Instituto Superior Profesorado Nº4 “Ángel Cárcano”
Profesora: Giménez, Ángeles.
Alumna: Zorat, Micaela.
El problema del cuidado del otro:
Estanislao Antelo dice que hay una contradicción entre enseñar y asistir, como que la asistencia o el cuidado se le da menor importancia que a la enseñanza, donde que el que cuida no enseña. “Cuidar” implica cualidades necesarias como por ejemplo ser observadora, saber escuchar, tener la capacidad de resolver de conflictos, comunicarse efectivamente con los niños, serenidad. Debemos brindarle un ambiente en el que saben que serán respetados, protegidos y queridos y esto les ayudará a avanzar positivamente en su trayecto escolar.
El cuidado como enseñanza:
Julio Moreno (2002) en su libro Ser humano, se destaca una pregunta ¿Para qué sirve la crianza?, criar es darle al recién nacido medios de orientación que éste carece al nacer. Criar es intentar hacer de un recién nacido un semejante. Somos lo que nos enseñaron, la forma de crianza, de la formación, lo culturalmente obtenido. Moreno dice que hay 3 distintos tipos de estrategias de crianza: La primera indica que hay seres que para poder sobrevivir precisa de un contacto mínimo con sus progenitores y otros que no precisan de cuidados para llegar a la vida adulta. Un buen padre es el que posee mejores genes. La segunda es la que interviene en el cuidado del niño, un buen padre cuida y sitúa a punto las herramientas intuitivas de los mismos. Moreno afirma que ya hay cierta forma de enseñanza. La tercera estrategia seria la humanidad donde la enseñanza ocupa el lugar central de la crianza, donde una generación enseña a una nueva generación. No hay homosapiens sin enseñanza ni enseñante. Mientras que las dos primeras estrategias necesitan de un soporte material indispensables para que un ser vivo sea tal, la tercera estrategia introduce variaciones contantes en los humanos. No solo estamos condenados a la enseñanza sino también a la variación. Dice moreno que él lo que nos hace humano es la capacidad de variar de los encuentros y desencuentros con los otros, la transmisión de cultura, crianza. El ser humano no es el resultado únicamente de la educación.
El cuidado como virtud cotidiana:
Tzvetan Todorov (1993), en su libro sobre situaciones límite localiza virtudes distintas de las heroicas, las llama cotidianas. El cuidado como virtud cotidiana demanda de otro, de un asistir a otro ser vivo. Todorov define la responsabilidad como una forma particular del cuidado, las formas de cuidado nacen de su estudio sobre el funcionamiento de los campos de concentración a los que llama laboratorio de la transformación de la materia humana. Donde se pierde de vista el valor del cuidado silencioso, cotidiano. En un extremo cuidar puede ser morir con y no por el otro o darle muerte. Procurar darle al que va a morir un último deseo. Pero lo común es el cuidado prudente compartir alimento, vestimenta. Cuidar tampoco es sinónimo de caridad o de sacrificio. El que se sacrifica se priva de, y en el sacrificio como en caridad, se excluye la reciprocidad. Por el contrario el que cuida se consagra al otro y goza de ello. El cuidado como recurso escaso: Elizabeth Beck-Gemshem (2003) Afirma que el cuidado es cosa de mujeres. Los recién llegados y los que mueren siempre fueron cuidados por mujeres. El problema surge cuando la mujer reclama su lugar en el mercado del trabajo y decide gestionar el cuidado de los otros usando otras estrategias. La misma da como ejemplo las abuelas profesionales, la figura de la abuela que cocina, teje, que cuenta historia. Habla también sobre como que existiera un instinto femenino del cuidado. Dice también que el cuidado formaba parte de la colección para toda la vida, como el matrimonio y la familia. La vergüenza de ser ciudadano: Sennett en su libro El Respeto, destaca la confunción de la dependencia. Deseada en el mundo privado. En un caso une, en el otro avergüenza. El horror liberal es la dependencia: una enfermedad que mata. El dependiente es inmaduro, es como un niño que no usa su intelecto, renunciando a su uso voluntariamente. Una inmadurez auto impuesta, no puede andar sin guía, no tiene coraje, no se atreve. Por eso se la humilla a las personas cuando se la trata como un niño. En una medida dice que se es libre cuando se suelta del adulto. Sennett cita al Historiador Philippe Aries para recordar hoy en día se alarga el periodo de dependencia, y que para ser adulto se requiere un tiempo de preparación y de formación extra para la vida, el trabajo, etc. Kant que se sale de la inmadurez pensando por sí mismos, sin guías. El respeto mutuo consiste en ejercer libremente la capacidad de decidir. Sennet dice que un liberal es un ciudadano que puede hablar y decidir. El