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INTERPONE RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL

Sres. Jueces y Juezas del Tribunal Superior de Justicia:

Inés del Carmen AGUIRRE, DNI 22.293.975, por derecho propio y en representación de

mi hijo menor de edad, Harol ONTIVEROS AGUIRRE, DNI 43.037.692 y Alfredo

5ONTIVEROS AGUIRRE, DNI 40.621.729, con el patrocinio letrado del Dr. Horacio G. A. CORTI,

Defensor General de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y de la Dra. Graciela E. CHRISTE,

Defensora General Adjunta, constituyendo domicilio electrónico en 27050807016 y domicilio

físico en la calle México 890/92 de esta Ciudad, en autos caratulados “Aguirre, Inés del Carmen y

otros s/ queja por recurso de inconstitucionalidad denegado en/ Aguirre, Inés del Carmen y

10otros s/ amparo”, Expte. TSJ Nº 15382/18 y su acumulado expte. N| 15430/18, nos presentamos y

respetuosamente decimos:

I.- OBJETO

I.1.- Que en legal tiempo y forma venimos a interponer el recurso extraordinario federal (arts.

14 y 15 de la Ley Nº 48 y 256 y ss. del CPCCN), contra la sentencia dictada por el Tribunal Superior

15de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (TSJ) el 19 de diciembre de 2018, mediante la

cual se decidió rechazar las quejas interpuestas por Inés del Carmen Aguirre, Alfredo Ontiveros

Aguirre y la Asesora General Tutelar contra la sentencia de la Cámara de Apelaciones en lo

Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de fecha 18 de

mayo de 2018, que denegó los recursos de inconstitucionalidad interpuesto oportunamente por los

20coactores contra el pronunciamiento de fondo de ese tribunal del 31 de julio de 2017.

En esa última resolución, se resolvió el caso a través de la adopción de una hermenéutica

contraria al enunciado expreso y literal de la norma contenida en el artículo 8º de la Ley local Nº

4036, arribando así a una conclusión irrazonable en autos, que desconoce la situación de

vulnerabilidad del grupo familiar actor que la propia sentencia afirma tutelar. De ese modo vulnera
el derecho a la vivienda adecuada, a la salud, a la dignidad de la persona y a la igualdad, cuestión

que determina la existencia de un caso federal como seguidamente se desarrollará extensamente.

En efecto, como será desarrollado infra, la sentencia de fondo, dictada por la Cámara CAyT

de la Ciudad en fecha 31 de julio de 2017 -confirmada ahora por el TSJ al rechazar la queja de la

5parte actora- dispuso por un lado la exclusión del coactor Alfredo Ontiveros Aguirre de los alcances

de la sentencia de amparo y por el otro, determinó la metodología de cálculo de la prestación

habitacional que el GCBA debe abonar a la coactora Inés del Carmen Aguirre y su hijo menor de

edad. En ella se resolvió que se me otorgue una prestación cuyo monto no es compatible con la

adecuada satisfacción del derecho a la vivienda, en virtud de la situación de vulnerabilidad en la que

10se encuentra el grupo familiar. Se obvió observar y aplicar la necesaria perspectiva de género al

sentenciar el caso, cuando aquello era ineludible en atención a la particular situación de violencia de

género sufrida por la coactora, como se relató en el escrito de demanda, a la luz de los instrumentos

internacionales mencionados en el párrafo precedente. Ese aspecto, incluso, se deriva de los artículos

10 y 38 de la CCABA. De este modo, la solución brindada judicialmente no resulta suficiente para

15costear una vivienda donde vivir, lo que se traducirá en que quedemos en inminente situación de

calle, como estuvimos al momento de interponer el presente amparo.

I.1.a.- Dicha sentencia contiene una aplicación arbitraria y una interpretación

inconstitucional del artículo 8 de la Ley local 4036, afectando de este modo el derecho de defensa, la

tutela judicial efectiva, el debido proceso, los principios de legalidad, razonabilidad y supremacía

20constitucional.

La errónea lectura llevada a cabo en relación con el artículo 8 de la Ley 4036, avalada por el

TSJ mediante la resolución del 19 de diciembre de 2018 que aquí se impugna, al relacionar la

canasta alimentaria con la prestación dineraria que recibirá el beneficiario, en lugar de referirla con

un requisito de los ingresos del beneficiario para acceder a dicha prestación, conforme lo establecido

25por la Legislatura en el texto la ley, provoca que en los hechos la tutela judicial sea insuficiente, ya
que se establece el monto del subsidio habitacional en base a una canasta alimentaria que resulta

inadecuada para cubrir el costo real y efectivo de un alquiler.

I.1.b.- Por otro lado, dispuso también, apartándose del marco constitucional vigente nacional

y local, a través de una sentencia autocontradictoria y violatoria del derecho de defensa en juicio,

5excluir de oficio al suscripto, Alfredo Ontiveros Aguirre, de los alcances de la acción de amparo que

favorecía a mi grupo familiar por entender que “las circunstancias personales (…) difieren de las

del resto de su grupo familiar, en tanto no se encuentra alcanzado por la situación de

vulnerabilidad social que exige el ordenamiento jurídico (…) dado que es una persona mayor de

edad…”, todo ello en clara y flagrante violación al derecho a la protección integral de la familia, a

10una vivienda digna, a la salud y a la igualdad, cuestión que claramente determina la existencia de un

genuino caso constitucional como seguidamente se desarrollará extensamente.

I.2.- La sentencia contra la que se deduce el presente remedio federal, que vino a confirmar

lo dispuesto por la Cámara de Apelaciones, debe ser revocada en lo que es concreta materia de

agravio por omitir considerar en la sentencia impugnada, la debida perspectiva de género, así como

15la protección de la familia otorgada también por los tratados internacionales en materia de derechos

humanos y el reconocimiento de los derechos sociales fundamentales como el derecho a la vivienda.

De esa manera, ha contrariado la recta inteligencia de los artículos 14 bis y 75, incisos 22 y

23, de la Constitución Nacional (CN) y de las normas internacionales sobre derechos humanos, entre

ellas básicamente los artículos 2, inciso 1 y 11 inciso 1 del Pacto Internacional de Derechos

20Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), el art. 23 del Pacto Internacional de Derechos Civiles

y Políticos que reconoce la protección de la familia por parte del Estado, la Convención para la

Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), la Convención

Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (“Convención de

Belem do Pará”) y los artículos 17, 20, y 31 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos

25Aires (CCABA) que reglamentan asimismo el derecho a la vivienda y a la salud, al resolver en


términos tales que retrogradan la condición de esta parte actora en el ejercicio del derecho

fundamental a la vivienda digna y adecuada y a la salud, de tal modo que debe ser calificada de

sentencia ‘regresiva’ en cuanto contraviene el principio de no retroceso social, en los términos del

pacto referido y la jurisprudencia de los órganos del sistema internacional sobre derechos humanos y

5la de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

La interpretación de la Ley local 4036 llevada a cabo, además de ser contraria a lo

establecido en los artículos 17 y 18 de la CCABA, y a los artículos 14 bis y 16 de la Constitución

Nacional, produce efectivamente un agravio de imposible reparación posterior, ante la imposibilidad

de abonar el costo mensual del alquiler del lugar en donde reside el grupo familiar.

10 II.- RECAUDOS DE ADMISIBILIDAD DEL RECURSO

II.1.- CASO FEDERAL

En autos la apertura de la vía extraordinaria de apelación se sustenta en las siguientes

cuestiones federales, además de lo que se expondrá en los agravios específicos:

i.- En primer término, en lo dispuesto en el inciso 3º del art. 14 de la ley 48, en tanto se

15encuentran controvertidos tanto el alcance como el contenido que corresponde asignar al derecho

constitucional a la vivienda digna, reconocido en el art. 14 bis de la Constitución Nacional y en los

arts. XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, 25 de la Declaración

Universal de Derecho Humanos y 11, incisos 1 y 2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos,

Sociales y Culturales, instrumentos internacionales que gozan de jerarquía constitucional (cf. art. 75,

20inc. 22, CN).

En efecto, al presentar la demanda de amparo, sustentamos nuestra pretensión en los términos

de los artículos 43 de la C.N. y 14 de la CCABA, a efectos de requerir la protección por hallarse

afectados derechos y garantías de rango constitucional, en particular el derecho a la vivienda, a la

salud y a la dignidad del grupo familiar, por no reconocerse el derecho a un techo donde alojarse

25todo el grupo familiar, al negársele a esta parte la inclusión en alguno de los programas
gubernamentales vigentes, a pesar de persistir la situación de emergencia habitacional, requiriendo

en consecuencia que se ordene al GCBA brindar “... una solución habitacional definitiva y

permanente que sea acorde con lo dispuesto en el bloque de constitucionalidad federal y local que

reconoce y tutela el acceso a una vivienda digna, segura y adecuada”. Se señaló particularmente

5que padecíamos un estado de extrema vulnerabilidad social por encontrarnos en inminente situación

de calle en los términos de la ley local 3706.

En el escrito de inicio se enfatizó que el derecho a una vivienda adecuada halla acogida en un

gran número de instrumentos de derechos humanos incorporados al bloque de constitucionalidad

federal a través del art. 75 inc. 22 CN, plexo de normas supranacionales que rige en la Ciudad

10Autónoma de Buenos Aires por imperio del artículo 10 de su texto constitucional, que en el caso de

nuestro país tienen jerarquía constitucional, entre ellos: Pacto Internacional de Derechos

Económicos, Sociales y Culturales (1966), párrafo 1 y 2 del artículo 11; Declaración Americana de

los Derechos y Deberes del Hombre (arts. I y XI); Declaración Universal de los Derechos Humanos

(art. 25); entre otros. Además, en el escrito de demanda se reiteró que dichos convenios

15internacionales en materia de derechos humanos constituyen el plexo normativo que sustenta el

derecho en materia habitacional, otorgando protección a través de las respectivas garantías,

particularmente en orden al derecho humano a una vivienda digna.

