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TFG - RRLL y RRHH.

Crisis Económica y Salud


2016

ÍNDICE

Introducción .................................................................................................................... 2

1. Antecedentes ............................................................................................................... 3

1.1. Sistema capitalista y sociedad de consumo ........................................................... 3

1.2. Concepto de alienación desde dos puntos de vista ................................................ 4

1.2.1. Concepción marxista de alienación del trabajo .......................................... 4

1.2.2. Alienación como trastorno mental y de personalidad según M. Focault .... 6

2. El problema de la crisis económica y laboral........................................................... 7

2.1. El conflicto capital-trabajo como causante de la crisis.......................................... 8

3. Los efectos del desempleo y del trabajo precario en la salud mental .................. 14

3.1. Desempleo, trabajo precario y salud (mental) ..................................................... 14

3.1.1. Principales riesgos para la salud (mental) asociados al desempleo .......... 14

3.1.2. Efectos negativos del desempleo sobre la salud de la población .............. 15

3.2. Aspectos relacionados con la crisis económica y la salud mental ....................... 16

3.2.1. Morbilidad ................................................................................................ 16

3.2.2. Suicidio ..................................................................................................... 19

3.2.3. Consumo de psicofármacos ...................................................................... 22

3.2.4. Conclusiones y recomendaciones derivadas del Informe SESPAS .......... 23

4. Impacto de la crisis en la salud de la población inmigrante ................................. 25

4.1. La población inmigrante en España y su vulnerabilidad ante la crisis ................ 27

4.2. Crisis económica y salud de la población inmigrante ......................................... 27

4.3. La respuesta política en salud a la crisis y su relevancia para los inmigrantes ... 29

4.4. Crisis y acceso y calidad de la atención en salud de la población inmigrante .... 31

4.5. Conclusión derivada del informe SESPAS ......................................................... 33

Conclusión general y reflexión personal .................................................................... 34

Bibliografía.................................................................................................................... 35
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INTRODUCCIÓN

El objetivo del presente trabajo es principalmente poner de manifiesto los efectos que ha
causado en la salud de la ciudadanía la importante crisis del actual sistema económico.
Es un hecho que el aumento del desempleo y del trabajo precario ha estado mermando
la salud mental de muchas personas en nuestro país, y este trabajo tratará de analizar en
profundidad la realidad de este problema.

Para comenzar, enfocaremos nuestra visión en la raíz del problema, es decir, si se trata
de una crisis del sistema capitalista, es necesario analizar el funcionamiento del
capitalismo como sistema económico y social, prestando especial atención al concepto
de alienación del trabajo del que nos hablaba Karl Marx. Tras una primera toma de
contacto con nuestro sistema, nos centraremos en la crisis contemporánea que sufre,
tanto a nivel nacional como global.

Al analizar los estudios que han tratado de determinar las consecuencias de la crisis
económica en la salud mental de los ciudadanos específicamente, los resultados son
claros: la salud mental se ve negativamente afectada durante los periodos de precariedad
económica. Por ello, procederemos al análisis de los datos disponibles hasta el momento
sobre diferentes aspectos relacionados con la crisis económica y la salud mental, tales
como morbilidad, suicidio y consumo de psicofármacos, con especial atención a
determinados grupos vulnerables o aspectos concretos como el desempleo y el trabajo
precario, haciendo especial hincapié en la población inmigrante, cuya salud se ve
especialmente perjudicada debido a las consecuencias de la crisis económica.

Finalmente el trabajo concluirá con una reflexión personal sobre lo que conlleva
realmente este problema para las personas. Preguntémonos: ¿Qué ocurre realmente con
esas personas que han perdido su puesto de trabajo y están a merced de un subsidio que
no les durará para siempre? ¿Qué pasa por la mente de esas personas que no encuentran
empleo y ven que no pueden llegar a fin de mes? ¿Qué ilusiones puede tener una
persona cuyo sueldo no llega a mil euros al mes trabajando 8 horas diarias? ¿Con qué
mentalidad afrontan estas personas su futuro?

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1. ANTECEDENTES

La presente crisis económica y social que actualmente atravesamos está afectando


negativamente a la sociedad en su conjunto. Son varias las razones que nos hicieron
caer en dicha crisis que comenzó en 2008, razones que más tarde trataremos, pero
primero es lógico centrarnos en el tipo de sistema y de sociedad en que vivimos y que
lleva años tambaleándose, generando cada vez más desigualdad entre clases sociales
desde el inicio de la crisis, hablamos de la sociedad de consumo y el sistema capitalista
contemporáneo o como lo conocemos ahora: modelo neoliberal. Asimismo,
relacionaremos por qué este tipo de sistema económico y social puede afectar
negativamente a la salud mental de los individuos, observando el concepto de alienación
del trabajo.

La actual crisis guarda bastante relación con nuestro modelo económico neoliberal, y así
lo expresaba en 2009, el economista Albert Recio Andreu, en un artículo titulado La
crisis del neoliberalismo para la Revista de Economía Crítica:

“La profundidad de la crisis económica y sus características ponen en cuestión todas las
justificaciones del modelo neoliberal. No solo ha fracasado en su pretensión de ofrecer
una sustancial mejora del bienestar social, sino que resulta ineficiente aún en los
limitados términos del funcionamiento normal de los mercados. La crisis financiera
constituye una de las mejores plasmaciones de su ineficacia e impudicia. Algo que ya
sabíamos que se había producido en anteriores crisis (la rusa, la del sudeste asiático, la
de las punto.com, la de Enron), pero que ahora alcanza al núcleo central del modelo.”

1.1. SISTEMA CAPITALISTA Y SOCIEDAD DE CONSUMO

En primer lugar, atendamos a una escueta descripción marxista del funcionamiento del
capitalismo, para Marx, en un sistema de producción capitalista, las relaciones humanas
de producción son entre capitalista y proletario. La forma de explotación es mediante el
trabajo asalariado, que es formalmente libre. Y la forma de apropiación del trabajo
ajeno es mediante la apropiación privada de la plusvalía a través del “mercado”, sin
coacción extraeconómica.

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En la actualidad estamos pasando por una etapa del capitalismo que denominamos
neoliberalismo y así lo definieron Gérard Duménil y Dominique Lévy en Una teoría
marxista del liberalismo en el año 2011:

“El neoliberalismo es una etapa del capitalismo, la última hasta la fecha, cuyo rasgo
principal es el reforzamiento del poder y de la ganancia de la clase capitalista. Una
cuestión de instituciones financieras y de clase. Esta recuperación es el resultado de una
entidad social híbrida que nosotros bautizamos como las finanzas. Engloba la parte
superior de la clase capitalista y ‘sus’ instituciones financieras. Por esta razón podemos
designar este orden social como una segunda hegemonía financiera, que hace eco a la
primera (la de comienzos del siglo XX a la depresión de los años 30).”

1.2. CONCEPTO DE ALIENACIÓN DESDE DOS PUNTOS DE VISTA

Atendiendo a los dos conceptos de alienación que se exponen a continuación, podemos


observar una cierta relación entre este trastorno y la merma de la salud en las personas
que viven de alguna manera absorbidas por su trabajo. A este suceso le añadimos la
situación de crisis actual en la que el trabajo precario ha aumentado y se dan numerosos
casos de personas que se quedan sin empleo, un empleo que les hacía sentirse útiles y
que de alguna manera les ayudaba a encontrarse a sí mismos. Es por eso por lo que
debemos hacer énfasis en el fenómeno de la alienación en relación con la precariedad
laboral y el desempleo.

1.2.1. CONCEPCIÓN MARXISTA DE ALIENACIÓN DEL TRABAJO

¿En qué consiste la alienación o enajenación del trabajo?

“Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser;


en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz,
sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su
cuerpo, arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y
en el trabajo, fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en
lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la
satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades

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fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan
pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo
como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un
trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra
la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en
que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. Así como en la religión la
actividad propia de la fantasía humana, de la mente y del corazón humano, actúa sobre
el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o
diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a
otro, es la pérdida de sí mismo.” (Marx, “Manuscritos económico-filosóficos”, año
1844).

La condición humana en el capitalismo: la alienación en la producción capitalista:


“Consideramos un hecho que la gran mayoría de los individuos actuales vive en un
contexto capitalista, e intentaremos mostrar (apoyándonos en Marx), como en este rige
el trabajo alienado. “Estar alienado de” significa “estar separado de”, como lo entiende
la terminología jurídica al considerar como un acto de alienación, la separación de un
bien que ocurre en una venta, cesión o préstamo, mas resulta claro que lo que preocupa
a Marx en su crítica al capitalismo es el hecho de que en ese modo de producción y de
vida, el individuo (en especial el obrero, pero también el capitalista y sus
representantes), se encuentra mutilado e impedido de desarrollarse como individuo
universal (o sea, desarrollado en todas sus vocaciones y aptitudes) porque se encuentra
separado (o sea “alienado”) de diversos modos: del otro individuo, con y no contra cuya
libertad debería realizarse la suya propia, de sí mismo, y de múltiples instancias donde
se dan y/o plasman las relaciones interindividuales.” (López Velasco, año 2012).

No olvidemos que Marx, siguiendo a Aristóteles (para quien el ser humano es un ser
político), considera al individuo como un nudo de la red de relaciones sociales en las
que esta insertado. Ahora bien, para Marx la relación económica fundamental existente
en el capitalismo es la que une-opone a los dueños de los medios de producción
(capitalistas) a sus asalariados (no propietarios de medios de producción).
Al mismo tiempo sostuvo que en el capitalismo la producción es guiada por la
valorización del valor (el dinero invertido en fuerza de trabajo y medios de producción
debe generar un producto cuya venta arroja un dinero de valor superior al inicial).

