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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN CIVIL

Magistrado Ponente:
EDGARDO VILLAMIL PORTILLA

Bogotá D. C., catorce de enero de dos mil cinco.

Ref. Expediente No. 7524

Se decide el recurso de casación interpuesto por la parte


demandante contra la sentencia de 14 de enero de 1999,
proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali -Sala
Civil-, que puso fin a la segunda instancia del proceso ordinario
que inició la sociedad ‘Harinera del Valle S.A.’ contra la firma
‘Imocom S.A.’.

ANTECEDENTES

1. La sociedad 'Harinera del Valle S.A.’ convocó a un


proceso ordinario a la firma ‘Imocom S.A.’ para que se diera
abrigo a las siguientes pretensiones:

1.1. Se decrete la resolución del contrato de compraventa


celebrado entre la primera entidad en calidad de compradora y la
segunda como vendedora, relativo a una máquina empacadora
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marca Rovema, referencia V-220, previa declaración de que hubo


incumplimiento de la sociedad demandada.

1.2. Como consecuencia de la anterior declaración,


‘Harinera del Valle S.A.’ devolverá a ‘Imocom S.A.’ la máquina en
el estado en que se encuentra y a su vez ésta ha de restituir a la
demandante el precio pagado, debidamente indexado, más la
correspondiente indemnización de perjuicios.

2. La demandante fundamentó sus peticiones en los


siguientes hechos:

2.1. El día 2 de junio de 1988, ‘Imocom S.A.’ vendió a


‘Harinera del Valle S.A.’ la máquina empacadora antes descrita,
luego de indicaciones dadas por los funcionarios de la vendedora
que visitaron las instalaciones de la compradora, quienes después
de conocer sus necesidades en materia de empaques, precisaron
las características del artefacto, las cuales fueron señaladas en el
pedido suscrito por las partes.

2.2. Según lo acordado, la máquina empacadora debía ser


entregada el 2 de octubre de 1988, pero en realidad la prestación
fue cumplida por la vendedora el 30 de enero de 1989.

2.3. El aparato no funcionó en forma satisfactoria, pues no


llenaba el número de bolsas requerido en el tiempo y con el peso
determinado en el contrato.

2.4. Además del insatisfactorio desempeño, la máquina


presentó innumerables fallas que impidieron su adecuada
operación.

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2.5. La vendedora trató de ajustar el instrumento,


mediante cambios de piezas y reparaciones, pero no logró poner
en buen funcionamiento el aparato.

2.6. El incumplimiento de la demandada "al no entregar la


máquina en condiciones tales que pueda gozar de ella" generó los
perjuicios detallados en el libelo.

3. La sociedad ‘Imocom S.A.’ formuló, además de la que


denominó “genérica”, las excepciones de prescripción, con
sujeción al artículo 937 del Código de Comercio; falta de los
fundamentos sustantivos de derecho para impetrar la acción
resolutoria; ausencia de fundamento fáctico para exigir perjuicios
en el evento de la resolución; ausencia de culpa, fundada en que
el inadecuado e insatisfactorio funcionamiento de la máquina no
es imputable a la vendedora sino a la mala operación hecha por la
compradora; y cumplimiento del contrato, por atención de la
garantía. Alegó además que los perjuicios reclamados constituyen
enriquecimiento sin causa y que el contrato fue cumplido.

4. La primera instancia terminó con sentencia adversa a


las pretensiones de la demanda por encontrar probada la
excepción de falta de fundamentos sustantivos de la acción,
decisión que inútilmente apeló la demandante, pues el Tribunal la
confirmó mediante la providencia que ahora es materia del
recurso extraordinario de casación.

LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

Luego de hacer la sinopsis de lo ocurrido en el proceso y de


no hallar reparos en cuanto a los presupuestos procesales, el

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Tribunal relató los extremos de la litis y las razones esbozadas por


el apelante, dentro de las cuales identificó como central, la
naturaleza de la pretensión elevada en la demanda y la
interpretación que de ella hizo el a quo.

Tuvo el Tribunal que dirimir un dilema, ya que el


demandante insistió en que la acción impetrada es la resolutoria
común (art. 870 del Código de Comercio), al paso que la
demandada inscribió el asunto en la redhibitoria que, además,
consideró estaba prescrita. Para los fines indicados, el Tribunal
estimó que los contratos generan obligaciones a cargo de las
partes; que en la compraventa, sea civil o comercial, el vendedor
asume la obligación de transferir el dominio de la cosa enajenada;
prestación que se realiza mediante la entrega material, si se trata
de bienes muebles; a su turno el comprador debe "cubrir el precio
acordado"; así mismo, que el incumplimiento de las partes lleva a
la resolución del contrato, de acuerdo con lo establecido por los
artículos 1546 del C. C. y 870 del C. de Co. según que el negocio
sea de carácter civil o comercial.

Tras admitir que el contrato aquí debatido es comercial,


recordó el ad quem que de todos modos lleva implícita la
condición resolutoria tácita prevista por el artículo 870 del Código
de Comercio, norma general que regula la desatención de las
obligaciones asumidas por las partes en un contrato sinalagmático
de estirpe mercantil.

El Tribunal se apoyó en jurisprudencia de la Corte para


diferenciar la reglamentación civil de la comercial, respecto a
categorías jurídicas como el retardo y la mora en el cumplimiento
de las obligaciones que llevan al acaecimiento de la condición
resolutoria, para llegar a la conclusión de que la acción ejercida

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por la actora no atañe al incumplimiento de la obligación de


entregar la cosa vendida, sino la derivada de haberse hecho la
entrega del objeto de forma tardía e imperfecta, pues la
demandante manifestó desde un principio que la máquina
empacadora no operó en forma satisfactoria y que se presentaron
un sinnúmero de fallas que hicieron imposible su adecuado
funcionamiento.

De otro lado, se afirmó en la sentencia de segunda


instancia que si bien el fundamento de la norma invocada -artículo
870 del Código de Comercio- es la mora de uno de los
contratantes, en el caso estudiado no hubo ese retardo culposo,
sino el cumplimiento defectuoso o irregular en la entrega de la
cosa vendida, pues si tal entrega fue tardía, el comprador de
todas maneras la recibió sin desistir del contrato y por el contrario
exigió las garantías por las fallas encontradas en el mecanismo del
aparato, por lo que dicha tardanza "no es más que un retardo
allanado por la misma compradora"; para concluir que la
resolución pretendida, con fundamento en el artículo 870 del
código de Comercio, no estaba llamada a prosperar.

Argumentó el Tribunal que a pesar de haberse omitido en


la demanda la cita de las normas que gobiernan la acción
redhibitoria, en tanto se invocaron las que atañen a la resolutoria
general, "ello por sí no limita el sentido de la acción incoada toda
vez que es el conjunto de la demanda, hechos y pretensiones, el
que finalmente indica el derecho invocado y su acción tutelar”;
citó en apoyo de su afirmación un autor nacional y para finalizar
dijo: “si el fundamento central de los hechos expuestos en la
demanda no es más que la serie de vicios ocultos de la cosa
vendida, bien puede entenderse que la acción a que se recurrió

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por la compradora fue la redhibitoria, que igualmente apareja la


resolución del contrato” pero bajo los parámetros expuestos por el
artículo 934 de la ley mercantil.

En la parte considerativa de la sentencia recurrida se


concretó el fracaso de una eventual pretensión redhibitoria en
este caso, por prescripción de la acción, al haber pasado más de
dos años desde la fecha de entrega, en apoyo de lo cual
manifestó el Tribunal: "pues si los vicios se detectaron cuando la
entrega (enero de 1989), y la garantía de funcionamiento se
extiende máximo a dos años (art. 932 C.Co.), a la fecha de
presentación de la demanda (oct. 14/93) la acción ya estaba
prescrita acorde con el perentorio texto del artículo 938 C.Co." .

