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Los gatos

Mi vecina desayunaba en el balcón. Masticaba con elegancia, los ojos cerrados


y el rostro bañado por el sol perezoso de abril. Pensé, sin querer, en los gatos
callejeros. Sólo ellos pueden salir estos días, en pos del dictado carnal de la
primavera. Y la imaginé deslizándose por el alféizar, reduciendo su altura hasta
lo impensable, como ellos. Corriendo, furtiva, a buscar a su amante al otro lado.

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