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Resumen
El elemento más significativo de una identidad cultural, junto a la fe religiosa, lo constituye la lengua
con la que se comunica un pueblo. El trabajo evangelizador de los misioneros en los albores de la
historia hispanoamericana fue esencial para la extensión de la lengua castellana. Esta se erige desde
entonces en el tronco común de nuestra identidad. Pero también ese trabajo misionero fue primordial
para preservar las lenguas aborígenes que matizan regionalmente nuestro continente, haciéndolo a la
vez multilingüe. Esto fue posible por el proceso de inculturación del Evangelio dado a partir de los
catecismos bilingües mandados por los Concilios Provinciales hispanoamericanos en el Siglo XVI.
Palabras Clave
Inculturación – Misioneros – Concilios Provinciales – Lenguas Aborígenes – Mestizaje – Catecismos.
Abstract
The most significant component of cultural identity, together with religious faith is the language with
which a people communicates. The evangelizing work of the missionaries at the dawn of Latin
American history was essential for the spread of the Spanish language. This stands since then in the
shared core of our identity. But, at the same time, that missionary work was essential to preserve the
aboriginal languages that characterize the diversity of our continent, making it the multilingual land it
is today. This was made possible by the process of inculturation of the Gospel given by the bilingual
Hispanic American catechisms sent by the Provincial Councils in the sixteenth century.
Keywords
Inculturation - Missionaries - Provincial Councils - Aboriginal Languages – Ethnic encounters -
Catechisms.
Introducción
1
Instituto Superior de Profesorado Pbro. Dr. A. M. Sáenz - Universidad del Salvador.
2
2
ELISA LUQUE ALCAIDE, “El Primer Ciclo Evangelizador Hispano y Luso-Americano (Siglo XVI)”, en
Dos mil años de evangelización, Los grandes ciclos evangelizadores, XXI Simposio Internacional de
Teología de la Universidad de Navarra / edición dirigida por Enrique de la Loma, y otros, Pamplona,
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2001, p. 260.
3
Luque Alcaide pone de relevancia acertadamente la calidad del episcopado hispanoamericano. En los
primeros años se habían destacado Julián Garcés, obispo de Tlaxcala (1527-1548), que defendió la
evangelización y derechos de los indígenas ante el papa Paulo III y fue el motor de la encíclica Sublimis
Deus; Juan de Zumárraga, primer obispo de México, llevó la imprenta a su sede para publicar catecismos
y otros instrumentos pastorales y culturales; Vasco de Quiroga, obispo de Michoacán, que con sus
pueblos-hospitales consolidó el cristianismo de los naturales en su diócesis; Jerónimo de Loaysa, primer
obispo y arzobispo de Lima, que promovió la evangelización con su Instrucción para curas de indios, de
1545, en los años difíciles de la guerra civil en el Incario; y después de Trento, Toribio de Mogrovejo,
segundo arzobispo de Lima, y Pedro Moya de Contreras, tercero de México, que impulsaron, en los
concilios provinciales III Limense (1582- 83) y III Mexicano (1585), la reforma eclesiástica, la
evangelización y la protección de los indígenas. Por ello estos son “los de mayor importancia por su
influjo en los concilios y sínodos posteriores, no sólo de la época hispánica, sino hasta finales del siglo
XIX.” Los textos de Concilios Limense III y Mexicano III se convirtieron finalmente en ley eclesiástico-
civil para todas las Provincias de Indias, así como los decretos del concilio tridentino lo habían sido para
3
todo el Imperio. Cada doctrinero, parroquia o convento debía tener dichos textos y serían examinados por
lo contenido en ellos. Cfr. E. LUQUE ALCAIDE, “El Primer Ciclo...”, p. 269.
4
JOSEP-IGNASI SARANYANA, “Sobre los orígenes del cristianismo en América, Historia doctrinal de una
polémica”, en Anuario de Hstoria de la Iglesia, Volumen I, Pamplona, Universidad de Navarra, 1992, p.
281.
5
Aparentemente, el primero que utilizó el término inculturación, pero como adjetivo, fue José Masson,
profesor jesuita de la universidad Gregoriana, cuando escribió en 1962, en vísperas de la apertura del
Concilio Vaticano II: «La más urgente necesidad de hoy es un Catolicismo inculturado en la existente
variedad de formas». La misma forma adjetivada empleó la Federación de Conferencias Episcopales
Asiáticas en su primera asamblea de 1974, al hablar de «una Iglesia indígena e inculturada». Quien
primero sustantivó el adjetivo, fue la 32.ª Congregación General de la Compañía de Jesús, celebrada de
diciembre a abril de 1975, escribiendo repetidamente en sus documentos el vocablo inculturación. En
base a esta documentación, su Prepósito general, Pedro Arrupe, dirigió en 1978 a toda la Compañía un
decreto en cuyo título aparece normalizada la terminología de inculturación. Esta sustantivación
significaba no una mera adaptación externa al medio, sino una integración y transformación voluntaria
que ha de llevar a la «evangelización de las culturas y desde las culturas». (Cfr. JOSÉ RODRÍGUEZ DÍEZ,
“Transculturación, Interculturación, Inculturación (Enculturación)”, en: Religión y Cultura, L, 2004, p.
31.)
6
El término aculturación había sido acuñado por antropólogos estadounidenses, a finales del siglo XIX,
como W. H. Holmes (1886), Franz Boas (1896), W. J. McGee (1898), pero es a partir de la década de
1960 cuando comienza a utilizarse más a menudo para designar el proceso antedicho. (Cfr. JOSÉ
RODRÍGUEZ DÍEZ, “Transculturación....”, p. 23.)
