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El enfoque socio-cultural: base del multiculturalismo y la educación intercultural.

Milagros altarejos Martínez.


Dpto. Educación. Edificio de Bibliotecas.
Universidad de Navarra.
E-mail: maltarej@alumni.unav.es

Resumen
El estudio de las concepciones antropológicas subyacentes al movimiento del
multiculturalismo y la educación intercultural, supone dar una base que puede ayudar a
entender qué es lo que se está haciendo y por qué desde los modelos de atención a la
diversidad cultural actuales. Ello nos permite ver que los enfoques predominantes a la
hora de enfocar esta cuestión son el sociológico y el culturalista que analizan la realidad
y dan un tratamiento a la diversidad cultural de manera un tanto reduccionista y así, la
acción educativa llevada a cabo resulta insuficiente. Por este motivo se propone un
enfoque distinto que centre su atención, más que en las culturas, en la persona concreta
como sujeto de la educación.
Abstract
The study of anthropological conceptions underlying the multicultularism
movement and intercultural education, means to give a basement which can help to
understand what is being done and why, from the attention patterns to cultural diversity
nowadays. It allows us to see that prevalent focalizations for this subject are
sociological and culturalist; these focalizations analyse and treat the cultural diversity in
quite a reductionist way, so the developed educational action happens to be insufficient.
This is the reason why a different focalization, which focuses its attention, is proposed,
more in the precise person as educational subject, than in the cultures.

Introducción
Podemos decir sin lugar a dudas, que lo que hoy se ha dado en llamar
multiculturalismo no es algo tan nuevo como ciertos sectores de la sociedad pretenden.
Cierto es que el interés por estos temas ha alcanzado su punto álgido en nuestro tiempo,
y eso es debido sobre todo a las migraciones internacionales actuales. No es que hasta
ahora no haya habido grandes desplazamientos de personas porque “migrar, dejar el
territorio natal para residir temporal o permanente en otro, forma parte del
comportamiento natural de las sociedades humanas”1 y es algo que siempre ha existido.
Hoy más que nunca es importante tener en cuenta que nos resultaría sumamente difícil
hablar de una cultura o de un pueblo totalmente puro, cuya historia no contara con
elementos de otras culturas; el hecho de que pueblos diversos hayan convivido en un
mismo espacio se ha dado siempre, y el pluralismo cultural tan en boga actualmente,
“no es un asunto de hoy; su mayor actualidad proviene de la mayor intensidad de su
percepción”2 y como ya se ha dicho, a causa de los movimientos migratorios que están
teniendo lugar en la actualidad, que ponen de manifiesto y de manera indiscutible la
diversidad cultural del hombre.
En torno a esta cualidad propiamente humana, se han ido creando a lo largo del
tiempo una serie de teorías, de modelos y de programas en educación que han tratado de
dar respuesta a las necesidades e interrogantes que plantea la diversidad cultural en
occidente. Dichas teorías, modelos y programas de educación multicultural e
intercultural no son sino una aplicación de los modelos de acción social y de
organización política de una sociedad, lo que nos lleva a afirmar que la diversidad
cultural en occidente se plantea primero como un problema social y político, y
posteriormente se plantean los modelos de atención a la diversidad desde la educación
en base a los principios de acción social y de ordenación política de la sociedad. Esta
cuestión, creemos que merece ser tenida en cuenta para tratar de entender mejor qué es
lo que se ha pretendido desde cada modelo de educación multicultural y por qué. Por
otra parte, para comprender mejor las concepciones sobre la cultura que se esconden
detrás de cada modelo y enfoque, es importante volver la mirada a las teorías
antropológicas que los sustentan, ya que no es indiferente la idea que se tenga acerca del
hombre y de la cultura a la hora de crear un modelo de actuación educativa y llevarlo a
la práctica.
Principales corrientes o teorías antropológicas acerca de la cultura
El estudio de las principales teorías antropológicas sobre la cultura da una mayor
comprensión de cómo se afronta y se considera el fenómeno multicultural de hoy, y por
eso vamos a describir, aunque sea de manera superficial, lo más destacado de dichas
corrientes y de las teorías sobre la cultura que defiende cada una de ellas.
Posteriormente, trataremos de exponer las consecuencias que tiene la aplicación de
dichas teorías antropológicas sobre la cultura en el ámbito de la educación intercultural.

