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Bicentenario de la Independencia de
Esmeraldas
Historicidad resistente[1] Las historias de nuestro pueblo, sus actos de resistencia para
ser diferentes no empiezan con nosotros, por eso no deben terminar con
nosotros. Nuestras vidas actuales son herencia de la vida de los hombres y mujeres que
nos antecedieron pero también reflejos de sus actos de resistencia, por eso, nuestro
deber es conocerlas […]
Historicidad resistente[1]
Las historias de nuestro pueblo, sus actos de resistencia para ser diferentes
Las abuelas y abuelos llegados de la Otra Orilla solían advertir, con frases
parecidas, a quienes padecían la cobardía de vivir su existencia con pensamiento ajeno.
Franzt Fanon encontró la teoría y Aníbal Quijano la denominación: colonialidad. La jam
session que se armó poco después la buscó por el lado del cimarronismo afroamericano
o por el radicalismo de Malcolm X, „gente del campo‟, pero ellas y ellos se
denominaron el „Grupo Decolonial‟[4]. Por ahí andan sus textos
como rivieles mitológicos, con la linterna cognitiva en la punta del bongo. Del miedo a
pensar lo nuestro, aquello que está a la vuelta de la esquina, a la audacia intelectual de
ponerle fibra liberacionista a conocimientos y saberes de barrio y monte adentro.
Ha sido un alabao cantado desde sociedad mayor con sarcasmos tristones, con
próceres nimbados por exageraciones librescas y porque las familias terratenientes
esmeraldeñas se apresuraron al altar de una patria exclusiva. La raza (construcción de
humanidades desde el ser y el no-ser) y la clase social son los componentes de la
narrativa histórica de la costa pacífica colombo-ecuatoriana. Sobre todo la primera
predomina en la métrica histórica de los aportes libertarios.
¿Arrullo-blues vespertino? ¿O blues a secas? Por ejemplo, It’s the bluest blues
and it cuts me like a knife. It’s the bluest blues since you walked out of my life[9]. El sol
nacido Casa Adentro sostuvo sus lumbres con las narrativas de abuelas y abuelos y
quienes fueron convocados a “echarles tierra”[10], por eso nuestra narrativa del
Bicentenario de la Independencia de Esmeraldas, aquella de las comunidades negras es
diferente a la narrada desde la sociedad dominante esmeraldeña. La nuestra considera
que fue un proceso popular, colectivo, comunitario e intercultural, mientras la
nomenclatura reseñada, con abundancia de adjetivos, en los textos de historia, al uso y
abuso pedagógico, ganó y disfrutó de los privilegios por estar en lo alto de la escala de
valoración humana de la colonia y sin cambios pasó a la república. Esa equivocación
deliberada y sostenida de narraciones se mantendrá si se deja por fuera la Historia de
Esmeraldas. Todavía se la confunde con espectaculares relatos para álbum familiar. La
Región de las Esmeraldas, en la imprecisión de sus límites regionales, fue el escenario
territorial de luchas contrapuestas y complementarias: los esclavizados, en plan de
cimarronismo radical, por su libertad; los libertos por alcanzar una ciudadanía atisbada
en Haití; los indígenas por devolverse de los impuestos hasta por respirar; los criollos,
unos republicanos afrancesados y otros con la misma alma del colonialismo español,
consideraban el todo.
Awọn opo, awọn obinrin ati awọn ọkunrin, lati gbogbo awọn orilẹ-ede, ṣopọ![11]
Bibliografía consultada
[6] Redescubrimiento, poema de Antonio Preciado, del libro De boca en boca, Ecuador:
Quito, Ediciones Archipiélago, 2005, p.29.
[12] “Hay que tomarse en serio el pensamiento crítico de los colonizados en toda su
complejidad”, entrevista realizada por Luis Martínez Andrade, publicada
en METAPOLÍTICA, núm. 83, octubre-diciembre de 2013, p. 43.