7
JOSÉ RODRÍGUEZ DÍEZ, “Transculturación…”, p. 24.
4
inspiración y al mismo tiempo en norma y fuerza de unificación que transforma recrea y relanza esa
cultura.8
8
MARCELLO AZEVEDO, “Inculturation and the Challenges of Modernity”, en Inculturation: Working
Papers on Living Faith and Cultures, 1, Roma, Pont. Univ. Gregoriana e Pont. Inst. Biblico Editrice),
1982. El texto en castellano puede ser consultado en línea en:
http://www.mercaba.org/DicTF/TF_inculturacion.htm [consultado el 29/5/16]
9
E.LUQUE ALCAIDE, “El Primer Ciclo...”, p. 266.
10
Las dificultades en las traducciones de los dogmas y conceptos cristianos en lengua aborigen se
hicieron patentes desde el inicio, pero estas dificultades pueden considerarse como parte del trabajoso
proceso de creación de una nueva cultura mestiza. En México, por ejemplo, se toparon por primera vez
con que debían expresar en las palabras del otro, incluso utilizando los conceptos del otro, realidades
culturales muy diferentes. Esta dificultad provocó, a la larga un gran mestizaje, porque lo castellano se
enriqueció con los modos aztecas, mientras que lo mexica ganó con las aportaciones de los castellanos.
Ver JOSEP-IGNASI SARANYANA, “A qué llamamos pensamiento novohispano y por qué lo estudiamos”, en
Pensamiento Novohispano, N° 14, Toluca, México, Universidad Autónoma del Estado de México, 2013,
pp. 17-35.
5
A. (…) En vano ha sido vuestra venida, porque nosotros bien conocemos y tenemos por Dios aquel
por quien todos vivimos, y le honramos y reverenciamos y adoramos, a éste ofrecemos papel y copal y
sangre; en su presencia matamos hombres y niños, animales y aves, y le ofrecemos corazones y
muchas otras cosas, y de veinte en veinte días le hacemos fiesta. Esta costumbre nos dejaron nuestros
antepasados, los reyes y caballeros que nos han regido, ¿qué otra cosa nos queréis enseñar?
B. Estas cosas dichas, amigos nuestros, todas las habemos visto con nuestros ojos y sabemos que
pasan así, y tenemos entendido que no tan solamente un dios, sino muchos, y las estatuas de piedra y
de madera las tenéis por dioses. Al uno lo llamáis Tezcatlipuca, a otro Quezalcoatl, a otro
Vicilubuchtli, etcétera; y a cada uno llamáis dador de la vida y ser y conservador de ella. Y si ellos
son dioses dadores del ser y de la vida: ¿Por qué son engañadores y burladores? ¿Por qué os
atormentan y fatigan con diversas aflicciones? Esto por experiencia lo sabéis: que cuando estáis
afligidos y angustiados con impaciencia los llamáis de putos y bellacos, engañadores, viejas
arrugadas. 13
11
JOSEP-IGNASI SARANYANA, “A qué llamamos…”, p. 18.
12
JOSEP-IGNASI SARANYANA, “A qué llamamos…”, p. 20.
13
Coloquios y Doctrina Cristiana con que los doce frailes de San Francisco enviados por el Papa Adriano
sexto y por el Emperador Carlos quinto convirtieron a los indios de la Nueva España en lengua mexicana
y española, Manuscrito Vaticano, fols. 32r – 33r, en: JUAN GUILLERMO DURAN, Monumenta Catechetica
Hispanoamericana (Siglos XVI – XVIII), Volumen Primero (Siglo XVI), Buenos Aires, Publicaciones de
la Facultad de Teología de la UCA, 1990, p. 333 – 335.
6
B. Habéisnos dicho que no conocemos a aquel por quien tenemos ser y vida, y que es Señor del cielo
y de la tierra. Asimismo decís que los que adoramos no son dioses. Esta manera de hablar hácesenos
muy nueva y esnos muy escandalosa. Espantámonos con un decir como éste, porque los padres y
antepasados que nos engendraron y rigieron no nos dijeron tal cosa. Mas, antes, ellos nos dejaron esta
costumbre que tenemos de adorar nuestros dioses, y ellos los creyeron y adoraron todo el tiempo que
vivieron sobre la tierra. Ellos nos enseñaron de la manera que los habíamos de honrar; y todas las
ceremonias y sacrificios que hacemos, ellos nos los enseñaron.
A. Estad, pues, ahora muy atentos para que oigáis y entendáis las cosas que mucho os conviene saber.
El verdadero y solo Dios y Señor que os venimos a predicar, llámase fuente de ser y vida, porque él da
ser y vida a todas las cosas y por su virtud vivimos. Él es el verdadero Ypalnemoani, al cual vosotros
llamáis, aunque nunca le habéis conocido. Este nombre a sólo él conviene, porque él hizo todas las
cosas visibles y no visibles.15
14
Como hace notar Saranyana, “el trasvase significaba no sólo una traducción de los términos, sino crear
muchos neologismos y, sobre todo, pensar las categorías de una cultura en el marco de otra”. Ver JOSEP-
IGNASI SARANYANA, “A qué llamamos…”, p. 22.
15
Coloquios y Doctrina…, fols. 37r – 38r, en: J.G. DURAN, Monumenta…, Vol. I, p. 344.
16
J. G. DURAN, Monumenta…, Vol. I, p. 344.
17
Esta estrategia misional nos hace recordar la empleada por San Pablo en la evangelización de los
atenienses durante la famosa predicación en el areópago, cuando el Apóstol les habla del Dios
desconocido al que los griegos habían erigido un altar, para predicarles la novedad del cristianismo
identificando ese Dios desconocido con Cristo.
