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Voces: LABORAL - INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS - ACCIDENTE DE TRABAJO -

RELACIÓN DE SUBORDINACIÓN - TRABAJADOR - CONTRATO DE TRABAJO POR OBRA


O FAENA - SEGURIDAD E HIGIENE DEL TRABAJADOR - VIOLACION DEL DEBER DE
CUIDADO - RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO - RECURSO ACOGIDO -
DISIDENCIA - SENTENCIA DE REEMPLAZO

Partes: Guevara c/ Exportadora Unifrutti Traders Limitada | Contrato por obra o faena -
Primacía de la realidad

Tribunal: Corte Suprema

Fecha: 28-sep-2016

Cita: MJCH_MJJ47029 | ROL:7237-15, MJJ47029

Producto: LJ

El principio de la primacía de la realidad prima en las relaciones laborales, de esta forma, aun
cuando un trabajador este contratado por obra o faena, si se trata de contratos sucesivos, se
está frente a un contrato indefinido por lo que el empleador debe responder atendiendo a ese
vínculo laboral. La disidencia estima que el fallo obliga a la empresa a indemnizar más del
daño que causó, en atención que al haberse expuesto la víctima directa al peligro es ésta la
que contribuye con su acción u omisión al daño de las víctimas por rebote en aquella parte en
que se expuso al perjuicio.

Doctrina:

1.- Corresponde acoger el recurso de casación en el fondo presentado por los hijos y la
cónyuge de un trabajador que resultó muerto con ocasión de un accidente de trabajo. El hecho
que el artículo 159 N° 4 inciso segundo del Código del Trabajo formule la hipótesis de
diversos contratos a plazo, discontinuos, que se verifican en un lapso de doce o quince meses,
tiene que ver con la necesidad de no permitir que dicha situación se prolongue en el tiempo,
atendido que dicha norma busca inhibir la afectación del principio de estabilidad en el empleo.
Así las cosas, los sentenciadores han errado en la calificación jurídica del vínculo laboral que
unía al trabador con la demandada, desde que conforme a los hechos asentados en la
sentencia impugnada, debieron presumir la existencia de un contrato de trabajo en los
términos contemplados en los artículos 7 y 8 del Código del ramo, de carácter indefinido,
como es la regla general en el ordenamiento laboral, el que, en consecuencia, se encontraba
vigente a la fecha del accidente.

2.- La demandada, a la fecha del accidente, no había adoptado todas las medidas de seguridad
necesarias para resguardar eficazmente la vida, salud e integridad de sus trabajadores, desde
que una multa cursada por la autoridad administrativa devela deficiencias en su sistema de
seguridad, que llevan a la empresa a introducir nuevas medidas, tendientes a evitar que se
repitan estos hechos, constatándose que esas medidas -nuevas- fueron validadas por el
órgano pertinente. En consecuencia, la normativa o regulación prevista por la demandada
demostró ser insuficiente e inadecuada, ya que permitió que una persona no autorizada para
ingresar a las cámaras de atmósfera controlada, pudiera hacerlo, dejando espacio para la
circulación por aquella zona de alto riesgo, sin que existiera la necesaria supervisión.

3.- El principio de primacía de la realidad conduce a establecer que, en los hechos y cualquiera
sea la figura jurídica con que se ha revestido la vinculación laboral entre las partes, a la fecha
en que se produjo el accidente el contrato se encontraba vigente, desde que se trataba de un
contrato de carácter indefinido. Se observa, por una parte, que los supuestos contratos por
obra o faena celebrados sucesivamente, en realidad no lo son, porque su vencimiento se
verifica con la llegada del plazo y no con el término de la faena que dio origen a la contratación.

4.- Corresponde rechazar el recurso de casación en el fondo en lo que respecta al rechazo de


la aplicación del artículo 2330 del Código Civil, en atención a que al haberse establecido que
la conducta de la víctima directa contribuyó en la generación del resultado dañoso, la
responsabilidad del tercero que concurrió con su culpa al daño debe ser medida o apreciada en
relación con la conducta de aquel, sea que quien demande lo haga como heredero, o a título
personal. La aplicación del artículo 2330 del Código Civil no puede circunscribirse a la víctima
directa. El precepto no lo limita, constituyendo una errónea interpretación entenderlo así a
partir de la frase «si el que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente», pues este es el
supuesto para que proceda la reducción de la apreciación del daño, mas no configura el sujeto
único respecto del cual cabe aplicarse la regla. Entenderlo así violenta el principio de
reparación integral que se colige del artículo 2329 del Código Civil, dado que el victimario debe
reparar el daño causado y nada más que eso y al haberse expuesto la víctima directa es ésta la
que contribuye con su acción u omisión al daño de las víctimas por rebote en aquella parte en
que se expuso al perjuicio. De ahí que el sustraer a las víctimas por repercusión del ámbito de
aplicación del artículo 2330 del Código civil deja al victimario en situación de indemnizar más
daños de los que causó (del voto de disidencia de la ministra Andrea Muñoz y el abogado
integrante Carlos Pizarro).

Santiago, 28 de septiembre de 2016.

Vistos:

En estos autos rol N° C-2587-2013, seguidos ante el Décimo Tercer Juzgado Civil de
Santiago, en juicio ordinario sobre indemnización de perjuicios por accidente del trabajo,
caratulados "Guevara con Exportadora Unifrutti Traders Limitada", por sentencia de diecinueve
de noviembre de dos mil catorce, escrita a fojas 614 y siguientes, se rechazó la demanda de
indemnización de perjuicios intentada por doña Rebeca Elvira Guevara Díaz, don Alejandro
Alfredo Ortiz Guevara y don Mauricio Antonio Ortiz Guevara, cónyuge e hijos,
respectivamente, de don José Alfredo Ortiz Astudillo, en contra de la empresa Exportadora
Unifrutti Traders Limitada, con costas.

Se alzó la parte demandante y una de las Salas de la Corte de Apelaciones de esta ciudad, por
sentencia de catorce de abril de dos mil quince, escrita a fojas 697 y siguientes, la confirmó,
con declaración que no se condena en costas a la demandante, por estimar que tuvo motivo
plausible para litigar.
En contra de este último pronunciamiento, la misma parte dedujo recurso de casación en el
fondo, solicitando se invalide el fallo y se dicte una sentencia de reemplazo que acoja la
demanda en todas sus partes.

Se ordenó traer los autos en relación.

Luego de la vista de la causa, las partes fueron citadas a una audiencia de conciliación que se
verificó el día dos de mayo pasado, sin que se lograra acuerdo.

Considerando:

Primero:Que, el recurrente denuncia la infracción de una serie de normas que agrupa en los
siguientes seis capítulos, a saber, la infracción al artículo 19 N°3 de la Constitución Política del
Estado y los artículos 318 y 319 del Código de Procedimiento Civil; los artículos 170 N°6 , 358
y 379 del Código de Procedimiento Civil; artículo 1546 del Código Civil y 346 del Código de
Procedimiento Civil; artículo 184 del Código del Trabajo, artículo 5 y 69 de la ley 16.744 y
artículos 44 , 1547 y 2329 del Código Civil; artículos 4 , 7 y 8 del Código del Trabajo y artículo
1698 del Código Civil y "normas reguladoras de la prueba".