Concluyó el sentenciador de segunda instancia que "es


legal el fallo apelado, ya que carece de fundamento válido la
resolución pretendida", por lo que confirmó la providencia
apelada.

DEMANDA DE CASACIÓN

Con apoyo en la causal primera del art. 368 del C.P.C., el


recurrente formuló un cargo contra la sentencia del Tribunal, por
violación indirecta de la ley sustancial.

CARGO ÚNICO

El casacionista acusó la sentencia de vulnerar, por vía


indirecta, por falta de aplicación de las disposiciones contempladas
en los artículos 1546, 1614, 1615 y 1616 del C.C.; 877 (sic), 970
del C. de Co.; inc. 2º del art. 90 del C.P.C.; 822 y 928 del C. de

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Co.; y por indebida aplicación los artículos 932, 934 y 938 del C.
de Co.; todo como consecuencia de errores de hecho en la
apreciación de la demanda y de los medios probatorios.

El recurrente aseveró que la interpretación de la demanda


que hizo el Tribunal para llegar a la conclusión de que la acción
era ejercitada en protesta por los vicios ocultos, constituye un
error manifiesto, porque desde la demanda y en el recorrido de las
instancias nunca el demandante solicitó la pretensión redhibitoria,
sino que, desde el relato de los hechos primero, tercero, sexto y
séptimo del libelo incoativo, se relacionaron circunstancias que son
claramente configurativas de la acción de resolución. Acudió el
casacionista a los antecedentes del negocio en que se concretaron
las características del objeto adquirido de acuerdo con las
necesidades del comprador, y al incumplimiento de las
obligaciones contractuales por parte del demandado al entregar la
máquina empacadora en condiciones que no permitieron al
comprador gozar de ella, "con las perspectivas de beneficio mayor
ofrecidas por la sociedad vendedora, que motivaron a aquella a
comprarla".

Adicional a lo anterior, manifestó el censor que las


disposiciones invocadas en la demanda como fundamentos de
derecho, excluyen la interpretación que el Tribunal realizó de la
demanda y respaldan que la acción ejercida, es la resolutoria por
incumplimiento de un contrato bilateral.

Dijo que admitiendo que el numeral 7º del artículo 75 del


C.P.C. carece de valor relevante en una demanda, no por ello
puede ser desdeñado sin más, como lo hizo el ad quem, pues las
normas jurídicas citadas por la parte actora como fundamentos
jurídicos, comúnmente corresponden a la cuestión fáctica descrita

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en el libelo y sirven como punto de referencia para comprender la


demanda. De todo lo anterior infirió que es ostensible que la
acción impetrada es la resolutoria por incumplimiento, pues se
invocaron los artículos 870 y 942 del C. de Co., así como el 1546
del C.C., por lo cual es un error inexplicable “hacer caso omiso de
citas como las de los arts. que se dejan relacionados, cuando se
trata de interpretar una demanda para averiguar si en ella se
ejercita una acción resolutoria por incumplimiento de un contrato
bilateral”, en especial, si los hechos enunciados configuran una
acción de esta naturaleza, como sucede en el caso presente,
situación que fue manifestada por el demandante a lo largo del
proceso y en los alegatos de instancia.

Expuso el impugnante que la obligación de la vendedora no


consistía sólo en la entrega material de la máquina empacadora,
sino que debía realizarse en las condiciones de adaptación
previstas en el pedido, dentro del término fijado por el contrato
para la ejecución de dicha prestación, obligación que fue
incumplida por la vendedora, amén que, de acuerdo con lo
previsto por el artículo 90 del C.P.C., la notificación de la demanda
determinó la mora del vendedor; si el Tribunal hubiera reparado
en tales circunstancias pregonadas desde el escrito inicial, no
hubiera incurrido en el error que la censura enrostra.

Expresó la demanda de casación que el Tribunal "vio


prueba que no existía en el expediente" , acerca de la ausencia de
reparos en la recepción de la máquina empacadora, por el
contrario, anunció que la compradora informó y dejó
conjuntamente con la vendedora, constancia en dos documentos
firmados en marzo de 1989 y septiembre de 1991, en que se
demostró que la máquina tenía deficiencias, por lo cual se recibía

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"provisionalmente", en observación y que debía trabajar por un


término de 6 meses para considerarla "recibida a satisfacción".

Los errores que endilgó el recurrente a la sentencia de


segunda instancia, se traducen en haber confundido las calidades
especificadas en el contrato respecto del aparato vendido, con los
vicios redhibitorios previstos en el art. 934 del Código de
Comercio. En el mismo sentido, según el censor, el Tribunal no
advirtió que la venta pluricitada estaba sujeta a la modalidad
descrita por el art. 913 del Código de Comercio, es decir,
celebrada bajo condición de que el objeto tuviera la calidad
conocida en el comercio o establecida en el contrato, circunstancia
que constituye una aplicación especial del art. 870 ibídem, que
origina una acción concurrente con aquella, pero que lleva a la
misma consecuencia: la resolución del contrato.

Expresó el censor que los errores de facto cometidos por el


Tribunal no se limitaron a los denunciados anteriormente sino que
se extendieron a la apreciación de otros medios probatorios, en
especial a la copiosa prueba documental, testimonial y los
dictámenes periciales, que ni siquiera fueron examinados por el ad
quem, cuando algunas de ellas y con mayor razón analizadas en
conjunto, ponen de manifiesto que ‘Harinera del Valle S.A.’ “ tiene
toda la razón en su demanda que por lo mismo la ley debe
aplicarse en su auxilio". Esas pruebas no apreciadas son: el
pedido, donde se señalaron las particularidades de la máquina,
actas suscritas por representantes de ambas partes en las que
consta que desde el principio el aparato presentó problemas,
correspondencia cruzada entre demandante y demandada relativa
a los defectos de funcionamiento de la empacadora, reportes
sobre producción del artefacto y de servicios prestados en su
reparación, dictamen pericial sobre daños y perjuicios en relación

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con los rendimientos que ha debido arrojar la máquina y los que


efectivamente produjo, pericia que si bien afirmó que el objeto
“cumple con las características específicas para la cual se
adquirió" no debe entenderse como si cumpliera con todas las
calidades tenidas en cuenta al momento de la compra, sino que
está dotada de los elementos indispensables para empacar bolsas
de harina.

También afirmó, que el sentenciador de segundo grado


cometió error de hecho al no apreciar ni el interrogatorio de parte
de Peter Becker Walter, Gerente de ‘Imocom S.A.’ en la sucursal
de Cali, ni las declaraciones de Araceli Gómez Zuluaga, funcionaria
de la demandada; Germán Benítez, ingeniero mecánico y técnico
de ‘Imocom S.A.’; Héctor Adelmo Garzón Cruz, técnico al servicio
de la demandante y de Enrique Payeras Tenorio, alto funcionario
de ‘Harinera del Valle S.A.’.

