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La coyuntura: el patito feo de la ciencia política

Por: Luis Humberto Hernández1

Alégrate porque todo lugar es aquí y todo momento


es ahora.
Buda

La forma moderna del destino es la política.


Napoleón

Pretexto.
La coyuntura, o momento actual – presente- de las relaciones de un sistema
político, y su análisis no es objeto de mayor consideración por parte de la
academia. Su trato disciplinar es marginal, pues no forma parte de los planes de
estudio de las ciencias sociales, cuando más una asignatura electiva cursada por
algún estudiante despistado que le urge para graduarse, o, en el mejor de los
casos, por un militante de izquierda interesado aún en la educación popular; ésta,
una actividad tan común hasta los años noventa, que tenía al centro el análisis de
coyuntura, pero que entró en desuso a raíz de la crisis del socialismo real, el
discurso del fin de la historia y del neoliberalismo. Por demás, una herencia
analítica del marxismo que les permitió a actores políticos como Lenin, Mao, Fidel,
entre otros, hacer el “análisis concreto de las situaciones concretas”, -necesario
para el éxito de sus revoluciones-, realizado al calor de los debates ideológicos
sostenido con sus copartidarios, bajo el pretexto de quién realizaba el análisis
correcto de las relaciones de fuerza en cada momento determinado, es decir, de
quién comprendía mejor la coyuntura política, quién levantaba la mejor consigna,
quién diseñaba la mejor táctica para la acción y, en consecuencia, de quién se
hacía al consentimiento de las masas y derecho hegemónico de conducirlas; en
conjunto, los objetivos políticos prácticos del análisis de coyuntura. Pero también
se comprendía fundamental en los análisis teóricos, históricos y socioeconómicos
del fenómeno humano, en los que podemos destacar a Marx con El Dieciocho

1
Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional. Miembro del
Grupo de Seguridad y Defensa, y del Centro de Pensamiento y seguimiento al diálogo de Paz de la
Universidad Nacional.

1
Brumario de Luis Napoleón, -considerado un texto clásico del análisis de
coyuntura-, los Cuadernos de la Cárcel de Antonio Gramsci, Cataluña en la
España Moderna de Pierre Vilar, y El Mediterráneo y, El Mundo Mediterráneo en
la Época de Felipe II y Las Estructuras de lo Cotidiano: lo Posible y lo Imposible
del historiador Fernad Braudel, -un autor no marxista-, cofundador de la Escuela
de los Anales, entre otros.
En ese marco es nuestro interés reivindicar la coyuntura como la herramienta
fundamental del análisis político, en cuyo efecto reconsidera las predisposiciones
ontológica, epistemológica, axiológica y metodológica de la ciencia y el arte de la
política.

Contexto.
La emergencia de una situación crítica, o crucial, se acompaña de renacimientos
de posibilidades que en su momento habían sido obliteradas, como improntas que
luciendo trajes novedosos se hacen presentes para protagonizar los nuevos
escenarios.
La emergencia de las energías limpias a partir de los años setenta, la crisis
ambiental, y la revolución de las comunicaciones con la difusión del internet en los
años ochenta del siglo XX, ponen al orden del día la noción local del espacio, la
presente del tiempo, la vida y el lenguaje, inaugurando para el siglo XXI una nueva
fase civilizatoria de dimensión planetaria en la historia de la humanidad
(Hernández, 2018). Una situación que nos hace reconocer, que como seres
humanos somos seres biológicos, vida y psique, y que acontecemos en el
lenguaje (Maturana, 1997) que pensamos globalmente y vivimos la experiencia
localmente. Donde la difusión a gran escala de las comunicaciones nos hace
evidente el tiempo presente como fundamento ontológico de nuestra existencia,
pues estar interconectados significa “vivir en tiempo real”, constituido en una
necesidad casi que maniática. Como que existimos o somos, “sí y solo sí” en
tiempo presente, pues en la conjugación pasada, fuimos, y en la futura, solo una
posibilidad. Un presente objetivo y cambiante, como señala Humberto Maturana:
Los seres vivos existimos en el presente, la biosfera existe en el presente, el cosmos
existe en el presente, en un presente cambiante” es decir que “existimos en el ocurrir de

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los procesos, y nosotros observadores existimos en particular en el presente de la
distinción de procesos en los que nos distinguimos a nosotros mismos (Maturana, 1997,
pág. 10)