En relación al primer grupo de normas -artículo 19 N°3 inciso 5° de la Constitución Política, y


artículos 318 y 319 del Código de Procedimiento Civil- sostiene el recurrente que la infracción
se produce, porque no obstante no haberse incorporado como punto de prueba la existencia de
una relación laboral

entre demandante y demandado al momento del accidente, la sentencia impugnada razona


como si éste lo hubiera sido, pondera la prueba presentada por el demandado con el objeto de
acreditar que a esa fecha el demandante prestaba servicios para un tercero y es así como da
por establecido que eso es efectivo, lo que implica una modificación arbitraria al auto de prueba
que se encontraba firme y una vulneración al derecho constitucional a un justo y racional
procedimiento, en la medida que se le ha impedido ejercer su derecho a defensa, presentando
la prueba pertinente sobre este punto en la oportunidad procesal correspondiente.

Por otro lado, funda la infracción a losartículos 170 N°6, 358 y 379, todos del Código de
Procedimiento Civil, en que no obstante haber apelado de la sentencia definitiva de primera
instancia, por haber acogido una serie de tachas deducidas en contra de testigos presentados
por su parte, la sentencia impugnada omitió pronunciamiento sobre las mismas, lo que
significa que no resuelve todas las cuestiones sometidas a su conocimiento.

En cuanto a la infracción a los artículos 1546 del Código Civil y 346 N°3 del Código de
Procedimiento Civil, el recurrente se basa en que el fallo impugnado desestima la concurrencia
de la teoría de los actos propios alegada por su parte, argumentando que la actuación se ajustó
a las reglas que rigen la materia, ya que el accidente ocurrió en las dependencias de la
empresa y es un antecedente preliminar, por lo que a partir de aquello debe abrirse una
rigurosa investigación. Sostiene el recurrente que la demandada, al comunicar la muerte de
José Ortiz Astudillo a las autoridades pertinentes, indicó que éste tenía la calidad de trabajador
de su empresa, según consta del documento despachado al Ministerio de Salud, el que habría
sido acompañado bajo el apercibimiento del artículo 346 N°3 del Código de Procedimiento
Civil, sin que fuere objetado ni observado por la demandada.A su juicio, y a la luz de los
presupuestos de la figura de en cuestión -que desarrolla latamente- la conducta desplegada
por la empresa con posterioridad, al ser demandada, de negar todo vínculo laboral con Ortiz
Astudillo, contradice su actuación anterior, lo que acarrea que al ir en contra de sus propios
actos esa pretensión contradictoria debe ser desestimada.

El cuarto grupo de normas denunciadas, artículos 184 del Código del Trabajo, 1547 y 44 del
Código Civil, 5 y 69 de la ley N° 16.744 y 2329 del Código Civil, se verían transgredidas por
cuanto el empleador, como garante de la seguridad de sus trabajadores, debe tomar todas las
medidas que sean necesarias para evitar que se produzcan accidentes laborales, respondiendo
de

culpa levísima; en consecuencia, a su juicio, la sola ocurrencia del accidente demostraría que
hay un incumplimiento al deber de protección que pesa sobre el empleador, el cual se presume
culpable y es éste quien debe justificar la causal de irresponsabilidad que invoque a su favor.
Señala que el deber de seguridad no se agota con la existencia de reglamentos internos de
orden y seguridad, sino cuando se cumple efectivamente con él en casos concretos como el de
autos; indica que la supervigilancia debió haber sido efectiva, personal y auténtica, en cuanto
las cámaras de frío son riesgosas y fatales para las personas, por lo que debió haber un
acceso realmente restringido y un mayor control por parte del empleador, de modo de poder
determinar en forma inmediata cuándo una de ellas ha sido abierta, para salvaguardar la vida
de sus trabajadores. Así, los hechos establecidos demostrarían el incumplimiento del
empleador de su obligación de seguridad, por cuanto los mecanismos previstos para
garantizarla deben ser conforme al riesgo.En este caso, la sentencia sostiene que el accidente
se debió únicamente a la negligencia del trabajador, quien de manera voluntaria habría
ingresado a una cámara de atmósfera controlada, plenamente consciente de sus riesgos; sin
embargo, sostiene el recurrente, quien incumplió su deber fue el empleador, desde que de
acuerdo al riesgo que importaba la labor desempeñada, que se realizaba en una planta
altamente riesgosa, se permitió el ingreso a la zona en donde se encontraban las cámaras de
atmósfera controlada, lo que denota una falta de control y de supervisión en el cumplimiento de
las medidas de seguridad y de las labores específicas de la empresa demandada, como se
desprende del informe de la Inspección del Trabajo, que señala que donde se encontraban las
referidas cámaras era un lugar de fácil acceso para cualquier persona y de fácil apertura de
éstas, a pesar del riesgo que involucraba para la vida y salud de los trabajadores.

Así, concluye, aparece claro que la demandada desatendió el deber de cuidado que le impone
el artículo 184 del Código del Trabajo ocasionando daño a los demandantes, que son la
cónyuge e hijos del trabajador fallecido.No obstante, la sentencia impugnada libera de toda
responsabilidad a la demandada, materializándose de esa forma la infracción.

En lo que respecta al quinto grupo de normas denunciadas -artículos 4, 7 y 8 del Código del
Trabajo- el recurrente funda la infracción en que la sentencia desestima las presunciones que
disponen dichas normas en relación a la existencia de la relación laboral, estableciendo que el
trabajador al momento de su

fallecimiento prestaba servicios para la OTEC Santa Fe, en circunstancias que se encontraba
en dependencias del demandado, para quien el señor Ortiz se desempeñaba bajo vínculo de
subordinación y dependencia desde hacía muchos años, por lo que estaba obligado a
garantizar su seguridad.

Por último, tocante a la infracción del artículo 1698 del Código Civil, luego de referirse en
términos generales al significado de las reglas reguladoras de la prueba, entre las cuales se
encuentra la citada disposición, relativa a la carga de la prueba, indica que éstas han sido
vulneradas, por cuanto a pesar de existir innumerables probanzas, como la prueba documental
rendida por su parte, que hacen plena prueba en contra de la demandada y resoluciones de la
Inspección del Trabajo que dan cuenta de la infracción al deber de seguridad cometido por
ésta, la sentencia concluye injustificada e infundadamente que tomó las medidas de seguridad
pertinentes.

Concluye señalando la forma en que las mencionadas infracciones influyeron en lo dispositivo


del fallo.

Segundo:Que, para resolver el asunto sometido al conocimiento de este tribunal, es menester


tener presente los siguientes hechos, establecidos por los jueces del fondo:

a) Con fecha 7 de septiembre de 2012, don José Alfredo Ortiz Astudillo, falleció en
dependencias de la planta de Linderos de la demandada;

b) La demandante, doña Rebeca Elvira Guevara Díaz era la cónyuge del señor Ortiz a la fecha
de su fallecimiento y los demandantes Alejandro Alfredo y Mauricio Antonio, ambos Ortiz
Guevara, sus hijos;

c) Entre la demandada y don José Alfredo Ortiz Astudillo, existió una relación laboral
prolongada, la que se extendió por más de quince años, con anterioridad al accidente;

d) La relación laboral iniciada entre ambas partes con fecha 2 de noviembre de 2011 se
extendió hasta el 31 de agosto de 2012, oportunidad en que suscribieron un finiquito;

e) Con fecha 24 de enero de 2012, don José Ortiz Astudillo ce lebró con la demandada un
documento denominado "Compromiso Laboral", en virtud del cual esta última se compromete a
garantizar al primero, una permanencia de 11 meses consecutivos, durante la temporada de
2011/2012, como asimismo, su reincorporación al trabajo después de transcurrido un mes
desde la fecha de su desvinculación; el trabajador

asume la obligación de apoyar a otras unidades de la planta en períodos de baja carga, como
también a participar en las labores de capacitación orientadas a reforzar sus conocimientos en
la especialidad del cargo u otros que ayuden a su desarrollo integral;

