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ISSN: 2545-7713
EQUIPO
EDITORIAL
Directora - Coordinadora
Mady Alvarado (Argentina)
Editora
Nuria Pérez (España)
COMITÉ
CIENTÍFICO
Claudia Ravera – (Montevideo, Uruguay)
José Ángel Rodríguez Ribas – (Sevilla, España)
Alejandra Papandrea – (Buenos Aires, Argentina)
Montserrat Antón – (Barcelona, España)
Débora Gribov Novogrebelsky – (Montevideo, Uruguay)
Francesc Porta Martínez – (Barcelona, España)
Lucia Levin – (Buenos Aires, Argentina)
Paula Alfaro Araya – (Santiago de Chile, Chile)
Mady Alvarado – (Buenos Aires, Argentina)
Brígida Walker – (Barcelona, España)
ISSN: 2545-7713
Contacto:
contacto@revistadepsicomotricidad.com
Maestra Baldini 2021. Caseros. Buenos Aires C.P.
1678 Argentina
Diseño y Maquetación: Nuria Pérez
Imágenes cedidas por www.bicocacolors.com
6 ARTÍCULOS CIENTÍFICOS
La Formación Personal del Psicomotricista.
Miguel Ángel Domínguez Sevillano.
- “Poner el cuerpo en juego”.La formación
corporal en la Práctica Psicomotriz actual.
Iolanda Vives Peñalver y José Ángel
Rodríguez Ribas.
- Aportes de la eutonía a la psicomotricidad.
Inquietudes iniciales. Mariana Schwartzman.
- Una experiencia psicomotriz desde
Colombia. Diana Rocío Ostau de Lafond
40 PSICOMOTRICISTAS DEL
MUNDO
- Cartillas de Profesionales.
42 ¡PARTICIPA!
Editorial Revista de Psicomotricidad Punto Com
EDITORIAL
La formación personal es uno de los temas que más controversia suscita entre
psicomotricistas y profesionales de la primera infancia y la esfera corporal.
Debemos tener muy presente que trabajamos con historias personales que se
cruzan constantemente con la nuestra, y la esencia pura de los niños es el
espejo más poderoso en el que se refleja este intercambio. Por la importancia
que tiene la formación personal, este número está orientado hacia este pilar
básico que corforma la especifidad del psicomotricista. Mirarse a uno mismo
para poder mirar al otro es esencial y debe ser contínuo en nuestro hacer diario.
No somos los mismos cuando salimos de una formación personal, al igual que
cada sesión de psicomotricidad también nos transforma. Esto debe generarnos
preguntas e inquitudes que nos hagan relacionarnos con otros profesionales y
formadores para avanzar en nuestro camino profesional para poder acompañar
mejor a cada niño o adulto con el que trabajamos, y así poder ayudarle a
ponerse en relación; nuestro gran objetivo.
Nuria Pérez
Editora de Revista de Psicomotricidad Punto Com
Y es por estos escenarios sociales, culturales y ambientales, desde los años 60 del pasado siglo
XX, hasta el presente 2017, donde la formación personal en práctica psicomotriz, siempre en
revisión y sobre la que se ha escrito y publicado poco, ha germinado y tomado arraigo.
Una finalidad
Ortega y Gasset: “lo que pasa, es que no sabemos lo que nos pasa, y por eso pasa lo que pasa”.
Oscar Wilde: “El que no piensa por sí mismo no piensa en absoluto”.
Más allá de otras consideraciones que expondré a lo largo de este artículo, inicialmente diré
que para un servidor la finalidad más relevante, entre otras, en este presente de la formación
personal en psicomotricidad, es formar a psicomotricistas en la autonomía -(su identidad como
sujeto, en la calma activa y en el sentido del humor)- para que eduquen en dicha autonomía a
los niños, porque el gran problema de su vida, y la de los niños que acompañarán en su
trayectoria profesional, será vivir o no vivir en la dependencia y la falta de autonomía, y en el
difícil ajuste de las necesarias relaciones con el mundo circundante que tendrán que mantener,
en las que siempre se vislumbrará el deseo y el uso del poder y los vericuetos de la
postverdad.(2)
(1) (Domínguez M. A. en El plumilla del Bierzo…) “…Entonces el tiempo libre era mucho, no existía el tráfico actual, lo que
permitía un modo libre de adentrarse en los escenarios que tu ánimo infantil te sugería, y por otro lado las exigencias
académicas que para nada tenían que ver con las actuales, permitían que una vez abandonada la escuela, - la verdad es que
también dentro de ella - solo existía una consigna: jugar, jugar, y jugar…”
(2) En Entrevista efectuada a José Antonio Marina por Miguel Ángel Domínguez Sevillano en revista cuadernos de
psicomotricidad nº26). “…Aprender a vivir es fundamentalmente la adquisición de los recursos cognoscitivos, afectivos y
operativos que van a permitir al niño cuando sea adulto, estar en buenas condiciones para resolver los problemas que
tenga…Para que el sujeto pueda decidir, primero debe ser autónomo, estar dotado de voluntad entendida como inteligencia
que otorga la capacidad de dirigir el comportamiento para salir bien parado de una situación. El origen del problema es que se
ha sustituido el concepto de voluntad por el de motivación: cuando se admite la voluntad, el sujeto determina el
comportamiento; en el segundo caso es el motivo el que lo hace y, a falta de motivo, desaparece la acción. La estructura
psicológica de la autonomía depende en buena parte del estilo afectivo, que la ciencia ha revelado que se desarrolla
poderosamente en los primeros 36 meses de vida y tiene mucho que ver con la seguridad que los padres aportan o dejan de
aportar al niño…”
Observar/observarse
Si debemos, queremos actuar, interactuar, compartir, comunicar con el niño,
imprescindiblemente debemos observar, tener en cuenta, ser sensibles a los matices,
acontecimientos, indicios, pistas, parámetros que nos ofrece y exhiben delante de nuestra
mirada los niños. Y la primera observación a realizar es sobre uno mismo.
¿Qué vemos (sentimos, interpretamos, proyectamos) cuando observamos? ¿Es posible eliminar
el color del cristal con que se mira? La no mirada autónoma sobre sí mismo es un obstáculo
para poder tener una mirada clara sobre el otro: para comprender su vivencia, debo tener una
comprensión de la mía propia a la que tengo que referir la vivencia del otro.
