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¿Qué es el idealismo el arte de gobernar?

Un nuevo arte de gobernar que comenzó a formularse, a pensarse, a bosquejarse más o


menos a mediados del siglo XVIII, se caracteriza en esencia por la introducción de mecanismos
a la vez internos, numerosos, complejos, pero cuya función -en este aspecto, si se quiere, se
marca la diferencia con respecto a la razón de Estado- no consiste tanto en asegurar un
aumento de la fuerza, la riqueza y el poder del Estado, crecimiento indefinido del Estado, como
en limitar desde adentro el ejercicio del poder de gobernar. Sus mecanismos, nuevo en sus
efectos, nuevo en su principio. Aunque sólo lo es hasta cierto punto, porque no debemos
imaginar que constituye la supresión, la borradura la abolición, la Auflíe bungy como prefieran,
de esa razón de Estado de la que traté de hablarles la vez pasada. ese arte de gobernar entre
un máximo y un mínimo, y mejor más cerca del mínimo que del máximo, pues bien, debe
considerarse como una especie de duplicación o, en fin, de refinamiento interno de la razón de
Estado; es un principio para su maritenim lento, pata su desarrollo más exhaustivo, para su
perfeccionamiento. Digamos que no es algo distinto de la razón de Estado, no es un elemento
externo y negador de ésta; es más bien el punto de inflexión de la razón de Estado en la curva
de su desarrollo.

¿Cómo el mercado se vuelve el régimen de la verdad?

Sentido se convierte en un lugar de verdad-, el mercado no sólo pone en evidencia los


mecanismos naturales, sino que estos mecanismos, cuando se los deja actuar, permiten la
formación de cierto precio que Boisguilbcrtá llamará precio "natural", los fisiócratas
denominarán "buen precio" y a continuación se calificará de "precio normal"; en fin, no
importa, cierto precio natura!, bueno, normal, que va a expresar la relación adecuada, cierta
relación adecuada. Entre costo de producción y amplitud de la demanda. El mercado, cuando
se lo deja actuar por sí mismo en su naturaleza, en su verdad natural, si se quiere, permite la
formación de un precio determinado que de manera metafórica se llamará precio verdadero y
a veces se denominará además precio justo, pero que ya de ningún modo acarrea consigo esas
connotaciones de justicia. Será cierto precio que va a oscilar en torno del valor del producto.
los precios, en cuanto se ajustan a los mecanismos naturales del mercado, van a constituir un
patrón de verdad que permitirá discernir en las prácticas gubernamentales las que son
correctas y las que son erróneas. En otras palabras, el mecanismo natural del mercado y la
formación de un precio natural van a permitir -cuando, a partir de ellos, se observa lo que hace
el gobierno, las medidas que toma, las reglas que impone— falsear y verificar la práctica
gubernamental. Será el mercado, por consiguiente, el que haga que un buen gobierno ya no
sea simplemente un gobierno que actúa en la justicia. El mercado hará que el buen gobierno
ya no se limite a ser un gobierno justo. Ahora, por el mercado, el gobierno, para poder ser un
buen gobierno, deberá actuar en la verdad.

El mercado debe decir la verdad, debe decir la verdad con respecto a la práctica
gubernamental. En lo sucesivo, y de una manera simplemente secundaria, será su papel de
veridicción el que rija, dicte, prescriba los mecanismos jurisdiccionales o la ausencia de
mecanismos jurisdiccionales con los cuales deberá articularse.

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