En agosto de 1825 Bolívar había cruzado el Desaguadero, las poblaciones en
masa salían a recibirlo. El Libertador se dirigió a La Paz y de allí a Potosí donde cumplió su promesa de subir al cerro para enarbolar en él la bandera de la libertad. Así recordaba la promesa hecha en el monte Aventino de Roma de libertar América.
En esta misma ciudad, Bolívar recibió la legació n argentina integrada por
Alvear y Díaz Velez, cuyo objetivo era comprometer al libertador en su lucha contra el Brasil, a lo que éste contestó con evasivas, pese a que las tropas brasileras ya habían invadido la provincia boliviana de Chiquitos, la que se recuperar en el gobierno de Sucre. La otra solicitud era la restitució n de Tarija a la Argentina, a lo que el Libertador accedió . Sin embargo Tarija, por propia decisió n, retornó a la jurisdicció n boliviana.
Entre los actos administrativos de Bolívar está la creació n de la contaduría
para el manejo de los fondos pú blicos y se encargó a Simó n Rodríguez confeccionar un proyecto educativo. Abolió el tributo indigenal y prohibió que los originarios fueran obligados a prestar servicios contra su voluntad. Pese a lo positivo de esta disposició n tuvo que derogarse en tiempo de Sucre, pues la economía se sustentaba con este tributo. Otra medida fue la abolició n de los cacicazgos y privilegios de la nobleza indígena.
Bolívar determinó que el puerto Cobija fuera denominado puerto La Mar en
homenaje al general de este nombre y que fuera considerado el principal puerto de la repú blica.
La necesidad de trasladar, e a Lima para inaugurar el congreso, obligó al
“Libertador” delegar el mando en el general Sucre lo que éste aceptó muy a pesar suyo, pues él se había mantenido alejado de los problemas pú blicos que pensaba debían ser resueltos por los hombres ilustrados del país.
Bolívar abandonó el país en diciembre de 1825, considerando que llegó en
agosto de ese añ o tenemos que concluir que estuvo en Bolivia escasamente cinco meses. Vale decir que dedicó muy poco tiempo al país que levaba su nombre. La constitució n vitalicia
El 26 de mayo de 1826 e1 congreso encargó el mando de la nació n al
general Sucre, quien lo venía ejerciendo por delegació n de Bolívar, En junio llegó la disposició n del congreso peruano aceptando la independencia de Bolivia y la constitució n vitalicia fue aprobada, con muy pocas modificaciones, en noviembre de 1826. Las modificaciones se referían a la religió n. De acuerdo a la tradició n y a los sentimientos de la mayoría, se adoptó para la repú blica la religió n cató lica con exclusió n del culto pú blico para cualquier otra. La constitució n reconocía el principio “de que no hay poder humano sobre las convicciones” por lo que se consideraba que en forma privada se podía profesar cualquier credo.
La constitució n proyectada por Bolívar adoptaba el régimen unitario, pero
consideraba un presidente vitalicio a la cabeza del poder ejecutivo, el cual sería nombrado por primera vez por el congreso constituyente y tendría facultad para proponer al cuerpo legislativo la persona que desempeñ aría el cargo de vicepresidente, éste, a su vez, sucedería al presidente cuando por muerte u otra circunstancia, el primer mandatario cesare en sus funciones.
Bolívar dividía el poder legislativo en tres cá maras: tribunos, senadores y
censores, cargos que también eran vitalicios y quienes lo desempeñ aban debían velar por el cumplimiento de la constitució n. Apartá ndose de la divisió n de tres poderes, el “Libertador” proponía un cuarto poder denominado “poder electoral”.
El 9 de diciembre, en conmemoració n de la batalla de Ayacucho, se juró la
constitució n vitalicia. La asamblea constituyente entró en receso en diciembre de 1826, determinando que el primer congreso legislativo se reuniría el 6 de agosto de 1828; entre tanto Sucre, como presidente, era el encargado de implantar el régimen constitucional y citar a la asamblea en caso extraordinario, con lo que se lo revestía de un poder omnímodo que era ejercido bajo la tutela de Bolívar.