¿Se puede evitar la subjetividad, las proyecciones cuándo miramos al otro, cuándo miramos al
niño? Creo que no. ¿Atenuar? Entiendo que sí: es nuestro proceso de formación siempre
inacabado. En ello ayudará de un modo decisivo la formación personal (3) (4)
(3) Cristóbal Gómez Mallorga (La mirada crea realidades):“… Vemos el mundo a través de los esquemas que nos permiten
nuestro limitado pensamiento. Me propongo mirar el aula siendo consciente de esta limitación del entendimiento. El
profesorado Narciso sólo ve a los niños y niñas en los que se ve reflejado; los pesimistas sufren los problemas del alumnado; los
deseosos de poder ejercen la disciplina de forma explícita, y los neuróticos se pierden entre la culpa, el castigo y el perdón. Es
decir, nuestros alumnos y alumnas son espejos en los que nos miramos diariamente, en los que vemos nuestras limitaciones, en
los que nos sentimos identificados, en los que completamos nuestras carencias y, también, en los que disfrutamos nuestros
aciertos…”
(4) Mirta Chokler: “para garantizar el crecimiento y desarrollo de un niño, hay que cuidar en principio a los adultos que se
ocupan de ese niño porque, finalmente, nadie puede ofrecer lo que no tiene. No se puede dar sostén, respeto, continencia,
afecto, si uno no se siente querido, sostenido, contenido, reconocido y respetado”.
El formador
Un formador tiene una historia: su historia personal. Se le supone un recorrido profesional que
ha estado acompañado de determinadas circunstancias, acontecimientos, dudas,
interrogantes, crisis, etc.
Ha hecho su recorrido parándose en las estaciones que le parecieron pertinentes, aquellas que
no se pudieron evitar, otras que se le exigieron. Con toda seguridad, también fue y seguirá
siendo partícipe ocasionalmente de un grupo que, en determinados momentos, prosigue su
propia formación personal.
• Un dispositivo que contiene y limita el contratransfer del formador en una formación en que la
están presentes los afectos arcaicos y le permitirá estar más disponible para acoger y
acompañar a las personas en una relación de empatía. (La metodología utilizada para
garantizar la seguridad afectiva de las personas es el acompañamiento -es el concepto de
envoltura estructurante-. Esta seguridad pasa a través de un “recipiente” psicoafectivo que
tiene como garante y punto de referencia el conductor de la formación personal).
• Un dispositivo que permite al formador ayudar en la maduración psicológica sin intervenir
directamente en los contenidos psíquicos expresados por el grupo. Un dispositivo con unas
reglas de funcionamiento claras, respetadas por todos que liberará y contendrá a la vez los
afectos de las personas.
• Un dispositivo que facilitará una reflexión más profunda sobre sí en un área de seguridad
afectiva, tanto para las personas en formación como para el formador.
• Un dispositivo y una actitud del formador que abre la vía a cada persona para apropiarse de
su proceso de cambio.
o El formador clarifica su función: ayudar a cada persona a iniciar o proseguir su recorrido
personal de cambio y descubrimiento de sí, con el apoyo de las personas del grupo y del
formador.
o El formador clarifica su rol: crear las condiciones periféricas, pedagógicas y psicológicas
necesarias para el cambio de cada persona con el objeto de que ello se efectúe en un área de
seguridad afectiva, pero este formador no tiene ningún poder sobre la historia y los afectos de
las personas. Él permanece exterior a esta historia.(5)
(5) Gerard Mendel en cuadernos de psicomotricidad nº 22/ 2ª época 2001) ” …Cuando hace dos años en
Asiago, Bernard Aucouturier comunicó su intención de reunir juntos a todos los formadores y a todos los
aspirantes a formadores para hacerles vivir el nuevo dispositivo de formación personal, tuve algunas
reservas. ¿No se irían a desarrollar transferencias intensas sobre el formador e igualmente
transferencias laterales, en particular agresivas entre los participantes? ¿No sería necesario instalar en
algún sitio una especie de diván donde cada noche se me pidiera proceder a una “toilette psicológica” de
los participantes más “tocados”? Puedo decir que en el presente estoy completamente tranquilo siendo
completamente “humano”, el formador es menos quien forma (y por lo tanto se expone, en el amplio
sentido del término), que quien se queda como garante del respeto a las reglas. Son las reglas, el marco,
el dispositivo, el método, los que forman. Si quisiera intentar una breve descripción del método, tal cual
se me aparece, diría que su particularidad es asociar en el juego en igualdad, cuerpo y espíritu. Esto no
es lo que quisiera desarrollar sino, la problemática de la alteridad, del otro. En efecto, cada participante
se pone en situación de reconocer este hecho humano por excelencia, como es la necesidad del otro, en
cualquier nivel que se sitúe. Cuando después de diez a quince minutos de deambulación (no sin angustia)
con la venda los ojos, se encuentra al otro por azar, la mano que toca un cuerpo es la certeza de una
presencia humana, no importa quién sea, con tal que sea miembro de nuestro espacio. El trinomio son los
otros, pero siempre en igualdad; Los otros que permiten revivir, o casi, las experiencias de su infancia
con adultos. Pero esta re-vivencia se hace siempre con adultos iguales entre ellos: en tanto que se es
vencedor en un combate, se será vencido en el tiempo siguiente; tal y como el cuerpo es manipulado
pasivamente, será éste, a renglón seguido, el que practique activamente los mismos gestos sobre el otro,
etc. Y esta interacción se opera sin hacer nunca comentario, es decir, sin hacer juicios que correrían el
riesgo de instalar una dependencia psicológica con relación al juicio. Al final, en la verbalización donde
se redacta, después se lee un texto a partir de un tema propuesto por el formador (¿por ejemplo, -
“acabo de jugar y en mi infancia jugué? -”). Este texto es primero leído por su autor, después por el otro,
y así cada uno por turnos. Las cuestiones son planteadas después de cada lectura, pero sin hacer nunca
comentarios. Nos vemos forzados a remarcar que existe un proceso que desencadena una dinámica muy
fuerte: es fuerte y difícil para el formador parar estos tiempos de verbalización a pesar de que sean
relativamente largos. Repensando el conjunto de la experiencia de formación a la que he asistido, he
pensado en Winnicott. Existe en él un hiato entre su avanzada teórica que, para mí, le ponen en igualdad
con Freud y las modificaciones no muy numerosas que ha aportado a la técnica psicoanalítica. Conocéis
los juegos que ha inventado para el niño, pero no tanto para el adulto. Se puede imaginar por extensión
que, ampliando sus conocimientos a la experiencia psicomotriz y el cuerpo, se orientaría hacia un método
de inspiración parecido al que yo he observado. Aquí se ha creado un espacio de juego gracias a un
sentimiento de confianza y de seguridad, la creatividad corporal y mental de cada uno se encuentra
estimulada. Así, la particularidad de este método consiste en seguir un recorrido por etapas. Son
revividas en un orden no cronológico las sensaciones más elementales del niño pequeño, y se pone en
juego la dimensión tónico-emocional y la expresividad motriz en los diferentes momentos de la
maduración. El desarrollo cognitivo es suscitado a lo largo de todo este recorrido. Y se inventan unas
formas de socialización original, que se funden sobre una ayuda mutua y en igualdad con el otro y los
otros. Evidentemente, lo que concierne al arcaísmo psico-corporal se me ha aparecido con una gran
visibilidad, puesto que no he podido tener acceso al discurso cognitivo de los trinomios. Detengámonos un
instante sobre el término de arcaísmo, que me parecen englobar contenidos muy diferentes.