f) En el mes de septiembre de 2012, el señor Ortiz Astudillo se encontraba prestando servicios


para un tercero, la OTEC Santa Fe, empresa que estaba impartiendo un curso denominado
"operadores de Grúa de Horquilla", para personal ajeno a la demandada, en dependencias de
la misma;

g) El trabajador fallecido se encontraba debidamente capacitado e instruido para efectuar las


labores que se desempeñaron el día del accidente;

h) Ese día, el señor Ortiz Astudillo, en un momento dado, desapareció de la vista de los
presentes, se desvió del lugar habilitado para circulary por motivos que se desconocen, fue
encontrado al interior de una cámara frigorífica, lugar no apto para mantener la vida sin soporte
externo; presumiéndose que debió haber soltado los pernos que permitían abrir la escotilla de
acceso a la cámara antes indicada;
i) Las cámaras de atmósfera controlada que utiliza la empresa demandada para el desarrollo
de su actividad comercial, son altamente peligrosas, por lo que el ingreso a ellas involucra el
sometimiento a determinadas medidas de seguridad;

j) La Inspección del Trabajo de Buin, dictó la resolución N°1337/12/22, de 12 de septiembre de


2012, por la cual cursó una multa a la empresa demandada de 60 UTM por cada infracción, a
saber: A) la infracción del artículo 37 del DS. 394 de 199 del Ministerio de Salud, en relación al
artículo 184 del Código del Trabajo, enunciada sintéticamente en "no suprimir los factores de
peligro en el lugar de trabajo"; y B) la infracción del artículo 21 del DS 40, por no informar a los
trabajadores acerca de los riesgos laborales. La primera de ellas fue rebajada en un 50% y la
segunda dejada sin efecto, sobre la base del informe evacuado por la autoridad administrativa,
a raíz de la petición de reconsideración, en el cual se deja constancia que la empresa tomó las
medidas para evitar un hecho de similares características (el accidente que costó la vida al
señor Ortiz), y que "las nuevas medidas de seguridad para evitar que trabajadores no

autorizados abran escotillas fueron validadas por el organismo administrador de la ley N°


16.744".

Tercero:Que, sobre la base de los hechos asentados, los jueces del fondo determinaron que la
relación laboral entre el señor Ortiz Astudillo y la demandada se encontraba concluida al
tiempo del fallecimiento del primero en las dependencias de la segunda; estimaron, asimismo,
que el documento denominado "compromiso laboral" no tiene el mérito de cambiar la vigencia
del contrato de trabajo celebrado entre éstos, el que fue finiquitado por tener el carácter de
contrato por obra o faena y dicha obra se encontraba concluida al tiempo del accidente que
sufrió el trabajador, el que estaba a esa época prestando servicios para un tercero. Lo anterior,
llevó a los sentenciadores a descartar la aplicación al caso concreto del principio de primacía
de la realidad y a concluir que la demandada carece, en definitiva, de legitimación pasiva en
estos autos.

Ahora bien, razonando de manera hipotética -para el solo efecto de seguir la tesis propuesta
por los demandantes- aún en el evento de considerar que hubiese existido un vínculo laboral
entre el señor Ortiz y la demandada a la fecha del accidente, los jueces del fondo llegan a la
conclusión que la empresa demandada empleó la debida diligencia o cuidado que exige la ley,
conforme al artículo 184 del Código del Trabajo y que el resultado dañoso se debió a un hecho
que no es imputable sino al propio obrar del señor Ortiz Astudillo, quien conociendo los riesgos
que implicaba ingresar a las cámaras frigoríficas y desatento a toda instrucción que conocía
con antelación, se desvió del lugar habilitado para circular y, por motivos que se desconocen,
ingresó al interior de una de aquellas cámaras. Su conclusión es que no existe una relación
causal de la que pueda inferirse responsabilidad de la demandada.

Así las cosas, estimaron que la demanda debía ser desestimada, sin que fuera procedente
analizar las probanzas relacionadas con los perjuicios sufridos por los demandantes

Cuarto:Que, en relación a los errores de derecho denunciados en el primer capítulo, si bien es


efectivo lo que se sostiene, en orden a que no se recibió a prueba el punto específico de si el
señor Ortiz era trabajador de la demandada, no es menos cierto que frente a la defensa de
ésta en ese sentido, la actora retrucó en los escritos principales del pleito que sí lo era, y
ambas partes rindieron probanzas para demostrar la efectividad de sus afirmaciones, prueba
que fue descrita en la sentencia de primera instancia, ponderada y luego sometida a un
proceso de calificación jurídica, de la manera que se da cuenta en ella. En consecuencia, no
se ha generado una suerte de indefensión que autorice a acoger el capítulo que se examina y
con ello anular todo lo obrado y reponer la causa al estado que se reciba finalmente a prueba el
punto omitido, más aún si la cuestión dice relación con la calificación jurídica de los hechos
que se tuvieron por acreditados, la que fue impugnada a través de los capítulos restantes del
recurso.

Quinto: Que el contrato por obra o faena es aquel celebrado para la realización de una obra o
faena determinada expresamente en el contrato; si bien el Código del Trabajo no lo define ni
regula sistemáticamente, lo menciona entre las causas de terminación de un contrato de
trabajo (artículo 159 N°5 ) y en el apartado referido a los trabajadores agrícolas de temporada
(artículos 93 y siguientes). El tipo especial de contrato por obra o faena transitoria o de
temporada ha sido definido como aquel que por su naturaleza intrínseca tiene el carácter de
momentáneo o temporal, situación que sólo puede determinarse caso a caso, por lo que si, por
ejemplo, la obra o faena dura más de dos años, no es transitoria o de temporada (Gamonal,
Sergio, El ABC del contrato de trabajo, Legal Publishing, año 2013, pág.27).

Como ha señalado este tribunal anteriormente, "en lo relativo al tiempo, nuestro ordenamiento
jurídico reconoce sólo dos clases de contrato de trabajo, aquellos de duración determinada -en
que pueden ser subsumidos los contratos a plazo y por obra o faena- y los de duración
indeterminada o indefinidos. Los primeros son de carácter excepcional y así fluye de la
regulación restrictiva que se contiene en el artículo 159 N°4 del Código del Trabajo -respecto
de los contratos a plazo- que, consecuente con ello, privilegia el imperio de la regla general en
la materia, cual es la naturaleza indefinida de los contratos. En efecto, de acuerdo a lo
establecido en dicha disposición, el legislador laboral solo permite los contratos sujetos a esa
modalidad, por un plazo no mayor a un año, a lo que se une la transformación, por el solo
ministerio de la ley, del contrato a plazo en indefinido, ante la segunda renovación del mismo o,
incluso, la presunción legal de contrato indefinido frente a servicios discontinuos prestados
durante doce meses o más en un período de quince meses, contados desde la primera
contratación." (Corte Suprema, Nº 4.699-2014).