Reiteró que las citadas pruebas evidencian que la máquina


empacadora vendida por la demandada a la demandante, tuvo
rendimientos ocasionales en cuanto al número de bolsas
empacadas por minuto y a su peso, pero diferente de aquel
funcionamiento que llevó a ‘Harinera del Valle S.A.’ a adquirirla,
conforme a las especificaciones técnicas que debía reunir en virtud
del pacto celebrado por las partes. Consideró el censor que ese
"alud probatorio" demuestra también el proceder limpio y honesto
de la demandante, quien durante casi cuatro años esperó que la
demandada y la firma fabricante de la empacadora, la
“acomodaran" a las condiciones que desde un principio debió
tener, para lo cual llegó a pagar la totalidad del precio, cuando la
ley faculta al comprador para retener el saldo ante el
incumplimiento del vendedor, actitud que contrasta con la
conducta de ‘Imocom S.A.’ y del fabricante "Rovema", quienes

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utilizaron todas las tácticas dilatorias y de confusión, para tratar


de justificar el bajo rendimiento de la máquina, maniobras sin
relevancia jurídica, puesto que la demandada no solicitó ninguna
prueba para acreditar esas excusas cuando de conformidad con el
art. 177 del C.P.C. sobre ella pesaba la carga de demostrarlas.

Para concluir el cargo, el recurrente reiteró que los errores


de hecho cometidos por el Tribunal, tanto al interpretar la
demanda como al omitir las pruebas relacionadas, evitaron que
viera que en el libelo se ejercitó la acción resolutoria por
incumplimiento del contrato de compraventa, justificada porque el
aparato entregado no cumplió con las condiciones especiales
expresamente pactadas y más precisamente el rendimiento o
productividad de bolsas por minuto, con peso de 500 gramos cada
una, factores estos que motivaron a la actora para efectuar la
compra, todo lo cual quedó demostrado con las pruebas citadas,
lo mismo que la mora de la vendedora. Tales errores de hecho
llevaron al ad quem a violar, por falta de aplicación de casi todas,
las normas de derecho sustancial relacionadas en el encabezado
del cargo y por indebida aplicación, los artículos 934 y 938 del
Código de Comercio.

En consecuencia, solicitó casar la providencia recurrida para


que en su lugar, la Corte profiera sentencia sustitutiva que acoja
las pretensiones formuladas en la demanda inicial.

CONSIDERACIONES

Dos aspectos se plantean a la Corte para la decisión del


presente asunto, en primer lugar si el juzgador de segundo grado
incurrió en error de hecho en la interpretación de la demanda, con

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lo que vulneró las normas sustanciales denunciadas en el cargo, al


considerar que la acción propuesta por el demandante era la
redhibitoria y no la resolutoria general del artículo 870 del Código
de Comercio. En segundo lugar, si el fallo de segunda instancia
quebrantó las normas mencionadas al hallar improcedente la que
se dice fue la verdadera acción impetrada por el demandante.

La interpretación de la demanda.

Como el cargo se enfiló a combatir los errores que, según


el censor, cometió el Tribunal en la interpretación de la demanda,
cumple decir que contrariamente a lo expuesto por el casacionista,
el juzgador de segunda instancia tuvo en cuenta las disposiciones
contenidas en el artículo 870 del Código de comercio; a este
propósito véase como en el folio 20 (envés) del cuaderno de
segunda instancia, el ad quem transcribió la norma y citó
precedente de la Corte sobre los alcances de dicha regla, de lo
cual se sigue que el Tribunal sí fue por el camino de la resolución
que la demanda trazó, sólo que juzgó inaplicable el mentado
precepto “toda vez que el supuesto fáctico de esa norma es la
mora de uno de los contratantes, y en el caso de autos no se ha
sugerido siquiera ese retardo culposo sino el cumplimiento
defectuoso o irregular de la obligación de entregar la cosa
vendida”. (fl. 21 vto. Cdno. 4)

Así, el fracaso de las pretensiones vino de que hubo


entrega efectiva, con un episodio de cumplimiento defectuoso de
la prestación. Pero como el incumplimiento podría tener anclaje en
la entrega tardía, el Tribunal cerró el paso a esa posibilidad
cuando argumentó que a pesar de esa tardanza, el comprador –
demandante- perseveró en el convenio porque “ recibió aquella
máquina empacadora sin desistir del contrato” y además exigió el

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cumplimiento de la garantía, lo que “ no es más que un retardo


allanado por la misma compradora” . El ad quem concluyó que no
había el incumplimiento alegado por la parte demandante, como
puede observarse en el acápite 9º de la sentencia, a lo cual siguió
la decisión según la cual “en tales condiciones resulta claro que no
estaba llamada a prosperar la resolución pretendida con
fundamento en el artículo 870 ib. y bajo el supuesto que resalta la
causa petendi, tal como lo dedujo el a quo” (folio 22 Cdno. 4º), lo
que muestra sin lugar a dudas que el Tribunal efectivamente
consideró y agotó el reclamo que se hizo en la demanda sobre la
resolución del contrato con apoyo en el artículo 870 del C. de Co.
expresamente citado por el casacionista.

Estas premisas evidencian que el Tribunal sí analizó la


acción de resolución nacida del mencionado artículo 870 del
Código de Comercio, sólo que ninguna prosperidad le halló,
primero porque la entrega efectivamente se hizo, segundo porque
entendió que la tardanza en la entrega fue allanada por la
aceptación del demandante y finalmente porque el comprador
perseveró en el contrato.

Luego de agotado el examen de las pretensiones y


frustradas las mismas como se demostró, el Tribunal se dio a la
tarea adicional de explorar lo relativo a la acción redhibitoria. No
obstante, antes de acometer esa tarea, puso como preludio que
“en la demanda, no se aludió a la normatividad que gobierna la
acción redhibitoria, sino a la resolutoria antes referida” (folio 22
Cdno. 4º), preámbulo que denota que el sentenciador excluyó la
acción redhibitoria como norte de su decisión, descarte que venía
desde el fallo de primera instancia en el que si bien se hizo alusión
a la acción redhibitoria y su prescripción, ninguna decisión sobre
ella se tomó.

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Emerge de lo anterior que esa incursión extraña del


juzgador de segunda instancia por los dominios de la acción
redhibitoria, jamás fue el fundamento del fallo, pues ella solo se
trajo para el caso hipotético de que se “ tomase la demanda en
este último sentido” –el de la acción redhibitoria- (fl. 22 envés
Cdno. 4º) y no porque fuera la consideración capital del ad quem.

A este propósito resulta fundamental ver que el viraje


meramente conjetural hacia la acción redhibitoria, tuvo como
norte destacar que de haber sido ese el sustento de la demanda
tal acción estaría prescrita. Además, la impertinencia de referir la
acción redhibitoria es manifiesta si se tiene en cuenta que la
prescripción a ella vinculada nunca fue decidida, ni en primera, ni
en segunda instancia. En efecto, el numeral segundo de la
sentencia del Juzgado resolvió: “DECLARAR probadas las
excepciones de falta de fundamentos sustantivos de derecho para
impetrar la acción resolutoria” (folio 348 Cdno. 1º), a lo que siguió
la orden de terminación del proceso, la condena en costas y el
archivo del expediente, decisiones respaldadas por el Tribunal
cuando confirmó el fallo apelado.

Síguese de todo lo anterior, que el error que se endilgó a la


sentencia, consistente en haber hecho una manifiesta distorsión
en la interpretación de la demanda es apenas aparente, pues no
es cierto que Juzgado y Tribunal hayan abandonado el camino que
indicó el demandante en el libelo, como que ambos se
mantuvieron en la acción de resolución por incumplimiento
prevista en el artículo 870 del Código de Comercio, sólo que de
manera innecesaria, en la parte considerativa, el Tribunal

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incursionó en el ámbito de la acción redhibitoria no obstante que


sobre ella nada decidió.

Entonces, cayó en el vacío el denodado esfuerzo


argumentativo hecho por el demandante en casación tendiente a
demostrar que la pretensión planteada fue la resolución del
contrato a la luz del artículo 870 del Código de Comercio, pues
nada distinto concluyeron Juzgado y Tribunal, así hayan agregado
una argumentación impertinente atañedera a la acción
redhibitoria.

