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1El carácter atemporal de la obra literaria, la dicotomía del espíritu y la

materia a través de la literatura y la filosofía del cuento fantástico, aplicados


al cuento de Adolfo Bioy Casares “En Memoria de Paulina”

Miguel Aguirre Bernal


Noviembre 2015

Colegio Leonardo Da Vinci.


Antioquia.
Español
ii
Tabla de Contenidos

Capítulo 1 Introducción e información general...................................................................1


Capítulo 2 Figuras y tablas.................................................................................................2
Título 2.............................................................................................................................2
Título 3.........................................................................................................................2
Título 3.........................................................................................................................2
Capítulo 4 Resultados y discussion....................................................................................5
List of References................................................................................................................6
Apéndice..............................................................................................................................7
Vita......................................................................................................................................8
Capítulo 1

Introducción e información general

Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges fueron los dos teóricos

latinoamericanos que comenzaron a hablar sobre las características formales del género

fantástico y sus implicaciones en la literatura universal. Desarrollaron un esquemático

análisis sobre los aspectos comunes de las obras fantásticas, determinando los parámetros

que debe seguir un texto que planee enmarcarse dentro del género. A partir de sus

estudios, Adolfo Bioy Casares escribió el cuento En Memoria de Paulina.

En consecuencia, el presente texto plantea el análisis el cuento tomando como

principal fuente teórica los textos desarrolladas por los dos autores sobre el género y, más

específicamente, el texto “Borges: Una teoría de la Literatura Fantástica” de Emir

Rodríguez Monegal. También usará la teoría de la mimesis expuesta por Paul Ricoeur en

su libro Tiempo y Narración. Finalmente serán tomados en consideración diferentes

textos de la literatura universal para establecer un paralelismo entre sus personajes. Entre

las obras consideradas se encuentran: Frankenstein de Mary Shelley (1818), Oblomov de

Iván Goncharov (1859), Guerra y Paz de León Tolstoi (1865-1869), El extraño caso del

doctor Jekyll y el señor Hyde de Robert Louis Stevenson (1886), Ulises de James Joyce

(1922) y Rayuela de Julio Cortázar (1963).

El objetivo es construir a partir de dichas bases una interpretación referente a la

teoría del doble o döppelganger, rastreando los orígenes de la dicotomía entre dos

personajes que representan la acción y la inacción, la materia y el espíritu. Igualmente

planea justificar la posibilidad de analizar una obra literaria a partir de su final y la


conformación y configuración de los hechos narrados, considerando la importancia del

lector en la conclusión de una obra. Finalmente planea tomar en consideración otros

aspectos menores con el fin de completar la interpretación del texto.


Capítulo 2

La interpretación de una obra literaria

El carácter atemporal del relato

El tiempo, en su percepción más inmediata, es concebido como una sucesión

interminable de ahoras (Paul Ricoeur). Nos movemos a través del tiempo por medio del

instante infinito del presente, que se alarga durante años y aun así dura menos de una

milésima. El pasado y el futuro cobran significados complejos y confusos que pueden

derivar en diversas interpretaciones: por un lado, el pasado son los recuerdos, aquellas

huellas que vemos en el presente pero que ya no existen, mientras que el futuro es

conformado por los proyectos, los planes, los sueños y las predicciones que nos

formamos en nuestros intentos de prever lo que va a pasar; por otro lado, el pasado es el

presente que ya pasó, un instante que viviste en la sucesión cronológica de los hechos, y

el futuro es el presente efectivo que pasará, otro eslabón de la cadena cronológica.

La realidad, de este modo, frente al modelo general del presente continuo, nos

expone dos concepciones del tiempo: el tiempo relativo o subjetivo, que depende del

individuo en su conformación intelectiva, en su construcción predictiva y en su evocación

aproximativa, y el tiempo efectivo u objetivo, que sucede al mundo sin la participación de

la mente humana.

