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Tal tarea, sin embargo, está cargada de ambigü edades. Sin duda, una de las cuestiones
que má s enrarecen el aire terminoló gico de la ciencia política es la falta de acuerdo en
cuanto al significado de sus conceptos y, en particular, la imprecisió n y vaguedad con
que se usan5. El origen de tales malentendidos es claro: en la medida en que las
definiciones no son obvias sino que se construyen por un procesos de abstracció n y
generalizació n de determinados elementos de la realidad (los conceptos no son la
realidad en sí misma), la connotació n del concepto dependerá de la subjetividad de
quien lo construya, y del grado de relevancia que le asigne a los diferentes elementos
que lo componen. El concepto de gobierno no está exento de este problema. La primera
parte del artículo está dirigida a discutir tal ambigü edad conceptual.
La referida centralidad del gobierno en los sistemas políticos no implica, sin embargo,
que no pueda estar organizado de diferentes maneras. La segunda parte da cuenta de tal
diversidad tomando como punto de partida ciertas características institucionales del
sistema político. Má s precisamente, lo que se busca es identificar diferentes
configuraciones institucionales que den cuenta de la interrelació n entre las dos
1
Este artículo es una versión modificada de un artículo anterior escrito en colaboración con Hipólito Orlandi. Esta nueva versión está
dedicada a su memoria.
2
Política ha sido definida como “gobierno de la polis”…..
3
Maurizio Cotta: “Los gobiernos”, en Gianfranco Pasquino y otros: Manual de Ciencias Política, Madrid, Alianza, 1988, p. 311
4
Para ello, véase Samue Finer: The History of Government from the Earliest Times, Oxford, Oxford University Press, 1997; y Hipólito
Orlandi:…Las instituciones Políticas de Gobierno, Vol. 1., Buenos Aires, Eudeba, 1998
5
Giovanni Sartori: La Política. La lógica y Método en las Ciencias Sociales, México, FCE, 1987, pp. 56-70
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instituciones fundamentales que intervienen en el proceso de toma de decisiones en los
regímenes políticos democrá ticos: el poder ejecutivo y el poder legislativo. De esta
manera, elaboraremos la distinció n entre gobierno parlamentario, presidencial y semi-
presidencial.
Esta secció n analiza tres abordajes alternativos y complementarios a partir de los que
se puede dar cuenta del gobierno como fenó meno político. El primero considera al
gobierno como conjunto de individuos que ejercen el poder de autoridad en un sistema
político, esto es, las autoridades o, mejor aú n, los titulares de los roles que poseen
autoridad. El concepto aquí está centrado en determinados actores individuales o
colectivos que ocupan los puestos de liderazgo político. El segundo abordaje considera al
gobierno como un conjunto de actividades vinculadas al proceso de toma de decisiones
políticas. En este sentido el concepto se caracteriza por hacer referencia a funciones.
Finalmente, desde un tercer abordaje, el término gobierno hace referencia a las
instituciones a partir de las cuales se ejerce la autoridad, má s concretamente, a las
estructuras de toma de decisiones políticas.
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participan en los procesos de diseñ o y ejecució n de políticas como miembros de dicha
red, y cuya permanencia es inseparable de la del ejecutivo” 6.
Interesa, sin embargo, má s que esos actores en sí, la cuestió n del poder de autoridad.
El mando efectivo de quienes gobiernan es esencialmente una cuestió n de autoridad de
los titulares del poder. En una primera aproximació n no es una cuestió n de normas, sino
de personas, un poder de autoridad subjetivo. La autoridad puede ser vista como “una
energía espiritual debida a una cierta calidad o valor de la voluntad y de la inteligencia
que permite a una política asumir la empresa del gobierno del grupo, haciéndose
obedecer por los demá s hombres en nombre del orden”9. Sin embargo, el poder de
autoridad es mucho má s que “una energía espiritual”. En los modernos sistemas
políticos el poder de gobierno no es una característica “personal” sino que se encuentra
institucionalizado. De esta manera, el gobierno es el poder de autoridad formalizado en
el orden constitucional y legal (así como en ciertas prá cticas que con el tiempo se
cristalizan), quedando subordinado en su ejercicio, administració n y contralor a ese
ordenamiento.10
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El origen de la distinción puede rastrearse en Woodrow Wilson: “The Study of Administration”, en Political Science Quarterly, junio
1887. Una referencia clásica es Max Weber: Economía y Sociedad, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1992. Para referencias
más recientes ver, entre otros, Karl Deutsch: Política y Gobierno, Madrid, Fondo de Cultura Económica, pp. 218-227; Cotta, M.: op. cit.
