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Filosofía política: el enfoque clásico

Hay miles de misterios que rodean la vida, miles de interrogantes que intentamos
responder, preguntas que se acumulan como enigmas que nos acompañan mientras no
hacemos otra cosa que vivir. Entre estos misterios brilla el de la vida en común, misterio
que se instituye en torno de esas preguntas que retornan una y otra vez en tiempos de
crisis comunitaria: ¿por qué vivimos juntos?, ¿cuáles son las pasiones sobre las que
edificamos esos artefactos de protección colectiva llamados comunidades, naciones,
estados? Pero además: ¿hay bienes que deseamos perseguir en común y males que
buscamos evitar? El vínculo social ¿se explica por las pasiones, razones y leyes, o por el
deseo de poder, el uso del dinero y la explotación violenta de unas clases sobre otras?
El misterio de la vida en común ha suscitado la búsqueda de respuestas a estos y
otros interrogantes. Los dos grandes pensadores de la filosofía griega, Platón (427-347
a.C.) y su alumno, Aristóteles (384-322 a.C.), ensayaron algunas respuestas.
Si bien ambos tuvieron importantes diferencias en cuanto a sus ideas políticas,
compartieron, sin embargo, algunos aspectos. En líneas generales, para la filosofía clásica
un hombre nace con obligaciones que son naturales: el ciudadano tiene que obedecer a
las leyes.
Hemos hablado con frecuencia de Platón, pero esta vez comenzaremos por su más
brillante discípulo: Aristóteles, quien en su Política sostuvo que la comunidad es una de las
cosas naturales cuyo nacimiento y desarrollo se explica en virtud de la misma evolución
natural de la vida humana. En efecto, las familias –primera unidad de cuidado común– no
pueden más que agruparse en aldeas para sobrevivir con el intercambio de lo necesario
para la vida, pero las aldeas no pueden más que organizarse en ciudades, en tanto son las
unidades que autoabastecen a la comunidad toda, que cumplen, mejor que ninguna otra
organización de lo común, la función política de protección que hace posible el bienestar
colectivo. Para Aristóteles la ciudad es un todo autosuficiente en el cual cada parte debe
realizar bien su función, respetando ciertas jerarquías.
Según Aristóteles, la ciudad es o tiende a ser una asociación de seres humanos que
son libres e iguales. Desde el punto de vista del enfoque clásico, la ciudad es una
asociación natural, puesto que, el hombre es por naturaleza, un animal político, porque
los hombres se congregan en grupos más numerosos que la familia y se esfuerzan por vivir
juntos aun cuando no tengan necesidad de ayuda mutua. La ciudad, por tanto, existe no
sólo porque los hombres desean vivir, sino porque quieren vivir bien. El buen ciudadano
será, entonces, aquel que promueva la conservación de la asociación política.
Ahora bien, con respecto a la relación entre la política y la filosofía, Platón y
Aristóteles tuvieron serias diferencias. Por un lado, la intención inicial de Platón es
política: cree en la posibilidad de cambiar la vida política por medio de la educación
filosófica de los hombres que son influyentes en la ciudad: habrá, sostiene, que obligar a
los filósofos a ser reyes. La escuela platónica (la Academia) tiene esencialmente una
finalidad política. Platón consideraba que basta ser filósofo para poder dirigir la ciudad; a
sus ojos, hay unidad entre filosofía y política. Por el contrario, la escuela aristotélica (el
Liceo) no prepara más que para la vida filosófica. Por lo tanto, Aristóteles separa, por un
lado, la vida política (los asuntos públicos) y, por el otro, la filosofía. A pesar de esta
diferencia, tanto para Platón como para Aristóteles, lo importante será que el hombre
pueda someter sus instintos o pasiones (lo bestial o salvaje que reina en nosotros) a la
siempre exacta y precisa razón (esa capacidad humana que nos diferencia del reino
animal o salvaje). El gobernante de la ciudad deberá ser el modelo en este punto: tendrá
que procurar someter sus pasiones a su capacidad racional, y, con esto, logrará el mejor
ordenamiento de los asuntos públicos.
El ser humano actúa, obra continuamente. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando mi
interés particular choca con el interés del que tengo al lado o frente a mí? Es aquí donde
comienza a darse ese juego entre relaciones. La cuestión es, entonces, el gobierno entre
los individuos. Los mismos necesitan ser gobernados por un poder externo a ellos, que
logre mediar en el conflicto entre los seres humanos. En efecto, una vez llegados al plano
de la sociedad humana, ¿cómo organizar la convivencia? La cuestión es cómo se
convierte la discordia humana en concordia social, el conflicto en acuerdo.