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Consideramos que las observaciones marxianas acerca de la alienación realizadas en “El
Capital”, pueden ser subsumidas en una y/o en otra de las tres normas fundamentales
deducidas en nuestra ética argumentativa ecomunitarista.

1.2.2. ALIENACIÓN COMO TRASTORNO MENTAL Y DE


PERSONALIDAD SEGÚN M. FOCAULT

Según Michel Focault la alienación mental es una consecuencia de todas las


contradicciones de la sociedad, en la cual el hombre está relacionado. El hombre se
siente alienado cuando la sociedad lo trata como un extraño, no se le reconoce su
enfermedad, y se le excluye. Además se le priva de sus libertades.

Para entender la alienación como enfermedad mental y trastorno de la personalidad nos


centraremos en un fragmento del capítulo V del libro “Enfermedad mental y personalidad” del
propio Focault:

"El enfermo se siente a sí mismo como un extraño y sin embargo, no es posible darse cuenta
de la experiencia patológica sin referirla a estructuras sociales."

El asunto de este fragmento es una aporía: el enfermo mental se mira a sí mismo y solo ve a
otra persona que no conoce. Se ve distinto. Poseído por una fuerza que no se sabe de dónde ha
venido. Este dramático desconcierto parecería concernirle solo a él y a los mecanismos que le
hayan llevado a esa situación. Y sin embargo, esa patología no tiene una historia
exclusivamente individual. Está insertada de alguna manera en las exigencias que una
determinada sociedad marca a los individuos para ser considerados "extraños" o "no extraños".
La enfermedad mental como "extrañeza" del individuo respecto de sí mismo, reproduce los
ideales de normalidad de la sociedad a la que pertenece.

Desde la Ilustración, al enfermo mental ya no se le ve como un poseído por una fuerza


sobrenatural, un endemoniado. Cualquiera, sin culpa por su parte, puede ser afectado por la
locura. Más que como posesión, ésta pasa a ser considerada como una desposesión de
facultades humanas mentales. Sin embargo, este tratamiento humanista del loco encierra un
reverso oscuro. Efectivamente, si el demente es aquel a quien le fallan algunas de esas
facultades, ¿cuáles son éstas? Precisamente faltan aquellas que, en una concepción burguesa
de la sociedad, determinan la normalidad del individuo para ser un ciudadano: el uso adecuado

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de su libertad que permite gobernar la propia voluntad con criterios adecuados. El loco no es
capaz de manejar su voluntad de manera normal. Por ello puede ser sustituida por la de otra
persona que esté facultada para tomar decisiones socialmente aceptables. Incluso podrá ser
internado debido al peligro potencial que supone una libertad descontrolada.

Vemos que no es lo mismo perder una facultad orgánica que una facultad mental. Por lo
general, el deterioro de las facultades físicas no vuelve extraño a quien las padece, ni siquiera
para sí mismo. En cambio, cuando esa desposesión es mental, ni la sociedad ni el propio
enfermo saben cómo tratar al "nuevo" ser que ahí se manifiesta. Su realidad ha cambiado y el
contacto con la realidad no puede ser el mismo.

El enfermo que ha perdido la facultad que le hace aceptable en la sociedad, pasa de ser un
ciudadano a ser excluido de la vida en sociedad. Es un extraño. Sigue siendo un ser humano,
pero solo en un sentido abstracto. Pertenece por definición a la comunidad de los hombres,
pero no es uno más. Su personalidad ya no es humana. Ya no puede estar con los humanos. Es
humano de nombre, pero solo eso.

2. EL PROBLEMA DE LA CRISIS ECONÓMICA Y LABORAL

En este apartado prestaremos especial atención al aumento del desempleo y el trabajo


precario como consecuencia de la crisis. Como todos sabemos, desde el año 2008,
España sufre una importante crisis económica cuyos efectos han sido devastadores para
parte de la población, la cantidad de empleo que se ha destruido es incalculable, En abril
de 2013, la tasa de paro se situó en el 27,16% (INE, 2013), una cifra inédita para la
economía española y que, con la excepción de Grecia, se situaba muy lejos de la tasa
correspondiente a los países de nuestro entorno geográfico y económico. A esto se le
añade que nuestros gobernantes no han sabido estar a la altura de lo que la situación
requería, lo que ha hecho que la ciudadanía se sienta de algún modo desprotegida y
descontenta con un Estado sobresaturado, incapaz de aportar soluciones reales y
eficaces a los problemas de la gente.

Como hemos dicho, es incalculable la cantidad de empleo que se ha destruido, y está


costando mucho esfuerzo volver a recuperar. Además, el empleo que se genera, es en
gran medida, trabajo precario (contratos basura), algo de lo que se aprovechan

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numerosos empresarios para pagar menos mano de obra, y que en ocasiones se acerca
más a la esclavitud que al trabajo asalariado.

2.1. EL CONFLICTO CAPITAL-TRABAJO COMO CAUSANTE DE LA


CRISIS

Para la realización de este apartado nos apoyaremos en este interesante artículo


publicado por Vicenç Navarro en la revista Le Monde Diplomatique, en julio de 2013.
Este artículo analiza cómo la relación entre el mundo del capital y el mundo del trabajo
ha configurado la crisis económica y financiera actual:

En la extensísima literatura escrita sobre las causas de la crisis actual, pocos autores se
han centrado en el conflicto capital-trabajo (lo que solía llamarse “lucha de clases”).
Una posible causa de ello es la atención que ha tenido la crisis financiera como supuesta
causa única de la recesión. Eso ha desviado a los analistas del contexto económico y
político que determinó y configuró la crisis financiera así como la económica, la social
y la política. En realidad no se puede analizar cada una de ellas y la manera como están
relacionadas sin referirse a tal conflicto capital/trabajo. Como bien dijo Marx: “La
historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”. Y las crisis actuales son un
claro ejemplo de ello.

Durante el periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, el conflicto renta del
capital versus renta del trabajo se apaciguó gracias a un pacto entre los dos adversarios.
Este pacto determinó que los salarios, incluyendo el salario social (con aumento de la
protección social basada en el desarrollo de los servicios públicos del Estado del
Bienestar) evolucionaran con el aumento de la productividad. Consecuencia de ello: las
rentas del trabajo subieron considerablemente, alcanzando su máximo (a los dos lados
del Atlántico Norte) en la década de 1970 (la participación de los salarios, en términos
de compensación por empleado, en EEUU fue del 70% del PIB; en los países que serían
más tarde la UE-15, este porcentaje era el 72,9%; en Alemania un 70,4%; en Francia un
74,3%; en Italia un 72,2%; en el Reino Unido un 74,3% y en España un 72,4%).

A finales de la década de 1970 y principios de los años 1980, este pacto social se
rompió como consecuencia de la rebelión del capital ante los avances del mundo del

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trabajo. La respuesta del capital fue el desarrollo de una cultura económica nueva
basada en el liberalismo, pero con una mayor agresividad. Es lo que llamamos el
neoliberalismo, cuyo objetivo es recuperar el terreno perdido mediante el debilitamiento
del mundo del trabajo. A partir de entonces, el crecimiento de la productividad no se
tradujo tanto en el incremento de las rentas del trabajo, sino en el aumento de las rentas
del capital. Y esta respuesta, mediante el desarrollo de las políticas neoliberales (que
constituían un ataque frontal a la población trabajadora), fue muy exitosa: las rentas del
trabajo descendieron en la gran mayoría de países citados anteriormente. En EEUU
pasaron a representar en 2012 el 63,6% del PIB; en los países de la UE-15 el 66,5%; en
Alemania el 65,2%; en Francia el 68,2%; en Italia el 64,4%; en el Reino Unido el
72,7%; y en España el 58,4%. El descenso de las rentas del trabajo durante el periodo
1981-2012 fue de un 5,5% en EEUU, un 6,9% en la UE-15, un 5,4% en Alemania, un
8,5% en Francia, un 7,1% en Italia, un 1,9% en el Reino Unido y un 14,6% en España,
siendo este último país donde tal descenso fue mayor.

Tales políticas fueron iniciadas en 1979 en el Reino Unido la Primera Ministra Margaret
Thatcher y en 1980en Estados Unidos por el presidente Ronald Reagan. También fueron
aceptadas como “inevitables y necesarias” por el gobierno socialista de François
Mitterrand en Francia en 1983, al sostener que su programa de clara orientación
keynesiana (con el cual había sido elegido en 1980) no podía aplicarse debido a la
europeización y globalización de la economía, postura sostenida por la corriente
dominante dentro de la socialdemocracia europea conocida como Tercera Vía (en
España, a partir de 1982, por los gobiernos socialistas de Felipe González).

La aplicación de estas políticas neoliberales, definidas como “socio-liberales”


caracterizaron las políticas de los gobiernos socialdemócratas en la UE. Todas ellas
tenían como objetivo facilitar la integración de las economías de los países de la UE en
el mundo globalizado, aumentando su competitividad a base de estimular las
exportaciones a costa de la reducción de la demanda doméstica, reduciendo los salarios.
Una consecuencia de estas políticas fue que el aumento de la productividad no
repercutió en el aumento salarial, sino en el aumento de las rentas del capital.