Es verdad que el Tribunal realizó un laborío encaminado a


despejar el desacuerdo del apelante con algún pasaje del fallo de
primera instancia relativo a los vicios redhibitorios, pero tal
circunstancia no tuvo incidencia en la decisión adoptada, porque si
bien la tarea, prima facie, pudiera resultar innecesaria, su
adelantamiento se llevó a cabo una vez había resuelto la
pretensión que en efecto el Tribunal encontró como impetrada por
el demandante, es decir, la acción resolutoria contemplada en el
artículo 870 del Código de Comercio, que ahora el casacionista
reclama no decidida.

Nótese que la corporación sentenciadora, perfiló que la


pretensión deprecada era la resolutoria del artículo 870 del Código
de Comercio, sólo que no la juzgó próspera, porque a su juicio “el
supuesto fáctico de esa norma es la mora de uno de los
contratantes, y en el caso de autos no se ha sugerido siquiera ese
retardo culposo sino el cumplimiento defectuoso o irregular de la
obligación de entregar la cosa vendida” (fl. 21 envés Cdno. 4º) ,
para más adelante manifestar sobre el mismo aspecto que
“aunque tangencialmente se ha hecho referencia al retardo en la
entrega de la cosa vendida, ya que se pactó para el 2 de octubre

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de 1988… sólo arribó a las instalaciones de ´Harinera del Valle


S.A.´ el 30 de enero de 1989, cabe decir que ello en forma alguna
puede equipararse a la mora que requiere el artículo 870 ib… si la
entrega no se dio oportunamente, pero en últimas el comprador
recibió aquella máquina empacadora sin desistir del contrato, sino
que por el contrario perseveró en el mismo exigiendo el
cumplimiento de la garantía por las fallas encontradas en el
mecanismo del aparato, no viene al caso ese percance como un
factor determinante de mora, pues no es más que una retardo
allanado por la misma compradora” (fl. 22 envés Cdno. 4º) . Tales
fueron los reales fundamentos del ad quem para adoptar su
decisión y con esas razones puede concluirse que trató y decidió
las peticiones contenidas en la demanda y no otras.

De esta manera si el recurrente afirma que la pretensión es


la resolutoria general del Código de Comercio, en nada
controvierte al juzgador de segundo grado, pues en lugar de
existir enfrentamiento entre el censor y la sentencia opugnada, lo
que se advierte es armonía entre los dos. El Tribunal observó con
fidelidad los planteamientos de la demanda, sólo que los desechó
por ausencia de los requisitos para su prosperidad, de donde salta
de inmediato, que no existe pendencia relevante entre el acusador
y la sentencia atacada, pues se reitera que en ningún momento el
juzgador de segundo grado fundó su proveído en los preceptos
correspondientes a la acción redhibitoria, así la haya mencionado
marginalmente.

Los defectos de la cosa y la acción resolutoria.

El segundo motivo de reproche que resuena en el cargo


concierne a que el Tribunal no apreció los medios probatorios que
conducirían al reconocimiento de la absoluta impropiedad del

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objeto y por tanto a la prosperidad de las pretensiones del


demandante relativas a la resolución general del contrato por
incumplimiento. A propósito de este aspecto, bien podría
formularse el siguiente problema jurídico: ¿en un contrato de
compraventa mercantil, qué grado de desperfecto de una máquina
es bastante para el éxito de la acción resolutoria general
contemplada en el artículo 870 del Código de Comercio? para
contestarla son apropiadas las siguientes reflexiones:

Los contratos cumplen con el fin práctico de regular la


satisfacción de las necesidades de las partes y los intereses
económicos que ellas persiguen con su celebración. El
ordenamiento jurídico reconoce a las personas la facultad de
comprometer su conducta futura y estabilizar sus expectativas,
para lo cual concede alcance normativo a las disposiciones que
ellas se dictan, a condición que tales estipulaciones respeten los
requisitos señalados en la ley.

Pero en el discurrir que va entre la celebración de los


negocios y su ejecución material, es posible que se presenten
vicisitudes que determinan los diferentes grados de cumplimiento,
y de paso, las consecuencias jurídicas que de ellos se derivan.

El Código de Comercio establece que el vendedor adquiere


el compromiso de transmitir la propiedad del objeto determinado
en la convención, para más adelante especificar que la cosa
comprende los accesorios y que es ofrecida en el estado en que se
encuentra al momento de perfeccionarse el contrato 1, prestación
que debe llevarse a cabo en la forma y tiempos determinados en
el acuerdo o previstas por la ley de manera supletiva. De la
1
Esta previsión también la considera el Código Civil Francés (arts. 1245 y 1614). Sobre el
estado en que debe entregarse el objeto, Colin y Capitant "Derecho Civil" Tomo IV. Editorial
Reus. Madrid. 1955. pág. 115.

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principal obligación del vendedor se derivan las de conservación


de la cosa y de saneamiento de derecho (evicción) o de hecho
(vicios redhibitorios), esta última considerada como un caso de
cumplimiento defectuoso.

También se ha identificado que las acciones que nacen de


los vicios de la cosa son: la acción redhibitoria (que el Código de
Comercio designó con el apelativo de resolutoria) y la de rebaja del
precio, que tienen como fundamento, siguiendo la jurisprudencia
de esta Corporación: 1. Que el vicio sea grave y no leve pues “ no
consiste en imperfecciones o defectos que incomoden o
desagraden al comprador, ni de factores extraños al uso natural de
la cosa vendida... [por] estorbar del todo el uso ordinario del bien
enajenado o por reducirlo en forma considerable” 2; 2. Debe ser
oculto para el comprador, es decir, que lo ignore sin culpa de su
parte; 3. Tener causa anterior al contrato; 4. Hacerse patente
después de la entrega y 5. Ser alegado dentro de la oportunidad
concedida por el art. 938 del Código de Comercio, es decir, dentro
de los seis meses contados a partir de la entrega. Para efectos de
la acción estimatoria, debe tenerse en cuenta que para calcular la
suma en que el precio debe ser rebajado es necesario "hacer una
aparente proporción entre el precio convenido y el valor real
depreciado del bien vicioso, y se dice aparente pues la
proporcionalidad se refiere a la comparación del deprecio que con
motivo del vicio experimenta el objeto vendido con el precio
convenido". (sent. cas. 29 de agosto de 1980).

Sobre esta doble posibilidad de accionar, en caso de


defectos desconocidos que inutilicen la cosa, la Corte dejó sentado
que “tales pretensiones pueden formularse autónoma e
individualmente, o acumulándoles una pretensión eventual
2
Sent. cas. 25 de marzo de 1969, G.J. T. CXXIX pág. 17.

E.V.P. Exp. No. 7524 18


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consecuencial que tenga como objeto la indemnización de los


perjuicios, siempre que el vendedor haya conocido o debido
conocer los defectos de la cosa al tiempo de la negociación, pues
como lo tiene definido la doctrina de la Corporación, ‘ ...sin
embargo de que ambas hallan su razón de ser en la garantía que
gravita sobre el vendedor en favor del comprador, es lo cierto que
la presencia del vicio oculto no da lugar, per se, a la indemnización
de perjuicios; esta, como se acaba de anotar, depende del
conocimiento que el vendedor hubiera tenido o debido tener, al
tiempo del contrato, del vicio o defecto, en lo cual se palpa una
diferencia cardinal con la acción resolutoria común (arts. 870 C. de
Co., y 1546 C. C.), pues en ésta el resarcimiento sí está ligado, sin
consideraciones adicionales, al incumplimiento de la obligación en
el que se hace descansar la resolución’. ” (sent. cas. civ. de 12 de
agosto de 1988).