Ahora bien, el TSJ mediante una interpretación errónea e indebidamente restrictiva, por

cuanto postula una lectura que invierte la precedencia de las normas que rigen en la materia, al

20desplazar las normas y principios constitucionales subordinándolos a las leyes y reglamentos locales

a los que asigna un alcance sumamente limitado, desconociendo el verdadero alcance, contenido y la

naturaleza directamente operativa de los dispositivos constitucionales en los que se sustentó la

demanda de amparo, dictó una sentencia confirmando la emanada de la Cámara que hizo lugar a la

demanda de amparo promovida por el grupo familiar, pero que, por un lado excluyó de sus términos
al coactor, Alfredo Ontiveros Aguirre, dejándolo fuera de la protección legal y por el otro determinó

un límite al subsidio que el Gobierno demandado debe garantizar.

Lo cierto es que al rechazar la queja y dejar firme la sentencia de Cámara, el TSJ ha

desconocido palmariamente la situación de vulnerabilidad del grupo familiar, que nos sitúa como

5sujeto titular de derechos fundamentales, entre ellos el derecho a la vivienda adecuada y a la salud,

colocándonos nuevamente en riesgo cierto de situación de calle, ignorando las constancias agregadas

al expediente respecto a las situaciones de violencia de género sufrida por la coactora.

También omitió ponderar la colaboración –imprescindible- que presta a su madre el joven

Alfredo Ontiveros Aguirre, debido a los problemas de salud por los que atraviesa la Sra. Aguirre,

10limitando de ese modo el monto del subsidio habitacional que resulta insuficiente para garantizar la

asistencia habitacional.

Como se ha dicho en el respectivo recurso de inconstitucionalidad, soslaya los hechos de

violencia familiar, acreditados en la causa, sufridos por la actora de parte del Sr. Gabriel Ontiveros,

padre de sus hijos, brindando una solución parcial y limitada que se aparta del marco normativo

15aplicable. De ese modo vulnera el derecho a la vivienda adecuada, a la salud, a la dignidad de la

persona y a la igualdad, cuestión que determina la existencia de un caso federal y constitucional

como seguidamente se desarrollará extensamente. Al respecto, uno de los jueces que integraron la

disidencia en la causa “Gelabert”, refiere que no hay que perder de vista que el derecho que se

reclama, cuando existen situaciones de violencia de género, exige una especial atención por parte de

20los jueces y concluye que: “… La protección que garantizan los tratados internacionales, la CABA

y las leyes sobre la materia, tanto a la mujer víctima de violencia, como a sus hijos, también

víctimas de violencia (…), no solo imponen hacer cesar el acto de violencia puntual, el hecho, sino

que busca prevenir un acto futuro de violencia física o psíquica” (3° párrafo del pto. 2 del Voto del

Dr. Lozano en la causa “N. C. G. s/ queja por recurso de inconstitucionalidad denegado en: N.C. G.

25c/ GCBA y otros s/ amparo” Expte. nº 15406/18).


El resolutorio en crisis encuadra en el supuesto de la doctrina de arbitrariedad de sentencia,

dado que no puede ser considerado como una derivación razonada conforme a derecho en atención a

las constancias acreditadas en el caso. Se aparta, así, de la garantía de la tutela judicial efectiva y del

principio pro homine que rige en materia de derechos sociales básicos.

5 En suma, se encuentran reunidos todos los elementos que menciona el inciso 3º del artículo

14 de la Ley Nº 48, en tanto la sentencia dictada por el TSJ en la causa supone, por las

particularidades del caso, desconocer el derecho constitucional y supranacional a una vivienda digna,

a la salud y a la igualdad de una persona, habiendo fallado el Tribunal “contra la validez del [...]

derecho [...] que se funda en dicha cláusula y [es] materia de litigio”.

10 ii.- Sentencia dictada con motivo de la Queja por recurso de inconstitucionalidad

denegado de la coactora Inés del Carmen Aguirre.

En el voto conjunto de la mayoría integrada por los Magistrados Casás, Conde y Weinberg,

expresaron que “… se advierte que las manifestaciones allí esgrimidas – relativas a que la

prestación económica resulta insuficiente y que el método para su cálculo sería inadecuado-

15trasuntan únicamente su discrepancia con la solución brindada por los jueces de la Sala II…”

(punto 2), agregando que la Cámara había arribado a una sentencia que se apoyó en “… la

valoración de aspectos de hecho y prueba relativos a las situación del grupo familiar accionante y

en la interpretación de las normas vigentes al momento en que fue emitida, materia acerca de la

cual los jueces de mérito tienen, en principio, competencia privativa ...” (punto 3). El Dr. Lozano,

20por su parte, indicó que el argumento de esta parte “… no pasa de ser una propuesta de lege

ferenda. Por un lado, no cuestiona la validez de la ley nº 4036 sobre cuya base la Cámara apoyó su

sentencia. Por el otro, no se hace cargo de la doctrina sentada por el Tribunal…”, en el fallo

“KMP”. La Dra. Ruiz, en disidencia, se inclinó por postular hacer lugar al recurso de esta parte,

sosteniendo que “… la aplicación de la fórmula dispuesta por la Cámara implica, en los hechos, la

25reducción del subsidio habitacional a ser percibido…”, concluyendo que “… no cabe fijar para el
monto de la prestación objeto de la condenada dictada en autos otro límite que el que surge de la

total satisfacción del derecho de acceso a una vivienda adecuada, hasta el máximo de los recursos

disponibles.” (punto 3 de su voto).

iii.- Sentencia dictada en la Queja por recurso de inconstitucionalidad denegado del

5coactor Alfredo Ontiveros Aguirre.

En su voto conjunto, los jueces CONDE, WEINBERG y LOZANO afirmaron que la decisión

objetada se apoyó en la apreciación de los hechos de la causa y en la “...interpretación del derecho

infraconstitucional que entendió aplicable (la ley n° 4036), sin que el recurrente muestre que estas

consideraciones estén teñidas de arbitrariedad”. En tanto, el juez CASÁS, entendió que lo decidido

10por los magistrados de la causa “no importa abandonar de ahora en más al Sr. Ontiveros Aguirre a

su suerte sino tan solo respetar, en las circunstancias valoradas por los jueces de mérito, el diseño

de las políticas públicas efectuado por los poderes de gobierno que han tenido en cuenta la

disponibilidad de los bienes materiales —que, por definición, en tanto económicos, resultan escasos

—[...]” (pto. 5 de su voto).

15 Adviértase que en ningún caso se analizó la circunstancia de que el fallo violentó la

protección constitucional de la familia, al excluir arbitrariamente a uno de sus miembros -respecto de

quien su progenitora mantiene una obligación alimentaria- de la protección del amparo. Máxime

cuando tal exclusión resuelta por la Cámara resultó oficiosa por cuanto no formó parte de la

apelación del Gobierno demandado, lo cual torna, además, arbitrario el decisorio en crisis.

20 iv.-De ese modo el fallo, que resistimos por medio de este remedio federal, constituye una

sentencia regresiva, por cuanto incumple el compromiso de los estados partes del Pacto Internacional

de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de “adoptar medidas (…) especialmente

económicas y técnicas, hasta el máximo de los recursos de que disponga para, lograr

progresivamente, por todos los medios apropiados (…), la plena efectividad de los derechos aquí

25reconocidos” (art.2.1.PIDESC) y el previsto en el artículo 11.1 del mismo pacto, en cuanto los
Estados Partes “reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su

familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora continua de las

condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la

efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la cooperación

5internacional fundada en el libre consentimiento”. Es redundante señalar que la interpretación

correcta de ese compromiso, le otorga un alcance universal: “el derecho a una vivienda adecuada se

aplica a todos” (Observación General Nº 4 Comité DESC) y no admite ninguna clase de

discriminación.

Adviértase que el TSJ omite íntegramente el pto. 11 de la OG Nº 4, en el que puede leerse lo

10siguiente: “Los Estados partes deben otorgar la debida prioridad a los grupos desfavorecidos

concediéndoles una atención especial”. En ese sentido, el punto 13 de dicho documento señala que

debe prestarse una vigilancia especial a las personas y grupos de la sociedad que se encuentran en

una situación vulnerable y desventajosa en materia de vivienda, “…en particular las personas sin

hogar y sus familias, las alojadas inadecuadamente y las que no tienen acceso a instalaciones

15básicas, las que viven en asentamientos ilegales, las que están sujetas a desahucios forzosos y las

que tienen escasos ingresos”. Además la OG Nº 4 expresa que “Los Estados deben asumir

obligaciones apreciables destinadas a apoyar el derecho de todos a un lugar seguro para vivir en

paz y dignidad, incluso el acceso a la tierra como derecho”.

Marcando la pauta de la relevancia que la cuestión tiene, el Máximo Tribunal Federal ha

20indicado que “… durante esta última década la Corte ha debido responder a los reclamos de los

justiciables -basados en la constitucionalización de los derechos humanos (artículo 75, inciso 22)-

en orden a la satisfacción de necesidades sociales básicas insatisfechas. Así ha dictado

pronunciamientos dirigidos a (…) que se asegure el derecho a una vivienda digna (“Q. C., S. Y.”,

Fallos: 335:452)…” (CSJN, 20/08/2015, “Anadon, Tomás Salvador c/ Comisión Nacional de

25Comunicaciones s/ despido”, Expte. Nº 494/2013, considerando 12, Fallos: 338:724).


Como se verá más abajo, en autos se plantea un caso compatible con la línea de acción y

jurisprudencia sentada por la Corte Federal, en atención a la situación de este grupo familiar actor y

a la falta de ingresos suficientes para atender en debida forma las necesidades habitacionales de esta

parte.

5 v.- Los términos en que fue dictada la sentencia de la Cámara de Apelaciones CAyT de la

Ciudad -de fecha 31 de julio de 2017, confirmada por el TSJ en su decisión del 19 de diciembre de

2018- vulnera nuestro derecho humano a una vivienda digna. En efecto, la decisión recurrida

ocasiona un perjuicio actual, concreto e irreparable, ya que el monto del subsidio según la

metodología establecida no garantiza el acceso a una vivienda en condiciones dignas de

10habitabilidad y veda cualquier otra alternativa viable a efectos de revertir la situación de

vulnerabilidad en la que se encuentra este grupo familiar actor agravado por la exclusión –arbitraria-

de Alfredo de los alcances de la sentencia.

La decisión del a quo, por los alcances que en concreto tiene, deviene irrazonable al no

garantizar en forma adecuada el derecho a la vivienda del grupo familiar pese a que de los

15antecedentes tenidos en cuenta se estipula que el objetivo buscado era justamente ese. Así, no existe

proporcionalidad entre los fines perseguidos en la sentencia y los medios establecidos para llegar a

ellos.

