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Curso de Formación en
COACHING ONTOLOGICO
Módulo VI
CoCrear “El arte de crear juntos” Curso de Formación COACH Módulo VI - 2 -
1- El sentido – cuando una máquina envía información a otra para lograr que se
reproduzca una imagen, no se pregunta si tiene o no sentido la imagen que una de
las máquinas ha recibido.
Escuchar no es oír:
1- La acción de articular las palabras que decimos. Austin los llamó “actos
locucionarios”.decir, por ejemplo “estaré ocupado mañana”, constituye una acción
diferente de decir “ no tengo ganas”. Éstos no solamente son diferentes sonidos y
diferentes palabras, son acciones diferentes, y como tales generan una escucha
diferente y una coordinación de acciones diferentes, también con otros.
Algunos ejemplos:
Si pregunto a un cliente:
-“¿Puedo llamarlo la próxima semana para continuar esta conversación? Y el
contesta “de acuerdo”, yo bien podría escuchar, además de su aceptación, “El
está interesado en mi producto”.
Si pregunto a Emilia
-“¿Qué vas a hacer la noche de Año Nuevo?”, y ella responde “Me quedaré en mi
casa”, yo podría escuchar “Emilia quiere eludir las tensiones que le producen las
actividades sociales”.
Si mi hijo pregunta:
-“Papá, ¿me puedes dar cincuenta pesos”, yo podría escuchar, “Está planeando
salir con sus amigos”.
Obviamente esto no fue lo que se dijo; pero sí fue lo que yo escuché. En todos los
ejemplos, lo que escuchamos simplemente no fue dicho, pero no por eso implica
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que escuchamos mal. Por el contrario podríamos estar escuchando de manera muy
efectiva.
Postulamos que esta parte de la escucha, que va más allá el habla, es un aspecto
muy importante de la escucha efectiva.
Hemos dicho que cuando se habla no solamente escuchamos las palabras que se
dicen, sino también escuchamos las acciones implícitas en el hablar, aunque esta
acción no es suficiente para asegurar una escucha efectiva. Cabe preguntarnos
¿Qué más hace falta entonces?
Cada vez que escuchamos una acción, normalmente nos hacemos dos preguntas
básicas. La primera es: ¿Para qué está la persona ejecutando esta acción?
La segunda es: ¿Cuáles son las consecuencias de esta acción?
Depende como respondamos a estas preguntas, la acción en cuestión será
escuchada de maneras distintas.
Cuando escuchamos una acción, no solo la identificamos, también respondemos a
la primera pregunta. Dicho de otra manera, nos preguntaremos ¿Qué lleva a
alguien a decir lo que dice? Tradicionalmente nos hacemos cargo de la pregunta
“para que” se efectúo
una acción, bajo el supuesto de que tras ella hay lo que llamamos
“intenciones”, suponemos que tras la acción de una persona subyace una
intención.
Por lo tanto, una de las formas en que damos sentido a una acción es
descubriendo la “verdadera intención” que hay tras ella.
El racionalismo supone que generalmente hay una intención o una meta consiente
tras toda acción la tradición racionalista busca las “razones” de las personas para
actuar en la forma en que lo hacen.
Sigmund Freud efectuó dos contribuciones importantes en relación a este tema. La
primera fue señalar que los seres humanos actúan, a menudo, sin intenciones
conscientes, sin un conocimiento claro de lo que hacen, y por qué lo hacen.
La segunda es que aun cuando ellos creen saber por qué están haciendo lo que
hacen, las razones que esgrimen pueden ser legítimamente impugnadas.
Proponemos una interpretación diferente. Decimos que cada vez que actuamos
podemos suponer que lo hacemos para hacernos cargo de algo, y a este algo lo
llamamos inquietud. Podemos decir, por lo tanto, que una acción se lleva a cabo
para atender una inquietud.
Decimos que una inquietud es la interpretación que damos sobre aquello de lo que
nos hacemos cargo cuando llevamos a cabo una acción. Si no podemos atribuirle
una inquietud a una acción, esta pierde sentido.