En cuanto a los efectos de las diferentes acciones que


tienen manantial en los vicios de la cosa, se observa que la acción
resolutoria impone las restituciones mutuas, al paso que la de
rebaja de precio conlleva una condena al vendedor a restituir la
parte proporcional del precio, en ambos casos el comprador
tendrá derecho a solicitar indemnización de perjuicios,
resarcimiento que se decretará sólo si se comprueba que el
vendedor conocía o debía conocer el vicio o imperfección de la
cosa, al tiempo de la venta. Se pone de presente así otra
circunstancia que diferencia la acción resolutoria por el vicio del
objeto, con la resolución general del artículo 870 del Código de
Comercio.

En suma, es la naturaleza del vicio entonces, la que


determina las opciones que el comprador puede ejercitar, sin que
sea inexorable que todo defecto origine la acción resolutoria

E.V.P. Exp. No. 7524 19


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general del artículo 870 del Código de Comercio. La Corte, en


camino de enjuiciar el incumplimiento del vendedor en el caso de
un horno construido con la finalidad de cocinar calados, conocidas
las necesidades del comprador por parte del proveedor y ante los
desperfectos del objeto para cumplir el propósito acordado por las
partes, concluyó: "el vendedor que otorga la garantía de buen
funcionamiento se obliga generalmente, a reparar y a indemnizar
los perjuicios causados por el vicio, es del caso concluir que el
artículo 932 del C. de Co. no otorga al comprador acción
resolutoria per se ni tampoco en concordancia con el artículo 870
ibidem aun en el evento en que el vendedor incumpla con la
aludida obligación de garantía, porque de ser así cualquier defecto
de funcionamiento, por insignificante que fuera, daría lugar a este
resultado con notorio quebranto de la seguridad y estabilidad que
debe reinar en los negocios mercantiles. Otra cosa es que, por ser
el vicio de mayor entidad, tal como acontece cuando hace
impropia la cosa para su natural destinación o no permite utilizarla
en el fin previsto al adquirirla, este genere resolución contractual,
porque en este supuesto se está frente a la situación del artículo
934 del C. de Co., que sí da cabida y amerita el ejercicio de la
acción resolutoria.", y sobre la aptitud del objeto dijo: "si el
defecto de la cosa implica además que ella no es apta para su
natural destinación o para la finalidad tenida en cuenta al
comprarla, el comprador, fuera de la acción indemnizatoria que
pueda ejercitar al abrigo de la garantía de funcionamiento que se
le ha dado - artículo 932 del Código de Comercio-, podrá hacer
valer también, alternativamente, la acción resolutoria o la de
rebaja del precio, en su caso, que se consagra genéricamente
para los vicios ocultos en la última disposición - artículo 934 del
Código de Comercio-." Para luego agregar en la misma
providencia: "Los vicios intrínsecos de la cosa vendida otorgan de
ese modo al comprador que ya la ha recibido, no sólo la acción

E.V.P. Exp. No. 7524 20


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indemnizatoria por el defecto funcional de que trata el art. 932 del


C. de Co., sino las consagradas en el artículo 934 ibídem, norma
esta que última que al efecto expresa: 'Si la cosa vendida
presenta, con posterioridad a su entrega, vicios o defectos ocultos
cuya causa sea anterior al contrato, ignorados sin culpa por el
comprador, que hagan la cosa impropia para su destinación o
para el fin previsto en el contrato, el comprador tendrá derecho a
pedir la resolución del mismo o la rebaja del precio a justa
tasación. Si el comprador opta por la resolución, deberá restituir la
cosa al vendedor'; en uno y otro caso mediante la vía del
procedimiento ordinario… " (sent. cas. civ. de 11 de septiembre de
1991). Es de notar que en el precedente que acaba de citarse, el
artefacto vendido ni por un momento operó del modo como
estaba previsto en el contrato, lo que llevó a la resolución por
vicios redhibitorios.

La Corte estudió en otra ocasión la gama de acciones con


que cuenta el comprador, para remediar el incumplimiento del
vendedor, y dijo entonces que si se trata de un contrato de
compraventa "la obligación principal del vendedor es la de
entregar la cosa, pero además de la entrega está la de procurar el
dominio y la posesión en el comprador y el aprovechamiento útil
de la cosa. Cuando el vendedor desatiende esos deberes permite
al comprador instar el cumplimiento o entrega o la resolución del
contrato, y en ambos casos con indemnización de perjuicios
(artículos 1546 y 1882 del Código Civil y 870 del Código de
Comercio)… bien puede acontecer que la cosa no sirva para su
normal uso o sólo sirva imperfectamente para lo cual el Código
Civil estatuye la acción redhibitoria y la estimatoria o de rebaja del
precio (artículo 1917 reiterado en el Código de Comercio en el art.
934). Empero el ordenamiento mercantil va más allá en lo
atinente a esas modalidades de garantía de la cosa en cuanto

E.V.P. Exp. No. 7524 21


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permite discutir, por los trámites de un proceso verbal (sic) sobre


la calidad, cantidad y sanidad (artículos 914, 915, 916, 931,939),
o sobre el funcionamiento (artículo 934). " (sent. cas. civ. de 23 de
julio de 1986 G.J. T. CLXXXIV Pág. 130).

Ante la importancia de establecer cuál es la acción


adecuada cuando se trata de un objeto cuyo funcionamiento no es
el esperado, la Corte puntualizó "si la garantía por mal
funcionamiento comprende sólo una acción reparatoria e
indemnizatoria, cuando el comprador demanda la resolución del
contrato en consideración a que el vicio de la cosa que recibió no
le permite destinarla al uso para el cual fue adquirida, lo que está
ejerciendo es la acción consagrada en el artículo 934 del C. de
Co.". (sent. cas. civ. de 11 de septiembre de 1991, citada). De lo
dicho se desprende que en materia de vicios del objeto, la regla
general será la acción redhibitoria y sólo en casos excepcionales la
establecida por el artículo 870 del Código de Comercio, atendida la
necesidad de pervivencia del contrato y las mayores exigencias
sobre la magnitud del daño en la acción resolutoria regulada en la
norma acabada de mencionar.

Para hallar los confines de las diversas acciones derivadas


del incumplimiento, es relevante poner atención a la forma como
las partes se reflejan el resultado y consumación del acuerdo en
orden a satisfacer sus expectativas. Así, los impulsos objetivos que
mueven a la adquisición de un bien están guiados por el deseo de
cubrir una necesidad, en los que van implícitos los conceptos de
utilidad, provecho o ventaja. La satisfacción de carencias propias
con bienes que otro brinda, supone que la naturaleza del objeto
cumpla las condiciones suficientes para que la necesidad se vea
colmada. No obstante, el derecho reconoce que la satisfacción no
siempre se logra del modo que las partes persiguen al contratar.

E.V.P. Exp. No. 7524 22


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Puede ser entonces que la cosa entregada por el vendedor no


llene las expectativas contractuales porque presenta defectos de
diverso grado, todas las anomalías no son iguales, por ello, el
derecho desde antiguo tiene dicho que no cualquier desarreglo
causa el aniquilamiento del contrato sino que la resolución sólo
viene de alguno que por su enorme magnitud, gravedad e
intensidad hace que la cosa sea absolutamente impropia para los
fines del contrato, según la naturaleza de la cosa o lo que resulte
de la definición convencional.