Por mi propio trabajo he llegado a distinguir tres tipos de arcaísmos: el arcaísmo I-del nacimiento a los
seis meses-, con tiempos de fusión y la disfusión; diríamos de desgarro cuando la disfusión se realiza
dolorosamente. El arcaísmo II-de 6 meses a 15 o 18 meses- que corresponde al tiempo del área
intermediaria de Winnicott. Es el momento en el que antes del descubrimiento del mundo exterior (primero
la madre), que no es sí mismo, el niño debe crearse la ilusión, a través de los procesos transferenciales,
de que es él mismo quien crea ese mundo que se le desvela. Es el tiempo de la creación, donde los casos
favorables y con el apoyo de una madre suficientemente buena se elabora el “verdadero sí mismo”. Por
fin, hacia los 15 o 18 meses, después del período “winnicottiano”, aparece el “tiempo freudiano” con la
represión primaria que introduce el inconsciente. Es también el momento del desarrollo de la dimensión de
la conciencia. Pienso que se podría hablar de un arcaísmo III, para las vivencias y las representaciones
más primitivas (en el tiempo) del inconsciente concerniente a la asociación de representaciones
reprimidas y de los afectos, tanto angustiosos (“mala madre”, después “madre fálica”, confusión de
imágenes paternales y maternales peligrosas, así como de fuentes de placer, pero no placer completo
como en el arcaísmo I). El resultado entre los tres y cinco años es el complejo de Edipo. Me parece
evidente que la práctica Aucouturier permite revivir los tres tiempos del arcaísmo; la fusión, la creación,
la pulsionalidad…”
¿Qué vive, percibe, experimenta la persona participante? Es obvio matizar que su experiencia
es única, particular; es su historia personal. Sin embargo, siendo tan diferentes, ¡cómo nos
parecemos! ¿Qué situaciones se le presentan?
Va interactuar con los otros, va vivir una serie de situaciones prácticas: juegos de placer
sensorio motriz, juegos libres con objetos, situaciones de relación tónico emocional,
estimulaciones sensoriales, juegos de agresividad, situaciones de expresión plástica,
modelado…Escribirá sobre sus experiencias y las emociones que dichas experiencias le suscitan
y va a hacer partícipes de su escrito a los compañeros del trinomio. Oirá su propio escrito en
boca de otro compañero. Ocasionalmente se reunirá con todo el grupo.
Estas situaciones son, a grandes rasgos, el esquema evolutivo del curso, pero ¿qué hay detrás
de ello? De alguna manera, la persona está haciendo un recorrido similar al del infante: de la
acción a la reflexión.
La integración de la conceptualización
El alumno en formación personal, salvo momentos de soledad, está inmerso en una situación de
interacción con los otros, fundamentalmente con sus compañeros del trinomio.
Elegirá dentro del grupo un trinomio de personas con las que precedentemente no ha
mantenido una relación. ¿Por qué un trinomio? Para no perderse en la fusionalidad; el trinomio
evoca la triangularidad; existe un tercero. ¿Qué pasa en el interior del trinomio? Cuando
interactuamos con el otro, los otros, conscientemente (pocas veces) e inconscientemente (casi
siempre) vertimos en ellos nuestra “incompletud”; estamos interpretando el mundo que nos
rodea; es posible que la persona esté retrotrayéndose, en ocasiones, a situaciones angustiosas,
recuerdos reprimidos u olvidados que posibilita, canaliza y contiene, tanto en situaciones de
acción como en momentos de reflexión, la relación privilegiada con los otros compañeros del
grupo y el dispositivo diseñado a tal fin. Ello lo escribirá, volcará (no siempre) sobre el papel;
este acto de la escritura, en sí mismo, es ya una modalidad de darse cuenta, de tomar
conciencia… Y quizá, el momento más particular sea el coloquio con sus compañeros del trinomio
¿por qué? Porque si la metodología implica la lectura del texto, es posible que lleve implícito que
progresivamente la persona esté abierta a la escucha de la historia y los afectos del otro,
pudiendo significar ello que adquiere la capacidad de escuchar sus propios afectos y la
capacidad de descubrir el sentido de su propia historia; va escuchar en boca de otra persona
su texto, su contenido leído por otra voz, otra emoción, otro ritmo; es este momento en
ocasiones fuerte, duro, pero enriquecedor. De este modo el alumno en formación, a través del
espejo que le ofrecen los compañeros, descubre en ellos las resonancias de sus propias
angustias, los mismos sufrimientos. En este sentido de la expresión de los sentimientos se suele
coincidir en que es necesario dotarse de una prudente reserva, dado el carácter íntimo de toda
experiencia sentimental. Carlos Castilla del Pino nos indica: “… Hay una suerte de resignación a
la hora de hablar de nuestros sentimientos, pues se cuenta con el hecho de que no podemos ser
entendidos del todo”.
Es cierto que el oyente no puede tener la misma referencia que el que habla si no otra: la suya.
Esto es lo que queremos indicar al hacer referencia a la “no mirada autónoma sobre uno
mismo”, pero es aquí, justamente, donde encontramos el valor de la formación personal, su
punto de inserción y articulación: un dispositivo de formación que la persona percibe, que le
ayuda a atenuar ese carácter íntimo de la experiencia y le permite, paulatinamente,
(6) Bernard Aucouturier:” …Con la formación personal no tengo ninguna pretensión de cambiar a las personas. Es una
preparación en relación a la ayuda con el grupo de niños o con un niño. Y todo lo que es propuesto encuentra sus raíces en lo
arcaico, o sea en torno a las relaciones que puede vivir un niño con su entorno inmediato, principalmente con la familia.
