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Dios en el Antiguo Testamento con la ayuda de las páginas de Luis F. Ladaria (167-
180)
Con las diferentes experiencias históricas el nombre de Dios irá enriqueciéndose con
nuevas connotaciones. Pero se hade tener presente que el ser y el actuar de Dios se
corresponden, se armonizan entre sí. En su obrar concreto Dios dará a conocer su ser.
Dios tiene todo un plan, después de haber revelado a Moisés su nombre, lleva a cabo
la liberación de su pueblo de las garras de Egipto, con esto Dios quiere que Moisés
entienda que para conocerlo hay que ir entendiendo sus acciones, su plan; es en los
acontecimientos en donde Dios se va revelando, no es una definición dogmática de un
monoteísmo abstracto, sino en el de un monoteísmo práctico: Yahvé es para Israel el
único que existe porque es su único salvador.
Lo que es Dios en sí mismo se conocerá a partir de lo que será para su pueblo. Con
este Dios celebrara el pueblo de Israel su alianza solemne, en virtud de la cual será
para siempre el pueblo de su propiedad y la porción de su herencia. La pretensión de
Yahvé de ser el único Dios para su pueblo está en la base del monoteísmo radical, que
afirma ya claramente la existencia de un solo Dios.
El hecho de que Israel era el pueblo exclusivo de Dios y al cual sólo podría adorar, no
se refiere sólo a que ignorara a los dioses de otros pueblos, sino que su fe se irá
formando en creer que Yahvé es el único Dios y no hay otros. Así lo manifiestan los
escritos de los profetas del final del exilio y en el libro del Deuteronomio.
Ladaria dice que no debemos forzar los textos del Antiguo Testamento para hacer
lecturas trinitarias sin embargo es posible interpretar estas mediaciones como
momentos de una preparación más explícita hacia la revelación del Dios trino en el
Nuevo Testamento.
- El Ángel de Yahvé: indica una cualificación peculiar de alguno de los seres que
aparecen designados como «ángeles», que acompañan a Dios y lo alaban. Aparece
como guía de Israel, de Isaac; aparece como juez y castigador. No es la enseñanza
del Antiguo Testamento acerca de los ángeles en general lo que debemos exponer
ahora. Desde nuestro punto de vista ofrecen especial interés algunos pasajes en
los que el «Ángel de Yahvé» no puede distinguirse adecuadamente de Dios mismo,
porque tanto su apariencia como su lenguaje son los de Dios. La figura del
«Ángel», sino se identifica del todo con Dios, al menos no puede distinguirse de él
adecuadamente; en todo caso ayuda a poner de relieve la incomprensibilidad del
que se manifiesta bajo esta apariencia.
- La palabra de Dios: es a través de los oráculos por donde Dios habla. Esta palabra
es poderosa, irresistible, domina al profeta (cf. Am 3,8, Ez 2,8ss, y sobre todo Jer
20,8ss), lo transforma y lo convierte en enviado de Dios que habla en su nombre.
Los mandamientos dados a Moisés también son palabra; Por estas palabras el
pueblo de Israel ha sido constituido «pueblo de Dios». La palabra es la ejecutora
de la voluntad de Dios, en la creación, pero también en la guía del pueblo. La
palabra participa así del poder divino.
- La sabiduría divina: refiere al recto obrar humano cuando Dios lo concede. La
sabiduría no es una conquista humana, es un don de Dios. Está presente en la
creación del mundo. En el mundo del Antiguo Testamento es personificada, fue
primicia de la creación de Dios según el libro de los Proverbios; está unida a Dios,
ella es artífice de todo (libro de la Sabiduría), emana y proviene de Dios y todo lo
gobierna junto con él.
- El espíritu: indica, como es sabido, el aire, el viento, que es una fuerza que no
puede ser controlada por el hombre. Por ello se puede relacionar fácilmente con
la energía y el poder divino, superior a toda fuerza humana. «el Espíritu de Dios
llena la tierra», en conexión muy estrecha con la Sabiduría. Él está en todas las
cosas, de él depende toda la vida en general y la del hombre en particular, según
el libro de los Jueces, es el Espíritu el que impulsa a estos guías del pueblo. Él
invade a los profetas, a los reyes. El portador del Espíritu más característico será el
Mesías, el ungido del Señor, sobre quien el Espíritu reposara; ya en el primer Isaías
aparece esta idea. El Espíritu es el comienzo de una vida nueva, de la renovación
moral, para el pueblo y para cada uno de los individuos. el Espíritu, prácticamente
identificado con la Sabiduría misma, habita en el interior del hombre.
El espíritu se irá convirtiendo en un principio que, manteniendo su trascendencia,
se hace interior al hombre y al pueblo para renovarlos en su conducta y hacer
posible la vida según Dios y según su alianza.