Entonces, el legislador reconoce que hay una escala de


desperfectos que pueden aquejar la cosa vendida, diferencia de
grado, y de intensidad que causa un deterioro mayor o menor a la
convención. En el extremo de la graduación se halla la resolución
general del contrato (artículo 870 del Código de Comercio),
secuela de defectos que implican arrasamiento total del acto y la
consiguiente indemnización de perjuicios, alternativa que así
otorga un poder enorme al comprador en correspondencia directa
con la dimensión de la anomalía de la cosa. Pero como no hay
unos valores tangibles para por contraste deducir cuándo procede
una acción o la otra, es menester auscultar lo ocurrido en toda la
historia de la negociación, pues circunstancias antecedentes,
concomitantes y subsiguientes, sumadas a la naturaleza misma
del objeto y la intención de las partes, son los que permitirán fijar
en cada caso la trascendencia del defecto y su incidencia en la
supervivencia del contrato.

La Corte, guiada por las anteriores coordenadas, establece


que los únicos defectos que posibilitan acudir a la acción
resolutoria general son aquellos que determinan un
incumplimiento que inutiliza el artefacto de manera ostensible, por
asimilarse naturalísticamente en realidad a una falta total de

E.V.P. Exp. No. 7524 23


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entrega; los demás que se presenten en grado tal que dificulten el


goce de la cosa o lo hagan ineficiente para la labor contratada,
corresponden a otro género de incumplimiento y por tanto
desprovisto quedará en tal evento el comprador de acudir a la
acción resolutoria general, pues existen diferencias en aspectos
como el origen histórico, los supuestos constitutivos, las
consecuencias jurídicas de su prosperidad y los términos de
prescripción que distancian las categorías mencionadas hasta
hacerlas inconfundibles. Es que si se aceptara el ejercicio de la
pretensión resolutoria general de manera indiscriminada, la fluidez
y seguridad del tráfico de bienes estaría seriamente amenazada,
pues siempre podría el comprador a su antojo escapar de los
efectos de la prescripción de las otras acciones, con el solo
expediente de recurrir a la acción resolutoria general pretextando
que la impropiedad es tan grave que equivale sin más, a la falta
de entrega.

Entonces, cuando se trata del incumplimiento de contrato


de compraventa comercial, en que se discute la calidad del objeto
o su aptitud para procurar el uso determinado por los
contratantes, en línea de principio, la acción no puede
enderezarse por la vía resolutoria general, sino por la especial
prevista en el artículo 934 o 937 de la regulación mercantil, que
como se sabe tiene una prescripción de seis meses (artículo 938
del C. Co.).

Para comprobar si corresponde el presente caso a una


hipótesis de resolución como la pretendida, conviene acudir a las
probanzas documentales allegadas al proceso, denunciadas por el
cargo como inapreciadas y otras que resultan importantes para
esclarecer la realidad de las condiciones del objeto vendido:

E.V.P. Exp. No. 7524 24


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El pedido que 'Harinera del Valle S.A.' hizo a 'Imocom S.A',


describe la cosa comprada como una máquina automática
empacadora Rovema V 220, que opera por impulsos, para formar,
llenar y sellar bolsas de 500 gramos tipo almohada en material
termoplástico, como polietileno de rendimiento aproximado de 40
a 45 bolsas por minuto, con tornillo dosificador en acero
inoxidable de 54 para 500 gramos. El objeto debería entregarse a
120 días luego del pedido que fue realizado el 2 de junio de 1989.
El precio se fijó en $34.650.000. (fls. 12 y 13 cdno. ppal.)

Una vez entregado el bien, con retraso respecto a lo


pactado, el comprador recibió la cosa el 30 de enero de 1989 y
con fecha 13 de de marzo del mismo año (fl. 24 cdno. ppal.)
manifestó que hubo problemas en la máquina pero que también
eran atribuibles a la alimentación del artefacto. Con la misma
fecha se celebró el acta de revisión inicial, en que se informó que
quedaba funcionando a 35 “golpes” por minuto y que era
necesario cambiar el “formador” por uno de mayor diámetro.

El 15 de marzo del mismo año (fl. 26 cdno. ppal.) la


compradora manifestó que el aparato no podía recibirse a
satisfacción, a lo que la sociedad vendedora sugirió usar una bolsa
más ancha o larga (fl. 27 cdno. ppal.) prometió ampliar el formato
y solicitó al comprador que pagara la cuota pendiente (fl. 28 cdno.
ppal.). Luego vino una discusión entre las partes sobre el cambio
del embrague, que tuvo el impase cuando 'Harinera del Valle'
comunicó al vendedor el 5 de mayo de 1990, que rechazaban el
cobro de la pieza y reiteraban que la máquina había sido
entregada en condiciones no aceptables, sin embargo expresó la
compradora, “… Desde Octubre (sic) 12/89 hasta 21 de
Febrero/90, la máquina trabajó normalmente a excepción de tres

E.V.P. Exp. No. 7524 25


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semanas durante el fin de año y principio de 1990, en que la


planta [toda] no operó por espacio de 20 días” (fl. 43 cdno. ppal.).

El 11 de Mayo de 1990, Rovema comunicó a la compradora


que a pesar de haber expirado la garantía el 12 de abril de 1990 y
a pesar estar fuera de cobertura se reemplazó completamente el
embrague, ante el desgaste de los discos, sin costo para la
harinera (fl. 48 cdno. ppal.) y ofreció servicio técnico a costa del
adquirente.

El 10 de agosto de 1990 'Harinera del Valle' emitió un


mensaje interno en que declaró solucionado el problema del
embrague, y admitió que la máquina estuvo en servicio entre el 5
de abril de 1990 y el 1 de agosto de la misma anualidad cuando
volvió a fallar (fl. 51 cdno. ppal.), luego la compradora envió un
recado a la vendedora en que solicitó el cambio de la máquina por
otra fabricada en Alemania (fl. 52 y 53 cdno. ppal.). 'Imocom'
respondió que la casa fabricante propone hacer cambios en el
aparato y que “el sistema de alimentación no está funcionando”
que debía solucionarse este asunto por el comprador para que
existiera un adecuado servicio.

El 11 de septiembre de 1990 Harinera del Valle comunicó a


la vendedora que la máquina funcionó en forma interrumpida por
75 días y que el problema no es de alimentación, sino en daños en
el embrague (fl. 62 cdno. ppal.) solicitó una reunión urgente (fl.
66 cdno. ppal.), a lo que Imocom contestó, que “la máquina
estuvo trabajando bastante tiempo a su entera satisfacción… En
caso que no quieran seguir con ella, favor dejárnoslo saber así
como el costo con el cual la pondrán a nuestra disposición para
ayudarles con la venta de la misma.” (fl. 67 cdno. ppal.). Esta
propuesta no fue contestada y con fecha 23 de octubre de 1990,

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la demandada manifestó que en la última visita realizada


casualmente se dañó el transformador de la corriente de mando,
que la garantía no incluye partes eléctricas, solicitó confirmación
de la reunión y dijo “hasta la fecha no hemos vuelto a tener
noticias de ustedes, aún seguimos pendientes” (fl. 69 cdno. ppal.).

El 29 de Octubre de 1990, se llevó a cabo la reunión


solicitada, que arrojó como resultado, las conclusiones aportadas
en el documento obrante a folio 70, de fecha 8 de noviembre de
1990 en que la demandante manifestó que en el pedido la
máquina se dijo que empacaba a 40 “golpes por minuto, bolsas
de 500 gramos" y que el aparato tenía "vicios de fondo” que
impiden con el mecanismo actual “una operación satisfactoria”.
Entretanto 'Imocom' insistió que el problema era de dosificación y
que confirmaran el cambio de la máquina (fl. 82 cdno. ppal.). A
estas, 'Harinera del Valle' solicitó cambio del dosificador y que
informara el tiempo que tomaría porque urgía la reparación. La
vendedora no pudo confirmar en qué plazo harían el cambio, pues
lo determinaba el fabricante Rovema. Con fecha 19 de diciembre
de 1990 el demandado dijo que Rovema enviaría el embrague
completo ya que no tenían dosificador para entrega inmediata. (fl.
85 cdno. ppal.).

