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Reseña histórica de la Revisoría Fiscal en

Colombia

En Colombia, la revisoría fiscal cuenta con un largo recorrido


institucional, caracterizado por algunos momentos clave que
marcaron el camino de la misma. Esta figura inició su
estructuración legislativa en 1931, cuando tuvo nacimiento
jurídico con la expedición de la Ley 58. Aunque el objetivo
principal de dicha ley era el de crear la Superintendencia de
Sociedades Anónimas, con ella se establecieron también las
limitaciones e incompatibilidades de quien ejerciera como
revisor fiscal, señalando aspectos como los grados de afinidad
y consanguinidad, y la prohibición a tener titularidad sobre
acciones de las sociedades que fiscalizaba.

Sin embargo, la ley citada entró en vigencia solo hasta el año


1937, lo que indica que aunque fue la primera en hablar de
revisoría fiscal, no fue la primera en ser aplicada en el tema,
pues en 1935 se promulgó la Ley 73 en la que se establecieron
las funciones que debían cumplir los revisores fiscales en las
sociedades; además, señaló que el nombramiento del revisor
fiscal lo debía realizar la Asamblea General de Accionistas, y
que su período debía ser igual al del gerente, contando además
con la posibilidad de ser reelegido en el cargo.

En la década de los 50’s, con la expedición de los Decretos


2521 en 1950 y 2373 en 1956, se determinó que el revisor fiscal
no solo firmaría los estados financieros, sino que también
debería emitir una opinión sobre su preparación y fidelidad con
respecto a los libros de contabilidad; durante esta misma
década, el ejercicio de la revisoría fiscal se convirtió en privativo
de los contadores públicos, pues con la expedición del Decreto
2373, se le confirió dicha exclusividad al profesional de la
Contaduría Pública.
Posteriormente, en el año 1960 se expidió la Ley 145, a través
de la cual se dictaron nuevas disposiciones para el ejercicio de
la Contaduría Pública en Colombia, eliminando la categoría de
contador inscrito y dejando únicamente la categoría de
contadores públicos; además de lo anterior, la ley citada derogó
el Decreto 2373 de 1956, pero conservó la obligatoriedad por
parte de las sociedades de tener revisor fiscal y de que los
mismos fuesen contadores públicos; con dicha ley también se
determinó la inhabilidad del contador para dar fe pública cuando
se encuentre en una relación de dependencia laboral,
exceptuando de dicha disposición a los revisores fiscales.

Posteriormente, en 1971 con la expedición del Decreto 410


(Código de Comercio), se establecieron en los artículos 203 a
217, las compañías que debían tener Revisor Fiscal, se reguló
la elección del mismo, se resaltaron las funciones e
incompatibilidades, y se establecieron parámetros en cuanto al
contenido del dictamen e informe que éste emitiera.

Finalmente en 1990, mediante la Ley 43, se describió la


Revisoría Fiscal como una actividad relacionada con la ciencia
contable, se dispuso la observación de las Normas de Auditoría
Generalmente Aceptadas en el desarrollo de su ejercicio, y se
ordenó la elaboración de papeles de trabajo en donde se
evidenciara la gestión realizada en una organización.

Por último, se encuentra la consideración actual de revisoría


fiscal en Colombia en donde es catalogada como “una
institución a la que le corresponde por ministerio de la ley el
control de fiscalización de los entes, para garantizar el correcto
desempeño y la transparencia e idoneidad de las operaciones
económicas, su sujeción a las normas legales, así como la
eficacia y eficiencia de la gestión administrativa. Todo ello sin
perjuicio de la responsabilidad social con la comunidad, en
protección del interés público.”[1]
[1] CTCP, Orientación Profesional del 21 de junio de 2008,  p.
2.

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