Una perspectiva que nos hace entender por qué desde siempre los seres
humanos “en todo momento y en relación a las más variadas situaciones hacemos
su análisis, conscientes o no, queriendo o no” ya sea para salir de la casa, asumir
un trabajo, una responsabilidad etc., y así, tomar decisiones basados en una
evaluación de la situación presente y en relación con sus intereses y necesidades
(Souza, 1973, pág. 1), que no es otra cosa que un análisis cotidiano de la
coyuntura; que por elemental no deja de ser sustantivo en nuestras vidas, por qué
no, la razón misma de nuestra existencia; objeto por sí de los estudios
etnometodológicos y que, como lo ilustra Norbert Elías, expresan y reproducen la
dinámica de las relaciones de poder en una etapa determinada. (Elías, 2012).
Académicamente la más novedosa corriente de la denominada Historia del
Presente señala: “Pero el tiempo real de toda historia es el presente, porque la
acción, el actuar, no puede estar constitutivamente más que en el presente”
(Aróstegui, 2004, pág. 63). Que, en relación con la disciplina que nos convoca, la
política, “El historiador se preocupa, a propósito del pasado -como el político a
propósito del presente”- (Vilar, 1981, pág. 81). Presente desdeñado por el criterio
de la episteme científica social vigente que considera, “la práctica imposibilidad de
construirla por la falta de documentos, inexistencia de “perspectiva temporal”
adecuada e implicación personal del historiador” (Aróstegui, 2004, pág. 21) y, en
consecuencia, considerar el análisis de la coyuntura, como el patito feo de la
ciencia y el arte de la política.

El texto.
La realidad política comprende un flujo sistémico permanente de acciones de
poder ejercidas sobre la vida, que en el siglo XIX resulta “una suerte de
estatalización de lo biológico, […], que hace del “derecho de vida y muerte” uno de
los atributos fundamentales de la soberanía. […] algo que yo llamaría una
biopolítica de la especie humana” (Foucault M., 1976, págs. 192, 195). Poder que

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se hace presente de manera dispersa en la red difusa de interacciones de nuestra
praxis de vida, localizado y personalizado en "...esos innumerables pequeños
focos que van desde un jefecillo, un guarda de viviendas populares, un director de
prisiones, un juez, un responsable sindical, hasta un redactor jefe de periódicos...”
(Foucault M., 1992, pág. 84), como micropoderes multiversos. Una concepción
reticular del poder que critica a aquella moderna reducida y centralizada en el
Estado aparato y sus instituciones de democracia liberal y socialista real,
alrededor de los cuales gira el estudio de la ciencia política oficial.
El mantener o cambiar un orden de poder establecido, o institucionalizado, se
constituye en el objetivo político de los sujetos que obran en calidad de actores.
Sujetos políticos que reconocen que el poder se mantiene o cambia en su praxis
presente: la coyuntura, razón de ser de su oficio y existencia. Ese objetivo da
cuenta de la tensión permanente que acusan o caracterizan esas relaciones, que,
al devenir en conflicto como discusión polémica, puede derivar en la confrontación
bélica que se caracteriza por eliminar la palabra, en consecuencia, con la
negación del uso de la razón, dando validez al principio según el cual, “cuando la
razones se empatan, la fuerza decide”. En proceso, ese objetivo se realiza como
una deriva sistémica compleja e hipercompleja, multicausada por la acción
dinámica y recíproca de los más variados factores naturales y sociales, necesarios
-ciertos y predecibles-, y/o aleatorios -inciertos e impredecibles-; de la mano de la
acción de la voluntad del poder humano que responde a las necesidades,
intereses, creencias, valores y posibilidades individuales y colectivas diferentes;
opuestas, contradictorias y antagónicas de sus protagonistas, que dan cuenta del
nivel de tensión presente y posible resolución.
Esa descripción o definición ilustra la dificultad para comprender la realidad, “la
cuestión más importante que la humanidad tiene frente a sí en este momento”
(Maturana, 1997, pág. 11), para nada predeterminada, aunque previsible en
algunas de sus tendencias estructurales; que en el caso de la realidad política nos
resulta de sinigual consideración por hacer evidente que el estado de los hechos
que observamos, padecemos y disfrutamos en un momento determinado, se
corresponden y dependen en buena parte con el grado de protagonismo que

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comportemos como actores. Como que políticamente y ante la historia, somos
altamente responsables de nuestro propio destino individual y colectivo.
En nuestro criterio esa realidad política puede ser comprendida teórica, y asumida
prácticamente, desde cuatro enfoques básicos; como actor político (estadista al
decir de Kissinger), o como analista de la política,
Los intelectuales analizan las operaciones de los sistemas, los estadistas los construyen.
(…) el analista puede elegir el problema que desee estudiar, mientras que los problemas
de los estadistas se los imponen. El analista puede dedicar todo el tiempo que juzgue
necesario para llegar a una conclusión clara; para el estadista, el desarrollo abrumador es
la presión del tiempo. El analista no corre riesgos. Si sus conclusiones resultan erróneas,
podrá escribir otro tratado. Al estadista solo se le permite una conjetura, sus errores son
irreparables (…) El Estadista debe actuar basado en evaluaciones que no pueden
demostrarse en el momento en que las está haciendo. (Kissinger, 1974, pág. 22)