Entonces, retomo estas situaciones a través de metáforas y es evidente cómo la tonicidad es requerida y las emociones están
asociadas, produciendo un cambio profundo en la persona. Y este cambio no lo busco, llega o no. Cada persona busca y hace
su camino. Por este hecho, esta formación personal tiene que estar bien enmarcada, porque cuando se trabaja con el cuerpo,
se trabaja con lo arcaico, con las pulsiones; por lo tanto, es necesario un marco preciso en las formaciones por la vía del
cuerpo…"
jugar-crear-escuchar
(…Donde las sensaciones, las emociones, los afectos, las representaciones, la movilización del
imaginario y las interacciones son siempre buscadas)
b) juegos de placer sensoriomotriz que hacen referencia a la búsqueda de sus propios límites
corporales, a la experimentación de las capacidades motrices y a las estimulaciones
kinestésicas
c) juegos sobre los temas de los fantasmas arcaicos del cuerpo en relación
- devorar, destruir, huir, atacar, fusionarse, envolverse
- juegos de identificación mágica de omnipotencia: monstruos, bestias feroces (lobo,
cocodrilo…), Brujas, ogros, héroes con los cuales se identifica el niño.
f) crear juegos dramáticos con el lenguaje: crear historias, escribir las y teatralizarlas
g) crear símbolos de grupo -danzas colectivas, creación con el material
h) compartir y escuchar; hablar, escribir sobre: ¿Cómo han sido vividas las situaciones
prácticas? …Las sensaciones, las emociones, la tonicidad, la gestualidad…
Referencias Bibliográficas
EL AUTOR:
Resumen
Este texto nace de una constatación que observamos, desde hace tiempo, aquellos que nos
dedicamos a la formación de los futuros psicomotricistas: algo en la formación corporal, en la
clásicamente denominada “formación personal” ya no es lo mismo. El cuerpo de hoy en día, sus
manifestaciones expresivas y, por tanto, la manera de situarse frente a él con una
intencionalidad formativa- y también clínica- ha cambiado. Ni mejor, ni peor: distinto.
Entonces, si queremos seguir manteniendo ciertos objetivos, si queremos que la expresividad
psicomotriz continúe siendo una experiencia, una vivencia que no se reduzca a lo meramente
gestual, funcional o actitudinal, sino que toque algo de lo más propio de cada quien, en su
sustrato inconsciente, en su historia encarnada, incorporada, en las huellas de nuestros
afectos y carácter, es evidente que el abordaje corporal con sus estrategias mismas deberá
ser modificado. ¿Cómo mantener los principios de la Práctica Psicomotriz en los cuerpos
actuales?
Para nuestra hipótesis particular queremos sostener, entonces, que el cuerpo de hoy en
día, el de la segunda década del siglo XXI, no es el mismo que aquel del último tercio del
S. XX, en el que se pensó la psicomotricidad llamada “vivenciada” y bajo cuyo paraguas
se cobijó nuestra formación y posterior tecnicidad (2). Trascurrido prácticamente medio
siglo de intensos cambios sociales, culturales y subjetivos nos encontramos ya en
situación de enunciar sin rubor alguno, que vivimos una etapa “postlapierriana y
postaucouturiana” (3).
¿Cómo era el cuerpo del último tercio del pasado siglo? Tanto A. Lapierre como B.
Aucouturier, en sus textos y conferencias, hacen frecuentes alusiones al cuerpo “que
pretendían” tratar. El suyo, era un cuerpo oprimido que quiere liberarse de sus ataduras.
Procedente del higienismo y los avances médicos de esta época no pudo evitar ser
infiltrado por el “pensamiento de la sospecha” (4). Si el primero, el cuerpo orgánico, es
aquel sobre el que Dupré, los alienistas y localizacionistas con sus descubrimientos
anatomopatológicos y fisiológicos encuentran la sede de las diversas funciones
psiconeurológicas; el segundo, el cuerpo del inconsciente, quiere dar rienda suelta a su
expresividad pulsional y motriz liberándose de las ataduras culturales de la tradiciones
políticas, educativas y religiosas. Heredero del pensamiento somático de A. Lowen, W.
Reich, H. Marcuse, S. Freud y J. Lacan pero conociendo también los fecundos
movimientos de renovación filosófica (M-Ponty, Derrida, Levinas, Sartre, Althusser…),
pedagógica o antipsiquiátrica, en el cuerpo, sostienen, radicaría la autenticidad del ser.
Dejar salir a flote dicha autenticidad originaria, retornar a una suerte de fusionalidad
primitiva, supondría rehacer el camino por el que se configuró la fantasmática infantil
engramada en su historia inconsciente y de la que tanto sus angustias arcaicas como sus
esquemas de acción, no serían sino modalidades de reaseguramientos ante la pérdida de
los primeros objetos de amor.
(1) En el texto de Álvarez y Colina. 2016. Las voces de la locura, se comenta esta hipótesis con mayor detenimiento. Desde esta perspectiva las
psicosis, como tales, nacerían como tales en el S. XVIII. Fijémonos que, por una parte, hay afecciones que son inmanentes a la subjetividad
humana, pero por otra parte un cuadro, una enfermedad solo se reconoce cuando comienza a nombrarse como tal. De ahí pueden explicarse por
un lado las “epidemias” de determinadas afecciones (véase el trastorno por TDH), y por otra la desaparición de determinados fenómenos
psíquicos (ya no existen las espectaculares epifanías místicas).
(2)Hablamos acá pues, desde los fundamentos de la Práctica Psicomotriz orientada por la obra y la formación de B. Aucouturier y A. Lapierre,
fundamentalmente.
(3)Todo ello en justo homenaje a los padres fundadores de una novedosa manera de comprender la motricidad y la expresividad infantil que ha
llegado a tener enorme relevancia, en esferas no solo educativas o sanitarias, sino que alcanza otras como la antropología, la sociología, el
urbanismo, el psicoanálisis o la misma estética.
antipsiquiátrica, en el cuerpo, sostienen, radicaría la autenticidad del ser. Dejar salir a flote
dicha autenticidad originaria, retornar a una suerte de fusionalidad primitiva, supondría
rehacer el camino por el que se configuró la fantasmática infantil engramada en su historia
inconsciente y de la que tanto sus angustias arcaicas como sus esquemas de acción, no serían
sino modalidades de reaseguramientos ante la pérdida de los primeros objetos de amor.
Sin embargo, a lo largo de este tiempo y gracias a la orientación de nuestros autores, a nuestra
práctica y la profundización de sus conceptos, también pudimos darnos cuenta de algunas
otras cuestiones, no menos relevantes: La primera, ya denunciada por Freud casi desde el
comienzo de su trabajo, con la histeria en La Salpêtrière (5), es que la palabra dice la verdad y
también miente; si, pero el cuerpo también dice la verdad y… miente. Es decir, no hay verdad
inefable alguna oculta en el interior del cuerpo, porque como efectos del inconsciente los
síntomas y afecciones corporales manifiestos, son deformaciones y sustituciones de
representaciones afectivas reprimidas. Otra cuestión no menos importante, es que no hay
regresión posible en la subjetividad humana. Lo que pasó, pasó. Y como tal, dejó su impronta y
huella, más o menos traumática, en su universo simbólico y somático. La consecuencia de este
“no poder volver atrás”, en lo real, es que solo hay dos modalidades de cambio posibles por lo
que atañe a subjetividad de las personas: la que pasa por una modificación de carácter de
manera coercitiva o adoctrinadora, por muy blanda que sea, es decir, cognitivo-conductual; o
encontrar un sentido distinto a aquello que nos marcó en nuestro deseo, nuestro goce y
elecciones vitales. Dicho de otra manera: en la práctica de la psicomotricidad no se trata tanto
de volver a atrás a rehacer un supuesto nuevo camino vital, como más bien comprender: un
nuevo “darse cuenta” que modifique la posición del sujeto frente a su deseo y elecciones de
goce.
