemos darnos cuenta


siempre pensamos igual, nos repetimos constan-
temente, y como siempre pensamos igual siempre
sentimos igual.

Aquí vamos al concepto del mí mismo. Así como


nos consideremos a nosotros mismos será nues-
tra vida. Nuestra personalidad determina nues-
tra vida personal. Si nos consideramos desgra-
ciados, víctimas, incapaces, vulnerables, sosos,
poco inteligentes, in-querible, pues esas creen-
cias determinarán la realidad que vivimos, la
cual estará en perfecta coherencia con nuestra
personalidad.

104
Carolina Wilches

Si nos consideramos unos infelices, viviremos una


vida digna de un infeliz, si nos consideramos vícti-
mas, encontraremos en cada persona un victimario,
si nos consideramos in-queribles, encontraremos
solo situaciones de rechazo. Pero nótese en favor:
la vivencia es consecuencia de nuestra manera de
concebirnos. Somos la causa y nuestra vida la con-
secuencia…

Todo lo que ocurre en nuestra vida está relaciona-


do con nuestra vibración de creencias. Si queremos
cambiar, hemos de ponernos a observar qué pensa-
mos y sentimos de nosotros mismos, de la vida, del
amor, del dinero, la pareja, el trabajo, la amistad.

Así, vamos a descubrir que hemos estado atrayen-


do exactamente lo que creemos.

Cuando nos damos cuenta de esto podemos comen-


zar, sin juzgarnos, a advertir estamos teniendo un
mal sentir, un mal pensar, y podremos corregirlo.
Libertad emocional es eso, elegir, conscientemen-
te, cómo queremos pensar y cómo nos queremos
sentir, sin creer todo lo que pensamos y sentimos,
pues no es más que una repetición automática de
creencias inconscientes que nunca nos hemos cues-
tionado.

Quien se siente en paz, vive en paz.

Quién puede trascender el pequeño concepto mise-


rable de sí mismo recupera su poder personal, deja
de culpar a otros y se hace responsable de la vida se

105
Para quien sienta – Relato de un camino interior

está creando para sí.

El otro siempre me refleja, es mi espejo. Así como


me tratan es como me trato. Cambiando nuestras
intenciones, creencias y valores transformamos
nuestra personalidad y, en coherencia, se transfor-
mara nuestra propia vida.

No es difícil, sí requiere compromiso, poder em-


prender esta transformación.

Julio 2016

106
Carolina Wilches

Amigo

U
n amigo es un ser que resuena con un
trocito de nuestra alma, soy yo en otro
y otro en mí. A veces, es mi parte cuer-
da, a veces, mi parte loca, a veces, ahí
encuentro el coraje que no siento, en otras, son los
oídos que no me presto o los concejos me cuesta
darme.

Es esa ternura que sale de adentro hacia afuera y


vuelve, casi siempre vuelve. Son los secretos que
ni yo me cuento, las miradas que no me doy. El
amor que tanto me cuesta sentir dentro, lo en-
cuentro en ese otro que me refleja. Es la parte
más compleja, prejuiciosa y criticona, distante,
que rompe y quiebra pero igual sigue siendo un
pedacito de mi alma, por ello no deja de ser mi
amigo o yo de él.

Los amigos son, en fin, esas partes nuestras que


al ir encontrándolas por la vida nos completan,
nos explican, nos hacen crecer, a veces en la
cercanía, otras en la dolorosa distancia; a veces,
de buenas maneras, otras desde las pérdidas.
Esos son los amigos. Y quienes alguna vez lo
fueron y hoy ya no lo son, en el alma lo siguen
siendo.

107
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Lo que conectó en sentimiento es para siempre.

Gracias a todos mis Amigos.

Julio 2016

108
Carolina Wilches

Días nublados

A
lgunos días se carga y nubla el ánimo...
y se pasa el día entero con ganas de llo-
ver. Arremolinadas dentro, las emocio-
nes amenazan con tormenta... algo falta,
algo sobra, algo no está bien; algo es como no tenía
que ser... sopla el viento de los pensamientos sobre
el alma y más confusión genera. La conciencia dice:
es sólo una memoria, un eco del algún lamento; no
es de ahora, es de otro tiempo; pero aun sabiendo,
el cielo se va cargando, se vuelve pesado y denso.

Tratando de pelearla hacemos algo con el cuerpo,


tal vez en el esfuerzo se nos aclare el cielo. Distraer
la cabeza para que amaine el viento; tal vez dormir
un rato... pero no hay caso; cuando amanece nu-
blado y tupido el ánimo, no queda más remedio...
hay que sobrellevar el día entero.

Y quizás el remedio sea...

Quedarnos quietos, dejar que sea; aun los días gri-


ses tienen su belleza; quizás es una oportunidad
de tenernos más paciencia; de quedarme conmigo
hasta que aclare el cielo. Si ya sabemos, después de
la lluvia todo se vuelve más verde; el sol amanece
y vuelve el celeste. Sin hacernos tanto drama por

109
Para quien sienta – Relato de un camino interior

estar sintiendo lo que no quisiéramos; comprender


que de días grises también vive el cielo; le limpia el
aire, le quita peso; después de que pasa, todo se ve
más clarito; más cierto.

Septiembre 2016

110
Carolina Wilches

Reanimarse

D
ifícil es sostener siempre las ganas y la
motivación, la rutina y el ajetreo de la
vida en sí. Nos va desgastando el ánimo,
necesitamos tomarnos un respiro para re-
animarnos, ya sea para seguir con lo que veníamos
haciendo o para comenzar algo nuevo, o porque,
simplemente, sentimos necesitamos un cambio.
Para todo hace falta energía, y ella surge de nues-
tro ánimo.

Puede ser que estemos necesitando motivarnos


para iniciar algo, quizás centrarnos en aquello que
nos hace bien, y por el sin razón, dejamos de hacer-
lo; quizás tengamos que enfrentar algún miedo que
nos priva de vivir como quisiéramos, o asimilar que
una etapa de la vida terminó, desapegarnos, soltar
y encaminar el rumbo de nuevo.

Muchas razones, una sola necesidad: volver a no-


sotros mismos.

Esa voz que nos pide un cambio sabe lo que nos


hace falta. Aferrarnos a lo conocido por miedo a
dar el paso sólo nos traerá más frustración y des-
ánimo por no haber seguido a nuestra voz interior.
Siempre vale la pena el intento, aunque no sea fácil

111
Para quien sienta – Relato de un camino interior

dar el paso sabemos es por nuestro propio bien.

Sentir que podemos avanzar, movernos, hacer algo


con lo que nos está pasando; y quizás así, también
motivar a quienes nos rodean y sienten lo mismo
pero no se animan a saltar.

Reanimarse es volver a vivir, reconectar con uno


mismo, darnos vida otra vez. Sea cual fuere la si-
tuación, si nos animamos y nos damos coraje, todo
se vivirá mejor.

Octubre 2016

112
Carolina Wilches

De compensar a trascender

T
oda carencia, falta o dolor que haya-
mos experimentado, fundamentalmen-
te en nuestra infancia, marcará nuestras
creencias sobre nosotros mismos y nos
definirá como personas, hasta tanto podamos to-
mar conciencia de ellas y transformarlas, pues
nos definen desde el dolor y no desde el amor.

En otro plano consciente buscaremos, denodada-


mente, compensar estas carencias, faltas y dolores.
Si nos sentimos amados en la niñez y luego rechaza-
dos, o experimentamos abandono o humillación, si
la vivencia fue de desvalorización, andaremos por
la vida adulta buscando aquellas situaciones o per-
sonas que, en nuestro imaginario, van a compensar
esas experiencias.

Buscamos afuera una experiencia supuestamente


opuesta, que tape o repare aquella que sentimos
que nos dañó en primer lugar. Basta dejar pasar
algunos años para darnos cuenta que esto, así, no
funciona. Nos encontramos con más de lo mismo,
busquemos donde busquemos, y la razón radica en
que no hemos cambiado nuestras creencias.

Atraemos lo que somos, no lo que queremos ser.

113
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Si nos creemos indignos de ser amados, poco va-


liosos y susceptibles de abandono, esa será nues-
tra resonancia y solo conectaremos con personas
y situaciones que nos den la razón. Compensar no
sana, enferma más, pues hasta que no cambie nues-
tro concepto, nada cambiará en nuestra vida.

La mente nos miente jurando que, cuando encuen-


tre el amor de nuestra vida, el trabajo de nuestra
vida, la casa de nuestros sueños, cuando tenga
una familia perfecta o un hijo perfecto, el reco-
nocimiento de los amigos, ese dolor, ese agujero
de vacío existencial se tapará, y ahí si nos querre-
mos y amaremos y ya no nos vamos a considerar
unos fracasados. Pues no, no va así la cosa. Hemos
de trascendernos a nosotros mismos, transformar
nuestras creencias, y, así, ellas cambiarán nuestra
experiencia.

Trascendernos es elevaros por encima de nosotros


mismos, es abrirnos, sanarnos, asumirnos tal cual
somos, con nuestros dolores y rencores; vernos sin
juzgarnos y aceptarnos, para luego perdonar la vi-
vencia existencial. Cubrir nuestros propios vacíos,
ocuparnos de nuestros dolores, ser lo que nos faltó.

Si nuestra historia va de abandonos, el sentido de


la vida está puesto en que alguien de este árbol fa-
miliar experimente el abandono y lo trascienda,
lo viva sin dolor y sin rencor, aprenda que puede
ser abandonado y eso no determina la ruina de su
existencia ni lo hace alguien retorcido; al contrario,
puede vivir la experiencia y comprender, descubrir

114
Carolina Wilches

la creencia que genera esa experiencia y sanar la


percepción. Esto es perdonar: agradecer por el
aprendizaje y soltar la vivencia.

La vida quiere nos quiere plenos y felices pero, para


ello, hemos de enfrentar nuestros mayores miedos
y carencias. Sólo así dejaremos de creernos minús-
culos y víctimas del universo, para comprender que
somos creadores de nuestra propia experiencia.

Lo que sea que estemos tratando de compensar


hemos de parar de buscar hacerlo; el camino está
en el trascender. Somos mucho más inmensos que
nuestros dolores y carencias, la fuerza espiritual es
la que nos ayuda a sanarnos por dentro, pues nos
hace saber sintiendo que todo aquello que hemos
creído que nos faltaba ya estaba dentro nuestro y
no nos dábamos cuenta, pues seguíamos buscando
fuera.

Trascenderse es aprender a amarse incondicional-


mente, es el mayor acto de amor que podemos
ejercer por nosotros mismos y por nuestro árbol
familiar; es sanar las memorias de dolor, de des-
valorización y miedo que cargamos subconsciente-
mente; es hacernos más grandes que todo ello y,
así, más vivos, más corajudos, más libres.

Diciembre 2016

115
Carolina Wilches

TOMA IV - EL VACÍO

La Nada
117
Carolina Wilches

La soledad

S
ólo hay un espacio en donde mi vida puede
transformarse: mi espacio interior.

Uno de los grandes miedos modernos es la-


soledad, pero más que miedo a estar solos, es mie-
do a no ser amados o valorados por otros, quizás
hasta de no ser necesitados por los demás; creer no
tenemos nada bueno para dar. En espiritualidad,
la soledad no es más que la oportunidad de encon-
trarnos con nosotros mismos, de ver y sentir qué
nos pasa, de conectarnos internamente.

Temer a la soledad es temer a la intimidad con mi


propia persona.

Somos capaces de hacer cualquier cosa con tal de


huir de nosotros mismos, de nuestros dolores y
miserias, de nuestras carencias emocionales. Nos
escondemos de nosotros mismos en relaciones dis-
funcionales, en vínculos obsesivos, con hijos o en
la familia; tenemos la compulsión de estar siempre
haciendo algo con alguien, comiendo, durmiendo,
follando, da igual; lo que subyace es siempre lo
mismo: escapar del encuentro interior.

En la vida, todos hemos de enfrentar varios mo-

119
Para quien sienta – Relato de un camino interior

mentos de soledad, silencios y espacios vacíos, de


cambios en nuestra vida; personas que se van o
mueren, relaciones que se desvanecen, hijos que
parten a vivir su vida, amistades que se terminan.
Cuando no queda nadie, nos encontramos con no-
sotros. Esas son las grandes oportunidades que nos
da la vida para quedarnos, conectarnos, sentirnos,
atendernos, prestarnos atención, acompañarnos y
reflexionarnos.

La soledad es la única instancia en la que nos pode-


mos unir con lo que nos trasciende, llámese Dios,
universo, energía primal, o como fuere. Sólo en la
soledad del alma, entiéndase esto, en la conexión
más íntima y sincera con nosotros mismos, pode-
mos descubrir aquello que nos hace parte del todo,
lo que habita nuestro vacío, lo que le da sentido a
nuestra existencia.

La soledad no es un castigo, es una oportunidad de


trascendencia. Es la posibilidad de dejar de escapar
de nuestro mundo interior, de enfrentarlo, habitar-
lo y vivir aquello que nos toca vivir; de vencer la
resistencia mental de no querer vivirlo, pues ya está
aquí, está ocurriendo, y ¿qué sentido tiene decirle
no a lo que ya es?

Cuando nos quedamos con nosotros, cuando en


humildad aceptamos lo que la vida nos está tra-
yendo, sintiendo que todo siempre es para nuestro
crecimiento; cuando enfrentamos el vacío, el dolor,
cuando sentimos las creencias y las vamos sanando
con la energía del espíritu, comenzamos a descu-

120
Carolina Wilches

brir por qué vamos sintiendo lo que sentimos, y


entendemos que no somos incompletos ni nos falta
otra parte perdida por ahí.

Nos reconocemos únicos y unidos a todo a la vez,


nos damos cuenta de que podemos, nos llenamos
de nosotros mismos y dejamos de buscar compañía
para nuestros huecos, para comenzar a vivirlos y
celebrarlos. Aprendemos a trascender esta expe-
riencia, le perdemos el miedo, borramos toda fan-
tasía desoladora de la mente y podemos sentirnos
solos, sabiendo que, en realidad, jamás lo estamos.

Crecemos por dentro, le damos la bienvenida a esta


experiencia más de la vida, de ser uno con nosotros
mismos, estar para nosotros. Nos abrimos, nos ex-
pandimos, le decimos sí, le damos lugar a esa ex-
periencia que, aunque duela, no nos mata, simple-
mente nos hace más vivos, conscientes, presentes.

Comenzamos a poder con ese momento, descu-


brimos podemos afrontar esta realidad sin drama-
tismos y es ahí cuando aparece la libertad. Somos
libres de ser quienes somos y de vivir lo que nos
toca. Descubrimos que podemos, que nos cabe
dentro la experiencia y, en vez de cerrarnos y retor-
cernos, nos abrimos para florecer en esta unión que
nos hace uno con nosotros mismos.

Enero 2017

121
Para quien sienta – Relato de un camino interior

El sentido de una pareja.


Mirar la vida a través de
los ojos de otro.

C
uánto se pide a un par y se añora, ideali-
zando en otro, aquello que nadie puede
darnos. Exigimos y esperamos una pare-
ja haga y sienta por nosotros lo que no-
sotros mismos, muchas veces, somos incapaces de
hacer y sentir, no solo por el otro, peor aún, por
nosotros mismos.

Anhelamos ese amor que nos sane la vida, nos quite


el dolor, nos devuelva el sentido, la seguridad y la
felicidad. Rezamos por que aparezca ese otro que
nos defina y convalide, que venga lleno de acep-
tación profunda y puro amor incondicional para
comprendernos en todo sin protestar, queremos
nos acepte y nos ame con locura, para así sentirnos
únicos, irremplazables, indispensables y ya nunca
más miserables, rotos o defectuosos.

El trabajo de amarse es de cada uno; el universo no


permitirá alguien llene nuestros vacíos, pues son
eso, nuestros. El sentido de la vida, la seguridad en
ella y, por ende, la felicidad son una empresa ínti-

122
Carolina Wilches

ma e individual al extremo.

Estamos hechos para ser de nosotros mismos. Sí,


solo de nosotros, para gobernarnos, disfrutarnos,
habitarnos, recrear nuestra vida interior en amor
incondicional, comprensión y aceptación, para así
ejercer nuestra unicidad.

¿Cuál es, entonces, el sentido de una pareja, de un


compañero, de un amor? Una pareja es aquella dis-
posición para abrirse a mirar la vida a través de los
ojos de otro. La energía que nos conecta en un sano
encuentro con otro ser ha de ser el simple placer de
compartir, estar dispuestos a dar y recibir, enrique-
ciendo el alma con ese encuentro.

No va de llenar carencias ni miserias, mucho me-


nos convalidar egos o calmar miedos. Simplemen-
te, significa darnos para enriquecernos. Quizás ahí
radica el trabajo interior si queremos conectarnos
en pareja: ser alguien que tenga algo bonito para
compartir con otro sin esperar algo a cambio, sin
exigir algo a cambio.

¿Probamos por acá? En vez de andar poniendo a


San Antonio de cabeza, basta con llenarse por den-
tro de ganas de vivir y disfrutar; quizás sea esa la
energía más sentida con la cual atraer y conectar
con un compañero de vida.

Enero 2017

123
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Cuando nos duele el corazón

N
o es lo que pasa lo que nos da dolor en
el corazón, es nuestra resistencia a dejar
que éste se abra y nos quepa dentro eso
que está pasando.

El corazón duele cuando con nuestra mente nos re-


sistimos a aceptar, y apretamos fuerte para que no
entre lo que estamos viviendo. Cada experiencia
tiene un sentido, un aprendizaje, y más allá de eso,
una función: hacernos más grande el corazón.

Alguna vez me dijeron que el corazón no guarda


rencores, todo lo que en él guardamos se guarda
con amor. Basta ponerse a sentir y se advierte al
instante es así.

Pero estamos acostumbrados a guardar rencores,


memorias de dolor en la mente y no llevarlas al co-
razón. Y ellas quieren ir ahí, pues es el lugar de
la sanación, pero con la cabeza nos resistimos, e
intentamos apretar y cerrar lo que está hecho para
abrirse.

Esa lucha entre amar y aceptar, frente al resistir y


apretar, es el dolor que sentimos. Cualquier viven-
cia cabe en el alma del corazón, todo dolor, ahí,

124
Carolina Wilches

se sana; sólo debemos dejarla entrar en vez de re-


sistirnos. Debemos llevar, conscientemente, lo que
sentimos hacia él, y con el tiempo nos iremos dan-
do cuenta de que los dolores de la vida son los que
nos enseñan a amar y nos hacen grande el corazón,
pues lo llenan de amor, ampliando así nuestra ca-
pacidad humana de comprender e integrar.

Así crecemos por dentro, aceptando y descubrien-


do que no hay nada que el corazón no pueda sanar
amando.

Enero 2017

125
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Lo difícil de soltar

E
l ser humano está, mayormente, diseñado
para soltar y dejar ir. Basta observar a un
niño de tres o cuatro años el mega berrin-
che es capaz de experimentar en un deter-
minado momento, y cómo esa catástrofe emocional
se disuelve, a los minutos, para conectarse feliz y de
buen ánimo con otra situación. Es innato a nuestra
esencia soltar.

Tres aspectos del apego:

Nos apegamos a personas y situaciones que cree-


mos nos dan significado, pues sentimos somos
insuficientes, rotos, carentes o fallados. Tomamos
como natural tener tan baja estima de nosotros
mismos, tan minúsculo concepto; nos convence-
mos nos hace falta apegarnos a algo externo para
ser mejores y así ser felices, porque con lo que so-
mos no alcanza.

Necesitamos adosarnos personas, relaciones y si-


tuaciones para ser más. En esta cultura actual, es
ampliamente aceptado tener baja estima (querernos
poco), considerarnos imbéciles afectivos e incapa-
ces, y hacemos alarde de nuestras tristes historias y
nos auto definimos como traumados, estropeados e

126
Carolina Wilches

irreparables. Estamos habituados a definirnos des-


de nuestros dolores, carencias y miserias, esperan-
do los demás nos tengan pena.

Desconocemos, a propósito, nuestra grandeza y


magnificencia. Es mejor visto considerarse misera-
ble que maravilloso. Vivimos subestimando nues-
tra capacidad de transformación y trascendencia.
El apego se sustenta en la proyección de nuestro
sentido de vida, nuestra seguridad y nuestra feli-
cidad en la vivencia de una situación idílica fanta-
seada que, según mis creencias, es la cura de todos
mis males.

Desapegarse no es difícil, lo difícil es asumir con


nosotros mismos que esto es mentira y que, quizás,
nos hemos pasado años o décadas persiguiendo lo
que no existe, pues es una creación de nuestra men-
te.

Lo difícil es reconocer que nos hemos engañado


buscando fuera lo que sólo vamos a encontrar
adentro, pero no queremos tomarnos el tiempo y
menos el trabajo de hacerlo. Queremos la vida nos
lo dé y sea el otro quien se haga cargo. Nos resulta
muy difícil aceptar, pues ello requiere de humildad
y significa poner nuestro ego de rodillas ante la
vida, unirnos a ella en su voluntad.

Si somos capaces de asumir nuestra unicidad y per-


fección dándonos cuenta no necesitamos de nada
ni de nadie para ser lo que ya somos, seres increí-
blemente maravillosos; si desde ese cambio de per-

127
Para quien sienta – Relato de un camino interior

cepción de nosotros mismos asumimos el reto de


explorar nuestras capacidades y trascender las ex-
periencias de la vida, aceptándolas desde nuestra
grandeza y con la dignidad que brinda la humildad,
descubriremos que no hay dolor que no pueda sa-
narse; que no hay perdida que no pueda integrarse,
que no hay sueño roto que no pueda servirnos para
elevarnos más allá de nuestra medida.

Estamos hechos para vivir plenamente, tenemos


en nosotros todas las capacidades para sanarnos
y elevarnos más allá de nuestro concepto mental.
Vinimos a descubrir, experimentar y manifestar lo
grandiosos que podemos llegar a ser por dentro.
Vinimos a darnos cuenta que nuestro corazón es ca-
paz de comprender, aceptar y amar todo; sí, todo.

La vida es una experiencia de amor, de luz, de ex-


pansión y alegría; lo único difícil es trascender el
concepto de nosotros mismos. A eso es a lo que, en
definitiva, nos aferramos: a nuestra triste definición
propia, sin querer aceptar el reto que implica ma-
nifestar el maravilloso ser que ya somos y que no
necesita nada de nadie.

Enero 2017

128
Carolina Wilches

Ser feliz…

S
er feliz no es ser una persona positiva,
siquiera es estar alegre la mayoría del
tiempo. La felicidad no es un estado de
negación de la vida y sus vicisitudes, cual
necio rampante que sostiene una irrealidad.
Tampoco va de escindir las emociones doloro-
sas; al contrario, es vivirlas plenamente, profun-
damente, dejarlas ser en nosotros. La felicidad
no es no sentir dolor, ni pena; no pasa por no
experimentar pérdidas, derrotas, carencias y
hasta sufrimientos.

Ser feliz es un estado de contento interior, de co-


nexión conmigo mismo y con aquello que siento
me trasciende.

Es saber dentro mío cabe la vida entera, com-


pleta, soy quien puede experimentar el todo, la
alegría y la tristeza, el júbilo y el vacío, y seguir
viviendo. Repetir mantras positivistas puede
ayudar en un inicio, pero lo que más ayuda son
los pensamientos de fe, de confianza, de acep-
tación con buena voluntad. No es resignarse, es
aceptar y poner lo mejor de nuestra voluntad
para vivir lo que sea que nos está tocando vivir,
conectados con lo que de verdad sentimos.

129
Para quien sienta – Relato de un camino interior

…Sintiendo que todo es perfecto y forma parte de


esto que llamamos vida, que no es más que una ex-
periencia para el alma. Se puede experimentar una
profunda pena y seguir siendo feliz, pues la felici-
dad es eso, saber que esa pena forma parte de mi
experiencia y que puedo vivirla, aprender de ella,
crecer en ella.

Los dolores y fracasos de la vida están ahí para ha-


cernos más grandes, más humanos, más amplios,
más fuertes en nuestra capacidad de amar. Cuanto
más amamos, más felices somos, aunque la expe-
riencia duela. Felicidad no es ausencia de dolor o
disgusto, es presencia de amor mientras dura ese
dolor, con confianza en la vida.

Febrero 2017

130
Carolina Wilches

Del mal karma a la bendición,


es pura elección

M
uchas veces no nos gusta lo que esta-
mos viviendo. Nos duele, nos lastima,
nos genera miedo. Miedo a eso que nos
pasa, miedo de lo que nos toca vivir.

Buscar su origen nos lleva directo al sentido. Existe


una gran diferencia entre vivenciar la experiencia
convencidos es un error, mal karma o castigo, y po-
der comprender existe un para qué fundido en esa
vivencia, un aprendizaje, una oportunidad.

Nuestra información biológica y emocional pulsa-


rá denodadamente por crear las circunstancias per-
fectas para que aquello que no fue trascendido en
el árbol familiar, lo sea. Nos toca lo que nos toca,
no lo hemos elegido conscientemente, mas desde
nuestro plano espiritual ha sido el compromiso que
asumimos con nuestra evolución y sanación.

Cuanto antes aceptemos lo que es, tal cual es, deján-


donos de resistir y protestar, más rápidamente podre-
mos serenarnos y encontrar el sentido. Y aun cuando
sea dolorosa la experiencia, no da igual vivir un dolor
que sana y repara, a sufrir un dolor sinsentido.

131
Para quien sienta – Relato de un camino interior

No basta preguntarnos por qué nos ocurre lo que


nos ocurre, debemos encontrar el para qué, y po-
ner el centro en aquello que aprenderemos al tran-
sitar la experiencia; cuánto de ella nos va a trans-
formar interiormente, cuánto liberará del dolor y
sufrimiento heredado a nuestro clan, y de allí a la
humanidad.

Suena exagerado, tal vez, pero, a nivel de la ener-


gía nunca nada lo es. La sanación de un ser cam-
bia el destino de miles otros, de tantos modos, que
nuestro raciocinio no puede dimensionarlo. En ve-
ces la voluntad no nos alcanza en hacerlo por noso-
tros mismos, quizás esto que estoy viviendo se haga
más llevadero en asumirlo como lo que es: una ex-
periencia de sanación que liberará a muchos otros
que no tendrán que pasar más por ese dolor.

Busco vivir una inspiración espiritual que me tras-


cienda en mi minúscula experiencia y la eleve a la
energía del amor, donde cada perdón es un acto
profundo de amor, no solamente por mí, por to-
dos. Cumplir con mi misión de vida, sanar lo que
vine a sanar, amar lo que vine a amar, perdonar lo
que pedí perdonar.

Transformar mi vida y cada circunstancia en un


acto de amor, en un mantra de comprensión y bon-
dad. Cuán plena se irá mi alma el día que lo llegue
a lograr. Nada es un castigo ni un error, todo es
siempre una bendición. Es tanta la fe de la vida en
nosotros, que nos da mil oportunidades para sa-
nar; una en cada situación.

132
Carolina Wilches

Cuando dejo de querer salvarme con mi pequeño


ego e historia personal, logro elevarme en vibra-
ción, cambio la mirada sobre la vida y vivo, me en-
trego a lo que es sin resistencia, sabiendo que si
está en mi camino, es porque yo puedo con esto. Yo
puedo con esto. Sin quejas, sin victimizaciones, sin
culpas ni remordimientos. Amando, agradeciendo,
aprendiendo, dándome y recibiendo lo que este
instante tiene para darme.

Del mal karma a la bendición, es pura elección.

Febrero 2017

133
Para quien sienta – Relato de un camino interior

El milagro de existir

V
ivir es simple, no fácil, simple.

Cuando soltamos la mente que mien-


te, permitimos que nuestra presencia se
manifieste. Simplemente Somos, estamos. No hay
algo para hacer ni lograr, no hay lucha, no hay
fuerza, sólo continua paz. La vida es un eterno
sí.

Nos hemos perdido, estamos extraviados; sumi-


dos en una vida casi sin sentido, persiguiendo co-
sas que no necesitamos, anhelando afectos que no
podemos sentir porque estamos anestesiados, in-
satisfechos, hundidos en soledad y conflicto eter-
no; separados de la energía de la vida, ausentes
del milagro de existir. Por ello nos sentimos tan
mal, no es lo que nos falta, es lo que no nos deja-
mos ser.

Hemos cambiado la naturaleza por el cemento y la


virtualidad. Hemos olvidado ver para sólo mirar.
Hemos dejado de sentir, de conectar, de involucrar-
nos en la vida con el cuerpo, con el alma. Somos
nosotros los que nos hemos separado de aquello
que nos sostiene. Somos nosotros los que le deci-
mos no a la vida y la rechazamos.

134
Carolina Wilches

Hay que retornar. La vida es aquí y ahora, en este


preciso momento y lugar. Nada falta, nada sobra,
todo se rige por un magnífico plan. Separados so-
mos minúsculos, efímeros. Conectados retornamos
a la magnificencia y la eternidad. Hay un Milagro
para cada quien, propio y particular, aquel que
ocurre cuando celebramos el existir, cuando sol-
tando nuestra pequeña mente con su opinión, nos
permitimos sentir la existencia que nos habita.

Somos. Estamos vivos. Pulsamos, latimos, vibra-


mos, existimos. Simplemente, somos, aquí y ahora,
presencia Divina, conciencia cósmica, luz.

Somos un Milagro de amor y lo hemos olvidado.

Que cada Ser encuentre el gozo de existir.

Marzo 2017

135
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Aprender a soltar

D
esapegarse es, tal vez, uno de los aprendi-
zajes más difíciles, pues lograrlo requiere
de una gran cuota de honestidad interior.

No nos apegamos a las personas, a las relaciones ni


a los sentimientos, el apego no radica en el trabajo
o la familia, no es ello lo que no logramos o teme-
mos soltar. Es lo que todo ello significa para noso-
tros, el valor que le hemos dado a esas personas o
situaciones a las cuales estamos apegados o de las
que somos dependientes.

Soltar implica desprenderse del melodrama para


asumir y reconocer esos significados, pues es a ello
a lo que estamos apegados.

Comprender nos da poder interior, capacidad de


resolvernos por dentro entendiendo cómo funcio-
na nuestro mundo emocional. Somos dependien-
tes de aquello que deseamos; y esos deseos, muchas
veces, representan lo que nos faltó de niños y no
nos resignamos a no tener o no ser hoy.

Al no resolver nuestras frustraciones primarias va-


gamos en la adultez cual coladores vivientes, bus-
cando algo que rellene nuestras carencias con su

136
Carolina Wilches

existencia. He ahí el deseo, la pulsión. El poco dis-


cernimiento emocional que nos habita, en compa-
ñía de la convicción de carencia, proyecta afuera la
ilusión de sanación y así nos hacemos dependientes
de aquellas personas o situaciones que creemos nos
completarán y se llevarán, para siempre, el dolor de
ser lo que somos y no queremos ser, bajo la fantasía
de transformarnos en aquel que hubiéramos sido si
nos hubiesen amado como queríamos.

Si tenemos la desgracia de, momentánea e iluso-


riamente, obtener lo que queríamos, al instante
siguiente nos sumiremos en el profundo terror de
perderlo. La angustia escalará niveles impensados,
la mente entrará en compulsión pergeñando estra-
tegias para retener a aquel que nos tiene que salvar,
y a eso solemos llamarlo amar; y creemos lo que
nos cuesta es soltar a esa persona, o a ese traba-
jo, al negocio, al socio o a mi padre, a la familia o
a mi buen nombre, cuando en realidad, lo que no
soltamos es todo lo que habíamos imaginado senti-
ríamos y seríamos en esa relación, con ese trabajo,
o en esa situación.

No dejamos ir al significado que ello tenía para


nuestra mente ilusoria, no abrimos mano de la fan-
tasía de complacer nuestros deseos infantiles trun-
cos, buscando nuestra felicidad, seguridad y senti-
do de vida fuera de nosotros mismos.

Soltar implica decirnos la verdad, reconocer nues-


tros deseos sobre aquello a lo que estamos apega-
dos, desandar el camino de esas pulsiones hasta el

137
Para quien sienta – Relato de un camino interior

punto de su origen y, ahí, perdonar, aceptar, volver-


nos íntegros habitando nuestros propios huecos,
frenando nuestra compulsión y capricho, apren-
diendo a vivir a mano abierta sin necesitar retener,
atrapar, conservar a alguien o algo.

Soltar el apego es aprender a ser nosotros mismos,


dejar de buscar nuestras mitades por la vida, desar-
mar quimeras mentales que sólo abonan la angus-
tia; asumir nuestra propia historia, aceptarla para
trascenderla.

Todo en esta vida es pasajero, todo; inclusive el


dolor más profundo. Los amores se terminan, las
relaciones se agotan, los trabajos llegan a su fin,
alguien muere o decide irse, es parte de la historia.
Quedar apegado a aquello que podría haber sido
es casi el mayor de los desquicios, nos quita el aho-
ra que está aquí para ser vivido.