1
Besalú Costa, X. (2002: 15).
2
Altarejos, F., Rodríguez, A., Fontradona, J. (2003: 149).
Las teorías antropológicas principales sobre la cultura, se insertan dentro del
marco de las corrientes antropológicas nacidas a raíz de la instauración de esta
disciplina como ciencia moderna en el siglo XIX3. Esta disciplina nace ligada a la idea
de evolución, y es en torno a esta idea que se va a crear la primera corriente de
pensamiento en antropología. Esta idea marcará después el desarrollo teórico de esta
disciplina, dando lugar a varias corrientes que nacen de la oposición a los principios
evolucionistas que se aplicaron a la cultura, propios de los primeros antropólogos.
La primera corriente surgida es el evolucionismo, que a finales del siglo XIX
parece triunfar en toda regla4. La aportación de Morgan a la teoría antropológica es el
llamado enfoque materialista de la evolución y de la sociedad según el cual, la
evolución de las sociedades se basa en la tecnología y en la economía; para este autor
las sociedades humanas han ido por caminos prácticamente iguales en el camino hacia
el progreso. El otro autor relevante en el evolucionismo y que ha tenido mucha
influencia hasta finales del siglo en lo que se refiere a la teoría de la cultura es Tylor,
considerado el padre de la antropología británica. Es el primero que da una definición
de cultura que se asemeja al concepto moderno y aunque en su momento no tuvo mucho
impacto, a día de hoy es la definición más citada por los autores que dedican un espacio
en su estudio al tema de la cultura. Dicha definición se encuentra en su obra maestra
Primitive Culture y dice así:
“Culture o Civilization, taken in its wide ethnographic sense, is that complex whole
which includes knowledge, belief, art, morals, law, custom and any other capabilities and
habits acquired by man as a member of society”5.

Tylor cree en la evolución unilineal, esto es, según él, la principal tendencia de la
cultura desde el origen a los tiempos modernos ha sido ir del salvajismo a la
civilización6. Sin embargo para este autor la evolución de la cultura y de la sociedad

3
El establecimiento de la antropología en general y de la antropología social y/o cultural en
particular, como ciencia moderna en el siglo XIX, no quiere decir que antes no hubiera una
antropología en el pensamiento de occidente; autores como San Martín afirman que ha de
superarse el error de establecer la aparición de la antropología social y cultural en el siglo XIX.
San Martín, J. (1992: 15).
4
Gómez Pérez, R. (2001).
5
Tylor, E. B. (1958: 1).
“La cultura o civilización, tomada en su más amplio sentido etnográfico, es ese gran complejo
que incluye conocimientos, creencias, arte, conductas, leyes, costumbres y otras capacidades y
hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad”.
6
Tylor E. B. En Kahn, J. S. (Ed.) (1975: 43).
tiene un carácter marcadamente cognitivo ya que para él se mide en la “progresiva
intelectualización” de la humanidad7.
Concluyendo destacamos del evolucionismo lo siguiente: creencia en la unidad
psíquica del hombre; la evolución es lineal, progresiva y acumulativa; la cultura se
desarrolla en etapas que todos los pueblos tienen que pasar antes o después; la cultura es
algo que aprendemos pero que está determinada por causas naturales.
Las críticas hechas al evolucionismo supusieron el nacimiento de nuevas
corrientes como el difusionismo y el particularismo histórico. La idea de que la realidad
cultural es muy compleja, unida a la idea de que la historia de cada pueblo se ha
moldeado también gracias a aportaciones externas es la base del nacimiento de la
escuela difusionista, que nace en Europa y que al trasladarse a Estados Unidos adquiere
ciertas peculiaridades que dan lugar al particularismo histórico.
La tesis de estas escuelas es que la historia es un factor esencial en la formación
de la cultura de los pueblos e igualmente los procesos de difusión, de invención y de
creación. Por eso la historia cultural pasa a un primer plano en la antropología
americana de principios de siglo y lo que se va a tratar de hacer es agrupar y distinguir
los numerosos rasgos culturales que caracterizan a cada cultura y averiguar de dónde
provienen, las relaciones que hay entre ellos, etc. Boas es el máximo representante de
esta escuela en Estados Unidos y el precursor del relativismo cultural8, tan en boga
actualmente en las sociedades multiculturales. Este autor cree que cada cultura ha
seguido un camino particular y para entenderla hay que estudiarla por separado y dentro
de su contexto, rechaza por tanto la idea de una cultura general o global.
Algunos autores de esta escuela, como Kroeber, apuestan por una idea de la
cultura como algo mental, como una abstracción de la mente, distinguen lo social de lo
vital y afirman que lo que se trasmite en la cultura por difusión son las ideas. Otros sin