Aun así, ambas visiones se encapsulan en la visión cronológica del tiempo, según

la cual siempre hay un pasado, un presente y un futuro, concatenados por una serie causal

donde las primeras acciones son el motor de las siguientes. El tiempo solo puede ir en

una dirección y solo puede ser concebido con un único plano de pensamiento,
advirtiéndolo en su carácter vertical y continuo. De todos modos hay una tercera visión

del mundo que subvierte estos parámetros lógicos.

La teología propone la imagen de un dios que está exento de las leyes humanas.

Al ser el creador del universo debe estar fuera de él y ser libre de su propia creación, para

poder, de este modo, actuar sobre ella. Con este pensamiento, dios es concebido como un

ser ajeno a las cadenas de la carne y la materia, libre de los límites del intelecto y del

pensamiento humano, fuera de la naturaleza misma, indiferente ante el espacio y sobre

todo, independiente del tiempo continúo de las cosas.

De este modo se establece una tercera visión sobre el tiempo, la atemporalidad, la

inexistencia del tiempo: según esta, las acciones no deben estar concatenadas de manera

cronológica, sino que suceden todas en el mismo instante. El pasado, el presente y el

futuro pierden significado, porque los eventos se superponen en una única realidad y el

nacimiento de un individuo está sucediendo al mismo tiempo que su muerte. La

comprensión de esta realidad y sobre todo su exposición es bastante compleja, porque nos

alejamos del territorio conocido por el hombre y nos adentramos a los terrenos de la

especulación filosófica. Para no adentrarme en los núcleos de la naturaleza divina

(concebida como concepto filosófico) citaré una película que, a pesar de sus fallos, fue

capaz de exponer un estado similar por medio de las imágenes.

La película Interestelar de 2014, dirigida por Christopher Nolan, presenta en sus

escenas finales el centro de un agujero negro que imagina como un estado atemporal. En

él ve su cuarto en todos los instantes del tiempo, sucediendo contemporáneamente. Ahí

no hay un antes y un después, solo un ahora que comprende toda la realidad.


Ahora bien, esta visión es propuesta como la especulación de un estado que es

imposible que comprendamos a la perfección, porque pertenece a una realidad de la cual

no hacemos parte.

Si cogemos este modelo de los tres tipos de tiempos (el tiempo relativo, el tiempo

efectivo y la atemporalidad) y los trasladamos al campo literario resulta bastante

revelador. Los dos primeros tiempos son internos, el último es externo. Así como dios

hace parte de una realidad externa a la nuestra, nosotros hacemos parte de una realidad

externa a la de los libros. Una novela, cuento o relato tiene un tiempo interno que puede

ser expuesto, dejando aparte los caracteres formales de ritmo, suspensión o configuración

de la historia, como un tiempo relativo o como un tiempo efectivo. Al coger un instante

particular de la trama, podemos suponer los recuerdos y metas del protagonista,

configurando el tiempo subjetivo, o podemos pensar en los instantes anteriores y

siguientes y comprender el tiempo efectivo. Ahora bien, nosotros, estando fuera del libro,

nos encontramos con una visión atemporal de la trama: para nosotros, el libro está

completamente impreso y por lo tanto, sea las primeras acciones como las últimas, están

ya escritas. Podemos abrir un libro en sus últimas páginas y, sin necesidad de haber leído

el resto, podemos descubrir el final; luego abrimos las primeras páginas y las acciones

acaban de cambiar su orden “natural”.

Con esta misma línea argumental, pensemos en un libro de varios tomos: un Don

Quijote de la Mancha por ejemplo. Cogemos el primer tomo y el último tomo. El primero

lo abrimos en sus primeras páginas, cuando Don Quijote sale de su pueblo natal; el

último lo abrimos en sus últimas páginas, cuando Don Quijote muere. En ese momento,
con los libros abiertos al inicio y al final de la historia, comprendemos que ambas cosas

suceden, en nuestro mundo, al mismo tiempo, aunque nuestra costumbre de hilvanar

historias y concatenar eventos tienda a provocar una visión cronológica de la trama.