El mismo fallo advierte que la estabilidad en el empleo está anunciada ya en el epígrafe del
Título V del Libro I del Código del Trabajo, que regula la terminación del contrato de trabajo, lo
que es indicativo de que es éste el criterio

que inspira la legislación laboral en la materia y se traduce en un sistema en que el trabajador


tiene derecho a permanecer indefinidamente en el empleo, hasta tanto no se configure una
justa causal de terminación del contrato de trabajo, de manera que si se lo despide al margen
de dicho sistema de justificación, tiene derecho a las indemnizaciones correspondientes.El
hecho que existan situaciones puntuales de excepción, como las aludidas precedentemente,
no altera la regla, desde que, como se señaló, su reglamentación demuestra que la calificación
de las mismas, está marcada por el principio de la continuidad, lo que implica reconducir la
relación laboral a su verdadera expresión, más allá de la denominación que le hayan otorgado
las partes Como sostiene certeramente otra antigua sentencia de esta Corte, "el Código del
Trabajo, en relación con los contratos por obra o servicio determinado, no contempla, como en
los a plazo, normas que regulen su transformación en contratos de duración indefinida. Pero la
ausencia de tales normas no obsta para que el intérprete pueda establecer o desprender los
racionales límites temporales de los contratos por obra o servicio determinado, o
eventualmente, su transformación en contratos de duración indefinida"; continúa dicho fallo
señalando, que "compete que se señalen tales límites racionales, pues doctrinariamente y
también conforme a nuestro derecho positivo, el principio de la continuidad de la relación
laboral muestra, como una de sus manifestaciones, la preferencia por los contratos de
duración indefinida, los que otorgan una mayor protección al trabajador, especialmente en el
difícil momento del despido e inicio de una situación de desempleo". Tales límites racionales se
fundamentan, nos recuerda la sentencia, citando al autor uruguayo Américo Plá, "en la
convicción, cada vez más arraigada y generalizada, de que debe ser la duración real del
trabajo, y no la voluntad de las partes, la determinante de la extensión en el tiempo del
contrato" (Corte Suprema rol N°1.256-2002).

S exto:Que, en la especie, los antecedentes que tuvieron a la vista los jueces del fondo y que
los llevaron a establecer como un hecho de la causa que entre el señor Ortiz Astudillo y la
demandada "existió una relación laboral prolongada, que se extendió por diversos períodos de
tiempo, con anterioridad al accidente", dicen relación con la declaración de la propia
demandada, quien al contestar la demanda reconoció que aquel se desempeñó como
trabajador temporal de Unifrutti durante quince temporadas, ejerciendo el cargo de operador de
grúas horquillas en la planta de Linderos, por medio de sucesivos contratos de

faena suscritos entre ambas partes, hasta el día 31 de agosto de 2012, lo que se ve
corroborado por el informe de "Seguridad de Cámaras Frigoríficas de Atmósfera controlada",
de don Avogadro Aguilera Urquiza, acompañado por la demandada, que señala que el tiempo
en que el señor Ortiz trabajó en la planta es "cercano a los 20 años".

En ese contexto, es posible colegir que los sucesivos contratos por obra o faena que vincularon
a las partes por tan largo tiempo, fueron de un tenor similar a los contratos de trabajo
acompañados en autos y que los jueces del fondo consideraron en el fallo, a saber, el que se
refiere a la temporada 2010/2011 - fojas 38 - en que se lo contrató para desempeñar la labor
de horquillero durante la faena "cereza carozo", a partir del 2 de noviembre de 2010 y "hasta
que termine la faena que le dio origen", y el otro, relativo a la temporada 2011/2012 -fojas 302-
en que la labor es la misma, la fecha de inicio el 2 de noviembre de 2011 y en el que se repite
la fórmula de término, individualizándose esta vez como faena, la del "kiwi". Sin embargo, el
documento denominado "compromiso laboral" que celebraron las partes, y que se ha descrito
al fijar los hechos en el motivo segundo, introduce un elemento que hace que la vinculación
laboral que une a las partes tenga características que resultan ajenasa la naturaleza transitoria
o de temporada que aparece prima facie en los contratos antes descritos, en la medida que lo
transforma en uno a plazo y le otorga, además, un sello de continuidad en el tiempo. En efecto,
de conformidad a lo convenido en "dicho compromiso laboral", celebrado apenas transcurrido
dos meses de la contratación del señor Ortiz, la empresa demandada se comprometió a
garantizar al trabajador una permanencia de 11 meses consecutivos, durante la temporada
2011/2012, como asimismo, su reincorporación al trabajo después de un mes de la fecha de
su desvinculación; el trabajador, en tanto, asumió la obligación de apoyar a otras unidades de
la planta en períodos de baja carga de trabajo, como también a participar en las labores de
capacitación orientadas a reforzar sus conocimientos en la especialidad del cargo u otros que
ayuden a su desarrollo integral. Dicho en otros términos, el contrato deja de ser uno de
temporada, marcado por la faena para la que se contrata al trabajador y se convierte en uno
que concluye por la llegada de un plazo -11 meses- cualquiera sea la labor originalmente
convenida, con una manifestación previa de voluntad en torno a la renovación del contrato.

En tal circunstancia, la aplicación del principio de primacía de la realidad conduce a establecer


que, en los hechos y cualquiera sea la figura jurídica con
que se ha revestido la vinculación laboral entre las partes, a la fecha en que se produjo el
accidente que le costó la vida al señor Ortiz Astudillo el contrato que lo vinculaba a la empresa
demandada se encontraba vigente, desde que se trataba de un contrato de carácter
indefinido.En efecto, si se analiza la situación, se observa, por una parte, que los supuestos
contratos por obra o faena celebrados sucesivamente, en realidad no lo son, porque su
vencimiento se verifica con la llegada del plazo y no con el término de la faena que dio origen a
la contratación y, por otra, que dichos contratos a plazo tienen la particularidad de que al ser
por 11 meses, se produce una discontinuidad en el tiempo que impide -formalmente- aplicarles
la regla contemplada en el artículo 159 N°4 del Código del Trabajo, en virtud de la cual, la
segunda renovación de un contrato a plazo fijo lo transforma en uno de duración indefinida.
Asimismo, escapan a la hipótesis contemplada en el inciso segundo del referido artículo 159 N
°4, a la que se hizo referencia en el motivo precedente, en la medida que no obstante que el
trabajador prestó servicios discontinuos, en virtud de más de dos contratos a plazo -en
realidad, un sinnúmero de contratos de esa naturaleza- lo hizo durante un lapso de más de
quince meses contados desde la primera contratación, lo que impide que se transformen
automáticamente en uno de duración indefinida. No parece difícil colegir, sin embargo, que el
principio que inspira dicha regulación normativa, cual es el de la primacía de la realidad, debe
aplicarse también si la vinculación a través de sucesivos contratos a plazo, pero discontinuos,
se produce en un período extenso de tiempo como el que se da en la especie, ya que ha de
entenderse que donde existe la misma razón debe aplicarse la misma solución.Por otra parte,
el hecho que el artículo 159 N°4 inciso segundo, formule la hipótesis de diversos contratos a
plazo, discontinuos, que se verifican en un lapso de doce o quince meses, tiene que ver con la
necesidad de no permitir que dicha situación se prolongue en el tiempo, atendido que dicha
norma busca inhibir la afectación del principio de estabilidad en el empleo.

Séptimo: Que, en ese contexto, el finiquito celebrado entre las partes no altera el razonamiento
que se ha venido desarrollando, desde que se inscribe en la dinámica formal de contratación
que vinculaba a las partes, tras la cual se ha develado la existencia de un contrato de carácter
indefinido que, por lo demás, queda de manifiesto con la actividad de capacitación que
realizaba el trabajador al producirse el accidente en las dependencias de la empresa
demandada.

Octavo: Que, así las cosas, los sentenciadores han errado en la calificación jurídica del vínculo
laboral que unía a don José Alfredo Ortiz Astudillo con la demandada, desde que conforme a
los hechos asentados en la sentencia impugnada, debieron presumir la existencia de un
contrato de trabajo en los términos contemplados en los artículos 7° y 8° del Código del ramo,
de carácter indefinido, como es la regla general en el ordenamiento laboral, el que, en
consecuencia, se encontraba vigente a la fecha del accidente que costó la vida al señor Ortiz
Astudillo.