Marzo 2017

138
Carolina Wilches

Los tonos del amor

Y
a los griegos lo tenían claro, cuando ex-
plicaron la existencia de diferentes tonos
de amor: Ágape, amor incondicional ba-
sado en el cariño, la compañía, la com-
prensión, unión serena entre dos personas que se
acompañan y buscan el bien del otro; y Eros, la
pasión, amor instintivo y biológico de profunda
atracción, sexual y erótico, donde pulsa la fusión
con el otro. Ambos son amor, pero no tienen igual
sentido ni pueden ser vividos en una misma cone-
xión.

La idealización cultural romántica nos ha llevado


a convencernos que el verdadero amor es Ágape
y Eros juntos, lo cual sólo nos ha acarreado dolor
y frustración, pues son experiencias existenciales
muy disímiles. Son distintos tonos de amor.

Eros nos permite vivir una pasión. Es una relación


de atracción física profunda cargada de sensuali-
dad y sexualidad (ambas intensas), que busca el
placer y el juego. De fuerte origen biológico, es
una atracción, muchas veces, más intensa que la
propia razón, y tiende a la fusión con el otro, ha-
cerlo mío o ser de él. Es extasiante en los momen-
tos de encuentro, doliente en la separación, y está

139
Para quien sienta – Relato de un camino interior

regido por el deseo, la lujuria, los sentimientos que


se exacerban en necesidad, encuentro, pertenencia.

En el sexo se alcanza lo sublime por la intensidad


apasionada. Tanta conexión física y emocional
produce una comunión energética de las almas, se
siente nos conociéramos de todas las vidas y es pro-
bable que así sea. Cuando Eros aparece en nues-
tras vidas, todo se vuelve pulsión, y así como esta
intensidad se eleva en la sensualidad, el sexo y la
unión más profunda del ser, es verdad también nos
desmadra, sacando nuestras pasiones fuera, desor-
denando nuestra vida.

Ágape en cambio, nos permite conectar con un


compañero/a de vida. Es el amor sereno con baja
pulsión que disfruta de la presencia del otro en
nuestras vidas, lo valora desde el respeto y el ca-
riño. Es la estabilidad, da lugar a proyectos y a la
construcción de una vida juntos sin la presencia
de la pasional necesidad del otro. Nos otorgamos
independencia y libertad, acompañándonos en los
encuentros y respetándonos en la individualidad.
Prima la lealtad, el cariño, la amistad. Es una cone-
xión más reflexiva y hasta funcional que nos per-
mite sobrellevar una vida ordenada y calma, nos
proporciona estabilidad, confianza y tranquilidad.
Suele surgir con un enamoramiento, que con el
tiempo, se desvanece pero permite el cariño emer-
ja. La sexualidad de Agapē se basa en ello, son en-
cuentros con cariño, parte de este todo armónico y
sin grandes sobresaltos, que nos brinda una base
segura desde la cual vivir en serenidad.

140
Carolina Wilches

Difícil encontrar serenidad con alguien a quien me


conecta la pasión. Difícil encontrar pasión con al-
guien con quien me conecta la serenidad.

Pero en la creencia debemos sentir ambos en una


misma relación, nos embarcamos en una lucha para
torcer y doblegar la mismísima esencia del tono de
amor que estamos viviendo, en vez de dejarlo ser
tal cual es.

Cuando encontramos a alguien con quien conectar


en pasión, queremos transformarlo en compañero
de vida, y cuando encontramos a alguien con quien
encontramos una linda compañía, nos frustramos
por la falta de pasión. Así, lo pasional se sufre, pues
no se le puede cambiar la esencia, mientras que lo
sereno hastía, pues creemos que le falta pasión.

Si estamos viviendo una conexión de pasión, de-


bemos vivirla intensamente mientras dure, pues no
lo hace para siempre. Y si hemos encontrado una
conexión en serenidad, debemos disfrutar las bon-
dades trae y las posibilidades brinda, sin querer
trocar la esencia y sin frustrarnos por lo que no hay.

Al fin y al cabo, Ágape y Eros son tonos de amor, va


de nosotros aprender a disfrutar de él en la forma
nos llega, que por algo nos llega en esa forma.

Abril 2017

141
Carolina Wilches

TOMA V - RENACER

Renacer
143
Carolina Wilches

Buscando un cielo

A
lguna vez leí que el camino al cielo inicia
en el infierno. La existencia básica, nor-
mal, nomenclada, donde vivimos lo que
se espera vivamos ocurre mayormente en
un especie de purgatorio… que claramente no es el
espacio que separa el cielo del infierno, más bien el
que lo precede…

Para alcanzar el cielo, no hay otra manera que atra-


vesar el infierno. Algo, o alguien, nos ayudará a en-
trar en él, en el lado oscuro, profundo, desconocido
que todos tenemos dentro. Ahí habita nuestra otra
mitad, la parte sentimos nos falta. Pasamos años
buscando afuera cuando, en realidad, está adentro,
en la sombra, esperándonos.

El cielo es la completitud, lograr la totalidad, ser


todo lo que somos, lo que podemos ser. Mientras
el afuera nos responde no tenemos pulsión por ver-
nos dentro, necesitamos muchas veces un colapso,
una catástrofe emocional, un quiebre existencial
que no nos deja otra opción más que ir hacia aden-
tro. Y a ello lo sentimos el infierno…

No lo es en realidad. Sólo se trata de conocernos


sin juzgarnos para lograr ser uno solo, sin nada

145
Para quien sienta – Relato de un camino interior

de que escapar, sin nada que temer. Atravesar ese


proceso es enfrentar nuestros mayores miedos, ver
nuestras partes rotas, sensibles, aquello que por al-
guna razón en su momento reprimimos.

Mientras dura el proceso no lo comprendemos,


pero al pasar los años y los daños terminamos agra-
deciendo aquel momento en el que todo se derrum-
bó y no quedó nada afuera. Fue la bendición que
nos conduzco directo a nuestro interior.

Estábamos rumbo al cielo.

Junio 2017

146
Carolina Wilches

Cuando los fuertes nos derrumbamos

C
uando los fuertes nos derrumbamos es
un colapso. La caída hace mucho ruido,
levanta mucho polvo, colapsamos desde
los cimientos. Literalmente implotamos.

Se nos cae la vida encima, desde arriba hacia abajo,


desde abajo hacia arriba. Queda el Alma chiqui-
ta, hecha nudo entre los escombros. Falta el aire,
difícil respirar, cuesta, es un esfuerzo. No hay luz,
sólo sombras entre oscuras y grises. Tanto costó
construir y en un instante se cae, se desmorona y
encima nuestro. Sabe a Armagedón, un apocalipsis
interior.

En la intensidad nos aferramos a lo único que sen-


timos: dolor... mucho dolor. Creemos éramos lo
construido y sentimos nada quedó.

Mas en un instante podemos advertir... acá estoy...


derruido, con mi historia quebrada encima de mí,
agotado, hastiado, fundido en dolor; no quedó
nada y de lo que queda poco tiene sentido...

... Pero acá estoy... ¡sigo vivo! Se me ha caído un


mundo encima y no me ha vencido... al menos no
del todo, sigo sintiendo mi latido. ¿Duele? Sí... La

147
Para quien sienta – Relato de un camino interior

vida misma, el alma entera.

Ante el asombro, descubro: no nos hace fuertes lo


que construimos, sino aquel poder que nos hace
seguir, aun destruidos...

Es lo que soportamos, frente a lo que no nos damos


por vencidos; es el abrir los ojos al día siguiente;
es levantarme aun no queriendo, pero lo hago; y
sigo... Y poco a poco, momento a momento, sigo...
¡sigo vivo! Porque a la vida le gusta derrumbarse
encima de nosotros, sólo para hacernos ver que po-
demos con lo que vivimos. Derruidos nos hacemos
más fuertes...

Para aquellos a quienes se nos ha caído la vida en-


cima... y seguimos.

Junio 2017

148
Carolina Wilches

Mirar hacia delante

¿A
dónde miro cuando quiero ver?
¿En qué lugar se centran mis ojos
cuando busco sentir? Mirar hacia
adelante en la vida, a veces, cuesta.

Quedamos atrapados atesorando o rumeando imá-


genes que ya pasaron y hoy no están. Rememora-
mos lo que fue, añorando lo que pasó, como quien
se aferra a las últimas gotitas de agua que se escu-
rren por las manos. Demonizamos o idealizamos lo
vivido, sus imágenes y sensaciones, sus recuerdos y
dolores.

La vida está aquí, pero a veces no la vemos, pues


buscamos atrás, muy a lo lejos, aquello que fue,
pasó, que tuvimos y ahora no tenemos. Hay quie-
nes dicen estamos hechos de recuerdos, la sumato-
ria casi insulsa de aquello que hemos vivido. Siento
distinto, creo que estamos hechos de anhelos, de
aquello que deseamos ser y sentir, del ser en el que
nos queremos convertir para vivir la vida que soña-
mos.

Siento es el presente el que nos abre esa puerta al


porvenir, viviendo hoy, viviendo esto, no con la
memoria, sino con el deseo; creando, hoy, a la per-

149
Para quien sienta – Relato de un camino interior

sona que queremos ser, habitando eso que la vida


nos pone delante. Para atrás sólo queda atesorar lo
vivido, transformar todo en un sentido recuerdo; el
dolor que tanto nos enseña y humaniza, pero mi-
rando al frente, a la vida que se nos está manifes-
tando en este instante con toda su magnificencia y
potencialidad.

Debemos descartar la inseguridad, ya pasamos por


muchas. Entonces, ¿a qué más podemos tenerle
miedo? Todo pasa y todo llega, pero debemos es-
tar atentos, presentes, mirando la vida misma y afe-
rrándonos a nuestros anhelos.

No es la estela que impulsa la estrella, es su ener-


gía consciente y presente que lo hace. El pasado no
nos impulsa, es sólo un rastro que fue dejando la
memoria. El corazón es el motor de nuestra vida y
de los sueños el futuro que nos espera.

Julio 2017

150
Carolina Wilches

Pasarse por el corazón


uizás, el verdadero camino espiritual
sea ser uno mismo, llegar a ser todo
lo que somos pero, sobre todo, apren-
der a sobrellevarlo; aceptar el desafío
de hacer algo elevado con lo que so-
mos.
¿Quién no ha renegado de su suerte alguna vez,
de su manera de ser, de su historia? ¿Quién no ha
querido, en algún momento, ser un otro y tener esa
vida? ¿A quién no le ha costado ser quien es, lidiar
consigo mismo, con sus propias miserias, falencias
de carácter, incapacidades, batallas piel adentro
que llenan de frustración y poca congruencia? Sí,
no es fácil. Quizás, la idea esté en que, en algún
momento, lleguemos a renegar profundo de quien
nos tocó ser.

Lo mejor se nos ocurre es intentar transformar-


nos en un otro distinto, un otro que no somos
pero podemos fingir. Dura poco y sale caro, pero
aun así lo hacemos. Más temprano que tarde, no
nos quedará otra que sincerarnos y reconocernos.
Llegado el momento de la verdad, cuando ya no
podamos escapar más de nosotros mismos, inevi-
tablemente, tendremos que mirarnos, vernos, re-
conocernos.

151
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Al principio se sentirá espanto y diremos: “Cuán


lejos estoy de lo que debería ser”. Se siente vacío
y desesperación. Es tan irracional el “deber ser”, es
tan a contramano de la naturaleza humana, que al
momento de la verdad no podemos más que sentir-
nos fallados, raros, desentonados. Ya no peleamos,
tratamos de resignarnos y hasta esbozamos una
triste afirmación: “Bué, este soy yo, ¿qué le vamos
a hacer...?”.

En algún momento, una vez la lucha cesa y el dis-


fraz cae, el alma comienza a hacer ruido, sí; baru-
llo. Comienza suave y después llega a pegar ciertos
gritos, nos hace sentir ella no vino a encajar en las
expectativas ajenas y los cuentos de finales de cuen-
tos, tristes o felices. Nos dice hasta en sueños qué
es lo que anhela vivir con esta manera de ser, nos
hace saber ahí va a estar para ayudarnos y orien-
tarnos, a veces desde adentro, a veces con ayuda
desde fuera.

Recuerdo sentir: “Pásate por el corazón» y no enten-


der al principio, pero esa voz insistía: “Pásate por el
corazón», y cuando caí en cuenta, advertí me pedía
me sintiera a mí misma desde mi corazón. Ahí co-
mienza la magia del alma, cuando entendemos que
si nos vemos con el corazón podemos hacer bellas
cosas con nuestras fallas, nuestros errores y hasta
nuestra esencia a veces rara.

El desafío está en amar todo lo que soy aunque no


me gusten algunas partes de mi ser; no renegar de
mi vida. Debemos aprender el amor de afuera, mu-

152
Carolina Wilches

chas veces, llega cuando hay amor por dentro, y si


me asumo y me acepto, todo fluye más ligero.

Tenemos que sacar el freno de mano, soltar el cuer-


po al viento, dejar que la vida nos viva siendo cada
uno su propio centro.

A veces, buscamos el sentido de la vida lejos nues-


tro, le damos importancia a nuestra misión, nues-
tro don y, tal vez, sea tan simple como lograr pasar
un día por un espejo, mirarnos a los ojos y decirnos
“Te quiero”, no con vanidad sino con sincero cari-
ño y respeto.

Vale la pena probar.

Julio 2017

153
Para quien sienta – Relato de un camino interior

De resolver a aceptar

R
esolver es de la mente. La vida no resuel-
ve, la vida disuelve, agota, vacía, deja ser
hasta que se acaba. Pero nosotros nos
pasamos la existencia tratando de tomar
decisiones con la cabeza, que no sabe nada, y de
sostenerlas con mucha determinación y esfuerzo,
procurando torcer rumbos, hacer cortes, cerrar
puertas, salir de situaciones. Nos desgastamos el
alma y nada logramos más que agotarnos.

La mejor manera de salir o terminar una situación


es vivirla. Sí, vivirla, atravesarla, experimentarla
sin tratar de evadirla o huir, pues cuanto más nos
resistimos a algo, más lo vivimos. La resistencia
sólo proviene de nuestro mapa mental que deter-
mina qué “está mal”. Neciamente desconocemos la
vida no entiende de errores, y si algo está ahí es que
es válido. ¿De qué sirve discutir mentalmente con
lo que es? ¿De qué sirve querer resolverlo cuando,
en justeza, se manifiesta en nuestra vida para ser
vivido?

Nuestra existencia no es una ecuación matemática


que esconde un resultado exacto y preciso. Nuestra
vida es una experiencia, y para la experiencia todo
es válido, pues el sentido es eso: experimentar. Si

154
Carolina Wilches

hoy nos toca experimentar soledad, la manera de


salir de ella es vivirla, atravesar todo lo que esta
vivencia nos trae, ir profundo, completo, total,
hasta agotar la soledad. Cuando la hayamos expe-
rimentado en su totalidad, se disolverá dentro de
nosotros y dejará de ser. Si nos toca dolor, debemos
fundirnos en él, aceptarlo, dejarlo ser, pues no va a
durar para siempre, nada lo hace.

Vivir no es luchar, es aceptar. Vivir no es ganar ni


hacerlo bien, es darnos a la experiencia. Vivir no
es resolver, es dejar que sea y ser. Elegirnos hoy,
decirle sí a lo que sea nos esté tocando. Nos rela-
jamos, permitimos, decimos sí, renunciamos a la
resistencia, confiamos; pues si está ahí es que ahí
debe de estar, y si nos toca, es para nuestro creci-
miento y bien, aunque duela o sea incómodo.

No hay problemas por resolver, solo experiencias


por vivir.

Julio 2017

155
Para quien sienta – Relato de un camino interior

En mi mente elijo yo

H
ay que advertir todo pensamiento es
sólo una sugerencia, no una sentencia
de verdad absoluta. Juicios que se emi-
ten desde nuestros filtros emocionales
(la mayoría creados en base a traumas) juzgan la
realidad desde una perspectiva distorsionada y
poco real.

Elegir nuestros pensamientos es más importante


para nuestra vida que elegir los alimentos. El há-
bito más nocivo que retenemos es el del maltrato
interior, la queja constante, la negatividad perenne
y el juicio condenatorio del otro y de nosotros mis-
mos.

Sacar la basura de la mente, desterrar la toxicidad


de nuestras creencias, poner voluntad en creer, con-
vencernos de que todo está bien y va a estar muy
bien, ejercer un ánimo amoroso para con nosotros
y los demás en la medida que pueda es salud para
el alma, y si el alma está sana, todo lo demás lo
estará.

Julio 2017

156
Carolina Wilches

Causa o consecuencia,
esa es la elección

S
omos la consecuencia de nuestro pasado, o
somos la causa de nuestro futuro. Vivimos
el resultado lineal de nuestra historia o des-
plegamos una nueva vida hacia adelante. Se
trata de elegir quiénes queremos ser, marcar nues-
tro punto de referencia.

No es cierto la vida nos determina inexorablemen-


te. Su determinación es volitiva, lo hace en la me-
dida en la que yo lo permito. Dejarme determinar
por quien quiero ser y lo que anhelo vivir, y no por
quien he sido y lo que me ha ocurrido, es mi deci-
sión. Todos podemos elegir ser la consecuencia de
nuestra historia o la causa de nuestra experiencia
de vida, las dos a la vez no se pueden conjugar.
Debemos elegir.

Muchas veces, no advertimos lo apegados esta-


mos a nuestros dolores y sufrimientos del pasado o
cómo nos justificamos en ellos y hasta dejamos de-
terminen nuestro ánimo vital en el hoy. Ser nuestra
propia historia es sólo una decisión, podemos ele-
gir ser potencia, mayor posibilidad, más exaltada
manifestación, ser nuestro sueño o mejor anhelo.
Nos vemos y nos concebimos felices, sanos, en paz,
amorosos y armoniosos con la vida, plenos.

157
Para quien sienta – Relato de un camino interior

No importa qué nos haya ocurrido o pasado, en


este momento presente podemos elegir qué versión
de nosotros queremos ser, la que sintamos. Asu-
mirme causa, origen, fuente y no resultado, resto
ni consecuencia de mis vivencias es una elección
consciente que transforma nuestra experiencia de
vida.

Agosto 2017

158
Carolina Wilches

TOMA IV - LA ESPADA

Convoca tu Alma
159
Carolina Wilches

Convoca a tu alma

C
onvoca a tu alma, en todas sus formas,
vidas, manifestaciones, aristas, aspectos y
sabiduría. Llama a quienes has sido, lla-
ma a quienes serás, invítalos a tu corazón,
reúnelos, intégralos, siéntelos. Comprende nada
comienza ni nada termina, todo es un devenir en
un eterno camino de crecimiento, en un eterno ca-
mino de amor.

La vida es un momento, un instante dentro de una


sucesión de muchas otras vidas, de muchos otros
instantes. Nadie sabe cuál es el instante preciso
ha venido a vivir, ese se une, ensambla con todos
los anteriores, con todos los que vendrán. Sólo
el alma sabe, y cuando ocurre, lo sentimos una
fracción de eternidad en medio de una vida. Los
sentidos, las misiones, los aprendizajes nos son
vedados ante la mente, pero se nos develan den-
tro del corazón y hay quienes, muy pocos, logran
sentirlos.

Cuando el alma está por enfrentar ese instante de


sentido, dentro de esa pausa en la eternidad es una
vida, puede y sabe convocar a todas sus otras exis-
tencias, a todos los pedacitos de vida y sentidos ha
tenido y tendrá.

161
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Aúna todo ese poder y toda esa magnificencia en el


tiempo en un punto exacto, un momento preciso
en que, con esa energía, habrás de dar un salto, al
vacío, hacia la evolución del alma misma; un salto
que sólo se puede dar desde la entrega y la fe.

Se siente el poder y la fuerza de toda la sabiduría


del alma concentrada y presente. Sea cual fuere el
desafío, sea cual fuere el camino, si es un descenso
hacia el quinto infierno para luego elevarse al cielo,
el alma no nos deja solos jamás, ella se concentra,
densifica, reúne, compacta y hace presente todo
aquello que ya ha vivido, que ya ha aprendido, que
ya ha sido y evoca la energía de aquello a lo que
está destinada a ser.

Es un momento en el que eres en la completitud de


tu existencia eterna, gracias a la reunión de toda la
potencia de tu alma. Es una muerte que reúne to-
das las vidas y desde ese exacto punto de existencia
se manifiesta de manera distinta en el plano que
habita.

Ante los fuertes desafíos de la vida, convoca a tu


alma, llama a todos tus seres y déjate tomar por esa
energía desde donde emerge la potencia y fuerza
para vivir lo que nos toca vivir.

Agosto 2017

162
Carolina Wilches

Gratitud

M
uchas veces en la vida nos sentimos sin
salida. Envueltos en profunda desespe-
ración, no por lo que ocurre afuera, que
desespera, sino por lo que se siente aden-
tro y no podemos frenar. Nos encontramos con mara-
ñas de sentimientos complejos que surgen en respues-
ta a las frustraciones sentimos. Tantas veces somos esos
no queremos ser porque no sabemos aceptar la vida tal
cual ella elige ser, a su modo, tiempo y parecer.

Nuestra mente es lineal, cuenta cuentos sólo ella cree


son buenos, nos dice qué sería lo correcto ocurra pen-
sando siempre en sí misma y su beneficio. La vida
piensa de otra manera, es esférica, holística, urdida en
sí misma, sólo permite el bien del todo. No sabemos
pensar como piensa la vida; de ahí devienen la mayo-
ría de nuestras frustraciones, sufrimientos y dolores.

Agradecer es la puerta nos lleva, de nuevo, al fluir


real de la vida. Es entrar en la aceptación profunda
de la existencia tal cual es, asumir su perfección. El
agradecimiento es el sentimiento que cuando emer-
ge genuinamente desvanece el sufrimiento, la resis-
tencia y el dolor. Cuando, con empeño, buscamos
de cada persona y situación difícil aquello nos ha
bendecido, aún de forma inesperada, comenzamos

163
Para quien sienta – Relato de un camino interior

a poder soltar nuestros resentimientos; abriéndonos


a una energía más amorosa dentro de nosotros que,
de a poco, cambia el sentir y la manera de vivir.

Aquel que nos hizo un daño, en algún lugar, también


nos hizo un bien. En aquello en lo que nos equivo-
camos y en aquello que dañamos, también aprendi-
mos y crecimos. Al principio cuesta asumirlo, pero
si con el corazón lo buscamos, y por un momento
nos salimos de las ideas, lo vamos a sentir.

A agradecer se aprende, es una elección de vida.


Sentirnos bendecidos nos cuesta, pues tenemos el
foco siempre puesto en lo que NO y perdemos de
vista lo que SÍ. Si no buscáramos entender todo
con nuestra mente y, por un ratito, simplemente,
nos permitiéramos sentir y asentir a la vida con el
corazón, nos descubriríamos inmersos en una ener-
gía amorosa y de paz.

Cuando nos abrimos a agradecer la existencia mis-


ma, sin excluir nada e incluyendo todo, logramos
sentirnos uno con la vida y, por extraño que parez-
ca, comenzamos a disfrutar de sus misterios.

A Dios le encanta escribir derecho en renglones tor-


cidos, quizás sea su forma más irónica de demos-
trarnos, por más complejo que nos resulte todo, y
aun cuando con férrea cabeza nos resistamos a vi-
vir nuestro destino, al final, el amor siempre logra
su cometido.

Septiembre 2017

164
Carolina Wilches

Peregrinar

P
eregrinar: andar un camino con un propó-
sito hacia un lugar sagrado.

Vivir: andar un camino con un propósito


hacia un lugar sagrado.

Peregrinar es vivir y vivir es una peregrinación. No


hay mayor lugar sagrado que el propio corazón,
ni camino más real que la propia vida, esto se nos
ofrece al nacer y va de cada uno descubrir, tomarse
el tiempo y dar de sí para encontrar su propósito
de existir.

Tener una buena vida es más significativo que vivir


una vida feliz. Cumplir con lo que vinimos a hacer,
dar lo que tenemos para dar, ocupar nuestro lugar
único e irrepetible dentro del orden cósmico, eso
es bueno.

Encontrar el sentido es más significativo para nues-


tra vida que ser felices. Se dice somos felices cuan-
do obtenemos de la vida y somos buenos cuando
damos a la vida. En esa bondad radica la real ale-
gría de vivir.

Encontrar a Dios en todas sus formas y manifesta-

165
Para quien sienta – Relato de un camino interior

ción, sentir estamos vivos y tenemos un propósito;


descubrirlo, reflexionar, escuchar al corazón, sen-
tir, ir profundo dentro de nuestro ser, conectar con
nuestra esencia, hacer las paces con la existencia,
perdonar, perdonarme, celebrar... es el sentido de
nuestro camino. Un viaje iniciático hacia una vida
buena, con propósito y alegría.

Septiembre 2017

166
Carolina Wilches

Expectativas y desilusiones,
un aprendizaje

E
n veces, nuestra mente vaga creando ilusio-
nes mentales, maneras fantasiosas de orga-
nizar y acomodar esta realidad no acepta
y anhela distinta. Hábilmente compone
situaciones que en su dimensión mental resultan
perfectas, y es tal su coherencia y lógica que nos las
terminamos creyendo como posibles y hasta justas.

El gran error está en que la mente piensa sólo en sí


misma, y en su composición hace intervenir, única-
mente, su voluntad y deseo.

De esta manera los otros involucrados en la ilusión


mental responden a la perfección con las necesidades
precisas hacen a la ilusión mental perfecta. A esto se
le llama tener expectativas. La creación imaginaria
de la mente es un escenario ilusorio que nada tiene
que ver con la realidad, en donde los demás no son
ellos mismos sino quienes la mente anhela sean, en
él actúan, hacen, sienten, dicen acorde a lo que no-
sotros deseamos.

Así, la vida es tal cual como nosotros esperamos sea


y responde a nuestras carencias o gustos, todo flu-

167
Para quien sienta – Relato de un camino interior

ye según nuestro único y particular orden lógico y


emocional. Receta perfecta para la desilusión.

Una mente desfasada de la realidad es nociva, nos


llevará día tras días, situación tras situación al su-
frimiento y a la decepción. La vida no es como
mi mente la compone, los demás tampoco lo son,
crear y creer nuestras ilusiones mentales nos aca-
rrea fuertes dolores afectivos. Y después culpamos
al otro, o a la vida misma, a Dios muchas veces,
cuando en realidad toda mi frustración deviene de
la falsa realidad yo mismo compuse en mi mente
usando como parámetro, únicamente, lo que consi-
dero mi propio bien.

¿Qué pasaría si frente a cualquier persona, o a to-


das, pudiera decir: “No necesito nada de vos, no necesito
que digas nada en particular ni que hagas nada diferente
a lo que solés hacer, no espero nada de vos, te dejo ser
tal cual sos, no tengo expectativas, no deseo cambiarte,
te acepto y te dejo ser”? Se siente el alivio, ¿verdad?
Lo mismo podríamos hacer en cualquier situación o
vivencia: no caer en la tentación de, ilusoriamente,
querer amoldar la vida a mi voluntad, sino aceptar
las cosas tal cual son, dejar que sean, pues todo tiene
su sentido aunque no podamos descubrirlo.

Si una situación no me resuena puedo retirarme en


paz, sin proyectar en ella o en el otro, culpa por no
haber cumplido mis expectativas. Después de todo
eran mías, no del otro.

Septiembre 2017

168
Carolina Wilches

Tenemos alas

L
lega un tiempo en esta vida no podemos
seguir buscando bienestar en el hacer o
sentir de los demás. Llega el tiempo de de-
jar de depender, necesitar, anhelar y año-
rar, pues no está fuera nuestra libertad.

Debemos parar de compararnos y competir bus-


cando el tal anhelado sentimiento que no llegará
nunca, porque habita dentro nuestro. Debemos
tomar conciencia sólo dependemos de nosotros,
de nuestra conexión interior. Llega el momento de
ocuparnos de nuestra felicidad.

Hacer nuestra historia sea bonita, estar en nuestra


propia vida, constituirnos como la principal fuente
de nuestro bien estar; poner color a los días y mú-
sica a los momentos, darnos felicidad, inspirarnos
en nosotros mismos, ser causa y motivo de ánimo y
ganas; la razón y la excusa para ser felices. Asumir
la responsabilidad de darnos una linda vida, con
sentido. A eso se le llama libertad.

El momento en el que al fin comprendemos sólo


nosotros mismos nos podemos amar como quere-
mos y nos hace falta. No es verdad necesitamos de
otros para ser felices, sólo es bonito compartir la

169
Para quien sienta – Relato de un camino interior

propia felicidad. Elegirnos a nosotros, esa es la real


libertad.

Tenemos alas, vinimos a aprender a usarlas.

Octubre 2017

170
Carolina Wilches

Desandar para avanzar

N
o siempre nos damos tiempo para pa-
rar, frenar la vorágine, desconectar para
sentir, caminar más despacio, escuchar
la voz del alma, prestar atención a esos
alborotos tenemos adentro y tan fácilmente evadi-
mos en el día a día.

No siempre nos damos tiempo para mirar lo que


está afuera, lo que pasa adentro, leer eso que tene-
mos pendiente, reflexionar eso no terminamos de
entender, llorar eso quedó atragantado, digerir lo
mal tragado, reír espontáneamente, celebrar los en-
cuentros causales que nos regalan, en un segundo,
el sentido del amor que no es otra cosa más que
dar.

Es necesario volver sobre los pasos dimos en otro


tiempo y descubrir el camino no era el que creía-
mos. Necesitamos encontrarnos con el recuerdo de
cuando vivíamos de otra manera y creíamos enten-
der la vida o saber, con certeza, qué era lo que ne-
cesitábamos; darnos tiempo para advertir el error y
entender no era por ahí, ni era así.

Es un tiempo en el que comprendemos no tenemos


ni la menor idea de a dónde vamos y tampoco hace

171
Para quien sienta – Relato de un camino interior

falta saberlo. Nuestro sentido está en elegir cómo


queremos ir yendo, desde qué sentimiento daremos
cada paso, y dejar la vida nos guíe, sabiendo siem-
pre nos llevará a donde debemos ir. Es ella la que
marca el camino.

Parar para después avanzar. De eso trata, quizás.

Octubre 2017

172
Carolina Wilches

Integridad o cómo
vivir desde el buen sentir

E
n veces no basta sólo con encontrar nues-
tro camino de vida: toma significativa
importancia de qué manera lo vamos re-
corriendo, desde dónde nos motivamos
para caminar, en quién nos vamos convirtiendo al
hacerlo.

Puede sepamos bien aquello nos apasiona, gusta y


hasta somos muy buenos haciéndolo; mas no pres-
tamos atención sobre el cómo estamos haciendo
las cosas; qué ponemos en juego para lograr lo que
queremos; cuáles son los verdaderos motivos por
los cuales nos movemos.

Es fácil perderse en nuestro hacer, confundirse,


equivocarse; llegar a caer bajo en prácticas y situa-
ciones nos denigran a nosotros u a otros en pos de
lograr algún que otro objetivo, o en la simple bús-
queda de mantener nuestro sustento.

Es común al principio no lo advirtamos: en parte


no queremos hacerlo. Nos justificamos alegando
todo el mundo hace igual; cada ámbito tiene sus
reglas de juego; el que no se adapta a ellas pierde o

173
Para quien sienta – Relato de un camino interior

es un imbécil que nunca llega a nada. La pregunta


ha de ser: ¿vale la pena llegar así? ¿Vale lo que sea
creamos conseguir; sea la gloria o la moneda del
día; ir poco a poco desintegrando nuestra esencia?
¿Es realmente llegar, el hacerlo a cualquier precio?

Estas preguntas nos las hacemos tarde, cuando no


sólo no hemos conseguido aquello que queríamos,
sino que aun lográndolo es probable haya durado
poco, o al poco tiempo se haya desvanecido; y sólo
nos queda mirarnos dentro y sentir: ¿Qué estuve
haciendo conmigo…?

Cambiar la forma de vivir, la manera de hacer lo


que hacemos, nos da terror. Aun sabiendo nos hace
daño, es lo conocido: ya lo sabemos hacer así. En
veces a lo que más nos aferramos suele ser lo que
más nos hunde. No obstante persistimos pues es lo
conocido.

Da miedo cambiar, claro que lo da. La imaginación


promovida desde el miedo nos paraliza, y la verdad
es que jamás llega a ser tan tremendo ni peligroso
como imaginamos, pero lo imaginamos igual... No
obstante ello, también sentimos dentro nuestro el
saber que si no cambiamos cada vez será peor nues-
tra experiencia de vida. Y aun el talento tengamos
se irá perdiendo nuestro don, desdibujándose en
los avatares del mal vivir.

