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Cuatro secretos para

una vida fructífera


Sabemos que es importante dar fruto. Al final de los tiempos,
seremos evaluados por cuanto hicimos o dejamos de hacer. De
hecho, la única forma de conocernos como discípulos de Jesús
es por nuestros frutos[1], por lo tanto, es importante tener fruto
que permanezca, para que todo lo que pidamos nos sea
dado[2].

La primera cosa para dar fruto es que debemos echar raíces.


Por eso, Jeremías decía que echaríamos raíces junto a la
corriente, es decir, junto al mover y fluir del Señor[3]. Conocí al
pastor Cash en una cruzada de milagros. Me fascina la unción,
sin embargo, al conocer Casa de Dios, vi que Noches de Gloria
es solo la punta del iceberg que tenía impresionantes
fundamentos en la Palabra, en el modelo de Jesús. Si queremos
echar raíces, debemos estar junto a corrientes de agua viva,
junto al Señor. Las raíces son la base de la planta. Los robles son
fuertes porque tienen cientos de kilómetros de raíces bajo el
suelo. Los cactus son capaces de dar fruto en medio del desierto
porque sus raíces son profundas.

Debemos meditar en la Palabra, andar con Dios es lo que te


hace dar frutos y prosperar en todo[4]. Yo he cometido muchos
errores, todos pasamos momentos terribles. A veces, como
ministros tendemos a depender de la unción de alguien más.
Está bien tener un mentor, alguien a quien imitar en la fe, pero
también debemos asumir nuestra responsabilidad. El modelo de
Jesús no crece en tu iglesia porque sea bueno, sino porque tú
echas raíces en ese modelo. Si no meditamos en la Palabra y
oramos, no podremos hacer crecer nuestras raíces, esas que
nos mantendrán vivos en tiempo de sequía. Necesitas pasar
tiempo con el Señor en intimidad. Cuando estamos metido con
Dios, fortalecemos nuestras raíces[5].

 
El segundo principio es eliminar las malezas. La Palabra nos
habla de aquellos que no dan fruto porque son ahogados por los
afanes del mundo. ¿Qué se necesita para que crezca la maleza?
¡Nada, crece sola! Conozco gente que va bien en su relación con
el Señor, pero se desvía por la cuestiones del mundo. No debes
desenfocarte, por supuesto que hay buenas ideas para
desarrollar, sin embargo, si te distraen de tu llamado, debes
eliminarlas. Hay cosas que no son necesariamente pecado, pero
son distractores. Claro que no podemos ser de doble ánimo,
sirviendo y viviendo en pecado, pero es bueno hacer un
inventario de otro tipo de maleza como la preocupación de lo
cotidiano. La segunda maleza son las riquezas porque pueden
desvirtuar lo que el Señor quiere. Las riquezas solo son
herramientas para alcanzar nuestros objetivos. Debemos servir
a Dios, no al dios de la riquezas. La tercera maleza es el placer
que ahoga el crecimiento espiritual. Ninguna otra actividad
puede ser más importante que el Señor. Los pastores estamos
casados con la iglesia, debemos estar en medio de nuestra
congregación, no se puede crecer si estás en otros países. Debe
haber prioridades, si quieres fruto ministerial es necesario
permanecer junto a tus ovejas. Que los viajes no se conviertan
en maleza. Hay que enfocarse en lo que Dios quiere.

Otro principio para dar fruto es cooperar con Dios, quien


busca limpiarnos, podarnos[6].  Yo pensaba que podar se refería
a limpiar la hoja, pero es cortar partes que limitan el crecimiento
de la planta[7].¿Qué sucede con los jardines? Hay que podar las
plantas, incluso cortar mucho de estas. No nos gusta eliminar
cosas, personas o situaciones, pero es necesario para dar fruto.
Tuve que ser podado en mi orgullo, títulos y oportunidades,
cooperé con Dios. ¿Qué debes hacer cuando estás siendo
podado? Dar gracias al Señor y colaborar con lo que Él busca
eliminar. No lamentes si se va gente, porque Dios tiene
personas genuinas, con bello corazón que fortalecerán tu vida y
ministerio. La poda es buena, duele, pero es necesaria. Cuando
venga la poda, levanta las manos y adórale, dale gracias porque
Él sabe lo que hace. Nunca confundas poda con castigo, porque
la poda es bendición. El castigo se lo llevó Jesucristo en la cruz.
Déjate podar y espera la cosecha. La Biblia dice que el agricultor
espera el fruto con paciencia, así que espera lo que vendrá. La
obra es del Señor, por lo tanto, no importa lo que venga, Él te
levantará.

 
El cuarto principio es morir a nosotros mismos para llevar
fruto, crecer y madurar en el interior antes que en el
exterior[8]. Dios nunca permite el crecimiento externo sin un
crecimiento interno. No hay nada más peligroso que crecer
rápido por fuera y crecer lento por dentro. Todo se derrumbará
si no creces primero en tu interior. Eso es una bomba de tiempo.
No hay nada peor que el éxito público mezclado con fracaso en
lo íntimo. Dile: “Señor, hazme crecer, crece en mí, que yo
mengüe, para darte mucho fruto.” No renuncies a tu esfuerzo,
nunca lo hagas, porque Dios te avivará, te dará nuevas fuerzas
para dar mucho fruto en el Señor.

[1] Juan 15:8 asegura: En esto es glorificado mi Padre, en que


llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.

[2] Juan 15:16 explica: No me elegisteis vosotros a mí, sino que


yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis
fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

[3] Jeremías 17:7-8 dice: Bendito el varón que confía en Jehová,


y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado
junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y
no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y
en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.

[4] Salmo 1:2-3 asegura: Sino que en la ley de Jehová está su


delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol
plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su
tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.

[5] Proverbios 12:3 afirma: El hombre no se afirmará por medio


de la impiedad; Mas la raíz de los justos no será removida.

 
[7] Juan 15:1-2 confronta: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es
el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y
todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.

[8] Juan 12:24 asegura: De cierto, de cierto os digo, que si el


grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si
muere, lleva mucho fruto.

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