Dicho yerro influyó sustancialmente en lo dispositivo del fallo, por cuanto fue lo que condujo a
los sentenciadores del fondo a resolver que la demandada carecía de legitimidad pasiva en
estos autos.

Noveno:Que, no obstante y como ya se dijo, la sentencia impugnada efectúa consideraciones


sobre el fondo del asunto sometido a su conocimiento, que la llevan a decidir que, en todo caso
y aún en el evento que se concluyera que la relación laboral entre el señor Ortiz y la
demandada se encontraba vigente a la fecha del accidente, esta última estaría exenta de
responsabilidad a su respecto, por cuanto demostró haber actuado con la diligencia y cuidado
que le impone el artículo 184 del Código del Trabajo, no siendo aquel sino consecuencia de un
hecho voluntario del propio trabajador.

Lo anterior implica que es necesario pronunciarse, también, sobre la denuncia efectuada en


relación al error en que incurre la sentencia en la aplicación de dicha normativa.

Décimo: Que, como ha señalado este tribunal, el artículo 184 del Código del Trabajo consagra
una norma central en la estructuración de las relaciones laborales, puesto que obliga a los
empleadores a "tomar todas las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y la
salud de los trabajadores, informando de los posibles riesgos y manteniendo las condiciones
adecuadas de higiene y seguridad en las faenas, como también los implementos necesarios
para prevenir accidentes y enfermedades profesionales".

Dicha norma impone un alto estándar de cuidado para el empleador, desde que le obliga a
proteger "eficazmente" la vida y la salud de los trabajadores, lo que significa tomar medidas
que tengan la capacidad de lograr dicho efecto protector. En ese contexto, se ha entendido que
frente a un accidente del trabajo es el empleador quien tiene la carga de demostrar que adoptó
todas las medidas que se preveían como necesarias para tal fin, las que dependerán de la
situación

concreta de los servicios que presta el trabajador y de los riesgos a que está expuesto con su
labor. Así, su responsabilidad se acrecienta en la medida que es mayor el riesgo que las
faenas imponen al trabajador.

Undécimo:Que, no es un hecho discutido el alto riesgo que involucra el ingreso a las cámaras
de atmósfera controlada de la empresa, sin las necesarias medidas de seguridad. Lo que se
discute, en cambio, es si la demandada había adoptado todas las medidas necesarias para
proteger eficazmente la vida y la salud de sus trabajadores frente a ese riesgo específico y
conocido. La conclusión de los sentenciadores a ese respecto es positiva, ya que en su
opinión, los diversos instructivos, protocolos y reglamentos, además de los cursos de
capacitación impartidos al respecto demostrarían "una meticulosa reglamentación por parte de
la empresa". Sin embargo, el hecho que se le haya cursado una multa a la empresa por el
incumplimiento de medidas de seguridad en el trabajo, con ocasión del accidente, como se ha
consignado en la letra j) del motivo segundo, es una circunstancia que, ciertamente, permite
cambiar la calificación acerca del cuidado supuestamente empleado por la demandada. En
efecto, la multa que en definitiva quedó vigente, se impuso por los siguientes cargos:"No
evaluar ni suprimir en los lugares de trabajo los factores de peligro, relacionados con la
prohibición de apertura de escotilla de cámaras de atmósfera controlada de personal externo e
interno no autorizado; no contar con sistema de seguridad eficiente el cual no permita la
apertura de escotilla de cámaras de atmósfera controlada; no existe restricción que impida el
ingreso o tránsito a zonas de alto riesgo, como son las cámaras de atmósfera controlada; tal
hecho constituye incumplimiento a las condiciones de seguridad de los lugares de trabajo e
implica no tomar las medidas necesarias para proteger la vida, salud e integridad física de los
trabajadores". Dichos cargos son formulados sobre la base de los hechos verificados en el
Informe de Investigación del Accidente evacuado por la Dirección del Trabajo (fojas 268), el
cual, entre otros aspectos destaca que "para ingresar a la cámara de atmósfera controlada N
°14, se debe ingresar por la cámara N°13, la cual estaba sin uso y en ella se guardaban las
tres grúas para realizar el curso, mochilas y termo para tomar café (según declaración)"; así
como que "la apertura de la escotilla no requiere de aplicar fuerza u otro método especial, sino
desatornillar" (soltar los pernos). Por otra parte, el Informe de Reconsideración a la multa
indicada (fojas 427) señala, en lo que aquí interesa, que se constata en terreno al momento de
levantar la auto suspensión por el accidente acontecido en

las dependencias de Unifrutti Traders Ltda., que la empresa ha tomado las medidas para evitar
un hecho de similares características, agregando que "las nuevas medidas de seguridad para
evitar que trabajadores no autorizados abran escotillas fueron validadas por el organismo
administrador de la ley 16.744", en razón de lo cual recomienda rebajar la multa en un 50%.

De lo anterior es posible concluir de manera irrefutable, que la demandada, a la fecha del


accidente, no había adoptado todas las medidas de seguridad necesarias para resguardar
eficazmente la vida, salud e integridad de sus trabajadores,desde que la multa cursada por la
autoridad administrativa devela deficiencias en su sistema de seguridad, que llevan a la
empresa a introducir nuevas medidas, tendientes a evitar que se repitan estos hechos,
constatándose que esas medidas -nuevas- fueron validadas por el órgano pertinente. En
consecuencia, la normativa o regulación prevista por la demandada demostró ser insuficiente e
inadecuada, ya que permitió que una persona no autorizada para ingresar a las cámaras de
atmósfera controlada, pudiera hacerlo, dejando espacio para la circulación por aquella zona de
alto riesgo -como lo demuestra la utilidad que se le daba a la cámara contigua a la N°14 donde
ocurrió el accidente- sin que existiera la necesaria supervisión u otros mecanismos que
impidieran el acceso o alertaran oportunamente en caso de transgredirse las prohibiciones.

En tal sentido, resulta equivocado el razonamiento del juez de primera instancia, reproducido
por el fallo de segunda, cuando entiende que "la falta de mayores medidas de seguridad para
evitar ingresar a la cámara de atmósfera controlada no responde a una negligencia del
demandado, sino que a una falta de la necesidad de aquellos, en atención a las labores
encomendadas al trabajador...", pues equivale a confundir la esfera normativa con la fáctica, y
la exigencia que el artículo 184 del Código del Trabajo impone al empleador la obligación de
ponerse en todos los casos de peligro, especialmente cuando el riesgo creado es tan alto como
ocurre en la especie. Por eso, resulta también equivocado entender que basta con dictar
instructivos o reglamentos, ya que lo que la ley exige es que sean "medidas eficaces", es decir,
que logren el efecto de proteger la vida y la salud del trabajador, lo que implica que no pueden
quedar espacios que, en los hechos, faciliten las situaciones de riesgo o de exposición al daño.

