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CAPÍTULO 7
SOCIEDADES HUMANAS
Y SOCIEDADES ANIMALES.
En los últimos años, la Etología (ciencia que se ocupa de los comportamientos y constumbres de los
animales) ha realizado numerosos estudios sobre las otras “sociedades animales”. Esos estudios han
adquirido una gran popularidad y han dado lugar a que la sociología incida específicamente sobre
esos temas.
Existen 2 razones por las que se han popularizado los estudios etológicos:
1. La gran cantidad de investigaciones, hechas por las personas biólogas, sobre la vida social
de diversas especies. Estas investigaciones, con resultados llamativos, animaron a
experiencias de socialización y aprendizaje en primates e intentaron lograr su adiestramiento
en el campo de la comunicación y el lenguaje.
2. La influencia de las nuevasorientaciones analíticas propias de la etología pero que se
aplicaron al estudio de la realidad social y biológica del ser humano. Como ocurrió con los
estudios de Lorenz sobre la agresividad, Desmond Morris sobre el “mono desnudo” entre
otros.
Con la metodología Etológica se intenta utilizar los conocimientos que proporcionan “algunos
estudios de las especies no humanas” en la medida en que “pueden ayudarnos a entender la
conducta social del hombre”, como señalara ROBERT HINDE.
Sin embargo, en los últimos años, la Sociobiología ha intentado dar un sesgo distinto a estas
cuestiones. Las autorías de esta corriente pretenden buscar una fundamentación biológica del
fenómeno social e intentan re-encontrar el cordón umbilicar que mantiene a las personas unidas a la
lógica global de lo social.
WILSON definirá la sociobiología como: “El estudio sistemático de las bases biológicas de todo
comportamiento social”.
Las reacciones que se han creado desde los círculos Sociológicos ante tales pretensiones de
absorción disciplinar y de reduccionismo biológico han combinado por un lado, elementos de
defensa de un campo científico propio, el de la Sociología, y por otro consideraciones críticas de
mayor entidad analítica.
Pero el tema de las relaciones, diferencias y similitudes entre las sociedades humanas y las animales
no puede ser despachado de forma simplificadora, sino que requiere un tratamiento objetivo e
imparcial de aquellos datos que sean fruto de una investigación científica rigurosa.
Los análiss de personas etólogas y sociobiólogicas despiertan en las sociólogas ciertas reacciones de
defensa de la especificidad del propio campo profesional de la Sociología.
Este fenómeno se ha explicado por la peculiaridad de las relaciones entre biología y la sociología y
que intenta afirmar la especificidad diferenciada de sus campos temáticos en relación con los de la
biología.
En las primeras etapas de la Sociología, sobre todo de la mano del organicismo spenceriano,
existían importantes vías de comunicación con la biología. Pero dichas vías se vieron dificultadas
por 3 motivos:
También se ha querido ver cierta “resistencia psicológica” a esa posible confluencia entre
sociedades humanas y animales que suponía una agresión y ofensa a lo que FREUD llamó
narcisismo humano. Según FREUD, la persona se consideró soberana de todos los seres e incluso
comenzó a abrir un abismo entre él y ellos, negándoles la razón y atribuyéndose un alma y un
origen divino, todo ello le permitió romper todo lazo de comunidad con los animales.
Para FREUD, las teorías de DARWIN fueron una de las grandes ofensas históricas al narcisismo de
la humanidad: “la ofensa biológica”. Dicha ofensa se amplifica con la posibilidad de extender el
esquema biológico de la evolución al campo de lo social.
Otro factor de resistencia a la aceptación de la tesis de la continuidad de las formas sociales procede
de la forma en que la “hipótesis del cazador” aparece asociada a ciertas interpretaciones. La práctica
social de la caza debió jugar un importante papel en el proceso de hominización, no sólo desde el
punto de vista de la subsistencia, sino también por el perfeccionamiento y evolución de las primeras
formas de organización social.
