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Arquitectura románica II

En el inicio de la oscura “Edad de en medio” la desaparición del Imperio Romano de Occidente


(476 d.C) supone también durante los siglos VI-VII-VIII la desaparición del espacio arquitecónico
abovedado a gran escala, los órdenes clásicos griegos romanizados, la técnica del opus
caementicium y el sofisticado concepto de decorum. Como pudimos ver, hasta la restauración
carolingia no asistimos, en torno al año 800, a la recuperación de alguno de aquellos principios
arquitectónicos en la Capilla Palatina de Aquisgrán, cuyo pálido reflejo, fuera de la corte, es la
arquitectura prerrománica asturiana ejemplificada en la Iglesia de Santa María del Naranco (s.IX).

1.Iglesia San Miguel,


San Esteban Gormaz,
Soria, s.XI 2.Principales rutas peregrinación

Tras la muerte de Carlomagno el Imperio recién restaurado se transforma en un sistema feudal


inestable que prolonga a lo largo de los siglos IX-X-XI un contexto de hambre, miseria e
inseguridad colectiva, agravada por el milenarismo (terror a la llegada del apocalipsis en el año
1.000 d.C.). Ante esta situación la arquitectura románica se caracteriza en un primer momento por
la construcción de pequeñas iglesias de sólidos muros de piedra con pocas y pequeñas aberturas,
compuestas habitualmente por una sola nave (orientada este-oeste) cubierta con bóveda de cañón
y culminada en ábside semicircular, dando lugar a un edificio cerrado al exterior con un espacio
interior oscuro. El acceso sur a veces se completa con una sencilla galería y si existe torre se adosa
en la fachada norte (fig. 1).

Sin embargo, a partir del siglo XI, el culto a las reliquias (restos de los santos) en los que se refugia
la fe cristiana fomenta -ante las dificultades de acceder a Jerusalén o Roma- la peregrinación a la
ciudad de Santiago de Compostela, donde se conservan los restos del apóstol. Desde Francia se
articulan las 4 rutas principales del conocido Camino de Santiago, que permite el desarrollo y la
evolución de la arquitectura románica, primera piedra en la reconstrucción de la futura Europa.
3. Ste-Foy-Conques. Planta 4. Ste-Foy-Conques. Nave central

En el sur de Francia, la Iglesia de Sainte-Foy-de-Conques (1050-1120), obra del maestro Hugo,


supone el primer ejemplo notable de “iglesia de peregrinación”. Situada en lo alto de la localidad,
se trata de una iglesia de planta de cruz latina cuya nave central, de gran altura, está cubierta con
bóveda de cañón soportada en arcos fajones, y flanqueada por sendas naves laterales de dos pisos.
En el transepto se mantienen las naves laterales, y en el crucero se levanta una bóveda de mayor
elevación en forma de tambor octogonal. La cabecera de la iglesia se caracteriza por un
deambulatorio semicircular al que se abren tres pequeñas capillas curvas, que se relacionan con
las dos capillas situadas en el transepto.

5. Ste-Foy-Conques. Vista conjunto 6. Ste-Foy-Conques. Puerta Principal. Jucio Final

El volumen exterior manifiesta la complejidad y descomposición espacial de los diferentes


espacios interiores, destinados a la celebración de liturgias y oficios simultáneos. A su vez, la
puerta principal de la iglesia se caracteriza por la presencia de sucesivos arcos de medio punto
progresivamente rehundidos, de aspecto abocinado, en cuyo tímpano semicircular se representa,
a modo de libro de piedra, el tema grandioso de la representación del Juicio Final en altorrelieve,
sobre el soporte central del parteluz.
7. Catedral Santiago Compostela. Planta

En el extremo occidental de esta peregrinación que atraviesa Europa se levanta, en el finis terrae
del mundo medieval conquistado al infiel, la Catedral de Santiago de Compostela (1075-1125)
de la mano del maestro Bernardo. Se trata de una iglesia de planta de cruz latina de grandes
dimensiones (aprox. 100 x 75 m.), compuesta por una nave central y dos naves laterales, y un
crucero muy largo, compuesto también por tres naves, que otorga a la zona del crucero (cubierto
por un lucernario octogonal) una amplitud poco habitual. El deambulatorio da lugar a cinco
capillas radiales (cuadrada la central, respectivamente semicirculares y poligonales las
adyacentes) a las que se añaden las dos capillas laterales situadas en cada uno de los lados
contiguos del transepto. Existen tres entradas monumentales (fachada de la nave central y ambas
fachadas del crucero).

