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FRANCISCO DE AQUINO JÚNIOR

LA DIMENSIÓN TEOLOGAL DE LAS RESISTENCIAS


Y LUCHAS POPULARES

La teología de la liberación latinoamericana ha nacido y se ha desa-


rrollado en el seno de las resistencias y las luchas populares. La par-
ticipación de los cristianos en estas luchas populares ha obligado a la
Iglesia a confrontar su compatibilidad con la fe cristiana y a explicitar
el carácter estrictamente teologal o espiritual de estas organizaciones
y luchas. Este nuevo lugar social (resistencias, luchas y organizaciones
populares) y esa nueva problemática (el carácter teologal de las re-
sistencias y luchas populares) han hecho posible desarrollar una teo-
logía en consonancia con la experiencia bíblica de Dios: su parcialidad
hacia los pobres y los marginados. Y no solo desde el punto de vista
de lo urgente (asistencia inmediata), sino también desde el punto de
vista estructural (estructura de la sociedad). Así nacía y se desarrolla-
ba lo que se ha convenido en llamar teología de la liberación. Para es-
ta teología, las resistencias, luchas y organizaciones populares no son
un asunto más entre otros, sino que constituyen un aspecto esencial
de la experiencia bíblica de Dios (dimensión) y un lugar privilegiado
para el quehacer teológico (perspectiva). Lo que pretendemos aquí es,
a partir de la experiencia bíblica de Dios (revelación-fe), explicitar el
carácter estrictamente teologal o espiritual de las resistencias y luchas
populares (salvación), así como su densidad y relevancia epistemoló-
gicas (teología)

Revista Latinoamericana de Teología 102, sep-dic 2017

Experiencia bíblica de Dios salvíficas. Para esto, tenemos que


partir de la historia de Dios con su
Hablar del carácter teologal de pueblo. Solo en esta historia pode‑
las resistencias y luchas populares mos hablar de Dios y de la relación
significa que tienen que ver con con Él.
Dios y su designio salvífico para
En nuestro caso (tradición ju‑
la humanidad (revelación), y por
tanto, con la relación con Él (fe). deocristiana) hablamos de Dios a
Significa mostrar cómo esas resis‑ partir de su historia con Israel.
tencias y luchas populares son par‑ Historia que alcanza su plenitud
te de la historia de Dios con su en Jesús de Nazaret, a quien con‑
pueblo. Significa explicitar sus po‑ fesamos como el Cristo de Dios.
tencialidades y sus ambigüedades El discurso cristiano sobre Dios es
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inseparable de su presencia y su Testamento, Dios libera al pueblo
acción en la historia de Israel y en de la esclavitud, y se da a conocer
la vida de Jesús de Nazaret. A tal “en la acción misma de salvar a su
punto que no se le nombrará sim‑ pueblo”. Dios dice quién es Él y lo
plemente como Dios, sino como el dice precisamente salvando. En el
Dios de Israel y como el Padre de Nuevo Testamento, la revelación
Jesucristo. de Dios es inseparable de la acción
salvadora de Jesús: la Buena noti‑
Este Dios se manifiesta como
cia del reinado de Dios. Por ser
un Dios presente y actuante en la
salvador, se manifiesta como un
historia y como un Dios partidario
Dios partidario de les pobres y
de los pobres y marginados (reve‑
marginados, hasta el punto de
lación). La relación con Él es una
identifica rse con ellos (Mt.
relación histórica, mediada por el
25,31‑46). Como ha insistido Jon
compromiso con ellos (fe). De ma‑
Sobrino:
nera que no podemos considerar
cristiano ningún discurso sobre “La relación de Dios con los
Dios o sobre la experiencia de Dios pobres de este mundo aparece co‑
que prescinda o se contraponga a mo una constante en la revelación
su historicidad y parcialidad hacia […] no es solamente coyuntural si‑
los pobres y los marginados. no estructural. Existe una correla‑
ción trascendental entre revelación
de Dios y clamor de los pobres”.