La visión atemporal del relato es la que nos permite conocer la historia. La

historia, en su totalidad, es una unidad, donde todos los elementos son indispensables y

tienen un mismo nivel. Si nos encontráramos encadenados a los tiempos internos no

podríamos construir una verdadera trama por no poder comprender la historia en su

totalidad. Por este mismo sentido es por lo que escribimos: debemos crear una realidad

secundaria donde nosotros seamos los agentes externos para poder analizarla; a partir de

los resultados encontrados, podemos tener algunas interpretaciones de nuestra propia

realidad.

La función del escritor y el lector en la historia y la interpretación

Como insinuaba en el tema anterior, el escritor toma la realidad y al no poderla

comprender, encapsula una parte de ella en un ambiente cerrado donde la pueda estudiar.

Es lo que en un laboratorio se llamaría un experimento in vitro o un cultivo de bacterias

en ambientes controlados.

La sucesión infinita de ahoras parece no tener una explicación lógica o un

parámetro con la que puede ser analizada e interpretada. Los eventos son casuales, no

causales, y solo se suceden sin una regla fija. Golpes de intuición nos revelan,

momentáneamente, el sentido de nuestra existencia, pero los fenómenos que se subsiguen

no tardan en opacar los descubrimientos y posar un nuevo velo de misterio e

incertidumbre sobre la realidad.


En consecuencia el escritor toma en consideración solo un limitado número de

eventos, a los cuales puede dar una explicación coherente que reconstruya la sucesión

causal, los pone en un ambiente cerrado (cuento o novela) y comienza a estudiarlos. El

momento de configuración es fundamental para el estudio, porque es el paso que permite

la reconstrucción de eventos aparentemente desligados en una trama coherente y con

sentido, dando el escritor sus propias normas.

A pesar de sus esfuerzos, el escritor solo puede proponer una hipótesis sobre el

estudio del mundo, por lo que, a parte de la obra como tal y del escritor, falta un eslabón

en la cadena de la comprensión de la realidad. Este eslabón es el lector.

El lector, como el escritor, son ahora espectadores externos que pueden analizar la

obra en cuestión y sacar conclusiones de los asuntos estudiados. El lector es fundamental

para la realización de la trama, porque sin él solo queda una historia en potencia. A pesar

del carácter atemporal del libro, este es solo una historia en potencia, que aún no se ha

realizado. Solo cuando el lector posa sus ojos en las letras, las interpreta y las traduce en

pensamientos es que la historia coge forma y se desarrolla. En ese momento es que la

literatura cobra realidad y se vuelve un objeto de estudio. Antes de ese último acto era

solo papel, tinta y símbolos codificados.

Mientras lee, la historia vive su tiempo relativo y efectivo pero todo cambia tras el

punto final. La conclusión lleva a la encapsulación de los dos tiempos internos en el

único tiempo externo y la historia toma un carácter unitario e indivisible. Solo una

segunda lectura podrá volver a extender ambos tiempo interno, pero mientras que todo

permanezca en la mente del lector, la obra permanecerá encapsulada en la atemporalidad.


En todo caso, el punto final tiene otro carácter fundamental a parte de la

configuración temporal: cierra los caminos que había comenzado la trama llevándolos a

un único final. A partir de este se pueden ver los anteriores elementos y comprender

como es que fueron dispuestos para alcanzar el clímax. Y esto no se hace con el fin de

tener una visión más estructurada de los hechos, sino que sirve para la comprensión del

texto y, por ende, de la realidad.

El autor presenta una hipótesis, encapsulando pedazos de la realidad en un

ambiente controlado de estudio, luego, sus hipótesis son leídas por un espectador, que las

regresa al plano de la realidad y las analiza para aceptarlas y fundirlas en su horizonte

personal o para refutarlas y fortalecer las anteriores creencias.

La importancia del pasado literario

Capítulo 3

En Memoria de Paulina y la dicotomía de los personajes

La dicotomía de los personajes


Capítulo 4

Resultados y discusión.

Más texto.
Lista de referencias

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Apéndice

Las tablas y figuras pueden ir en el apéndice como se mencionó anteriormente.

También es posible usar el apéndice para incluir datos en bruto, instrumentos de

investigación y material adicional.

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