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PEARSON

Problemas que plantea al ego el resurgimiento de los impulsos eróticos

No sólo hay un decidido aumento en la tasa de crecimiento de todo el cuerpo y de sus distintos
órganos durante la adolescencia; también se advierte un aumento específico en el volumen de energía
erótica instintiva. Está a un nivel elevado durante el período prelatente, en que se manifiesta
sucesivamente en formas orales, sádico-anales y fálicas.

Con el arranque del período de latencia sexual, más o menos a los 7 años de edad, se hace presenta
una decidida disminución, que dura hasta el comienzo de la adolescencia, la que tiene lugar a los 10 y
medio u 11 años de edad. En ese momento el volumen vuelve a aumentar rápidamente hasta que se
llega a la pubertad, momento en que se fija en un nivel que continúa hasta el final de la edad mediana.

Durante el período de latencia se desarrollan ciertos mecanismos psíquicos, por cuyo intermedio la
energía instintiva (pulsión) es controlada y dirigida por vías de expresión aceptables socialmente. El
más perceptible de esos mecanismos es el desarrollo del superyó mediante una identificación con los
padres.

En la primera parte del período de latencia el superyó no está consolidado y a menudo parece como si
el niño lo considerara como algo que le es ajeno, y por ese tiempo es capaz de dedicarse a suaves
regresiones anales y orales sin sentir demasiada culpa o ansiedad. Con el resurgimiento de la energía
de los impulsos eróticos, el ajuste intrapsíquico – es decir, el equilibrio entre el ego, superego y ello- se
desequilibra, las defensas del ego y el superego parecen estar debilitadas en sus esfuerzos por
controlar los instintos, y la situación instrapsíquica vuelve otra vez a ser parecida a la de la primera
latencia. La adolescencia es una continuación y repetición del período prelatente.

Los mecanismos de control luchan con todas sus fuerzas para mantener su dominio. La energía
resurgente del impulso erótico queda liberada de vez en cuando; pero bajo el control que mantienen el
superego y el ego, se ve obligada a retroceder, y en esa forma inyecta nueva energía en los canales
pregenitales reprimidos. Aparecen por consiguiente signos regresivos de sexualidad oral y sádico-anal,
entremezclados con la fálica. Las manifestaciones de todas las etapas aparecen juntas durante los
períodos prepubertarios y pubertarios. Después de la primera parte del período pubertario, los
impulsos eróticos tienden a consolidarse en una sexualidad genital.

Regresión oral en la adolescencia

Todos los adolescentes, en algún momento de los períodos prepubertarios o pubertario comienzan a
manifestar un interés peculiar y excesivo sobre la comida. “Sobre” porque se expresa de diversos
modos: su apetencia por ciertas comidas o su aversión. Puede ser que exprese manías sobre ciertas
comidas que nunca había mostrado antes. Se siente inclinado a dar razones conscientes para explicar
estas aficiones y aversiones, por ejemplo, que tiene que someterse a una dieta. El muchacho realiza
dieta para “fortalecerse”, la muchacha para ser bella. Se sienten inclinados a seguir alguna dieta
especial hasta llegar a lo absurdo. Si los padres lo critican, o se oponen a esa dieta o manía, el
adolescente siente y expresa un gran resentimiento, que excede en mucho lo que sería lógico de
esperar. Puede ser que tiempo después él mismo se ría de las extravagancias en que incurrió durante
ese tiempo.
El muchacho se interesa a fondo en el desarrollo físico. El mayor interés de la muchacha se proyecta
sobre los métodos apropiados para hermosearse. En mi opinión, la cultura de la belleza proviene de
dos grupos de edades: adolescentes y menopáusicos.

Además del interés por las dietas, se presta también una atención excesiva a los ritos dietéticos. Se
oyen frecuentes quejas sobre los modales empleados en la mesa y forma de comer.

El apetito durante este período tiene variantes. A veces el adolescente está siempre hambriento y con
mucha frecuencia quiere atiborrarse de dulces. Este deseo de hartarse le hace creer que le falta fuerza
de voluntad, ya que advierte que es incapaz de seguir sus manías dietéticas. En otras ocasiones le
falta apetito. Esto se aproxima ocasionalmente a una verdadera anorexia.

Todo esto indica que el adolescente se encuentra en esta época sometido al control de un proceso
instintivo que siente como un apetito, y que tiene que explicarse a sí mismo apelando a cualquier
argumento racional de que pueda echar mano. Es evidente también que la naturaleza del impulso es
oral, pero como surge de una represión que ha recibido nueva energía, se expresa en términos
distorsionados. El adolescente es mas bien propenso a sufrir suaves disturbios digestivos transitorios
que a menudo no tienen una causa orgánica, pero que significan el rechazo del deseo instintivo de
absorber oralmente.

Es natural que los padres y otros adultos se esfuercen por obligar al adolescente a terminar con esas
cosas, que para el adulto resultan más bien tonterías.