315-316; Oscar Oszlak: Políticas Públicas y Regímenes Políticos, Buenos Aires, CEDES, 1984.
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decisiones es la funció n típica del gobierno, mientras que la administració n
(implementació n) es asignada a un conjunto de funcionarios profesionales que
conforman la burocracia pú blica. El desarrollo de la administració n aparece definido por
su cará cter repetitivo, limitá ndose a ejecutar decisiones previamente adoptadas por el
gobierno. Aquí se elimina tanto la discrecionalidad como el espacio para innovació n.
Como recuerda Weber, la administració n se desarrolla “sin pasió n ni pretensió n”,
ateniéndose al expediente. Si bien es el gobierno quien tiene el papel central en la toma
de decisiones, la burocracia pú blica es la que permite que aquéllas sean llevadas
efectivamente a la prá ctica12. Así, la idea de gobernabilidad democrá tica descansa no
só lo en la capacidad del gobierno (electo) para tomar decisiones, sino en su capacidad
para garantizar que la burocracia (gobierno permanente, en el sentido sugerido
anteriormente) las implemente.
Aunque resulta claro que la toma de decisiones es la funció n típica de los gobiernos, es
menos claro cuá les son los aspectos sobre los que éstos pueden utilizar su potestad. Ya
se ha señ alado la dificultad para determinar las actividades específicas y propias del
gobierno, sin embargo, es posible identificar la manera en que, con distinto recorrido de
país en país, fue expandiéndolas durante los ú ltimos añ os.
Inicialmente es posible identifica dos actividades que han sido ampliamente asociadas
al gobierno: “el mantenimiento de la unidad de la comunidad política hacia el interior”
(problema de la custodia de un orden asociativo, de la integració n, incluida la contenció n
de las tendencias de disgregació n, y de la salvaguarda de la paz interna), y “la tutela de la
comunidad política frete al exterior” (problema de la guerra y de la paz externa) 13. La
seguridad, tanto interna como externa, aparece como la base de sustentació n de una
comunidad política, y el gobierno se convierte en garante de las mismas.
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El carácter tajante de la dicotomía suele ser criticada bajo el argumento de que, en realidad, la burocracia pública excede a su función
meramente administrativa para convertirse en una “arena política” en la que también se deciden políticas públicas. Ver Oscar Oszlak: op.
cit., pp. 15-19
13
M. Cotta: op. cit., p. 316
14
Herman Heller: Teoría del Estado, Buenos Aires, FCE, 1988, p. 142
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gobierno (el monarca) expropia a los detentadores privados de poderes de autoridad,
unificando tales actividades en un cuadro administrativo profesionalizado que conforma
la burocracia estatal. Así, el monopolio del uso legítimo de la fuerza por parte del Estado,
que marca la exclusividad del gobierno en las actividades de defensa y seguridad
nacional (interna y externa), es só lo un producto histó rico cristalizado, principalmente,
en el Estado Moderno15.
17
Giuliano Urbani: “Sistema Político”, en Norberto Bobbio y Nicola Mateucci (comps.) Diccionario de Política, México, Fondo de Cultura
Económica., 1991
18
David Easton: Esquema para el análisis político, Buenos Aires, Amorrortu, 1992
19
David Easton: op. cit, p. 79.
20
Leonardo Morlino: Cómo Cambian los Regímenes Políticos, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1985, pp. 30-46
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La distinción entre comunidad política, régimen político y autoridades es tomada de David Easton: The Political System, New York,
Alfred A. Knopf, 1952.
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organizados o no, que componen un sistema político dado22, en segundo lugar, el
régimen político, esto es, el conjunto de instituciones que da soporte al sistema político
(y sobre el que centraremos el aná lisis); y finalmente las autoridades, esto es, los
titulares de roles con autoridad, lo que remite al tema de los gobernantes y aclara el
cará cter objetivo (institucional) de su poder.
