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Algunas consideraciones sobre la plantación de iglesias celulares

Fernando A. Mora C. y Nora Méndez de Mora1

I. Motivación

Comenzamos este trabajo haciendo la salvedad de que durante los


últimos doce años nuestra vivencia cristiana se ha centrado principalmente en
los grupos pequeños. Aún cuando hemos organizado conferencias, servicios
extraordinarios con asistencia de muchas personas, y a pesar de que nos atrae
el dictar charlas o predicar a grandes grupos, ha sido el contacto con la
realidad del ser humano en esas pequeñas reuniones lo que ha incrementado
nuestra pasión por el crecimiento de la iglesia. Los grupos familiares, grupos
universitarios, de jóvenes, en barrios, de apoyo, y de liderazgo en los que
hemos participado nos han puesto en contacto con las necesidades más
imperiosas de nuestra realidad social del momento. Hemos podido ver con
nuestros propios ojos a las ovejas que no tienen pastor, y eso nos motiva a
seguir adelante.

Estamos en una coyuntura eclesiástica en la que el modelo de


crecimiento por medio de los grupos celulares ha dejado de ser una moda para
convertirse en una tendencia y una característica primaria de toda iglesia en
crecimiento, principalmente en los grandes centros urbanos. La literatura
sobre el tema sigue aumentando a pasos agigantados. Los expertos abundan.
Pesadas metodologías y procedimientos burocráticos son instalados por las
iglesias para lograr realizar la “transición”. Se habla continuamente del éxito
de varias megaiglesias que han usado los grupos celulares como su método de
crecimiento. Por el contrario, casi no se nos dice nada de los fracasos y las
frustraciones de numerosos pastores que a pesar de los procedimientos, no
logran dar con la “clave” del crecimiento.

Sin embargo, una mirada al panorama de la iglesia nos muestra todavía


un modelo organizativo muy tradicional, donde el templo, y lo que allí ocurre,
sigue siendo la parte más importante del culto cristiano. Se sigue funcionando
en un paradigma invitacional2 tratando de que las personas vengan a las
actividades organizadas por la iglesia, sin darnos cuenta que estamos frente a
1
Actualmente pastores coordinadores de la plantación de La Viña de San Antonio de Los Altos. Previamente
fueron miembros del equipo pastoral de La Viña CVC en Los Teques desde 1989. Ambos son profesores
universitarios. Tienen cuatro hijos.
2
Usamos esta terminología propuesta por Eddie Gibbs, Church Next, IVP, Downers Grove-Illinois, USA,
2000.

“Algunas consideraciones sobre la plantación de iglesias celulares”, Mora y Méndez de Mora, Abril 2001, 1
un rompecabezas de cosmovisiones, característico de esta era, que no nos
permite tener un lenguaje único para cada grupo de personas. Revertir el
proceso implica que nos movamos a un esquema de infiltración dentro de la
sociedad. Esto nos llama a cambiar estilos, costumbres, a ver los grupos
celulares como cabezas de playa para el alcance de ciertos sectores, y a la
plantación de iglesias que funcionen de acuerdo a propósitos misioneros de
acuerdo con las características antropológicas y sociológicas de los tiempos
que estamos viviendo. El objetivo de este trabajo es el presentar esta propuesta
con el deseo de que podamos ver más iglesias celulares plantadas en los años
sucesivos.

II. El modelo paulino de plantación de iglesias

Es bastante difícil plantear en unos breves párrafos toda la estrategia


paulina de plantación de iglesias. Lo que si podemos es resaltar unos pocos
aspectos notorios. Una breve observación de ellos nos servirá para
cuestionarnos algunos de los métodos que hemos aceptado como tradicionales
o como parte de nuestra herencia evangélica. Salta a la vista en primer lugar
una parte del ministerio de Pablo, después que sale de Antioquia junto a
Bernabé. Fue un descubrimiento para nosotros la primera vez que oímos a
Bob Fulton3 hablar de la expansión espontánea de la iglesia en el ministerio de
Pablo, como resultado de su lectura de Roland Allen, el reconocido misiólogo
anglicano4. Él nos comentaba lo sorprendente que resultaba ver como se
constituyeron las iglesias en aquellos tiempos. Tomemos como ejemplo lo que
Lucas nos dice en Hechos 14:21,23:

Y después de anunciar el evangelio en Derbe y de hacer muchos


discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia,....y constituyeron
ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los
encomendaron al Señor en quien habían creído.