7
Aguirre Baztán, A. (Ed.) (1993). Es fácil comprobar cómo esta idea de Tylor ha llegado hasta
nuestros días pues una de las ideas propias de la sociedad occidental, errónea por otra parte, es
creer que son más avanzadas aquellas culturas que poseen un corpus de conocimientos
científicos sólido, de modo que en el ámbito de la educación al tratar con alumnos que poseen
otro tipo de conocimientos o no poseen los que occidente considera esenciales, se achaca al
hecho de que provienen de culturas menos dotadas o atrasadas, cuando no tiene por qué ser así.
La idea que se tenga del “progreso” resulta esencial a la hora de tratar de manera más adecuada
la diversidad cultural en la escuela y es uno de los conceptos que consideramos que necesitan
una revisión urgente porque ¿el progreso sólo significa adelanto técnico y científico, mejor
dotación material en una sociedad, mayor acceso a los recursos...?.
8
Desarrolla la idea del relativismo cultural en el artículo: The Limitations of the Comparative
Method of Anthropology. En Boas, F. (1982: 270-280). Versión en castellano en Bohannan, P.
y Glazer, M. (1992: 85-93).
embargo, como Lowi, rechazan la idea de la cultura como una abstracción de la mente y
proponen el estudio de los fenómenos culturales teniendo en cuenta las circunstancias
que les han precedido.
La tercera de las escuelas antropológicas es el funcionalismo, que va a considerar
la cultura como un sistema de elementos interconectados en el que cada uno tiene una
función que cumplir, de modo los rasgos culturales cumplen una función específica y
cada uno de ellos es indispensable para el conjunto de la cultura. Los dos autores más
relevantes en esta corriente son Malinowski y Radcliffe-Brown que difieren en su teoría
sobre la cultura en el hecho de que el primero considera que los hombres crean la
cultura como respuesta a sus necesidades biológicas y el segundo, considera que la
cultura es producto de las relaciones sociales. Se les critica la consideración ahistórica
de la cultura en sus planteamientos así como lo irreal de su visión de la cultura como
una totalidad coherente.
La cuestión de las diferencias entre las culturas y las sociedades es algo que ha
preocupado a los estudiosos desde hace mucho y a intentar dar una respuesta más
científica a esta cuestión es a lo que se va a dedicar la escuela de cultura y personalidad,
pero no sólo a tratar de dar respuesta a las diferencias más externas sino, sobre todo, a
explicar las particularidades que revisten los comportamientos de los individuos de una
sociedad; el interés se centra en el modo en el que la cultura va modelando la
personalidad de los individuos y de los pueblos. La novedad de esta escuela es que se
preocupa por la relación entre el individuo con su cultura y no entre la cultura y la
sociedad, aunque la concepción de la cultura como una totalidad también está presente
en esta corriente de pensamiento.
El estructuralismo de Lévi-Strauss va a considerar que la cultura no se encuentra
en los hechos manifiestos sino en lo que él llama estructura, que no es sino un modelo
cognitivo de la realidad compuesto por elementos de significación que tienen sentido