Para alcanzar este objetivo, el desempleo fue un componente clave para disciplinar al
mundo del trabajo. En todos estos países, el desempleo aumentó enormemente. Pasó de
ser un 4,8% en EEUU en 1970 a un 9,6% en 2010. En los países de la UE-15 pasó de un

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2,2% a un 9,6%; en Alemania de un 0,6% a un 7,1%; en Francia de un 1,8% a un 9,8%;
en Italia de un 4,9% a un 8,4%; en el Reino Unido de un 1,7% a un 7,8% y en España
de un 2,4% a un 20,1%, siendo este crecimiento mayor en este último país.

Esta polarización de las rentas, con gran crecimiento de las rentas de capital a costa de
las rentas del trabajo, es el origen de las crisis económicas y financieras. La disminución
de las rentas del trabajo creó un gran problema de escasez de demanda privada. Pero
esta pasó desapercibida como consecuencia de varios hechos. Uno de ellos fue la
reunificación alemana en 1990 y el enorme gasto público que la acompañó (a fin de
incorporar el Este de Alemania al Oeste y facilitar la expansión de la Alemania
Occidental en la Oriental), que se financió principalmente a base de aumentar el déficit
público de Alemania, pasando de estar en superávit en 1989 (0,1% del PIB) a tener
déficit cada año desde entonces y alcanzando un 3,4% de déficit en 1996. Alemania
siguió, pues, una política de estímulo a través del gasto público, que (como resultado de
su tamaño y centralidad) benefició a toda la economía europea.

El segundo hecho fue el enorme endeudamiento de la población. Los créditos baratos


concedidos por el sistema bancario retrasaron el impacto que el descenso de las rentas
del trabajo tuvo en la reducción de la demanda. Este endeudamiento fue facilitado en
Europa por la creación del euro, que tuvo como consecuencia la tendencia a hacer
confluir los intereses de los países de la Eurozona con los de Alemania. La sustitución
del marco alemán y la de todas las monedas de la Eurozona por el euro, tuvo como
consecuencia la “alemanización” de los intereses monetarios. España es un claro
ejemplo. El precio del crédito nunca había sido tan bajo, facilitando el enorme
endeudamiento de las familias (y empresas) españolas, pasando así desapercibida la
enorme pérdida de capacidad adquisitiva de la población trabajadora.

Por otra parte, la gran acumulación de capital (resultado de que la mayor parte del
aumento de riqueza de los países, causado por el aumento de la productividad, sirviera
predominantemente a aumentar las rentas del capital en lugar de las rentas del trabajo)
explica el aumento de las actividades especulativas, incluyendo la aparición de las
burbujas, de las cuales las inmobiliarias fueron las más comunes, aunque no las únicas.
La rentabilidad era mucho más elevada en el sector especulativo que en el productivo, el
cual estaba algo estancado, como resultado de la disminución de la demanda. El
crecimiento del capital financiero fue la característica de este periodo a los dos lados del

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Atlántico Norte, crecimiento resultante del endeudamiento y de las actividades
especulativas. Este crecimiento se basaba, en parte, en la necesidad de endeudarse,
debido al continuo descenso del crecimiento anual de los salarios en todos estos países,
una situación especialmente acentuada en los países de la UE-15 (los más ricos). Así, tal
crecimiento anual medio en los países de la Eurozona descendió de un 3,5% en el
periodo 1991-2000 a un 2,4% en el periodo 2001-2010; en Alemania de un 3,2% a un
1,1% y en España de un 4,9% a un 3,6%.

Los establishments financieros y políticos de la Unión Europea creyeron que la crisis


financiera estaba creada y originada por el colapso del banco estadounidense Lehman
Brothers y se limitaría al sector bancario de EEUU. Thomas Palley, una de las mentes
económicas más claras de EEUU y más desconocidas en Europa, cita al que era
Ministro de Finanzas alemán, el socialista Peer Steinbrück (candidato del SPD a la
cancillería en las elecciones del próximo 22 de septiembre) que profetizó que aquello –
resultado de las debilidades del sistema financiero estadounidense- significaría el fin del
estatus de EEUU como gran poder financiero. Este colapso del dólar, según él,
beneficiaría al euro.

La gran ironía de estas predicciones es que quien al final salvó a la banca alemana fue el
Federal Reserve Board (FRB), el Banco Central de EEUU. El modelo alemán basado en
la exportación hizo a la banca alemana enormemente vulnerable a ser contaminada. Los
bancos alemanes estaban masivamente intoxicados con los productos especulativos
(subprimes) de la banca estadounidense. Grandes bancos (como el Sachsen LB, el IKB
Deutsche Industriebank, el Deutsche Bank, el Commerzbank, el Dresdner Bank o el
Hypo Real Estate) así como las Cajas (como BayernLB, WestLB y DZ Bank) entraron
en el periodo 2007-2009 en una enorme crisis de solvencia, teniendo que ser todos
rescatados, muchos de ellos, por cierto, con la ayuda del Reserva Federal de EEUU.

La orientación económica, basada en la exportación (algo típico del modelo liberal),


había contagiado profundamente al capital financiero alemán, como resultado de sus
inversiones financieras tanto en la banca estadounidense (llena de productos tóxicos)
como en los países periféricos llamados PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España) y
más tarde GIPSI (con la incorporación de Italia), llenas de actividades especulativas de
tipo inmobiliario. En realidad la crisis financiera alemana y europea era incluso peor
que la estadounidense y, cuando la enorme burbuja especulativa explotó (al paralizarse

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la banca alemana), apareció con toda crudeza el enorme problema del endeudamiento
causado por la reducción de la demanda, ella misma provocada por la bajada de la renta
del trabajo.

Una de las causas de ello es la arquitectura del sistema de gobierno del euro, resultado
del dominio del capital financiero en su gobernanza. Tal sistema de gobierno es
producto de un diseño neoliberal que se basa, en parte, en la diferencia de
comportamientos entre el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal y, en
parte, en el distinto tipo de modelo exportador de EEUU y la Eurozona (multipolar en
EEUU y centrado en la propia Eurozona en el caso europeo).

El BCE no es un banco central. La Reserva Federal sí lo es. El BCE no presta dinero a


los Estados y no los protege frente a la especulación de los mercados financieros. De ahí
que los Estados periféricos estén tan desprotegidos, pagando unos intereses claramente
abusivos que han dado pie a la enorme burbuja de la deuda pública de estos países. Esto
no ocurre en EEUU. La Reserva Federal protege al Estado norteamericano. California
tiene una deuda pública tan preocupante como lo es la griega, pero esto no es una
situación asfixiante para su economía. Sí lo es en Grecia.

A la luz de estos datos es absurdo que se acuse a los países periféricos de haber causado
la crisis debido a su falta de disciplina fiscal. España e Irlanda estaban en superávit en
sus cuentas del Estado durante todo el periodo 2005-2007. Eran los discípulos
predilectos de la escuela neoliberal, dirigida por la Comisión Europea, siendo el
Ministro Pedro Solbes, que había sido Comisario de Asuntos Económicos de la UE, el
arquitecto de tal ortodoxia. En realidad, Alemania, durante el periodo 2002-2007, tuvo
déficits públicos mayores que la supuestamente indisciplinada España.

No fue su inexistente falta de disciplina, sino la falta de un Banco Central que apoyara
su deuda pública lo que causó el crecimiento de los intereses de la deuda pública,
provista por los bancos alemanes entre otros, que se beneficiaron de la elevada prima de
riesgo. El fin primordial de las medidas de recortes del gasto público, incluyendo el
gasto público social, es pagar los intereses a la banca alemana, entre otros. El enorme
sacrificio de los países GIPSI no tiene nada que ver con la explicación que se da en los
medios y otros fórums de difusión del pensamiento neoliberal que atribuyen los recortes
a la necesidad de corregir sus excesos, sino a pagar a una banca que controla el BCE

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que, en lugar de proteger a los Estados, los debilita para que tengan que pagar mayores
cantidades a la banca. La evidencia de ello es abrumadora. El famoso rescate a la banca
española es, en realidad, el rescate a la banca europea, incluyendo la alemana, la cual
tiene invertidos más de 200.000 millones de euros en activos financieros españoles.

Una variación de esta explicación es el argumento de que el problema de la Eurozona es


el grado del diferencial de competitividad, con alta competitividad en el centro –
Alemania y Países Bajos- y reducida competitividad en el sur –GIPSI-. Este diferencial
explica que los primeros tengan balanzas de comercio exterior positivas (exportan más
que importan), mientras que los segundos las tengan negativas (es decir, importan más
de lo que exportan). De ahí que la solución pase por un mayor crecimiento de la
competitividad de los segundos. Y la mejor manera es bajar los salarios (lo que se llama
devaluación doméstica).

Pero tal explicación tiene serios problemas. En primer lugar, ni Irlanda ni Italia tenían
balanzas comerciales negativas cuando la crisis se inició. Es más, el crecimiento del
componente negativo de la balanza de pagos en los países GIPSI se debió
predominantemente al aumento de las importaciones, resultado del endeudamiento, no
del descenso de la productividad o competitividad. Y ahora la mejora de su balanza
comercial se debe a su escasa demanda. En ambos casos, poco que ver con cambios en
la competitividad. En realidad, la productividad laboral estandarizada por actividad
económica no es sustancialmente diferente en España que en Alemania. El problema,
pues, no puede explicarse por un diferencial de competitividad, sino por un diferencial
de demanda, acentuado a nivel europeo por un problema estructural, resultado del
descenso de las rentas del trabajo. El motor de la economía de la eurozona se basa en el
modelo exportador alemán, cuyo éxito se basa en la moderación salarial alemana (con
salarios muy por debajo del nivel que les corresponde por el nivel de productividad), en
la imposibilidad de los países periféricos de poder reducir el precio de su moneda
(beneficiando a Alemania con ello), en la enorme concentración de euros, la movilidad
de capitales de la periferia al centro y el dominio de las estructuras financieras, a través
de la enorme influencia sobre el BCE que no actúa como un Banco Central. Ver la
balanza de pagos como resultado de una diferencia de productividad es profundamente
erróneo.

