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(RESUMEN)
La iglesia en cumplimiento del mandato de su maestro, se esfuerza permanentemente por
medio del Evangelio para que la realidad social del mundo entero se transforme en procura
de implementar por medio de la fe que nos salva, la esperanza que nos ilumina y el amor
que nos hace verdaderos hermanos, el reino de Dios. La iglesia en todo tiempo y espacio
trabaja sin descanso para que a través de su palabra y exhortación, todos los pueblos y
naciones y desde todos los ámbitos de la sociedad humana, el hombre pueda alcanzar la
salvación que Jesús con su muerte en la cruz compró para la humanidad entera.
Con el fin de realizar un breve análisis de los principales planteamientos doctrinales en
relación a la vida social que la iglesia como madre y maestra nos presenta, escribo este
breve resumen de los siguientes principios:
EL PRINCIPIO DE LA SUBSIDIARIDAD.
Este principio lo podemos entender como el apoyo social y económico que una entidad o
institución le brinda a otras con el fin de promoverlas para que ellas pueden aportar desde
su singularidad y particularidad, aquello que tengan de original para el mismo desarrollo y
bienestar de la sociedad común, sin el riesgo de oprimirlas, manipularlas ni subordinarlas.
La primera y más importante de éstas instituciones que le dan vida y expresión a todo el
tejido social es sin duda la “familia “a la que todas las demás expresiones están
subordinadas por ser ella su fundamento. Todas las demás entidades de cualquier tipo
social, cultural, deportivo, económico, político o religioso, constituyen junto con la familia
el entramado social que con su actuar y sus esfuerzos mancomunados deben propender
hacia la construcción de una sociedad donde la dignidad del ser humano constituya el
mayor de los valores y metas por alcanzar.
Lograr este objetivo es la mayor tarea de la iglesia a través de su labor misionera por
excelencia. Toda acción misionera tiene como principal componente la promoción de la
persona humana en su dignidad de hijo de Dios y heredero de las promesas mesiánicas. Es
fundamental por tanto, que la iglesia como madre y maestra de la sociedad humana y
creyente, lidere de la mano de todas las instituciones, acciones concretas que promuevan y
desarrollen la subsidiaridad hacia los grupos humanos más frágiles y pequeños con
directrices y ayudas pertinentes que permitan en medio de una sociedad tan marcada por el
egoísmo y la individualidad, poder alcanzar los ideales que construyan una sociedad más
justa y solidaria. Se hace por tanto necesario que nuestra labor misionera como miembros
de la iglesia sea cada vez más consciente y convencida del mandato misionero de nuestro
maestro Jesucristo, para que como iglesia podamos hacer realidad en los valores y
principios del Evangelio.
En cada parroquia por tanto debe existir un programa que impulse, promueva y anime a la
comunidad eclesial en el conocimiento y desarrollo de acciones sociales que lleven a la
búsqueda constante de la igualdad y las oportunidades, donde desde la familia se construya
conciencia de apoyo y ayuda a los demás, con el fin de que juntos se consiga el desarrollo y
el progreso común.
EL PRINCIPIO DE LA SOLIDARIDAD.
Este principio lo debemos entender como el acto humano por excelencia de comunicación
de todo aquello que nos hace verdaderamente hermanos e hijos de un mismo padre (Dios).
Es la más clara expresión de humanidad en cuanto que nos debe llevar a sentirnos
responsables del bienestar de los demás y a ver en el otro u otros nuestra propia realización
en el amor fraterno. Se enmarca por tanto en los valores de la justicia, el bien común y el
servicio. La iglesia a ejemplo de su creador y maestro, está llamada por su misma
naturaleza y misión, a promover, impulsar y orientar a las sociedades de toda índole, en la
comunicación responsable, consciente y solidaria de todos los bienes necesarios para que
sus hermanos más necesitados puedan también como ellos gozar de condiciones de vida
dignas. Por ello acciones pastorales como los bancos de alimentos, las sociedades solidarias
(San Vicente de Paul), entre otras, deben ser prioridad pastoral en cada iglesia particular y
en cada parroquia, de tal manera que la iglesia con su asistencia y su opción por los más
pobres, sea la primera en predicar y alimentar la fe del mundo.
Como estrategia pastoral y teniendo en cuenta que la familia es la iglesia doméstica donde a
ejemplo del hogar de Nazareth se ha de gestar y dar a luz los principios y valores del reino
de Dios de manera especial y particular, es el ámbito más propicio para ejercer la misión de
evangelizar los principios de la doctrina social y la promoción humana, de tal manera que
con la metodología de la iglesia en casa, poder iniciar la reconstrucción del tejido social
donde cada miembro de la familia se sienta llamado y enviado por Jesús a ser discípulo y
misionero del Evangelio. Cada familia después de recibir la formación ha de convertirse en
familia misionera para otras familias, conformándose así los pequeños grupos de familia
que crecen juntas en la fe, el bien común, la ayuda mutua y la solidaridad como ejes
fundamentales de su desarrollo y realización.