Las comunicaciones entre las partes se reiniciaron el 15 de


marzo de 1991, con un reporte de rendimiento del instrumento
empacador (fls. 88, 89, 90, 91 cdno. ppal.). Luego de dos cartas
más en que la demandante solicitó respuesta sobre los repuestos
y sobre quien asumirá los costos, 'Imocom' manifestó que los
defectos se deben a las hilachas del empaque que ocasiona el
funcionamiento forzado, se recalcó que 'Harinera' tendría que
asumir el costo del experto para la revisión de la empacadora. El 6
de septiembre de 1991, se realizó el acta de entrega, se cambió el

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disco de embrague, control electrónico de pesaje. La máquina


funcionó en forma correcta “pero dados los antecedentes se
recibe en observación y en seis meses debe darse recibida a
satisfacción” (fl. 96 cdno. ppal.).

Nuevamente el 22 de noviembre de 1991, la demandante


confirmó que las fallas en embrague y freno continuaban, que es
"un problema de diseño y/o ensamble, que no puede solucionarse
con un nuevo embrague cada 4 meses" (fl. 98 cdno. ppal.), a lo
que 'Imocom' sugirió disminuir la velocidad con la instalación de
un “variador de velocidad” (fl. 99 cdno. ppal.). Finalmente
'Harinera del Valle' presentó resumen de toda la situación, planteó
que le fueran devueltos las sumas de US 117.941 o 68.000.000
pesos (fl. 100 cdno. ppal.), a lo que el demandado afirmó que los
problemas no están en el aparato sino en las condiciones de
empacado y operación (fl. 103 cdno. ppal.).

Con relación a la prueba rendida por los declarantes en el


proceso, se observa:

Peter Becker, gerente de la sucursal Cali de la demandada


y por tanto su representante, confirmó que Harinera del Valle
adquirió el artefacto en virtud de las cualidades ofrecidas por el
vendedor, pero aclaró que funcionó y "por eso la pagaron”, que
hubo desperfecto pero "fue de fábrica" (fls. 1, 2 cdno. 2).

Carlos Arcesio Paz Bautista, Representante legal de la


demandante, manifestó las condiciones del mercado de la harina
en Colombia, la posición de su representada en el mismo y las
necesidades de adquirir el utensilio multicitado para aumentar la
producción mejorando los tiempos de entrega. Informó que luego
de que llegaran a la conclusión que "ni el fabricante ni el

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vendedor de la máquina imocon nos iban a solucionar el problema


definitivamente decidimos comprar otra máquina, también de
marca Package para hacer el trabajo al que estaba destinada la
máquina rovema" no recordó la fecha de la compra pero insistió
en que "se hizo cuando varios años después de lidiar con la
máquina rovema para que esta funcionara adecuadamente se vio
muy evidente (sic) que no podiamos (sic) contar con ella por no
ser confiable" y añadió que "siempre dimos un compaz (sic) de
espera y cada vez que ese se vencía, abrimos uno nuevo porque
francamente siempre creimos (sic) y teniamos (sic) fe que rovema
e imocon iban a responsabilizarse y garantizar la máquina o aún
en caso estremo (sic) a reemplazarla por otra pues francamente
eso es lo que tendrían que haber hecho" (fls. 1,2 y 3 Con. 3).

Enrique Payeras Tenorio, técnico de 'Harinera del Valle',


manifestó que el artefacto no empacaba de 40 a 45 bolsas por
minuto, con el peso adecuado, expresado en el pedido, que el
funcionamiento no ha sido constante y por poco tiempo con gran
desgaste, las bolsas eran apropiadas y que 'Imocom' y 'Rovema'
son empresas tradicionales que conocía desde hace muchos años
(fls. 6, 7, 8, 9 cdno. 2).

Aracelli Gómez, funcionaria de 'Imocom', informó que la


demandada conocía las necesidades de su comprador, que hubo
retraso en la entrega, pero Héctor Garzón firmó acta de recibo a
satisfacción, que el aparato funcionó y los problemas de la
empacadora se debieron a las hilachas e impurezas de la harina,
como los halló el ingeniero alemán que contrataron para revisar la
máquina (fls. 10, 11 cdno. 2).

Para Germán Benítez, contratista de la demandada, los


problemas se debían a un “desajuste del embrague freno, que es

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el que tiene que ver con el peso de la bolsa… el embrague se


cambió y quedo funcionando” también dijo que la operación,
manejo y empaque por parte de Harinera del Valle eran los
correctos (fls. 12 a 17 cdno. 2).

Héctor Adelmo Garzón, empleado de la demandante,


declaró que a pesar de la instalación, el aparato no pudo funcionar
porque fallaba un “pizador (sic) para sello horizontal” que consiste
en un sujetador de bolsa, que una vez en operación fue necesario
cambiar el “tubo formador” y se detectó la necesidad de
reemplazar el “cuello formador”, que hubo operación irregular a
pesar de los gastos en que incurrió 'Imocom' para ponerla en
funcionamiento; los defectos del embrague pueden deberse a
materiales, ensamblaje y diseño del mismo, pero también tuvo
problemas de sellado vertical, atribuibles a imprecisiones de orden
desconocido, expresó igualmente “yo no he firmado un acta de
recibo a entera satisfacción”. “La máquina fallaba después de 3 o
4 días de los ajustes” cuando deberían estar diseñadas para
trabajar 7 días a la semana 24 horas al día (fls. 28 a 31 cdno. 2).

Tres dictámenes periciales se decretaron y practicaron sin


objeción, en los cuales puede observarse:

La primera experticia se decretó para establecer las


condiciones de la empacadora de harina, cuyas conclusiones son:
la máquina cumple con las características especiales para las
cuales se adquirió, los problemas son la baja producción (26
bolsas por minuto), por ausencia de sincronismo entre el
embrague y el motor que no para exactamente por lo que la bolsa
queda o muy llena y no puede cerrarse, o muy vacía entonces no
puede venderse el producto. Los problemas son por deficiencias
de la máquina.

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El segundo examen técnico tuvo como objetivo determinar


la calidad de la harina, en cuanto a humedad, densidad, los
peritos dictaminaron que el producto era apto para ser empacado
sin inconvenientes.

Finalmente para cuantificar los perjuicios materiales se


decretó otro informe que arrojó que la indexación del dinero
pagado (daño emergente) era, hasta el 30 de junio de 1995 de
$141.234.082, el lucro cesante se ajustó con fundamento en la
utilidad operacional acumulada respecto a las toneladas dejadas
de producir, que fueron avaluadas en $2.599.707.385,47, para
"Gran total de $2.740.941.467,47".

Del anterior recuento probatorio, puede deducirse que las


partes aceptan la existencia del negocio, que la entrega se realizó
de manera tardía, retardo consentido por el comprador, por lo que
se tiene que el conflicto se contrae al funcionamiento del aparato
vendido en los términos acordados en el contrato.

