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PENSAR LA FAMILIA
Por Liliana Barg
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espacio social es la que da cuenta del carácter estructural de este todo. Este
espacio Social se extiende como una red constituida por las relaciones entre
las diferentes posiciones que los agentes ocupan en la distribución o posesión
diferencial de ciertos bienes que dan poder en el mundo social de los agentes.
Alrededor de estos bienes se generan espacios de juego "históricamente
constituidos con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento
propias". El espacio social se nos presenta como un conjunto abierto de
"campos" relativamente autónomos y más o menos subordinados en su
funcionamiento y en sus transformaciones, al campo de la producción
económica.
Esta es la lógica de la lucha por el poder que define y delimita un campo. El
capital, como poder vigente en cada campo, actúa como principio de
construcción de la diferenciación social entre posiciones que delimitan el
espacio social.
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orden, facilitado por decisiones políticas hegemónicas que son las que marcan
la dirección y las reglas de juego social.
En el planteo de Bourdieu, el campo posee autonomía y es considerado como
estructura previamente determinada y que son ocupadas por los agentes.
Consideramos que se presenta así una mirada estática de los procesos
sociales, cuestión que no compartimos por la complejidad de las prácticas
sociales que aparecen, a menudo contradictoriamente, hacia el interior de las
configuraciones familiares.
Entendemos que el “campo doméstico”, es un lugar donde se entrecruzan
representaciones sociales teñidas de mandatos, prejuicios, actitudes de valor o
disvalor, creencias y mitos. Por otra parte, las condiciones concretas de
existencia: exclusión, pobreza, inseguridad, acceso a servicios de salud, de
educación, de recreación y servicios de respaldo a la crianza, expresan la puja
entre estos campos según sea el capital en juego (capital económico, cultural
simbólico y social). El espacio social se convierte así en un espacio de lucha, de
intereses contradictorios, donde aparecen relaciones de poder: sumisión,
dominación, jerarquía aunque también de autonomía y libertad. Aparecen nuevas
formas de vivir en familia con diferentes estilos los de vida que conviven con
formas más tradicionales.
El resultado de esta variedad es la dificultad de armar alianzas estratégicas a
favor de las familias, en la que cada actor social conserve su función pero que
sea capaz de articular con otros para potenciar las redes de sostén necesarias.
Las diferencias sociales se objetivan en tipos de bienes, casas, vestidos, modos
de hablar, de relacionarse, y se subjetivizan , en modos de ver, de pensar propios
de la posición social de la familia.
Por otro lado, la diversidad de servicios orientados a la familia y al “cuidado y
protección de la niñez” (planes sociales, comedores, hogares, centros de
atención, estatales o de la sociedad civil), tratan de paliar los efectos
fragmentados de las políticas públicas pero no garantizan la restitución de
derechos sociales básicos a un importante segmento poblacional y se reproduce
la misma lógica fragmentada entre los diversos grupos. Las familias enfrentan
trayectorias de pobreza y exclusión como producto de la fractura social del
sistema capitalista que debilita los lazos sociales y dificulta la posibilidad de
construcción de nuevas relaciones. El tiempo subjetivo de las familias
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espíritu común y dotado de una vida y de una visión particular del mundo. Por
otro lado, se trata de un universo sagrado, secreto, de puertas cerradas sobre la
intimidad, de un mundo privado ligado a la casa como lugar estable, donde los
miembros permanecen.
Bourdieu descubre un mandato social: el mandato de vivir en familia, el mandato
de construcción del orden social estableciendo un agrupamiento en familias.
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por este trabajo simbólico y práctico en "disposición amante", y dota a cada uno
de los miembros del "espíritu de familia" generador de afectos, sacrificios,
generosidad y solidaridad.
Este trabajo incumbre particularmente a las mujeres, encargadas de alimentar las
relaciones con su propia familia y también frecuentemente con la de su pareja por
medio de visitas, correspondencia, y comunicaciones telefónicas. Las estructuras
de parentesco y de la familia como cuerpo, solo pueden perpetuarse si se
mantiene en forma continua el sentimiento familiar, principio congénito de unión o
división que es al mismo tiempo principio afectivo de cohesión, es decir,
adhesión vital a la existencia de un grupo familiar y de sus intereses.
Para Bourdieu, este trabajo de integración, (aun por el hecho de que la familia
debe para existir y afirmarse como cuerpo), debe tender a funcionar como un
campo, con sus relaciones de fuerza física, económica y sobre todo simbólica
(ligados por ejemplo al volumen y la estructura de los capitales poseídos por los
diferentes miembros) y con sus luchas por la conservación o por la
transformación de esas mismas relaciones de fuerza.
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de Paula, J. A. “La producción del conocimiento en Marx” en las Ciencias Sociales en La
investigación en trabajo social. Alaets-Celats, 1992. p.49
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Resta mucho camino por recorrer porque no solo tenemos que contar con nuevas
herramientas y dispositivos sino lo más difícil de alcanzar es la transformación de
nuestras actitudes internas a la hora de intervenir con familias. Para ello es
necesario disponernos a problematizar constantemente en nuestros equipos de
trabajo acerca de qué se hace, qué no se hace y fundamentalmente cómo se
hace cuando se hace.
De esta forma sería menos costoso resolver los dilemas a los que nos
enfrentamos cotidianamente si se recorriera este camino, aunque para ello
habría que transitar procesos cargados de incertidumbre y esto no siempre es
posible en quienes están acostumbrados a monopolizar el saber y la toma de
decisiones.
BIBLIOGRAFÍA
Bourdieu, Pierre. “O Espírito de família” en Razòes Práticas sobre a teoría da
accòes. Editorial Celta, Portugal 1997.
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Rozas Pagaza, Margarita. La intervención profesional en relación con la cuestión
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Williams, Raymond. La larga revolución. Editorial Nueva Visión. Buenos Aires,
2003.
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