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aquellas normas que se implementaron con el fin de tener un país más incluyente no
se cumplen a cabalidad, no por la inexistencia de los mismos sino por la educación y
las creencias de los mismos ciudadanos que adjudican como inaceptable todo lo que
se es diferente.
La estigmatización por diferentes condiciones ya sean raza, género, orientación
sexual, etc. es importante en cualquier contexto. A lo largo de la humanidad la
estigmatización se ha usado en diferentes campos como dominación y explotación,
refuerzo de las normas sociales y mantener a distancia lo que los grupos
dominantes consideran como nocivo, perjudicial o enfermo.
La discriminación se entiende como conjunto de normas implícitas o explícitas y
comportamientos que niegan algún derecho a un grupo determinado de personas,
por lo general minoritario y sin poder alguno, por poseer una característica,
condición o rasgo físico cultural, de personalidad, o social que pueda haber sido ya
prejuzgado y señalado como negativo. Estos estigmas son asociados a
pensamientos automáticos negativos que representan los prejuicios o estereotipos
desfavorables que se perciben sobre determinada condición .2
Visto desde esta perspectiva sobre la ciudadanía, para poder asumir estos valores y
desarrollarlos en la práctica cotidiana de las relaciones sociales, es necesario tomar
en cuenta la realidad multicultural que se genera en nuestras sociedades nacionales
y descubrir la naturalización del estado de silenciamiento al que se ha sometido a las
culturas marginadas, rechazadas y consideradas como inferiores, intentando hacer
público el debate social y político que refiere a la necesidad de validar la formación
de valores en los ciudadanos, es además inaplazable la creación de escenarios en
los cuales se pueda denunciar, vigilar de una forma ética y crear colectivamente
formas en las cuales las culturas se puedan relacionar, dar a conocer y entender, en
este punto es esencial que la realidad histórica de colonización y de silenciamiento a
la que se ha sometido a los pueblos considerados como inferiores, o peligrosos para
el sistema.
Al mirar la historia que tiene el país, Colombia se ha visto marcada con la violencia
pues ha sido el medio utilizado para desconocer al otro como ciudadano, negándole
la posibilidad de identificarse como parte de la comunidad, quitándole el derecho a
expresarse y ser entendido sin contar los múltiples agravios por el hecho de no tener
conciencia y capacidad de escuchar al otro.
Se debe ratificar que aún existen algunos elementos culturales y una compleja
coyuntura nacional en la que convergen muchos elementos: las relaciones
internacionales; la falta de equidad y la exclusión de ciertos grupos de la vida
económica y política del país; el narcotráfico; algunas crisis y transiciones en la ética
y en los valores; conflictos políticos y militares; la inoperancia de la justicia y el
aumento de la impunidad. Cabe anotar también la importancia de la diversidad
regional, cultural, étnica y política que constituye la realidad global de Colombia. Las
marcadas diferencias de estructura y dinámica familiar entre la costa y la región
andina, por ejemplo, hacen que la violencia intrafamiliar tenga también perfiles e
intensidades diferentes, como también los tienen la violencia urbana y la rural, la de
las ciudades grandes y pequeñas, o la de las áreas en que el narcotráfico, la
guerrilla o ambos han tenido una mayor o menor penetración. Un discurso sobre la
violencia en Colombia tiene que dar cuenta de esas y otras diferenciaciones . 4
Aunque ha sido visible que en los últimos años el gobierno ha implementado formas
de apoyo para las comunidades víctimas de discriminación y leyes que penalizan tal
hecho, es importante enfocar el cambio hacia la educación de la comunidad,
promoviendo y visibilizando los activos culturales de las diferentes etnias existentes
en el país. Hay que tener en cuenta que las distintas comunidades existentes
aportan significativamente a la sociedad, ya que todos en calidad de seres humanos
tenemos las mismas capacidades para ayudar y contribuir a la comunidad en
general; además de todo tipo de habilidades que pueden aportar al desarrollo y
avance del país.
Desde inicios de la década de los noventa la comunidad LGBTI, (lesbianas, gays,
bisexuales, travestis, transexuales, transgénero e intersexuales) ha promovido
diversas iniciativas, para lograr la inclusión de sus derechos constitucionales y
legales en el sistema jurídico colombiano, también es cierto que cuando los
miembros de la comunidad LGBTI, emplean tales instrumentos jurídicos ante
funcionarios públicos para acceder y ejercer sus derechos, estos les son negados o
postergados; en concreto, no hay un cumplimiento material de las sentencias que
hacen parte del cuerpo normativo del sistema jurídico colombiano.