1. La revelación
Esa experiencia de Dios narra‑
da en la Escritura, además de ser
El Dios judeocristiano es un la experiencia originaria de la tra‑
Dios presente y actuante en la his‑ dición judeocristiana, constituye
toria y un Dios que actúa en favor su criterio y su norma permanen‑
de los pobres y marginados. Estas te. Dios continúa actuando a través
son las dos características más im‑ de su Espíritu. La revelación no es
portantes de la revelación de Dios, algo meramente pasado, sino algo
en la historia de Israel y en la vida muy actual. Por esto la teología no
de Jesús de Nazaret. puede reducirse a una especie de
arqueología salvífica. Es inteligen‑
La Biblia no habla de Dios de
cia de la acción salvífica de Dios
una manera abstracta y universal,
hoy. De ahí la densidad teológica
sino de manera histórica. Narra la
de los procesos actuales.
historia de Dios con su pueblo. Y
esa historia es una historia de sal‑ Pero no se debe olvidar que el
vación en la cual Dios se manifies‑ Espíritu de Dios, presente y ac‑
ta “como salvador, en la acción tuante en la historia, no es otro que
misma de salvar”. Esta es la expe‑ el Espíritu de Jesucristo. Su mi‑
riencia fundamental que nos trans‑ sión es recordar todo lo que Jesús
mite la Escritura. En el Antiguo dijo (Jn. 14,26). El Espíritu lo un‑
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gió, lo condujo y lo sostuvo en su tre nuestra fe y los pobres (EG,
misión de anunciar la Buena Noti‑ 48). Así se comprende perfecta‑
cia a los pobres (Lc. 4,18; He. mente la insistencia profética de
10,38), Y los estudios pneumato‑ Sobrino de que “fuera de los po‑
lógicos latinoamericanos han in‑ bres no hay salvación”. Al fin y al
sistido mucho en que “el Espíritu cabo, si la fe es entrega a un Dios
del Señor actúa desde abajo”, para salvador de los pobres y margina‑
usar una expresión muy querida de dos, nos inserta necesariamente en
Víctor Codina. su dinamismo salvífico a favor de
ellos. A tal punto que esto se con‑
vierte en signo, criterio y medida
2. La fe de la fe (cfr. Mt. 25,31-46; Lc.
10,25-37).
La fe es el acto por el cual nos Revelación y fe constituyen dos
adherimos confiadamente al Dios aspectos históricos de la salvación
que se ha revelado en la historia en los procesos de liberación. En
de Israel y definitivamente en la el acto mismo de salvar, Dios se
vida y la praxis de Jesús de Naza‑ revela como Dios de Israel, Dios
ret. La fe es respuesta a la propues‑ de los pobres y marginados. Y en
ta de ese Dios. La iniciativa es su‑ la medida en que el pueblo acoge
ya (propuesta). Sin embargo, es este Dios y va construyendo su vi‑
necesario que sea asumida por no‑ da en comunión con Él, se consti‑
sotros (respuesta). En este sentido, tuye como pueblo de Dios. En esto
la fe es un don (Ef. 2,8), pero un consiste la experiencia que nos na‑
don que una vez acogido, nos rran las Escrituras. Ella constituye
re‑crea insertándonos en su pro‑ el corazón de la Torá, de los pro‑
pio dinamismo. Es por, tanto, un fetas y de la vida y misión de Je‑
don‑tarea: algo que recibimos pa‑ sús de Nazaret.
ra realizar. La fe es una dinámica
Si hay algo en las Sagradas Es‑
de vida, una manera de vivir: vivir
crituras que no se puede negar es
como Jesús. La fe es seguimiento
la centralidad de los pobres y opri‑
y entrega a Dios.
midos en la historia de salvación.