Sin embargo, algunos datos arqueológicos han generado hipótesis sobre el carácter agresivo y
violento del sr humano en el proceso de diferenciación respecto a otras especies y presenta nuestra
evolución como sangrienta y violenta. Es lo que se conoce como la hipótesis del mono asesino,
lanzada por DART tras ciertos descubrimientos arqueológicos. ARDREY se ha referido a esta
hipótesis señalando que: “Si entre todos los primates el hombre es único, es porque nosostros, a
através de millones de años, nos vimos obligados a matar para sobrevivir”.
No puede negarse que la historia conocida del ser humano ha estado muy marcada, entre otras
cosas, por la guerra y la violencia. El ser humano puede ser considerado como el ser vivo que
práctica la güera organizada dentre de su especie. La especialización en el “arte de la violencia” y el
desarrollo de “ejércitos organziados”, explican por qué nuestra especie logró adpatarse en ambientes
que le eran hostiles.
La antipatía que despiertan estas teorías, explica la frecuencia con que las comparaciones a las que
se recurre para establecer la diferenciación entre los modelos sociales de los primates y los de los
seres humanos, caigan en la simplificación de “prescindir” de gran cantidad de etapas intermedias
que duraron cientos de miles de años.
Aunque el verdadero salto en las comparaciones es el que se produce entre las comuniddaes de
simios más inteligentes de la actualidad, chimpancés y gorilas, y las de las comunidades de
homínidos hoy desaparecidos.
Lo que sería preciso conocer, para establecer la verosimilitud de la hipótesis del continuum social,
es cuál fue la verdadera naturaleza de las sociedades de australophitecus, homo habilis, etc.
Esto nos lleva a reconocer la necesidad de no entender el concepto de homo como algo cerrado y
delimitado, sobre todo teniendo en cuenta que el proceso de hominización fue extremadamente
dilatado en el tiempo. (El homo sapiens cuenta con más de 100.000 años y existen rastros de
homínidos con más de 4 millones de años). Por ello se hace difícil establecer comparaciones
precisas entre las formas sociales humanas y las de los principales primates.
Aunque lo que aquí nos ocupa es considerar las relaciones y diferencias entre las sociedades
humanas y las aniales con más amplitud.
El ser humano sin lo social, sin la cultura, no será concebible como tal. De ahí que las personas
sociólogas hayan reclamado la especificidad de lo social en el ser humano.
Las barreras que la sociología marcaba tradicionalmente entre sociedades humanas, sociedades
animales y el “estado de naturaleza”, hand ejado de tener la claridad que antes consideraba,
Habremos de admitir en tal caso que la mayoría de primates viven en sociedades y no es un estado
de naturaleza.
Hoy en día el desarrollo de los estudios Etológicos está permitiendo profundizar en:
Las sociedades superiores de insectos (termitas) presentan formas de organización social muy
sofisticadas, con una rígida división del trabajo, su propio sistema de comunicación, sus propias
construcciones, etc. Pero estas sociedades son estáticas en las que casi no existe variación en el
comportamiento.
En estas formas de organización, lo social es morfológico y la diferenciación de los papeles sociales
viene acopiada a la diferenciación biológica de las personas. Las sociedades funcionan como si
fueran una especie de gran organismo.
Como ha señalado MARCEL SIRE: “las sociedades de insectos y las humanas tienen puntos
comunes, como la división del trabajo, la jerarquía, etc”.
Estas convergencias (que no identidades) nos obligan a admitir que los insectos y los seres
humanos, representan el término de 2 vías según mediante las que se ha efectuado la evolución:
Sin embargo, esta clase de institno social y las situaciones de dominación, no vienen determinadas
por rasgos morfológicos diferenciados heredados, sino que se producen entre personas iguales, en
procesos de afirmación en los que influyen: los rasgos propios del ser humano (su fuerza, su
agresividad,etc) y la experiencia social del grupo.