Muy poco tiempo había pasado desde que Pablo y su equipo habían
pasado por aquellas ciudades y hablado por primera vez del evangelio. Sin
embargo, a su retorno las iglesias fueron constituidas como tales, algo que
entra en conflicto con nuestra mentalidad occidental llena de protocolos,
curriculums, metodologías y academicismos. Allen resumen la metodología

3
Co-fundador junto con John Wimber del movimiento de iglesias Vineyard (o Viña en español).
4
Allen Roland, The spontaneous expansion of the church, Wipf and Stock, Eugene-Oregon, 1997
(originalmente publicado en 1962; hay una edición en castellano por editorial La Aurora); The spontaneous
expansion of the church, Eerdmans, 1997.

“Algunas consideraciones sobre la plantación de iglesias celulares”, Mora y Méndez de Mora, Abril 2001, 2
paulina en varios aspectos relevantes: 1) Enseñar a las nuevas comunidades
los aspectos más elementales de la fe, del credo, los sacramentos, y las
escrituras; 2) Transmitir estas enseñanzas en forma netamente práctica; 3)
Estimularles al ejercicio corporativo de las prácticas dentro de la nueva
comunidad; 4) Establecer un liderazgo plural que permitiese la perpetuación
no solo de la comunidad sino del proceso expansivo; 5) Proveerles dirección y
motivación constante de su parte, pero divorciada de todo intento de control;
6) Garantizar una vida cristiana integrada a los elementos de la vida social de
cada ciudad y región; 7) Que las comunidades fuesen auto-sustentables desde
el principio. Es así como las congregaciones comenzaron a propagarse con
gran facilidad en todos los lugares posibles. Allen nos añade el siguiente
comentario5:

(las comunidades) ya no dependían de Pablo. Si él se iba lejos, o si moría,


las iglesias permanecían. Ellas crecían en número y en gracia: eran centros
de luz espiritual por medio de las cuales la oscuridad que caracterizaba al
paganismo era gradualmente disipada. En Galacia “las iglesias eran
confirmadas en la fe e incrementaban en número cada día” (Hech. 16:5).
Desde Tesalónica “se ha divulgado la palabra del Señor” hacia Macedonia
y Acaya (1 Tes. 1:8). Desde Éfeso el evangelio se esparció a las regiones
vecinas y muchas iglesias surgieron, algunos de cuyos miembros nunca
vieron a Pablo cara a cara, y él mismo le escribió a los romanos que “ya no
tenía más campo en aquellas regiones” (Rom 15:23).

En nuestra mentalidad eclesiástica actual hay muy pocos paralelos con


esta forma de plantar iglesias. De hecho, estamos sumamente influenciados
por el modelo clerical basado en el templo que no se corresponde en absoluto
con la forma de trabajo de estas primeras comunidades. Por ello como bien lo
ha señalado Mike Strom6 el término “iglesia” está hoy en día demasiado
marcado por la tradición como para que podamos tener una visión clara de qué
eran estos grupos plantados por Pablo y sus seguidores. Pensando en el cuerpo
de Cristo como metáfora de la iglesia como un todo, estas pequeñas
comunidades venían a ser como las células constitutivas de ese cuerpo cuya
cabeza es Cristo. A sabiendas de que es una terminología limitada,
denominaremos a estas comunidades “iglesias caseras” o células. Veamos a
continuación sus características esenciales:

5
Allen, The spontaneous expansion of the church, pág. 111.
6
Strom M., Reframing Paul, IVP, Downers Grove-Illinois, USA, 2000

“Algunas consideraciones sobre la plantación de iglesias celulares”, Mora y Méndez de Mora, Abril 2001, 3
• Las células de Pablo eran la expresión de la nueva comunidad en Cristo.
Para denominarlas usó un término que tenía relevancia cultural:
ekklēsia, pues en el mundo greco-romano se refería a cualquier tipo de
reunión social.