Esa entrega a Dios significa Dios aparece como go’el que res‑
configurar la vida de acuerdo con cata sus parientes de la esclavitud,
Él y colaborar en su actuación his‑ como pastor que apacienta sus
tórica a favor de los pobres. La en‑ ovejas, como rey que hace justicia
trega a Dios siempre está mediada a los pobres. Y la relación con Él
por la participación en su acción (fe) pasa siempre por la defensa del
salvífica en el mundo (historici‑ pobre y oprimido, por la proximi‑
dad), una acción a favor de los po‑ dad con el caído a la orilla del ca‑
bres y marginados (parcialidad). mino. El exegeta alemán Joachim
Como dice el Papa Francisco, Jeremias ha insistido mucho en que
“existe un vínculo inseparable en‑ “el rasgo decisivo” del reinado de
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Dios consiste en la “oferta de la tos sociopolíticos de liberación.
salvación hecha por Jesús a los po‑ Fueron ellos los que recogieron los
bres”. De modo que la salvación clamores del pueblo. Pero también
de los pobres y marginados cons‑ es verdad que a medida que la Igle‑
tituye el corazón de la historia de sia ha ido descubriendo que la ex‑
Dios con su pueblo. Hasta el pun‑ periencia bíblica de Dios es fun‑
to de convertirse en criterio y me‑ damentalmente una experiencia
dida de fidelidad a la Alianza de histórica de liberación, ha podido
Dios con Israel y de adhesión o re‑ percibir y comprender la densidad
chazo del reinado de Dios anun‑ teológica de los procesos históri‑
ciado por Jesús. cos de liberación. Como advierte
Ellacuría, “Origen” y “principio”,
no son lo mismo y “no todo origen
Carácter salvífico de las se convierte en principio”. Por más
resistencias y luchas que los movimientos y las organi‑
populares zaciones sociales hayan desperta‑
do y convocado a la Iglesia a cola‑
borar con los procesos históricos
La recuperación de la experien‑ de liberación (origen), esta libera‑
cia bíblica de Dios (realización ción solo pudo ser asumida por la
histórica de la salvación) es lo que Iglesia porque dicha liberación
ha permitido a la Iglesia latinoa‑ constituye “la esencia misma del
mericana comprender la densidad mensaje revelado (principio).
teologal o espiritual de las resis‑
tencias y luchas populares, perci‑ También es verdad que esto no
bir la presencia y la acción salvífi‑ ocurre en la Iglesia de un momen‑
ca de Dios. Medellín es muy claro to a otro, como por arte de magia.
a este respecto: Ha sido preparado por un largo
proceso de renovación teológi‑
“Así como otrora Israel, el pri‑ co‑pastoral, que culminó con el
mer pueblo de Dios, experimenta‑ Concilio Vaticano II. Conviene
ba la presencia salvífica de Dios destacar dos aspectos de este pro‑
cuando lo liberaba de la opresión ceso de renovación:
de Egipto, así también nosotros,
nuevo pueblo de Dios, no podemos Primero, el esfuerzo por supe‑
dejar de sentir su paso que salva rar el dualismo natural/sobrenatu‑
cuando se da “el verdadero desa‑ ral. Al querer “salvar” la gratuidad
rrollo que es para cada uno y para de la salvación, este dualismo com‑
todos, el paso de condiciones de promete el carácter creatural y gra‑
vida menos humanas a condicio‑ cioso del mundo, hace irrelevante
nes más humanas”. su salvación y debilita el compro‑
miso de la Iglesia con su transfor‑
Es verdad que la Iglesia no per‑ mación. De ahí que el concilio
cibió eso por sí misma. La Iglesia comprenda la Iglesia como signo
fue provocada por los movimien‑ e instrumento de la salvación del
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mundo (Cfr. LG 1.9.48) y afirme tes de la Iglesia latinoamericana,
que: tanto en su acción pastoral como
“El divorcio entre la fe y la vi‑ en su reflexión teológica: El re‑des‑
da de muchos debe considerarse cubrimiento del carácter salvífico
como uno de los más grandes erro‑ de los procesos históricos de libe‑
res de nuestra época… El cristia‑ ración y su importancia para la vi‑
no que falta a sus obligaciones vencia de la fe.
temporales, faltando a sus deberes Desde el punto de vista de la
con el prójimo, falta, sobre todo, a acción pastoral, ha confirmado y
sus obligaciones para con Dios.” llevado a miles de cristianos a
(GS. 43). comprometerse en los procesos de
El segundo aspecto es el re‑des‑ liberación.