Regresión sádico-anal en los adolescentes

Cuando la sexualidad sádico-anal reprimida se revitaliza, de modo que lo reprimido tiende a volver, sus
manifestaciones son deformes y están más disimuladas que cuando retornan las tendencias orales
reprimidas. Los impulsos sádico-anales adolescentes aparecen en forma irregular, y mezclados con
manifestaciones de otras etapas del desarrollo psicosexual.

Puede ocurrir que el adolescente defeque o se orine encima, lo que con frecuenta se debe
aparentemente a que trata de contenerse demasiado tiempo, ya que el individuo es demasiado tímido
como para averiguar dónde se encuentra el baño, y ni siquiera quiere ir allí por temor de que lo vean.
Se presenta también aquí una forma de reacción contra el exhibicionismo, con una represión a la
expresión franca del placer anal. Es cosa frecuente que el muchacho de esta edad se orine en la cama
una o dos veces mientras tiene un sueño erótico. Esto de orinarse en la cama es fisiológico. El fluido
seminal no se ha desarrollado, y la única descarga asociada con la sexualidad podría ser la urinaria.
Por esta razón no considero que el orinarse en la cama sea patológico, podría ser un retorno a la
noción infantil de orgasmo urinario. Las niñas asocial la primera menstruación con ideas de suciedad e
indecencia. Esa asociación puede ser cultural. En parte también puede ser una expresión de
vergüenza y disgusto consigo misma y con su madre, por carecer de pene. Reacción contra el placer
derivado de cualquier género de descarga génito-excretora. Sin embargo, algunas veces es
sencillamente una formación de reacción y su aumento en este momento señala un retorno del placer
anal reprimido.

Mucho mas comunes que la expresión directa de los impulsos sádico-anales, son los aumentos de las
defensas contra esa expresión directa; es decir, ataques de constipación. Se trata de una formación de
reacción contra la incontinencia fecal. Una prueba la podemos encontrar en la idea consciente del
adolescente de que su acné es el resultado de su constipación. Desea hacer algo incorrecto, por
ejemplo, defecarse encima, y su acné es el castigo que recibe por ese deseo. Tiempo después habrá
de tener las mismas ideas respecto de su masturbación y su acné es el castigo que recibe por esa
maldad. En la primera parte del siglo XIX surgió un repudio contra la sexualidad genital, que fue
seguido por signos de regresión cultural anal expresada en forma de un mayor interés por el dinero, y
del aumento de las formaciones de reacción contra la suciedad y los malos olores. Se presenta ante
los ojos y los oídos materializada en forma de avisos de propaganda de productos de belleza,
desodorantes y cosméticos, como también de avisos de laxantes que son tan corrientes.

La vinculación que existe entre las ideas sobre la constipación y sobre el acné está ahí firmemente
enraizada en el adoctrinamiento cultural, pero creo que cierta parte de la misma indica el retorno de
impulsos anales que fueron reprimidos durante la adolescencia.

No es infrecuente que la exagerada melindrería se presente en forma de una tenue fobia contra la
suciedad, temores por los gérmenes, verse obligados a lavarse las manos y cosas como esas.

Este período de la adolescencia parece producirse una separación entre la analidad y el sadismo de la
organización sádico-anal inconsciente. El placer que proporciona la basura y la suciedad –analidad- se
traba en áspera lucha contra las defensas fuertes, mientras que el sadismo aparece con más
frecuencia en una forma franca.

Sexualidad fálica

Estas manifestaciones orales y anales parecen ir disminuyendo eventualmente a medida que se va


imponiendo la masturbación fálica. Es muy importante discutir a fondo la masturbación y su relación
con el logro de la meta de la sexualidad genital adulta. Creo que la masturbación es una práctica
universal entre los muchachos adolescentes. El muchacho adolescente que no se masturba, está
padeciendo ya una seria neurosis. No todas las muchachas adolescentes se masturban genitalmente,
la masturbación prelatente de las muchachas culmina por lo general en un sentimiento de humillación
porque el tocarse los genitales les hace recordar que carecen de pene.

Durante el período prepubertario y la primera parte del pubertario se asocia frecuentemente la


masturbación con formas de masturbación anal, o con tentativas de introducir pequeños objetos en la
uretra, tanto por parte de los muchachos como de las muchachas.

La masturbación durante estos períodos va acompañada por la práctica de espiar a hurtadillas y


tentativas de hacerlo (voyerismo).

La masturbación adolescente empieza con un gran manipuleo de los órganos genitales y tiende a
seguir siendo en mayor proporción un manoseo hasta que tiene lugar un orgasmo. Se produce en esta
forma como un proceso normal en el desarrollo instintivo, y el adolescente no necesita que se le
enseñe.

La estructura neuroanatómica de los órganos genitales hace que la masturbación, llevada al punto del
orgasmo, sea una acción que produce placer. También son agradables los pensamientos que la
acompañan. Puede parecer extraño, por lo tanto, que la masturbación adolescente tenga en ambos
sexos como secuela pensamientos y sentimientos de temor y pecado.