(4)Sin duda prácticamente todo el pensamiento post segunda Gran Guerra estaría firmemente determinado por lo que P. Ricoeur denominó el
“pensamiento de la sospecha”: K. Marx, M. Heidegger y S. Freud. Y que tan bien recoge la caída de los pilares de autonomía y albedrío que
sostuvo el pensamiento Moderno. Dando paso, en el último tercio del S XX a su epígono, el pensamiento de la Postmodernidad.
(5) Freud trabajó como alumno de Charcot en la Salpêtrière de París desde octubre de 1885 hasta febrero de 1886.
¿Cómo es el cuerpo de hoy en día? No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta, como lo
han descrito numerosos autores, que el cuerpo se ha situado en el centro del universo social y
personal contemporáneo. Caída la palabra, las ideologías, los “grandes relatos”, la ley, el Padre
etc., el cuerpo se ha convertido en el centro de todas las miradas, adoraciones y,
simultáneamente, de sus evaluaciones e inspecciones. El imperativo Hipermoderno: rápido,
intenso, eficaz y sin problemas” (Rodríguez Ribas, 2013) concluye expropiando a los cuerpos de
su subjetividad, es decir de su Historia y de su Saber, para ser arrojados al discurso
cuantitativo del Capital bajo sus dispositivos neoliberales. De esta guisa, los cuerpos se han
convertido en el objeto de culto más preciado.
A su vez, también hay que decirlo, estos rasgos se pueden acompañan de muchos otros que
hay que saber aprovechar: gran viveza intelectual, capacidad de búsqueda de información,
posibilidades de relación, de sorprenderse, de solidaridad y cooperación, de un gran
sentimiento identitario, una preparación académica indiscutible, la reivindicación tomada
siempre por bandera, el versionar la existencia con un elevado sentido estético y ético, una
elevada concepción moral, el poder encajar la inminencia de los acontecimientos y
conocimientos, el vivir en una sensación de futuro efímero, no predecible etc.…es decir,
podemos constatar una capacidad de manifestación expresiva que es casi inédita a lo largo de
la Historia.
De ahí que el formador deba dejar de lado hasta, incluso, trastocar el recorrido habitual. No
será extraño, en ocasiones, tener que partir del juego simbólico. O en otros momentos, habrá
que arrancar con una información teórica previa, o pasar por un trabajo de representación,
antes de sumergirse en un proceso que va a requerir “poner en juego” algo de su implicación,
de su deseo, de sus incertidumbres, de su goce fantasmático, de su curiosidad e incluso, de su
propio placer…
Finalmente se trata, entonces, de rescatar los parámetros psicomotores en tanto índices
semióticos propios de cualquier acción corporal, para hacer “otro” uso de ellos. ¿Qué
tecnicidad terapéutica parece ser la más indicada para propiciar un cambio verdadero en
alguien? Acá proponemos, y a eso se refiere nuestra experiencia como terapeutas o
formadores, intervenir sobre las relaciones tónico-emocionales de la persona respecto a dichos
parámetros, a partir de la modificación de los límites de las situaciones propuestas (Rodríguez
Ribas y Vives, 2006). Se trata de modular, ampliando y reduciendo, diversificando y
concretando, interrogando y señalando, los diversos registros y lenguajes expresivos y
comunicativos (verbal, plástico, gráfico, manipulativo, constructivo, etc.) dentro del sistema de
acciones propuesto. Todo ello contando con el marco de las diversas modalidades de
agrupación: individual, parejas, tríos, pequeños grupos. Si nos atenemos a los parámetros de
expresividad psicomotriz del juego corporal puesto en la escena formativa, se pueden
proponer situaciones respecto a:
- la relación del sujeto en el espacio: más grande o largo, más pequeño o corto. Situaciones
más abiertas o más cerradas.
- la relación del sujeto con el tiempo: más rápido o más lento, acelerando o enlenteciendo las
diversas inducciones.
- la relación del sujeto con los materiales. Un solo material, con todos los usos posibles o un solo
uso con diversos materiales...
- la relación del sujeto consigo mismo. Oscilaciones y variaciones tónicas, expresivas, mímicas,
gestuales, perceptivas, verbales... Interrogando el sentido de determinados índices de
expresividad o señalando, incluso interpretando ciertos testimonios referidos a su historia
personal.
- la relación del sujeto con los Otros. Emergentes simbólicos grupales a partir de repeticiones,
inhibiciones, omisiones, fijaciones, etc.
Respecto al habitual sistema de Actitudes tomadas frente al grupo (seguridad, escucha, ley,
acompañamiento…) quizás no estuviera de más tomar en cuenta algunas otras como: informar
con antelación; observar, anticipar, saber contener y combinar; saber mantener la distancia;
potenciar la pedagogía del rodeo; replantear las situaciones, recordar; tutorizar…
Sabiendo, para concluir, que si hay algún rasgo futuro que va a marcar la auténtica diferencia
por lo que respecta a las diversas esferas de la vida humana (en el amor, el trabajo, el cuidado,
la ayuda, el aprendizaje etc.), será precisamente el hecho de “poner en juego” (o no) lo real de
la presencia del cuerpo propio. Ahí radica, a nuestro entender, la radical marca distintiva que
nos diferencia de otro tipo de formaciones. Con lo que ello supone a niveles epistémicos,
clínicos y políticos ….a de riesgo de quedar definitivamente sepultados bajo la banalidad
contable de la imagen virtual. Y, por tanto, que si de alguien dependerá el futuro de la
psicomotricidad será precisamente… de los practicantes mismos.
Referencias Bibliográficas
- Arnáiz, P.; Rabadán, M. y Vives, I. (2001). La Psicomotricidad en la Escuela. Málaga: Aljibe.
- Álvarez, J. M.; Colina, F. (2016). Las voces de la locura. Barcelona: Xoroi.
- Cañabate, D. et al. (2017). Movimiento y lenguaje. Barcelona: Graó.
- Lapierre, A. y Aucouturier B. (1980). El cuerpo y el inconsciente en educación y terapia.
Barcelona: Científico Médica.
Rodríguez, J. Á. (2006). “Proyecto para una Psicoterapia Psicomotriz”. Con Iolanda Vives.
Entrelineas. Barcelona: Ed. APP
-2013. La Práctica Psicomotriz en el tratamiento psíquico. Barcelona: Octaedro.
-2013. Regreso a la actividad motriz espontánea. Entrelíneas. Nº 32. Barcelona: APP.
-2015. La formación Corporal en grupo reducido. Entrelíneas. Nº36. Barcelona: APP.