Cambiar de manera, modo y razón, conectar con


nuestra esencia y valor, recuperar la integridad,
lleva trabajo y tiempo. Muchas veces en el mien-

174
Carolina Wilches

tras tanto lo pasamos mal, pero es una experiencia


que sabemos sintiendo dentro vale la pena pasar,
nos estamos devolviendo a nosotros mismos respe-
to. Aun con ciertos aprietes y momentos difíciles,
conlleva un sentido nos trasciende: corregir nues-
tra manera de vivir dejándonos sea el Buen Sentir
quien nos guíe de aquí en más, no las satisfacciones
tan efímeras por las que hipotecamos el alma.

Y cuando lo vamos logrando, poco a poco nuestra


vida va cambiando. Se vuelve más liviana y lumi-
nosa, más serena y alegre; y al mirar a atrás no hay
culpa ni reclamo... Aprendemos. En veces para ele-
gir en bien, primero hemos de hacerlo en mal.

Noviembre 2017

175
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Pasos para vivir

E
n veces, se va pasando la vida y descubrimos
no somos capaces de salir de nuestras malas
costumbres, maneras y actitudes. Se eterni-
zan los conflictos, los dolores, las broncas, y
cada vez es más pesado respirar, caminar y ser.

Maldecimos nuestra suerte y quejamos constante-


mente, en un círculo sin fin. No advertimos, quizás
por muchos años, para salir de donde estamos te-
nemos que hacer algo distinto, romper ese círculo
de drama y dolor de algún modo, aprender algo
nuevo, comprometernos con nosotros mismos, sen-
tir nos merecemos ser felices.

Debemos poner energía en nosotros, buscar la so-


lución de adentro hacia afuera, estar dispuestos a
priorizarnos e invertir. Si no damos ese paso jamás
podremos salir de dónde estamos, y en esa eterna
espera, la vida cambia desde afuera mientras noso-
tros nos vamos secando por dentro, hundidos en
nuestros lamentos.

Dar un paso, cualquiera que sea, pero darlo. Es la


única manera.

Noviembre 2017

176
Carolina Wilches

Auto-contento emocional

N
acemos dependientes. Sin el afecto y
los cuidados de otros no logramos so-
brevivir, necesitamos la energía de esos
otros para conseguirlo. La primera au-
tonomía comienza cuando somos capaces de muy
pequeños, jugar solitos, quedarnos solos un rato
sin necesidad de compañía. Sentirnos relajados y
seguros aunque sea por momentos ya va siendo un
inicio de auto-contento.

El sentido biológico, desde la energía, es poder ir


soltando la necesidad de los demás a medida vamos
creciendo y aprendiendo a generar nuestra propia
energía autónoma e individual.

Es el proceso natural de maduración todo ser ha


de experimentar, implica una parte biológica, otra
afectiva y psicológica, además de la espiritual, ya
que el autocontento deviene de la profunda cone-
xión con nuestro ser.

Maduramos cuando somos capaces de ir soste-


niendo nuestra existencia desde nuestro interior.
Cada bloqueo emocional vivido en la infancia,
adolescencia o incluso en la edad adulta trunca
el proceso de tornarse autosuficiente energética-

177
Para quien sienta – Relato de un camino interior

mente, cierra las conexiones con nuestros cuer-


pos sutiles y sabios. Quedamos inmaduros, y en
esa inmadurez, dependientes de los demás para
vivir.

Esta es, quizás, la explicación energética de las


benditas dependencias afectivas, tanto de personas
como de situaciones, y la consiguiente lucha por-
que el otro sea como necesitamos sea, pues en ello
se va nuestra vida. Necesitamos de su energía para
subsistir, de su presencia y conexión; necesitamos
no brinde su energía a nadie más, sólo a nosotros,
necesitamos no se vaya ni se aleje. Somos depen-
dientes.

Pero este no era el plan, no hemos sido creados


ni concebidos para alimentarnos de la energía de
otros cual parásitos, incapaces de sostener la pro-
pia existencia. Advertirlo, tomar responsabilidad,
es sanar, crecer y madurar; una decisión nos trans-
formará la vida misma.

Hemos de constituirnos como fuente principal de


nuestro propio bienestar. Ello implica afrontar to-
dos aquellos conflictos interiores acarreamos, ini-
ciar un diálogo afectuoso y paciente con nosotros
mismos, ayudarnos a crecer ahí donde quedamos
pequeños, darnos un sentido propio de vida que
sólo dependa de nosotros; descubrir qué es aquello
que, al hacerlo, nos eleva, da alegría; aprender a
tomar inspiración de aquellas cosas que vamos lo-
grando hacer, nutrirnos, cultivar nuestras virtudes,
aceptar nuestros defectos.

178
Carolina Wilches

Debemos buscar nuestros sueños e ir tras ellos, de-


safiarnos interiormente, ayudarnos a manifestar la
mejor versión de ser que seamos capaces. Todo ello
nos volverá autónomos energéticamente, indepen-
dientes, pero sobre todo libres. Tendremos nuestra
propia libertad de ser y hacer según nuestro sen-
tir interior, y podremos compartir con otros en esa
libertad sin depender de ellos, haciendo nuestros
vínculos más genuinos y sanos.

Es llegar a experimentar la alegría de encontrarse


con alguien sin la necesidad de que se quede, pues,
al tenernos a nosotros mismos, estar con otro es
una elección y no ya una necesidad.

Noviembre 2017

179
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Comprender es poner amor


a eso que no entiendo

L
a comprensión difiere del entendimiento.
Entender es un proceso racional, mental,
que nos demanda asimilar todas las partes
de un todo y estar de acuerdo con ello. Es
un sí mental que damos a algún evento, persona o
situación. La comprensión, en cambio, no requiere
de un cabal entendimiento, es más una aceptación
que se realiza con el corazón. Desde el sentir com-
prendo, le pongo corazón a aquello que no com-
parto, no me cierra o no entiendo. Lo acepto desde
el otro, lo acepto totalmente.

Para comprender hemos de poner el corazón, pues


sólo con él somos capaces de suavizar nuestros jui-
cios y prejuicios, nuestra mezquindad y necesidad
de tener razón y, así, logramos abrirnos a aceptar
la vida. Cuando comprendemos no buscamos cul-
pables, simplemente asentimos al otro o a la situa-
ción tal cual es. Superar cualquier revés en esta
vida requiere comprensión. No basta con entender
y, muchas veces, nos encontraremos con que no po-
dremos hacerlo, pues nuestra mente se cierra y no
acepta el todo. En cambio, nuestro corazón sí lo
logra y allí encontramos paz, aun en el dolor.

180
Carolina Wilches

Comprender es ponerle amor a eso que no entien-


do. Solo ahí puedo aceptarlo.

Diciembre 2017

181
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Sufrir no sirve para nada

T
odo lo que renegamos de nosotros mis-
mos, aquello que escondemos, eso que
nos avergüenza, aquello que nos recrimi-
namos o por lo que aún sentimos remor-
dimiento y culpa, es la causa de nuestro sufrimiento.

No sufrimos por lo que nos pasa, sufrimos por lo


que pasó y no sabemos qué hacer con eso. Sufri-
mos porque no aprendimos, porque no se nos en-
seña qué hacer con lo que sentimos cuando es uno
mismo el que la jode; qué hacer con nuestros erro-
res y hasta con nuestras putadas. Entonces sufri-
mos y pagamos castigos tratando de redimir vaya a
saber qué, porque si hay algo que no resuelve nada
es sufrir.

Cuanto más sufrimos, más carga sentimos y más


nos resentimos. Después, desde ese resentimiento,
seguimos haciendo lo mismo, creando más situa-
ciones de peso y dolor para nosotros y para otros.
Sufrir no remedia nada ni constituye aprendizaje
alguno. Es una forma estúpida de sobrellevar nues-
tras experiencias humanas falibles, las propias y las
del otro también.

Nuestra vergüenza sólo necesita comprensión, dar-

182
Carolina Wilches

nos cuenta de que no pudimos hacer otra cosa en


ese momento. Nuestra culpa solo necesita perdón,
y no desde una benevolencia insulsa, sino desde
una apertura de mente y corazón. Nuestras partes
difíciles necesitan de nuestro amor, no de castigo;
necesitan paciencia, no de intransigencia. Sólo la
comprensión con responsabilidad nos devuelve la
integridad.

Si fallé, si lastimé, si hice daño, he de asumir la


responsabilidad de lo hecho, pero no con culpa
sino con madurez. Hemos de ir dentro de noso-
tros, bien a lo profundo, en busca del origen de ese
hacer, y no para castigarlo ni reprimirlo, sino para
comprenderlo y, en esa comprensión, dejar que el
poder del amor disuelva todo dolor asumiendo el
aprendizaje; encontrando otra manera de sentir y
hacer, sanando el dolor que lo originó y transfor-
mándome, así, en un ser más humano.

Sufrir es fácil. Comprender, asumir la responsabili-


dad, aprender y corregir requiere de bastante más
coraje.

Enero 2018

183
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Pensamientos mágicos en la sexualidad

L
as mujeres, cuando amamos, lo hacemos
desde nuestro todo y ese todo implica, mu-
chas veces, amar desde nuestras carencias
e idealizaciones; el tan famoso pensamien-
to mágico femenino.

La sexualidad ha sido tan vedada para nosotras du-


rante tantas generaciones, por ende las mujeres que
deseamos tener sexo debemos estar enamoradas o,
al menos, pretender estarlo, pues tener sexo por el
simple placer de hacerlo, en una buena conexión
erótica con un varón del cual no necesariamente
hemos de estar interesadas en una relación afecti-
va, es de casquivana o meretriz. Entonces, desde
pequeñitas, se nos urde cuasi adrede el sexo con el
amor. De ahí, probablemente, devenga el término
“hacer el amor”. Los hombres pueden tener sexo,
las mujeres tenemos que amar si queremos sexo.

Desde este sentir, aun habiendo tenido experien-


cias dolorosas con un varón, muchas veces para jus-
tificar la conexión sexual o hasta el simple deseo de
tener sexo, hemos de idealizar al otro desconectan-
do su ser de su hacer. Es aquí donde esa sexualidad
se torna, muchas veces, exacerbada o desconectada
de la realidad, pues desde mi inconsciente busco

184
Carolina Wilches

que ese hombre sea todo lo que mi cabeza necesita


que sea para justificar el sexo que estoy teniendo y
poder vivirlo sin culpas o sin sentirme una imbé-
cil, con exceso de calores poco adecuados para una
buena mujer.

Frases como “Nadie me tocó como él”, “La piel es


increíble”, “Nos amamos desde otras vidas”, “Es el
amor de mi vida”, algunas veces denotan la incons-
ciente necesidad de justificar mi sentir en la valora-
ción imaginaria que hago de ese otro que, a estas
alturas, ya no sé quién es, pues lo tengo tan ideali-
zado que ni lo veo.

Nuestro pensamiento mágico es maravilloso cuan-


do lo usamos para la creatividad, pero cuando lo
aplicamos a nuestra vida emocional o sexual es un
desmadre. Después, en algún momento, vamos a
advertir que el otro es un ser humano bastante más
real y falible de lo que quise aceptar, y que confron-
tado con mi idealización en algún momento irá a
fallar y me va a doler, y ya no podré justificar nada
desde mi imaginación. Puede que tenga una buena
conexión sexual con ese otro, pero innecesario es
elevarlo en el pedestal para permitirme el disfrute.

Aprender a ir a la cama como mujeres reales, ha-


ciéndonos cargo nosotras mismas de nuestras ca-
rencias emocionales, y encontrarnos ahí con otro
ser, tangible, humano, no tiene que ser nada espe-
cial ni único, basta con que sea real. Y al momento
de dejarnos ir, si llega a llegar, debemos hacer el
duelo de una conexión natural que, así como ini-

185
Para quien sienta – Relato de un camino interior

ció, podía terminar.

Nosotras los elevamos, y después nos lleva muchos


años, a veces, barrer los escombros de tanto signifi-
cado imaginario.

Enero 2018

186
Carolina Wilches

Después del miedo

H
ay una frase conocida que reza: “Cuánto
perdemos por miedo a perder”. Cuánto
tiempo de vida nos quitamos hundidos
en esas sensaciones de temor por algo
que no está pasando y que no podemos saber si real-
mente pasará. La mente nos advierte que después
del miedo viene lo peor, el sufrimiento y la pérdi-
da de sentido, el vacío, la soledad y la muerte, pues
sólo le tenemos miedo a aquello que creemos que no
tendremos la capacidad emocional para enfrentar y
sobrellevar para salir vivos, para sobrevivir.

Entonces, evitamos tratando de controlar lo incon-


trolable (la vida) y gastamos una cantidad inmensa
de energía en pensamientos recurrentes, diálogos
internos, manipulaciones desgastantes sin sentido
ya que, hagamos lo que hagamos, el temor nos per-
sigue y nada es suficiente para darnos la seguridad
de que lo hemos logrado, que eso que tanto teme-
mos no ocurrirá.

En la vida ya nos han pasado cosas fuertes y mu-


chas de ellas fueron las que más temíamos que ocu-
rrieran, sin embargo acá estamos, seguimos vivos.

¿Qué habrá después del miedo, entonces? ¿Será lo

187
Para quien sienta – Relato de un camino interior

peor o en realidad será la única manera de ser libres


e íntegros para salir de la evitación y enfrentar lo
que más tememos?

Enfrentar no implica hacer que ocurra, pues pasará


lo que tenga que pasar. Mas si me concentro en
mí mismo y en vez de enfrentar las situaciones con
miedo lo hago con esperanzas; si en vez de visua-
lizar lo peor me digo a mí mismo que voy a poder
traspasar lo que sea que la vida me traiga, si busco
dentro mío las vivencias y experiencias que ya pasé,
estaré tomando energía emocional positiva que me
ayudará a serenarme y focalizar mis pensamientos
en mis capacidades, en vez de en mis debilidades.

Nuestra esencia busca, quiere, anhela libertad. No


hay nada más subyugante que el miedo en ese sen-
tido, nada nos quita más vida y autonomía que vi-
vir fundidos en el temor de lo que irá a pasar. No
podemos ser nosotros mismos hasta que no apren-
damos a enfrentar nuestros miedos que nacen de
los apegos, esas creencias que necesitamos más que
a nosotros mismos para vivir.

Crecer es expandirnos, y ello implica ir más allá


de nuestras fronteras interiores; correr el límite de
nuestras capacidades, ampliar nuestro mundo in-
terior. Cada miedo enfrentado es un territorio con-
quistado, un nuevo espacio de vida que hemos gana-
do con el alma. Nos hacemos más conscientes, más
empoderados, más libres, más nosotros mismos.

Enero 2018

188
Carolina Wilches

E
l corazón se va remendando solito, va ce-
rrando esas heridas de vidas no vividas, de
anhelos que se encontraron con la realidad
y quedaron sin ser.

De a poquito, se va sintiendo dentro algo que nos


dice “Fue lo mejor”, y nos damos cuenta de que el
Camino era por otro lado; había otras cosas por
hacer, otra vida por vivir y está bien así, pues así
debía de ser.

Se comienzan a agradecer los “no” que en su mo-


mento tanto dolieron; se entiende ahora el porqué
de ellos, y nos damos cuenta de que la única felici-
dad posible y real es aquella en la que nos encon-
tramos cumpliendo nuestra misión de vida. Y sen-
timos, quizás por primera vez, que estamos donde
debemos estar, haciendo lo que nos hace bien ha-
cer.

La vida es misterio, gracia e ironía. Sabe escribir


derecho en renglones torcidos, sanarnos el alma
sacándonos de donde no queremos salir; sabe
qué es lo mejor para todos y lo que es mejor para
mí. Si nos dejamos vivir por ella, si nos permiti-
mos ser vividos, el camino se hará intenso en lo
bueno y a la vez sereno. Tendremos menos mie-
dos y sabremos que estamos yendo a donde la

189
Para quien sienta – Relato de un camino interior

vida quiere que vayamos.

Enero 2018

190
Carolina Wilches

El espiral de la vida:
el sentido de las repeticiones

L
a vida fluye en ciclos de espiral. De un
punto único, primal, lleno de potencia y
energía (nuestra concepción) nos vamos
desarrollando guiados por esa energía en
forma de espiral.

Ya a plena vida creemos en la ilusión del tiempo y


espacio lineal; nos desconectamos del genuino flu-
jo vital, y ahí nos olvidamos de comprender que
muchas situaciones en nuestra vida se repiten una y
otra vez, pero que en cada vuelta tenemos la opor-
tunidad de vivirlas con otro grado de conciencia.

La espiral de la vida es ascendente, en cada círculo


se expande hacia afuera y hacia arriba. La expan-
sión hacia afuera está determinada por la cantidad
de vida vivida, mientras que la expansión hacia
arriba está determinada por calidad de conciencia
adquirida. Así, el sentido es que mientras más vivi-
mos más conciencia adquirimos y, aún en grandes
repeticiones (vivo lo mismo), no lo hacemos de la
misma manera.

He aquí la armonía entre lo que vivimos y el cómo

191
Para quien sienta – Relato de un camino interior

lo vivimos. Poco podemos elegir sobre lo que nos


va a tocar, pero mucho respecto a cómo lo vamos a
vivir. De ello va la repetición, es la vida dándonos
la oportunidad, una y otra vez, de cambiar el cómo,
crecer en conciencia y comprensión, cambiar el sen-
tir y la acción frente a una misma situación. Basta
con subir un “milímetro” en cada vuelta (pensar
algo que antes no pensamos, comprender algo que
antes no comprendíamos, sentir algo que antes no
sentíamos) para que el giro será distinto, y con el
circular del tiempo (no el correr) habremos vivido,
probablemente, lo mismo pero con un sentimiento
distinto, lo que en realidad hace que sea una nueva
experiencia.

Ante la repetición, hay que comprender que es una


vuelta más del espiral, y debemos poner lo nuestro
en voluntad. ¿Qué podemos comprender hoy de
esto que antes no pudimos? ¿Qué podemos sentir
en positivo de esto que antes no sentimos? ¿Qué
necesitamos aprender de esta situación? Así iremos
expandiéndonos con la vida, tanto por fuera como
por dentro.

Febrero 2018

192
Carolina Wilches

Causa y consecuencia

A
media vida comenzamos a advertir que
somos más fuertes de lo que creíamos.
Ya hemos pasado varias tormentas, de-
bacles y crisis y aquí seguimos estando:
erguidos como el faro en las piedras, seguramente
más solitarios, anclados en nuestra propia fortaleza
y dispuestos a seguir aguantando.

Pero llega un día en el que advertimos que a esta


tormenta ya la hemos vivido. ¿Cómo puede ser que
se repita? Observamos las olas, el viento, la lluvia
y es la misma sensación, el mismo sentimiento gol-
peándome de nuevo.

Creemos que los embates de la vida vienen de afue-


ra, que son las circunstancias, el otro, el karma, sin
advertir, quizás por mucho tiempo, que la tormen-
ta somos nosotros mismos.

Nunca hubo otro, siempre fuimos nosotros. Enton-


ces, descubrimos somos el faro y somos también
la ola que lo golpea, somos el viento, la lluvia y la
fuerza que los resiste. Somos el golpe que recibi-
mos y somos la resistencia que lo aguanta, somos
el dolor que sentimos y quien lo provoca. Somos la
soledad y nuestra compañía, somos el conflicto que

193
Para quien sienta – Relato de un camino interior

sufrimos. Somos lo que no tenemos, lo que envidia-


mos, lo que extrañamos, lo que anhelamos, lo que
soñamos y los obstáculos a vencer. Somos aquello
que nos falta y creemos que no tenemos. Somos lo
que nos molesta y lo que nos agrada, el mismísimo
juicio y su condena, y somos también, la compren-
sión que lo libera. Somos la experiencia y el que
experimenta, la causa y las consecuencias, el todo y
la nada, el que mira y lo observado. Somos el amor
y lo amado, el palo y la rueda y la intención que los
enreda. Somos los creadores de nuestra vivencia,
los orfebres de cada experiencia, el que castiga y el
que perdona, lo que enferma y lo que cura. Somos
el que ama y es amado, el que odia y es odiado…

Nada existe fuera de mi experiencia. Somos los


creadores de nuestra propia existencia. ¡Qué liber-
tad advertirlo, qué responsabilidad asumirlo!

Nunca nadie nos ha herido, nunca nadie nos ha


amado. Siempre, en todo, hemos sido nosotros
mismos.

Febrero 2018

194
Carolina Wilches

Las recaídas

P
uede que llevemos bastante tiempo sin-
tiéndonos en armonía y serenidad, tanto
que en el día a día nos fuimos conven-
ciendo de que aquel ser que alguna vez
fuimos dejó de existir, se cansó y se disolvió en
algún lugar de nuestro mundo interior.

Pero, el día menos indicado, por la nimiedad menos


esperada, nos damos cuenta con estupor y bronca,
que aquel que fuimos no murió ni se desvaneció en
el éter cósmico, sino que emerge con virulencia de
nuestro interior y en pocas horas nos ha tomado
casi por completo…

Ahora, lo único que queda de ese que veníamos


siendo es esa porción de conciencia, que nos hace
saber con claridad que ese que aparece es el que
fuiste y creías que ya no eras.

En fracciones de momentos, volvemos a ese pasado


emocional turbulento y caótico lleno de confusión;
nuestra mente se dispara en mil pensamientos a la
vez, todos plagados de emociones densas y com-
plejas, esas que nos hacen doler el cuerpo y el alma;
y se llevan, en minutos, nuestro eje, nuestro centro
y la paz que habíamos logrado.

195
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Paradójicamente, también se dispara aquel meca-


nismo mental de otros tiempos que nos incita a lu-
char, atacar y ganar a eso que se presenta, a eso
que fuimos y creíamos haber dejado de ser. Es in-
creíble: para la memoria emotiva del ser humano
bastan algunas pequeñas conjunciones semejantes
a lo vivido en otro tiempo, quizás hasta en la infan-
cia misma, para que el dolor vuelva a emerger igual
que antes.

Para quienes hemos elegido voluntariamente tran-


sitar caminos de sanación, esta es, quizás, la más
frustrante de las experiencias y, quizás, la de más
aprendizaje también.

Es fácil estar bien cuando uno se siente bien. De


seguro, hemos logrado quitar muchísima resis-
tencia a nuestro vivir cotidiano, hemos podido
comprender y manifestar grandes diferencias en
nuestro mundo afectivo y emocional. Lo necio,
quizás, es creer que aquel que fuimos no vuelve
más, por ello bajamos la guardia de la concien-
cia y nos centramos en otra cosa, nos sentimos
distintos. Mas donde una vez fuimos heridos, la
cicatriz está.

¿Qué hacer? No lo sé muy bien, lo estoy tratando


de componer. Primero, contener la reacción aún en
el imperioso impulso de descargar, sobre quienes
más amamos, el dolor. Aguantar, sostener las emo-
ciones dentro nuestro, si nuestra herida infantil
vino de quien amábamos, en adultos buscaremos
descargar en quien amamos. Sostener, aguantar,

196
Carolina Wilches

distraerse ayuda pero no sana. Tranquilizarnos de


a ratos, quedarnos quietos si hace falta, desconec-
tar de fuera para ir adentro, pedir ayuda y, si no
viene, o no alcanza, darse maña por cuenta propia.
Escribir algo, o mucho, buscar la manera de ir tran-
sitando la tormenta con paciencia.

Cuando ya la cabeza y el cuerpo no puedan más de


luchar, hay que entregarse, rendirse a sentir, dejar
que salga lo que tenga que salir y, si es dolor, dejar
que duela, si es llanto, llorar con pena, si es furia
gritar hasta ahogarse, pegarle de puñetes a la almo-
hada, vociferar, dejar que salga.

Es la crítica y el juicio lo que refrena la descarga,


resistiéndonos a sentir lo que ya estamos sintiendo,
enojados por estar como ya estamos. Todo es válido
si la emoción nos lleva puestos, siempre y cuando
no lastimemos a nadie, ni a nosotros mismos. No
debemos juzgarnos ni asustarnos por lo que senti-
mos, pues lo que alguna vez fuimos siempre estará,
la diferencia radica en mi conciencia, aquella que
es capaz de reconocer lo qué está pasando aunque
no lo entienda.

Si acepto y permito, si me dejo estar como nece-


sito, se irá vaciando, de a poco, de todas aquellas
inseguridades y aquellos miedos. Después de ello,
tiene que llegar el momento en el que nos digamos
interiormente: “Basta, ya fue suficiente”. Y ya des-
cargados, pongamos voluntad en sacarnos de ese
estado con comprensión y cariño. De a poco y du-
rante los días, la paz irá retornando.

197
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Leí alguna vez: no morimos por caernos al agua, lo


que nos mata es permanecer hundidos.

Ante lo inminente de la recaída, no despotricar y


menos quedarse hundido. Aceptar al agua nos he-
mos caído, ya está. Comenzar a mover el cuerpo
y las ganas, lo que haga falta hasta salir del agua
y dejarse en paz hasta lograrse secar de nuevo el
alma al sol.

Febrero 2018

198
Carolina Wilches

Las consecuencias

P
ocas veces se reflexionan y trasmiten las
consecuencias que algunas elecciones traen
a nuestra vida. Focalizados en un tema
puntual buscando, quizás, la “solución”,
perdemos de vista, de sentir, qué costo tendrá a lo
largo de nuestra vida para nosotros y para otros,
esa elección de “solución”.

Cada acto que realizamos, consciente o inconscien-


temente, genera una energía del tenor y vibración
del acto cometido. Esa energía no se dispersa en
la nada, sino que permanece en nuestra memoria
emotiva por toda nuestra vida. Algunas “solucio-
nes” circunstanciales acarrean un gran peso emo-
cional a posteriori, que no se mide ni se puede
medir en el primer momento, pues primamos lo
inmediato, lo urgente, sin reflexionar ni tomar con-
ciencia del después, cuando pase el ahora. Quienes
hemos transitado por la experiencia sabemos que
son decisiones que se cargan adentro, que de una
manera u otra duelen y pesan.

Hay un costo, un dolor que quedará en silencio


y mudo, hay un peso que se sentirá y que tarde o
temprano va a aflorar por algún lugar, de alguna
manera. Esto también forma parte de lo que cree-

199
Para quien sienta – Relato de un camino interior

mos que estamos eligiendo y de lo que nadie habla


o incluye a la hora de sopesar la “solución”. Lo que
queda después de ella, quiénes somos en ese des-
pués, determinará también nuestra vida en otros
sentidos, especialmente en el interior.

Cuando alguien sienta que quiere elegir, sería posi-


tivo hablar también de esto, del después en la vida
y de lo que significará, tal vez, para el ser de esa
persona, para su alma y su espíritu. No será com-
pleta la decisión si no se toma conciencia de ello,
pues, después, también habrá que aprender a so-
brellevarlo tanto psíquica como emocionalmente
para el resto de la vida.

Febrero 2018

200
Carolina Wilches

El vacío que llena....

T
odos adolecemos de algo, a todos nos fal-
ta algo, nos duele algo. Todos tenemos
algo roto en algún lugar, un socavón
en el sentimiento, una falta, una ausen-
cia, una carencia, algo que no está, que se fue, se
perdió, algo que no tuvimos o no se dio, algo que
nos dolió profundo, que nos marcó y cambió para
siempre, algo que queríamos que sea y no fue. No
hay nada que podamos hacer para cambiarlo, hay
quienes lo llaman herida existencial, hay quienes le
dicen trauma, yo le llamo vacío y es, precisamente,
lo que nos llena.

Sin nuestros vacíos nada haríamos, no buscaríamos


tratando de encontrar, no tendríamos motivación
ni energía para desafiarnos, para meternos dentro
a ver qué hay. Sin esa carencia no emprenderíamos
el viaje de reconocernos, de aprender a contener-
nos, de re-significar la vida misma. En ese vacío se
encuentra, muchas veces, el sentido del camino y
el arte de aprender a caminarlo. Todos, en algún
momento, lo queremos llenar, queremos hacer que
desaparezca, que no duela más, pero, si vamos de a
poco tomando conciencia, aceptando que por algo
ha de estar, nos damos cuenta eso que creemos nos
falta es lo que en verdad nos llena, pues su energía

201
Para quien sienta – Relato de un camino interior

nos impulsa a seguir buscando, a seguir creciendo,


a seguir encontrando y nos da el sentido en el ser y
estar. Somos más plenos cuando aceptamos el mis-
terio de nuestros vacíos.

Marzo 2018

202
Carolina Wilches

Vivir aferrados a una cuchara de palo

E
n los artilugios creativos que tenemos las
madres en las edades tempranas de nues-
tros hijos, la mía logró ayudarme a cami-
nar gracias a una simple cuchara de palo.
La anécdota me la han contado un par de veces,
caminaba bastante bien y segura siempre que fuera
tomada del dedo de mi madre, pero apenas soltaba
el dedo, caía sentada en el suelo. En su ingenio,
llegó a probar darme una cuchara de madera y sos-
tenerla ella del otro lado. En cuanto me distraía la
soltaba y yo seguía andando sin mayor problema,
sintiéndome agarrada a la cuchara. No tardó en
volverse la gracia de la familia quitarme la cuchara
mientras iba caminando, pues al instante volvía a
caer sentada en el suelo. Tiempo demoré en soltar
la cuchara, quizás el día que tomé conciencia de
que no la necesitaba perdió su magia para mí, la de
permitirme andar y darme seguridad.

Hoy volví a recordar la historia de la cuchara de


palo, quizás porque algo más perdió su magia, y
reflexioné: ¿cuántas cucharas de palo sostenemos
en nuestra vida creyendo que las necesitamos para
seguir viviendo? ¿Cuánto significado y valor po-
nemos afuera nuestro, sólo por no estar dispues-
tos a confiar en nosotros mismos? ¿Cuántas veces

203
Para quien sienta – Relato de un camino interior

resignamos nuestra libertad y hasta la dignidad,


por querer sentir seguridad, referencia, confianza y
pertenencia? Sin querer reconocer que nada fuera
de nosotros puede darnos todo ello, no es más que
una ilusión pasajera y dolorosa cuando tomamos
conciencia.

Tenemos miedo de ser nosotros mismos, tenemos


miedo de asumir la responsabilidad de vivir nues-
tra propia vida siguiendo nuestra brújula interna,
nuestro sentir, asumiendo los costos de los errores
si los cometiéramos, haciéndonos cargo del cami-
no que vamos eligiendo. Nos cuesta soltar a lo que
nos aferramos por la creencia de que solos no po-
dremos, que nos vamos a equivocar, que no somos
suficientes, que no nos va a alcanzar.

Llegar al punto de soltar todo nos pone de frente


con nuestros mayores miedos: el miedo al miedo,
a sufrir, a sentirnos solos, a que no quede nadie
a quien recurrir, a creer no podremos soportar la
angustia de estar a por nuestra cuenta, solos, con
nosotros mismos.

La necesidad de referencia, realización, placer o


amor es inherente al ser humano. Quienes apren-
dimos a caminar aferrados a cucharas de palo, bus-
caremos todo ello, o una gran parte, a través de
otros, e iremos en la vida cambiado cucharas rotas
por otras nuevas, pero siempre hundidos en la de-
pendencia de necesitar a alguien como referencia,
pues sino en nuestra creencia caeremos de culo en
el piso de la existencia.

204
Carolina Wilches

No seremos libres jamás, siempre algo tendrá un


poder hipnótico sobre nuestra voluntad, pues cree-
mos que la conexión con los demás es existencial,
igual que con la cuchara pero muchísimo más cara
esta vez. Pagaremos el precio de no poder ser noso-
tros mismos y haremos cualquier cosa con tal de no
perder la cuchara.

Acumular dolor no alcanza para poder soltar, ne-


cesitamos muchos, muchísimos momentos de ho-
nestidad interior en los que podamos nominar las
cosas tal y como son, sin disfrazarlas ni dibujar-
las. Ver la cruda realidad de nuestra dependencia,
nuestro más sentido apego; reconocer que nos ha
ganado el miedo, quizás por muchos años, que he-
mos dicho sí a lo que queríamos decir no pero no
podíamos porque estábamos convencidos de que
sin la cuchara nada podríamos, que sin la cuchara
nos enfrentaríamos al vacío.

Con un poco de suerte, y en veces tiempo, llegará


el día en el que la cuchara se romperá, se partirá o
desaparecerá, y el Universo no nos traerá una nue-
va para reemplazarla. Ahí nos vamos a dar cuenta,
traspasando la angustia del momento, que si está-
bamos en el suelo era porque nos habíamos tirado,
no caído, y sentiremos, cuando nos calmemos, la
bendición, por primera vez en mucho tiempo, de
estar caminando por nuestra cuenta.

Debemos dejar de buscar fuera y comenzar a en-


contrar, construir, crear o inventar dentro nuestra
propia referencia, nuestra propia autorrealización

205
Para quien sienta – Relato de un camino interior

y, más que todo, nuestra propia relación de amor,


esta vez con nosotros mismos.