• Las células no vinieron a interferir con las instituciones tradicionales de


la época: la casa, los clubes y la república (que respondían, según
Aristóteles, a las esferas esenciales de la humanidad: familiar, comunal
y política). Ellas fueron reservadas al ámbito de la casa. Muchas fueron
formadas de acuerdo con relaciones laborales o ocupacionales7. Varias
células se reunían para celebrar juntos de vez en cuando8. Pero el lugar
de reuniones preferido y a la vez más influyente siguió siendo la célula
familiar, la iglesia casera9.

• Las células tenían una triple significación10: 1) Eran de asociación


voluntaria, con reuniones periódicas entre gente de características
similares, 2) Se basaban en el núcleo familiar, y 3) Las células tenían
significación supra-nacional y supra-temporal pues se entendía que
formaban parte del reinado de Dios sobre la tierra.

• Las células funcionaban por medio de las relaciones, y del deseo de


servirse “los unos a los otros”11. La unidad de los grupos estaba
asegurada en Cristo, mantenida por el Espíritu Santo y protegida por la
diligencia de los miembros.

• Las células se reunían para la edificación mutua12, libres de liturgia y


tradiciones. Se basaban más bien en las relaciones interpersonales, en el
experimentar la presencia de Dios juntos y el ejercicio sano de los dones
espirituales.

• Las células se reunían para un tiempo de conversación muy rico e


intenso, donde los convencionalismos sociales debían quebrantarse y
donde la espontaneidad era característica. Aunque se oraba, cantaba y se
hablaba de Dios y de su obra, no había sacerdote presente. El tema de
7
Como Aquila y Priscila
8
Romanos 16:23; 1 Cor. 14:23
9
Strom M., Ibid, pág. 169.
10
Banks R., Paul’s idea of Community: The Early House Churches in their historical setting, Eerdmans,
Michigan, 1980.
11
Mora F., Manual de líderes de células, e-book, http://pagina.de/VID-CVC
12
Efesios 4:11-16

“Algunas consideraciones sobre la plantación de iglesias celulares”, Mora y Méndez de Mora, Abril 2001, 4
conversación favorito era la vida, muerte y resurrección de Jesús. La
comida juntos era una expresión de solidaridad e intimidad del grupo.

• Las células eran una red informal de aprendizaje donde los temas
fundamentales eran el darle sentido a la vida, enfrentar los desafíos
personales e interactuar con la sociedad a la luz de la historia de
Cristo13.

• Las células hicieron desaparecer la idea de una elite clerical. Pablo se


declara a sí mismo como uno más dentro de la comunidad, un siervo, y
llama a sus colaboradores, consiervos14. Esto fue particularmente crítico
para el oficio de profeta pues ahora debía sujetarse al bienestar de la
célula, sin privilegios especiales o particulares, viéndose a su vez
expuesto a la crítica comunitaria.

• Las células, al desaparecer el clero, dan al traste con las características


de sabiduría (sophia), influencia (dynamis), y nobleza (eugenos) que
determinaban el anhelo de poder, autoridad, dominación y control de los
sistemas religiosos conocidos en aquella época.

• Las células, por su característica familiar o casera, le daban un lugar


preferencial a la mujer en el ejercicio de los dones espirituales. Ejemplo
claro de ello es la célula de Febe, que se supone era una esclava libre
cuya casa estaba en el puerto de Cencrea a escasos kilómetros de
Corinto15.

Resulta sumamente interesante, pero a la vez desafiante el contrastar estas


características de las comunidades cristianas primitivas con la organización
actual de las iglesias, su forma de expansión, sus enseñanzas y ejercicio del
liderazgo. En este sentido, las iglesias celulares vienen a buscar un
acercamiento con las ideas primigenias, a tratar de reunificarse con el código
genético original. Sin embargo, como también lo han señalado algunos de sus
críticos más radicales, una organización celular seguirá siendo un intento
tímido en tanto que las células tengan alcances limitados; se trate de que sean
todas iguales imponiéndoseles programas similares; cuando se divorcian de
las necesidades del sector, familia o lugar donde han sido ubicadas para
cumplir con programas que han sido esbozados en un nivel central; y cuando
13
Strom, Ibid, pág. 175.
14
Romanos 1:1
15
Romanos 16:1-2

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no se les permite crecer y expandirse como una nueva iglesia local con un
propósito y misión propios.

