Sei sulla pagina 1di 5

Juan Carlos Salome Monroy.

Filosofía de la ciencia.

REFLEXIONES ACERCA DE LA IDEA DE HUMANIDAD EN LA CIENCIA.

La ciencia es la expresión de la naturaleza de los hombres, ¿Cuál naturaleza? La


de desnaturalizarse, “pues –dice M. Onfray acerca de la producción de la cultura-
también eso está en su naturaleza”1, o quizá, también respecto a este punto, sea
como nos dice Camus en su Hombre rebelde: “el hombre se niega a ser lo que es
de antemano”2 y la ciencia -aquello por lo cual, según el señor Nietzsche, dentro
de la escala de seres vivos en el mundo, se levanta “un orden piramidal, por
castas y grados”3 -,bien haremos en decir, es manifestación de ese querer negar
la condición originaria del hombre: el de ser animal. O bien, la ciencia es aquel
“culturalizador” que representa la intervención apolínea en lo dionisiaco. Este
querer negar la animalidad humana es, en parte, de lo que nos hablara el
anarquista ruso Miguel Bakunin en su libro Dios y el Estado, sirviéndose del
término negación progresiva, un ejercicio histórico y, por así decir, “continuo”-pues
la idea de progreso, faceta par excelence de la ciencia, en su materialización nos
mantiene, en nuestros días, con ciertas reservas al respecto-, que va de la
animalidad a la humanidad. “La humanidad –dice Bakunin- es al mismo tiempo y
esencialmente una negación, la negación reflexiva y progresiva de la animalidad
en los hombres; y es precisamente esta negación tan racional como natural.” 4
Bakunin, espíritu confiado al proyecto del racionalismo y la ilustración, veía en la
ciencia la cumbre más perfecta a la que había arribado el espíritu humano de la
modernidad y tenía puestas sus esperanzas en ella para lograr la emancipación
social, liberar a los hombres, ¿De quién? De Dios y el Estado, del sacerdote y del
gobernante, liberar al hombre de sí mismo, otorgarle la mayoría de edad para el
propio goce de su vida y sus facultades.

En el pensamiento libertario de nuestro colega Bakunin respecto a la


ciencia podemos vislumbrar el pensamiento de Spinoza, aunque él mismo, en su
obra que tratamos aquí, mantuvo e hizo explicita su distancia con el filósofo
holandés a pesar de ser también racionalista, pues, dice Bakunin, fue incapaz de
1
Michel Onfray, Cosmos, una ontología materialista, Paidós, Argentina, Buenos Aires, 2016 p.152
2
Albert Camus, El hombre rebelde, Losada, Buenos Aires, 2003, p. 287.
3
Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 2015, p.29.
4
Bakunin, Dios y el Estado, Terramar, Argentina, 2000, p. 13
Juan Carlos Salome Monroy.
Filosofía de la ciencia.

deslindarse de eso que a nivel de abstracción ha mantenido subyugado y


subordinado a los hombres: Dios. Sin embargo, conforme a nuestra perspectiva, la
idea de libertad que mantienen estos dos autores en su pensamiento pueden
dialogar y ayudar a nuestro sencillo trabajo a pesar de la distancia que antepuso
Bakunin. En efecto, cuando Spinoza habla de Dios no habla de otra cosa que de la
Naturaleza o de la sustancia según la cual obra por sus leyes inmanentes a ella,
razón por la cual Dios es causa libre, no coaccionado por nadie, que existe y
actúa por la sola necesidad de su naturaleza, “de donde se sigue que no hay
ninguna causa que incite, extrínseca o intrínsecamente, a Dios a actuar, excepto
la perfección de su misma naturaleza.” 5 Y es aquí en donde nosotros pensamos
que Spinoza pudo de alguna manera influir en las palabras de Bakunin cuando
escribía, pues a pesar de que éste era un ateo convencido y explicito,
constantemente nos percatamos de su fuerte insistencia en el estudio de la
Naturaleza y sus leyes -y por qué no decir, naturaleza natural y social para
Bakunin y naturaleza naturante y naturada para Spinoza- con la finalidad (vale
decir que al menos aquí, en el pensamiento anarco, existe o tiene un sentido la
ciencia) de propiciar el fin de una existencia humana al mínimo, pero también,
téngase mucho en cuenta, abrir los canales para una apropiación ontológica de
ser “para sí” y no “para otro” 6. El estudio de la ciencia y de la naturaleza se volvía
importante para el proyecto de alcanzar la humanidad en los hombres, su libertad
y su felicidad, sueño ya plasmado en el quehacer filosófico de la escuela del
maestro Epicuro, alcanzar la serenidad de ánimo despejando de la vista de los
hombres la superstición y la ignorancia 7 recurriendo al verdadero conocimiento
que emerge de la naturaleza, concediendo crédito a lo que es demostrable y
verificable. El desarrollo de esta empresa (el estudio de las leyes naturales
inherentes al desenvolvimiento de la sociedad humana, como de las leyes que
gobiernan el mundo físico), dice Bakunin, “por medio de un amplio sistema de

5
Spinoza, La ética demostrada según el orden geométrico, cor. 1, prop.17, I parte, Trota, Madrid,
2000, trad. Atilano Domínguez, p.53.
6
Véase para estos dos aspectos P. Freire, la pedagogía del oprimido, la concepción bancaria de la
educación, siglo XXI, México, 2005.
7
Véase Carlos García Gual, Epicuro, “la relación entre el conocimiento de la naturaleza y la serena
felicidad del sabio” p. 95, “la tranquilidad de ánimo significa estar liberado de todo eso” p. 114,
Alianza, Madrid, 2002.
Juan Carlos Salome Monroy.
Filosofía de la ciencia.