cubrimiento de la universalidad de Desde la reflexión teológica, se
la salvación, que extrapola los lí‑ han ido creando, en medio de ten‑
mites visibles de la Iglesia. Esto siones, algunos consensos teológi‑
lleva a que el concilio afirme que cos fundamentales: la superación
“la Iglesia católica no rechaza na‑ del dualismo natural/sobrenatural
da de lo que en [otras] religiones y profano‑sagrado; la historicidad
haya de santo y verdadero”, a que de la salvación, la salvación como
reconozca que ellas “reflejan un liberación integral y los pobres
destello de aquella Verdad que ilu‑ como “lugar teológico”. Estos
mina a todos los hombres. Esto se‑ consensos fueron decisivos para
rá fundamental para percibir la sal‑ la comprensión del carácter teo‑
vación fuera de la Iglesia. logal o espiritual de las resisten‑
Nada de eso compromete la cias, luchas y organizaciones po‑
gran novedad que se ha dado en la pulares.
Iglesia latinoamericana, la cual Estas luchas y organizaciones
consiste en el descubrimiento de populares tienen dos aspectos fun‑
la densidad espiritual de los movi‑ damentales, mutuamente implica‑
mientos de liberación. No se trata dos: Por un lado, denuncian y se
solo de una comprensión abstracta enfrentan con las “estructuras de
de la salvación. Se trata, primaria‑ pecado” que continúan matando
mente, de retomar el sentido bíbli‑ hijas e hijos de Dios, o sea, con los
co de la salvación que se realiza en mecanismos económicos, políti‑
los procesos de liberación y de asu‑ cos, jurídicos, culturales y religio‑
mir estos procesos motivados, pre‑ sos que niegan las condiciones ma‑
cisamente, por la fe. La historici‑ teriales de vida a una gran parte
dad de la salvación se materializa de la población que oprimen y
en procesos de liberación. De ahí marginan. Por otro lado, estas re‑
su carácter salvífico. sistencias y luchas se constituyen
Estos han sido, sin duda algu‑ en “mediadoras de la salvación” en
na, los dos aportes más importan‑ la medida en que buscan nuevos
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mecanismos de organización so‑ co, liberador es crecimiento del
cial que garanticen los derechos de reino, es acontecer salvífico, pero
los pobres y marginados. no es la llegada del reino, ni toda
Se trata de la denuncia y del en‑ la salvación”.
frentamiento del pecado en su di‑ Naturalmente, la salvación no
mensión socio-estructural, y del puede reducirse a su dimensión so‑
esfuerzo de organización de la so‑ cial, ni la dimensión social de la
ciedad, de acuerdo con el espíritu salvación puede reducirse a las lu‑
evangélico, lo que realiza la salva‑ chas para la transformación de las
ción. estructuras de la sociedad. La sal‑
La afirmación del carácter teo‑ vación de Dios tiene que ver con
logal o espiritual de estas resisten‑ todas las dimensiones de la vida
cias populares no quiere decir ab‑ humana (personal, social e histó‑
solutización de estas resistencias, rica) y con la totalidad de la crea‑
ni negación de las ambigüedades ción (cosmos).
y contradicciones existentes en Es también evidente que los
ellas. Pero son signos y mediacio‑ procesos históricos de liberación
nes históricas de la salvación o del no son puros, tienen sus pecados,
reinado de Dios en este mundo. es necesario purificarlos con la luz
Signos y mediaciones limitados, y la fuerza del evangelio.
ambiguos y contradictorios, pero
reales y verdaderos. Monseñor Romero hace algu‑
nas afirmaciones decisivas respec‑
En palabras de Leonardo Boff, to a la densidad teológica de las lu‑
“las liberaciones históricas son […] chas y organizaciones populares y
anticipaciones y concreciones, su relación con la Iglesia.
siempre limitadas, pero reales, de
la salvación, que será plena sola‑ • La misión que Jesús confió a
mente en la eternidad: entre el rei‑ la Iglesia no es de orden polí‑
no de Dios y la sociedad justa exis‑ tico, económico o social. El fin
te una “identi f icación” – se que le asignó es de orden reli‑
identifica en– pero no una “identi‑ gioso. Pero precisamente de es‑
dad” –no se identifica con–. En pa‑ ta misión religiosa derivan fun‑
labras de Gustavo Gutiérrez: ciones, luces y energías que
pueden servir para establecer
“El crecimiento del Reino es y consolidar la comunidad hu‑
un proceso que se da históricamen‑ mana según la ley divina.