-2015. De Imagos y lalangue en los cuerpos sexuados. En: Elecciones de sexo. De la
norma a la invención. Madrid: Gredos.
-2016. Cuerpos del Inconsciente (sus paradigmas y escrituras). Málaga: Miguel Gómez.
-2016. Carne Debilizada: escorzo para una ética de la Deferencia. Buenos Aires:
Aperiódico Psicoanalítico. Nº 29. Buenos Aires. En: jrribas.blogspot.com.es.
LOS AUTORES
Este trabajo explica los fundamentos y los principios en los que se basa la eutonía, los cuales
encuentran congruencias con algunos de los conceptos de la psicomotricidad. Dado que
ambas disciplinas tienen como eje de trabajo el tono posturomotriz, la autora reflexiona sobre
los aportes que la eutonía, como disciplina corporal, puede aportar a la psicomotricidad y a los
profesionales de la misma en su preparación corporal y personal, ubicando las congruencias y
las diferencias entre ambas disciplinas.
Introducción
La autora de este trabajo ejerce la eutonía en su forma profesional desde 1998 y hasta la
actualidad en Buenos Aires, Argentina, realizando su formación profesional en la misma ciudad
con la Doctora Berta Vizhnivetz. En esos años de práctica intensa comenzó a preguntarse por
qué los sujetos llegaban a su adultez con tantos bloqueos corporales y con situaciones que,
habiendo sido posible tratar en los primeros años de vida, podrían haberlos llevado hacia otros
destinos. A través de esta inquietud se produjo el acercamiento a la psicomotricidad, su cariz
preventivo y la intervención temprana. Durante el tiempo de estudio de la carrera de
psicomotricidad surgieron muchísimos interrogantes con respecto a las diferencias y a los
puntos en común entre estas disciplinas: la psicomotricidad, la eutonía y los aportes que ésta
última puede incorporar en el campo de lo psicomotor. Dado que ambas se ocupan de lo tónico
postural, reflexionaremos sobre los siguientes puntos: ¿cuáles son sus lugares de confluencia y
en qué se diferencian?, ¿Qué le puede aportar la eutonía a la psicomotricidad?
Las que siguen intentan ser las primeras reflexiones en relación a estas preguntas.
¿Qué es la Eutonía?
Sus orígenes
La Eutonía fue creada por Gerda Alexander (1957) quien, por cuestiones de salud, se vio
privada desde muy temprana edad de la posibilidad de desplegar el movimiento y la expresión
artística. Comenzó entonces a indagar en su propio cuerpo en un primer momento y luego con
sus alumnos, las posibilidades del movimiento sin esfuerzos innecesarios, con el empleo mínimo
de energía y sin fatiga posterior. Se graduó como docente en Rítmica Dalcroze en Alemania e
instalándose posteriormente en Dinamarca de forma definitiva, desplegó su enseñanza de la
misma allí. Profundizó sus investigaciones con respecto al movimiento libre, sin imitaciones de
ningún modelo propuesto desde afuera y sin bloqueos musculares, empezando así a desarrollar
lo que luego sería la eutonía.
La práctica
Se suele pensar en la eutonía como una disciplina relacionada con la relajación. Pero este es un
concepto erróneo que se explicará a continuación. La palabra eutonía proviene del griego y
significa “buen tono”, queriendo expresar de este modo, que la búsqueda es la del tono justo y
equilibrado para cada situación de la vida cotidiana. No es posible moverse en forma relajada
ya que cada acción necesita de algún trabajo muscular. Si los músculos se encuentran
relajados en el momento en que deberían estar activos, el movimiento se vuelve mucho más
pesado porque se encuentra en un tono inadecuado para la acción. La relajación es perfecta
para el descanso, para dormir, pero no para estar activos.
Muchas veces ocurre que respondemos frente a la demanda de actividad con demasiada
energía, demasiada fuerza, produciendo de ese modo un desgaste corporal y energético
innecesario. Aquí el tono muscular también está desajustado para la actividad que se necesita
realizar. De cualquiera de estos modos, por el tono demasiado alto o demasiado bajo, el
movimiento resulta pesado, esforzado, bloqueado, produciendo en el sujeto un desgaste
corporal, energético y emocional que, con el paso del tiempo, va minando su salud. Cabe aquí
la pregunta sobre ¿cómo moverse?, ¿cuál es ese punto ideal, óptimo, del movimiento sin
esfuerzo y sin fatigas? Esa es la búsqueda de la eutonía.
En cada clase, los alumnos sienten su cuerpo en movimiento y quietud, estudiando el modo en
que cada acción acontece, sintiéndose y buscando la manera más económica de realizar los
movimientos.
La práctica de la eutonía produce cambios a nivel corporal, pero también los trasciende,
permitiéndoles a los practicantes, tomar conciencia de sus estados anímicos y sus procesos
psico emocionales. Esto sucede porque se aprende a observarse sin juzgarse, cultivando el
respeto y cuidado por sí mismo.
Objetivos de la práctica:
• Despertar y aumentar la sensibilidad propioceptiva del cuerpo en reposo y en movimiento.
• Enseñar la práctica del movimiento con el esfuerzo necesario para cada situación de la vida
cotidiana.
• Enriquecer la imagen corporal
• Mejorar la salud del practicante y enseñarle a cuidarse.
• Desarrollo de la confianza en sí mismo a través de la aceptación y valoración de sus propias
percepciones.
¿…y la psicomotricidad?
Entendemos a la psicomotricidad como la disciplina que estudia y trata al cuerpo del sujeto en
sus manifestaciones, así como también, las perturbaciones que dificultan su funcionamiento
psicomotor afectando, la relación y la integración del mismo con su entorno social y afectivo
cotidiano.
Congruencias y diferencias
Por lo expuesto hasta aquí podemos observar que no hay contradicciones entre los conceptos
que ambas disciplinas manejan, sino más bien complementariedades. Son diferentes porque si
bien la Eutonía sabe de la constructividad corporal, no aborda al sujeto desde la dimensión
vincular, aun no desconociendo que el cuerpo se hace con, por y para los otros. Trabaja desde
la observación de su tono, de la expresividad motriz desde la forma de moverse, la distribución
de la tensión. Es un progresivo proceso de sensibilización y aceptación de sí mismo. Consiste en
la aceptación de estos aspectos y desde ésta, se abre a la posibilidad de la búsqueda y el
posible cambio.
Por otro lado, el respeto por los tiempos personales y por los modos de ser y hacer únicos de
cada sujeto son, a mi juicio, puntos de vista fundamentales que tienen en común, así como
también, la visión de sujeto como unidad corporal, mental, emocional y vincular cuyo modo de
manifestación es primordialmente, lo tónico postural. Ambas van al rescate de la singularidad,
viendo que el modo de ser y hacer (en donde incluiremos la postura), son manifestaciones de la
misma.