III. ¿Por qué plantar iglesias celulares en el siglo XXI?

Sería ilógico pensar que podríamos replicar a la perfección las


comunidades paulinas en nuestra situación actual. Ellas mismas no eran
perfectas, y las condiciones sociológicas en las que surgieron distan mucho de
nuestro mundo globalizado y lleno de información en el cual vivimos. Sin
embargo, los principios son neotestamentarios, están allí para que los podamos
aplicar en las diversas situaciones que enfrentemos.
Ahora bien, resulta que en el inicio del siglo XXI, la meta de la
evangelización de todos los grupos sociales no se ha cumplido aún. Más bien,
algunos grupos cristianos han retrocedido en membresía, y la segunda y
tercera generación de muchos creyentes evangélicos necesitan oír de nuevo
con frescura el mensaje de Cristo.

La concentración de la población en grandes urbes hace más


complicado el proceso puesto que surgen nuevas estructuras sociales y
creencias que apenas estamos comenzando a descifrar. Quizás de todas las
cosas, lo que más afecta al cristianismo es el hecho de que ya no constituye el
centro de referencia de las ideas humanas. Se ha constituido en una idea o
filosofía más junto a una multiplicidad de cosmovisiones que nos rodean,
desde las más mecanicistas y materialistas hasta las más espiritualistas y
esotéricas. Este hecho resulta aterrador para los cristianos más tradicionales,
mientras que para otros significa una nueva oportunidad para el cambio de
odres y un retorno a principios más apegados al Nuevo Testamento.

Como ya hemos señalado antes16, las demandas actuales de la vida


urbana, en términos sociales y económicos, han creado todos los espacios
necesarios para el mejoramiento material, pero han ido destruyendo
progresivamente la práctica del amor y de la amistad sincera:

No sería una exageración retórica decir que la amistad se ha vuelto una


práctica subversiva. Quizás la iglesia urbana tiene una misión
sorprendente, totalmente novedosa: proveer un espacio cultural para el
nacimiento y práctica de amistades.17

16
Mora F., Manual de líderes de células, e-book, http://pagina.de/VID-CVC
17
Rodney Clapp, A peculiar people, IVP, Downwers Grove-Illinois, USA, 1999, pág. 205.

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Por eso es que no podemos ver a las iglesias celulares solo como una
metodología eficiente para lograr adeptos. Pues es evidente que si las células
no representan nuevos espacios para ir en contra de la cultura individualista
postmoderna, no pasaría mucho tiempo antes de que sean desenmascaradas,
vistas con sospecha y desestimadas por las personas a las que queremos
alcanzar con el mensaje del evangelio. En muchas situaciones, el descubrir
que una persona es solo parte de un esquema multiplicativo piramidal puede
producir una gran frustración, entonces, la razón de ser de la célula se pierde,
su misión y origen estratégico original se desvirtúan.

Dentro de esta realidad es que se ha venido dando el proceso de


establecimiento de "nuevos" modelos de iglesias basadas en grupos pequeños
que puedan dar respuesta a las necesidades de significación, de conexión y de
salir del anonimato que tienen los hombres y mujeres de las grandes urbes de
la actualidad. Las iglesias celulares siguiendo un modelo paulino, proveen una
estrategia conveniente para el alcance de estas personas puesto que:

• En concordancia con el modelo paulino de plantación de comunidades,


cada célula se puede adaptar a las necesidades del grupo, buscando
suplir las necesidades básicas de los individuos alcanzados. Esto obliga
a romper con los planes centralizados y moverse a esquemas
distribuidos y dirigidos por el Espíritu Santo.