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En realidad, Alemania debería actuar como motor estimulante de la economía, no
mediante el aumento de sus exportaciones (basadas en bajos salarios), sino en un
crecimiento de su demanda doméstica, incrementando sus salarios y su escasa
protección social. El trabajador alemán tiene más en común con los trabajadores de los
países GIPSI que con su establishment financiero y exportador. Y en los países
periféricos deberían seguirse también políticas de estímulo, revirtiendo las políticas de
austeridad que están contribuyendo a la recesión, además del malestar de las clases
populares; políticas a las que se opondrán los agentes del capital, pues éstos verán
reducidos sus ingresos. Así de claro. Marx, después de todo, llevaba razón.

3. LOS EFECTOS DEL DESEMPLEO Y DEL TRABAJO


PRECARIO EN LA SALUD MENTAL

3.1. DESEMPLEO, TRABAJO PRECARIO Y SALUD (MENTAL)

Para la realización de la primera parte de este apartado nos apoyaremos primero en un


interesante artículo de Antonio Espino Granado, de 2014, titulado Crisis económica,
políticas, desempleo y salud (mental), concretamente nos centraremos en su apartado
tres: Desempleo, trabajo precario y salud (mental).

3.1.1. PRINCIPALES RIESGOS PARA LA SALUD (MENTAL)


ASOCIADOS AL DESEMPLEO

La pérdida del empleo constituye uno de los principales factores de riesgo de aparición
de problemas de salud mental tales como la ansiedad, el insomnio, la depresión y las
conductas disociales y autolesivas. Eisenberg y Lazarsfeld (1938) han establecido para
los años de la Gran Depresión las consecuencias negativas para la salud asociadas al
alto desempleo: deterioro emocional, descenso de la autoestima, pérdida del sentido
estructurante del tiempo vital y apatía e indolencia, con disminución de las actividades
cotidianas y de la participación social y política.

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TFG - RRLL y RRHH. Crisis Económica y Salud
2016
Resultados comparables encontramos en estudios de los años 70 en relación con la crisis
del petróleo, lo que expresa el mantenimiento de una misma cultura laboral y la
estabilidad de las respuestas de los trabajadores frente a este tipo de situaciones.
El desempleo puede causar, por sí mismo, la aparición de los primeros problemas de
salud mental en una persona previamente sana, especialmente entre desempleados de
más de 6 meses de duración, personas con educación superior y grupos minoritarios,
apareciendo cuadros de tipo depresivo y de ansiedad generalizada que no habían
padecido con anterioridad.

3.1.2. EFECTOS NEGATIVOS DEL DESEMPLEO SOBRE LA SALUD DE


LA POBLACIÓN

Habiendo cumplido el crecimiento económico y social del siglo XX un importante


papel en la disminución de las tasas de mortalidad y en el crecimiento de la esperanza
de vida, estudios longitudinales sobre las fases expansivas y recesivas de estos grandes
ciclos económicos han detectado que las cifras de mortalidad general tienden a
aumentar más en las épocas de expansión que en las de recesión. La relación entre nivel
de vida de una población, índices de mortalidad y tasas de suicidio difiere entre unos
países y otros, en función de las características de su desarrollo económico y de su
grado de protección socio-sanitario.

Así lo confirman Blasco-Fontecilla y al. (2012). Mientras en los países con mayor
desarrollo económico-social (UE, EEUU, Canadá, Nueva Zelanda y Australia) existe
una correlación negativa desde hace años entre crecimiento de la riqueza nacional y tasa
de suicidios (a mayor riqueza menos suicidios), países y regiones en desarrollo como
América Latina y el Caribe, mantienen una tendencia al alza de la tasa de suicidios a
pesar de crecer su economía, lo que se debe, a su juicio, a la carencia en estos países de
las infraestructuras socio-sanitarias adecuadas y recursos suficientes para una buena
atención de los problemas de salud mental que lleve consigo medidas eficaces en la
prevención del suicidio en personas con trastornos mentales severos y, por tanto, con
mayor riesgo de poder actuar contra su vida.

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TFG - RRLL y RRHH. Crisis Económica y Salud
2016
3.2. ASPECTOS RELACIONADOS CON LA CRISIS ECONÓMICA Y LA
SALUD MENTAL: MORBILIDAD, SUICIDIO Y CONSUMO DE
PSICOFÁRMACOS (INFORME SESPAS 2014)

Numerosos estudios han tratado de determinar las consecuencias de las crisis


económicas sobre la salud de los ciudadanos. Los resultados de estos trabajos plantean
ciertas controversias acerca del impacto positivo o negativo de las dificultades
económicas sobre la salud física. Sin embargo, estas controversias desaparecen al
analizar los estudios específicos en salud mental. En este caso, los resultados son claros:
la salud mental se ve negativamente afectada durante los periodos de precariedad
económica. El objetivo del trabajo es presentar los datos disponibles hasta el momento
sobre diferentes aspectos relacionados con la crisis económica y la salud mental, tales
como morbilidad, suicidio y consumo de psicofármacos, con especial atención a
determinados grupos vulnerables o aspectos concretos como el desempleo.

3.2.1. MORBILIDAD

Los trabajos previos a la crisis financiera del año 2008 sugieren que las dificultades
económicas contribuyen a una peor salud mental. Publicaciones más recientes se han
centrado en la depresión y el suicidio. En relación a la depresión, el estudio de Lee S.,
Guo WJ. y Tsang A. indica un aumento significativo de este trastorno durante la crisis
financiera asiática entre los años 2007 (8,5%) y 2009 (12,5%). Otros trastornos, como
los de ansiedad, del sueño o de abuso de sustancias, apenas han sido estudiados.

Las recesiones económicas ejercen un impacto negativo sobre la salud mental por
diversos factores interrelacionados, entre los que el desempleo constituye el principal
factor de riesgo. Numerosos estudios han utilizado esta variable para investigar la
relación entre salud mental y crisis económica. Las diferentes publicaciones que
analizan el bienestar afectivo de empleados y desempleados muestran una mayor
presencia de sintomatología ansiosa y depresiva entre las personas sin empleo. Al
comparar longitudinalmente la transición del empleo al desempleo se observa que
repercute de manera clara sobre el bienestar psicológico general, la depresión y la
ansiedad. Por lo tanto, el desempleo y los factores asociados están relacionados con una
mayor prevalencia de trastornos mentales en general y de depresión en particular. De

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TFG - RRLL y RRHH. Crisis Económica y Salud
2016
hecho, las personas desempleadas presentan un riesgo entre dos y siete veces mayor de
padecer depresión.

A pesar de que casi todos los países europeos se han visto afectados por la actual
situación económica, España forma parte del conjunto de países con peores
consecuencias, al padecer un especial debilitamiento de la actividad económica en
forma de destrucción de puestos de trabajo, un deterioro de las finanzas públicas más
intenso que otras economías de la Unión Europea y de la zona euro, y un aumento de la
deuda privada. Por ello, se realizó el estudio IMPACT, titulado “los riesgos para la
salud mental de la crisis económica en España: evidencia de los centros de atención
primaria, de 2006 y 2010”, con el objetivo de comparar la prevalencia de los trastornos
mentales más frecuentes en atención primaria en dos momentos económicos diferentes
(antes y durante la actual crisis económica) y analizar el impacto del aumento del
desempleo sobre la prevalencia de los trastornos mentales más frecuentes en este
ámbito. Se recogieron los datos de un estudio epidemiológico, transversal y
multicéntrico (estudio SCREEN) realizado en 2006 en todas las comunidades
autónomas y se diseñó un trabajo similar en 2010, durante la crisis económica, en los
mismos centros de salud, en el mismo ámbito geográfico y con idénticos instrumentos
de evaluación. En el primer estudio participaron 1925 médicos de atención primaria y se
seleccionó una muestra de 7940 pacientes; en el estudio IMPACT participaron 1175
médicos de atención primaria, con una muestra final de 5876 pacientes. Los
instrumentos que se utilizaron en ambos estudios fueron un cuaderno de recogida de
datos con características sociodemográficas y laborales, y la versión española de la
entrevista diagnóstica PRIME-MD validada por el grupo de Baca et al.

Los resultados obtenidos antes y durante la crisis económica indican que aumentaron de
manera significativa los trastornos del estado de ánimo (19,4% en depresión mayor y
10,8% en distimia), los trastornos de ansiedad (8,4% en trastorno de ansiedad
generalizada y 6,4% en crisis de angustia), los trastornos somatomorfos (7,2%) y el
abuso de alcohol (4,6% en dependencia de alcohol y 2,4% en abuso de alcohol),
quedando fuera de la significación los trastornos de la alimentación (fig. 1).

