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Los saberes en juego

en el acto de enseñanza
Eloísa Bordoli | Maestra. Lic. en Ciencias de la Educación. Prof.ª Adjunta F.H.C.E.

«Qué difícil se hace ser pedagogo en tiem- responsabilidad que tenemos y debemos to-
pos de deshumanización, de exclusión, de dos los adultos, y en forma específica los do-
negación de la capacidad de ser.» centes. Indudablemente, esta transferencia de
Miguel Arroyo conocimientos no puede ser una reproduc-
ción-imposición de “verdades” consagradas
Finalidad y delimitación conceptual por los ámbitos académicos, técnicos o polí-
El propósito de este artículo es compartir tico-administrativos. La transferencia de co-
algunas reflexiones en torno al acto de ense- nocimientos se debe presentar en su carácter
ñanza y al rol que el docente desempeña en de saber provisorio y en falta, en tanto toda
el seno del mismo. Particularmente y desde estructura de conocimiento es parcial, pre-
una perspectiva pedagógica nos interesa cen- caria y está signada por aquello que no se
trarnos en la problemática desplegada en puede consignar y representar en forma ple-
torno al saber en el espacio áulico y a la rela- na. Por ello, el acto transferencial de saber-
ción que los sujetos articulan con el mismo. conocimiento que se opera en la enseñanza
Espacio material y simbólico1 que se confi- se establece en la doble dimensión: transmi-
gura en la Modernidad (I. Dussel, M. Caruso, sión y resignificación de un saber.
1999) y se erige como ámbito privilegiado A su vez, en el salón de clase se entrela-
para que se suscite una transferencia-trans- zan diversos conocimientos, en tanto docen-
formación en torno al saber-conocimiento2. tes y alumnos no ingresan al mismo como
Eso, en tanto que espacio particular y espe- tablas rasas, sino que portan un conjunto
cífico en el cual se habilita el acto de ense- variado y plural de saberes que interactúan
ñanza de aquellos bienes culturales3 legados entre sí e interpelan al currículum. Por ello,
por los adultos a los recién llegados, como este debe constituirse en una herramienta
diría H. Arendt. Ofrecer estos legados cul- guía flexible a las particularidades y diver-
turales, ponerlos a disposición de los edu- sidades desplegadas en cada uno de los en-
candos en tanto sujetos de derecho, es la cuentros didácticos.

1
Al hablar de espacio áulico, indudablemente, no nos restringimos al salón de clase, sino a todo ámbito en el cual un sujeto enseña algo
a otro sujeto.
2
Saber-conocimiento: este constructo quiere dar cuenta de la tríada del saber que se implica en el acto gnoseológico que toda enseñanza
e investigación suponen. El mismo alude a un saber representado en tanto estructura de conocimiento relativamente estable, a un saber
heurístico en tanto falta de saber y a un imposible saber pleno y absoluto en tanto este se efectúa por medio del lenguaje. Para
profundizar en este punto ver E. Bordoli, 2007; G. Bentancur, 2007; C. Blezio, 2007; entre otros.
3
Al referirnos a los bienes culturales legados por las generaciones adultas a los recién llegados no ignoramos los ricos y fecundos
debates desarrollados a partir de las corrientes críticas en el campo de la educación. Por el contrario compartimos muchos de sus
postulados, especialmente aquellos que aluden a la violencia simbólica (L. Althusser, 1994), a la selección cultural arbitraria (P. Bourdieu,
J. C. Passeron, 1977) y a la tradición selectiva (M. Apple, 1979).