Hay algo que repito hace años, y quizás hoy más


que nunca siento su veracidad: aprender a frustrar-
se, poder sobrellevar y hasta soportar lo que uno
siente sin querer ir fuera para cambiar la realidad,
aceptar lo que es, integrar la experiencia y tomar el
aprendizaje... para transformarlo en enseñanza, es
aceptar en madurez el desafío de vivir sin aferrar-
se ni apegarse a nada más que a uno mismo. Será
este el acto de mayor madurez que alguien pueda
experimentar.

De vez en cuando extrañaremos las cucharas, segu-


ramente; imposible no tenerle cariño a algo que en
su momento tuvo tanto significado en nuestra vida.
Quizás hasta fueron, por momentos, lo único que
importaba, nuestro todo. Pero en el sostenernos
con voluntad sabremos que no es el destino de nin-
guna persona caminar por la vida aferrada a algo,
y menos a una cuchara.

No hay libertad posible si vivimos teniendo al mie-


do como medida y límite, como conexión con la
vida. Va a pasar lo que tenga que pasar, no hay
nada que podamos hacer para cambiar la realidad.
El sufrimiento es una ilusión, una resistencia al do-
lor, una anticipación de catástrofes existenciales
que, probablemente, jamás ocurran, y si ocurren,
debemos elegir qué hacer con ellas.

Todos nos aferramos en algún momento a algo o

206
Carolina Wilches

a alguien tratando de alcanzar la felicidad, pues,


en resumen, es lo único que queremos: ser felices,
como sea.

Quizás renunciar a la felicidad para ser libres sea el


precio a pagar, ¿quién sabe? A lo mejor la libertad
termine siendo la única felicidad real.

Marzo 2018

207
Para quien sienta – Relato de un camino interior

La necesidad de que
nos presten atención

A
todos nos gusta y nos hace sentir muy
bien nos presten atención. Sentirnos sig-
nificativos en la vida de otro, importan-
tes desde la acepción más exacta de la
palabra: que importamos.

A muchos nos da una sensación de seguridad y


hasta de pertenencia que el otro esté pendiente de
nosotros, no sólo al dar atención a nuestras cues-
tiones de vida, sino también al hacernos partíci-
pes, activamente, de las suyas; que nos haga sentir
que si algo le pasa acude a nosotros en conexión,
y ser su prioridad tanto en gusto como en necesi-
dad.

Sentirnos significativos hoy, en la era de las cone-


xiones, es estar comunicados, escribir un mensaje y
recibir una respuesta, tener una ida y vuelta en esa
comunicación. Ni que hablar de la satisfacción que
nos genera cuando el otro quiere vernos, nos bus-
ca, busca conectar. En esa energía, inconsciente-
mente, reafirmamos nuestra seguridad simplemen-
te sintiéndonos especiales para el otro, y el otro se
vuelve especial para nosotros.

208
Carolina Wilches

Y todo muy bonito y disfrutable mientras dura, y


no dura para siempre, nada lo hace. En cualquier
relación la conexión no siempre será la misma, irá
mutando con los años o los daños, con el cambio
de vida existencial que cada uno experimente, o se
irá desvaneciendo como muchas veces se van des-
vaneciendo los sentimientos; pero nuestra necesi-
dad de atención será la misma hasta que tomemos
conciencia de ello.

El primer golpe deviene, generalmente, cuando la


comunicación se va espaciando. La necesidad de
conexión no es intensa y se siente la diferencia. Se-
guirá, tal vez, en alguna situación que alguno vi-
vió y no recurrió al otro para hacerlo parte. En el
medio, uno que otro “visto” en los mensajes que
quedarán, a veces, días sin responder.

La reacción emocional, generalmente, se produce


con angustia. Si hay posibilidad, quizás, algún re-
clamo o, simplemente, la guerra fría de no decir
nada y buscar aún más distancia. Estás dinámicas
que se ven en muchas relaciones nos advierten de
algo importante que, pasada cierta edad, nos he-
mos de cuestionar: ¿por qué necesitamos tanta
atención? ¿Qué es lo que produce tanta angustia
por no estar conectado con un otro?

Sintiendo y dándole un par de vueltas (bueno, va-


rias vueltas) esa necesidad tan fuerte de atención
quizás devenga de una inmadurez emocional pri-
maria. Evidentemente, añoramos el cariño y la
prioridad que, quizás, no tuviéramos en la infancia

209
Para quien sienta – Relato de un camino interior

y, ya sea por falta o por carencia no resuelta, en


la vida adulta buscamos conectar con esa misma
intensidad.
Otro sentir surgió porque que es más fácil sentirse
bien en relación a un otro que en relación a uno
mismo. La cuestión es que no dura para siempre.
El cambio es lo permanente, llegará un momento
en el que no tendremos otra fuente de atención más
que la propia, y sentiremos la falta de las que tenía-
mos afuera. Sea en un vínculo de pareja, sea en la
relación con algún amigo, sea en la atención de mis
padres o jefe, en algún momento esa energía mu-
tará y ahí tendremos que lidiar con nuestra parte
infantil que reclama, demanda, exige no sólo ser el
centro del universo, sino ser el centro del universo
del otro.

Cuánto nos cuesta aceptar que el otro está en otra.


Cuánto nos cuesta sentir el chillido de esa nece-
sidad psicológica de recibir atención. Si tenemos
suerte, experimentaremos la perdida de esa fuente
externa. El otro entrará en otra historia o conexión
y ahí nos quedaremos con nosotros mismos, quizás
en la gran oportunidad de poder saldar nuestros
déficits afectivos.

Debemos cuestionarnos desde una fuerte hones-


tidad: ¿es verdad que necesito tanta atención?
Cuánta libertad y autonomía perdemos cuando
sucumbimos al placer de sentirnos primarios en
la vida de alguien, al menos por un tiempo; pero
terminamos dependientes de esa energía prestada

210
Carolina Wilches

con el correspondiente miedo de que algún día se


vaya. Debemos volvernos seres de autocontención.
Cuesta trabajo y tiempo, requiere honestidad y una
búsqueda voluntaria de la madurez interior, mas si
queremos alcanzar armonía interior, lo tendremos
que encarar.

Debemos sostener el proceso sin caer en el fácil ca-


mino de “me busco otra fuente” que, aunque no
me guste, me dé atención. Debemos quedarnos con
nosotros mismos, volvernos importantes y signifi-
cativos para nuestro mundo propio, recrear una
vida interesante que nos satisfaga y, por qué no,
nos llene. Madurar en ser autónomos en todo lo
que podamos, sobre todo en lo afectivo, y así, si
llega una buena compañía o conexión, será vivido
como una elección madura, no un placebo para la
carencia propia.

Llegado el momento en el que la conexión se des-


vanezca, debemos quedarnos con lo vivido y dado
para, una vez más, seguir avanzando en nuestra ex-
periencia, buscando en el correr de la vida misma
ser lo más libres que podamos llegar a ser.

Marzo 2018

211
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Deconstruyendo conflictos

E
stamos acostumbrados a destruir a aque-
llos que no nos sale bien o nos genera do-
lor. Instintivamente, al enfrentarnos con lo
que sentimos irremediablemente doliente,
atacamos, juzgamos, criticamos, condenamos todo
lo que podemos, convencidos de que así lograre-
mos acabarlo. No nos damos cuenta que cada ata-
que refuerza lo atacado, y que cada pedazo de es-
combros es propio, es nuestra propia vida la que
estamos destruyendo, pues eso que nos duele nos
habita, no está afuera sino adentro. Son nuestras
estructuras las que sostienen el conflicto.

Vínculos que no sabemos cómo vivir, situaciones


que nos sobrepasan, realidades en las que, muchas
veces, pasamos años atrapados sin saber cómo sa-
lir. Con el mazo mental arremetemos, sin piedad,
contra el otro o lo otro, sólo para darnos cuenta al
poco tiempo que al golpe nos lo dimos por dentro
mientras que afuera todo sigue igual y hasta en
veces, peor.

Toda realidad se construye mental, emocional y


energéticamente. Cada conexión afectiva, cada
circunstancia de nuestra vida está compuesta por
muchas piezas, la mayoría de ellas inconscientes.

212
Carolina Wilches

Puede que hayamos nacido con ellas o puede que


hayan ido entrando durante la vida. La raíz siem-
pre está en el fondo, nunca en la superficie. Soste-
nemos realidades por sus cimientos, aquellos con-
dicionantes que nos determinan sin reconocer de
dónde vienen. Son nuestras propias piezas existen-
ciales las que sostienen la vida que vivimos.

Si en vez de reaccionar una y otra vez intentando


destruir aprendemos a desconstruir los componen-
tes propios que cada situación tiene, estaremos
rumbo a la integridad personal que nos es propia,
pues no hay mejor manera de conocerse que aden-
trarse en uno mismo.

¿Por dónde comenzar? Primero, asumiendo el con-


flicto siempre está adentro nuestro. Segundo, acep-
tando que si la historia nos contamos fuera cierta,
ese conflicto no existiría, por lo tanto ha de haber
algo más, algo más profundo que lo sostiene y ali-
menta, algo nuestro, muy nuestro que lo hace real.
Si en verdad queremos llegar al día en que esa si-
tuación se desvanezca, debemos de embarcarnos
en una búsqueda muy honesta con nosotros mis-
mos hasta encontrar el origen.

Camino en veces arduo y doloroso, donde nos cru-


zaremos con nuestras carencias y déficits afectivos,
donde veremos nuestros caprichos, taras y obsesio-
nes, donde nos enfrentaremos con nuestras mise-
rias y donde, si aprendemos a no juzgarnos ni victi-
mizarnos haciéndonos cargo de nosotros mismos,
encontraremos el cimiento profundo que sostiene

213
Para quien sienta – Relato de un camino interior

cualquier conflicto.

Podremos ahí verlo, quizás por primera vez, y di-


remos: “Era esto, es mío. Consciente o inconscien-
temente lo puse ahí”. Llegamos al punto profundo
del entendimiento. No es que éramos estúpidos, in-
capaces, locos. No era que no sabíamos cómo, más
bien era que no queríamos, pues esto estaba por
debajo y nosotros mismos lo sosteníamos.

Desconstruir es un acto amoroso para con nosotros


mismos, es ir sacando de a poco las piezas de nues-
tros conflictos, observarlas, comprenderlas, acep-
tarlas y darles un mejor lugar en nosotros, el de la
conciencia sin juicio. Sólo así, desde el apropiarnos
de todo lo que somos, logramos la libertad de ser
uno con nosotros mismos, íntegros, aceptados. Lo
que una vez tanto nos costó sobrellevar o resolver,
simplemente y suavemente, sin ruidos ni golpes de
estruendo, comienza a desvanecerse, pues la fuente
que lo alimentaba se apaga de a poco y el resto se
diluye en la misma nada.

Mientras más desconstruidos estamos, más livianos


vivimos.

Abril 2018

214
Carolina Wilches

Amando se aprende a amar

E
n veces, nos quedamos apegados al pasa-
do, a situaciones y circunstancias que vi-
vimos, a los sentimientos que tuvimos y,
fundamentalmente, al dolor que experi-
mentamos. Y si no quedamos apegados, buscamos
en lo nuevo repetirnos la misma historia ya vivida.

Sin saber por qué, insistimos en querer olvidar,


perdonar y soltar para poder seguir en paz pero, en
veces, por mucho que intentemos, seguimos apega-
dos a lo que fue y ya no es, o lo seguimos viviendo
una y otra vez.

En las matrices energéticas que se tejen en cada re-


lación entre los seres, anuda mucho más el amor
que no dimos que el que no recibimos. En ello radi-
ca nuestra imposibilidad de soltar y avanzar, como
también la repetición permanente de la misma re-
lación.

Debemos reflexionar en profunda honestidad in-


terior e individualmente: ¿cómo es mi manera de
amar? ¿Qué hice con el sentimiento que tuve en
cada relación? ¿Cómo uso el amor? ¿De qué mane-
ra busco retener o controlar al otro desde él? De-
bemos repasar, también, las situaciones en las que

215
Para quien sienta – Relato de un camino interior

hicimos daño aun amando, en las que renegamos


de la conexión que nos habita, en las que buscamos
manipular al otro para sentirnos bien nosotros.
Duele, pero hace bien repasar discusiones, pala-
bras, hechos o actitudes que hirieron; volver a los
eventos y en el remordimiento que puede provocar
sentir para corregir y aprender.

En todo vínculo experimentamos el deseo de la


manipulación, la búsqueda de la seguridad afec-
tiva a través del control. ¿Cuántas veces hemos
echado a alguien de nuestro lado sólo para esperar
que quiera volver? Los momentos de frialdad o
lejanía, los momentos de silencio cuando lo que
más hacía falta, y lo sabíamos, era hablar y estar
cerca, los reclamos y reproches, las acusaciones y
endilgadas…

Cada vez que pudimos amar y no lo hicimos nos


hemos armado un nudo en nuestro cuerpo emocio-
nal. Para poder seguir en paz debemos desanudar
lo anudado, reflexionar sobre nuestra manera de
amar y preguntarnos, sinceramente, qué hacemos
con el amor cuando lo tenemos. Cada relación,
sea cual fuere, es una oportunidad para aprender
a amar, pues sólo amando aprendemos a amar, no
viene en los libros.

Repasar reflexionando para poder tomar concien-


cia y así aprender, es un acto de amor para con no-
sotros mismos, a la vez que libera el dolor incons-
ciente que nos sigue atando a quien lastimamos y
nos sana, nos enseña la manera de amar.

216
Carolina Wilches

Lo que el otro hizo fue del otro, y es de él su sana-


ción en aprendizaje.

Nosotros nos tenemos que ocupar de nosotros mis-


mos y darnos la posibilidad de aprender lo más sig-
nificativo, quizás, de esta vida: cómo amar. Pues,
está sabido que así como ame al otro me amaré a
mí mismo. En el buen amor radica la alegría y la li-
bertad, y no en el amor recibido, ¡no!, sino el amor
sentido por mí hacia los demás.

Mucha putada hacemos en nombre del amor mal


entendido en esta vida. Mucho dolor causamos,
y cargamos un enorme peso por no saber amar
de verdad. Cada juicio que emitimos hacia otro
es un dolor para nuestra alma, cada crítica y con-
dena sólo profundiza nuestro propio dolor y no
advertirlo significa seguir acumulando angustia
y pena.

Debemos amar en defensa propia, amar, pues, es


la manera de encontrar paz, de asumir nuestras fa-
lencias y errores, pues son ellos los que estamos pa-
gando hoy con la falta de serenidad y armonía, no
el daño que nos causaron. Son ellos los que calci-
fican nuestro apego al pasado, y es nuestra falta de
amor la que seguiremos repitiendo una y otra vez
hasta que aprendamos a amar.

El proceso de asumir y reconocer es penoso, he-


mos de tenernos paciencia y cariño a la vez que no
perder la honestidad cruda que necesitamos para
sanar.

217
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Repasando las vivencias vamos descubriendo dón-


de faltó el amor y los mecanismos mentales que
usamos para justificar nuestro accionar. Debemos
mirarlos y sentir cómo obramos para reconocer el
error y poder pedir perdón desde el corazón, para
así también perdonarme y aprender de la lección.

Redimimos nuestras falencias con amor y envia-


mos amor del alma a quien sufrió dichas falencias.
Crecer, en veces, es doloroso, más una vez dado el
paso, poco a poco y despacio, nos va habitado la
paz que tanto anhelábamos y, quien sabe, después
de ello a lo mejor vengan los buenos amores, los
nuestros, los que tenemos para sentir y dar.

Estamos aprendiendo a amar amando.

Abril 2018

218
Carolina Wilches

Sentir sintiendo

B
uscamos pensar una forma para cambiar
lo que sentimos y no da resultado.

Las razones no cambian los sentimientos


ni los moderan o hacen desaparecer. Pensar, con
este sentido, nos hace mucho daño, daño que nos
infligimos a nosotros mismos. En la absurda obsti-
nación de querer dejar de sentir como sentimos o
de forzarnos a sentir como no sentimos, pero como
pensamos que deberíamos sentir, buscamos esca-
par de lo que sentimos pensando, y sólo logramos
empeorarlo.

El camino que nos integra y transforma comprende


reconocer lo que sentimos, aceptarlo y buscar su
origen, ir profundo en nuestro interior, estar abier-
tos y receptivos mientras descubrimos el para qué
de ese sentimiento, y dispuestos a saber sentir en
qué parte de nosotros se manifiesta.

El miedo y la incertidumbre van a estar en el ca-


mino. Conocernos requiere paciencia, tolerancia,
capacidad de comprensión sin juicio y de escu-
cha atenta para conmigo mismo. Hemos de tocar
el alma en lo profundo, con cariño y respeto, sin
juicio ni condena, y allí se producirá la transfor-

219
Para quien sienta – Relato de un camino interior

mación: cuando podamos aceptarnos completos y


reales, integrando lo que sentimos porque, aunque
el sentimiento no cambie, nosotros hemos cambia-
do en nuestra comprensión por y para nosotros
mismos.

Probalo, tu corazón va a estar agradecido.

Abril 2018

220
Carolina Wilches

Puedo

P
uedo. Quizás no todo ahora, no mucho en este
momento, pero algo siempre puedo.

Nunca estamos sin poder nada en absolu-


to, siempre algo podemos. Esa diferencia entre la
nada y algo que no llega al todo que quisiéramos
pero que es el comienzo. Dar un paso, el que sea,
generar un movimiento; sólo hace falta dejar de es-
tar quietos.

Cuando nos sentimos agobiados por las circuns-


tancias de la vida, los sentimientos son tan den-
sos que nos dejan inmóviles, la sensación de que
el mundo se nos ha venido encima nos paraliza y
petrifica, nos deja tiesos. En el ideal mental, cree-
mos que salir de ese estado es poder con el todo,
un todo completo, y sostenemos que es todo o es
nada, y ello no es cierto, es un pensamiento que
desgana y nos mantiene pétreos. A veces, las mayo-
res victorias están en lo pequeño: salir de la cama,
darnos una ducha que cambia el ánimo, caminar
unas cuantas cuadras, eso poco, ese pequeño movi-
miento termina siendo mucho y, muchas veces, es
el principio del todo.

Podemos, algo siempre podemos, lo que sea, pero

221
Para quien sienta – Relato de un camino interior

no nos quedemos quietos. Tenemos que mover-


nos, continuar yendo, no importa que no sepamos
bien a dónde, pero tenemos que seguir; puede que
duela pero nunca duele todo entero. Aún acalam-
brados, nos queda mucho cuerpo para seguir flo-
tando, para mantenernos enteros; es una brazada
y después otra, despacio, lento pero vamos yendo,
vamos saliendo de donde estábamos, vamos si-
guiendo.

Fundamental: no escuchar al miedo, compañero


del agobio y del desasosiego, que busca limitar-
nos y decirnos que no podemos. No debemos dar-
le tiempo a la frustración para hacernos mella. Si
algo no salió como esperábamos, lo intentamos de
nuevo. Sacar el cuerpo de ahí, basta con hacer un
gesto y después otro, y otro más. De a poco vamos
saliendo.

Cuando sintamos que todo es mucho, recordemos


que no tenemos que poder con todo, basta con ha-
cer eso poco que sabemos que podemos ahora y
después otro poco más. De a pequeños pasos va-
mos saliendo de dónde estábamos y encaminándo-
nos hacia dónde queremos estar.

Abril 2018

222
Carolina Wilches

Ser compañeros en el camino:


caminar en libertad

T
u camino no es mi camino, pueden en-
contrarse de a tramos y los podremos
recorrer juntos, pero seguirán siendo dis-
tintos. Podremos acompañarnos pero tú
caminas el tuyo y yo caminaré el mío.

La vida nos hizo coincidir en un mismo tiempo y


lugar, en una misma geografía y paisaje, pero el
espacio de cada uno es diferente, único, imposible
de compartir, pues cada paso que des con los pies
recorrerá el sendero hacia tu alma, hacia dentro de
tu corazón, y ese camino no se puede compartir, es
algo propio e individual.

Solo tú sabrás cómo es y no podrá acompañarte na-


die más que tu propia esencia en el desafío de reco-
rrerlo, pues vas rumbo a tu propio encuentro. Esa
es la vida. Aún en compañía caminarás en soledad.
Por eso, para que seamos verdaderos compañeros
en la vida, haz tu camino sin querer hacer el mío,
yo haré el mío sin inmiscuirme en el tuyo.

Tu conciencia ha de estar conectada con tu propia


experiencia a través de tu corazón, entonces con-

223
Para quien sienta – Relato de un camino interior

céntrate, es tuyo, no mío. Así, seremos testigos cada


uno del camino del otro en completa libertad, pues
cada quien sabrá lo que necesita en cada tramo, ya
sea compañía o soledad, hablar o callar, reír o llo-
rar, caminar o parar, sentir o pensar. Cuando quie-
ras o necesites algo, pídemelo, y dame la libertad
de, tal vez, no sentir dártelo. No lo tomes personal,
no lo es. Cada quien está conectado consigo mismo
y lo que necesita dentro, en veces, se puede dar y,
otras veces, no.

El camino que creemos recorrer con el cuerpo es


sólo un pretexto para caminarnos por dentro hasta
dónde el espíritu nos haga llegar. ¿Cómo podría
saber qué es lo mejor para ti? ¿Cómo podrías sa-
ber qué es lo mejor mí? Esta experiencia pertene-
ce al plano de la existencia primal del alma, algo
que la mente, con su limitada opinión, no puede
comprender, pues es una experiencia que está he-
cha para ser sentida en individualidad. Déjalo ser
y será lo mejor para ti y también será lo mejor para
mí. He ahí el verdadero amor: saber acompañar sin
limitar.

Déjate ser al caminar, déjame ser a mí. Nos demos


la plena libertad de ir siendo en el camino, no ne-
cesito nada de ti, no tengo expectativas sobre ti.
Seré un testigo sereno de tu experiencia, no nece-
sitas nada de mí, no tengas expectativas sobre mí.
Sé un testigo sereno de mi experiencia que esta
es la mejor manera de caminar juntos en la vida
y, más aun, cuando vamos rumbo hacia nuestro
destino.

224
Carolina Wilches

Te invito a que seamos compañeros del Camino


desde el cariño y la complicidad, como quién pue-
de ir encontrándose con el otro en plena libertad
y, así, nuestras experiencias individuales nos trans-
formarán a uno en el otro. Si nos dejamos ser ha-
bremos de volver con nuestras mochilas llenas de
encuentros y recuerdos, sentimientos y vivencias,
de aprendizajes y experiencias. Dejaremos que el
camino nos transforme por dentro y por fuera, se-
guramente cambiará nuestra manera de caminar la
vida de aquí en más y la bendición de sentir que la
compañía inicial se volverá una unión de herman-
dad en el alma de cada uno, donde siempre sabre-
mos que, aun en la mayor soledad, hay otro que
nos sabe acompañar en nuestro caminar.

El camino, en su todo, ya es perfecto, vamos al en-


cuentro de vivencias que nos han estado esperando
desde hace mucho tiempo. Permitamos que la vida
nos encuentre en cada instante de su recorrido con
lo que nos guste y lo que no, pues todo está ahí
puesto para nuestro crecimiento interior. Lo disfru-
temos sin resistencia.

Abril 2018

225
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Tu trabajo es florecer

F
lorecer es abrirte a la vida, dejar que la vida
te viva y pueda experimentarse a sí misma a
través tuyo. La flor no tiene un concepto de
sí, la flor no se siente ni piensa separada de
los demás. La flor ES, sabiendo que algo superior
a ella la habita, la vive y se deja ser, se deja en paz.

Aprende a dejarte en paz, a elegir la paz interior


como forma de vida. Trabaja en ti, en tu interior, en
corregir tu percepción egoica de sentirte separado,
disociado del mundo y de la vida; trabaja en re-
ducir tus conflictos internos, tus ataques mentales,
tus miedos que sólo alimentan egoísmos; trabaja
en aceptar la vida tal como es, busca la paz en tu
corazón, ábrete al amor, ábrete a la vida. Trabaja en
tu sensibilidad, ¡siente! Eres un ser sintiente pero
no juzgues ni catalogues lo que sientes. Sé humil-
de, trabaja en tu humildad, acepta que la vida es un
misterio y que no saber las causas no implica que
sea azaroso, el caos no existe, tú eres parte de un
plan magistral, divino, cósmico, lleno de orden y
fundido en completo amor.

Trabaja en tu responsabilidad, hazte cargo de tu


mundo interior, es tuyo, es la porción de univer-
so que te ha sido dada para que trabajes y hagas

226
Carolina Wilches

crecer en amor y comprensión. Por último, pon tu


voluntad al servicio de tu elección de paz. Estás
aquí para aprender a Amar, y eso significa abrir el
corazón para que fluya la vida que no es otra cosa
más que Amor.

Acepta éste momento. Amar es estar bien con lo


que hay, es renunciar al conflicto, a la separación,
a la loca idea de quién deberías ser y no eres, de
quién debería ser el otro y no es, de cómo debería
ser tu vida y no es. Amar es aceptarte tal y como
eres, sin lucha, sin resistencia, solo eligiendo paz,
así florecemos, y con nosotros florece la vida.

Suelta, suéltate; tu trabajo no es tener, agarrar, po-


seer, retener circunstancias o personas. Tu trabajo
es soltarte a ti mismo, entregarte al vivir, y ello sólo
lo podrás lograr trabajando en tu mundo interior
que es lo único real que existe.

Elige paz, trabaja en tu paz. Lo que pasa es lo úni-


co que podría pasar y no pasa para revolucionarte
ni hacerte sufrir, sino pasa para que elijas tu propia
paz ante todo lo demás.

Eres una relación, eres la relación de tu conciencia


contigo mismo. Florece y encuentra tu felicidad, es
ese el real trabajo en esta vida.

Mayo 2018

227
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Comprarse el personaje

S
i hay algo que le cuesta a la mente, es acep-
tar los matices.

En esto de percibir al mundo desde una


dualidad (bueno/malo; lindo/feo; acertado/erró-
neo) uno necesita, para su tranquilidad, rotular y
catalogar las situaciones y las personas de manera
absoluta. Si hemos percibido a alguien como bue-
no (es decir que se ajusta a nuestra percepción y
a nuestros parámetros de lo que es positivo y nos
gusta) lo consideramos completamente bueno y, si
en algún momento, manifiesta algo disonante con
nuestra percepción, devendrá la decepción, pues se
suponía que era bueno y eso implica ser siempre
bueno, en todas las circunstancias.

Algo semejante hacemos con nosotros mismos. De-


pendiendo de la función o del rol que estemos des-
empeñando, nos sobre exigimos para cumplir, al
pie de la letra, lo que se espera de nosotros, ya que
no pasa sólo por un convencimiento interno (creer-
se el personaje), sino también por una manifesta-
ción externa y prolija del rol. Ya decía mi abuela,
“no sólo hay que serlo, sino también parecerlo”.

Y así vamos por la vida, desconociendo y negando

228
Carolina Wilches

nuestra esencia, reprimiendo las vísceras y los de-


seos o pulsiones por la simple razón de no querer
que alguien note o sepa que no somos todo lo que
mostramos.

Si nos hemos comprado el personaje de madres


comprensivas, negaremos los impulsos biológicos
y terminaremos con una úlcera en el estómago por
no rajar la puteada que sentíamos en el momen-
to indicado. Si asumimos el rol de ayudar a todos,
negaré mis propias necesidades ante la demanda
de los demás con tal de no dejar de ser la buena
que siempre está. Si nos convencimos de ser per-
sonas comedidas y equilibradas, apretaremos la fu-
ria dentro y tendremos un pico de presión antes
de salirnos de eje (léase: esa catarsis tan saludable
cuando nos permitimos mandar todo al carajo en
un solo grito).

Sin darnos cuenta, terminamos viviendo para sos-


tener una reputación que nadie necesita y a noso-
tros no nos hace bien, pues nos quita lo más esen-
cial, el ser nosotros mismos con todo lo que somos:
ricos en matices, falibles, inconclusos, cambiantes,
inestables, variables, dubitativos, con desconoci-
mientos y, sobre todo, emocionales.

Calzarse a presión un traje que no es nuestra piel


sino un disfraz adaptado a la necesidad de los de-
más y a nuestras propias inseguridades, no sólo nos
enferma sino que, a su vez, nos quita libertad, es-
pontaneidad, originalidad y realidad. Permitirnos
ser todo lo que somos, por dentro y por fuera de

229
Para quien sienta – Relato de un camino interior

nuestro rol, sin comprarnos el envase y la expec-


tativa sobre nuestra persona (ni propia ni ajena),
dejarnos ser en paz y vivir las variaciones y huma-
nidades propias sin limitarnos por el qué dirán, ele-
gir mostrarnos a los demás tal cual somos, estando
conectados con nuestra propia esencia y asumir-
la, es, seguramente, decepcionante para muchos,
sobre todo para quienes armaron una imagen de
nuestro ser que nada tiene que ver con quienes so-
mos en verdad.

Así, nos quitan lo más valioso que tenemos: nuestra


humanidad. Y, probablemente, también nos dará
temor con nosotros mismos, pues así no podremos
definirnos completamente jamás. Pero la libertad
que recuperamos y la coherencia interior, bien va-
len la decepción y el temor.

No somos un personaje, no somos la máscara, so-


mos el ser que lo sostiene sin ninguna necesidad.

Mayo 2018

230
Carolina Wilches

El camino de compostela

C
ierro los ojos y vuelvo a sentir la tierra hú-
meda debajo de mis pies, el aire fresco, el
olor a eucalipto, los árboles altos, el sol
en la piel, la bendición de la sombra, el
silencio dentro, el corazón latiendo, el aire puro, la
naturaleza entrando por los poros, alguna que otra
risa a lo lejos, el cuerpo fuerte sobreponiéndose al
cansancio y el alma que quiere… seguir caminan-
do.

Extraña la sensación de estar siendo atraído, lla-


mado hacia adelante, y la determinación de seguir
pase lo que pase, pese lo que pese, duela lo que
duela. Camino kilómetros y kilómetros siguiendo
señales, confiando en el recorrido, dejándome ser
guiada sin necesitar saber nada, ni por dónde, ni
cómo, ni con quién, ni si hará frío o calor o si llo-
verá a cántaros. Eso no importa, sigo caminando.

El camino sube y requiere de esfuerzo, el aire se


entrecorta y duele el cuerpo. Es momento de vol-
verme tozuda y seguir siguiendo. Ayuda mucho
levantar la vista, sacar la atención del esfuerzo y
contemplar la belleza de los alrededores: campos
verdes, casitas añejas, flores multicolores que anun-
cian la primavera, vacas enormes con cencerros col-

231
Para quien sienta – Relato de un camino interior

gados, olor a tierra, nubes con formas en el cielo y


se acaba la subida cuando menos lo advierto.

El camino baja y da un descanso, las rodillas resue-


nan como frenos. Es un buen momento para tomar
aire y seguir disfrutando. En la mente silencio en
vez de pensamientos y un fresco que entra por todo
mi cuerpo. La más intensa sensación de estar viva,
¡cuánta belleza me rodea! ¡Cuánta vida hay en la
vida! ¡¿Qué estaba haciendo con la mía que no me
daba cuenta?!

Seguir, seguir siguiendo con la magia de aprender


a caminar en el silencio.

Me sorprendo con las compañías que la soledad del


camino trae, mantengo conversaciones en mi men-
te que, quizás, postergué durante años. Hay pala-
bras no dichas, sentimientos reprimidos y aquello
que no quise asumir en su momento, ahora se hace
presente e intenso. Derramo lágrimas de perdón
y agradecimiento, ellas fluyen juntas espontánea-
mente y es indescriptible esta sensación interna,
pareciera que algo está limpiándome por dentro;
las culpas, los remordimientos se enjuagan y se van
desvaneciendo. Parece que una mano Divina está
tocándome dentro.

Andar desandando, ese es el sentimiento. Voy ha-


ciendo un camino nuevo a la vez que deshago el
viejo... aquel mal vivido. Recuerdo casi todo sin
querer y lo suelto ahí mismo. Siento un dolor in-
tenso que sana y hace hablar a mi cuerpo. ¿Será el

232
Carolina Wilches

dolor de mis pies el que he causado en mi caminar


por la vida? ¿Me dolerán los pasos como a otros
les he hecho doler la vida? Y en ese darme cuenta,
suelto la energía, una toma de conciencia abrup-
ta que salva la vida. Caminando este camino voy
purgando mi mal andar, emerge más fuerza y de-
terminación para seguir siguiendo, acepto el dolor
para poder trascenderlo mientras pido iluminación
al cielo para, esta vez, hacerlo distinto.

Los diversos estados de conciencia se funden. En-


tre el pasado y el presente se advierte todo ocurre
siempre en el mismo instante. Todo es.

Los pájaros, con su canto, así me lo recuerdan


mientras sigo caminando. Su música desdramatiza
la escena, le da color y vida y hacen saber, a su ma-
nera, estoy viviendo y, por más grave que sea lo que
crea que me está pasando, eso también es parte de
la existencia y está bien, es perfecto. Forma parte
del camino recto hacer primero el torcido.