18
JUAN GUILLERMO DURÁN, “Los concilios hispanoamericanos y las comunidades indígenas (Siglo XVI).
El método de socialización: aplicaciones y denuncias de agravios”, en Anuario Argentino de Derecho
Canónico, 18, Buenos Aires, UCA, 2012, p. 195.
7
La Iglesia, sin haber todavía terminado su fundación, se encuentra sin antecedentes, ante la magna
tarea de fundar una Iglesia para los indios. En la historia de los concilios provinciales y sínodos
diocesanos, existen muy pocos que sean auténticamente "misioneros", y deberemos remontarnos a los
tres primeros siglos del cristianismo (…) o a las zonas fronterizas de misión (…) para encontrar casos
análogos. Los concilios y sínodos americanos se ocupan principalmente, y a veces exclusivamente, de
los indios, considerados como "cristianos nuevos" o como paganos que deben convertirse. ¡Son
19
Los concilios habían constituido desde la época patrística un órgano regular de gobierno pastoral de las
Iglesias locales. Un ejemplo de ello es la serie de los concilios toledanos en la España visigoda. Esta
secular tradición se enriqueció a los largo del Medioevo, hasta llegar al concilio de Trento (1545 – 1563),
aquel gran concilio general que produjo la verdadera reforma de la Iglesia.
20
J. G. DURÁN, “Los concilios...”, p. 202.
21
O. R. MOUTIN, “¿Recepción creativa en el III Concilio Provincial Mexicano?” [en línea], Anuario
Argentino de Derecho Canónico, 20, Buenos Aires, UCA, 2014. Disponible en:
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/recepcion-creativa-iii-concilio-mexicano.pdf
[Fecha de consulta: 15/5/16]
22
J. G. DURÁN, “Los concilios...”, p. 205.
8
esencialmente misioneros! Los obispos debieron crear, inventar, pensar nuevamente las soluciones
cristianas para una realidad original.23
Y, así, doliéndose grandemente este Santo Sínodo de que no solamente en tiempos pasados se les han
hecho a estos pobres tantos agravios y fuerzas con tanto exceso, sino también el día de hoy muchos
procuran hacer lo mismo; ruega por Jesucristo y amonesta a todas las justicias y gobernadores, que se
muestren piadosos con los indios y enfrenten la insolencia de sus ministros cuando es menester, y que
traten en estos indios no como esclavos sino como hombres libres.25
En el debate sobre los derechos de los indios están unidos misioneros y teólogos,
discípulos casi todos de la escuela realista tomista de Salamanca. Y está también
presente la preocupación por una evangelización global de las personas y de los pueblos
así como el respeto por la libertad de las conciencias frente a las estrategias coercitivas
que se dieron sobre todo en la primera fase. “De todo esto surge un método misionero
pedagógico para llevar gradualmente a los aborígenes a la experiencia cristiana plena”.26
Los concilios serán la oportunidad de la Iglesia hispanoamericana de madurar y hacer
carne las consecuencias de ese debate, teniendo en cuenta la influencia tridentina en la
reforma del clero y los fieles, comprendiendo la "originalidad" de la nueva Iglesia, y
asumiendo como fin primordial la conversión de los aborígenes, cuestión que para el
caso de América del sur, logró cristalizarse en el III Concilio de Lima”.27
23
ENRIQUE DUSSEL, “Los concilios provinciales de América Latina en los siglos XVI y XVII”, en: El
episcopado latinoamericano y la liberación de los pobres 1504-1620, México, Centro de Reflexión
Teológica, 1979, p. 198. Disponible en:
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/otros/20120131110518/8cap5.pdf [consultado el 6/5/16]
24
J. G. DURÁN, “Los concilios...”, p. 196.
25
Limense III, Tercera Acción, Cap. 3, en J. G. DURÁN,” Los concilios...”, p. 224.
26
FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, “Perú; El debate teológico jurídico misional sobre la conquista”
[En línea], en Diccionario de Historia Cultural de la Iglesia en América Latina, Disponible en:
http://www.enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/PERÚ;_El_debate_teológico_jurídic
o_misional_sobre_la_conquista [Fecha de Consulta: 15/5/16]
27
CONSTANZA LÓPEZ LAMERAIN, “El III Concilio de Lima y la conformación de una normativa
evangelizadora para la Provincia Eclesiástica del Perú”, en Intus-Legere Historia, Vol. 5, Nº 2, Santiago
de Chile, Universidad Adolfo Ibañez, 2011, p. 53.
28
E. DUSSEL, “Los concilios...”, p. 222.
9
Pues bien, cuando los consejeros de su Majestad (…), en el Consejo de Indias trataron de organizar
del modo mejor las cosas de las Indias, una de las primeras disposiciones que acordaron fue la
celebración de concilios provinciales en aquellas nuevas iglesias, que legislaran sobre la instrucción
de los indios, el mantenimiento de la disciplina eclesiástica, la enmienda de las costumbres del pueblo,
con el mayor cuidado posible según las circunstancias del tiempo y de las regiones. Lo cual se mandó
y urgió muchas veces por medio de cartas y cédulas reales a los obispos y virreyes, hasta que se logró
finalmente.33
Para que los indios que están aún muy faltos en la doctrina cristiana sean en ella mejor instruidos haya
una misma forma de doctrina, les pareció necesario siguiendo los pasos del Concilio General
Tridentino hacer un catecismo para toda esta provincia (...) Por tanto prohíbe [que se] use otra
interpretación o traducción en las lenguas del Cuzco (quechua), y la aimara, (...) y para que el mismo
fruto se consiga en los demás pueblos, que usan diferente lengua de las dichas, encarga y encomienda
34
E. DUSSEL, “Los concilios...”, p. 222.
35
Las circunstancias que obligaron a aplazar la convocatoria al III Limense fueron variadas, como la
ausencia del Virrey Toledo de la capital por encontrarse en una visita general de su virreinato, la muerte
del ya anciano metropolitano Loaysa en 1575, y la vacancia en que se encontraban varias sedes
diocesanas durante esos años, o las excusas que muchos obispos oponían a las fallidas convocatorias.