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Para profundizar y desarrollar esta temá- patrimonio cultural valioso que debía tras-
tica organizaremos el texto en dos aparta- mitir a las nuevas generaciones en términos
dos independientes, pero interrelacionados durkheimianos. Los recién llegados, los edu-
entre sí. En primer lugar nos centraremos en candos, eran visualizados como aquellos su-
las configuraciones discursivas que han pre- jetos a inscribir en una cultura, a “dotar” de
dominado en el campo de la Pedagogía y de un conjunto de habilidades, destrezas y co-
la Enseñanza en las últimas décadas. En se- nocimientos. Este capital cultural debía ser
gundo lugar, desde una preocupación peda- legado por la institución escolar y era, preci-
gógica auscultaremos las posibilidades de samente, el maestro el sujeto encargado de
delinear un entramado discursivo en el cam- garantizar esa trasmisión, ese traspaso cul-
po de lo didáctico, que permita centrar a la tural (E. Bordoli, 2005; 2006a; 2006b). De
enseñanza en su dimensión epistemológica esta forma, el sistema didáctico se concebía
fundante. El acto de enseñanza pone en re- como un sistema bipolar constituido por la
lación a los sujetos implicados en el mismo díada educador-educando. En el mismo, los
con los objetos de conocimiento. De esta objetos de conocimientos se hallaban en po-
forma, en el espacio áulico se ponen en jue- sesión del educador, quien tenía la función
go y en circulación diversos saberes. de enseñar aquellos objetos (legítimos o ar-
bitrarios5) seleccionados en el curriculum.
Los discursos didácticos predominantes Esquemáticamente se podría representar
de la siguiente manera:
«El discurso pedagógico dominante, escin-
dido entre la arrogancia de los científicos y Educador Educando
la buena conciencia de los moralistas, se nos
está haciendo impronunciable. Las palabras En esta configuración discursiva se esta-
comunes comienzan a no sabernos a nada o blecía una identificación topológica entre los
a sonarnos irremediablemente falsas y vacías. lugares del saber y el del educador. Este últi-
Y cada vez más tenemos la sensación de que mo era quien guiaba y pautaba la enseñanza
hay que aprender de nuevo a pensar y a es- y, a su vez, le permitía “dosificar” el conjun-
cribir aunque para ello haya que apartarse to de conocimientos consignados en objetos
de la seguridad de los saberes, de los méto- de enseñanza. El saber didáctico que adqui-
dos y de los lenguajes que ya poseemos (y ría en su proceso de formación como educa-
que nos poseen).» dor y la experiencia de enseñante eran los que
Jorge Larrosa habilitaban esta selección, jerarquización y
graduación de los contenidos de enseñanza.
En un rápido y sucinto rastreo en el cam- En este marco discursivo, el aprendizaje
po pedagógico-didáctico podemos ubicar se producía como efecto del acto de ense-
diversas inflexiones en torno al lugar del sa- ñanza. Se suponía una especularidad entre
ber y del docente en el campo de la didácti- ambos procesos; en otros términos, esto im-
ca. En forma esquemática y teniendo en cuen- plica que la enseñanza de x objeto o conte-
ta las limitaciones que una visión de este tipo nido se correspondía positivamente con el
implica, podemos identificar cuatro grandes aprendizaje de ese objeto o contenido x. La
entramados discursivos configurados en las singularidad del educando en tanto sujeto
últimas décadas en lo concerniente a la te- cognoscente, ser simbólico por excelencia, se
mática que nos ocupa. omitía en esta red de significación. De esta
Durante varias décadas, el docente y el manera, y como han indicado varios peda-
lugar que el mismo ocupaba en el sistema gogos, la diferencia y la singularidad de cada
didáctico4 se identificó como el sujeto po- sujeto aprendiente no era considerada ni te-
seedor de un saber-conocimiento, de un nida en cuenta en este discurso. Por ello, la

4
Sistema didáctico en el sentido utilizado por Y. Chevallard, 1991.
5
En el campo educativo, a partir de la década de los 70, se abre una interesante discusión en torno a la legitimidad o arbitrariedad de la
selección curricular. La misma estuvo habilitada por las investigaciones críticas en este campo. Para profundizar en la misma se puede
consultar: P. Bourdieu, J. C. Passeron, 1977; S. Bowles, H. Gintis, 1981; entre otros). La tesis central de las corrientes críticas se sustenta
en el carácter reproductivista de las instituciones educativas (y de los currículos) en las sociedades capitalistas en las cuales existe una
escisión entre clases sociales.