Seguir, seguir siguiendo y dejarse acompañar para


aprender a hacerlo. Genuina solidaridad, dar cari-
ño y recibirlo. Charlas del alma con ritmo de pasos,
agradecer los encuentros. Tener paciencia y acep-
tarla de vuelta. Somos conscientes el otro también
está recorriendo su camino, nuestros vínculos se-
rían más fáciles si nos diéramos cuenta al otro tam-
bién le está pasando la vida.

Van pasando los días, cada vez es mayor el esfuer-


zo del cuerpo y menor el del alma. Dentro un sen-

233
Para quien sienta – Relato de un camino interior

timiento indescriptible, el de llegar a Compostela.


Ese lugar y en el último día, va a pedir todo lo que
tenga o, mejor dicho: lo que queda. Seguir cami-
nando aunque el cuerpo no pueda, y cuando esté
agotado y se revele queriendo obligarme a parar,
comenzarán a sonar a lo lejos las campanas de la
Catedral.

Entrará un vigor en el alma que nunca antes había


sentido. Sin saber bien cómo trasciendo el cuerpo
con el corazón y sigo caminando, esta vez con más
determinación, con esa fuerza que atrae desde hace
días y se siente intensamente en el cuerpo ahora.
Voy rumbo a mi redención.

Podré haber ido infinitas veces a Misa, pero cuan-


do pare dentro de Compostela y escuche la Pala-
bra de Dios creeré es la primera vez que voy y sen-
tiré están hablándome a mí. Comprendo todo de
otra manera, al fin todo cobra sentido. Doy la paz
como nunca antes, con el corazón, y pido perdón
de rodillas porque lo siento, acepto la bendición
en el hombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo y salgo de Compostela redimida, recorrien-
do el camino de las Estrellas, limpié mi alma,
redimí mi vida.

Me siento como nueva, como se debe sentir un re-


cién nacido, como si tuviera una nueva oportuni-
dad. El camino fue sólo el prólogo de algo distinto,
aquí se reinicia mi vida y quiero vivirla de tal ma-
nera que nunca más tenga que hacer el camino de
Santiago.

234
Carolina Wilches

Al día siguiente, vuelvo a cargar la mochila para


seguir caminando. Llegar hasta el mar para que el
alma pueda encontrar su remanso después de todo
lo vivido, debo ir hasta el final de la tierra donde
es el fin del olvido para, así, exorcizar de mi vida el
mal, dejar atrás lo que daña, lo que no tiene senti-
do, darme cuenta soy inmensa por dentro y la vida
es inmensa en sí misma.

Salir, de las taras, de lo repetido, renunciar a lo fal-


so, lo pequeño como concepto de mí misma; asu-
mir la responsabilidad de vivir una vida consciente,
darle sentido al camino y, esta vez, caminar sabia y
amorosamente por mi propia existencia.

En ese momento tan inmenso me siento expan-


siva, el mundo entero me cabe adentro, como así
también todo el amor y hasta el universo mismo.
Por primera vez asumo el privilegio que es ESTAR
VIVA.

Junio 2018

235
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Bendecir, una forma de sobrevivir


(O cuando nos toca vivir nuestro peor temor)

C
ada situación es una elección, una opor-
tunidad de resignificar nuestra manera de
vivir. Podemos siempre elegir cómo vivir,
desde el miedo o desde el amor.

Cuando nos toca perder es fundamental amar, es lo


que nos salva y devuelve la integridad, el remedio
para el sufrimiento, el dolor y la pena; es la forma
que tiene la vida de hacernos ganar cada vez que
perdemos, pues nos ganamos a nosotros mismos.

La mente programada buscará siempre atacar escu-


driñando las situaciones una y otra vez en búsque-
da de culpas, broncas, reproches, juicios. Acumula-
rá dolor para tener fuerzas y razones haciéndonos
creer que el resentimiento y el odio son la manera
de salir airosos de alguna situación. Nosotros no
advertimos esas emociones densas son las que no
nos dejan vivir en paz, ni encontrar la serenidad
necesaria para afrontar la situación, mucho menos
aprender de ella y seguir con nuestra vida.

Lo que atacamos nos condena, lo que bendecimos


nos libera. Sin negar la realidad, lo que hizo daño,
lo hizo y ya está, pero podemos elegir desde qué

236
Carolina Wilches

conciencia vivir lo que nos toca vivir. Todo lo que


experimentamos fuera tiene su origen dentro, cada
experiencia nos permite conocernos, descubrir
dónde está la herida, hacernos cargo de nosotros
mismos, pues ese dolor ya estaba dentro nuestro,
la situación solamente lo expuso y, gracias a ello,
pudimos verlo, sentirlo y hacer algo con ello, por
ejemplo: bendecirlo.

Cuando algo ya haya cumplido su ciclo en nuestra


existencia, se irá, dejará de ser nos guste o no, que-
ramos o no. Todo es un aprendizaje, cuando llega y
también cuando se va. Una vez que el aprendizaje
sea completo dejará espacio para algo nuevo, dife-
rente; y lo que hemos de advertir será que siempre
estaremos aprendiendo y eligiendo cómo vivir.

Cuando bendecimos las experiencias, bendecimos


la vida y a nosotros mismos. En vez de cerrarnos
apretados en resentimiento, resistencia y dolor nos
abramos a la experiencia, la permitamos y busque-
mos el mejor sentimiento de amor para con ella.
Esa energía que sale del corazón es el amor por
la vida misma, por la existencia, por la experien-
cia que significa vivir. Debajo de cada frustración
y dolor subyace la aceptación más profunda, el
asentimiento por la vida misma como aprendizaje
aceptando, a la vez, que algunos de ellos conllevan
dolor y pérdida, y está bien, forma parte de la ex-
periencia.

La mejor manera de trascender cualquier situación


es amándola, aceptándola íntegramente sin juicios,

237
Para quien sienta – Relato de un camino interior

críticas ni resistencia; sin buscar tener la razón, sin


culpar, criticar o atacar al otro, pues nos estamos
haciendo daño a nosotros mismos y empeorando
lo que ya es. Aceptar la vida tal cual se nos pre-
senta significa amor propio, integridad y dignidad.
Aprender lo que podemos aprender, reconocer
nuestra parte en la co-creación de la experiencia,
nos traerá agradecimiento por la vivencia y muchí-
sima paz, que es el real sentimiento que nos impul-
sa a seguir adelante con nuestra vida sin rencores,
dolores ni resentimientos, todo lo contrario: agra-
decidos y bendiciendo toda nuestra vida.

Desde el amor todo es más fácil, más armonioso,


más sentido. Nos curamos las heridas y somos ca-
paces de seguir adelante con nuestra vida pase lo
que pase, se pierda lo que se pierda, se acabe lo que
se acabe. Forma parte de la experiencia que llama-
mos vida, que siempre, siempre es una bendición.

Junio 2018

238
Carolina Wilches

La espera

E
sperar es una manera de no vivir. Se nos
va la vida en eternas esperas conscientes o
inconscientes. Esa parte inmadura que to-
dos tenemos, niños tozudos y caprichosos,
crea un espacio sin tiempo aparente donde el ser no
advierte que sobrevive mientras espera.

Pero ahora, ¿qué espera? Que el otro cambie, que


la vida cambie, que las situaciones cambien, que el
sentir cambie. Aguantemos un poco más, le ponga-
mos un poco más, manipulemos un poco más, lu-
chemos un poco más, lloremos y nos deprimamos
un poco más, nos ilusionemos un poco más y, entre
un poco más y poco más, pasan años en sórdidas
insistencias.

“Cuando él se dé cuenta yo seré feliz. Cuando ella com-


prenda tendré paz; cuando mi jefe se vaya, ahí disfru-
taré de mi trabajo; cuando los haya terminado de cui-
dar mis viejos me valorarán; cuando los chicos crezcan
podré descansar”. Así, con cada una de estas frases,
quedamos atados a vivencias y nos cuesta soltarlas,
pues sin darnos cuenta aún albergamos esa necia
esperanza ilusoria de que en algún momento todo
va a ser distinto. Esperamos días a que llegue el
viernes, esperamos meses a que llegue el calor, es-

239
Para quien sienta – Relato de un camino interior

peramos años para que nuestra pareja cambie, espe-


ramos una vida completa para que el amor que no
nos dieron, al fin, nos llegue y nos calme el vacío
interior. Y no llega, y no cambia, y no lo sentimos
pero, empecinados, sostenemos la espera.

Esperar es una manera más de evadirnos, es una for-


ma sutil de manipularnos a nosotros mismos, es la
modalidad adulta del capricho infantil, la manera
en la que aprendemos a no enfrentar la realidad, a
contarnos cuentos de novela que en la vida concre-
ta no se dan. Hay que acabar con la espera, y para
eso se requiere honestidad y capacidad para ver las
cosas tal cual son, para reconocer a las personas en
su completa individualidad sin esperar que el otro
calme mi necesidad.

Quizás lo más importante sea comenzar a darnos


aquello que estamos esperando. Si queremos más
atención, nos la damos a nosotros mismos. Si que-
remos más cariño, comenzamos a ser cariñosos con
nosotros. Si queremos comprensión, nos ponemos
en la tarea de comprendernos. Si queremos paz,
nos la damos. Si queremos sentirnos elegidos, nos
elegimos nosotros. Hacemos las paces con noso-
tros, nos aceptamos, nos integramos y recuperamos
nuestra capacidad de vivir nuestra propia vida, sol-
tando la eterna espera.

Volvamos al aquí y ahora, a nuestra propia existen-


cia. Soltemos las dependencias y las necesidades de
afuera, nos auto-contengamos dentro, enriquezca-
mos nuestra vida interior y creemos nuestras pro-

240
Carolina Wilches

pias circunstancias armónicas en el exterior.

Dejar de esperar nos reconecta con la vida, nos de-


vuelve al presente lleno de posibilidades, nos ayu-
da a madurar y a soltar los caprichos e ilusiones
infantiles de ese amor incondicional que, ya en la
vida adulta, sólo nos lo podemos dar nosotros mis-
mos.

Junio 2018

241
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Somos un alma, ¡qué alivio!

V
ivir marcados por el “soy así”, así nací”,
“soy el resultado de lo que viví”; es la más
moderna forma de esclavitud.

Somos prisioneros de nuestras distorsionadas inter-


pretaciones de quienes fuimos y quiénes podemos
llegar a ser. Estamos habituados a definir nuestra
persona desde un pasado que jamás se basa en he-
chos reales, sino en la interpretación emocional que
hacemos de él. Creemos que somos, únicamente,
el conjunto de consecuencias de las decisiones, si-
tuaciones y elecciones vividas; concebimos nuestra
persona en base a una falaz historia personal que
llevamos guardada a fuego en la memoria. La usa-
mos, infinidad de veces, para justificarnos y deja-
mos que, fácilmente, determine no sólo quién estoy
siendo y qué vida vivo, sino también quién puedo
llegar a ser y qué me corresponde vivir. Construi-
mos así un marco ilusorio que perfila, bruscamen-
te, mis limitaciones personales y existenciales; que
establece mi merecimiento, mi valía y proyección
de vida. Así, si nacimos jodidos o la vida nos jodió,
si nos equivocamos o se equivocaron con nosotros,
si erramos en el camino o tuvimos un mal período
en la vida creemos que de ahí no podremos salir y
que tendremos que aprender a resignarnos.

242
Carolina Wilches

Si por el azar o la biología heredamos un mal genio


y carácter, si arrastramos memorias de violencia o
fracaso, si acaso nos ha tocado vivir abusos o co-
meterlos, estamos ciegamente convencidos, ello ya
nos trastocó la existencia para siempre.

El primer encuentro con la idea de ser un alma,


generalmente, nos sorprende.

Aun teniendo infinidades de dudas y cuestiona-


mientos algo nos resuena por dentro, lo sabemos y
no porque nos lo digan sino porque lo sentimos. La
sola idea de pensar que dentro nuestro habita una
esencia inocente, luminosa, prístina, indestructible
e inmaculada que permanece así, intacta a pesar de
lo vivido, nos asusta y a la vez, nos da esperanza.

Hay algo que podemos hacer con todo lo nuestro,


hay un lugar que habitamos desde el cual podemos
tomar conciencia y sabiduría para conseguir lo que
necesitamos, lo que con la voluntad y el carácter no
hemos podido. Desde el alma y con el alma todo
puede ser conseguido.

Quizás, por primera vez, logramos ver desde otra


perspectiva, mirarnos desde el Alma que somos al
ser que hemos sido y estamos siendo. Cuando así lo
hacemos advertimos, rápidamente, hay juicio, no
existe en el alma una condena hacia la experiencia
que somos, sólo existe un llamado a recuperar lo
que hemos perdido.

Por su naturaleza espiritual, en nuestra alma habi-

243
Para quien sienta – Relato de un camino interior

tan la fortaleza, el coraje, el amor incondicional, la


comprensión y una inteligencia distinta a la habi-
tual. Buscar esos recursos, que todos poseemos, co-
mienza a hacer una gran diferencia en nuestro ser
y en nuestra vida. Así, nos comprendemos mejor y
sin violencia, hallamos en nuestro interior los sen-
timientos necesarios para sanar lo que hace falta,
para calmar lo dolido.

Lentamente, nuestra energía irá transformándose,


y cuanto más conectemos con nuestra alta esencia
mejor iremos viviendo, pues el alma se guía por la
alegría y todo aquello que nos la quita u opaca,
frente a la energía del espíritu, pierde sustento, se
cae, se desarma y va desapareciendo.

Veremos cómo todo aquello que nos parecía infran-


queable, imposible de sanar o corregir se desvane-
ce poco a poco en esta nueva manera de ser desde
el alma, desde donde no tengo nada que saber ni
resolver porque, solamente, basta con ir sintiendo
para que todo ocurra de manera natural.

Nunca todo está perdido. Nadie está irremediable-


mente roto o jodido. Debemos buscar hasta encon-
trar nuestra real conexión interior y no cesar hasta
conseguirlo. Allí, donde de verdad somos, todo es
posible, todo tiene remedio y una manera de ser
basada en el buen vivir.

No nos determina el pasado, la historia o lo vivido,


sí nos determina el lugar desde dónde elegimos vi-
virnos a nosotros mismos. Eso es lo que cambia el

244
Carolina Wilches

camino. Cada uno elige.

Buscá tu alma, es lo único real que sos.

Junio 2018

245
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Valorar lo recibido

C
ierto chiste popular reza había un aboga-
do joven que llegaba tarde a la audien-
cia de su vida y no encontraba lugar para
estacionar el auto. Llegar y presentarse
implicaría, para él, un gran éxito profesional, un
súper avance económico y personal. Desesperado,
comenzó a rezar pidiendo ayuda a Dios, prome-
tiendo lo que fuere a cambio de un simple espacio
para estacionar. En el instante que terminó su sú-
plica se liberó, a su izquierda, un lugar. El hombre,
inmediatamente, miró al cielo y dijo: gracias, gra-
cias pero ya conseguí lugar.

Cuando estamos desesperados, agobiados, perdi-


dos, solemos buscar ayuda, pedirla y hasta exigirla.
No siempre la recibimos como esperamos pero ella
llega igual. No obstante, una vez nos sentimos me-
jor, somos rápidos para desconocerla y atribuirnos
el mérito de haber salido solos de donde estábamos.

La energía no espera agradecimiento, pues no lo


necesita, sí espera valoración, que no es lo mismo.
Cuando, con humildad, miramos nuestro antes y
después de la ayuda recibida somos capaces de to-
mar conciencia del amor que recibimos, esa valo-
ración tiene un único sentido: mantener nuestra

246
Carolina Wilches

vibración alta y así no volver a estados enredados


de energías y emociones. Así, somos capaces de dar
aquello que aprendimos a recibir expandiendo esa
cadena de amor. Puede haber sido un libro, un viaje,
un curso, un mensaje o varios, un alivio repentino,
o un extraño que supo comprenderme. La forma no
importa, importa el poder reconocer la ayuda llegó.

Cuando somos incapaces de valorar lo recibido y


no lo transmitimos, estamos rompiendo la cadena
nos asistió. La energía no tarda en bajar y volve-
mos, muchas veces, al mismo lugar y, de nuevo,
volvemos a rezar; ahí, una vez más, la energía nos
asiste y la volvemos a desvalorizar.

Quienes alguna vez, en desesperación, fuimos asis-


tidos en la forma que fuere, sabemos lo angustiante
que es estar así, y también sabemos cuán diferen-
te se vuelve nuestra existencia una vez ayudados.
¡Cómo no trasmitir ello! ¡Cómo no atesorar lo re-
cibido! Cuando interiormente y en humildad so-
mos capaces de valorar lo recibido no andamos di-
ciendo “gracias” por todos lados, simplemente lo
vamos transmitiendo y dando a esos otros que hoy
están dónde nosotros estuvimos y lo único que ne-
cesitan es sentir que son amados y que alguien está
ahí para comprenderlos y ayudarlos.

Al igual que yo, en su momento, saber que el Amor


existe nos cambia la vida para siempre, basta con
aprender a cuidarlo y valorarlo.

Junio 2018

247
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Aprender a caminar en soledad


uizás, madurar sea también aprender
a andar más solo, no caminar ni tan
pendientes ni dependientes de los
demás, dejarlos hacer lo suyo y, así,
tener más conciencia de lo propio.

¿Quién vive mi vida cuando estoy pendiente de


otro? Pareciera que nadie. Creemos solos no po-
demos o es peligroso, que no contamos con lo que
hace falta para estar bien y avanzar a por nuestra
cuenta, que sin compañía sobreviene la tristeza y,
tal vez todo esto no sea cierto. A lo mejor, seamos
todo lo que nos hace falta. A lo mejor, contenga-
mos dentro todo lo necesario para vivir lo que nos
vaya tocando. Tal vez, sólo podamos invocar la
alegría cuando estemos bien con nosotros mismos.
Quizás, sólo en nuestra propia compañía podamos
aprender a ser felices en libertad.

¡Qué desafío aprender a ser nuestro propio con-


tento! Contar con nosotros mismos, vivir más des-
de dentro, habitar los silencios, ocupar los vacíos,
estar con nosotros y para lo nuestro. Cuesta poner
el foco en nuestra propia experiencia sin comparar-
la con otra, sin querer sea parecida a otra. Difícil
comprender la vida es exacta y nos toca lo que es

248
Carolina Wilches

perfecto. Tomar conciencia de que nuestra vida es


la única que existe y va de cada uno vivirla. Qué
difícil es sacar el mayor provecho de lo que va pa-
sando y saber disfrutarlo.

Quizás esa sea la receta para la felicidad y la liber-


tad que hace desaparecer los apegos y las carencias:
aprender a estar con nosotros mismos en compañía
de nuestra propia soledad. Es lindo andar acompa-
ñados, claro que sí, pero quizás no sea ni tan ne-
cesario ni tan existencial. De a tramos, en la vida,
nos toca andar solos, no lo podemos evitar. Acep-
tar la experiencia, probablemente, nos lleve a dejar
de buscar aquello en realidad no hace tanta falta y
nos haga comenzar a disfrutar de lo que aparece; a
estar bien, de todas maneras, si se va.

A poco de andar solos, nos hacemos uno con nues-


tra soledad.

Junio 2018

249
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Aquí y ahora

H
ay quienes creen que la idea de vivir en
el aquí y el ahora implica una despreo-
cupación voluntaria del pasado y del
futuro. Conciben vivir el presente en
una negación de la historia personal, a la vez se
suspende toda proyección hacia el futuro.

En la concepción Advatia del aquí y del ahora se


estimula algo muy diferente, se invoca la capacidad
de ser todo lo que hemos sido y anhelamos ser en un
mismo instante, el cual es vivido desde una profun-
da conciencia activa. Esto no implica la negación de
nuestra historia de vida, muchos menos de nuestros
anhelos futuros, más bien implica una totalidad co-
herente y consciente de todo lo que se manifiesta en
nosotros, dirige nuestra emocionalidad a un estado
de aceptación de lo que es tal cual lo es.

Así, podemos advertir estamos viviendo el aquí y el


ahora cuando experimentamos una profunda paz
que subyace cualquier emoción estemos sintiendo
en un preciso instante. Vivimos toda experiencia
que esté ocurriendo sin juzgarla ni rotularla, acep-
tamos es, simplemente es y dejamos sea, la vivimos
porque es nuestro presente, el único instante real
existe.

250
Carolina Wilches

Eso es habitar el aquí y el ahora: ser completamente


responsable de nuestra experiencia en ese instante.

Así nos abrimos al ser sintiendo, dejando nuestra


experiencia se manifieste sin querer resistirnos ni
modificarla. Aceptamos lo que emerge de nosotros
y lo contemplamos desde una conciencia compren-
siva y amorosa. El aquí y el ahora son la puerta
de ingreso hacia nuestro mundo interior, hacia los
diálogos mentales sostenemos subconscientemen-
te, los tonos emocionales nos habitan, las historias
nos contamos, las pulsiones ante las que reacciona-
mos. Estar presente es darle conciencia a todo ese
universo interior generalmente reprimimos o nega-
mos, en pos de una adaptación social que no hace
más que disociarnos de nuestra vida.

Cuando conectamos con la conciencia que es y con


la presencia que observa el ser que somos, nos vol-
vemos uno con nuestra esencia, somos el observa-
dor amoroso de la experiencia nos toca ser y damos
luz a aquello pulsa por salir de nuestro interior,
descubriendo así el poder de la paz que a nada se
opone (UCDM). Aquí y ahora tenemos la oportu-
nidad de amar nuestra vida, nuestro ser, nuestros
personajes internos, las situaciones nos tocan vivir
y, desde allí, poder llegar a la aceptación total de
las experiencias, permitiendo la paz emerja desde
nuestro ser consciente.

Desde este estado, el pasado y el futuro se integran


y descubrimos el tiempo, tal cual lo concebimos li-
nealmente, no existe; la vida se desarrolla en una

251
Para quien sienta – Relato de un camino interior

espiral de conciencia y, así, vivimos mucho más


comprometidos y fundidos en nuestra experiencia
existencial, volviéndonos creadores del sentir de
cada vivencia.

Eso es estar en el aquí y en el ahora.

Julio 2018

252
Carolina Wilches

El amante y el amado.
El fluir en los vínculos de amor.

E
n las composiciones culturales sobre el
amor existe una creencia nociva que gene-
ra grandes sufrimientos en las conexiones
afectivas. Esta establece que el buen amor
es aquel en el que somos plenos, exactos y preci-
samente correspondidos de la misma manera en la
que amamos.

Así, en veces, pretendemos el otro sienta lo que no-


sotros sentimos, manifieste su amor como nosotros
lo manifestamos, exprese sus sentimientos como
nosotros los expresamos, nos dé lo que nosotros
le damos, haga lo que nosotros hacemos por él y
brinde lo que nosotros brindamos, de lo contrario
damos por hecho, con dolor y rencor, no nos aman.

El amor es una energía que fluye entre dos seres. Lo


que nos cuesta comprender es un principio básico
y esencial de toda conexión energética en el que se
establece se requiere de dos polaridades para que el
sentimiento fluya armónicamente. Desde este sen-
tido comprendemos para que exista una relación
de afecto donde el amor fluya, indefectiblemente,
habrá de haber un amante (dador, emisor y polo

253
Para quien sienta – Relato de un camino interior

activo) y un amado (receptor y polo pasivo). Pue-


de que estas polaridades se inviertan en el correr
de las relaciones pero no se dará que ambos sean
amantes o amados al mismo tiempo, allí, la cone-
xión se estanca, se neutraliza y, con el tiempo, se
desvanece o emputece.

Así, en mi relación soy quien ama o bien soy quien


es amado. Poder reconocerlo, probablemente, qui-
tará bastantes capas de conflicto o nos hará con-
frontar con la realidad y dejar de esperar lo que ya
sabemos no vendrá.

Muchas de las luchas, dentro de una relación, son


entabladas por el amante que quiere ser amado
como él ama y ello, por más insistencia y paciencia
se ponga, no termina de ocurrir. Si en este vínculo
nos ha tocado ser quien ama, aprovechemos la opor-
tunidad de expandir nuestra capacidad de amar ge-
nuinamente, dar porque me nace hacerlo sin esperar
retribución. En un vínculo amoroso habrá valora-
ción de lo recibido y, de seguro, el amado emitirá lo
suyo desde su lugar, mas la reciprocidad igualitaria y
equitativa, en muchos casos, no se manifestará y eso
está bien. Ese es el sentido último de una conexión:
que fluya lo que tenemos para dar. Ahora, si nos ha
tocado el lugar de amado aprendamos a recibir y
a valorar, desde el cariño, el amor que recibimos.
Apreciemos lo que nos llega, reconozcamos al otro
en ello y disfrutemos… nada dura para siempre.

Muchas relaciones, en el desconocimiento de las


polaridades, tomadas por los arquetipos culturales

254
Carolina Wilches

románticos, fenecen debido que el que ama se ago-


ta de esperar retribución y se marcha de la cone-
xión, convencido nunca lo amaron cuando, proba-
blemente, sí lo hicieron. Recibir es también amar.
Recibiendo el amor que tenía el otro para darnos,
nos estaban amando, aunque no como el amado
quería serlo.

No existe artefacto capaz de medir el amor para


determinar cuál de los dos polos ama más, y esto
no implica que el amante ame más que el amado,
sólo implica que le tocó dar y al otro recibir. Cada
quien está aprendiendo algo de esta experiencia,
creciendo en su mayor virtud, la de amar.

Al fin y al cabo, si de todo amor vivido añoramos


lo recibido (si fue bueno), nos llevaremos con no-
sotros lo amado, lo dado, lo sentido, poco importa
al final quién estaba en qué polaridad.

Julio 2018

255
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Evitar el fracaso no es tener éxito

E
xisten dos energías de intención de vida
prácticamente opuestas, dos caminos dis-
tintos nos llevan a destinos muy diferentes
pero que la mente, en sus ilusiones, mu-
chas veces, asemeja; pues evitar el fracaso nada tie-
ne que ver con tener éxito.

Si lo reflexionamos un poco, no es igual poner toda


nuestra energía anímica e intención mental focali-
zada en lograr lo que anhelamos, cumplir nuestros
sueños, profundizar en nuestra experiencia huma-
na, trascender limitaciones y limitantes, que andar
por la vida evitando que nos pase lo que no quere-
mos, o lo que más tememos que nos pase: fracasar.

Cuando entramos en modo “evitación del fraca-


so”, inevitablemente, (valga la ironía) acotamos la
vida y sus experiencias, limitamos el aprendizaje,
nos hacemos pequeños, pues el foco está puesto en
evitar aquello que más tememos mentalmente: el
yerro, la experiencia que imaginamos terrible e in-
superable, el juicio ajeno, la valoración en negativo
del otro. Esto nos genera un enorme estrés mental,
y ni hablar de la compulsión por el control que tan-
to miedo dispara en nuestra personalidad. Lo que
nos cuenta en veces media vida aprender y com-

256
Carolina Wilches

prender es que hacerlo bien nada tiene que ver con


no hacerlo mal, la dualidad mental nos engaña.

Vivir la vida que anhelamos vivir, entiéndase, lo-


grar el éxito en nuestra vida, va implicar, en su con-
secución, el fracaso, es decir, equivocarnos, joderla
de cabo a rabo un par de veces, tomar el camino
equivocado, caernos varias veces. El éxito no es
más que una sucesión de aprendizajes. De lo que
sale bien nada aprendo, de lo que sale mal aprendo
de todo.

Alcanzar y manifestar nuestros anhelos es una cons-


trucción, un proceso que implica riesgos y conse-
cuencias pero, si no los asumo por miedo, jamás
llegaré a donde siento llegar. Visto así, el éxito se
construye en base a la experiencia, y a ella sólo la
obtenemos viviendo lo que no queremos ni espera-
mos vivir, para luego, en el aprendizaje asimilado,
aprender a hacerlo bien y sin miedo, pues lo peor
ya pasó y no pasó nada: aquí estoy.

La felicidad difícilmente se encuentre en la sereni-


dad cansadora de haber logrado nunca pase nada,
de creer haber conseguido no fallar ni equivocar-
me y concebir por ello he alcanzado el éxito; una
experiencia insulsa, tensa y controladora, una vida
monótona y acotada, pequeña.

Vivir implica creer que morimos, ver cómo nues-


tras decisiones y elecciones se derrumban de un
momento a otro, darnos cuenta la jodimos, pero
si al fracaso lo vivimos como una experiencia, asu-

257
Para quien sienta – Relato de un camino interior

mimos nuestra parte y aprendemos, es imposible


que hayamos fracasado en verdad, puedo no haber
logrado lo que quería pero aprendí lo que necesi-
taba y, así, ya más sabios y curtidos, más humanos
y comprensivos, más conscientes de que la vida es
una experiencia, vamos poco a poco corrigiendo
el rumbo, construyéndonos de nuevo y urdiendo
nuestros sueños. Eso… es alcanzar el éxito.

Julio 2018

258
Carolina Wilches

El amor después del amor

S
in que sea exclusivo ni general, a algunos
nos ha tocado llegar a media vida teniendo
que re-significar un poco el amar.

Habiendo encarado un matrimonio, generalmente


en la juventud, junto con la maternidad y el proyec-
to de familia, muchos no llegamos a los 35 en ese
estado amoroso, teniendo que enfrentar el doloro-
so momento, o tiempo, de la pérdida de los senti-
mientos por aquel con quien habíamos proyectado
una o varias vidas. El correspondiente sufrimiento
se genera cuando todo se desmorona, junto con la
sensación de fracaso y soledad que produce el te-
ner que asumir el desafío de seguir adelante por
cuenta propia, rediseñando el concepto de fami-
lia, dejando atrás sueños, anhelos, amigos y un ex
amor, ciertamente.

A poco andar, se siente la pulsión intensa de lo que


llaman “rehacer la vida”. ¿Será que en verdad que-
da deshecha cuando el camino rumbeó por otro
destino, y no por el que creímos y sentimos cuando
caminábamos al altar o nos mudamos juntos?

El vacío nos impulsa, muchas veces, a buscar, bus-


car y buscar sin encontrar. Las carencias afloran,

259
Para quien sienta – Relato de un camino interior

los miedos nos toman, el mandato social presiona.


Hay que rehacer la vida, estar solo es mala señal,
pareciera algo malo nos habita.

Ya cumplidos los mandatos y avanzados en alguna


madurez será tal vez la pasión la deuda pendiente.
Puede que a algunos nos toque vivirla en esos amo-
res complicados, contrariados y extemporáneos
donde todo es intenso y placentero pero hace mal,
daña y saca afuera mucha putada. Se aprende, de la
forma más dura, que la pasión no construye nada y
a lo que hay le prende fuego rápido y lo acaba, de-
jándonos una resaca existencial de la que, muchas
veces, nos cuesta media vida recuperarnos.

Lleva tiempo salir de las cenizas y reconstruirse


pero se puede, no queda otra que remendarse el
cuerpo y el alma para poder volver a vivir sin ser
los mismos. Hemos cambiado con los años y los
daños y, de a poco, nos comenzamos a descubrir
a nosotros mismos, hartos de tanto mandato y re-
cetas fallidas de felicidad con lo vivido hasta acá.
Entonces comenzamos a dejar de buscar, para po-
nernos en la tarea de encontrar.

Nos metemos dentro por un tiempo, etapa suma-


mente extraña que pocos comprenden, y es que no
nos mueve ni el dolor, ni la soledad; tampoco esta-
mos en crisis, no, simplemente nos estamos encon-
trando con nosotros mismos...

¿Raro, no? Lleva su tiempo y proceso, son avances


construidos en los retrocesos pero, al tiempo, todo

260
Carolina Wilches

cobra sentido y hace efecto.

Las carencias se calman, la ansiedad desaparece, el


sentido deja de estar fuera o en otros. El sexo se
disfruta más, ya no se busca el enamoramiento para
justificarlo. Nos ocupamos de nuestros vacíos, es-
tamos más independientes y a la vez pendientes de
nosotros mismos, y ahí surge otro tipo de amor que
ha de ser vivido: aquel que nos llega de los afectos
de la vida, los amigos, los críos; de hacer lo que nos
gusta y nos da sentido, de cumplir nuestros sue-
ños, de la sensación de conexión con el todo, con
la vida y el amor por uno mismo.

Aprendemos a querer mejor y más bonito, a disfru-


tar lo que llega y a despedirlo sin dolor, es el amor
después del amor, sin convencionalismos, amando
lo que es y lo que está, como podemos y nos sale,
sin forzar, sin la desesperación de llenar vacíos, sin
juzgarnos por no haber seguido el camino prees-
tablecido. Visto está, a algunos nos toca por otro
lado el aprendizaje del amor y el sentido.

Quizás, algún día nos llegue una buena compañía,


alguien a quien querer bonito sin tanta necesidad,
un sitio en el que el compartir sea lo primordial
porque ya tengo rehecha mi vida conmigo misma…
¿Quién sabe?