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2016
En la figura 2 puede verse el incremento relativo de los trastornos mentales entre 2006 y
2010. En la dependencia de alcohol y el abuso de alcohol se observaron incrementos
mucho más altos respecto al primer estudio. Existe un riesgo del 3,1% de padecer
depresión atribuido al desempleo. En el resto de los resultados observamos patrones
similares para los otros trastornos considerados. Se evaluó el riesgo asociado a los
miembros de la familia del parado y los resultados mostraron que los trastornos
mentales tienen una asociación significativa con un familiar desempleado. También se
evaluó el riesgo para el trastorno depresivo mayor asociado con las dificultades del pago
de las hipotecas. Una vez corregida la muestra por los riesgos de desempleo apareció un
riesgo adicional, estadísticamente significativo, de padecer dicho trastorno asociado a
las dificultades para pagar la hipoteca, que representó un 11,0% de riesgo adicional en
la población general. Por ejemplo, en un hombre de 40 años casado y con varios
factores económicos de riesgo (desempleado, tener un miembro de la familia en paro y
con dificultades para pagar la hipoteca) estimamos que la probabilidad de padecer
depresión fue de 0,65, frente a un 0,35 en un hombre sin estas características.

Por lo que se refiere al sexo, se observaron diferencias en la prevalencia de los


diferentes trastornos mentales. Concretamente, la depresión mayor y los trastornos
somatomorfos fueron más frecuentes en ambos sexos, la distimia fue más prevalente en
las mujeres, y el abuso o la dependencia del alcohol en los hombres. Se apreció un
incremento en la prevalencia de los trastornos mentales del 21% en las mujeres y del
21,7% en los hombres entre los años 2006 y 2010. Este incremento fue estadísticamente
significativo en los trastornos depresivos, de ansiedad, somatomorfos y de abuso o
dependencia del alcohol en ambos grupos. La relación entre la crisis económica y los
trastornos mentales más prevalentes en atención primaria fue diferente en función del
sexo. En el caso de los hombres se produjo un mayor incremento de episodios de
depresión mayor y ansiedad durante la crisis, mientras que en las mujeres el aumento de
los trastornos somatomorfos y de dependencia del alcohol estuvo más relacionado con
este cambio económico. Se ha sugerido que el impacto del desempleo es mayor en la
salud mental de los hombres, que en la de las mujeres, y estas diferencias se han
relacionado con las responsabilidades familiares y la clase social.

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2016

3.2.2. SUICIDIO

Según la Organización Mundial de la Salud, casi un millón de personas mueren por


suicidio cada año, registrando una tasa “global” de mortalidad de 16 por 100.000. Los
trastornos mentales suponen un factor de riesgo para el suicidio, pero además
intervienen otros condicionantes psicosociales, ambientales y culturales. En este
sentido, Chang et al. y Kwon et al. indicaron que hubo una asociación entre la crisis
económica en Asia que tuvo lugar en 1997/1998 y un aumento pronunciado de la
mortalidad por suicidio en la mayoría de los países asiáticos, relacionado con un

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2016
incremento de las tasas de desempleo. Los datos del primer estudio indican que la crisis
económica se asoció a un aumento de los casos de suicidio en 1998 comparado con el
año anterior en Japón, Hong Kong y Corea. El impacto de la crisis se atribuyó
principalmente al desempleo. La segunda investigación indica que la edad de suicidio
en Corea del Sur aumentó de manera significativa durante la crisis sufrida por este país.
Datos parecidos han encontrado Stuckler et al., concluyendo que cada 1% de aumento
de desempleo se asocia a un 0,79% de aumento en la tasa de suicidios en menores de 65
años en Europa. Por el contrario, en Finlandia no se encontraron diferencias entre las
tasas de intento de suicidio durante la recesión económica que sufrió el país entre 1989
y 1997. Distintos niveles de desarrollo del estado del bienestar explicarían las
diferencias entre países, de manera que un mayor gasto social en programas activos de
ocupación podría amortiguar el impacto del desempleo sobre eventuales conductas
suicidas. Una animada discusión acerca de la posible relación de la crisis y el suicidio
en Grecia podemos encontrarla en Lancet. Por una parte, algunos autores defienden un
aumento de la tasa de suicidio en este país desde el año 2007, aunque advierten de la
escasez de datos oficiales y remiten a unas declaraciones del ministro de salud en las
que señalaba un aumento del 40% en los datos de suicidio de 2010 a 2011. Sin
embargo, otros autores muestran que no existe este vínculo al considerar las
fluctuaciones de las tasas de suicidio desde 1960.

En cuanto a España, aunque las tasas de mortalidad general presentan una tendencia al
alza en épocas de bonanza económica y disminuyen durante las recesiones, los casos de
suicidio aumentaron al atravesar por crisis económicas anteriores en el tiempo. Por lo
que se refiere a la crisis actual, según los datos del Instituto Nacional de Estadística las
cifras de suicidio en España aumentaron de 7,37 por 100.000 habitantes en 2006 a 7,58
por 100.000habitantes en 2008. Sin embargo, se observa una tendencia a la baja que
deviene en una tasa de 6,89 por 100.000 habitantes en 2011.Estos cambios se mantienen
al analizar los datos por sexo (fig. 3).

Si diferenciamos por edad y sexo en todo el territorio español, existe una sobre
mortalidad masculina importante entre 2003 y 2011 (fig. 3). Además, en el grupo
masculino de 45 a 65 años de edad las tasas aumentan ligeramente en el año 2008
(15,155 por 100.000habitantes) y se mantienen hasta 2011. En el grupo de las mujeres
se observa una tendencia lineal y estable en todos los grupos de edad durante este

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2016
periodo de tiempo. Por último, cabe destacar que, en ambos sexos, los mayores de 65
años son los que presentan tasas más altas entre 2003 y 2011. A diferencia de estos
datos oficiales, un reciente análisis30 concluye una asociación entre crisis e incremento
relativo de la tasa de suicidios en España en los hombres en edad laboral. Las cifras de
suicidios por comunidades autónomas entre 2007 y 2011 indican que las tasas más altas
corresponden a Asturias (10,5-13,7 por 100.000 habitantes) y Galicia (9,8-12,2
por100.000 habitantes), y las más bajas se registran en la comunidad de Madrid (1,9-2,9
por 100.000 habitantes). En Europa estas cifras varían en función del país. Según los
datos de la oficina europea de estadística Eurostat (que hasta el momento sólo incluyen
datos del año 2010), las tasas de suicidio de los 27 países de la Unión Europea han
disminuido de 10,4 por 100.000 habitantes en 2006 a 10,2 por100.000 habitantes en
2010. No obstante, en algunos de los países más afectados por la actual crisis
económica, como Italia (de 5,2 por100.000 habitantes en 2006 a 5,4 por 100.000
habitantes en 2010), Portugal (de 6,8 a 8,2) y Chipre (de 2,4 a 3,8), se han incrementado
las cifras de suicidio en estos años.

La conducta suicida puede ser ocasionalmente una respuesta inmediata, en cortocircuito,


a un acontecimiento vital estresante específico como la pérdida del trabajo, pero
habitualmente es un continuum que se inicia en una enfermedad mental subyacente. Los
trastornos afectivos constituyen la gran puerta de entrada a los suicidios consumados, en
una sucesión de acontecimientos que podría delimitarse así: vulnerabilidad, trastornos
mentales, acontecimientos vitales estresantes, ideación suicida, planificación, tentativa
suicida y suicidio. Sólo un futuro análisis evolutivo, con cifras de suicidios consumados
de los años 2013, 2014 y 2015 en los países asolados por la crisis económica actual,
podrá permitirnos avanzar en la posible relación entre crisis económica y suicidio.

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TFG - RRLL y RRHH. Crisis Económica y Salud
2016
3.2.3. CONSUMO DE PSICOFÁRMACOS

El consumo de psicofármacos constituye otro indicador útil, a pesar de las dificultades


para obtener datos fiables. En los últimos treinta años ha cambiado radicalmente la
utilización de este tipo de fármacos, con un progresivo aumento, en especial de los
tranquilizantes menores o ansiolíticos y de los antidepresivos. Ya al inicio del siglo XXI
los tranquilizantes menores constituían el tercer grupo terapéutico más utilizado en
España, tras los analgésicos y los antiinflamatorios. Una reciente comparación de
grupos farmacológicos terapéuticos en diferentes países europeos señala que los
ansiolíticos, los vasodilatadores y los antiulcerosos tienen una media de consumo en
España más al taque en el resto de los países europeos; en cambio, los antidepresivos y
los antipsicóticos están claramente por debajo de esta media europea. Los datos
utilizados en los escasos estudios publicados en España proceden de las cifras de
medicamentos vendidos a través de mayoristas a las oficinas de farmacia, a precio de
venta de laboratorio (los datos de IMS Health). Por ejemplo, entre 1997 y 2004 las
ventas de antidepresivos pasaron de 14,1 millones de envases a 26,7 millones. Los
antipsicóticos, en cambio, sólo aumentaron desde 11,4 a 12,6 millones en el mismo
periodo de tiempo. La alta prevalencia de cuadros clínicos como depresión y ansiedad,
la progresiva asunción de los tratamientos por parte de la atención primaria y los
aumentos demográficos, entre otros factores, se han argumentado para explicar estos
incrementos.