te en la liberación […] pero no se
agota en ella: realizándose en he‑ • A la Iglesia le compite recoger
chos históricos liberadores, denun‑ todo lo que de humano hay en
cia sus límites y ambigüedades, la causa y la lucha del pueblo,
anuncia su cumplimiento pleno y sobretodo de los pobres. La
lo impulsa a la comunión total […] Iglesia se identifica con la
Es más, el hecho histórico, políti‑ causa de los pobres cuando es‑
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tos exigen sus legítimos dere‑ El desarrollo de la inteligencia
chos. de la fe puede exigir cierto distan‑
ciamiento de la experiencia inme‑
• Esta solidaridad con los obje‑
diata. Este distanciamiento puede
tivos justos no está condicio‑ ser importante para ayudar a la co‑
nada a determinadas organiza‑ munidad eclesial a ensanchar los
ciones, sean cristianas o no. A horizontes de la fe y a evitar posi‑
la Iglesia solo le interesa una bles desviaciones. Pero no puede
condición: que el objetivo sea llevar jamás a una separación total
justo, para apoyarlo con la del quehacer teológico con relación
fuerza del Evangelio. a la fe. Siempre que esto sucede la
• Pero no estaría completo el ser‑ teología pierde su vitalidad y se
vicio de la Iglesia a estos es‑ vuelve arqueología. En palabras de
fuerzos de liberación si no los Ignacio Ellacuría “deja de ser un
iluminara con la luz de la fe y intellectus fidei para ser un estudio
de su esperanza, enmarcados de inoperatividades”. Y esto es una
en el designio de salvación de tentación permanente del quehacer
Jesucristo. Si perdiera esta teológico.
perspectiva global, la Iglesia Uno de los grandes méritos de
perdería su significación más la teología de la liberación ha sido
profunda. enfrentarse teológicamente con los
procesos históricos, y discernir allí
Con esto hemos querido expli‑
los signos y las llamadas de Dios a
citar el carácter salvífico de estas
su pueblo. Eso ha dado vitalidad al
luchas de liberación, sin reducir la quehacer teológico en América La‑
salvación a su dimensión socio-es‑ tina y lo ha hecho más consecuen‑
tructural, ni negar las ambigüeda‑ te, desde el punto de vista teórico
des y contradicciones que puedan (momento de la praxis) y teológico
presentar. (momento consciente y reflejo de
la realización histórica de la salva‑
ción y el reinado de Dios).
Densidad y relevancia
epistemológica de las Naturalmente el desarrollo de
resistencias y luchas la inteligencia de la fe implica, co‑
populares mo uno de sus momentos consti‑
tutivos, el estudio de la Escritura
y de toda la tradición eclesial.
La teología es inteligencia de Desde el punto de vista epistemo‑
la fe al servicio de la fe. La teolo‑ lógico, esto ha tenido como con‑
gía se configura en un doble mo‑ secuencia el primado de lo real (la
vimiento: de la vivencia de la fe a salvación) sobre lo teórico (doctri‑
la inteligencia de la fe y de la inte‑ na de la salvación). No obstante, la
ligencia de la fe a la vivencia de la tentación de apartarse de la reali‑
fe. dad y de refugiarse en el academi‑
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cismo teórico, más o menos estéril La vida [...] precediendo y desa‑
e ineficaz, es enorme. fiando a la reflexión teológica”.
