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Facultad de Humanidades

Departamento de Historia
Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales
SIGLO XX Y MUNDIALIZACIÓN

TRABAJO FINAL

Profesor: Carlos Sottorff Neculhueque


Ayudante: Isidora Aracena Gálvez

Alumnos: Esteban Amaro Campos


Rodrigo Cabezas Astorga

Santiago de Chile, 16 de enero de 2020


INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo identificamos las ideas principales y desplegamos una opinión crítica
sobre tres textos propuestos por el profesor, seleccionados de los libros: Postguerra (Judt,
2016), La gran hambruna de Mao (Dikötter, 2010) e Historia del siglo XX (Hobsbawm,
2006); estos capítulos abordan, desde distintos ángulos, la construcción, desarrollo o caída
del modelo socialista y los factores que incidieron en este devenir después del término de la
Segunda Guerra Mundial, así como la construcción, en paralelo y enfrentado a este modelo
en lo que se ha llamado la “Guerra Fría”, de un proyecto europeo occidental que fue
empujado importantemente por los Estados Unidos, como forma de asegurar la hegemonía
del modelo capitalista.

Así mismo, siguiendo a los autores a la luz de sus textos, describiremos el impacto que tuvo
para las diversas sociedades el problema histórico planteado.

Finalmente, a modo de conclusión, intentaremos identificar primero y reflexionar después


sobre la relación entre los autores y la temática desarrollada.

ANÁLISIS DE LOS TEXTOS


a) Tony Judt. Postguerra. Una historia de Europa desde 1945. Taurus, Barcelona, 2016:
(capítulo 5: la llegada de la Guerra Fría, pp.201-250).
Judt nos plantea que la construcción del proyecto europeo occidental de la segunda mitad
del siglo XX, empujado por los Estados Unidos luego del término de la Segunda Guerra
Mundial se encontró con obstáculos políticos, económicos y sociales transversalizados por
la desconfianza mutua de los países y sociedades y por el surgimiento del bloque comunista
hegemonizado por la Unión Soviética dirigida por un Stalin más preocupado por el control
del poder que por la revolución estructural.

Se trata, más que de un análisis, de un ejercicio de erudición que resume hechos que el
autor considera relevantes para explicar el devenir europeo de posguerra (entendiendo a
Estados Unidos como un actor relevante, también en aquello), como por ejemplo, el
liderazgo francés -en vez de británico- de la Europa occidental.

De esta forma, encontramos en el autor, británico de origen judío, una mirada histórica que
presenta algunas interpretaciones o, incluso, elucubraciones sobre posibles giros en el
devenir de la historia si los hechos, miedos, interpretaciones de determinados actores como
Stalin o Schuman hubiesen sido distintos. Esta licencia interpretativa la entendemos como el
afán de graficar la fragilidad del período abordado, el inicio de la guerra fría, que enfrenta a
dos bloques que parecen todopoderosos.

La sociedad europea trasunta esa fragilidad, e inicia un proceso de unificación, bajo estos
dos ejes hegemónicos envueltos en una Guerra Fría que todo lo tamiza, justo cuando se
encuentra más carente de significados e identidades comunes y fragmentada por las
desconfianzas mutuas, lo que, sin embargo, podría dotar al proyecto de un carácter más
universal.

b) Frank Dikötter. La gran hambruna de Mao. Historia de la catástrofe más devastadora


de China (1958-1962). Acantilado, Barcelona, 2010: (quinta parte: los más
vulnerables, pp. 399-431).
Dikotter nos sitúa en uno de los períodos más dolorosos y controversiales de la China
moderna: El Gran Salto Adelante y su consecuencia directa, la Gran Hambruna. El relato se
centra en la descripción de las vicisitudes que vivieron niños, mujeres y ancianos en dicho
periodo quienes son, a juicio del autor, los más vulnerables en aquel lamentable escenario.

Con la victoria de la revolución comunista China fresca, Mao se empeñó en un ambicioso


plan de industrializar un país donde más del noventa por ciento de la población es
campesina. Así, la misión principal era trabajar de manera intensiva tanto la poca industria
existente como el campo con una lógica de la colectivización por sobre todo.

El drama humano resultante de una política extremadamente exigente sumado a una cultura
popular inalterada significó en experiencias de sufrimiento particularmente dramáticas para
estos tres grupos vulnerables. Los niños eran llevados a guarderías sin ningún tipo de
condiciones materiales para la tarea, con cuidadores en situación de máxima precariedad, y
cuando alcanzaban una edad escolar eran llevados tempranamente al trabajo. Las mujeres,
a quienes se les prometió una superación de las prácticas patriarcales, terminaron
padeciendo de una profundización de las mismas ahora amparadas en el estado. Los
ancianos, respetados milenariamente por su sabiduría, culminaron con un proceso de
infancia inversa al igual que los niños.