Durante los años de la actual crisis económica, en la tabla 1 podemos ver la evolución
de las unidades vendidas en las oficinas de farmacia de los principales grupos de
psicofármacos: antipsicóticos, antidepresivos, tranquilizantes e hipnótico-sedantes. En
conjunto, en el año 2009 se vendieron 123,708 millones de envases de psico-fármacos,
y en el último año, 2012, un total de 128,796 millones (un aumento de alrededor del
4%). El detalle por subgrupos ofrece algunos datos relevantes: entre 2009 y 2012
permanece prácticamente estancado el consumo de antipsicóticos, con cifras que van de
13,7 a 13,4 millones; se produce un aumento en el consumo de tranquilizantes menores
entre 2009 (53,0 millones) y 2010 (54,9 millones),cifras que también se estancan en
2011 (54,9) e incluso se reducen ligeramente en 2012 (54,5); en cambio, sigue
produciéndose un aumento de las ventas de fármacos antidepresivos, con 35,1 millones
en 2009 y 38,7 millones en 2012, aproximadamente un 10%de aumento en este periodo

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TFG - RRLL y RRHH. Crisis Económica y Salud
2016
de tiempo; finalmente, el grupo de hipnótico-sedantes tiene un comportamiento muy
similar al de los tranquilizantes, con un aumento, aunque menor, en 2010 y a
continuación una ligera reducción entre 2011 y 2012. El total acumulado de los últimos
12 meses, hasta abril de 2013, conserva tendencias muy similares en todos los grupos.
En la misma tabla 1 puede verse la repercusión económica de estos consumos, medidos
en precios de venta de laboratorio. El gasto aumentó de 1056,977 millones en 2009 a
1096,231 millones en 2010, y a partir de ahí se redujo de manera muy clara en los
subgrupos de antipsicóticos, antidepresivos y tranquilizantes hasta alcanzar en 2012 la
cifra total de 879,187 millones. La menor reducción, aunque también existe, se apreció
en el subgrupo de fármacos hipnótico-sedantes. La aparición de fármacos genéricos es
el factor más relevante para explicar esta reducción importantísima en el gasto
farmacéutico (sufragado en España de forma mayoritaria por el sector público) a pesar
de que el consumo en envases no se reduzca, sino que en algunos casos, como en los
antidepresivos, aumente claramente.

3.2.4. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES DERIVADAS DEL


INFORME SESPAS 2014

En definitiva, los estudios revisados sugieren un aumento de la prevalencia de los


trastornos mentales más frecuentes, aunque estos datos no parecen reflejarse de
momento en un aumento del número de suicidios en España. Paralelamente al
incremento de las prevalencias se observa un aumento del consumo de fármacos
antidepresivos durante la actual crisis económica. Todo ello sugiere que la planificación
de los servicios en los próximos años en salud mental deberá adecuarse a un eventual

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2016
aumento de la demanda. Se necesitan datos comparados sobre la utilización de servicios
de salud mental, tasas de hospitalización, visitas a urgencias, intentos de suicidio y
suicidios consumados en situación previa y durante una crisis económica.

De hecho, las crisis económicas provocan en numerosos países una reducción de los
presupuestos sanitarios públicos, y la salud mental constituye por lo general un campo
de baja prioridad, entre otras razones por la estigmatización de los trastornos
psicopatológicos. En el área de la salud mental resulta, por tanto, particularmente
necesario invertir esta dinámica, fortaleciendo los factores de protección del impacto de
la crisis, en especial en grupos vulnerables como los niños, los jóvenes, los ancianos y
las personas en desempleo o con graves dificultades económicas. Países con un sólido
sistema de protección social precisan menores cambios para reducir dicho impacto.

Se han propuesto algunas medidas relevantes, ensayadas en algunos países con éxito,
para mitigar los efectos de la crisis económica en la salud mental, puesto que en
ocasiones las consecuencias de una crisis económica y las medidas políticas contra ella
pueden agravar las desigualdades ya existentes. Estas recomendaciones incluyen una
aceleración en la reforma asistencial en salud mental en el sentido de incrementar los
servicios comunitarios (mantener la cobertura sanitaria de manera universal constituye
una de las mejores respuestas); políticas activas de empleo para reducir las tasas de
paro, de manera especial en la población joven; programas de ayuda familiar para
familias numerosas; programas especiales de apoyo a personas con dificultades
económicas básicas, como la vivienda; una política activa de reducción del consumo de
alcohol que podría incluir un aumento de los impuestos y, en consecuencia, de sus
precios de venta al público; favorecer lo que se ha denominado «capital social»,
tratando de apoyar todas aquellas actividades que supongan una posibilidad de
establecimiento de redes sociales (no podemos olvidar que una crisis económica puede
implicar cambios positivos en estilos de vida, al disponer de mayor tiempo de ocio,
dedicación a familia y amigos), y finalmente, una política adecuada de información
sobre los suicidios que evite conductas miméticas, de manera particular en la población
joven. La complejidad del concepto de «salud mental» alcanza ámbitos de actuación
que van incluso más allá de las políticas específicas en salud. Los determinantes
sociales de una crisis económica no pueden dejarse de lado, sino que han de formar
parte prioritaria de una actuación política integral.

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2016

4. REFLEXIONES SOBRE EL IMPACTO DE LA CRISIS EN LA


SALUD Y LA ATENCIÓN SANITARIA DE LA POBLACIÓN
INMIGRANTE. (INFORME SESPAS 2014)

Aproximadamente el 3,1% de la población mundial es inmigrante, de la cual una


importante proporción, el 40%, procede de un país vecino. Las causas de las
migraciones son variadas, pero suele diferenciarse entre las migraciones forzadas, de
carácter involuntario y generalmente ligadas a la violencia, y las migraciones
económicas, consideradas de carácter voluntario (aunque en muchas ocasiones no lo
sean) y sustentadas en la búsqueda de nuevas oportunidades de trabajo y mejores
condiciones de vida. En la Unión Europea (UE27) se calculaba para 2012 una población
extranjera de alrededor del 6,5% (33,3 millones), de la que el 40,8% (13,6 millones)
sería de otro país europeo (UE27). La mayoría (77,1%) vive en Alemania (7,4
millones), España (5,7 millones), Italia (4,8 millones), Reino Unido (4,8 millones) y
Francia (3,8 millones), y migró por motivos económicos; son minoría los que solicitan
asilo político. La proporción de inmigrantes irregulares es desconocida, pero se
estimaba entre el 0,4% y el 0,8% de la población de la Unión Europea, en su mayor
parte personas a las que se deniega el asilo o cuyo permiso de residencia ha expirado.
La definición de «inmigrante» es objeto de debate, y por ello en este artículo adoptamos
la usada por la Organización Mundial de la Salud: «personas que residen fuera del país
de nacimiento»; definición amplia que abarca los diversos tipos de inmigrantes
(refugiados, solicitantes de asilo, víctimas de trata, estudiantes, trabajadores y sus
familias, que pueden estar en situación administrativa regular o irregular). A lo largo del
texto, no obstante, usaremos términos diversos, según la fuente consultada.

En general, la población inmigrante, a su llegada al país, por ser joven y en condiciones


de trabajar, presenta un estado de salud mejor que el de la población autóctona,
fenómeno conocido como «efecto del inmigrante sano». Sin embargo, esto tiende a
cambiar con el tiempo y a aproximarse al estado de salud del grupo socioeconómico
equivalente dentro de la población autóctona. Durante las crisis económicas aumenta la
proporción de ciudadanos en situación de vulnerabilidad social y económica, es decir,
aquellos con mayor exposición a diferentes riesgos debido a algunas características
sociales compartidas, como la fragilidad en los vínculos relacionales y la precariedad en
la inserción laboral; es decir, aumenta la proporción de grupos de población susceptibles

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TFG - RRLL y RRHH. Crisis Económica y Salud
2016
de experimentar un empeoramiento en su calidad de vida, por partir de condiciones
precarias previas o por estar ocupados en los sectores más afectados por la recesión.
Entre ellos se encuentran los inmigrantes.

El empeoramiento de la salud de la población es una de las con-secuencias descritas de


las crisis económicas, aunque la evidencia disponible señala una compleja y
multifactorial relación entre crisis, determinantes sociales y salud, como analizan otros
capítulos de este informe. De acuerdo con los marcos conceptuales de Dávila y
González, y de Ruckert y Labonté, las consecuencias de la crisis sobre la salud de la
población dependen, por un lado, de factores poblacionales, individuales y de cohesión
social, y por otro, muy decisivamente, del contexto institucional y de las respuestas
políticas de los gobiernos, todo ello permeado por la intensidad, el grado de recesión y
la duración de la crisis. Tanto la existencia de redes sociales como el mantenimiento de
las políticas sociales actúan como factores protectores de la salud durante las crisis
económicas. En cambio, la disminución de la protección social afecta negativamente la
salud, como consecuencia de acciones directas sobre el sistema de salud o indirectas
sobre las políticas sociales no sanitarias. Las acciones directas sobre el sistema de salud
suelen consistir en la reducción del presupuesto sanitario como parte de la disminución
del gasto público, con la consecuente reducción de recursos humanos y materiales, y de
la actividad de los servicios, tanto curativos como preventivos. Se acompaña de
transformaciones importantes de los sistemas de salud, como por ejemplo la
introducción de barreras a la atención, los copagos o la limitación de los derechos en
salud de la población. Los efectos indirectos se producen por la modificación de los
determinantes sociales: tanto la reducción del gasto en políticas sociales distintas de las
sanitarias (educación o empleo), y la consecuente disminución de la protección social,
como la transformación del mercado laboral, cuya flexibilización y precarización se
asocian con problemas de salud.