La idea que acompaña al sentimiento de temor que es propio de la masturbación, es que esta habrá
de producir una lesión permanente en los órganos genitales, incapacidad de tener relaciones sexuales
y procrear hijos en el futuro, una debilidad física general, un desgaste peculiar de la médula espinal y
tal vez locura o debilidad mental. Para abreviar, habrá de producir un daño sea a los órganos sexuales,
a la inteligencia o a todo el organismo físico. Este temor es innato, aun cuando puede ser acrecentado
o soldificado por las historias que le cuentan sus amigos o algunos adultos.

Estos temores hacen que quiera dejar de masturbarse, lo que tal vez logre temporariamente, pero no
tarda en advertir que las presiones inherentes a sus impulsos sexuales, a las que hay que agregar las
tentaciones de sexualidad con que se enfrenta en su vida diaria, le ocasionan un extremado
desasosiego. La presión de sus instintos sexuales es demasiado fuerte.

De tiempo en tiempo el conflicto se hace tan apremiante, que le quedan pocas energías para cumplir
con sus tareas diarias. Puede ser que recurra a la religión en busca de ayuda, que tenga miedo a
quedarse solo pues es entonces cuando se masturba. Teme ir a la cama, teme quedarse dormido por
miedo de masturbarse en cuanto pierda la conciencia de sus actos.

La preocupación por la masturbación no es provocada por la masturbación en sí, sino por el temor de
los pensamientos que la acompañan y ese temor es una repetición de temores similares del período
prelatente. El niño, hacia el final del período de Edipo, trata de reprimir la masturbación porque lo
atemorizan las fantasías que la acompañan. Estas fantasías son eróticas en cuanto a la madre y
eróticas y criminosas en cuanto al padre. Se trata de una resurrección del temor de la castración
prelatente, bajo el cual fueron reprimidas las fantasías edípicas.

La preocupación nace porque el adolescente no ha hecho aún una clara diferenciación entre sus
sentimientos infantiles sexuales y agresivos hacia sus padres, y sus sentimientos adultos sexuales
agresivos hacia personas ubicadas fuera de la excomunión incestuosa.

Algunas veces estas fantasías tienen caracteres notoriamente sádicos o masoquistas, poseer esclavos
o ser esclavos; hay casos en que se limita sólo a observar, ser observados o tocar.

En ambos sexos, el adolescente, al principio del período prepubertario, siente que sus deseos son
insaciables.

Al entrar en el período de relaciones de objeto románticas, muy a menudo el adolescente idealiza al


objeto de amor. No se presentan fantasías de intercambio sexual con aquél, en lugar de ello, el objeto
de las fantasías del acto sexual lo constituye alguna muchacha que para el adolescente no goza de
buena reputación. Puede tener contacto sexual con la muchacha mala, pero no con la buena. Éste es
también un resabio de la situación prelatente, cuando la madre amada era buena y, por lo tanto,
asexual; mientras que las muchachas de su misma edad son sexuales, y por lo tanto, malas.

Algunos adolescentes comienzan a tener relaciones heterosexuales a muy temprana edad: 12/13/14
años. Estas relaciones sexuales se parecen mucho al juego sexual. Pueden ser resultado de la cultura
de un determinado grupo social, pero muy frecuentemente persiguen el propósito de tratar de evitar la
masturbación. No le agrada visitar al médico para ser sometido a cualquier clase de examen. Parte de
su resistencia es debida a la reserva propia de la edad y parte a las dolorosas experiencias que ha
tenido antes con los facultativos, pero cuando el adolescente pone al descubierto su verdadera razón
consciente, ésta resulta ser involuntariamente su temor de que el médico pueda descubrir que se ha
estado masturbando. El adolescente teme llegar a la certidumbre, por boca de la máxima autoridad en
la materia, de que se ha dañado a si mismo en forma irreparable.

Lo mejor que se puede esperar es que no intervengan los padres para nada. Aún cuando su hijo/a
adolescente busque consejos sobre la masturbación.

La primera sexualidad verdadera es habitualmente verbal. La pareja conversa sobre la filosofía del
sexo. Paulatinamente se va iniciando el juego sexual en la pareja y ambas partes descubren que
ninguna de ellas pierde el respeto por la otra a causa de la experimentación sexual. Esta
experimentación sexual alcanza por último el punto de masturbación mutua, si no es que llega a
realizarse un verdadero contacto sexual.

Una cantidad de temores hacen compañía a la experimentación sexual adolescente. Ambas partes
sienten miedo de la desaprobación de sus padres si son sorprendidos. Esta preocupación consciente,
naturalmente arranca de las prohibiciones inconsciente del superego contra la reaparición de las
fantasías edípicas que componen el tabú sobre la virginidad para ambos sexos.

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