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2019/2020 DERECHO
PROCESAL PENAL
II
APUNTES Y HOTS
FLORENTINA TUTUNARU
UNED 2019/2020
FLORENTINA TUTUNARU 1
DERECHO PROCESAL PENAL II
HOTS EXAMENES
TEMA1:
• LAS DIVERSAS FUNCIONES DEL PROCESO PENAL (S 15-16)
TEMA 2:
• EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD
• JUEZ LEGAL E “INDEPENDENCIA”: LA DOCTRINA CONSTITUCIONAL SOBRE EL “JUEZ LEGAL IMPARCIAL
TEMA 3:
• EL PRINCIPIO “NON BIS IN IDEM” (S17-18R)
TEMA 4:
• DERECHO A UN PROCESO CON TODAS LAS GARANTÍAS
• PRINCIPIO DE IGUALDAD DE ARMAS
• NOTAS ESENCIALES DEL PRINCIPIO ACUSATORIO
• EL PRINCIPIO ACUSATORIO - NOTAS ESENCIALES (2F18-19) (1F17-18)
• EL PRINCIPIO ACUSATORIO EN LA LEGALIDAD ORDINARIA (2F17-18)
• DERECHO A UN PROCESO CON TODAS LAS GARANTÍAS Y LA INMEDIACIÓN DEL TRIBUNAL “AD QUEM”
EN LA VARLORACIÓN DE LA PRUEBA DE CARÁCTER PERSONAL (S 17-18)
TEMA 5:
• LIBRE VALORACIÓN Y PRESUNCIÓN DE INOCENCIA
• LOS ACTOS DE PRUEBA; LA PRUEBA PROHIBIDA Y LA DECLARACIÓN DE COIMPUTADOS. (S 16-17) (2F 16-
17) (SR 15-16) (2F 15-16)
• EL DERECHO A LOS RECURSOS (S18-19) (1F18-19)
TEMA 8:
• PARTES ACUSADORAS Y B) PARTES ACUSADAS EN EL PROCESO PENAL
TEMA 10:
• EL DERECHO DE ACCIÓN PENAL; TITULARIDAD DE LA ACCION PENAL ; CONTENIDO; FORMA Y OBJETO
(2F 17-18)
• MODALIDADES
TEMA 11:
TEMA 12:
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DERECHO PROCESAL PENAL II
• El objeto eventual: la acumulación de la pretensión civil al proceso penal (2. Cto. Y elementos
esenciales)
TEMA 13:
TEMA 18:
• El conocimiento de la imputación
• Los actos judiciales de la imputación (sr 16-17) (f16-17) (1f 17-18) (f 15-16)
• Los actos judiciales de la imputación. La citación para ser oído y El auto de procesamiento (s18-
19)
TEMA 19:
• El aseguramiento de la prueba: prueba instructora anticipada y preconstituida. Requisitos
TEMA 20:
• Las declaraciones indagatorias
• Efectos de la “confesión” del procesado en la indagatoria
TEMA 22:
• GESTIÓN DE LA BBDD DE ADN Y LAS INSPECCIONES CORPORALES (S 17-18)
TEMA 24:
• LA DILIGENCIA DE REGISTRO (CTO., FUNDAMENTO Y ELEMENTOS SUBJETIVOS)
TEMA 26:
• ESCUCHAS Y GRABACIONES DOMICILIARIAS (SR 16-17) (F 16-17) (F 15-16)
TEMA 28:
• LA DETENCIÓN POLICIAL: PLAZO DE LA DETENCIÓN
• EL PROCESO DE “HABEAS CORPUS” (CTO. Y NOTAS ESENCIALES Y EL OBJETO PROCESAL)
TEMA 29:
• LA PRISIÓN PROVISIONAL (LA AUDIENCIA PREVIA)
• LA LIBERTAD PROVISIONAL (CTO Y NOTAS ESENCIALES Y EFECTOS)
TEMA 30:
• EL PROCEDIMIENTO DE DECOMISO AUTÓNOMO (S 16-17) (2F 16-17) (SR 15-16) (2F 15-16) (2F 15-16)
• DIFERENCIAS ENTRE EMBARGO Y DECOMISO (2F 17-18)
TEMA 32:
• EL PERDÓN DEL OFENDIDO
• LA CONFORMIDAD (S18-19)
TEMA 33:
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TEMA 34:
• LOS ACTOS DE PRUEBA: CONCEPTO, DIFERENCIAS CON LOS ACTOS INSTRUCTORIOS Y NOTAS
ESENCIALES
TEMA 36:
• LA COSA JUZGADA. TRATAMIENTO PROCESAL
• LA COSA JUZGADA MATERIAL (S 16-17) (2F 16-17) (SR 15-16) (2F 15-16)
TEMA 37:
• LOS RECURSOS: CONCEPTO Y SISTEMATIZACIÓN
• PRESUPUESTOS PROCESALES DE LOS RECURSOS (S 17-18)
• EFECTOS (S 17-18R)
• LOS RECURSOS NO DEVOLUTIVOS
• EL RECURSO DE APELACIÓN: 2. EL R. DE APELACIÓN FRENTE A RESOLUCIONES INTERLOCUTORIAS: B) EN
EL PROCEDIMIENTO ABREVIADO)
• EL R. DE APELACIÓN FRENTE A RESOLUCIONES INTERLOCUTORIAS: EN EL PROCEDIMIENTO ABREVIADO
(2F18-19)
TEMA 41:
• EL PROCESO PENAL DE MENORES: ÓRGANOS INSTRUCTORES, LA INSTRUCCIÓN POR EL MINISTERIO
PÚBLICO
TEMA 42:
• LOS JUICIOS RÁPIDOS LA COMPARECENCIA EN LA FASE INTERMEDIA: LA AUDIENCIA PRELIMINAR
• LA CONFORMIDAD “PREMIADA” DEL ART. 801 (1F18-19)
TEMA 43:
• EL PROCESO DE ACEPTACIÓN DE DECRETO (1F 17-18)
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➢ LA CONSTITUCIÓN
Las normas constitucionales de naturaleza procesal pueden sistematizarse en:
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➢ LA PROTECCIÓN DE LA VÍCTIMA
También el proceso penal ha de convertirse en un instrumento útil para la reparación de la
víctima. Es más, esta segunda función ha de estar subordinada a la primera, en tanto que, sin
delito no hay «fuente» de la obligación civil. Atendiendo al art. 24 CE, tan derechos
fundamentales son los del investigado a la libertad y de defensa, como el del perjudicado a la
tutela judicial efectiva u obtención de una eficaz y rápida satisfacción de su pretensión
resarcitoria.
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LECCIÓN 2
EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD Y LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES DE DERECHO JUDICIAL ORGÁNICO
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Este derecho aparece expresamente mencionado en el art. 125 CE, en cuya virtud los
«ciudadanos podrán participar en la administración de justicia mediante la institución del Jurado
en la forma y con respecto a aquellos procesos penales que la Ley determine». Es un derecho
constitucional que ha de ser puesto en relación con el art. 23.2 CE que contempla el derecho de
acceso a los cargos y «oficios públicos en condiciones de igualdad».
Tales derechos fundamentales, a acceder al Jurado y a ser juzgado por él, integran un derecho
de configuración legal, cuyo ejercicio necesita de la interposición del legislador. En nuestro
ordenamiento, dicha interposición la constituye la LO 5/1995, del Jurado.
Podemos definir al juez legal penal como el derecho fundamental, que asiste a todos los sujetos
del Derecho, a ser juzgados por un órgano jurisdiccional, creado mediante Ley Orgánica y
perteneciente a la jurisdicción penal ordinaria, respetuoso con los principios constitucionales de
igualdad, independencia e imparcialidad y sumisión a la Ley y constituido con arreglo a las normas
comunes de competencia preestablecidas (art.24.2 y 117.6 CE).
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Supremo, el sujeto investido de poder judicial para resolver un determinado asunto ha de ser
ajeno a ese asunto, pues un contacto anterior con el mismo, siempre que sea relevante,
puede deteriorar la confianza de los ciudadanos respecto de esa actuación de ese juez en ese
caso concreto.
✓ La abstención y la recusación. Precisamente para garantizar la imparcialidad objetiva surge
en la esfera del proceso la abstención y recusación, cuyas correspondientes normas
ordinarias, si son ilegítimamente infringidas, pueden ser restablecidas a través del amparo
constitucional. Asimismo, de conformidad con la doctrina del TEDH sobre la imparcialidad
objetiva, se ha de vedar la posibilidad de que un órgano judicial pueda conocer de la fase de
juicio oral contra un encausado, si alguno de sus miembros ha asumido contra él previamente
funciones instructoras. Por último, y a fin de posibilitar a las partes el ejercicio de su derecho
de recusación, ha de ponerse en su previo conocimiento la determinación del Magistrado
Ponente y la de los demás Magistrados «que no constituyan plantilla de la Sala».
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LECCIÓN 3
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES MATERIALES A LA LEGALIDAD Y AL
«NON BIS IN ÍDEM»
I. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD
En el art. 25.1 de la Constitución, en cuya virtud «nadie puede ser condenado o sancionado por
acciones u omisiones que en el momento de producirse no constituyan delito, falta o infracción
administrativa, según la legislación vigente en aquel momento». Se complementa con lo
establecido en el CEDH «igualmente no podrá ser impuesta una pena más grave que la aplicable
en el momento en que la infracción haya sido cometida».
Por dicho principio de legalidad cabe entender el derecho de toda persona a no ser condenado
a una pena privativa de libertad, que no se encuentre prevista en una norma con rango de Ley
Orgánica, anterior a la comisión del hecho punible o, en su caso, posterior, pero más favorable y
que reúna la predeterminación suficiente de la conducta ilícita y de la sanción aplicable para
poder ser conocida por su autor, así como a no ver incrementada su condena por obra de una
revisión legislativa o jurisprudencial. Del referido concepto se infieren las siguientes notas
esenciales:
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Asimismo, el Tribunal Constitucional ha suscrito que, las principales garantías de los arts. 24 y
25 han de estar presentes en el procedimiento administrativo sancionador. Pero lo que el TC no
ha suscrito hasta esta fecha es la prohibición del «double jeopardy», conforme al cual «nadie
podrá ser perseguido o condenado penalmente por los tribunales de un mismo Estado por una
infracción por la que haya sido absuelto o condenado mediante sentencia firme conforme a la
ley y al procedimiento de ese Estado», prescripción que, de conformidad con lo dispuesto en el
art.10.2 CE y al valor de los Tratados internacionales, forma parte de nuestro
ordenamiento y debiera interpretar el art. 25.1 CE.
➢ LA DOCTRINA DEL TC
De entre dichas garantías se encuentra la de preferencia de la Jurisdicción Penal sobre la
Administrativa, doctrina que obliga a la Administración Pública a suspender las actuaciones,
hasta tanto recaiga sentencia penal firme, cuando el hecho sea objeto de un procedimiento
penal.
La doctrina del TC sobre dicha prohibición del «non bis in idem» no alcanza a la doble
incriminación de conductas vía administrativa y penal, ni siquiera a la doble condena, si
posteriormente procede el tribunal de lo penal a «compensar» las sanciones, computando la
condena administrativa en la sentencia penal. También ha permitido y legitimado el TC en este
extremo la legislación de funcionarios, que suele autorizar, con posterioridad a la condena penal
de un funcionario, a la Administración irrogarle una sanción administrativa más grave por el solo
motivo de haber cometido un «delito doloso».
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LECCIÓN 4
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES PROCESALES: (I) A UN PROCESO CON
TODAS LAS GARANTÍAS
Aparece expresamente recogido en el art. 24.2 CE, en él tienen cabida todos los derechos
fundamentales de incidencia procesal que no puedan ser subsumidos en los demás derechos del
art. 24 y muy especialmente en los derechos a la tutela, de defensa y a la presunción de inocencia.
En estos últimos tiempos, es en el derecho a un proceso con todas las garantías, en donde el TC,
y en detrimento de la presunción de inocencia, está individualizando violaciones de derechos,
tales como el secreto de las comunicaciones y las escuchas ilegales o el más reciente derecho a
no ser condenado en la segunda instancia mediante una nueva valoración de las pruebas de
carácter personal.
El restablecimiento de la vulneración de la presunción de inocencia ha de consistir en la
declaración por la Sentencia de amparo de la nulidad de la Sentencia penal, la del derecho a un
proceso con todas las garantías, al tratarse de un vicio «in procedendo», ha de ocasionar la
nulidad de la sentencia y la de las actuaciones practicadas con el reenvío al tribunal penal de
instancia a fin de que emita nueva Sentencia, la cual podría volver a ser condenatoria, siempre y
cuando respete dicho derecho fundamental.
En el momento actual, cuatro son esencialmente los derechos fundamentales que el TC ha
subsumido en este derecho fundamental: el derecho a la igualdad de armas, al principio
acusatorio, la prueba prohibida por sustentarse en intervención ilegal de las comunicaciones y a
la inmediación del tribunal «ad quem» en la valoración de las pruebas de carácter personal.
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El principio de igualdad habrá pues, de estar presente en el juicio oral y, de modo especial, en la
proposición y ejecución de la prueba; de aquí que nuestra LECrim, desde siempre haya
garantizado los principios de contradicción e igualdad en los escasos supuestos de prueba
anticipada, que, como su nombre indica, se practica dentro de la instrucción.
Dicho principio no es exigible a lo largo de todos los actos y fases del procedimiento penal, sino
tan sólo ante actuaciones procesales o jurisdiccionales que requieran, de un lado, la inmediación
de un órgano jurisdiccional y, de otro, la vigencia de los principios de contradicción e igualdad.
El principio acusatorio constituye otra de las garantías esenciales del proceso penal que la
doctrina del TC ha elevado a derecho fundamental, implícito en el «derecho a un proceso con
todas las garantías» del art. 24.2 CE.
Debido a que la actividad instructora comporta una labor esencialmente inquisitiva, se hace
necesario que aquella función se encomiende a un órgano unipersonal, al que se le ha de vedar
expresamente la posibilidad de entender de la fase de juicio oral, la cual ha de ser conferida a
otro órgano jurisdiccional, normalmente colegiado (Jurado o Tribunal).
El TEDH ha interpretado dos aspectos concretos de la exigencia de la imparcialidad contemplada
en el CEDH.
• En primer lugar, el tribunal debe ser subjetivamente imparcial, es decir, ningún miembro
del tribunal debe tener ningún prejuicio o predisposición personal.
• En segundo lugar y sobre todo, el Tribunal debe ser también imparcial desde un punto de
vista objetivo, es decir, debe ofrecer suficientes garantías como para excluir cualquier
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duda legítima a este respecto, de modo que, si de las apariencias o de los actos del Juez la
sociedad puede alcanzar serias dudas sobre su imparcialidad, se vulnera el art. 6.1 del
CEDH.
La violación del principio acusatorio implícito en el derecho a un proceso con todas las
garantías conlleva al propio tiempo la vulneración del derecho al juez legal imparcial.
Distribución de las funciones de acusación y decisión
Conforme al aforismo “nadie será juzgado sin previa acusación”, no tanto la fase instructora
cuando la del juicio oral, ha de iniciarse por una parte legítima y distinta del órgano
jurisdiccional decisor, al que debe vedarse la posibilidad de sostener la acusación. Para que
se respete el principio acusatorio se hace necesario pues, en primer lugar, que la acusación
preceda a la defensa y sea conocida por ella ya que, en caso contrario, se vulnera el derecho
al conocimiento previo de la acusación y, en segundo lugar, que se desdoblen ambas
funciones, de acusación y de decisión, y sean otorgadas a dos sujetos procesales distintos que
habrán de sostener la acusación en el juicio oral pues, si retirasen la acusación, el tribunal
habrá de absolver al acusado en el fondo. Por tanto, no resulta constitucionalmente admisible
la atribución al juzgador de la posibilidad de sancionar infracciones penales, ni siquiera faltas,
sin existencia y mantenimiento de la pretensión acusadora.
Correlación entre la acusación y el fallo
La vigencia del sistema acusatorio exige una determinada correlación o congruencia, subjetiva y
objetiva, entre la acusación y la parte dispositiva de la sentencia, cuya finalidad esencial consiste
en posibilitar el ejercicio del derecho de defensa.
• Subjetiva El proceso penal acusatorio es un proceso de partes en el que el encausado no
puede ser considerado como objeto, si no como sujeto, por lo que le asiste del derecho de
defensa en toda su plenitud. “Nadie puede ser condenado sin haber sido previamente
acusado”, de tal suerte que los escritos de calificación provisional o de acusación deben fijar
definitivamente la legitimación pasiva. Es necesario, además, informar al encausado de la
acusación con un tiempo suficiente para preparar su defensa para lo cual se hace
conveniente que, con anterioridad a la adquisición del estatus de acusado en el juicio oral, el
sujeto pasivo del proceso asuma, dentro de la instrucción, la de investigado.
• Objetiva: El derecho del encausado a «conocer la acusación formulada contra él» reclama
también, no sólo su determinación subjetiva, sino también la información a él del hecho
punible, cuya comisión se le atribuye, a fin de que pueda exculparse de él, articulando la
correspondiente actividad probatoria, ejercitando, en definitiva, su derecho de defensa.
Según la doctrina jurisprudencial, existirá una vulneración del principio acusatorio:
• cuando la sentencia condene al encausado por una pena principal o un hecho punible que
no hayan sido objeto de la acusación
• o a una pena más grave a la solicitada por la acusación
• o cuando el tribunal aplique en la sentencia una calificación jurídica distinta y causante
de indefensión material, lo que sucede, por ej., cuando habiéndose sostenido la acusación
por un delito continuado, el Tribunal condene los hechos por separado.
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Por «hecho» aquí hay que entender, sobre todo, el hecho histórico, que constituye el objeto del
proceso penal y de la cosa juzgada.
Por tal razón, no existe indefensión, ni vulneración del acusatorio, si el hecho histórico fue
descrito en el escrito de calificación provisional, aun cuando las partes acusadoras, en sus
calificaciones definitivas, y el tribunal, en su sentencia, modifique el título de condena sobre ese
mismo hecho, siempre y cuando el bien jurídico vulnerado permanezca el mismo o, dicho en
otras palabras cuando ambos delitos sean homogéneos y dicho cambio de calificación no entrañe
vulneración del derecho de defensa. Pero, si dicho cambio de calificación entraña violación de
dos distintos bienes o intereses protegidos de carácter heterogéneo puede provocar
«indefensión».
Asimismo, existirá una manifiesta vulneración del acusatorio, si las partes acusadoras, en sus
calificaciones definitivas, ampliaran su acusación a nuevos hechos, sobre los que no ha recaído
prueba en el juicio oral. En tal supuesto, el respeto a los derechos fundamentales obliga al
presidente del Tribunal preguntar al acusado si está de acuerdo con la calificación del nuevo
hecho y, si la defensa manifestara su disconformidad, habrá que suspender el juicio, formalizarse
una acusación adicional, contestarla el acusado y practicar la prueba sobre ese nuevo hecho.
La información de la acusación
Nuestra LECrim consagró desde siempre este derecho fundamental, subjetivamente, de un lado,
mediante la instauración de una resolución de imputación formal, como lo es el auto de
procesamiento que tiene la virtualidad de impedir que no pueda ser acusada persona alguna que
no haya sido previamente declarada procesada y objetivamente, de otro, al tener que plasmar
en él los «indicios racionales de criminalidad» y al establecer la obligación para las partes
acusadoras de reflejar, en sus escritos de calificación provisional, «los hechos punibles que
resulten del sumario».
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circunstancias fácticas que exijan ser probadas. Pero, en el ámbito del proceso penal
abreviado, el art. 789.3 se establece también una congruencia cuantitativa, al prohibir al
tribunal la irrogación de un «quantum» de pena superior al solicitado por las partes
acusadoras. Esta prescripción ha sido generalizada por el TS al sumario ordinario o
proceso penal por delitos graves, no sin alguna resolución contraria.
El derecho fundamental a un proceso con todas las garantías también conlleva el del encausado
a no ser gravado más en su condena o a no ser condenado, si ha sido absuelto en la primera
instancia, como consecuencia de una nueva valoración de las pruebas, efectuada por el Tribunal
de la segunda instancia, que requieren la inmediación del tribunal.
De conformidad con la doctrina del TEDH, no le es dado al Tribunal «ad quem» efectuar, sin
prestar previa audiencia al condenado, una revisión de la valoración de las pruebas efectuada
por el tribunal de la primera instancia, que requieran la vigencia de los principios de inmediación,
publicidad y contradicción. Pero esta doctrina no resulta de aplicación cuando el tribunal «ad
quem» únicamente efectúa una revisión jurídica del objeto procesal.
Dichas pruebas, cuya valoración exige la inmediación del tribunal son las de carácter personal y
han de reconducirse a las declaraciones de las partes, testigos y peritos, sin que alcance a los
siguientes medios y elementos probatorios:
• a la prueba documental, a la que en nada afecta la inmediación judicial, por lo que el
Tribunal de apelación ha de valorar la totalidad de la prueba instructora anticipada y
preconstituida, efectuada, tanto por el Juez de Instrucción, como por la policía judicial;
• ni a los informes periciales documentados, que no exijan oír al perito;
• ni a la prueba indiciaria, cuando no se explícita por el juzgador de instancia el
razonamiento seguido para alcanzar el resultado probatorio o cuando dicho
razonamiento se revele erróneo, porque no se acomode a las reglas de la lógica y de la
experiencia, lo que acontece, en materia de alcoholemia, con los denominados «signos
externos», si no son debidamente apreciados por el juzgador de instancia, y
• ni a las Sentencias de instancia que no determinan los elementos de convicción en que
se basa el órgano judicial para la fijación de los hechos probados.
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LECCIÓN 5
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES PROCESALES: (II) A LA PRESUNCIÓN DE
INOCENCIA Y A LOS RECURSOS
En particular, debiera estarlo dentro de la fase instructora, impidiendo que los actos limitativos
de los derechos fundamentales, en general, y la prisión provisional, en particular, no puedan ser
adoptados sin la existencia previa de fundados motivos de participación en el hecho punible del
investigado y tras una resolución motivada en la que se cumplan todas las exigencias del principio
de proporcionalidad. Por tanto, el derecho constitucional a la presunción de inocencia es un
derecho del encausado que fundamentalmente se quebranta cuando no se haya practicado una
actividad probatoria de cargo suficiente para deducir razonablemente la participación del
acusado en el hecho punible
En la actualidad, la doctrina constitucional está reconducida exclusivamente a la actividad
probatoria y, dentro de ella, fundamentalmente a la libre valoración de la prueba, en donde
adquiere una singular relevancia práctica.
De conformidad con la LECrim, la apreciación en conciencia ha de recaer, en primer lugar, en
auténticas pruebas y no en meros actos instructorios; en segundo, dichas pruebas han de ser
lícitas y, finalmente, tales pruebas han de practicarse, como regla general, en el juicio oral.
El acotamiento, pues, de esta actividad probatoria, suficiente para fundamentar una sentencia
condenatoria requiere el cumplimiento de las siguientes garantías o notas esenciales:
• en primer lugar, la presunción de inocencia opera dentro de las reglas de distribución de
la carga material de la prueba, desplazándola hacia la acusación;
• en segundo lugar, la presunción de inocencia confiere al encausado el derecho a no ser
condenado, sino con arreglo a auténticos actos de prueba, válidos y no mediante la
confesión vertida en un atestado policial o a través de meros actos instructorios
• y finalmente, tampoco puede el acusado ser condenado exclusivamente mediante
declaraciones testificales de coinvestigados o de testigos indirectos.
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Para que un documento sumarial pueda excepcionalmente ser valorado como prueba por el
tribunal sentenciador es necesario que:
• el objeto que contiene se reproduzca en el juicio oral a través de la correspondiente prueba
personal,
• se ratifiquen en su contenido sus autores y se dé lectura, para su confrontación, al
documento sumarial,
• permitiendo a las partes la posibilidad de contradecirlo en dicho acto.
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➢ NORMATIVA
El derecho a los recursos se encuentra previsto en el Protocolo nº.7 al CEDH, conforme al cual
«toda persona declarada culpable de una infracción penal por un tribunal tendrá derecho a que
la declaración de culpabilidad o la condena sea examinada por un órgano jurisdiccional superior.
El ejercicio de ese derecho, incluido los motivos por los que podrá ejercerse, se regularán por la
ley». Así lo ha reiterado también el TC, declarando que el derecho a los recursos está
implícitamente recogido en el «derecho a la tutela», si bien ninguna dificultad surgiría a la hora
de tipificarlo en el derecho a un «proceso con todas las garantías».
➢ ÁMBITO DE APLICACIÓN
La primera nota que cabe señalar es que su ámbito de aplicación se ciñe al procedimiento penal,
por lo que no es directamente invocable en otros órdenes jurisdiccionales, con respecto a los
cuales «el legislador puede configurar libremente el sistema de recursos, estableciendo los
supuestos en los que cada uno de ellos procede y los requisitos que han de cumplirse en su
formalización». Pero, en el proceso penal, dicho derecho fundamental es predicable en todos
ellos, incluido el juicio de delitos leves.
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En segundo lugar, el referido derecho a los recursos tan sólo puede ser reclamable contra las
sentencias de condena («fallo condenatorio») y no contra otras resoluciones que, como es el caso
de los autos de sobreseimiento, ponen fin al proceso.
En tercer lugar, el titular de dicho derecho es el «condenado» por una Sentencia penal, razón por
la cual no le asiste, ni al responsable civil, ni al acusador popular o particular.
Sin embargo, faltaba una reforma procesal que instaurase el derecho a la segunda instancia
penal, la cual se ha convertido en realidad con la reciente reforma de nuestra LECrim: art. 846
ter.
➢ CONTENIDO
Según la doctrina del TC, el contenido de dicho derecho se reduce a someter a un Tribunal
superior el fallo condenatorio y la pena, «conforme a lo prescrito por la Ley», de tal suerte que
hay que estimarlo cumplido si al recurrente se le permite el acceso a la instancia legalmente
preestablecida o el ejercicio de los recursos establecidos en la Ley. Por ello, no infringe este
derecho fundamental el caso de las personas aforadas del TS, contra cuya sentencia no cabe la
interposición de recurso alguno, ni vulnera al art. 24 CE la condena emitida por un Tribunal
superior, cuando revoca una absolución efectuada por el órgano de instancia.
Por el contrario, habrá que entender infringido el precepto cuando la Ley no prevea recurso
alguno contra el fallo condenatorio dictado en primera instancia o cuando no se admita el recurso
«de plano» por una defectuosa notificación o mediante la invocación de la ausencia de requisitos
fácilmente sanables, porque el referido derecho conlleva el de la obtención de una sentencia de
fondo en la segunda instancia, así como el de ser citado y poder comparecer en ella,
garantizándosele al recurrente la asistencia de abogado.
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LECCIÓN 6
LOS PRESUPUESTOS PROCESALES DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL: (I)
JURISDICCIÓN, COMPETENCIA OBJETIVA Y FUNCIONAL
➢ LÍMITES OBJETIVOS
Los órganos judiciales integrantes del orden penal extienden su conocimiento a los procesos de
índole penal que se lleven a cabo para el enjuiciamiento de aquellos comportamientos o
conductas tipificadas como delito en el Código Penal y leyes penales especiales y realizadas
dentro de la Jurisdicción del Estado español.
Se exceptúan, sin embargo, del conocimiento de los tribunales ordinarios los hechos ilícitos
constitutivos de delito (o delito leve) que correspondan a la Jurisdicción militar, que conforma la
única jurisdicción especial que constitucionalmente legitima su subsistencia, siempre y cuando,
limite su actuación al «ámbito estrictamente castrense».
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➢ LÍMITES TERRITORIALES
Al constituir la Jurisdicción una emanación de la soberanía popular, su extensión viene
determinada por el territorio mismo, de tal suerte que «en el orden penal corresponderá a la
jurisdicción española el conocimiento de las causas por delitos y faltas cometidos en territorio
español o cometidos a bordo de buques o aeronaves españoles, sin perjuicio de lo previsto en los
tratados internacionales en los que España sea parte» (art. 23.1 LOPJ).
Se contemplan tres fueros extraterritoriales:
➔ Fuero de la nacionalidad
De conformidad con el denominado principio de nacionalidad, nuestros Juzgados y Tribunales
penales también podrán conocer de delitos tipificados en nuestro ordenamiento penal, como
cometidos fuera del territorio nacional, cuando los penalmente responsables fueran españoles o
extranjeros que hubieran adquirido la nacionalidad española con posterioridad a la comisión del
hecho y concurrieran los siguientes requisitos:
❖ Que el hecho sea punible en el lugar de ejecución, salvo que, en virtud de un Tratado
internacional o de un acto normativo de una Organización internacional de la que España
sea parte, no resulte necesario dicho requisito, sin perjuicio de lo dispuesto en los
apartados siguientes.
❖ Que el ofendido o el Ministerio Fiscal interpongan querella ante los Tribunales españoles.
❖ Que el presunto autor del hecho delictivo no haya sido absuelto, indultado o penado en
el extranjero, o, en este último caso, no haya cumplido la condena. Si sólo la hubiere
cumplido en parte, se le tendrá en cuenta para rebajarle proporcionalmente la que le
corresponda.
➔ Fuero de la tutela estatal
No obstante, la extraterritorialidad de la comisión del delito y con independencia de la
nacionalidad de su presunto autor, el art. 23.3 LOPJ atribuye a la jurisdicción española el
conocimiento de:
• los más graves delitos contra el Estado o la Corona,
• falsificación de moneda española, así como cualquier otra falsificación que perjudique
directamente el crédito o interés del Estado,
• atentados contra autoridades o funcionarios públicos españoles,
• delitos cometidos por funcionarios públicos en el extranjero, contra el control de
cambios, etc.
➔ Fuero de la «jurisdicción universal»
El art. 23.4 LOPJ consagra el principio de universalidad, según el cual la jurisdicción penal
española es competente para el conocimiento de determinados delitos que lesionan bienes
jurídicos que afectan a la Comunidad Internacional en su conjunto, razón por la cual pueden ser
perseguidos por cualquier Estado, cualquiera que sea la nacionalidad del delincuente y el lugar
de su comisión.
Con la modificación operada por la LO 1/2014 la justicia universal se puede sintetizar en los
siguientes aspectos esenciales:
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• en primer lugar, se amplía la lista de delitos que, cometidos fuera del territorio nacional,
son susceptibles de ser perseguidos por la jurisdicción española.
• En segundo, se restringe el ejercicio de la jurisdicción universal a la concurrencia de
determinados requisitos de conexión con el hecho delictivo, tales como que el presunto
responsable del ilícito penal sea español o extranjero con residencia habitual en España
o que el procedimiento se dirija contra un extranjero que se encontrara en España y cuya
extradición hubiera sido denegada por nuestras autoridades o que la víctima fuera
española.
• En tercero, de conformidad con la jurisprudencia constitucional y del Tribunal Supremo,
se refuerza el carácter subsidiario de la jurisdicción universal, excluyendo la jurisdicción
de los Tribunales españoles, cuando ya se hubiese iniciado un procedimiento en un
Tribunal Internacional o por la jurisdicción del país en que hubieran sido cometidos los
hechos delictivos o de nacionalidad de la persona a que se impute su comisión, en estos
dos últimos casos siempre que la persona a que se imputen los hechos no se encuentre
en España o, estando en España, vaya a ser extraditado a otro país o transferido a un
Tribunal Internacional, en los términos y condiciones que se establecen.
• En cuarto, se suprime el ejercicio de la acusación popular, exigiéndose como requisito de
perseguibilidad la previa interposición de querella por el agraviado o por el Ministerio
Fiscal.
➢ LÍMITES SUBJETIVOS
Gozan de la prerrogativa de la inviolabilidad las siguientes personas:
• el Rey, de forma absoluta;
• los diputados y senadores, por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones
y durante el período de su mandato;
• los diputados del Parlamento Europeo, en términos semejantes a los anteriores;
• los Parlamentarios de las Comunidades Autónomas, en los términos expresados en los
respectivos Estatutos de Autonomía;
• el Defensor del Pueblo y sus adjuntos, por las opiniones que efectúen en el ejercicio de
sus funciones;
• los Magistrados del Tribunal Constitucional, por las opiniones expresadas en el ejercicio
de sus funciones.
Asimismo, el art. 21.2 LOPJ reconoce inmunidad de Jurisdicción a los extranjeros «establecidos
en normas de Derecho Internacional Público», es decir, los Jefes de Estado extranjeros,
diplomáticos, miembros de las misiones acreditadas ante los distintos organismos de las
Naciones Unidas, miembros del Consejo de Europa, eurodiputados, representantes de los
Estados miembros de la OTAN, etc.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
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DERECHO PROCESAL PENAL II
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DERECHO PROCESAL PENAL II
• Delitos cometidos fuera del territorio nacional, cuando conforme a las leyes o a los
tratados corresponda su enjuiciamiento a los Tribunales españoles.
• De cualquier otro asunto que le atribuyan las Leyes de entre los que se encuentran
el conocimiento de los delitos de terrorismo
• De los procedimientos de decomiso autónomo por los delitos para cuyo
conocimiento sean competentes
De los procedimientos penales iniciados en el extranjero, de la ejecución de las sentencias
dictadas por Tribunales extranjeros o del cumplimiento de pena de prisión, cuando en
virtud de un tratado internacional corresponda a España la continuación de un
procedimiento penal iniciado en el extranjero, la ejecución de una sentencia penal
extranjera o el cumplimiento de una pena o medida de seguridad privativa de libertad.
De las cuestiones de cesión de jurisdicción en materia penal derivadas del cumplimiento
de tratados internacionales en los que España sea parte.
Del procedimiento para la ejecución de las ordenes europeas de detención y entrega y de
los procedimientos judiciales de extradición pasiva, sea cual fuere el lugar de residencia o
en que hubiese tenido lugar la detención del afectado por el procedimiento.
Los Juzgados de Violencia sobre la Mujer conocen de las siguientes materias:
De la instrucción de los procesos para exigir responsabilidad penal por los delitos recogidos
en los títulos del Código Penal relativos a homicidio, aborto, lesiones, lesiones al feto,
delitos contra la libertad, delitos contra la integridad moral, contra la libertad e indemnidad
sexuales, contra la intimidad y el derecho a la propia imagen, contra el honor o cualquier
otro delito cometido con violencia o intimidación, siempre que se hubiesen cometido
contra quien sea o haya sido su esposa, o mujer que esté o haya estado ligada al autor por
análoga relación de afectividad, aun sin convivencia, así como de los cometidos sobre los
descendientes, propios o de la esposa o conviviente, o sobre los menores o personas con
la capacidad modificada judicialmente que con él convivan o que se hallen sujetos a la
potestad, tutela, curatela, acogimiento o guarda de hecho de la esposa o conviviente,
cuando también se haya producido un acto de violencia de género.
De la instrucción de los procesos para exigir responsabilidad penal por cualquier delito
contra los derechos y deberes familiares, cuando la víctima sea alguna de las personas
señaladas como tales en la letra anterior.
De la adopción de las correspondientes órdenes de protección a las víctimas, sin perjuicio
de las competencias atribuidas al Juez de Guardia.
Del conocimiento y fallo de los delitos leves contenidos en el título I y II del CP cuando la
víctima sea alguna de las personas enunciadas con anterioridad.
De la instrucción de los procesos para exigir responsabilidad penal por el delito de
quebrantamiento previsto y penado en el art. 468 CP cuando la persona ofendida por el
delito cuya condena, medida cautelar o medida de seguridad se haya quebrantado sea o
haya sido su esposa, o mujer que esté o haya estado ligada al autor por una análoga
relación de afectividad aun sin convivencia, así como los descendientes, propios o de la
esposa o conviviente, o sobre los menores o personas con la capacidad modificada
judicialmente que con él convivan o que se hallen sujetos a la potestad, tutela, curatela,
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DERECHO PROCESAL PENAL II
En la Villa de Madrid, con jurisdicción en toda España, habrá uno o varios Juzgados Centrales de
lo Penal que conocerán, en los casos en que así lo establezcan las leyes procesales, de las causas
por los delitos a que se refiere el art. 65 (relativos a la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional)
y de los demás asuntos que señalen las leyes. Corresponde asimismo a los Juzgados Centrales de
lo Penal la ejecución de las sentencias dictadas en causas por delito grave o menos grave por los
Juzgados Centrales de Instrucción, y los procedimientos de decomiso autónomo por los delitos
para cuyo conocimiento sean competentes.
Los Juzgados de Menores son competentes para el enjuiciamiento de los hechos tipificados como
delitos en el CP o las leyes penales especiales cometidos por mayores de catorce años y menores
de dieciocho años y de la responsabilidad civil derivada de los mismos.
El Juzgado Central de Menores, con jurisdicción en toda España y sede en la ciudad de Madrid,
conocerá de las causas que le atribuya la legislación reguladora de la responsabilidad penal de
los menores, así como de la emisión y la ejecución de los instrumentos de reconocimiento mutuo
de resoluciones penales en la Unión Europea que le atribuya la ley.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
V. COMPETENCIA FUNCIONAL
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DERECHO PROCESAL PENAL II
Se entiende por competencia funcional los criterios legales de atribución del conocimiento del
objeto procesal en atención a las distintas fases procesales que integran el procedimiento penal:
la fase «declarativa», la de «impugnación» y la de «ejecución».
➢ FASE DECLARATIVA
El proceso penal se descompone en tres fases: la instructora, la intermedia y la de juicio oral.
La instrucción corresponde a los «Juzgados de Instrucción», Centrales de la AN incluidos y, en
determinados delitos, a los Juzgados de Violencia sobre la Mujer.
Con respecto a la fase intermedia, que tiene por objeto decidir acerca de la apertura o no del
juicio oral, cabe distinguir, según la índole del procedimiento:
• en el proceso abreviado, en el del Jurado y en los juicios rápidos es competencia de los
Juzgados de Instrucción;
• pero en el denominado «sumario ordinario» (para los delitos muy graves) dicha
competencia corresponde a la Audiencia Provincial.
La fase de juicio oral es competencia:
• de los Juzgados de Instrucción para los delitos leves,
• de lo Penal para los delitos con pena privativa inferior a los 5 años y de los Tribunales:
• de la Audiencia Provincial y Nacional, que, en función de la naturaleza del hecho punible,
puede constituirse con o sin intervención del Tribunal del Jurado.
El TS ostenta también una competencia residual para el enjuiciamiento de sus aforados.
➢ FASE DE IMPUGNACIÓN
Las Audiencias Provinciales son competentes para el conocimiento de los recursos de apelación
y queja contra las resoluciones dictadas por los Juzgados de Instrucción, Juzgados de Violencia
sobre la Mujer, de lo Penal, de Menores y de Vigilancia Penitenciaria. Cuando se trate de un
recurso contra la Sentencia dictada por los Juzgados de Instrucción en juicio por delitos leves
decide un solo Magistrado de la Audiencia.
Los Tribunales Superiores de Justicia (Sala de lo Civil y de lo Penal) conocen del recurso de
apelación contra los Autos que supongan la finalización del proceso por falta de jurisdicción o
sobreseimiento libre y las sentencias dictadas por las AP en primera instancia. También conocen
del recurso de apelación contra las sentencias dictadas por el Magistrado-presidente del Tribunal
del Jurado, y contra los Autos resolutorios de los artículos de previo pronunciamiento.
La Audiencia Nacional (Sala de lo Penal) conoce de los recursos de apelación y queja contra las
resoluciones de los Juzgados Centrales de Instrucción, del Juzgado Central de lo Penal, del
Juzgado Central de Menores y del Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria.
La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo (Sala 2ª) es competente para el conocimiento del
recurso extraordinario de casación contra las Sentencias dictadas en única instancia o en
apelación por la Sala de lo Civil y Penal de los Tribunales Superiores de Justicia, y contra las
sentencias dictadas por la Sala de Apelación de la Audiencia Nacional.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
➢ EJECUCIÓN
Como regla general, la competencia funcional para conocer del proceso de ejecución
corresponde al órgano jurisdiccional que haya dictado la Sentencia en primera o única instancia.
Se exceptúan de dicha regla:
• la ejecución de las sentencias dictadas por los Jueces de Instrucción y
• el reconocimiento y ejecución de las resoluciones que impongan sanciones pecuniarias
dictadas por autoridades de Estados europeos que hayan de ejecutarse en España, cuya
competencia corresponde a los Juzgados de lo Penal y
• la de las Sentencias dictadas por los Juzgados Centrales de Instrucción que son ejecutadas
por los Juzgados Centrales de lo Penal.
➢ EXAMEN DE OFICIO
La vigencia de la regla de la «improrrogabilidad» de la jurisdicción habilita a los órganos judiciales
a llevar a cabo el examen de oficio de su propia competencia objetiva y funcional en cualquier
estado de las actuaciones.
Así pues, cuando algún Tribunal considere que es competente para el conocimiento de un asunto
que está siendo conocido por un órgano jurisdiccional jerárquicamente inferior, se limitará a
ordenarle, previa audiencia del Ministerio Fiscal y de las partes personadas, que se abstenga de
seguir conociendo y le remita las actuaciones. Si el órgano superior estuviera conociendo del
asunto, y entendiera que la competencia corresponde a uno inferior, procederá a remitirle las
actuaciones, previa audiencia de las partes y del Ministerio Fiscal.
Por el contrario, cuando un órgano inferior entendiera que el conocimiento de las actuaciones
corresponde a un órgano superior, no le está permitido promover cuestión de competencia al
superior, sino tan sólo exponerle, oído el Ministerio Fiscal, las razones que tenga para creer que
le corresponde el enjuiciamiento del asunto.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
➢ DENUNCIA DE PARTE
No solo los órganos judiciales han de velar de oficio por su propia competencia, sino también las
propias partes están autorizadas a denunciar la falta de competencia objetiva y funcional de los
órganos judiciales.
En relación con la fase de instrucción, si en el curso, el Ministerio Fiscal o cualquiera de las partes
entendieran que el Juez Instructor carece de competencia, podrán reclamar ante el Tribunal
superior a quien corresponda, el cual, previo los informes que estime oportunos, resolverá de
plano y sin ulterior recurso.
Dirimido el conflicto por el superior a quien competa, el Letrado de la Administración de Justicia
del Juzgado de Instrucción que deje de actuar remitirá las diligencias practicadas y los objetos
recogidos al declarado competente.
Y en la fase intermedia estas cuestiones de competencia pueden suscitarse, en el sumario
ordinario, como artículo de previo pronunciamiento («declinatoria de jurisdicción») y, en el
proceso penal abreviado, como cuestión previa, en la audiencia previa al juicio
FLORENTINA TUTUNARU 36
DERECHO PROCESAL PENAL II
LECCIÓN 7
LOS PRESUPUESTOS PROCESALES DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL: (II) LA
COMPETENCIA TERRITORIAL Y POR CONEXIÓN
En el orden jurisdiccional penal, con la sola excepción del Tribunal Supremo y la Audiencia
Nacional, que son órganos que extienden su jurisdicción sobre todo el territorio nacional, los
demás órganos jurisdiccionales lo hacen en el ámbito territorial de cada una de las Comunidades
Autónomas (Tribunales Superiores de Justicia), en la demarcación territorial de una Provincia
(Audiencias Provinciales, Juzgados de lo Penal, de Menores y de Vigilancia Penitenciaria), en la de
un Partido Judicial (Juzgados de Instrucción y de Violencia sobre la mujer).
➢ FUERO PREFERENTE
El fuero de aplicación preferente es el del lugar de comisión del hecho delictivo. Así lo establece,
con carácter general, el art. 14 LECrim, que atribuye al Juez de Instrucción, del partido en que el
delito se hubiere cometido, la instrucción de las causas; a los Juzgados de lo Penal y a las
Audiencias Provinciales, de la circunscripción donde el delito fue cometido, el conocimiento y fallo
de las causas por delitos. El fuero común es, pues, el del lugar de la comisión del delito,
entendiéndose por tal, el del resultado de la acción delictuosa.
➢ FUEROS SUBSIDIARIOS
Cuando no conste el lugar en que haya podido cometerse el hecho punible, la competencia
territorial para el conocimiento de la causa corresponde:
La aplicación de estos fueros es siempre subsidiaria, por cuanto tan sólo entran en juego mientras
no exista constancia del lugar de la comisión del delito, de tal manera que, si a lo largo de la
instrucción llegara a constar dicho lugar, se producirá la inhibición de la causa a favor del Juzgado
competente, poniendo a su disposición las personas detenidas y acordando remitir, en la misma
resolución, las diligencias y efectos ocupados.
➢ FUERO ESPECÍFICO
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DERECHO PROCESAL PENAL II
La Ley de Violencia de Género añadió un fuero específico, cual es el del domicilio de la víctima,
sin perjuicio de la adopción de la orden de protección, o de medidas urgentes que pudiera
adoptar el Juez del lugar de comisión de los hechos.
➢ EXAMEN DE OFICIO
De conformidad con lo establecido en el art. 25 LECrim, el Juez o Tribunal que se considere
territorialmente competente para el conocimiento de una causa que está siendo conocida por
otro Juzgado o Tribunal del mismo grado, pero con diferente circunscripción territorial, deberá
reclamar del órgano que considere incompetente el conocimiento del asunto, mediante el
oportuno requerimiento de inhibición.
En función del procedimiento, la actuación de oficio, de los órganos judiciales puede producirse
en distintos momentos:
❖ En la fase de instrucción de un proceso penal por delito, los Juzgados de Instrucción podrán
promoverla en cualquier momento de dicha fase;
❖ En la fase de enjuiciamiento o juicio oral, los Juzgados de lo Penal, las Audiencias
Provinciales o la Sala de lo Penal de los TSJ podrán promover la competencia durante la
sustanciación del juicio, lo que habrá de acontecer antes del inicio de las sesiones.
➢ DENUNCIA DE PARTE
En el proceso penal el MF y las partes personadas disponen de dos causes para denunciar la falta
de competencia territorial de un órgano judicial:
• la inhibitoria, que se deduce ante el órgano que no está conociendo de la causa y, sin
embargo, se reputa competente,
• y la declinatoria, que se propone ante el Juez o Tribunal que está conociendo de la causa
y que la parte considera incompetente.
En el procedimiento abreviado, se prevé expresamente que, cuando un Tribunal o Juzgado
reclamare el conocimiento de una causa que otro tuviere, y haya duda acerca de cuál de ellos es
FLORENTINA TUTUNARU 38
DERECHO PROCESAL PENAL II
el competente, pondrán el hecho sin delación, en conocimiento del superior jerárquico, para que
dicho superior, tras oír al Fiscal y a las demás partes personadas en comparecencia que se
celebrará en las 24 horas siguientes, decidida en el acto lo que estime procedente, sin ulterior
recurso.
En el procedimiento común o por delitos graves, la declinatoria se propondrá como artículo de
previo pronunciamiento y, en el abreviado, se propondrá en los escritos de acusación y defensa,
resolviéndose sobre ella en el comienzo de las sesiones del juicio oral.
➢ CONCEPTO
El art. 17 LECrim dispone que «cada delito dará lugar a la formación de una única causa. No
obstante, los delitos conexos serán investigados y enjuiciados en la misma causa cuando la
investigación y la prueba en conjunto de los hechos resulten convenientes para su esclarecimiento
y para la determinación de las responsabilidades procedentes salvo que suponga excesiva
complejidad o dilación para el proceso».
Lo que establece este precepto es que, a fin de evitar la infracción de la prohibición del “non bis
in ídem” y por razones de economía procesal, los delitos conexos han de ser enjuiciados en un
mismo proceso, ante el mismo Juzgado que instruye el delito principal aunque, con respecto a
los conexos, no sea territorialmente competente.
➢ DELITOS CONEXOS
Los delitos conexos son susceptibles de ser clasificados atendiendo a las siguientes categorías:
Son delitos conexos por razones subjetivas:
• los cometidos simultáneamente por dos o más personas reunidas;
• los cometidos por dos o más personas en distintos lugares o tiempos si hubiera precedido
concierto para ello, y
• los cometidos por diversas personas cuando se ocasionen lesiones o daños recíprocos.
Son delitos conexos por razones objetivas:
• los cometidos como medio para perpetrar otros, o facilitar su ejecución;
• los delitos cometidos para procurar la impunidad de otros delitos, y
• los delitos de favorecimiento real y personal y el blanqueo de capitales respecto al delito
antecedente.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
Conexidad mixta o analógica. Por último, los delitos que no sean conexos, pero hayan sido
cometidos por la misma persona y tengan analogía o relación entre sí, cuando sean de la
competencia del mismo órgano judicial, podrán ser enjuiciados en la misma causa, a instancia
del MF, si la investigación y la prueba en conjunto de los hechos resulta conveniente para su
esclarecimiento y la determinación de las responsabilidades procedentes, salvo que suponga
excesiva complejidad o dilación para el proceso.
La existencia de dos o más delitos que presenten algún nexo o elemento común provoca el
enjuiciamiento conjunto de todas las conductas punibles en un solo proceso, pero también
puede producir una alteración de los criterios de atribución de la competencia, tanto objetiva
como territorial, en el supuesto de que los varios delitos a acumular fueran de la competencia de
distintos órganos jurisdiccionales.
Competencia objetiva
FLORENTINA TUTUNARU 40
DERECHO PROCESAL PENAL II
• El que primero comenzare la causa en el caso de que a los delitos esté señalada igual
pena.
• El que la Audiencia de lo criminal o el Tribunal Supremo en sus casos respectivos
designen, cuando las causas hubieren empezado al mismo tiempo, o no conste cual
comenzó primero.
No obstante lo anterior, será competente para conocer de los delitos conexos cometidos por dos
o más personas en distintos lugares, si hubiera precedido concierto para ello, con preferencia a
los indicados en el apartado anterior, el juez o tribunal del partido judicial sede de la
correspondiente Audiencia Provincial, siempre que los distintos delitos se hubieren cometido en
el territorio de una misma provincia y al menos uno de ellos se hubiera perpetrado dentro del
partido judicial sede de la correspondiente Audiencia Provincial.
En los casos de delitos cometidos por menores en diferentes territorios, la determinación del
órgano judicial competente para el conocimiento de todos ellos se efectuará teniendo en cuenta,
con carácter preferente, el lugar del domicilio del menor y, subsidiariamente, los criterios
establecidos en el art. 18 LECrim.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
LECCIÓN 8
LOS PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
II. CLASES
En nuestro proceso penal, cabe el simultáneo ejercicio de la acción penal y de la civil derivada
del delito, de modo que, una primera sistematización de las partes ha de distinguir las partes
«penales», de las «civiles»:
➢ PENALES
Son partes penales, quienes deducen la pretensión y quienes se oponen a ella. A las partes activas
se las denomina «partes acusadoras» y a la pasiva, el investigado, en la instrucción; y encausado
o «parte acusada», en el juicio oral.
• Partes acusadoras EXAMEN
Junto al Ministerio Fiscal, pueden comparecer diversos querellantes, que, en relación con la
titularidad del bien jurídico protegido por la norma penal, pueden clasificarse en:
Acusadores populares. Reciben esta denominación los ciudadanos que, sin ser ofendidos por el
delito, deciden ejercitar, «quivis ex populo», la acción penal en forma de querella. Estos son
titulares del derecho del 125 CE, por ese motivo no pueden interponer recurso de amparo.
Los requisitos son ser español y que no hayan sido condenados dos veces delito de denuncia o
querella calumniosa, declarando incompatibles para el ejercicio de esta acción a los Jueces y
Magistrados.
En la acción penal popular, la legitimación activa se confunde con la capacidad civil para ser parte
y de actuación procesal. A fin de prevenir las responsabilidades en las que pudieran incurrir como
consecuencia de un irresponsable o torticero ejercicio de la acción penal, han de satisfacer
fianza.
Acusadores particulares. Los acusadores particulares son quienes, por ostentar la titularidad del
bien jurídicamente protegido por la norma penal y ser sujetos pasivos del delito, pueden acceder
al proceso en su cualidad de «ofendidos» por el delito. Estos son titulares del derecho del 24 CE,
por ese motivo si pueden interponer recurso de amparo.
El derecho a la querella del ofendido, se manifiesta como un derecho a que se incoe un proceso
penal, si la acción es penalmente típica y se ha determinado o es susceptible de determinación
su responsabilidad penal, pero no a obtener la condena del investigado. Sí le asiste, el derecho a
obtener el sobreseimiento del proceso, si también lo solicita el Ministerio Fiscal.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
La forma de dicho acceso puede ser originaria, mediante la interposición de una querella o
adhesiva, a través del ofrecimiento de acciones o de la personación del ofendido dentro de la
fase instructora, sin que se le pueda constreñir al pago de fianza alguna.
Tratándose de delitos semipúblicos o privados, el ofendido es además titular de una acción penal
privada, por cuanto ostenta también el derecho a la no persecución penal del delito, que pueden
ejercitar al inicio del proceso, decidiendo acerca de su incoación, denunciando o no su comisión,
o poniéndole término anormalmente mediante el perdón. En tales supuestos, el ofendido, recibe
la denominación de «acusador privado».
• Partes acusadas
La parte acusada es el investigado, quien recibe la denominación de «encausado», cuando ha
sido imputado judicialmente y la de «acusado», cuando se ha ejercitado, contra él, la pretensión
penal mediante el escrito de acusación o de calificación provisional, presentado por las partes
acusadoras. A dicho investigado se le conoce también bajo la denominación de «procesado»,
cuando el Juez de Instrucción, en el sumario ordinario, dicte, contra él, el «auto de
procesamiento».
En la actualidad pueden ser investigados, tanto las personas físicas, cuanto las jurídicas:
o Las personas jurídicas. La reforma del CP de 2015 recoge la excepción de responsabilidad
penal, art. 31 bis.
Pero la responsabilidad de las personas jurídicas no es equiparable a la de las personas físicas,
por cuanto: tan sólo es predicable de las personas jurídico-privadas, ya que las personas jurídico-
públicas están exentas de responsabilidad penal y, además, dicha responsabilidad penal
únicamente puede suceder en la comisión de delitos para los que está prevista, listado numerus
clausus.
Por lo demás, a las personas jurídicas no se les puede instar la aplicación de la totalidad de las
penas del CP, sino tan sólo las que se cohonesten con su naturaleza. En particular, no se les puede
irrogar la pena privativa de libertad, sino exclusivamente determinadas penas limitativas de
derechos, de entre las que cabe mencionar la pena tipo de multa, su disolución o suspensión, la
clausura de sus locales y actividades, la condena de futuro a realizarlas, la inhabilitación para
obtener subvenciones y ayudas públicas o para contratar en el sector público o la intervención
judicial de la empresa. La extinción de la responsabilidad penal de la persona física autora del
hecho, no extingue la de la persona jurídica. Por ello, puede afirmarse que la capacidad para ser
parte y de actuación procesal penal de las personas jurídicas privadas, es relativa o limitada a
la presunta comisión de los referidos delitos.
Su régimen de intervención procesal es el siguiente:
❖ La citación para su primera comparecencia se efectuará en el domicilio social de la persona
jurídica, requiriéndola para que designe Abogado y Procurador
❖ Dicha comparecencia se efectuará con el representante que la persona jurídica designe,
acompañado de su Abogado o exclusivamente con este último.
❖ El Juez informará al representante el hecho investigado, dándole traslado del escrito de
denuncia o querella.
❖ El representante legal podrá intervenir en los actos de prueba anticipada
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➢ CIVILES
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DERECHO PROCESAL PENAL II
Son partes civiles quienes puedan sufrir los efectos materiales de cosa juzgada del fallo civil de la
Sentencia penal. Para que ello suceda es necesario, en primer lugar, que el hecho punible haya
ocasionado un daño en la esfera patrimonial del algún sujeto del Derecho y, en segundo, que el
perjudicado no haya renunciado o reservado el ejercicio de la acción civil en el proceso
declarativo civil correspondiente. Tales partes pueden ser activas o pasivas:
• Activas
La parte civil activa es el perjudicado, es decir, quien ha sufrido en su esfera patrimonial o moral
los daños producidos por la comisión del delito, siendo titular, frente al responsable civil, de un
derecho de crédito, bien nacido a título de culpa, bien por la simple existencia de una
responsabilidad civil objetiva que pudiera surgir con ocasión de la comisión del delito.
Mas, puede ocurrir que, por imperativo de la Ley, o por obra de la autonomía de la voluntad de
las partes, la responsabilidad civil se desplace hacia un tercero. En estos casos, también el tercero
ostenta legitimación originaria para defenderse frente a la pretensión civil de resarcimiento. Pero
la legitimación del tercero civil responsable queda limitada a la determinación y «quantum» de
la indemnización, sin que pueda discutir la fuente de la obligación, es decir, la existencia o no del
delito y de la responsabilidad penal
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DERECHO PROCESAL PENAL II
• Actor civil
Según lo dispuesto en el Acuerdo no jurisdiccional de la Sala de lo Penal del TS «cuando la entidad
aseguradora tenga concertado un contrato de seguro con el perjudicado por el delito y satisfaga
cantidades en virtud de tal contrato, sí puede reclamar como actor civil y frente al responsable en
el seno del proceso penal que se siga contra el mismo, subrogándose en la posición del
perjudicado». Así, la Compañía aseguradora podrá, subrogándose en la posición de perjudicado,
comparecer en el proceso penal, como actor civil, para exigir del responsable el pago de lo
debido.
• Responsable civil
El supuesto más frecuente de intervención en el proceso penal de las entidades aseguradoras
sucede en su calidad de responsable civil, dimanante de la ejecución de su contrato de seguro, la
cual puede ser directa y subsidiaria, en cuyo caso podrá dirigirse la acción contra ambos
responsables. En tal caso, hay que diferenciar su postulación derivada de un seguro voluntario,
de otro obligatorio porque su régimen procesal es distinto.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
negación, con respecto a las entidades aseguradoras, de su derecho a un proceso justo o debido
que el art. 24 CE proclama con respecto a todos, tanto a las personas físicas, cuanto las jurídicas.
Como órgano imparcial que es, el Ministerio Fiscal, si bien no puede ser recusado, ha de
abstenerse por las mismas causas de pérdida de imparcialidad que rigen para los jueces y
magistrados, debiendo actuar en la esfera del proceso con plena objetividad e independencia.
En su calidad también de defensor de la legalidad, ha de actuar, tanto instando la condena del
culpable, como la absolución del inocente, por lo que a él se le extiende la obligación de informar
al investigado de todas las circunstancias, así adversas, como favorables, ha de prevenir la
comisión de detenciones ilegales, pudiendo interponer un «habeas corpus» cuando considere
que alguna persona ha sido ilegítimamente detenida; debe solicitar el sobreseimiento, si aprecia
que no existen méritos necesarios para instar la apertura del juicio oral y está autorizado, en el
juicio oral, a retirar la acusación si estima que no existe responsabilidad penal alguna en la
conducta del encausado.
FLORENTINA TUTUNARU 47
DERECHO PROCESAL PENAL II
El Ministerio Fiscal no es titular del derecho a la tutela judicial efectiva; antes bien, cumple con
la obligación jurídico-pública, dimanante de su relación de sujeción que le vincula con el Estado,
consistente en ejercitar la acción penal, que, en nuestro proceso penal, también es
«oficial». Ello, no obstante, la legitimación del Ministerio Fiscal siempre es originaria y en calidad,
por tanto, de parte principal, razón por la cual puede impugnar, con independencia, las
resoluciones judiciales.
De dicha regla, hay que exceptuar, sin embargo, los supuestos en que el Ministerio Fiscal actúa
en defensa de menores o de personas «desvalidas», en la que el Ministerio Fiscal ejercita una
legitimación derivada que bien puede calificarse de «representativa». Pero, si actúa como
defensor judicial del menor la legitimación es originaria.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
LECCIÓN 9
LAS CUESTIONES PREJUDICIALES
➔ Las cuestiones prejudiciales han de ser relevantes para el enjuiciamiento del objeto procesal,
esto es, de la pretensión penal, con respecto a la cual guardan una conexión o dependencia.
Se diferencian así, las cuestiones prejudiciales de los meros argumentos jurídicos de la
pretensión. En el caso de las cuestiones prejudiciales lo que se somete a valoración ha de ser
imprescindible o necesaria para la correcta integración del objeto procesal, sin la cual el
tribunal decisor no podría resolver jurídicamente la pretensión penal.
➔ Tales hechos, que integran un título de imputación o fundamentan una pretensión, precisan
de una valoración jurídica con arreglo a normas del Derecho material y consiguiente
declaración jurisdiccional, previa e independiente de la pretensión principal.
➔ la competencia para valorar con arreglo a las normas del correspondiente Derecho material
ha de corresponder, como regla general al tribunal del orden jurisdiccional competente,
pues, tan sólo a los tribunales integrados en su orden jurisdiccional les corresponde el
conocimiento de las cuestiones que les son propias. Pero, de dicha regla general, hay que
excluir las cuestiones prejudiciales «incidentales» que, constituyen la regla general en el
proceso penal y cuya resolución en Sentencia no ha de producir efecto alguno de cosa
juzgada, ni siquiera el prejudicial.
FLORENTINA TUTUNARU 49
DERECHO PROCESAL PENAL II
• Naturaleza y fundamento
El fundamento de las cuestiones prejudiciales reside en el principio constitucional de
«seguridad jurídica» y su corolario la «inmutabilidad» de las Sentencias.
Pero el fundamento inmediato de la prejudicialidad consiste en la prevención de los efectos
perjudiciales de la cosa juzgada, ya que, si los tribunales decidieran las cuestiones prejudiciales
a su antojo, sin respeto a las normas de jurisdicción y de competencia, se vulneraría, en último
término, el principio «non bis in idem», que se encuentra implícito en el principio constitucional
de legalidad.