8. Catedral Santiago Compostela. Sección transversal, longitudinal y vista interior

La cubierta de la nave central, de gran altura (22 m.) está compuesta por una bóveda de cañón
soportada por arcos fajones, cuyo arco de bóveda arranca de la galería superior y descansa en
pilares de planta cruciformes. La extensión horizontal de estas iglesias de peregrinación culmina
el eje longitudinal que simboliza el recorrido religioso iniciado en la basílica paleocristiana y
desarrollado en la bizantina. Sin embargo, al mismo tiempo, el ansia vertical de este esqueleto
interior, todavía cálido y tranquilizador, parece anunciar ya el camino hacia una nueva
arquitectura donde la luz y la transparencia tendrán un papel fundamental.
En paralelo a la evolución de la iglesia románica, durante la Alta Edad Media aparece también
una nueva tipología arquitectónica: el monasterio, un conjunto de edificios destinado a la vida en
comunidad de los monjes, situados en las rutas medievales de peregrinación. También llamados
cenobios (en su sentido etimológico “vida en común”) ofrecen al peregrino la seguridad física y
el aliento espiritual necesarios en un territorio hostil lleno de peligros. Por ello el monasterio es
habitualmente un recinto amurallado, cerrado y macizo, situado en las afueras de las poblaciones
o en el campo, a menudo con una torre para identificar su presencia en el entorno como símbolo
protector. Desde los primeros ejemplos se organizan de acuerdo al ideal de la regla benedictina
fundada por San Benito de Nursia, (480-547) basada en una vida de trabajo, lectura y oración,
que permite la salvaguarda y también la visualización de la historia del cristianismo.

9. Monasterio
Saint Gall.
Planta y planta
general con
distribución

El esquema de monasterio se establece hacia el año 820, cuando el abad Gozberto organiza la
distribución del conjunto del Monasterio de Saint Gall, basado en el módulo de 40 pies
carolingios (13,30 m.). Se trata de un dibujo a color en un pergamino que permite distinguir las
zonas de alojamiento abiertas a huéspedes (desde el propio Emperador o el Abad, a otros nobles,
caballeros y siervos), los espacios de trabajo, la iglesia de planta basilical longitudinal compuesta
por una nave sin transepto y flanqueada por 2 torres circulares en el acceso, así como las estancias
principales de los monjes (dormitorio, cocina, comedor –también llamado refectorio- y sala
capitular) articuladas alrededor de un patio rodeado por una galería perimetral cubierta que recibe
el nombre de claustro, núcleo del monasterio. El carácter centralizado responde a la organización
autosuficiente del conjunto, que subsiste gracias al aprovechamiento eficiente del agua y la
explotación de las propiedades agrícolas y ganaderas circundantes, al tiempo que garantiza una
vida de retiro bajo la protección de las representaciones bíblicas presentes en diversos elementos
arquitectónicos, con especial protagonismo para el tema de la muerte.
A partir de finales del siglo XI la localidad de Cluny, al sur de la región de Borgoña, se convierte
en el centro monástico de la cristiandad occidental. El pequeño núcleo de Cluny I deja paso al de
Cluny II, sobre cuya huella el monje-arquitecto Gunzo proyecta el complejo de la Abadía de
Cluny III (siglo XII), aplicando sus conocimientos musicales en la métrica y proporción entre las
partes, basada en el módulo de 5 pies romanos (1,5 m. aprox.). El conjunto forma una auténtica
ciudad autosuficiente, habitada por más de mil monjes, con numerosos edificios civiles y
religiosos, entre los que destaca la presencia de la iglesia, con una nave central de 180 m. de
longitud, flanqueada por dos naves laterales que culminan en un deambulatorio del que sobresalen
5 capillas. A su vez en la zona de la cabecera se sitúan dos transeptos, cada uno de ellos con cuatro
capillas.

La proporción de la iglesia dentro del conjunto, mucho mayor que en el resto de monasterios, los
cruceros señalados con torres, los cristales coloreados en ventanas, el mobiliario suntuoso y la
capacidad de albergar a miles de visitantes representa el punto álgido del románico francés, pero
también el carácter cada vez más civil, cuando no mundano, del conjunto.

10. Abadía de Cluny III


Contra los excesos del conjunto de Cluny –“vanidad de vanidades”- durante el siglo XII el abad
Bernard de Clairvaux lidera la nueva orden reformista del Císter, que promueve la recuperación
del espíritu inicial de la regla benedictina, equilibrando liturgia, escritura y trabajo, regresando al
sentido original del monasterio como lugar de oración, retiro y pobreza.

11. Monasterio de Poblet. Planta Baja

El Monasterio de Poblet en Catalunya, construido a partir de la segunda mitad del siglo XII, es
un ejemplo representativo de monasterio cisterciense: apartado de la ciudad y lejos de castillos o
pueblos, su sencilla fachada es la antítesis de la presencia monumental de Cluny. Asimismo, el
interior austero manifiesta la piedra de su construcción, sin más revestimiento ni decoración
mural, con la ausencia de cualquier tipo de adorno o de representación. La presencia del
sempiterno arco de medio punto propio del románico se empieza a alternar, en algunas zonas, con
un arco ligeramente más elevado, que apunta hacia las soluciones de la nueva arquitectura gótica
que, durante las mismas décadas, está naciendo en el norte de Francia.

12. Comedor (refectorio) 13. Sala capitular 14. Dormitorio novicios

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