A pesar de la importancia y del interés del tema, que genera una abundancia de
editoriales y artículos de opinión, son aún escasos los estudios originales sobre el
impacto de la crisis económica y de las políticas impulsadas en este contexto sobre la
salud y la atención sanitaria de la población en España, y se centran en el análisis de los
cambios en el sistema de salud y en algunos de los posibles efectos en la población
general. Sus efectos específicos para la población inmigrante sólo han sido objeto de

26
TFG - RRLL y RRHH. Crisis Económica y Salud
2016
estudio de forma muy limitada. En este artículo analizamos, a partir de los datos
disponibles, cómo la crisis económica afecta o puede afectar a la salud y la atención en
salud de la población inmigrante, orientando nuestro análisis hacia tres aspectos:
características de vulnerabilidad de la población inmigrante, posibles cambios en la
salud y posibles cambios en el acceso a los servicios de salud.

4.1. LA POBLACIÓN INMIGRANTE EN ESPAÑA Y SU


VULNERABILIDAD ANTE LA CRISIS

Como consecuencia de un período de bonanza económica sostenida, España


experimentó durante la primera década del siglo XXI un aumento considerable en su
población extranjera, que pasó de representar un 2,6% del total de la población en 2001
a un 11,7% en 2012. Durante este periodo, los incrementos anuales de población
extranjera fueron muy superiores al crecimiento natural de la población. Sus países de
procedencia eran mayoritariamente de fuera de la UE-15, con Rumanía, Marruecos,
Ecuador y Colombia representando un 40% del total. Tras el inicio de la crisis
económica en el año 2008, esta tendencia se fue transformando progresivamente:
primero se desaceleró, luego se estabilizó y en la actualidad experimenta un ligero
descenso. Las características de este grupo poblacional, cuyas condiciones de partida
son, habitualmente, más desfavorables que las de la población general, le llevan a sufrir
unos mayores efectos de la crisis económica. Así, en relación con algunos de los
determinantes sociales, encontramos que si la tasa de paro de la población general es
alta (26,3%) más lo es entre la población de origen extranjero (35,7%), como también lo
era al inicio de la crisis (8,6% y 12,3%, respectivamente). Asimismo, las ganancias
salariales medias brutas anuales de los trabajadores extranjeros eran, en 2006, un 25,5%
inferiores a las de la población española, y con la crisis esta diferencia ha pasado a ser
del 31,4%.

4.2. CRISIS ECONÓMICA Y SALUD DE LA POBLACIÓN INMIGRANTE

A pesar de que las necesidades en salud de los inmigrantes son comparables a las de la
población local, y de que en el momento de su llegada suelen disfrutar de un mejor

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2016
estado de salud, esta población, en general, es más vulnerable a desarrollar un peor
estado de salud, debido a una mayor exposición a peores determinantes sociales de
salud, como la menor capacidad adquisitiva o condiciones de vida y trabajo precarias;
condiciones que suelen ser aún peores en los inmigrantes irregulares.

Una revisión de la relativamente limitada información disponible sobre el estado de


salud de los inmigrantes en España con datos de antes de la crisis arroja resultados
diversos. Por un lado, los análisis de las encuestas de salud nacionales existentes
mostraban que la población de origen extranjero, analizada en su conjunto, percibía un
mejor estado de salud y menos limitaciones en la actividad diaria que la población
autóctona. No obstante, análisis más específicos muestran la heterogeneidad de este
grupo poblacional cuando se desagrega, por ejemplo, por país de origen, y señalan
importantes desigualdades en relación con el nivel de renta del país de origen, que se
muestran a favor de los procedentes de la Unión Europea. En cuanto a la presencia de
patologías específicas, los resultados son también diversos. De acuerdo con los análisis
de las encuestas nacionales, los inmigrantes referían menos problemas de salud mental,
aunque aquellos con menos recursos mostraban mayor probabilidad de padecer un
trastorno de salud mental; sin embargo, los resultados de las encuestas de salud de
Cataluña y de Barcelona mostraban una peor salud mental percibida y un mayor riesgo
de sufrimiento psicológico, respectivamente, entre los inmigrantes. Estudios
circunscritos a determinadas áreas encontraban una prevalencia menor de trastornos
psicóticos, pero en cambio describían una mayor proporción de somatizaciones entre los
inmigrantes. En cambio, se ha descrito una mayor prevalencia entre los inmigrantes de
algunas enfermedades infecciosas, como la tuberculosis (más alta entre los hombres), el
sida (con una supervivencia menor que en los autóctonos) y la hepatitis infecciosa. En
cambio, los inmigrantes refieren hábitos más saludables: fuman menos, presentan
menor consumo de alcohol y realizan más ejercicio físico que la población autóctona.

Aunque no se dispone de datos sobre el efecto específico en la población inmigrante, los


análisis existentes señalan un empeoramiento de la salud de la población general con la
crisis, y relacionan el empobrecimiento, la inseguridad económica y la precariedad
laboral con un estrés duradero que se asocia a muerte prematura, mayor riesgo de
infecciones, diabetes, hipertensión arterial, infartos de miocardio, accidentes cerebro
vasculares y problemas de salud mental. Asimismo, se ha asociado la disminución de

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los ingresos económicos con el deterioro de la dieta y con una mayor adopción de
hábitos tóxicos (como el mayor consumo de alcohol). Algunos autores también señalan
algunos efectos positivos para la salud: reducción del estrés por el trabajo, de los
accidentes laborales y de tráfico, y mejora del autocuidado y de la actividad física entre
la población des-empleada. Teniendo en cuenta el peor punto de partida de la población
inmigrante en cuanto a determinantes sociales, y que la escasa evidencia disponible
muestra un aumento de los problemas de salud mental entre la población general y entre
los inmigrantes cuyas condiciones laborales han empeorado, podríamos esperar una
mayor afectación de la salud de la población inmigrante acorto y mediano plazo, y
difícilmente algún efecto beneficioso de los cambios introducidos por la crisis.

4.3. LA RESPUESTA POLÍTICA EN SALUD A LA CRISIS Y SU


RELEVANCIA PARA LA POBLACIÓN INMIGRANTE

Los efectos de la crisis sobre la salud de la población inmigrante también se relacionan


con las respuestas institucionales directas e indirectas. En España, los análisis realizados
de las políticas relativas a la salud y la atención en salud de la población inmigrante,
hasta el año 2010, mostraban un progreso en la búsqueda de la mejora de la protección
de la salud y el acceso a la atención en salud de la población inmigrante, y también que
ocupaba un lugar destacado dentro de los países europeos en este ámbito. Así, desde los
orígenes del Sistema Nacional de Salud, en la Ley general de Sanidad de 1986, se había
legislado sobre sus derechos a la atención en salud y posteriormente había sido
complementado con diversas leyes que otorgaban a los extranjeros empadronados el
derecho a la asistencia sanitaria en igualdad de condiciones que los españoles, y se
garantizaba a las personas no empadronadas la atención de urgencias y la asistencia para
las mujeres embarazadas y los menores de 18 años (Ley Orgánica sobre derechos y
libertades de los extranjeros en España 4/2000). El ejercicio de este derecho se reforzó
además con la formulación de políticas específicas para adaptar el sistema de salud y los
programas de promoción de la salud en los planes periódicos de inmigración
multisectoriales (denominados de ciudadanía e integración o inmigración), de carácter
estatal y también autonómico, así como la incorporación de políticas dirigidas a
inmigrantes en el plan de calidad del sistema de salud español y los planes de salud
autonómicos.

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Sin embargo, la respuesta del gobierno a la situación económica y a la presión de los
organismos internacionales ha sido doble. Por un lado, la reducción del gasto social, con
una drástica reducción del gasto público en salud, de un 16,8% en 2013 respecto a 2010.
Esta reducción y las diversas medidas adoptadas, analizadas en otros capítulos de este
informe, tienen importantes implicaciones para el acceso a la atención por parte de la
población, y seguramente sobre la calidad de la atención recibida, tanto por la reducción
en recursos humanos, materiales e infraestructuras, como por el aumento del tiempo de
espera. Y por otro lado, la respuesta institucional de mayor trascendencia, aunque
sorprendentemente con menor repercusión en la opinión pública de lo que habría sido
de esperar, es la introducida con el Real Decreto-ley 16/2012, de 20 de abril, de medidas
urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la
calidad y seguridad de sus prestaciones, es decir, la transformación del derecho a la
atención en salud de la población del estado español, que ha dejado de ser un derecho
basado en la ciudadanía, para pasar a ser un derecho basado en las cotizaciones a la
Seguridad Social. Con el decreto se excluye a la población más vulnerable, a partir de
unas premisas confusas («poner fin a los abusos»); así, se limita además el derecho a la
atención de algunos colectivos específicos, y muy especialmente de los inmigrantes
irregulares, para los que queda reducido a asistencia sanitaria de urgencias, salud
maternal y de los menores de 18 años. Aunque la respuesta de las diferentes
comunidades autónomas a esta normativa estatal ha sido desigual, ya se han introducido
límites en el acceso, como un periodo de carencia de 6 meses de empadronamiento para
obtener la Tarjeta Sanitaria Individual (TSI), o garantizar sólo el primer nivel de
atención, o la creación de tasas para la renovación de la TSI.