Aportes y conclusiones
En mi experiencia, la eutonía aporta múltiples recursos para la formación corporal personal del
profesional. Un cuerpo sensible resuena mejor con el otro si conoce sus propios resonares.
Referencias Bibliográficas
- Gainza, V. (1991). Aproximación a la Eutonía. Conversaciones con Gerda Alexander. Editorial
Paidós.
- González, L. (2009) Pensar lo psicomotor. La constructividad corporal y otros textos. Editorial
Eduntref.
LA AUTORA:
Andrea Mariana Schwartzman es Psicomotricista recibida en la Universidad Nacional de
Tres de Febrero. Eutonista profesional formada en la Escuela Argentina y
Latinoamericana de Eutonía, es Profesora Nacional de Expresión Corporal y Profesora
Nacional de Enseñanza Primaria. Ejerce la docencia en la Universidad Nacional de Arte y
es docente en la Formación Profesional de Eutonia que lleva adelante la Asociación
Argentina y Latinoamericana de Eutonía. Forma parte de un posgrado sobre "El cuerpo y
la voz" en la Universidad del Salvador. Ha realizado varios cursos de formación corporal
para docentes de todos los niveles en centros de especialización y perfeccionamiento
docente dependientes de la Ciudad de Buenos Aires. Hace docencia y clínica en su
estudio/consultorio particular.
Contacto: marianaschwartzman@yahoo.com.ar - www.eutoniaelserlibre.com.ar
El siguiente trabajo pretende dar a conocer cómo la práctica psicomotriz cruza grandes
fronteras y se instala en la escuela maternal de la Universidad Pedagógica Nacional en
Colombia. Esta práctica, que se lleva realizando desde hace un año con niños en edades de 2 a
4 años, ha generado una gran expectativa en la comunidad educativa de la Escuela Maternal,
ya que no se conocía esta forma de ver la psicomotricidad desde el proceso que acompaña a
los niños en su propio desarrollo madurativo, que va desde la expresión motriz y el movimiento
hasta el acceso a la capacidad de descentración.
En el año 2014 terminé mis estudios en Centro Formación en Práctica Psicomotriz Bernard
Aucouturier de Madrid como psicomotricista, un aporte a mi experiencia como Educadora
infantil, que sin duda es un gran pilar en mi existencia como Maestra, ya que me brindó
herramientas como persona y como docente. El Psicomotricista para poder acompañar a los
niños en su proceso de maduración psicológica, debe vivir, concienciar y elaborar su propio
proceso personal.
Dentro del trabajo personal que hice durante mi formación como psicomotricista, identifiqué
que debía reencontrarme con mi país de origen, Colombia, ya que en mi proceso emocional no
había hecho un trabajo de Residencia. En el 2014 viajé a Colombia para comenzar mi
formación como licenciada en Educación Infantil en la Universidad Pedagógica Nacional, la
cual me acogió con grandes oportunidades y expectativas, por mi experiencia como
Educadora Infantil y psicomotricista en España.
Reconocer esta realidad por parte de la Universidad da lugar a un movimiento y una llamada
de atención dentro la misma, ya que se observó que esto no era solo una situación
problemática propia de la Universidad, sino que, por el contrario, ésta era una realidad
nacional con la que la Universidad tenía una responsabilidad social para poder aportar
experiencias de mejora a la sociedad.
“Fue así como surgió la Escuela Maternal, la cual con el pasar del tiempo fue conquistando las
iniciativas de directivas, estudiantes, maestros y funcionarios de la Universidad Pedagógica
Nacional, hasta convertirse en una realidad cuyo objetivo principal era los niños y las niñas en
edad inicial” (Revista Voces de la Escuela Maternal ,7 edición, 2015)
Desde esta contextualización es importante destacar que los niños y niñas de la Escuela
Maternal son hijos de adolecentes estudiantes de la Universidad y generalmente son criados
por los abuelos o por la madre soltera. Esto me pone en alerta como psicomotricista, ya que al
observar el contexto sé que en las sesiones de psicomotricidad pueden ocurrir escenas que
evoquen estos conflictos que viven los niños día a día.
“La mediación del adulto debe favorecer la acción simbólica y a la reflexión posterior. Ante
todo, los niños necesitan saber que tienen garantizada su seguridad física y afectiva en la sala
de psicomotricidad, de esta manera podrán manifestarse con toda la expresión motriz.”
(Arnáiz, 2001: 99)
El espacio físico que me ofrece la escuela maternal es un salón de espejos en el que su utilidad
es multipropósito. Dispongo la sala con los materiales que me brindan como los módulos de
espuma, colchonetas, pelotas y telas, organizando la zona de salto con una mesa, ya que de
momento la espaldera no está ubicada en esta zona. Con estos materiales me dispongo a
distribuir las diferentes zonas que necesita la práctica psicomotriz.
En el momento de expresividad motriz hubo una particularidad en estas sesiones, y es que los
niños no derribaban el muro, lo que me llevó a pensar que ello no tenía ninguna connotación
más que simplemente ellos no conocían la dinámica de la sesión; pero cuando esta acción se
repitió continuamente, me empiezo a preguntar ¿qué sucede? Me sorprende que no derriben el
muro hasta que el adulto es quien propone derribarlo. En cada sesión realizada se comprobó
que era una cuestión de sus entornos sociales, ya que la percepción de infancia que tienen los
adultos no concibe la destrucción de sus bloqueos. Derribar el muro según Aucouturier:
“se trata de la destrucción que genera una emoción colectiva, destruye algo construido por el
adulto sin culpa, además se destruye y se construye es aquí donde se permite el placer de
destruir nuestras frustraciones, miedos y reconstruirlas de forma positiva” (Aucouturier,
2004:139)
En las primeras sesiones observamos que los niños y niñas se centran en el salto y en la carrera
por toda la sala, pero saltar añade otras condiciones más complejas que correr, por ejemplo.
Sin embargo, el salto es una habilidad más difícil que la carrera, porque implica movimientos
más vigorosos, en los que el tiempo de suspensión es mayor. El niño tiene que tener algo más de
fuerza para impulsar su cuerpo. Además, tiene que ser capaz de coordinar movimientos más
complejos, mientras mantiene el equilibrio, para superar las dificultades de la nueva habilidad.
Aparte de estos requisitos físicos, también tienen una influencia importante en el desarrollo de
la habilidad de saltar esas cualidades, poco claras, llamadas valor y confianza. Tomar impulso
para separarse del sustento tiene condiciones afectivas. Si la exposición a la profundidad
supera la capacidad, o bien cesa y no se produce o bien continúa “a la baja”. Esta aportación
confirmaría la opinión de Aucouturier sobre los comportamientos regresivos en la actividad
infantil, y la de Wallon sobre la detención o vuelta a niveles anteriores y más básicos de la
acción en caso de dificultad.