De igual modo, surge claramente de las normas supranacionales aplicables que los Estados

deben garantizar, al menos, un umbral mínimo de efectivo goce de los derechos humanos

20reconocidos por el ordenamiento jurídico. En efecto, las autoridades estatales (incluidas,

obviamente, las de la Ciudad de Buenos Aires) se encuentran comprometidas internacionalmente a

respetar ese contenido mínimo de los derechos humanos. Según el Comité DESC este deber se

desvincula de la disponibilidad de recursos o de cualquier otro factor o dificultad, puesto que -de

otra forma- el PIDESC "carecería en gran medida de su razón de ser" (Observación General N° 3,

25párr. 10; Directrices de Maastricht, párr. 9 y 10). En la misma línea, los Principios de Limburgo
señalan la existencia de un deber de garantizar el respeto de derechos mínimos de subsistencia, así

como el de proporcionar servicios esenciales, sea cual fuere el nivel de desarrollo económico (párr.

25 y 28). Asimismo, se hace referencia a esta obligación con el calificativo de "inderogable",

señalándose también que un Estado "no puede nunca ni en ninguna circunstancia justificar su

5incumplimiento" (Observación General n° 14, cit., párr. 47).

De esta forma, ese contenido básico de todos los derechos da lugar a un derecho mínimo

absoluto, que se encuentra indisolublemente ligado a la salvaguardia de la propia existencia,

dignidad y libertad de la persona humana (CANÇADO TRINDADE, Antonio Augusto, "La

justiciabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales en el plano internacional", Revista

10Lecciones y Ensayos, Vol. 69/71, 1997-1998).

vi.- Asimismo, la sentencia ahora confirmada por el TSJ se opone a las prescripciones de los

artículos 14 bis, 16, 18, 28 de la Constitución Nacional y de los artículos 17 y 18 de la Constitución

de la Ciudad. De este modo, la interpretación efectuada de la Ley local 4036 es contraria al régimen

tuitivo al que deben tender las políticas sociales por imperativo constitucional. El artículo 17 de la

15Constitución de la CABA establece que “La Ciudad desarrolla políticas sociales para superar las

condiciones de pobreza y exclusión mediante recursos presupuestarios, técnicos y humanos...” y la

interpretación realizada por el a quo de la Ley 4036 contradice la expresa enunciación formulada por

el legislador fijando requisitos razonables para los beneficiarios de dichas políticas en el artículo 8.

Así, la lectura llevada a cabo por la Cámara y el TSJ resulta ser arbitraria al desvirtuar la intención

20del legislador y además disvaliosa e injusta por cuanto se constituye en un obstáculo al objetivo de

propender a la superación de las condiciones de pobreza y exclusión que aquejan al grupo familiar

actor.

No resulta acertado, entonces, lo expuesto por el Dr. Lozano en su voto en cuanto a que esta

parte no cuestionó la validez de la Ley local 4036. Dicha normativa puede no ser inconstitucional en
sí misma, pero sí lo es la particular interpretación dada por la Cámara de Apelaciones -convalidada

ahora por el a quo- en atención a las circunstancias del caso.

Es en base a estos agravios que se verifica la existencia de un caso federal pasible de ser

tratado por el Máximo Tribunal Federal. Dependerá del modo en que se interpreten las cláusulas

5constitucionales invocadas si la decisión judicial avalada por el TSJ es o no compatible con el texto

constitucional.

II.2.- EXISTENCIA DE UNA SENTENCIA DEFINITIVA

Cabe hacer notar que el pronunciamiento que se impugna reviste el carácter de "sentencia

definitiva" en los términos en que es exigido por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de

10la Nación.

En tal sentido, no es posible soslayar que, tal como se explicará con mayor detalle infra, a

través de la acción de amparo interpuesta, se requirió en la instancia jurisdiccional que se reconozca

y tutele de manera plena el derecho constitucional a todo el grupo familiar –que integramos como

madre e hijos- a una vivienda digna, a la salud y a la dignidad, todo ello a la luz del alcance y

15contenido que corresponde asignarles según las prescripciones de la Constitución Nacional, las

disposiciones contenidas en diversos tratados internacionales con jerarquía constitucional (en

especial, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales) y la interpretación

que de ellas ha efectuado la Corte Suprema de Justicia de la Nación en sus decisiones.

Así las cosas, es evidente que el Tribunal Superior de Justicia ha desconocido la sustancia del

20derecho a la vivienda que titulariza nuestro grupo familiar, cuando la Cámara excluye a Alfredo de

los alcance de la sentencia de amparo, violentando la protección constitucional a la familia,

desconociendo sustancialmente el derecho a la vivienda que titulariza el grupo familiar, arrojándolos

nuevamente a la calle, cuando se aplica un límite al subsidio habitacional reconocido al resto del

grupo familiar, desconociendo el derecho constitucional a la vivienda con el alcance y contenido que

25a éste se le ha asignado en el ámbito federal y supranacional, de acuerdo con la genuina


interpretación efectuada por los órganos de aplicación de los Tratados de Derechos Humanos y con

la profusa jurisprudencia del Máximo Tribunal Federal sobre la materia.

II.3.- RESOLUCIÓN DICTADA POR EL SUPERIOR TRIBUNAL DE LA CAUSA

El Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad constituye el superior tribunal de la causa a

5efectos de la interposición del recurso extraordinario federal.

II.4.- PRESENTACIÓN TEMPORÁNEA DEL RECURSO

Este recurso ha sido interpuesto dentro del plazo legal previsto en el artículo 257 del Código

Procesal Civil y Comercial de la Nación, por cuanto la notificación de la sentencia del TSJ fue

efectuada el 8 de febrero de 2019.

10 III.- PRINCIPALES ANTECEDENTES DEL CASO

III.1.- Conforme surge de las constancias de autos, en diciembre de 2015, los coactores Inés

del Carmen Aguirre, por mi propio derecho y en representación de mi hijo menor de edad, Harol

Ontiveros Aguirre y Alfredo Ontiveros Aguirre, por propio derecho, iniciamos la presente acción de

amparo en resguardo de los derechos a la vida, la salud y una vivienda digna del grupo familiar, todo

15ello en los términos de la normativa supranacional, nacional y local vigente.

En este marco, las particularidades de los antecedentes biográficos obligan a efectuar un

análisis circunstanciado de los hechos del caso y a valorar y aplicar el derecho vigente en forma

adecuada. Cabe destacar, en este sentido, que no contamos con redes efectivas de contención social

y/o familiar que puedan colaborar activamente para superar la situación en la que nos encontramos.

20 III.1.a.- Respecto de Inés del Carmen Aguirre: Soy una mujer sola, de 57 años de edad, que

he padecido episodios de violencia de género por parte del padre de mis hijos, me encuentro a cargo

de la crianza de ellos: Harol y Alfredo. Siempre he sufrido de inestabilidad habitacional.

Puntualmente a partir del año 2007, momento en el cual, luego de haber recibido una fuerte golpiza

por parte de mi expareja, logré hacer una denuncia por violencia familiar y me retiré del hogar

25conyugal y ante la imposibilidad de generar ingresos suficientes el grupo familiar hemos quedado
inmersos en situación de calle. Ello fue reconocido expresamente por la instancia de mérito al

ordenar a través de una medida cautelar al Gobierno de la Ciudad, que asegure de manera inmediata

el acceso a una vivienda digna.

Como quedó acreditado en el informe Socio Ambiental añejado en la causa, padezco de

5Artrosis de Columna e hipertensión arterial, lo que a partir del años 2014 mi salud se fue

deteriorando rápidamente, por lo que tuve que abandonar algunos trabajos que realizaba por el gran

dolor de columna que padezco motivo por lo cual mis ingresos se vieron disminuidos notablemente.

Pese a ello y más allá de mis dolencias, sólo puedo realizar algunas actividades informales

(changas), básicamente cuidar niños en casa de familias. Los magros ingresos que obtengo son

10insuficientes para dar cobertura a mi grupo familiar.

III.1.b.- Con relación al coactor Alfredo Ontiveros Aguirre, quien fuera excluido del alcance

de la sentencia de amparo, señalo que cuento solamente con mi madre (Inés del Carmen Aguirre) y

mi hermano (Harol), con quienes convivo. En mi caso, me encuentro excluido del mercado laboral

formal e informal por mi corta edad. El año pasado he terminado de cursar el nivel secundario pero

15debo rendir algunas materias para obtener mi título, no teniendo experiencia y antecedentes laborales

y profesionales. Pese a ello, he comenzado a trabajar realizando delivery en una casa de comida.

En consecuencia, es vital contar con el apoyo de mi madre y ella a su vez, con mi

colaboración.

III.2.- El 31 de octubre de 2016, el Sr. Juez de Primera Instancia hizo lugar a la acción de

20amparo y ordenó al demandado que “… asegure de manera inmediata el acceso a una vivienda

digna y adecuada a la parte actora (…) hasta tanto se demuestre que las circunstancias de

emergencia habitacional en la cual se encuentra han sido superadas.”.

Contra esa sentencia el GCBA interpuso un recurso de apelación.


El 31 de julio de 2017, la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso

Administrativo y Tributario de la Ciudad resolvió esa apelación en un doble sentido: (i) de oficio

(sin agravio de parte), excluyó al coacto Alfredo Ontiveros Aguirre de los alcance de la acción de

amparo oportunamente incoada por entender que no se encontraba en situación de vulnerabilidad;

5(ii) hizo parcialmente lugar a la apelación del Gobierno y modificó el alcance de la sentencia de

grado en relación con el resto del grupo familiar, brindando una cobertura limitada, soslayando los

hechos de violencia de género denunciado en la demanda. Allí, si bien entendió que estaba

acreditada de manera adecuada la situación de vulnerabilidad, estableció un método de cálculo del

subsidio habitacional basado en la canasta básica de alimentos, que no garantiza, en nuestro caso, en

10forma adecuada el derecho a la vivienda y la salud integral.

Respecto del monto del subsidio, los magistrados firmantes entendieron que el monto del

mismo debía ser determinado en primer lugar por el Decreto Nº 637/2016, es decir $ 4.000. Sin

perjuicio de ello, consideraron que también correspondía aplicar el artículo 8º de la Ley 4036.

