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Morin, Edgar. 1999.

“Las cegueras del conocimiento : el error y la ilusión” en ​Los siete


saberes necesarios para la educación del futuro. ​Traducción de Mercedes Vallejo-Gómez,
Profesora de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín-Colombia con la
contribución de Nelson Vallejo-Gómez y Françoise Girard. Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura - 7 place de Fontenoy -
75352 París 07 SP - Francia. P.P 5-13.

Morin nos introduce al tema de su capítulo partiendo de que todo conocimiento conlleva el
riesgo del error y la ilusión. Como seres humanos estamos inmersos a un error, inmersos a
una ilusión y esto es un parásito del conocimiento, puesto que siempre se considera el error
como un obstáculo para la creación de un nuevo saber. Nos propone que la educación del
futuro debe afrontar este problema desde estos dos aspectos: el error y la ilusión; pues el
mayor error y la mayor ilusión está en no darles valor a estos mismos: subestimarlos . Por
último, cierra su introducción diciendo que Marx y Engels no escaparon al error, estos
filósofos plantean en su texto ​La ideología Alemana que el hombre siempre se ha elaborado
concepciones de él mismo, de lo que hace y de lo que debe hacer del mundo donde vive. El
autor desarrolla el texto proponiendo cinco puntos donde expone el tema del conocimiento y
divide su capítulo en los siguientes ítems: ​El talón de Aquiles; El Imprinting y la
normalización; La Noología: posesión; Lo inesperado; y, La Incertidumbre del
conocimiento​.
En ​El talón de Aquiles​, Morin afirma que toda transmisión de información o
comunicación de un mensaje, está atravesada por el riesgo del error. No hay conocimiento
que no esté amenazado por el error, todo lo que se percibe es al mismo tiempo una traducción
y reconstrucción cerebral a partir de signos captados y codificados, que estimulan los
sentidos. Entonces, siendo la visión nuestro sentido más confiable, no esta excento de los
innumerables errores de percepción, pues toda información o conocimiento que llega,
entiéndase conocimiento, como un reflejo de las cosas o del mundo exterior; está siendo
filtrado por nuestros códigos e imágenes. Este conocimiento está determinado por la
interpretación, lo que implica involucrar la visión del mundo y de sus principios de
conocimiento, apela a la subjetividad del conociente y su interior, de ahí resultan los errores
de concepción y de ideas que sobrepasan el control racional. En cuanto a los deseos, las
emociones se involucran y generan perturbaciones mentales aumentando el riesgo del error
asegura Morin y plantea, que es posible desaparecer o disminuir el riesgo del error
rechazando cualquier manifestación afectiva, pues cualquier sentimiento podría
enceguecernos, en contrapunto, sabemos que el desarrollo de la inteligencia es imposible
separarlo de la afectividad. El autor afirma que la afectividad puede asfixiar el conocimiento
pero que también puede fortalecerlo.
En la relación entre inteligencia y afectividad, el ser racional puede mermar y hasta
desaparecer, si hay una escasez de emoción; un comportamiento irracional puede ser el
resultado de una desconexión entre lo emocional y lo racional; con lo que reafirma el
filósofo, que la emoción no puede ser domada por la razón sino que deben complementarse,
​ l comportamiento racional está atravesado por la capacidad de la emoción.
Intellect-Affect. E
El autor expone tres tipos de error: ​El error mental, el error intelectual y ​el error de
la razòn;​ además, ​La ceguera paradigmática.​ ​Los errores mentales​, son resultado de nuestra
memoria que está sujeta a numerosas fuentes de error. Cada remembranza o vista al pasado
tiende a desconfigurar o adornar, de esta manera nuestra memoria se vuelve selectiva, es
decir, inconscientemente selecciona los recuerdos que más nos convienen, y los que no nos
generan una armonìa, los desfavorables, incluso los elimina. El ​self-deception, ​es la
posibilidad de mentirse a sí mismo; el egocentrismo, la capacidad de auto-justificaciòn, la
necesidad de ver en el otro el causante de nuestro error, esto hace que no sea posible ver el
error mismo porque cada uno no puede detectarlo en sí. Por esto, la memoria misma se ve
sujeta al error o la ilusiòn. ​Los errores intelectuales​, conduce a las teorías, doctrinas e
ideologías que se encierran en sì mismas y están totalmente convencidas de su verdad; y por
esto, estas están sujetas a errores. En ​El Error de la razòn​, para el intelectual la razòn permite
distinguir entre lo imaginario y lo real, entre lo subjetivo y objetivo. Así pues, Morin propone
que en la educaciòn del futuro es necesario introducir el ​principio de incertidumbre racional,
puesto que, si no se está en la capacidad de autoevaluarse, la racionalidad puede caer en una
ilusiòn racionalizadora; lo que significa que la verdadera racionalidad también es autocrítica,
además de crítica y teórica.
Según el sociólogo, ​La ceguera paradigmática​, es la organizaciòn de los conceptos, y
para él la educación debe tener en cuenta que la relación entre la verdad y el error, no son
solamente un juego de verificación empírica o de coherencia lógica de las teorías, sino, que
también juegan en lo invisible de los paradigmas. Para el filósofo también es importante,
tener en cuenta los paradigmas como: ​La promoción/selección de los conceptos maestros de
la inteligibilidad y ​La determinación de las operaciones lógicas maestras. L ​ a primera
obedece al orden estructural de los conceptos maestros que alejan o supeditan los conceptos
antinómicos, es decir, las ideas que se contraponen o contrastan al orden: el desorden, el
espíritu, la materia y el acontecimiento; de esta manera, consideramos que si el teatro es un
hecho que acontece, debe situarse o trabajar desde una tensión entre estos dos conceptos. En
la segunda, Morin hace referencia a la separación entre la naturaleza y lo humano, como
fuerzas opuestas que atraviesan el universo de extremo a extremo; la operación lógica que
determina los conceptos soberanos.
En El Imprinting1 y la normalización, el francés hace referencia al proceso específico
de aprendizaje en el cual muchas de nuestras determinaciones paradigmáticas están sujetas a
las convicciones y creencias de una sociedad, estas encierran el conocimiento en un
multi-determinismo de imperativos, normas, prohibiciones, rigideces y bloqueos. Para el
pensador, esto se conecta con el efecto de un conformismo que lleva a la ​normalización del
pensamiento y que a su vez conduce a eliminar lo discutible; volviéndose de esta manera, una
matriz que rige al conformismo cognitivo, proponiendolo como un ​Imprinting cultural​, es