dentro de un sistema y que han sido creados por la mente humana.
El movimiento neo-evolucionista vuelve a hablar de la cultura como evolución de
los pueblos, pero introduce modificaciones en su consideración de la misma, como es la
cultura como adaptación al entorno, la cultura como desarrollo de los medios, de la
técnica y de la energía, etc.
Por último, la cultura ha sido considerada de las manos de la antropología
simbólica de Geertz como un entramado de relaciones de significación que el hombre,
como ser simbólico que es, ha creado. El estudio de la cultura pasa por el
desciframiento de ese entramado y por la interpretación de las acciones que no son sino
simbólicas. Así lo expresa al autor al decir que: “la cultura es esa urdimbre y que el
análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de
leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”9. Lo que interesa en el
estudio de la cultura es el sentido y el valor de las acciones, que siempre son simbólicas
y que han de estudiarse siempre en la especificidad de la cultura que se está
investigando.
El concepto de cultura desde que la antropología se estableció como disciplina
científica ha sido el tema central de numerosos debates y causa de discrepancias entre
los intelectuales. La idea de la naturaleza del hombre como una característica constante
e independiente del tiempo, del lugar, de las condiciones externas, etc., se pierde al
entrar en escena la consideración de que quizá eso sea una ilusión y que lo que el
hombre es, pueda estar íntimamente relacionado con el lugar al que pertenece. Van
apareciendo así los estudios sobre las diversas culturas y se abre el camino a la
consideración más de las diferencias que de las semejanzas, a la consideración de las
culturas en vez de la cultura.
Todo esto se lleva a cabo en un ambiente en el que la influencia de un enfoque
sociológico es predominante; se aprecia en algunas de las definiciones de cultura más
destacadas, en las que siempre se señala la misma idea: se hable de la(s) cultura(s) como
el conjunto de ideas, de conductas, de valores, de creencias, de la artesanía, las
herramientas, etc., siempre se relaciona con un grupo social o con una característica del
individuo en cuanto que miembro de una sociedad; algo que puede considerarse una
reducción de una dimensión tan especial y peculiar del ser humano como es la cultura.
Cierto es que ésta se entreteje ligada a la socialidad del ser humano, pero el ser cultural
del hombre no equivale a su ser social, al menos no en su totalidad.
De este modo nos encontramos que en la actualidad, y sobre todo en el ámbito de
la educación, los referentes escogidos a la hora de tratar los temas de la diversidad
cultural, la multiculturalidad y la interculturalidad, no son otros que aquellos criterios o
ideas defendidas desde la antropología moderna del siglo XIX y principios del siglo
XX. Teniendo en cuenta esto, es más fácil entender por qué actualmente hay tanta
polémica y disparidad de criterios a la hora de abordar desde la educación la cuestión de
la diversidad y de la cultura. Las distintas escuelas antropológicas debaten entre sí