A su vez actores y autores (analistas) que ofician en perspectiva funcional, o


rebelde (crítico), respecto al orden establecido. Funcional por parte de quien
detenta el poder, con el objetivo de mantenerlo y en consecuencia sostener y
proyectar el orden que regenta. Rebelde (como actor) y/o crítico (como autor) por
parte de quien pretende asumir el ejercicio del poder e instaurar un nuevo orden.
En ambos casos obliga la lectura holística del estado que presenta las
correlaciones de poder en todos los niveles de vida territoriales: internacional,
nacional y local, en sus dimensiones: económica, social, político-jurídica,
ideológica, cultural, sicológica y ambiental (que involucra lo meteorológico y
cósmico)2, para prospectar sus posibles escenarios futuros; con base en los
cuales, el funcional diseña las políticas públicas requeridas en su acción
gubernamental y, el rebelde, propicia las condiciones tácticas que le permitan la
instauración del nuevo orden de relaciones que se propone.
Es innegable que un actor -estadista o rebelde-, es necesariamente una analista,
como que un analista -funcionalista o crítico- no sea necesariamente un actor, y
2
El sustantivo femenino coyuntura -un concepto de vieja data venido de la anatomía-,
etimológicamente está compuesto del latín «cum» con y «juntura» que quiere decir unión o
articulación. El historiador Pierre Vilar la define como “el conjunto de las condiciones articuladas
entre sí que caracterizan un momento en el movimiento global de la materia histórica”, señala, “se
trata de “todas” las condiciones, tanto psicológicas, políticas y sociales como de las económicas o
meteorológicas” (Vilar, 1981, pág. 81)

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que, si éste se puede confesar exento para la acción política, aquel no puede
desconocer la historia del sistema social, la ciencia y el arte de la estrategia y la
táctica afines a la guerra y la retórica, fundamentales en su praxis. También, que
el rebelde o crítico una vez asume el ejercicio del poder obra en razón
funcionalista.
La praxis y discursos de los actores y autores presentes en su acción política
coyuntural, se constituyen en el objeto de estudio de la historia política, la
sociología política, la economía política, la antropología política, la filosofía política,
la sicología política, la cultura política, las relaciones internacionales, etc., para
responderse ¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Bajo qué
condiciones?, esos sujetos políticos hicieron lo que hicieron y/o dejaron de
hacerlo, cuya respuesta objetiva les obliga ponerse en el momento y las
condiciones objetivas -bajo las cuales-, y subjetivas -por las que- actuaron,
(Collingwood, 1974) es decir, reproduciendo el investigador en el presente lo que
igualmente había sido presente en su momento para los actores y autores
políticos; acudiendo para su efecto a la memoria dejada por los testigos de
coyuntura, con el fin de inferir,
[…] la disposición estructural necesaria para que sus interacciones recurrentes ocurran, la
plasticidad estructural en el dominio de sus interacciones, y la estructura inicial que les
permite conservar la organización y adaptación mientras que sus estructuras cambian bajo
sus interacciones recurrentes. (Maturana, 1997. P. 52)

Eso por cuanto la coyuntura no es ajena a la estructura del sistema social, dado
que es su manifestación, como fenómeno, en un momento determinado; en otras
palabras, que la coyuntura es el estado actual que presenta una estructura en su
disposición, o dialéctica, de mantenimiento y/o cambio. Observación que
reconsidera la visión clásica marxista de reducir las coyunturas a los momentos
cruciales, “de crisis revolucionarias”, de acuerdo con el carácter de articulación y
movimiento que designa, pero que oblitera el de momento actual donde aquellos
igualmente no cesan. Eso nos permite considerar que el análisis de la coyuntura
es el análisis de la estructura en el momento actual, se presente o no una
situación crucial.