Ciertamente el drama con el que Dikotter plasma la situación de vida de los más vulnerables
consigue conmover y hacer propia aquella situación de sufrimiento. Sin embargo, aquellas
prácticas descritas no necesariamente responden a una lógica propia de la ideología
comunista como se puede pensar a primera vista. No se trata de deslizar responsabilidades,
pero en el mismo relato se deja observar que gran parte de las costumbres devienen de una
historia social común China que solo se instaló en un nuevo aparato burocrático como lo
fueron los partidos locales. Después de todo, no se trata de la única hambruna que habría
pasado China en su historia.

c) Eric J. Hobsbawm. Historia del siglo XX. Crítica, Buenos Aires, 2006. (capítulo XVI, el
final del socialismo: pp.459-494)
Hobsbawm se plantea una ardua tarea: explicar cómo un proyecto político como el
socialista, reflejado en la URSS y países aliados, pudo colapsar de manera estrepitosa,
tanto así que incluso occidente no pudiera adelantar aquel suceso. En ese sentido es que
se revisan las experiencias socialistas y, a juicio del historiador inglés, existe una constante:
la gran mayoría de los países que incursionaron en el comunismo cargaban con la
inferioridad de ser naciones poco avanzadas o retrasadas frente a los grandes imperios. La
excepción sería China, que con un pasado imperial milenario, ha podido perpetuar un
sistema político que, a grandes rasgos, podemos considerar todavía comunista.

Con la mirada ahora vuelta hacia la gran URSS, queda a la vista en los setenta un deterioro
en la economía soviética consumada en un estancamiento del desarrollo. El máximo líder
de aquel periodo, Leonid Brézhnev, sería el gran responsable al ignorar adrede aquella
situación, lo que llevaría a producir la nomenklatura o la suma de incompetencia y
corrupción, un ingrediente peligroso que sumado a una economía extremadamente
dependiente de la planificación desde un sistema burocrático llevaría a cultivar una crisis sin
precedentes al interior de la gran potencia.

Con Gorbachov las tan anheladas reformas que permitieran corregir llegaron pero tarde y
muy mal. La Perestroika como una reforma económica que aspiraba a un grado importante
de liberalización y la inclusión de formas de libre mercado, sumada a la política de
transparencia de la Glásnot llevaron a colapsar a un sistema político y económico que, por
su dependencia al control, se vio estrujado hasta morir en las lógicas liberales impuestas
por el camarada del lunar en la frente.

El análisis final que realiza Hobsbawm sobre el éxito y derrumbe del comunismo como
proyecto es que su implantación no fue gracias a una reconversión ideológica de la
población sino que se trató de una serie de técnicas y métodos que tomaron como fin en sí
mismo resolver los problemas mediatos de la sociedad, manteniendo la estabilidad a través
del control de los cuadros. De modo que el socialismo como proyecto pudo haber caído sin
significar que no sea plausible para el futuro una nueva experiencia.
Es indiscutible la trascendencia del análisis de Hobsbawm en torno al fin de los socialismos
reales, situación que se refleja en que la tesis relatada por quien fuera uno de los miembros
más reconocidos de la escuela inglesa marxista es, de hecho, la más difundida y aceptada
desde diversos sectores. No es gratuita esta licencia, pues se trata de una lectura honesta
pero punzante y que no hace alarde de ser una explicación total. Quizás uno de los valores
más importantes de su reflexión es que da paso a nuevos y diversos análisis que nutren de
manera importante el debate marxista, manteniendo con vitalidad una de las teorías
políticas más importantes de los últimos siglos. En síntesis, aleja del nihilismo y confusión
inicial de la izquierda cuando la caída del muro era fresca en la memoria, dando paso así a
un optimismo consciente, crítico y propositivo.

CONCLUSIÓN
Los tres autores abordan en estos textos, desde ángulos y enfoques diferentes, sucesos -y
análisis de estos- de la segunda mitad del siglo XX que, ya sea centrándose en ello
(Hobsbawm y Dikötter) o bien como un aspecto relevante (Judt), impactaron en el devenir
del proyecto socialista que venía construyéndose desde la primera mitad de ese siglo tanto
en Europa como en el resto del mundo.

En particular, estos capítulos versan sobre los proyectos comunistas de la Unión Soviética, y
su relación con los otros países de su “órbita” en Europa, con experiencias tan disímiles
como las de Checoslovaquia, Polonia o Yugoslavia (si es que a esta última podemos
incluirla dentro de esa órbita de influencia), y de China, que enfrenta la cuestión compleja
del salto hacia la modernidad.

Aunque ambos proyectos comparten un ideario comunista, temporalidad e incluso una


extensa frontera geográfica sólo interrumpida por Mongolia, lo cierto es que nos
encontramos con contextos, acerbos, tradiciones y sociedades muy diferentes, como muy
diferentes son las perspectivas históricas de los tres autores, en particular de Hobsbawm y
Judt, que aunque coinciden en desarrollar textos profundos que intentan contribuir a la
comprensión histórica y, al tiempo están escritos con gran calidad literaria -al menos eso
trasunta de sus traducciones al castellano-, se distancian muy radicalmente en su forma de
abordar la disciplina, al menos en los textos leídos. Mientras Hobsbawn se centra en los
procesos, Judt lo hace en los hechos que él considera relevantes.
En tanto Dikötter, en un ejercicio más parecido al de Bolaño en “La Parte de los Crímenes”
de su obra maestra 26661, mezcla su argumentación con ejemplificaciones de los casos
más truculentos de la hambruna china. Entendemos este abordaje, como un modo literario
de implicar emocionalmente al lector en el análisis y las conclusiones que de ello obtiene.