• Es un retorno a la práctica del principio comunal de “unos a otros”,


esencia de las comunidades cristianas. Llevando a romper la hegemonía
del templo sobre las comunidades tanto en el ejercicio de los dones
como en la práctica de los sacramentos. Igualmente, el “control” clerical
es quebrantado y más bien se debe progresar a un modelo de redes de
cooperación y rendición de cuentas.

• Cada célula adquiere independencia e interdependencia en cuanto a


Servicio, Amor y Cuidado, Enseñanza, y Alcance Multiplicativo. Cada
nuevo grupo lleva en si el código genético que le permite reproducirse
estratégicamente, más por ánimo de cumplir la misión que por
crecimiento numérico.

• Se puede volver a las practicas comunales de conversar y comer juntos


permitiendo que los no-creyentes se puedan incorporar a estas

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actividades en una forma natural y no-amenazante ya que ellos forman
parte de las redes relacionales18 de cada célula.

• Las celebraciones públicas permiten la expresión de otros dones, de la


adoración corporativa, y despertar curiosidad en otros miembros de la
sociedad que no han sido alcanzados a través de las redes relacionales.
Sin embargo, no deben ser el centro de la vida de la iglesia.

IV. Multiplicación espontánea y crecimiento

Hace poco hablábamos con Clinildo, Roger y Walter pastores que están
trabajando en la región del río Xingú en Brasil. Nos contaban como de una
primera comunidad cristiana iniciada en la pequeña ciudad ribereña de
Altamira, la misión se había expandido a más de 40 grupos a lo largo del río.
Visitar cada comunidad requiere varias horas de viaje en bote o disponer de un
avión. Por lo tanto, cada grupo funcionaba como una ekklēsia paulina. Otra
misión en una región diferente y relacionada con ellos también había plantado
más de 400 comunidades. Para estos hombres cada semana surgía una nueva
comunidad de creyentes, que tenía el potencial de multiplicarse. Estaban
emocionados por lo que estaba pasando y no veían límites a lo que el Espíritu
Santo puede hacer en cuanto a la expansión de la iglesia. En su experiencia es
la mentalidad y los prejuicios del hombre lo que frena tal crecimiento.

Cuando oímos historias como éstas no nos queda más remedio que
abogar por un “descontrol” en la plantación de nuevas iglesias. Cuando nos
referimos a esto estamos hablando de permitir el surgimiento de comunidades
a lo largo y ancho de nuestras ciudades con el potencial de dar lugar a una
iglesia local con una visión misionera para cada sector. Hace falta el
establecimiento de muchos grupos cuyo propósito deliberado sea la plantación
de nuevas iglesias en lugares estratégicos. Todavía Caracas sigue siendo la
ciudad menos evangelizada de América Latina19 y sin embargo el número de
equipos plantadores de iglesias es bastante reducido. Quizás seguimos
esperando la intervención de alguna misión foránea y el dinero de otro país
para comenzar. O bien, el modelo clerical está demasiado arraigado en nuestra
manera de pensar que pensamos que el cristiano común no puede hacer nada,
que tenemos que esperar a que se gradúen de un seminario, o que tienen que

18
Es un principio de evangelismo urbano particularmente útil en el caso de grupos celulares que se basa en la
identificación de todas las personas allegadas a un creyente.
19
Datos de Tomás Moreno, Consejo Evangélico de Venezuela

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cumplir con una tonelada de requisitos antes de salir a participar en una
plantación.

Ciertamente, es necesario un derramamiento del Espíritu Santo para


poder ver este mover, pero también a nivel de aquellos que tenemos
posiciones de liderazgo hay un llamado a actuar con diligencia. Entonces,
¿Qué debemos hacer?:

• Provocar un cambio de paradigma en cuanto a la expansión de la


iglesia. En vez de seguir centralizando y masificando, comenzar a
descentralizar, a dar autonomía a las células, personalidad propia de
acuerdo al sector donde están, dándoles visión en cuanto a la
posibilidad de plantar una nueva congregación.

• El desarrollo de equipos “paulinos” de plantación de grupos


celulares u hogareños y luego de iglesias celulares. Estos son
equipos que funcionan sobre la base de la delegación de funciones y
responsabilidades con bastante criterio e independencia para la toma
de decisiones.