Duoécimo:Que, en este contexto, la causa que originó la muerte de quien fuera el padre de
Alejandro Alfredo y Mauricio Antonio, ambos Ortiz Guevara y

cónyuge de doña Rebeca Elvira Guevara Díaz, también debe ser atribuida a la infracción del
deber de cuidado que pesaba sobre la empresa demandada respecto de la vida y salud de sus
trabajadores, y no sólo al hecho que el señor Ortiz hubiera accedido voluntariamente a la zona
de peligro, e ingresado a la cámara de atmósfera controlada "por razones que se desconocen"
-según se dejó asentado en la sentencia- ya que la conducta negligente de la demandada
incrementó sustancialmente el riesgo de ocurrencia de un daño que, por las características
propias de la actividad de la empresa, ya existía. De lo dicho puede concluirse que la
causalidad o imputación única que fundamentó el fallo recurrido para excluir la responsabilidad
de la empresa demandada, al entender que se verificó lo que la doctrina denomina el hecho de
la víctima, no resulta apropiada. Para que proceda la exclusión de indemnización por la
concurrencia del hecho de la víctima se requiere que la conducta de ésta haya sido el único
motor causal del daño. Atendido que se ha concluido que existe, también, imputabilidad
respecto de la demandada al no haber tomado las medidas de seguridad apropiadas y eficaces
que evitaran que los trabajadores quedaran expuestos al peligro propio de la faena y, por ende,
a lesiones físicas o la muerte, no puede prosperar la defensa del hecho de la víctima, sino sólo
permite situarnos ante un fenómeno de diferentes causas o conductas concurrentes en un
mismo resultado y, en su caso, estudiar la posible aplicación del artículo 2330 del Código Civil.

Décimo tercero:Que, lo razonado permite concluir que la sentencia impugnada ha incurrido en


los errores de derecho denunciados y previamente analizados, por lo que el presente recurso
de casación habrá de ser acogido, sin que sea necesario pronunciarse sobre las restantes
infracciones de ley invocadas por el recurrente.

Por estos fundamentos, disposiciones legales citadas y lo preceptuado en los artículos 764 ,
765 , 767 y 785 del Código de Procedimiento Civil, se acoge el recurso de casación en el
fondo, deducido por la parte demandante a fojas 711, en contra de la sentencia de catorce de
abril de dos mil quince, escrita a fojas 697, la que se invalida y procede a dictarse la de
reemplazo que corresponda, de inmediato y sin nueva vista, pero separadamente.

Redactó la ministra Andrea Muñoz S.

Regístrese.

N°7237-2015

Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros (as) Sergio
Manuel Muñoz G., Ricardo Blanco H., Gloria Chevesich R., Andrea Maria Muñoz S. y Abogado
Integrante Carlos Pizarro W. Santiago, veintiocho de septiembre de dos mil dieciséis.

Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

En Santiago, a veintiocho de septiembre de dos mil dieciséis, notifiqué en Secretaría por el


Estado Diario la resolución precedente.

Santiago, veintiocho de septiembre de dos mil dieciséis.

En cumplimiento a lo dispuesto por el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil, se dicta
la siguiente sentencia de reemplazo.

Vistos:

Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de los motivos tercero, sexto, noveno,
doce y del vigésimo séptimo a trigésimo séptimo, que se eliminan; se incorporan, asimismo, los
motivos cuarto, quinto, sexto, séptimo, octavo, noveno, décimo y undécimo de la sentencia de
casación.

Y se tiene en su lugar y, además, presente:

I.En cuanto a las tachas.

1°) Que la inhabilidad invocada por la demandada respecto de los testigos doña María
Guillermina Jiménez Reyes, don Pablo Andrés Soto Arenas, don Juan Marcos Román
Carrasco y doña Rosita del Carmen Carreño Díaz, es la contemplada en el artículo 358 N°7
del Código de Procedimiento Civil, que se refiere a "aquellos que tengan íntima amistad con la
persona que los presenta o enemistad respecto de la persona contra quien declaren". "La
amistad o enemistad deberán ser manifestadas por hechos graves que el tribunal calificará
según las circunstancias".

La demandada fundamenta su inhabilidad respecto de la primera, porque conoce a la


demandante hace más de 20 años, lo que significaría una amistad íntima; del segundo, porque
existió entre él y don José Alfredo Ortiz Astudillo una amistad de siete años; de la tercera, por
existir una evidente amistad con la demandante, ya que sus hijos se conocieron en el colegio y
la ha seguido visitando en su casa en varias oportunidades; y de la última, porque frecuenta a
la demandante en su casa y la ayuda en diversos asuntos que son ajenos a las materias
propias del colegio de sus hijos donde se conocieron, situaciones todas que, en su opinión, les
hace carecer de la imparcialidad necesaria.

2°) Que, el conocimiento que cada uno de los testigos individualizados dice tener con la
demandante, no configura la causal de inhabilidad del numeral 7° del artículo 358 citado,
desde que ninguno revela una relación de íntima amistad con la parte que la presenta,
situación que, en todo caso, debe manifestarse en hechos graves, lo que no acontece en la
especie. En efecto, doña Guillermina Jiménez, don Marcos Román y doña Rosita del Carmen
Carreño fundan su conocimiento en haber sido apoderados del colegio en que la demandante
tenía a sus hijos y haberla visitado ocasionalmente en su casa, la última declara haberle
prestado algún servicio después del velorio, como haber llevado unas licencias médicas.Todos
ellos, ante la pregunta de si tienen interés en que gane el juicio, responden que desean que "se
haga justicia", o que "se sepa la verdad." A su turno, el testigo Soto Arenas señaló haber sido
amigo de don José Ortiz Astudillo, más no de la demandante, por lo que no cabe extender una
eventual inhabilidad respecto del cónyuge.

En consecuencia, las referidas tachas deberán ser desestimadas.

II. En cuanto al fondo.

3°) Que establecido el hecho que la demandada no adoptó todas las medidas necesarias para
proteger eficazmente la vida y salud de sus trabajadores, lo que redundó en un incremento del
riesgo creado por las activ idades desarrolladas por la empresa, que sumado a la conducta
desplegada por el trabajador, al ingresar a la zona de peligro sin que lo requiriesen las
funciones que desempeñaba, al menos en ese momento, permitió el accidente laboral que le
costó la vida, corresponde determinar la existencia del daño reclamado por los actores y, en su
caso, la cuantía de los mismos.

4°) Que quienes demandan indemnización de perjuicios en autos, son la cónyuge del
trabajador fallecido, doña Rebeca Elvira Guevara Díaz y los hijos nacidos de dicho matrimonio,
Alejandro Alfredo y Mauricio Antonio, ambos Ortiz Guevara, por el daño que su muerte les ha
generado en distintos aspectos de su vida, tanto extra patrimonial, como patrimonial.Se trata,
pues, de lo que la doctrina ha llamado víctimas por rebote o repercusión, ya que el daño que
sufren, si bien deriva del daño ocasionado a un tercero con quien les une un vínculo
determinado -parentesco o de afecto- es propio y consiste en los perjuicios que el daño a la
víctima directa les genera en lo personal, en el caso de la muerte, por ejemplo, el dolor o
sufrimiento por la pérdida de ese ser querido (daño moral), o el menoscabo económico que les
ocasiona dejar de percibir en el futuro los ingresos que aquel generaba y con los cuales
proveía a su subsistencia (lucro cesante reflejo).