➢ CLASES
Las cuestiones prejudiciales pueden ser sistematizadas atendiendo a su naturaleza y efectos en:
• Heterogéneas y homogéneas
Son homogéneas las que se rigen por las normas del Derecho penal y son heterogéneas las que
han de decidirse con arreglo a normas distintas de este sector del ordenamiento.
En la práctica forense la inmensa mayoría de las cuestiones prejudiciales que se plantean son
heterogéneas.
• Devolutivas e incidentales
Atendiendo a los efectos procesales que en el proceso principal ha de producir el planteamiento
de una cuestión prejudicial, pueden clasificarse en devolutivas y suspensivas e incidentales o no
suspensivas.
Devolutivas. Las cuestiones prejudiciales devolutivas son las que, con suspensión del proceso
penal, han de remitirse o plantearse, para su decisión definitiva, ante el tribunal del orden
jurisdiccional competente. El requisito imprescindible, que hay que cumplir la cuestión
prejudicial devolutiva, estriba en que sea «relación heterogénea de antijuridicidad», el cual nos
indica en qué supuestos, por ser determinante la cuestión de la culpabilidad o inocencia, debe el
tribunal penal deferir su conocimiento al tribunal civil o administrativo competente.
No devolutivas. Las no devolutivas son las que pueden ser conocidas incidentalmente por el
tribunal penal. Como regla general las cuestiones prejudiciales son siempre no devolutivas.
➢ TRATAMIENTO PROCEDIMENTAL
• Incidentales
Todas las cuestiones prejudiciales son «de fondo» y han de ser enjuiciadas junto con el objeto
procesal. Por esta razón, el tratamiento procedimental de las cuestiones prejudiciales no
devolutivas no constituye problema alguno: serán tratadas por el órgano jurisdiccional de
enjuiciamiento a la hora de dictar la sentencia, integrando la correspondiente cuestión jurídica,
que, en dicha resolución habrá de motivarse, y ello, sin perjuicio de que también previamente el
Juez de instrucción haya de tomarlas en consideración a la hora de dictar un acto de imputación
o una medida cautelar, que siempre conlleva un juicio de imputación y, con él, la exigencia de
integración de la conducta.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
• Devolutivas
De conformidad con lo dispuesto en el art. 4, «el Tribunal de lo criminal suspenderá el
procedimiento hasta la resolución de aquélla por quien corresponda; pero puede fijar un plazo,
que no exceda de dos meses, para que las partes acudan al Juez o Tribunal civil o contencioso-
administrativo competente. Pasado el plazo sin que el interesado acredite haberlo utilizado, el
secretario judicial, mediante diligencia, alzará la suspensión y continuará el procedimiento».
La suspensión del procedimiento. El art. 4 LECrim faculta al Tribunal a conceder a las partes un
plazo no superior a dos meses, para el ejercicio, por la parte interesada, del derecho de acción
ante el tribunal del orden jurisdiccional competente, finalizado el cual, sin haber promovido el
oportuno proceso civil o administrativo, podrá el Tribunal extender su conocimiento a la cuestión
prejudicial. Naturalmente, la posibilidad de ejercicio del derecho de acción queda supeditada a
la ausencia de «prescripción» del derecho subjetivo material o de «caducidad» del propio
derecho de acción.
Planteamiento de la cuestión. Al entrañar la cuestión devolutiva un problema de
«jurisdicción» o de orden jurisdiccional competente para su enjuiciamiento, este presupuesto
procesal debe de ser examinado de oficio y así lo concibe el art. 4, al obligarle a suspender el
procedimiento para que la parte interesada pueda plantearla ante el tribunal competente. Pero
también puede la parte interesada suscitar el planteamiento de la cuestión devolutiva en
cualquier estadio del procedimiento, toda vez que la ausencia de Jurisdicción o de competencia
del Juez de Instrucción, de lo Penal o de la Audiencia Provincial produciría un acto nulo por exceso
de Jurisdicción y, en cuanto tal, examinable de oficio en cualquier estadio procesal. Una vez
denunciada ante el órgano penal su incompetencia para conocer de la cuestión devolutiva,
deberá suspender el procedimiento penal hasta tanto recaiga sentencia firme en el proceso civil
o administrativo. Si no lo hiciera así o si, suspendiendo el procedimiento, dictara sentencia de
condena, por haber resuelto la cuestión en sentido desfavorable al encausado y contradictorio
con el pronunciamiento del órgano civil o administrativo, podrá la parte interesada interponer
recurso de casación.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
LECCIÓN 10
EL DERECHO DE ACCIÓN PENAL
El derecho de acción penal es un derecho fundamental, que asiste a todos los sujetos de derecho,
y se ejercita mediante la puesta en conocimiento del Juez de Instrucción de una notitia criminis,
haciendo surgir en el órgano jurisdiccional la obligación de dictar una resolución motivada y
fundada sobre su inadmisión o sobre la finalización del proceso penal.
De lo anterior, se infieren las siguientes notas esenciales:
FLORENTINA TUTUNARU 52
DERECHO PROCESAL PENAL II
Las acciones privadas, a su vez, se pueden subdividir en dimanantes de un delito público, en cuyo
caso pueden ser iniciales o adhesivas o procedentes de un delito semipúblico o privado, en cuyo
caso tales acciones bien pueden denominarse privadas exclusivas, pues, en ellas, el ofendido
ostenta la titularidad de la acción penal o, si se prefiere, el más absoluto derecho a la no incoación
del proceso.
➢ CONTENIDO
La acción penal se ejercita mediante la puesta en conocimiento de un órgano jurisdiccional de
una «notitia criminis». Así se infiere de lo dispuesto en el art. 100 LECrim, según el cual «de todo
delito nace acción penal para el castigo del culpable».
Por consiguiente, otros tipos de ilícitos, tales como los administrativos sancionadores o los civiles,
no pueden ser determinados en el proceso penal. Cuando esto ocurra, puede el juez rechazar
una denuncia o una querella por falta de tipicidad.
➢ FORMA
De conformidad con un sector mayoritario de la doctrina y de la jurisprudencia, la acción penal
tan solo se ejercita mediante la forma de querella.
Nuestro ordenamiento procesal conoce otros modos de iniciación del proceso penal, cuales son
la denuncia y la incoación de oficio. Pero el ejercicio de la denuncia, ni conlleva la obligación de
inadmitirla mediante resolución motivada, ni el juez está obligado a notificar esta resolución al
denunciante, por lo que, si el particular desea que el juez sea escrupuloso con el cumplimiento
del derecho a la tutela debe ejercitar la acción en forma de querella.
En el caso de la incoación de oficio, es obvio que no se trata de ejercicio alguno del derecho de
acción que, en tanto que derecho fundamental, tan solo asiste a los particulares frente a los
poderes públicos. De aquí que no pueda resultar casual que la ley prohíba el ejercicio de la acción
penal a jueces y magistrados y de aquí también que la LECrim establezca que el LAJ ponga en
conocimiento inmediato, del Ministerio Fiscal de la respectiva Audiencia, la sospecha de comisión
del delito a fin de que sostenga la pretensión penal.
FLORENTINA TUTUNARU 53
DERECHO PROCESAL PENAL II
➢ OBJETO
El objeto de la acción penal consiste en, provocar la incoación del proceso penal en orden a
obtener una resolución motivada y fundada que ponga fin al procedimiento.
El derecho de acción penal, tal y como el TC tiene afirmado, es un mero «ius ut procedatur», no
un derecho a la condena penal, ni a la apertura en cualquier caso del juicio oral, sino a la incoación
del procedimiento, si fuera verosímil y típica la sospecha de la comisión del delito.
Pero, si el juez opta por una resolución inadmisoria de la querella, de archivo o de
sobreseimiento, al incidir en un derecho fundamental, como lo es el de la tutela, ha de cumplir
con las exigencias del principio de proporcionalidad, siendo la primera la del deber de
motivación. Dicha resolución no puede consistir en una formula totalmente impresa; antes, al
contrario, en ella habrá de fundamentar la resolución inadmisoria en los supuestos previstos en
la Ley. En particular, si se trata de la invocación de la ausencia de tipicidad, habrá de determinar
los requisitos del tipo que no concurren en la fundamentación fáctica de la querella.
II. MODALIDADES
En nuestro ordenamiento procesal cabe distinguir dos tipos de acciones: las públicas o populares
y las privadas.
➢ LA ACCIÓN POPULAR
El art. 101 consagra el principio de publicidad que, en nuestro ordenamiento procesal, no implica
tan solo el de oficialidad de la acción penal o el de que ha de ser ejercitada por un órgano
imparcial como lo es el Ministerio Público, sino también el de que la acción penal es privada y
popular y de que, por tanto, asiste a todo ciudadano «quivis ex populo», aun cuando no haya sido
ofendido por el delito.
Así, ante la comisión de un delito público, cualquier ciudadano no ofendido por la acción
delictuosa puede ejercitar la acción penal popular, a través de la presentación en el Juzgado de
la oportuna querella, en cuyo caso se convierte en parte acusadora, en paridad de armas con el
Ministerio Público y con el acusador particular o sujeto pasivo del delito.
Pero, el ejercicio de la acción popular se circunscribe al de la acción penal, sin que pueda
extenderse al de la acción civil derivada del delito. La razón de esta limitación es clara: al no
ostentar el acusador popular relación alguna con el hecho punible y no soportar, por tanto,
perjuicio alguno en su esfera patrimonial, ni tiene interés legítimo o directo para reclamar la
reparación de los efectos lesivos de carácter patrimonial, ni le asiste legitimación para solicitar
una condena en costas. De dicha regla general, hay que exceptuar los supuestos en los que el
acusador popular sea simultáneamente portador de «intereses difusos».
Sujetos
La acción penal popular, en principio, aparece reservada a los ciudadanos españoles, por lo que,
quedarían excluidos de su ejercicio los extranjeros y las personas jurídicas.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
Extranjeros. Los extranjeros carecen de capacidad para el ejercicio de la acción popular, sin que
deban reputarse como tales los ciudadanos de la Unión Europea.
Personas jurídicas: acción popular y acción colectiva. En el ejercicio de la acción popular por
parte de las personas jurídicas se hace conveniente distinguir los supuestos en los que la persona
jurídica o incluso el ente sin personalidad sean portadores de intereses difusos. Este es el caso,
por ejemplo, de los miembros de etnias, colectivos de extranjeros frente a delitos relacionados
con la xenofobia o racismo o el ejercicio de la acción penal en defensa de los consumidores.
A tales personas no se les debe exigir fianza, pues, no se trata, en pureza de auténticos
acusadores populares, ya que ostentan una cierta legitimación originaria, lo que les habilita,
además, para el ejercicio de la acción civil en el interés de los perjudicados cuya defensa «ex
lege» están llamados a desempeñar en el proceso.
Forma
La acción popular ha de utilizarse mediante querella, a la que el Juez podrá exigir la prestación
de fianza, la cual habrá de ser siempre proporcionada con el patrimonio del querellante. Aun
cuando el acusador popular no puede ejercitar la acción penal adhesiva, la jurisprudencia del TS
permite también la entrada en la causa del acusador popular sin necesidad de deducir querella,
si bien, en tal caso, debiera también prestar fianza.
En materia de costas, la doctrina del TS participa de una cierta ambigüedad, pues, si bien declara
la prohibición de ser condenado en costas el acusador popular, le concede dicho derecho de
crédito cuando sea condenado el encausado.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
b) las relativas, que pueden surgir ante la comisión de un delito semipúblico, en el que, si bien
el ofendido es dueño del ejercicio de la acción penal, la cual puede ejercitarla no sólo en forma
de querella, sino también de denuncia, ya no lo es absolutamente de la pretensión penal, a la
que está llamado a sostener en cualquier caso el MF, sin que pueda el acusador particular, como
regla general, ocasionar su finalización anormal mediante el instituto de la remisión o del perdón
del ofendido.
La acción penal privada «exclusiva»
Denominamos acción penal privada exclusiva o absoluta la que surge de la comisión de un delito
privado y que se caracteriza por la relevante circunstancia de que el ofendido goza del más
absoluto poder de disposición, no sólo de la acción penal, sino también de la pretensión punitiva.
En el momento actual los únicos delitos privados contemplados en el Código Penal vigente son
los de injurias y calumnias.
En tal caso, dispone el art. 104.1 que la acción penal «no podrá ser ejercitada por otras personas,
ni en manera distinta que las prescritas en los respectivos artículos del CP». El precepto viene a
involucrar aquí dos requisitos: en primer lugar, la legitimación activa, ya que la acción penal
habrá de ser ejercitada exclusivamente por el ofendido (se prohíbe al Ministerio Fiscal el ejercicio
de la acción penal en aquellos delitos que «el Código Penal reserva exclusivamente a la querella
privada») y, en segundo, la forma de ejercicio de la acción, que necesariamente habrá de revestir
la de querella.
En estos procesos por delito privado, el sujeto pasivo no sólo ostenta el más amplio monopolio
en el ejercicio de la acción penal, sino que, es dueño también de la pretensión penal de cuya
disponibilidad también goza a través del perdón, el cual ocasiona la extinción de la
responsabilidad penal, siempre y cuando se produzca, al menos, con anterioridad al inicio de la
ejecución de la pena. Asimismo, puede este proceso penal finalizar por caducidad de la acción.
La acción penal privada «relativa»
La acción penal privada puede ser también relativa o no exclusiva. Por tales acciones
entendemos las que surgen de la comisión de un delito semipúblico, en cuyo caso el poder de
disposición del ofendido sobre el objeto procesal se limita exclusivamente al ejercicio de la acción
penal, pues, al igual como acontece con los delitos privados, sigue siendo dueño absoluto de la
incoación del proceso. Pero se diferencia de dichos delitos privados en que, una vez instaurado
el procedimiento, no goza el ofendido de la disponibilidad de la pretensión penal, toda vez que
el MF está legitimado para sostenerla. Así, el art. 104 LECrim dispone que tales ilícitos «sólo
podrán ser perseguidos por los ofendidos o por sus legítimos representantes».
En los delitos semipúblicos, cual es que sea el ofendido quien ejercite la acción penal, bien sea
en forma de querella, bien en la de denuncia, debe en todo caso comparecer en el procedimiento
el Ministerio Fiscal en orden a sostener la pretensión penal.
Delitos semipúblicos con «interés público». Su sujeto pasivo no sólo no goza de la titularidad de
la pretensión penal, pues está excluido del ejercicio del perdón, sino que también puede no
ostentar la de la acción penal, cuando la acción delictuosa haya vulnerado un bien jurídico
protegido que escapa a la titularidad del ofendido o, dicho en otras palabras, cuando el delito
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DERECHO PROCESAL PENAL II
haya comprometido también un bien o interés de carácter público. En el CP vigente tales delitos
vienen integrados por los de agresiones, acosos y abusos sexuales, delitos contra la propiedad
intelectual e industrial, el mercado y los consumidores y los delitos societarios. En todos estos
delitos no opera el perdón del ofendido.
❖ Delitos semipúblicos «puros». Son los tradicionalmente conceptuados como delitos
semipúblicos, en los que el ofendido ostenta la titularidad de la acción penal, pero no la de
la pretensión punitiva. Los hechos punibles sólo pueden ser perseguidos previa denuncia de
la persona agraviada y excepcionalmente por el MF cuando dicha persona sea menor, incapaz
o esté desvalida sin que la ausencia de denuncia impida la práctica de las diligencias de
prevención. El ofendido goza del ejercicio de la acción penal privada, pero no ostenta la
disponibilidad de la pretensión, por cuanto el CP no le otorga el instituto de la remisión.
❖ Delitos semipúblicos con «interés privado». En tales delitos el ofendido es dueño de la
incoación y de la extinción del proceso penal, por cuanto sin su denuncia no se incoará el
proceso y puede finalizarlo a través del perdón, con lo que vienen a asemejarse a los delitos
privados. Se diferencian de ellos, en que, ni el proceso penal se ha de incoar necesariamente
mediante querella, ni el acusador particular se erige en exclusivo o privado, pues, junto a él,
comparecerá el MF a sostener la pretensión penal. A esta categoría pertenecen los delitos
de descubrimiento y revelación de secretos por los particulares y los de daños.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
➢ REGULACIÓN LEGAL
Actos procesales
Por ofrecimiento de acciones cabe entender la llamada a la instrucción de los ofendidos y
perjudicados a fin de que puedan ejercitar su derecho fundamental a la tutela judicial efectiva,
compareciendo como partes acusadoras o civiles en orden a sostener la pretensión penal y civil
dimanante del delito. Dicho ofrecimiento ha de efectuarse en una lengua que comprenda el
ofendido, así como procederse a la traducción de la denuncia.
El ofrecimiento de acciones aparece contemplado en la LECrim en tres actos procesales
diferenciados:
• en las diligencias policiales de prevención, en las que la policía judicial ha de anunciar al
ofendido y al perjudicado su derecho a comparecer en el procedimiento penal;
• en la primera comparecencia en el Juzgado de Instrucción, de lo que le informará el
Secretario Judicial, con la especialidad en la Ley del Jurado de que la ilustración para
comparecer como partes activas ha de efectuarse en la citación a la audiencia para la
concreción de la imputación,
• en la fase intermedia en el especialísimo supuesto de que, no habiendo comparecido como
partes, ello, no obstante, el Ministerio Fiscal solicitará el sobreseimiento, en cuyo caso puede
el tribunal llamar a la causa a los «interesados en el ejercicio de la acción penal» esto es, a
los ofendidos para que comparezcan a sostener la pretensión. De estos tres actos procesales,
en realidad, el ofrecimiento de acciones lo constituye el segundo de ellos, ya que el primero
es un mero acto preparatorio y el último es un supuesto excepcional tendente a garantizar
el principio de legalidad, mediante el acusatorio.
Ofrecimiento y derecho a la tutela
Sobre el ofrecimiento de acciones, la primera nota que destaca es la de incidir dicho trámite en
el derecho a la tutela, por lo que la violación del Juez de Instrucción de lo preceptuado, cuando
originen indefensión material al ofendido o perjudicado, producen la infracción de dicho derecho
fundamental, siendo susceptible de amparo constitucional.
a) Deber de información: contenido
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DERECHO PROCESAL PENAL II
que el Juez ponga en conocimiento de la víctima «los actos procesales que puedan afectar a su
seguridad», a fin de que, si así lo considera oportuno, pueda solicitar dichas medidas de control
judicial.
Recibida la solicitud de protección por el Juez de Guardia competente, convocará a las partes
interesadas y al MF a una audiencia, que finalizará mediante auto en el que el Juez podrá acordar,
incluso de oficio, las medidas provisionales civiles y penales que estime pertinentes, así como las
de asistencia y protección social. Las medidas civiles mantendrán toda su eficacia durante treinta
días y hasta tanto la víctima plantee su demanda de separación o divorcio ante el Juez de Primera
Instancia competente, quien asumirá la plena competencia sobre el mantenimiento,
modificación o remoción de las medidas civiles. La orden de protección comprende también la
obligación de informar a la víctima de la situación procesal del investigado, así como su
inscripción en el Registro Central para la Protección de las Víctimas de la Violencia Domestica.
➢ LA INTERVENCIÓN ADHESIVA
Naturaleza y forma
Con independencia del resultado del ofrecimiento de acciones, el ofendido y el perjudicado,
«podrán mostrarse parte en la causa», «sin necesidad de formular querella», siempre y cuando
«lo hicieren antes del trámite de calificación».
Esta intervención, que, por la forma que se realiza en un procedimiento penal en curso,
calificamos de «adhesiva», en realidad, es una intervención principal, ya que la asunción del
status de parte por el ofendido bien sea mediante querella, a través de la aceptación del
ofrecimiento de acciones o mediante esta intervención es siempre con toda la capacidad de
postulación necesaria para sostener con independencia las pretensiones, penales y civiles.
Como ya se ha formulado la imputación y, por tanto, ningún sacrificio se produce del derecho de
defensa, se permite la intervención del acusador particular mediante simple comparecencia
«apud acta». Ello, no obstante, cuando el ofendido decida incorporar a la instrucción algún nuevo
delito conexo, debiera el Juez exigirle la presentación de querella.
En cualquier caso, la comparecencia ha de ser, como toda parte procesal privada, mediante
Procurador y asistido por Abogado, pudiendo beneficiarse, como se ha dicho, de la justicia
gratuita. Si fueren varios los ofendidos y si existiera convergencia de intereses, puede el Juez
disponer que se agrupen en una única representación, lo cual no se erige en obstáculo alguno
para que, una vez abierto el juicio oral, puedan las partes materiales encomendar la acusación a
distintos Letrados.
Preclusión
Según el art. 110 la intervención de los acusadores particulares y civiles ha de realizarse con
anterioridad al trámite de «calificación del delito». La finalidad de este límite es obvia. Siendo el
trámite de calificación o de acusación el acto procesal a través del cual se ejercita la pretensión
es natural que la norma procure la intervención de las partes acusadoras con anterioridad al
momento de formalización del objeto procesal. De aquí que la doctrina se haya manifestado
unánime a la hora de otorgar a dicho trámite efectos preclusivos.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
LECCIÓN 11
EL DERECHO DE DEFENSA
I. CONCEPTO
El derecho de defensa es un derecho fundamental de todo investigado a acceder al proceso
penal, tan pronto como se le atribuya la comisión de un hecho punible, y a designar, en él, a un
Abogado de su confianza o a reclamar la intervención de uno de oficio para efectuar ambos,
defensor y patrocinado, los actos de alegación, prueba e impugnación que estimen necesarios
en punto a hacer valer, con eficacia, el derecho fundamental a la libertad que asiste a todo
ciudadano que, por no haber sido condenado, se presume inocente.
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del acusado o del tercero responsable. En este caso, la norma parte de la ficción legal de
la oposición a las acusaciones, y se permite a la defensa solicitar la práctica de prueba.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
➢ REBELDÍA Y CONTUMACIA
Si no existe constancia en el proceso de que el investigado haya podido tomar conocimiento de
la existencia del proceso, nos encontramos ante un supuesto de «rebeldía», que origina la
obligación judicial de indagar su paradero y citarlo personalmente de comparecencia o
subsidiariamente mediante edictos. Y, si permaneciera en paradero desconocido, mediante la
requisitoria de búsqueda y captura, que consiste en una llamada a la policía judicial para que lo
conduzca ante la presencia del Juez de Instrucción.
Si el investigado es consciente de la existencia de un proceso penal dirigido contra él y decide no
acudir a la llamada del Juez, doctrinalmente se le denomina «contumaz». La contumacia no es
una rebeldía a la fuerza, sino deliberada o buscada por el investigado e implica, por tanto, un
conocimiento previo y una desobediencia por el investigado a la orden judicial de comparecencia.
Encierra, pues, una manifestación de su derecho de defensa, consistente en renunciar a su
autodefensa o defensa privada, pero no a la pública de su Abogado defensor, quien asume, en el
proceso penal abreviado, simultáneamente la representación procesal y la defensa técnica.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
cumplimiento de aquella requisitoria, sea encontrado por la policía judicial, en cuyo caso se
reanudará el procedimiento.
Nuestra LECrim liberal llevó hasta sus últimas consecuencias el principio general del Derecho,
conforme al cual «nadie puede ser condenado sin haber sido previamente oído», interpretando
dicho precepto como exigencia de comparecencia física del investigado en el proceso a fin de
que pueda ejercitar su defensa privada y, en último término, su derecho a la «última palabra».
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DERECHO PROCESAL PENAL II
pues ha de proteger la libertad en tanto que, un valor superior del ordenamiento. Esta dimensión
objetiva de la defensa penal ocasiona que el ordenamiento otorgue al defensor un cierto grado
de autonomía que se manifiesta, en ocasiones, hasta condicionando determinadas actuaciones
de su defendido.
La autonomía del defensor no significa, sin embargo, exclusión de la autodefensa. El derecho de
defensa no consiste en proveer al investigado de cualquier Abogado, sino que guarda un orden
sucesivo: el investigado tiene derecho, en primer lugar, a elegir su Abogado de confianza o de
su elección para que le defienda en el proceso y tan solo cuando no quiera ejercitar dicho
derecho, o sencillamente reclame expresamente el nombramiento de un Abogado del turno de
oficio, es cuando intervendrá dicho defensor de oficio.
La facultad, reconocida al investigado a lo largo del procedimiento, de designar libremente
Abogado de su elección admite, sin embargo, la excepción de que mientras el detenido o preso
se halle incomunicado su Abogado será en todo caso designado de oficio.
Por estos motivos puede el investigado revocar el nombramiento del defensor que hasta
entonces le estuviera asistiendo en cualquier momento, y designar otro Abogado. Pero este
derecho a la revocación del nombramiento del Abogado de elección no es incondicional; en
particular no puede utilizarse para provocar suspensiones repentinas del juicio oral que pudieran
entrañar un fraude procesal.
En todo caso, como ha sentado también el TC, el derecho fundamental a la asistencia de Abogado
no puede desembocar en una designación formularia, sino que es preciso extremar las cautelas
para que la defensa sea real y efectiva y no meramente formal e ilusoria, lo que conlleva la
exigencia constitucional de garantizar la presencia del Abogado en los actos de prueba, de tal
suerte que pueda libremente interrogar, tanto a los testigos de cargo, como a los de descargo.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
la defensa tendrá también habilitación legal para la representación de su defendido, sin que
resulte necesaria la intervención de Procurador hasta el trámite de apertura del juicio oral (art.
768).
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DERECHO PROCESAL PENAL II
LECCIÓN 12
EL OBJETO DEL PROCESO PENAL
➢ REQUISITOS SUBJETIVOS
Aun cuando dentro de los requisitos subjetivos de la pretensión penal puedan distinguirse los
atinentes al órgano jurisdiccional, a las partes acusadoras y al acusado, el elemento subjetivo
determinante del objeto procesal penal es exclusivamente la persona del acusado.
La determinación e identidad del acusado forma parte del objeto procesal, de tal suerte que
existen tantas pretensiones, cuantas personas se les haya de dirigir contra ellas la acusación, aun
cuando la misma se funde en la comisión de un mismo hecho punible.
La determinación del acusado ha de suceder necesariamente dentro de la fase instructora, pues
una de las funciones esenciales del sumario consiste en determinar la legitimación pasiva o, lo
que es lo mismo, «hacer constar… la culpabilidad de los delincuentes».
Dicha función se asume a través del «auto de procesamiento» en el proceso penal común para
delitos muy graves y mediante el Auto de incoación del Proceso Penal Abreviado (Auto de PPA),
en el abreviado, de tal suerte que, según doctrina del TC, «nadie puede ser acusado, sin haber
sido con anterioridad declarado judicialmente investigado» y haber sido previamente oído por el
Juez de Instrucción.
➢ REQUISITOS OBJETIVOS
Dentro de los requisitos objetivos de la pretensión penal se hace obligado distinguir la
fundamentación fáctica, la jurídica y la petición.
La fundamentación fáctica: el hecho punible
La fundamentación fáctica de la pretensión viene determinada por la atribución al acusado de la
comisión de un hecho punible. Por hecho punible cabe entender el hecho histórico, subsumible
en tipos penales de carácter homogéneo, es decir, el hecho, tal y como aconteció en la realidad
FLORENTINA TUTUNARU 69
DERECHO PROCESAL PENAL II
externa y desprovisto de toda calificación jurídica, salvo en lo referente a la del bien jurídico
protegido por la norma penal, de tal suerte que, en el caso de existencia de distintas calificaciones
sobre el hecho, tan sólo será posible, según la jurisprudencia, su subsunción en los tipos penales
cuyos bienes o intereses jurídicos sean de carácter homogéneo, sin que pueda el tribunal
condenar al acusado por una calificación distinta que no haya sido previamente objeto de
acusación.
El hecho natural y su indivisibilidad. Que el objeto del proceso penal viene determinado por un
hecho anterior y externo al proceso, es una exigencia del derecho de defensa, de la cosa juzgada
y, en general, del principio de seguridad jurídica.
El Tribunal NO puede condenar al acusado por una calificación distinta que NO haya sido objeto
de acusación. La aparición de un nuevo hecho punible distinto al que ha sido objeto de la
acusación, provocará la suspensión del juicio para practicar una “sumaria instrucción
complementaria” y deducir una nueva acusación para ese nuevo hecho.Si así sucediera, se
infringiría el «non bis in idem» que también alcanza una dimensión constitucional. Por
consiguiente, junto a la identidad subjetiva, el objeto del proceso penal se integra también con
la identidad objetiva o del hecho punible, entendido como hecho histórico o natural.
El objeto del proceso penal lo constituya el hecho natural no significa que las partes sean
enteramente dueñas de su aportación al proceso, de tal manera que estén autorizadas a efectuar
una introducción fragmentaria de él en el mismo, ni que el Tribunal esté absolutamente
vinculado a dicha aportación, pues, en el proceso penal, rige el principio de la indivisibilidad del
hecho punible. El proceso penal se rige por el Principio de INVISIBILIDAD del hecho punible: En
la fase instructora, las partes gozan de un cierto poder en la determinación subjetiva u objetiva
del hecho. En la fase del juicio oral, el Tribunal está obligado a descubrir la verdad material.
El hecho típico y la homogeneidad del bien jurídico. En segundo lugar, no todo acontecimiento
externo interesa al proceso penal, sino tan sólo los hechos aparentemente típicos, pues, como
hemos visto, tan sólo, de la existencia de un hecho penalmente antijurídico, surge la acción penal.
Pero a los efectos de la determinación de la pretensión, la calificación jurídica del hecho no
constituye, en principio, elemento esencial alguno. También en el proceso penal rige la máxima
«iura novit curia», por lo que el Tribunal es dueño de la individualización y aplicación al hecho de
las pertinentes normas del Código Penal.
En nuestro ordenamiento, la individualización de las normas jurídicas no constituye una potestad
absoluta e incondicionada del Tribunal. Así, el TC y el TS exigen que los cambios en la calificación
del hecho punible respeten la identidad u homogeneidad del bien jurídico protegido por el
ordenamiento sustantivo, de tal suerte que, en aras de la protección del derecho de defensa, se
impone una limitación al «iura novit curia»: el tribunal podrá modificar la calificación jurídica
sustentada por la acusación siempre y cuando la nueva subsunción jurídica del hecho
corresponda a normas penales tuteladoras de bienes jurídicos homogéneos o, incluso, cuando el
cambio de calificación jurídica obedezca a un simple error de la acusación fácilmente constatable
por la defensa.
La fundamentación jurídica: el título de condena
FLORENTINA TUTUNARU 70
DERECHO PROCESAL PENAL II
➢ REQUISITOS FORMALES
El ejercicio de la acción y la interposición de la pretensión, en el penal, aparecen distanciados
procedimentalmente. La acción se ejercita en el acto de iniciación del proceso penal (denuncia
judicial, querella, iniciación de oficio), en tanto que la pretensión sigue un proceso escalonado
que empieza en la instrucción, pasa por el escrito de acusación y culmina con las conclusiones
definitivas.
a) La fase instructora
La función de la fase instructora en la determinación del objeto procesal es doble:
• de un lado, contribuye a la aportación del material de hecho tendente a demostrar la
tipicidad del hecho punible;
• de otro, asume la función de determinar la legitimación pasiva en el proceso penal. A ambas
funciones se refiere el art. 299.
Pero la función objetiva de la instrucción no alcanza a determinar la fundamentación fáctica de
la pretensión, sino tan sólo a posibilitar su afirmación por las partes acusadoras. También en el
proceso penal rige el principio de aportación, por lo que es a las partes acusadoras a quienes les
incumbe la carga de efectuar la fundamentación fáctica de la pretensión, partiendo, eso sí, de los
hechos investigados en el sumario. De aquí que la denominada «conclusión primera o principal»
del escrito de calificación provisional haya de contener «los hechos punibles que resulten del
sumario».
El escrito de acusación
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➢ LA LITISPENDENCIA
Requisitos
La litispendencia, en tanto que antecedente o proyección de la cosa juzgada en el proceso exige
la concurrencia de las tres identidades: la identidad subjetiva, objetiva y en la causa de pedir.
Pero en el proceso penal no rige la doctrina de las tres identidades, sino que, de todas estas
identidades, las únicas determinantes de la litispendencia penal son las que integran el objeto
del proceso penal, esto es, la identidad del acusado y la del hecho punible. En efecto, debido a
la circunstancia de que en el proceso penal son múltiples las partes acusadoras y de que a ellas
no se extienden los efectos de la cosa juzgada, la única identidad subjetiva requerida por la
litispendencia es la de la persona del acusado. De dicha regla general, tan solo cabe exceptuar
los procesos instaurados por la comisión de un «delito privado», en los que, como consecuencia
del derecho a la no perseguibilidad del delito que asiste al ofendido, aquí sí se hace preciso
cumplir con la exigencia de la identidad subjetiva de la parte acusadora. Lo mismo cabe afirmar
del requisito de la «causa petendi», el cual, no forma parte del objeto procesal, que se
circunscribe al hecho natural o histórico.
Por el contrario, la identidad del hecho punible, entendido como hecho natural e indivisible,
conforma el objeto y, por tanto, delimita, junto con la identidad del acusado, la litispendencia.
Efectos
Dentro de los efectos de la litispendencia cabe distinguir los procesales, de los materiales:
❖ Procesales. En el orden procesal, la litispendencia produce el efecto positivo de la
«perpetuatio iurisdictionis», y el negativo de impedir la apertura de un segundo proceso
penal por el mismo hecho y contra el mismo acusado.
FLORENTINA TUTUNARU 72
DERECHO PROCESAL PENAL II
En virtud del efecto positivo, está obligado el Juez de Instrucción a dictar una resolución motivada
de la «notitia criminis», la cual puede ser de inadmisión o de admisión y, en este segundo caso,
puede finalizar con una resolución de sobreseimiento o de conclusión del sumario en el proceso
común con remisión a la Audiencia o de conclusión de las Diligencias Previas, apertura del juicio
oral y remisión al órgano de enjuiciamiento, en el proceso abreviado.
De conformidad con el efecto negativo, a ningún otro Juez de Instrucción se le autoriza la
apertura de una instrucción contra un investigado, con respecto al cual exista ya una instrucción
en curso sobre el mismo hecho. Si así sucediera, habrá el segundo Juez de inhibirse en favor del
primero o suscitarse una cuestión (declinatoria e inhibitoria) de competencia. La litispendencia
no constituye excepción alguna de la defensa, sino un auténtico presupuesto procesal, por lo
que puede hacerse valer y ser estimada de oficio dentro de la instrucción, sin perjuicio de que se
pueda alegar como «artículo de previo y especial pronunciamiento» al amparo del art. 666.1º o
como una cuestión previa en la audiencia preliminar del abreviado, que puede plantear, tanto la
defensa, como el Ministerio Fiscal, ya que la jurisdicción penal, a diferencia de la civil, es
«improrrogable».
❖ Materiales: la interrupción de la prescripción. El efecto primordial de la litispendencia en el
ordenamiento sustantivo es el de la interrupción de la prescripción. Así, «la prescripción se
interrumpirá, quedando sin efecto el tiempo transcurrido, cuando el procedimiento se dirija
contra la persona indiciariamente responsable del delito, comenzando a correr de nuevo
desde que se paralice el procedimiento o termine sin condena de acuerdo con las reglas
siguientes […]» (art. 132.2 CP).
Podemos afirmar que la interrupción de la prescripción se ocasiona mediante la presentación de
la denuncia o querella ante el Juzgado, siempre y cuando el Juzgado dicte alguna resolución
judicial de imputación dentro de los seis o dos meses, contados respectivamente a partir de la
incoación del proceso penal por delito o del juicio de faltas, en cuyo caso los efectos de la interrupción
de la prescripción se retrotraerán al momento de la presentación del acto de iniciación. Pero esta
doctrina no ha sido secundada plenamente por el TS, lo que provoca un auténtico conflicto con
el TC, del que son fruto no pocas sentencias estimatorias de amparo.
Momento en el que surge la litispendencia
Los efectos procesales de la litispendencia se producen desde el momento de admisión a trámite
de la «notitia criminis», puesto que es a partir del auto de incoación del sumario o de las
diligencias previas cuando se le ha trasladado al Juez la sospecha sobre un hecho punible que ha
de ser investigado. Concurre, a partir de este momento, la identidad objetiva necesaria para que
el objeto procesal, que no se integra mediante la calificación jurídica, quede perfectamente
determinado.
FLORENTINA TUTUNARU 73
DERECHO PROCESAL PENAL II
Según dispone el art. 100 LECrim «de todo delito o falta… puede nacer también acción civil para
la restitución de la cosa, la reparación del daño y la indemnización de perjuicios causados por el
hecho punible».
El fundamento de la acumulación de la «acción» civil a la penal derivada de delito es la economía
procesal, toda vez que dicho sistema permite discutir y decidir en un solo proceso, tanto la
pretensión penal, como la pretensión civil resarcitoria que pudiera surgir como consecuencia de
los daños cometidos por la acción delictuosa y que, de ser decidida con absoluta separación en
un proceso civil declarativo, produciría mayores gastos y dilaciones al perjudicado por el delito.
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➢ NATURALEZA Y FUNDAMENTO
En nuestro proceso penal rige, como regla general, el principio de acumulación de la pretensión
civil al proceso penal incoado, y ello con la sola excepción de la renuncia o reserva de la acción
civil por el perjudicado. Pero, si estas posibilidades no han sucedido, el Ministerio Fiscal viene
obligado a ejercitar la acción civil en el propio interés del perjudicado. Esta actuación
constituye un claro supuesto de legitimación derivada o por sustitución procesal, en el que el
Ministerio Fiscal actúa en nombre propio, pero en interés del perjudicado, como consecuencia
de esa misión del Ministerio Público de velar por los derechos de los ciudadanos y, de modo
especial, por los de las personas desvalidas.
En cuanto a la acción popular, la jurisprudencia, le niega, legitimación activa para el ejercicio de
la pretensión resarcitoria.
➢ PLURALIDAD DE PARTES
La posibilidad de que el Ministerio Fiscal ejercite la acción civil en interés del perjudicado no
exonera, sin embargo, al juez de instrucción de su obligación de invitar al perjudicado a entrar
en el procedimiento mediante el referido ofrecimiento de acciones. Si incumpliera dicha
obligación, vulneraría su derecho a la tutela.
En el supuesto de que el perjudicado ejercitara su derecho de querella o compareciera como
parte acusadora, surge un fenómeno de pluralidad de partes, con respecto al cual se hace
necesario determinar la capacidad de postulación entre el Ministerio Fiscal y el perjudicado en
todo lo referente al ejercicio de la pretensión civil.
La constitución del perjudicado en parte actora civil debiera eximir al Ministerio Fiscal del
ejercicio de la pretensión civil. Pero, el art. 108 no lo ha querido así e impone la necesidad de
que, «haya o no acusador particular», ejercite la acción civil.
FLORENTINA TUTUNARU 75
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Este ejercicio conjunto de la pretensión civil por ambas partes no significa que gocen
simultáneamente de la misma capacidad de postulación. La única parte originariamente
legitimada es el perjudicado, quien, siendo titular de un derecho subjetivo de carácter
disponible, goza de todo el poder de disposición sobre la pretensión civil: puede renunciarla,
reservarla para el declarativo correspondiente o acumularla al procedimiento penal en curso. Si
así lo hace, el principio de congruencia sólo puede transcurrir entre lo solicitado por el
perjudicado, lo resistido por el responsable civil y lo concedido por el órgano jurisdiccional.
Así, pues, la única parte principal en esta materia es el perjudicado, siendo la actuación del
Ministerio Fiscal subordinada a la del perjudicado, quien goza de todo el poder de disposición
sobre la pretensión civil. La deducción de la pretensión civil por el Ministerio Fiscal, cuando exista
pluralidad de partes, tiene, pues, un mero valor de ilustración al órgano jurisdiccional acerca de
la fundamentación de la pretensión resarcitoria, con respecto a la cual podría incluso oponerse
a su concesión, si la estimara de todo punto infundada.
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LECCIÓN 13
LA INICIACIÓN DEL PROCEDIMIENTO
I. LOS ACTOS DE INICIACIÓN DEL PROCESO PENAL
La iniciación de la fase instructora se produce mediante la puesta en conocimiento ante el órgano
jurisdiccional de una «notitia criminis» o sospecha de la comisión de una acción, que revista los
caracteres del delito. Mediante la transmisión por parte de cualquier miembro de la comunidad
social, pues, de la sospecha de la perpetración de un delito «perseguible de oficio» surge la
obligación del juez, sea o no competente, de practicar las primeras diligencias, dando cuenta de
dicha incoación al Ministerio Fiscal y, en su caso, al presidente de la Audiencia.
Para la iniciación de un proceso penal es suficiente, pues, transmitir a la Autoridad judicial una
«notitia criminis» de un delito público, para cuya determinación y la de su presunto autor se
incoará precisamente la fase instructora. De dicha regla general tan solo cabe exceptuar los
procesos que pudieran instaurarse por la comisión de un delito perseguible «a instancia de
parte», en los que la titularidad que ostenta el ofendido acerca del derecho a la perseguibilidad
del delito, impone el cumplimiento de especiales requisitos formales y el cumplimiento de
determinados presupuestos procesales.
En tal caso, habrá de deducir querella, acto procesal que, junto con la denuncia, constituyen los
medios ordinarios de iniciación del procedimiento penal, frente a los que denominaremos
especiales, los cuales vienen integrados por la «iniciación de oficio» y la «excitación especial del
Gobierno».
II. LA DENUNCIA
La denuncia es una declaración de conocimiento y, en su caso, de voluntad, por la que se
transmite a un órgano judicial, Ministerio Fiscal o Autoridad con funciones de policía judicial la
noticia de un hecho constitutivo de delito.
➢ NATURALEZA
Como regla general, la denuncia entraña una declaración de conocimiento, consistente en la
transmisión a la policía o a la Autoridad Judicial de la sospecha de la comisión de un delito público.
➢ SUJETOS
Hemos de diferenciar al denunciante, del denunciado y del órgano competente para recibir o
cursar la denuncia.
El denunciante
Capacidad y legitimación. En las denuncias, cuyo objeto lo constituya un delito perseguible de
oficio, puede ser denunciante cualquier persona física, aun cuando fuere incapaz.
En cuanto a la capacidad del Ministerio Fiscal para deducir denuncias, no obstante, la redacción
del art. 271 que le obliga siempre a deducir querella, la Memoria FTS, le confirió plena capacidad.
FLORENTINA TUTUNARU 77
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➢ ÓRGANO COMPETENTE
Órganos competentes para entender de una denuncia son los Juzgados, el Ministerio Fiscal y los
funcionarios de policía:
Los Juzgados
La obligación de denunciar el hecho queda cumplida mediante la presentación de la denuncia
ante cualquier Autoridad judicial o encargada de la prevención e investigación de los delitos.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
Si la denuncia se presentara ante el Juzgado competente, la juez una vez constatada su tipicidad,
dispondrá la iniciación del correspondiente procedimiento penal (diligencias previas). La LECrim
tan solo contempla como motivos de inadmisión de una denuncia la inexistencia del hecho o la
ausencia de tipicidad, por lo que no corresponde, en esta fase, apreciar otras circunstancias, tales
como las de exención o extinción de la responsabilidad penal que requieren una actividad
probatoria o, al menos, investigadora, que ha de justificar la apertura de la instrucción. Si se
desestimara la denuncia, habrá el juez de fundamentar su resolución.
Por el contrario, si la denuncia se planteara ante un Juzgado objetiva o territorialmente
incompetente, si fuera típica, habrá de practicar las primeras diligencias, dando cuenta inmediata
al Juez de Instrucción competente y, una vez concluidas, en el plazo máximo de tres días, habrá
de remitirlas al juez competente, disponiendo, en su caso, la elevación de la detención a prisión
y poniendo, dentro de dicho plazo, al detenido a disposición del juez competente.
El Ministerio Fiscal
La LECrim legitima al Ministerio Fiscal para recibir y cursar las denuncias que se le formulasen. El
EOMF ha concretado esta facultad, al prescribir que «el Fiscal podrá recibir denuncias,
enviándolas a la autoridad judicial o decretando su archivo cuando no encuentre fundamentos
para ejercitar acción alguna, notificando en este último caso la decisión al denunciante».
La Policía
Por último, la denuncia puede presentarse, dentro de sus respectivas atribuciones, ante
cualquier dependencia o puesto de los distintos miembros que integran las fuerzas y cuerpos de
la seguridad del Estado, así como naturalmente ante los funcionarios de la «policía judicial». En
tal supuesto, corresponderá a tales funcionarios la práctica de las «diligencias de prevención»,
dando cuenta inmediata de ellas a la Autoridad Judicial o al Ministerio Fiscal en la forma
prevenida. Al propio tiempo, la policía está facultada (y obligada) a denunciar los delitos
mediante el atestado.
➢ REQUISITOS FORMALES
La denuncia no requiere ningún requisito especial fuera de la transmisión de la «notitia criminis»,
de un lado, y de la identificación y ratificación del denunciante, de otro, de lo que se infiere que,
como regla general, no deben autorizarse las «denuncias anónimas». Por consiguiente, la
denuncia podrá ser verbal o escrita, personal o por medio de mandatario con poder especial.
➢ ELEMENTOS MATERIALES
El único elemento material de la denuncia es la «notitia criminis» o sospecha de la comisión de
un delito, cuya puesta en conocimiento por el denunciante a la policía judicial o autoridad judicial
ha de provocar la apertura de las diligencias policiales de prevención, primeras diligencias (Juez
de Instrucción incompetente) o, en función de la gravedad del delito, diligencias previas o
sumario con la única salvedad de que el supuesto hecho punible carezca de tipicidad o sea
inexistente (art. 269).
III. LA QUERELLA
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DERECHO PROCESAL PENAL II
➢ CONCEPTO
A diferencia de la denuncia, la querella constituye un acto de ejercicio de la acción penal,
mediante el cual el querellante asume la cualidad de parte acusadora a lo largo del
procedimiento. La querella es, pues, un acto procesal de postulación, que asiste al ofendido o a
cualquier sujeto del Derecho con la capacidad necesaria, mediante la cual se solicita del órgano
jurisdiccional competente la iniciación del procedimiento y la adquisición por el querellante de
la cualidad de parte acusadora.
➢ TIPOLOGÍA
Pueden querellarse el Ministerio Fiscal, los extranjeros ofendidos y todos los ciudadanos
españoles que «hayan sido ofendidos o no por el delito». Esta diversidad de sujetos querellantes
obliga a una primera sistematización de las querellas en públicas y privadas.
La querella pública o «acción popular»
Se entiende por «querella pública» la que, al amparo de lo dispuesto en el art. 101 LECrim, puede
deducirse por cualquier ciudadano no ofendido por el delito. Pretende el mero restablecimiento
del ordenamiento jurídico perturbado por la comisión del delito y asiste a todo ciudadano
español capaz, que no haya sido ofendido por el delito, así como al MF.
De conformidad con la doctrina del TC, la acción popular es un derecho constitucional,
reconocido por el art. 125 CE, pero no integra un auténtico derecho fundamental que, como es
el caso del derecho a la tutela judicial efectiva, pertenece exclusivamente al ofendido o
perjudicado.
La querella privada
Es la que puede plantear el «ofendido» por el delito, quien es titular del derecho fundamental a
la tutela judicial. La admisión de una querella privada origina la aparición en la esfera del proceso
de un acusador particular. Pero, dicho acusador puede o no ostentar la titularidad de la acción
penal, e incluso la del procedimiento, por lo que, pueden subdividirse en querellas privadas
exclusivas y relativas.
➢ PRESUPUESTOS
Los presupuestos de la querella pueden sistematizarse en generales o comunes a todos los
distintos tipos de querella, y especiales o específicos de determinadas querellas «privadas»:
Presupuestos generales: La capacidad
Los presupuestos genéricos de la querella son los propios presupuestos procesales de las partes,
es decir, la capacidad, la legitimación y la postulación procesal. Ostentan capacidad para
formalizar un escrito de querella el Ministerio Fiscal, las personas jurídicas y las físicas.
Al Ministerio Fiscal le incumbe, en particular, el ejercicio de la acción penal, como consecuencia
de esa especial misión que le confía la Constitución de «promover la acción de la justicia en
defensa de la legalidad» a través de la «oportuna denuncia o querella».
En la actualidad, las personas jurídicas gozan de capacidad para ser parte y de actuación procesal
para la interposición de una querella.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
Las personas físicas gozan de la más amplia capacidad para el ejercicio de la querella, tanto
pública, como privada. La LECrim establece tres supuestos de incapacidad absoluta para el
ejercicio de la acción popular:
• los incapaces civiles,
• los condenados «por dos veces» por delito de acusación calumniosa y
• los jueces y magistrados.
Tal incapacidad no les alcanza para el ejercicio de la querella privada.
El art. 103, contrariamente, contempla una incapacidad relativa, por razón del parentesco, en
el ejercicio de la querella privada. Los parientes, tan solo pueden ejercitar las acciones penales
entre sí, en tanto tengan como causa la comisión de «delitos contra las personas»; en los demás,
serán incapaces para el ejercicio de la acusación, lo que no obsta para que puedan denunciar
tales delitos y el Ministerio Fiscal ejercite la acción penal, la cual ha de prosperar siempre que no
estén incursos en la «excusa absolutoria».
Legitimación
Todos los sujetos del derecho, que tengan capacidad para el ejercicio de la querella pública,
gozan también de legitimación activa, pues, en la acción popular, se confunden ambos
presupuestos procesales.
Por el contrario, en la querella privada, la legitimación activa viene determinada por la asunción
de la cualidad de «ofendido» en la acción delictuosa, esto es, el sujeto pasivo del delito.
La competencia
La competencia objetiva, salvo que se trate de algún «aforado», la ostentan los Juzgados de
Instrucción y la territorial, los de la demarcación judicial, en la que el delito se ha cometido.
La postulación
Dispone el art. 277 LECrim que «la querella se presentará siempre por medio de procurador con
poder bastante y suscrita por letrado» y exige además «la firma del querellante cuando el
procurador no tuviera poder especial para formular la querella». Son, pues, tres los requisitos de
postulación, que habrá de observar el querellante:
• poder de representación procesal;
• firma del Abogado; y
• en su caso, ratificación del querellante.
La querella habrá de presentarse mediante un poder especial. Pero dicho requisito es sanable. Si
se utilizara uno general, habrá el querellante de ratificar su querella «apud acta». Pero, si,
requerido el querellante para aportar el poder especial, no lo hace, debe ser inadmitido como
parte.
Presupuestos especiales
Los presupuestos especiales de la querella vienen integrados por la certificación de haberse
realizado el acto de conciliación, sin avenencia, en los delitos «perseguibles a instancia de parte»
y la licencia del Juez o Tribunal en las calumnias o injurias vertidas en juicio.
➢ REQUISITOS FORMALES
FLORENTINA TUTUNARU 81
DERECHO PROCESAL PENAL II
Como requisitos formales, el art. 277 LECrim expresamente contempla la necesidad de que se
plasme por escrito, la identificación del querellante y su ratificación y la identificación, en su
caso, del querellado.
Tratándose del ofendido, puede obtenerse el mismo resultado si decide presentar una denuncia
y posteriormente comparecer como parte a través del ofrecimiento de acciones o como
interviniente adhesivo. En el ejercicio de esta intervención principal no es necesario formalizar
escrito de querella en el proceso penal abreviado, salvo que se tratara de una acción popular.
La determinación e identificación del querellado tan sólo será exigible cuando se conociera. En
cualquier otro caso, tales extremos se acreditarán a lo largo de la instrucción.
➢ ELEMENTOS MATERIALES
Constituyen elementos materiales del acto de querella la «relación circunstanciada del hecho» y
la «declaración de voluntad».
La relación circunstanciada del hecho
De conformidad con lo dispuesto en el art. 277.4, en la querella ha de reflejarse «la relación
circunstanciada del hecho, con expresión del lugar, año, mes, día y hora en que se ejecute, si se
supieran». Lo importante es que en la fundamentación fáctica de la querella se refleje la «notitia
criminis» ya que, en cualquier otro caso, procede su desestimación.
Pero, si la sospecha que se pone en conocimiento del Juzgado es penalmente típica, aun cuando
se incumplieran otros requisitos de la querella, la obligación de incoar la instrucción deviene
ineludible, toda vez que es doctrina jurisprudencial la de que la querella irregular goza del valor
de una denuncia.
La declaración de voluntad
A diferencia de la denuncia, en la que la declaración de voluntad se presupone sin que sea
necesario reflejarla en la misma, el art. 277.6 impone la exigencia de que se haga constar en la
querella:
• la petición de que se admita,
• se practiquen las diligencias indicadas en el número anterior,
• se proceda a la detención y prisión del presunto culpable o a exigirle la fianza de libertad
provisional,
• y se acuerde el embargo de sus bienes en la cantidad necesaria en los casos en que así
proceda».
No obstante, el legislador incorporar el requisito más importante, cual es la petición de que «se
tenga al querellante como parte acusadora» a lo largo del procedimiento, que es, en definitiva,
el elemento individualizador de la querella con respecto a la denuncia escrita, si bien dicha
petición se encuentra implícita con la solicitud de admisión de la querella y práctica de diligencias.
En cuanto a la solicitud de tan graves medidas cautelares, no constituye requisito alguno de la
querella, ni puede, en la mayoría de las ocasiones, el juez acceder a ellas por su carácter
prematuro y porque, con la sola excepción de que pudiera racionalmente inferirse un peligro de
fuga del investigado, exigencias del derecho de defensa obligan al juez a oír, con carácter previo,
al querellado.
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➢ LA FIANZA
Así, pues, la obligación de satisfacer fianza es tan sólo exigible en la querella pública o popular,
así como, en principio, con respecto a la querella privada de los extranjeros.
En la actualidad, el fundamento de este requisito es doble: de un lado, intenta erigirse en freno
de la acusación calumniosa, asegurando las responsabilidades en las que pudiera incurrir el
querellante mediante el desistimiento o renuncia de la querella; de otro, a través de ella, se
intentan cubrir las posibles costas en las que el acusador pueda incurrir como consecuencia de
su maliciosa o negligente conducta.
El principio de proporcionalidad
El TC en diversas sentencias, consagró la necesidad de que la cuantía de la fianza sea adecuada al
patrimonio del querellante. Dicha doctrina se transformó en Derecho legislativo, por obra del art. 20.3
LOPJ, en cuya virtud «no podrán exigirse fianzas que por su inadecuación impidan el ejercicio de la acción
popular, que será siempre gratuita».
Forma y efectos
La fianza podrá prestarse en alguna de las modalidades del art. 591 LECrim (personal,
pignoraticia e hipotecaria) en la forma prevista por la Ley. Si la cuantía de la fianza fuere
adecuada, su no satisfacción dentro del plazo indicado por el Juzgado ocasionaría el «abandono
de la querella» a los solos efectos de no tener al querellante como parte acusadora.
➢ ADMISIÓN Y ESTIMACIÓN
La querella ha de interponerse ante el órgano jurisdiccional competente, quien examinará de
oficio su propia competencia y se pronunciará sobre el fondo estimando o desestimando la
querella en función de su tipicidad. La inadmisión de una querella por falta de competencia la
convierte en denuncia, debiendo el juez, si el delito fuere público, remitirla al Juez competente.
Una vez examinada de oficio su propia competencia, el Juez habrá de decidir sobre la
concurrencia o no de los demás presupuestos procesales y, a continuación, sobre su
fundamentación, pronunciando una resolución, bien inadmisoria o desestimatoria, bien de
admisión a trámite. Si el juez rechazara la querella, habrá de razonar sus motivos de inadmisión
o desestimación. Junto a este deber de motivación, subsiste también la obligación de notificar al
querellante el auto inadmisorio, desestimatorio o de archivo.
Si, por el contrario, la querella fuere admitida a trámite, ocasionará todos los efectos que le son
propios: incoación del correspondiente procedimiento penal, litispendencia, interrupción de la
prescripción de los delitos, admisión del querellante como parte acusadora con facultad expresa
para solicitar la práctica de diligencias y publicidad relativa de la instrucción, salvo que el juez
declare el secreto instructorio.
Autos de inadmisión de los actos de iniciación del proceso
Los autos de inadmisión de los actos de postulación de iniciación del procedimiento pueden ser
de denuncia o de querella. Ambos poseen el común denominador de que no producen la
totalidad de los efectos materiales de la cosa juzgada, lo que no significa que no produzcan
ninguno, pues dentro de la misma relación circunstanciada de hecho la producen en toda su
extensión.
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DERECHO PROCESAL PENAL II
La iniciación de oficio está prevista en el art. 308 LECrim, conforme al cual «inmediatamente que
los Jueces de Instrucción o los municipales en su caso, tuvieran noticia de la perpetración de un
delito, lo pondrán en conocimiento del fiscal… y darán parte al presidente de la Audiencia».
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DERECHO PROCESAL PENAL II
En la práctica forense esta forma de iniciación suele utilizarse ante la comisión de hechos
punibles de cierta notoriedad y en los delitos que puedan cometerse contra la Administración de
Justicia en la esfera de un proceso, para lo cual debe el órgano jurisdiccional disponer
previamente la formación del correspondiente «testimonio de particulares».
Dicho precepto no faculta al ejercicio de la acción penal «exoficio» por el propio Juez de
Instrucción, porque dicha posibilidad está expresamente prohibida, que niega capacidad para el
ejercicio de la acción penal a los jueces y magistrados. Luego, en modo alguno se le puede
conferir al juez facultad alguna para el sostenimiento de pretensión penal, la cual, tal y como
aclara el precepto, corresponde al Ministerio Fiscal. Y de aquí que, la Ley haya residenciado en el
LAJ la facultad de poner en conocimiento del MF y del presidente de la Audiencia la iniciación de
la instrucción.
DIFERENCIAS ENTRE DENUNCIA Y QUERELLA EXAMEN
• La denuncia constituye una puesta en conocimiento, de un órgano judicial, MF o autoridad,
de la noticia de un hecho constitutivo de delito, mientras que la querella constituye un acto
de ejercicio de la acción penal, mediante el cual el querellante asume la cualidad de parte
acusadora a lo largo del procedimiento.
• En cuanto a la capacidad, únicamente las personas físicas pueden ser denunciantes, mientras
que, en la querella, también las personas jurídicas gozan de capacidad.
• Respecto a los requisitos formales, la denuncia podrá ser verbal o escrita, en tanto que la
LECrim impone la necesidad de que la querella se plasme por escrito.
• Con relación a los elementos materiales, en la denuncia el único elemento material es el de
la notitia criminis, sin embargo, y de conformidad con la LECrim, en la querella ha de
reflejarse la relación circunstanciada del hecho, indicando el lugar, año, mes, día y hora en
que se cometiera, si tales datos fueran conocidos. Además, a diferencia de la denuncia, en la
que la declaración de voluntad se presupone sin que sea necesario reflejarla en la misma, la
LECrim impone la exigencia de que en la querella se haga constar: 1 – la petición de que se
admita 2 –se practiquen las diligencias indicadas 3 – se proceda a la detención y prisión del
presunto culpable o a exigirle fianza de libertad provisional 4 – y se acuerde el embargo de
sus bienes en los casos que proceda Además, la petición de que se tenga al querellante como
parte acusadora a lo largo del procedimiento es el elemento definitivamente individualizador
de la querella con respecto a la denuncia escrita.
• Por otra parte, en cuanto a la querella, la fianza constituye una de las condiciones de su
admisibilidad, en tanto que en la denuncia no se exige ningún tipo de fianza, puesto que se
trata de una mera puesta en conocimiento del delito.
• En cuanto a su admisión, la querella, a diferencia de la denuncia, ha de interponerse ante el
órgano jurisdiccional competente. Si el Juez rechazara la querella, deberá razonar sus
motivos de inadmisión o desestimación, pero el ejercicio de la denuncia no conlleva dicha
obligación de motivación.
• Por último, la inadmisión de la denuncia, al no suponer ejercicio del derecho de acción, nunca
puede conculcar el derecho a la tutela, a diferencia de los autos de inadmisión de querellas.
FLORENTINA TUTUNARU 85
DERECHO PROCESAL PENAL II
LECCIÓN 14
EL ATESTADO
I. CONCEPTO E INICIACIÓN
El atestado es un acto procesal de la policía judicial comprensivo de las diligencias policiales de
prevención surgidas como consecuencia del conocimiento, por la policía, de la comisión de un
delito público y en el que dichos funcionarios han de practicar las diligencias precisas y de
carácter urgente para determinar el hecho punible y la participación de su autor, detener, en su
caso, al delincuente y asegurar el cuerpo del delito, trasladándolas, junto con el detenido y en el
plazo legalmente requerido, a la autoridad judicial.
El atestado ha de incoarse como consecuencia de la sospecha de la comisión de un delito público,
del que puede el funcionario de policía tomar conocimiento de oficio o mediante la denuncia de
un particular. Pero, si el delito fuere semipúblico o privado, no puede incoarse atestado alguno
sin la denuncia previa del ofendido, salvedad hecha de los delitos semipúblicos con interés
público.
Y si mediara denuncia del ofendido, una vez constatada su verosimilitud y tipicidad, también
procederá la realización del atestado si fuere requerido. Pero «la ausencia de denuncia no
impedirá la práctica de las primeras diligencias de prevención y aseguramiento de los delitos
relativos a la propiedad intelectual e industrial».