Una inquietud es una interpretación que confiere sentido a las acciones que
realizamos. Es un relato que fabricamos para darle sentido al actuar. En vez de
buscar “razones” para actuar en la forma en que lo hacemos, tenemos relatos,
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Hemos sostenido que el oir es el fenómeno biológico a partir del cual somos
capaces de oír sonidos que, dentro de un determinado dominio consensual, esos
sonidos adquieren algún sentido. Dentro de una comunidad, esos extraños sonidos
que sus miembros emiten abren la posibilidad de coordinar acciones
conjuntamente y de coordinar la coordinación de sus acciones.
Los sonidos emitidos dejan de ser simplemente ruidos y pasan a ser palabras,
oraciones, narraciones.
El escuchar involucra tres ámbitos:
Cada vez que ponemos en duda la capacidad del otro, cada vez que
nos sentimos superiores al otro, cada vez que sostenemos conocer
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COMUNICACIÓN EMPÁTICA:
Otro ejemplo:
-Vamos hijo, contame que te sucede. Se que es difícil, pero te trataré de entender.
-No lo se, Mamá. Vas a pensar que es algo estúpido.
-Por supuesto que no. Podes confiar en mí y contarme. Nadie se preocupa en este
mundo por ti como lo hago yo. Solo me interesa que estés bien. ¿Qué es lo que te
hace sufrir tanto?.
-No lo se Mamá.
-Vamos, por favor confía en mí.
-Bueno, para decirte la verdad, ya no tengo ganas de ir a la escuela.
-¿Qué?- pregunta usted con incredulidad.
-¿Qué quieres decir con que no te gusta? - ¡Después de todo el esfuerzo que hago
por mandarte a esa escuela! - ¡Después de todos los sacrificios que hice por tu
educación! La escuela es la base de tu futuro. Si fueras tan aplicado como tu
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hermana mayor, te iría mejor y te gustaría más la escuela. Una y otra vez te
hemos dicho que sientes cabeza. Eres capaz; simplemente no eres aplicado.
Esfuérzate. Adopta una actitud positiva.
Pausa.
-Continúa. Dime por qué te sientes así.
Tenemos tendencia a precipitarnos, a arreglar las cosas con buenos consejos. Pero
a menudo no nos tomamos el tiempo necesario para diagnosticar, para empezar a
comprender en profundidad el problema.
Podríamos decir que el principio fundamental del éxito de las relaciones
interpersonales es:
procurar primero comprender, y después ser comprendido.
Carácter y comunicación:
Podemos decir que las cuatro maneras básicas de comunicarnos son leer, escribir,
escuchar y hablar. Pensemos cuantas horas al día estamos realizando alguna de
estas acciones.
La aptitud para la comunicación es la más importante de la vida. Pensemos,
pasamos años aprendiendo a leer, a escribir, a hablar, ¿y para escuchar, qué
adiestramiento hemos recibido?
Son realmente pocas las personas que han tenido alguna capacitación en la acción
de escuchar.
Si queremos comunicarnos efectivamente con nuestra pareja, hijo, jefe,
colaborador, amigo, lo primero que necesitamos es comprenderlo.
Creemos que la clave no está en la técnica que empleemos para lograrlo, más bien
reside en el ejemplo que demos, en nuestra conducta real.
Nuestro ejemplo, probablemente, fluye de nuestro carácter o del tipo de persona
que somos en realidad, y no de lo que los otros dicen que nosotros somos o de lo
que nosotros pretendemos que el otro piense en relación a como somos.
Nuestro carácter está en todo momento irradiando información, comunicando
cosas.
Si nuestros estados de ánimo son cambiantes, si somos alternativamente
descorteces y amables y sobre todo, si nuestros actos privados no concuerdan con
nuestra conducta pública, será muy difícil que los demás se abran a nosotros.
Entonces, por mucho que necesitemos contar con alguien, a éste le resultará difícil
abrirse a nosotros, entregarnos sus opiniones, experiencias, sentimientos más
íntimos.
Escucha empática:
Comprensión y percepción:
Luego la otra mitad del hábito quinto es saber ser comprendido, igualmente
importante para alcanzar soluciones del tipo “ganar/ganar”.
Procurar comprender requiere consideración; procurar ser comprendido exige
coraje. De modo que en situaciones interdependientes es importante ser
comprendido.
Los griegos manifestaban en tres palabras el proceso de comprensión y
planeamiento futuro, Ethos, Pathos y Logos.
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