En la especie, los demandantes han accionado en la calidad antes dicha, para obtener
reparación por el perjuicio que han sufrido a título de lucro cesante y de daño moral. Sin
embargo, en lo que se refiere al daño emergente, se fundan en el daño irreparable que sufrió
el trabajador personalmente, como consecuencia del accidente que le costó la vida,
sosteniendo que aquello merece una reparación concreta e individual y lo describen como el
daño que le significó "encontrarse encerrado en una cámara que no contaba con oxígeno, a
una bajísima temperatura, circunstancia que finalmente terminó con su vida". Desde luego, y
aunque no lo señalan, en esta hipótesis están demandando en su calidad de herederos del
trabajador, a quienes se les transmite la acción de que habría dispuesto el propio causante.Un
razonamiento similar esgrimen, también, a la hora de solicitar reparación del daño moral
transmitido por la víctima directa, describiendo el dolor y sufrimiento que ésta debió soportar
antes de morir, "la falta de oxígeno en sus pulmones y torrente sanguíneo, lo que le provocó
asfixia y dolor físico y una lenta agonía que debe ser indemnizado bajo el rubro del daño
moral". En esta parte, si bien aluden a su condición de herederos, el discurso es ambiguo, en
la medida que parecieran confundir ambas titularidades, como lo demuestra la justificación
siguiente: "En el presente caso, al trabajador se le lesionaron derechos y bienes extra
patrimoniales, como su vida, su integridad física y si consideramos como bienes extra
patrimoniales que dan lugar a indemnización del daño moral, por lógica, al suceder sus
familiares al causante y ser los continuadores del mismo, recogen o reciben el derecho a ser
indemnizados por daño moral o patrimonial, experimentado por su cónyuge e hijos"(sic).

Sin perjuicio que la formulación de este planteamiento resulta defectuosa, tampoco parece
lógico solicitar reparación por daño emergente y por daño moral, sobre la base de los mismos
argumentos, desde que conceptualmente son cosas distintas; por otra parte, los demandantes
avalúan el daño emergente en $300.000.000 y cuando argumentan sobre el daño moral,
omiten valorizarlo y solo lo hacen cuando se refieren al experimentado como víctimas por
rebote.En consecuencia, las deficiencias anotadas impiden hacer lugar a lo reclamado por este
capítulo, sea como daño emergente o como daño moral, sin que ello implique un
pronunciamiento sobre la transmisibilidad de tales acciones.

5°) Que, despejado lo anterior, y antes de examinar la existencia del daño reflejo demandado
por las víctimas por rebote y, en su caso, la cuantía del mismo, corresponde hacerse cargo de
la defensa subsidiaria efectuada por la demandada, en orden a disminuir sustancialmente la
indemnización pedida, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 2330 del Código Civil,
atendido que don José Alfredo Ortiz Astudillo se habría expuesto de forma temeraria al daño.

Para dilucidar el punto es menester tener presente que la citada disposición establece que "La
apreciación del daño está sujeta a reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él
imprudentemente", lo que obliga a distinguir si quien demanda la indemnización lo hace en su
calidad de heredero de la víctima directa, o por derecho propio, por el daño que le ocasiona en
lo personal el perjuicio sufrido por la víctima directa, es decir, como víctima por rebote. En
efecto, cuando el que actúa lo hace como heredero, resulta evidente que se verá alcanzado por
la norma, ya que representa a la persona de la víctima y, en consecuencia, no puede tener
más derechos que ésta, ya que es ella quien se expuso al daño que sufrió y en esa calidad,
debe operar la reducción de la indemnización.No ocurre lo mismo, en cambio, si quien
demanda lo hace para reparar el daño personal que sufre al verse privado de los recursos que
le aportaba la víctima o el dolor que le causa su pérdida, ya que en este caso, el que sufre el
daño cuya indemnización reclama - la víctima indirecta - no se expuso a él imprudentemente.

En consecuencia, al ser los demandantes víctimas por repercusión, quienes accionan por el
daño personal que les ha causado la muerte de don José Alfredo Ortiz Astudillo, no procede la
reducción de la indemnización por la exposición imprudente de éste al daño.

6°) Que, en lo que respecta al lucro cesante reflejo demandado por la cónyuge e hijos de la
víctima, como ya se dijo, el que se refiere al daño que experimentarán en su patrimonio al dejar
de percibir, a partir de su muerte, los ingresos que éste producía con su trabajo y con los que
proveía las necesidades del núcleo familiar. Es verdad que la avaluación del lucro cesante, en
casos como el de marras, presenta mayores complejidades, ya que, efectivamente, se
encuentra sujeto a incertidumbre tanto sobre la evolución y estabilidad de las ganancias
futuras de la víctima directa, como acerca de la mantención de la ayuda prestada por aquella al
grupo familiar. Sin embargo, en opinión de esta Corte, si el lucro cesante se basa en un hecho
real y cierto, cuál es que la víctima directa poseía un trabajo y que con el producto del mismo
proveía las necesidades de su familia, es un hecho indiscutible que a partir de su muerte, se
producirá una carencia para esta última, lo cual constituye un daño cierto, que debe ser
cuantificado considerando el curso normal de los acontecimientos, esto es, la razonable
probabilidad de que la ayuda se hubiera mantenido y su monto prolongado en el tiempo.Dicho
de otra manera, si la procedencia del lucro cesante aparece fundada en hechos ciertos, no
debe ser impedimento para declararlo el que su avaluación tenga que hacerse,
necesariamente, sobre la base de un cálculo de probabilidades, es decir, según la ocurrencia
normal de los acontecimientos.

Así, con el mérito de lo reflexionado en la sentencia de casación, se tiene acreditado que el


señor Ortiz Astudillo mantenía una relación laboral prolongada con la empresa demandada, a
través de sucesivos contratos por obra o faena, que se había extendido por más de 15 años,
desempeñando funciones como horquillero (chofer de grúa horquilla). A la luz de los
antecedentes que obran en autos se encuentra acreditado, asimismo, que la víctima, al
momento del accidente, era un hombre de 45 años de edad, que estaba casado con la
demandante, tres años menor que su marido y que producto de ese matrimonio habían nacido
dos hijos, Alejandro Alfredo y Mauricio Antonio, de 24 y 23 años respectivamente a la época
del fallecimiento de su padre, quienes, junto a la cónyuge, constituían su núcleo familiar
directo. Del análisis de la prueba testimonial rendida en autos, es posible establecer que el
señor Ortiz Astudillo era el proveedor fundamental de su familia y que luego de su
fallecimiento, su cónyuge tuvo que buscar un segundo trabajo, para solventar los gastos del
hogar, además de costear los tratamientos sicológicos para ella y sus hijos, ocasionados por la
muerte del señor Ortiz, ya que con lo que ganaba no le alcanzaba; a consecuencia de esta
situación el hijo menor no pudo seguir estudiando y tuvo que ponerse a trabajar, para apoyar a
su madre.Así se desprende de las declaraciones de los testigos presentados por la
demandante, contestes en los hechos antes descritos, a quienes les consta, sea por ser
vecinos, porque han conservado una relación desde que eran apoderados en el colegio de sus
hijos respectivos, o porque uno de ellos era ex compañero de trabajo del fallecido señor Ortiz.
De dicha prueba fluye que la viuda solo vive con el hijo menor, quien a la fecha del
fallecimiento de su padre estudiaba.

7°) Que encontrándose, pues, acreditado que la víctima directa del accidente tenía un trabajo
estable, con cuyo producto proveía las necesidades de su núcleo familiar, como jefe de hogar,
resulta procedente dar lugar a una indemnización por lucro cesante por rebote.

Ahora bien, para estimar la medida del daño que la muerte de la víctima provocará hacia el
futuro en el patrimonio de los demandantes, éstos se han basado en los ingresos que aquel
habría podido generar con el producto de su trabajo, desde la fecha del hecho dañoso hasta el
término de su vida laboral, a los 65 años -lo que significa un lapso de 20 años- cálculo que
arroja una suma de $134.449.680.