Julio 2018

261
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Sanar

N
o sabemos bien, pero al pasarla mal, a
veces muy mal y por mucho tiempo, hay
quienes comenzamos a buscar la sana-
ción sin saber bien de qué va ni qué im-
plica, pero el impulso comienza a estar y se siente
intenso cuanto peor la estamos pasando.

Ese impulso es enorme en sí mismo ya que, de pri-


mera, nos indica nos hemos dado cuenta el conflic-
to no está fuera sino adentro. Querer sanar marca
el final de la lucha con lo que nos rodea y retoma
el poder interior haciéndonos cargo de lo que nos
pasa.

Asumimos tenemos que ver con lo que estamos vi-


viendo y algo en nosotros lo atrae o crea, para lue-
go volver al real foco del dolor que no está en lo
que lo provoca sino en donde lo experimentamos.
Ese lugar es dentro nuestro, la causa está en cada
uno de nosotros, entonces nos pertenece esto que
sentimos, es nuestra responsabilidad. Es un gran
paso, ya que nos pasamos media vida culpando al
otro, a las circunstancias, a la vida misma, al pasa-
do, al futuro, y estamos luchando por cambiar lo
que no nos es propio, tratando de encontrar, así, la
paz que tanto anhelamos.

262
Carolina Wilches

Perfecta receta para la frustración y la locura; dejar


de culpar y hacernos cargo, eso ya es sanar en una
gran parte. Debemos comprender qué es lo que si-
gue y para hacerlo hemos de dejar de juzgar y criti-
car, ya que todo aquello que condenamos no es más
que una proyección de nosotros mismo sobre los
demás, la famosa sombra; aquella que escondimos
cuidadosamente durante la infancia y vida joven,
tratando de ser correctos y, por qué no, perfectos.

Desde allí, nuestro mundo deja de ser un ataque y


comienza a ser nuestro mejor maestro, nos enseña,
nos muestra todos los miedos, los juicios, los pre-
juicios, aversiones y odios, tomando conciencia de
cuán separados nos sentimos de nosotros mismos,
cuán divididos estamos por dentro; de cuánto nos
cuesta querernos y cuánto duele ser quienes somos.

Será la comprensión la que ayudará asimilar, sin


culpas y con responsabilidad, aquello que somos
por dentro, y comprendiendo muchas de nuestras
pulsiones, reacciones y miedos que comienzan a
desvanecerse.

Los nudos, aquellos vínculos donde la energía que-


dó trunca por desentendidos o malos sentidos, por
rencores y dolores, afloran para ser sanados, que no
es volvernos íntimos amigos con quienes sentimos
que nos han hecho daño, eso es desquicio forzado.
Sanar va, en parte, de asumir, comprender y acep-
tar, hacernos cargo de nuestra parte y dejar al otro
con lo suyo sin querer determinar su experiencia
y aprendizaje; quitarle el drama a las situaciones

263
Para quien sienta – Relato de un camino interior

para poder comprenderlas y, así, aceptarlas sin jui-


cio es lo que nos dará, al tiempo, paz.

Perdonar, dicen, es agradecer el aprendizaje. Cuando


de cada experiencia de nuestra vida, por más dolorosa
y penosa que haya sido, logramos obtener un sentido,
la experiencia deja de ser negativa, aun en el dolor que
sentimos, y podemos integrarla a nuestra vida y ya de-
jar de sufrir. La hacemos nuestra sin dolor y, en lo inte-
grado, podemos comenzar a bendecir lo vivido.

No existen recetas mágicas, no hay manuales ni ins-


trucciones, hay procesos que son ineludibles si en
verdad sentimos que necesitamos salir de donde es-
tamos y (re)significar nuestra vida y existencia. Lle-
va tiempo, cariño y una enorme cuota de paciencia
con nosotros mismos y con el proceso en sí mismo.

Sanar es aprender a vivir, entender de qué va la vida


y su sentido. Sanar es aprender a aceptar y amar
todo lo que fuimos y somos; es encontrar el centro
y el eje desde el cual afrontar lo que nos toca con
alegría, sacándonos de adentro el peso, las emocio-
nes densas y dolorosas. Es aprender a estar en paz
con lo que es, es aprender a disfrutar eso que nadie
nos enseña y todos anhelamos.

Sanar es decir primero SÍ (aceptar la realidad) para


después poder sentir el NO que hace falta (elegir).

Sanar es aprender a amar (nos).

Julio 2018

264
Carolina Wilches

Te deseo

T
e deseo que seas feliz; pero no feliz ha-
ciendo lo que deberías; los deberías no
conjugan con la alegría... sé feliz siendo
vos misma; la que elijas ser, que serán dis-
tintas mujeres a lo largo de tu vida. 

Deseo que encuentres en vos una simpática com-


pañía; que te des el justo aprecio y no te mientas a
vos misma. Todos tenemos partes bellas y miserias,
y así está bien hija, hay que aceptarlas y aprender
a coexistir con ellas... Mas no te compares, ¡jamás
lo hagas...! Cada ser es único y extraordinario en
lo que le toca. Comparar separa y nos hace creer te-
nemos adversarios; cuando el otro es un compañe-
ro; un maestro o un espejo... Antes que comparar,
aprende; nadie es mejor que nadie, todos somos lo
mismo expresado en diferentes maneras...

Deseo que Ames, intensa y profundamente; que


puedas experimentar en esta vida lo que es estar
apasionado... ¡disfrutalo! Esos fuegos son intensos
y a Dios gracias duran poco... pero vale la pena
vivirlos, ¡claro que sí! Y si algún día en el amor
te quedas queriendo sola o te rompen el corazón,
¡vivilo a eso también! Y sin rencor; deja que duela
todo junto y de una vez, que después de roto y re-

265
Para quien sienta – Relato de un camino interior

mendado, el corazón se vuelve más sabio... y está


bien... vas a estar bien mi amor…

Deseo que tengas sueños, de los buenos; sueños


sentidos, grandes, inmensos; anhelos que te lla-
men, que hagan que des de vos todo lo que tengas,
lo que haga falta para llegar a ellos. Son el combus-
tible del alma hija, lo que nos hace seguir adelante
cuando en veces todo parece perdido... Siempre
que tengas un sueño dentro del alma, nunca nada
lo está...

Deseo que te equivoques, que yerres; deseo que


puedas joderla de cabo a rabo alguna vez. De los
errores se aprende y mucho hija, en asumirlos y co-
rregir está el aprendizaje. Nos hacen más valien-
tes, menos miedosos, nos hacen más humanos y
nos quitan lo prejuicioso que tanto daño hace...
¿Qué iré a señalarle al otro cuando yo también fa-
llo? Vive y aprende; de eso se trata. Y no permitas
jamás la culpa te tome; es veneno para el alma...
Sé responsable; hacete cargo de lo que te toca, mas
jamás te sientas culpable, la culpa atrapa, corroe y
nada repara...

Te deseo alegrías, intensas, inmensas, de esas que


nos abren de pecho a la vida sin reparos. Que
aprendas a ser feliz sin mucho rollo, que descubras
por vos misma que la felicidad siempre se esconde
en los detalles, en lo simple, lo sutil, lo suave... Y
te deseo honres las tristezas y penas te toquen, son
parte de la vida también; nos enseñan mucho cuan-
do las aceptamos sin renegar... a todos en algún

266
Carolina Wilches

momento nos toca perder, y a vos también te va a


tocar... sábelo, sentilo, y cuando llegue, aceptalo...
Hay que aprender a vivirlo con dignidad...

Deseo que aprendas a perdonar rápido; a no que-


darte emputada con nada ni con nadie... ¿sabés,
hija? Ofendernos y rumear rencor nos marchita la
vida y nos oscurece el alma... no lo hagas mi amor...
Aprendé a perdonar; porque vos también te vas a
equivocar, y cuando lo hagas, de corazón, aprendé
también a pedir perdón... no importa si el otro no
perdona, estás cuidando tu alma y tu propio cora-
zón... date paz con el perdón. 

Resumiendo (o no), lo que más te deseo hija es


Vida... ¡¡bien vivida…!! Completa, repleta de todo
lo que ella nos trae. Disfrutala, no tengas miedo,
nada jamás es tan grave. Todo es experiencia, vi-
vencia y aprendizaje... 

...Sé feliz con poco, aferrate a tus sueños y amate


incondicionalmente... con esas tres cosas; ¡sólo res-
ta que disfrutes del viaje!

Te ama,

Mamá 

Julio 2018

267
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Cuando alguien te duela

C
uando alguien te duela, te exaspere por
su forma de ser, te genere incertidumbre,
miedo, conflicto; cuando rechaces, vehe-
mentemente, sus formas y desees con to-
das tus fuerzas que cambie, creyendo que solo así
tendrás paz; cuando alguien a quien sientes amar
te duela de verdad, recuerda: sólo te está mostran-
do tus propias falencias afectivas que aún no supis-
te o no aprendiste a amar.

Deja que el otro sea, no discutas más con el co-


razón, no lo sometas a la lógica de la razón. El
sentimiento no se puede modificar con la cabeza.
Deja que sea y aprende, aprende a Amar. Ábrete
a un nuevo sentimiento, busca dentro de ti, en tu
corazón, la capacidad de soltar ese amor hacia el
otro. Pon amor en todo lo que resistes y rechazas,
y verás cómo creces por dentro. Ama más, no me-
nos.

Esto nada tiene que ver con lo que el otro hace o


deja de hacer, no pasa por lo actitudinal. No te
sometas ni entregues a situaciones que no deseas
si así lo sientes, pero no uses el odio ni el rencor
como forma de alejarte o dejar de amar, no funcio-
na. Sólo te apega más a lo que no deseas.

268
Carolina Wilches

El amor honesto nos da libertad, es la única puerta


de salida del sufrimiento de amar. Lo que mata al
apego y a la dependencia es amar, pero amar de
verdad, en libertad, para aceptar todo lo que el otro
es sin necesidad que deje de serlo, ni esperando que
cambie según mi parecer.

Cuando en mi interior aprendo a poner al amor


sobre el rencor, a comprender en vez de juzgar, a
aceptar en vez de resistir y negar, voy descubriendo
mi propia y única libertad: la capacidad de amar
sin necesidad alguna, ni siquiera del otro mismo
ni de su cambio. Porque no necesito que haga algo
en particular, simplemente aprendo a amar lo que
es tal cual lo es, y ese es el fin del dolor. Amar no
duele nunca más, al contrario, es pura bendición.
Y todo apego se libera, y ya no hay más pena en
querer lo que se quiere.

Descubrir el amor es un sentimiento que no nece-


sita más nada que ser sentido; es el aprendizaje, y
cuando lo hago, cuando me entrego a su energía
sin resistirme, descubro que eso que tanto busca-
ba era yo mismo porque, de tanto amar, me volví
amor.

Cuando duela, ama, que amando no duele más.

Julio 2018

269
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Trilogía de la femeneidad:
la bruja, la puta y la jodida

E
s sabido que coexistimos inmersos en una
cultura dualista donde los arquetipos de
vida y personalidad son siempre proyecta-
dos en opuestos. La rivalidad entre lo bue-
no y lo malo domina nuestros juicios, creencias,
relaciones y elecciones. Esta manera de estructurar
la mente humana no fue casual, basta con ahondar
en la visión cosmogónica que se tenía de la energía
femenina en las culturas ancestrales, donde la mu-
jer era concebida como un ser holístico, poderoso,
sanador, intuitivo, dador de vida, pleno y sexual, y
cómo todo ello fue transformándose en un opuesto
contundente… creando, así, un arquetipo, durante
muchísimas generaciones ha vaciado a la mujer de
todo su sentido y significado, dejando como resul-
tado un concepto diferente de ella: mujer sumisa,
inferior, dominada, vulnerable, incapaz, sometida.

En este despojo arbitrario de sentido de lo femeni-


no fueron tres los aspectos más denigrados pues,
en ellos, radica la fortaleza misma de la mujer:

La Bruja, que: en esencia natural, representa a una


mujer que se asume y reconoce cíclica como la tie-

270
Carolina Wilches

rra, conectada con la energía de los elementos natu-


rales: el aire, el fuego, el agua, la luz. Conocedoras
intuitivas de las bondades de las plantas y de los
minerales, sabias en su introspección que las urde
a sus ancestros en la sangre misma que las recorre;
contenedoras de su familia y clan, sensibles a las
vibraciones de lo que es y, en ello, fuertemente in-
tuitivas, coherentes. Una mujer conectada consigo
misma, en paz y armonía con su contexto, cómpli-
ce de los misterios del universo, asumida como hija
de la tierra, la luna y el sol. Es una mujer sin caren-
cias ni resentimientos, sin sufrimientos ni dolores.
Ella es la bruja innata que toda mujer pare consigo
misma al momento que elige liberarse del mandato
de ser “normal”.

La puta: es el arquetipo cultural que le ha quitado a


la mujer el derecho a su placer sexual pleno. Su co-
nexión sagrada con su cuerpo, su energía creadora
intrínseca, su capacidad de dar y darse gozo con su
cuerpo, mente y espíritu, le ha cercenado su dere-
cho al disfrute pleno, tanto energético como corpo-
ral, la ha disociado del poder de sus orgasmos con-
denando la sensualidad y la sexualidad femenina,
revistiendo a la sexualidad ejercida en plenitud de
un tinte vulgar y hasta grotesco. El cuerpo de una
mujer es un altar al placer, contiene muchas más
zonas erógenas y sensitivas que el cuerpo masculi-
no. La energía de una mujer excitada es expansiva,
sanadora, tanto para sí misma como para su com-
pañero sexual; es capaz de explotar en una suce-
sión de orgasmos liberando nudos y traumas de su
cuerpo. Una mujer plena en su propia y única se-

271
Para quien sienta – Relato de un camino interior

xualidad es una mujer feliz, armoniosa, cuya segu-


ridad retorna a su esencia, a sí misma, y le permite
ser y estar en paz con ella misma y con su mundo.

La jodida: mujer de carácter que se sabe capaz de


enfrentar su propia vida, preservar su espacio ín-
timo y vital, conservar su intimidad y autonomía,
honrar su femineidad y sus propios procesos men-
tales y de raciocinio, Confía en sí misma, en su cri-
terio naturalmente holístico que le permite pensar
en el todo y en todos mucho más que lo masculino.
Este arquetipo ha buscado denostar la autovalora-
ción propia de la mujer en donde celebrar serlo y
confiar en su sentido interior, ser capaz de poner
los límites, sostener su propio camino, ser compa-
ñera pero no ladera de lo masculino, y ser una mu-
jer jodida es ser una mujer libre.

Llevados al extremo, estos arquetipos han buscado


destruir el poder femenino, han buscado quitarle a
la mujer su poder personal y, con ello, le han usur-
pado a infinidad de culturas la armonía que esta
energía otorga al todo en conjunto. La tergiversa-
ción profunda de los valores de la mujer nos han
desequilibrado como especie, han quitado la ternu-
ra, la intuición, la belleza, el poder de una sensua-
lidad bien sentida y el respeto por las fuentes de
vida de nuestra cotidianeidad. Que la mujer vuelva
a ser mujer (¿cuándo deja de serlo? Pese a toda la
desestimación, sigue siendo mujer), que vuelva a
la plenitud de su existencia es fundamental para
la sanación de nuestras sociedades y culturas, con
respeto, dignidad e integridad.

272
Carolina Wilches

Que nosotras mismas y nuestras hijas honren el ser


brujas, putas y jodidas, quitándole de una buena
vez la acepción despectiva a estos arquetipos que,
por naturaleza, nos pertenecen. Recuperemos la
memoria ancestral, aquella que nos recuerda que
somos mágicas y cósmicas, que tenemos plenitud
en nuestra esencia, y no ser juzgadas o denostadas
por ello en una sociedad que, con mujeres desmem-
bradas y disociadas de sí mismas, carentes, rotas y
sumisas, solo se ahonda aún más en su propia de-
cadencia.

Agosto 2018

273
Para quien sienta – Relato de un camino interior

La perfección es ilusión
y cuesta caro, muy caro

E
l mapa mental reza: “cuando todo esté
bajo tu control, estarás en paz”, “cuando
la realidad se adapte a tu deseo, serás feliz”
y, la mejor de todas, “cuando seas perfecto
te amarán”.

Basta contar con poquitas décadas de vida para


darse cuenta en carne propia: esta putada jamás
termina de ocurrir, mas tozudos como somos sole-
mos insistir…

Difícilmente encontremos paz, felicidad y amor


persiguiendo, obsesivamente, un ideal estrambóti-
co que nada tiene que ver con ser un ser humano
falible, contradictorio y cambiante. Tratamos de
ser eso que no somos, nos exigimos sentir lo que
no sentimos, hacer lo que no queremos hacer pero
debemos y, al poco tiempo, advertimos: esta bús-
queda de la felicidad solo nos hace más infelices.

La perfección nos promete una satisfacción ilusoria


que deviene de las inseguridades de un ego caren-
te, que sólo busca no ser criticado por los demás
como manera de sentirse falsa y provisoriamente

274
Carolina Wilches

seguro, acertado. No es verdad que necesitamos ser


perfectos, los demás no buscan en nosotros la per-
fección, el alma no la necesita. Lo único que nos
hace falta es ser completos. La alegría deviene de
ser todo lo que soy y encontrar la manera de gestio-
narme en paz.

Aceptar lo que podemos y lo que no, para lo que


nos da la esencia y naturaleza y para lo que no, y
también aceptarlo; nada tiene que ver con un soso
conformismo, más bien es realismo honesto que
quita presión y da paz interior.

Nadie puede decirnos cómo ser nosotros mismos,


se trata de no alimentar más al personaje de lo que
hace falta y buscar en las miserias y falencias. Debe-
mos estar contentos de ser quienes somos, compro-
metiéndonos con nuestro crecimiento y desarrollo,
pero sin tratar de deformarnos y retorcernos para
encajar en un estereotipo que, hasta aquí, a nadie
le ha dado felicidad y, si se la dio, fue una ilusión
que poco duró.

Cuando buscamos la perfección dejamos de disfru-


tar, matamos lo espontáneo, lo genuino, lo que es
de verdad. Cuando nos dejamos gobernar por las
obsesiones y el control, nuestra vida se vuelve ten-
sa, rígida, amarga y estresante. Las vivencias pier-
den brillo y el sabor, se acaban las sorpresas; pero
cuando aprendemos a dejar que sea y a dejarnos
ser, cuando primamos el disfrute sobre la perfec-
ción, nos siguen pasando las mismas cosas con una
significativa diferencia, y comenzamos a pensar y

275
Para quien sienta – Relato de un camino interior

decir: me siento bien, estoy en paz, me relajo.

El desafío no está en ser perfectos, nadie en su sano


juicio y coherencia desearía serlo. Justamente, a ve-
ces, nos pasamos media vida buscando a alguien
que se enamore de nuestras bondades y que tam-
bién ame nuestros defectos porque, en el fondo, lo
único que anhelamos es que nos acepten tal cual
somos, para dejar de tener el peor trabajo del mun-
do: tratar, todos los días, de ser lo que no somos
pero nos exigimos ser para encontrar amor. Esa es
la real putada.

¿Y si comenzamos por casa? ¿Si aprendemos a que-


rer nuestras virtudes y amar nuestras falencias? ¿Si
de una buena vez me hago cargo de todo lo que
soy y ya? No vaya a ser que la receta de la felicidad
verdadera sea esa y nadie nos haya avisado.

¿Quién sabe? Por el momento, mis imperfecciones


y yo les deseamos un buen descanso.

Agosto 2018

276
Carolina Wilches

Ser espiritual

L
os caminos espirituales no están hechos
para los buenos, va de claras que a ellos
no les hace falta un camino para llegar a
donde ya están. La sanación no es para los
sanos, justamente es para aquellos como yo y tan-
tos otros que no lo somos pero queremos serlo y,
en ese querer, encontramos la energía y el ánimo
para reconocernos, asumirnos, rectificarnos, elegir
ser distintos a lo que solíamos ser.

Quienes estamos en la espiritualidad no somos san-


tos. Particularmente, no pretendo ni quiero serlo.
La espiritualidad, a veces, es la última alternativa
que encontramos para salir del infierno, del abismo
de nuestra propia mente, de una existencia peque-
ña, de nuestros conflictos y emociones más com-
plejos, de una vida sórdida y sin sentido, llena de
vacío y carencia. La espiritualidad es la esperanza
de que hay otra forma de vivir, que al alma no la
determine aquello que hemos vivido o elegido vivir
sino lo que, tocando el más negro de los fondos,
elijamos hacer con lo que nos tocó. No ocurre de
un día para el otro y, probablemente, lleve varias
vidas encontrar nuestra esencia. Es un camino de
avances y retrocesos, de dar mil pasos para atrás,
para después dar mil uno hacia adelante, pero si no

277
Para quien sienta – Relato de un camino interior

se desiste y se persiste, se avanza, y quien solíamos


ser se va disolviendo en quien queremos llegar a
ser.

Ser espiritual, como se suele decir, no tiene nada


que ver con si me enojo o no, si como carne, bróco-
li o pollo, si tengo sexo o si me abstengo, si tengo
un pasado oscuro o tuve la suerte de nacer prísti-
no. Espiritualidad es la intención con la que vivo,
desde dónde vivo, el para qué vivo y qué hago con
lo que voy viviendo. Es dejar de hacer preguntas
para comenzar a encontrar respuestas, y es caerse
muchas veces para volver a levantarse y seguir.

Por más oscura que haya sido mí vida, plagada de


desaciertos, no es ella la que determina mi camino,
sino lo que hago con ello día a día.

Hace un tiempo, hubo una frase que sentí que me


definía en aquel momento y que resume mi sentir
en este camino que elijo:

“No busques en mi la perfección, pues yo no la tengo,


no lo soy. Quizás solo te inspire conocer cómo sobrellevo
todas mis imperfecciones sin perder el sentido de vivir”.

Agosto 2018

278
Carolina Wilches

Del alivio y la sanación

A
liviarse no es sanar. Muchos nos embar-
camos en caminos que creemos y senti-
mos sanadores cuando en verdad esta-
mos engañándonos. No sanamos, sólo
nos aliviamos. Nos consolamos y les ponemos ve-
los de comprensión y transcendencia a nuestros do-
lores primarios, aquellos que nos hacen ser como
somos, vedándonos la posibilidad de una real tras-
formación de nuestra vida.

SE ALIVIAN LOS SÍNTOMAS, SE SANAN LAS


CAUSAS

Si acarreamos por ejemplo un fuerte dolor de ro-


dillas debido a un sobrepeso, podremos aliviarlo
con analgésico y antiinflamatorios, de seguro nos
sentiremos mejor, pero nada habremos hecho para
asumir nuestro problema de sobrepeso, la causa evi-
dente del dolor de articulación, y tampoco habre-
mos hecho algo para abordar nuestra relación con
la comida, lo que, indefectiblemente, nos llevaría a
observar, como mínimo, nuestras actitudes compul-
sivas que se originan en un vacío existencial profun-
do que nos trasforma en alguien compulsivo. Sí, es
más fácil tomarse el analgésico y olvidarse que nos
duele la rodilla y, de paso, el vacío en el alma.

279
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Sanar no produce alivio, sanar cura, produce una


profunda trasformación interior y lo hace en el
proceso mismo de la sanación. ¿Qué sanamos? Los
vacíos interiores que no son otra cosa que heridas
punzantes y dolorosas que han torcido y disminui-
do nuestras capacidades de ser quienes verdade-
ramente somos. Ellas nos han cercenado nuestra
capacidad de amar, de dar y de recibir amor libre-
mente, nos han dañado en el concepto de nosotros
mismos. Son heridas que no nos dejan volar ni ex-
perimentar la alegría en nuestras vidas.

Podremos encontrar muchas formas de alivio pero


ninguna nos brindará ese estado de plenitud y
amor interior que solo nos lo da el SANARNOS.

¿Cómo nos sanamos? El coraje es lo primero.


Coraje y voluntad nos harán ver nuestras heridas
para mirarlas con desparpajo y objetividad, sin
usar todos esos mecanismos de defensa y evasión
que tan bien aprendidos tenemos. Sí, hay que po-
ner coraje para mirarnos y descubrirnos heridos,
magullados y hasta incapacitados en muchas de
nuestras aptitudes humanas. Hay que tener coraje
y voluntad para mirar el enojo, la ira, el odio; para
contemplar nuestro miedo, nuestro dolor, para
observar nuestras manipulaciones que buscan evi-
tar alguien nos toque la llaga. Hay que mirarnos y
descubrirnos enteros, como lo que llegamos a ser:
un cuerpo mancillado y lleno de heridas, para así
comprender no hay forma de seguir adelante si no
nos detenemos y nos abocamos a abrir todas esas
heridas.

280
Carolina Wilches

Para abrirlas llega lo segundo y lo que más nos


cuesta: la verdad. El bisturí que abre la capa, la
costra de la herida, es la verdad. Para abrirlas y dre-
nar el pus y el horror que en ellas habita debemos
decir la verdad, debemos mirar con verdad lo que
hay dentro. ¿Duele? Sí, profundamente, pero no
es un dolor inútil, es el dolor de la verdad que nos
devuelve la conciencia de lo que hemos hecho, que
nos permite sentir que hemos obrado por emoción
y no por sentimiento, que nos permite reconocer
nuestras peores partes, esas que no queremos que
nadie vea, esas que escondemos hasta de nosotros
mismos.

El dolor que produce la verdad es un dolor sana-


dor, ya que nos ubica en un estado de conciencia
diferente al que veníamos trayendo, nos des-anes-
tesia, nos humaniza, nos devuelve la sensibilidad,
la vulnerabilidad interior, esa que tanto evitamos
con caras y caras de personajes creados que solo
son disfraces de manipulación para obtener amor
de la forma más antinatural que existe. Hay que
abrirlas todas, no puede quedar ni una, y cuando
ya llevemos más de la mitad, el dolor de la verdad
nos tomará por completo y tendremos que seguir y,
en vez de lamentarnos, agradecer, aunque duela y
lacere, que estamos sanando.

Al vaciar la herida con la verdad nos toca curar-


la. Lo único que cura en esta vida es el perdón, ya
sea que lo pidamos a quien causó esa herida las-
timándonos o perdonándonos a nosotros mismos.
El perdón es el bálsamo que sana, reconstituye la

281
Para quien sienta – Relato de un camino interior

piel del alma que ha estado enferma. Después de


la verdad ha de venir el perdón. No está de más ir
haciendo un listado que, de seguro, termina siendo
mucho más extenso de lo que quisimos ver al ini-
cio. Un listado de heridas que hemos provocado y
que debemos afrontar intentando sanarlas con per-
dón. Cuesta, el orgullo se resiste. Aun así, una vez
hecho, se siente una exquisita paz interior, nueva
en nuestro sentir.

Redimir es una palabra fuerte y no hay otro anti-


biótico para el alma. Por cada acción en negativo
debemos emprender una en positivo. La redención
de nuestras heridas es lo que nos llevará al cambio
de actitud en el hacer, lo que hemos aprendido mal
lo reaprendemos en un hacer distinto, día a día,
momento a momento, tomando cada oportunidad
que se nos presente como un desafío interior de
transformarnos a nosotros mismos. En la verdad
que sentimos al abrir nuestras heridas, en el dolor
del alma que pude experimentar, en el proceso del
pedir y sentir perdón está la realidad, ellos son he-
chos reales de trasformación, y gracias a ellos pode-
mos obrar distinto porque pudimos sentir distinto
y comprender dónde nos equivocamos. ¡Pudimos
sentirlo! Sólo ha de ser aprendido aquello que se
siente.

Tiempo. El tiempo es el cuarto elemento, él hará


que las heridas en proceso de redención sanen y,
al sanar ellas, estaremos sanando nosotros. Con el
tiempo, tomando un día a la vez, una situación a
cada momento, con pequeños pasos y hechos, re-

282
Carolina Wilches

forzamos el sentimiento nuevo en nuestro interior,


lo que nos permite, día a día, ir viviendo distinto.

La espiritualidad no es sencilla, hay quienes hemos


estado convencidos que buscar reclusión interior
y los puntos de contacto con nuestro sentir eran
el camino hacia la sanación, pero no lo son, son
caminos que alivian pero lejos están de sanar. Sa-
nar es poner luz sobre nuestras sombras, y ello no
será posible sin coraje, voluntad, verdad, perdón
y tiempo.

Agosto 2018

283
Para quien sienta – Relato de un camino interior

No me olvides

E
l “no me olvides” es una pequeña azulina flor
usada como símbolo entre los que aman
para evadir el mayor temor de cualquier
enamorado: volvernos pasado en el sentir
de alguien.

Que nos olviden nos da terror, creemos que solo se


olvida aquello que no tuvo valor, no sirvió o no fue
importante. Darnos cuenta que nos han olvidado
es un golpe directo al corazón… del ego.

Quizás, que nos bien olviden, es la mejor prueba


que nos hemos quedado en paz, que hemos vivido
todo lo que había para vivir, que dimos todo lo que
podíamos dar y tomamos todo lo que allí había
para tomar, que pudimos cerrar el ciclo y seguir en
paz. Nada pendiente quedó, ni resquemores ni do-
lor, y en ese “olvido” tuvimos paz de haber agota-
do la experiencia en total. Olvidar, en este sentido,
nos permite estar aquí, ahora, en este instante de la
vida sin saldos pendientes.

De las malas vivencias no nos olvidamos más, sin


embargo, las buenas, rápidamente suelen quedar
atrás y es sólo el terror del ego a sentirse nimio lo
que no nos permite el buen olvidar.

284
Carolina Wilches

Desde este sentir diferente, qué bueno me puedas


olvidar, qué lindo poder olvidarme de vos, ello ter-
mina siendo una gran señal de que nos dimos todo
y pudimos seguir en paz.

¡Qué bueno es el olvido si es un buen olvidar!


¡Qué necesario para seguir viviendo!

Agosto 2018

285
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Dejar de querer es comenzar a amar

N
o se puede amar lo que se quiere. El
querer siempre surge de la sensación de
necesidad, falta y carencia. Queremos
aquello que sentimos necesitamos para
no sentirnos como nos sentimos: vacíos, desvalo-
rizados, poco dignos de amor, raros, erróneos, con
esa dolorosa sensación de estar incompletos, falla-
dos, carentes. Entonces, queremos algo o alguien
que nos saque de ahí, nos corrija el sentir, lo cam-
bie, haga que nos sintamos todo lo contrario: valio-
sos, queridos, tenidos en cuenta, importantes.

No advertimos buscamos que otro nos haga sentir


lo que nosotros mismos no sentimos.

Cuando el dolor está dentro la mente nos dice la


solución está fuera. Cada uno cree tener en claro
lo que le falta, lo que necesita, lo que quiere: una
pareja, un camino espiritual, un viaje, un mejor
trabajo, una casa, más amigos. Toda búsqueda es
igual, da lo mismo cualquier objeto de deseo, pues
la carencia es la misma.

Lo que cuesta advertir es que quien busca nunca


encuentra, su sentido está puesto en buscar, pre-
cisamente esa es su motivación, por ello no suelta

286
Carolina Wilches

aquello que siente lo va a salvar, le va a quitar la fas-


tidiosa experiencia de sentirse tan errado y fallado,
imaginando, en la consecución de su búsqueda, la
promesa de ser completo con la profunda paz y fe-
licidad que cree conseguirá.

Es ello lo que nos mantiene aferrados al objeto de


nuestro querer, hay demasiado que perder si lo sol-
tamos.

Entonces creemos que esa necesidad es amor, así


la justificamos y decimos que amamos a nuestro
gurú, a la pareja o la promesa de esta; al trabajo,
la condición social que buscamos representar y, en
realidad, es que creemos lo necesitamos para que
nos completen, nos den lo que nos falta, nos quiten
el dolor, nos salven de nuestra miseria interior y
calmen eso que lacera tanto.

El buscador de amor es capaz de llegar a cualquier


lado, situación o extremo con tal de obtener eso que
necesita y que, como lo necesita, nunca lo obtiene,
pues la carencia es interior y jamás habrá de llenar-
se por fuera. Lo que falta es el amor que uno no
siente por sí mismo, que no tiene por quien es. Lo
que falta es el amor que uno no aprendió a darse.

Así, el amor se vuelve pernicioso, sufriente, dolien-


te para quien lo siente y para quien lo recibe y es
que, en realidad, no es amor, es necesidad. No se
puede amar lo que se necesita, se pierde en ello
toda libertad, el sentido mismo del sentimiento y
por ello, nos aterra soltar, nos aterra perder. Nos

287
Para quien sienta – Relato de un camino interior

volvemos dependientes de eso que creemos amar,


nos domina y gobierna, no el amor sino la profun-
da necesidad de sentirnos amados.