La igualdad no pretende sobreponerse a la solidaridad y la libertad, pero el debate
político y social en torno a la unión de parejas LGBTI y a la conformación de las
familias diversas, indica que el quiebre reside en sus particulares manifestaciones o
conductas sociales frente a las aceptadas tradicionalmente. En Latinoamérica es
común identificar la igualdad como fundamento de ciudadanía, pues esta requiere "la
igualdad en la posesión y ejercicio de los derechos que está asociada a la
pertenencia a una comunidad" (OEA, 2010, p. 41). Podría decirse entonces que
existe un vacío teórico que impide conseguir los resultados empíricos de la justicia
social y de la igualdad, un modelo social utópico .
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Así las cosas, resulta importante incluir la negociación dentro de los procesos de
construcción de una ciudadanía efectiva, en una democracia que considere sin
distinción, no solo a las mayorías electoras sino a las minorías políticamente
desprotegidas. Es decir, que la consagración de la igualdad como principio
fundamental, es una condición sin la cual los sistemas democráticos, especialmente
en Latinoamérica, no podrían existir, pues la igualdad constituye una herramienta de
gran utilidad para la apuesta a un sistema que promueva la eliminación de las
brechas de desigualdad e injusticia, así como la ampliación de los espacios de
ejercicio de esos derechos. Desde este punto de vista se pretende definir bajo qué
límites y parámetros la democracia colombiana ampara el derecho a la igualdad.
En este apartado se hace un llamado a la conciencia de la ciudadanía, al interés
como colombianos que tenemos de querer un país mejor para todos, un país
incluyente, que se reconozca y acepte a pesar de las múltiples diferencias.
El interés en la ciudadanía y sus procesos de formación ha coincidido con la
atención que desde hace cerca de dos décadas se les viene concediendo a los y las
jóvenes, a nivel mundial, y de manera particular en América Latina. La preocupación
por los jóvenes ha dado lugar a un gran número de investigaciones que, desde
distintas perspectivas, han estado orientadas a comprender las situaciones en las
que viven y las diversas dimensiones que caracterizan sus formas de ser y actuar en
el mundo contemporáneo. (Banco Mundial, 2007; CEPAL, 2000; Escobar, Quintero,
Arango & Hoyos, 2004; Perea, 2000) en pro de mejorar la situación de la comunidad,
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algo que concuerda con la meta de formación de nuestro país, que consiste en
enseñar a los estudiantes y a la comunidad a respetar a quien es diferente,
reconociéndolos como sujetos con los mismos derechos y deberes e interesarse
auténticamente por la perspectiva desde la cual el otro observa la realidad . Con
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en los y las jóvenes, exigen aproximaciones a los nuevos discursos y prácticas que
se perciben.
En el caso de Colombia, Pinilla & Torres (2006) hacen notar que la formación
ciudadana reaparece como preocupación nacional a partir de los acuerdos de la
Constitución Política de 1991, los cuales pusieron en evidencia la necesidad de
construir una democracia participativa en nuestra sociedad. En sus palabras:
Era necesario reconfigurar la deteriorada relación entre la sociedad y el Estado,
agravada por el prolongado conflicto interno, la precaria legitimidad de las
instituciones y la creciente apatía e indiferencia de la mayoría de ciudadanos hacia la
actividad política y la vida pública. (p. 24).
Dadas estas condiciones históricas, en Bogotá D.C., en los últimos años se ha
producido un notable desarrollo de reflexiones pedagógicas y prácticas de formación
ciudadana, tanto en el interior de las instituciones educativas, como en el gobierno
general de la ciudad.
La Constitución Política de Colombia consagra el derecho a la igualdad en su
artículo 13, indicando la libertad e igualdad ante la ley de todos los ciudadanos y la
protección por parte del Estado en iguales términos; consagra además categorías,
como el sexo, la raza, el origen nacional o familiar, la lengua, entre otras. Desde la
jurisprudencia se entiende que existe una imposición al legislador de dar el mismo
tratamiento a quienes se encuentran en el mismo supuesto de hecho, y encuentra
como única justificación de trato diferenciado la persecución adecuada y
proporcional de otra finalidad constitucional (Corte Constitucional, C-1047/01).
La democracia colombiana va más allá de la representación de los partidos políticos
avalados por el voto popular y de las posibilidades de participación directa de la
ciudadanía en la construcción de un ordenamiento jurídico inclusivo. La democracia
se vive a diario cuando los ciudadanos ejercen sus derechos y buscan la forma de
lograr un cambio que represente un nuevo orden social y atienda a las necesidades
de quienes por tanto tiempo han sido minorías políticas; la democracia se está
manifestando en las calles, a través de las redes sociales, de las protestas, de la
academia, del uso de espacios urbanos y rurales para visibilizar la discriminación y
convocar personas que se unan al proceso .7
Así mismo se entiende por identidad a toda aquella característica que identifica a
una persona, una comunidad, sociedad, al entorno o a una cosa u objeto, pero que a
su vez presentan diferencias dentro del grupo al que pertenece y la identidad
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1
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6
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7
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HENAO-ESCOVAR, JUANITA, OCAMPO-TALERO, ANGÉLICA MARÍA, ROBLEDO-
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