36
RUBÉN VARGAS UGARTE S. J., Concilios Limenses (1551 – 1772), Tomo III (Historia), Lima,
Tipografía Peruana, 1954, pp. 54 – 57.
37
JUAN GUILLERMO DURÁN, “La refutación…”, p. 99.
38
Para la nómina completa de los participantes al III Concilio Limense ver: JUAN GUILLERMO DURAN,
Monumenta Catechetica Hispanoamericana (Siglos XVI – XVIII), Volumen 2° (Siglo XVI), Buenos
Aires, Publicaciones de la Facultad de Teología de la UCA, 1990, pp. 357-359.
11
a todos los obispos que procuren cada uno en su diócesis hacer traducir el dicho catecismo por
personas suficientes y pías en las demás lenguas de su diócesis.39
El Santo Sínodo Provincial a todos los fieles de esta su Provincia, salud sempiterna en el Señor. El
Apóstol San Pablo enseña que, aunque sean bueno y santo lo que se dice, si no se dice en lengua en
que se entienda el que oye, no se edifica ni lleva fruto de la Doctrina y, así, no basta proveer de
doctrina a los indios si no se da orden cómo se les diga en su lengua para que le reciban. (…) Así en
las dos lenguas generales de estos reinos, que son la general del Cuzco, que llaman quechua, y la
aymara, está ordenado que se use solamente de las traducciones aprobadas por este Concilio
Provincial; y en las demás lenguas, que hay muchas y muy diversas, está proveído que los prelados en
sus sínodos diocesanos, o con la mejor comodidad que les parezca, hagan junta de lenguas de personas
doctas y religiosas, para que de conformidad, se haga la traducción de este mismo Catecismo; y hecha
así, con la dicha autoridad, se publique, y nadie use otra alguna en aquella lengua. 41
39
Limense III, Acción II, Capítulo 3, en: E. DUSSEL, “Los concilios...”, p. 217.
40
J. G. DURAN, Monumenta…, Vol. II, p. 406.
41
Doctrina Cristiana y Catecismo para instrucción de los Indios y demás personas que han de ser
enseñadas en nuestra Santa Fe, Compuesto por autoridad del Concilio Provincial que se celebró en la
Ciudad de los Reyes, en el año de 1583, y por la misma traducido en las Lenguas Generales de estos
Reinos: Quichua y Aymara, Impreso con Licencia de la Real Audiencia, en la Ciudad de los Reyes, por
12
Antonio Ricardo, primero impresor de estos Reinos del Perú, Año de MDLXXXXIIII años, Epístola
sobre la Traducción, en: J. G. DURAN, Monumenta..., Vol. II, p. 457-458.
42
El Obispo de Quito, Fr. Luis López mandó traducir el texto a las lenguas tollana, cañeri, purguay,
quillasinga y otras. En el Cuzco, además del quechua fue utilizada la lengua puquina. En cambio el
Obispo de Tucumán, Fr. Hernando de Trejo y Sanabria, dictaminó que se siguiera la traducción quechua
ya que en su diócesis existía una enorme diversidad lingüística de los muchos núcleos aborígenes como
diaguitas, lules, tonocotés, humaguacas, etc. En Chile, los obispos Fr. Pedro de Medellín, de Santiago; y
Fr. Antonio de San Miguel, de la Imperial, mandaron traducir a la lengua araucana el Catecismo Limense.
43
FRANCISCO MATEOS, “El primer Concilio del Río de la Plata en Asunción (1603”), en Misionalia
Hispanica, N° 78, Madrid, 1959, pp. 334-359.
44
J. G. DURAN, Monumenta…, Vol. II, p. 382-383.
13
Santa Fe. Compuesto por autoridad del Concilio Provincial, que se celebró en la
Ciudad de los Reyes, el Año de 1583. Y por la misma traducida en las dos lenguas
generales de este Reino, Quichua y Aymara. Impreso con licencia de la Real Audiencia,
en la Ciudad de los Reyes, por Antonio Ricardo, primero impresor en estos Reinos del
Perú. Año de MDLXXXIIII Años.45
Se utilizó el criterio pastoral de dividir el catecismo en dos partes, uno breve para
los “rudos y ocupados” y otra de mayor extensión para los más capaces y los colegiales.
También hemos mencionado que al concluir su redacción se entregó a hábiles
lingüistas, quienes lo tradujeron al quechua y al aimara.