En ese sentido, la Cámara de Apelaciones local interpretó que el monto que establece el

15artículo 8 de la ley 4036 está referido a las prestaciones económicas que efectúa la Administración,

cuando lo que allí dice, en realidad, está referido a los requisitos para el acceso contemplando los

ingresos por hogar dispuestos por la autoridad de aplicación a fin de reglamentar el subsidio, que en

ningún caso “podrá ser inferior a la Canasta Básica de alimentos...”. De este modo, al efectuar esta

interpretación errónea, termina estableciendo que la Canasta Básica de Alimentos será el monto

20máximo de la prestación social, cuando la Legislatura de la Ciudad pretendió establecer, de modo

general, que el Gobierno no podía excluir de la ayuda social a ninguna familia que tuviera ingresos

inferiores a dicha canasta.

Como se verá infra, esa interpretación termina desnaturalizando y subvirtiendo la normativa

destinada a atender a la protección de los derechos sociales a través de prestaciones económicas, ya


que convalida la asignación de subsidios habitacionales (por ejemplo, como en este caso) de acuerdo

con consumos calóricos, que nada tienen que ver con la necesidad que vendría a satisfacer, es decir

la vivienda. De acuerdo con esa metodología de cálculo, según la Canasta Básica de Alimentos, el

Gobierno no debe otorgar una suma según lo que se paga efectivamente de alquiler o de alguna

5manera vinculado con índices relacionados con el costo real de un alojamiento, conforme los precios

existentes en un mercado que el Estado no regula ni controla, sino un monto que depende del

consumo energético y calorífico de la familia.

En consecuencia, en el caso concreto el efecto jurídico de la sentencia consiste, lisa y

llanamente, en negar el derecho a la vivienda al grupo familiar excluyendo por un lado a Alfredo de

10la acción de amparo y por el otro otorga a la Sra. Aguirre un mero subsidio monetario, que a la

postre resulta totalmente inferior al real costo del alojamiento. Eso implica, en las particulares

circunstancias de autos, condenarnos a retornar a la situación de calle.

La falta de debida adecuación de la condena es patente y no responde al derecho que dice

formalmente proteger.

15 III.3.- Frente a la decisión de la Cámara de Apelaciones, los co-actores aquí firmantes

interpusimos sendos Recursos de Inconstitucionalidad, al entender que la sentencia –en ninguna de

las dos regulaciones efectuadas- garantizaba el efectivo goce de los derechos que el mismo

pronunciamiento judicial expresamente reconoce.

Dichos recursos de inconstitucionalidad fueron denegados por la Cámara de Apelaciones con

20fecha 18 de mayo de 2018, básicamente por considerar que no existían un caso constitucional ni un

supuesto de arbitrariedad de sentencia.

Ante ese rechazo se presentó el recurso de queja local en forma directa ante el TSJ. En dicha

presentación se rebatieron todos y cada uno de los argumentos brindados por la Cámara de

Apelaciones local, haciendo especial hincapié en la situación de vulnerabilidad del grupo familiar,
acreditado en la causa, en la normativa local, nacional y supranacional aplicable al caso, frente a las

especiales particularidades del sub judice.

El TSJ finalmente rechazó el recurso de queja el 19 de diciembre de 2018, lo que motiva la

presentación de este recurso extraordinario federal.

5 III.4.- La decisión del GCBA de interrumpir la prestación sin demostrar, al mismo tiempo,

que hubiésemos superado las causas que habían originado nuestra inclusión como beneficiarios,

violó la obligación constitucional de respetar el estándar del contenido mínimo de los derechos

económicos, sociales y culturales, afectando la confianza legítima que debe presidir la relación entre

el Estado –garante de los derechos humanos- y quienes, como nosotros, somos afectados en nuestros

10derechos a la salud, a la vida, a la dignidad, a un techo entre otros, contenidos en reglas jurídicas de

superior jerarquía.

Esta situación, tal como destacamos, importó un desconocimiento manifiesto del alcance del

principio de no regresividad y de aquellos principios rectores de interpretación en la materia, en

especial, el principio in dubio pro justitia socialis; concluyendo en que la conducta de la demandada

15se traducía en una violación de la obligación legal de respetar el estándar del contenido mínimo de

los derechos económicos, sociales y culturales.

IV.- AGRAVIOS

IV.1.- ARBITRARIA INTERPRETACIÓN DE LA DOCTRINA CONSTITUCIONAL.

LA VULNERABILIDAD DE LA PARTE ACTORA Y SU PERTENECIA A GRUPOS

20PRIORITARIOS

El derecho a la vivienda encuentra su fundamento en las Convenciones y Declaraciones que

poseen rango constitucional según el artículo 75 inc. 22 de la C.N. La Declaración Universal de

Derechos Humanos, la que en su artículo 25 reconoce el derecho de toda persona “a un nivel de vida

adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la

25alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”. En


igual sentido el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales que agrega el

compromiso de los Estados Partes de tomar medidas apropiadas para asegurar la efectividad de

dichos derechos. También la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en su

artículo XI reitera el reconocimiento del derecho de toda persona a la salud, la alimentación, el

5vestido, la vivienda y la asistencia médica.

El artículo 31 de la CCABA en tanto establece que la Ciudad reconoce el derecho a una

vivienda digna y a un hábitat adecuado, y para ello se obliga “a resolver progresivamente el déficit

habitacional, de infraestructura y servicios dando prioridad a las personas de los sectores de pobreza

crítica y con necesidades especiales de escasos recursos…”. Esa cláusula constitucional, ha sido

10definida por la misma Corte (caso “Q. C., S. Y.”, Fallos: 335:452) como una “norma jurídica

operativa con vocación de efectividad” e incluye una delimitación acerca de los destinatarios a

quienes se debería otorgar prioridad, a quienes distingue al menos en dos sectores diferenciados: uno

está constituido por las “personas de los sectores de pobreza crítica” y el otro lo integran las

“personas con necesidades especiales de escasos recursos”. Es muy importante distinguirlos, para

15no incurrir en una exégesis que restrinja y limite de manera inconstitucional el alcance de la

protección.

El máximo Tribunal de la Nación también ha destacado “que la primera característica de

esos derechos y deberes es que no son meras declaraciones sino normas jurídicas operativas con

vocación de efectividad”, correspondiendo entender ese carácter según expresa la CSJN en el fallo

20que se glosa, de manera que “la Constitución Nacional en cuanto norma jurídica reconoce derechos

humanos para que éstos resulten efectivos y no ilusorios, pues el llamado a reglamentarlos no

puede obrar con otra finalidad que no sea de darles todo el contenido que aquélla les asigne”.

De acuerdo al precedente “Quizberth Castro” es posible inducir que el Máximo Tribunal de

la Nación tuvo en mira al menos dos objetivos diferentes aunque complementarios. Por una parte, su

25labor consistió en delinear los criterios generales de protección del derecho social a la vivienda con
fundamento en el entramado normativo del sistema de derechos humanos y por otro lado, en

ejercicio de su función jurisdiccional aplicada al litigio sobre el que debía resolver, se propuso

“establecer el alcance de dichos preceptos en relación al caso” planteado en la causa referida.

En esa inteligencia, el Tribunal afirma en el Considerando 12 que “los derechos

5fundamentales que consagran obligaciones de hacer a cargo del Estado con operatividad derivada

están sujetos al control de razonabilidad por parte del Poder Judicial”. La razonabilidad se enlaza a

una teoría de la justicia afirma la Corte, como la que John Rawls describe en su obra, vinculando el

principio de igualdad democrática que implica desarrollar los derechos hasta el nivel más alto

compatible con su igual distribución entre todos los sujetos que conviven en una sociedad dada, con

10el de diferencia con finalidad tuitiva. Rawls plantea que el primer principio exige igualdad en la

repartición de derechos y deberes básicos, mientras que el segundo mantiene que las desigualdades

sociales y económicas, por ejemplo las desigualdades de riqueza y autoridad, sólo son justas si

producen beneficios compensadores para todos y, en particular, para los miembros menos

aventajados de la sociedad. Esta concepción de la justicia propugna un esquema en el que se anulen

15los accidentes de los dones naturales y las contingencias de las circunstancias sociales.

Se trata de una fórmula que en términos de los principios propios del sistema de derechos

humanos resulta compatible con el denominado “pro homine”, es decir aquel principio que obliga a

interpretar a los derechos humanos de modo tal que atienda a que cada persona pueda obtener la

mayor protección y por ende el máximo disfrute. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha

20sustentado sus decisiones en varias causas referidas a los derechos sociales, en este principio, por

cuanto “en el campo de los derechos humanos, asimismo, el principio pro homine, exige que

aquellos sean interpretados con la mayor amplitud que permita la norma que los reconozca, y

censura por ende, toda exégesis restrictiva (“Madorrán”, Fallos:330:1989,2004-2007)(…)” (la cita

se extrajo de la sentencia de la CSJN, “Ascua, Luis Ricardo c. SOMISA”, Fallos:333:136, 08-10-

252010).
No es posible ignorar que la situación de calle, a la que está expuesto el grupo familiar -ahora

desmembrado- con el criterio establecido por los jueces de Cámara, es en sí misma un umbral por

debajo del estándar consistente en el mínimo al que los Estados se hallan obligados a satisfacer, por

cuanto la misma repugna y contradice el reconocimiento mismo del derecho. Que esa condición de

5calle pone en riesgo la misma existencia humana de cualquier persona, no solamente de los

discapacitados o de los niños, de manera que si el Estado incumple las obligaciones que emanan del

bloque de constitucionalidad federal en materia de derechos humanos, y deja a quienes requirieron

su asistencia en ejercicio de sus derechos, nuevamente en la calle, incurre en un comportamiento

incompatible con los principios enunciados más arriba.

