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ESCUELA N° 9-004 NORMAL SUPERIOR

“GENERAL TORIBIO DE LUZURIAGA”

14 de abril de 2020
Estimados colegas,
La pandemia nos obliga (y nunca mejor dicho) a compartir habilidades y la experiencia de aprender,
de sostener colaborativamente nuestro “hacer-nos” cada día a nosotros mismos, como lo explica el gran
Paulo Freire. Nos mueve de las pocas certezas que teníamos. Nuestras clases no presenciales han
demandado mucha dedicación esfuerzo y tiempo de cada uno de nosotros, pero que también, han sido un
espacio de valioso aprendizaje. ¿Qué hemos aprendido (y seguimos aprendiendo)?
1. Que es necesario revisar nuestras propuestas educativas en tiempo de aislamiento. No podemos
gestionarlas como si fueran presenciales.
2. Que la heterogeneidad de estudiantes se incrementa: no sólo las diferencias individuales sino las
brechas socioeconómicas.
3. Que nuestra profesión nos demanda actualización, creatividad e innovación. Hay gente dispuesta
que sabe y nos enseña. Los grupos de WhatsApp de cada una de las áreas, por ejemplo, son espacios que
también podemos utilizar para compartir experiencias significativas, recursos útiles. Entre todos podemos
más.
4. Que, aunque estemos aislados, no estamos solos. Hay una comunidad educativa que nos abraza, que
nos espera y contiene. Todos estamos atravesando esta pandemia (sí, “atravesándola”) y con los colegas,
con nuestros Preceptores, con las autoridades podemos sobrellevar nuestra función docente. Aislados como
ausentes, encerrados en nosotros mismos, no vamos a lograrlo. Somos una comunidad.
5. Que los vínculos se construyen día a día, desde la escucha atenta.
¿Qué aspectos debemos seguir profundizando en nuestra labor docente?
Cada uno de nosotros, junto a Coordinadores de área, Coordinadores de modalidad, Preceptores,
integrantes del Servicio de Orientación y del Equipo directivo, podemos ir planificando espacios de tutoría
semanales que, como dice la Lic. Coronado: “son el corazón de este nuevo escenario”. Pensemos
posibilidades de aprendizaje real que se caractericen por:
1. ser espacios adecuados a las particularidades de nuestros estudiantes, aquellas que identificamos en
el diagnóstico de principio de año;
2. su suficiencia: alcanza con una tarea semanal, es costoso e imprudente enviar tareas todos los días o
proponer extensas listas de actividades. Podemos ir repensando qué tarea harían en clase
presencial, en el aula a nuestro lado para calcular el tiempo de les demanda hacer esas mismas
actividades en sus casas;
3. su sistematización y organización: cada actividad que proponemos es parte de una secuencia
didáctica completa que tiene una finalidad pedagógica, y se planifica de acuerdo a la carga horaria
semanal. Constituyen nuestra propuesta de enseñanza, no estímulos aislados. Están enmarcadas en
la planificación cuatrimestral que debemos presentar en abril (hasta el 23 de abril).
4. la claridad y concisión: pensemos en mensajes que sean claros, consignas precisas, sencillas y cortas;
5. demanda mucho seguimiento y acompañamiento, porque implica hacerle saber al estudiante que no
está solo aprendiendo, que seguimos a su lado, que seguimos cerca, aunque nos distancien
kilómetros. Son las ventajas que nos da la tecnología;
6. ser espacios que los convoque a pensar, a comunicar sus ideas, a leer, a jugar. Por eso, debemos
centrarnos en las capacidades que buscamos promover en los jóvenes. Los contenidos y saberes son
los insumos para desarrollarlas, no son el fin de este proceso. Desde esta perspectiva podemos
incluir a estudiantes con discapacidad, estudiantes con ritmos más lentos de aprendizaje,
estudiantes con dificultades, o sea, a todos. Las tareas que enviemos deben ser significativas. No
debemos enviar actividades porque sí, solo para mantener ocupados a los alumnos. Intentemos que
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“GENERAL TORIBIO DE LUZURIAGA”

generen un desafío digno de ser enfrentado y pongan en juego su creatividad y los ayude a
desarrollar curiosidad.
7. la moderación:
 de los niveles de exigencia:
 respecto de la cantidad de tarea semanal: una tarea semanal es pertinente. Al
publicar la tarea, debemos estimar el tiempo que le llevará al estudiante su
realización, así, organizamos mejor la distribución de los tiempos de estudio
de cada alumno.
 respecto a la lectura de bibliografía que harían en el cursado que se calcula en
alrededor de 10, y no menos de 5 páginas semanales);
 del nivel de dificultad. Si las actividades son muy fáciles, es probable que los estudiantes se
aburran. Un poco de desafío, siempre, pero en su justa medida. Intentemos que sean los
jóvenes quienes realicen las actividades. Si por ser aburridas o difíciles, terminan
haciéndolas los adultos, todo el esfuerzo que estamos haciendo por garantizar la
continuidad pedagógica, no tiene valor.
8. una variedad de recursos disponibles. Los recursos son útiles para ilustrar, introducir, complementar
las explicaciones y mediar los saberes que se abordan. Utilicemos videos cortos, audios,
publicaciones periodísticas, presentaciones Prezi, Power Point, guías de lectura, etc. que puedan
colaborar con la enseñanza.
9. diversidad de soportes: si bien hemos priorizado el recurso informático y la telefonía celular, por las
características de nuestros estudiantes no todos tienen fácil acceso a estos recursos. Podemos
pensar en cuadernillos impresos diseñados por nosotros o bien, los propuestos por la DGE. En
cualquiera de los casos los costos económicos no los solventamos los docentes. Además,
procuremos evitar enviar material para imprimir. No todos tienen esa posibilidad. Busquemos
alternativas y oportunidades;
10. variedad en la propuesta de evaluación formativa que podemos implementar: actividades, soportes,
agentes. Olvidémonos si se copian, si estudian de memoria, o si los ayudan, si cortan y pegan
información. Vayamos más allá, y pensemos en cómo evaluar para que aprendan, no para que
aprueben. Aprobar, debe ser una consecuencia de aprender. La educación no presencial se
caracteriza porque sus evaluaciones son producciones, implican hacer uso de los saberes aprendidos.
 Pueden ser grupales y cooperativos o individuales (depende de las posibilidades reales de
“encontrarse” virtualmente los estudiantes),
 Deben tener un tiempo de entrega que permita su elaboración y producción (no pueden ser
de un día para el otro),
 Implican una devolución por parte del docente y, en muchas oportunidades, una calificación
que podemos registrar en el sistema GEM. En este proceso los padres deben estar
informados, más que nunca de las trayectorias, para poder asistir a los hijos cuando sea
posible.
 Involucran saberes que se han desarrollado de manera virtual,
 Son producciones que requieren reflexión para su elaboración, no mera repetición de
contenidos (esos se “copian y pegan”),
 Se proponen diversos recursos y tipos textuales para su explicitación: presentaciones Prezi,
Power point, vídeos, collage, etc.; textos escritos, opiniones, resoluciones de casos, etc.
Si bien sigue habiendo desafíos, estamos trabajando todos juntos para darle pelea al coronavirus y
salir fortalecidos. Estamos aprendiendo todos: nuestra Escuela Normal, los estudiantes, las familias, otras
instituciones. Reconocemos los logros para seguir avanzando y damos “una vueltita más” al reformular
aquello que podemos optimizar. ¡Vamos! ¡Sigamos explorando formas de acercarnos en la distancia!

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