Así como los enfoques y prácticas historiográficas de estos autores, el desarrollo del
proyecto comunista en estos países, Unión Soviética y China, fueron muy diferentes.
Mientras en el primero existió un malestar social asociado a los niveles de atraso y opresión
por el régimen zarista hacia la población, sumado a un sentimiento de inferioridad en
desarrollo, empujó a una serie de revueltas desde fines del siglo XIX hasta principios del
XX, y que desde los diversos factores y actores participantes llevaron a los bolcheviques a
la victoria y, con ello, la implantación de un régimen soviético en la antigua Rusia imperial
cuyo fin internacionalista velaba por la expansión del socialismo en todo el globo. En tanto el
segundo, que ya heredaba un historial imperial milenario, se enfrentaba a la opresión y
ocupación extranjera como principal conflicto, desde las Guerras del Opio hasta la
ocupación territorial del Japón con tintes fascistas. El orgullo nacional resultaba así
profundamente herido ante la conciencia de ser una nación poderosa. La impronta
nacionalista hizo del proyecto socialista una forma de restituir la cohesión social homogénea
de China bajo una lógica de colectivo muy potente.

Quizás uno de los ejes articuladores más potentes entre ambas experiencias, en contexto
de guerra fría, es el carácter articulador social de ambos proyectos. La capacidad de
apropiación sobre la de transformación cultural permitió una rápida aceptación y
consolidación del socialismo como modelo. Sin embargo, esta apropiación no fue garantía
de una continuidad sólida en el tiempo a no ser de realizar una gran reforma al tiempo en
que el “contrato social” en que opera el modelo se agote. Sin ir más lejos, aquel problema
no es exclusivo del comunismo y no hay ejemplo más tácito que el estallido social vivido en
Chile desde octubre de 2019, caso donde con certeza podemos decir que la crítica al
sistema político democrático y económico neoliberal han sido cuestionadas con una fuerza
innegable.

Otra diferencia abrumadora que también identificamos entre la URSS y China es la manera
en que articularon sus áreas de influencia. Mientras el primero generó una red compleja de

1 2666 es una novela póstuma (2004) del escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003) que se divide
en 5 partes. “La Parte de los Crímenes” es una narración de estilo reporte policíaco que muestra
crímenes sin resolver en una ficticia ciudad de Santa Teresa, en el norte de México (que refiere, con
toda seguridad a Ciudad Juárez, donde se han producido innumerables crímenes sin resolver contra
mujeres).
aliados afines al régimen que le garanticen una estabilidad y representación a nivel global, a
la par de la generada por Estados Unidos, el segundo realizó un cambio de enfoque
importante hacia una vinculación desde la economía global. Y esto nos remite a otra
condición de la discusión post guerra fría: ¿Es China un régimen comunista hoy en día?
Quizás Hobsbawm es demasiado ortodoxo al negarle ese apellido por el mero hecho de no
tener una economía planificada canónica como la tuvo la URSS, aquello también puede
reflejar un dejo de pensamiento muy occidental sobre un país que por su naturaleza cultural
nos resulta ajeno. Lo cierto es que la estrategia ocupada por China de mantener influencias
por medio de la globalización ha permitido mantener funcionando un sistema político hasta
el día de hoy, al punto de desafiar la hegemonía global del país de Trump. Aquello puede,
una vez más, reforzar la idea de adaptación por sobre transformación que mencionamos
antes.

Debido a la complejidad de la discusión, reconocemos que probablemente nuestro análisis


queda bastante corto para todo lo que puede ser discutido. Así mismo, entendemos también
que los tres trabajos analizados ofrecen, desde perspectivas distintas, un análisis global y
complementario sobre uno de los periodos más determinantes de la historia contemporánea
como lo fue la Guerra Fría y, en especial, el proyecto ideológico marxista como una de las
respuestas más contundentes a la hegemonía capitalista y liberal desarrollada desde la
victoria de la ilustración hasta nuestros días.

BIBLIOGRAFÍA
Dikötter, Frank. La Gran Hambruna de Mao. Historia de la catástrofe más devastadora de
China (1958-1962). Acantilado, Barcelona, 2010: (quinta parte: los más vulnerables, pp.
399-431).

Hobsbawm, Eric J. Historia del siglo XX. Crítica, Buenos Aires, 2006. (capítulo XVI, el final
del socialismo: pp.459-494)

Judt, Tony. Postguerra. Una historia de Europa desde 1945. Taurus, Barcelona, 2016:
(capítulo 5: la llegada de la Guerra Fría, pp.201-250).

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