II. CONTENIDO
El atestado tiene por objeto fundamental practicar, en sede policial, las diligencias de
prevención, que han de practicar, tanto la policía, como los jueces incompetentes. Así, el art. 282
LECrim establece que «la Policía Judicial tiene por objeto y será obligación de todos los que la
componen, averiguar los delitos públicos que se cometieren en su territorio o demarcación;
practicar, según sus atribuciones, las diligencias necesarias para comprobarlos y descubrir a los
delincuentes, y recoger todos los efectos, instrumentos o pruebas del delito de cuya desaparición
hubiere peligro, poniéndolos a disposición de la autoridad judicial».
➢ EVOLUCIÓN HISTÓRICA
El interrogatorio policial
El TC acabó con la censurable práctica forense, que traía como corolario la utilización de la tortura
para obtener a todo trance la confesión del detenido, al proclamar el mero valor de denuncia del
atestado policial, así como afirmar que a ningún ciudadano se le puede condenar con su sola
confesión prestada en las dependencias policiales.
Los nuevos medios tecnológicos
Tras la instauración, en el año 1988, del proceso penal abreviado, la LECrim facultó a la policía
judicial a efectuar, mediante la utilización de la fotografía, «actas de constancia» o de
reproducción de la realdad externa, las cuales, según la jurisprudencia constitucional, gozan de
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todo el valor de la prueba documental publica y, en cuanto tal, pueden introducirse en el juicio
oral en orden a fundar una sentencia de condena. Algo similar acontece con respecto a las
«pruebas alcoholimétricas», las cuales, habida cuenta del carácter irrepetible del resultado del
test, otorgan al atestado policial efecto de prueba preconstituida. Y lo mismo ha sucedido con
otras pruebas surgidas con el desarrollo tecnológico y de la Medicina legal.
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➢ ACTUACIONES ASISTENCIALES
Junto a la posibilidad de requerir, si la naturaleza del delito lo exigiera, la presencia de cualquier
facultativo o personal sanitario en orden a prestar los oportunos auxilios al ofendido. Además, la
Policía Judicial está facultada para solicitar, del facultativo o personal sanitario que atendiese al
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ofendido, «copia del informe relativo a la asistencia prestada para su unión al atestado policial»
que, acreditará, en todo caso, la realidad de la asistencia médica, el lugar, día y hora en que se
produjo y la naturaleza de las lesiones apreciadas, por lo que tales partes de asistencia médica
pueden ostentar el carácter de prueba documental preconstituida.
➢ ACTOS DE CITACIÓN
Por actos de citación cabe entender los emplazamientos que debe realizar la Policía Judicial a las
personas o entidades.
➢ DILIGENCIAS PERICIALES
Dentro de las actuaciones de la Policía Judicial, el art. 796.6 impone su obligación de colaborar o
incluso excepcionalmente practicar por sí misma, los análisis que procedan respecto a las
sustancias intervenidas. Pero el referido análisis efectuado por la propia policía judicial, y a
diferencia del acto de recogida de los estupefacientes, no posee valor alguno de prueba
preconstituida, sino que es un acto de investigación y, en cuanto tal, susceptible de ser
impugnado en el juicio oral.
IV. NATURALEZA
Nos encontramos ante unos actos procesales integrantes de una investigación preliminar. Las
diligencias que integran el atestado no participan de la naturaleza de los actos administrativos,
sino que son auténticos actos procesales, realizados por la policía judicial, a prevención de la
autoridad judicial y, destinados a conformar el objeto del proceso penal: la determinación del
hecho punible y la de su presunto autor.
La policía no actúa como titular de supuestas potestades administrativas, sino como
comisionado, por razones de urgencia, de la Autoridad Judicial. De aquí, que hayan de notificar
«inmediatamente» a dicha autoridad judicial y al MF la incoación del atestado
Al estar intervenido el atestado por funcionarios públicos en el ejercicio de su competencia, son
documentos públicos oficiales, de cuya naturaleza se infieren dos consecuencias prácticas:
• desde un punto de vista procesal, el atestado puede ser examinado de oficio en el juicio
oral por el tribunal sentenciador, y
• desde el material, el funcionario de policía que lo integra puede incurrir en falsedad
documental si incurre en las conductas previstas en el CP.
V. REQUISITOS FORMALES
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El atestado se extenderá en papel normal, que, a fin de evitar adiciones, habrá de ser foliado
incluso en su reverso o «folio vuelto». Si el funcionario se equivocara al redactar el documento,
puede suplir el error con la formula «digo» o «quiere decir» y, si fuere posterior, pero antes de
cerrar la diligencia, se hará constar al final de la misma.
No obstante, el «papel común» está destinado a desaparecer en la medida en que se vaya
implantando el sistema LEXNET de comunicación electrónica aplicable a Jueces, Fiscales y
miembros de los Cuerpos de seguridad del Estado, policía judicial naturalmente incluida.
Sin perjuicio de la libertad de forma en la confección de cada atestado, su estructura debiera
contener, al menos, los siguientes capítulos:
➢ ENCABEZAMIENTO
En el encabezamiento han de figurar el funcionario instructor y el secretario del atestado con su
número de carné profesional y la unidad administrativa a la que están adscritos y, si el atestado
hubiera principiado mediante denuncia verbal, la identificación del denunciante con su número
de DNI y domicilio, requisito este último de aplicación también a todos los declarantes. Si el
investigado hubiera sido detenido, hay que reflejar el lugar, día y hora, tanto de su detención,
como de su puesta en libertad o a disposición de la autoridad judicial.
Si la denuncia fuere escrita, la firmará el denunciante, la rubricará el funcionario en todas sus
hojas y se adjuntará al atestado.
➢ HECHOS
La narración circunstanciada de los hechos constituye el núcleo fundamental del atestado, pues
no cabe olvidar que su función primordial consiste en erigirse en una denuncia que ha de ser
trasladada al Juez de Instrucción.
Esta narración de hechos, que, en si misma considerada no constituye prueba alguna, sino objeto
de prueba de la «notiticia criminis» que en él se contiene, ha de estar informada por los principios
de legalidad con escrupuloso respeto a los derechos fundamentales del investigado,
imparcialidad, objetividad, veracidad y precisión, debiendo el funcionario abstenerse de
efectuar juicios de valor. Esta narración fáctica habrá de efectuarse con todas sus circunstancias
espaciales y temporales, de una manera ordenada o estructurada que permita su comprensión.
El atestado es, sobre todo, un acto procesal de aportación de hechos al proceso, que se convierte
en un instrumento valiosísimo para que la autoridad judicial pueda elaborar la base fáctica de su
acto de imputación y, en último término, el MF pueda redactar su escrito de acusación.
➢ CALIFICACIÓN JURÍDICA
La Policía Judicial habrá de efectuar una calificación del hecho punible o subsunción en los
oportunos preceptos sustantivos del CP, sin que esta calificación haya de vincular, ni al Juez de
Instrucción en sus eventuales actos de imputación, ni al MF en su futuro escrito de acusación.
ANEXOS
Como anexos han de figurar todas las diligencias o resoluciones del instructor, así como todos los
actos de investigación y de prueba preconstituida (generalmente de constatación) que han de
ser introducidos en el atestado mediante actas e informes técnicos. El atestado será firmado al
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pie de todas las diligencias por el funcionario instructor y el secretario. Las personas presentes,
peritos y testigos que hubieran intervenido en las diligencias relacionadas con el atestado, serán
invitados a firmarlo en la parte a ellos referente. Si no lo hicieren, se expondrá la razón,
salvándose en la propia diligencia o en otra parte, teniendo en cuenta que no existe obligación
alguna de deponer ante los funcionarios de la Policía Judicial.
Si el atestado contuviera una investigación compleja, sería conveniente ordenar
estructuralmente las actas e informes de conformidad con su naturaleza y atendiendo también
a una secuencia cronológica. Al término de este tipo de atestado debiera existir un índice.
➢ FRENTE A LA SOCIEDAD
Frente a la sociedad rige el más absoluto secreto del atestado, debiéndose evitar, no solo las
posibles comunicaciones del atestado con otros coautores, sino también y de modo especial, los
«juicios paralelos». Por ello, las autoridades que intervienen en la instrucción han de abstenerse
de informar directamente a la prensa fuera de los canales preestablecidos, así como efectuar
juicios de culpabilidad del investigado, ya que tal y como afirma la Directiva (UE) 2016/343:
«los Estados miembros adoptarán las medidas necesarias para garantizar que, mientras no se
haya probado la culpabilidad de un sospechoso o acusado con arreglo a la ley, las declaraciones
públicas y las resoluciones judiciales que no sean de condena no se refieran a esa persona como
culpable».
➢ FRENTE AL INVESTIGADO
Para evitar eventuales prácticas inquisitivas, el art. 17.3 CE estableció la obligación de la policía
de informar al detenido de «las razones de su detención», esto es, la imputación del hecho
punible, sin cuya puesta en conocimiento no existe posibilidad alguna de defensa.
En cumplimiento de la Directiva 2012/13 se estableció el «derecho (del investigado) a ser
informado de los hechos que se le imputan, así como de cualquier cambio relevante en el objeto
de la investigación y de los hechos imputados» y la exigencia de que esa «[…] información será
facilitada con el grado de detalle suficiente para permitir un ejercicio efectivo del derecho a la
defensa».
La información ha de efectuarse por escrito, de forma inmediata y comprensiva, con anterioridad
al interrogatorio policial. Pero no conlleva la totalidad del atestado, sino tan solo «las
actuaciones que sean esenciales para impugnar la legalidad de la detención» (STC, de 2018).
De aquí la conveniencia de que, la policía judicial culmine lo más rápido posible el atestado y lo
ponga a disposición del MF, quien habrá de instar del Juez de Instrucción el pertinente auto, total
o parcial, de secreto instructorio para garantizar los derechos e intereses constitucionales o
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VII. PLAZO
En todo lo relativo al plazo de la realización del atestado, hemos de distinguir el de su iniciación
y el de su terminación.
➢ INICIACIÓN
En la actualidad, la comunicación debiera ser inmediata a través del sistema LEXNET. Esta
obligación de la apertura de las diligencias policiales de prevención adquiere singular relevancia
cuando se practique la detención del investigado, puesto que está sometida a especiales plazos
de duración, tanto procesales, como penales.
➢ CONCLUSIÓN
El plazo de terminación del atestado y de remisión al Juez competente es distinto si no ha podido
determinarse e identificarse al investigado, en cuyo caso puede la policía judicial retener el
atestado hasta que culmine esta diligencia a salvo que concurra alguno de los tres supuestos
contemplados en el art. 284.2 LECrim:
• Que se trate de delitos contra la vida, contra la integridad física, contra la libertad e
indemnidad sexuales o de delitos relacionados con la corrupción;
• Que se practique cualquier diligencia después de transcurridas setenta y dos horas desde
la apertura del atestado y éstas hayan tenido algún resultado; o
• Que el Ministerio Fiscal o la autoridad judicial soliciten la remisión
Asimismo, de conformidad con el derecho reconocido en el Estatuto de la Víctima del delito, la
Policía Judicial comunicará al denunciante que, en caso de no ser identificado el autor en el plazo
de 72 horas, las actuaciones no se remitirán a la autoridad judicial, sin perjuicio de su derecho a
reiterar la denuncia ante la fiscalía o el juzgado de instrucción.
El plazo de conclusión de un atestado sin que su sujeto pasivo haya sido detenido ha de ser el
común de las diligencias de prevención, que son tres días. Ello, no obstante, y en el hipotético
supuesto de que desee la policía continuar con la elaboración de sus diligencias sobre investigado
no detenido, una vez superado dicho plazo de tres días siempre podrá presentar el atestado en
la Fiscalía, la que incoará unas diligencias informativas y podrá ordenar «[…]a la Policía Judicial
que practique las diligencias que estime pertinentes para la comprobación del hecho o de la
responsabilidad de los partícipes en el mismo».
VIII. ENTREGA
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Dada la obsolescencia del art. 496.1 y la rapidez actual de los medios de transporte, debe
interpretarse el precepto en el sentido de que la policía ha de entregar el atestado, con o sin
detenido, al Juez de Instrucción de Guardia que resulte ser competente, aun cuando, como es el
caso de los Juzgados Centrales de Instrucción, puedan estar geográficamente distanciados del
lugar de la detención.
➢ LA PRUEBA PRECONSTITUIDA
La propia jurisprudencia del TC y del TS, ha venido realizando importantes distinciones entre el
valor del atestado, en sí mismo considerado, y el de las diligencias que puedan acompañarlo en
sus anexos.
Estas diligencias pueden convertirse en actos de prueba preconstituida, susceptibles de fundar
una sentencia de condena si cumplen con todos los requisitos trazados por la jurisprudencia
constitucional, a saber:
• en primer lugar, que versen sobre actos irrepetibles, esto es, que no pueden ser
trasladados al momento de realización del juicio oral;
• en segundo, que exista necesidad o urgencia, de tal suerte que no pueda
reclamarse la intervención de la autoridad judicial;
• en tercero, que se garantice la posibilidad de contradicción, es decir, si el investigado
estuviere asistido de Abogado, a este deberá la policía notificarle previamente la
diligencia para que pueda intervenir en ella y formular las observaciones pertinentes,
• finalmente, en el caso de recogida del cuerpo del delito o del ADN hay que respetar
la genuidad de la cadena de custodia.
La doctrina constitucional relativa al valor probatorio del atestado policial se resume, pues, en
los siguientes extremos:
• Sólo puede concederse al atestado valor de auténtico elemento probatorio si es
reiterado y ratificado en el juicio oral, normalmente mediante la declaración testifical
de los agentes de policía firmantes del mismo. En consecuencia, vulnera el derecho a
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LECCIÓN 15
LA FASE INSTRUCTORA: (I) CONCEPTO, CONTENIDO Y CLASES
III. CLASES
Coexisten en la actualidad, una multiplicidad de procedimientos ordinarios y especiales que
mantienen sus singularidades en la fase instructora. Con arreglo a un criterio subjetivo, junto a
la investigación del Juez de Instrucción ordinario, también ha de mencionarse:
• las diligencias policiales de prevención han de ser practicadas por la policía judicial
cuando tenga, mediante una denuncia ante ella presentada, conocimiento de la comisión
de un delito;
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• las Diligencias Informativas del Ministerio Fiscal o investigación preliminar que puede
practicar el Ministerio Público, con anterioridad a la incoación de la instrucción judicial;
• las diligencias judiciales de prevención o primeras diligencias, que han de practicar los
Jueces de instrucción incompetentes a fin de determinar provisionalmente el hecho
punible, asegurar el cuerpo del delito y adoptar las medidas cautelares urgentes
• los sumarios que hayan de instruir los Jueces de Instrucción Especiales;
• la instrucción del Ministerio Fiscal en el proceso penal de menores, y
• las diligencias de investigación que hayan de practicar los jueces delegados y
comisionados.
Y atendiendo a un criterio objetivo o procedimental pueden distinguirse las siguientes fases
instructoras:
• el sumario ordinario, que ha de incoarse ante la sospecha de la comisión de un delito muy
grave, y que no sea de la competencia de la Ley del Jurado;
• la Instrucción Complementaria de la Ley del Jurado, que ha de practicarse cuando el
objeto del procedimiento lo constituya alguno de los delitos de la competencia de este
Tribunal
• las Diligencias Previas del procedimiento abreviado, que es el procedimiento adecuado
para el enjuiciamiento de delitos de la competencia de los Juzgados de lo Penal y de las AP
siempre y cuando la pena objetiva privativa de libertad no exceda de los nueve años
• las Diligencias Urgentes de los juicios rápidos cuando se trate de alguno de los delitos
contemplados en el art. 795 y se hayan cumplido los presupuestos de este procedimiento
especial con vocación de ordinario,
• las Diligencias instructoras de los juicios por delitos leves, bien en su modalidad de juicio
rápido, bien en la de juicios de faltas ordinario.
IV. CONTENIDO
A cada una de las funciones descritas en el art. 299 corresponden los respectivos actos procesales
que integran la fase instructora y que pueden ser sistematizados en:
• Actos instructorios o de investigación,
• Actos de prueba sumarial (preconstituida y anticipada), y
• Medidas cautelares y provisionales (penales y civiles). Los actos instructorios, de prueba
sumarial y las medidas cautelares conforman, pues, el contenido de la fase instructora, si
bien, se hace necesario distinguir los actos instructorios de los actos de prueba, si bien
mantienen todos ellos como nota común la de erigirse en actos de aportación de hechos
al proceso.
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Debido a la importante circunstancia de que el proceso declarativo penal está dividido en dos
grandes fases, la instructora y la del juicio oral, los actos de aportación fáctica asumen una doble
función correlativa a la de ambas fases: en la primera de ellas, tales actos asumen como única
función la de preparar el juicio oral mediante la comprobación o investigación de la notitia
criminis en punto a determinar fundamentalmente el hecho punible y su presunto autor,
erigiéndose en presupuestos materiales imprescindibles para que las partes acusadoras puedan
confeccionar sus escritos de acusación; en tanto que, en la segunda, en la fase del juicio oral, la
entrada en ella de los hechos tiene como exclusiva función lograr la evidencia necesaria para que
el Tribunal dicte una sentencia de condena o, en cualquier otro caso, absolutoria. Pero la entrada
definitiva de los hechos se efectúa en el escrito de acusación o de calificación provisional.
De conformidad con la anterior distinción se impone una clasificación esencial de los actos de
aportación de hechos. Tales actos pueden ser: actos instructorios o de investigación, típicos de
la fase instructora y actos de prueba, consustanciales a la de juicio oral.
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LECCIÓN 16
LA FASE INSTRUCTORA: (II) LAS DILIGENCIAS INFORMATIVAS DEL
MINISTERIO FISCAL
➢ INICIACIÓN
La iniciación de estas Diligencias pre-procesales puede suceder de oficio, cuando el delito sea
público, o a instancia de parte. No cabe la posibilidad de iniciar estas diligencias, cuando el delito
presuntamente cometido sea privado, pues, en tal caso, hay que presentar la querella ante el
Juez competente.
En esta investigación preliminar, los acusadores particulares no gozan de participación alguna.
Ello, no obstante, debe el Ministerio Fiscal interrogar a las víctimas sobre sus daños sufridos en
sus «centros de relación con las víctimas y perjudicados» de las sedes de las Fiscalías Provinciales.
Asimismo, si el Ministerio Fiscal decidiera archivar las Diligencias, habrá de notificárselo al
denunciante y, de modo especial, al ofendido o al perjudicado, a quien le ilustrará de su derecho
a interponer la denuncia ante el Juez de Instrucción.
➢ CONTENIDO
El Ministerio Fiscal puede practicar todos los actos instructorios, que no entrañen limitación de
los derechos fundamentales, ni la adopción de medidas cautelares, salvedad hecha de la
detención. Así, se encuentra legitimado para interrogar al investigado y a los testigos, practicar
careos, pudiendo ejercitar, al respecto, la citación coercitiva o para ser oído, la cual, si fuere
incumplida, podrá convertirse en orden de detención. Asimismo, y en su calidad de Autoridad,
puede impartir órdenes a la policía judicial y a terceros con el apercibimiento de ser procesado
por delito de desobediencia, delegar funciones específicas o requerir informes de la policía
judicial y de cualquier organismo público.
El Ministerio Fiscal cuando actúa como instructor, ha de asumir el papel de Autoridad imparcial.
Por esta razón, en dicha cualidad, ha de instruir con objetividad e imparcialidad, ha de informar
al investigado de sus derechos y del hecho punible, cuya comisión se le atribuye, así como
consignar, en las Diligencias Informativas, todas las circunstancias, tanto desfavorables, como
favorables al investigado, todo ello con la obligación de abstención, si perdiera su imparcialidad.
Aun cuando el Ministerio Fiscal solicitara del Juez de Instrucción una intervención telefónica, no
parece que pueda llevarlas a cabo en el seno de unas Diligencias informativas. La razón es obvia:
habida cuenta de que el art. 773.2 dispone que «cesará el Fiscal en sus diligencias tan pronto
como tenga conocimiento de la existencia de un procedimiento judicial sobre los mismos hechos»,
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y que dicha petición conlleva la comunicación de una «notitia criminis» a la autoridad judicial,
quien habrá de incoar Diligencias Previas, es claro que el Ministerio Fiscal no puede seguir
asumiendo sus Diligencias Informativas, debiendo ceder la competencia absoluta al Juez de
Instrucción.
➢ LA DEFENSA
El art. 5 EOMF introdujo la exigencia de que las Diligencias informativas deben ser respetuosas
con el derecho de defensa. De este modo, en el interrogatorio el investigado «habrá de estar
asistido de letrado y podrá tomar conocimiento del contenido de las diligencias practicadas». De
lo que se infiere que:
• si el sospechoso compareciera sin la asistencia de Abogado, habrá de ilustrarle el
Ministerio Fiscal de su derecho a designar Abogado de su confianza o a reclamar uno del
turno de oficio, en cuyo caso habrá de dirigirse el Colegio de Abogados para que se le
provea de dicho Letrado;
• el Abogado podrá tomar conocimiento de todas las actuaciones practicadas, y
• el Ministerio Fiscal no puede decretar el secreto de tales Diligencias, que siempre han de
ser públicas para la defensa.
➢ PLAZO
Las Diligencias informativas no pueden degenerar en una «inquisición general» que se realice
indefinidamente y a espaldas del investigado.
Por consiguiente, el plazo máximo ordinario de duración de estas diligencias es de seis meses,
debiendo ser menor, si el hecho punible adolece de falta de complejidad alguna y la investigación
fuere sencilla, o pudiendo superarse dicho plazo mediante una sola prórroga, si la investigación
del hecho tuviera una gran complejidad fáctica. Ahora bien, si se tratara de la investigación de
uno de los delitos de la competencia de la Fiscalía especializada contra la corrupción y la
criminalidad organizada, se establece una duración máxima de doce meses, susceptible de una
sola prórroga por el Fiscal General del Estado.
➢ RESOLUCIÓN
Las Diligencias Informativas han de finalizar con cualquiera de estas dos resoluciones
alternativas: mediante una resolución de archivo o mediante la presentación de la pertinente
denuncia o querella ante el Juzgado competente.
El archivo
Los motivos del archivo son distintos, según el procedimiento se haya incoado de oficio o a
instancia de parte:
✓ Investigación de oficio. El archivo sólo es procedente cuando «el hecho no revista
caracteres de delito», es decir, cuando falte la tipicidad, y también cuando no exista la
evidencia de que los hechos gocen de «significación penal» o si concurriera la evidencia de
una causa de exención o de extinción de la responsabilidad penal. Cuando la investigación
ha sucedido de oficio el archivo está, pues, sometido a estrictos motivos de legalidad.
criminis», vienen obligados a practicar las primeras diligencias o más urgentes, cuyo concepto
resume el art. 13.
Puede suceder que un Juez de Instrucción resulte incompetente para instruir un sumario, bien
sea por la circunstancia de que tenga que iniciar unas diligencias penales contra aforados, bien
porque no sea territorialmente competente, tal como acontecería con un delito de la
competencia de los Juzgados Centrales de Instrucción o, en general, cuando el delito no se
hubiere cometido en su demarcación. En tales casos, el art. 307 les autoriza a incoar las «primeras
diligencias».
Debido a la hegemonía en nuestra LECrim del principio de legalidad, no existe obligación alguna
por parte del particular de transmitir la «notitia criminis» al Juez de Instrucción competente, sino
la de presentar la denuncia ante el Juez más próximo al lugar de comisión del delito. Esta ausencia
de obligación subsiste incluso en el caso de la querella, que ha de ser presentada ante el Juez
competente, pues, en el supuesto de que se haya infringido lo preceptuado, tratándose de la
comisión de un delito público, la querella adquiere el valor de denuncia y no exonera al Juez
incompetente del deber de practicar las primeras diligencias.
En todos estos casos, tales Jueces incompetentes habrán de realizar las primeras diligencias o
diligencias de prevención, que consisten en asegurar las fuentes de prueba, dictar una orden de
protección a la víctima o detener, en su caso, al autor del delito, pudiendo disponer la elevación
de la detención a prisión provisional, pero nunca dictar el auto de ratificación de la prisión, ni el
procesamiento, ni prestar la declaración indagatoria.
Todas estas diligencias han de efectuarse en el plazo de tres días, que se erige en límite temporal
máximo de duración de las diligencias de prevención y, en perfecta armonía con el mismo, en el
plazo máximo de duración de la detención judicial.
➢ LA PRÓRROGA DE JURISDICCIÓN
Tal y como dispone el art. 268 LOPJ «las actuaciones judiciales deberán practicarse en la sede del
órgano jurisdiccional».
En la instrucción penal, existen actuaciones que, por su naturaleza, no pueden realizarse en la
sede del Juzgado, sino fuera del mismo. Esto es lo que acontece con la inspección ocular, con la
recogida del cuerpo del delito o la entrada y registro, diligencias todas ellas que exigen que el
Juez, asistido por el LAJ, haya de desplazarse fuera de dicha sede. Lo mismo ha de suceder cuando
haya de personarse para recabar la finalización de las diligencias de prevención a fin de asumir
directamente la instrucción del sumario. En todos estos casos, dispone el art. 268.2 LOPJ que
«los Juzgados y Tribunales podrán constituirse en cualquier lugar del territorio de su jurisdicción
para la práctica de aquéllas (diligencias), cuando fuere necesario o conveniente para la buena
administración de justicia».
Pero, si el lugar en el que ha de efectuarse la diligencia se encontrara fuera de la sede del juzgado,
el art. 322 le obliga a comisionar, a través del exhorto, al órgano jurisdiccional, en cuya sede se
encuentre el lugar en orden a que practique la diligencia.
En cualquier caso, el Juez con prórroga ha de dar «inmediato aviso» o «inmediata noticia», de la
práctica de la diligencia, al Juez titular de la demarcación vecina. De la conjunción de ambos
preceptos se infiere que la comunicación puede ser anterior o posterior a su práctica, pero, en
cualquier caso, ha de ser con inmediatez temporal.
LECCIÓN 17
LA FASE INSTRUCTORA (III)
I. LA INICIACIÓN DE LA INSTRUCCIÓN
A la iniciación de la instrucción se refiere expresamente el art. 308 LECrim, en cuya virtud
«inmediatamente que los Jueces de instrucción … tuvieren noticia de la perpetración de un delito,
el Secretario judicial lo pondrá en conocimiento del Fiscal de la respectiva Audiencia, y dará,
además, parte al Presidente de ésta de la formación del sumario, en relación sucinta,
suficientemente expresiva del hecho, de sus circunstancias y de su autor, dentro de los dos días
siguientes al en que hubieren principiado a instruirle».
➢ EL SECRETO ABSOLUTO
A la regla del secreto absoluto (para la sociedad) de las actuaciones sumariales se refiere el art.
301, al disponer que «las diligencias del sumario serán secretas hasta que se abra el juicio oral».
Mediante esta prescripción, prohíbe el precepto la filtración de datos de la instrucción a la
sociedad o terceros, es decir, a personas distintas a las autoridades y partes que intervienen en
la instrucción.
Para asegurar esta obligación de secreto, contempla la norma dos tipos de responsabilidades:
• la disciplinaria de los Abogados y Procuradores, con multa de 500 a 10 000 euros, y
• la penal de los funcionarios públicos. Pero esta distinción carece, en la actualidad de
relevancia, pues, hoy el art. 466.1 CP tipifica la conducta del «abogado o procurador que
revelare actuaciones procesales declaradas secretas por la autoridad judicial».
Ahora bien, no toda actuación procesal está tutelada por el secreto sumarial, sino que, para su
determinación, es necesario secundar dos criterios, temporal el uno y material, el otro. Conforme
al primero, en pureza, sólo son diligencias sumariales las que transcurren entre el auto de
incoación del procedimiento penal y el auto de conclusión del sumario o de las diligencias previas,
si bien también han de estar amparadas por el secreto instructorio, dada su naturaleza, las
«diligencias de prevención», en cualquiera de sus manifestaciones, pero, si la información se
obtiene con anterioridad a tales diligencias, no puede extenderse a ella el secreto instructorio.
Según el segundo, por «diligencias del sumario» tan sólo cabe entender las informaciones
contenidas en los actos de investigación, razón por la cual ninguna violación del secreto
instructorio se realiza ante filtraciones distintas a las de la pieza principal o informaciones
puntuales sobre la situación del investigado, como pudiera serlo publicar su cualidad de
procesado o de sometido a prisión provisional.
➢ EL SECRETO RELATIVO
A la regla del secreto relativo o de publicidad para el investigado se refiere el art. 302, conforme
al cual «las partes personadas podrán tomar conocimiento de las actuaciones».
De conformidad, pues, con esta regla de secreto relativo, todas las partes formales han de tener
acceso a toda la información de la fase instructora, incluido, por tanto, el atestado policial, las
atípicas diligencias indeterminadas y las informativas que haya podido practicar el Ministerio
Fiscal. Pero el principio de publicidad no alcanza al expediente de las bases de la denominada
inteligencia policial.
Por «partes personadas» hay que entender las partes privadas, bien sean acusadoras, bien se
trate del investigado, siempre y cuando hayan comparecido con Procurador o, en el ámbito del
proceso abreviado, al menos, con Abogado que asuma simultáneamente la representación.
Dentro de este concepto no puede entenderse incluido nunca al Ministerio Fiscal, quien tiene
garantizada, siempre y, en cualquier caso, la publicidad de las actuaciones.
En cuanto a la extensión del derecho de información de las partes comprende, tanto el pasivo,
como lo es la lectura personal de las diligencias, cuanto el activo o derecho a tomar notas e
incluso a instar del secretario los oportunos testimonios de particulares. Pero dicha información,
que obtengan las partes personadas, ha de estar dirigida a fundamentar sus respectivas
pretensiones y defensas y no a comunicarlas a terceros, en cuyo caso se harían acreedoras de las
responsabilidades disciplinarias y penales.
«la duración máxima inicial de la intervención, que se computará desde la fecha de autorización
judicial, será de tres meses, prorrogables por períodos sucesivos de igual duración hasta el plazo
máximo de dieciocho meses» (art. 588 ter g).
➢ PROCEDIMIENTO
La prórroga en instrucciones complejas está sometida a los siguientes requisitos:
• solicitud expresa y por escrito del Ministerio Fiscal;
• presentación de la solicitud dentro del plazo ordinario y como máximo 3 días antes de su
conclusión, y
• «audiencia de las partes». por partes aquí hay que entender necesariamente a la defensa,
que está legitimada para sustentar su oposición, y las partes penales que hayan
comparecido en el proceso, siendo dudoso de que también deba prestarse audiencia a las
civiles, quienes tienen la carga procesal de incorporar, a la oportuna pieza de
responsabilidad civil, los hechos que sustancien su pretensión o defensa de resarcimiento.
El Juez de instrucción, citará, pues, de comparecencia a todas las partes penales, quienes
en una audiencia podrán alegar acerca del carácter complejo o no de la instrucción y si,
en ella, se han provocado o no dilaciones indebidas.
➢ LA PRÓRROGA EXTRAORDINARIA
Las instrucciones complejas pueden beneficiarse de una prorroga extraordinario:
«excepcionalmente, antes del transcurso de los plazos establecidos en los apartados anteriores
o, en su caso, de la prórroga que hubiera sido acordada, si así lo solicita el Ministerio Fiscal o
alguna de las partes personadas, por concurrir razones que lo justifiquen, el instructor, previa
audiencia de las demás partes, podrá fijar un nuevo plazo máximo para la finalización de la
instrucción». Aquí, sin embargo, no hay que cumplir con los anteriores requisitos. Es suficiente
que el Juez de oficio la conceda o el Ministerio Fiscal la inste dentro del plazo establecido y sin
que deba el Juez realizar audiencia alguna.
Esta nueva prórroga excepcional, y a diferencia de las anteriores, no está sometida a plazo
alguno: «…el Juzgado podrá fijar nuevo plazo máximo para la finalización de la instrucción»,
quedando al arbitrio del Juez la determinación cuantitativa de dicho plazo.
LECCIÓN 18
ACTOS DE IMPUTACIÓN
I. LA IMPUTACIÓN
Una de las funciones esenciales de la imputación consiste en posibilitar el ejercicio del derecho
de defensa.
Imputación y nacimiento del derecho de defensa
El derecho de defensa está conectado con el surgimiento de la imputación, pues, no hay defensa
eficaz, si no se le comunican al investigado los cargos sobre él existentes a fin de que pueda
contestar con eficacia la imputación, contra él existente. Además, obliga al Juez a poner en
conocimiento del inculpado el acto de imputación.
Imputación judicial, de parte y de terceros. La actuación del defensor queda condicionada al
momento en «que se le comunique su existencia», lo que le permitiría al Juez, un margen de
discrecionalidad en la comunicación de la imputación, pudiéndose distinguir la imputación
judicial, de la parte acusadora e incluso la de terceros.
El art. 118.2 y la doctrina reiterada del TC, al establecer la obligación del Juez de poner en
conocimiento del inculpado la denuncia o querella contra él formulada, ha de obligar al Juez a
comunicarle «la existencia del procedimiento» o, lo que es lo mismo, a tenerlo por investigado y
a permitirle el ejercicio de su derecho de defensa. Situación distinta ocurre, cuando un testigo o
un investigado atribuyen a un tercero la participación en el hecho punible. En tal caso, tiene el
Juez un margen de ponderación para comprobar la verosimilitud de esa autoría e inculpar o no
al investigado. De lo dicho se desprende que la imputación de un tercero requiere la
imputación judicial o, dicho en otras palabras, la asunción de dicho juicio penal de reproche por
el propio Juez de Instrucción.
Por otra parte, la declaración incriminatoria del coinvestigado, en la medida en que está viciada
por expectativas de ventaja, no puede fundar, por sí sola, una Sentencia de condena, ya que se
infringiría la presunción de inocencia.
Forma de la imputación. El derecho de defensa surge de una manera genérica cuando se le
imputa a una persona un acto punible. A continuación, el segundo inciso nos señala cómo se
formaliza dicha imputación: mediante la comunicación de la existencia del procedimiento, por el
hecho de la detención o la adopción de cualquier otra medida cautelar o cuando se haya
acordado su procesamiento.
Son tres las formas a través de la cuales puede alcanzarse el «estatus» de investigado en el
proceso penal:
• por el hecho de figurar como indiciado en cualquier medio de incoación del proceso
penal;
• por ser sujeto pasivo de una detención o de cualquier otra m e d i d a cautelar «penal» o
civil, siempre y cuando coincida el investigado con el responsable civil, pues, como se ha
señalado, las medidas cautelares tienen como «fumus boni iuris» un juicio de
imputación, y
• por aparecer como determinado en un auto de procesamiento o de transformación del
proceso penal abreviado, que constituyen las resoluciones judiciales de imputación por
excelencia.
Junto a estos tres medios clásicos, todavía cabe incorporar la denominada citación cautelar o
para ser oído, que la jurisprudencia del TC tuvo que incluir en el procedimiento abreviado.
El conocimiento de la imputación EXAMEN
Al imputado le asiste el derecho a conocer la imputación y todas las actuaciones, incluido el
expediente policial. Lo que sucede es que ese deber se ha transformado en una carga de la
defensa, quien ha de solicitar la exhibición de las actuaciones practicadas.
No obstante, se hace obligado afirmar que, como regla general, el Juez viene obligado a
transmitir a su sujeto pasivo todo acto de imputación y, como criterios especiales, cabe distinguir
tantas notificaciones, como actos de imputación:
Actos de imputación de parte acusadora. Debe el Juez, en primer lugar, trasladar al denunciado
o querellado copia de la denuncia o querella. Razones de economía y el derecho de defensa
aconsejan que se le notifique al investigado, tanto el auto de incoación, cuanto también la
denuncia o querella, a salvo, claro está, que el Juez determine el secreto de las actuaciones.
De dicha regla general no cabe siquiera exceptuar aquellos delitos que, de notificar al investigado
la denuncia o querella, podrían frustrarse los fines del proceso. En estos supuestos puede y debe
el Juez declarar el secreto instructorio a fin de evitar las comunicaciones en la causa. Lo que no
puede el juez, sin declarar dicho secreto, retrasar la notificación del acto de iniciación del
proceso.
Actos de imputación judicial. Asimismo, debe el Juez trasmitirle su juicio de imputación, el cual
puede ser escrito o verbal. Las imputaciones judiciales escritas pueden ser específicas o
implícitas.
Pero también la imputación judicial puede y debe de ser verbal. En primer término, debe el Juez
ilustrar verbalmente al investigado el hecho punible, cuya comisión se le atribuye, al inicio de su
primer interrogatorio judicial. Si la policía judicial está obligada a determinar al detenido las
causas de su detención, no hay razón alguna que exonere al Juez de dicha obligación con
anterioridad a su primer interrogatorio judicial. En segundo, debe producirse también esta
ilustración de la imputación y de los derechos de defensa. En los supuestos de
«autoinculpaciones»: cuando, en una declaración testifical, surjan indicios de criminalidad contra
el testigo, debe el Juez suspender el interrogatorio, ilustrarle de todos sus derechos de defensa
y prestarle declaración bajo el régimen de las indagatorias.
Contenido
Si la imputación lo es a instancia de parte acusadora, cumple el Juez con el art. 118.2 por el solo
hecho de darle traslado de la denuncia o querella.
Pero, si la imputación es judicial, hay que distinguir, de nuevo, si es escrita o verbal. Tratándose
de imputación escrita hay que estar a lo dispuesto en los preceptos que disciplinan el acto. Pero,
si la imputación fuere verbal, a falta de norma expresa, cabe concluir que el Juez debe ilustrar al
investigado, en primer lugar, del hecho punible en su dimensión natural o histórica y, en segundo,
su tipicidad o subsunción de ese hecho en la correspondiente norma del CP.
Tiempo
Debido a la inexistencia de preclusión alguna en la instrucción no se establece plazo alguno para
la puesta en conocimiento de la imputación.
Ello no significa, sin embargo, que pueda el Juez, retrasar esa notificación, la cual ha de efectuarse
inmediatamente que surja una imputación contra persona determinada. Nótese que el art. 118.2
utiliza el término «determinada» y no «identificada». La imputación ha de comunicarse, pues
cuando, por los medios que sea, una persona sea diferenciada de la comunidad social como autor
de un hecho punible, aunque todavía no haya podido ser identificada.
detención». Sin embargo, no está destinada a asegurar la comparecencia del investigado al juicio
oral, sino a posibilitar su interrogatorio judicial.
En segundo lugar, dicha citación contiene un acto judicial de imputación. El presupuesto de la
misma es un juicio de imputación. Dicha imputación, sin embargo, es provisional en la medida
en que tras la declaración el Juez podrá elevarla, a definitiva o dictar un auto de sobreseimiento.
La LECrim no establece, sin embargo, la forma en la que el Juez deberá ilustrar a su sujeto pasivo
de la imputación sobre él existente. En principio, no existe obstáculo alguno a que se efectúe por
escrito en la misma notificación; pero, si este extremo se hubiere obviado, debe el juez con
anterioridad al interrogatorio judicial cumplir con el deber de información verbal del hecho
punible y su calificación jurídica, de su derecho a estar asistido de Abogado y de todo el conjunto
de derechos instrumentales al de defensa.
La finalidad de dicha citación consiste en posibilitar el interrogatorio judicial del investigado,
quien naturalmente ha de haber sido citado en calidad de tal y no, de testigo.
Dicho interrogatorio participa de una doble naturaleza: de un lado, es un acto de investigación
del juez para determinar el hecho y su participación en él del investigado, por lo que a esta
declaración le son de aplicación supletoria todas las disposiciones sobre las «indagatorias», pero,
de otro lado y al propio tiempo, constituye un acto de defensa, porque es la primera posibilidad
que tiene el investigado de, asistido con su Abogado, exculparse de los hechos y poder convencer
al juez sobre su ausencia de responsabilidad penal, obteniendo, en tal caso, un sobreseimiento.
Es precisamente esa función garantista de la citación para ser oído la que indujo al Tribunal
Constitucional a establecerla como obligatoria en el proceso penal abreviado, en el que no puede
el Juez de Instrucción clausurar unas Diligencias Previas sin, al menos, prestarle declaración al
investigado para ser oído con anterioridad al auto de clausura de la instrucción (o de
transformación del PPA), debiendo reputarse sus declaraciones testificales prestadas en la
instrucción cuando, del resultado de las diligencias quepa inferir su cualidad de investigado,
como constitutivas de supuestos de prueba de valoración prohibida.
criminal o delictiva.
❖ En segundo lugar, dicha resolución tiene carácter provisional. Ha de pronunciarse cuando en
la causa surja «algún indicio racional de criminalidad contra persona determinada». El juez
de instrucción puede levantar el procesamiento, cuando desaparezca su presupuesto
material o la Audiencia puede desprocesar, decretando el sobreseimiento. Dicho
desprocesamiento, puede efectuarlo el juez de oficio.
❖ No obstante este carácter interino o provisional, asume el procesamiento una importante
función, cual es la de determinar la legitimación pasiva y convertirse en requisito previo de
la acusación, de tal suerte que, en el sumario ordinario, «nadie debe ser acusado, sin haber
sido previamente declarado procesado», contribuyendo de esta manera el procesamiento a
evitar las acusaciones «sorpresivas» y a robustecer, en definitiva, el derecho que todo
ciudadano tiene al conocimiento previo de la acusación.
❖ Órgano jurisdiccional competente para dictar el procesamiento es el juez de instrucción
ordinario o competente para la instrucción del sumario, con la sola excepción de los
Tribunales encargados, por disposición de la LOPJ o de determinadas leyes especiales, de
pronunciar el procesamiento contra las personas aforadas. En particular no pueden los
jueces instructores ocasionales o comisionados pronunciar esta resolución.
❖ El procesamiento encierra una resolución formal de imputación. Con anterioridad al mismo
puede el sujeto pasivo del sumario haber adquirido ya el «status» de investigado. En cuanto
a la defensa privada, al tener que plasmarse la imputación en dicho auto y constituir esta
resolución un requisito previo de la primera declaración indagatoria, la notificación al
procesado de dicha imputación le permitirá exculparse de ella en dicho interrogatorio
judicial. En cuanto a la defensa pública o técnica, el procesamiento hace nacer la obligación
judicial de proveer al procesado de abogado de oficio, en el improbable supuesto de que
estuviere todavía desasistido de defensor.
❖ Dicha resolución jurisdiccional de imputación ha de dirigirse contra persona determinada.
Presupuesto material del procesamiento es la existencia de «algún indicio racional de
criminalidad». Por dicho concepto cabe entender la fundada sospecha de participación, en
cualquiera de sus grados, de una persona en un hecho punible no obstaculizada por la
ausencia de alguno de los presupuestos procesales que impiden el procesamiento o por la
evidencia en la concurrencia de alguna de las causas de extinción y, en menor medida, de
exención de la responsabilidad penal. Son presupuestos procesales, cuya ausencia condiciona
la admisibilidad del procesamiento, la capacidad para ser parte y de actuación procesal del
investigado, la falta de autorización para procesar, la falta de legitimación activa en los delitos
semipúblicos y la de la denuncia y querella en los delitos semipúblicos y privados. Asimismo,
han de impedir el procesamiento la concurrencia de alguna de las causas de extinción de la
responsabilidad penal, habida cuenta de su naturaleza de presupuestos procesales de
carácter negativo y, por tanto, de que su fácil justificación a través del oportuno documento
público posibilita la obtención de la evidencia necesaria para desvirtuar esta declaración
judicial.
❖ El tratamiento de las circunstancias eximentes o de exención de la responsabilidad penal ha
de ser muy diverso, pues, en definitiva, son hechos impeditivos de la pretensión penal y, en
dicha calidad, requieren una actividad probatoria en el juicio oral. Con todo, seria
antieconómico y materialmente injusto someter al investigado, en quien concurra alguna de
las tales circunstancias, a un juicio oral en el que, con anterioridad al mismo, haya podido
evidenciarse su falta de responsabilidad penal.
❖ El procesamiento, finalmente, produce toda una serie de importantes efectos sobre las
medidas cautelares y provisionales. Con respecto a las primeras, el efecto que genera es el
de constituir imputación suficiente para justificar la adopción de las medidas cautelares de
carácter provisional; en tal sentido, el procesamiento se convierte en requisito previo de la
libertad provisional, de las fianzas y embargos aseguratorios de la pretensión civil y de la
requisitoria de búsqueda y captura. En cuanto a las segundas cabe destacar la privación del
permiso de conducción y la suspensión provisional en el ejercicio de su oficio o cargo al
funcionario procesado, efecto este último que suele establecerse en la oportuna legislación
especial administrativa y en materia de terrorismo.
❖ En cuanto a los medios de impugnación es obligado distinguir los autos denegatorios de la
petición de procesamiento, de los confirmatorios. Con respecto a los primeros, tan sólo podrá
interponerse el recurso de reforma, sin que sea procedente el de apelación; ello, no obstante,
la parte acusadora gravada por tal decisión podrá reproducir su solicitud en la fase intermedia
y ante la Audiencia, al evacuar el traslado. En cuanto a los autos estimatorios del
procesamiento, puede contra ellos interponerse el recurso de reforma y el de apelación, este
último con carácter independiente o subsidiario.
❖ Tanto el auto de procesamiento, como la resolución del pertinente recurso de apelación, en
la medida en que impliquen la asunción de un juicio de imputación que se erija en
«prejuicio» acerca de la culpabilidad del encausado, inhabilitan a los Magistrados, en dichos
actos intervinientes, para conocer del juicio oral y dictar Sentencia, ya que, en tal supuesto,
se violaría el derecho al Juez legal imparcial, implícito en el derecho a un proceso con todas
las garantías.
LECCIÓN 19
LA PRUEBA INSTRUCTORA ANTICIPADA Y LOS ACTOS DE INVESTIGACIÓN
Tales actos, aun cuando se practiquen dentro de la instrucción, se diferencian claramente de los
actos instructorios o de investigación, porque se manifiestan aptos para desvirtuar la presunción
de inocencia o, lo que es lo mismo, porque permiten al Tribunal decisor extender a ellos su
conocimiento para fundamentar una sentencia de condena. Son, pues, auténticos actos de
prueba, pero practicados por el Juez de Instrucción o excepcionalmente, en el caso de la prueba
preconstituida por la policía judicial o el MF, y custodiados bajo la fe pública del LAJ.
Ahora bien, para que tales actos de aportación fáctica se conviertan en actos de prueba, es
preciso que cumplan escrupulosamente con todo un conjunto de requisitos y de garantías.
Por esta última razón, la LO 5/1995 del Jurado exige que los actos de prueba anticipada y
preconstituida se plasmen en especiales testimonios que han de incorporarse al auto de apertura
del juicio oral del Juez de Instrucción, de tal suerte que, en principio, tan sólo estos
«testimonios» y no el conjunto de diligencias sumariales han de ser trasladados al Tribunal del
Jurado. En segundo y, en particular, «las declaraciones efectuadas en la fase de instrucción, salvo
las resultantes de prueba anticipada (y preconstituida), no tendrán valor probatorio de los hechos
en ellas afirmados»
Como excepción a la lectura de documentos hay que reseñar la reproducción de los soportes
electrónicos comprensivos de intervención de las comunicaciones, que hay que efectuarlo
directamente mediante su audición ante el tribunal, garantizándose, de este modo, el más
estricto cumplimiento de los principios de oralidad, inmediación y contradicción sin que haya su
contenido de transcribirse e introducirse en el juicio mediante la lectura de documentos.
Pero nuestra LECrim, con acierto, tan sólo contempla como prueba sumarial anticipada
determinados supuestos específicos de la prueba «testifical» y «pericial».
punible y de su autor en orden, bien a obtener una decisión sobre la apertura del juicio oral
contra un imputado determinado, bien a dictar una resolución de sobreseimiento.
Los actos de investigación asumen la función inmediata de comprobar la verosimilitud de la
«notitia criminis». En la medida en que la robustecen, permiten al Juez formular su imputación
judicial y adoptar contra su sujeto pasivo las oportunas medidas cautelares y, si la debilitaran o
no la comprobaran, posibilitarán un auto de sobreseimiento. La práctica de tales actos ha de
estar, pues, presidida por el principio de imparcialidad.
Pero, más a largo término y si no fuere procedente el sobreseimiento, los actos instructorios
cumplen con la función de posibilitar a las partes acusadoras la redacción de los hechos de sus
escritos de acusación, de manera que, mediante ellos, el sumario o las Diligencias Previas se
convierten en un «arsenal instructorio», que utilizarán las partes acusadoras para afirmar los
hechos contenidos en la conclusión primera de sus respectivos escritos de calificación.
todos ellos que habrán de incorporarse a tales actos de imputación, cuando el Juez
desconozca su identificación nominal.
➢ CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Distinta a la diligencia de determinación es la de identificación del imputado, que exige como
presupuesto el cumplimiento de aquélla.
Una vez acreditado en la causa quién sea el presunto autor del hecho punible, ha de practicarse
la diligencia de identificación. Por tal diligencia cabe entender todo el conjunto de actos, de entre
los que destaca la inclusión en el sumario de su certificación de nacimiento, tendentes a obtener
la designación nominal de un imputado, previamente determinado.
A esta diligencia se refieren los arts. 373-376, que obligan al Letrado de la Administración de
Justicia a reclamar del Registro Civil su inscripción de nacimiento o, en su defecto, la «partida de
bautismo».
La aportación de todas las anteriores certificaciones no excluye la práctica de la diligencia de
ratificación o constatación de dicha identidad, la cual se efectuará en todos los interrogatorios
judiciales del imputado, cuya primera pregunta general de la Ley ha de ser la de comprobar su
identidad (art. 388).
➢ LA DETERMINACIÓN DE LA EDAD
La inclusión en los autos de las partidas de nacimiento no sólo sirve para acreditar la
identificación del procesado, sino también para determinar su edad, ya que, si fuere menor de
dieciocho años, está exento de responsabilidad penal, en cuyo caso debe el Juez inhibirse a favor
de la jurisdicción de menores. Asimismo, el mandamiento para la obtención de las certificaciones
acreditativas, tanto de la identificación, como la determinación de la edad no suspenderán la
tramitación de la causa.
➢ APORTACIÓN EVENTUAL
Por el contrario, y debido a la circunstancia de que la enajenación mental es una causa de
exención o de atenuación de la responsabilidad penal, siempre y cuando el Juez tenga dudas
acerca de la salud mental del procesado, habrá de recabar el preceptivo informe médico forense
o testifical.
Tales informes no dispensan de la obligación de practicar la oportuna prueba pericial en el juicio
oral, en la que se determine la capacidad intelectiva y volitiva del procesado en punto aplicar la
correspondiente causa de exención o de atenuación de la responsabilidad penal. Y ello, porque
estos informes periciales en modo alguno se erigen en acto de prueba, sino tan sólo en actos de
investigación. Tales informes periciales sirven para eludir esta medida cautelar y disponer, en su
caso, el ingreso del imputado en un establecimiento psiquiátrico.
Ahora bien, la enajenación del procesado puede ser originaria o sobrevenida. Si fuere originaria,
dispone el art. 381 que el Juez lo someterá inmediatamente a la observación de los Médicos
forenses, todo ello sin perjuicio de que las partes insten la pertinente «prueba» pericial. En tal
caso, y aunque se hubiere acreditado la demencia, siempre y cuando no existiera una evidencia
absoluta sobre la enajenación total del imputado, cuando existiera alguna duda sobre la
calificación de dicha demencia, debe abrirse el juicio oral a fin de que se pruebe la concurrencia
o no de la pertinente causa de exención o de atenuación de la responsabilidad penal.
Pero, si la demencia fuere sobrevenida, dispone el art. 383 que el Juez concluirá la instrucción y
el Tribunal competente archivará la causa «hasta que el procesado recobre la salud». La «ratio»
de este precepto hay que encontrarla en las exigencias del derecho de defensa. Debido a que la
defensa es una parte dual, que viene integrada por la concurrencia, no sólo de la defensa pública
del Abogado defensor, sino también de la privada o autodefensa del procesado, la Ley quiere que
este último tenga la capacidad de discernimiento necesaria para hacer valer, con eficacia, su
propia defensa, razón por la cual el procedimiento permanecerá en suspenso hasta tanto el
procesado recobre su salud mental.
Ahora bien, si existieren otros procesados no enajenados, dispone el art. 383.2 que continuará
la causa respecto a ellos. En tal caso, debe el Juez dictar un auto de sobreseimiento parcial con
respecto al enajenado y continuar la instrucción con respecto a los demás.
LECCIÓN 20
LOS ACTOS DE INVESTIGACIÓN (II)
➢ CONCEPTO
Se entiende por declaración indagatoria todo interrogatorio judicial de una persona declarada
procesada.
Las características fundamentales de la indagatoria son dos: en primer lugar, la de prestarse ante
el Juez de Instrucción competente, con lo que se diferencia del interrogatorio policial del
detenido en la Comisaría de Policía y, en segundo, la de exigir como requisito previo el auto de
procesamiento, distinguiéndose así de la declaración para ser oído que se ha de prestar ante el
Juez de instrucción, si bien con anterioridad a su procesamiento.
Presupuesto indispensable, pues, de las declaraciones indagatorias es la existencia de un auto de
procesamiento contra el imputado y, de aquí que, cuando no exista esta resolución en un
procedimiento penal determinado, no pueda técnicamente denominarse al interrogatorio
judicial del imputado como «declaración indagatoria».
➢ NATURALEZA JURÍDICA
Discute la doctrina acerca de la naturaleza jurídica de las declaraciones indagatorias. Para un
sector doctrinal es un acto de prueba, para otro lo es de defensa y no faltan autores que reclaman
su naturaleza mixta como medio simultáneo de prueba y de defensa. En opinión de los autores,
la declaración indagatoria constituye un acto de investigación y de defensa que, bajo el
cumplimiento de determinadas condiciones, puede erigirse en un acto de prueba.
La declaración indagatoria es un acto de aportación de hechos a la instrucción con un doble y
simultáneo contenido: de un lado, participa de la naturaleza de los actos de investigación,
porque, como su nombre indica está dirigido a «indagar» o averiguar los hechos punibles, pero,
por otro, se erige también en un acto de defensa privada porque, a través de la indagatoria,
puede el imputado exculparse de la imputación sobre él existente.
En efecto, la declaración indagatoria permite el ejercicio pleno de la autodefensa por el
imputado, quien, si estuviere detenido, podrá exculparse, por vez primera, ante el Juez de
Instrucción, de los cargos contra él existentes.
➢ INICIACIÓN
La declaración indagatoria puede practicarse de oficio o a instancia de parte.
De oficio
Necesariamente ha de practicarse de oficio el primer interrogatorio judicial tras la promulgación
del auto de procesamiento. Esta primera declaración indagatoria está sometida además al
cumplimiento de un plazo preclusivo de veinticuatro horas cuando el procesado se encuentre
detenido.
No obstante, con carácter potestativo puede el Juez también disponer, a lo largo del sumario, la
práctica de cuantas indagatorias estime pertinentes para la determinación del hecho punible y
de su presunto autor.
A instancia de parte
Pueden las partes solicitar del Juez el sometimiento del imputado a una nueva declaración
indagatoria. Aun cuando el art. 385 tan sólo legitime al Ministerio Fiscal y al querellante particular
para formular dicha solicitud, con lo dispuesto en el art. 400 que, también autoriza a la defensa
a formularla, con lo que se hace obligado concluir en que todas las partes penales están
legitimadas para instar la práctica de esta diligencia.
Por el contrario, atendida su naturaleza, debieran carecer, en principio, de legitimación las partes
civiles, ya que la indagatoria tiene como exclusiva finalidad acreditar los hechos constitutivos u
obstativos de la pretensión penal. Sin embargo, el art. 385 confiere también legitimación al actor
civil, la cual hay que entender exclusivamente circunscrita a la averiguación del hecho punible y
de su autoría, pero tan solo en la medida en que tales elementos se erigen en fuente de la
obligación y de la responsabilidad civil.
Contra la resolución del Juez denegando la práctica de una indagatoria cabe la interposición de
recurso de apelación, pero no contra la resolución admisoria.
➢ GARANTÍAS
Las garantías procesales, tendentes tanto a averiguar la veracidad de los hechos, como, sobre
todo, a posibilitar el derecho de defensa, pueden ser sistematizadas en negativas o prohibiciones
y positivas.
Prohibiciones
Las prohibiciones legales de todo interrogatorio judicial del imputado están previstas en los arts.
387 y 389.3, en cuya virtud, ni se puede exigir juramento al procesado, ni, por supuesto, ejercitar,
contra él, cualquier género de coacción o amenaza.
Garantías materiales: contenido del interrogatorio
La principal garantía del interrogatorio judicial consiste en el pleno ejercicio del derecho de
defensa. Por una parte, el Abogado podrá entrevistarse reservadamente con su patrocinado con
publicidad relativa de las actuaciones sumariales, las cuales han de extenderse necesariamente
incluso a los fundamentos del auto de incomunicación.
➢ EN LA FASE INSTRUCTORA
En la fase instructora la «confesión del procesado no dispensará al Juez de instrucción de practicar
todas las diligencias necesarias a fin de adquirir el convencimiento de la verdad de la confesión y
de la existencia del delito» (art. 406).
Esta es la razón, por la cual el art. 406.2 obliga al Juez a pedir al procesado explicaciones sobre el
hecho punible y todos los datos que contribuyan a certificar su confesión, grado de autoría y el
de los demás partícipes y testigos conocedores del hecho.
En nuestro proceso penal, por tanto, la confesión del procesado, como regla general, no puede
ocasionar el truncamiento o extinción del proceso mediante la emisión de una mecánica
sentencia condenatoria.
➢ EN LA CONFORMIDAD
De dicha regla general, hay que exceptuar los supuestos de «conformidad» del acusado, la
mayoría de los cuales han de suceder dentro de la fase instructora o al inicio de las sesiones del
juicio oral. La conformidad, que encierra una confesión con allanamiento del acusado, tiene la
virtualidad de poner fin al proceso mediante una sentencia inmediata de condena.
➢ EN LA SENTENCIA
En la fase decisoria se pueden plantear distintos supuestos sobre el valor probatorio de la
confesión del procesado efectuada en la declaración indagatoria. En primer lugar, hay que
determinar si la sola confesión, ante la inexistencia de otras pruebas, puede justificar una
sentencia de condena y, en segundo, en qué condiciones ha de valorar el Tribunal sentenciador
dicha confesión prestada en la declaración indagatoria.
Inexistencia de otras pruebas
Si no se ha practicado prueba alguna, fuera de la confesión sumarial del procesado o si, lo que es
lo mismo, se ha vulnerado lo dispuesto en el art. 406, no debiera pronunciarse sentencia alguna
de condena y ello, porque, como se ha reiterado, la declaración indagatoria no constituye
supuesto de prueba anticipada o preconstituida alguna, la cual exige la «irrepetibilidad» de la
prueba de tal suerte que no pueda ser trasladada al juicio oral. Además, la prueba ha de
transcurrir mediante contradicción y publicidad, es decir, en el juicio oral y no en la fase
instructora. Por todas estas razones la jurisprudencia suele manifestarse unánime a la hora de
negar valor probatorio a la confesión del procesado, tanto si sirve para su propia incriminación,
como para la de otros autores.
Existencia de otras pruebas que acreditan el hecho
Si a la confesión del procesado se unen otras pruebas que acreditan la existencia del hecho
punible, entiende la jurisprudencia que no se vulnera el art. 406 que, sobre todo, obliga al Juez a
practicar diligencias sobre la existencia y tipicidad del hecho. La existencia, pues, de prueba sobre
el hecho punible, unida a la confesión, que acredita la autoría, constituyen prueba suficiente para
dictar una sentencia de condena.
Existencia de diversas declaraciones autoinculpatorias y exculpatorias
Finalmente, si existiera una confesión del procesado, unida a una retractación en el juicio oral de
carácter exculpatorio, entiende la jurisprudencia que puede extender su conocimiento a aquella
confesión, en calidad de prueba, siempre y cuando se cumplan con determinadas garantías o
exigencias: en primer lugar, es necesario que el interrogatorio sea practicado con estricto
cumplimiento de las garantías constitucionales; en segundo, que el imputado haya prestado su
declaración como procesado, a través del régimen de las indagatorias, y no como mero testigo;
y, en tercero, que el procesado preste también su declaración en el juicio oral, por lo que, si nadie
insta este medio de prueba o no comparece al juicio oral el coimputado, no puede el Tribunal
extender al interrogatorio sumarial su conocimiento.
De conformidad con la doctrina del TC y del TS es necesario, pues, que el acusado preste
declaración en el juicio oral. Preguntado acerca de sus contradicciones, el Tribunal podrá,
apreciando con inmediación sus gestos de turbación o sorpresa, formarse una íntima convicción
acerca de cuál de las distintas declaraciones es la que haya de ser tenida como veraz, pudiendo
entonces fundar su sentencia en la declaración sumarial, siempre y cuando se proceda a su
lectura. En cualquier caso, el silencio del acusado puede valorarse junto con otras pruebas.
Desde un punto de vista constitucional, debería ser que el Tribunal fundara además su sentencia
sobre otras pruebas de cargo distintas a la confesión plasmada en la indagatoria.
LECCIÓN 21
LOS ACTOS DE INVESTIGACIÓN (III)
➢ REGULACIÓN Y CONCEPTO
Se entiende por declaración testifical la declaración de conocimiento efectuada por personas
físicas, distintas al imputado, que conocen de la comisión del hecho punible, realizada en calidad
de acto de investigación ante el Juez de Instrucción, o de prueba en el juicio oral.
