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LA RAZA HUMANA

El concepto de raza humana siempre ha sido tema de controversia, porque toca

aspectos no solo filosóficos, sino también jurídicos, políticos y hasta religiosos. Pero si hay

algo en que la mayoría concuerda es en el valor único que representa el ser humano, ya que

independientemente de su situación económica o social, edad y sexo, religión o creencias,

merece ante todo respeto.

Si este respeto nos lleva a pensar que todos somos iguales, por qué dividir a las

personas en razas. Si somos de la misma especie (Homo sapiens), porque se sigue

catalogando por el color de la piel. Personajes que han hecho historia y se sigue su filosofía

actualmente, tenían conceptos contradictorios a este respecto.

El filósofo Inmanuel Kant (1804), no solo observaba cuatro razas, sino también las

definía según su capacidad y aptitud, al respecto decía, “la humanidad existe en su mayor

perfección en la raza blanca. Los hindúes amarillos poseen una menor cantidad de talento. Los

negros son inferiores y en el fondo se encuentran una parte de los pueblos americanos". Para

muchos pensadores y escritores, estas concepciones desarrollan un fundamento teórico para el

racismo.

Y en su caso también discordante, porque el mismo Kant defendía la dignidad humana

como algo intrínseco e inherente a cada ser, “solo por pertenecer a la especie humana”, por

ser dotado de razón y voluntad libre. Esta perspectiva lleva a pensar que mientras catalogamos

por color, también defendemos al sujeto catalogado.

En el mundo actual, lleno de desigualdades, el criterio de distinción entre razas, lleva a

la sociedad a un abismo, y la tilda de hipócrita cuando sale a defender la igualdad entre todos,

pero permite la discriminación racial. Siendo el racismo un fenómeno social y moderno, con
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pensamientos ideológicos preconcebidos y prejuiciosos que tienden a segmentar al conjunto

humano en ciertos grupos a partir de una herencia genética.

Tzvetan Todorov (1991) quien expresa de Kant, “no se contenta con afirmar que las

razas son diferentes, cree también que son superiores o inferiores, unas a las otras”, también

afirma que “los seres humanos se parecen y, a la vez son distintos… puesto que las formas de

vida divergen por todas partes y la especie (biológica) sigue siendo una”.

Existe ambigüedad en la sociedad sobre lo que expresa y sobre lo que práctica. No se

puede hablar de expresiones racistas espontaneas, son pensamientos heredados, culturalmente

arraigados, que hacen que exista una realidad que incómoda, y anule los derechos de las

personas discriminadas. Bien lo dijo Nelson Mandela: “nadie nace odiando a otra persona por

el color de su piel, o su origen, o su religión”.

Mandela luchó por la igualdad y el respeto de los derechos de los negros en Sudáfrica

de forma pacífica, entendiendo y perdonando a sus opresores. Para Todorov, Mandela dictó la

diferencia entre otros luchadores por su “combinación de sentido político y virtud moral”, así

garantizó la duración y determinación de su compromiso por la desigualdad entre los

habitantes de su país.

El racismo nos aparta de la ética y la moral, porque su concepción separa al hombre del

respeto, elemento fundamental para crear sociedades. El respeto en sí mismo es un valor que

permite que el hombre pueda reconocer, aceptar, apreciar y valorar las cualidades del prójimo

y sus derechos. Es por ello que la ciencia ha rechazado el concepto de raza poniendo en

evidencia su carácter subjetivo, basado en perjuicios.

Para Todorov, la ruptura entre vivir y decir, entre hechos y valores, le parece nefasta y

sin sentido. Negar el respeto a un hombre por el color de su piel nos hace inferiores. La
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evolución de la sociedad hacia verdaderos pensamientos democráticos y de libertad puede

hacer la diferencia.

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