¿Cómo salir de esto? Todo aquello que buscamos


no sentir es lo que nos integra, es el camino hacia el
amor. Aceptar y darle cabida a nuestra real naturaleza
y esencia, a nuestras partes complejas y rechazadas,
es lo que nos saca de la búsqueda frenética y nos da
el espacio interior suficiente para amarnos y amar,
como así también sentir nuestra parte errónea, estú-
pida, vergonzante, enredada, aquellas particularida-
des que sabemos son difíciles de querer y de amar.

En la aceptación total de lo que somos reside la ple-


nitud, cesa la búsqueda y ya no hay de que escapar;
la sinceridad bruta emerge y podemos abrirnos al
otro sin esperar algo de él, sin necesitar, sin buscar;
sólo viviendo el encuentro que ocurre con otro ser.
Ya no hay miedo, no hay dependencia, no hay ne-
cesidad.

El dolor de ser todo lo que somos es bienvenido en


nuestro interior ahora, esa es la verdadera sanación:
llegar al estado de aceptación profunda y total de
todos nuestros sentimientos y emociones, de todas
nuestras pulsiones y dolores. SER uno completo,
sostenido en el amor profundo de la vida.

Y ahí, sólo ahí, cuando he dejado de querer, puedo


comenzar a amar.

Agosto 2018

288
Carolina Wilches

Nuestra forma de amar es hereditaria

N
acemos con memoria afectiva, nuestros
sentimientos son heredados del árbol
familiar. Amaremos como ellos amaron,
con la misma intensidad y con el mismo
sentido. Tendremos la misma energía de amor que
tuvieron ellos.

En la evolución de la vida no solo está lo biológico


en juego, los sentimientos también forman parte de
esa evolución. Cada generación tendrá que apren-
der a amar más y mejor, con mayor sentido y pure-
za en la energía del sentimiento, con menor apego
y egoísmo, y desde el corazón, sin miedos ni dolor.

Repetir el mismo “grado” afectivo de nuestros an-


cestros provoca mucho sufrimiento. Hay resisten-
cia, pérdidas y profundo desconcierto. Duele hasta
que advertimos que estamos destinados a amar más
que ellos, a amar lo que ellos no pudieron o no su-
pieron amar. Elevar nuestra capacidad de sentir y
poner energía en ello transforma cualquier dolor
en crecimiento.

Hoy, en los vínculos de amor encontramos nuestro


mayor desafío, son una llamada a abrirnos y crecer,
a evolucionar como seres sintientes que somos, ca-

289
Para quien sienta – Relato de un camino interior

paces de conectar unos con otros en los sentimien-


tos.

La manera de trascender el dolor es amar más,


amar mejor. Es abrir el corazón y buscar, dentro
de nosotros, la fuente de energía de donde emanan
los sentimientos en su estado más puro, sin dejar
que la mente intervenga con sus análisis, egoísmos,
apegos y miedos.

Hemos venido a amar lo que otros no pudieron. Es


el paso nos toca en este camino de evolución.

Agosto 2018

290
Carolina Wilches

Mi sombra y yo
Un latido, sólo uno
en mi mañana amaneció.
No comprendía su sentido,
mas algo pasaba en mi interior.

En mis partes más oscuras


encuentro también esa que soy
la que ya no escondo,
aunque quien no lo asumía era yo.

Miré mis pedazos en el suelo


lloré de profundo dolor,
vi con claridad mis deshechos,
y también temblé de terror.

Otra vez el latido…


Y ésta vez supe era Dios:

“Que has de abrazarte por completo,


que has de superar tu terror,
que lo único que no has hecho es amarte
y eso es lo que quiero YO.

Que buenos o malos son juicios,


que nada se logra sin mi Amor,
ya deja de querer ser quien no eres,

291
Para quien sienta – Relato de un camino interior

asume tus miserias,


y sana tu dolor.

Que a la única que has querido destruir


es a ti misma,
que sólo te salva el Amor,
que seas quien de verdad eres,
que no hay camino sincero,
si no tienes corazón.

Busca profundo en tu Alma


Ahí siempre estoy YO.
Camina hacia adentro, mujer
suelta ya el exterior,
que tu Ser te espera,
y tu sentido soy YO”.

292
Carolina Wilches

TOMA VII - INTEGRACIÒN

Integración
293
Carolina Wilches

Déjate ser, déjate en paz

D
escansa, para un poco. ¿Dónde crees que
vas? Relaja el cuerpo, respira un instante,
deja que sea. Todo está bien, todo va a
estar muy bien, esos miedos solo viven en
tu mente, solo tú los haces verdad creyéndolos. Sal
de tu cabeza, sal de la corriente mental donde te
das la razón o te la quitas, la vida no está ahí, tu ser
no está ahí. Advierte que son solo pensamientos.
Respira, deja que el aire te recuerde estás vivo y no
será para siempre, deja esa conexión de un instante
con la verdad te haga tomar conciencia que existes
para vivir, no para analizar la vida.

La paz que tanto buscas no se haya tras la resolu-


ción de lo que llamas problemas, debajo de todo tu
bullicio mental existe tu presencia, tu misma exis-
tencia, aquella que no adviertes por estar distraído
en tu mente. Respira, conecta, asiéntele a la vida
con un gran SÍ. Repítete todo está bien, todo va a
estar muy bien y siente, siente cómo la paz entra en
tu ser en este instante y se expande por tu cuerpo.
Déjalo ser, déjate en paz, disfruta, experimenta.
Eso es vivir.

Acepta tu experiencia y hazla genial, sal de lo pe-


queño, de lo minúsculo; deja de querer encajar, lo

295
Para quien sienta – Relato de un camino interior

que eres no cabe más que en el Cosmos. Acéptate


vivo, contradictorio, roto, cabrón, fallado, fantás-
tico y extraordinario. Asume tu belleza, esa que
radica en tus infinitas luces y sombras. Déjate ser,
déjate en paz que todo está bien. Aprende a disfru-
tar, ¡vive! Celebra que esta experiencia es intensa y
dura poco, aprovéchala al máximo con tu amorosa
presencia sobre su ocurrencia.

Siente. Todo está bien, todo va a estar muy bien.

Septiembre 2018

296
Carolina Wilches

Dejarse amar

S
i algo hace sufrir en los vínculos es no saber
dejarse amar. Que el sentimiento tal cual
está en el corazón del otro, y tal cual sale,
nos llegue.

Desde lo cultural, el amor se ha vuelto una de-


manda, una imposición y hasta una obligación.
Nos topamos con el bendito “si me ama hará tal
cosa”, como si al amor, que es un sentimiento,
habría que someterlo a examen y análisis de ve-
racidad cada tanto porque no vaya a ser que sea
todo mentira. Lo sojuzgamos a pruebas de valor
y utilidad, es decir, si me sirve o no ese amor, si
me conviene, si vamos a llegar a algún lado con
él, como si el amor fuera un destino turístico o
una Victorinox.

Justificándonos en el sentimiento que menos com-


prendemos y honramos, esperamos que, por amor,
el otro deje de ser quien es para transformarse en
quien necesito sea, dejando su esencia por mí. Esta
es nuestra más moderna definición de amor, pues
“Si me amas vas a dejar de ser quien sos para trans-
formarte en quien necesito que seas para sentirme
bien conmigo mismo”. Sí, eso (parece que) es ser
amado hoy.

297
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Es real la energía del amor puede sacar la mejor


versión del otro, lo que no es real es mi propia idea
de esa mejor versión. Ella deviene de mi mente, la
cual sólo puede tenerme a mí como centro. El de-
safío es dejarnos amar y amar tal cual somos y tal
cual es el otro, con nuestra esencia intacta. Y si ha-
bremos de mejorar será un cambio interior hecho
con cariño y sostenido por la vida misma, no una
amenaza de perder el amor.

Aprender a dejarnos amar es todo un proceso de


maduración espiritual. Hemos de volvernos genui-
nos, auténticos en nuestras virtudes y miserias, he-
mos de aprender a no depender de la aprobación de
los demás; hemos de construir una sana conexión
con nosotros mismos y habitar nuestros propios va-
cíos, hacernos cargo de nuestro desarrollo personal
y espiritual, ser generadores de nuestra propia ale-
gría y contento, tener un camino propio, único, en
el cual nos podrán acompañar de a tramos pero no
podrán caminarlo por nosotros.

Ahí, solamente ahí, tendremos la libertad de recibir


con plena alegría aquello que llega sin la avidez
nos nuble el sentir, recibir y agradecer lo que es
como es: una bendición para el corazón, la energía
de amor que sale de otro ser hacia nuestra esencia,
la energía de amor que sale de nuestro corazón ha-
cia la esencia de un otro sin esperar nada, sin que-
rer cambiar nada, dejándonos ser amados por el
mismísimo AMOR.

Septiembre 2018

298
Carolina Wilches

Aprender a perder

U
na de las enseñanzas más difíciles que
la vida nos dará, indefectiblemente a
todos en el camino, será aprender a
perder. Procesar, asimilar, aceptar e in-
tegrar las pérdidas en nuestra vida es cuasi una ne-
cesidad existencial. Es así, en la vida, más tarde o
más temprano nos va a tocar perder, y no una vez,
sino varias.

En estas culturas modernas, el éxito es clave para


la valoración personal. Estamos convencidos una
mejor autoestima deviene de los logros y los éxitos
que obtengamos. El que todo nos salga bien, tal
cual lo esperamos y tal cual se espera de nosotros
(que nada falle, que nosotros no fallemos ni nos
equivoquemos, logremos obtener todo lo que nos
propongamos, podamos terminar todo lo que ini-
ciamos y luego sepamos sostener todo ello en el
tiempo) presupone la gran receta de la autovalo-
ración. Entonces comenzamos a valer por lo que
logramos y si no lo hacemos, no valemos.

Basta contrastar esto con cualquier día de la se-


mana para que podamos advertir es una quimera
creada por la ilusión casi imposible de alcanzar y
sostener en el día a día y nos carcome, de a porcio-

299
Para quien sienta – Relato de un camino interior

nes, la estima diaria mientras nos va fundiendo en


frustración y sensación de fracaso.

En cambio, la mirada del alma es muy diferente a


todo esto. Somos lo que trascendemos, crecemos
cuando aprendemos a perder el miedo a ser, a vivir.
Así nos expandimos interiormente. Muchas veces
ganamos cuando perdemos, pues dejamos de iden-
tificarnos con nuestro hacer para conectar con la
esencia misma del alma. Valemos por lo que somos,
por lo que logramos manifestar en nuestro ser. Así,
perder pasa a ser un aprendizaje más en esta expe-
riencia que llamamos vida, como lo es ganar. Esa
dualidad está, únicamente, en la mente, sin embar-
go el alma la reconoce y la funde en una misma
vivencia. Son sólo experiencias.

Hay quienes sostienen un milagro es aquello que


ocurre cuando no obtenemos lo que queremos, de-
seamos o sentimos necesitar. Pues, solo ahí, en la
pérdida de lo que consideramos significativo, lo-
gramos encontrarnos a nosotros mismos, interior-
mente; logramos darnos cuenta seguimos siendo a
pesar de haber perdido, nuestra existencia no está
atada a lo que hacemos o tenemos, pero sí a lo que
logramos ser después de ello.

Perder es una gran experiencia, nos conecta con la


esencia interior, nos lleva a la humildad del ser y
muchas veces es el camino hacia la fe, la que nos
ayuda a asimilar y aceptar la pérdida. Aprender a
perder nos da integridad, pues quien ya perdió y
supo seguir adelante ha ganado algo precioso para

300
Carolina Wilches

su alma, ha perdido el miedo a perder, pues ya sabe


hacerlo, y sabe no vale por lo que logra fuera, sino
por lo que conquista dentro.

En veces, cuanto más perdemos, más nos ganamos.


Vale la pena verlo.

Septiembre 2018

301
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Tire, que la puerta se abre


(Guía para salir de donde estamos
si no queremos seguir ahí)

N
o son las situaciones las que nos hacen
daño, es nuestra percepción de ellas la
que lo hace, pues no vivimos la vida en
estado puro, la interpretamos constan-
temente y esa interpretación deviene de nuestras
creencias, la mayoría inconscientes. La forma en
que vivimos una situación determina nuestra emo-
ción sobre ella, es nuestro estado emocional en jus-
teza el que determina nuestra personalidad y ella a
su vez determina la vida que vivimos…

Así se concatena nuestra experiencia: creencias,


emociones, personalidad, forma de vivir.

Todos buscamos paz y armonía, deseamos una vida


feliz o, al menos, que no duela, pues ello es posible
si no nos abocamos a la tarea de transformar las
emociones transformando nuestra percepción, es
decir, mirar lo que ya vimos y aún duele desde un
estado de conciencia diferente; comprender cada
situación vivida es una invitación a trascender, a
vivir distinto, con mayor comprensión y paz, lo que
otros en nuestro árbol familiar no pudieron o no
supieron.

302
Carolina Wilches

En vez de preguntar: ¿por qué me pasa esto? trans-


formemos la pregunta en: ¿para qué me está pasan-
do esto? ¿Qué no he sanado aún? ¿Qué dice de mí
esta situación? ¿Desde qué creencia limitante la he
atraído?

Nuestra vida tiene un tono emocional, un color que


la distingue, ello deviene si hemos vivido desde un
victimismo o si nos hemos considerado creadores
de nuestra experiencia, reconociéndonos como AL-
MAS que han venido a sanar lo que falta, con libre
albedrío para elegir hacerlo o no.

Somos capaces de cambiar el color de nuestra vida


y su tono emocional en un solo instante de con-
ciencia y comprensión. Cuando dejamos de culpar
al otro y de atacarnos a nosotros mismos podre-
mos observar nuestras creencias, advirtiendo son
ellas las que generan el dolor. Escuchar esa voz es
reconocer, convivimos con torturadores mentales,
voces como: “no valgo, no sirvo, nadie me ama, soy un
fracaso, soy difícil de amar, nunca tuve suerte, nadie me
respeta ni valora, todos me toman por idiota,” y podría
seguir varias hojas más con frases como estas.

Son estas creencias las que marcan nuestra manera


de vivir, desde dónde encaramos las situaciones, re-
laciones y vivencias, desde donde interpretamos la
gran mayoría de las experiencias que vivimos. Son
nuestras percepciones de la vida las que conforman
una hermosa y amorosa experiencia o un castigo.
Eligen ellas o elegimos nosotros, depende de cada
quien.

303
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Solemos estar convencidos es el otro el responsable


de las desdichas propias: mi madre, mi pareja, mis
hijos, el político de turno, el vecino, mi jefe, mi ex
marido. Tomar conciencia es dejar de hablar del
otro, responsabilizarme de mi creación, haya sido
consciente o no. El otro sólo está ahí para mostrar-
me algo que sin él, jamás hubiese podido ver.

Nos muestran cuánto no nos queremos, no nos


valoramos ni respetamos, cuánto nos abandona-
mos y sometemos. Hemos de encontrar la creencia
que hace nos sintamos así con respecto a nosotros
mismos (a través del otro) y, una vez encontrada,
podremos comprenderla, reconocerla en nuestra
historia familiar, advertir la herencia recibida y sa-
narla aceptándola con amor y comprensión.

Es el cambio de percepción el que nos lleva al cam-


bio emocional, donde ahora podemos comprender
lo que antes no, reconocer que todo aquel dolor
devenía de esa creencia falta de comprensión. No
fue la experiencia en sí la que nos lastimó, sino la
manera de percibirla, vivirla, interpretarla la que
lo hizo.

Cambiando nuestra percepción cambiamos nues-


tra vida, nuestra emoción, nuestra manera de sen-
tir. Eso es perdonar, sanar, entrar en paz con lo que
es, suspender los juicios y condenas personales,
abrirnos a la experiencia de estar vivos y vivir.

Hemos venido a ser felices liberándonos de todo


aquello que nos separa de nosotros mismos, de

304
Carolina Wilches

nuestra más pura esencia, de lo único que realmen-


te somos: seres de luz y amor.

Dejar de empujar una puerta que se abre hacia den-


tro es corregir toda percepción errónea de la vida.

Octubre 2018

305
Para quien sienta – Relato de un camino interior

El “tema” con las conexiones


uizás, el problema con las conexiones
sea esperamos demasiado de ellas.

Tenemos idealizaciones mentales so-


bre lo que nos harán sentir, lo que el
otro sentirá, lo que sería fantástico
transforme en mi vida y el tiempo que durarán. Pre-
tendemos sea increíble y nos tranquilice todos los
miedos, borre los dolores, logre amigarnos con noso-
tros mismos y, por supuesto, dure para siempre. Así,
nada alcanza ni es suficiente jamás, ya sea por lo que
no sentimos, por lo que no sintió el otro, por lo que
no transformó o porque duró poco, y terminamos
echándole la culpa a la mala suerte, al horóscopo y al
género deseado.

Las conexiones son otra cosa, encuentros pactados,


energía que se busca y atrae en el éter. Es nuestra
resonancia encontrándose con otra semejante. No
es la conexión sino el encuentro lo que nos trans-
forma, y no por fuera ni en el consciente, sino por
dentro, en aquello que no vemos y, muchas veces,
tampoco advertimos, pero lo único que importa es
nuestra experiencia y encuentro.

Después de cada conexión somos otros. El encuen-

306
Carolina Wilches

tro nos transforma, pues recibimos lo que necesita-


mos y damos lo que hace falta. En ese intercambio
está el sentido. En la resonancia nos vemos para
aceptarnos o rechazarnos, nos proyectamos en el
otro y el otro en nosotros. Y, cuando la alquimia
se ha producido y lo que tenía que ocurrir ocurre,
el corazón asiente la experiencia y suelta. Con la
interacción resuelta en el plano real de la existencia
el alma no sabe, ni entiende, de tiempos ni perma-
nencia, pues es eterna. No sabe de miedos, pues es
indestructible; no sabe de decepciones ni desilusio-
nes; pues entiende que todo es perfecto...

Visto así, desde la energía que somos, y sacándole


todo el peso cultural y social, toda conexión es ver-
daderamente una bendición, un encuentro impor-
tante para nuestra experiencia de vida, nos guste
o no, dure un día o veinte años. Es la vida misma
obrando en nosotros a través de otros; es nuestra
alma evolucionando y experimentando gracias a la
energía que produce cada encuentro. La mente a
esto no lo comprende hasta que se lo explicamos y
sostenemos en sentimiento.

Las conexiones no nos acomodan la vida, nos nu-


tren. No nos matan los miedos, nos enfrentan con
ellos. No nos provocan sentimientos, solo sentimos
lo que ya teníamos dentro. Para lo eterno no existe
el tiempo. Desde la energía es fácil, coherente, natu-
ral. Desde la mente y la fantasía, sólo se complica.

Octubre 2018

307
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Desangrando el amor
(Los amores in-vivibles)

H
ay amores in-vivibles que nos llevan,
irremediablemente, a la desesperación,
a esa cara oculta de la experiencia de
amar tratamos a toda costa de evitar
pero muchas veces nos toca pasar.

Son amores de sentimientos extemporáneos, in-


correctos o difíciles. Los hay dolorosos o contra-
puestos a lo que deseamos para nosotros mismos,
son los amores no correspondidos o aquellos se vi-
ven y estragan por no haber entendido su sentido.
Hay de esos que nos dejan amando solos y hay de
aquellos que llegan en un mal momento de la vida.
También están esos otros que son tardíos porque
nos damos cuenta tarde había sido amor.

Más, aún en las imposibilidades el sentimiento no


se acaba, y es una paradoja tan intensa de la vida
que nos cuesta aceptar ese dolor también es parte
del amor y del amar.

Deviene el dolor intenso y existencial. Todos espe-


ramos el amor sea fácil y gozoso de experimentar
pero cuando no se puede, no se debe o no se quiere
vivir ese amor, hemos de aceptar la otra parte del

308
Carolina Wilches

amar, asumiendo un sentimiento no se acaba por


una decisión mental, ni se lo mata con determina-
ción y terquedad. No existen las vueltas de hoja ni
los puntos finales en el amar, pues el sentimiento
habita dentro de nosotros y no responde a un pro-
ceso mental.

Hemos de vivir todo lo que nos toque, aún con des-


esperación, contradicción y ansiedad. Tomar una
decisión hoy para cambiarla mañana, acercarnos
para después volvernos a alejar, darnos por venci-
dos y al instante, querer volverlo a intentar; soltar
centenares de frases para después a cada una negar;
dejar que duela y no querer que duela más; llorar
de angustia y pena, compadecernos para después
creer que nos vamos a valorar; extrañar con el cuer-
po y el corazón para acto seguido hacer cualquier
cosa con tal de olvidar.

Aunque no lo advirtamos, aunque cueste darnos


cuenta en todo ese torbellino sentimental, en las
idas y vueltas, en los pasos para adelante y para
atrás, haciendo todo lo contrario o dándonos la
razón, seguimos amando, ¡¡seguimos amando!! Y
eso también es parte del amar.

Vivir el todo completo y total, incluso la agonía de


un sentimiento, nos resulta casi inmoral. Tenemos
que dejar se desgaste y desangre y, así, con cada
gota, se irá vaciando el corazón. En cada intensa
contradicción está la experiencia del amor y vamos
agotando las instancias, los momentos, los recursos
y las capacidades; vamos dándonos contra la pared

309
Para quien sienta – Relato de un camino interior

de la realidad, dolorosa e imperturbable y a la vez


real y contundente, nos damos contra ella con el
corazón y vamos dejando en cada golpe se vuelque
el sentimiento sobre la realidad, o la elección de lo
in-vivible de ese amor, sintiendo su intensidad.

En medio irá obrando el tiempo y la vivencia cons-


ciente se hará verdad en el cuerpo. Habremos ama-
do todo, completo, habremos intentado todas las
posibilidades y se habrá desangrando el sentimien-
to en el proceso.

¿Qué queda? LO AMADO, aún vaciado, se hará


recuerdo en la memoria emotiva. En esta vida ama-
mos y fuimos amados aunque no haya sido como
nos hubiera gustado. Y si dejamos en paz vaya
pasando el tiempo y la vida un día advertiremos,
agradecidos, todo lo sentido.

Octubre 2018

310
Carolina Wilches

El sexo de las mujeres conscientes

M
e desnudaré el cuerpo para que me
recuerdes, para que tus ojos miren lo
que nunca han visto: la energía cósmi-
ca hecha carne entre mis curvas, mis
planos y mis altares.

Esperaré consciente el roce de tus manos y serán


tus caricias las que a mi cuerpo llamen. Debajo de
la piel yace el deseo que solo la suavidad hará que
emane.

Cuando ya esté lista sabrás sentirlo, mi respiración


sabrá decirlo, lo verás en mis ojos que brillarán de-
seosos; mi piel se tornará suave y la tibieza de mi
ser se hará sonrojos.

Y emanara de mí el deseo de mujer por vos.

Te daré mis pechos para saciar tu boca y que en


ellos recibas el alimento a gotas, la energía madre
que toda mujer posee y que alimenta el alma de
quien la saborea.

Acariciaré tu frente, hundiré mis dedos en tus cabe-


llos, te haré esos mimos que activan los recuerdos
de cuando eras niño, de cuando eras bueno...

311
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Dejaré que me huelas el aroma íntimo, aquel que


emana de los pechos míos, te entregaré mis pezo-
nes para que los muerdas y rememores la tibieza
que se entrega sin cavillos.

Te abriré mis piernas para que veas la puerta que lle-


va directo a mi esencia, te dejaré mirarme, te dejaré
besarme ahí, dónde mi piel y mi alma se encuentran.

Emanaré amor en agradecimiento al gozo que llenará


tu boca de luz y fuerza, pues estarás bebiendo de la
fuente misma, donde en esta tierra se alumbra la vida.

Hónralo, que al honrar la fuente estarás honrando


tu propia vida.

Recibiré tu miembro dentro de mi cuerpo para que tu


virilidad recuerde que fuiste concebido en una mujer
y sabrás, sintiendo, que dentro nuestro habita lo sa-
grado, aquello que fuiste antes de ser concebido.

Dejaré que tu ritmo se encuentre conmigo, me en-


tregaré gozosa al sentirte mío y te bañaré con mi
alma al llegar al orgasmo. Te llenaré de vida y de
alegría, te brindaré mi ser en esa energía, bendi-
ciendo tu hombría en cada latido.

Me quedaré serena con la piel aún tibia, me recos-


taré en tu pecho hasta que vuelva en vida, te sen-
tirte aún dentro, muy dentro mío, pues te habré
ofrecido lo más sagrado: tener sexo conmigo.

Noviembre 2018

312
Carolina Wilches

Cuando nos duele el corazón.

N
o es lo que pasa lo que da dolor en el
Corazón; sino nuestra resistencia a dejar
que éste se abra y nos quepa dentro la
vivencia.

El corazón duele cuando con nuestra mente nos


resistirnos a aceptar lo que es; y apretamos fuerte
para que no entre lo que estamos viviendo. Cada
experiencia tiene un sentido, un aprendizaje y más
allá de eso una función: hacernos más grande el
corazón.

El corazón no guarda rencores; todo lo que guar-


damos en él se guarda en amor. Basta ponerse a
sentir y se advierte al instante es así. Estamos acos-
tumbrados a guardar rencores, memorias de dolor
en la mente y no llevarlas al corazón, que es exac-
tamente donde habrían de ir, pues es el lugar de
sanación. Duele pues con la cabeza nos resistimos
e intentamos apretar y cerrar lo que está hecho para
abrirse.

Esa lucha entre amar y aceptar frente al resistir y


apretar es la causa del dolor sentimos. Cualquier
vivencia cabe en el alma del corazón, todo dolor
es ahí sanado por el efecto del amor; sólo debemos

313
Para quien sienta – Relato de un camino interior

dejarlo entrar, no resistirnos, llevar conscientemen-


te lo que sentimos hacia él.

Y con el tiempo nos vamos dando cuenta son los


dolores de la vida los que nos enseñan a amar, nos
hacen grande el corazón, pues lo llenan de amor,
se expande así nuestra capacidad humana de com-
prender e integrar, crecemos por dentro, aceptan-
do y descubriendo no hay nada que el corazón no
pueda sanar amando.

Noviembre 2018

314
Carolina Wilches

Llenar los vacíos

H
ay días sentimos algo nos falta, algo no
está, se fue o, simplemente, no aparece.
Hay momentos las ausencias o caren-
cias se sienten más, quizás porque son
recientes, repentinas o no esperábamos sentirlas.
Es ese algo significativo que, cuando no está, nos
deja la sensación de vacío. Y ahí va la mente, se fija
y no suelta la sensación, por más que uno insista
en soltar.

La emoción no tarda en venir y pareciera se pone


a cavar en el hueco ese sentimos dejándolo cada
vez más grande, más vacío, con pensamientos de
lucha, reproche, remordimiento y hastío. Es tal la
energía en foco que si no frenamos a tiempo, la
emoción nos terminaría tomando por completo
para después sentirnos un enorme agujero. Lo que
está agrandando el rollo no es más que mi mente
puesta en ello.

En la vida nos va a tocar sentir ausencias, silencios,


espacios que se dejan casi a la deriva, pero sin im-
portar el tamaño del vacío sintamos, tenemos que
ser consciente siempre tenemos más de lo que nos
falta, ¡muchísimo más! Lo que ocurre es en ese mo-
mento no lo vemos.

315
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Una buena manera de frenar el drama es hacer un


inventario de todo lo que sí tenemos y lo que sí está
en nuestra vida. Damos todo por sentado y no es
así. Hacer el listado nos hará tomar conciencia de
cuánto tenemos para agradecer, cuán llenos y ple-
nos en realidad estamos en los diversos aspectos de
nuestra vida y así dejar de mirar con obsesión ese
pequeño hueco hoy sentimos.

Agradecer nos salva de nosotros mismos. Después


debemos hacer el listado de nuestros sueños, esos
que nos inspiran a salir y avanzar de dónde estamos
para ir hacia donde queremos estar. No es conve-
niente nos fijemos tanto en lo que antes estaba y
ahora no está, ni en cómo solía ser aquello que ya
no es y menos aún de cómo queríamos que fuera y
no fue. Regodeo mental absurdo que nos conduce
directo al autocompadecimiento y la depresión.

Levantamos la vista, miramos hacia arriba, ¡¡hay


tanto que agradecer!! Desde el día estamos vien-
do, la naturaleza, el aire, el cielo hasta la comida,
nuestro cuerpo, los afectos, los cariños y los sueños.
Conectemos con lo bueno, lo que nos queda y te-
nemos. Nos inspiramos en lo que anhelamos, toma-
mos energía de ello y seguimos. Seguimos viviendo.

Sí, hay vacíos que duelen, forman parte del camino,


pero aun con agujeritos se puede seguir. Y quién
sabe, a lo mejor la energía del amor por la vida es
la que los cubra de nuevo.

Noviembre 2018

316
Carolina Wilches

Criptonitas afectivas

E
n los procesos de sanación y mejora de
nuestra vida, tanto interior como su con-
secuencia en el exterior, tarde o temprano
hemos de encontrarnos con la fuerza de
nuestras debilidades.

El poder de la sombra se alimenta de aquello no lo-


gramos, aun con mucho esfuerzo y perseverancia,
sanar en nuestro interior. Todos tenemos un punto
débil, un talón de Aquiles que nos lleva directo a la
mayor de las vulnerabilidades. Eso que logramos
sostener en conciencia con casi todo; pero con esto,
no podemos.

Es nuestro flanco débil, nuestro punto ciego. En él


permanecen solapados los asuntos inconclusos, las
heridas más profundas, las facetas ocultas de quie-
nes fuimos y trascendimos pero, en algún punto,
no pudimos dejar de ser.

Todo viene bien y nos fortalecemos en la valora-


ción de lo que vamos logrando sanar, podemos mi-
rar diferente y procedemos de manera distinta en
nuestra vida, incluso pasa mucho tiempo logramos
sostener una estabilidad consciente. Creemos he-
mos podido llegar a lo más hondo de la herida y

317
Para quien sienta – Relato de un camino interior

trascenderla pero, sin aviso y generalmente de im-


previsto, emerge no sabemos bien de dónde, nues-
tra Criptonita Afectiva, y lo hace en la situación
que sea con la persona que fuese. Sentimos todo el
trabajo interior se va al desmadre, pues resurgen de
las profundidades del inconsciente emociones ran-
cias que saben a otros tiempos y nos llevan puestos
con su intensidad.

La mente reacciona misturada entre el susto y la de-


cepción. “¿Qué hace eso dentro mío, si yo ya lo vi y
lo sane?” nos preguntamos, pero no, no lo sanamos
completamente. Nuestras debilidades son las ma-
dres de nuestras fortalezas y nuestro punto ciego es
el que nos hace ver.

Trascender también es aprender a aceptar eso que


no podemos cambiar en el otro, en la vida y mucho
menos en mí. Esas situaciones o vivencias, muchas
veces dolorosas y aunque buscamos denodadamen-
te no encontraremos la manera de salir, de dejar de
sentir lo que sentimos, de dejar de hacer lo que no
queremos hacer y hacemos de todas maneras pues
no sabemos qué otra cosa hacer.

He tocado mi límite, hasta aquí puedo.

Las Criptonitas Afectivas nos devuelven el ego a la


inexorable realidad de ser humanos, con límites en
nuestras capacidades, nos reconectan con nuestras
debilidades e incapacidades, nos desarman de un
plumazo la arrogancia de creernos sanados y tras-
cendidos en todo, nos hacen saber sintiendo que

318
Carolina Wilches

ahí en lo profundo de nuestra esencia habita y se-


guirá habitado un ser herido con miedos y terrores,
con inseguridades y necesidades emocionales que
no siempre entenderán ni aceptarán mis razones.
Eso es también parte de quienes somos, nos guste
o no.

Aunque queremos poder otra cosa, no lo logra-


mos, no alcanzamos, no lo conseguimos sentir
distinto y está bien, eso también somos. Hay que
contenernos, bancarnos el “tsunami” emocional
hasta que pase, porque va a pasar. Hay que de-
jar que sea y, en presencia amorosa, escucharnos,
asentirnos en lo que estamos descubriendo de no-
sotros mismos.

¡No tenemos que luchar! La Criptonita no está fue-


ra, vive dentro nuestro, no sirve culpar a otro por lo
que siento, pues lo siento yo no el otro. Asumirme,
aceptar mi debilidad, mi incapacidad aunque eso
sea doloroso. Estamos aprendiendo de nosotros
mismos, reconociendo partes que no siempre que-
remos ver ni atender, y que tapamos con una falsa
autosuficiencia.

La decepción propia es así: positiva si dejamos nos


enseñe a ver la realidad en vez de la fantasía ideali-
zada. Debemos decirnos la verdad sobre lo que es
y sobre nosotros mismos, asumir que al ser seres
humanos, todos tenemos que aprender a coexistir
con nuestras debilidades, pero ello no implica re-
nunciar a quien queremos ser, menos que menos a
darnos por vencidos.

319
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Debemos asumir y aceptar que aún no logramos


llegar a donde queremos ir, pero eso no implica
que debamos dejar de intentarlo.