No obstante, a juicio de este tribunal, para establecer un parámetro del empobrecimiento


patrimonial que sobrevendrá naturalmente para el grupo familiar, a consecuencia de la muerte
de la víctima, parece sensato tomar como referencia una proporción del ingreso que éste
percibía al momento de su muerte, ya que, presumiblemente, éste no era absorbido en forma
íntegra por el núcleo familiar, y proyectarlo no hasta cuando sea previsible que éste habría
aportado al núcleo familiar para solventar sus necesidades económicas, sino, de manera
prudencial, por un plazo razonable que tenga en cuenta, por una parte, el tiempo que le podría
tomar a la viuda asentarse con una fuente de ingresos suficiente y medianamente estable que
le permita hacer frente a esta nueva etapa y, por otra, la edad del hijo menor que dependía
económicamente de supadre, quien con el tiempo será capaz de proveer a su propio
mantenimiento. Se estima que esta aproximación al tema resulta más equilibrada que la mera
acumulación matemática de lo que serían los ingresos de la víctima, por el tiempo de vida
laboral probable (edad de su jubilación).

8°) Que, sobre la base de lo antes razonado y con el mérito probatorio del contrato de trabajo y
su anexo, así como las liquidaciones de sueldo de don Luis Alfredo Ortiz Astudillo, se hará
lugar a la indemnización de perjuicios por lucro cesante reflejo, tomando en consideración un
80% de lo que habría percibido la víctima directa, durante un lapso de 5 años, parámetros
determinados de manera prudencial, sobre la base del promedio de sus ganancias en los tres
meses previos a su muerte ($429.000), lo que arroja una suma equivalente a $20.592.000,
más los reajustes e intereses que se indicarán, suma que se distribuirá en 2/3 para la viuda y
un tercio para el hijo menor, Mauricio Antonio Ortiz Guevara.

9°) Que, en lo que respecta al daño moral soportado por la cónyuge e hijos de la víctima a
consecuencia de su muerte, el tribunal no puede sino establecer su procedencia a través de
una prueba indirecta, en la medida que se trata de apreciar el dolor y sufrimiento que su
pérdida les ha ocasionado y la forma en que ese hecho dramático ha impactado en sus
vidas.Así, existe en primer lugar una presunción que surge del vínculo de parentesco entre la
víctima y su grupo familiar, la cual se ve corroborada con el relato que hacen los testigos de los
demandantes que rolan de fojas 357 a 360 y 371 a 377, del cual se desprende que es una
familia que se vió fuertemente afectada por el fallecimiento del señor Ortiz Astudillo, sufriendo
un estado emocional negativo que llevó tanto a los hijos como a la viuda a someterse a
tratamiento sicológico y esta última, además, a uno de carácter siquiátrico, lo que los testigos
observaron por sus propios sentidos, presenciando, en ocasiones directamente, los dolorosos
momentos vividos. Concordante con lo percibido por los testigos, los certificados emitidos por
la sicóloga Iris Soledad Dettoni (fojas 349) y por la siquiatra Jacqueline Fazzolari Maldonado
(fojas 350), dan cuenta que la señora Guevara se encontraba a esa fecha con tratamiento
farmacológico, complementado con terapia sicológica, por cursar un cuadro depresivo mayor,
como consecuencia de la muerte de su marido, y que durante el tratamiento ha tenido
fluctuaciones en su evolución, con períodos de remisión significativos y otros de exacerbación
de sus síntomas.Indica esta última profesional que por dificultades económicas fue derivada al
Auge en enero de 2013, retomando su tratamiento con ella en octubre del mismo año, el que
se mantiene a la fecha de emitir el certificado, en octubre de 2014.

10°) Que, lo razonado conduce a estimar prudencialmente el daño moral ocasionado a la viuda
de don José Alfredo Ortiz Astudillo, en la suma de $ 40.000.000, y a cada uno de los hijos,
Mauricio Antonio y Alejandro Alfredo, en la suma de $20.000.000, con los reajustes e
intereses que se dirá en lo resolutivo.
Por lo razonado, disposiciones legales citadas y lo preceptuado en los artículos 186 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil, se revoca la sentencia de diecinueve de
noviembre de dos mil catorce, escrita a fojas 614 y siguientes, en cuanto a las tachas que
acoge y al rechazo de la demanda y, en su lugar, se declara que: f) Se rechazan las tachas
promovidas en contra de doña María Guillermina Jiménez Reyes, don Pablo Andrés Soto
Arenas, don Juan Marcos Román Carrasco y doña Rosita del Carmen Carreño Díaz; y g) Se
acoge la demanda deducida por doña Rebeca Elvira Guevara Díaz, don Alejandro Alfredo Ortiz
Guevara y don Mauricio Antonio Ortiz Guevara en contra de la empresa Unifrutti Traders Ltda.,
sólo en cuanto se condena a la demandada a pagar a los demandantes una indemnización de
perjuicios por los siguientes conceptos:k) Lucro cesante, la suma de $13.714.272 para doña
Rebeca Elvira Guevara Díaz y $6.877.728, para don Mauricio Antonio Ortiz Guevara; ii) Daño
moral, la suma de $40.000.000.- para doña Rebeca Elvira Guevara Díaz y de $20.000.000.-
para don Alejandro Alfredo Ortiz Guevara y $20.000.000.-para Mauricio Antonio Ortiz Guevara.

Las sumas antes indicadas se reajustarán conforme a la variación del Índice de Precios al
Consumidor y devengarán un interés corriente para operaciones reajustables, desde la fecha
en que la presente sentencia quede ejecutoriada y hasta su efectivo pago.

Acordada contra el voto de la ministra Andrea Muñoz y el abogado integrante Carlos Pizarro,
en lo que respecta al rechazo de la aplicación del artículo 2330 del Código Civil, quienes fueron
de opinión de hacer lugar a ello, en atención a que al haberse establecido que la conducta de
la víctima directa contribuyó en la generación del resultado dañoso, la responsabilidad del
tercero que concurrió con su culpa al daño debe ser medida o apreciada en relación con la
conducta de aquel, sea que quien demande lo haga como heredero, o a título personal. La
aplicación del artículo 2330 del Código Civil no puede circunscribirse a la víctima directa. El
precepto no lo limita, constituyendo una errónea interpretación entenderlo así a partir de la
frase "si el que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente", pues este es el supuesto para
que proceda la reducción de la apreciación del daño, mas no configura el sujeto único respecto
del cual cabe aplicarse la regla.Entenderlo así violenta el principio de reparación integral que se
colige del artículo 2329 del Código Civil, dado que el victimario debe reparar el daño causado y
nada más que eso y al haberse expuesto la víctima directa es ésta la que contribuye con su
acción u omisión al daño de las víctimas por rebote en aquella parte en que se expuso al
perjuicio. De ahí que el sustraer a las víctimas por repercusión del ámbito de aplicación del
artículo 2330 del Código civil deja al victimario en situación de indemnizar más daños de los
que causó. Por lo mismo y a título de corolario dejar de lado el artículo 2330 del Código Civil en
relación a las víctimas por rebote infringe la relación causal, pues el daño imputable al
victimario no puede absorber aquella parte en que la víctima directa con su actuar negligente
ocasionó, en esa parte o proporción, el daño a las víctimas por repercusión.

Cada parte pagará sus costas.

Redactó la ministra señora Andrea Muñoz S.

Regístrese y devuélvase con todos sus agregados. N°7237-2015

Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros (as) Sergio
Manuel Muñoz G., Ricardo Blanco H., Gloria Chevesich R., Andrea Maria Muñoz S. y Abogado
Integrante Carlos Pizarro W. Santiago, veintiocho de septiembre de dos mil dieciséis.
Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

En Santiago, a veintiocho de septiembre de dos mil dieciséis, notifiqué en Secretaría por el


Estado Diario la resolución precedente.

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