10 IV.2.- ARBITRARIA E IRRAZONABLE INTERPRETACION Y APLICACIÓN DE

LA NORMATIVA VIGENTE

IV.2.1.- La irrazonabilidad de la decisión adoptada en el caso concreto: Además de lo

ya expuesto, cabe destacar que si bien la sentencia de fondo reconoce, por un lado, el derecho de la

parte actora a cobrar el subsidio habitacional, el decisorio construye una fórmula en relación con la

15canasta básica de alimentos que no es adecuada y deviene en irrazonable. Y esto se produce en

virtud de que la mecánica diseñada en aquella carece de los fundamentos indispensables que

permitan considerar adecuada su aplicación en estos autos. La sentencia de Cámara no tuvo en

cuenta que la coactora, Inés del Carmen Aguirre, está alcanzada por la protección especial que se les

concede a las mujeres que sufren violencia de género.

20 En efecto, para el grupo familiar definido por Cámara -compuesto por una mujer adulta y

un joven menor de edad- teniendo presente la canasta alimentaria del INDEC para el mes de

diciembre de 2018, el cálculo arroja un monto de $ 6.666,34. Ese monto no es suficiente para hacer

frente al costo de una vivienda adecuada y digna para ese grupo familiar actor, en los términos

reconocidos por la normativa constitucional y supranacional. El subsidio en base a la canasta

25alimentaria no resulta adecuado, y desde ya, tampoco lo sería el de $ 4000 (Decreto Nº 637/16, al
cual la Cámara local inicialmente remite, considerando que “sería” razonable). Por otra parte la

sentencia atacada ignora la perspectiva de género que necesariamente debe estar presente en el

análisis de supuestos como el de autos, a contramano de la letra, sentido y espíritu de la normativa

supranacional, constitucional y legal —tanto nacional como local— que regula la cuestión, incluso

5dejando de lado la directriz que emana del artículo 38 de la CCABA en cuanto a que la “Ciudad

incorpora la perspectiva de género en el diseño y ejecución de sus políticas públicas”, principio

constitucional que también debe extenderse al Poder Judicial a la hora de resolver las causas

judiciales llevadas a su conocimiento.

También ignora las secuelas permanentes que provocan en una familia las situaciones de

10violencia doméstica. En efecto, una publicación efectuada por la Universidad de Murcia señala que

las investigaciones sobre distintos tipos de víctimas han demostrado claramente que la violencia

física, psicológica o sexual, ejercida sobre una persona, causa en ésta una serie de repercusiones

negativas a nivel físico y psicológico.

Por su parte, la Corte fue contundente al ratificar la función de control de la razonabilidad

15de los jueces en los casos llevados a su decisión, indicando que “La razonabilidad significa

entonces, que sin perjuicio de las decisiones políticas discrecionales, los poderes deben atender a

las garantías mínimas indispensables para que una persona sea considerada como tal en

situaciones de extrema vulnerabilidad”.

En esta inteligencia, la razonabilidad es opuesta a la arbitrariedad, siendo su última ratio

20asegurar el mayor grado de justicia en la aplicación de los derechos fundamentales. “Responde, a su

vez a un principio básico según el cual si la actividad de los poderes constituidos quedara

desvinculada de las reglas, principios y valores de la parte dogmática del texto constitucional, el

reconocimiento de los derechos se transforma en una mera declamación de carácter

programático” (CAYUSO, Susana, UNED, Revista de Derecho Político. El principio de igualdad.

25Problemas e interrogantes. El sistema constitucional argentino, pág. 372).


Tampoco podría razonablemente inferirse que si Alfredo Ontiveros Aguirre se halla en la

condición de la que adolece el grupo familiar actor, habrá de desconocerse su derecho a una vivienda

digna y excluirlo del grupo familiar al que pertenece, con afectación de los derechos constitucionales

vinculados a la protección de la familia y a una lectura constitucional de la normativa de las nuevas

5disposiciones de ese cuerpo legal respecto de los derechos y obligaciones en materia de alimentos.

Los jueces de Cámara concluyen que ante la falta de acreditación del coactor que pertenezca a un

grupo que pueda ser calificado como prioritario en los términos expuestos, no resulta posible

mantenerlo dentro de la protección del amparo con que cobija al resto del grupo familiar, pues “...no

puede desconocerse que dar satisfacción plena, absoluta y sin limitaciones a todo tipo de derechos

10económicos, sociales y culturales de parte de todos aquellos que, como en el caso, los reclaman a

las autoridades del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires constituye una utopía, hasta

la fecha malograda...” (pto. 5 del voto del juez Casás). En el voto conjunto de los Jueces Conde y

Lozano, se afirma que no se ha acreditado la existencia de una cuestión constitucional, en tanto no se

ha probado que la valoración hecha por los jueces de la causa respecto de la situación de

15vulnerabilidad del actor estuviere teñida de arbitrariedad.

Fácil resulta advertir que el TSJ al resolver que Alfredo Ontiveros Aguirre no pertenece a

un grupo de personas que se encuentre en situación de vulnerabilidad y que no integra un grupo que

pueda ser calificado como prioritario, ha omitido —apartándose de un criterio razonable— atender al

carácter universal de los derechos fundamentales como fuera largamente explicado más arriba, en el

20marco de las Declaraciones y Tratados sobre Derechos humanos, ya que su biografía lo ubica en la

condición de persona de escasos ingresos, formando parte de los grupos de la sociedad

desfavorecidos. Que por ello el artículo 31 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires estatuye

que corresponde dar “prioridad a las personas de los sectores de pobreza crítica [así como a

aquellas] con necesidades especiales de escasos recursos”. Asimismo el artículo 17 establece que

25“La Ciudad desarrolla políticas sociales coordinadas para superar las condiciones de pobreza y
exclusión mediante recursos presupuestarios, técnicos y humanos. Asiste a las personas con

necesidades básicas insatisfechas y promueve el acceso a los servicios públicos para los que tienen

menores posibilidades”.

IV.2.2.- Aplicar la metodología de la canasta básica de alimentos al derecho a la

5vivienda es inadecuado: En la sentencia de fondo cuestionada, a los fines de la definición del

monto del subsidio habitacional, se lo ata al índice de las canastas alimentarias, partiendo del

artículo 8º de la Ley 4036.

Sin embargo, la remisión a una “canasta alimentaria”, tal como se pretende en la sentencia

de fondo, de ninguna manera resulta un parámetro pertinente a los fines de concretar los criterios que

10hacen a la vivienda adecuada en tanto “… [c]omo han reconocido la Comisión de Asentamientos

Humanos y la Estrategia Mundial de Vivienda hasta el Año  2000 en su párrafo 5:  ‘el concepto de

‘vivienda adecuada’... significa disponer de un lugar donde poderse aislar si se desea, espacio

adecuado, seguridad adecuada, iluminación y ventilación adecuadas, una infraestructura básica

adecuada y una situación adecuada en relación con el trabajo y los servicios básicos, todo ello a

15un costo razonable’" (Comité DESC, Observación General 4, punto 7, de 1991). Resulta evidente

que los índices que dan cuenta del valor de una canasta de alimentos, mal podrían ser referidos a la

evaluación del efectivo cumplimiento de los parámetros a los que refiere el órgano internacional en

cita.

En vista del diseño que se delinea en la sentencia, parece necesario como primera medida

20resaltar que el presente proceso de amparo cuenta con un objeto preciso: su pretensión habitacional

se orienta a garantizar el derecho a una vivienda digna del grupo familiar actor. Desde esa

perspectiva luce evidente, a partir de un razonamiento que siga elementales parámetros de

coherencia, que los medios que se dispongan en orden a satisfacer el objeto procesal litigioso

deberán ser aquellos que resulten idóneos a fin de asegurar el derecho cuyo resguardo se ha

25demandado judicialmente; en el caso, como se apuntó y se reitera, el derecho a una vivienda digna.
Ahora bien, si en el presente caso lo que se demanda es el reconocimiento judicial de

nuestro derecho a la vivienda digna, nuevamente nos preguntamos: ¿resulta razonable, como se

pretende en la sentencia, recurrir a índices alimentarios para fijar concretamente la medida que

permitiría conforme a derecho satisfacer el estándar de “vivienda digna”? ¿Parece adecuado que

5ciertos índices que conforman una canasta básica de alimentos puedan dar cuenta de requerimientos

de carácter “habitacional”? Para concretar la cuestión dentro del contexto al que atiende la

sentencia, es dable advertir que la fuente de información del INDEC a la que remite la Cámara

expresa en uno de sus apartados lo siguiente: “La canasta básica alimentaria (CBA) se ha

determinado tomando en cuenta los requerimientos normativos kilocalóricos y proteicos

10imprescindibles para que un varón adulto, entre 30 y 60 años, de actividad moderada, cubra

durante un mes esas necesidades. Se seleccionaron los alimentos y las cantidades en función de

hábitos de consumo de la población…”. En razón de lo anterior se insiste, ¿cuál es la pertinencia que

aquellos parámetros habrían de tener a los fines de fundar la medida por medio de la cual

concretamente habrá de superarse la vulnerabilidad en la que se halla la parte actora y que se origina

15en una necesidad de carácter habitacional?

Es así, que no tiene mayor lógica el recurrir a la canasta alimentaria a fin de fijar el monto

del subsidio habitacional, donde lo que se requiere no es una dieta con determinada cantidad de

kilocalorías o proteínas, sino una vivienda, más o menos amplia, pero sin importar la utilidad

diferenciada que le podrían encontrar varones o mujeres, mayores o menores.

20 IV.2.3.- La interpretación de la Ley 4036 resulta inconstitucional: Si bien en la

sentencia de fondo recurrida se estableció que es la Ley 4036 la que debe regir el caso, claro está que

la interpretación de esta norma debe ser acorde a lo dispuesto en el artículo 17 y 18 de la

Constitución de la Ciudad a los que reglamenta. Sin embargo, la interpretación dada a esta norma

-convalidada ahora por el TSJ- no es acorde al sentido protectorio de las cláusulas constitucionales y

25por ello se producen las incongruencias relatadas en el acápite anterior.


El artículo 8 de la Ley 4036 establece que “El acceso a las prestaciones económicas de las

políticas sociales será establecido por la autoridad de aplicación, contemplando los ingresos por

hogar, de acuerdo a las circunstancias económicas, de emergencia y/o en función de la demanda

efectiva. En ningún caso podrá ser inferior a la Canasta Básica de alimentos establecida por el

5Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) o el organismo que en el futuro lo

reemplace”.

