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Es una petición que nos hace reflexionar y suplicarle a Dios para que
no caigamos presos en los males que el mundo y el maligno ofrecen,
pero a la vez del mal que puede afectar nuestra vida espiritual como
hombres de Dios. Líbranos del mal, es una oración que se convierte
en una necesidad permanente y de carácter personal. No sólo
podemos pensar en el mal, que el maligno puede traer sobre
nosotros, sino también, del mal que nosotros mismos podemos hacer
sobra la vida de otros.
A pesar de reconocer que las fuerzas del mal son aguerridas, nuestra
fe y nuestra esperanza se agigantan al recordar las valiosas promesas
de la Palabra de Dios. El que habita al abrigo del Altísimo
morará bajo la sombra del Omnipotente (Salmos 91:1).
Otra expresión que el salmista nos entrega y garantiza del cuidado de
Dios es aquella que dice: No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará
tu morada. (Salmos 91:10).
El Señor Jesús nos enseña que debemos pedir ser librados del mal.
Como pastores debemos pedir a Dios que nos libre de todo aquello
que pueda hacernos fracasar en el ministerio. No debemos permitir
que ningún mal dañe nuestro entorno ministerial, emocional y
familiar. Debemos culminar bien lo que un día el Señor nos permitió
comenzar. El apóstol Pablo dijo al respecto: Quiero terminar con
gozo mi carrera.