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operación homogeneizadora acompañó el enseñanza y al docente mismo. De esta for-
movimiento universalista e igualador que des- ma, el curriculum se constituye en un objeto
plegó la educación moderna (I. Dussel, 2003). externo y “extranjero” para el docente, y su
El discurso en torno a lo curricular que quehacer se ve circunscrito a la ejecución “efi-
comienza a escindirse del campo de la ense- caz” y “eficiente” de lo consignado en lo
ñanza a mediados del siglo XX, marca otro diseñado a priori por otros. En forma esque-
jalón en la configuración discursiva en tor- mática podríamos representar un tercer lu-
no a lo didáctico. A partir del mismo, la es- gar, externo al sistema didáctico pero que lo
pecularidad y correspondencia positiva se pretende determinar. Ilusión de control que
suponen entre el educador en tanto hacedor los regímenes totalitarios han instrumenta-
del acto de enseñanza y el especialista en di- do como dispositivos de control.
seño curricular en tanto técnico especializa- Esquemáticamente lo podríamos represen-
do en diagramación y programación de pla- tar de la siguiente manera:
nes y programas de
estudio. Este entra-
mado discursivo tec- Técnico curriculum = modelo Educador Educando
nocrático fue adqui-
riendo cada vez más
terreno en lo educativo. El mismo implicó Una tercera discursividad en torno a lo
una resignificación de la Didáctica y lo di- educativo se podría ubicar en otra suerte de
dáctico así como de la labor del docente. Al invasión epistemológica operada en el cam-
respecto, el pedagogo mexicano Ángel Díaz po de la pedagogía por otras disciplinas auxi-
Barriga (1994 y 1997) plantea que el curri- liares. A lo largo del siglo XX, la Psicología
culum y la problemática que el mismo con- (sus diversas ramas y escuelas) ocupó el lu-
lleva han irrumpido en el campo de la Di- gar de disciplina privilegiada sobre la cual se
dáctica, produciendo una suerte de invasión sustentaba la Didáctica y, muchas veces, la
epistemológica. Esta irrupción ha jaqueado Reflexión Pedagógica. En este marco se pos-
el saber didáctico del docente y su métier tuló el guión enseñanza = aprendizaje, el cual
fundado en el conocimiento disciplinar y en suponía una transparencia radical entre la
el conocimiento particular que cada nueva labor de enseñar y el acto de aprender. Espe-
situación de enseñanza exige. cularidad que suponía, a su vez, el desplie-
Tradicionalmente, los docentes han sido gue de un proceso evolutivo mayorante.
formados en base a un triedro configurado Por otra parte, esta nueva red de sentidos
por los saberes disciplinares específicos, los en torno a lo educativo y a la enseñanza ar-
saberes provenientes del campo de la psico- ticulada en base a los saberes psicológicos
logía de la educación y los saberes pedagógi- permitió centrar al educando como un suje-
co-didácticos. En base a los mismos y en un to en desarrollo al cual había que “cultivar”.
gesto analítico-hermenéutico, el maestro so- Este constructo impactó fuertemente en el
pesaba las particularidades de cada nuevo rol docente y en sus métodos de enseñanza.
grupo de aprendizaje para delinear y planifi- De esta manera, el énfasis de la díada didác-
car el curso de su enseñanza. Cada aquí y tica, educador-educando, se ubicó en este
ahora, cada nueva instancia didáctica abría último. El lugar del maestro se configuró dis-
un espacio reflexivo para que cada educador cursivamente como el lugar de un guía y faci-
estableciera las prioridades generales consig- litador de los procesos de aprendizaje que se
nadas en lo programático pero, a su vez, las deberían suscitar en los educandos. En este
prioridades particulares de ese nuevo grupo- marco, como señaló el pedagogo brasileño
clase que se presentaba como único y singu- Saviani, los contenidos (objetos de conoci-
lar. El mismo abría, y abre, una nueva aven- mientos) se ubican en un lugar secundario en
tura pedagógica, un nuevo desafío educativo. tanto lo metodológico adquiere centralidad.
Este entramado de sentidos que se teje en Esquemáticamente se podría representar
la concepción técnica de lo curricular habili- de la siguiente manera:
tó una nueva lógica de lo educativo y de la
enseñanza. La misma jerarquiza el diseño de Educando Educador
lo curricular en un lugar externo al acto de