No cabe duda que si se habla del “acceso a las prestaciones económicas de las políticas

sociales”, debe interpretarse que se refiere a los requisitos que se fijan administrativamente para

recibir prestaciones económicas como los subsidios. Que en consecuencia “no podrá ser inferior a

10la Canasta Básica”, el monto del ingreso familiar que administrativamente se fije como requisito

para quienes se postulen para acceder a dichos beneficios. Ese es el requisito estipulado por el

legislador, tergiversarlo se configura en una medida irrazonable y por ende inconstitucional por

cuanto fija un tope a dichas prestaciones que no guarda coherencia con la materia que se mide,

cuantifica o cotiza.

15 El a quo entendió que se refiere a la prestación. La solución correcta es la contraria,

entender que se refiere a los requisitos de ingresos que fije la autoridad de aplicación.

En primer lugar, sabido es que la primera fuente de interpretación de una norma es el propio

texto de la ley. De este modo, puede observarse que no hay concordancia semántica entre el verbo

“podrá” y el pretendido sujeto “las prestaciones económicas”. De estar refiriéndose a ellas, debería

20ser “podrán”, en plural, y no en singular.

El verbo “podrá” podría estar refiriéndose al acceso a las prestaciones económicas que

será establecido por la autoridad de aplicación según los parámetros establecidos de ingresos por

hogar en función de la demanda efectiva. Es decir no podrá establecerse que las familias deben

tener ingresos máximos que sean inferiores a la Canasta Básica de Alimentos para poder acceder a

25las prestaciones económicas de las políticas sociales. Y esto tiene sentido y concordancia semántica:
ningún hogar cuyos ingresos alcancen el nivel de la Canasta Básica de Alimentos que fije el INDEC

puede ser excluido por la autoridad de aplicación de las prestaciones sociales en razón de superar

dicho requisito.

De este modo, el parámetro de la canasta básica debe aplicarse al requisito de ingresos que

5puede fijar la autoridad de aplicación para acceder a las prestaciones sociales. No se refiere, como se

interpretó en la sentencia, al monto máximo de las prestaciones.

No hay ambigüedad en la redacción, pero si alguna duda asaltara al juzgador e intérprete, el

sistema internacional de protección de los derechos humanos, provee la solución: la interpretación en

caso de duda debe ser la más beneficiosa para la extensión del derecho de la persona. Esto es lo que

10fija el principio pro homine del artículo 29 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, o

del artículo 5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Así, la Corte Interamericana

de Derechos Humanos ha identificado expresamente el principio pro homine como “principio de

interpretación extensiva de los derechos humanos y restrictiva de sus limitaciones” (Corte IDH,

O.C. 5/85). De este modo, este principio que obliga a interpretar a los derechos humanos de modo tal

15que atienda a que cada persona pueda obtener la mayor protección y por ende el máximo disfrute.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sustentado sus decisiones en varias causas

referidas a los derechos sociales, en este principio, por cuanto “en el campo de los derechos

humanos, asimismo, el principio pro homine, exige que aquellos sean interpretados con la mayor

amplitud que permita la norma que los reconozca, y censura por ende, toda exégesis restrictiva

20(“Madorran”,Fallos:330:1989,2004-2007), cuanto más que de acuerdo con reiterada y conocida

doctrina, el trabajador es sujeto de “preferente tutela constitucional” (“Vizzotti”,cit., pp 3689 y

3690; “Aquino”,cit., pp.3370 y 3797, y “Pérez c. Disco S.A.”,cit., pp 2054/2055)”. La cita

corresponde a la causa “Ascua” en la que declaró la inconstitucionalidad de los topes

indemnizatorios en materia de accidentes de trabajo (CSJN, “Ascua, Luis Ricardo c. SOMISA”,

25Fallos: 333:136, 08-10-2010).


Es por todo esto que no se puede concluir, como ocurrió en la sentencia impugnada, que la

canasta básica referida en el artículo 8 de la Ley 4036 se refiere a las prestaciones que otorga el

Estado, y debe entenderse que se está refiriendo al requisito de ingresos por hogar para acceder al

beneficio.

5 Así incluso lo ha explicitado el juez Lozano en su voto del caso “Almirón” (Expte. TSJ Nº

10665/14 “Ministerio Público Asesoría Tutelar ante la Cámara de Apelaciones en lo CAyT N° 1 de

la CABA s/ queja por recurso de inconstitucionalidad denegado en: Almirón, Lidia Esther c/ GCBA

y otros s/ amparo (art. 14 CCABA)”, sentencia del 15 de julio de 2015). En dicho caso, estaba en

discusión la admisión de una familia al programa del decreto 690/06, ya que la familia tenía algunos

10ingresos. Allí, al analizar cuáles pueden ser los requisitos de acceso a los programas sociales, dijo

que “A su turno, el art. 8 de la ley n° 4.036 (incluido, al igual que el art. 6 transcripto, bajo el título

“Definiciones”) fija algunas pautas relativas a las condiciones en que nace la asistencia del Estado

mediante prestaciones económicas” (considerando 3.3). Y luego afirmó que “Entonces, el art. 8,

mencionado, inviste a la autoridad de aplicación, primeramente, de potestad para establecer las

15condiciones bajo las cuales las personas en situación de vulnerabilidad pueden acceder a las

prestaciones económicas estipuladas; no libra, sin embargo, a su absoluto arbitrio aquella

determinación, pues el mismo art., in fine, impone una pauta de mínima.” (considerando 3.3. in

fine). Esta interpretación es la correcta y la que le da sentido constitucional a la norma.

Por el contrario, la interpretación y aplicación de Ley Nº 4036 que se realizó en esta causa

20es inconstitucional, y trae aparejados todos los problemas lógicos relatados en el acápite anterior,

puesto que desconoce que no tiene sentido calcular el consumo energético de una persona para

calcular cuánto requiere para cubrir su vivienda.

En otro sentido, respecto de la exclusión del Alfredo de la acción de amparo, en el voto de

los jueces Conde, Weinberg y Lozano, se afirma con relación a la inteligencia que cabe asignar a la

25situación de vulnerabilidad de la parte actora, que la decisión que cuestionamos “...se asentó en la
apreciación de los hechos de la causa (…) y en la interpretación del derecho infraconstitucional

que entendió aplicable (la ley n° 4036)...”. El texto de la ley no mereció agravio constitucional,

pero, por el contrario, rechazamos y resistimos la inconstitucional lectura efectuada por parte del

TSJ.

5 La interpretación que el TSJ convalida, en particular respecto de la ley 4036 que declara

proteger los derechos sociales de los ciudadanos de la CABA, entre los que se encuentra el derecho a

la vivienda, llevaría a su entender al reconocimiento de una clase de prestaciones, las prestaciones

económicas, como la que esta parte ha solicitado en la pretensión incoada en la demanda. En el voto

mencionado, se considera que la recurrente no ha demostrado que las consideraciones de la sentencia

10recurrida estuvieren teñidas de arbitrariedad, concluyendo que “Ello priva de relación directa a las

cláusulas de jerarquía constitucional invocadas…”. Por su parte el juez Casás (punto 4 de su voto)

estima que “no se ha logrado demostrar el desacierto extremo de la conclusión a la que arribaran

los jueces de la causa en punto a que el citado coactor no se encontraría dentro de los parámetros

establecidos en las normas vigentes para acceder al subsidio habitacional de marras...”.

15 La forma como el Tribunal ha tratado el caso, sin atender a su encuadre constitucional lo

confina a la interpretación de normas infraconstitucionales, a las que a su vez, lee alterando el mismo

texto a fin de que queden fuera del alcance de la protección de los Derechos Sociales las personas

pobres, la gente de la calle (homeless), los hombres y mujeres mayores sin calificación profesional

pertenecientes a sectores desfavorecidos en los términos de la observación General Nº 4 (Comité

20DESC).

Por su parte omite en todo momento referirse a la implicancia de la exclusión de un

miembro de un grupo familiar vulnerable, como es el presente caso y la consecuente vulneración del

derecho de protección a la familia. El análisis que se hace se centra como si Alfredo Ontiveros

Aguirre fuera una entidad social aislada, sin historia, descontextualizando la historia de vida,

25apartándola del grupo familiar al que pertenece.


En efecto, en esa inteligencia también omite considerar que el art. 8° de la Ley N° 4036

establece que el acceso a las prestaciones económicas será establecido contemplando los ingresos

por “hogar”, definido éste como el grupo de personas, parientes o no, que viven bajo un mismo

techo, compartiendo gastos de alimentación y sostenimiento del hogar (conf. Art. 9). El Sr.

5Ontiveros Aguirre, forma parte de ese hogar, y la evaluación de su vulnerabilidad, no debió

efectuarse en forma aislada sino en el marco del hogar que forma junto a su madre, como bien lo

señala el dictamen fiscal obrante a fs. 152/154.

En definitiva, esta decisión pretende escindir a la única familia con la que cuenta Alfredo,

vulnerando la letra del art. 14 bis de nuestra Constitución Nacional, que resguarda la protección

10integral de la familia, finalidad que no puede ser considerada aisladamente sino como parte de los

fines sociales que se propone un Estado de Derecho, y que se concatena con el derecho a la salud, a

la vivienda adecuada y a la educación. Esa desintegración del grupo familiar efectuada por la

Cámara de Apelaciones y avalada por el TSJ agrava, aún más, el cuadro de vulnerabilidad del grupo

familiar, máxime cuando no se sostiene en normativa alguna y su fundamento fue claramente

15dogmático y, por lo tanto arbitrario, tal como fuera debidamente desarrollado en el respectivo

recurso de inconstitucionalidad y la queja posterior. La Cámara, al excluir al hijo perjudica a todo el

grupo familiar ya que priva a uno de sus integrantes de la asistencia moral y material, perjudicando

directamente a la unión de la familia en cuanto tal.

IV.3.- AFECTACIÓN DEL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE PROTECCIÓN

20DE LA FAMILIA

i.- En el sub examine, para que se garantice el derecho a la vivienda digna es menester que

se incluya al coactor Alfredo Ontiveros Aguirre en los alcances tuitivos de la sentencia de amparo,

de la cual ha sido arbitrariamente excluido, sin fundamento fáctico ni jurídico alguno.