Para la impresión se podía recurrir a una imprenta de Lima o bien, debía llevarse el
trabajo a México o España. Desde 1581 se había instalado en Lima el impresor
piamontés Antonio Ricardo. Atraído por las riquezas del Perú, Ricardo se trasladó desde
México e intentó establecer un taller de impresiones en Lima. Sin embargo, a pesar del
apoyo recibido por la Compañía de Jesús y la Universidad de San Marcos, no consiguió
que la Corona levante la prohibición de imprimir libros en tierras peruanas. La elección
de la imprenta de Ricardo por parte del Concilio obedece a las dificultades que
acarreaba realizar las copias fuera del Perú, ya que debía contarse con la revisión de lo
que se iba imprimiendo por parte de los expertos en las lenguas aborígenes, con lo
engorroso que resultarían sus traslados. Se efectuaron entonces gestiones ante la
Audiencia, pero ésta inicialmente se declaró incompetente para dar un permiso que
negaba el mismo Rey. Las gestiones se llevaron entonces a la misma corte, el permiso
arribó más tarde y la anhelada “Doctrina Cristiana y Catecismo para Instrucción de los
Indios”, así como el complemento pastoral del “Confesionario y ayuda para bien morir”,
salieron a la luz con la imprenta de Ricardo pero en la Casa de la Compañía de Jesús en
1584. El motivo de la vigilancia de los padres de la Compañía a los trabajos de
impresión se debe a que, como la autorización real se dilataba, la Audiencia dio licencia
para que se comience con los trabajos, con tal que los jesuitas lo supervisaran en su
propia sede para atestiguar que ninguna otra cosa se imprimiese.46
Los catecismos Breve y Mayor del III Limense y luego sus complementos
pastorales, fueron los primeros libros impresos en América del Sur. La lingüística y la
etnografía americanas pudieron encontrar en estas obras una valiosísima veta de
información científica en lo referente a las lenguas más representativas, y a los usos
45
J.G. DURAN, Monumenta..., Vol. II, p. 449.
46
En la Ciudad de los Reyes, en trece días del mes de febrero de 1584 años, los señores Presidente y
Oidores de esta Real Audiencia, habiendo visto los pedimentos hechos en ella por los Reverendísimos
Arzobispo y Obispos congregados en el Concilio Provincial, que en esta dicha ciudad se ha celebrado, y
los hechos por las Iglesias y el clero, y por el Fiscal de su Majestad y ciudades del Reino y Protector de
los Indios, acerca de la impresión que se pide se haga del nuevo Catecismo para la doctrina de los indios y
Confesionario y Preparación para morir, todo en la lengua de los dichos indios: y vista la probanza que se
ha dado sobre ello, por donde consta de la precisa necesidad que hay de que esto se imprima y el daño
que en la conversión de los indios habría si se dilatase hasta lo consultar con su Majestad, que dijeron:
que daban y dieron licencia para que en esta ciudad, en la casa y lugar que esta Audiencia señalare o en la
que nombraren las personas a quien se comete, y no en otra parte alguan, so la penas que abajo irán
declaradas, Antonio Ricardo, piamontés, impresor, que de presente está en esta ciudad, y no por otro
alguno, pueda imprimir en imprima el dicho Catecismo original, que está firmado y aprobado por los
Reverendísimos congregados en el dicho Concilio, y el Confesionario y Preparación para morir, con que a
la impresión asistan el Padre Juan de Atienza, Rector de la Compañía de Jesús, y el Padre José de Acosta
de la dicha Compañía, con dos de los que se hallaron a la traducción de ellos de nuestra lengua castellana
a las lenguas de los indios; con que, asimismo, asista uno de los Secretarios de esta Real Audiencia, para
que dé testimonio de de los cuerpos que se imprimieron y de cómo ninguna otra cosa se imprimió… (en J.
G. DURAN, Monumenta…, Vol. II, p. 453.)
14
P. ¿Quién es Dios?
R. Es el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, que son tres personas y un solo Dios.
P. ¿Cómo son tres personas, y no más de un solo Dios?
R. Porque de estas tres personas, el Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo. Y el Hijo no es el Padre ni
el Espíritu Santo. Y el Espíritu Santo no es el Padre ni el Hijo. Pero todas tres personas tienen un
mismo ser, y así son no más de un solo Dios.
P. ¿Pues, el sol, la luna, estrellas, lucero, rayos, guacas y cerros no son Dios?
R. Nada de eso es Dios, mas son hechura de Dios, que hizo el cielo y la tierra y todo lo que hay en
ellos, para el bien del hombre.51
P. Pues, ¿por qué los cristianos adoran las imágenes de palo y metal, si es malo adorar a los ídolos?
R. No adoran los cristianos las imágenes de palo y metal por sí mismas como los idólatras. Ni piensan
que el ellas mismas hay virtud y divinidad. Mas mirando lo que representan, adoran a Jesucristo en la
cruz y en la imagen, y reverencian a Nuestra Señora la Virgen María, y a los otros santos que están en
el cielo, pidiendo su favor. Y las mismas imágenes reverencian, no por lo que son, sino por lo que
representan.52
En el Confesionario para los Curas de Indios con la Instrucción contra sus ritos y
exhortación para ayudar a bien morir y suma de los privilegios y forma de impedimento
del matrimonio encontramos un complemento pastoral con la forma en que los
confesores debían encarar la práctica del sacramento con los aborígenes, teniendo en
cuenta sus ritos y creencias, y también sus costumbres con virtudes y vicios más
comunes. El texto comienza con la Provisión Real y los Decretos Arzobispal y
Conciliar sobre el Confesionario. Luego sigue con el Proemio sobre el Confesionario e
Instrucción de las supersticiones y ritos de los indios en que se declara como se han de
aprovechar de esto los sacerdotes, en donde encontramos desde el comienzo las
siguientes consideraciones:
Para asentar la doctrina del Evangelio en cualquier nación de se predica de nuevo, del todo es
necesario quitar los errores contrarios que los infieles tienen. Porque no hay gente tan bárbara que no
tenga algún género de superstición, y sus opiniones cerca de las cosas de Dios, y de las almas
humanas y de la otra vida. Y en estas provincias de Perú es cosa de admiración ver la muchedumbre y
variedad de supersticiones y ceremonias y ritos y agüeros y sacrificios y fiestas que tenían todos estos
indios…53
53
Confesionario para los Curas de Indios con la Instrucción contra sus ritos y exhortación para ayudar a
bien morir y suma de los privilegios y forma de impedimento del matrimonio, Compuesto y traducido en
las lenguas Quechua y Aymara por autoridad del Concilio Provincial de Lima de 1583. Impreso con
Licencia de la Real Audiencia, en la Ciudad de los Reyes, por Antonio Ricardo, primero impresor en
estos Reinos del Perú, Año de MDLXXXIIII, Proemio sobre el Confesionario e Instrucción de las
supersticiones y ritos de los indios en que se declara como se han de aprovechar de esto los sacerdotes,
Fol. 2r, en J. G. DURAN, Monumenta..., Vol. II, p. 528.