educación y de instrucción populares…la cuestión de la libertad estará


perfectamente resuelta. Los autoritarios mas recalcitrantes deben reconocer que
entonces no habrá necesidad de organización, ni de dirección, ni de legislación
política, tres cosas que…, son siempre igual de funestas y contrarias a la libertad
de las masas, porque les impone un sistema de leyes exteriores, y por
consiguiente, despóticas.”8

Bakunin ponía sus esperanzas y confiaba a la ciencia su alegría, pues veía


en ella el fin de aquello que había mantenido en una esclavitud histórica a la
humanidad llevando acabo su propósito conjuntamente, afirmando la existencia de
un Dios en el cielo para después, de forma inmediata, reconocer miles de amos,
reyes y gobernantes en la tierra. Pero preguntamos, a pesar de nuestras grandes
simpatías con el pensamiento anarquista, ¿en dónde y en qué lugar está la
realización de este proyecto confiado a la ciencia? ¿Podemos ver algún resultado
de ese procedimiento antitético y conjunto de negación-afirmación del hombre que
va de su animalidad hacia su humanidad? Queda solo mirar nuestra existencia en
un espejo para tener una idea al respecto. Bakunin, quizá sin querer o desearlo (y
de esto nos dolemos mucho) exalto tanto la conocimiento científico que hizo de él
un relevo relevo que sustituyera a Dios, pues aunque en apariencia el mundo
estaba entrando a una depuración secular del cristianismo, los hombres seguían
siendo religiosos, sentimiento que pudieron seguir experimentando en la nueva
religión, la ciencia. La ciencia se convertía en el instrumento que permitiría brindar
una respuesta para todos los problemas de la existencia humana, ¿y sus agentes,
sus fieles y creyentes?, ¿qué pasaba con ellos? Se tornaban –como dice
Nietzsche- en animales divinizados. Sucedía, por tanto, un “salto mortal” en el
andar de la ciencia, el cual renovaba a los intermediarios divinos en la tierra y
levantando una “nueva” dicotomía: Ciencia y Estado, es decir, ya no existe una fe
en Dios o en el padre de la iglesia sino una fe en el científico.

Por consiguiente podemos darle la razón a Heidegger, ya que en efecto


“también una vida no cristiana, puede afirmar el cristianismo…en la misma medida

8
Véase Bakunin, Dios y el Estado, p.31-32.
Juan Carlos Salome Monroy.
Filosofía de la ciencia.

en que una vida no cristiana no necesita obligatoriamente del cristianismo” 9. Luego


entonces seguimos condenados por cristo, por Dios, existe en nosotros aun el
instinto de rebaño que se renueva en nuestra permanencia en el credo de la
ciencia de una ciencia, por así decirlo, pastoril. Preguntamos una vez más, ¿la
ciencia es en primer lugar aquello que desnaturaliza al hombre con el fin de
otorgarle su humanidad? ¿Por medio de qué y de qué practicas? ¿Acaso esa
desnaturalización –aquel estilo poético de reproducir al mundo en conceptos-, no
ha llevado precisamente a una corrupción del ideal de humanizar al hombre y no
se ha vuelto lo contario a él, es decir, acaso no ha marchado más bien en contra
suya, hacia su negación y no afirmación? ¿Hasta qué punto esa desnaturalización
ha jugado con lo antinatural, rosando muy de cerca con lo inhumano, con el
despectio sui? ¿Existió realmente una superación, partir de la negación, lineal u
horizontal de la ciencia sobre la religión, del hombre de ciencia sobre el hombre
religioso? Imaginemos al hombre de fe o al padre de la iglesia aposentado en su
templo entregándose a la oración con Dios y comparémosle con el hombre de
ciencia refugiándose en su contemplación y reflexión, el primero se cuida de
conservar bien separados el alma del cuerpo mientras el segundo se encarga de
mantener una razón “pura”, libre de las imprecisiones de las sensaciones, ¿en
dónde existe la diferencia y la supuesta superación? ¿Podemos ser capaces de
dilucidar el tipo de humanidad que nos otorga una ciencia cristianizada? ¿Qué
diremos? Pues bien, frente a nosotros esta un Apolo hecho de mármol
blanquecino pero bofo, asemejándose a una pieza fría de concreto pero hueca por
dentro…”nada ha sido comprado a un precio tan caro…como el poco de razón
humana y de sentimiento de libertad que ahora constituye nuestro orgullo” 10.

Bibliografía:

Albert Camus, El hombre rebelde, Losada, Buenos Aires, 2003.

Bakunin, Dios y el Estado, Terramar, Argentina, 2000.

Carlos García Gual, Epicuro, Alianza, Madrid, 2002.

Heidegger, Caminos de bosque, Alianza, Madrid 1998.


9
Véase Heidegger, Caminos de bosque, la frase de Nietzsche: Dios ha muerto, Alianza, Madrid
1998.
10
Nietzsche, La genealogía de la moral, Alianza, España, 2015, p.167.
Juan Carlos Salome Monroy.
Filosofía de la ciencia.
Nietzsche, La genealogía de la moral, Alianza, España, 2015.

Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 2015.

Michel Onfray, Cosmos, una ontología materialista, Paidós, Argentina, Buenos Aires, 2016.

.
P. Freire, la pedagogía del oprimido, la concepción bancaria de la educación, siglo XXI, México,
2005.

Spinoza, La ética demostrada según el orden geométrico, cor. 1, prop.17, I parte, Trota, Madrid,
2000, trad. Atilano Domínguez.
.

Potrebbero piacerti anche