Recordemos por su parte que en el artículo 23 del Pacto Internacional de Derechos Civiles

25y Políticos, se reconoce que la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene
derecho a la protección del Estado. La protección de la familia y de sus miembros se garantiza

también, de forma directa o indirecta, en otras disposiciones del Pacto. De este modo, el artículo 17

estipula que la familia no será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales. Para cumplir de manera

eficaz la protección prevista en el artículo 23 del Pacto, es preciso que los Estados Parte adopten

5medidas de carácter legislativo, administrativo o de otro tipo, en los términos de la Observación

General Nº 19 del Comité DESC.

La situación de vulnerabilidad del grupo familiar no debe ser objeto de un análisis

individual de cada uno de sus integrantes (como el que plasmó el TSJ en su sentencia) sino en su

conjunto, integral, tomando en cuenta el contexto familiar en el que los jóvenes se encuentran

10insertos. La exclusión que dispone el Tribunal Superior no solo afecta los derechos de Alfredo en

tanto joven excluido, sino también del resto de los integrantes del grupo familiar en su conjunto, y en

particular los de la coactora, afectada por una enfermedad, a cuyo cuidado debe abocarse Alfredo.

Incluso así lo ha entendido el Máximo Tribunal local en los autos “Cantero Bobadilla,

Miguel Ángel Hernán s/ queja por recurso de inconstitucionalidad denegado en: Bobadilla Acosta,

15Norma y otros c/ GCBA s/ amparo (art. 14 CCABA)”, expte. TSJ N° 10.901/17, sent. del 15 de abril

de 2015: “…la decisión de rechazar el amparo en relación al joven Miguel Ángel exhibe un

descontextualizado análisis del caso en el que, dadas las particularidades del grupo familiar

demandante (…), la vulnerabilidad social del cuarto integrante del grupo familiar, el joven Miguel

Ángel, no podía ser medida aisladamente, sino teniendo en cuenta el contexto en que se encuentra

20inserto, y que abarca una dinámica familiar en la que el rol que ocupa –acompañar

permanentemente a su madre y su hermana, debido a las discapacidades que padecen– condiciona

su posibilidad de hacerse de medios para su independiente subsistencia. En otras palabras, las

circunstancias sociales y económicas en las que, no viene controvertido, se encuentra el recurrente,

muestran que se encuentra en ‘…dificultades para el ejercicio de sus derechos’ y, en tales

25condiciones, tiene derecho a ser asistido en los términos de la ley n° 4.036. Sentado lo anterior,
cabe señalar que el recurrente ha decidido ejercer el derecho reconocido en el punto anterior

conjuntamente con el grupo familiar del que forma parte, y no separadamente…” (punto 2 del voto

del juez LOZANO, el destacado nos pertenece).

ii.– Entre los artículos reformados por la Constitución sancionada en el año 1994 se halla el

5artículo 75 referido a las atribuciones del Congreso de la Nación. En el artículo citado, en el inciso

19 se enuncia un programa legislativo: “Sancionar leyes de organización y de base de la educación

que consoliden la unidad nacional respetando las particularidades provinciales y locales: que

aseguren la responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia y la sociedad, la

promoción de los valores democráticos y la igualdad de oportunidades y posibilidades sin

10discriminación alguna (…)”.

El propósito referido ha alcanzado un satisfactorio avance con la sanción del Código Civil y

Comercial de la Nación, tanto sea en la remisión al sistema de fuentes que incluyen expresamente a

la Constitución y a los tratados en materia de derechos humanos, como a la protección de los

derechos de los niños, niñas y adolescentes, abarcando su mayor autonomía y a la vez fortaleciendo

15el sistema de protección, evitando perjudiciales retrocesos.

En contraste con ese avance legislativo, cabe señalar que la única motivación que se

esgrimió en la sentencia de la Cámara, confirmada por la del TSJ, es que “… las circunstancias

personales del joven Alfredo Ontiveros Aguirre difieren de la del resto de su grupo familiar, en

tanto no se encuentra alcanzado por la situación de vulnerabilidad social que exige el ordenamiento

20jurídico descrito para conceder la prestación asistencial peticionada. Ello es así, dado que es una

persona mayor de edad (…), y que no consta que se encuentre aquejado por algún padecimiento

grave de salud, razón por la cual debe ser excluido de la sentencia…”. De lo expuesto se infiere que

para el Tribunal el estado de vulnerabilidad requiere, como elemento esencial para su configuración,

padecer algún problema grave de salud, circunstancia no exigida ni por la normativa vigente ni por

25la jurisprudencia ni por las circunstancias fácticas que caracterizan al universo de los vulnerables.
iii.– El Tribunal omite referirse a la obligación alimentaria de la madre respecto de sus hijos

y de las obligaciones de los hijos con relación a sus padres (lectura integral), circunstancias éstas que

sobrevuelan la presente situación. Como señalan los comentaristas del nuevo Código Civil y

Comercial de la Nación con relación al artículo 658 de ese cuerpo normativo “Sin lugar a dudas que

5la cuestión alimentaria es un tema de derechos humanos básicos. Los niños, niñas y adolescentes

son titulares de aquellos derechos generales como el derecho a llevar una vida digna o al pleno

desarrollo de la personalidad, pero además debido a su especial situación de vulnerabilidad, se les

reconoce el derecho a un plus de protección. De allí que la Convención de los Derechos del Niño

establezca pautas claras relacionadas con la especialidad en la protección de los derechos de

10niños, niñas y adolescentes, tales como: la prioridad de la consideración primordial de su superior

interés o el derecho a un nivel adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social

cuyo cumplimiento recae, primordialmente, en la familia dentro de sus posibilidades y medios

económicos, pero también sobre los Estados partes, al imponerles la obligación de adoptar todas

las medidas apropiadas para asegurar el pago de los alimentos de la madre u otras personas

15responsables, especialmente cuando vivan en Estados distintos ( arts. 3º,4º y 27 CDN). Se configura

así una obligación universal en la cual la cadena de responsabilidades no se limita a los

progenitores o familiares” (Código Civil y Comercial de la Nación Comentado, Tomo II, Libro

Segundo —Relaciones de Familia—, Julio 2015, Coordinadores Generales: María Paula Pontoriero,

Laura Pereiras, comentario al artículo 658 del CCyC de la Nación, www.infojus.gob.ar, pág. 508).

20 El comentario al artículo citado se complementa con el siguiente párrafo absolutamente

pertinente para el conflicto que este recurso extraordinario federal quiere exhibir de manera patente:

“[…] difícilmente se pueda lograr llevar adelante una vida digna y alcanzar el pleno desarrollo de

la personalidad, si se carece de los recursos básicos y necesarios para ello”. La cuestión se

relaciona, sin lugar a dudas, con el pleno disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales,
pues cuestiones estructurales exigen que el cumplimiento de determinados aspectos, como

educación, salud o vivienda sean responsabilidad directa del Estado.

Y como remate indispensable destacan que “siendo esencialmente una cuestión de

derechos humanos la interpretación de las normas referidas a esta obligación primaria —pero no

5únicamente— de los progenitores, requiere en forma indispensable tener en cuenta tanto las pautas

interpretativas impuestas por el art. 2º CCyC de la Nación, que exige interpretar la ley conforme a

las disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, los principios y los valores

jurídicos de modo coherente, como del sistema de fuentes establecido en el Art. 1º CCyC, ya que

Argentina es parte, o sea ‘conforme a la Constitución Nacional y los tratados de derechos humanos

10en los que la República sea parte’”.

iv.– En ese orden de ideas es insoslayable mencionar que el artículo 17 de la Convención

Americana sobre Derechos Humanos se titula Protección a la Familia como elemento natural y

fundamental de la sociedad y debe ser protegida por la sociedad y el Estado.

A su vez el artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y

15Culturales establece que los Estados partes en el Pacto reconocen que “Se debe conceder a la

familia, que es el elemento natural y fundamental de la sociedad, la más amplia protección y

asistencia posibles, especialmente para su constitución y mientras sea responsable del cuidado y la

educación de los hijos a su cargo”, debiéndose adoptar medidas especiales de protección y

asistencia en favor de todos los niños y adolescentes.

20 ¿Qué duda cabe que las normas del Código Civil y Comercial de la Nación propenden a la

protección de los jóvenes que si bien se han beneficiado con mayor capacidad y autonomía requieren

todavía de medidas que fomenten el desarrollo progresivo de esas facultades, cuando estudian a

efectos de capacitarse? Más aun cuando como en el caso, Alfredo es un pilar fundamental de

cuidado y acompañamiento de su madre, quien padece, entre otras enfermedades, de Artrosis de


Columna, siendo este un proceso degenerativo progresivo e irreversible del cartílago articular que

genera dolor, rigidez y limita la movilidad.

v.- Queda claro de esta manera que el principio de no regresividad en el reconocimiento de

los derechos impide que al disminuir la edad para acceder a la mayoría de edad se prive a ese grupo

5etario de los beneficios de los que gozaba. Es así que la misma ley 26.579 disminuyó la edad en la

cual se adquiere la plena capacidad fijándola en los 18 años —mismo criterio que el art. 25 CCyC—

pero mantuvo la obligación alimentaria hasta los 21 años, a menos que el hijo mayor cuente con

recursos suficientes para procurarse los alimentos por sí mismo, circunstancia que no puede

predicarse respecto de Alfredo Ontiveros Aguirre.

10 IV.4.– AFECTACIÓN DE LA GARANTÍA DE IGUALDAD Y NO

DISCRIMINACIÓN

La exclusión que convalida el TSJ, tal como ha sido dispuesta por la Cámara, por el solo

hecho de haber cumplido la mayoría de edad y no tener graves problemas de salud, resulta

discriminatoria frente a la protección que el sistema jurídico reconoce a los jóvenes de la misma

15edad que el actor (21 años), pero pertenecientes a sectores sociales con mayores recursos, todo ello

además de no desprenderse de la ley que la Cámara invoca para sustentar esa exclusión, es decir la

Ley Nº 4036.

En efecto, realizando un escrutinio estricto sobre la cuestión igualitaria que se plantea,

resulta injustificado e inconstitucional que una persona que pertenece a un grupo vulnerable, es decir

20a un grupo de personas que históricamente han sido discriminadas, sea excluido —en igualdad de

circunstancias— de un derecho que le es reconocido a personas pertenecientes a otros grupos

sociales más aventajados.