• El enseñar y propagar el principio de las redes relacionales a cada


miembro individual de las células desde el inicio de la plantación.
Para las iglesias establecidas implica movilizar a sus miembros para
alcanzar a su entorno, su oikos, y preparar su hogar para la
plantación de células. Es también un cambio en la predicación. Una
reducción del peso del evangelista de púlpito y una valoración del
evangelista de relación, amigo de buenos y de rechazados por igual,
dispuesto a sentarse a conversar fuera del foco de atracción de un
público.

• Gozar y celebrar el avance de los equipos plantadores desde la


primera célula, pasando por la primera celebración, hasta que el
impacto en su comunidad se convierta en un “alboroto”20.

• Evitar la copia de modelos mecánicos y burocráticos que asfixian la


vida natural de las nacientes comunidades. Esto implica también una
racionalización de las exigencias a plantadores y líderes de células y
una regreso al énfasis en el liderazgo compartido.

20
Hechos 19:23.

“Algunas consideraciones sobre la plantación de iglesias celulares”, Mora y Méndez de Mora, Abril 2001, 9
• Desmontar la atención espectacular al culto por encima de la vida
comunitaria. Dándole valor al servicio del creyente común como
sacerdote del nuevo pacto.

• Evitar a toda costa que los grupos se centren en sí mismos sin un


anhelo constante de multiplicación y sobre todo de contar su historia
a otros con grandes necesidades. Esto es, romper la tentación del
egoísmo religioso.

• Cuidar de no establecer modelos impositivos con ideas de control,


modelos competitivos con ideas puramente numéricas, modelos
emocionalistas con ideas puramente espiritualistas, modelos
intelectualistas con un anhelo desmedido por el conocimiento.

• Que las células, comunidades, iglesias celulares, hablen el lenguaje


de la gente a la que están alcanzando, lo cual lleva a evitar cualquier
intento por uniformizar sus manifestaciones públicas y privadas.

V. Conclusiones

Hay tradiciones que son difíciles de repensar aun cuando sabemos que
ya no significan lo mismo que épocas anteriores. El Espíritu Santo sin
embargo, no cesa de trabajar para que revisemos nuestros métodos y
procedimientos. La iglesia celular surge de la reconsideración de la misión de
la iglesia y de cómo llevarla a cabo en medio de una sociedad tan cambiante
como la actual. Pero, tengamos cuidado de no convertir un recurso dado por
Dios en un nuevo ídolo que adoremos y nos haga inflar nuestro ego.

La iglesia celular es perfectible, debe ser flexible a las necesidades de


las comunidades a las que sirve y debe permitir la expansión del reino de
Dios. No pensamos que el Espíritu Santo proveyó esta estrategia para la
constitución de megaiglesias, ni para lograr un control más efectivo de los
feligreses. Creemos que es un odre, y como tal cumple una función. Además,
su mover comienza a finales del siglo XX y se enlaza ahora con el siglo XXI,
porque sociológicamente hay necesidades en la actualidad que solo se pueden
suplir en el ámbito de un grupo pequeño o de un hogar, y no en las
impersonales y masificadas reuniones eclesiásticas modernas.

“Algunas consideraciones sobre la plantación de iglesias celulares”, Mora y Méndez de Mora, Abril 2001, 10
Tampoco creemos que el modelo es exclusivo de las iglesias grandes,
sino de cualquiera que entienda sus características filosóficas básicas. El
modelo se adapta a un sin número de posibilidades y no necesariamente los
que se consideran los más exitosos (generalmente en términos numéricos) en
la actualidad son aplicables a toda la gama de situaciones que encontramos en
las ciudades del mundo presente.

Por último, consideramos que es un modelo natural, sencillo,


económico y pedagógico para comenzar nuevas congregaciones; y creemos
firmemente que esta es la dirección hacia donde debemos movilizarnos,
especialmente en la realidad venezolana actual.

“Algunas consideraciones sobre la plantación de iglesias celulares”, Mora y Méndez de Mora, Abril 2001, 11

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