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En las últimas décadas, una cuarta red se- posicionándome en el campo pedagógico-di-
mántica se ha estructurado en el campo educa- dáctico. En este marco y teniendo en cuenta
tivo. El saber proveniente del campo sociológi- lo desarrollado, considero importante pen-
co ha ido adquiriendo un lugar central en el sar en la profesión de enseñante como en una
campo educativo y ha marcado una fuerte inci- de las profesiones imposibles en los térmi-
dencia en lo pedagógico-didáctico. Los saberes nos freudianos. Imposible en el sentido de
jerarquizados serán aquellos que configuran a repetición absoluta y calco. Porque si la re-
los sujetos con relación a su pertenecia socio- producción fuera plena, se produciría un efec-
económica más que al estadio evolutivo en el to de clonación y máximo control sobre los
que se hallan. La marca social comenzará a per- sujetos. Ficción esta que ha regido los regí-
mear el discurso educativo y de esta manera ju- menes dictatoriales y totalitarios, los cuales
gará como factor determinante de las posibili- han creído que desde un lugar externo de
dades de aprender de los sujetos. La etapa evo- poder podrían prever y dominar a los suje-
lutiva en la que se halla cada niño o joven se tos y sus procesos intersubjetivos y de aproxi-
constituirá como un “dato” secundario frente mación a los saberes-conocimientos.
al contexto de pertenencia de cada uno de ellos. El acto de enseñanza se prefigura en el
La contextualización de la didáctica y/o de los gesto de ofrecer algo a alguien (un objeto de
currículos en función de los grupos socio-eco- conocimiento x en el marco de una relación
nómicos y culturales se constituirá en los ejes de
intersubjetiva entre educador y educando).
reflexión en el campo de la enseñanza. Por medio del mismo no solo se da trámite a
Esquemáticamente se podría representar la herencia cultural, sino que se permite el
de la siguiente manera: ingreso del otro a la dimensión simbólica, a
la cadena significan-
te que configura el
Flexibilidad Educador Diversidad Grupos mundo de lo huma-
curricular didáctica socio-culturales no. Este objeto ofre-
cido por un sujeto a
otro habilita la
Estas diversas configuraciones discursi- construcción de un lugar y una posición sub-
vas se han ido desarrollando en el campo jetiva particular en el sistema didáctico. Este
educativo y han ido dotando de significa- es concebido así como un sistema triádico
ción al conjunto de prácticas de enseñanza en el cual el saber representado en objeto de
así como al rol docente. A su vez, cada una enseñanza y el saber en su dimensión heurís-
de ellas prefigura un lugar para los sujetos tica (e imposible en términos absolutos) se
de aprendizaje en el sistema didáctico. Este configuran en otro lugar diferente al de los
discurrir discursivo al nombrar -poner en de educador y educando. Señalar la centrali-
signo- abre un posible camino hermenéuti- dad del saber en este sistema, tal como la ha
co susceptible de alterar por el docente en hecho Chevallard (1991), permite ubicar la
tanto este se fortalezca en un lugar de inter- especificidad de lo didáctico. A su vez ope-
pretación autonómica o, como diría Freire, rativiza el despliegue de una sucesión de bús-
en un sujeto de la palabra. quedas de ese saber-conocimiento que se pre-
senta y ausenta, que circula y se resignifica
Centralidad de lo didáctico: en el acto de enseñanza y en los actos de
saber y sujeto aprendizaje acaecidos en la instanciación di-
dáctica. En otros términos y desde otro mar-
«La tensión de asumir el lugar de educador co teórico podríamos afirmar que la dialéc-
(de adulto) pasa por el hecho de posicionar- tica en torno al saber, producida en el espa-
se como uno diferente ante el otro, y desde cio áulico, “dinamiza” un deseo de saber en
esa misma diferencia, habilitarle el ingreso a los sujetos convocados en ese espacio. Qui-
la cultura.» zás esto pueda sintetizarse en aquella certeza
Hannah Arendt ontológica que Paulo Freire nos ofrecía en
uno de sus últimos libros: el ser humano es
Para finalizar, deseo asumir una perspec- el único animal que está programado, pero,
tiva menos analítica y más propositiva, programado para aprender. La vocación