A diferencia del proceso civil, en el que el testigo es todo tercero que no es parte, para asumir el
rol de testigo en el proceso penal, es que la persona, que haya de prestar declaración, no sea
imputada. Es más, incluso el ofendido ha de prestar declaración, en el proceso penal, en calidad
de testigo y no, de parte. El testigo no puede, pues, nunca ser al propio tiempo imputado. Si así
fuera, se le sacrificaría su derecho de defensa, y, constituiría una prueba de valoración prohibida.
➢ CLASES
Testigos y testigo-víctima
A diferencia del proceso civil, en el que el perjudicado prestaría declaración en calidad de parte
a través de la confesión, en el proceso penal, también los ofendidos por el delito, hayan o no
comparecido como acusadores particulares, ha de prestar declaración como «testigos».
Ahora bien, la jurisprudencia del TS exige para la adecuada valoración de su resultado probatorio,
sobre todo en los delitos contra la libertad sexual, la concurrencia de los siguientes requisitos:
• ausencia de incredibilidad subjetiva derivada de las previas relaciones acusado víctima
que pongan de relieve un posible móvil espurio, de resentimiento, venganza o enemistad;
• verosimilitud del testimonio que ha de estar rodeado de algunas corroboraciones
periféricas de carácter objetivo obrantes en el proceso;
• la declaración ha de ser concreta, precisa, coherente y sin contradicciones;
• no se puede valorar la declaración incriminatoria del testigo, prestada en la fase
instructora, si, en la del juicio oral, se niega la víctima, a causa de una dispensa por razón
de parentesco, a declarar, y
• pero la declaración sumarial de la víctima puede ser valorada por el tribunal sentenciador,
si ésta se encontrara en «ignorado paradero».
Directos e indirectos: el valor probatorio del testigo «de
referencia»
Atendiendo a la inmediación del conocimiento del testigo con respecto al objeto del proceso, los
testigos pueden ser «directos» o «indirectos o de referencia». Los testigos directos son los que
han presenciado la comisión del hecho punible, en tanto que los indirectos han recibido dicha
percepción por noticias que le han efectuado otros testigos directos.
Como regla general, sólo la declaración del testigo directo, prestada en el juicio oral, constituirá
prueba válida para desvirtuar la presunción de inocencia. La declaración del testigo indirecto
nunca puede sustituir a la del directo, si éste es habido y puede prestar declaración en el juicio
oral, salvo en los casos de prueba sumarial anticipada o de imposibilidad material de la
comparecencia del testigo al juicio oral. De aquí la necesidad de que, siendo habido el testigo
directo y estando a disposición del tribunal sea citado de comparecencia para prestar declaración
personalmente en el juicio oral.
Las situaciones que justifican la intervención de testigos de referencia, como actos de prueba en
el juicio oral, han de reconducirse, pues, a los supuestos de fallecimiento, ignorado paradero o
localización en el extranjero del testigo directo; pero, aun así, se permite la utilización de la
videoconferencia, que se manifiesta como un medio muy útil para obtener la declaración de los
testigos residentes en el extranjero.
Ordinarios y privilegiados
Atendiendo al estatus del testigo con respecto a su obligación de prestar declaración los testigos
pueden sistematizarse en «ordinarios» y «privilegiados». Todos los ciudadanos, que conocen de
la existencia de un hecho punible, con independencia de su obligación de denunciarlo, son
testigos ordinarios y les asiste también la obligación de comparecer a la llamada del Juez de
Instrucción a fin de prestar declaración y decir la verdad. Pero las Autoridades previstas en los
arts. 411-412 están eximidas de estas obligaciones procesales, pero no de prestar declaración en
el juicio oral, ya que es un derecho que al acusado asiste de interrogar y contra interrogar a los
testigos de cargo y descargo.
Por citación o mediante auxilio judicial
Si el testigo residiera en la demarcación judicial, será citado de comparecencia ante el Juez de
Instrucción. Pero, si residiera fuera de ella, se habrá de acudir al auxilio judicial, prestando
declaración mediante exhorto, a salvo que el Juez, mediante Auto motivado, estime necesario su
interrogatorio personal. Similar prevención se contempla en el caso de los militares. Si el testigo
residiera en el extranjero, acudirá al auxilio judicial internacional.
De declaración verbal o mediante videoconferencia
Son testigos de declaración ordinaria los que son interrogados verbalmente bajo la inmediación
del Juez de Instrucción. Pero, junto al interrogatorio clásico del testigo, se permite la utilización
por los órganos jurisdiccionales de la videoconferencia. Asimismo, se autoriza al Ministerio Fiscal
a comunicarse con el Juzgado y, por tanto, a interrogar al testigo mediante videoconferencia.
También están facultados el juez y el tribunal de interrogar al testigo a través de este medio.
Finalmente, se prohíbe la confrontación visual ente los menores y el inculpado, permitiendo la
utilización de «cualquier medio técnico que haga posible práctica de esta prueba».
Los supuestos que legitiman la utilización de este medio son el «interrogatorio de menores» y los
de «utilidad, seguridad y orden público» y la «comparecencia particularmente gravosa o
perjudicial» del testigo, lo que ha de suceder cuando el testigo se encuentre geográficamente
distante, si bien tales preceptos deben ser de interpretación restrictiva a fin de posibilitar la
inmediación y publicidad directa del juicio oral, no debiendo reclamarse nunca en el supuesto de
acusados presos, pues en tal caso se vulneraria el derecho de defensa, al no garantizar la fluida
comunicación entre el Abogado y su cliente.
➢ ESTATUTO
Obligaciones
Al igual que los peritos, las obligaciones de los testigos tienen su último fundamento en la
obligación constitucional requerida por el art. 118 CE «Es obligado… prestar la colaboración
requerida por Jueces y Tribunales en el curso del proceso». Tales obligaciones de los testigos se
concretan en: comparecer ante el Juez, prestar declaración y decir la verdad.
De comparecencia. La primera obligación del testigo, salvo que se trate del Rey, la Reina, el
Príncipe heredero o el Regente y los Agentes Diplomáticos, es la de comparecencia ante el Juez
de Instrucción en el día y hora señalado.
Para ello, naturalmente ha de poder ser citado en forma con los apercibimientos legales. Dicha
citación, en supuestos ordinarios, se ha de efectuar en la forma prevenida por el art. 175, si bien,
en los juicios rápidos puede efectuarse incluso verbalmente por la propia policía judicial. Ahora
bien, si no concurriere a la primera citación judicial podrá ser sancionado con multa de 200 a
5.000 euros, pudiendo ser conducido por la fuerza pública a la presencia del Juez y procesado por
delito de obstrucción a la justicia.
De declarar y exenciones. Una vez personado el testigo, le asiste también la obligación de
declarar. Si se negara a declarar, puede ser procesado por el delito de obstrucción a la justicia y
desobediencia grave (art. 420).
• Pero dicha regla general tiene determinadas excepciones: en primer lugar, no pueden
prestar declaración los «incapacitados física o moralmente», lo que no incluye a los
menores;
• en segundo, tampoco están obligados a declarar, aunque pueden hacerlo, quienes, por
razón de su cargo, están obligados a observar secreto, tal y como acontece con los
«Abogados», los «funcionarios públicos» y «los eclesiásticos y los ministros de los cultos»;
• gozan también de una incapacidad relativa «los parientes del procesado en líneas directa
ascendente y descendente, su cónyuge, sus hermanos consanguíneos o uterinos y los
colaterales consanguíneos hasta el segundo grado civil, así como los parientes naturales»;
ello no obstante, si el pariente realiza una declaración incriminatoria en la instrucción, que
posteriormente niega en el juicio oral, puede el tribunal extender su valoración a aquella
declaración, si la somete a contradicción; también está obligada a declarar la víctima de
malos tratos, si se consumó la ruptura de la pareja. Tampoco existe esta incapacidad relativa
cuando el delito investigado «revista suma gravedad por atentar a la seguridad del Estado,
a la tranquilidad pública o a la sagrada persona del Rey o de su sucesor»; y
• finalmente, han de prestar declaración, pero pueden hacerlo en su despacho oficial o por
escrito las Autoridades determinadas en el art. 412.
En principio, el incumplimiento del deber de información de la exención de declarar, que
ostentan los parientes, acarrea la nulidad de su declaración, si bien el ejercicio de la acción penal,
cuando el pariente sea la víctima implica una renuncia y debe ser considerada válida dicha
declaración
De decir la verdad. Por último, el testigo tiene también la obligación de decir la verdad. Ahora
bien, tan sólo podrá ser procesado por falso testimonio si faltara a la verdad en su declaración
probatoria en el juicio oral, lo cual, si bien estimula la veracidad del testigo en el único acto de
➢ PROCEDIMIENTO
El testigo puede ser llamado a prestar declaración de oficio o a instancia de parte, previa su
determinación en los actos de iniciación o de petición de práctica de diligencias. Una vez
comparecido, y también a diferencia del imputado, se le prestará juramento, habiendo de
declarar separada y secretamente bajo la inmediación del Juez y del Letrado de la Administración
de Justicia.
La víctima puede hacerse acompañar por su representante legal y, si se tratara de un menor o
persona con capacidad judicialmente modificada, podrá intervenir en su declaración un experto
y el Ministerio Fiscal. En este último supuesto, el Juez podrá excluir o limitar la intervención de
las demás partes, debiendo su declaración ser grabada mediante un medio audiovisual.
El interrogatorio comenzará con las «preguntas generales de la Ley», debiendo el Juez dejarle
narrar todo cuanto sepa sobre el hecho punible. A continuación, le formulará las preguntas que
estime pertinentes. La Ley prohíbe, tanto la utilización de preguntas capciosas o sugestivas, como
de coacciones promesas o artificios para conseguir una determinada respuesta.
Los testigos contestarán verbalmente, pudiendo consultar sus notas o apuntes. Si el Juez lo
estimara conveniente, podrán prestar declaración en el lugar de la comisión del delito. Si el
testigo no conociera le lengua española, se le designará un intérprete. Lo mismo sucederá, si
fuera sordo.
En el acta se reflejarán las contestaciones pertinentes, sean favorables o desfavorables para el
imputado. Finalizada su declaración, será ilustrado por el Juez de su derecho a leerla con
anterioridad a su ratificación y de su obligación de comunicar al Juzgado sus eventuales cambios
de domicilio, así como el secretario judicial le ilustrará del cumplimiento de su obligación de
comparecer a prestar nuevamente, y en calidad de prueba, declaración en el juicio oral con los
apercibimientos de ser sancionado con una multa de 200 a 1.000 euros o de incurrir en
responsabilidad penal.
➢ ÁMBITO DE APLICACIÓN
El estatuto de testigo protegido ha de aplicarse a quienes declaren «en calidad de testigos o
peritos e intervengan en procesos penales». Dicha Ley ha de ser reclamable, no sólo con respecto
al tercero que no es parte, sino también, y de modo especial, en relación a la víctima, la que,
como se ha dicho, suele ser denunciante y, en cualquier caso, presta declaración en el proceso
penal «en calidad de testigo».
Asimismo, dicha Ley debiera ser de entera aplicación a los coacusados «arrepentidos», ya que,
según la jurisprudencia del TS, la declaración incriminatoria de un coacusado contra otro tiene el
valor de declaración testifical. En efecto, la jurisprudencia del TS así lo asimila, al reputar, de un
lado, como «mixto» dicho medio de prueba, es decir, declaración de acusado, en todo lo
referente a «su» responsabilidad penal, y de testigo, en la medida en que declara como tercero
respecto a los hechos relativos la participación de los demás coautores, y al haber configurado,
de otro, la declaración del coacusado como un «testimonio impropio».
Así, pues, un coacusado que, por colaborar con la justicia penal en el descubrimiento de nuevos
delitos o en la determinación de la responsabilidad penal de los demás acusados, pueda poner
en peligro su derecho a la vida e integridad física, ha de merecer las medidas especiales de
protección de testigos.
dispuesto a delinquir y la actuación del agente solamente pone en marcha una decisión previa y
libremente adoptada.
Los hechos delictivos característicos de la intervención del agente provocador son los delitos de
tracto sucesivo, donde existe una tendencia preordinada al tráfico, constitutiva, por sí misma, de
infracción penal. El comportamiento de los agentes policiales se encuentra dentro de los límites
impuestos a la policía en el ejercicio de sus facultades de averiguación del delito y descubrimiento
del delincuente. De este modo, la actuación del agente provocador, sometida a las normas
reguladoras de la investigación del delito, deviene lícita y la prueba obtenida apta para su
valoración en juicio oral.
Ha de diferenciarse la actuación del agente provocador, del delito provocado, por lo que la
doctrina de la Sala Segunda ha señalado los presupuestos, requisitos y efectos de esta figura
jurídica, que tiene lugar cuando el delito se realiza, exclusivamente, en virtud de una actuación
inductora. Sólo resulta posible admitir la existencia del delito provocado cuando la voluntad de
delinquir surge en el sujeto, no por su libre decisión, sino como consecuencia de la actividad de
otra persona, que incita a cometer un delito a quien no tenía intención criminógena alguna. La
jurisprudencia insiste en llamar al sujeto instigador del delito, agente provocador, cuando, si bien
es cierto que el resultado alcanzado, a través de la provocación, recibe el nombre de «delito
provocado». En la provocación delictiva, no existe verdadera infracción penal, en tanto en cuanto
la decisión del sujeto no es soberana, y no hay dolo, ni tipicidad propiamente dicha.
El confidente policial es una persona perteneciente a círculos delictivos, que bien por propia
iniciativa, bien por encargo de las autoridades penales, suministra información a las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad en el marco de las primeras diligencias, guiado por el propósito de obtener
beneficios económicos o procesales.
El recurso a la confidencia constituye una práctica forense habitual en todos los Estados y
tiempos, pero, en el nuestro, sin cobertura legal. Su mayor problema reside en la ocultación de
la identidad del confidente a fin de evitar, no sólo posibles atentados vengativos contra su
persona, sino también no «quemar, mediante la revelación de su identidad, una fuente de
información policial futura».
Tal y como recuerda la jurisprudencia, no supone contravención de la Ley el hecho de que la
identidad de los confidentes permanezca oculta a la hora de redactar el atestado. Ahora bien, en
el acto del juicio oral las manifestaciones del confidente sólo enervarán la presunción de
inocencia en la medida en que preste declaración en condición de testigo sometido. El órgano
judicial valorará de conformidad con las reglas de la sana crítica la declaración prestada, con
especial atención a las circunstancias que motivaron la revelación de información. La declaración
testifical anónima del confidente, bien de forma directa, bien indirecta, mediante el testimonio
referencial, supone una palmaria vulneración del derecho de defensa, del principio de
➢ REGULACIÓN Y CONCEPTO
Se entiende por la diligencia de informe pericial el acto de investigación (o de prueba, si se
practica con carácter anticipada o en el juicio oral), por el que determinados profesionales
cualificados por sus especiales conocimientos científicos, técnicos o artísticos y designados por
el Juez, le auxilian o aportan máximas de la experiencia, de las que pudiera carecer, a fin de
obtener una mejor comprensión sobre la naturaleza y tipicidad del hecho, así como sobre la
responsabilidad penal de su autor.
➢ CLASES
Los peritos pueden ser titulados y no titulados. Los primeros son los que han obtenido un título
oficial, que les habilita para informar sobre el objeto de esta diligencia, en tanto que los no
titulados carecen de él. El Juez utilizará con carácter preferente siempre a los titulados.
En cuanto a su designación pueden ser oficiales o privados. Son oficiales los designados por el
Juez, en tanto que los privados son designados a instancia de parte. La regla general es la de que,
en el proceso penal, los peritos son designados de oficio en un número de dos en el sumario
ordinario y de uno, en el abreviado.
Teóricamente, los peritos privados sólo pueden actuar en supuestos de infungibilidad o
imposibilidad de sustitución de los mismos, en cuyo excepcional caso de prueba sumarial
anticipada el perito puede ser recusado, por lo que, al no existir otro, la LECrim permite que las
partes puedan designar «sus» peritos. Pero, en la práctica forense, sobre todo en el juicio oral,
no es inusual que, junto a los peritos oficiales y como exigencia de los derechos a la tutela y de
defensa, puedan informar también los privados.
➢ ESTATUTO
Obligaciones
Al igual que los testigos, las obligaciones de los peritos tienen su anclaje constitucional en el art.
118 CE, conforme al cual «Es obligado… prestar la colaboración requerida por Jueces y Tribunales
en el curso del proceso». Y del mismo modo que los testigos, tienen las obligaciones de colaborar
con el Juez de Instrucción, aceptar su encargo y prestar su informe con imparcialidad y
objetividad, pudiendo incurrir en las mismas responsabilidades que los testigos.
Pero, a diferencia de los testigos, y debido a la circunstancia de que el perito es un auxiliar o
colaborador del Juez, al que le presta sus especiales conocimientos, debe de abstenerse cuando
se encuentre en una causa de exención de prestación de informe por causa de parentesco. Si no
pone en conocimiento del Juez dicha situación, puede ser sancionado con una multa de 200 a
5.000 euros. Dichas causas de exención son las mismas que pueden provocar la tacha de los
testigos, es decir, las contempladas en el art. 416.
Derechos
Al perito le asiste también el derecho a percibir «los honorarios e indemnizaciones que sean
justos, si no tuvieren, en concepto de tales peritos, retribución fija satisfecha por el Estado, por la
Provincia o por el Municipio» (art. 465).
➢ PROCEDIMIENTO
Una vez designado el perito, el Juez, mediante citación ordinaria lo convocará para que acepte el
cargo y preste su informe. Por razones de urgencia, también puede efectuar dicha citación de
forma verbal y a través de la policía judicial. En el ámbito de los juicios rápidos, puede la policía
judicial ordenar la práctica de informes periciales oficiales para su remisión al Juez de Guardia.
Salvo imposibilidad física, todos los peritos están obligados a comparecer, ante el Juzgado, en el
día y hora indicados (arts. 462 y 463).
Hecho el nombramiento de los peritos, el LAJ lo notificará a las partes por si desean ejercitar,
contra ellos, la recusación, la cual tan sólo es procedente cuando la prueba pericial sea irrepetible
en el juicio oral. Las causas de recusación se contemplan en el art. 468 (parentesco, interés,
amistad o enemistad), las cuales han de ser integradas con las de exenciones previstas en el art.
464.
Si se estimara la recusación, tanto el acusador particular, como la defensa, tendrán derecho a
designar un perito «privado», debiendo resolver el Juez sobre la admisión de tales peritos.
Una vez prestado el juramento por los peritos, el Juez les manifestará el objeto del informe. A la
diligencia pericial podrán acudir todas las partes, incluso el preso y podrán efectuar a los peritos
las observaciones que estimen pertinentes. Naturalmente el Juez también podrá formular sus
observaciones. La emisión del informe será intervenida por el Juez y su secretario, si bien podrá
el Juez delegar su práctica en la policía judicial, delegación que estimamos vedada en los
supuestos de prueba sumarial anticipada.
El informe ha de contener el objeto prevenido por el art. 478: «1. Descripción de la persona o
cosa que sea objeto del mismo, estado o del modo en que se halle. El secretario extenderá esta
descripción, dictándola los peritos y suscribiéndola todos los concurrentes. 2. Relación detallada
de todas las operaciones practicadas por los peritos y de su resultado, extendida y autorizada en
la misma forma que la anterior. 3. Las conclusiones que en vista de tales datos formulen los
peritos, conforme a los principios y reglas de su ciencia o arte».
Si se hubiere de destruir elementos del cuerpo del delito, se custodiarán muestras «para que, en
caso necesario pueda hacerse nuevo análisis», lo que sucederá, cuando alguna de las partes
impugne este informe en el juicio oral.
En el caso de que el número de delitos fuera par y, entre ellos, se produjera discordia en su
informe, el Juez designará un nuevo perito que efectuará un nuevo informe (art. 484).
LECCIÓN 22
LA PRUEBA PRECONSTITUIDA DE LA POLICÍA JUDICIAL
I. LA PRUEBA PRECONSTITUIDA
Concepto y regulación
Por métodos alcoholimétricos cabe entender los actos de prueba preconstituida, de carácter
pericial, que se adoptan en el curso de una detención o privación momentánea de la libertad
deambulatoria y que, a través de una medición en el aliento de una toma de saliva o mediante
una intervención corporal del imputado, permiten determinar el grado de alcohol o de sustancias
psicotrópicas ingeridas.
El art. 796.7 LECrim otorga carta de naturaleza procesal a tales medios que se introducen por
remisión a la legislación de seguridad vial: «la práctica de las pruebas de alcoholemia se ajustará
a lo establecido en la legislación de seguridad vial. Las pruebas para detectar la presencia de
drogas tóxicas, estupefacientes y sustancias psicotrópicas en los conductores de vehículos a
motor y ciclomotores serán realizadas por agentes de la policía judicial de tráfico con formación
específica y sujeción, asimismo, a lo previsto en las normas de seguridad vial. Cuando el test
indiciario salival, al que obligatoriamente deberá someterse el conductor, arroje un resultado
positivo o el conductor presente signos de haber consumido las sustancias referidas, estará
obligado a facilitar saliva en cantidad suficiente, que será analizada en laboratorios
homologados, garantizándose la cadena de custodia. Todo conductor podrá solicitar prueba de
contraste consistente en análisis de sangre, orina u otras análogas. Cuando se practicaren estas
pruebas, se requerirá al personal sanitario que lo realice para que remita el resultado al Juzgado
de guardia por el medio más rápido y, en todo caso, antes del día y hora de la citación a que se
refieren las reglas anteriores».
Las «pruebas» alcoholimétricas, pueden ser de dos clases: de control del aire espirado y los
análisis sanguíneos, de orina o análogos. El sometimiento del conductor a las pruebas de aire
espirado o la extracción de saliva para la determinación del consumo de drogas tóxicas constituye
una obligación y la negativa puede ser sancionada, en calidad de infracción administrativa, como
falta grave y justifica la retención del vehículo, pudiendo constituir delito de desobediencia. A
petición del interesado o por orden de la autoridad judicial pueden repetirse las pruebas a
afectos de contraste, a través incluso de análisis sanguíneos, de orina u otros análogos.
Su incidencia en la Constitución
Uno de los aspectos más significativos de los tales métodos alcoholimétricos es su prolija
incidencia en nuestra Ley Fundamental, lo que ha provocado no pocos recursos de amparo. En
particular, pueden afectar a los siguientes derechos fundamentales: derecho a la libertad, a la
integridad física, a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable, y a la presunción de
inocencia. De todo este catálogo de derechos fundamentales el TC explícitamente sólo ha
admitido la posibilidad de vulneración de la presunción de inocencia.
Métodos alcoholimétricos y «prueba prohibida»
En materia de valoración de las «pruebas alcoholimétricas» el TC ha mantenido dos doctrinas
contradictorias: según una primera jurisprudencia, el resultado de dicha prueba, al incardinarse
en un atestado policial ha de correr la misma suerte que éste y ha de ser considerado como una
«denuncia» que exige prueba en el juicio oral a través de la declaración testifical de los
funcionarios de policía que intervinieron dicho atestado; de conformidad con la segunda, que en
el momento actual es hegemónica en la jurisprudencia constitucional, habida cuenta del carácter
«irrepetible» del resultado del test alcoholimétrico, el atestado policial en este extremo ha de
gozar de los efectos de la prueba preconstituida.
Ahora bien, para que tales actos, puedan erigirse en actos de prueba preconstituida, es preciso
que se garantice la posibilidad de contradicción, para lo cual los funcionarios de policía han de
ser escrupulosos con el deber de información al conductor de las consecuencias desfavorables
que le puede acarrear el sometimiento a tales pruebas y, de modo especial, de su derecho a
someterse a un análisis clínico de extracción de sangre. Si tales informaciones se omitieran, en la
medida en que la prueba se obtiene mediante la vulneración del derecho de defensa, ha de
reputarse como «prohibida» y excluir la posibilidad de fundamentar una sentencia condenatoria.
Tradicionalmente la conducción bajo el estado del alcohol requería que dicha circunstancia
influyera en la conducción. La redacción del art. 379.2 CP transformó este ilícito penal en un
delito de orden público, de tal suerte que, basta que el resultado de la prueba origine «una tasa
de alcohol en aire espirado superior a 0.60 mg/l o una tasa de alcohol en sangre superior a 1.2
g/l» para que se consume el delito.
siempre que de otro modo se reduzca de forma relevante la utilidad de la vigilancia o existan
indicios fundados de la relación de dichas personas con el investigado y los hechos objeto de la
investigación».
La utilización de estos sistemas de reproducción mecánica de la imagen y sonido ha de ser
respetuosa con el principio de proporcionalidad, con el derecho a la intimidad y, en general, con
la de protección al honor, a la intimidad y a la propia imagen.
Si, como resultado de estas grabaciones se descubriera la comisión de un delito, se incorporará
el correspondiente soporte magnético o electrónico al atestado y se remitirá al Juez de Guardia
en el plazo de setenta y dos horas contadas desde el momento de la grabación, en cuyo caso
servirá para fundar o robustecer la «notitia criminis».
Con respecto a las cintas de vídeo, DVD o soportes electrónicos, la jurisprudencia del TS, al formar
parte del atestado y constituir un documento público oficial sobre el que existe la posibilidad de
examen de oficio, ha otorgado naturaleza de prueba preconstituida a tales soportes magnéticos
o electrónicos, grabados de oficio por la propia policía o incluso por establecimientos privados,
siempre y cuando la grabación se efectúe en las vías o espacios públicos, debiendo requerir la
autorización judicial, cuando se trate de captación clandestina de imágenes o sonidos en
domicilios o lugares privados.
➢ LA CÁMARA OCULTA
La doctrina del TC ha sido reacia a esta práctica por el injustificado sacrificio del derecho a la
propia imagen, a la vida privada y a la intimidad, declarándola como una prueba de valoración
prohibida.
Cuestión distinta ocurre cuando de lo que se trata es de introducir el resultado de dicha grabación
en un proceso penal a fin de acreditar la comisión de algún hecho punible. En tal caso, no se
puede aplicar miméticamente la anterior doctrina constitucional en orden a excluir en todo caso
dicho medio de prueba, sino que habrá el tribunal de instancia de ponderar el sacrificio de los
derechos fundamentales «…y la posible existencia de un fin legítimo, atendiendo siempre a los
principios de proporcionalidad, necesidad y racionalidad»
De aquí que la LO 13/2015 haya regulado la «captación y grabación de las comunicaciones orales
mediante la utilización de dispositivos electrónicos».
No prevé, sin embargo, la Ley el modo de introducción al proceso de tales datos. Desde luego,
no nos encontramos ante una prueba documental, sino ante un auténtico informe pericial que,
en cuanto tal, ha de ser sometido a contradicción, sin que el Tribunal pueda examinarla de oficio.
Los exámenes radiológicos y mediante ecografía
Debido a la circunstancia de que tales exámenes no entrañan siquiera una inspección corporal y
no tienen por qué afectar en nada al derecho a la intimidad, dichos exámenes, efectuados por el
pertinente personal sanitario, no entrañan infracción alguna de nuestro ordenamiento.
La diligencia de «cacheo»
Se entiende por diligencia de «cacheo» la inspección corporal que, previa privación momentánea
del derecho a la libertad de un sospechoso y sin ser constitutiva de una detención policial, puede
efectuar la policía judicial, con el único objeto de proceder a su registro externo y recoger el
cuerpo del delito. La diligencia de cacheo es una inspección corporal que cumple con la primera
exigencia del principio de proporcionalidad.
Debido a la escasa lesión, que ocasiona la momentánea restricción del derecho a la libertad, la
jurisprudencia se manifiesta unánime a la hora de no calificar dicha restricción como una
detención.
Ahora bien, para que dicha diligencia se ejecute lícitamente requiere, en primer lugar, que exista
una imputación o fundada sospecha por parte de la policía de la comisión de un delito de especial
gravedad que, como mínimo, permitiría autorizar la práctica de una detención por lo que, ni se
justifican los cacheos indiscriminados en redadas masivas, ni por la comisión de infracciones
administrativas, faltas o delitos que lleven aparejada una pena inferior a los dos años de privación
de libertad, si el imputado careciera de antecedentes; en segundo, que, mediante la práctica del
cacheo no se comprometa, en modo alguno, el derecho a la intimidad del imputado; y finalmente
que, al igual que las inspecciones e intervenciones corporales, la ejecución de dicha diligencia se
confíe a persona del mismo sexo que el destinatario de la medida. Tampoco se justifica un cacheo
con desnudo del detenido o del preso, salvo que éste prestara su consentimiento.
➢ LA GEOLOCALIZACIÓN
Concepto
La aparición del GPS y otros dispositivos cuya tecnología permite la localización espacial de
determinadas personas, ha otorgado a la policía judicial un instrumento valiosísimo para
conocer, con mayor o menor precisión, la ubicación de los medios de transporte u otros objetos
de que pueda servirse el imputado e incluso víctimas. Nuestra jurisprudencia ha reconocido la
validez de la utilización de balizas de geolocalización, las cuales en modo alguno afectan a ningún
derecho fundamental.
Supuestos
Con independencia de la intervención de balizas, la geolocalización puede efectuarse también
mediante los dispositivos de telefonía móvil, cuyos datos asociados de tráfico conservan, tanto
el sistema SITEL, como las operadoras del mercado de las telecomunicaciones, si bien estas
últimas durante un año, lo que posibilita la localización e identificación en tiempo real con
referencia exclusiva al curso de cada comunicación. Pero esta geolocalización, a través de la
telefonía móvil, se diferencia del sistema anterior en que la localización no es exacta, sino dentro
de un perímetro determinado por la ubicación de las antenas de telefonía, lo que no impide, sin
embargo, localizar al imputado en un perímetro determinado, así como el rastreo de su
capacidad deambulatoria.
También puede obtenerse la geolocalización de vehículos de motor mediante las grabaciones de
videovigilancia o de parquímetros que exijan la introducción del número de matrícula.
Regulación legal
El art. 588 quinquies «b» contempla expresamente la utilización de dispositivos técnicos de
seguimiento y localización cuando concurran razones de necesidad y la medida fuera
proporcionada. En tal caso el Juez habrá de dictar resolución motivada, en la que se especificará
el medio técnico empleado, la finalidad de la medida y la persona afectada o el bien sobre el que
se ubicará el dispositivo. Excepcionalmente y por razones de urgencia, la policía judicial puede
establecer tales dispositivos, dando cuenta al juez en el plazo de 24 horas, quien confirmará o
denegará la medida.
La policía judicial debe entregar al Juez «los soportes originales o copias electrónicas auténticas
que contengan la información recogida cuando éste se lo solicite y, en todo caso, cuando terminen
las investigaciones».
Debido a que STEDH limita esta intervención a que fuera ocasional y por un tiempo reducido, la
LECrim ha establecido un plazo máximo de duración de tres meses, prorrogables
excepcionalmente hasta un total de 18 meses.
La información suministrada al Juzgado habrá de ser debidamente custodiada y se destruirá
cuando exista una sentencia absolutoria o sobreseimiento libre. Si fuere condenatoria
permanecerá durante 5 años, contados desde que la pena fuere ejecutada o hubiere prescrito.
LECCIÓN 23
LA PRUEBA PRECONSTITUIDA DEL JUEZ DE INSTRUCCIÓN (I)
➢ CONCEPTO
El reconocimiento judicial constituye un acto de prueba preconstituida, en el que, mediante la
inmediación del Juez de Instrucción y la posibilidad de contradicción, el LAJ levanta un acta de
constancia cuyo objeto consiste en determinar los elementos de una realidad física externa, en
la que se ha efectuado la comisión del delito y que resulte pertinente y útil para la prueba del
hecho punible y de la responsabilidad del autor, procediendo a la recogida del cuerpo del delito.
Naturalmente, la práctica de esta diligencia habrá de disponerla el Juez cuando sea
«irrepetible», es decir, cuando exista el peligro de ocultación o de oscurecimiento de las fuentes
de prueba. Lo que no acontecerá, por ejemplo, en la esfera de los juicios rápidos, en los que,
debido a la celeridad procesal y si se custodia la integridad del espacio físico, el acto de prueba
será el reconocimiento judicial efectuado en el juicio oral, bajo la vigencia de los principios de
inmediación judicial, contradicción y publicidad.
➢ NOTAS ESENCIALES
Naturaleza
A diferencia de la inspección ocular, la cual integra un mero acto de investigación y no de
prueba, el reconocimiento judicial efectuado por el Juez de Instrucción constituye un acto de
prueba preconstituida, susceptible de ser introducida en el juicio oral a través de la lectura
de documentos y de ser valorada como prueba por el tribunal sentenciador.
Para ello, han de cumplirse los requisitos subjetivos y materiales de dichos actos de prueba, a
saber:
➔ subjetivo o de intervención necesaria, en la inspección ocular, del Juez de Instrucción o, al
menos, del Letrado de la Administración de Justicia «ordenará que se recojan y conserven
para el juicio oral»; y
➔ material o consistente en garantizar la posibilidad de contradicción, toda vez que el art.
733 obliga al Letrado de la Administración de Justicia a citar de comparecencia al imputado
a fin de que asista al reconocimiento judicial y pueda su Abogado efectuar las
observaciones que estime pertinentes a fin de incluirlas en el acta.
Objeto
El objeto del reconocimiento judicial ha de circunscribirse al «lugar del delito», entendiéndose
«latu sensu» este concepto y, por tanto, comprensivo del lugar de comisión del hecho y de sus
actos preparatorios. Es decir, el Juez ha de reconocer todos aquellos lugares en donde puedan
existir «piezas de convicción» del delito o que, a través de actos procesales complementarios,
sirvan para la prueba del objeto procesal penal.
Pero dicho espacio físico ha de ser pertinente y útil. Así, si estuviera fuera de toda duda la
responsabilidad del autor y el hecho objeto de esta diligencia, no será procedente disponer su
práctica. Lo mismo sucederá cuando el hecho ya esté acreditado a través de otros medios de
prueba o nada de nuevo aporte a la investigación, haya sido destruido el lugar del delito o
cuando, por el transcurso del tiempo o por cualquier otra causa, hayan desaparecido las pruebas
de su perpetración.
Finalidad
La finalidad de esta diligencia es doble: de un lado, consiste en levantar un acta judicial de
constancia en la que se describan todos los elementos del espacio físico observado que sean
pertinentes para la prueba del hecho punible; pero, de otro, y con ocasión de la práctica de esta
diligencia, también el Juez ha de recoger y custodiar el cuerpo del delito.
Así se encarga de disponerlo la LECrim, que obliga al Juez a ordenar recoger las «huellas, vestigios
y pruebas materiales» de la perpetración del delito. La recogida de tales elementos posibilitará
la práctica de los informes periciales pertinentes.
También, si una vez personado el Juez en el lugar de la práctica de la diligencia no encontrara
tales huellas o vestigios, puede proceder a efectuar un interrogatorio a los testigos presenciales.
Sin embargo, dichas declaraciones, en la medida en que son reproducibles, no tendrán el valor
de prueba preconstituida, sino el de meros actos de investigación, razón por la cual tales testigos
habrán de prestar declaración en el juicio oral.
Requisitos formales
La práctica de esta diligencia hay que notificarla previamente a la defensa y al Ministerio Fiscal
(art. 333). A la misma también acudirá necesariamente el Letrado de la Administración de
Justicia, quien levantará acta de todo lo que el Juez, de oficio o a instancia de las partes, haga
constar en ella. Dicha acta será suscrita por todos los sujetos procesales anteriormente
mencionados, así como por los testigos que intervinieran en la misma (art. 332).
Cumplidos todos estos requisitos, gozará del valor de la prueba preconstituida y podrá ser leída
en el juicio oral, extendiendo a su contenido la actividad cognoscitiva probatoria del tribunal.
➢ REGULACIÓN Y COMPETENCIA
Dentro de la genérica función de la instrucción, consistente en intervenir y custodiar las fuentes
de prueba, acreditativas de la comisión del hecho y de la participación de su autor, se encuentran
las «diligencias sobre el cuerpo del delito», que se contemplan fundamentalmente en los arts.
334-337 y que confieren esta competencia al Juez de Instrucción.
Pero también le corresponde a la policía judicial «recoger todos los efectos, instrumentos o
pruebas del delito de cuya desaparición hubiere peligro, poniéndolos a disposición de la Autoridad
Judicial» (art. 282). Y el art. 13 reputa como «primeras diligencias», que han de practicar los
Jueces que «actúen a prevención», las de «consignar las pruebas del delito que puedan
desaparecer, la de recoger y poner en custodia cuanto conduzca a su comprobación y a la
identificación del delincuente». Así, pues, también el personal colaborador de la Jurisdicción
puede disponer, siempre y cuando lo sea por razones de urgencia, la práctica de tales diligencias.
Este acto procesal puede disponerse directamente, de oficio o a instancia de parte, o con ocasión
de una inspección ocular o de una entrada y registro, siempre y cuando, sea necesaria la recogida
del cuerpo del delito.
Si los efectos del cuerpo del delito fueran de la titularidad de la víctima le serán devueltos, salvo
que hayan de ser conservados por su valor probatorio y siempre y cuando no exista peligro de
desaparición, en cuyo caso pueden permanecer bajo la custodia de la víctima, a quien le asiste
también el derecho a recurrir, sin necesidad de intervención de Letrado, la resolución de
incautación.
la cual, y al igual que la anterior, el Tribunal es soberano a la hora de fundar su decisión en uno u
otro medio de prueba.
No ha de olvidarse que la prueba pericial, de la que depende en muchas ocasiones como
elemento probatorio único la acreditación de un elemento del tipo y en consecuencia la
absolución o condena del acusado, debe ser valorada ordinariamente por el Tribunal
sentenciador previa percepción directa, con las ventajas y garantías que proporciona la
inmediación. Valoración que exige asimismo que sea sometida a la oportuna contradicción que
es lo que garantiza el ejercicio del derecho de defensa.
Las intervenciones corporales han adquirido en el Derecho comparado contemporáneo una gran
virtualidad en el proceso penal, ligada a los avances de la Medicina Legal y a la necesidad de
asegurar la prueba especialmente en aquellos delitos que, como es el caso de las agresiones
sexuales con acceso carnal, la actividad probatoria reconduciéndose a la palabra del autor contra
la de la víctima.
Por intervenciones corporales puede entenderse todo acto de coerción sobre el cuerpo del
imputado por el que se le extrae de él determinados elementos orgánicos en orden a efectuar
sobre los mismos determinados análisis periciales, fundamentalmente de ADN, tendentes a
averiguar el hecho punible o la participación en él del imputado.
Las intervenciones corporales pueden clasificarse en leves o banales, y graves:
➔ merecen la primera calificación la extracción de elementos externos de cuerpo
humano, tales como pelos o uñas e incluso algunos internos como la extracción de
sangre, siempre que, por las características del destinatario, no corra peligro su salud;
➔ son intervenciones graves las que, por el contrario, pueden poner en peligro el derecho
a la salud u ocasionar sufrimientos a su destinatario.
Al igual que las inspecciones corporales se hace preciso una urgente instauración legislativa de
las intervenciones respetuosa con el principio de proporcionalidad, en las que, dada la mayor
relevancia del derecho fundamental en conflicto, debe reforzarse la garantía de la
jurisdiccionalidad de la medida y la reserva de su ejecución, siempre confiada a personal
sanitario especializado
LECCIÓN 24
LA PRUEBA PRECONSTITUIDA DEL JUEZ DE INSTRUCCIÓN (II): LA
ENTRADA Y REGISTRO
I. LA ENTRADA
➢ CONCEPTO Y FUNDAMENTO
En un sentido genérico, se entiende por entrada toda resolución judicial, por la que se limita el
derecho fundamental a la inviolabilidad del domicilio del art. 18.2 CE para la consecución de fines
o intereses constitucionalmente protegidos.
Este derecho fundamental es objeto de desarrollo legislativo a través de los arts. 545 y ss. LECrim,
que son los preceptos encargados de disciplinar los casos y forma en los que los Jueces de
Instrucción pueden restringir este derecho fundamental, perteneciente al núcleo esencial o duro
del derecho a la intimidad.
Sin embargo, se permite la limitación de este derecho «en los casos y en la forma expresamente
previstos en las Leyes», con lo que, a nivel de la legalidad ordinaria, pueden distinguirse dos clases
de entradas: las comunes, dirigidas a la averiguación de un hecho punible, y las administrativas
o entradas que la Administración pública puede instar del Juez en uso de su potestad de
autotutela.
➢ LA ENTRADA COMÚN
Por diligencia común de entrada cabe entender la resolución judicial por la que se restringe el
derecho fundamental a la «inviolabilidad del domicilio» con el objeto de practicar la detención
del imputado o de asegurar el cuerpo del delito. Constituyen, pues, notas esenciales de la referida
diligencia las siguientes:
❖ Se trata de un acto que, por imperativo constitucional y de sus normas integradoras está
sometido al principio de «exclusividad jurisdiccional», sin que pueda la Administración, a
través de la «autotutela» autorizar, en principio, la limitación de este derecho constitucional.
La competencia exclusiva la ostentará, pues, el Juez de Instrucción competente, sin perjuicio
de que, en determinados supuestos taxativos y excepcionales, pueda la policía judicial
restringir el goce pacífico de este derecho.
Su objeto material lo constituye cualquier lugar cerrado en el que se ejercita o pueda resultar
afectado el derecho a la intimidad a la vida familiar o a la privacidad del ciudadano. En
principio, no deberá reputarse «domicilio» el social de las personas jurídicas, pero STS
➢ ELEMENTOS SUBJETIVOS
Los sujetos, en la entrada, son dos: el sujeto activo u órgano legitimado para disponerla y el
pasivo o destinatario de la misma.
Sujeto activo
El Juez de Instrucción. A falta del propio consentimiento del interesado, el órgano jurisdiccional
competente para disponer la entrada es el «Juez o Tribunal que conociere de la causa». En el
proceso de menores será competente el Juzgado de menores. Y, tratándose de entradas
«administrativas», será siempre competente el Juez de lo Contencioso-administrativo
territorialmente competente.
No obstante, si el inmueble, objeto de la diligencia, se encontrara fuera de la demarcación del
Juez de Instrucción territorialmente competente, puede comisionar la entrada al Juez de dicha
demarcación o constituirse en la misma a fin de proceder a su práctica.
Sin embargo, el Juez de Instrucción «puede encomendar la entrada» a la policía judicial y, por
tanto, también al Ministerio Fiscal, de quien aquélla depende. Pero, incluso en tal supuesto, la
Autoridad competente para disponer la entrada sigue siendo el Juez de Instrucción,
encomendándose a la policía su ejecución. Esta delegación habrá de ser, pues, expresa y
específica, delimitándose en el Auto, no sólo su fundamento material, sino también la
determinación del objeto de la diligencia. Cualquier delegación genérica violará el art. 18.2 CE.
La policía judicial. Por el contrario, los funcionarios de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado pueden disponer la entrada en el domicilio de los particulares, sin necesidad de
autorización judicial, en los supuestos de delito flagrante, en el ámbito de la legislación
antiterrorista y en el de los estados de excepción y de sitio.
En los casos de estado de necesidad, debe existir urgencia para que la policía pueda efectuar una
entrada, de lo contrario, habrá de recabar el oportuno auto judicial.
Los delitos ocasionales descubiertos por dicha entrada policial, afectada por su nulidad debida a
la ausencia de autorización judicial, integran una prueba inconstitucionalmente obtenida. Ello no
obstante, si el registro ilícito para el hallazgo hubiera «[…] sido obtenido por una resolución
judicial, sin actuación con mala fe por la policía y sin violación de las reglas formales para la
obtención de la orden de registro», no existiría violación.
Sujeto pasivo
El destinatario de esta diligencia ha de ser el «interesado o persona que legítimamente lo
represente», quien ha de ser el titular del derecho a la intimidad o privacidad del lugar cerrado,
objeto de la entrada y quien habrá de estar presente en la diligencia de registro, bajo sanción de
nulidad del acto de prueba. La capacidad la ostentan, pues, todas las personas físicas, mayores
de edad y capaces y la legitimación, para esta diligencia, la ostenta el titular de la posesión de la
morada, cuya entrada se pretende. Pero es válido el registro, si, por encontrarse detenido el
titular, lo presencia la persona conviviente.
De conformidad con una interpretación literal de la LECrim el «interesado» habría de revestir
necesariamente la cualidad de persona física, ya que las personas jurídicas, si bien naturalmente
tienen «domicilio social», no pueden, por su propia naturaleza, ser titulares del derecho a la
intimidad, al que tiende a proteger la inviolabilidad del domicilio. Pero conforme al nuevo art.
554.4 también se reputan domicilio, a los efectos de entrada y registro «…el espacio físico que
constituya el centro de dirección de las mismas, ya se trate de su domicilio social o de un
establecimiento dependiente, o aquellos otros lugares en que se custodien documentos u otros
soportes de su vida diaria que quedan reservados al conocimiento de terceros».
Tratándose de personas físicas, los destinatarios pueden ser nacionales o extranjeros.
Finalmente, el interesado, nacional o extranjero, habrá de ser la persona que more o habite en
el lugar cerrado. El sujeto destinatario de la diligencia no es, pues, necesariamente el titular
dominical, sino, quien ostente la posesión, aun cuando sea de mero hecho. La LECrim no requiere
una posesión prolongada o ininterrumpida y, así, la jurisprudencia reputa con acierto, «morada»
a las habitaciones de los hoteles o a las «roulottes» y tiendas de campaña.
➢ OBJETO MATERIAL
El objeto material genérico de esta diligencia lo integra cualquier lugar cerrado, que sirva de
habitáculo o morada a su destinatario. Por tanto, hay que entender incluido dentro de este
concepto, no sólo el domicilio civil, sino también y, sobre todo, la residencia. Dentro del referido
«lugar cerrado» no cabe distinguir dependencias, que pudieran desvincularse del objeto de la
entrada, siempre y cuando estén unidas entre sí, porque, tal y como ha afirmado el TS, ha de
entenderse por morada cualquier dependencia de una vivienda y no exclusivamente las que
sirvan de habitaciones. Así, no tiene esta consideración un automóvil, aunque lo tiene una
caravana o los camarotes de las embarcaciones, pero no el resto del barco.
➢ ENTRADAS ESPECIALES
En algunos de los edificios, en los que pueda encontrarse alguna persona a la que pudiera
alcanzarle alguna «inmunidad», la LECrim condiciona la resolución judicial de entrada a la previa
obtención de la pertinente «licencia».
Así, pues, requieren previa licencia los lugares cerrados siguientes:
➔ las Cámaras Legislativas, que exigen la autorización previa de su respectivo presidente;
➔ el Palacio del Monarca requiere la «real licencia por conducto del mayordomo mayor de su
Majestad»;
➔ las embajadas;
➔ los buques extranjeros, tanto mercantes, como de guerra;
➔ los lugares de culto y archivos de la Iglesia Católica son «inviolables», y
➔ exigen previo «recado de atención» las entradas en los edificios consulares.
➢ REQUISITOS FORMALES
Motivación
Como regla general, la resolución de entrada exige un auto específicamente fundado, en el que
habrán de plasmarse los indicios acerca de la existencia en el lugar cerrado, del imputado, cuya
detención se pretende o de los instrumentos del cuerpo del delito, cuya recogida y custodia se
interesa. En el dispositivo del auto se determinará el objeto y tiempo de la diligencia, así como la
Autoridad encargada de su ejecución.
Pero, además, como consecuencia del principio de proporcionalidad el auto habrá de estar
motivado materialmente, de tal suerte que, en él, habrá de plasmar el Juez el correspondiente
juicio de necesidad en el que, apreciando los indicios racionales aportados por la acusación,
habrá de evidenciarse la justificación objetiva de la entrada, sin que puedan utilizarse formulas
impresas o la «motivación por remisión» a la solicitud de la acusación.
Procedimiento adecuado
Este acto indirecto de investigación exige la incoación previa de un sumario o, al menos, de unas
«diligencias previas» en el ámbito del proceso abreviado, sin que pueda ser dictado en el cauce
de las atípicas «diligencias indeterminadas». Ciertamente, la urgencia de esta medida aconseja
que se adopte «inaudita parte»; pero, para proteger adecuadamente a la sociedad, no es
necesario acudir a aquella corruptela, siendo suficiente que el Juez declare el secreto
instructorio.
Notificación
Tratándose del domicilio de un particular, el auto será notificado al interesado en la forma
prevenida por el art. 566, que contempla una notificación personal, la cual habrá de efectuarse
simultáneamente a la práctica de la diligencia, debiendo, en cualquier otro caso, adoptar el Juez
las medidas oportunas para evitar, tanto la fuga del imputado, cuanto el ocultamiento de las
fuentes de prueba. Si recayere sobre un lugar público, habrán de observarse las prescripciones
contenidas en los arts. 564-565.
Protocolización de la entrada policial
Pero, si la entrada la dispusieran los funcionarios de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado en los supuestos en los que les es autorizado, el art. 553 LECrim silencia la forma que
deba revestir el acto. La resolución podrá ser, pues, verbal; pero, si el interesado se opusiera a la
práctica de dicha diligencia en la forma prevenida por el art. 551, tales funcionarios habrán de
describir en el atestado o en la oportuna «relación verbal circunstanciada», la pertinencia de la
medida o su procedencia. En todos los casos de entrada policial los agentes de policía darán
cuenta inmediatamente al juez competente, con indicación de las causas que lo motivaron y de
los resultados obtenidos.
Mediando autorización judicial, la policía puede, por razones de urgencia y a fin de evitar la
frustración de la medida, efectuar una entrada, si bien habrá de esperar a la comisión judicial
para efectuar el registro.
Tiempo
En cuanto al tiempo en el que puede disponerse la entrada, la regla general es que tan sólo puede
efectuarse «de día». Por lo tanto, «de noche» (durante las horas del sueño), y a fin de evitar
interrogatorios que pudieran reputarse «tratos inhumanos», no puede practicarse diligencia de
entrada alguna, salvo que especiales razones de urgencia lo aconsejaren. Pero, en tal supuesto,
y con independencia de la motivación del auto, el juez en el mismo habrá de plasmar la
fundamentación de tales «razones de urgencia», si el interesado se opusiere al mandamiento de
entrada. El auto, así redactado, le habrá de ser notificado dentro del plazo máximo de
veinticuatro horas.
Pero, cuando, habiéndose iniciado la entrada de día sobreviniera la noche durante el registro, ,
la Autoridad ejecutora habrá de recabar el consentimiento del interesado para su continuación.
Si éste se opusiere, y no se apreciará la concurrencia de las tales «razones de urgencia», habrá
de suspenderse la diligencia, sellándose las puertas del local y reanudándose al día siguiente.
➢ CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Realizada la entrada por parte de la Autoridad judicial o de sus agentes, se ha de proceder al
cumplimiento de sus fines, que tan solo pueden consistir en la detención del imputado y/o la
recogida de los instrumentos y efectos del cuerpo del delito.
Este segundo y único cometido integra el objeto de la diligencia de registro, por lo que constituye
fundamentalmente un acto de «recogida y aseguramiento del cuerpo del delito» o de las futuras
fuentes de prueba, si bien también lo es de investigación indirecto, por cuanto posibilita la
práctica de actos investigatorios, tales como reconocimientos periciales o declaraciones de
testigos.
Pero, debido a la circunstancia de que la finalidad esencial del registro consiste en «recoger los
efectos e instrumentos del delito» o, lo que es lo mismo, preconstituir la prueba, disponiendo su
custodia hasta el momento del juicio oral, dicho acto ha de revestir las notas esenciales de todo
acto de prueba: la intervención de la Autoridad judicial, de un lado, y la posibilidad de
contradicción, de otro.
➢ ELEMENTOS SUBJETIVOS
➢ REQUISITOS FORMALES
En el registro, el Letrado de la Administración de Justicia levantará acta de constancia
comprensiva de los extremos relacionados en el art. 572: nombre del juez, identificación de las
personas que intervengan, incidencias, hora de iniciación y de término de la diligencia y relación
del registro y de su resultado.
Si el Registro fuere efectuado por la policía judicial, en el atestado o en la relación verbal
circunstanciada, habrán de hacerse constar las causas y resultado del registro, las personas
detenidas y quienes hubieren intervenido en el registro, de entre los que necesariamente habrá
de hacerse constar la identificación o, al menos, determinación, en el caso de «agentes
encubiertos» de los funcionarios de policías actuantes en calidad de instructor y de secretario.
A fin de facilitar la recogida de los objetos, instrumentos y efectos del delito, esto es, el objeto
material, los instrumentos de perpetración y las piezas de convicción, el art. 575 establece la
obligación que «todos» tienen de exhibir tales objetos a la Autoridad, pudiendo ser sancionados
con multa y procesados por delito de desobediencia.
Sin embargo, la vigencia del principio de investigación ha de realizarse sin menoscabo alguno
para la dignidad del imputado. De aquí, que las garantías que rodean la entrada sean
perfectamente reclamables en el registro. Y, por la misma razón, los funcionarios que incurrieren
en alguna vejación injusta o violaren indebidamente el secreto, pueden incurrir en
responsabilidad penal.
➢ REGISTROS ESPECIALES
En la LECrim
Como registros especiales contempla expresamente la LECrim el de los libros de contabilidad
o de comercio (art. 573) y los protocolos de Notarios, libros del Registro de la Propiedad y del
Registro Civil y Mercantil (art. 578).
En la legislación especial
Como registros regulados en la pertinente legislación especial cabe mencionar los de despachos
de Abogados, en materia de propiedad industrial y los que, con carácter general, contempla la
legislación procesal civil.
El Estatuto de la Abogacía prevé el registro de los bufetes de Abogados, en cuyo caso, y si el Juez
avisara de dicho registro al Decano del Colegio concernido, se personará en el local cerrado en
orden a vigilar que el registro se practique con el menor perjuicio posible al secreto profesional.
LECCIÓN 25
LA PRUEBA PRECONSTITUIDA DEL JUEZ DE INSTRUCCIÓN (III): LA
INTERVENCIÓN DE LAS COMUNICACIONES POSTALES, TELEFÓNICAS Y
TELEMÁTICAS
➢ CONCEPTO
Se entiende por intervención de las comunicaciones postales y telegráficas la resolución judicial
motivada, dictada en el curso de un proceso penal, por la que, ante la fundada sospecha de la
comisión de un delito de especial gravedad, se ordena que, por los funcionarios de la policía
judicial o asimilados, se proceda a la detención del soporte a través del cual se efectúa una
determinada correspondencia postal o telegráfica del imputado, pertinente con el hecho punible
investigado, con el objeto de que se efectúe su lectura con las garantías de inmediación judicial
y de contradicción suficientes para convertir a este acto de investigación, una vez debidamente
protocolizado, en un acto de prueba preconstituida.
➢ ÁMBITO DE APLICACIÓN
El art. 579.1 autoriza la limitación de este derecho fundamental ante la sospecha de comisión de
alguno de los siguientes delitos: «1.º Delitos dolosos castigados con pena con límite máximo de,
al menos, tres años de prisión. 2.º Delitos cometidos en el seno de un grupo u organización
criminal. 3.º Delitos de terrorismo». Así, como regla general, tan sólo resulta procedente esta
medida para la investigación de delitos menos graves y graves, quedando excluidos los delitos
leves. Pero, si se tratara de la comisión de un delito de criminalidad organizada o de terrorismo,
se justificará siempre esta intervención, aunque se tratara de un delito leve.
➢ RESOLUCIÓN JUDICIAL
El art. 583 exige que la detención y apertura de la correspondencia se efectúe mediante «auto
motivado», el cual exige la incoación de un previo proceso penal, cuyo objeto, al incidir en un
derecho fundamental, ha de ser delito grave.
➢ PLAZO Y SECRETO
De conformidad con el art. 579.2 «el juez podrá acordar, en resolución motivada, por un plazo de
hasta tres meses, prorrogable por iguales o inferiores períodos hasta un máximo de dieciocho
meses, la observación de las comunicaciones postales y telegráficas del investigado, así como de
las comunicaciones de las que se sirva para la realización de sus fines delictivos».
«La solicitud y las actuaciones posteriores relativas a la medida solicitada se sustanciarán en una
pieza separada y secreta, sin necesidad de que se acuerde expresamente el secreto de la causa»
(art. 579.5).
➢ SUJETOS
Como consecuencia de la vigencia del principio de «exclusividad jurisdiccional» en la limitación
de los derechos fundamentales la resolución motivada sólo puede emanar del Juez de instrucción
competente, lo que no significa, sin embargo, que otras autoridades y funcionarios no tengan
participación alguna en esta diligencia. A tal efecto, debe distinguirse la detención, de la apertura
de la correspondencia:
Detención de la correspondencia
El Auto de detención y apertura de la correspondencia ha de emanar del juez competente. Pero
la práctica de dicha detención puede confiarse a otros jueces, a través del auxilio judicial, a la
policía judicial, a funcionarios de la Administración de Correos y Telégrafos e incluso, y aunque la
Ley no lo diga, a empleados de empresas privadas de correo, habida cuenta de la obligación que
a todos incumbe de colaborar con la Administración de Justicia.
Lectura de la correspondencia
La colaboración de los distintos funcionarios y empleados se limita única y exclusivamente a la
práctica de la detención y no a la de la lectura de la correspondencia, que ha de efectuarse bajo
la intervención del Juez de instrucción competente (art. 586).
➢ OBJETO
De conformidad con lo establecido en el art. 18.3 CE, este derecho fundamental no consagra el
del secreto postal, sino el de las comunicaciones, por lo que el envío de mercancías o el
transporte de cualesquiera objetos, incluidos los que tienen como función el transporte de
enseres personales por las compañías que realizan el servicio postal no queda amparado por el
derecho al secreto de las comunicaciones, pues su objeto no es la comunicación en el sentido
constitucional del término.
El objeto genérico de esta diligencia lo integra el soporte a través del cual se efectúa la
comunicación postal o telegráfica y en concreto, las cartas, paquetes postales y telegramas que
tengan relación con la causa.
➢ LA LECTURA DE LA CORRESPONDENCIA
A diferencia de la detención de la correspondencia y de las escuchas telefónicas, que han de ser
adoptadas y practicadas «inaudita parte», los potencian, de un lado, la vigencia del principio de
inmediación judicial y, de otro, el de contradicción, con el objeto de que este acto de
investigación, al poseer los requisitos de los actos de prueba, se erija en un acto de prueba
preconstituída.
La apertura de la correspondencia por la policía, sin la intervención del Juez y del Letrado de la
Administración de Justicia o sin haber dado ocasión a la presencia de la defensa, convierten en
nula a esta diligencia, la cual no podrá gozar del referido carácter de prueba preconstituída.
En el acto de apertura, el Juez leerá para sí la correspondencia, apartará la que fuere pertinente,
la cual se introducirá en un sobre lacrado y firmado por todos los intervinientes, que se unirá en
pliego al sumario. La correspondencia irrelevante será devuelta al imputado. De esta diligencia
el Letrado de la Administración de Justicia levantará acta, que firmarán el Juez, dicho fedatario y
las partes acusadoras y acusadas que hubieren intervenido en ella.
➢ REGULACIÓN LEGAL
La LECrim ha efectuado una minuciosa regulación de las siguientes materias: las intervenciones
telefónicas y telemáticas, los datos de tráfico sobre la incorporación de los datos de tráfico al
proceso y sobre acceso a los datos para la identificación de usuarios, terminales y dispositivos de
conectividad, la captación y grabación de las comunicaciones orales mediante dispositivos
electrónicos, el registro de dispositivos de almacenamiento masivo de la información y los
registros remotos sobre equipos informáticos.
➢ CONCEPTO
Por intervención telefónica o electrónica puede entenderse todo acto de investigación, limitativo
del derecho fundamental al secreto de las comunicaciones, por el que el Juez de Instrucción, en
relación con un hecho punible de especial gravedad y en el curso de un procedimiento penal,
decide, mediante auto especialmente motivado, que, por la policía judicial, se proceda al registro
de llamadas, correos electrónicos o datos de tráfico y/o a efectuar la grabación magnetofónica o
electrónica de las conversaciones telefónicas o correos electrónicos del imputado durante el
tiempo imprescindible para poder preconstituir la prueba del hecho punible y la participación de
su autor.
➢ PRINCIPIOS
Especialidad
Dispone el art. 588 bis a que «el principio de especialidad exige que una medida esté relacionada
con la investigación de un delito concreto. No podrán autorizarse medidas de investigación
tecnológica que tengan por objeto prevenir o descubrir delitos o despejar sospechas sin base
objetiva».
En virtud de lo dispuesto en dicho precepto, la intervención de las comunicaciones no resulta
procedente para la averiguación ni de las infracciones administrativas, ni de los delitos leves, ni
siquiera de cualquier delito culposo, sino tan sólo de los dolosos contemplados en el art. 579.1.
Asimismo, el segundo apartado del indicado precepto prohíbe las «intervenciones prospectivas».
Por dichas intervenciones cabe entender las realizadas contra una persona determinada, en el
seno de una inquisición general, para descubrir los delitos que haya cometido o pueda cometer.
De aquí que el art. 588 bis «b» 2 exija que, en la solicitud de la intervención, la policía o el
Ministerio Fiscal haya de describir, entre otros, el hecho punible que legitima la intervención y los
indicios de criminalidad que demuestren su comisión.
Proporcionalidad
Debido a la circunstancia de que las intervenciones telefónicas restringen un derecho
fundamental, tales actos procesales han de estar sometidos al más estricto cumplimiento del
principio de proporcionalidad, cuya vigencia reclama la observancia de ciertos presupuestos que
pueden ser sistematizados en comunes y especiales.