1
El imprinting es un término que Konrad Lorentz propuso para dar cuenta de la marca sin retorno que imponen
las primeras experiencias del joven animal (como en el pajarillo que saliendo del huevo toma al primer ser
viviente a su alcance como madre ; es lo que ya nos había contado
Andersen a su manera en la historia de El Patito Feo).
decir, que marca a los humanos desde su nacimiento con el sello de la cultura familiar, su
vida escolar, universitaria y profesional. Por esto, la selección sociológica y cultural de las
ideas no obedece totalmente a una verdad objetiva.
Para el autor, ​La Noología: posesión, ​concibe las creencias y las ideas como seres
mentales que tienen vida y poder, y como consecuencia de esto pueden poseernos; para Marx,
“los productos del cerebro humano tienen el aspecto de seres independientes dotados con
cuerpos particulares en comunicación con los humanos y entre ellos”, ​cita Morin en su
artículo. Los mitos y las ideas, según el filósofo, han tomado forma a partir de fantasmas los
cuales son el resultado de nuestros sueños e imaginaciones, en el caso del mito; y las ideas
resultan reales a partir de nuestras inteligencias; con esta extensión nació desde el inicio de la
humanidad la noosfera, es decir, la esfera de las cosas del espíritu. Estos aspectos pasan por
el ser humano llevándolo a la conexión con las emociones como: el odio, el amor, el éxtasis o
el furor; para el pensador, alguien poseído es capaz de hacer lo que fuera por su creencia, por
un dios o por sus ideas, y estos, considerados demonios de ideas como en los griegos
“diamons” o incluso en el evangelio, nos conduce a una inconsciencia dándonos la ilusión de
ser hiper conscientes, es decir, vivimos en un mar de mitos que de cierta manera alimentan
las culturas, donde nuestros demonios de ideas nos llevan y nos dan una ilusión
hiperconsciente.
Según Morin, los individuos de una sociedad han sido domesticados por los mitos y
las ideas; éstos recíprocamente podrían domesticar sus ideas y de esta manera podrían
controlar la sociedad que los controla. La relación entre ideas y el hombre debe
complementarse, ser recíproca sirviéndose una al otro, dialogar, controlar y aplicar pruebas
de verdad y error entre sí. Peleamos contra las ideas con ayuda de las ideas, siendo así un
complemento entre individuo e ideas afirma el autor; en ese sentido, las ideas existen por y
para el hombre pero el hombre existe por y para las ideas, sugiere el complemento y la
confrontación con las ideas mismas
Lo inesperado, para el autor es la capacidad de concebir o la consciencia que se tiene
algo nuevo que pueda aparecer durante un proceso creativo, lo que significa que se debe tener
una estructura que permita el ingreso de eso nuevo que se puede encontrar. No cerrarse a la
seguridad de sus ideas, pues la novedad brota sin cesar y se debe contemplar de manera
consciente lo que no se espera.
En la ​incertidumbre del conocimiento​, el filósofo hace un llamado a desconfiar de los
propios productos (ideas), como un continuo control de evaluación entre nuestra mente y
nuestras ideas para evitar el idealismo y la racionalización; es decir, establecer este diálogo
para tratar de detectar la mentira a sí mismo. Necesitamos que las diversas fracciones de
nuestra mente se comuniquen e intercambien entre sí. Para concluir, el autor plantea estos
aspectos como elementos que permiten el entendimiento de un pensamiento complejo, es
decir, desarrollar una estrategia de pensamiento que no sea reductiva ni totalizante, sino
reflexiva. En ese sentido, podemos dar cuenta de la importancia de reconocer el error en un
proceso creativo como lugar de reflexión; además, de no contemplar algunos métodos como
caminos únicos o estáticos de composición artística; y finalmente, el valor del proceso en sí
mismo ya que nos revela el error como un generador de conocimiento nuevo.

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