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humana es la de ser más (y no de tener más),
sostenía este querido pedagogo brasileño.
Esta se efectivizaría en tanto la curiosidad se
vuelva epistemológica (P. Freire, 1996:12).
Esta podría esquematizarse de la siguien-
te forma:

S a b e r- c o n o c i m i e n t o

Sujeto Sujeto

A su vez, la tarea de enseñar implica un


acto de amor para con el prójimo. Sin amor
no hay posibilidad de habilitar al otro, de
permitir al otro ubicarse en posición de de-
seo de saber y, por ende, de aprender. En-
señar también implica una responsabilidad En este marco es posible pensar el aula
ética y política en el entendido de habili- (material y simbólica) y la escuela como un
tar un espacio privilegiado para que la dia- espacio de apertura hacia otros mundos,
léctica en torno al saber acontezca. Ense- como un lugar donde habitar y hablar otras
ñar es tender un lazo social y habilitar un lenguas, al decir del pedagogo argentino Es-
lugar hospitalario para los recién llegados tanislao Antelo. El aula es un espacio privi-
(H. Arendt, 1996). legiado y específico para que se produzca
En definitiva: una circulación en torno al saber-conoci-
«Educar es, precisamente, promover lo huma- miento. Es en el espacio áulico donde maes-
no y construir humanidad (...) ello en los tro y alumno entran en relación con el co-
dos sentidos del término, de manera indi- nocimiento en tanto estructura precaria y
sociable: la humanidad en cada uno de no- provisoria de saber, pero también se con-
sotros como acceso a lo que el hombre ha tactan por aquello que no ha podido ser
elaborado de más humano, y la humani- representado, simbolizado (la falta de sa-
dad entre todos nosotros como comunidad ber). Este movimiento dialéctico de saber-
en la que se comparte un conjunto de lo no saber habilita a todo sujeto, más allá del
que nos hace más humanos. Por esta razón, lugar o rol que ocupe en el sistema didácti-
el decidir -o simplemente aceptar- privar de co, a asimilar y a transformar y resignificar
forma deliberada, aunque fuera a un solo (en forma singular) cada uno de los conoci-
individuo, de la posibilidad de acceder a las mientos a los que se haya aproximado. Por
formas más elevadas del lenguaje técnico y ello es necesario y urgente, en estos tiempos
artístico, a la emoción poética, a la com- de deshumanización y de negación de la
prensión de los modelos científicos, a los capacidad de ser, que la escuela se re-centre
retos de nuestra historia y a los grandes sis- en su función específica: enseñar.
temas filosóficos, es excluirlo del círculo de
la humanidad, y excluirse a uno mismo de
ese círculo. Es, en realidad, romper el pro-
pio círculo y poner en peligro la promoción
de lo humano.»
Philippe Meirieu, pp. 30-31

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