Refiriéndose en cocnreto a los últimos estudios sobre babuinos, WASHBURN y DEVORE han
subrayado, tanto su fuerte motivación social como el carácter marcadamente adpatativo de la forma
de vida grupa y diŕan: “La tibu comparte una considerable tradición social... contemplando el hecho
en el contexto de la evolución parece claro que, a la larga, sólo han sobrevivido los babuinos
socializados”:
LA vida en este tipo de comunidades, incluso con sus reglas de adaptación y selección, ha ido
determinando la desaparición de los animales menos gregarios, al tiempo que se han ido reforzando
todos los factores que potenciaban el aprendizaje y la misma práctica de la sociabilidad.
Intentando reflejar la complejidad de estas sociedades, MELOTTI ha distinguido entre siete grados
de vida social y cuatro tipos de sociedades de primates.
Las 7 formas de vida social son:
1. El grupo materno
2. El grupo biparental
3. El grupo promiscuo simple.
4. El grupo múltiple monomasculino.
5. El grupo complejo coactivo,
6. El grupo plurimasculino ordenado por edad.
7. El grupo complejo abierto.
En su conjunto, las observaciones registradas en numerosos estudios sobre las sociedades de monos
permiten establecer algunos rasgos comunes a casi todas ellas:
Con todo ello, podemos tener una imagen bastante completa de la complejidad de los sistemas
sociales existentes en las comunidades de primates.
Finalmente, un último bloque de cuestiones relacionadas con las sociedades de primates nos
conduce a algunos aspectos cruciales del debate sobre el continuu de la naturaleza de lo social.
Estas cuestiones hacen referencia a:
Pero debemos retomar el punto inicial de nuestra exposición para preguntarnos nuevamente sobre
cuáles son los principales rasgos diferenciadores entre las sociedades de primates y la de los
insectos.
En las sociedades de primates lo social tien un carácter menos rígido y mecánico y el amrgen de
autonomía para las manifestaciones individuales es bastante considerable.
En estas sociedades hay un tipo de tensiones de competencia y confrontación que no son posibles
sino a partir de un cierto desarrollo de los sentimientos de individualidad.
Por otra parte, en las sociedades de primates hay un considerable grado de dinamismo interno e
incluso de aparente desorden, que contrata con las características de termitero o de hormiguero.
• “El desorden (conductas aleatorias, conflictos) es ambiguo, pues de una parte es uno de los
componenetes del orden social (diversidad, complejidad), mientras que de otra sigue
comportándose estrictamente como desorden, es decir, como amenaza de desintegración”.
• “El desorden se ve constantemente: absorbido por la organziación, recuperado y
metamorfoseado en su contrario (jerarquía), expulsado al exterior (desviados) o mantenido
en la epriferia (bandas marginales de jóvenes)”.
• “El desorden renace sin cesar y lo mismo hace por su parte el orden social. Aquí es donde
aparece la lógica, el secreto de la complejidad y el sentido profundo del término auto-
organización: Una sociedad se autoproduce sin cesar porque constantemente se está auto-
destruyendo”.
La sociabilidad humana se ha definido a partir de las diferencias con el componente social de los
animales.
WOSSNER define el campo de los ocial humano a partir de varios puntos que, en su opinión,
constituyen los verdaderos elementos diferenciadores, entre los que destacan:
1. La superior capacidad de aprendizaje del ser humano.
2. El lenguaje como algo propio de la especie humana.
3. El carácter no instintivo de los sentimientos humanos.
4. La posibilidad de inovación y desviación de las pautas sociales establecidas, gracias a la
libertad.
5. El encuadramiento de la realidad humana en la “herencia cultural”, etc.
Pero, ¿Hasta dónde se puede lelvar la analogía etológica entre las sociedades
humanas y las más desarrolladas de primates?
Generalmente, la tendencia entre las personas sociólogas y antropólogas ha
sido la de establecer una clara barrera diferenciadora en torno al mismo
concepto de cultura. La capacidad de tener, hacer y transmitir la cultura viene
a ser considerada como el verdadero rasgo diferenciador entre las sociedades
humanas y las de animales.
El área de interrogantes se desplaza, entonces, al campo de la indagación
sobre el tiempo y la manera enq ue surgen las culturas humanas. Un triple
orden de cuestiones aparecen entonces asociadas: