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La gran igualadora

La calle desierta le devolvió el eco de sus pasos. El alba iba disipando, poco a
poco, el fulgor de las estrellas. Mientras iba hacia el coche, dispuesta a seguir
su búsqueda, le sobrevino una convicción. Pensó si no sería la noche, en lugar
de la muerte, la gran igualadora. En un lugar remoto, alguien, otro
superviviente, tuvo el mismo pensamiento. Pero no la oyó si quiera arrancar el
motor.

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