Adviértase que la Ley Nº 23.660 al enumerar al grupo familiar del trabajador en relación de

dependencia que tiene derecho a recibir las prestaciones de la obra social, incluye a los hijos solteros

25hasta los 21 años e incluso lo extiende hasta los 25 años si cursan estudios regulares, como el caso de
Alfredo que está en la etapa final de sus estudios secundarios. Lo anterior implica que esas normas,

que regulan beneficios para los trabajadores del mercado formal, tienen en cuenta no sólo que los

hijos mayores de edad integran el grupo familiar que conforman con sus padres sino que se

encuentran a cargo de ellos. Así no se explica cuál sería la razón jurídica valedera para que los hijos

5de los hogares pobres deban emanciparse económicamente varios años antes que los hijos de los

trabajadores insertos en los sectores formales de la economía. De este modo se vulnera no solo la

igualdad formal (igualdad ante la ley), sino la igualdad material, al promover una restricción mayor

que al resto de la sociedad, respecto de una persona que integra un grupo desaventajado, como en el

caso. Esta intensidad de restricción a la igualdad con relación al coactor implica evidentemente un

10trato desigualitario sin ningún tipo de razón de peso que lo justifique, tornando la decisión en crisis

en arbitraria e inconstitucional.

Además, como lo hicimos notar con anterioridad, no pueden obviarse las prescripciones del

nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (CCCN) en materia de obligaciones alimentarias,

dado que también marcan una pauta respecto de las relaciones de familia.

15 En efecto, como es sabido, la obligación de alimentos que pesa sobre los padres en relación

con sus hijos abarca lo necesario para satisfacer sus necesidades de manutención, educación,

vestimenta y también habitación, entre otras. El artículo 658 del código de fondo establece que “la

obligación de prestar alimentos a los hijos se extiende hasta los veintiún años, excepto que el

obligado acredite que el hijo mayor de edad cuenta con recursos suficientes para proveérselos por

20sí mismo”. Por su parte el art. 663 establece, con relación al hijo mayor que se capacite, que la

obligación de los progenitores de proveer recursos subsiste hasta la edad de veinticinco años cuando

la prosecución de estudios o preparación profesional de un arte u oficio, le impide proveerse de

medios necesarios para sostenerse independientemente, como en el caso que nos ocupa.

Es decir que más allá de la mayoría de edad a los 18 años, pauta seguida para excluir a

25Alfredo Ontiveros Aguirre del amparo, la obligación de alimentos por parte de los padres (en el caso
de la madre), entre ellos habitación, se extiende hasta los 21 años, y en el caso de que curse estudios

hasta los 25. La excepción allí prevista claramente está presente, también, en el caso. Es que aunque

los mayores de 18 años tengan capacidad jurídica plena, la ley mantiene la protección alimentaria, al

advertir que hay una realidad social que evidencia que los jóvenes a esa edad todavía estudian y no

5se encuentran preparados para acceder al mercado laboral. A su vez, como correlato, entre los

deberes de los hijos está el de prestar colaboración teniendo en cuenta la edad y desarrollo de cada

hijo, en todas las circunstancias de la vida en que esa ayuda sea necesaria.

De lo anterior se colige que mientras la normativa de fondo contempla la obligación de los

padres de brindar habitación a sus hijos, como mínimo hasta los 21 años, la Cámara de Apelaciones

10mediante un fallo convalidado por el TSJ —que ni siquiera analiza las circunstancias señaladas, de

obligatoria consideración al tratarse de cuestiones de derecho— excluye a Alejandro Ontiveros

Aguirre de la protección del hogar reconocido al grupo familiar que integra por el sólo hecho de

tener más de 18 años. Al mismo tiempo, mal podría cumplir con sus deberes de colaboración hacia

su madre si el resultado de este proceso es excluirlo de aquella cobertura; máxime teniendo en

15cuenta su actual situación de carencia de recursos, sin tener presente a esos efectos la necesaria

colaboración entre ellos.

En suma, también, el concepto de vulnerabilidad —a nuestro criterio sesgado— que forma

la sentencia en crisis se aparta de las expresas previsiones de las 100 Reglas de Brasilia, que en su

Sección 2ª, 1.- (3) indica que “Se consideran en condiciones de vulnerabilidad aquellas personas

20que por razón de su edad, género, estado físico o mental o por circunstancias sociales, económicas,

étnicas y/o culturales, encuentran especiales dificultades para ejercitar con plenitud ante el sistema

de justicia los derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico”. Por último el texto de las 100

Reglas de Brasilia señala que “la concreta determinación de las personas en condición de

vulnerabilidad en cada país dependerá de sus características específicas, o incluso de su nivel de

25desarrollo económico y social”.


IV.5.- LA SENTENCIA AFECTA EL DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL

EFECTIVA.

Poco se garantiza el derecho a la protección judicial si la solución se limita a excluir a un

integrante del grupo familiar, al coactor Alfredo Ontiveros Aguirre, y establecer que se otorgue un

5mero subsidio habitacional, a la coactora Inés del Carmen Aguirre, que no tiene presente la realidad

y la dinámica propia de los sectores vulnerables, poniendo a esta parte actora prácticamente en

situación de calle ante la amenaza cierta de tener que dejar el alojamiento en donde habitamos por la

imposibilidad de afrontar su costo mensual ante la insuficiencia de los montos otorgados, máxime

frente a la presencia de menores y la imposibilidad de generar recursos propios adicionales.

10 De esa manera la resolución atacada pone en riesgo los derechos a la vivienda, a la salud

integral y a la protección de la familia, tutelados por las normas constitucionales nacionales y

locales, así como por los tratados elevados a jerarquía constitucional del art. 75 inc. 22 de la norma

nacional.

Es que, ante una petición concreta que permitiría la satisfacción de los derechos

15fundamentales a la salud y vivienda, en cumplimiento del criterio de progresividad establecido en el

artículo 31 de la Constitución local, y en la Observación General Nº 4 del Comité de Derechos

Económicos, Sociales y Culturales, la sentencia atacada optó por confirmar un criterio regresivo. Por

un lado, excluye al hijo mayor de la sentencia de amparo y por el otro, la asistencia se limita al mero

pago de un subsidio, siempre limitado en cuanto a su monto, que tiene como consecuencia para la

20parte actora la imposibilidad de pagar el costo de una mínima vivienda, con riesgo de situación de

calle como al empezar la presente acción de amparo. En suma, se tornará superfluo el extenso

proceso por el que ha tramitado esta acción, al poner a la parte actora en una peor condición que

ostentaba a su inicio, pese a haber obtenido sentencia parcialmente favorable. Esto hará que la tutela

no sea adecuada y que implique una notoria regresividad.


En este sentido, tal como ha dicho la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos,

las garantías judiciales receptan también como principio el de la “efectividad” de las medidas y vías

con que se cuenta para llevar a cabo la tutela jurisdiccional: “…La Comisión, sin embargo, entiende

que el derecho a la tutela judicial efectiva prevista en el art. 25 no se agota en el libre acceso y

5desarrollo del recurso judicial. Es necesario que el órgano interviniente produzca una conclusión

razonada sobre los méritos del reclamo, que establezca la procedencia o improcedencia de la

pretensión jurídica que, precisamente, da origen al recurso judicial. Es más, la decisión final es el

fundamento y el objeto final del derecho al recurso judicial reconocido por la Convención

Americana en el artículo 25, que estará también revestido por indispensables garantías individuales

10y obligaciones estatales (artículos 8 y 1.1) (...) El reclamante acude al órgano judicial alegando la

realidad de una violación de sus derechos, y el órgano en cuestión, tras un procedimiento de prueba

y de debate sobre esa alegación, debe obligatoriamente decidir si el reclamo es fundado o

infundado. De lo contrario, el recurso judicial devendría inconcluso.” (conf. Comisión

Interamericana de Derechos Humanos; Informe N° 30/97, de fecha 30 de septiembre de 1997. Caso

15N° 10.087, Argentina). Esto es lo que sucedió en el caso. Al hacer eso, vulneró también el derecho a

la tutela judicial efectiva de la parte actora.

V.- RESERVA DE LA JURISDICCION SUPRANACIONAL

Para el hipotético caso de no ser admitido el recurso extraordinario federal, se formula la

reserva de acudir oportunamente a la jurisdicción supranacional –art. 44 y ss. de la Convención

20Americana sobre Derechos Humanos– en virtud de la índole de los principios y derechos

fundamentales cuya violación se atribuye a la sentencia dictada por el Tribunal Superior de Justicia

de la Ciudad Autónoma de Buenos que ha negado el derecho a la dignidad, la salud y a una vivienda

digna de la parte actora, provocando, además, la afectación de la garantía defensa y a una tutela

judicial efectiva.

25
VI.- AUTORIZACIONES

Se autoriza a los Dres. Juan S. Pasquier (D.N.I. 23.865.215), Patricio Estévez Gallego (D.N.I.

Nº 18.821.875), Nancy E. Echeverría (D.N.I. Nº 12.544.724), Lilia Goday (D.N.I. Nº 10.827.966),

Nicolás Krom (D.N.I. 27.183.851), Mario Vidal (D.N.I. 18.432.864), Tomás Arceo (D.N.I. Nº

528.077.605) y/o Ana Laura Vicentini (D.N.I. 32.361.926) a consultar el expediente, notificarse, y

realizar todo acto tendiente a su impulso.

VII.- PETITORIO

Por todo lo expuesto respetuosamente solicitamos:

1.- Al Tribunal Superior de Justicia: a) Se nos tenga por presentados, por constituido el

10domicilio y por interpuesto en legal tiempo y forma el presente recurso extraordinario federal; b) se

sustancie el recurso interpuesto y, en su oportunidad, lo declare admisible;

2.- A la Corte Suprema de Justicia de la Nación: Se haga lugar al remedio intentado en

cuanto ha sido estricta materia de agravio y, en su mérito, se revoque la sentencia del TSJ de fecha

19 de diciembre de 2018, que por una parte incluya al coactor Alfredo Ontiveros Aguirre en los

15alcances del amparo y por la otra se haga lugar en forma íntegra al amparo impetrado en protección

del derecho a la vivienda digna y salud del grupo familiar actor.

3.- Se tengan presentes las autorizaciones conferidas y la reserva formulada en cuanto a la

jurisdicción supranacional.

PROVEER DE CONFORMIDAD,

20 SERÁ JUSTICIA.-

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