54
Confesionario…, Fol. 6v; 9v y 10r, en J. G. DURAN, Monumenta..., Vol. II, p. 534.
17
momentos para desandar el camino de conversión que los neófitos habían hecho,
amonestándolos para que se mantengan en sus usanzas ancestrales. En este sentido, el
Confesionario en lengua aborigen con todas estas noticias y detalles de las prácticas más
arraigadas en los nativos, fue un instrumento eficaz para poder ganar la pulseada entre
paganismo y cristianismo en el Perú.
Más adelante, llama la atención también la búsqueda de las faltas en las conductas
cotidianas para modificarlas de acuerdo a los valores cristianos. En el caso del Cuarto
Mandamiento, “Honrarás padre y madre”, se debe preguntar: “¿Has honrado a tus
padres o abuelos, a los sacerdotes, a los Justicias y a los curacas, obedeciendo lo que te
mandan en cosas buenas?”. La incorporación del término curaca refiriéndose a los jefes
de las comunidades andinas o ayllus, al mismo nivel que los padres, abuelos, sacerdotes
y las autoridades españolas, así como la indicación de que se debe obedecer lo que
mandan con la salvedad de que sean “cosas buenas”, es sintomático en la formación de
las conciencias de los nuevos fieles en el discernimiento de todo aquello que hace a la
construcción de una verdadera comunidad animada por los valores evangélicos.
Además de otras inquisiciones, esto también se evidencia en el plano de las relaciones
intrafamiliares que se buscan, por lo que debía preguntar: “¿Has maltratado a tu mujer?
¿O echádole maldiciones? ¿O a tus hijos o criados? ¿Y estas maldiciones han sido de
corazón?”, y también: “¿Has proveído y dado a tu mujer e hijos y familia lo que han
menester?”. Evidentemente, aunque está claro que el maltrato a la mujer y la violencia
doméstica no era sólo privativo de las culturas aborígenes, la constatación de que ello
era habitual en ellas, llevó que se indague al respecto; y no solo por la violencia física,
sino también la psicológica enmarcada en las maldiciones que los aborígenes
pronunciaban para amedrentar a quienes les estaban sujetos. También en el caso del
Quinto Mandamiento: que manda “No matarás” se indaga “¿Has dado bebedizos o
yerbas para matar a alguna persona o hacerle algún mal? ¿Has dado bebedizos a alguna
mujer preñada, o aporreándola para que mal para? (Si es mujer) ¿Has tomado algún
bebedizo, o héchote algún daño para mover, o puéstote a peligro de ello?”. Nuevamente
notamos el conocimiento de las costumbres indígenas que se intentan erradicar, en este
caso aquello que va en contra de la vida concebida y una vez más, contra la dignidad de
la mujer. Con respecto al Sexto Mandamiento: “No fornicarás”, entre otras cosas
lógicas, el confesor debía preguntar estas cuestiones muy propias de la cultura andina:
“¿Has usado huacanqui55 para alcanzar mujeres? ¿Has ido al hechicero o a la guaca,
para pedir remedio o bebedizo para que te quieran las mujeres?”.56
El confesionario sigue luego de las preguntas de los confesores a los fieles que se
acerquen al sacramento, con la Instrucción contra las ceremonias y ritos que usan los
indios conforme al tiempo de su infidelidad, donde encontramos una información más o
mendos detallada sobre los ritos y creencias más extendidas en la zona andina para
informar a los doctrineros y misioneros de todo este mundo religioso prehispánico. Una
vez más, lo que se busca es que los confesores puedan indagar e ir erradicando todas
aquellas costumbres que vayan en contra de los valores y de la fe cristiana. Como
ejemplo de ello, una costumbre muy extendida era toda la parafernalia funeraria que los
aborígenes del Incario usaban con sus difuntos.57 En el otro instrumento que
55
Amuleto que llevaban los enamorados.
56
Confesionario…, Fol. 10v, en J. G. DURAN, Monumenta..., Vol. II, p. 535.
