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“COLOMBIA PAIS DONDE LA CORRUPCION HACE DEL SISTEMA

POLITICO UN SISTEMA MEDIOCRE”

La conversación ha cambiado en Colombia. La ira y el rechazo que


producían las noticias de masacres, desplazamientos y
desapariciones en las regiones del país por la guerra han dado el
relevo a la indignación por la corrupción. El campo colombiano
sigue viviendo la desigualdad, la exclusión y los coletazos del
conflicto armado ahora en forma de disputas por el botín del
narcotráfico. Pero los escándalos por los sobornos de Odebrecht, el
tráfico de influencias en la Corte Suprema y el robo sistemático de
recursos en ciudades emblema como Cartagena de Indias se
apoderan de las emociones de los ciudadanos. Colombia ocupa el
puesto 96 de 180 países con mayor índice de Percepción de
Corrupción (IPC). En una escala de 0 a 100, donde cero es muy
corrupto y cien muy transparente, desde hace cuatro años el país se
mantiene en una calificación de 37/100, según Transparencia
Internacional. Colombia tiene la misma calificación que Brasil,
Panamá y Perú. Y se ubica por encima de países como Salvador,
Bolivia, Ecuador y México. Aunque es difícil cuantificar el costo de la
corrupción en el país, en su última rendición de cuentas, el ex
contralor general Edgardo Maya afirmó que este flagelo le cuesta a
Colombia $50 billones de pesos al año, es decir, casi un billón de
pesos por semana.

Algunos casos
En Cartagena, en siete años ha habido 15 alcaldes. De hecho, el
anterior presidente, Juan Manuel Santos, dijo: “Me daría vergüenza
hacer un nuevo decreto para nombrar otro alcalde. En siete años
he- firmado 14 decretos”. El último fue firmado por el actual
presidente- Iván Duque, el pasado 18 de septiembre. En Riohacha,
La Guajira, el pasado viernes se posesionó el noveno alcalde en los
últimos tres años. Y en el Atlántico, se registró el primer caso en la
historia de Colombia de pérdida de investidura por sobrepasar
topes de financiación electoral. De acuerdo con el magistrado
Germán Bula, presidente del Consejo de Estado, lo máximo
permitido son $800 millones y dentro del expediente contra Aida
Merlano, exrepresentante a la Cámara, se contabilizaron
movimientos de recursos por más de $1.730 millones. En las últimas
décadas el país ha atravesado momentos graves en los cuales los
hechos de corrupción han sido protagonistas desafortunados. Tal
ha sido el caso del proceso 8.000 a mediados de los noventa o la
parapolítica a inicios del presente siglo, junto con una larga lista de
escándalos de corrupción que han afectado gravemente sectores, la
salud, la educación, el sistema pensional y de seguridad social, la
defensa y seguridad nacional, el sistema financiero, entre muchos
otros. Desde hace muchos años la criminalidad vinculada al
narcotráfico y el contrabando han permitido que en distintos
lugares del país persistan entornos favorables a economías
criminales que encuentran en la corrupción un vehículo de
operación muy rentable. in duda la corrupción no es un problema
nuevo, sin embargo, los actos de corrupción que evidenciamos hoy
son mucho más complejos que antes pues involucran una amplia
variedad de actores, se realizan de manera ágil mediante técnicas
difíciles de prevenir y rastrear, y generan impactos mucho más
amplios sobre la sociedad, la democracia, los derechos humanos y
la economía. Transparencia Internacional ha denominado estas
situaciones como “gran corrupción”, entendidas como el abuso del
poder de alto nivel que beneficia a unos pocos a costa de muchos,
causa daños muy serios y extendidos sobre la toda la sociedad y los
individuos, y que- usualmente queda en la impunidad. La gran
corrupción es un crimen que viola derechos humanos y por lo tanto
merece un castigo de las mismas proporciones del daño que
genera. Varios de los casos de corrupción que ha conocido el país
entran dentro de esta descripción afectaciones al programa de
alimentación escolar, el cartel de la hemofilia, el desvío de recursos
del sistema de salud, la alteración ilegal de registros de tierras, el
saqueo de recursos para sistemas de acueducto y saneamiento
básico, la manipulación de procesos judiciales contra parapolíticos,
entre muchos otros. La lucha contra la corrupción puede precisar
ciertas medidas de cambio legislativo, pero, sobre todo, requiere un
aumento de los medios personales y materiales para la prevención
y erradicación. Disponemos de la segunda plantilla de personal más
pequeña por cada mil habitantes en la zona euro que se dedica a
inspección fiscal. Sólo Italia está peor que nosotros. La adscripción
de personal especializado resulta tanto más importante cuanto que
los corruptos recurren a métodos cada vez más refinados para el
delito. El mejor pacto contra la corrupción sería el acuerdo de los
partidos de poner a disposición de la Fiscalía Anticorrupción, y de
los juzgados que están investigando estos delitos, los medios
personales y materiales que precisen para extirpar este problema.

MARLON ECHAVEZ PALMERA

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