La cuestión de la convivencia humana nos lleva al tema de la mejor forma de
gobierno. El asunto se plantea de la siguiente manera: ¿qué es mejor, el gobierno de las
mejores leyes o el de los mejores hombres? Platón en la República-su gran obra de
filosofía política-, dirá: el gobierno de los mejores hombres, es decir, de los filósofos. La
ciudad ideal, según Platón será aquella en la que gobiernen los filósofos, pues sólo el
filósofo conoce qué es lo justo. Platón privilegia una sociedad en la que cada uno hace lo
que sabe hacer mejor: el filósofo gobierna porque es el que sabe gobernar. La persona
que sea educada en la filosofía será, forzosamente, una persona justa.
La mejor forma de gobierno, será, entonces, la aristocracia, el gobierno de los
mejores, es decir, de los filósofos. El rey-filósofo es el gobernante más feliz, ya que
empieza por reinar sobre sí mismo. Se elige un gobernante en el cual prevalecen los más
elevados principios, de tal manera que todos estén subordinados al mejor.
Vale la pena mencionar, la crítica platónica al gobierno democrático. En su
opinión, la democracia constituye un gobierno de libertad y libertinaje. Cada uno hace lo
que le place y por eso la democracia exhibe una infinita variedad de hombres y mujeres.
No se exige cultura ninguna ni especial preparación para llegar a ser gobernante; basta
con que se afirme ser amigo del pueblo. Desaparecen las diferencias entre los ciudadanos
y es así como se establece una peligrosa anarquía. Se cierra la virtud y se abre el vicio.
Por su parte, el análisis de las formas de gobierno que hace Aristóteles es
presentado de una manera esquemática. Todas las formas tienen como elemento
gobernante a una, pocas o muchas personas; y su objetivo es, o el bien común de la
ciudad en conjunto, o la conveniencia privada de los gobernantes. Hay seis tipos básicos
de régimen. El reinado es la forma correcta de gobierno de un solo hombre, o
monárquico; la tiranía es la forma desviada de esa monarquía (el rey se convierte en
tirano o déspota); el gobierno de los pocos toma la forma, o bien de aristocracia (llamada
así “ya sea porque las mejores personas gobiernan, o porque están gobernando con
vistas a lo que es mejor para la ciudad y para quienes participan en él”) o de oligarquía-en
la cual los pocos no son los mejores, sino los ricos-; y el gobierno de la multitud en su
forma desviada es la democracia-gobierno de la mayoría, del pueblo, es decir de los
pobres-; en tanto que la forma correcta es llamada con el término común a todos los
regímenes, “constitución política”.
Sin embargo, Aristóteles aclara que la base para la distinción entre regímenes no
son los simples números. La diferencia esencial entre la democracia y la oligarquía son la
riqueza o su ausencia: la oligarquía es el gobierno de los ricos, que generalmente suelen
ser pocos, y la democracia es el gobierno de los pobres, que por lo general son la mayoría.
Por este motivo, y con el propósito de eliminar o atenuar el conflicto político entre ricos y
pobres, Aristóteles propone un régimen mixto (el sexto tipo de gobierno: constitución
política), mezcla de democracia y oligarquía. El régimen mejor es un gobierno
concentrado públicamente en buscar la virtud, es decir, la excelencia.
También Aristóteles critica a la democracia, ya que la considera como un gobierno
defectuoso, que se vincula con intereses particulares. Por este motivo, propone el
gobierno mixto como una síntesis entre democracia y oligarquía; es decir, como la ciudad
se construye de dos partes, ricos y pobres, el régimen mixto va a ser una combinación
entre éstas. Aristóteles opta por esto. El filósofo analiza detenidamente cada parte
constituyente en una comunidad, y de esto deduce quién debe y quién no debe participar
activamente en el gobierno. El régimen político está estrechamente ligado al
ordenamiento de las partes- o clases de la ciudad. El buen funcionamiento de la ciudad
depende, la mayoría de las veces, del cumplimiento adecuado de cada una de las
funciones o actividades que nos corresponden.

Trabajo práctico
Lean atentamente el texto, y subrayen ideas principales.
1. ¿Cuáles son las ideas que constituyen el enfoque clásico de la filosofía política?
Es decir, ¿en qué coinciden Platón y Aristóteles?
2. Según Platón, ¿cuál es la relación entre la filosofía y la política? ¿Qué opina
Aristóteles de este vínculo?
3. Enumeren y expliquen los regímenes de gobierno que presenta Aristóteles.
Según este filósofo, ¿cuál es la mejor forma de gobierno?
4. Expongan las razones que llevan a Platón y a Aristóteles a rechazar el régimen
democrático. ¿Por qué ambos filósofos creen que la democracia es un gobierno
inferior? ¿Cuál es, en cada caso, su desventaja?

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