57
La Instrucción nos informa que los indios usaban para sus fallecidos “ponerles plata en la boca, en las
manos, en los senos, o en otra parte, y vestirles ropas nuevas y ponerles otras dobladas dentro de la
mortaja, y también chuspas (bolsa para guardar la coca) y calzados y tocados para que todo esto les sirva
en la otra vida.” Confesionario…, Instrucción contra las ceremonias y ritos que usan los indios conforme
18
Todos los ejemplos que hemos dado nos dan cuenta de que no existió un avasallamiento
de las prácticas y creencias aborígenes, sino un discernimiento racional y minucioso de
todo aquello que obstaculizaba la evangelización. Es por eso que insistimos en enfocar
estos fenómenos históricos-pastorales acaecidos en torno al Concilio Limense de 1582-
1583, con el concepto teológico de inculturación y el vocablo antropológico-cultural
transculturación. Fernando Ortiz en su obra Contrapunteo cubano del tabaco y del
azúcar (Advertencia de sus contrastes agrarios, económicos, históricos y sociales, su
etnografía y su transculturación), fue el primero que utilizó este término, y señala que
éste “expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra”,
porque no consiste solamente en adquirir una cultura distinta, que es lo que indica mejor
la voz angloamericana aculturation, sino que implica también necesariamente la pérdida
o desarraigo parcial de una cultura precedente, lo que pudiera decirse que sucedió en la
“extirpación de la idolatría” buscada por los instrumentos pastorales del III Limense, y
además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que en el
caso que estamos tratando es lo que se da en una verdadera inculturación de los valores
cristianos. Por ello, Ortiz dice: “en todo abrazo de culturas sucede lo que en la cópula
genética de los individuos: la criatura siempre tiene algo de ambos progenitores, pero
también siempre es distinta de cada uno de los dos” y en definitiva concluye que “en
conjunto, el proceso es una transculturación, y este vocablo comprende todas las fases
de su parábola”.59
Finalmente, entre los complementos pastorales del Catecismo del III Limense se
encuentra el Tercero Cathecismo y exposición de la Doctrina Christiana, por Sermones
para que los Curas y otros ministros prediquen y enseñen a los Yndios y a las demás
personas impreso en 1585 con autorización del Arzobispo Mogrovejo. Los destinatarios
del Sermonario eran efectivamente los curas o doctrineros de indios, los cuales como lo
había demostrado repetidas veces la experiencia, no siempre se encontraban preparados
para ejercer con eficacia el difícil ministerio de la predicación entre los aborígenes. Las
principales dificultades eran el desconocimiento de las lenguas indígenas y de las
deficientes capacidades pastorales de los misioneros “para acomodarse a las peculiares
características psicológicas de la nueva feligresía”. 60 Por ello, se les ofreció un texto
al tiempo de su infidelidad, Capítulo Tercero: De los difuntos, fol. 2v, en: J. G. DURAN, Monumenta...,
Vol. II, p. 554.
58
Confesionario…, Los Ritos de los Indios, Los errores y supersticiones de los Indios sacadas del Tratado
y averiguaciones del Licenciado Polo, Capítulo Segundo: De las almas y difuntos, fol. 7v, en J. G.
DURAN, Monumenta..., Vol. II, p. 565.
59
FERNANDO ORTIZ, Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar (Advertencia de sus contrastes
agrarios, económicos, históricos y sociales, su etnografía y su transculturación), prólogo y edición al
cuidado de María Fernanda Ortiz Herrera, Cuba España, Madrid, 1999, p. 83.
60
JUAN GUILLERMO DURÁN, “La refutación de la idolatría incaica en el Sermonario del III Concilio
Provincial de Lima (1585)”, Primera Parte, en Teología, Revista de la Facultad del Teología de la
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donde puedan inspirarse, que reúne cuatro características para poder predicar con
provecho al auditorio indiano: la adaptación de los contenidos de la fe a sus capacidades
como neófitos; la recurrencia a creencias ancestrales entendidas como “semillas del
verbo”, pero re-significadas; la extirpación de la idolatría y de las prácticas contrarias al
Evangelio; y el empleo de su misma lengua.
El lenguaje sencillo y llano que se utiliza en todos los sermones responde a la
necesidad de no confundir a los aborígenes utilizando rodeos o argumentos sutiles en la
predicación. Esto se ve reflejado también en el Sermón V que explica la naturaleza de
Dios, cuando expresa: “El que envía los tiempos de lluvia y multiplica vuestros
ganados, y acrecienta vuestras cementeras y os da el maíz, y el trigo y las papas, y todo
cuanto hay en la tierra, para que comáis y vistáis y os alegréis: ese es Dios”. Y más
adelante, aclara el mismo Sermón: “No penséis, hijos míos, que un Dios es el manda en
el cielo, y otro en la tierra; y uno da el maíz, y otro el ganado (…); ni es uno el Dios de
los viracochas61 y otro el de los indios (…) Un solo Dios hay, y no más”. 62 La sencillez
y claridad se sintetizan en estas expresiones que tratan de persuadir a los aborígenes de
creencias politeístas en la existencia de un solo Dios verdadero, utilizando una vez más,
ejemplos cotidianos y elementos conocidos por el auditorio. Nótese el mestizaje
expresado en la combinación de frutos pre-hispánicos, como el maíz y la papa, y
europeo, como el trigo, en la misma oración sobre cultivos cotidianos para los indios.
En el Sermón V encontramos una manifestación clara de la dignidad humana como
argumento contra la idolatría: “No penséis que el sol (Inti) es Dios, que no es sino
hechura de Dios. Y el hombre, aunque es tan pequeño, es mejor que el sol, porque tiene
en sí la imagen de Dios, y habla y siente y puede ver a Dios, y el sol ni habla, ni
siente…”63 Todo esto demuestra una vez más el fino discernimiento pastoral que
tuvieron los creadores de los instrumentos misionales que estamos analizando.