En esta expresión motriz, me encuentro con juegos de destrucción, pero sobre todo de
construcción. La construcción de casas es un juego que aparece continuamente en las sesiones.
Alejandro me insiste en que le ayude a hacer una casa; “la casa simboliza un recinto protector
contra la pulsionalidad de los fantasmas de acción, es el resultado de las representaciones de
los envoltorios recibidos y de la representación de sí mismo, además es una representación del
cuerpo en relación con el entorno. Con sus aperturas y cerramientos como puertas y ventanas,
podemos hablar de las experiencias de placer y displacer que tiene el niño con su entorno y su
propio cuerpo" (Aucouturier, 2004: 175)
“En esta construcción, Alejandro me pide que le dé una puerta para la cual le ofrezco una tela.
Cuando la coloca solo deja entrar a Julieta, a continuación Luisa entra sin permiso, a lo que
Alejandro me expone su desacuerdo y yo le explico a Luisa que debemos pedir permiso para
entrar a la casa de una persona, en símbolo de trabajar “el pedir permiso” ya que son niños que
suelen hacer las cosas sin pedir permiso al otro, después de un tiempo entra Luisa y Gabriela en
la casa y veo a Alejandro muy contento, a lo que yo le pregunto que si le gusta la compañía,
que si necesita más compañía y el me responde que sí, que le gusta y me mira y sale de la casa.
Cierra la puerta y me busca, yo lo reaseguro y le digo que estoy allí para escucharlo y para
hacerle compañía. Lo que me puede llevar a pensar que en esos días no lo han escuchado en
su entorno social, generalmente estamos en una cultura que no escucha a los niños porque son
pequeños o porque no tenemos en cuenta sus emociones.” (Relato literal de una sesión)
• El cuento: “podríamos considerar este momento como una prolongación, pero a otro nivel, de
lo vivido y sucedido, que facilita el acceso al momento de la representación. Ayuda al niño a
descentrarse y a integrar las emociones en las imágenes mentales"(Arnáiz,2001:71)
El cuento que utilizo en estas sesiones es el de los tres cerditos, el cual evoca la angustia de
pérdida y los fantasmas orales que les obsesionan y pueden llegar a aterrorizarles. Es un
cuento que nos permite involucrar lo sucedido en la sala, ya que la expresión de los niños es de
angustia frente a la devoración, y de aceptación frente a las acciones sucedidas en la sesión.
Además, como bien nos expone Aucouturier “el sentido metafórico de la historia es, pues,
sobre el agresor que contiene el fantasma y permite una identificación serena con las imágenes
parentales, representadas en casa por la pareja formada por el padre y la madre.”
(Aucouturier, 2004: 96). Desde esta postura podemos evidenciar esta relación de familia que
nombrábamos anteriormente.
En estas primeras sesiones no realizaba parte de expresión artística porque consideraba que el
tiempo era muy limitado y ellos estaban ansiosos por desayunar y contar lo que había sucedido
en la sala. A medida que ha ido pasando el tiempo y las sesiones, los niños expresan su afán de
tener este espacio, me reclaman su espacio si algún día no puedo realizarlo y expresan su
necesidad de poder jugar sin ser juzgados y sentirse seguros.
Las sesiones de este año 2017 se desenvuelven con una estructura bien planteada, los niños
llegan a la sala y se disponen a escuchar al psicomotricista, así su afán de jugar sea impetuoso,
se autorregulan para poder esperar y escuchar mis propuestas. Con respecto a la fase de
Expresión Motriz, derriban el muro con una acción que me hace infinitamente feliz cada vez
que lo observo. Y, sobre todo, cuando son las niñas las que lo derriban. El muro es un momento
clásico en la práctica psicomotriz y es vital que los niños lo derriben como bien lo dice Mirtha
Chokler: “los muros armados y rearmados por el adulto adquiere un sentido profundo en la
relación con el otro. Es la desculpabilización de la destrucción simbólica del otro, por el placer
compartido con el psicomotricista. En la provocación y la oposición recíproca, en el juego de
fuerzas y tácticas para vencer, oponerse o defender. Al mismo tiempo, dialécticamente,
reafirma la continuidad del otro, La destrucción no implica la desaparición, sino la
reconstrucción y la permanencia, la continuidad en la discontinuidad.” (Chokler, 2000).
“La funcionalidad del salto es un hecho que ahora despliega su nivel simbólico. El impulso se
socializa. La anticipación funcional también se evidencia en estos niveles de salto y en sus
formas, de manera que se anunciarán y desvanecerán a continuación para, tras una fase de
consolidación de niveles anteriores, reaparecer con fuerza renovada y ser el nuevo motivo de
vehemente ejercicio.” (Izaguirre, 2004: 97)
Bernard Aucouturier habla de un proyecto educativo coherente donde “el trabajo educativo
debe favorecer el desarrollo armónico del niño, darle la posibilidad de existir como sujeto único
y de expresar un discurso propio y específico, así como debe facilitar el despertar de la
percepción de los demás y de sí mismo y la percepción de su entorno, favorecer el placer de
crear que permite el funcionamiento del pensamiento y el placer de pensar.” (Aucouturier, B.
2004).
Como conclusión, es importante destacar que esta experiencia de vida me ha hecho reflexionar
acerca de cuál es la imagen que tenemos en Colombia sobre la infancia y, sobre todo, la
imagen de niña y mujer en la sociedad colombiana, ya que en las sesiones de psicomotricidad
he encontrado patrones de crianza que no son igualitarios a los niños. Un ejemplo es la voz de
los niños cuando una niña se extrovierte y salta y grita. Ellos responden que eso no lo hacen las
niñas, o que ellas no derriben el muro por miedo porque dicen que eso es de niños. Creo que es
un campo amplio en el que debemos trabajar, al igual que el trabajo con la resiliencia, ya que
pienso que es un ámbito en el que la psicomotricidad puede generar espacios en los que los
niños, adolescentes y maestros que vivieron el conflicto armado puedan generar herramientas
para la resiliencia y el perdón. Así como Alexandra Moreno, en su tesis doctoral nos indica: “la
práctica psicomotriz tiene como objetivos la simbolización, la reaseguración emocional
profunda y la descentración tónico-emocional, y sus presupuestos teóricos y la metodología
que propone son coherentes con las teorías del desarrollo de resiliencia en la infancia y la
favorecen.” (Pinho, 2011:45).
Seguiré trabajando con esta propuesta de vida para una Colombia en paz y poder ofrecer mi
saber desde la práctica psicomotriz.
Referencias Bibliográficas
LA AUTORA:
Diana Ostau de Lafond es psicomotricista formada en el Centro de Estudios y Formación en
Práctica Psicomotriz de Madrid. Actualmente es la responsable de realizar la Práctica
Psicomotriz en la Escuela Maternal de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, en
Colombia.
Contacto: dianalafond12@gmail.com
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