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Proceso Ideológico de Blas de Otero en sus poemas “Estos sonetos” y “Fidelidad”

Analizar la obra poética de Blas de Otero conlleva un estudio de la biografía del autor,
puesto que sus versos constituyen un testimonio de las diversas etapas por las que atravesó
a lo largo de su vida. De hecho, Cruz y Montejo (1995:8) dicen de sus poemas que “nacen
del contacto con la vida, allí donde se generan tanto las alegrías y las penas íntimas como
las compartidas con el resto de los hombres”. Por lo tanto, el presente análisis es un
recorrido por dos periodos de su vida que quedaron materializados en los poemas “Estos
sonetos” y “Fidelidad”, a la vez que se resaltarán los cambios ideológicos y emocionales
que se reflejan en la comparación de ambos textos.

“Estos sonetos” está incluido dentro del libro Ángel fieramente humano, enmarcado dentro
de su poesía existencial, escrito luego de su crisis personal y donde el poeta exterioriza sus
sentimientos de derrumbe espiritual. Además, la aparición del poemario se corresponde con
una época de crisis y turbulencia política. Es por eso que “en los poemas desgarrados de
Blas de Otero se debate el hombre de la posguerra viviendo la angustiada existencia de una
humanidad en ruinas” (Cruz y Montejo,1995:8). Debido a esta angustia existencial, el yo
poético se alza en un grito desesperado (la angustia de ser hombre anego, v.4) en donde
ansía la salvación en un “absoluto divino” (Ascunce, 1990:8). Además, manifiesta su
desilusión al no encontrar en lo divino eso que tanto anhela: “Lenguas de Dios, preguntas
son de fuego/ que nadie supo responder” (vv. 5,6). Confiere de fuerza lírica este
sentimiento de frustración ante la imposibilidad de obtener respuestas cuando describe un
“vacío/silencio. Yerto mar” (vv.6,7). Es importante destacar cómo el autor transmite al
lector sus emociones en este verso, al utilizar el encabalgamiento y consecutivamente
pausando el verso dos veces para así incrementar la sensación de vacío.

En una etapa anterior de su vida, en el poeta residía la emoción de estar en una estrecha
unión con Dios. Pero su situación actual es muy diferente pues, por lo mencionado
anteriormente, Dios se le muestra indiferente. Ascunce (1990:59) dice: “El primitivo
diálogo con Dios se transforma en un soliloquio desesperado por falta de interlocutor. El
hombre y el yo-personaje poético están solos en medio de un silencio ontológico.” Por tal
motivo dice el poeta: “Verte un momento, oh Dios, después no verte” (v.11). Al romper su
unión con Dios, ahora el yo poético se enfrenta a la angustia de la soledad: “Llambria y
cantil de soledad/Quebranto del ansia” (vv.12,13).

Ante esta nueva situación, surge en el poeta la necesidad de encontrar una nueva razón de
ser, un nuevo proyecto que le conceda la plenitud deseada, además de que pueda curarlo de
su frustración al no poder hallarla en la figura de Dios. Ascunce (1990:82) explica hacia
dónde se dirigió el poeta: “La poesía existencial se va acercando a la poesía social bien
como simple intuición o bien como mero proyecto”. Dentro de las características de su
nueva poesía está la búsqueda de la plenitud en ayudar al hombre a alcanzar un futuro
utópico de armonía y paz (Ascunce, 1990:84). Es en esta nueva ideología en la que se
concibe el poema “Fidelidad”. Compuesto por tres estrofas, el yo poético introduce por
medio de la anáfora los fundamentos de su nueva ideología: creencia en el hombre, la paz y
la patria. Después de experimentar el fracaso por el fallido intento de comunicarse con
Dios, deja de buscar la perfección y la armonía “en un más allá divino sino en un más acá
histórico” (Ascunce,1990: 83). Así que la crisis existencial y la agonía personal reflejados
en “Estos sonetos” son superadas y “ahora resurge a una nueva fe, una fe bien distinta
conquistada a través de la experiencia” (Cruz y Montejo 1995:26). El yo poético demuestra
su convencimiento en esta nueva fe, puesto que expresa en repetidas ocasiones: “He visto y
he creído”. El poeta manifestaba esa fe a través del ansia por Dios, pero esa guía se
convierte en una “ciega luz” (“Estos sonetos” v. 13); por lo tanto, ahora se dirige “hacia
otra luz” el “caudal humano” (“Fidelidad” v. 9,10). A pesar de que su presente histórico
revela una existencia de plagada de dolores y angustias (espaldas astilladas a trallazos,
españas a caballo del dolor y del hambre, relámpagos de rabia, amor en frío), el yo poético
se presenta sereno, reflejando un optimismo hacia un futuro mejor: “Aunque hoy hay sólo
sombra, he visto y he creído” (vv.15,16).

En definitiva, en estos dos poemas se revela el proceso de un cambio en Otero: de una


poesía existencial llena de dolor y angustia, a una poesía social en la que desarrolla la
“alegoría del paraíso perdido” y sueña alcanzar “la utopía de la plenitud humana”, y a
través de ésta la personal (Ascunce,1990:109).
BIBLIOGRAFÍA

Ascunce Arrieta, J.Á. (1990): Cómo leer a Blas de Otero, Madrid, Júcar, pp. 58-131.

Cruz, S. y Montejo, L. (1995): “Introducción” a Poesía escogida, Barcelona, Vicens Vives,


pp. VII-XLVI.

Montetes-Mairal y Laburta, Noemí (2016): Ficha Material “La poesía de Blas de Otero”.

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