9
Geertz, C. (1987: 20).
acerca de qué es la cultura y no encuentran un criterio común sobre el que articular sus
distintos puntos de vista; existe entre ellos un desacuerdo respecto a la categoría a la que
pertenece la cultura y así nos encontramos con que unos dicen que la cultura son los
rasgos de personalidad, otros dicen que son los bienes materiales que produce un grupo
social, otros que la cultura es resultado de la educación —o quizá mejor dicho de la
socialización—, otros suponen que la cultura son únicamente las ideas por lo que la
cultura pertenece al mundo mental de un individuo o de un pueblo, etc. En el mundo
anglosajón la antropología social, la antropología cultural y la sociología modernas han
tenido mucha influencia en el campo de la educación y de este modo, ese enfoque
eminentemente social y cultural es el que ha llegado hasta nuestros días y desde el que
se sigue buscando soluciones a los problemas que nos plantea la diversidad del otro en
occidente.
Conclusiones
Resumiendo podemos decir que en los dos últimos siglos, los enfoques
predominantes en torno al tema de la cultura han sido dos: el enfoque sociológico y el
enfoque culturalista. La diferencia entre estas dos corrientes o maneras de enfocar el
estudio de la cultura es que la primera, al ser un enfoque sociológico, busca las leyes
generales que expliquen la cultura, la concibe como un todo abstracto, un todo global
mientras que el estudio de la cultura que hace la corriente culturalista, es un estudio
histórico y concreto; concibe la cultura de modo particular y de ahí sale la
diferenciación entre la cultura y las culturas.
Si repasamos todos los modelos educativos pensados para atender la diversidad
cultural en occidente, es fácil darse cuenta de que la pretensión última de todos ellos es
llegar a socializar al educando. Lo que se pretende es que el educando aprenda a
desenvolverse en la sociedad, aprenda a ser un miembro activo, comprometido y que
pueda integrarse y llegar a formar parte del engranaje social de una forma estable. De
esta manera, si se está confundiendo la educación con un proceso de socialización y la
cultura con el producto de este proceso, no es de extrañar que hoy día haya tal
desconcierto por parte de educadores, de padres y de la sociedad en general ya que las
medidas adoptadas desde este punto de vista, no llevan a solucionar las dificultades y
las necesidades actuales y mucho menos a dotar de sentido la actuación educativa que se
lleva a cabo; todo esto por una simple razón y es que se ha caído en el error de reducir al
hombre a un solo elemento, de simplificar la complejidad humana10.
A la par de esta confusión entre lo que es la socialización y lo que es la educación,
encontramos que no se habla de cultura sino de culturas y, además, se habla de ellas
como de pequeñas totalidades cerradas e inamovibles que parece que actuaran como
determinantes en la vida e identidad de las personas. Esto es, que las dos corrientes
principales, sociológica y culturalista, se mezclan en la actualidad creando tal
desconcierto que es imposible, a nuestro modo de ver, llegar a dilucidar con claridad
qué es lo que se pretende conseguir y para qué se está haciendo lo que se está haciendo.
Con esto no queremos menospreciar las aportaciones que desde dichos enfoques
se realizan a diario, sino que lo que estamos tratando de hacer ver es que el estudio de la
diversidad desde sólo uno de esos enfoques supone un tratamiento muy reducido de la
cuestión, y que al tratar de llevar a la práctica las conclusiones obtenidas con los
estudios realizados desde dichos enfoques, es normal encontrarnos que las soluciones
propuestas fallan, los modelos educativos son insuficientes y los programas de
educación multicultural no son, en la mayoría de los casos, funcionales; ello es debido,
creemos, al hecho de que al fin y al cabo, tratamos con personas, no con culturas. Quizá
haya que dar otro enfoque a esta cuestión, un enfoque que conciba a toda la persona
como el sujeto de la educación intercultural, que englobe la aportación de todos los
saberes, un enfoque más humano como es el de la antropología filosófica, ya que su
objeto es el estudio profundo y unitario del hombre. Algunos autores expresan la falta
de consideración de la persona y la necesidad de una visión distinta de la educación
intercultural, como por ejemplo Ortega y Mínguez11 que dicen que:
(...) Han primado más los aspectos culturalistas que los antropológicos y morales. (…)
El hombre, en la realización de su existencia concreta, dentro de una tradición y cultura, es
quien debe constituir el sujeto de la educación intercultural. (…) Para nosotros las diferencias
culturales no constituyen el sujeto de la educación intercultural, sino la persona concreta que
vive en una cultura y exige ser reconocida como tal. Entender esto así supone hacer recaer en la
aceptación y acogida del otro diferente toda acción educativa, y no tanto en el conocimiento y
comprensión de otras culturas. Exige entender la educación intercultural no desde una
comprensión «intelectual» de las diferencias culturales, sino como un hacerse cargo del otro,
(…) es una educación del acogimiento, de la hospitalidad en la que la relación con el otro no es
una relación contractual o negociada, sino ética, responsable, en la que el «yo» no es cuidado
de sí, sino cuidado del otro”.

10
Castellote, 1981, 1999.
11
Ortega y Mínguez (2001: 71-72).
Pedro Ortega en el XIII Congreso Nacional y II Iberoamericano de Pedagogía12,
también expresó el hecho de que la educación intercultural actual, de corte culturalista e
influencia angloamericana, consideraba a la persona que está detrás de una cultura como
una abstracción o la había relegado a un segundo plano, y que el conocimiento, el
respeto y la tolerancia de las costumbres, las creencias, las tradiciones, las ideas, etc., se
había convertido en el objetivo primordial de la acción educativa; añadió que esto
supone que los aspectos culturales han primado más que los antropológicos y los
morales y que la educación intercultural no se agota en un conocimiento intelectual,
sino que implica necesariamente la aceptación y acogida de la persona.

Bibliografía
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12
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