Efectivamente, los criterios con que los responsables de pensar y ejecutar la
evangelización, van a encarar la elaboración de los catecismos y otros instrumentos
pastorales pueden verse claramente en las siguientes palabras del P. José de Acosta:
Mas (…) la misma razón, y la autoridad de la Iglesia establecen, que los que entre ellos abracen el
Evangelio, pasen a poder de príncipes y magistrados cristianos, pero con tal que no sean privados del
libre uso de su fortuna y bienes, y se les mantengan las leyes y usos que no sean contrarias a la razón o
al Evangelio.64
El criterio de que “se les mantengan las leyes y usos que no sean contrarias a la razón
o al Evangelio” defendido por el P. José de Acosta, de actuación tan influyente en el
“Trento Sudamericano” que fue el III Concilio Limense, es fundamental para descubrir
cómo se dio la inculturación del Evangelio en estas tierras a partir de la utilización de
los instrumentos pastorales autorizados y mandados por este Concilio. San Juan Pablo
II supo señalar que “para que el Evangelio pueda penetrar de modo eficaz y respetuoso
las culturas, debe ser comprendido por ellas, debe hablar su lenguaje, debe cuestionarlas
y dejarse cuestionar por ellas”. La lectura de toda la producción catequética Limense
Pontificia Universidad Católica Argentina, Tomo XX, N° 42, Año 1983, Segundo Semestre, Buenos
Aires, UCA, 1983, p. 102.
61
Hijos de la espuma del mar, así llamaban a los españoles que habían llegado desde el mar a las tierras
del Perú.
62
Tercero Cathecismo…, fol. 28r-28v, en J. G. DURAN, Monumenta..., Vol. II, p. 642.
63
Tercero Cathecismo…, fol. 28r-28v, en J. G. DURAN, Monumenta..., Vol. II, p. 646.
64
JOSÉ DE ACOSTA, De Procuranda Indorum Salute (Predicación del Evangelio en las Indias),
Introducción, traducción y notas por Francisco Mateos, Madrid, España misionera, 1952, p.393.
20
nos da la pauta de hasta qué punto la Iglesia hispanoamericana naciente encaró esa tarea
y se dejó interpelar por las culturas aborígenes para poder evangelizarlas. El mismo
Papa señalaba que una evangelización inculturada debe asumir la cultura indígena,
“discernir los valores auténticos para asumirlos, en la medida en que sean compatibles
con el mensaje evangélico o para purificar los valores falsos o los antivalores”; y agrega
que no se trata de “una adaptación más o menos oportuna a los valores de la cultura
ambiente, sino una verdadera encarnación en esta cultura para purificarla y redimirla”.65
Reafirmando la idea del respeto a las costumbres de los aborígenes, pero sin disminuir
la novedad y fuerza del mensaje cristiano, el mismo Acosta también había señalado:
Oficio nuestro es ir poco a poco formando a los indios en las costumbres y la disciplina cristiana y
cortar sin estrépito los ritos supersticiosos y sacrílegos y los hábitos de bárbara fiereza; más en los
puntos en que sus costumbres no se oponen a la religión o a la justicia, no creo conveniente
cambiarlas; antes al contrario, retener todo lo paterno y gentilicio, con tal que no sea contrario a la
razón, y fallar así en derecho como lo ordenan las disposiciones del Consejo de Indias.66
Más arriba hemos analizado los conceptos que se distinguían de inculturación, como
aculturación o transculturación. Como queda dicho, la distinción la mantenemos en el
caso del segundo de los términos si es entendido como un proceso consistente en
introducir formas de valores culturales y de civilización de pueblos o grupos sociales
más desarrollados en otros menos adelantados, sin respetar sus valores propios y
autóctonos. Al respecto, el famoso antropólogo Bronislaw Malinowski, en la
Introducción al comentado libro de Fernando Ortiz, nos aporta una mirada distinta del
fenómeno de transculturación entendido como “un proceso en el cual emerge una nueva
realidad, compuesta y compleja; una realidad que no es una aglomeración mecánica de
caracteres, ni siquiera un mosaico, sino un fenómeno nuevo, original e independiente”.
Si tomamos estas afirmaciones, podríamos perfectamente asimilar el concepto teológico
de inculturación ya que implica necesariamente eso, el nacimiento de una cultura
“nueva, original e independiente” animada por los valores del Evangelio. Nuestro autor
también aclara que transculturación “no contiene la implicación de una cierta cultura
hacia la cual tiene que tender la otra, sino una transición entre dos culturas, ambas
activas, ambas contribuyentes con sendos aportes, y ambas cooperantes al advenimiento
de una nueva realidad de civilización”.67 Eso precisamente es lo que sucedió en
Hispanoamérica a partir de la predicación del cristianismo a las culturas aborígenes
desde un conocimiento y un respeto a sus costumbres mientras no fueran opuestas “a la
religión o a la justicia”, por eso no se vio conveniente cambiarlas, antes al contrario, se
intentó retener “todo lo paterno y gentilicio”. La práctica de la Confesión y la
predicación por Sermones en sus propias lenguas, conociendo sus culturas, respetando
los valores que contenían, contribuyó definitivamente a la cristianización de los
aborígenes del Incario y de toda Sudamérica, solidificando el proceso de inculturación
del Evangelio y la consecuente creación de una nueva cultura mestiza y multilingüe.
Conclusión
65
Juan Pablo II, Discurso en El Salvador, 20 de octubre de 1991.
66
JOSÉ DE ACOSTA, De Procuranda..., p. 502.
67
BRONISLAW MALINOWSKI, “Introducción”, en Ortiz Fernando, Contrapunteo cubano del tabaco y del
azúcar (Advertencia de sus contrastes agrarios, económicos, históricos y sociales, su etnografía y su
transculturación), prólogo y edición al cuidado de María Fernanda Ortiz Herrera, Cuba España, Madrid,
1999, p. XII.
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