pensamiento psicológico, permite que la dependencia puede ser separada de la vergüenza. La vergüenza separa a la gente y opaca la necesidad de los otros. Sennett identifica una práctica familiar entre educadores. Dice que no es sencillo entender por qué pedir ayuda avergüenza, humilla, o significa debilidad. Las cosas funcionan cuando el protegido pide libremente ayuda. Se evidencia aquí la confianza. Autonomía no es dependencia, es la capacidad de separarse de (y juntarse con otros). Se respeta a los demás cuando se le concede la autonomía. El desafío consiste en “aceptar en el otro lo que no entendemos”. Es indudable que uno aprende del maestro que admira, imitando sus gestos, pero se es autónomo cuando se puede hacer sin él. El otro me tiene que hacer falta, tiene algo que yo no tengo, aunque no lo entienda. Depender no es denigrante. El cuidado como hospitalidad y administración de la proximidad: Jacques Derrida oferta un análisis de la proximidad y de sus problemas. Trabaja con pares conocidos: familiar/extraño, público/privado, inclusión/exclusión, huésped/parasito. Distingue dos formas básicas de hospitalidad, una es absoluta incondicional. No se llega al huésped por deber. La otra tiene requisitos, es la que hospeda y asila porque debe asilar, pero quiere saber a quién. Una es la del encuentro casual, contingente, el que podría no suceder, pero paradójicamente es obligatoria, no se puede no recibir. Es un deber sin deber. La otra es la parte del parte, la lista, el legado, el examen, el cuestionario, el dime quien eres y te diré que derechos y obligaciones tienes. El sociólogo Bauman, escoge también la cuestión de la proximidad y contribuye a identificar la magnitud del problema al señalar el retroceso de la proximidad personal, de la contigüidad directa y cara a cara. La cercanía se vuelve borrosa. Un vínculo no es una conexión. Estar conectados supone algo distinto de estar vinculados. Conectarse demande de menos tiempo y esfuerzo, pero además cuesta muchos menos desconectarse que desvincularse. Eso que sucede a diario en el mundo virtual parece difuminarse por los ranuras de los encuentros reales. El cuidado como afecto magistral: Algunos investigadores han tomado como objeto de estudio lo que Ana Abramcwski (2003- 2006) denomina en sus textos afectos magisteriales. Rescata dos bloques del problema, la preocupación por el otro que consta de amores de cuidados y contenciones y el conocimiento del otro, que consta de saberes, conocimiento, adecuaciones. El primer caso los textos son erederos de Ana Arendt, todos recuerdan que algo amamos en los niños y señalan la tarea y la responsabilidad por venir. No es posible educar sin preocuparse por el otro. La preocupación es activa. Laurence Cornú la pensadora francesa aporta con dos pensamiento más, por un lado ese amar a los niños no tienen nada que ver con la compasión y si con el cuidado y la presencia. Por el otro “la situación entre ellos” y “nosotros” es la de una desigualdad de poder. Testifica que los niños no son de los educadores, son extraños y les son confiados a partir de su actividad o su función. Sabemos entonces que el amor por los niños no es ni único, ni natural, como tampoco lo es la preocupación afín. Quien dice amor dice rápidamente afecto. Si el maestro remplaza a la familia o se transforma en madre sustituta estamos pedagógicamente mal. Si el maestro se retira de la escena del cuidado, de la asistencia y de la contención, se des responsabiliza y se toma un poco más profesional. Diferentes versiones del cuidado: Enseñanza y cuidado no solo se enfrenta, si no que se requieren recíprocamente. Cada una de las prácticas, con sus particularidades, se fortalece cuando se combinan sin confundirse. Se olvida fácilmente que asistir es responder, es estar en el lugar del otro. El que asiste está presente. No es asilada la enseñanza de la asistencia. Nuestra fuerza podría utilizarse en el valor que adquiere, en la cultura en el cuidado a través de la enseñanza, el cuidado del otro a través de la enseñanza sistematizada de conocimientos. Probablemente, los especialistas interesados en la formación de los enseñantes contribuyan a despejar los obstáculos que se insertan en el encuentro que define toda acción educativa centrada en la enseñanza. Una educación se decide en un encuentro de larga data. Del educador con la cultura, del educador con los chicos, de los chicos con el mundo. En lo que compete al educador, para poder enseñar, se tiene que apropiar de los signos. Y si tiene que enseñar mejor tiene que apropiarse de más y mejores signos. Esa parece ser toda la dificultad. Ese es su encuentro primordial y a su multiplicación, nos abocamos. Contra el descuido y a favorecer la enseñanza.