Como antes se insinuó, hay una suma de antecedentes que


ayudan a determinar si en el presente caso es posible afirmar que
las deficiencias fueron de tal trascendencia que deben causar la
fractura total del contrato por causa de la resolución general. En
primer lugar, es necesario ver que tanto el comprador como el
vendedor tenían soporte técnico suficiente para conocer cada uno
las condiciones del objeto, pues el vendedor, aunque no es el
fabricante, sí debía estar al tanto de las características del
aparato. El adquirente por su parte, estuvo asistido de sus
expertos durante todo el curso de la negociación, de lo cual se

E.V.P. Exp. No. 7524 31


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sigue que ambas partes estaban en igualdad de condiciones en


cuanto a la información de las exigencias y posibilidades técnicas
del artefacto. En síntesis, la etapa anterior al contrato permite ver
que los contratantes tenían conocimiento suficiente del aparato y
prestaron su consentimiento previa ilustración, inferencia ésta que
resulta de ver, entre otras cosas, las hojas de vida que preceden a
las actas que recogen las versiones testimoniales de los
empleados de las partes, en especial del comprador.

De otro lado, para acreditar si las deficiencias eran de tal


magnitud para justificar la resolución del contrato, es necesario
también escudriñar las características propias de la máquina y las
funciones que estaba llamada a servir. Se dice lo anterior porque
el aparato estaba destinado a trabajar de modo continuo las 24
horas del día, los 7 días de la semana; uso intensivo que más
prontamente dejaría ver si el artefacto estaba en capacidad de
prestar el servicio para el cual fue concebido. No ocurriría igual si
la máquina fuera usada sólo episódicamente, pues tal
intermitencia impediría mostrar con presteza sus imperfecciones.

Así las cosas, el uso permanente e intensivo de la máquina,


es una circunstancia que no permite llamarse a engaño sobre el
tiempo que era requerido para descubrir si era absolutamente
impropia para su natural destinación. Y oportunidad hubo de
corroborar su funcionalidad, pues tramos relevantes de operación
del artefacto ocurrieron: en un primer período la máquina
funcionó entre el 30 de enero de 1989 y el 15 de marzo del mismo
año sin que hubiera reparos, más adelante, según afirmación del
propio demandante, “Desde Octubre (sic) 12/89 hasta 21 de
Febrero/90, la máquina trabajó normalmente a excepción de tres
semanas durante el fin de año y principio de 1990, en que la

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planta no operó por espacio de 20 días” (fls. 43 cdno. ppal.),


luego trabajó desde el 5 de Abril de 1990 hasta el 1º de agosto
del mismo año, como lo indicó el mensaje interno allegado al
plenario por la demandante (fl. 51 cdno. ppal.), acontecimiento
que muestra al objeto del contrato con aptitud para la utilidad
acordada, es decir, que no puede afirmarse categóricamente que
su inutilidad sea ostensible, completa y definitiva; así lo corrobora
el dictamen pericial que atañe al servicio del aparato, al expresar
que la especie entregada sirve para empacar harina aunque
evidentemente con algunas incorrecciones que nadie ha negado,
pues el debate se centró no en la existencia de disfuncionalidades,
sino en saber si ellas eran de magnitud tal que justificaban la
quiebra total del contrato.

Es de anotar también que el vendedor hizo una oferta para


recibir el utensilio y buscar un nuevo comprador, propuesta que
fue respondida por el demandante con una solicitud de sólo
cambiar el dosificador (folio 83 cdno. ppal.), lo que significa que el
comprador tuvo suficiente posibilidad de ver la máquina en estado
de funcionamiento y aún de no perseverar en el contrato o buscar
otra alternativa, a pesar de lo cual insistió en que se hiciera una
corrección, lo que viene a mostrar que la cosa sí era apropiada
para la labor que debía cumplir, aunque presentara deficiencias de
funcionamiento, reconocidas inclusive por el vendedor que estuvo
presto a solucionarlas buscando el máximo de eficiencia y
sostenibilidad, que fueron los verdaderos reparos hechos a la
empacadora de harina.

Puestas así las cosas, ante la incertidumbre que se cierne


sobre si las carencias del artefacto eran tales que debía resolverse
el contrato por la acción general del artículo 870 del Código de
Comercio, el primer juez de la situación fue el propio comprador

E.V.P. Exp. No. 7524 33


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que no sólo pagó el saldo restante del precio, sino que desdeñó la
oferta que le hizo el vendedor de recoger el artefacto y buscar un
nuevo comprador, a pesar de tener suficiente conocimiento para
establecer las propiedades intrínsecas de la máquina.

Las pruebas anejas al proceso permiten concluir entonces,


que los distintos expertos, tanto los que estaban al servicio de las
partes como los designados en el proceso, no apuntan a una
causa común del desarreglo, en cambio su lectura evidencia que
el defecto era de una proporción que no justifica la resolución
impetrada en la demanda, pues su dimensión no se extiende
hasta los confines de la completa inutilidad, por el contrario se
demostraron extensos episodios de operación regular del objeto,
usado intensamente las 24 horas del día con expectativas
razonables de mejoría expresadas por el comprador, los que
determinaron que este perseverara en el contrato por largo
tiempo, de lo cual se sigue que ninguna otra deducción puede
sacarse distinta a que la máquina sí servía, aunque con
imperfecciones que por sí solas no fundan la prosperidad de la
pretensión resolutoria general. En efecto, las partes aceptan, que
la máquina presentó problemas de funcionamiento, pero que en
últimas atañen a la eficiencia y sostenibilidad en el largo plazo,
con menor necesidad de mantenimiento y cambio de piezas,
defectos tales que no son de la magnitud y gravedad suficientes
como para asimilarlos a una falta total de entrega, ni permiten
afirmar que la cosa era absolutamente impropia para desarrollar la
tarea para la cual fue construida, lo que descarta la acción
resolutoria general pretendida en la demanda.

Luego si se impetró la acción resolutoria general (artículo


870 del Código de Comercio) con fecha 15 de Octubre de 1993
cuando habíanse dejado vencer los términos para demandar

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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia


Sala de Casación Civil

tempestivamente la resolutoria originada en los vicios del objeto


(artículo 934 ibidem), ningún reparo puede formularse al fallo de
segunda instancia, pues en cualquier caso la suerte adversa del
reclamo estaba sellada.

En cuanto a la alegación sobre el art. 913 del Código de


Comercio, se atisba que el demandante en ningún otro momento
de la contienda la esbozó y sólo ahora en casación hace un
reclamo al respecto, con lo cual primero emplazó al Tribunal para
entender su accionar alrededor de los planteamientos jurídicos de
la demanda, para luego involucrar una circunstancia de derecho
diversa y exigir que la interpretación, discurra por este nuevo
sendero, circunstancia que sorprende a todos por esa irrupción
tardía, que además no alcanza para modificar la sentencia, pues
los supuestos de esa norma, la época y el procedimiento para
plantearlos nada tienen que ver con el presente caso.

Emerge de todo lo anterior, que el error endilgado al


Tribunal apenas resulta de la construcción crítica del recurrente,
que así se aceptara como alternativa plausible, no por ello viene a
ser la única que las probanzas permiten, con lo cual el yerro
denunciado carece de la dimensión de evidente, colosal y
trascendente que se exige para quebrar una sentencia de
instancia a la que es inherente la presunción de acierto.

Por lo expuesto, el cargo no alcanza prosperidad.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en


Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la

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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia


Sala de Casación Civil

República y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia del 14


de enero de 1999 pronunciada por la Sala Civil del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Cali, en el proceso ordinario
promovido por 'Harinera del Valle S.A.' contra la sociedad 'Imocom
S.A.'.

Se condena en costas del recurso a la parte recurrente.


Tásense en su oportunidad.

Notifíquese y devuélvase el expediente al Tribunal de


origen.

PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA

MANUEL ISIDRO ARDILA VELÁSQUEZ

JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR

CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO

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Corte Suprema de Justicia


Sala de Casación Civil

SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO

CÉSAR JULIO VALENCIA COPETE

EDGARDO VILLAMIL PORTILLA

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