➔ Comunes. Un presupuesto común para todo acto procesal limitativo de algún derecho
fundamental lo constituye el principio procesal de legalidad, es decir, «prevista por la ley»,
lo que exige que el ordenamiento interno expresamente autorice a la autoridad judicial
disponer tales medios de investigación. Cumplimiento del principio de legalidad que, al incidir
en el libre ejercicio de un derecho fundamental, ha de revestir la forma de Ley Orgánica, tal y
como así ha acontecido con la reforma de la LECrim.
➔ Especiales. Junto al cumplimiento de los principios de jurisdiccionalidad y de legalidad, la
doctrina sobre la proporcionalidad exige también la más estricta observancia del principio de
necesidad, pues no basta con que la medida esté prevista en la Ley y se adopte por un Juez,
sino que es también imprescindible que objetivamente se justifique para obtener el
cumplimiento de los fines constitucionales que la legitiman.
Al principio de necesidad se refiere expresamente el art. 588 bis «a» 4, en cuya virtud la
autoridad judicial habrá de efectuar un juicio de ponderación entre los intereses en conflicto: de
un lado, el derecho fundament6al cuyo libre ejercicio se pretende limitar y, de otro, los fines de
la instrucción, de tal suerte que «las medidas de investigación reguladas en este capítulo solo se
reputarán proporcionadas cuando, tomadas en consideración todas las circunstancias del caso,
el sacrificio de los derechos e intereses afectados no sea superior al beneficio que de su adopción
resulte para el interés público y de terceros. Para la ponderación de los intereses en conflicto, la
valoración del interés público se basará en la gravedad del hecho, su trascendencia social o el
ámbito tecnológico de producción, la intensidad de los indicios existentes y la relevancia del
resultado perseguido con la restricción del derecho» (art. 588 bis «a» 5).
Por otra parte, la limitación del derecho fundamental tan sólo resulta procedente si no existe
otra alternativa menos gravosa para el derecho fundamental, a través de la cual pueda obtenerse
el mismo fin perseguido.
El cumplimiento del principio de necesidad en las intervenciones telefónicas implica la
observancia de dos presupuestos especiales: uno, de carácter material y otro, de carácter
procesal.
➔ Material. Desde un punto de vista jurídico sustantivo, la adopción de una intervención
telefónica exige que el objeto de la instrucción lo constituya un delito grave, el cual ha de
determinarse en la solicitud de intervención. La relación de tales delitos la efectúa el art. 588
ter «a», en cuya virtud «la autorización para la interceptación de las comunicaciones
telefónicas y telemáticas solo podrá ser concedida cuando la investigación tenga por objeto
alguno de los delitos a que se refiere el artículo 579.1 de esta ley o delitos cometidos a través
de instrumentos informáticos o de cualquier otra tecnología de la información o la
comunicación o servicio de comunicación».
➔ Procesal. Junto al presupuesto material, resulta imprescindible también cumplir con otro de
carácter procesal, cual es la exigencia de que la petición de la intervención telefónica se
efectúe dentro de una instrucción judicial en curso, esto es, dentro de un «sumario ordinario»,
en la instrucción del Jurado o en unas «diligencias previas» en el ámbito del proceso penal
abreviado.
Por consiguiente, las intervenciones telefónicas no pueden adoptarse, ni en las diligencias
policiales de prevención, ni en la investigación oficial o preliminar a la judicial del Ministerio
público, ni en el curso de las atípicas «diligencias indeterminadas».
La intervención de las comunicaciones en sede de las «diligencias indeterminadas», tan sólo es
válida si se concluyen urgentemente, se transforman en Diligencias Previas y se notifican al
Ministerio Fiscal, ya que, ante el secreto instructorio y la ausencia del defensor, precisan del
control por parte del Ministerio Fiscal. Si se adoptaran con secreto para el Ministerio Fiscal,
ocasionarán la nulidad de la prueba.
➢ REQUISITOS FORMALES
Debido a la vigencia del principio de exclusividad jurisdiccional, correspondiente al Juez de
Instrucción competente su adopción en el seno de una instrucción y mediante resolución
motivada en la que se determine el teléfono intervenido, el destinatario de la medida y el hecho
punible investigado, todo ello en orden a garantizar el necesario control judicial, de tal suerte
que, cuando pueda inferirse que no ha existido dicho control efectivo, se habrá vulnerado el
referido derecho fundamental.
Ha de reputarse contrario a la CE las manipulaciones policiales a fin de sustraer al Juez legal
competente del conocimiento de la resolución judicial de la intervención.
El deber de motivación
La obligación de la autoridad judicial de motivar la resolución por la que dispone una intervención
telefónica, constituye otra exigencia del principio de «proporcionalidad», que obliga a
interpretar el concepto «resolución judicial», como «resolución motivada», esto es, mediante
➢ OBJETO
El objeto de esta diligencia lo integran todas las comunicaciones, escritas, orales, inalámbricas,
radioeléctricas y telemáticas, ya que todas ellas aparecen previstas en el art. 18.3 CE. Requieren
también autorización judicial las conversaciones verbales entre detenidos en el seno de una
Comisaría. Asimismo, se exige también auto motivado del Juez de Instrucción para la
intervención de los dispositivos de almacenamiento masivo de información digital con la única
salvedad de los casos de urgencia, en los que la policía habrá de notificar al Juez dicha
intervención en el plazo de 24 horas.
➢ PROCEDIMIENTO DE INTERVENCIÓN
Una vez adoptada por el Juez la intervención telefónica, la policía judicial efectuará el
seguimiento de la escucha y su grabación en los correspondientes soportes magnéticos o
electrónicos, cuyos originales han de ser trasladados al Juzgado a fin de que puedan ser oídos por
el Tribunal o transcritos en un acta bajo la fe del Letrado de la Administración de Justicia. La
violación de estas prevenciones ocasionará la vulneración, no del art. 18.3, sino del derecho «a
un proceso con todas las garantías» del art. 24.2 CE.
La LECrim contempla el procedimiento de intervención de las comunicaciones, el cual se basa en
el SITEL. Dicho sistema vino a sustituir res audiciones personales e individualizadas que realizaban
los agentes policiales, por un archivo centralizado en el Ministerio del Interior, mediante un
«mecanismo moderno, automatizado, simplificado y garantista».
Establecido el deber de colaboración de los prestadores de servicios de telecomunicaciones y de
toda persona conocedora del sistema informático, con apercibimiento de su incumplimiento con
la comisión de un delito de desobediencia grave, el Juez de Instrucción librará mandamiento a la
policía judicial para que requiera a dichos prestadores de servicios a fin de que le faciliten la
intervención de las comunicaciones, cuya información quedará almacenada en la
correspondiente base de datos de la policía judicial.
Asimismo, el MF o la policía judicial podrán requerir a los prestadores de servicios que conserven
durante un plazo de 90 días, prorrogables por otros 90, las grabaciones íntegras y, si los datos
almacenados estuvieran en otro registro, solicitarán del Juez la ampliación de la intervención, pudiendo, en
caso de urgencia, efectuarla, si bien dando cuenta al Juez en el plazo de 24 horas, quien revocará o confirmará
dicha ampliación.
La intervención de las comunicaciones se realizará siempre bajo declaración de secreto, sin que
sea necesaria la expresa declaración del secreto sumarial. Una vez expirada la vigencia de la
medida de intervención, se alzará el secreto y «se entregará a las partes copia de las grabaciones
y de las transcripciones realizadas», debiéndose entender por tales, tanto las íntegras, como las
relevantes para la causa, si bien habrán de excluirse las que se refieran a aspectos de la vida
íntima. También han de excluirse las grabaciones que afecten al secreto profesional, de entre las
que se encuentran la relación Abogado-cliente, máxime si se encontrara detenido o en prisión
provisional. Las partes, tras cotejar la grabación íntegra con la relevante, podrán solicitar al Juez
la inclusión en esta última de las comunicaciones que estimen pertinentes y que hayan sido
excluidas.
Las grabaciones habrán de ser destruidas, una vez se hayan obtenido una resolución firme, en
cuyo caso el juez competente podrá retener una copia durante un plazo de 5 años desde que la
pena se haya ejecutado o cuando el delito o la pena hayan prescrito. La conservación de dicha
copia obedece a la necesidad de poder utilizar las grabaciones en procesos.
LECCIÓN 26
LA PRUEBA PRECONSTITUIDA DEL JUEZ DE INSTRUCCIÓN (IV): LA
INTERVENCIÓN DE LAS COMUNICACIONES ELECTRÓNICAS
➢ LA RESERVA JURISDICCIONAL
En el momento actual, tanto la jurisprudencia como la Ley son lo suficientemente explícitos a la
hora de exigir una expresa autorización judicial para recabar del operador la cesión de tales datos
de tráfico.
Dicho principio jurisdiccional ha sido consagrado por la LECrim en el art. 588
➢ LA EXCEPCIÓN JURISPRUDENCIAL
La regla general jurisdiccional tiene dos excepciones: de una parte, los jurisprudenciales y, de
otra, los legales. Así, Debido a la circunstancia de que el suministro del contenido de la
información del IMSI requiere la intervención del operador, en la práctica, habrá la policía de
recabar la pertinente autorización judicial. La policía, por tanto, puede obtener «motu proprio»
el IMSI o el IMEI, pero no acceder al contenido de la comunicación sin autorización judicial.
Pero, si no existiera Servidor puede la policía efectuar dicha intervención. De dicha regla general,
una STS exceptúa el supuesto de que sea el Ministerio Fiscal quien solicite dichos datos, siempre
y cuando no afecte al derecho al secreto de las comunicaciones y no incidan el núcleo duro de la
intimidad.
A esta excepción jurisprudencial el art. 588 ter «l» ha incorporado otra de carácter legal.
➢ PRESUPUESTOS LEGITIMADORES
Subjetivos
La adopción de esta medida requiere la necesidad de que exista una persona investigada, con
respecto a la cual existan razones fundadas de que va a comunicarse con determinadas personas
que pudieran ser imputadas o incluso con terceros.
Objetivos
Como regla general, tan sólo resulta procedente esta medida para la investigación de delitos
menos graves y graves, quedando excluidos los delitos leves. Pero, si se tratara de la comisión de
un delito de criminalidad organizada o de terrorismo, se justificará siempre esta intervención,
aunque se tratara de un delito leve.
➢ REQUISITOS FORMALES
Esta medida tan sólo puede instarla el Ministerio Fiscal o la policía judicial, sin que puedan
solicitarla los acusadores particulares. La petición habrá de ser razonada en todo lo referente a
sus presupuestos legitimadores y a su relevancia probatoria para el esclarecimiento de los hechos
y la identificación de su autor, debiendo contener además todos los requisitos del art. 588 bis
«b».
El Juez de instrucción, si accediere a ella, habrá de dictar un auto motivado que contendrá todos
y cada uno de los elementos contemplados en el art. 588 bis «c» más una ponderación expresa
de la limitación del derecho a la inviolabilidad domiciliaria.
Mas podría ocurrir que la policía judicial decidiera la instalación de estos artilugios de escucha y
o grabación visual en dependencias domiciliarias, tales como la habitación conyugal o el cuarto
de baño, en las que podría comprometerse seriamente el derecho a la intimidad del art.18.1 CE.
El silencio de la Ley a este respecto no exime a la autoridad judicial de la obligación de efectuar
también un juicio de necesidad sobre la adopción de esta medida en relación con el derecho
fundamental a la intimidad. En el supuesto de que haya de efectuarse la grabación visual
domiciliaria, habrá el Juez de autorizarla expresamente.
Esta diligencia se efectuará en pieza separada y secreta, por aplicación de lo dispuesto en el art.
588 bis «d».
➢ EJECUCIÓN
La ejecución de la medida corresponde a los miembros de la policía judicial, quienes habrán de
ser identificados y darán cuenta al Juez «…de su resultado, poniendo a su disposición el soporte
original o copia electrónica auténtica de las grabaciones e imágenes, que deberá ir acompañado
de una transcripción de las conversaciones. El informe identificará a todos los agentes que hayan
participado en la ejecución y seguimiento de la medida».
Si se tratara de la colocación de tales artificios en un domicilio por un agente encubierto, el Juez
habrá de motivar la necesidad de dicha entrada y le autorizará a obtener imágenes y grabaciones
en dicho domicilio o lugar privado. Si fuere un agente encubierto informático, podrá intercambiar
o enviar por sí mismo archivos ilícitos.
«Cesada la medida por alguna de las causas previstas en el artículo 588 bis «j», la grabación de
conversaciones que puedan tener lugar en otros encuentros o la captación de imágenes de tales
momentos exigirán una nueva autorización judicial» (art. 588 quater «e»).
➢ JURISDICCIONALIDAD
El art. 588 sexies establece el principio de reserva jurisdiccional del Juez de instrucción
competente. A diferencia del régimen anterior, en el que la policía podía, tras un registro
domiciliario, intervenir un disco duro de ordenador, hoy dicha posibilidad está radicalmente
prohibida por dicho precepto, en cuya virtud «la simple incautación de cualquiera de los
dispositivos a los que se refiere el apartado anterior, practicada durante el transcurso de la
diligencia de registro domiciliario, no legitima el acceso a su contenido, sin perjuicio de que dicho
acceso pueda ser autorizado ulteriormente por el juez competente». E idéntica prohibición existe
cuando se trate del acceso a la información de dispositivos electrónicos incautados fuera del
domicilio del investigado.
Sin embargo, «en los casos de urgencia en que se aprecie un interés constitucional legítimo que
haga imprescindible la medida prevista en los apartados anteriores de este artículo, la Policía
Judicial podrá llevar a cabo el examen directo de los datos contenidos en el dispositivo incautado,
comunicándolo inmediatamente y, en todo caso, dentro del plazo máximo de 24 horas, por escrito
motivado al juez competente, haciendo constar las razones que justificaron la adopción de la
medida, la actuación realizada, la forma en que se ha efectuado y su resultado. El juez
competente, también de forma motivada, revocará o confirmará tal actuación en un plazo
máximo de 72 horas desde que fue ordenada la medida». Y lo mismo ocurre cuando se trate de
ampliar el registro a otro sistema informático.
➢ ÁMBITO DE APLICACIÓN
El art. 588 sexies «c» dispone que «salvo que constituyan el objeto o instrumento del delito o
existan otras razones que lo justifiquen, se evitará la incautación de los soportes físicos que
contengan los datos o archivos informáticos, cuando ello pueda causar un grave perjuicio a su
titular o propietario y sea posible la obtención de una copia de ellos en condiciones que garanticen
la autenticidad e integridad de los datos».
➢ EJECUCIÓN
La ejecución de esta medida la realiza la policía judicial quien podrá «ordenar a cualquier persona
que conozca el funcionamiento del sistema informático o las medidas aplicadas para proteger los
datos informáticos contenidos en el mismo que facilite la información que resulte necesaria,
siempre que de ello no derive una carga desproporcionada para el afectado, bajo apercibimiento
de incurrir en delito de desobediencia». Pero «esta disposición no será aplicable al investigado o
encausado, a las personas que están dispensadas de la obligación de declarar por razón de
parentesco, y a aquellas que, de conformidad con el artículo 416.2, no pueden declarar en virtud
del secreto profesional», de entre las que se encuentra el Abogado defensor (art. 588 sexies «c»
Bajo esta denominación, los arts. 588 septies «a-c» autorizan a la policía judicial, mediante una
expresa autorización judicial la instauración de «troyanos» en los equipos informáticos del
investigado.
➢ JURISDICCIONALIDAD
El art. 588 septies «a» establece el más estricto control de jurisdiccionalidad, de tal suerte que,
ni siquiera por razones de urgencia se le habilita a la policía para establecer estos dispositivos
electrónicos: «El juez competente podrá autorizar la utilización de datos de identificación y
códigos, así como la instalación de un software, que permitan, de forma remota y telemática, el
examen a distancia y sin conocimiento de su titular o usuario del contenido de un ordenador,
dispositivo electrónico, sistema informático, instrumento de almacenamiento masivo de datos
informáticos o base de datos […]».
➢ AMBITO DE APLICACIÓN
La instalación de los troyanos tan sólo se autoriza para la investigación de los siguientes hechos
punibles:
➔ Delitos cometidos en el seno de organizaciones criminales,
➔ Delitos de terrorismo,
➔ Delitos cometidos contra menores o personas con capacidad modificada judicialmente,
➔ Delitos contra la Constitución, de traición y relativos a la defensa nacional, y
➔ delitos cometidos a través de instrumentos informáticos o de cualquier otra tecnología de
la información o la telecomunicación o servicio de comunicación» (art. 588 septies «a» 1).
➢ REQUISITOS FORMALES
El art. 588 septies «a» 2 establece los requisitos que ha de contener el auto del Juez de
instrucción competente, a saber, «a) Los ordenadores, dispositivos electrónicos, sistemas
informáticos o parte de los mismos, medios informáticos de almacenamiento de datos o bases de
datos, datos u otros contenidos digitales objeto de la medida, b) El alcance de la misma, la forma
en la que se procederá al acceso y aprehensión de los datos o archivos informáticos relevantes
para la causa y el software mediante el que se ejecutará el control de la información, c) Los
agentes autorizados para la ejecución de la medida, d) La autorización, en su caso, para la
realización y conservación de copias de los datos informáticos, e) Las medidas precisas para la
preservación de la integridad de los datos almacenados, así como para la inaccesibilidad o
supresión de dichos datos del sistema informático al que se ha tenido acceso».
➢ REQUISITOS TEMPORALES
Según lo dispuesto en el art. 588 septies «c»: «la medida tendrá una duración máxima de un mes,
prorrogable por iguales períodos hasta un máximo de 3 meses».
➢ EJECUCIÓN
V. MEDIDAS DE ASEGURAMIENTO
El art. 588 octies instaura la facultad del Ministerio Fiscal y de la policía judicial de «requerir a
cualquier persona física o jurídica la conservación y protección de datos o informaciones
concretas que se encuentren a su disposición hasta que se obtenga la autorización judicial
correspondiente para su cesión con arreglo a lo dispuesto en los artículos precedentes. Los datos
se conservarán durante un periodo máximo de noventa días, prorrogable una sola vez hasta que
se autorice la cesión o se cumplan ciento ochenta días. El requerido vendrá obligado a prestar su
colaboración y a guardar secreto del desarrollo de esta diligencia, quedando sujeto a la
responsabilidad descrita en el artículo 588 ter «e» 3».
LECCIÓN 27
MEDIDAS CAUTELARES PENALES Y RESOLUCIONES PROVISONALES (I)
➢ CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Las medidas cautelares están dirigidas a garantizar el cumplimiento efectivo de la sentencia. El
juicio oral requiere su preparación a través de la fase instructora, en la cual se invierte, en muchas
ocasiones, un excesivamente dilatado periodo de tiempo, durante el cual el imputado podría
ocultarse a la actividad de la justicia o alzar sus bienes, haciendo frustrar el ulterior cumplimiento
de la sentencia. Para garantizar estos efectos o la futura y probable ejecución de la parte
dispositiva de la sentencia surge la conveniencia de adoptar, hasta que adquiera firmeza, las
medidas cautelares.
Por tales medidas cabe entender las resoluciones motivadas del órgano jurisdiccional, que
pueden adoptarse en el curso de un procedimiento penal contra el imputado por un delito de tal
gravedad que haga presumir su riesgo de fuga o su ocultación personal o patrimonial, por las que
se limita provisionalmente su libertad o la libre disposición de sus bienes con el fin de garantizar
los efectos, penales y civiles, de la sentencia.
➢ PRESUPUESTOS
Del enunciado concepto merecen destacarse, como presupuestos de las medidas cautelares el
«fumus boni iuris» y el «periculum in mora».
El «fumus boni iuris» o apariencia y justificación del derecho subjetivo, en el proceso penal,
estriba en la razonada atribución del hecho punible a una persona determinada. El presupuesto
material de toda medida cautelar, en el proceso penal es, pues, la imputación. Sin imputado no
existe posibilidad alguna de adopción de medidas cautelares, bien sean personales o reales.
El «periculum in mora» o daño jurídico derivado del retardo del procedimiento, viene
determinado, en el proceso penal, por el «peligro de fuga» o de ocultación personal o
patrimonial del imputado. Naturalmente este peligro de evasión del imputado se acrecienta en
la medida en que el hecho imputado sea de mayor gravedad y, por tanto, la futura pena a
imponer sea más grave.
De aquí que el «periculum in mora» en nuestro procedimiento penal ofrezca un marcado carácter
cuantitativo. Pero este criterio no debe ser el único a tomar en consideración por el órgano
jurisdiccional, sino que debe conjugarse con otros, tales como la inexistencia o no de
«antecedentes penales», el arraigo familiar y social del imputado o las características del hecho
punible.
➢ ELEMENTOS
Constituyen elementos de las medidas cautelares la jurisdiccionalidad, instrumentalidad,
provisionalidad y homogeneidad.
Jurisdiccionalidad
Las medidas cautelares penales tan sólo pueden ser adoptadas por el órgano jurisdiccional
competente. Excepcionalmente determinadas medidas cautelares «provisionalísimas», tal y
como acontece con la detención, pueden ser dispuestas por la policía en su calidad de policía
«judicial», «a prevención» y en función del correspondiente y ulterior procedimiento penal. Por
esta razón, ha de ser o no confirmada por una medida menos interina, cual es la prisión
provisional, cuya adopción tan sólo compete al Juez de Instrucción.
Instrumentalidad
Como consecuencia del principio de juridicionalidad, las medidas cautelares son instrumentales
o han de estar supeditadas a un proceso penal en curso. Tales medidas, bien han de estar
preordenadas a un proceso penal, sin que pueda la Administración imponer una medida
autónoma limitativa del derecho a la libertad, bien han de disponerse en el curso de un proceso
«con todas las garantías».
Al ser instrumentales de un proceso penal, pendiente y principal, lógicamente habrán de finalizar
necesariamente con dicho proceso, extinguiendo sus efectos o transformándose en medidas
ejecutivas. En tal sentido, es indiferente que el procedimiento acabe mediante sentencia o auto
de sobreseimiento.
Provisionalidad
Por esta razón, las medidas cautelares son siempre provisionales. Como máximo han de durar el
tiempo en que permanezca pendiente el proceso principal; pero, con anterioridad a dicho
término, pueden también finalizar o transformarse en distintas medidas, si se modifican los
presupuestos y circunstancias que han justificado su adopción.
Las medidas cautelares, tan sólo han de permanecer, en tanto subsistan los presupuestos que las
han justificado.
Pero, determinadas medidas son, al propio tiempo, temporales, por cuanto el legislador ha
querido establecer unos plazos máximos de duración. Tal es el caso de la detención o prisión
provisional, su duración está condicionada a la observancia de plazos previos y determinados,
cuya infracción posibilita la interposición del recurso de amparo.
Homogeneidad
Finalmente, las medidas cautelares son homogéneas, aunque no idénticas, con las medidas
ejecutivas a las que tienden a preordenar. Su naturaleza participa, en cierto modo, de las medidas
ejecutivas y de aquí que el tiempo de prisión provisional haya de computarse en la ejecución de
la pena.
➢ DETERMINACIÓN
La proliferación de los delitos de «violencia de género» y, con ella, la necesidad de proteger
inmediatamente a la víctima, la aparición de nuevas modalidades de delincuencia, tales como la
económica o de «guante blanco», la de los delitos de «corrupción política» y los relacionados con
el narcotráfico han ocasionado la necesidad de otorgar una mayor protección a las víctimas y de
incrementar la eficacia de la justicia penal. Para el logro de estos objetivos ha surgido, en el
proceso penal, una nueva categoría de actos procesales que, se denominan «resoluciones
procesales».
La prohibición de residencia del imputado por un delito de violencia de genero
Dicha prohibición de residencia, junto con la atención sanitaria, de seguridad, asistencia social y
jurídica de la víctima, integran el contenido esencial de las «órdenes de protección» que, han de
dictar los Juzgados especializados de Violencia contra la mujer, quienes están facultados para
disponer la prohibición del imputado de aproximarse a la víctima, a su domicilio o lugar de
trabajo, pudiéndole fijar una distancia mínima entre él y la ofendida que no podrá rebasar. A tal
efecto, y a fin de garantizar su efectivo cumplimiento, el Juez de Instrucción puede constreñirle
incluso a portar algún elemento electrónico que permita determinar su localización inmediata.
El incumplimiento, por parte del sujeto pasivo, permitirá, de un lado, y no obstante su condición
de imputado, deducir, contra él, testimonio por desobediencia y, de otro, posibilitará la apertura
de la audiencia previa a la adopción de la prisión provisional, de tal suerte que esta resolución
puede finalizar mediante su conversión en una auténtica medida cautelar, como lo es la prisión
preventiva.
La prisión provisional por motivo distinto al peligro de fuga
El art. 503.1.3 faculta al Juez a dictar la prisión, no sólo para «asegurar la presencia del
investigado o encausado en el proceso cuando pueda inferirse racionalmente un riesgo de fuga»,
sino también para «evitar la ocultación, alteración o destrucción de las fuentes de prueba
relevantes para el enjuiciamiento en los casos en que exista un peligro fundado y concreto», así
como para «evitar que el investigado o encausado pueda actuar contra bienes jurídicos de la
víctima» especialmente en los delitos de violencia de género.
Ahora bien, los motivos de adopción de la prisión provisional, en modo alguno participa de la
naturaleza de las medidas cautelares, pues ni están dirigidos a asegurar la presencia del imputado
a la llamada del juicio oral, ni a posibilitar el cumplimiento de la eventual sentencia penal de
condena, sino a conjurar el peligro de destrucción de las fuentes de prueba y, en el caso del de
reiteración delictiva, a procurar la tutela de la víctima.
El peligro de oscurecimiento de la prueba. A través de este motivo, puede el Juez disponer la
prisión preventiva de imputados relacionados con el fenómeno conocido como criminalidad
organizada, cuando exista el riesgo fundado de que puedan coaccionar a testigos y peritos para
que emitan una inveraz declaración o informe favorable a su defensa.
Pero, en la práctica forense, la utilización de este motivo sucede fundamentalmente en la lucha
contra la delincuencia económica y la corrupción política, en donde la obtención de la genuidad
del cuerpo del delito pasa por dictar la prueba inmediata en prisión provisional del imputado a
fin de que éste no proceda a la destrucción o alteración de la prueba documental o a la de las
informaciones contenidas en el disco duro de su ordenador. Una vez intervenido el cuerpo del
delito, decae la utilidad de la medida y no se justifica.
La reiteración delictiva. Dicho peligro aparece regulado en dos distintos apartados del art. 503:
uno que podríamos denominar común, en cuya virtud puede decretarse la prisión provisional
«para evitar el riesgo de que el investigado o encausado cometa otros hechos delictivos», y otro,
que podríamos calificar como cualificado, que resulta procedente para
«evitar que el investigado o encausado pueda actuar contra bienes jurídicos de la víctima,
especialmente cuando ésta sea alguna de las personas a las que se refiere el artículo 173.2 del
Código Penal». La diferencia posee sus consecuencias prácticas, ya que, en el primer caso, para
que se justifique la prisión provisional, es necesario que el hecho punible tenga una pena igual o
superior a los dos años de prisión, en tanto que, en el ámbito de la delincuencia de género, basta
la atribución de cualquier delito, aunque no revista gravedad alguna, para que resulte
procedente la prisión preventiva.
El común denominador de ambos motivos reside en su finalidad, cual es la preservación de la
víctima, actual o futura, de la comisión, contra ella, de eventuales delitos, distinguiéndose
exclusivamente por la naturaleza de su sujeto pasivo: el cónyuge o titular de una unión de hecho
en el tipo cualificado, y cualquier víctima del delito en el tipo común, aplicándose, en la práctica
y en este último caso, con respecto a la delincuencia callejera y, de modo especial, en el ámbito
de los juicios rápidos. Asimismo, se ha aplicado también en el ámbito de los delitos de rebelión,
sedición y malversación.
Otras resoluciones judiciales no cautelares
Existen otras resoluciones judiciales que, ocasionando también una restricción de determinados
derechos fundamentales del imputado y participando, al igual que ellas, de determinadas notas
propias de las medidas cautelares, ello, no obstante, no están destinadas a garantizar el efectivo
cumplimiento de la Sentencia, sino a obtener un determinado comportamiento del imputado.
Las obligaciones procesales del imputado. En segundo lugar, las resoluciones provisionales
ocasionan, en el imputado, el nacimiento de determinadas obligaciones procesales, que
conllevan la realización, a su costa, de determinadas prestaciones, tanto positivas, como
negativas. De este modo:
❖ Las prohibiciones de residencia hacen surgir la obligación negativa del imputado de
abstenerse de acercar a la víctima, a su perímetro de residencia y al del lugar de su trabajo,
todo ello con el apercibimiento de la comisión de un delito de desobediencia y el riesgo de
conversión de esta resolución en otra más lesiva a sus derechos fundamentales, como lo es la
prisión provisional;
❖ La prisión provisional por peligro de ocultamiento de la prueba o de reiteración delictiva
pretende reforzar la obligación del imputado de probidad en la conservación de la prueba
documental y la autenticidad de la prueba testifical y pericial;
❖ El sometimiento voluntario a un programa de desintoxicación conlleva la obligación de
cumplirlo y de abstenerse el inculpado de salir del centro hospitalario sin autorización judicial,
todo ello bajo la sanción de irrogación de la prisión provisional;
❖ Los controles de alcoholemia, las inspecciones e intervenciones corporales conllevan la
obligación del imputado de soportarlos bajo la sanción de ser procesado como autor de un
delito de desobediencia;
❖ La suspensión del permiso de conducción implica la obligación de su exhibición a los agentes
de la Autoridad policial o judicial y la de colaboración en su entrega;
❖ Finalmente, la suspensión temporal de sociedades y empresas, en general, y el secuestro y
prohibición de editar y difundir publicaciones delictivas, en particular, presupone la obligación
de soportar estas medidas y el cumplimiento de la prestación futura de abstenerse de realizar
tales actividades, todo ello con el apercibimiento al imputado de ser procesado también por
la comisión de un delito de desobediencia.
Sin límites. Y es que también al imputado le asiste el cumplimiento de determinadas obligaciones
procesales, las cuales tienen su anclaje constitucional en el art. 118, en cuya virtud todos tienen
la obligación de «prestar la colaboración requerida por los jueces y tribunales en el curso del
proceso». De aquí que, pueda reclamarse la legitimidad de la instauración en el Código Procesal
Penal de ciertas obligaciones procesales del imputado, que permitan alcanzar, en el proceso
penal, un bien o interés constitucionalmente protegido, siempre y cuando no contradigan sus
derechos fundamentales al silencio, a no declarar contra sí mismo y de defensa
LECCIÓN 28
LAS MEDIDAS CAUTELARES PERSONALES: (II) LA DETENCIÓN POLICIAL Y
EL «HABEAS CORPUS»
Toda detención policial conlleva, pues, una privación de libertad, dirigida, de un lado, al
aseguramiento del imputado y, de otro, a la investigación del hecho y su autoría. Por el contrario,
no se consideran, por su fugacidad, detenciones las interrupciones momentáneas de la libertad
deambulatoria, tales como las derivadas de los controles de alcoholemia y para el
descubrimiento de delitos, los «cacheos» y las resultantes de las inmovilizaciones de vehículos.
➢ PRESUPUESTOS
Los presupuestos de la detención son los propios de las medidas cautelares: imputación o «fumus
boni iuris» y peligro de fuga o «periculum in mora».
Imputación
La detención policial exige, como presupuesto material previo, la existencia de un título de
imputación contra una persona determinada. Sin imputación previa no existe detención legal,
por lo que el funcionario que incumpliera este requisito incurre en la responsabilidad penal del
tipo de detenciones ilegales arbitrarias.
Peligro de fuga
Pero, no es suficiente cualquier género de imputación, sino la de un hecho punible, que revista
especial gravedad o que, aun sin tenerla, pueda el funcionario de policía, partiendo de las
circunstancias del hecho o de la personalidad del imputado, presumir que éste se sustraerá a la
actividad de la justicia. Este es el sentido, que se deduce de la farragosa redacción de los
números.
Los plazos extraordinarios de la detención vienen establecidos por la LO 4/1981 sobre los estados
de alarma, excepción y de sitio. Mientras en los estados de sitio la detención puede alcanzar los
10 días, en los supuestos de terrorismo dicho plazo fue rebajado a cinco días.
El plazo ordinario
El plazo de la detección policial fue objeto de desarrollo por parte de la legislación ordinaria, de
tal suerte que mientras el art. 520.1.II, reproduce el plazo constitucional de las setenta y dos
horas, el originario art. 496 LECrim mantiene, desde el año 1882, el plazo de «veinticuatro horas»
como límite máximo de la detención policial.
Si se sustenta la tesis de la vigencia del plazo de veinticuatro horas de la detención policial, la
retención de una persona sin motivo alguno que lo justifique, convertirá a la detención en
«ilegal» a los efectos, de un lado, del planteamiento de un recurso de «habeas corpus» y, de otro,
de la apertura de un procedimiento penal contra el funcionario de policía responsable de dicha
detención por la comisión de un delito de detenciones ilegales.
➢ EL OBJETO PROCESAL
El objeto genérico de este proceso lo constituye el conocimiento de una pretensión, nacida como
consecuencia de la comisión de una detención ilegal y fundamentada, por tanto, en la violación
del derecho a la libertad o de cualquier otro derecho o garantía constitucional que se haya podido
infringir en el curso de una detención.
Las Partes
Las partes principales están integradas por el titular del derecho fundamental vulnerado y por la
autoridad gubernativa, funcionario, persona física o jurídica, causante de dicha violación. Junto
a estas partes principales, pueden aparecer otras secundarias, tanto en la posición actora y con
una capacidad de postulación limitada a la incoación del procedimiento, como en la demandada.
Activas. La parte actora principal necesariamente ha de ser una persona física, puesto que los
derechos fundamentales tutelados (libertad, seguridad, integridad física o moral) tan sólo son
predicables de las personas físicas y no de las jurídicas. Las personas físicas activas pueden ser
tanto nacionales, como extranjeros, pudiendo estos últimos plantear el «habeas corpus» en los
procedimientos de expulsión derivados de la Ley de Extranjería. Las personas jurídicas carecen,
pues, de capacidad para ser parte incluso en la incoación de este procedimiento.
Pasivas. Por el contrario, la parte demandada puede ser tanto una persona física, cuanto una
jurídica. Esta última posibilidad está prevista para prevenir detenciones ilegales que pudieran
cometer personas morales. Asimismo, el «habeas corpus» es procedente con independencia de
la naturaleza jurídico-pública o privada del autor causante de la detención.
Objeto
Para que pueda prosperar la pretensión de «habeas corpus» se requiere, en primer lugar, que
exista una detención; en segundo, que no haya sido dispuesta por la autoridad judicial y,
finalmente, que sea ilegal.
➔ La detención. Presupuesto indispensable de este procedimiento es la existencia de una
«detención», cualquiera que sea la forma que revista su calificación jurídica, de tal suerte que
si no hay privación de libertad nunca es procedente el «habeas corpus». Por detención hay
que entender cualquier forma de privación de la libertad deambulatoria del ciudadano,
debiéndose entender incluidas, no sólo las practicadas al amparo de la LECrim, sino también
las que se denominan «detenciones especiales».
➔ No judicial. Pero el «habeas corpus» no es procedente cuando las tales privaciones de libertad
fueran producidas por la Autoridad judicial, tal y como acontece con la detención judicial, la
prisión provisional o la pena de prisión, situaciones todas ellas cuya presunta ilegalidad habrá
de ser combatida mediante la vía de los recursos (ordinario de apelación), a través del Juez
de Vigilancia Penitenciaria, en el caso de los penados, y, en última instancia, mediante el
recurso constitucional de amparo que, en lo que a los presos preventivos se refiere, también
ha sido configurado como un recurso de amparo directo, el cual tampoco precisa del
agotamiento de la vía judicial ordinaria.
➔ Ilegal. Finalmente, la detención habrá de ser «ilegal», calificación que, a los efectos de la Ley
de «habeas corpus», se origina por la concurrencia de alguna de estas tres situaciones:
ausencia o insuficiencia de imputación, exceso de plazo y omisión en el curso de la detención
de las garantías preestablecidas.
La petición
Todas las pretensiones que pueden deducirse en este procedimiento tienen como común
denominador el recaer sobre un mismo bien litigioso, el derecho fundamental a la libertad, con
respecto al cual se puede solicitar, bien su total restablecimiento a través de la petición de puesta
inmediata en libertad, bien un cambio de custodia de la persona detenida o simplemente su
puesta a disposición de la autoridad judicial. Todos estos supuestos encierran pretensiones
mixtas, declarativas y de condena, en las que, junto al reconocimiento del derecho fundamental
vulnerado, se ha de solicitar la condena al demandado al cumplimiento de una determinada
prestación.
➢ COMPETENCIA
Las reglas de la competencia se determinan en el art. 2, de cuyo régimen cabe distinguir las
siguientes manifestaciones:
Objetiva
La competencia objetiva la ostentan, con carácter general y «vis atractiva», los Juzgados de
Instrucción. Pero, además, se contemplan dos fueros especiales: el del Juzgado Central y el del
Togado Militar:
➔ El Juzgado de Instrucción. Los Juzgados de Instrucción son los órganos competentes para
entender de este procedimiento, sin que puedan los de Paz entender como jueces
«comisionados», delegados o «a prevención», dada la urgencia del plazo (veinticuatro horas) en
el que debe finalizar el procedimiento. La competencia objetiva para el conocimiento de las
solicitudes de «habeas corpus», presentadas con motivo de la detención de un menor, aparece
también residenciada en los Juzgados de Instrucción.
➔ Los Juzgados Centrales. Si la detención, obedece a la aplicación de la Ley Orgánica, que
desarrolla los supuestos previstos en el art. 55.2 CE, el procedimiento deberá seguirse ante
el Juez Central de Instrucción correspondiente.
➢ ALEGACIONES Y PRUEBA
Una vez puesta a disposición judicial la persona del detenido o constituido el juez en el propio
lugar de custodia, «oirá el juez a la persona privada de libertad». Comienza, así la auténtica fase
de alegaciones, pues el objeto procesal no puede quedar delimitado por el mero acto de solicitud
de iniciación del procedimiento, que puede haber sido deducido por persona distinta a la del
privado de libertad, sino por la pretensión oralmente expuesta por el titular de dicho derecho
fundamental y por la contestación que ha de formular quien haya sido el causante de su
presunta violación.
Si el detenido fuere incapaz, el juez oirá a su representante legal y, en cualquier caso, a su
Abogado defensor, si hubiere sido designado. A continuación, formulará sus alegaciones el
Ministerio Fiscal y finalmente a la persona o autoridad que hubiere dispuesto o ejecutado la
detención, así como a aquella bajo cuya custodia se encontrase la persona privada de libertad.
Asimismo, pueden las partes, con carácter simultáneo a la formulación de sus alegaciones orales,
proponer la prueba que estimen conveniente, la cual, además de su pertinencia, queda
condicionada su admisibilidad a que puedan practicarse «en el acto». Fuera de esta limitación,
cuya exigibilidad resulta evidente ante la celeridad del procedimiento, puede proponerse y
ejecutarse cualquier medio de prueba.
La fase de alegaciones y el término probatorio no pueden exceder de veinticuatro horas,
contadas desde el auto de incoación del procedimiento.
➢ RESOLUCIÓN
LECCIÓN 29
LAS MEDIDAS CAUTELARES PERSONALES: (III) LA DETENCIÓN JUDICIAL,
PRISIÓN Y LIBERTAD PROVISIONAL Y OTRAS MEDIDAS
I. LA DETENCIÓN JUDICIAL
➢ CONCEPTO Y CLASES
Detención judicial es toda privación de libertad, dispuesta por un órgano jurisdiccional en el curso
de un procedimiento penal, así como la situación en la que permanece el detenido, durante el
plazo máximo de setenta y dos horas, hasta tanto el Juez de Instrucción resuelva su situación en
el proceso.
Del referido concepto se pueden distinguir dos clases de detención judicial: la que pueden
practicar «ex officio» Jueces y Tribunales y la que viene a constituir una prolongación de la ya
efectuada por la policía o los particulares.
La detención judicial de oficio. La detención judicial de oficio puede ser dispuesta como
consecuencia del incumplimiento de una orden de comparecencia, del surgimiento de una
imputación contra una persona determinada o del incumplimiento de las normas de «policía de
vistas».
La detención judicial confirmatoria. Es la que puede suceder como confirmación o prolongación
de la ya efectuada por los particulares o funcionarios de policía.
El auto elevando la detención a prisión será puesto en conocimiento de todas las partes formales
e incluso del propio detenido, autorizándole la Ley a que pueda «por sí mismo» recurrir en
reforma el auto. El recurso de apelación o de queja exigirá, sin embargo, firma de letrado.
➢ CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Es una resolución judicial dictada en un Estado miembro de la Unión Europea con vistas a la
detención y la entrega por otro Estado miembro de una persona a la que se reclama para el
ejercicio de acciones penales o para la ejecución de una pena o una medida de seguridad
privativa de libertad.
➢ COMPETENCIA
Las dos autoridades que intervienen en este procedimiento son, de un lado, «la autoridad judicial
de emisión», que es el Juez que está conociendo de la causa y, de otro, «la autoridad judicial de
ejecución», que viene determinada por los Juzgados Centrales de Instrucción y la Sala de lo Penal
de la Audiencia Nacional, atribuyéndose la condición de autoridad central al Ministerio de
Justicia.
➔ en segundo, si la prisión provisional tiene como fin asegurar la presencia del imputado en el
proceso y hubieran sido dictadas al menos dos requisitorias para su llamamiento y busca en
los dos años anteriores;
➔ en tercero, cuando, con dicha medida cautelar, se pretenda evitar que el imputado pueda
actuar contra bienes jurídicos de la víctima y, por último,
➔ cuando la prisión provisional persiga conjurar el riesgo de reiteración delictiva o el imputado
pertenezca a una organización criminal o realice sus actividades delictivas con habitualidad.
«Motivos bastantes sobre la responsabilidad penal del imputado»
Desde el punto de vista formal, es necesario que aparezcan en la causa «motivos bastantes para
creer responsable criminalmente» del delito a la persona contra quien se haya de dictar al auto
de prisión, debiendo entenderse dicho inciso en el sentido de que es necesario, no sólo la
concurrencia de meros indicios racionales de criminalidad, sino, además, que no se acredite la
concurrencia de alguna causa de exención o extinción de la responsabilidad penal.
Peligro de fuga
Naturalmente este peligro de evasión del imputado se acrecienta en la medida en que el hecho
imputado sea de mayor gravedad y, por tanto, la futura pena a imponer sea más grave. De aquí
que el «periculum in mora» en nuestro procedimiento penal ofrezca un marcado carácter
cuantitativo. Si el hecho punible no lleva aparejada pena privativa de libertad alguna o puede en
el futuro beneficiarse el condenado de la suspensión de la pena habrá que presumir la
inexistencia de peligro de fuga, por lo que decaerá la necesidad de la medida cautelar.
Sin embargo, este criterio no debe ser el único a tomar en consideración por el órgano
jurisdiccional, sino que debe conjugarse con las circunstancias concretas del caso y las personales
del imputado o sus circunstancias de arraigo, tales como el número de hijos o de personas a su
cargo, su vecindad conocida, trabajo estable, reputación o fama, etc., circunstancias todas ellas
que permiten al Juez inferir que el imputado no se ocultará a la actividad de la justicia y acudirá
a la llamada del juicio oral.
Asimismo, se instaura una presunción legal de que el imputado se sustraerá de la acción de la
justicia cuando, a la vista de los antecedentes que resultan de las actuaciones, hubieran sido
dictadas al menos dos requisitorias para su llamamiento y busca por cualquier órgano judicial en
los dos años anteriores, supuesto en el que procede la adopción de la prisión provisional y,
además, se excepciona la aplicación del límite mínimo punitivo de los dos años, al igual que
acontece cuando el imputado, sin motivo legítimo, dejare de comparecer a cualquier
llamamiento del Juez o Tribunal, situación en que se permite acordar la prisión provisional, aun
cuando hayan transcurrido los plazos establecidos legalmente.
Concepto y fundamento
Se entiende por «audiencia previa» la vista que, previa solicitud de las partes acusadoras ha de
practicarse ante el Juez de Instrucción y ello como presupuesto necesario para que dicho órgano
judicial, con la presencia del imputado asistido por su Abogado y del Ministerio Fiscal y como
resultado de las alegaciones formuladas, pueda decidir con imparcialidad acerca de la situación
personal del imputado. El fundamento de esta audiencia hay que encontrarlo en la relevancia del
derecho fundamental a la libertad y en la conveniencia de que el Juez de Instrucción adopte una
resolución tan grave, como lo es la limitación de dicho derecho, en primer lugar, siempre a
instancia de las partes acusadoras y, en segundo, mediante la instauración del contradictorio.
La celebración de la audiencia
Ante el Juez de Instrucción competente. Está regida esta audiencia por el principio dispositivo,
en tanto que si las partes acusadoras no solicitan la prisión provisional no puede el Juez
adoptarla. La celebración de esta audiencia previa deviene, pues, preceptiva para acordar, a
instancia de parte, toda medida cautelar que no sea la libertad provisional sin fianza, ni,
obviamente, la libertad plena del imputado.
Su celebración deberá tener lugar en el plazo más breve posible dentro de las setenta y dos horas
siguientes a la puesta del detenido a disposición judicial y a ella se citará al imputado, quien
deberá estar asistido de su Abogado, al MF y a las demás partes personadas. En ella las partes
formularán las alegaciones y efectuarán la prueba que pueda practicarse en el acto acerca de la
adopción de la prisión provisional.
Excepcionalmente, cuando la celebración de la audiencia resulte particularmente gravosa o
perjudicial, podrá practicarse mediante videoconferencia.
Ante un Juez «incompetente». Si el detenido fuera puesto a disposición de una Autoridad judicial
incompetente y no pudiera ser entregado al Juez competente en el plazo de la detención judicial
(72 horas), el art. 505.6 obliga al Juez incompetente a disponer la audiencia, sin perjuicio de que
el competente conceda audiencia al imputado y a su Abogado y dicte la resolución que proceda.
➢ EFECTOS
Competencia
La competencia para la adopción de las medidas de protección corresponde al Juzgado de
Violencia sobre la Mujer correspondiente al domicilio de la víctima, a salvo la competencia
atribuida al Juez de Guardia a los efectos de adopción de una orden de protección y sin perjuicio
de remitir con posterioridad las actuaciones al Juez competente, en el supuesto de que la víctima
tuviera su domicilio en distinto partido judicial.
Legitimación
Las medidas de protección podrán ser adoptadas de oficio por el Juez de Violencia sobre la Mujer,
o a instancia de las víctimas, de los hijos, de las personas que convivan con ellas o se hallen sujetas
a su guardia o custodia, del MF, de la Administración de la que dependan los servicios de atención
a las víctimas o su acogida o, en coordinación con ésta última, del titular de la Delegación Especial
del Gobierno contra la Violencia sobre la Mujer. En todo caso, se consagra la obligación del Juez
de Violencia que estuviera conociendo de un procedimiento relacionado con la violencia de
género, sea cual sea la entidad de la infracción penal que diera lugar a su incoación, de
pronunciarse sobre la pertinencia de la adopción de las medidas de protección contempladas,
determinando su plazo, si procediera su adopción.
Catálogo de medidas
❖ Orden de protección.
❖ Salida obligatoria del inculpado por violencia de género del domicilio en el que hubiera
estado conviviendo o tenga su residencia la unidad familiar, prohibición de volver al mismo,
prohibición de acercamiento o comunicación al domicilio de la persona protegida, a su lugar
de trabajo o a cualquier otro que sea frecuentado por ella, prohibición de toda clase de
comunicación, con apercibimiento de incurrir en responsabilidad penal.
❖ Medidas de naturaleza civil, que pueden ser adoptadas en la orden de protección, tales
como la atribución de la vivienda, la suspensión de la patria potestad, la guarda y custodia
de los menores, suspensión del régimen de visitas, prestación de alimentos, etc.
❖ Otras medidas, destinadas a la protección de datos de las víctimas y limitaciones a la
publicidad de las actuaciones procesales, o la medida de suspensión del derecho a la
tenencia, porte y uso de armas.
❖ Además, el art. 544 quinquies ha establecido un catálogo de medidas de protección del
menor, que afectan fundamentalmente a los derechos de la patria potestad.
Procedimiento
La orden de protección puede la ofendida solicitarla a la policía, a cualquier oficina de protección
a la víctima dependiente de las Administraciones Públicas, al MF y naturalmente a la autoridad
judicial. La solicitud será trasladada inmediatamente al Juzgado especializado de Violencia sobre
la Mujer, quien, previa audiencia de las partes interesadas, dictará, en su caso, la pertinente
orden de protección, que será notificada a las partes y comunicada por el LAJ inmediatamente,
mediante testimonio íntegro, a la víctima y a las Administraciones competentes para la adopción
de medidas de protección, debiéndose publicar en el Registro Central para la protección de las
víctimas de la violencia doméstica, así como en el Registro de la Sección especializada de la
Fiscalía contra la violencia sobre la mujer.
Se entiende por privación del permiso de conducción la medida de seguridad que puede adoptar
el Juez de Instrucción contra una persona imputada por delito cometido con ocasión de la
conducción de un vehículo de motor, siempre y cuando se encuentre en libertad, hasta tanto
dure el peligro de alteración de la seguridad del tráfico y, en cualquier caso, hasta la obtención
de una resolución definitiva y firme en el proceso penal.
Esta medida se distancia de la libertad provisional, por cuanto, al no estar destinada a garantizar
la presencia del imputado en el juicio oral, no posee naturaleza cautelar, sino que se trata de una
resolución provisional dirigida a prevenir la reiteración de nuevos hechos punibles mediante la
circulación de vehículos de motor.
La privación del permiso se efectuará recogiéndolo del imputado e incorporándolo a los autos,
debiendo comunicarse por el Letrado de la Administración de Justicia al «organismo
administrativo» competente, es decir, a la Jefatura Provincial de tráfico, que efectuará la
pertinente anotación en el Registro.
LECCIÓN 30
LAS MEDIDAS CAUTELARES PERSONALES: (IV) LAS MEDIDAS CAUTELARES
CIVILES
II. PRESUPUESTOS
efectividad de la tutela judicial civil que podría frustrarse, de no adoptarse las medidas, ante los
posibles actos de alzamiento de bienes del imputado. Por ello, cuando esté acreditada la
honestidad y solvencia del imputado, decaerá la necesidad de adopción de la medida.
Así, debe aquí el Juez efectuar una motivación específica sobre el riesgo de desaparición del
patrimonio del imputado, conjugando los estándares acerca de su honestidad y solvencia.
III. CLASES
Debido a la circunstancia de que el objeto de la pretensión civil que se acumula al proceso penal
consiste en «la restitución de la cosa, la reparación del daño y la indemnización de perjuicios»,
hemos de distinguir todas y cada una de estas medidas cautelares aseguratorias de tales
prestaciones «de dar».
vehículo para asegurar el pago de las indemnizaciones civiles y, en su caso, en tanto que «cuerpo
del delito».
IV. LA FIANZA
La fianza consiste en la puesta a disposición por el responsable civil de bienes por un valor
dinerario, fijado por el Juez a instancia del perjudicado y suficiente para responder de la totalidad
de las responsabilidades pecuniarias que haya podido contraer el imputado.
No obstante, no debe nunca el Juez disponer de oficio el pago de la fianza. Así, habrá el
perjudicado de solicitar expresamente del Juez la adopción de la fianza de responsabilidad civil,
la cual puede ser personal, pignoraticia o hipotecaria, o mediante la satisfacción de caución, que
podrá constituirse en dinero efectivo o con aval solidario de duración indefinida y pagadero a
primer requerimiento emitido por entidad de crédito o sociedad de garantía recíproca o por
cualquier medio que, a Juicio del Juez o Tribunal, garantice la inmediata disponibilidad, en su
caso, de la cantidad de que se trate.
➔ Fianza personal. Consiste en la asunción por un tercero solvente de la obligación de
responder con su patrimonio de todas las responsabilidades civiles que haya contraído el
imputado.
➔ Fianza pignoraticia. Consiste en la constitución de una prenda sobre metálico, bienes
muebles o títulos valores. Cuando la prenda lo fuere en metálico, se constituirá en la entidad
financiera que haya determinado el Ministerio de Justicia, si bien también puede efectuarse
en la Caja de Depósitos y en el Banco de España.
➔ Fianza hipotecaria. Consiste en la constitución, previa su tasación, de un derecho real de
hipoteca sobre un determinado inmueble, la cual puede efectuarse mediante escritura
pública o a través de comparecencia judicial «apud acta».
V. EL EMBARGO
El embargo es una medida cautelar sobre el patrimonio del responsable civil, a través de la cual
se adscriben bienes suficientes para garantizar, mediante la ejecución civil, las responsabilidades
civiles que se determinen en la sentencia. Su naturaleza es subsidiaria de la fianza, ya que el Juez
de Instrucción ha de otorgar al responsable civil la posibilidad de eludir esta grave medida
patrimonial mediante la satisfacción de fianza.
Contra la parte dispositiva del Auto que adopte la medida cautelar podrá interponerse recurso
de apelación, debiendo desterrarse la corruptela, en ocasiones utilizada en la práctica forense,
consistente en adoptar estas medidas en el Auto de apertura del juicio oral, que, en el proceso
abreviado, es el único contra el que no existe la posibilidad de interponer recurso de apelación.
➢ CONCEPTO Y NATURALEZA
Esta orden europea de embargo de bienes o de aseguramiento de pruebas tiene por objeto
establecer el procedimiento que han de seguir nuestros Juzgados de Instrucción para emitir o
ejecutar una orden europea de embargo de responsabilidad civil o un acto de aseguramiento de
la prueba. Se trata, pues, de un procedimiento de simplificación del auxilio judicial entre las
autoridades judiciales de los Estados pertenecientes a la Unión Europea.
➢ SUJETOS
El sujeto legitimado activamente para cursar una de dichas órdenes es el Juez o tribunal
competente, que esté conociendo de la causa, y los Fiscales dentro de su investigación preliminar
en curso, pero exclusivamente para las órdenes de aseguramiento de pruebas. Pasivamente lo
está el Juez de Instrucción del lugar en donde se encuentren los bienes objeto del embargo o las
pruebas susceptibles de secuestro.
➢ PROCEDIMIENTO
➔ Activo. Si la autoridad judicial europea estuviere determinada, la resolución que habrá de
cursar el Tribunal español será motivada, habrá de traducirse al idioma oficial del Estado
destinatario y se dirigirá directamente a la autoridad judicial europea competente,
habiéndose de ejecutar con arreglo al Derecho del Estado destinatario. Y, si no se conociera
a qué autoridad judicial compete su ejecución, se solicitará la información pertinente incluso
de los puntos de contacto españoles de la Red Judicial Europea.
➔ Pasivo. En el supuesto de ejecución en España de tales resoluciones, la autoridad judicial
española ejecutará la orden, salvo que no acompañe el pertinente certificado traducido al
español o se considerará incompetente. En el primer caso, devolverá la orden a la autoridad
europea emisora y, en el segundo, remitirá la orden a la autoridad judicial española
competente.
Contra las resoluciones de ejecución de tales órdenes cabe recurso de reforma y de apelación,
que pueden interponer el Ministerio Fiscal, el imputado en el proceso del que trae causa la orden
y «los titulares de derechos e intereses legítimos que puedan verse afectados».
VIII. EL DECOMISO
Se entiende por decomiso el acto del juez de instrucción de aprehensión de los instrumentos de comisión del
delito ilícitos o «extra comertium», así como de sus frutos y ganancias previstos como penas en el CP o
autorizados por la LECrim y legislación complementaria, siempre y cuando no constituyan piezas de convicción
que deban asegurarse en el proceso.
El art. 127 CP contempla como objeto del decomiso «los bienes, efectos y ganancias pertenecientes
a una persona condenada por alguno de los siguientes delitos cuando resuelva, a partir de indicios
objetivos fundados, que los bienes o efectos provienen de una actividad delictiva, y no se acredite su
origen lícito: a) Delitos de trata de seres humanos, b) Delitos relativos a la prostitución y a la
explotación sexual y corrupción de menores y delitos de abusos y agresiones sexuales a menores de
dieciséis años…».
➢ PRESUPUESTOS
Para que pueda adoptarse esta medida cautelar real, es necesario que existan «indicios objetivos
fundados» acerca de que los bienes o efectos provengan de la comisión de alguno de los referidos
delitos «y no se acredite su origen lícito». El precepto consagra, pues, una inversión de la carga
de la prueba, de tal suerte que no es a la acusación, sino a la defensa a quien le incumbe la carga
de acreditar la procedencia lícita de tales bienes, efectos o ganancias.
Así, pues, en cuanto la defensa no justifique la procedencia lícita de sus bienes e ingresos y se
acredite que a través de sus ingresos lícitos nunca podría haber adquirido los bienes o efectos de
su titularidad o haya efectuado cualquier suerte de alzamiento de sus bienes, será procedente el
decomiso.
➢ OBJETO
El objeto del decomiso se circunscribe a los bienes, efectos o valores y ganancias de la titularidad
del investigado. Pero podría suceder que «por cualquier circunstancia» no sea posible su traba y
sí la de bienes de procedencia lícita. En tal supuesto, la Ley permite «…el decomiso de otros bienes
por una cantidad que corresponda al valor económico de los mismos, y al de las ganancias que se
hubieran obtenido de ellos. De igual modo se procederá cuando se acuerde el decomiso de bienes,
efectos o ganancias determinados, pero su valor sea inferior al que tenían en el momento de su
adquisición». Asimismo, «Si la ejecución del decomiso no hubiera podido llevarse a cabo, en todo
o en parte, a causa de la naturaleza o situación de los bienes, efectos o ganancias de que se trate,
o por cualquier otra circunstancia, el juez o tribunal podrá, mediante auto, acordar el decomiso
de otros bienes, incluso de origen lícito, que pertenezcan a los criminalmente responsables del
hecho por un valor equivalente al de la parte no ejecutada del decomiso inicialmente acordado.
De igual modo se procederá, cuando se acuerde el decomiso de bienes, efectos o ganancias
determinados, pero su valor sea inferior al que tenían en el momento de su adquisición».
➢ UTILIZACIÓN PROVISIONAL
El art. 367 sexies LECrim permite la utilización provisional de los bienes decomisados en los
supuestos siguientes: «a) Cuando concurran las circunstancias expresadas en las letras b) a f) del
apartado 1 del artículo 367 quater, y la utilización de los efectos permita a la Administración un
aprovechamiento de su valor mayor que con la realización anticipada, o no se considere
procedente la realización anticipada de los mismos. b) Cuando se trate de efectos especialmente
idóneos para la prestación de un servicio público. 2. Cuando concurra alguno de los supuestos
previstos en el apartado anterior, el juez, de oficio o a instancia del Ministerio Fiscal o de la Oficina
de Recuperación y Gestión de activos, y previa audiencia del interesado, autorizará la
utilización provisional de los efectos judiciales, salvo que concurra alguna de las circunstancias
expresadas en el párrafo segundo del apartado 2 del artículo 367 quater. 3. Corresponderá a la
Oficina de Recuperación y Gestión de activos resolver, conforme a lo previsto legal y
reglamentariamente, sobre la adjudicación del uso de los efectos decomisados cautelarmente y
sobre las medidas de conservación que deban ser adoptadas. La oficina informará al juez o
tribunal, y al Fiscal, de lo que hubiera acordado»
➢ DESTINO
Destrucción
Deben ser destruidos en el curso de la instrucción aquellos bienes que constituyan un peligro real o potencial
que comporte su almacenamiento o custodia, circunstancia que concurre con los explosivos, la droga
intervenida o los efectos de los delitos contra la propiedad indústrialo intelectual. En tales supuestos, habrá el
Juez de disponer, en calidad de elementos de convicción del cuerpo del delito, la custodia de muestras
suficientes a fin de realizar sobre ellas las oportunas pericias.
Realización
➔ Podrán realizarse los efectos judiciales de lícito comercio, sin esperar al pronunciamiento o
firmeza del fallo, y siempre que no se trate de piezas de convicción o que deban quedar a
expensas del procedimiento, en cualquiera de los casos siguientes:
• Cuando sean perecederos.
• Cuando su propietario haga expreso abandono de ellos.
• Cuando los gastos de conservación y depósito sean superiores al valor del objeto en sí.
• Cuando su conservación pueda resultar peligrosa para la salud o seguridad pública, o
pueda dar lugar a una disminución importante de su valor, o pueda afectar
gravemente a su uso y funcionamiento habituales.
• Cuando se trate de efectos que, sin sufrir deterioro material, se deprecien
sustancialmente por el transcurso del tiempo.
• Cuando, debidamente requerido el propietario sobre el destino del efecto judicial, no
haga manifestación alguna.
➔ Cuando concurra alguno de los supuestos previstos en el apartado anterior, el juez, de oficio o
a instancia del Ministerio Fiscal, de las partes o de la Oficina de Recuperación y Gestión de
Activos, y previa audiencia del interesado, acordará la realización de los efectos judiciales,
salvo que concurra alguna de las siguientes circunstancias:
• Esté pendiente de resolución el recurso interpuesto por el interesado contra el
embargo o decomiso de los bienes o efectos.
• La medida pueda resultar desproporcionada, a la vista de los efectos que pudiera
suponer para el interesado y, especialmente, de la mayor o menor relevancia de los
indicios en que se hubiera fundado la resolución cautelar de decomiso.
No obstante, lo dispuesto en los apartados anteriores, cuando el bien de que se trate esté
embargado en ejecución de un acuerdo adoptado por una autoridad judicial extranjera en
aplicación de la Ley de reconocimiento mutuo de resoluciones penales en la Unión Europea, su
➢ INTERVENCIÓN DE TERCEROS
Concepto
La LECrim permite la intervención de terceros en un proceso penal en curso en el que puedan ser
decomisados bienes de su titularidad o con respecto a los cuales ostenten algún derecho real.
No obstante, parece que en el proceso penal no puedan intervenir los coadyuvantes o
intervinientes adhesivos, sino tan solo los litisconsortes titulares de derechos que podrían verse
seriamente afectados por los efectos civiles de la cosa juzgada. Pero dicha titularidad ha de ser
real, pues, si se tratara de testaferros del investigado, se podrá prescindir de su intervención.
Tampoco serán llamados aquellos que no haya sido posible identificar o localizar, sin perjuicio de
que puedan ejercitar su recurso de audiencia al rebelde.
Procedimiento
La intervención puede ser provocada por las partes o establecida de oficio por el órgano
jurisdiccional. Contra el auto de denegación de la intervención cabe recurso de apelación. En
cualquier caso, se le prestará declaración, en la que se ilustrará al tercero de su derecho a no
declarar en los supuestos del art. 416. Pero su intervención no ocasionará retroacción alguna de
las actuaciones. Su intervención queda circunscrita a la pieza de responsabilidad civil y, dentro
de ella, a la del decomiso del bien con respecto al cual tiene legitimación activa, sin que pueda
efectuar alegaciones sobre la pretensión penal.
Habrá de comparecer mediante letrado de su elección y, si no lo hiciera, se le nombrará uno del
turno de oficio. Además, su intervención habrá de efectuarse con anterioridad al escrito de
acusación. Una vez comparecido, será citado a juicio en el que no es necesaria su presencia física,
aunque sí la de su Abogado y representación legal. Su contumacia, por tanto, no impedirá la
celebración del juicio oral.
La sentencia se le notificará personalmente al tercero, aunque no haya comparecido, pudiendo
ejercitar contra ella el recurso de apelación, que habrá de circunscribirse a su postulación. La
LECrim autoriza la interposición, contra la sentencia, del recurso de audiencia al rebelde, tanto
al ausente que no pudo tomar conocimiento del proceso, como a quien fue citado legalmente en
forma y decidió no comparecer.
➢ ÁMBITO DE APLICACIÓN
El procedimiento de decomiso autónomo es un proceso civil especial, que se dilucida ante los
órganos competentes de la jurisdicción penal y que, a instancia del MF, ha de incoarse, siempre
y cuando concurran los requisitos establecidos en el art. 803 ter «e», a saber: «2. En particular,
será aplicable este procedimiento en los siguientes casos: a) Cuando el fiscal se limite en su escrito
de acusación a solicitar el decomiso de bienes reservando expresamente para este procedimiento
su determinación. b) Cuando se solicite como consecuencia de la comisión de un hecho punible
cuyo autor haya fallecido o no pueda ser enjuiciado por hallarse en rebeldía o incapacidad para
comparecer en juicio». Esta cláusula general abierta ha de complementarse con lo dispuesto en
el Código Penal, que prevén los siguientes supuestos:
Proceso de decomiso sin sentencia de condena
Este procedimiento ha de incoarse cuando el encausado no pueda ser enjuiciado por alguna
enfermedad crónica y exista el riesgo de prescripción del hecho punible, se encuentre en rebeldía
y no pueda ser juzgado en un plazo razonable o haya concurrido en el proceso alguna causa de
exención o de extinción de la responsabilidad penal que impida su condena.
Decomiso de terceros
El decomiso de terceros puede efectuarse, bien, como hemos examinado anteriormente, en el
proceso penal como medida cautelar, bien en el procedimiento civil de decomiso autónomo
cuando concurran los requisitos para ello.
Es necesario que en el tercero concurran alguna de las siguientes conductas:
• que haya obtenido los efectos o ganancias con conocimiento de su procedencia ilícita o
diligentemente debía de haber sospechado acerca de dicha procedencia; o
• haya dificultado su decomiso y b). En cualquier caso, se presumirá dicho conocimiento
cuando los bienes o efectos los haya adquirido a título gratuito o por un valor inferior al del
mercado.
En todos estos supuestos, el Juez competente llamará de oficio a los terceros al proceso a fin de
que puedan ejercitar su derecho de defensa.
Decomiso de condenados
Si el Juez de instrucción no hubiera decretado el decomiso y hubiera recaído sentencia de
condena, el Juez de lo Penal o la Audiencia Provincial que hayan dictado la sentencia, procederán
al decomiso, si se cumplen los requisitos previstos en el art. 127 quinquies, «a) Que el delito se
haya cometido en el contexto de una actividad delictiva previa continuada», entendiéndose por
tal que «el sujeto sea condenado o haya sido condenado en el mismo procedimiento por tres o
más delitos de los que se haya derivado la obtención de un beneficio económico» o «en el período
de seis años anterior al momento en que se inició el procedimiento en el que ha sido condenado
por alguno de los delitos a que se refiere el artículo 127 bis del Código Penal, hubiera sido
condenado por dos o más delitos de los que hubiera derivado la obtención de un beneficio
económico, o por un delito continuado que incluya, al menos, dos infracciones penales de las que
ha derivado la obtención de un beneficio económico».
En tales supuestos, el CP confiere al Juez una acción de retroacción para ingresar en el decomiso
«…todos los bienes adquiridos por el condenado dentro del período de tiempo que se inicia seis
años antes de la fecha de apertura del procedimiento penal».
➢ COMPETENCIA
Será competente para el conocimiento de este procedimiento: «a) el juez o tribunal que hubiera
dictado la sentencia firme, b) el juez o tribunal que estuviera conociendo de la causa penal
suspendida, o c) el juez o tribunal competente para el enjuiciamiento de la misma cuando ésta no
se hubiera iniciado, en las circunstancias previstas en el artículo 803 ter.e)».
➢ PROCEDIMIENTO
El procedimiento, que tan sólo puede ser incoado a instancia del Ministerio Fiscal, principiará por
demanda, la cual habrá de contener los requisitos contenidos en el art. 803 ter «l», y se tramitará
por las normas del juicio verbal, al que se citará de comparecencia al condenado o al encausado
rebelde y a quien se le designará procurador y abogado de oficio, pudiendo continuar el
procedimiento en contumacia hasta dictar sentencia. El demandado tiene garantizada su
asistencia letrada, debiendo ser citado personalmente.
Una vez admitida la demanda, el órgano competente se pronunciará sobre la petición de medidas
cautelares y la notificará al demandado, confiriéndole un plazo de veinte días para su
contestación. El Ministerio Fiscal podrá, a lo largo del proceso efectuar una nueva solicitud de
decomiso, cuando no se haya resuelto su procedencia o aparecieran nuevos bienes de los que se
ignorara su existencia.
Si el demandado no compareciera, habrá que dictar su rebeldía. Pero, si comparece y no contesta
la demanda en el indicado plazo, su «ficta confessio» conlleva el decomiso definitivo de sus
bienes. «La incomparecencia del encausado rebelde y del tercero demandado en el procedimiento
de decomiso autónomo se regirá por lo dispuesto en el artículo 803 ter «d»».
A los escritos de demanda y contestación hay que incorporar la petición de práctica de los medios
de prueba, sin que quepa contra la resolución inadmisoria recurso alguno, sin perjuicio de
reiterar la petición en el acto de la vista. El juicio se desarrolla en la forma del art. 433 LEC y la
sentencia contendrá los pronunciamientos previstos por el 803 ter «o».
La sentencia de este procedimiento goza de todos los efectos de la cosa juzgada, aunque el
prejudicial no tendrá efecto alguno en el eventual y ulterior proceso penal, cuya sentencia penal,
si contuviera una contradicción con los hechos declarados probados en la sentencia de decomiso,
permitirá su revisión mediante la interposición de este nuevo motivo.
Contra la sentencia se podrán interponer los recursos previstos en el procedimiento penal
abreviado.
LECCIÓN 31
EL SOBRESEIMIENTO
I. EL SOBRESEIMIENTO
El sobreseimiento libre, debe pronunciarse ante la falta absoluta de tipicidad del hecho o de
responsabilidad penal de su presunto autor y es equiparable, tal y como se ha indicado, a una
sentencia absolutoria anticipada, por cuanto goza de todos los efectos materiales de la cosa
juzgada, razón por la cual debe de estar minuciosamente motivado.
El sobreseimiento provisional, por el contrario, sucede cuando se carece de la base fáctica
suficiente para acreditar la perpetración del delito o la participación en él de su presunto autor y
ocasiona la mera suspensión del procedimiento por lo que la instrucción puede reabrirse, si
nuevos actos de investigación practicados vienen a acreditar aquellos extremos.
El sobreseimiento total es procedente, cuando, existiendo una pluralidad de imputados, o no ha
existido el hecho punible, carece de tipicidad penal o ninguno de ellos tiene participación alguna
en el hecho punible, por lo que su solución ha de ser la propia del «litisconsorcio necesario»: el
archivo de la causa para todos ellos. Pero, si, de dicha pluralidad de imputados, subsisten indicios
de criminalidad contra alguno o algunos de ellos, el sobreseimiento será parcial y el juicio oral se
abrirá tan sólo contra quienes no les favorezca
➢ PRESUPUESTOS
La finalidad esencial de la fase intermedia consiste en determinar si concurren o no los
presupuestos, materiales y formales, que condicionan la apertura del juicio oral o, lo que es lo
mismo, la admisibilidad y fundamentación de la pretensión penal. La ausencia de alguno de ellos
ha de ocasionar el oportuno sobreseimiento.
Presupuestos procesales «stricto sensu»
Con la sola excepción de las causas de exención de la responsabilidad penal que puedes llegar a
un sobreseimiento libre, debido a la circunstancia de que esta solución, al otorgar al
sobreseimiento plenos efectos de cosa juzgada, puede infringir el derecho a la tutela del
ofendido, la jurisprudencia del TS desde siempre secundó la tesis de que la constatación en la
instrucción de la ausencia de algún presupuesto procesal ha de conllevar la solución del
sobreseimiento provisional.
Insuficiencia de prueba
Cuando, de la instrucción practicada, los actos de investigación hubieran puesto de relieve la falta
del material de hecho suficiente para fundamentar la pretensión punitiva, bien en su dimensión
objetiva, bien en la subjetiva habrá de sobreseerse «provisionalmente»
➢ EFECTOS
El sobreseimiento provisional no produce efectos materiales de cosa juzgada, sino tan sólo la
suspensión del procedimiento, en tanto permanezca la causa que lo motiva.
Si el sobreseimiento fuere total se decretará el archivo de la causa en el órgano jurisdiccional
que hubiere entendido de la instrucción, se devolverán las piezas de convicción a su «dueño
conocido» y se dispondrá la cancelación de las fianzas y embargos.
Si las «piezas de convicción» no estuvieran «dentro del comercio de los hombres» se producirá
su comiso y eventual inutilización. Si, frente al dueño conocido algún tercero reclamara su
propiedad, permanecerán retenidas y el Tribunal le fijará un plazo para que acredite la
interposición por el tercero de la correspondiente acción civil, finalizado el cual, sin que se
hubiese acreditado, serán devueltas a su dueño. Si no tuvieran dueño conocido, el Tribunal
decretará su archivo.
Cuando el sobreseimiento fuere parcial se procederá a la apertura del juicio oral contra aquellos
imputados que no se vieren afectados por el sobreseimiento, cancelándose con respecto a los
demás las fianzas y embargos
➢ CONCEPTO
Se entiende por sobreseimiento libre los Autos dictados por el órgano jurisdiccional competente,
especialmente motivados, que, con efectos materiales de la cosa juzgada, ponen fin a una
instrucción concluida mediante la declaración, bien de la inexistencia del hecho punible, bien de
falta de tipicidad del hecho, bien de ausencia de responsabilidad penal del imputado. Del anterior
concepto se infieren las siguientes notas esenciales:
Competencia
En el sumario ordinario, el órgano competente para dictar el sobreseimiento es la Audiencia
Provincial, previa conclusión del sumario efectuada por el Juez de Instrucción; en el proceso
abreviado, la competencia pertenece al Juez de Instrucción, quien puede dictarlo, tanto al
término de las Diligencias Previas, como, en la fase intermedia, si bien, tratándose de alguna de
las causas de exención de la responsabilidad penal, contempladas en el art. 782.1, habrá de abrir
el juicio oral a fin de que en él se pruebe su concurrencia; finalmente, tratándose de un juicio
rápido, corresponde la competencia objetiva al Juez de Guardia .
Motivación
Debido a la circunstancia de que los autos de sobreseimiento libre ocasionan los efectos
materiales de la cosa juzgada, han de encontrarse minuciosamente motivados, de tal suerte que,
en ellos se acrediten la concurrencia fáctica, derivada de los actos de investigación practicados y
de la prueba instructora. La exigencia de dicha motivación permitirá también, que, ora el TS, a
través del recurso de casación, ora el TC, mediante el amparo, puedan controlar la adecuación a
Derecho de la resolución impugnada.
Efectos
A diferencia de los autos de archivo y del sobreseimiento provisional, los de sobreseimiento libre
producen la totalidad de los efectos de la cosa juzgada, tanto los positivos, como los negativos,
esto es, el efecto exclusivo y excluyente, que impedirá la reapertura o incoación de un ulterior
proceso penal sobre el mismo hecho punible y contra el mismo acusado. Como efecto indirecto,
el sobreseimiento libre ocasiona los efectos perjudiciales propios sobre la pretensión resarcitoria
y la devolución a su legítimo dueño de las piezas de convicción intervenidas.
Motivos
Las causas que posibilitan este sobreseimiento se contemplan en el art. 637, a saber:
«procederá el sobreseimiento libre: 1.º Cuando no existan indicios racionales de haberse
perpetrado el hecho que hubiere dado motivo a la formación de la causa. 2.º Cuando el hecho no
sea constitutivo de delito. 3.º Cuando aparezcan exentos de responsabilidad criminal los
procesados como autores, cómplices o encubridores».
➢ RECURSOS
Contra los autos de sobreseimiento libre, y a diferencia del provisional o de los de archivo, cabe
recurso de casación por infracción de Ley, siempre y cuando el motivo consista en la falta de
tipicidad del hecho y sean dictados por las Audiencias Provinciales y nunca, por tanto, por los
demás motivos, ni cuando hayan sido pronunciados por los Juzgados de lo Penal, contra los
cuales cabe recurso de apelación, pero no de casación contra los resolutorios de dicho recurso
de apelación. Los autos de sobreseimiento serán notificados a la víctima, aunque no se haya
personado en la causa, pudiendo impugnarlos en el plazo de veinte días.
➢ EL AUTO DE CONCLUSIÓN
«Practicadas las diligencias decretadas de oficio o a instancia de parte por el Juez instructor, si
éste considerase terminado el sumario, lo declarará así, mandando remitir los autos y las piezas
de convicción al Tribunal competente para conocer del delito. Cuando no haya acusador privado
y el Ministerio Fiscal considere que en el sumario se han reunido los suficientes elementos para
hacer la calificación de los hechos y poder entrar en el trámite del juicio oral, lo hará presente al
Juez de instrucción para que sin más dilaciones se remita lo actuado al Tribunal competente» (art.
622).
Pronunciado el auto de conclusión, pierde el Juez su competencia sobre la fase instructora, que
pasa a conferirse a la Audiencia Provincial. El LAJ, junto con el auto de conclusión, elevará a la
Audiencia el sumario con todas sus piezas y los objetos que tengan relación con el «cuerpo del
delito».
«Tanto en uno como en otro caso se notificará el auto de conclusión del sumario al querellante
particular, si lo hubiere, aun cuando sólo tenga el carácter de actor civil, al procesado y a las
demás personas contra quienes resulte responsabilidad civil, emplazándoles para que
comparezcan ante la respectiva Audiencia en el término de diez días, o en el de quince si el
emplazamiento fuese ante el Supremo. A la vez se pondrá en conocimiento del Ministerio Fiscal
cuando la causa verse sobre delito en que tenga intervención por razón de su cargo» (art. 623).
Dicha resolución se pronunciará aun cuando, contra determinadas resoluciones del sumario, se
hayan interpuesto, sin resolverse, el recurso de apelación en su solo efecto devolutivo.
➢ PETICIÓN DE SOBRESEIMIENTO
Como una manifestación del sistema acusatorio («nemo iudex sine acusatore») hay que concebir
la vinculación del tribunal a la petición de sobreseimiento, realizada por las partes acusadoras,
entendiendo por tales, según la doctrina del TS, al Ministerio Fiscal y al ofendido en aquellos
delitos que permitan afirmar la existencia de un sujeto pasivo, pero no al acusador popular, quien
no vincula al Tribunal mediante su petición de apertura del juicio. Cabe distinguir las siguientes
hipótesis:
❖ Si ambas partes, Ministerio Fiscal y acusador particular, solicitaran la apertura del juicio oral,
el tribunal no podrá prescindir de dictar el correspondiente auto de apertura.
❖ Cuando entre las partes acusadoras existiera divergencia en la solicitud de sobreseimiento o
de apertura del juicio oral, el tribunal podrá proceder a dicha apertura o a dictar un auto de
sobreseimiento libre, contra el cual cabe utilizar el recurso de casación por infracción de ley.
❖ Si el Ministerio Fiscal solicitara el sobreseimiento y no existiere acusador particular en el
procedimiento, el tribunal de oficio llamará a la causa a los ofendidos y perjudicados a fin de
realizarles un último ofrecimiento de acciones. Si se personaren, el tribunal procederá de
conformidad con lo dispuesto en los supuestos contemplados.
❖ Pero, si no se personase acusador particular alguno, y el tribunal considerase improcedente
la petición de sobreseimiento del Ministerio Fiscal, podrá dirigirse a su superior jerárquico a
fin de que, dicho superior, como consecuencia de los principios de unidad y dependencia del
Ministerio Público, ratifique o rectifique, en la forma prevenida por el EOMF, dicha petición
de sobreseimiento. Si se mantuviera la primera solución, el tribunal acordará el
sobreseimiento solicitado por el Ministerio Fiscal.
❖ Y, si el Ministerio Fiscal y el ofendido o perjudicado instaran el sobreseimiento, habrá el
tribunal de dictarlo, aun cuando el acusador popular pida la apertura del juicio.
Realizadas por las partes las peticiones y una vez devuelta la causa y transcurrido el plazo de tres
días, conferido al ponente, el tribunal, si revocare el auto de conclusión, dispondrá las diligencias
que deba practicar el Juez de Instrucción, devolviéndole las piezas de convicción que estimare
necesarias para su práctica. Si, por el contrario, confirmare dicho auto, «el Tribunal resolverá,
dentro del tercer día, respecto a la solicitud del juicio oral o de sobreseimiento».
conclusión, ocasiona no pocas dilaciones indebidas y, de otro, este sistema proporciona un mayor
reforzamiento de la garantía del juez «imparcial», toda vez que, debido a que la principal función
de la fase intermedia consiste en decidir sobre la apertura o no del juicio oral contra al imputado,
lo que conlleva una asunción por el tribunal decisor del juicio de imputación, su concesión a la
AP le ocasiona mayor pérdida de imparcialidad que su traslación, en el abreviado, al Juez de
Instrucción, lo que posibilita la constitución del Juez de lo Penal sin haber tomado conocimiento
alguno de la instrucción.
El sobreseimiento en el abreviado puede ser dictado en dos ocasiones procesales: a) en la
conclusión de las Diligencias Previas por el Juez de Instrucción, y b) en la decisión del Juez de
Instrucción posterior a dicho Auto de conclusión, al resolver la petición de sobreseimiento
planteada por las partes.
Al igual que acontece con la petición vinculante de sobreseimiento del sumario ordinario,
también en el abreviado, si ambas partes acusadoras o el Ministerio Fiscal exclusivamente, pero
sin que haya comparecido acusador particular alguno, solicitaran el sobreseimiento, lo acordará
el Juez, salvo «en los supuestos de los números 1, 2, 3, 5 y 6 del artículo 20 del Código Penal». La
razón de esta excepción parece clara: tratándose de hechos de exención de la responsabilidad
penal, que exigen prueba, lo natural es que se diluciden dentro del juicio oral.
Pero, en los demás casos de eximentes o de causas de extinción de la responsabilidad penal, el
Juez de Instrucción queda vinculado por esta petición del Ministerio Fiscal y de la acusación
particular, debiendo dictar, bien un auto de sobreseimiento libre o provisional. Si no existiera
acusación particular, y el Ministerio Fiscal instara el sobreseimiento, puede el Juez dirigirse al
Fiscal-jefe de la respectiva Audiencia a fin de que se ratifique o no en dicha petición.
Tal y como se ha adelantado, la jurisprudencia del TS ha interpretado el concepto «acusador
particular» del art. 783.1.II como ofendido o perjudicado, de tal suerte que tan sólo la petición
de sobreseimiento formulada por dicho acusador privado, junto con la del Ministerio Fiscal,
vinculan al tribunal decisor, sin que tenga virtualidad alguna una eventual solicitud de apertura
del juicio por el acusador popular, salvedad hecha de que se trate de un delito con un interés
público relevante o difuso.
Petición de apertura de juicio
En segundo lugar, si alguna de las partes acusadoras pidiera la apertura del juicio oral, dispone el
art. 783.1 que «el Juez de Instrucción la acordará, salvo que estimare que concurre el supuesto
del número 2 del artículo 637 o que no existen indicios racionales de criminalidad contra el
acusado, en cuyo caso acordará el sobreseimiento que corresponda conforme a los artículos 637
y 641».
LECCIÓN 32
LOS ACTOS DE INTERPOSICIÓN Y DISPOSICIÓN DE LA PRETENSIÓN PENAL
➢ FUNDAMENTO
Una vez conclusa la instrucción y dentro de la fase intermedia, se les ha de conferir a las partes
un plazo de cinco días para que redacten y presenten sus respectivos escritos de calificación
provisional o de acusación que, como se ha indicado, son actos de postulación en los que las
partes proceden a formalizar la pretensión punitiva o a oponerse a ella.
El fundamento de los referidos escritos descansa en el principio acusatorio, en la vigencia de las
máximas romanas «ne procedat iudex ex officio» (no proceda el juez de oficio) y «nemo iudex sine
acusatore». Para la apertura del juicio oral es necesario, en el proceso contemporáneo, que la
pretensión penal sea planteada y mantenida por un sujeto distinto al órgano jurisdiccional, pues
en cualquier otro caso, nos encontraríamos ante un proceso inquisitivo. Mediante la
interposición de la pretensión penal por las partes acusadoras se da cumplida respuesta a la
referida exigencia del sistema acusatorio.
Pero, a fin de que se pueda garantizar el derecho de defensa, no es suficiente la formalización de
la acusación, sino que es necesario que el acusado la pueda eficazmente contestar, para lo cual
es imprescindible, en primer lugar, que cronológicamente la acusación preceda siempre a la
defensa y, en segundo, que se le notifique dicha acusación al imputado, concediéndole un tiempo
prudencial para la preparación de su defensa. Tan sólo en tales términos hay que entender
cumplida la garantía, contenida en el art 24. 2º de la Constitución, o derecho del procesado «a
ser informado de la acusación formulada contra él».
➢ CONCEPTO Y ELEMENTOS
Los escritos de calificación provisional son susceptibles de ser clasificados conforme a los
siguientes criterios:
❖ Atendiendo a su contenido: pueden existir escritos de calificación de la pretensión penal y
de la pretensión civil.
❖ Según sus efectos y trámite procesal se distinguen los escritos de calificación provisional y
las calificaciones definitivas o «conclusiones».
❖ Atendiendo al número de pretensiones los escritos de calificación provisional pueden
contener pretensiones únicas o afirmativas y complejas o alternativas.
❖ En el procedimiento ante el Tribunal del Jurado pueden sucederse hasta tres calificaciones
provisionales: a) la del art. 29 LOTC, que ofrece la particularidad de que se pueden solicitar
en ella la práctica de diligencias sumariales en la audiencia preliminar; b) la segunda
modificación de dichas calificaciones al término de la referida audiencia; y c) las que, al
amparo del art. 36.1«c-d», se les permite a las partes bajo la fórmula de las «cuestiones
previas».
➢ REQUISITOS FORMALES
De conformidad con lo establecido en los arts. 649 y ss. LECrim han de concurrir en los escritos
de calificación provisional los siguientes requisitos formales:
La escritura
Dispone el art. 649.1 que las partes han de calificar los hechos por escrito. La vigencia del
presente principio no excluye la del de de oralidad en las conclusiones definitivas, si bien se exige
también su plasmación por escrito que, en la práctica forense, se efectúa de forma manuscrita.
La fundamentación fáctica
Debido a la relevante circunstancia de que el hecho punible conforma el objeto del proceso
penal, la determinación de este elemento esencial de la pretensión reviste singular relieve en los
escritos de calificación provisional. A ella se refiere expresamente el art. 650:
«Los hechos punibles que resulten del sumario». La determinación, en la conclusión primera, del
hecho punible, constituye un elemento esencial de los escritos de calificación hasta el extremo
de que su ausencia ha de motivar la reputación de acto inexistente a una calificación así realizada,
pues, dicha omisión frustraría el derecho de defensa y el acusatorio. Pero, no pueden las partes,
en dicha conclusión primera, reflejar cualesquiera hechos punibles, sino única y exclusivamente
los «que resulten del sumario». Las partes acusadoras deben realizar una relación
circunstanciada, temporal y espacial, de los hechos punibles, que han de constituir el objeto del
juicio oral.
«Los hechos que resulten del sumario y que constituyan circunstancias atenuantes y agravantes
del delito o eximentes de la responsabilidad criminal». De conformidad con lo dispuesto en el
art. 650.4, habrán de consignarse los hechos determinantes de la aplicación de las circunstancias
modificativas de la culpabilidad. Tales circunstancias habrán de reflejarlas,
tanto las partes acusadoras, como la defensa. Naturalmente, las primeras alegarán los hechos
constitutivos de la norma penal, cuya aplicación se solicita, y la defensa tendrá que alegar los
hechos impeditivos o extintivos, que desvirtúen el fundamento fáctico de la pretensión punitiva.
«La cantidad en que aprecien los daños y perjuicios causados por el delito, o la cosa que haya
de ser restituida». El art. 650, establece la necesidad de que se concrete el «quantum» de la
indemnización civil o se determine la cosa que deba ser restituida. Naturalmente, el
cumplimiento de este requisito queda condicionado a que, en primer lugar, el delito haya
producido algún daño en la esfera patrimonial del perjudicado; en segundo, a que el perjudicado
no haya renunciado o reservado su acción civil y, finalmente, a que este extremo de los escritos
de calificación provisional lo formalice la persona legitimada, esto es, el «perjudicado» o el
Ministerio Fiscal, en su calidad de sustituto procesal.
El objeto de esta pretensión estará dirigido, bien a obtener la restitución, bien la reparación o la
indemnización de daños y perjuicios, disciplinándose en el curso del juicio oral por los propios
principios del proceso civil.
En el proceso penal abreviado no es necesario determinar el «quantum» de la indemnización,
siendo suficiente reflejar «las bases para su determinación», en cuyo caso el fallo civil lo será «a
reserva de liquidación» en el procedimiento de ejecución de sentencias.
➢ LA CALIFICACIÓN JURÍDICA
La conclusión segunda de los escritos de calificación provisional ha de contener «la calificación legal de
los mismos hechos, determinando el delito que constituyan». La calificación legal del hecho cumple
diversas funciones: de forma inmediata puede determinar la incompetencia del juez o la inadecuación
del procedimiento; en segundo lugar, determina el ámbito de aplicación de la conformidad; finalmente,
a través de ella se fija, de modo provisional, el título de condena, el cual podrá ser modificado por las
propias partes en las conclusiones definitivas o por el órgano jurisdiccional con las limitaciones
establecidas.
Las partes habrá, pues, de proceder a subsumir el hecho, descrito en la conclusión primera, en las
correspondientes normas del CP. Si fueren varios los hechos, objeto de la calificación, habrá de reflejarse
si existe entre ellos alguna relación de causalidad a los efectos de estimar, en su caso, las figuras del
concurso o del delito continuado; en este último caso, deben invocarse los requisitos, trazados por la
jurisprudencia del TS, en punto a determinar la procedencia o no de esta figura, con expresión de las
oportunas citas legales y jurisprudenciales. Asimismo, habrá de determinarse el grado de consumación
del delito.
Finalmente, las partes son libres en la calificación de los hechos, plasmados en la conclusión primera, sin
que tengan que estar vinculados por la calificación efectuada por el Juez de Instrucción en el auto de
procesamiento o en cualquier otra resolución formal de imputación siempre y cuando dicha calificación
recaiga sobre los hechos punibles investigados en el sumario.
➢ LA LEGITIMACIÓN PASIVA
Constituye este requisito un elemento esencial de los escritos de calificación provisional, puesto
que, sin identificación del acusado no puede existir juicio oral. En esta conclusión, no sólo habrá
de identificarse al acusado, sino que se habrá de describir también el grado de participación en
el delito.
En cuanto a la ubicación de este requisito en los escritos de calificación provisional no constituirá
motivo de nulidad alguno, si la identificación del acusado se realizara en un orden distinto al
trazado por el art. 650, pues el rigorismo formal de los escritos de calificación provisional tan sólo
tiene sentido en el Tribunal del Jurado.
Tampoco el grado de participación del acusado ha de guardar correlación alguna con el
sustentado en el auto de procesamiento, que, en su función de determinar la legitimación pasiva,
es un requisito previo de la asunción de la cualidad de acusado en los escritos de calificación
provisional. Pero, las partes son absolutamente dueñas de reflejar en ellos un grado de
participación distinto al plasmado en las resoluciones de imputación, formuladas a lo largo de la
fase instructora.
«La persona o personas que aparezcan responsables de los daños y perjuicios o
de la restitución de la cosa, y el hecho en virtud del cual hubieren contraído esta
responsabilidad»
En segundo lugar, hay que reflejar también la legitimación civil pasiva. En la inmensa generalidad
de los casos, responsable civil será el propio acusado, pues, como afirma el art. 116 CP, «toda
persona criminalmente responsable de un delito o falta lo es también civilmente». Pero, puede
suceder que el responsable civil sea un tercero en cuyo caso habrá que determinar ese tercero
civil supuestamente responsable.
En todos estos supuestos el referido precepto obliga a las partes acusadoras a dirigir la «acción
civil» contra ellos, describiendo el título en virtud del cual han adquirido dicha obligación con el
objeto de que sean emplazados en el juicio y puedan ejercitar su derecho de defensa.
➢ LA PETICIÓN DE PENA
Los escritos de calificación provisional han de finalizar con la descripción de «las penas en que
hayan incurrido el procesado o procesados, si fuesen varios, por razón de su respectiva
participación en el delito». La petición de pena no vincula al Tribunal.
Para la individualización de la pena, las partes habrán de tomar en consideración las reglas de
medición, debiendo reflejar, tanto las principales, como las accesorias. El art. 653 LECrim permite
que, de acorde con la calificación legal efectuada, se planteen distintas peticiones de pena de
forma «alternativa».
➢ PROPOSICIÓN DE PRUEBA Y OTRAS PETICIONES
Junto a los escritos de calificación, y sin necesidad de solicitar la apertura del proceso a prueba ,
las partes habrán de proponer todos los medios de prueba, de los que habrán de valerse en el
juicio oral, adjuntando las oportunas listas de testigos y peritos. Pero esta rigidez de la preclusión
de la proposición de prueba en el sumario ordinario ha sido mitigada por la jurisprudencia del TS,
que permite plantear peticiones adicionales de prueba hasta el inicio de las sesiones del juicio
oral, siempre y cuando:
➢ CONCEPTO Y CLASES
Subsisten determinados actos de disposición, los cuales, en una primera clasificación pueden ser
sistematizados en impropios y propios:
Impropios
Constituyen actos impropios de disposición de la pretensión penal el desistimiento o «abandono
de la querella» en los delitos públicos, la petición vinculante de sobreseimiento y la retirada de
la acusación.
El abandono de la querella. A la primera de las enunciadas figuras se refiere de manera implícita
el art. 276, conforme al cual, en los supuestos de sucesión procesal «se tendrá por abandonada
la querella cuando por muerte o por haberse incapacitado el querellante para continuar la acción,
no compareciere ninguno de sus herederos o representantes legales a sostenerla dentro de los
treinta días siguientes a la citación que al efecto se les hará, dándoles conocimiento de la
querella». De la redacción del precepto es claro que no nos encontramos ante un auténtico
supuesto de disposición de la pretensión, toda vez que el único efecto que ha de producir el
abandono de una querella por delito público es no tener al querellante como parte acusadora
en el procedimiento; pero en modo alguno se puede ocasionar la finalización del mismo, ya que
el deber del Ministerio Fiscal de sostener la pretensión, en tales supuestos, deviene ineludible.
La petición vinculante de sobreseimiento. Distinto efecto ocasiona la petición de sobreseimiento
efectuada por el Ministerio Fiscal, sin que acusador particular alguno inste la apertura del juicio
oral. En tales casos, es cierto que el efecto principal consiste en la finalización de la instrucción
mediante sobreseimiento, pero tampoco lo es menos que el Ministerio Fiscal, en nuestro
ordenamiento procesal, no está autorizado a instar dicho sobreseimiento por razones de
oportunidad, sino, antes al contrario, está sometido al de legalidad ,razón por la cual tan sólo
solicitará el sobreseimiento cuando concurra alguna de las causas que lo posibilitan o, lo que es
lo mismo, cuando no concurran los presupuestos y requisitos de la pretensión penal. Si
compareciera el ofendido a solicitar la apertura del juicio oral, no procede dictar un
sobreseimiento provisional, sino tan sólo el libre por el motivo del art. 637.2. La utilización en tal
caso de un sobreseimiento provisional abre las puertas al recurso de amparo.
La retirada de la acusación. Al igual que en el supuesto anteriormente contemplado, tampoco
le es dado al Ministerio Fiscal retirar la acusación en un juicio oral determinado, aun cuando dicha
retirada haya de producir la absolución del acusado, y ello, por idéntica razón: en nuestro proceso
penal, informado por el principio de legalidad, el Ministerio Fiscal tan sólo puede retirar la
acusación cuando la ejecución de la prueba evidencie la inocencia del acusado. Este acto de
postulación no se encuentra previsto en nuestra LECrim, si bien, con fundamento en los referidos
preceptos sobre la petición de sobreseimiento, en la práctica forense no era inusual que algunos
miembros del Ministerio Público provocaran la finalización anormal del juicio. En este sentido, el
art. 51 LOTJ dio carta de naturaleza a la retirada de la acusación en los juicios con Jurado.
Propios
Merecen esta calificación exclusivamente aquellos actos de postulación, en los que, existiendo,
de un lado, una acción típica, culpable y punible, y habiéndose determinado, de otro, su presunto
autor, las partes deciden poner fin al procedimiento por razones de política criminal. Tales actos
de disposición de la pretensión están integrados por el perdón del ofendido y la conformidad.
condena al pago de las costas, como incluso penales, si, mediante la interposición de la querella,
hubiere el acusador particular incurrido en delito de acusación falsa o calumniosa.
Pero el «abandono» o renuncia de la querella tan solo tiene la virtualidad de apartar al
querellante como parte acusadora, debiendo sostener, como se ha dicho, la pretensión el
Ministerio Fiscal.
V. LA CONFORMIDAD EXAMEN
➢ REGULACIÓN LEGAL
Tradicionalmente la institución de la conformidad venía siendo regulada en el ámbito del proceso
común ordinario, en dos momentos claramente diferenciados: dentro de la fase intermedia, al
formalizar la defensa su escrito de contestación a la acusación y ya en la del juicio oral, al inicio
de las sesiones, cuando a pregunta del presidente del Tribunal el acusado se «confesara reo del
delito» imputado En ambos casos, y siempre y cuando el hecho calificado no excediera de una
pena privativa de libertad de seis años, la «conformidad» o la «confesión» del acusado
ocasionaba la finalización del proceso mediante sentencia, dictada sin el previo y preceptivo
juicio oral.
Se estableció una nueva normativa de dicha institución que, si bien es cierto que formalmente
no derogó a la de la conformidad del proceso común, tampoco lo es menos que, extendiendo los
Juzgados de lo Penal su competencia objetiva hasta cinco años y siendo el procedimiento
abreviado el adecuado para el enjuiciamiento de delitos castigados con penas de hasta nueve
años, provocó la «caída en desuso» de las referidas normas del procedimiento común,
permaneciendo su eficacia limitada al mero valor de «Derecho supletorio».
A la anterior normativa cabe incorporar las especialidades que en esta materia efectuó la LO
5/1995 creadora del Tribunal del Jurado y que pueden sintetizarse en las reglas siguientes:
• en primer lugar, dado el silencio de la LOTJ sobre la conformidad en la fase intermedia, ha de
ser de aplicación la normativa de la conformidad del proceso común para delitos graves,
siempre de aplicación supletoria, con lo que en este procedimiento podrán efectuarse las
dos conformidades del sumario ordinario;
➢ CLASES
Desde un punto de vista subjetivo la conformidad puede ser total o propia, cuando la totalidad
de los acusados la presten, y parcial o impropia, en el supuesto de que, ante una pluralidad de
acusados, tan sólo alguno de ellos la prestará, en cuyo caso será inválida dicha conformidad,
debiéndose abrir el juicio oral para todos ellos.
Atendiendo al número y naturaleza de las pretensiones, objeto de este allanamiento penal, la
conformidad puede ser absoluta, si se extiende no sólo a la pretensión «penal», sino también a
la «civil», o limitada exclusivamente a la pretensión penal, en cuyo caso el juicio oral se abrirá a
los solos efectos de debatir la pretensión civil
Desde una perspectiva procedimental cabe distinguir una conformidad al escrito de acusación
que puede prestarse, bien ante el Juez de Guardia, en el enjuiciamiento rápido, bien ante el Juez
de Instrucción en el procedimiento abreviado, otra al inicio del juicio oral que es la más frecuente
y una tercera sólo ante el Tribunal del Jurado en el escrito de conclusiones definitivas, sin que
pueda ser trasladada al proceso común para delitos graves.
Atendiendo al ámbito de disposición de la conformidad, puede distinguirse una conformidad
plena que se proyecta no sólo sobre la petición de pena, sino también sobre los hechos que la
fundamentan, y una conformidad limitada a la aceptación de las peticiones de pena solicitadas
por las partes acusadoras. En el primer caso nos encontramos ante un «allanamiento-
confesión» y en el segundo ante un mero «allanamiento».
➢ PROCEDIMIENTO
La conformidad puede prestarse por escrito en la contestación de la defensa al también escrito
de la acusación ante el Juez de guardia en los juicios rápidos y en la fase intermedia en los demás
procedimientos. Asimismo, puede formularse verbalmente al inicio de las sesiones del juicio oral
y oralmente o por escrito conjunto de la acusación y del defensa conjuntamente firmado en el
proceso ante el Jurado.
Si el acusado decidiera hacer uso de su derecho a la conformidad en su escrito de defensa, en los
juicios rápidos puede obtener una rebaja de un tercio de la pena privativa y su suspensión, razón
por la cual la hemos denominado conformidad «premiada».
En el procedimiento ante el Jurado y en el abreviado se le permite que lo haga articulando un
escrito independiente o en el escrito de acusación que conjuntamente firmen las partes
acusadoras y el acusado junto con su letrado. En cualquier caso, si desea una rebaja judicial de
su pena deberá reconocer los hechos tal y como aparecen reflejados en el escrito de acusación,
porque, de otro modo, el juez estará vinculado por la petición de pena de la acusación.
Asimismo, el acusado podrá verbalmente en el juicio oral, y con anterioridad a la práctica de la
prueba, manifestar su conformidad con el escrito de acusación que contenga la pena de mayor
gravedad «o con el que se presentase en el acto» .La Ley permite a las partes acusadoras
modificar su escrito de calificación en orden a invocar un título de condena más favorable al
acusado, que el primitivo escrito de acusación, siempre y cuando se respete la identidad del
hecho. Este nuevo escrito de acusación presupone la existencia de una negociación entre la
acusación y la defensa en punto a propiciar una sentencia de conformidad.
➢ EFECTOS
Los efectos de la sentencia de conformidad son los propios de cualquier sentencia firme: los de
la cosa juzgada. Si la conformidad fuere absoluta, dichos efectos se extenderán tanto sobre la
parte dispositiva penal como sobre el fallo civil, mientras que si fuere limitada se extenderán
únicamente sobre el fallo penal, debiéndose abrir el juicio oral, para el conocimiento de la
pretensión civil.
Contra las sentencias de estricta conformidad no cabe recurso alguno porque «nadie puede ir
contra sus propios actos»; en cambio, si concurrieran vicios de consentimiento o la pena
impuesta no fuera la procedente, puede la parte gravada ejercitar contra la sentencia de
conformidad los medios de impugnación pertinentes
LECCIÓN 33
EL JUICIO ORAL
I. CONCEPTO Y FUNCIÓN
La fase intermedia finaliza formalmente con el auto de apertura del juicio oral, sea dictado éste,
en el sumario ordinario, por la Audiencia Provincial o por el Juez de Instrucción, en el abreviado.
Deducida la pretensión y su contestación, en los respectivos escritos de acusación y de defensa
y habiéndose pronunciado el tribunal sobre la admisión de la prueba, el paso siguiente ha de
consistir en efectuar el órgano de enjuiciamiento las citaciones a las partes, testigos y peritos
para que acudan el día del señalamiento a la celebración del juicio oral.
Comienza así, la fase más importante del proceso penal, pues, en ella, y bajo los principios
procedimentales de publicidad, oralidad, inmediación y concentración, así como procesales de
contradicción, igualdad de armas y acusatorio, se realizará la actividad probatoria, de cuyo
resultado procederá la condena o absolución de fondo del acusado, ya que, en el proceso penal,
no cabe la «absolución en la instancia»
➢ CONCEPTO Y PROCEDENCIA
El auto de apertura del juicio oral ocasiona en el procedimiento toda una serie de importantes
efectos:
• en primer lugar y, desde un punto de vista subjetivo, cierra las puertas a la entrada de nuevas
partes acusadoras en el proceso; conforme al cual la intervención adhesiva del ofendido o
perjudicado se realizará «antes del trámite de calificación del delito» y dicho trámite
comienza precisamente con la emisión de dicho auto y puesta a disposición del sumario a las
partes para su calificación;
• en segundo y desde el objetivo, el auto de conclusión impide la revocación del sumario y con
ella la posibilidad de entrada de material fáctico en la instrucción, sobre el cual han de
fundamentar las partes su pretensión;
• en tercero, desde un punto de vista formal, el auto de apertura produce la publicidad del
procedimiento, relativa o para las partes, frente a las cuales habrá de alzarse la oportuna
declaración de secreto instructorio, y absoluta, con respecto a la sociedad, cuyos miembros
podrán asistir a la vista del juicio, todo ello bajo sanción de nulidad;
• finalmente, y como efecto directo e inmediato, otorga a las partes en el sumario por delitos
graves dos posibilidades procesales: bien la de plantear un
«artículo de previo pronunciamiento» o excepción procesal, bien formalizar, sin más trámites, el
escrito de calificación provisional o de acusación.
Aunque procedimentalmente el auto de apertura, como su nombre indica, ocasiona la iniciación
del juicio oral, desde un punto de vista exclusivamente técnico o procesal, en realidad todavía no
comienza dicha fase, la cual ha de suceder con la interposición de la pretensión punitiva, en los
➢ NATURALEZA JURÍDICA
Constituyen, pues, los «artículos de previo y especial pronunciamiento» o cuestiones previas,
auténticos presupuestos procesales que han de ser denunciados por las partes y resueltos por el
órgano jurisdiccional, con carácter previo al juicio oral, en una audiencia preliminar a fin de poder
obtener la concentración del juicio oral, eliminando «a limine» tales obstáculos procesales.
➢ DETERMINACIÓN
La determinación de las cuestiones previas la realiza el artículo 666 de la LECrim que, no obstante,
su redacción literal no contiene «numerus clausus» de cuestiones previas algunas, distinguiendo,
a tal efecto, las cuestiones procesales, de los materiales:
Procesales
«Declinatoria de jurisdicción». Al amparo de esta cuestión puede evidenciarse la ausencia de los
siguientes supuestos procesales:
❖ La falta de jurisdicción de los tribunales españoles para conocer del hecho punible o de la
Jurisdicción ordinaria, frente a la castrense, a los efectos de suscitar el oportuno conflicto de
jurisdicción.
❖ Cuestiones de competencia territorial entre órganos jurisdiccionales del mismo grado.
❖ La incompetencia objetiva por razón de la persona, cuando el imputado goce de algún
aforamiento.
❖ Incompetencia objetiva por razón de la materia y procedimiento inadecuado. Con respecto
a la falta objetiva de competencia ningún problema debe existir, habida cuenta de que la Ley
extiende la competencia del órgano judicial a todos los delitos conexos, sean o no
«incidentales», pero en lo atinente al procedimiento aplicable, es un presupuesto procesal
cuya ausencia debe denunciarse con anterioridad y en su momento procesal adecuado.
«Falta de autorización administrativa» para procesar. En la actualidad esta prerrogativa es
tan sólo reclamable con respecto a los miembros de las Cámaras legislativas dentro de su
mandato legislativo y en el ejercicio de sus funciones.
Materiales
«Cosa juzgada». Para que pueda prosperar esta cuestión previa se requiere, de un lado, la
existencia de una sentencia o auto de sobreseimiento libre y firmes y, de otro, que en el
procedimiento penal concurran las clásicas identidades de la cosa juzgada, si bien, dada la
naturaleza del proceso penal, es indiferente la concurrencia de la identidad subjetiva activa y la
de la «causa petendi». Para que deba apreciarse, incluso «ex oficio», el incumplimiento de este
presupuesto procesal es suficiente que concurra la identidad subjetiva pasiva, de un lado y la
identidad objetiva o del hecho punible, de otro.
«Prescripción». Aun cuando el art. 666.3ª tan solo contemple expresamente la prescripción del
delito no existe ninguna dificultad en entender también incluida la prescripción de la pena. A
diferencia de la prescripción civil, al constituir una causa de extinción de la responsabilidad penal,
ostenta naturaleza material y, como consecuencia de la prevalencia del derecho fundamental a
la libertad, es de orden, por lo que no es necesario que la prescripción sea expresamente alegada
por las partes, para poder ser tomada en consideración por el tribunal, quien, al igual que las
demás causas de exclusión de la penalidad, las ha de examinar de oficio, incluso dentro de la
instrucción y sin necesidad de esperar al planteamiento de los artículos de previo
pronunciamiento o de las cuestiones previas en el abreviado.
«Amnistía e indulto». Al haber abolido la Constitución los indultos generales, es difícil que el
indulto pueda ser invocado como artículo de previo pronunciamiento, pues los especiales
requieren previamente una sentencia de condena.
Nulidad de actuaciones. Junto al catálogo de cuestiones previas relacionado en el artículo 666,
todavía la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha admitido la posibilidad de plantear como
artículo de previo pronunciamiento la «nulidad de actuaciones», siempre y cuando se trate de
infracción de normas imperativas, causantes de indefensión. Para su alegación no es necesario
invocar cauce alguno de los previstos en el artículo 666, sino directamente los arts. 238 y ss. LOPJ
sobre la nulidad de los actos procesales.
➢ LEGITIMACIÓN Y PROCEDIMIENTO
De conformidad con la redacción de los arts. 667-668 LECrim es evidente que las cuestiones
previas tan solo pueden promoverse a instancia de parte, es decir, de la defensa o el Ministerio
Fiscal. El tribunal, que hasta este momento podía de oficio apreciarlas y pronunciar el oportuno
auto de sobreseimiento, a partir de la apertura del juicio oral habrá de esperar a que las partes
las propongan en los artículos de previo pronunciamiento, sin perjuicio de poder examinarlas en
el juicio oral.
Naturalmente el procedimiento para la resolución de las cuestiones previas tan sólo podrá
suscitarse en el único proceso que prevé esta posibilidad, esto es, en el común ordinario. En el
proceso penal abreviado tales cuestiones pueden plantearse oralmente en la comparecencia
previa ubicada al inicio de la sesión del juicio oral, siendo solucionados en el acto por el Juez de
lo Penal o la Audiencia Provincial. Se trata de un procedimiento incidental con fase de alegaciones
y fase probatoria limitada, en la que, dada la naturaleza de las cuestiones previas en tanto que
presupuestos procesales, es decisiva la prueba documental. Finalizada la fase probatoria, ha de
abrirse la vista para informe oral, debiendo el tribunal resolver la cuestión al día siguiente de
dicha vista.
➢ RESOLUCIÓN Y EFECTOS
En orden a la resolución de las cuestiones, si fueren varias las planteadas, en primer lugar, se
resolverá la que produzca una resolución absolutoria en la instancia, esto es, la declinatoria, si no
se hubiera ya solucionado dentro de la instrucción, y, en segundo, las de fondo, que son todas las
demás. Si estimara la declinatoria, remitirá los autos al órgano que reputara competente. Si la
desestimara, confirmará su competencia y seguirá conociendo de la causa.
Cuando la cuestión propuesta fuera la «falta de autorización administrativa» y el tribunal la
estimase, solicitará el oportuno suplicatorio, permaneciendo entre tanto el procedimiento en
suspenso, hasta que la Cámara legislativa correspondiente se pronuncie; si lo denegara, habrá
de decretarse la nulidad de las actuaciones y pronunciar un auto de sobreseimiento libre. En el
supuesto de que la cuestión planteada fuera alguna de las contenidas en el art. 666.2-4, el
tribunal dictará auto de sobreseimiento libre el cual, al igual que el anterior, habrá de fundarse
en el motivo del art 637.3.
Si la resolución fuere desestimatoria de la cuestión suscitada y con independencia del ejercicio
de los recursos, dispone que «las partes podrán reproducir en el juicio oral, como medios de
defensa, las cuestiones previas que se hubiesen desestimado, excepto la declinatoria». Por
consiguiente, los autos resolutorios de tales cuestiones sólo producirán efectos materiales de
cosa juzgada si fueren estimatorios de las mismas y distintos a la «declinatoria de jurisdicción».
En cualquier otro caso, se podrán articular como «defensas» en los escritos de calificación
provisional y acumularlas a la cuestión de fondo.
➢ LA CONFORMIDAD
Como se ha explicado en la Lección anterior, procedimentalmente la conformidad, en el proceso
común, se sitúa en dos estadios claramente diferenciados:
• en el plazo conferido a la defensa para formular su calificación provisional, y
• al inicio de las sesiones del juicio oral.
peritos, indicando la parte proponente, si deben o no ser citados de oficio. Asimismo, en su caso,
podrán solicitar la práctica anticipada de la prueba.
Presentadas las calificaciones, el tribunal dictará auto declarando realizada la calificación y la
causa pasará al ponente para el examen de las pruebas. En este momento comienza la fase de
admisión, que finaliza declarando su pertinencia o, por el contrario, rechazando, por dicha causa
o por falta de necesidad y siempre mediante resolución motivada, determinados medios de
prueba, en cuyo caso, la parte gravada habrá de formular la pertinente «protesta», si desea, en
su día, ejercitar el oportuno recurso de casación por quebrantamiento de forma.
Con anterioridad a la fase de admisión de la prueba, y más concretamente dentro de los tres días
siguientes a la recepción por la parte del escrito de calificación y lista de peritos de la contraria,
podrá recusar a los peritos por alguna de las causas del art. 468 (art. 662).
En el mismo auto de admisión de la prueba el Letrado de la Administración de Justicia fijará el
señalamiento del día para la celebración del juicio oral, atendiendo a los criterios contemplados
en el art. 659.6.
Verificado el señalamiento, el tribunal, de un lado, dispondrá lo necesario para que el procesado,
que esté en situación de preso, sea conducido a su presencia el día de la celebración del juicio;
junto a la anterior citación del Letrado de la Administración de Justicia expedirá, de otro, también
los exhortos y mandamientos necesarios para que los testigos y peritos, que hayan de ser citados
judicialmente, acudan el día del señalamiento. El art. 661 contempla las sanciones económicas y
penales frente a los testigos y peritos que no comparezcan a dicho llamamiento.
El art. 665 prevé la posibilidad de que el juicio oral haya de celebrarse en un lugar distinto al de
la sede del Tribunal, en cuyo caso lo pondrá en conocimiento del Ministerio de Justicia.
partes que el juicio transcurra a puerta cerrada. Asimismo, podrá disponer la prohibición de
divulgación de la identidad e imágenes de la víctima, prohibición que se convierte en imperativa
cuando se tratare de menores.
Si el tribunal dispusiera el secreto de las actuaciones, el público despejará la sala, permaneciendo
en ella exclusivamente las partes materiales y sus respectivas representaciones y defensas.
Inicio de las sesiones
Adoptada la decisión en torno al juicio público o «a puerta cerrada», el Letrado de la
Administración de Justicia velará por que se encuentren en los estrados las piezas de convicción
y el presidente declarará abierta la sesión, en la que deberán leerse los escritos de la acusación
y de la defensa.
Puesto en pie el acusado, a quien previamente se le habrán de quitar las «esposas», el presidente
le formulará las «preguntas generales de la Ley», con la sola excepción, debido a la vigencia de
la presunción de inocencia, de la de si fue procesado anteriormente. Por el contrario, se le
preguntará acerca de si tiene causas pendientes y si fue o no condenado, así como si conoce la
acusación formulada contra él.
A continuación, y, si el delito calificado lo fuera por una pena inferior a seis años de privación de
libertad, sucederá el trámite de la conformidad, con respecto al cual el presidente le preguntará,
si se conforma o no con la pena superior, solicitada por las partes acusadoras, ilustrándole, de
una manera para él inteligible, de las consecuencias o efectos de dicha decisión. Este trámite de
la conformidad se regula en los arts. 688-700.
Práctica de la prueba
La declaración del acusado. Acto seguido, y no obstante la imprevisión legal, comienza el
interrogatorio del acusado, con respecto al cual, y a la ejecución de todas las pruebas personales:
el presidente concederá la palabra, en primer lugar, al Ministerio Fiscal, después a los acusadores
particulares y, finalmente a la defensa del acusado y la del responsable civil a fin de que
interroguen al acusado. Este mismo orden de preguntas directas es válido para los demás
intervinientes en la prueba.
Las pruebas personales. La acusación habrá de procurar que todas las pruebas personales se
ejecuten con exhaustividad, ya que, no puede el tribunal de apelación o el de casación proceder
a una nueva valoración de estas pruebas para condenar al absuelto o agravar más su condena.
Según la doctrina del TEDH, que ha secundado nuestro TC, las pruebas personales han de
practicarse con inmediación y, por tanto, sólo el tribunal de instancia es el único legitimado para
su valoración. Si el acusado o los testigos se contradijeran en su declaración prestada en el juicio
oral con respecto a la sumarial, las partes podrán solicitar su lectura y el presidente invitarles a
que expliquen su contradicción. Realizada su lectura, puede el tribunal extender su cognición a
la declaración prestada en sede instructora.
La declaración testifical de los funcionarios de la policía judicial. Loa actos de investigación
pueden ser introducidos en el juicio oral, mediante la declaración testifical del funcionario de
policía que los intervino, de tal suerte que, si las partes acusadoras pretenden que los hechos
vertidos en el atestado pueden ser estimados, como probados, por el Tribunal sentenciador, será
necesario recibir declaración, en calidad de testigo y en el juicio oral, al funcionario de policía que
LECCIÓN 34
LOS ACTOS DE PRUEBA
culpable, como la absolución del inocente y, sobre todo, como consecuencia de la aplicación
directa e inmediata de la presunción de inocencia, puede afirmarse que no existe carga de la
prueba en sentido formal.
La vigencia, pues, de esta última garantía constitucional ha de producir, en primer lugar, un
traslado de la carga de la prueba sobre las partes acusadoras, que han de acreditar en el juicio
oral sus hechos constitutivos, sin que se le pueda obligar nunca a la defensa a una «probatio
diabólica». Pero, una vez probados los de la acusación, la defensa, para obtener una sentencia
absolutoria, tiene la carga de la prueba de los hechos impeditivos, extintivos o excluyentes. En
segundo lugar, dicha actividad probatoria de las partes acusadoras ha de ser suficiente para
desvirtuar la presunción de inocencia. Finalmente, y en el supuesto de que se infringiera la
anterior doctrina legal, podrá obtenerse, por la vía de los recursos y, en última instancia, a través
del amparo constitucional, el restablecimiento de la presunción de inocencia.
Una vez realizada la actividad probatoria, debe, tal como se ha reiterado, el tribunal apreciar
«según su conciencia» las pruebas practicadas en el juicio oral.
Lo que viene a consagrar el sistema de libre valoración de la prueba. La valoración ha de versar,
en primer lugar, sobre el resultado probatorio practicado en el juicio oral, aunque
excepcionalmente, pueda el tribunal fundamentar su sentencia en actos de prueba instructora
anticipada o preconstituida, pero, en modo alguno, sobre meros actos de investigación; en
segundo lugar, tampoco puede basar su sentencia en la prueba obtenida ilícitamente o con
violación de las garantías constitucionales; finalmente, la valoración de la prueba se ha de realizar
con arreglo a las normas de la lógica, máximas de la experiencia o de la «sana crítica», lo que
conlleva la obligación de razonar el resultado probatorio en la «declaración de hechos
probados».
El tribunal de instancia es, pues, soberano en la apreciación de la prueba, sin que pueda el TS,
ni el TC sustituirlo en la función de valoración de la prueba, pues ha de corresponder
exclusivamente a quien ha presenciado la actividad probatoria, esto es, al tribunal sentenciador.
Si esto se infringiera quedará expedito el recurso de casación por «error de hecho en la valoración
de la prueba» y, subsidiariamente, el de amparo.
Del objeto de la valoración de la prueba hay que extraer, en cualquier caso, los supuestos de
prueba ilícita y de prueba prohibida.
La prueba ilícita es la que infringe cualquier Ley, en tanto que la prueba prohibida es la que surge
como consecuencia de la violación, en su adopción o en su ejecución, de las normas
constitucionales tuteladoras de los derechos fundamentales. Asimismo, se diferencian por sus
efectos: mientras que la prueba ilícita puede dar lugar a una nulidad de actuaciones, la prueba
inconstitucional lo que origina es, bien la exclusión, al inicio del juicio oral, del medio probatorio
conculcador del derecho fundamental, bien la prohibición de valoración, en la sentencia, de ese
bien, la exclusión de ese resultado probatorio, que podrá entrañar incluso la absolución del
acusado, pero sin que ocasione nulidad procesal alguna.
A la prueba prohibida se refiere expresamente el art. 11 LOPJ, según el cual «no surtirán efecto
las pruebas obtenidas, directa o indirectamente, violentando los derechos o libertades
fundamentales».
V. EL PROCEDIMIENTO PROBATORIO
El procedimiento probatorio consta de tres fases claramente diferenciadas: la de proposición, la
de admisión y la de ejecución de la prueba.
La fase de proposición sucede con la redacción de los escritos de calificación provisional o de
acusación y defensa en los que cada una de las partes, sin tener que solicitar la apertura del
procedimiento a prueba, reflejarán los medios de prueba, cuya práctica en el juicio oral se
pretende, adjuntarán las listas de testigos y peritos con determinación de su domicilio e indicarán
si deben ser citados por el juez o tribunal o si, por el contrario, la parte proponente se encargará
de su comparecencia en el juicio, así como habrán de solicitar del juez o tribunal la práctica de
los mandamientos o actos de auxilio judicial que se estimen necesarios.
En el procedimiento abreviado, con independencia de la articulada en los escritos de acusación
y defensa, la proposición de la prueba documental y cualquier prueba «que pueda practicarse en
el acto» puede efectuarse al inicio de las sesiones del juicio oral. Si el acusado o el tercero
responsable no presentan escrito de defensa puede solicitar la práctica de prueba antes del
comienzo de la vista o en la «audiencia preliminar». En el procedimiento ante el Jurado, además
de los escritos de calificación provisional, pueden las partes proponer prueba en los escritos de
planteamiento de las cuestiones previas y en la fase de alegaciones previas al inicio de las
sesiones del juicio oral.
La fase de admisión se inicia con la recepción de los escritos de calificación por el Magistrado
Ponente o por el Juez de lo Penal y finaliza con la admisión o denegación de los distintos medios
de prueba propuestos. En el procedimiento ante el Jurado dicha función corresponde al
Magistrado-presidente en el «auto de hechos justiciables» o en la resolución de las alegaciones
previas al inicio de las sesiones del juicio oral.
La admisión de los distintos medios de prueba queda condicionada a que el órgano de
enjuiciamiento los repute pertinentes y necesarios. Son impertinentes los que no se adecúan al
tema de la prueba trazado por los escritos de acusación y de defensa y son innecesarios los que
nada acreditan o son redundantes. La improcedente repulsión de un medio de prueba puede
reiterarse al inicio de las sesiones del juicio oral o constituir motivo de impugnación, para lo cual,
si se pretendiera la interposición del recurso de casación o de «apelación» ante el TSJ en el
procedimiento ante el Jurado, habrá de prepararse mediante la oportuna «protesta». En los
«juicios rápidos» el Juez de Guardia asume la tarea de efectuar las citaciones necesarias para la
práctica de la prueba propuesta por las partes acusadoras antes de que el Juez de lo Penal se
pronuncie sobre la admisibilidad de la prueba.
La fase de ejecución o práctica de la prueba ha de efectuarse en el juicio oral. Declarada la
publicidad (o secreto, en su caso) del juicio oral, el presidente dispondrá que el acusado «se
levante», le formulará las «preguntas generales de la ley» y, en su caso, le preguntará si se
conforma con la petición más amplia de pena formulada. Si no existiere conformidad o no fuere
procedente, se practicará, bajo la «cross examination», el interrogatorio del acusado,
formulando, en primer lugar, las preguntas las partes acusadoras y posteriormente, la defensa;
con el mismo régimen se practicará la prueba testifical y demás medios de prueba.
Excepcionalmente la ejecución de la prueba anticipada podrá realizarse tan pronto como se
solicite en los escritos de acusación y con anterioridad al inicio de las sesiones del juicio oral.
➢ RÉGIMEN
El presidente concederá la palabra, en primer lugar, al Ministerio Fiscal, después a los acusadores
particulares y, finalmente a la defensa del acusado y la del responsable civil a fin de que
interroguen al acusado.
El interrogatorio lo efectúan, pues, las partes. Pero al presidente le asisten plenas facultades para
rechazar preguntas capciosas o sugestivas, cuidando siempre de no coartar el derecho de
defensa. Asimismo, ejercita la policía de vistas, de tal manera que, si el acusado alterara el orden
público, puede ordenar que se ausente por un cierto tiempo o incluso durante todas las sesiones
del juicio oral (art. 687).
➢ VIDEOCONFERENCIA
Excepcionalmente, podría el interrogatorio judicial practicarse mediante «videoconferencia». Ha
de tenerse en cuenta que es un derecho fundamental, el que le asiste al acusado, a presenciar
directamente el juicio y ejercitar también su defensa privada, fundamentalmente mediante su
exculpación frente a la acusación en su interrogatorio prestado en el juicio oral, todo ello bajo la
inmediación del tribunal. Por ello, nunca debiera utilizarse esta posibilidad con respecto al
acusado.
➢ CONCEPTO
Por prueba testifical ha de entenderse la declaración de conocimiento efectuada por personas
físicas que, sin participar en él, conocen de la comisión del hecho punible, bien directamente
(testigos directos) o por referencias (testigos indirectos).
También las declaraciones de la víctima o perjudicado tienen valor de prueba testifical y son
hábiles, por sí solas, para desvirtuar la presunción constitucional de inocencia, en el bien
entendido de que, cuando se erijan en la única prueba de cargo, deberá el tribunal efectuar una
cuidada valoración, ponderando su credibilidad en relación con todos los factores subjetivos y
objetivos que concurran en la causa.
➢ CITACIONES
Dentro de la fase instructora, el Juez de Instrucción tiene la obligación de apercibir al testigo, que
ha prestado declaración, de su obligación de volver a prestarla, esta vez, en calidad de prueba,
en el juicio oral ante la inmediación del tribunal decisor.
Pero ello no significa que deban prestar declaración exclusivamente los testigos que han sido
interrogados en la instrucción. Las partes son dueñas, en sus escritos de acusación y de defensa,
de citar a toda aquella persona que tenga conocimiento del objeto procesal. A tal efecto, habrán
incorporado una lista de testigos con determinación de sus respectivos domicilios. Si el tribunal
los considera pertinentes y necesarios, los citará para la celebración del juicio oral en el día y hora
del señalamiento.
Los testigos acudirán a la sede del tribunal y permanecerán aislados en una sala habilitada a este
efecto, en la que los que hayan declarado no podrán comunicarse con los que deban prestar
declaración, ni con otra persona (art. 704).
➢ PRELACIÓN
Una vez efectuado el interrogatorio del acusado, el presidente ordenará que presten declaración,
todos y cada uno de los testigos, cuya prueba haya sido admitida y por el siguiente orden:
primero declaran los testigos propuestos por el MF; a continuación, los de las acusaciones
particulares; acto seguido, los del actor civil y, finalmente, los propuestos por la defensa. La razón
del expresado orden consiste en el principio del proceso penal, derivado del acusatorio, según el
cual, la acusación ha de preceder siempre a la defensa. Dentro de cada grupo de testigos, irán
siendo llamados por el presidente de conformidad con el orden establecido, si bien éste puede
cambiar dicho orden (art. 701.VI).
➢ OBLIGACIONES
Si algún testigo incompareciera, podrá la parte interesada instar la suspensión del juicio oral,
suscitándose el oportuno incidente que habrá de ser resuelto por el Tribunal.
Excepto el Rey, la Reina, el Príncipe heredero y el regente «todos los testigos que no estén
privados de razón» están obligados a declarar, si bien determinadas autoridades pueden hacerlo
por escrito. Pero el tribunal puede ordenar que presten declaración oral, siempre y cuando lo
efectúen «de manera que no perturbe el adecuado ejercicio de su cargo». Si el tribunal hubiera
admitido su declaración por escrito, se procederá a dar lectura de ella en el juicio oral.
➢ TESTIGOS MENORES
Salvedad hecha de las especialidades referentes a tales autoridades, todos los ciudadanos y
residentes tienen la obligación de comparecer, prestar declaración y decir la verdad, con la única
excepción de los «incapacitados física o moralmente», incapacidad que no alcanza a la minoría
de edad, si bien no se prestará juramento al menor de catorce años, ni se le someterá a careos;
el menor de edad además goza del estatuto protector de la legislación de menores, pudiendo el
Presidente, desde disponer el secreto de su declaración o evitar la confrontación visual con el
acusado hasta ordenar su declaración mediante videoconferencia o incluso disponer su no
declaración en el juicio, siempre y cuando exista otra prueba directa y no de referencia.
➢ SANCIONES
Si el testigo, se negare a declarar puede de plano el presidente imponerle una multa de 200 a
5.000 euros, sin perjuicio de ser imputado por la comisión de un delito de desobediencia grave.
Pero, si declara y miente, puede ser condenado por delito de falso testimonio. El testigo puede
mentir en la instrucción, en cuyo caso la conducta permanece impune; pero ha de retractarse y
decir la verdad en el juicio oral, pues, de lo contrario, se expone a ser procesado por la comisión
de dicho delito.
Según la jurisprudencia del TS, el coimputado no es testigo, razón por la cual no puede prestar
declaración en dicha calidad, ni apercibirle con la comisión de un delito de falso testimonio y ello,
aun cuando ya hubiere sido condenado.
El testigo habrá de expresar la razón de lo que dice, fundamentalmente si es un testigo directo o
de referencia. La prueba del testigo de referencia es, en principio, válida; pero no puede llegar a
sustituir a la del testigo directo, quien, si no está impedido de comparecer en el juicio, ha de
prestar en él su declaración; en cualquier otro caso, si el tribunal fundara su condena
exclusivamente en la declaración del testigo indirecto, vulneraría la presunción de inocencia.
Si el testigo se contradijera con sus declaraciones sumariales, la parte interesada tiene la carga
de solicitar su lectura, en cuyo caso, y si son sometidas a esa confrontación, posteriormente el
tribunal decisor podrá fundar su Sentencia en dichos actos instructorios.
Como ha sido señalado, la declaración de la víctima no es prueba indiciaría sino prueba directa y
ha sido admitida como prueba de cargo, tanto por la doctrina del TS, como la del TC. Ello, no
obstante, ha de resaltarse que, para fundamentar una sentencia condenatoria en dicha única
prueba, es necesario que el Tribunal valore expresamente la comprobación de la concurrencia
de las siguientes notas:
• Ausencia de incredibilidad subjetiva derivada de las relaciones acusador/acusado;
• Verosimilitud;
• Persistencia en la incriminación.
La prueba testifical, como todas las del proceso penal, está sometida al principio de libre
valoración. Incluidas las de las Autoridades y funcionarios de policía judicial.
X. LA PRUEBA DOCUMENTAL
La prueba documental también ha de aportarse en los escritos de acusación o de defensa,
pudiéndose determinar la oficina pública en la que se encuentren para que el tribunal de oficio
los recabe; pero también pueden introducirse al inicio de las sesiones del juicio oral. La práctica
totalidad de los documentos se encuentren en el sumario o en las Diligencias Previas.
Sobre la prueba documental rige la regla del «examen de oficio» por el tribunal, establecida en
el art. 726, conforme al cual «El Tribunal examinará por sí mismo los libros, documentos, papeles
y demás piezas de convicción que puedan contribuir al esclarecimiento de los hechos o a la más
segura investigación de la verdad».
Por ello, tanto el TC, como el TS han sentado la doctrina de que sólo la prueba documental leída
en el juicio oral es susceptible de erigirse en acto de prueba que pueda desvirtuar la presunción
de inocencia. Dicha doctrina surgió con ocasión de la interpretación del art. 730, en cuya virtud
«Podrán también leerse a instancia de cualquiera de las partes las diligencias practicadas en el
sumario, que, por causas independientes de la voluntad de aquéllas, no puedan ser reproducidas
en el juicio oral». Luego, si no pueden leerse todas las diligencias sumariales, no pueden nunca
erigirse, en sí mismas, en actos de prueba. Es necesario que contengan actos de prueba sumarial
anticipada, preconstituida o actos de investigación que hayan sido sometidos a confrontación.
LECCIÓN 35
CONCLUSIONES Y SENTENCIA
último procedimiento, tan sólo puede entender de las «faltas incidentales»; por el contrario, en
el proceso penal abreviado el órgano decisor puede extender su competencia a todas las faltas,
sean o no incidentales.
En cuanto a la «forma» en la que deban plasmarse este acto procesal, ha de ser la escrita en el
procedimiento común y oral en el abreviado. Asimismo, el art. 732.3 faculta a las partes a que
formulen las conclusiones de «forma alternativa», al igual como acontece con los escritos de
calificación provisional.
vulneraría el derecho de defensa, plasmado en el aforismo «nadie puede ser condenado sin ser
previamente oído».
A continuación, el presidente declarará concluso el juicio para sentencia, la cual habrá de
redactarse por escrito y publicarse dentro de los tres días siguientes. La sentencia, en cualquier
caso, habrá de ser siempre de fondo, no pudiendo el tribunal en esta fase utilizar la fórmula del
sobreseimiento. Habrá de ser motivada y congruente con todas las cuestiones planteadas por las
partes, incluidas las faltas incidentales, la responsabilidad civil y el destino de las piezas de
convicción.
Contra las sentencias dictadas por las Audiencias Provinciales en el procedimiento común
ordinario y en el abreviado de la competencia de dichas Audiencias, cabe interponer, por la parte
gravada, recurso de casación en la forma y por los motivos establecidos. Contra las Sentencias
dictadas por el Juez de lo Penal, tan sólo cabe la interposición de recurso de apelación ante la
AP, sin que, contra la resolución de este recurso, quepa la interposición de recurso alguno.
III. LA SENTENCIA
➢ CONCEPTO
Se entiende por Sentencia penal la resolución judicial definitiva, por la que se pone fin al proceso,
tras su tramitación ordinaria en todas y cada una de sus instancias y en la que se condena o
absuelve al acusado con todos los efectos materiales de la cosa juzgada.
La sentencia penal, en primer lugar, es siempre definitiva, poniendo fin y, si es firme, de una
manera irrevocable, al proceso penal. En segundo lugar, la Sentencia penal siempre es de fondo,
con lo que se diferencia de la civil, que puede ser absolutoria en la instancia.
La Sentencia penal, por el contrario, ha de absolver o condenar al acusado siempre en el fondo,
sin que la Ley autorice la emisión de dichas «sentencias absolutorias en la instancia». Por ello,
cuando adquiere firmeza, necesariamente ha de gozar, con plenitud, de todos los efectos de la
cosa juzgada. Pero las sentencias no son las únicas resoluciones que generan tales efectos de
cosa juzgada, también los ocasionan los autos de sobreseimiento libre.
➢ NATURALEZA
En segundo, lugar, característica esencial de las sentencias penales es la de encerrar siempre un
fallo declarativo o mixto, declarativo y de condena. Son declarativas todas las Sentencias
absolutorias, que implícitamente vienen a restablecer definitivamente el derecho fundamental a
la libertad. También contienen una parte dispositiva declarativa las Sentencias penales de
condena, en tanto que declaran la comisión del hecho punible con el consiguiente reproche
jurídico penal; pero, como su nombre indica, son fundamentalmente de condena, en la medida
en que irrogan al condenado una pena. Asimismo son de condena los pronunciamientos civiles
que satisfacen la pretensión civil de resarcimiento, acumulada al proceso penal.
Excepcionalmente las sentencias penales pueden tener efectos constitutivos. Ello es lo que
acontece, ante la aplicación de determinadas penas específicas como la inhabilitación absoluta y
especial o la privación de permisos o licencias, la pena de disolución de las personas jurídicas,
que puede imponer el tribunal, etc.
➢ REQUISITOS EXTERNOS
Escritura
Como regla general, las Sentencias penales han de redactarse por escrito (art. 142 LECrim).
La sentencia oral. Sin embargo, y de conformidad con la habilitación legal contenida en el art.
245.2 LOPJ, «las sentencias podrán dictarse de viva voz cuando lo autorice la Ley», en el ámbito
del proceso penal abreviado, de los juicios rápidos, sentencias de conformidad incluidas y del
juicio de faltas cabe la posibilidad de que el Juez de lo Penal pueda dictar sentencia «in voce».
• De la exégesis de ambos preceptos se infieren las siguientes notas esenciales de la Sentencia
penal oral: en cuanto a la competencia, sólo las pueden dictar los Juzgados de lo Penal y los
Jueces de Instrucción;
• el procedimiento adecuado ha de ser el abreviado, el de los juicios rápidos
• la sentencia oral, en el ámbito del proceso penal abreviado, precisa, aunque sea sucinta, una
motivación verbal, que efectuará el Juez al término del juicio;
• si, una vez publicada «in voce», en la audiencia, la Sentencia, con motivación o sin ella, todas
las partes manifestaran su intención de no recurrir, la sentencia oral adquirirá firmeza y
podrá, sin más, ser ejecutada;
• si, por el contrario, alguna de las partes manifestara dicha intención, la Sentencia oral
carecerá de validez alguna, debiendo el Juez dictar sentencia escrita en el plazo legalmente
previsto, la que, una vez notificada, posibilitará su impugnación dentro del plazo establecido
para el ejercicio de los recursos.
En el procedimiento ante el Jurado, si el veredicto fuera de inculpabilidad, el presidente
pronunciará verbalmente la absolución. Pero este adelanto oral del fallo, no le exime de su
obligación de redactar posteriormente la sentencia, sea ésta absolutoria o condenatoria.
La sentencia escrita. La Sentencia ha de ser necesariamente escrita en el sumario ordinario, en
el procedimiento ante el Jurado y en el proceso penal abreviado de la competencia de las
Audiencias Provinciales. Una vez concluso el proceso para la Sentencia y efectuada la
deliberación pertinente en el supuesto de los tribunales colegiados, el Magistrado Ponente o los
Jueces de lo Penal y de Instrucción redactarán (y suscribirán todos los Magistrados) la Sentencia,
dentro de los tres días en el sumario ordinario y juicios rápidos o cinco días posteriores a la
celebración del juicio oral, en el abreviado, la cual será inscrita en el Libro- Registro de Sentencias
penales y notificada a las partes.
Estructura: la Sentencia consta de las siguientes partes: encabezamiento, antecedentes de hecho
y hechos probados, fundamentos de Derecho y fallo.
El encabezamiento: En el encabezamiento deberán expresarse «el lugar y la fecha en que se
dictaren (las Sentencias), los hechos que hubieren dado lugar a la formación de la causa, los
nombres y apellidos de los actores particulares, si los hubiere, y de los procesados; los
sobrenombres o apodos con que sean conocidos, su edad, estado, naturaleza, domicilio, oficio o
profesión, y, en su defecto, todas las demás circunstancias con que hubieren figurado en la causa,
y además el nombre y apellido del Magistrado ponente». (art. 142.1 LECrim). Pero, con
anterioridad a él, y a los efectos de identificación informática, suele recogerse, con carácter
general para todas las resoluciones, el número de autos o de rollo, la determinación del tribunal
rentas y patrimonio del condenado. Las piezas de convicción y efectos intervenidos se devolverán
a su dueño, salvo que entrañen peligro o fuera procedente su comiso (art. 472.3).
Las sentencias definitivas se notificarán a las partes y se leerán en estrados el mismo día de su
firma, a partir del cual no podrán modificarse, excepto mediante la aclaración de Sentencias, que
ha de limitarse a esclarecer «algún concepto oscuro, suplir cualquier omisión o corregir algún
error material», o por la vía de los recursos. A tal efecto, en la notificación de la sentencia, se le
habrá de informar al condenado de los recursos existentes contra ella.
Cuando la sentencia adquiera firmeza, se ejecutará de oficio.
conlleve una diversidad de bien jurídico protegido», prohibición legal que refleja una previa
exigencia de la jurisprudencia del TS, secundada por el TC.
A la pretensión civil. La congruencia del fallo civil de la Sentencia penal de condena se rige por el
principio «dispositivo» y por las prescripciones de la LEC.
La congruencia cuantitativa
La congruencia penal cuantitativa o «ultra petita partium» se determina en el art. 851.4 LECrim,
interpretado «a sensu contrario». Contempla este precepto un motivo de casación por
quebrantamiento de forma, conforme al cual procederá este recurso extraordinario «Cuando se
pene un delito más grave que el que haya sido objeto de la acusación, si el Tribunal no hubiere
procedido previamente como determina el artículo 733».
De la lectura de la expresada norma se infiere que, en el sumario ordinario, no puede el Tribunal,
sin utilizar el art. 733, irrogar al acusado una pena correspondiente a un delito más grave (así,
imponer la pena del homicidio doloso, cuando las partes lo han calificado imprudente), ni, en el
proceso abreviado, imponer, sin la utilización de dicha facultad contenida en el art. 788.3, «pena
más grave de la solicitada por las acusaciones».
En el proceso penal abreviado, por el contrario, tampoco puede el Tribunal imponer un
«quantum» de pena superior a la más alta solicitada por las partes acusadoras. Esta dualidad de
regímenes procesales fue abolida por el TS, en el sentido de aplicar también en el proceso común
ordinario la congruencia cuantitativa del abreviado.
La incongruencia omisiva
La incongruencia omisiva, también denominada «ex silentio», constituye otra modalidad de la
incongruencia «extra petita partium», impuesta por la jurisprudencia del TC, la cual sucede
cuando el tribunal omite pronunciarse, en el fallo, sobre alguna cuestión jurídica determinante
de la culpabilidad del acusado.
LECCIÓN 36
LA COSA JUZGADA
➢ RESOLUCIONES
Las sentencias definitivas
La parte dispositiva penal y civil de las sentencias firmes gozan de la totalidad de los efectos de
la cosa juzgada, ya que, en el proceso penal, «todas las Sentencias penales son de fondo».
En segundo lugar, y si bien la plenitud de los efectos de cosa juzgada tan sólo se logra mediante
sentencias del mismo orden jurisdiccional, debido a la «preferencia de la Jurisdicción Penal»
sobre las demás.
Las sentencias de conformidad, debiéndose distinguir la conformidad absoluta, de la limitada a
la pretensión penal. En el primer caso, los efectos de la cosa juzgada se extenderán a los dos
objetos procesales, penal y civil, mientras que, se extenderán únicamente sobre el fallo penal,
debiéndose abrir el juicio oral para el conocimiento de la pretensión civil.
Resoluciones equivalentes
Como resoluciones que, sin ser Sentencias, producen los efectos de la cosa juzgada pueden
mencionarse las siguientes:
Los autos de sobreseimiento libre.
La responsabilidad penal de los menores, los autos de sobreseimiento por razones de
oportunidad, tales como los Decretos de archivo por desistimiento de la acción penal efectuados
por el Ministerio Fiscal y el auto de sobreseimiento por conciliación bajo la condición de
cumplimiento por el menor de prestaciones inmediatas o futuras.
Los autos de archivo por la causa de inexistencia o falta de tipicidad del hecho. Pero los autos
de sobreseimiento provisional, aun cuando hayan sido dictados por la Audiencia Provincial, no
producen los efectos de la cosa juzgada. Tampoco la ocasionan los «autos de archivo de las
Diligencias Previas», excepto cuando lo sean por la referida causa de inexistencia o falta de
tipicidad del hecho.
Los Autos de sobreseimiento libre y Sentencias dictadas como consecuencia del «perdón del
ofendido» y los Autos declarativos de la renuncia del perjudicado a la acción civil. Este acto de
disposición de la pretensión penal en los procesos penales dependientes del ejercicio de la acción
penal privada, pueden suceder, tanto en la instrucción, en cuyo caso provocarán un auto de
sobreseimiento libre, como en el juicio oral, en el que ocasionarán también una sentencia
absolutoria que, al igual que la anterior resolución, ha de producir plenos efectos de la cosa
juzgada. Pero el «perdón» sólo supone una renuncia a la acción penal y no a la civil, que queda
imprejuzgada, pudiéndola ejercitar el perjudicado en el proceso civil correspondiente. Si se
produjera la renuncia a la acción civil, también el Auto, que así la declare, producirá efectos de
cosa juzgada civil; sin embargo, el proceso penal seguirá su curso, a salvo de que se trate de un
delito privado, en cuyo caso, tal y como dispone el art. 112.2 que, producida la renuncia «de un
delito de los que no pueden perseguirse sino en virtud de querella particular, se considerará desde
luego extinguida la acción penal».
Sentencia, pues, tal y como declara el art. 3 LECrim, el conocimiento de las cuestiones
prejudiciales no devolutivas o incidentales, por parte del tribunal penal, se efectuará «para sólo
el efecto de la represión».
Con todo, las declaraciones de hechos probados gozarán de todo el valor de la prueba
documental pública.
mismo hecho punible es susceptible de entrar en concurso de Leyes, medial o ideal con otros
tipos penales o del Derecho administrativo sancionador. En tales casos, de secundar la tesis del
Tribunal Constitucional, no habrá infracción de la cosa juzgada, si el tribunal penal, en su segunda
sentencia, compensa la pena o sanción administrativa. El problema, sin embargo, permanece,
porque dicha doctrina no se adecúa totalmente a la del Tribunal Europeo de Derechos Humanos
que, con arreglo a lo dispuesto en el art. 10.2 CE, también vincula a nuestros poderes públicos.
El hecho histórico, en cuanto a su fundamento, ha de complementarse con la naturaleza del bien
jurídico. Y así, en los concursos ideales, si el bien jurídico es homogéneo habrá de regir la
prohibición del «non bis in idem». Pero, si dicho bien jurídico fuera heterogéneo no debiera
estimarse esta infracción, por cuanto la antijuricidad o juicio de reproche no es el mismo.
Por consiguiente, y a los efectos de la determinación de la triple identidad del hecho, a la que se
refiere «identidad del sujeto, del hecho y del fundamento», debiera entenderse el hecho histórico
cometido por una persona determinada y subsumible en tipos penales o administrativos de
carácter homogéneo.
➢ EFECTOS PREJUDICIALES
En el primer caso, una vez constatada la prejudicialidad de una Sentencia penal con respecto al
objeto procesal de un segundo proceso civil, no por esta causa, se sobreseerá el proceso,
debiendo dicha primera sentencia penal ser tomada en consideración por el tribunal civil, a través
del régimen de las cuestiones prejudiciales, a la hora de dictar su sentencia en el segundo proceso
civil.
Producen efectos prejudiciales y excluyentes en el proceso civil los pronunciamientos civiles de
condena contenidos en las Sentencias penales, siempre y cuando se haya naturalmente
acumulado la acción civil al proceso penal y no se haya reservado o renunciado el ejercicio de la
acción civil. En tales supuestos, la parte dispositiva civil de la Sentencia penal produce con
plenitud los efectos materiales de la cosa juzgada. No los ocasionan, sin embargo, los autos de
sobreseimiento provisional, ni siquiera los autos de sobreseimiento libre que, aun cuando
generen efectos materiales de cosa juzgada, los han de circunscribir exclusivamente al ámbito de
la responsabilidad penal, pero no a los derivados de un acto antijurídico, aunque no sea
constitutivo de delito.
➢ EFECTOS EXCLUYENTES
La cosa juzgada constituye un «presupuesto procesal» y, en cuanto tal, tienen los tribunales la
obligación de examinar de oficio su concurrencia en cualquier estadio del procedimiento
penal. Así, pues, en cuanto el Juez de Instrucción o la Audiencia adquieran la constancia de que
el hecho punible, que está investigando contra un imputado determinado, ha sido ya juzgado
mediante una sentencia firme, sea condenatoria o absolutoria, habrá de pronunciar un auto de
sobreseimiento libre.
Si dentro de las Diligencias Previas el Juez de Instrucción no declarara el sobreseimiento libre o
la Audiencia Provincial no efectuara dicha declaración, una vez concluso el sumario y «ex» art.
637.3, la defensa, en la fase intermedia y por el cauce de los artículos de previo pronunciamiento
podrá proponer la «excepción de cosa juzgada», la que, una vez comprobada por las Audiencia
las dos identidades, objetiva y subjetiva pasiva, ocasionará dicho auto de sobreseimiento libre
«mandando que se ponga en libertad al procesado o procesados que no estén presos por otra
causa» . En el ámbito del proceso penal abreviado, puede aducirse este presupuesto procesal
como «cuestión previa» en la comparecencia preliminar del art. 786.2. En el caso de que no fuera
estimada, podrá la defensa o el Ministerio Fiscal reproducir esta excepción en el juicio oral.
Si tampoco fuera apreciada por el tribunal decisor, podrá interponerse recurso de casación, al
amparo del art. 849.1 o por infracción de «precepto constitucional», ya que, como se ha dicho,
la infracción de la cosa juzgada provoca también la del «non bis in idem» y, con él, la del principio
constitucional de legalidad. Finalmente, cabe la posibilidad de interponer el recurso de revisión
al amparo del art. 954.4.
LECCIÓN 37
RÉGIMEN GENERAL, RECURSOS NO DEVOLUTIVOS Y DEVOLUTIVOS
El gravamen
Se entiende por gravamen el desajuste entre la pretensión y el fallo, de tal suerte que éste
ocasione un perjuicio material o al menos moral. Pero si no existe algún género de gravamen no
existe interés o legitimación para recurrir.
El gravamen lo ocasiona únicamente la parte dispositiva de la sentencia que se erige en el objeto
del recurso y no la declaración de hechos probados o su fundamentación jurídica que, aunque
sea incorrecta, por ese solo hecho no se puede recurrir, porque no existe gravamen.
El derecho de conducción procesal
Para poder hacer uso de los recursos legalmente previstos, no es suficiente con que el recurrente
resulte gravado por una resolución judicial, sino que también es preciso que haya ocupado el
estatus de parte procesal en el proceso en donde haya sido dictada, con independencia de la
posición que ocupe.
Este presupuesto no es reclamable para el objeto procesal penal, ya que, en nuestro
ordenamiento, la regla general consiste en la prohibición de sentencias en ausencia física del
acusado y, cuando se autoriza, los condenados rebeldes y contumaces pueden ejercitar los
correspondientes medios de rescisión de la cosa juzgada, incluido el recurso de amparo si
hubieran sido condenados sin posibilidad de ejercer defensa alguna.
Sí lo es, por el contrario, en todo lo relativo a la personación de los acusadores particulares y
privados y al objeto procesal civil, impidiendo, salvo auténticos supuestos de litisconsorcio pasivo
necesario de los responsables civiles, que puedan recurrir quienes no se constituyeron en parte
formal en la instancia.
➢ ESPECIALES
Los presupuestos especiales vienen determinados por los depósitos para recurrir del acusador
popular y de las partes privadas en el recurso de casación.
El depósito del acusador popular
Para la interposición de todos los recursos el acusador popular habrá de efectuar, con carácter
previo a la interposición del recurso, un depósito en una cuantía que oscila entre los 25 euros
para el recurso de reposición, de 30 para el recurso de queja y de 50 para los demás.
Dicho depósito, del que ha de informar el órgano jurisdiccional en la notificación de la resolución,
ha de efectuarse en la entidad financiera habilitada y en la «Cuenta de Depósitos y
Consignaciones» del órgano jurisdiccional con carácter previo a la interposición de los recursos
no devolutivos o en la de su anuncio, en los devolutivos, todo ello bajo la sanción de la inadmisión
del recurso.
Pero, en cualquier caso, se trata de un presupuesto procesal sanable, ya que, si incurriera en
«defecto, omisión o error…, se concederá a la parte el plazo de dos días para la subsanación
del defecto», todo ello de conformidad con el principio de subsanación de los actos irregulares
sustentado por el art. 231 LEC.
El depósito de las partes privadas en recurso de casación
El art. 875 LECrim dispone que, cuando el recurrente, en el recurso extraordinario de casación,
fuere un acusador privado y el delito fuere perseguible de oficio, habrá de satisfacer, con carácter
➢ EL RECURSO DE SÚPLICA
Resultan de aplicación al recurso de súplica las mismas notas esenciales y la misma tramitación
procedimental que las predicables del recurso de reforma, con la única salvedad del régimen de
resoluciones recurribles, ya que, mientras el recurso de reforma procede contra los autos (y
providencias) dictados por órganos unipersonales, el recurso de súplica sólo es admisible frente
a los autos dictados por órganos colegiados.
➢ FUENTES LEGALES
Como consecuencia de las múltiples reformas que ha sufrido nuestra LECrim coexisten distintos
regímenes del recurso de apelación según la naturaleza del procedimiento en el que se dicte la
resolución impugnada, a saber:
❖ El régimen general del recurso de apelación, aplicable directamente contra las resoluciones
interlocutorias del Juez de Instrucción en el «sumario ordinario» y con carácter subsidiario
en los demás procedimientos, si bien con importantes especialidades en el ámbito del
procedimiento abreviado «ex» art. 766 LECrim.
❖ El recurso de apelación contra Sentencias dictadas por los Jueces de lo Penal en el
procedimiento abreviado se encuentra regulado en los arts. 790-792 LECrim, siendo también
de aplicación tanto a los recursos contra Sentencias dictadas por los Juzgados de lo Penal en
el ámbito del enjuiciamiento rápido de determinados delitos y por los Juzgados de
Instrucción en el juicio por delitos leves, como a los recursos frente a determinados autos y
sentencias dictados por las Audiencias Provinciales o la Sala de lo Penal de la Audiencia
Nacional en primera instancia.
❖ El «recurso de apelación» frente a las Sentencias y determinados autos dictados por el
Magistrado-presidente del Tribunal del Jurado, en el ámbito de la Audiencia Provincial y en
primera instancia.
Por su parte el art. 846 ter, introducido para la agilización de la justicia penal y el fortalecimiento
de las garantías procesales.
Administración de Justicia señalará la vista dentro de los diez días siguientes a la recepción de la
causa en la Audiencia.
a las demás partes, quienes podrán impugnar la adhesión, en su caso, en el plazo de dos días, y
elevará a la Audiencia los autos originales con todos los escritos presentados
Vista. La vista tan sólo resulta procedente si los escritos de interposición o de alegaciones
contienen proposición de prueba o reproducción de la grabadas y resulta admitida por el
Tribunal, en cuyo supuesto el Letrado de la Administración de Justicia señalará día para la vista.
También podrá celebrarse vista cuando, de oficio o a instancia de parte, la estime el Tribunal
necesaria para la correcta formación de una convicción fundada. En cualquier otro caso, la
concentración de las alegaciones en el escrito de interposición hace innecesaria su reproducción
oral. Pero si el Tribunal accede a la realización de la vista, finalizada la ejecución de la prueba y
reproducidas las grabaciones, las partes tendrán una segunda ocasión, esta vez oral, de formular
sus alegaciones.
La sentencia de apelación. Cuando el recurso se funde en algún vicio «in iudicando» (error de
hecho en la valoración de la prueba o infracción de Ley sustantiva), habrá de dictar un nuevo
pronunciamiento sobre el objeto procesal. Por el contrario, cuando se trate de la infracción de
algún vicio «in procedendo», el Tribunal anulará las actuaciones de las que se derive el vicio.
La sentencia se notificará siempre a los ofendidos y perjudicados por el delito, aunque no se
hayan mostrado parte en la causa. Contra la Sentencia dictada en apelación sólo cabrá recurso
de casación. Tan sólo serán procedentes los medios de rescisión de la cosa juzgada y, aunque la
norma no lo diga, también el incidente de nulidad de la Sentencia.
LECCIÓN 38
LOS RECURSOS EXTRAORDINARIOS
➢ CONCEPTO Y FUNCIONES
El recurso de casación es un recurso extraordinario, del que conoce la Sala de lo Penal del TS y
que, fundado en unos tasados motivos, pretende la anulación, por haber vulnerado la Ley
procesal o material, de las Sentencias y de determinados autos dictados por las Audiencias
Provinciales.
La función de la casación consiste en obtener la aplicación de la Ley , si bien dicha aplicación, a
través de la interpretación de las normas materiales y procesales que efectúa el TS y que le
permite emitir su doctrina legal, ha de ser uniforme, de tal modo que garantice su aplicación
igualitaria en todo el territorio nacional; función de emisión de doctrina legal que dota de
seguridad jurídica a nuestro ordenamiento e impide la vulneración del principio constitucional
de igualdad en la aplicación de la Ley del art. 14 CE.
En nuestro ordenamiento procesal todavía no se ha instaurado el derecho a la doble instancia o
derecho del condenado a la apelación contra las Sentencias dimanantes de las Audiencias
Provinciales, para compensar esta ausencia legal, todavía subsiste el impropio motivo de casación
de «error de hecho en la apreciación de la prueba» del art. 849.2, del que, por encerrar un motivo
de apelación y no tener nada que ver con la casación, el TS efectúa una interpretación muy
restrictiva.
➢ RESOLUCIONES RECURRIBLES
De conformidad con lo dispuesto en el art. 847 LECrim «1. Procede recurso de casación:
• Por infracción de ley y por quebrantamiento de forma contra: 1º Las sentencias dictadas
en única instancia o en apelación por la Sala de lo Civil y Penal de los Tribunales
Superiores de Justicia. 2º Las sentencias dictadas por la Sala de Apelación de la Audiencia
Nacional.
• Por infracción de ley del motivo previsto en el número 1º del artículo 849 contra las
sentencias dictadas en apelación por las Audiencias Provinciales y la Sala de lo Penal de
la Audiencia Nacional».
Así, pues, tan sólo las sentencias dictadas por la sala de apelación de la AN, dictadas en única
instancia, podrán ser recurridas en casación, tanto por infracción de ley, como por
quebrantamiento de forma.
Las sentencias dictadas por las demás Audiencias Provinciales y las de apelación de la AN, podrán
ser recurridas, pero únicamente por el motivo de infracción de ley, con lo que la Sala de lo Penal
del TS podrá unificar la jurisprudencia en la interpretación de las normas penales, de las que
conocen los Juzgados de lo Penal en 1ª instancia, susceptibles de apelación ante las AAPP y que
constituyen la inmensa mayoría. Contra estas sentencias dictadas en apelación por las Audiencias
Provinciales podrá interponerse el recurso de casación por infracción de ley, permitiendo al TS
unificar su doctrina en estas materias, lo que contribuirá a garantizar el principio de igualdad ante
la Ley penal en todo el territorio nacional.
«Quedan, sin embargo, exceptuadas aquellas que se limiten a declarar la nulidad de las
sentencias recaídas en primera instancia» (art. 847.2), lo que parece correcto, pues, si se declara
la nulidad, no existirá gravamen para recurrir.
En el supuesto de que se trate del recurso por infracción de ley contra sentencias dictadas por las
Audiencias Provinciales y en apelación por la AN la inadmisión a trámite del recurso de casación
por infracción de ley «podrá acordarse por providencia sucintamente motivada siempre que haya
unanimidad por carencia de interés casacional».
El art. 848 LECrim también admite el recurso de casación, pero sólo por infracción de ley, contra
«los autos para los que la ley autorice dicho recurso de modo expreso y los autos definitivos
dictados en apelación por las Audiencias Provinciales o por la Sala de lo Penal de la Audiencia
Nacional en los supuestos previstos por el artículo 14.4 de esta ley cuando supongan la
finalización del proceso por falta de jurisdicción o sobreseimiento libre y la causa se haya dirigido
contra el sujeto pasivo mediante una resolución judicial que suponga una imputación fundada».
Es necesario, pues, que alguien se hallare procesado como culpable de los mismos, requisitos a
los que la jurisprudencia incorpora la exigencia de que se dicten en procedimientos de la
competencia de las Audiencias Provinciales y AN (delitos graves) o, lo que es lo mismo, contra los
autos de sobreseimiento dictados en el procedimiento abreviado por delitos leves y menos
graves de la competencia de los Juzgados de lo Penal no cabe la interposición del recurso de
casación
➢ LEGITIMACIÓN
Tal y como dispone el art. 854 LECrim «podrán interponer el recurso de casación: el Ministerio
Fiscal, los que hayan sido parte en los juicios criminales, y los que sin haberlo sido resulten
condenados en la sentencia y los herederos de unos y otros. Los actores civiles no podrán
interponer el recurso sino en cuanto pueda afectar a las restituciones, reparaciones e
indemnizaciones que hayan reclamado».
Debido a su cualidad de parte imparcial, defensora de la legalidad, el Ministerio Fiscal está
legitimado para recurrir aun cuando no le haya producido gravamen la sentencia recurrida, lo
que no acontece con las demás acusaciones popular y privada, así como la defensa, que habrá
todas ellas de experimentar siempre un gravamen o perjuicio por la sentencia impugnada.
También están legitimadas las partes penales que se hayan personado en la instancia. Junto a las
partes, también el precepto legitima a sus herederos, si bien hay que distinguir:
• en el supuesto del condenado fallecido, no existe posibilidad alguna de que su heredero
recurra, ya que es evidente que la muerte constituye una causa de extinción de la
responsabilidad penal,
• en cuanto a los acusadores privados los herederos han de ostentar una legitimación de
segundo grado o producirles la Sentencia un determinado gravamen, lo que les legitimará
para el ejercicio del recurso. El acusador popular habrá de satisfacer caución de 50 euros
con carácter previo al anuncio de interposición.
Los condenados «sin haber sido parte», tan sólo pueden suceder en el hipotético supuesto de
autores de un delito conexo que lleve aparejada una pena privativa de libertad inferior a dos
años, ya que, en los demás casos, como se ha reiterado, nuestro ordenamiento no permite una
condena en rebeldía.
El actor civil sólo puede impugnar en casación el fallo civil de la Sentencia penal, al igual como
acontece con el responsable civil, acerca del cual la LECrim guarda un absoluto silencio, si bien la
jurisprudencia del TC y TS permiten que el responsable civil subsidiario pueda impugnar en
casación también el fallo penal, en la medida en que, si no existiera el delito, tampoco nacería la
responsabilidad civil, lo que le legitima para discutir esa fuente de la obligación.
➢ MOTIVOS DE CASACIÓN
Dada la naturaleza de recurso extraordinario que presenta la casación, son tasados los motivos
que permiten a las partes interponer este recurso, que, de no concurrir, ocasionarán la
inadmisión del recurso a trámite. Tales motivos de casación penal son, en la actualidad, tres: los
tradicionales motivos de «casación por infracción de Ley» y «por quebrantamiento de forma», a
los que todavía cabe adicionar el motivo de infracción de precepto constitucional.
La infracción de precepto constitucional
A fin de evitar la formalista y restrictiva jurisprudencia del TS recaída sobre los clásicos motivos
de la casación que originaría la inadmisión «a limine» del recurso, resulta aconsejable, ante la
existencia de un concurso de Leyes constitucional y procesal, utilizar este motivo autónomo antes
que el ordinario.
La infracción de Ley
Contempla el art. 849 los dos errores «in iudicando», en los que puede incurrir la resolución
impugnada: la infracción de norma material y el error de hecho en la valoración de la prueba.
La infracción de norma sustantiva. Por norma sustantiva hay que entender la norma material
aplicable al hecho declarado probado, el cual ha de permanecer incólume, sin que el TS esté
autorizado a cambiar o modificar la declaración de hechos probados. Dicha norma material es la
norma del CP infringida en los tipos penales perfectos, alcanzando en los imperfectos a las
cuestiones prejudiciales de valoración necesaria para la integración del tipo.
El error en la valoración de la prueba. El art. 849.2 contempla el otro motivo de la casación por
infracción de Ley: «2. Cuando haya existido error en la apreciación de la prueba, basado en
documentos que obren en autos, que demuestren la equivocación del juzgador sin resultar
contradichos por otros elementos probatorios». Naturalmente el error, al que se refiere el precepto, es
el de hecho y no el de Derecho, ya que en el proceso penal rige el sistema de libre valoración.
El TS efectúa de él una interpretación restrictiva. Y así, para que concurra el citado motivo, es
necesario el cumplimiento de los siguientes requisitos:
• relevancia del error, ya que, si existiera, pero, de ser corregido, no tuviera repercusión en
el fallo, no prosperará el motivo;
• determinación de los documentos y designación de los particulares, en los que se funda
el motivo; c) literosuficiencia del documento, es decir, que baste, por sí mismo, para llegar
a la conclusión acreditativa que se pretende, sin necesidad de acudir a otras fuentes
probatorias o a complejos desarrollos argumentales;
• que su eficacia probatoria no haya sido desvirtuada o contradicha merced a otras pruebas
que obren igualmente en la causa;
• «integración del factum» o nueva relación de hechos probados que ha de proponer el
recurrente y que naturalmente surjan del resultado probatorio; y
• que dicha integración del «factum» constituya un medio para crear una premisa distinta a
la establecida y, consiguientemente, para posibilitar una subsunción jurídica diferente de
la que se impugna.
La vulneración de norma procesal: el «quebrantamiento de forma»
Podrá también interponerse el recurso de casación por «quebrantamiento de forma», debiendo
distinguirse los supuestos referidos a las infracciones de normas procesales que afectan a la
regularidad del juicio oral de los atinentes a los vicios cometidos en la sentencia y el modo en
que debe dictarse, contemplados en el art. 851.
❖ Quebrantamiento de forma por defectos en el procedimiento (art. 850)
La jurisprudencia de la Sala 2ª del TS ha establecido una serie de requisitos, formales y materiales,
para que este motivo pueda ser estimado. En cuanto a los requisitos formales, la doctrina
casacional exige, en primer lugar, que las pruebas hayan sido propuestas en tiempo y forma, de
conformidad con las reglas específicas de cada clase de proceso; en segundo, ante la resolución
del Tribunal, que debe ser fundada, rechazando las que no considere pertinentes, o denegando
la suspensión del juicio ante la imposibilidad de practicar en ese momento las previamente
admitidas, quien ha propuesto la prueba debe hacer la oportuna protesta; en tercero, si se trata
de prueba testifical, han de hacerse constar las preguntas que quien la propone pretendía dirigir
al testigo, con la finalidad de que, primero el Tribunal del enjuiciamiento, y después el TS, en su
caso, puedan valorar la trascendencia de la prueba propuesta.
Como requisitos materiales, ha de comprobarse que el medio probatorio denegado era en
realidad:
• pertinente, en el sentido de que guarde autentica relación con el objeto del enjuiciamiento;
• necesario, de su práctica el Juzgador puede extraer información de la que es menester
disponer para la decisión sobre algún aspecto esencial, debiendo ser, por tanto, no sólo
pertinente sino también influyente en la decisión última del Tribunal, y
• posible, toda vez que no es de recibo el que, de su admisión, se derive un bloqueo absoluto
del trámite o se incurra en la violación del derecho a un juicio sin dilaciones indebidas, en
tanto que al Juez tampoco le puede ser exigible una diligencia que vaya más allá del
razonable agotamiento de las posibilidades para la realización de la prueba.
Tratándose de testigos directos, cuya declaración fue indebidamente rechazada en el juicio
oral, procede su admisión, aunque no fueran «sumariales» y no se hubiera efectuado
protesta, pero se haya solicitado su práctica en el escrito de defensa. También procede ante
el indebido rechazo de prueba pericial.
El TC ha resaltado la trascendencia que requiere la corrección del llamamiento al proceso de su
sujeto pasivo, ya que de él depende el conocimiento por el imputado de la existencia del proceso
y, en su caso del recurso, a la vez que hace posible su intervención en el mismo con el
consiguiente ejercicio del derecho de defensa frente a la acusación que se le dirige. Por ello, el
emplazamiento en el proceso penal, es un derecho para el imputado y una correlativa obligación
del órgano judicial que ha de llevar a cabo con todo cuidado y diligencia, la cual no puede
reducirse a una mera formalidad prevista en la Ley para proceder a la realización de los
subsiguientes actos procesales, sino que es preciso además, que el órgano judicial asegure, en la
medida de lo posible, su efectividad real, acudiendo a la citación personal en aquellos actos de
los que dependa la comparecencia del imputado en el proceso y siempre que pueda frustrarse
dicho conocimiento a través de otros medios más rápidos de comunicación, a fin de que aquél
pueda comparecer en el momento fijado y adoptar la conducta procesal que estime oportuna en
defensa de sus derechos e intereses. La jurisprudencia del TS, sin embargo, ha mitigado el rigor
de esta causa. Así, si fue citado el responsable civil directo y no subsidiario no por ese motivo se
declarará la nulidad del juicio.
Para que este motivo prospere, se requiere:
• que cualquiera de las partes haya dirigido preguntas a un testigo;
• que el presidente del Tribunal no haya autorizado que el testigo conteste a alguna
pregunta;
• que la misma sea pertinente, es decir, relacionada con los puntos controvertidos;
• que tal pregunta fuera de manifiesta influencia en la causa;
• que se transcriba literalmente en el acto del juicio; y
• que se haga constar en el acta la oportuna protesta.
La estimación del presente motivo exige que la pregunta no fuera impertinente y la previa
protesta.
Dicho motivo de casación por quebrantamiento de forma ha de ser puesto en relación con lo
dispuesto en el art. 746 LECrim, que admite el enjuiciamiento separado de los acusados, siempre
y cuando concurran los siguientes requisitos: a) que el no comparecido haya sido citado
personalmente; b) que el Tribunal, antes de pronunciarse sobre el particular, haya oído a las
partes sobre esta cuestión; c) que el acuerdo del mismo se haga constar en el acta del juicio con
expresión de las razones que lo motiven; d) que, realmente, existan elementos suficientes para
juzgar separadamente a los procesados; y e) que tal decisión no cause indefensión al procesado
o procesados comparecidos.
❖ Vulneración de los requisitos de la sentencia
El art. 851 posibilita el acceso a la casación por infracción de los requisitos internos y externos
que ha de cumplir la Sentencia.
Requisitos externos. Debido a la circunstancia de que, en el proceso penal, la sentencia ha de
contener una «declaración expresa y terminante de los hechos que se estimen probados» los
números primero y segundo del art. 851 son exhaustivos a la hora de sancionar, con la apertura
de la casación, a las sentencias que incumplan este requisito.
De este modo, el primero de los enunciados motivos contempla, en realidad, tres supuestos
distintos, que, como regla general pueden y deben ser remediados a través del denominado
«recurso de aclaración de sentencias»:
• falta de claridad de los hechos que se consideren probados;
• contradicción existente entre ellos; y
• predeterminación del fallo. Y el segundo viene a sancionar al mandato contenido en el art.
142.2, declarando que procederá el recurso de casación «cuando en la sentencia sólo se
exprese que los hechos alegados por las acusaciones no se han probado, sin hacer expresa
relación de los que resultaren probados».
Requisitos internos. La observancia de los requisitos internos se garantiza con los motivos
tercero y cuarto, que prevén la infracción de las normas que rigen la congruencia de la sentencia,
tanto cualitativa, como cuantitativa.
• Se entiende por «puntos», no sólo los contenidos en la parte dispositiva de la Sentencia, sino
también los puntos o extremos jurídicos que conforman su «ratio decidendi». La doctrina
jurisprudencial que ha venido a interpretar este precepto es insistente en proclamar la
necesidad de la concurrencia de una serie de requisitos para que este motivo pueda
prosperar: que la omisión padecida venga referida a temas de carácter jurídico, suscitados
por las partes oportunamente en sus escritos de conclusiones definitivas, y no a meras
cuestiones fácticas;
• que la resolución dictada haya dejado de pronunciarse sobre concretos problemas de
Derecho debatidos legal y oportunamente, lo que a su vez debe matizarse en dos sentidos:
o que la omisión se refiera a pedimentos, peticiones o pretensiones jurídicas y no a cada
una de las distintas alegaciones individuales o razonamientos concretos en que éstos se
sustenten, por cuanto sobre cada uno de éstos no se exige una contestación judicial
explicita y pormenorizada, siendo suficiente una respuesta global genérica;
o que dicha vulneración no es apreciable cuando el silencio judicial pueda razonablemente
interpretarse como una desestimación implícita o tacita, constitucionalmente admitida,
siempre y cuando no afecte a las pretensiones;
• que, aun existiendo el vicio, éste no pueda ser subsanado por la casación a través de la
resolución de otros planteamientos de fondo aducidos en el recurso;
• que no se haya acudido al incidente contemplado en el art. 267.5 LOPJ para la subsanación
en la instancia de la omisión.
Este supuesto comprende, no sólo la condena por delito más grave, sino también por delito
distinto del que fue objeto de la acusación, la estimación de un grado de perfección o de
➢ PROCEDIMIENTO
El procedimiento de este recurso extraordinario aparece dividido en dos fases diferenciadas: la
de preparación o anuncio de interposición del recurso, cuyo conocimiento corresponde al órgano
«a quo» y la de interposición, sustanciación y decisión, de la competencia del TS.
Ante el órgano «a quo»
Preparación. El recurso se preparará, mediante escrito autorizado por Abogado y Procurador, en
el plazo de cinco días siguientes a contar desde la última notificación efectuada ante el tribunal
«a quo» mediante escrito de anuncio de interposición del recurso.
En dicho escrito, el recurrente pedirá ante el Tribunal de instancia un testimonio de la resolución
objeto de impugnación y manifestará la clase de recurso que se pretende utilizar, es decir, por
cada motivo de casación; 3º) las reclamaciones practicadas para subsanar el quebrantamiento
de forma que se suponga cometido y su fecha, si la falta fuese de las que exigen este requisitos.
En el mismo escrito la parte recurrente podrá solicitar la celebración de vista.
Al escrito de interposición se acompañará el testimonio de la resolución recurrida que, de
conformidad con lo dispuesto en el art. 859, se hubiere entregado al recurrente por el Tribunal
«a quo», así como tantas copias como partes emplazadas existan y resguardo acreditativo de
haber constituido el correspondiente depósito.
Magistrado, podrá solicitar de las partes aclaraciones sobre cualquiera de las cuestiones
debatidas, debiendo respetarse los hechos declarados probados, salvo que el recurso se hubiese
articulado por la vía del error de hecho, a cuyo efecto el presidente llamará al orden a quien
intente discutirlos, pudiendo llegar a retirarle la palabra.
Una vez finalizada la audiencia pública, si se celebró vista, o la deliberación, si no medió vista, la
Sala resolverá el recurso dentro de los diez días.
Cuando el recurso aparezca fundamentado en varios motivos acumulados, la Sala procederá, en
primer lugar, al examen de los articulados como quebrantamiento de forma y, si éstos son
desestimados, pasará al examen de los motivos innovados para denunciar la infracción de Ley o
precepto constitucional.
Si fueran estimados, ordenará que se remita de nuevo la causa al Tribunal de que proceda para
que reponga las actuaciones al momento y estado en que se cometió la infracción. Si la
estimación fuera por infracción de Ley (o precepto constitucional), dictará a continuación, de
forma separada, la «segunda sentencia» o sentencia que proceda conforme a Derecho, sin más
limitación que la derivada de la prohibición de la «reformatio in peius». Tanto en un supuesto
como en otro declarará haber lugar al recurso y anulará la resolución impugnada, ordenando
devolver el depósito constituido y declarando las costas de oficio.
Si la Sentencia desestima la totalidad de los motivos invocados, declarará no haber lugar al
recurso, condenando al recurrente al pago de las costas, exceptuado el Ministerio Fiscal, y la
pérdida del depósito constituido, o a satisfacer la cantidad equivalente para cuando viniere a
mejor fortuna, en el caso de que hubiera gozado del beneficio de justicia gratuita.
La Sentencia dictada en casación no es susceptible de recurso alguno, excepción hecha de la
posibilidad de acudir en amparo ante el TC.
LECCIÓN 39
LOS MEDIOS DE RESCISIÓN DE SENTENCIAS FIRMES
I. EL «RECURSO DE REVISIÓN»
➢ LEGITIMACIÓN
El art. 955 LECrim dispone que «están legitimados para promover e interponer, en su caso, el
recurso de revisión, el penado y, cuando éste haya fallecido, su cónyuge, o quien haya mantenido
convivencia como tal, ascendientes y descendientes, con objeto de rehabilitar la memoria del
difunto y de que se castigue, en su caso, al verdadero culpable».
Asimismo, se mantiene la posibilidad de que el Ministerio de Justicia, previa formación del
expediente, pueda ordenar a la Fiscalía del Tribunal Supremo que interponga el recurso, cuando
a su juicio hubiera fundamento bastante para ello (art. 956). Por último, también se confiere
legitimación al Fiscal General del Estado para interponer, de oficio, el recurso de revisión, siempre
que tenga conocimiento de algún caso, en que proceda y que, a su juicio, haya fundamento
bastante para ello, de acuerdo con la información que haya practicado (art. 961).
➢ COMPETENCIA
La competencia para conocer de la revisión en materia penal viene atribuida a la Sala Segunda
del TS.
➢ MOTIVOS DE REVISIÓN
El «recurso de revisión» constituye un nuevo proceso para rescindir Sentencias firmes que, en la
misma medida en que ataca la cosa juzgada, representa un «recurso» excepcional admisible
únicamente en aquellos supuestos expresamente previstos en el art. 954 LECrim.
La aplicación de este motivo requiere la observancia de los siguientes presupuestos:
• que haya una Sentencia penal firme de carácter condenatorio, salvedad hecha de que el
proceso penal haya sido archivado por prescripción, rebeldía, fallecimiento del encausado
u otra causa que no suponga una valoración de fondo;
• que haya existido otro pronunciamiento también firme en causa criminal que ponga de
manifiesto la existencia de una falsedad documental que haya servido para condenar al reo;
• por último, es necesario que, entre este hecho punible posterior y aquella condena
anterior, y que se pretende anular mediante la revisión, exista una relación tal que pueda
afirmarse que dicho hecho punible posterior ha sido valorado como prueba relevante para
la condena.
Contempla este motivo de revisión, la existencia de una sentencia penal posterior en la que se
haya condenado a un Juez o Magistrado por un delito de prevaricación doloso o culposo de los
previstos en los arts. 446 o 447 CP, por haber dictado una resolución injusta en el proceso en el
que haya recaído la sentencia cuya revisión se solicita. Por «proceso» aquí cabe entender
cualquiera de las dos instancias, tanto si el condenado lo fuera por un Juez de lo Penal
prevaricador, cuya sentencia haya sido confirmada por la Audiencia, como si dicho prevaricador
fuere alguno de los Magistrados del Tribunal de apelación o de casación que haya dictado o
confirmado la sentencia condenatoria. Pero no es suficiente la sentencia condenatoria por
prevaricación, sino que además será necesario demostrar un juicio de relevancia entre la
prevaricación y la sentencia de condena, de tal suerte que, si la prevaricación no hubiera influido
en la sentencia objeto de revisión, tampoco prosperará este motivo.
Este motivo intenta remediar la violación del principio constitucional del «non bis in idem». Dicha
infracción tan sólo será procedente cuando concurra entre dos sentencias penales firmes y no
cuando el encausado haya recibido una sanción administrativa y otra penal sobre el mismo hecho,
en cuyo caso el tribunal de lo penal habrá debido de compensar las sanciones, ya que, en otro
caso, se habrá vulnerado el art. 25 CE y será procedente el recurso de amparo.
La identidad ha de ser, tanto objetiva (identidad del hecho), como subjetiva (identidad del
acusado), elementos materiales que integran el objeto del proceso penal. Sin embargo, el
problema que plantea el precepto es que, en ocasiones, un mismo hecho histórico es susceptible
de diversas calificaciones. Habrá que estar, por tanto, a la naturaleza del bien jurídico en los
concursos ideales: si fueran homogéneos habrá de prosperar el motivo de revisión, pero si fueran
heterogéneos no será procedente.
La efectividad de este cuarto motivo de revisión, a través del cual se promueven la mayoría de
los procesos de revisión penal, radica en la concurrencia de nuevos hechos o nuevos elementos
de prueba desconocidos en el proceso «a quo» que evidencien la inocencia del condenado y que,
de haberse podido aportar, hubiera sucedido un fallo absolutorio, de tal manera que las nuevas
pruebas anulen y eliminen el efecto incriminador de las anteriores, poniendo de relieve un error
claro y manifiesto ocasionado por el desconocimiento de estos nuevos datos que hubieran
cambiado el signo de las valoraciones y conclusiones obtenidas por el Tribunal sentenciador.
Prevé el precepto, como motivo de revisión, el supuesto de que el tribunal penal, para integrar la
conducta penal, haya conocido incidentalmente de una cuestión prejudicial devolutiva que debió
haber sido deferido su conocimiento a la jurisdicción competente (administrativa, civil o social),
la que posteriormente estima en sentido inverso dicha cuestión prejudicial, contradiciendo la
valoración del tribunal penal, de tal suerte que dicho tribunal debía haber pronunciado una
sentencia absolutoria.
En íntima relación con el supuesto anterior, pero en sentido inverso, contempla el supuesto de
haberse dictado, en el procedimiento de decomiso autónomo, un fallo civil condenatorio, y ello
fundado en unos hechos que posteriormente el tribunal penal no declara probados. En el
presente caso, es la jurisdicción penal, a través de un proceso penal, la que goza de preferencia,
no otorga efectos prejudiciales en el proceso penal a la sentencia civil del proceso de decomiso
autónomo.
Para ello, habrá el demandante en revisión justificar la concurrencia de estos dos requisitos: a)
en primer lugar, que la violación del derecho fundamental «…entrañe efectos que persistan»,
pues, si se ha condenado al Reino de España por haber cometido una tortura o trato inhumano
o por haber infringido el derecho a la libertad del art. 5 CEDH y el preso hubiera ya cumplido su
condena, no será viable este motivo de revisión, sin perjuicio de que el recurrente ejercite una
pretensión resarcitoria por error judicial o funcionamiento anormal de la justicia, y b) en
segundo, que dichos efectos «…no puedan cesar de ningún otro modo que no sea mediante esta
revisión», pues el recurrente podría acudir a dichos procedimientos de responsabilidad
patrimonial del Estado, efectuar una solicitud de indulto o acudir a la vía de los «acuerdos
amistosos» del art. 39 CEDH, en cuyo caso tampoco será procedente el recurso de revisión.
Finalmente, el párrafo segundo del art. 954.3 tan sólo confiere legitimación activa, a «…quien,
estando legitimado para interponer este recurso, hubiera sido demandante ante el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos». Este restrictivo precepto cierra las puertas a una extensión de
los efectos de la Sentencia del TEDH a los litisconsortes inactivos, lo que puede suponer una
vulneración de la regla procesal civil, conforme a la cual «los litisconsortes activos o diligentes en
el proceso benefician a los inactivos» con la agravante de que, en el proceso penal puede
conculcarse el derecho fundamental a la libertad de quienes no acudieron al TEDH y, en cualquier
caso, del valor justicia. Por ello, si el TS rechazara, a los litisconsortes inactivos, su recurso de
revisión, bien podrían recurrir el auto inadmisorio en amparo ante el TC por vulneración del
derecho a la tutela judicial efectiva, al principio de igualdad y, en su caso, el de libertad.
➢ PROCEDIMIENTO
El proceso de revisión se estructura en torno a las siguientes fases esenciales: promoción,
interposición, sustanciación o juicio rescindente, decisión y, en su caso, juicio rescisorio.
Promoción
Salvo los supuestos en que el proceso de revisión se inicie con la interposición del mismo por el
MF, bien de oficio, bien a instancia del Ministerio de Justicia, la primera fase por la que el
transcurre la revisión consiste en su promoción, por parte de los demás sujetos legitimados,
mediante escrito motivado, autorizado por Abogado y Procurador, dirigido a la Sala de lo Penal
del TS, en el que han de solicitar autorización para su interposición.
Promovida la revisión, la Sala, previa audiencia del Ministerio Fiscal, y tras practicar las diligencias
que estime pertinentes, autorizará o denegará su interposición mediante Auto, contra el que no
cabe la interposición de recurso alguno. Con carácter previo a dictar la pertinente resolución, el
TS podrá ordenar la práctica de las diligencias que estime pertinentes, a cuyo efecto podrá
solicitar la cooperación judicial necesaria.
Dicha fase de promoción tiene por objeto encontrar un punto de equilibrio entre, de un lado, el
derecho a la tutela judicial efectiva, a la que tiene derecho el penado y, de otro, la seguridad
jurídica, impidiendo que se planteen alegaciones infundadas o que incidan en hechos o
elementos de prueba que ya han sido considerados y valorados por el Tribunal sentenciador.
Interposición
Autorizada la formalización del «recurso», las partes que no hayan promovido habrán de
proceder a su interposición ante el TS mediante un escrito motivado que habrán de efectuar
dentro de los quince días siguientes a la autorización de la Sala (art. 957).
Sustanciación o juicio rescindente
Una vez formalizada la revisión, comienza la fase de sustanciación o juicio rescindente («iudicium
rescindens»), tendente a acreditar la concurrencia del motivo o motivos admitidos como
fundamento de la revisión y, en consecuencia, si procede o no la rescisión de la sentencia firme
de condena objeto de revisión. Dicha fase, que transcurre ante la Sala 2ª, se sustanciará oyendo
al MF y a los penados, que deberán ser citados, si antes no comparecieren. Después seguirá el
recurso los trámites establecidos para el recurso de casación por infracción de Ley, y la Sala,
previa celebración de vista oral o sin ella, procederá a dictar Sentencia, que será irrevocable (art.
959).
Juicio rescisorio y efectos de la sentencia estimatoria
Sólo en el supuesto de que la sentencia firme impugnada sea rescindida, se abre un nuevo
proceso o juicio rescisorio («iudicium rescissorium»), en relación con el cual el art. 958 establece
las siguientes reglas en función del motivo que se hubiera estimado:
❖ En el caso del núm. 1º del art. 954, la Sala declarará la contradicción entre las Sentencias,
anulando una y otra, y mandará instruir de nuevo la causa al Tribunal a quien corresponda
el conocimiento del delito.
❖ En el caso del núm. 2º, la Sala, comprobada la identidad de la persona cuya muerte hubiese
sido penada, anulará la sentencia firme.
❖ En el caso del núm. 3º, dictará la Sala la misma resolución, con vista de la ejecutoria que
declare la falsedad del documento, y mandará al Tribunal a quien corresponda el
➢ MOTIVOS DE IMPUGNACIÓN
No obstante, el tenor literal del art. 793.2 LECrim, que atribuye al denominado recurso de
anulación «iguales requisitos y efectos que los establecidos en el recurso de apelación», no puede
sostenerse, en modo alguno, que ambos medios de impugnación participen de la misma
naturaleza y que, por tanto, pueden ser alegados en uno y otro los mismos motivos de
impugnación.
En efecto, mientras el recurso de apelación es el «recurso ordinario por excelencia», por cuanto
otorga plenas facultades al Tribunal «ad quem» para resolver cuantas cuestiones se planteen,
sean de hecho o de derecho, sin que exista ningún tipo de restricciones a su fundamentación, el
de anulación, se erige en una acción de impugnación específica y fundada exclusivamente en el
hecho de que no se cumplieron los requisitos legales para la celebración del juicio en ausencia.
En consecuencia, la pretensión constitutiva de anulación tan sólo puede estar motivada en la
ausencia de los siguientes requisitos:
• que el acusado hubiera sido citado personalmente o en el domicilio o en la persona
designada por el imputado en la primera comparecencia ante el Juez, siempre que se hubiera
advertido de la posibilidad de celebrar el juicio en su ausencia;
• que el juicio oral en ausencia se haya celebrado, previa petición en tal sentido de alguna de
alguna de las partes acusadoras y previa audiencia de la defensa del reo ausente;
• que la pena solicitada no exceda de dos años de privación de libertad o, si fuera de distinta
naturaleza, de seis años;
• que el Juez o Tribunal estimen que existen elementos suficientes para el enjuiciamiento en
ausencia del acusado, y
• que el acusado dejare de comparecer al juicio oral sin motivo legítimo.
➢ PROCEDIMIENTO
Interposición
La interposición del «recurso de anulación» habrá de efectuarse mediante escrito, debidamente
autorizado con firma de Abogado y Procurador, presentado ante el órgano a quo por el
condenado, único legitimado a tal efecto, dentro de los diez días siguientes a contar desde la
notificación personal de la Sentencia, la cual habrá de efectuarse «en cualquier momento en que
comparezca o sea habido el que hubiere sido condenado en ausencia» (art. 793).
En dicho escrito de interposición, la parte impugnante ha de formular los motivos de su
impugnación, que únicamente podrán de consistir en la infracción de las normas y garantías
procesales determinantes de indefensión, por haberse celebrado el juicio oral en la primera
instancia en su ausencia, pese a no concurrir alguno de los presupuestos que legalmente lo hacen
posible, así como solicitar la práctica de diligencias de prueba, las cuales habrán de estar referidas
específicamente a la concurrencia o no de dichos requisitos.
Admisión y escrito de alegaciones de las demás partes
Una vez presentado el escrito de formalización del recurso, y decretada su admisión a trámite,
previa comprobación de la concurrencia de los requisitos y presupuestos que ha de reunir el
escrito de interposición, el Letrado de la Administración de Justicia dará traslado a las demás
partes para que, dentro del plazo común de diez días, puedan presentar los «escritos de
alegaciones» que estimen oportunos, y transcurrido el mismo el Letrado de la Administración de
Justicia elevará en los dos días siguientes a la AP (o, excepcionalmente al TS) los autos originales
con todos los escritos presentados.
Sustanciación (juicio rescindente)
Una vez recibidas las actuaciones, el Tribunal «ad quem» las examinará y procederá a dictar
Sentencia en el plazo previsto para el recurso de apelación, es decir, cinco días, si medió vista, y
diez, si ésta no tuvo lugar. El objeto del juicio se limitará a controlar si el Tribunal sentenciador
ha respetado escrupulosamente los requisitos legales que exige el juicio en ausencia.
La estimación del «recurso de anulación» origina la anulación de la Sentencia condenatoria
impugnada, ordenando al Tribunal «ad quem» que se reponga el procedimiento al estado en que
se encontraba al momento de comenzar las sesiones del juicio oral indebidamente celebrado en
contumacia para que se proceda a la celebración de un nuevo juicio oral, sin perjuicio de que
conserven su validez todos aquellos actos cuyo contenido sería idéntico, no obstante, la falta
cometida.
Por el contrario, si el «recurso de anulación» fuera desestimado, tal pronunciamiento no produce
efecto jurídico alguno, por cuanto la Sentencia dictada en ausencia del acusado, que ya era firme
y ejecutable, seguirá siéndolo, y sólo restará llevarla a cabo a los efectos del cumplimiento de la
pena aún no prescrita.
LECCIÓN 40
LOS PROCESOS ORDINARIOS (I)
I. SISTEMATIZACIÓN
En el momento actual contamos nada menos que con cinco procesos ordinarios, a saber:
• el proceso penal común ordinario, procedente para el conocimiento de los delitos muy
graves;
• el proceso de la Ley del Jurado para el conocimiento de un reducido listado de delitos;
• el procedimiento abreviado, aplicable para el enjuiciamiento de los delitos menos graves y
leves
• el procedimiento para el enjuiciamiento de delitos leves; y
• el proceso penal de menores, destinado a determinar la responsabilidad penal de los
menores. A dicha relación cabe todavía añadir un proceso, el de los «juicios rápidos»,
formalmente especial, pero, por su utilización práctica, con vocación de ordinario.
➢ INICIACIÓN
La iniciación de este procedimiento puede ser originaria, lo que sucederá cuando en la primera
calificación de la «notitia criminis» el Juez de Instrucción llega a la conclusión de que, en atención
a la gravedad del delito, ha de resultar de aplicación el «sumario ordinario», o (supuesto más
normal) por conversión de otro procedimiento ordinario, normalmente de unas Diligencias
Previas del proceso penal abreviado, que, en la práctica forense, han sustituido a los sumarios,
en el procedimiento común. El sumario ordinario podrá iniciarse por cualquiera de los medios de
incoación del proceso penal, denuncia, querella o iniciación de oficio.
➢ FASE DE INSTRUCCIÓN
La fase de instrucción en el procedimiento ordinario recibe la denominación de «Sumario», cuyo
contenido aparece enunciado en el art. 299 LECrim, precepto del que se infiere una función
genérica de la instrucción, consistente en «preparar el juicio oral», y tres funciones específicas:
a) en primer lugar, la de efectuar actos instructorios, tendentes a averiguar la preexistencia y
tipicidad del hecho y su autoría y que, como es sabido, carecen de valor probatorio, excepción
hecha de los supuestos de prueba anticipada y preconstituida; b) en segundo, la de adoptar
medidas cautelares penales, y c) en tercero, la de disponer medidas cautelares civiles o
aseguratorias de la pretensión civil.
El sumario, integrado formalmente por cuatro «piezas» (la principal, la personal, la de
responsabilidad civil y la de terceros), en las que se desarrollan todas y cada una de las funciones
anteriormente enunciadas, al contrario de la fase del juicio oral, está informado por el principio
de la escritura y transcurre ante el Juez de Instrucción competente, bajo la inspección directa del
Ministerio Fiscal.
Como acto judicial específico de imputación del procedimiento ordinario destaca el auto de
procesamiento, que cumple una función esencial en orden a la determinación de la legitimación
pasiva, evitando acusaciones «sorpresivas», teóricamente es un presupuesto de las medidas
cautelares y de la declaración indagatoria y posibilita, en general, el derecho de defensa dentro
de la instrucción.
➢ FASE INTERMEDIA
La finalidad esencial de la fase intermedia consiste en decidir acerca de la apertura o no del juicio
oral. Dicha fase comienza, pues, con el auto de conclusión de sumario, a partir de cuyo
pronunciamiento pierde el Juez su competencia funcional, que pasa a conferirse a la Audiencia
Provincial, y puede finalizar con alguna de estas tres soluciones:
• la revocación del sumario, con el objeto de practicar nuevas diligencias que alguna de las
partes estime necesarias para la adecuada preparación del juicio oral;
• el sobreseimiento, o
• la apertura del juicio oral, que podrá, a su vez, desembocar en un sobreseimiento, si
triunfara algún artículo de previo pronunciamiento, o en la formalización por las partes de
sus escritos de calificación provisional.
➢ EL JUICIO ORAL
Aun cuando el juicio oral comienza formalmente con el auto de apertura, desde un punto de vista
material, dicha fase tan sólo sucede con la formalización de los escritos de calificación
provisional, pues, sin acusación no puede existir juicio y, como se ha señalado, todavía puede
truncarse la apertura del juicio oral, si prosperara un artículo de previo pronunciamiento. Así,
pues, el juicio oral se inicia con los escritos de acusación y defensa y finaliza mediante Sentencia,
sin que el Tribunal (Audiencia Provincial), a partir del trámite de calificación, pueda utilizar la
fórmula del sobreseimiento.
Dentro de esta importante fase, en donde ha de transcurrir la actividad probatoria, pueden
distinguirse las siguientes subfases o trámites: la conformidad, actos previos, el juicio, ejecución
de la prueba, conclusiones definitivas, informes, última palabra y sentencia.
➢ INVESTIGACIÓN PRELIMINAR
Especial mención merecen las Diligencias Informativas del Ministerio Fiscal o investigación
preliminar que, puede practicar el Ministerio Público, con anterioridad a la incoación de la
instrucción judicial.
➢ INICIACIÓN
La única especialidad que presenta el procedimiento abreviado, en lo que a su iniciación
concierne, es la de que la comparecencia de los ofendidos y perjudicados, a través del
ofrecimiento de acciones o mediante su intervención adhesiva, de cuyo derecho les informará el
Letrado de la Administración de Justicia, puede efectuarse mediante simple comparecencia
«apud acta», sin necesidad de interponer querella, prescripciones que extendieron también su
ámbito de aplicación al sumario ordinario.
➢ FASE DE INSTRUCCIÓN
Una vez que el Juzgado de Instrucción haya recibido la denuncia o querella, el atestado policial o
las diligencias preprocesales del Ministerio Fiscal, si considera que los hechos presuntamente
delictivos entran dentro del ámbito del procedimiento abreviado, ordena la formación de
«Diligencias Previas», denominación que, como ha quedado dicho, recibe la fase de instrucción
en este procedimiento y que asume las mismas funciones que el sumario en el proceso común.
Con independencia de las demás actuaciones judiciales que resulten necesarias para la
preparación del juicio oral, necesariamente debe practicarse en este fase del proceso la primera
comparecencia del imputado ante el Juez de Instrucción, el cual, previa información de sus
derechos por parte del Letrado de la Administración de Justicia, ilustrará al imputado, en la forma
más compresible, de los hechos que se le imputan, sin que pueda concluir la instrucción sin haber
practicado dicha comparecencia.
La Ley 38/2002 introdujo importantes novedades tendentes a reforzar las garantías del
imputado, de entre las que merecen ser destacadas, de un lado, la preceptiva asistencia de
Abogado a todo imputado, no sólo desde la detención, sino también desde que resultare la
imputación de un delito contra persona determinada (art. 767) y, de otro, la entrevista reservada
del Abogado con el imputado, tanto antes, como después de prestar declaración (art. 775).
Practicadas sin demora las diligencias de investigación que resulten pertinentes, y en todo caso
el interrogatorio del imputado y la información de sus derechos a los perjudicados, salvo que
ésta última resultara imposible, el Juez de Instrucción ha de realizar una nueva calificación
indiciaría de los hechos objeto de investigación y adoptar alguna de las siguientes resoluciones:
• el sobreseimiento que corresponda, si el hecho no es constitutivo de infracción penal o no
aparece suficientemente justificada su perpetración;
• la remisión de lo actuado al Juez competente, si el hecho que hubiera dado lugar a la
formación de las diligencias previas fuera constitutivo de delito menos grave, salvo que el
enjuiciamiento del delito menos grave sea de su competencia;
• la inhibición al órgano competente, si el hecho estuviere atribuido a la jurisdicción militar, o
la remisión de las actuaciones al Fiscal de Menores, si todos los imputados fueren menores
de edad;
• la continuación del procedimiento conforme a los trámites del proceso común, si el hecho
enjuiciado no se hallara comprendido dentro del ámbito de aplicación del abreviado, o la
incoación del procedimiento previsto, si el hecho fuera constitutivo de un delito
competencia del Tribunal del Jurado; y
• la continuación del procedimiento por los trámites del proceso penal abreviado, si el hecho
constituyera delito comprendido dentro de su ámbito de aplicación, en cuyo caso dictará
Auto de imputación formal, denominado Auto de Iniciación del Procedimiento Penal
Abreviado (o Auto del PPA), susceptible de ser impugnado mediante el recurso de apelación.
En relación con esta última resolución, el art. 779.1.4ª, de conformidad con la doctrina del TC
según la cual no puede el Juez de Instrucción clausurar unas Diligencias Previas sin, al menos,
prestarle declaración al imputado para ser oído con anterioridad al auto de apertura del juicio
oral, dispone que el Auto de Transformación del Procedimiento Penal Abreviado o de conclusión
de las Diligencias Previas habrá de contener la determinación de los hechos punibles y la
identificación de la persona a la que se le imputan, no pudiendo adoptarse sin haber tomado
previamente declaración al imputado en la primera comparecencia prevista en el art. 775. Esta
resolución además es susceptible de ser impugnada ante la AP mediante la interposición del
recurso de apelación (art. 766.1).
En definitiva, el denominado Auto del PPA cumple con dos funciones esenciales, la de determinar al imputado
o legitimación pasiva y los hechos punibles objeto del proceso, de tal suerte que no podrán las partes
acusadoras dirigir su escrito de acusación contra persona que no haya sido imputada en dicha resolución, ni
afirmar hechos distintos a los relatados en el mismo, y ello con independencia de que puedan sostener distinta
calificación jurídica.
➢ FASE INTERMEDIA
Novedad importante en el procedimiento abreviado es la denominada, fase de «preparación del
juicio oral», la cual también se desarrolla ante el Juez de Instrucción, a diferencia de lo que sucede
en el proceso común por delitos graves, cuyo conocimiento corresponde al órgano de
enjuiciamiento (Audiencia Provincial).
Esta fase de preparación del juicio oral, técnicamente conocida como «fase intermedia» o del
«juicio de acusación», comienza desde el momento en que el Juez dicta el «Auto del PPA» o
resolución acordando seguir los trámites del procedimiento abreviado y tiene por finalidad, la de
resolver, tras la tramitación pertinente, sobre la procedencia de abrir o no el juicio oral y, en su
caso, la fijación del procedimiento adecuado y del órgano competente para el posterior
enjuiciamiento.
Dentro de esta fase quedan comprendidas, pues, las siguientes actuaciones:
• traslado por el Letrado de la Administración de Justicia de las diligencias previas, originales
o mediante fotocopia, al Ministerio Fiscal y a las acusaciones personadas;
• petición de diligencias complementarias;
• solicitud de sobreseimiento;
• petición de apertura del juicio oral, con la presentación del escrito de acusación;
• escrito de defensa, y
• traslado de las actuaciones al órgano jurisdiccional encargado del enjuiciamiento.
➢ JUICIO ORAL
Tal y como sucede en los restantes procesos penales, la última fase en que se estructura el
procedimiento abreviado viene determinada por el juicio oral, que se desarrolla ante el Juez o
Tribunal competente para el enjuiciamiento, esto es, el Juzgado de lo Penal o la Audiencia
Provincial, según la gravedad del hecho punible, y en el que se desarrolla la actividad probatoria
y el juicio en virtud del cual se dicta Sentencia.
Las actuaciones que suceden en dicha fase pueden ser sistematizadas en:
• examen y admisión o rechazo de las pruebas propuestas por las partes en los escritos de
acusación y defensa;
• señalamiento de la fecha para el comienzo de las sesiones del acto del juicio oral; y
• celebración del juicio oral.
Al inicio de las sesiones del juicio oral, sucede la denominada «audiencia preliminar», cuya
finalidad esencial consiste en acumular en un solo acto la resolución de toda una serie de
cuestiones que en el proceso común dan lugar a sucesivas incidencias que dilatan el proceso,
tales como la competencia del órgano judicial, la vulneración de algún derecho fundamental,
existencia de artículos de previo pronunciamiento, causas de suspensión del juicio oral y, por
último, la alegación sobre el contenido y finalidad de las pruebas propuestas o que se propongan
para practicarse en el acto (art. 786.2).
Finalizado el debate o audiencia preliminar, se procederá a la práctica de las pruebas admitidas
por el Juez o la Audiencia, que habrá de estar presidida por los principios de concentración,
oralidad, publicidad, inmediación y contradicción.
➢ FUENTES
Este proceso ordinario se rige, en primer lugar, por sus propias disposiciones contenidas en la LO
5/1995 y, en segundo, por las establecidas en la LECrim, siempre de aplicación supletoria.
➢ COMPETENCIA OBJETIVA
El art. 1 establece dos criterios positivos de delimitación de la competencia y uno «negativo» de
exclusión de la competencia del Tribunal del Jurado de aquellos «delitos cuyo enjuiciamiento
venga atribuido a la Audiencia Nacional». Así, conforme al criterio positivo, la competencia
objetiva del Tribunal del Jurado queda reducida al conocimiento de los siguientes delitos:
❖ Muy graves: los homicidios de los arts. 138-140 CP.
❖ Delitos contra el libre ejercicio de los derechos fundamentales: los delitos de
allanamiento de morada y las amenazas.
❖ Delitos contra el patrimonio social y el incumplimiento de deberes cívicos: la omisión
del deber de socorro y sólo los delitos medioambientales de incendios forestales.
❖ Delitos cometidos por funcionarios: únicamente la infidelidad en la custodia de presos y
de documentos, el cohecho y algunos delitos de malversación de caudales públicos, los
delitos de fraude, exacción ilegal, negociación prohibida y tráfico de influencias.
Recientemente ha habido un cambio de doctrina que atrae al Jurado el conocimiento de los
delitos conexos, cuando alguno de los delitos se haya cometido para perpetrar otros, facilitar su
ejecución o procurar su impunidad. De dicha regla general, se exceptúan los delitos conexos que,
sin romper la continencia de la causa, puedan juzgarse por separado, en cuyo caso cada uno se
juzgará por el órgano competente (AP o Jurado) y, si no fuere así, se atendrá a la finalidad o,
cuando ésta no pueda determinarse, a la gravedad del hecho. El procedimiento ante el Jurado se
contempla en los arts. 141 y ss. LO 5/1995, del Tribunal del Jurado.
➢ CARACTERES GENERALES
Nuestro CP diferencia nítidamente los «delitos leves» de los delitos, tanto por su escasa lesión
social, como por la mitigada entidad de la pena, la cual no suele ser privativa de libertad. Para la
rápida actuación de la norma penal en esta especie de infracciones que, en la práctica forense,
constituyen la inmensa mayoría, los arts. 962-977 LECrim, contemplan un procedimiento
sustancialmente acelerado, cual es «el procedimiento para el juicio sobre delitos leves». Se trata
de un procedimiento manifiestamente informado por el principio de oralidad, por lo que
también lo está por sus principios-consecuencia: la inmediación, concentración y publicidad.
➢ COMPETENCIA Y PARTES
La competencia objetiva genérica la ostentan con un carácter compartido los Jueces de
Instrucción y los Jueces de Violencia sobre la mujer (art. 14.1 LECrim). Las normas relativas a la
competencia objetiva son de orden público, por lo que, si dentro de la fase instructora procede
la remisión a juicio por delitos leves, debe el Juez reconducir el procedimiento con remisión de
las actuaciones, en su caso, al Juzgado competente. La competencia para el conocimiento de los
delitos leves que pudieran cometer los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
corresponde a los Juzgados de Instrucción.
En cuanto a la competencia territorial rigen las normas comunes de la LECrim del «locus delicti»
(el lugar en el que se cometió el delito), excepto cuando se trate de alguno de los delitos leves
cuyo conocimiento corresponda al Juzgado de Violencia sobre la mujer, en cuyo caso la
competencia territorial vendrá determinada por el lugar del domicilio de la víctima, sin perjuicio
de la adopción de la orden de protección o de medidas urgentes que pudiera adoptar el Juez del
lugar de comisión de los hechos.
La competencia funcional, corresponde en primera instancia a los Juzgados de Instrucción o de
Violencia sobre la mujer, y en segunda instancia a la Audiencia Provincial en Sala constituida por
un Magistrado. En lo que se refiere al presupuesto procesal de la capacidad de postulación, en el
juicio por delitos leves la asistencia de Abogado es potestativa, si bien «[…]para el enjuiciamiento
de delitos leves que lleven aparejada pena de multa cuyo límite máximo sea de al menos seis
meses, se aplicarán las reglas generales de defensa y representación» (art. 967). Asimismo, el TC
ha reconocido el derecho a la designación de Abogado de oficio en los juicios por delitos leves
cuando su ausencia pudiera provocar una desigualdad de armas frente a la contraparte que se
hubiera provisto de Abogado.
➢ INICIACIÓN
Los actos de iniciación son los ordinarios, si bien con respecto a la querella el art. 969.1 de la
LECrim, consecuente con la no obligatoriedad de la representación con Procurador y defensa
mediante Abogado, exime de la necesidad de «firma de abogado y procurador» a las querellas
que tuvieren por objeto un juicio por delitos leves.
➢ JUICIO ORAL
Inexistencia de fase intermedia
«Recibido el atestado, y en todos aquellos casos en que el procedimiento se hubiere iniciado en
virtud de denuncia presentada directamente por el ofendido ante el órgano judicial, el juez podrá
adoptar alguna de las siguientes resoluciones: a) Acordará el sobreseimiento del procedimiento
y el archivo de las diligencias cuando resulte procedente conforme a lo dispuesto en el numeral
1.ª del apartado 1 del artículo anterior. La resolución de sobreseimiento será notificada a los
ofendidos por el delito. b) Acordará celebrar de forma inmediata el juicio si, estando identificado
el denunciado, fuere posible citar a todas las personas que deban ser convocadas para que
comparezcan mientras dure el servicio de guardia y concurran el resto de los requisitos exigidos
por el artículo 963» (art. 964.2).
La LO 1/2015 introdujo, además, un nuevo motivo de sobreseimiento por razones de
oportunidad en los tradicionalmente conocidos «delitos bagatela». Así, tanto en los juicios
rápidos por delitos leves, como en los ordinarios, dispone el art. 963.1 que el Juez «acordará el
sobreseimiento del procedimiento y el archivo de las diligencias cuando lo solicite el Ministerio
Fiscal a la vista de las siguientes circunstancias: a) El delito leve denunciado resulte de muy escasa
gravedad a la vista de la naturaleza del hecho, sus circunstancias, y las personales del autor, y b)
no exista un interés público relevante en la persecución del hecho. En los delitos leves
patrimoniales, se entenderá que no existe interés público relevante en su persecución cuando se
hubiere procedido a la reparación del daño y no exista denuncia del perjudicado. En este caso
comunicará inmediatamente la suspensión del juicio a todos aquellos que hubieran sido citados
conforme al apartado 1 del artículo anterior. El sobreseimiento del procedimiento será notificado
a los ofendidos por el delito»
Fuera de los citados preceptos relativos al sobreseimiento y de las citaciones a las partes, testigos
y peritos, no contempla la Ley existencia de fase intermedia alguna. Asimismo, no prevé la Ley
trámite alguno acerca de la conformidad, si bien, ninguna dificultad existe a la hora de admitir el
allanamiento a la pretensión del acusador, en cuyo caso debe el juez dar por finalizado el juicio
en aplicación de los arts. 689 y ss. LECrim. Tampoco se pueden plantear, con carácter previo y
suspensivo, «artículos de previo pronunciamiento». Las cuestiones previas podrán ejercitarse
como defensas, acumuladas al fondo del asunto.
El derecho al conocimiento de la acusación
El juicio oral, dispone el art. 969, será público y se iniciará «por la lectura de la querella o de la
denuncia, si las hubiera». Olvida, sin embargo, el legislador que el proceso puede iniciarse de
oficio y que, ni la querella, ni la denuncia constituyen acta acusatoria alguna, razón por la cual
esta ausencia de previsión legal debe ser colmada mediante la aplicación directa e inmediata del
art. 24.2 CE, que reconoce el derecho del imputado al conocimiento previo de la acusación, el
cual, también ha de ser de plena aplicación en el juicio sobre delitos leves.
De este modo, a falta de denuncia o querella, debe el Ministerio Fiscal realizar una sucinta
exposición oral de la acusación, esto es, de la determinación del hecho punible, su calificación
legal y la de su autor, de todo lo cual el Letrado de la Administración de Justicia deberá levantar
acta.
Ejecución de la prueba
En el juicio por delitos leves, al igual que en los procesos ordinarios, rige la regla de que tan solo
constituye prueba suficiente para desvirtuar la presunción de inocencia la practicada en el juicio
oral bajo los principios de contradicción, inmediación y publicidad. Fuera de los supuestos de la
prueba documental preconstituida y anticipada, no puede, pues, el Juez fundar una sentencia de
condena en pruebas no ejecutadas en el juicio oral.
La proposición de la prueba se efectúa verbalmente al inicio del juicio, en el que las partes
acusadoras, privadas y públicas, propondrán por este orden la prueba que, una vez admitida, se
ejecutará en el acto, procediéndose al interrogatorio de los testigos y demás medios de prueba
(art. 969).
Seguidamente se oirá al acusado y se ejecutará la prueba por él propuesta y que resultará
pertinente. Finalizada la fase probatoria, se efectuarán los informes orales, haciendo uso de la
palabra, en primer lugar, el Ministerio Fiscal, si asistiere, después las demás partes acusadoras y,
por último, el acusado. El desarrollo de las sesiones del juicio oral se registrará en soporte apto
para la grabación y reproducción del sonido y de la imagen, debiendo el Letrado de la
Administración de Justicia custodiar el documento electrónico que sirva de soporte a las
grabaciones y pudiendo las partes pedir, a su costa, copia de las grabaciones originales.
La ausencia del acusado, debidamente citado a juicio, no suspenderá la celebración del juicio
oral, a no ser que el Juez, de oficio o a instancia de parte, crea necesaria su declaración (art. 971).
Sentencia
La sentencia, recaída en el juicio por delitos leves, al igual que en los demás procesos penales
habrá de ser congruente con el hecho punible, de tal suerte que no se puede condenar al acusado
por un hecho que no haya sido objeto de acusación, ni por una calificación de un delito leve
distinto, salvedad hecha de que la calificación judicial lo sea por una infracción homogénea, en
cuanto al bien jurídico protegido, con la afirmada en el escrito de acusación.
Si el Juez considerara que el hecho enjuiciado es constitutivo de delito grave o menos grave,
habrá de inhibirse y remitir las actuaciones al Juzgado de Instrucción. Aun cuando las sentencias
emanadas en los juicios por delitos menos graves producen la totalidad de los efectos materiales
de la cosa juzgada, de conformidad con la jurisprudencia del TS, el incumplimiento de aquella
obligación ocasionará la nulidad de la sentencia y posibilitará la incoación del oportuno proceso
penal por delito.
El art. 975 posibilita las sentencias «in voce», ya que prohíbe el ejercicio de los recursos, si
conocido el fallo, las partes expresan su voluntad de no ejercitar recurso alguno.
La sentencia se notificará a los ofendidos y perjudicados por el delito leve, aunque no se hayan
mostrado parte en el procedimiento, haciéndose constar los recursos procedentes contra la
resolución comunicada, así como el plazo para su presentación y órgano judicial ante quien deba
interponerse (art. 973.2)
LECCIÓN 41
LOS PROCESOS ORDINARIOS (II)
➢ ÁMBITO DE APLICACIÓN
El proceso penal de menores se encuentra regulado en la LO 5/2000, Sobre la Responsabilidad
Penal de los Menores (LORPM). Tal y como su denominación legal indica, es un proceso ordinario
para determinar la responsabilidad penal de los menores, entendiéndose por tales, en
consonancia con lo dispuesto en el art. 18 CP, los menores de dieciocho años y mayores de
catorce años (art. 1.1 LORPM).
En ningún caso pueden ser destinatarios de esta Ley los menores de catorce años, que hayan
cometido un hecho punible, debiendo, en tal caso, el Ministerio Fiscal remitir testimonio de
particulares a la entidad pública de protección competente a fin de que aplique las medidas
tuitivas o de protección pertinentes.
➢ PRINCIPIOS
El proceso penal del menor no está dirigido a obtener la aplicación del «ius puniendi», sino que
es en un proceso concebido para obtener la rehabilitación del menor y solucionar el conflicto
intersubjetivo entre el agresor y la víctima.
Para el logro de estos objetivos, la LORPM procede, de un lado, a redefinir las funciones del Juez
de Instrucción y del personal colaborador, fundamentalmente del Ministerio Público, y a
consagrar, de otro, el principio de oportunidad en la persecución penal.
No obstante, la comisión por el menor de un delito público puede el Ministerio Fiscal desistir de
la incoación del expediente, obtener el sobreseimiento de un proceso o la sustitución de una
pena privativa de libertad por otra limitativa de derechos, si la naturaleza del hecho, la
personalidad del imputado y la pronta reparación de la víctima lo permiten. La vigencia de dicho
principio no significa, pues, la consagración de la arbitrariedad, sino la consecución de aquellos
fines (reinserción del imputado y tutela de la víctima) que, cuando concurran los enunciados
presupuestos, hacen decaer la existencia de un interés público en la persecución penal.
declaración del secreto instructorio, la decisión sobre la apertura del juicio oral o el
sobreseimiento y, por supuesto, el conocimiento del juicio oral y la emisión de la pertinente
sentencia.
Mediante esta reforma, el Juez de Instrucción pasa, pues, a desempeñar única y exclusivamente
la función de dictar actos jurisdiccionales, en tanto que al Ministerio Fiscal le corresponde la
realización de actos policiales o de investigación.
El Ministerio Fiscal
Al Ministerio Fiscal, «director de la Instrucción», le compete, pues, practicar la totalidad de los
actos instructorios dirigidos a investigar el hecho punible y la participación en él del menor, es
decir, le corresponde la función de preparar el juicio oral o proponer al Juez el sobreseimiento.
En el Ministerio Fiscal concurren, por lo tanto, dos roles concurrentes, pero sucesivos: la de
erigirse en instructor del expediente de reforma y la de seguir asumiendo la función de parte
acusadora en el juicio oral. Ello exige que su actuación se rija, en cada una de estas fases, por
distintos principios: el exclusivo de «imparcialidad» en la fase instructora, conforme al cual ha de
consignar, no sólo las circunstancias adversas, sino también las favorables para el imputado, y,
junto a la vigencia de dicho principio de imparcialidad, ha de actuar también el de defensa de la
sociedad que ha de presidir su actividad como parte acusadora en el juicio oral.
Pero, junto a estos clásicos «roles» y principios, la LORPM permite destilar otro dirigido a la
asunción de aquellos fines procesales penales de reinserción del imputado y de protección de la
víctima, cuál es su función de «mediador», consistente en contribuir a la obtención de la rápida
solución, tanto del conflicto social existente entre el Estado y el imputado, cuanto el intersubjetivo
que enfrenta al ofensor con su víctima. Para ello, el Ministerio Fiscal ha de estar interesado desde
el inicio de la instrucción en conocer la personalidad del menor y los daños que ha ocasionado
en la esfera patrimonial y moral del perjudicado, todo ello en orden a proponer a las partes y, en
última instancia, al Juez, soluciones penales y civiles que, evitando el «contagio criminal», que el
ingreso en prisión supondría para el menor, aseguren al propio tiempo, tanto el cumplimiento de
los fines de prevención de la pena, como la puntual reparación de los daños; dicho en menos
palabras, al Ministerio Fiscal le corresponde, con el auxilio de los equipos técnicos proponer al
Juez cuál sea la sanción, de entre las contenidas en el art. 7 LORPM, que mejor se adecue al
cumplimiento de los fines del proceso, así como posibilitar una conciliación entre el imputado y
perjudicado.
Esta actividad de selección de medidas privativas de derechos, de obtención de una
«conciliación» procesal penal o incluso de perdón judicial, la realiza en el proceso el Ministerio
Fiscal mediante la puesta en práctica del principio de oportunidad, que, fundado en la protección
de «los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la Ley», que le otorga el
art. 124 CE, le autoriza a disponer, desde el archivo de las actuaciones, siempre y cuando el delito
imputado no sea grave, no se haya cometido con violencia y el menor no sea reincidente, o a
solicitar una petición de sobreseimiento bajo condición de cumplimiento por el imputado de
futuras prestaciones, ejercitar la conformidad o a proponer la polémica suspensión del fallo,
hasta instar incluso la sustitución de la ejecución de medidas por otras más adecuadas para la
obtención de la reinserción del menor.
para salvaguardar la intimidad del menor y no dañar su reinserción, faculta al Juez a decretar el
secreto de la audiencia o incluso el abandono parcial del menor de la misma.
Inicio de las sesiones
En el día y hora indicado en el señalamiento dará comienzo la audiencia, que principiará
mediante la puesta en conocimiento que ha de efectuar el Letrado de la Administración de
Justicia, en términos inteligibles, de la acusación, preguntándole el Juez, a continuación, acerca
de la conformidad que hemos denominado ilimitada. Si el menor se allanara a la pretensión, el
Juez dictará la sentencia de conformidad que proceda y, si sólo confesara los hechos, el juicio
continuará exclusivamente en todo lo referente a la determinación de la medida idónea.
La comparecencia previa
Finalizado el trámite de la conformidad, el art. 37.1 dispone la apertura de una suerte de
«comparecencia previa», similar a la prevista en el proceso penal abreviado, con estas tres
concretas finalidades: la vulneración de algún derecho fundamental, la práctica de nuevas
pruebas o la posibilidad de aplicar una distinta calificación o medida de las que hubieren
solicitado. Podría extenderse también la audiencia preliminar a otros cometidos, tales como el
planteamiento de cuestiones previas o de causas de suspensión de la audiencia, previstas en el
art. 786.2 LECrim.
La práctica de la prueba, informes y última palabra
Finalizada la comparecencia previa y si no fuere procedente la subsanación de algún derecho, se
reanudará la audiencia para la práctica de la prueba y «la que, previa declaración de pertinencia,
ofrezcan las partes para su práctica en el acto». La práctica de la prueba se acomodará a las reglas
de la LECrim, debiendo tenerse en cuenta que el perjudicado personado podrá interrogar a todos
los intervinientes en la prueba. Asimismo, habrá de oírse, como necesaria prueba pericial, el
informe del equipo técnico sobre las circunstancias del menor.
Una vez concluida la práctica de la prueba, el Juez concederá la palabra, primero al Ministerio
Fiscal, después a los acusadores particulares y, finalmente, a la defensa a fin de que le informen
sobre la «valoración de la prueba, su calificación jurídica y la procedencia de las medidas
propuestas». También oirá, por último, al equipo técnico para que informe sobre la procedencia
de las medidas propuestas.
Finalizado el trámite de informes es cuando podría el Juez «ex» art. 733 ilustrar al Ministerio
Fiscal y a la acusación particular de la posibilidad de aplicar una distinta calificación o una distinta
medida de las que hubieran solicitado, con exquisito respeto al principio acusatorio.
Por último, «el Juez oirá al menor», en cumplimiento del derecho a la «última palabra». Cumplido
dicho trámite, declarará la causa vista para sentencia, la cual se publicará en el plazo máximo de
cinco días. La sentencia habrá de observar los requisitos externos previstos en el art. 39.1 que
autoriza adelantar «in voce» el fallo. Asimismo, puede, en ella o mediante auto motivado,
disponer la suspensión de la ejecución del fallo en los términos contemplados en el art. 40.
LECCIÓN 42
LOS PROCESOS ESPECIALES (I): LOS JUICIOS RÁPIDOS
I. DETERMINACIÓN
Los procesos especiales obedecen a razones de política criminal y están destinados al
enjuiciamiento de determinados delitos («ratione materiae») o de infracciones cometidas por
determinadas personas («ratione personae»).
En nuestro ordenamiento, salvedad hecha del enjuiciamiento de Diputados y Senadores, son
razones materiales de política criminal las que indujeron al legislador a instaurar los procesos
➢ CONCEPTO Y NATURALEZA
Por «juicios rápidos» cabe entender un proceso especial de la competencia de los Juzgados de lo
Penal, aplicable a los delitos flagrantes o con instrucción sencilla, en los que su autor sea detenido
o esté a disposición de la Autoridad Judicial, que haya sido incoado mediante atestado y se haya
concentrado la instrucción en el Juzgado de Guardia, de tal suerte que permita la inmediata
conformidad del acusado o la celebración del juicio oral ante el Juez de lo Penal en un plazo no
superior a quince días. Los principios más relevantes de este procedimiento especial, que se
encuentra regulado en los arts. 795-803 LECrim, son los de oralidad, inmediación y concentración
del procedimiento.
Atendiendo a la naturaleza de su objeto, este procedimiento merece la calificación de «especial».
Sin embargo, la circunstancia de que los hechos punibles, sobre los que extiende su ámbito de
aplicación, sean la mayoría que se dilucidan a través de este procedimiento en nuestros Juzgados
de Instrucción, unido a la voluntad del legislador de que se apliquen los juicios rápidos, hasta el
punto de que se dilucidan a través de unas «Diligencias Urgentes», que se yuxtaponen a las
«Diligencias Previas», pudiendo reconvertirse en estas últimas Diligencias, ocasiona que este
procedimiento tenga una clara vocación de convertirse, en la práctica, en un proceso
«ordinario».
➢ ÁMBITO DE APLICACIÓN
Solo constituyen objeto de enjuiciamiento, a través de las normas de este procedimiento
especial, aquellas infracciones punibles en las que concurran las siguientes circunstancias:
Criterio formal. Que el proceso penal sea incoado en virtud de un atestado policial y que, como
consecuencia de este atestado, se haya detenido a una persona y haya sido puesta a disposición
judicial o que, aun sin detenerla, se le haya citado para comparecer ante el Juzgado de Guardia
por tener la calidad de denunciado en el atestado policial.
Criterio cuantitativo material. Que se trate de delitos de la competencia de los Juzgados de lo
Penal, es decir, castigados con pena privativa de libertad que no exceda de cinco años, o con
cualquier otra pena, bien sean únicas, conjuntas o alternativas, cuya duración no exceda de 10
años, cualquiera que sea su cuantía.
La reforma de la Ley en materia del derecho de defensa ha sufrido una profunda transformación,
pues este precepto hay que interpretarlo en relación con el 767 de la LECrim, que establece la
«irrenunciabilidad» del derecho de defensa técnica, al establecer que «desde la detención o
desde que de las actuaciones resultare la imputación de un delito contra persona determinada
será necesaria la asistencia letrada. La Policía Judicial, el Ministerio Fiscal o la Autoridad Judicial,
recabarán de inmediato del Colegio de Abogados la designación de un abogado de oficio, si no lo
hubiere nombrado ya el interesado». Una vez incoadas las diligencias urgentes, el Juez de
Instrucción pondrá en conocimiento de la defensa el atestado.
Actos de citación
Por actos de citación cabe entender los emplazamientos que, por imperativo, debe realizar la
Policía Judicial, a las personas o entidades a las que se refiere el denunciado en el atestado
policial, testigos, ofendidos, perjudicados , aseguradoras, responsables y perjudicados,
abarcando a dichas citaciones las previsiones de exigencia de que las referidas citaciones deban
realizarse coordinadamente con el Juzgado de guardia y la posibilidad de que, por razones de
urgencia, puedan efectuarse verbalmente.
Diligencias periciales
Dentro de las actuaciones de la Policía Judicial, la regla impone, su obligación de colaborar o
incluso excepcionalmente practicar por sí misma, los análisis que procedan respecto a las
sustancias intervenidas. Dispone, a tal efecto el art. 796.6 que «remitirá (la policía) al Instituto
de Toxicología, al Instituto de medicina legal o al laboratorio correspondiente las sustancias
aprehendidas cuyo análisis resulte pertinente. Estas entidades procederán de inmediato al
análisis solicitado al Juzgado de guardia por el medio más rápido y en todo caso, antes del día y
hora en que se haya citado a las personas indicadas en las reglas anteriores. Si no fuera posible
la remisión del análisis en dicho plazo, la Policía Judicial, podrá practicar por sí misma dicho
análisis, sin perjuicio del debido control judicial del mismo».
Los actos procesales, que necesariamente habrá de practicar siempre el Juez de Guardia, son
estos dos: a) la aportación de los antecedentes penales, y b) la declaración del imputado para ser
oído.
La aportación de los antecedentes penales. Dispone el art. 797.1. 1ª que el juez «recabará por
el medio más rápido los antecedentes penales del detenido o persona imputada». La necesidad
de la constancia en dicho Juzgado de los antecedentes penales del imputado, deviene esencial
para la correcta calificación jurídica del hecho a los efectos de determinar, no sólo la extensión
de la pena, sino, sobre todo, la aplicación o no de la agravante de reincidencia, así como la
posibilidad de acordar o no la suspensión de la ejecución, que, en este procedimiento, habida
cuenta de la posibilidad de conformidad inmediata por el imputado ante el Juez de guardia y la
facultad de éste sobre la decisión de dicha suspensión de la ejecución, son circunstancias, todas
ellas que impiden que pueda deferirse la aportación de los antecedentes penales a un momento
ulterior.
La declaración del imputado. Dispone el art. 797.1. 3ª que el Juez de Guardia «tomará
declaración al detenido puesto a disposición judicial o a la persona que, resultando imputada por
los términos del atestado, haya comparecido a la citación policial, en los términos previstos en el
art. 775». El interrogatorio judicial, que ha de prestarse ante el Juez, es el de la citación para ser
oído del art. 486. Así lo corrobora el segundo apartado de este precepto al disponer que «ante
la falta de comparecencia del imputado a la citación policial ante el Juzgado de guardia, podrá
éste aplicar lo previsto en el art. 487», es decir, podrá cursar una orden de detención, que es la
sanción que establece la LECrim para el incumplimiento de dicha citación, indebidamente
calificada de cautelar.
Diligencias facultativas
El Juez de Guardia podrá, pues, disponer la práctica de todas y cada una de estas diligencias:
declaraciones a testigos, careos, diligencia en rueda, informes periciales y cualquiera otra que
considere pertinente, con dos limitaciones, material, la una y temporal, la otra. De conformidad
con la primera de ellas, la adopción de todas estas diligencias está condicionada a la regla común
de su pertinencia, necesidad y utilidad; en virtud de la segunda, su ejecución ha de efectuarse
dentro del preclusivo plazo del servicio de guardia.
deducción, en este último caso, de los actos de acusación y de defensa, se han superpuesto otras,
como lo son la previa decisión del procedimiento adecuado y la adopción de medidas cautelares.
Así, pues, el Juez de Guardia, dentro de esta fase, habrá de realizar cronológicamente los
siguientes cometidos:
• Decidir acerca del procedimiento adecuado: si debe ratificar las Diligencias Urgentes,
convertirlas en Previas o ha de adoptar alguna de las decisiones como el archivo, reenvío al
juicio de faltas, a la Jurisdicción militar o al proceso de menores;
• Adoptar las decisiones oportunas sobre medidas cautelares y destino de las piezas de
convicción;
• Resolver sobre la petición de sobreseimiento o de apertura del juicio oral, instando, en este
último caso, a las partes para que formalicen su acusación y defensa, y
• Aceptar, en su caso, la conformidad propuesta.
Plazo
Tanto la instrucción concentrada, como la fase intermedia ha de efectuarse dentro del preclusivo
plazo de duración del servicio de guardia, a cuyo término debe el Juez haber pronunciado alguna
o alguna de las soluciones enumeradas en el epígrafe anterior.
Forma
Respecto a la forma se consagra el principio de oralidad: «oirá a las partes personadas y al
Ministerio Fiscal», todo ello sin perjuicio de que todas las actuaciones, que en ella sucedan,
habrán de documentarse.
Partes
Los sujetos intervinientes en esta comparecencia, además del Juez y del Letrado de la
Administración de Justicia son «las partes personadas y el Ministerio Fiscal».
Contenido
El art. 798 prevé un doble contenido respecto a la intervención de las partes en esta
comparecencia: por una parte, han de instar lo que estimen conveniente acerca de la
continuación o no de este procedimiento y, por otra, han de alegar acerca de la conveniencia de
adoptar medidas cautelares frente al imputado y responsable civil, si bien, como veremos, esta
última decisión, y en el caso de que el juez disponga la continuación del procedimiento rápido,
se traslada al momento inmediatamente posterior a la resolución sobre la petición de apertura
del juicio oral.
«oportunidad».
Supuesto de que exista acusación particular
En el caso de que exista acusación particular personada y que hubiere solicitado la apertura del
juicio oral, y se hubiera acordado, por el Juez de guardia se emplazará en el acto a dicho acusador
y al Ministerio Fiscal a fin de que presenten sus escritos de acusación dentro de un plazo
improrrogable y no superior a dos días.
Así, pues, la norma configura, para este caso, una regulación distinta: por una parte, a las
acusaciones se les otorga un plazo no superior a dos días para la presentación de sus escritos y,
por otra, se abandona la modalidad de acusación oral. La razón es evidente, pues la calificación
oral inmediata, establecida para el Ministerio Fiscal, está basada en la exigencia de que se realice
en la misma comparecencia, mientras que, en este caso, al concederse dos días de plazo, es claro
que no podrán deducirse en la propia comparecencia, por lo que habrán de presentarse por
escrito.
También en este supuesto de existencia de acusación particular se mantiene el plazo preclusivo,
para el Fiscal, en el caso de que, dentro del plazo de dos días no presente el escrito de acusación.
Con los efectos estudiados antes, si bien es cierto, que, en este caso, al existir acusación
particular, no será necesario dar cumplimiento a lo establecido en el art. 782 en todo lo relativo
a la llamada a la causa de los ofendidos o perjudicados, pues ya se encuentran personados. En
tal caso, habrá el Juez de formular el requerimiento al Fiscal Jefe, para que, en el plazo de dos
días, presente el escrito de acusación y, caso contrario, deberá entenderse que no solicita la
apertura del juicio oral y que considera procedente el Sobreseimiento Libre.
El escrito de defensa
El art. 800 establece una doble regulación para el escrito de defensa, según exista en la causa
acusación pública y particular, o solo acusación pública.
En el supuesto de que no se hubiere constituido acusación particular, y el Ministerio Fiscal,
hubiere presentado de inmediato su escrito de acusación o lo hubiera formulado oralmente, la
defensa que ha tenido conocimiento, en la misma comparecencia, de la pretensión punitiva,
puede realizar alguna de estas tres posibilidades procesales:
• prestar su conformidad «premiada», siempre y cuando concurran los requisitos
establecidos en el art. 801;
• presentar inmediatamente su escrito de defensa o formularla oralmente, o
• pedir un plazo de cinco días para la presentación del escrito de defensa.
Las consecuencias, son naturalmente distintas según la postura procesal que adopte la defensa,
y así, en el supuesto a), caso de conformidad, si concurren los requisitos del art. 801, el juez de
guardia dictará sentencia de conformidad, decidirá sobre la suspensión o no de la ejecución de
sentencia, y remitirá al Juzgado de lo Penal las actuaciones para su ejecución. En el supuesto b)
caso de no conformidad, podrá presentar, de manera inmediata, su escrito de defensa o
formularla oralmente. Por último, en el supuesto descrito en la letra c) supuesto de que la
defensa solicite un plazo para la presentación del escrito, su concesión no es potestativa, sino
obligatoria para el juez, y ello, no sólo porque la interpretación de tal precepto debe realizarse
de acuerdo con los tratados internacionales del Convenio Europeo, que establece que todo
acusado tiene como mínimo, entre otros derechos, «a disponer del tiempo y de las facilidades
necesarias para la preparación de su defensa», sino porque, en tal caso, dispone el art. 800.2 que
«el Juez fijará prudencialmente el mismo dentro de los cinco días siguientes, atendidas las
circunstancias del hecho imputado y los restantes datos que se hayan puesto de manifiesto en la
investigación…».
Como consecuencias aparejadas a la petición y concesión del plazo de cinco días para la
articulación del escrito de defensa se derivan las siguientes: en primer lugar, la formulación de
esta acto de contestación a la pretensión penal de forma escrita, sin que pueda efectuarse
verbalmente; en segundo, la presentación del escrito de defensa, no ante el Juez de guardia, sino
ante el Juez de lo Penal, pues, de conformidad con lo indicado en el citado precepto, se procederá
«a citar a las partes para la celebración del juicio oral y al emplazamiento del acusado y, en su
caso, del responsable civil para que presente sus escritos ante el órgano competente para el
enjuiciamiento»; y finalmente la imposibilidad de la defensa de obtener una conformidad
«premiada», la cual sólo puede acontecer en los juicios rápidos dentro de la actuaciones del Juez
de Guardia, sin perjuicio de que, ante el Juez de lo Penal, se obtenga una conformidad ordinaria
que, a diferencia de la premiada, lo es a la más alta petición de pena, sin posibilidad de rebaja
alguna.
El señalamiento
El señalamiento para el juicio oral deberá realizarse en todo caso por el LAJ del Juzgado de
guardia, quien deberá hacerlo en la fecha más próxima posible y como límite máximo en el plazo
de quince días, debiendo realizarse tal señalamiento de acuerdo con el Juzgado de lo Penal en
los días y horas predeterminados.
Además del señalamiento, deberá dicho secretario judicial proceder a realizar las citaciones
propuestas por las partes; y así respecto de las citaciones interesadas por el Ministerio Fiscal, se
harán en el acto por el Juez, si fuere posible. Con respecto a las demás proposiciones de prueba,
se consagra la obligación del secretario del Juez de guardia de citar a los testigos y peritos que
las partes hayan propuesto, todo ello sin perjuicio de que el Juez de lo Penal, si no se hubieran
realizado las referidas citaciones, deba proceder a su práctica.
Competencia
En esta conformidad premiada, arbitrada exclusivamente para calificaciones de delitos con pena
privativa de libertad no superior a los dos años de prisión, la competencia para dictar una
sentencia de conformidad premiada ya no corresponde a los órganos de enjuiciamiento, sino a
los de instrucción: concretamente al Juez de Instrucción, cuando se adopte en el seno de unas
Diligencias Previas, o al Juez de Guardia en el supuesto de que la conformidad suceda dentro de
unas Diligencias Urgentes de los juicios rápidos.
Presupuestos
Para que el denunciado pueda prestar su conformidad en la guardia y beneficiarse de los
beneficios de rebaja de la pena o de suspensión o sustitución de las penas privativas de libertad,
➢ MEDIOS DE IMPUGNACIÓN
Contra las sentencias dictadas por los Juzgados de lo Penal en los juicios rápidos, al igual como
acontece con todas las emanadas de dichos Juzgados y las de conformidad dictadas por los Jueces
de Instrucción, tan sólo cabe plantear el recurso ordinario de apelación.
Las alegaciones escritas contra la resolución, cuya impugnación se pretende, se han de formalizar
ante el Juzgado de lo Penal, dentro del plazo de interposición, que, de diez, se reduce a cinco
días. Una vez admitido el recurso y formalizadas las alegaciones de las demás partes, en un plazo
que igualmente se reduce a cinco días, se remiten todas ellas a la Audiencia Provincial respectiva
a fin de que dicte sentencia dentro del plazo, también reducido a tres días, si hubiere vista, o de
cinco, si hubiera de resolver de conformidad con las alegaciones escritas.
LECCIÓN 43
LOS PROCESOS ESPECIALES (II): EL PROCESO POR ACEPTACIÓN DE
DECRETO, POR INJURIAS Y CALUMNIAS, POR DELITOS COMETIDOS POR
MEDIOS O SOPORTES MECÁNICOS DE DIFUSIÓN Y EL ENJUICIAMIENTO
DE DIPUTADOS Y SENADORES
➢ NATURALEZA JURÍDICA
Estamos ante un proceso especial que se desarrolla ante la Autoridad judicial y que pude finalizar
por una sentencia de conformidad. De aquí que las normas que disciplinan este método auto
compositivo de solución de las controversias penales o de allanamiento a la pretensión penal
debieran ser de aplicación supletoria.
➢ OPOSICIÓN
La oposición al Decreto de imposición de pena puede ser tácita o expresa:
• la oposición tácita puede suceder de dos formas, bien mediante su sola incomparecencia,
bien mediante su comparecencia, pero sin la de su Letrado, sin perjuicio de que el Juez
suspenda la comparecencia y señale nueva fecha para su celebración; y
• la oposición expresa: lo que sucederá cuando rechazará «total o parcialmente en lo relativo
a las penas o a la restitución o indemnización», en cuyo caso «quedará la misma sin efecto»,
debiendo continuarse la fase instructora.
Para que la conformidad sea válida es necesario que, tanto el Abogado defensor, como su
patrocinado la manifiesten de un modo expreso. Debido a la autonomía que el defensor adquiere
en el proceso penal, si el Abogado reputa conveniente la continuación del procedimiento, aun
contraviniendo la voluntad de su patrocinado, el Juez debe disponerlo. Lo mismo ha de suceder
en el supuesto inverso, si bien exigencias constitucionales del derecho de defensa han de obligar
al Juez a reemplazar al Abogado por otro de su elección o del turno de oficio, ya que el originario,
al prestar su conformidad, queda moralmente descalificado para seguir asumiendo la defensa.
«Si el decreto de propuesta de pena deviene ineficaz por no ser autorizado por el Juzgado de
Instrucción, por incomparecencia o por falta de aceptación del encausado, el Ministerio Fiscal no
se encontrará vinculado por su contenido y proseguirá la causa por el cauce que corresponda”.
Se incoarán Diligencias Previas y, de otro que el Ministerio Fiscal a lo largo de las mismas, podrá
instar de nuevo la conformidad.
➢ ACEPTACIÓN
«Si el encausado acepta en la comparecencia la propuesta de pena en todos sus términos el
Juzgado de Instrucción le atribuirá el carácter de resolución judicial firme, que en el plazo de tres
días documentará en la forma y con todos los efectos de sentencia condenatoria, la cual no será
susceptible de recurso alguno» (art. 803 bis «i»).
La aceptación por el imputado y su Abogado defensor de la propuesta de sanción se convertirán
en una sentencia condenatoria firme, contra la cual no cabrá la interposición de recurso alguno,
porque «nadie puede ir contra sus propios actos». Pero excepcionalmente puede la defensa
ejercitar los recursos, si concurrieran vicios de consentimiento o la pena impuesta no fuera la
procedente.
y d) es un proceso regido también por la congruencia civil, razón por la cual no puede el Juzgado
de lo Penal utilizar la tesis (art. 733), ni otorgar más de lo pedido, menos de lo resistido, ni cosa
distinta a lo planteado en la pretensión penal y civil.
➢ NATURALEZA
Es un procedimiento ordinario con especialidades, las cuales pueden ser reclamadas ante
cualquier delito cometido a través de los citados medios mecánicos de difusión. Así, una injuria
o calumnia cometida a través de tales medios, será enjuiciada a través de su procedimiento
propio, con la particularidad de que, de un lado, por utilizar tales medios se presumirá cometida
con publicidad y, de otro, en dicho procedimiento se podrán solicitar y obtener las medidas
provisionales contempladas en el presente procedimiento.
➢ MEDIDAS PROVISIONALES
Dos son las medidas provisionales que puede el Juez de Instrucción disponer en el presente
procedimiento: el secuestro y la orden de prohibición de difusión.
El secuestro
De conformidad con lo dispuesto en el art. 816 «Inmediatamente que se dé principio a un sumario
por delito cometido por medio de la imprenta, el grabado u otro medio mecánico de publicación,
el Juez o Tribunal acordará el secuestro de los ejemplares del impreso o de la estampa donde
quiera que se hallaren. También se secuestrará el molde de ésta». Así, pues, debe el Juez de
Instrucción proceder a efectuar el secuestro, tanto de lo publicado, como del molde, «máster»,
soporte magnético y demás objetos que integren el cuerpo del delito.
Constituye el secuestro una medida provisional, cuyo objeto es doble: por una parte, mediante
esta resolución se trata de asegurar el cuerpo del delito, pero, por otra, también se trata de
conjurar el peligro de reiteración delictiva. El secuestro, en la medida en que no está destinado
a garantizar el cumplimiento de la Sentencia, no constituye medida cautelar alguna.
Nos encontramos, pues, ante una resolución provisional que, al recaer sobre el ejercicio de un
derecho fundamental, cual es la libertad de información, está sometida al principio de
proporcionalidad y a sus subsiguientes principios:
• jurisdiccionalidad o acto reservado por el art. 20 CE a la autoridad judicial, de tal manera que
tan sólo puede ser adoptado por el Juez o Tribunal competente;
• especial motivación de la resolución judicial que ha de contener el necesario juicio de
ponderación entre los derechos fundamentales en conflicto;
• necesidad e inexistencia de alternativa menos gravosa, lo que implica, de un lado, que, sea
una medida potestativa y, de otro, que no se pueda secuestrar el medio de comunicación,
ni siquiera el medio mecánico de reproducción, sino tan sólo el soporte que permita la
reproducción del delito, todo ello sin perjuicio de que pueda el Juez disponer la clausura del
medio, si concurrieran los supuestos de hecho de las «consecuencias accesorias»
La prohibición de difusión
Dispone el párrafo segundo del art. 823 bis que «los Jueces, al iniciar el procedimiento, podrán
acordar, según los casos, el secuestro de la publicación o la prohibición de difundir o proyectar el
medio a través del cual se produjo la actividad delictiva. Contra dicha resolución podrá
interponerse directamente recurso de apelación, que deberá ser resuelto en el plazo de cinco
días».
Dicha prohibición de difusión contiene una resolución provisional, consistente en una orden de
cesación de la actividad delictuosa susceptible de generar un delito de desobediencia, que
excepcionalmente puede ser cometido por el imputado, puesto que la medida en nada afecta a
su derecho de defensa, sino que está dirigida única y exclusivamente a conjurar el riesgo de
reiteración delictiva.
El ámbito de aplicación de este proceso especial por razón de las personas se circunscribe a los
delitos cometidos por los Diputados y Senadores durante su mandato e incluso con anterioridad
si posteriormente, en el momento de la imputación, ostentaran dicho cargo. Similar protección
goza también el presidente y demás miembros del Gobierno para responder penalmente del
delito de traición o cualquier delito contra la seguridad del Estado, supuesto que requiere una
iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso y su aprobación por mayoría absoluta.
Su fundamento se encuentra en el art. 71.2 CE que establece la denominada inmunidad
parlamentaria. De conformidad con la doctrina del TC el fundamento de esta prerrogativa reside
en la necesidad de proteger la libertad, autonomía e independencia de las Cámaras legislativas.
La única especialidad de este procedimiento estriba en la exigencia de obtener el pertinente
suplicatorio para poder dirigir un proceso penal contra un Diputado o Senador. Si ello no
ocurriera, habrá de prosperar el artículo de pronunciamiento contemplado en el art. 666.5:
«falta de autorización administrativa para procesar».
Por tanto, en cuanto surja una fundada imputación contra uno de los referidos aforados habrá el
Juez de dirigirse al presidente de la Cámara competente, quien, previo acuerdo adoptado por la
Mesa, lo remitirá a la Comisión del Estatuto de Diputados o de Suplicatorios, quien, tras la
audiencia del interesado, emitirá su dictamen que se someterá al primer Pleno ordinario, en el
que se decidirá sobre la aprobación o denegación del suplicatorio. Si se denegara el suplicatorio,
habrá el tribunal de «sobreseer libremente la causa».
La instrucción y juicio de los Diputados y Senadores corresponde a la Sala de lo Penal del TS.
«De lege ferenda» sería recomendable que dicho aforamiento se circunscribiera a los delitos
cometidos con ocasión de la función parlamentaria y ello con independencia de la perdida de la
condición de Diputado o de Senador. Pero la STC 22/1997 configuró subjetivamente a esta
institución, de tal suerte que, cuando el Diputado o Senador cesa en su representación, no sólo
no hay ya necesidad alguna de instar el suplicatorio, sino que también pierde su aforamiento.
Por ello, y a fin de impedir auténticas manipulaciones del juez legal y fraudes procesales, STS de
2014 estableció que, una vez pronunciado el auto de apertura del juicio oral, si el aforado
renuncia a su acta de Diputado, no por dicha circunstancia el Tribunal del aforamiento pierde su
competencia objetiva.