Noviembre 2018

320
Carolina Wilches

Hay otra manera de vivir

N
o son las vicisitudes de la vida las que
nos provocan sufrimiento, es nuestra
manera de vivirlas, la forma de pensarlas
y las reacciones emocionales aprendidas
y heredadas que acarreamos sin darnos cuenta las
que lo hacen.

Desconocemos nuestro poder interior y tenemos


un concepto por lo general miserable de nuestra
existencia y vida. Nos hemos equivocado en la ma-
nera de percibir y concebir a los demás. Nos hemos
convencido no podemos con nuestra mente y so-
mos tomados, dominados por nuestras emociones,
fundamentalmente por el miedo y la angustia.

Desconocemos nuestro sentido, la herencia que


representamos, los programas inconscientes que
necesitan de nuestras experiencias para sanarse.
Creemos todo lo que pensamos sin siquiera po-
nerlo en duda y caminamos a ciegas por la vida
sintiéndonos separados del todo, rodeados de
enemigos y de peligros que nos acechan, creyén-
donos abandonados por la existencia e irremedia-
blemente rotos.

Hay otra manera de vivir.

321
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Hay otra forma de experimentar nuestra existencia,


y si ya hemos tenido suficiente de aquello que más
despreciamos, es momento de asumir el desafío de
transformarnos en otro ser. Es momento de tomar-
nos un tiempo para nosotros, para conocernos, sen-
tirnos y reeducarnos emocional y espiritualmente.

Un Milagro es aquel instante en el que cambiamos


un juicio por una comprensión, un dolor por un
perdón, una furia por un cariño. Quizás llegó el
momento de comprender, obrar nosotros mismos
un milagro que nos cambie la manera de vivir.

Noviembre 2018

322
Carolina Wilches

Sigue adelante, más allá, más arriba

U
ltreia es un saludo antiguo y en otros
tiempos secreto. Lo dicen los peregrinos
cuando se encuentran en Camino a San-
tiago de Compostela. Significa: “Vamos
más allá”, en sentido de darse ánimo mutuamente
para seguir caminando hacia su ansiado destino.
“Et suseia”, hay que responder cuando nos saludan
así, pues significa: “¡Y vamos más arriba!”.

Cada quien en esta vida está transitando su propio


camino. En él hay un poco de todo, pero el sentido
no está en lo que nos toca vivir sino en la actitud
con la que elegimos vivirlo, en lo que elegimos ha-
cer con ello y en quién nos vamos convirtiendo con
esa experiencia.

Suele pasar, y es muy humano que así sea, que ante


los avatares de la vida, sus contrariedades, decep-
ciones, desilusiones, frente a los dolores e injusticias
que a veces nos tocan vivir, nos paralizamos, frena-
mos por no saber qué hacer con aquello que nos
pasa o que sentimos que nos está pasando. Ultreia,
hay que seguir, seguir y no quedarse quietos en me-
dio del dolor, la decepción o la agresión. Debemos
frenar el discurso mental para darnos energía y ra-
zón, tenemos que sentir lo que pasa y cómo pasa,

323
Para quien sienta – Relato de un camino interior

aceptarlo aunque duela el alma, tener un tiempo


coherente para asimilarlo y, después, ultreia, ul-
treia: seguir más allá. Nuestra vida no termina ahí,
puede cambiar; incluso podemos cambiar nosotros
mismos, pero ni los dolores ni los errores son el
final del camino, son parte de él y así es la vida...
Ultreia, ultreia.

Apenas logremos dar unos pocos pasos, hay que


repetirnos con fuerza por dentro: ¡et suseia! Más
arriba, más alto, que cualquier escollo, pérdida,
derrumbe o cambio en nuestra vida nos eleve, nos
haga más grandes, no más pequeños, fortalezca
nuestra capacidad de aceptación y de compren-
sión, de amor incondicional por aquello que ocurre
y duele. Nada es injusto, todo pasa exacto.

¡Ultreia! Et Suseia es la actitud para vivir, experi-


mentar, sentir, aceptar y seguir. ¡Hay que seguir!
Y en el seguir avanzando vamos creciendo, expan-
diéndonos, tomando conciencia, desafiándonos a
mantenernos con nuestro mejor ánimo y disposi-
ción, aferrándonos al mejor sentimiento que sea-
mos capaces de sentir mientras atravesamos esa
parte dolorosa del camino.

Ultreia, ultreia, et suseia.

Sigue adelante y aprende a amar en tu camino.

Diciembre 2018

324
Carolina Wilches

Eres el aquí
Un lugar específico y determinado del Cosmos.
Eres el espacio, donde la existencia se manifiesta.
Ocúpate de tu lugar, tu mundo, tu propio Cosmos.
Sé el Dios de tu Universo.
Asúmete cómo tu propio creador,
es lo que eres.

Estás a por tu cuenta


y tu cuenta sólo depende de ti.
Recórrete, descubre la geografía de tu inmensidad.
Permite que todo lo que te habita te habite,
no rechaces nada,
deja que sea.

Experiméntate,
atiéndete.
Pon atención en tu mundo,
es lo único que importa en realidad.
Nada fuera de ti es real,
eres el todo único que existe
y existe en tu interior
donde eres vasto, inefable, pura expansión.

Siente.
Siente el espacio que eres,
el aquí que permite que el todo exista.

325
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Déjate ser,
en paz.

Diciembre 2018

326
Carolina Wilches

Aceptación

L
a mente disfruta discutiendo. Aun cuan-
do el cuerpo duela y sienta angustia, ella
persiste en sus diálogos mentales llenos
de preguntas, cuestionamientos y rema-
tes asertivos e imaginarios. Defiende su verdad de
cómo deberían de ser las cosas y no son. Está con-
vencida el parloteo es la manera de cambiar la rea-
lidad para así dejar de sufrir.

La vida, las situaciones y las personas no están


hechas para ser analizadas en pos de modificarlas
o adaptarlas a nuestra voluntad para que así, po-
damos ser felices nosotros. Podemos buscar cier-
to entendimiento y comprensión, desde ya que sí,
mas en veces nos vamos a encontrar realidades nos
serán difíciles de comprender. Sostener una dis-
cusión con ello no solo no nos dará comprensión,
sino que además, nos quitará paz y bienestar.

La mente disfruta divagando, preguntándose el


por qué, el para qué, el cuándo, el cómo, elucu-
brando diagnósticos y causas que le den sentido a
ella misma pero sobre todo, disfruta que le den la
razón y le hagan sentir puede ganar. Mientras tan-
to, el cuerpo sufre, nosotros sufrimos, la resistencia
a la realidad nos pone rígidos y nos hace chocar
con el fluir de la vida. En esos choques nos resen-
327
Para quien sienta – Relato de un camino interior

timos, sin advertir somos nosotros mismos quienes


nos estamos produciendo el sufrimiento.

Cuando estemos frente a una situación que no po-


damos comprender, el desafío estará en aceptar y
dejar que sea. El enojo, la bronca, la frustración
son nuestros, están en nuestra resistencia a la situa-
ción. Debemos entender es nuestra la incapacidad
de aceptar la vida y a las personas tal y como son y
se nos presentan, simplemente porque no condicen
con el mapa metal del “cómo debería de ser y no
son”.

Aceptar es crecer, ampliar nuestra habilidad de vi-


vir, aprender a estar más serenos y en calma, ser
permisivos con la vida misma aunque no nos guste,
aunque no podamos entender. Es dejar de razonar
para elegir paz.

Son nuestras opiniones las que nos generan sufri-


miento, no las situaciones en sí. Cuando lo descu-
bro está en mí elegir: ¿paz o sufrimiento?

Diciembre 2018

328
Carolina Wilches

Latidos para enamorarse...

E
l Amor es una vibración, por lo cual es
cuestión de conexión, reverberancia y rit-
mo.

Cada corazón tiene un tono, un pulsar úni-


co en una frecuencia exacta y precisa desde su naci-
miento, que tiene en sí la capacidad de conectarse
armónicamente con el pulsar de otros corazones,
no de todos, sólo de algunos... Cuando nos encon-
tramos con un corazón afín al nuestro, el ritmo de
uno y otro se acompasan produciendo una sinergia
potenciadora en la energía de ambos.

Nace así una melodía, única, irrepetible; es el tono


de la conexión entre dos corazones. Juntas, suma-
das, vibrantes en armonía, esas dos pulsaciones ge-
neran una corriente energética potente que tiene
efectos visibles en la vida de cada ser. “Desde que
me encontré con tal persona, todo cambió” suele
decirse, más en realidad fue la energía en la unión
de ambas pulsaciones la que produjo los cambios.

Lo que ocurre es que la potencia resultante de esa


conjunción de latidos genera una energía superior
que cambia la existencia de ambos seres... Es claro
ello en los vínculos de madres e hijos, sus corazo-

329
Para quien sienta – Relato de un camino interior

nes se aúnan en la gestación y para siempre, ahí


radica el sentimiento, pues el Amor que sentimos
es en realidad la energía que resulta de la unión de
las pulsaciones y su correspondiente potencia...

Enamorarse es un proceso que escapa por comple-


to al raciocinio, aunque puede ser en veces apor-
tado por él, mas en otras no... Son los corazones
quienes se conectan y atraen generalmente antes
de que el Ser lo advierta, pues busca en el otro su
complemento que lo hace más fuerte en la armo-
nía resultante. Hoy se traduce en una simple ex-
presión: Conexión. ¿Mas qué es ello? Nada menos
que el reconocimiento mutuo de nuestro vórtice
existencial, encontrándose con un semejante afín
que producirá la sincronía y atracción necesarias e
ineludibles... Cuando sus resonancias se reconocen
no sabemos bien qué ocurre, pero lo sentimos en
claridad. Mi corazón busca el del otro, es su esta-
dio de evolución, sabe que Amar es evolucionar...

Por ello es que la mente es pésima guía en las cues-


tiones amorosas, pues generalmente desconoce
esta inteligencia natural, básica y Espiritual. Busca
neciamente “lo que le conviene” desde sus paráme-
tros culturales, por ello no suele prosperar, y si lo
hace no tiene mucho sentido.

Nos enamoramos realmente de quien nuestro cora-


zón reconoce, y en esa conexión energética es que
surge el real sentimiento. El verdadero Amor es la
energía resultante de esos dos tonos afines, natu-
rales, familiares, armónicos, ancestrales, eternos,

330
Carolina Wilches

que se atraen y conectan sin mediar pensamiento


ni análisis de conveniencia.

El Corazón no entiende de nuestras limitantes so-


ciales y culturales, conecta desde lo esencial y na-
tural, el ritmo de la vida en cada Ser con los ritmos
afines, por ello es muy cierto: nadie elige de quién
se enamora, lo hace el corazón.

Así el encuentro resulta realmente superador de la


suma de nuestras energías, quiera la cabeza o no.
Es alquimia y encuentro de Ser a Ser. Ello es lo que
determina se produzca la conexión de Amor uno
por otro. Puedo sentir atracción, gusto, apetencia,
deseo y hasta intenso placer, más Amor sentiré sólo
por aquellos que mi corazón reconozca como se-
mejantes y afines, con quiénes él sabe sintiendo la
energía de ese encuentro nos elevará a los dos. Y
cuando ocurre, son los más intensos sentimientos
que habremos de experimentar en éste plano; será
el Amor de Ser a Ser el que determinará y cambiará
mi experiencia actual hacia otra más íntima, inten-
sa y desde ya profunda.

Buscar enamorarse no tiene sentido alguno... Esa


energía nada entiende del esfuerzo, la fuerza, ni la
voluntad. Es tan natural el Amor que ocurre en la
más simple simpleza (valga la redundancia).

¿Cómo he de hacer entonces para conectarme en


Amor? Sólo he de estar dispuesto y abierto, recepti-
vo en sentimiento para que las conexiones lleguen
de la mejor manera y en el más natural y fluido for-

331
Para quien sienta – Relato de un camino interior

mato... El que corresponde acorde a la conexión


que requiere mi más esencial Ser, el Ser amante que
soy.

En toda la humanidad tenemos cientos de cora-


zones afines... Con algunos surgirá un cariño pro-
fundo, con otros un Amor. Basta sentirlo, saberlo,
confiar que así es... y dejar que el pulsar de mi cora-
zón me lleve hacia ese encuentro, que ocurrirá sin
forzar ni determinar nada en absoluto.

Cada latido es una reverberancia emitida al Uni-


verso, que siente y conecta las pulsaciones afines.
De mi parte lo único que me corresponde hacer,
si siento el anhelo de esa conexión, es crearme in-
teriormente un estado apacible de Amor, conven-
cerme en sentimiento hay corazones afines al mío,
con quienes podré experimentar la conexión más
sublime entre dos seres... Buscar con el corazón,
no con la cabeza... No hace falta fuerza, ni esfuer-
zo y menos que menos desesperación... Si me abro
consiente y voluntariamente a sentir el Amor, y me
aferro a ese sentimiento, el Universo resolverá el
cómo, que no es más que atraer en reverberancia
un corazón afín al mío.

“Pide y se te dará...”, ¡pero suelta el cómo!! Y el


quién…

Deja que el Universo haga lo que mejor sabe hacer,


conectar vibraciones complementarias. Él sabe más
que nadie lo que nos conviene... Pero antes, haz
tu parte... ¡¡AMA!! Siente ese Amor en vos mis-

332
Carolina Wilches

mo... Emite la pulsación correcta sintiendo Amor,


pues esos son los tonos, las vibraciones energéticas
que conectarán con quién habrás de enamorarte y
amar... Sin ansiedad, tensión, ni tozudez. El cómo
y cuándo, esto quiere decir, “ con quién”, déjaselo
al Cosmos... sólo Él sabe SINTIENDO cuales son
los corazones afines... La cabeza no tiene ni idea.

Enero 2019

333
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Los hombres de mi vida

L
os hombres en mi vida me han dejado de
regalo a los Hombres de Mi Vida.

Seres en los que encontré mi complemento


para seguir creciendo.

Mi padre me permitió ser pequeña y el padre de


mis hijos me permitió ser grande a través de ellos.
Encontré amores y amigos, y los sentí en lo profun-
do del alma. Ellos escucharon mis mayores miedos
y me acompañaron en mis peores momentos. Des-
cubrí manos y brazos fuertes en todos ellos donde
encontré descanso, fuerza o consuelo.

Tuve buenos compañeros de trabajo, de quienes


aprendí a pensar simple y fácil, a ver lo macro y
no quedarme en el detalle. Me topé con excelentes
compañeros de montañas, solidarios y dispuestos a
pasar el mal paso conmigo sin alejarse de mi lado.

Fueron, y son, amigos de caminos, rutas y mates de


por medio con quienes hablé desde muy adentro
sobre sueños y miedos. Son hombres de quienes
aprendí muchísimo, principalmente de su coraje
para enfrentar lo que menos saben, porque no se
los enseñan pero se animan a dar el paso.

334
Carolina Wilches

He tenido el privilegio de acompañar a muchos en


su dolor, sus conflictos, inseguridades y miedos, y
me sorprendí al descubrir que sin tener apoyo so-
cial ni emocional para avanzar, igual van.

Gracias a los hombres de mi vida he podido honrar


aquello en lo que somos diferentes y por ello nos
complementamos. Descubrí en ellos las bondades
de lo masculino, la capacidad de lo fácil, lo simple,
las ansias de aventuras, las buenas escuchas. Ellos
dan los mejores abrazos cuando sienten cariño y
te enseñan a saborear los mejores vinos. Saben de
silencios, de desenredar los enredos femeninos con
dos palabras o dos besos.

Aman profundamente, tienen más sentimientos de


lo que se cree, pueden y se permiten demostrar. Son
solitarios de a ratos, necesitan su libertad. Vernos
felices es su mayor alegría, seas su mujer, su amiga,
madre o hija y siempre, en algún lugar, guardan la
ternura del niño que fueron… suficiente darles una
pelota para verla. Protegen y aman a su manera,
manifiestan ternura como pueden.

En los hombres de mi vida encontré, de diferentes


maneras, siempre un complemento, aquello que
me permite ser más de lo que soy.

En estos tiempos en que lo masculino se encuentra


tan mediáticamente vilipendiado, generalizando lo
que no es un defecto exclusivo del varón y menos
de la mayoría de ellos, quizás también pueda servir
para reflexionar, y por qué no, reconocer todo lo

335
Para quien sienta – Relato de un camino interior

que lo masculino en positivo nos brinda a las muje-


res... después de todo somos complementarios.

Diciembre 2018

336
Carolina Wilches

Deja que la montaña

D
eja que la Montaña te enseñe qué es real
en vos misma... Deja te cambie la medida
que tenés de tu propio ser... Deja que te
haga saber sintiendo sos mucho más de
lo que te han dicho, más de lo que hoy sos capaz
de imaginar...

Deja que la Montaña cultive en vos lo esencial de


esta vida, humildad ante lo que Es. Deja que te
enseñe el ego no es buen compañero a la hora de
caminar, deja te muestre tus miedos, tus inseguri-
dades, sólo para que adviertas están ahí para moti-
varte…

Deja que la Montaña te pida todo, y cuando se lo


des, te lo pida de nuevo, para que llegues a ella
vaciada, agotada, exhausta, más vos que nunca; en
estado puro, esencial... Sólo así ella se muestra, te
deja sentirla, te habla, te susurra por dentro verda-
des milenarias...

Deja que la Montaña te muestre la importancia de


las buenas compañías, esas yuntas que pergeña el
destino para que sepas lo que significa tener un
compañero en su inmensidad, ese que te da de su
agua que viene cargando en peso, el que te cura los

337
Para quien sienta – Relato de un camino interior

pies, te presta su bastón y si no podés más, te carga


la mochila para que no te des por vencida...

Deja que la Montaña te muestre cuán superfluo es


el tener y cuán importante es el ser. SOS tu real
motor interior...

Deja que la Montaña te muestre lo que es amor de


verdad, esa inmensidad que te abraza, te recibe, te
cobija, te hace saber algo en vos también es eter-
no...

Deja que la Montaña te muestre que llegar arriba


es tocar profundo dentro tuyo, transformar tu me-
dida, el concepto de vos misma, para luego volver
al día a día hecho otro, más humana, más desnuda,
más genuina...

Deja que la Montaña te enseñe, es en sí misma una


gran Maestra de Vida...

Seguir aunque estés cansada, motivarte en tus ami-


gas, abrazarte a tus sueños, creer en lo posible de
lo imposible, dejar nunca el miedo te domine, estar
atenta al peligro y aceptar los desafíos...

Deja que la Montaña te enseñe que el disfrute no


es llegar a la cima, sino ir viviendo intensamente el
Camino...

Febrero 2019

338
Carolina Wilches

…L
o que surge en bien, hace bien,
fluye bien, se siente bien. No
hay manera algo creado en
bien produzca mal, haga mal,
fluya mal o haga daño... si lo hace, ¡es que no está
bien! El Amor hace bien, produce bien, ¡¡se siente
bien!! El cariño también. Las cosas que nos enal-
tecen el Alma generan bien, producen el bien, ¡lo
expanden...! Las amistades reales, del corazón, se
sienten bien, se disfrutan bien, y ¡¡nos hacen mu-
cho bien!! El trabajo surgido de la vocación crea
el bien, ayuda al bien, busca el bien de todos... Si
algo en tu vida no te hace bien, es que no está en
bien... Y si no está en bien es que hay algo que está
mal, no trates de dibujarlo, justificarlo, explicarlo
o negarlo, las esencias no se trocan. Lo que en bien
surge, bien produce, lo que surge en mal, hace mal.
Es fácil si se lo siente...

Marzo 2019

339
Para quien sienta – Relato de un camino interior

A las mujeres diferentes a mí...

C
elebro a las mujeres son diferentes a mí,
las que han tenido la sabiduría de cultivar
virtudes en sí mismas que a mí ni se me
ha ocurrido cultivar; y elegir caminos que
no transitaría. Por ellas todas siento una profunda
admiración en aquello que logran Ser...

Celebro a aquellas mujeres han logrado sostener


sus amores del principio, sus promesas de “Hasta
que la muerte nos separe”, cuán más pacientes y
comprensivas han de ser que yo misma. Celebro
las que han elegido criar sus críos como labor y
servicio, dejando de lado quizás algún que otro
sueño personal. Celebro aquellas que eligieron ser
madres de sí mismas y parir sus sueños, proyectos,
viajes, embarcadas en un camino de autoconoci-
miento y realización personal. Celebro a aquellas
que han elegido dedicarse a frenar el tiempo en sus
cuerpos, y con persistencia e insistencia sostienen
la juventud en ellas mismas. Celebro a las mujeres
han elegido amar a otras mujeres, abrirse a sus pro-
pios gustos y deseos en libertad. Celebro a las me-
tódicas, ordenadas, persistentes, con su denodado
esfuerzo por sostener una coherencia en sus vidas.
Valorar en todas ellas mis propias incapacidades
me ha permitido crecer en la admiración por el gé-

340
Carolina Wilches

nero mismo. ¡Cuánto somos capaces de Ser!

Nuestros mundos diferentes nos enriquecen, nues-


tras elecciones disímiles nos nutren en la diversidad
de vidas somos capaces de recrear en un mismo gé-
nero. Cuántos desafíos somos capaces de enfrentar,
cuánta variedad de experiencias somos capaces de
vivir...

Por ello, Feliz día a mis similares, más sobre todo


feliz día a todas aquellas mujeres que no compar-
ten nada con mi manera de vivir y no obstante ello,
logran mostrarme día a día todo lo que somos ca-
paces de Ser siendo Mujer.

Marzo 2019

341
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Magia

E
n veces la Magia se hace esperar, mas cuan-
do persistimos sin perder la fe, el día me-
nos pensando, ocurre...

Magia son esos instantes dónde todo cobra sen-


tido, dónde por un ratito somos capaces de ad-
vertir las conexiones el Cosmos teje entre los
seres y sus circunstancias. Donde el tiempo se
desvanece, y el antes es ahora para seguir siendo
luego un después. Magia es ese momento donde
percibimos sutilmente el plan de la existencia y
las vivencias se interconectan armónicamente, y
por unos segundos, somos conscientes el azar no
existe, el Amor todo lo puede, incluso trascender
la muerte.

Magia es esa certeza hay una inteligencia amorosa


nos guía y lleva suavemente a vivir nuestro destino,
eso para lo cual fuimos creados y existimos. Magia
es poder sentir a otros dentro mío, aún en las dis-
tancias y los universos distintos. Magia es ese mo-
mento donde solamente soy y me dejó ser, y descu-
bro el dolor es parte del amor, el desencuentro es
el camino al encuentro, el soltar es la única manera
de retener... Y el silencio es el más profundo de los
diálogos. Retroceder es avanzar, odiar es sólo otra

342
Carolina Wilches

forma de Amar y el olvido es el más intenso de los


recuerdos.

Magia es ese exacto, preciso, conciso momento


dónde mi existencia se manifiesta, dónde advier-
to soy la vida misma viviendo a través mío, soy el
amor amando, soy el soñador soñado, soy el crea-
dor creando. Magia es la unión perfecta entre mi
alma, mi corazón y me cabeza; es ese instante de
un sí profundo a la vida entera. Magia es saber
el Amor no muere, ni se pierde, ni se va... sólo se
transforma en algo más...

Magia es saber las almas son eternas y eternas son


sus ganas de Ser almas. Magia es unirme a la exis-
tencia aceptando plenamente toda mi experiencia,
y sentir con plena certeza, sólo el Amor, en todas
sus formas y manifestaciones, existe, y esa es la
energía que guía mis vivencias...

Febrero 2019

343
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Peregrinas al aconcagua

N
uestra amistad terminó de sellarse en
mayo de 2018, cuando emprendimos
juntas el Camino de Santiago de Com-
postela en Galicia. En aquella ocasión,
fueron 14 días de indescriptibles vivencias que nos
regaló esa ruta mística y ancestral, dónde el pre-
sente se urde con el pasado, y el alma siente con
más intensidad de lo habitual. Una convivencia en-
tre un grupo de mujeres heterogéneo en todos los
aspectos, pero con un mismo sentido: experimen-
tarse a sí mismas, reconocerse, sentirse, conectar-
se con aquello que nos trasciende como personas.

Meses después, quizás en la añoranza de aquellos


días de felicidad compartida en el Camino, surgió
el anhelo de ir al Aconcagua. Una caminata de cua-
tro días que nos llevaría al pie de la pared Sur del
Coloso de América, un abismo de 3000 imponen-
tes metros que se elevan ante la finitud y lo minús-
culo de quien la observa.

Si bien el Camino nos había dado la experiencia


de estar y caminar juntas, esta aventura nos traería
un reto nuevo y radical. La Montaña tiene sus pro-
fundas particularidades, entre ellas lo inhóspito, el

344
Carolina Wilches

aislamiento, la altura, las condiciones climáticas,


el desafío de volverse básico en nuestras necesida-
des para poder adaptarse. Para quienes nunca ha-
bían tenido la experiencia de un campamento en la
Montaña, definitivamente este viaje requeriría de
un desafío personal mayor a lo habitual.

Seducidas por esta iniciativa y confiando en la


energía que la suma de nuestras voluntades genera
cuando nos embarcamos juntas en algún proyecto,
el viaje fue tomando forma, y así es como en febre-
ro de este año partimos “Las Peregrinas” (apodo
familiar que nos hemos ganado), rumbo al Acon-
cagua.

7 mujeres, 7 amigas, 7 almas, buscando algo que


quizás resulta difícil de comprender en estos días…
explorar nuevas motivaciones, desafiarse interior-
mente, trascender barreras, animarse a soñar y que
se haga realidad.

Es mucho más que viajar, es ir por esa vivencia


que termina transformando radicalmente la medi-
da que tenemos de nosotras mismas, lugares que
nos piden más individualmente y mucho más como
grupo humano: más conciencia, más apertura, más
conexión, más sentir interior, más escucha, más pa-
ciencia, y sobre todo más comprensión del Sentido
de Existir...

Nutrir nuestra memoria emotiva con satisfacción


interior, naturaleza viva e instantes de plenitud.
Quizás sean estos los mejores momentos con los

345
Para quien sienta – Relato de un camino interior

que podemos alimentar nuestra existencia, donde


cada vivencia devela algún aspecto interior que no
conocíamos de nosotras mismas, donde al vernos
seguir y seguir, avanzar más allá de lo conocido,
dar lo mejor de cada una y aprendiendo también a
recibir, nos va transformando en otro Ser, uno más
Humano y real del que inició el viaje...

“Y así fue que el Aconcagua se hizo eco de las risas de


“Las peregrinas”, que con gran sentido del humor y ca-
maradería, paso a paso, hicieron gala de ese permiso de
ser tal cual se es, junto a los seres que sentimos nos une
un genuino cariño.”

Y en la base de la Pared Sur, ante la magnificencia


de la Naturaleza descubrimos mucho más de noso-
tras mismas, como Seres, y como Amigas.

Regresamos expandidas, plenas de vida, satisfe-


chas de todo lo sentido, vivido, reído y llorado...
Es que de eso se trata cualquier Camino.

Febrero 2019

346
Carolina Wilches

El otro lado del corazón


(Volver a amar después del Amor)

M
uchos sabemos de esas vivencias de
grandes Amores, conexiones de cuer-
po, sentimiento y Alma que inundan
nuestra vida y nos hacen saber sintien-
do, eso es el Amor. La experiencia profunda, exis-
tencial, espiritual de Amar y ser Amado.

Pasa que en veces el tiempo de vivir el Amor no es


igual al tiempo de sentirlo, el primero es limitado,
el segundo nos trasciende en lo humano... sabemos
que en éste plano nada dura para siempre, y no por
que el sentimiento se acabe, si hay algo que colin-
da con la eternidad es la fusión espiritual del amar;
sino porque en este plano todo tiene un tiempo
para ser vivido y ello sí no es eterno.

Varios son los seres han de afrontar la experiencia


de seguir amando sin poder vivir ese Amor... Sea la
muerte, sean las imposibilidades humanas, sea una
cuestión de temporalidad existencial, algo hace el
Amor se sienta mas no se experimente más...

Llevará un tiempo aceptar esa realidad, dolerá in-


tensamente, nos hará sentir impotentes, incapaces,
y creeremos no podremos seguir adelante. Mas el

347
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Alma es sabia, y cuando la dejamos guiar nuestra


vida, de a poco la resignación llega y luego de ella,
la ansiada aceptación que nos abre de nuevo a la
Vida. Se aprende a agradecer la bendición de haber
vivido ese AMOR, se agradece el lugar pacífico que
ese sentimiento comienza a ocupar de a poco den-
tro de nuestro corazón, y ya no duele...

La vida sigue y seguimos nosotros con ella. Cuan-


do somos capaces de aceptar en bendición lo vivi-
do, el corazón se expande y abre a otros sentires de
amor.

Ciertamente diferentes a ése vivido, más si no


caemos en la necia trampa de la comparación, de
buscar neuróticamente un reemplazo o una com-
pensación, un parche para la resistencia a la acepta-
ción, seremos capaces de querer, abrirnos en cariño
a otros seres y hasta por qué no, amar con el otro
lado del corazón.

Hay quienes en el final de una conexión de amor,


ponen en ello el final de su vida amorosa y de afec-
to. No era ello el sentido de la experiencia... Par-
te del amar es aprender a hacerlo en todos sus pla-
nos, los físicos que requieren cuerpo y presencia,
y los espirituales, que no requieren nada más que
Amar.

Integrando los sentimientos en nosotros, seremos


capaces de avanzar, abrirnos a nuevas conexiones,
que traerán vivencias nuevas, diferentes y que no
implicarán haber dejado de Amar lo amado, ¡no!

348
Carolina Wilches

Sabemos lo que es eterno en el sentir de ese Amor,


mas trascendiendo la experiencia habremos apren-
dido a Amar más y hasta a amar mejor, pues lo ha-
cemos con el otro lado del Corazón.

Febrero 2019

349
Para quien sienta – Relato de un camino interior

Desnuda

D
esnuda... en piel... así elijo dejar que la
vida me viva, en esos momentos únicos
dónde logro sentir la fuerza de la existen-
cia en mi Ser...

Desnuda se me muestra la Vida, se me presenta...

Y desnuda quiero recibir su energía... desnuda y


libre como está prohibido para una mujer...

Desnuda es cuando más Soy y menos dejo de Ser,

Desnuda es cuando la honestidad y la realidad de


mi esencia se manifiestan en toda mi piel...

Desnuda he amado mis hombres, guardado en mi


cuerpo el recuerdo de su placer...

Desnuda he concebido mis críos, pues así co-


rresponde cuando se abre una a la Vida por
ser...

Y desnuda los he parido, y desnuda les he dado de


comer...

Ante la Magnificencia de la Naturaleza, me desnu-

350
Carolina Wilches

do y lo hago por Puro Placer...

Para llenar mi cuerpo y sentir mi espíritu tal cual


es...

natural, despojado y real…

Mi piel cuenta mi historia, mi vida y todas mis me-


morias,

¿por qué la habría de esconder?

Pudor es el del Alma cuando se muestra al que se


Ama con todo su Ser,

no el del cuerpo libre, gustoso y pleno tal cual al


nacer...

Desnuda... en piel...

como Dios me hizo, al que busco sentir con todo


mi Ser...

Desnuda me toca la vida por un instante, acaricia


mi espíritu entrando por toda mi piel...

¿Cómo privarme de semejante experiencia, sólo


porque es costumbre tenerle miedo a la piel...?

Cuando la desnudez en calma se critica o es-


candaliza, habrá que ver qué se quiere escon-
der...

351
Para quien sienta – Relato de un camino interior

pues quién la mira queriendo y aun así la rechaza,


miedo tiene de quien es...

No es para espantarse el cuerpo desnudo de una


mujer...

obra del Creador mismo, puso en nosotras lo más


bello de ver...

Lo que asusta es la libertad de esa mujer, que toma


para sí su cuerpo, su vida y su Ser...

y no tiene vergüenza alguna de mostrarse tal cual


es...

Febrero 2019

352
Carolina Wilches

Surciendo mi ser
Me he roto una y mil veces
y me he partido cientos más,
he juntado pedazo a pedazo mi Ser en cada una,
sólo para volverlo a encolar...

He zurcido lo descocido, remendado lo rasgado,


he cortado lo hilvanado para coserlo otra vez…
He sido hilacha mucho tiempo, hasta que pude volverme a tejer...

Me he quebrado y resquebrajado casi en ciclos,


prendido fuego y quemado,
desvanecida en cenizas, sólo para resucitar otra vez...

Me he matado y revivido infinidad de veces,


me he agotado y reinventado la misma cantidad...
He ardido y muerto para renacer,
he renacido porque me he muerto por completo cada vez...

Creo, siento... que ya es hora de parar...

Así como he quedado rota y pegada,


cocida y remendada, muerta y viva he de Ser...
llegó el tiempo de habitarme,
sin volverme a romper...

Marzo 2019

353

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