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De otra parte, la actual transición -o coyuntura- civilizatoria por la que atravesamos
como humanidad, pone en otros términos la praxis del rebelde y “su crítica de las
armas” como condición para el logro de su objetivo de transformar el mundo, con
base en una gran revolución a la usanza de la francesa y sus réplicas burguesas,
que llevaron “a la toma de poder”, la clausura a partir del siglo XVIII de la
hegemonía de los estados despóticos y/o monárquicos y, en consecuencia, a la
instauración de las democracias representativas liberales y socialistas reales.
Transición que tercia por la construcción de nuevas relaciones de poder a partir de
lo local, con base -entre otras- en la gestión de las energías limpias ancladas
localmente, y el reconocimiento del cuerpo como la unidad básica bio-territorial;
que habilitan y requieren para su uso, protección y defensa, el ejercicio de una
democracia participativa, cogestionaría y autogestionaria activada por
prosumidores, procomunes colaborativos (Rifkin, 2014). Que operando como
pequeñas revoluciones cotidianas individuales y colectivas, tejidas en red,
terminan consolidando una nueva forma de relaciones de vida (Estado), requerida
por la nueva fase civilizatoria. Una situación que exige al protagonismo del nuevo
rebelde que critique el uso de las armas, y la transformación de las estructuras
desde fuera del sistema, y actúe con su arma critica desde dentro de las
instituciones del poder en funcionamiento, y que, obrando como sujeto
democrático (Laclau, 2008), demande el reconocimiento de sus derechos en el
ejercicio del ordenamiento de las nuevas formas de relacionamiento de la vida
social que se van constituyendo y/o territorializando localmente.
Una condición que nos resulta sugestiva pues, de acuerdo con el espíritu de la
época civilizatoria actual que pone al centro la defensa de la vida, critica el uso de
la violencia como la condición sinequanon para la transformación social; que, sin
negar la crítica y la rebeldía como condiciones transformadoras, les requiere a los
nuevos críticos y rebeldes poner en juego, otros discursos, medios y tácticas. En
ese mismo sentido, la apertura al cuestionamiento de la guerra misma, y a la
concepción moderna del monopolio del uso legítimo de la violencia por parte de
los estados aparatos liberal y socialista real.

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Los discursos sobre el estado de la coyuntura presentados por autores o actores
(que comprende también asesores y coprotagonistas) revisten el carácter
generalizado del informe descriptivo, analítico y propositivo, sin un formato de
presentación formalizado, que puede ser una carta, un ensayo, un cuento, un
diario, un acta, una memoria, un boletín, un texto de oratoria, una relación de
cuentas, un registro, un poema, un secuencial de imágenes audiovisuales, etc.
Finalmente y a manera de colofón no sobra señalar que en Colombia, un buen
número de instituciones y corporaciones públicas y privadas como El Banco de la
República, el DANE, la Contraloría, Ecopetrol S.A., La Unidad de Planeación
Minero Energética, La Policía Nacional, la Anif, La Andi, la SAC, Fedesarrollo, el
Centro de Memoria Histórica, el Cinep, Le Monde diplomatique, entre otros,
informan periódicamente a través de sus publicaciones del estado de sus
particulares análisis de coyuntura. Mientras, en las Instituciones universitarias no
son validados como opción de grado.

Bibliografía y/o Referencias.


Aróstegui, J. (2004). La historia vivida. Sobre la historia del presente. Madrid:
Alianza Editorial.
Collingwood, R. (1974). Idea de la historia. México D.F: Fondo de cultura
Económica.
Elías, N. (2012). El proceso de civilización. Investigaciones sociogenéticas y
Psicogenéticas. México: Fondo de Cultura Económica.
Foucault, M. (1976). Genealogía del racismo. La Plata. Argentina: Altamira.
Foucault, M. (1992). Microfísica del poder. Madrid: Piqueta.
García, E. (2004). Medio ambiente y sociedad. Madrid: Alianza.
Hernández, L. H. (2018). Crisis civilizatoria, energías limpias y gestión local.
Ciencia Política, 13(25), 127-145.
Kissinger, H. (1974). La Diplomacia. México: Fondo de Cultura Económica.
Laclau, E. (2008). La razón populista. México. D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Maturana, H. (1997). La objetividad. Un argumento para obligar. Santafé de
Bogotá: Tercer Mundo Editores.

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Maturana, H. (1997a). La realidad: ¿objetiva o construida? II. Fundamentos
biológicos del conocimiento. México: Anthropos.
Rifkin, J. (2014). La sociedad de coste marginal cero. Buenos Aires: Paidós.
Souza, H. J. (1973). ¿Cómo hacer un análisis de coyuntura? Obtenido de Editora
Vozes. San Pablo. Brasil: https://es.scribd.com/document/319738985/Que-
Es-y-Como-Se-Hace-Analisis-de-Coyuntura
Vilar, P. (1981). Iniciación al vocabulario del análisis histórico. México: Critica.

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