Por tanto, ambas respuestas institucionales directas afectan a los inmigrantes, pero la
segunda, la introducción de límites en el derecho a la atención, les afecta
específicamente y revela una politización de la inmigración, como sucede en otros
países, ya que se adoptan medidas que no se corresponden con las premisas que
originan el decreto y que, además, no sólo tendrán consecuencias negativas para este
grupo de población sino también para el sistema de salud y la salud pública, en contra
de lo declarado. Aquí destacamos que, para los inmigrantes en situación irregular,
dificultará el control de patologías crónicas, el diagnóstico precoz y el tratamiento
adecuado y oportuno de enfermedades, así como la realización de las actividades
preventivas y de promoción de la salud. Además, ante la ausencia de diagnóstico y

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tratamiento de las enfermedades infecciosas se dificultará su control, con lo cual se
favorecerá su transmisión y, por tanto, podría traducirse en un empeoramiento de la
salud del colectivo afectado y potencialmente de la población general. Por último, el
cierre de la atención primaria como puerta de entrada al sistema conllevará un mayor
uso de las urgencias, al ser la única vía de acceso permitida, con un potencial de
discontinuidad de la atención y con un aumento de costes para el sistema que podría
haber tratado la necesidad en saluden un lugar más coste-efectivo y en un estadio más
temprano. Es importante recordar que la mayoría de los inmigrantes irregulares serán
aquellos cuyo permiso de residencia y trabajo ha expirado, y que por tanto han estado
trabajando y cotizando regularmente antes de la crisis económica y continúan
haciéndolo a través de los impuestos indirectos.

4.4. CRISIS Y ACCESO Y CALIDAD DE LA ATENCIÓN EN SALUD DE LA


POBLACIÓN INMIGRANTE

Una importante consecuencia negativa de las crisis económicas para la población


vulnerable es la disminución del acceso o de la calidad en la atención recibida. Ya en un
contexto de normalidad económica, la mayor exposición a peores determinantes
sociales que influyen en el acceso, precarias condiciones de vida y de trabajo, junto a
ciertos factores específicos, como lengua, cultura y religión, o el desconocimiento de
cómo funciona el sistema de salud, generan con frecuencia un acceso desigual (ante una
misma necesidad) de la población inmigrante, que puede llegar incluso a su exclusión
de los servicios de salud.

Los estudios sobre el impacto en el acceso y la calidad de la atención sanitaria de los


cambios derivados de las épocas de crisis económicas son casi inexistentes, y los pocos
disponibles se refieren a la población general. En el contexto griego se señala el
incremento en las barreras a la atención debido a la reducción presupuestaria actual: un
aumento de los tiempos de espera y de las dificultades de acceso geográfico por cierre
de centros y reducción de personal sanitario, así como la reducción de programas
comunitarios y de servicios preventivos. Los estudios sobre acceso y calidad de la
atención de las poblaciones inmigrantes en Europa, y particularmente en España, son
muy limitados, y de momento inexistentes en relación al impacto de la crisis.

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Los estudios sobre el acceso a la atención de la población inmigrante con datos
anteriores a la crisis señalaban que la población de origen extranjero tenía un acceso
desigual a los servicios de salud, no relacionado con la necesidad en salud: utilizaba
menos la atención especializada, de manera similar la atención primaria y algo más el
servicio de urgencias, aunque algunos estudios que también analizan el acceso según el
país de origen muestran, con alguna excepción, un menor uso de la población
extranjera. Este uso desigual parece estar relacionado con la existencia de barreras de
acceso ya antes de la crisis, pues no parece estar determinado por la necesidad
percibida.

Los análisis, no obstante, se centran sobre todo en las características de los inmigrantes
y muy poco en las barreras inherentes al sistema. Algunos estudios cuantitativos
descriptivos basados en encuestas a profesionales señalan dificultades en la atención a
este grupo de población, mientras los pocos estudios cualitativos con población
inmigrante existentes describen barreras tanto en la entrada al sistema de salud como en
el acceso y la utilización de los servicios (relacionados con los servicios, como la
insuficiente provisión de información, largas distancias y tiempos de espera, y la actitud
del personal), así como también factores relacionados con los propios inmigrantes
(conocimiento limitado del sistema, dificultades para el pago de transporte o
medicación, no poder acudir a los servicios en horarios coincidentes con la jornada
laboral por las condiciones precarias de empleo y desconocimiento del idioma). Estas
barreras probable-mente aumentarán con las políticas adoptadas. En este sentido,
resultados preliminares de un estudio cualitativo sobre acceso a los servicios de salud
señalan, por ejemplo, el aumento de los requisitos exigidos para obtener la tarjeta
sanitaria y la exigencia del pago por la atención prestada incluso para consultas de
urgencia.

La evidencia disponible sobre la calidad de la atención recibida por la población


inmigrante es aún más limitada, y sobre todo se centra en el análisis de algunos aspectos
del proceso de la provisión de la atención, por ejemplo la experiencia de los
profesionales en salud mental. Algunos estudios muestran diferencias en la calidad de la
atención con respecto a la población general, que en parte se explican por la existencia
de barreras de acceso (falta de aseguramiento o baja capacidad económica de la
población analizada), pero que en parte se mantienen a igual acceso. Estos problemas se

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atribuyen a la organización y la manera de operar del sistema de salud, la disposición y
el comportamiento del paciente y, por último, a los prejuicios y la incertidumbre de los
profesionales en el tratamiento de estos pacientes. En España son prácticamente
inexistentes los estudios sobre la calidad percibida por los inmigrantes, pero algunos
estudios basados en encuestas o de carácter cualitativo, que se centran en las
dificultades del personal de salud en la provisión de la atención a este colectivo, señalan
elementos que podrían estar afectando la calidad. Además, la limitada calidad percibida
emerge entre las barreras al acceso que se describen en un estudio con ecuatorianos en
Barcelona. La superación de estos problemas requeriría implementar estrategias de
mejora adaptadas a las necesidades de estos colectivos, como las contempladas en las
políticas desarrolladas en períodos anteriores, que difícilmente se considerarán
prioritarias en el momento actual.

4.5. CONCLUSIÓN DERIVADA DEL INFORME SESPAS

En resumen, la crisis económica en España plantea nuevos retos para la protección de la


salud de la población de manera general, y también, muy específicamente, la de la
población inmigrante, que junto a otros grupos vulnerables presenta una peor situación
departida. Esta situación de mayor vulnerabilidad y los indicios de un importante
impacto (al menos en salud mental), junto a algunas de las medidas adoptadas hasta
ahora (exclusión de los inmigrantes irregulares de la atención en salud, introducción o
cese del abordaje de posibles barreras de acceso), hacen suponer importantes efectos
sobre este colectivo. Futuras investigaciones deberían analizarlos efectos sobre el
acceso a los servicios de salud de la población inmigrante, a partir del impacto
específico de los factores que en el contexto de la crisis determinan el acceso de los
colectivos vulnerables a los servicios de salud. Reducir las consecuencias de la crisis
sobre la salud de la población inmigrante requeriría el impulso decidido a las políticas
anteriormente diseñadas para la protección de la salud, así como para la adaptación de
los servicios a las características diferenciales específicas de este grupo de población.

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CONCLUSIÓN GENERAL Y REFLEXIÓN PERSONAL

La realización de este trabajo tenía como objetivo sacar a relucir la relación que existe
entre la crisis económica y la salud mental de los ciudadanos que más la sufren,
concretamente los que han perdido sus empleos o se ven obligados a trabajar con bajos
salarios y en malas condiciones.

Atendiendo a los diversos autores en los que nos hemos apoyado para la realización de
este trabajo, la conclusión principal es clara, la salud mental de la población en general
se ve negativamente afectada durante un periodo de precariedad económica y laboral.
Esto se debe principalmente a un factor muy importante, que es el de la enajenación que
produce en las personas la acción de trabajar. Vivimos en una sociedad en la que para
ser alguien es primordial tener un trabajo, no importa que ese trabajo nos absorba
prácticamente nuestra vida, lo que importa es que lo necesitamos para sentirnos útiles y
para obtener un beneficio económico que nos permita subsistir. Por lo tanto, en mi
opinión, tener un trabajo puede enajenarnos de nuestro ser, pero al fin y al cabo, eso es
algo que no siempre tiene por qué ser negativo para la salud mental de las personas. Sin
embargo, al carecer de empleo y renta, o tener un trabajo precario y una renta
insuficiente con lo que no poder sentirse realizados, las personas se sienten inútiles y les
cuesta encontrar sentido a sus vidas, porque de alguna manera es el trabajo lo que les da
una identidad, y sin él se sienten seres totalmente indiferentes en la vida. Es esta total
dependencia del trabajo lo que puede hacer que aumenten los trastornos de ansiedad, el
desarrollo de la distimia, los cuadros depresivos, el consumo de psicofármacos e incluso
la tasa de suicidio cuando una sociedad está inmersa en una grave crisis económica y
laboral en la que se destruye empleo y gran parte del que se crea es precario.

Otra de las conclusiones que podemos sacar es que este problema es intrínseco al
sistema socioeconómico en el que vivimos, es inevitable que continuamente haya
personas que pierden su empleo, y es inevitable que dichas personas tengan riesgo
potencial de desarrollar algún tipo de trastorno mental. Desde mi punto de vista, para
poder prevenir este problema es de vital importancia que las persones estén mejor
educadas y mejor informadas en temas de salud mental, y que sean conscientes que
dependen de un entorno social y laboral turbulento que en ocasiones puede ser
realmente dificultoso. Es necesario ser conscientes y realistas ante esta situación y no
dudar en solicitar apoyo psicológico en los momentos de flaqueza.

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