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Sin embargo, a partir del siglo XI, el culto a las reliquias (restos de los santos) en los que se refugia
la fe cristiana fomenta -ante las dificultades de acceder a Jerusalén o Roma- la peregrinación a la
ciudad de Santiago de Compostela, donde se conservan los restos del apóstol. Desde Francia se
articulan las 4 rutas principales del conocido Camino de Santiago, que permite el desarrollo y la
evolución de la arquitectura románica, primera piedra en la reconstrucción de la futura Europa.
3. Ste-Foy-Conques. Planta 4. Ste-Foy-Conques. Nave central
En el extremo occidental de esta peregrinación que atraviesa Europa se levanta, en el finis terrae
del mundo medieval conquistado al infiel, la Catedral de Santiago de Compostela (1075-1125)
de la mano del maestro Bernardo. Se trata de una iglesia de planta de cruz latina de grandes
dimensiones (aprox. 100 x 75 m.), compuesta por una nave central y dos naves laterales, y un
crucero muy largo, compuesto también por tres naves, que otorga a la zona del crucero (cubierto
por un lucernario octogonal) una amplitud poco habitual. El deambulatorio da lugar a cinco
capillas radiales (cuadrada la central, respectivamente semicirculares y poligonales las
adyacentes) a las que se añaden las dos capillas laterales situadas en cada uno de los lados
contiguos del transepto. Existen tres entradas monumentales (fachada de la nave central y ambas
fachadas del crucero).
La cubierta de la nave central, de gran altura (22 m.) está compuesta por una bóveda de cañón
soportada por arcos fajones, cuyo arco de bóveda arranca de la galería superior y descansa en
pilares de planta cruciformes. La extensión horizontal de estas iglesias de peregrinación culmina
el eje longitudinal que simboliza el recorrido religioso iniciado en la basílica paleocristiana y
desarrollado en la bizantina. Sin embargo, al mismo tiempo, el ansia vertical de este esqueleto
interior, todavía cálido y tranquilizador, parece anunciar ya el camino hacia una nueva
arquitectura donde la luz y la transparencia tendrán un papel fundamental.
En paralelo a la evolución de la iglesia románica, durante la Alta Edad Media aparece también
una nueva tipología arquitectónica: el monasterio, un conjunto de edificios destinado a la vida en
comunidad de los monjes, situados en las rutas medievales de peregrinación. También llamados
cenobios (en su sentido etimológico “vida en común”) ofrecen al peregrino la seguridad física y
el aliento espiritual necesarios en un territorio hostil lleno de peligros. Por ello el monasterio es
habitualmente un recinto amurallado, cerrado y macizo, situado en las afueras de las poblaciones
o en el campo, a menudo con una torre para identificar su presencia en el entorno como símbolo
protector. Desde los primeros ejemplos se organizan de acuerdo al ideal de la regla benedictina
fundada por San Benito de Nursia, (480-547) basada en una vida de trabajo, lectura y oración,
que permite la salvaguarda y también la visualización de la historia del cristianismo.
9. Monasterio
Saint Gall.
Planta y planta
general con
distribución
El esquema de monasterio se establece hacia el año 820, cuando el abad Gozberto organiza la
distribución del conjunto del Monasterio de Saint Gall, basado en el módulo de 40 pies
carolingios (13,30 m.). Se trata de un dibujo a color en un pergamino que permite distinguir las
zonas de alojamiento abiertas a huéspedes (desde el propio Emperador o el Abad, a otros nobles,
caballeros y siervos), los espacios de trabajo, la iglesia de planta basilical longitudinal compuesta
por una nave sin transepto y flanqueada por 2 torres circulares en el acceso, así como las estancias
principales de los monjes (dormitorio, cocina, comedor –también llamado refectorio- y sala
capitular) articuladas alrededor de un patio rodeado por una galería perimetral cubierta que recibe
el nombre de claustro, núcleo del monasterio. El carácter centralizado responde a la organización
autosuficiente del conjunto, que subsiste gracias al aprovechamiento eficiente del agua y la
explotación de las propiedades agrícolas y ganaderas circundantes, al tiempo que garantiza una
vida de retiro bajo la protección de las representaciones bíblicas presentes en diversos elementos
arquitectónicos, con especial protagonismo para el tema de la muerte.
A partir de finales del siglo XI la localidad de Cluny, al sur de la región de Borgoña, se convierte
en el centro monástico de la cristiandad occidental. El pequeño núcleo de Cluny I deja paso al de
Cluny II, sobre cuya huella el monje-arquitecto Gunzo proyecta el complejo de la Abadía de
Cluny III (siglo XII), aplicando sus conocimientos musicales en la métrica y proporción entre las
partes, basada en el módulo de 5 pies romanos (1,5 m. aprox.). El conjunto forma una auténtica
ciudad autosuficiente, habitada por más de mil monjes, con numerosos edificios civiles y
religiosos, entre los que destaca la presencia de la iglesia, con una nave central de 180 m. de
longitud, flanqueada por dos naves laterales que culminan en un deambulatorio del que sobresalen
5 capillas. A su vez en la zona de la cabecera se sitúan dos transeptos, cada uno de ellos con cuatro
capillas.
La proporción de la iglesia dentro del conjunto, mucho mayor que en el resto de monasterios, los
cruceros señalados con torres, los cristales coloreados en ventanas, el mobiliario suntuoso y la
capacidad de albergar a miles de visitantes representa el punto álgido del románico francés, pero
también el carácter cada vez más civil, cuando no mundano, del conjunto.
El Monasterio de Poblet en Catalunya, construido a partir de la segunda mitad del siglo XII, es
un ejemplo representativo de monasterio cisterciense: apartado de la ciudad y lejos de castillos o
pueblos, su sencilla fachada es la antítesis de la presencia monumental de Cluny. Asimismo, el
interior austero manifiesta la piedra de su construcción, sin más revestimiento ni decoración
mural, con la ausencia de cualquier tipo de adorno o de representación. La presencia del
sempiterno arco de medio punto propio del románico se empieza a alternar, en algunas zonas, con
un arco ligeramente más elevado, que apunta hacia las soluciones de la nueva arquitectura gótica
que, durante las mismas décadas, está naciendo en el norte de Francia.