Sobrino escribió un texto auto‑ Ya al comienzo de la década de
biográfico titulado “Teología des‑ 1980, el P. Arrupe, superior gene‑
de la realidad”, que concluye con ral de los jesuitas, afirmaba tener
“algunas preocupaciones”. La pri‑ la impresión de que dicha teología
mera de ellas es la que él llama “la “estaba perdiendo el push, que es‑
tendencia al docetismo” en la teo‑ taba volviéndose demasiado aca‑
logía actual. démica”. No se trata aquí de prag‑
matismo o de activismo social o
“Lo que más me preocupa de pastoral sino de tomar en serio al‑
la teología es su tendencia al do‑ go determinante para el quehacer
cetismo, es decir, el crearse un ám‑ teológico: ser el momento inteli‑
bito propio de realidad que la dis‑ gente de la fe o de la salvación y
tancia y desentiende de la realidad del reinado de Dios, cuya caracte‑
real, allá donde se hace presente el rística más importante es hacer
pecado y la gracia. Este docetis‑ justicia a los pobres y oprimidos.
mo, que normalmente es incons‑ Por lo tanto, debe estar constituti‑
ciente, puede muy bien llevar al vamente ligado a los procesos so‑
aburguesamiento, es decir, a pres‑ ciales y eclesiales de liberación. Y
cindir de los pobres y las víctimas eso en sintonía con la renovación
que son mayoría en la realidad y del Papa Francisco impulsando
son la realidad más flagrante”. una “Iglesia en salida hacia las pe‑
En realidad, el ambiente social riferias”.
y eclesial, poco favorable e inclu‑ La teología cristiana debe ser
so adverso a los procesos de libe‑ siempre una teología en salida,
ración, han hecho que muchos teó‑ constituyéndose en “signo e instru‑
logos se hayan distanciado de los mento de salvación”. En palabras
procesos sociales y eclesiales, y certeras del Papa Francisco: “De‑
hayan centrado sus actividades en bemos guardarnos de una teología
el mundo de los libros y las teorías. que se agota en disputas académi‑
Es el caso, en gran parte, de la teo‑ cas […] También los buenos teólo‑
logía europea. Más que “un mo‑ gos, como los buenos pastores,
mento del proceso a través del cual huelen a pueblo y a calle y, con su
el mundo es transformado, abrién‑ reflexión derraman ungüento y vi‑
dose al don del reino de Dios”, co‑ no en las heridas de los hombres”.
mo proponía Gutiérrez, la teología El teólogo que la Iglesia necesita
se va constituyendo como un mun‑ “no es un teólogo de museo”. De‑
do aparte que vive de sí mismo y be ser una persona capaz de cons‑
para sí mismo. “Abandona así, lo truir en torno a sí, la humanidad y
que fue su intuición original: ser no un intelectual sin talento, un eti‑
una reflexión que camina junto a cista sin bondad, o un burócrata de
la vida de la comunidad eclesial. lo sagrado”.
330  Francisco de Aquino Júnior
A modo de conclusión de la salvación y del reinado de
Dios.
Esta reflexión nos coloca fren‑ (4) No despreciar el gran kairos
te a un reto enorme, enfrentarnos que el ministerio pastoral del
teológicamente con la realidad y Papa Francisco representa pa‑
discernir los signos de los llama‑ ra la Iglesia.
mientos de Dios. Esto tiene mu‑
chas consecuencias para el queha‑ (5) Tomar en serio que “fuera de
cer teológico: los pobres no hay salvación”, y
en consecuencia mantenerse
(1) Hacer y entender la teología siempre unidos a ellos en sus
como un momento de la fe de resistencias y sus luchas y no
la Iglesia y de la realización caer en la tentación del “doce‑
histórica de la salvación y del tismo teológico”.
reinado de Dios.
Nuestra reflexión inconclusa y
(2) Ser consecuente con el carác‑ abierta nos provoca, nos convoca
ter histórico y parcial de la sal‑ y nos compromete. El reto está lan‑
vación, superando toda forma zado. No huyamos del desafío de
de dualismo. nuestra “hora”. Los pobres y los
(3) Insistir en la centralidad de los marginados son, en Él, jueces y se‑
procesos históricos de libera‑ ñores de nuestras vidas y de nues‑
ción como signo privilegiado tras teologías.

Condensó: Ramon Ribas

La falta cada vez mayor de fines en una sociedad que aumenta sus me-
dios es, sin duda, la fuente más profunda de nuestro descontento (P. Ricoeur,
en Esprit, 1966, p. 188)

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