Como puede observarse, en este enfoque el régimen político posee un cará cter
diferenciable, por medio de la inclusividad, respecto al sistema político. Morlino, sin
embargo, da un paso má s, y pasa a determinar los diferentes elementos que constituyen
al régimen23. Ellos son:
Es esta desagregació n de los componentes del régimen político lo que nos permite
identificar al gobierno como conjunto de instituciones. Para ello, es necesario pasar al
nivel de las estructuras de autoridad (el poder objetivado en instituciones) y, má s
precisamente, de las estructuras de toma de decisiones. Queda delimitado entonces el
á mbito del concepto: el gobierno como instituciones forma parte de las estructuras de
toma de decisiones que posee el régimen político de un sistema político dado. Así, de la
misma manera que régimen político no es sinó nimo de sistema político, sino que
constituye una parte de éste, el gobierno es, a su vez, un elemento constituyente del
régimen político, de sus estructuras de autoridad y, má s precisamente, de aquellas
encargadas de tomar decisiones.
Pero no todos los problemas conceptuales está n superados. Es verdad que ya hemos
trazado la línea de conversió n que nos permite diferenciar conceptualmente al sistema,
el régimen y el gobierno; y sabemos también que este ú ltimo está constituido por
22
Ésta a vez incluye 1. Las ideologías, valores y creencias difundidas en la sociedad; 2. Las personas o grupos activos (de carácter no
estructurado); 3. Las estructuras intermedias, en referencia a los paridos políticos y grupos de interés.
23
L. Morlino: op. cit., pp. 40 y ss.
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Las estructuras de la implementación de las decisiones incluyen las que ejecutan decisiones (administrativas), las que fuerzan a la
obediencia (represivas) y las que extraen recursos de la sociedad (extractivas o fiscales)
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instituciones encargadas de tomar decisiones. Sin embargo, queda en pie una pregunta
importante: ¿cuá les son las estructuras de toma de decisiones que forman el gobierno? o,
má s precisamente, ¿cuá l es el grado de superposició n e identificació n entre gobierno y
estructuras de toma de decisiones?
Cabe hacer dos comentarios con respecto a esta perspectiva. El primero es que, de
alguna manera, se acerca al esquema funcionalista en la medida que, partiendo del
principio de que la funció n del gobierno es tomar decisiones se pasa a identificar,
inmediatamente, a las estructura de autoridad que intervienen activamente en el
proceso de toma de decisiones, considerá ndolas todas ellas como pertenecientes al
gobierno. En el límite, ademá s del ejecutivo y el legislativo, el poder judicial (al menos el
ó rgano que lo encabeza) e incluso sectores de la burocracia pasan a formar parte de las
instituciones de gobierno.
25
Es en éste sentido que se ha señalado que el poder ejecutivo “consiste en aquellas instituciones formalmente responsables para
gobernar una comunidad política; esto es, para aplicar decisiones vinculantes que pueden ser formuladas, en mayor o menor medida,
por las mismas instituciones ejecutivas”. Roy Macridis: “Political executive”, en D. Sills (ed): International Encyclopedia of Social Science,
Vol. II. Macmillan & Free Press, London, pp. 228-234
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toma de decisiones aunque sin agotarlas, ya que los ó rganos legislativos (parlamentos y
congresos), aun no perteneciendo a las instituciones gubernamentales, está n también
implicados activamente en el proceso decisorio (al menos en los regímenes
constitucionales). Esta forma de identificar al gobierno en términos institucionales se
acerca al primero de los abordajes ensayados en este artículo, en el que se identificaba al
gobierno con aquellos individuos que ocupaban posiciones de autoridad en el poder
ejecutivo (aunque en este ú ltimo, como ya se ha señ alado, el énfasis se coloca sobre
aspectos subjetivos antes que objetivos).
Tendencia general, en los regímenes democrá ticos , durante la ú ltima década ha sido
la del aumento de poder de los ejecutivos en relació n al de los parlamentos y congresos,
reforzado la idea que asimila el gobierno al poder ejecutivo. Esta tendencia es muy clara
e la mayoría de las nuevas democracias presidencialistas latinoamericanas, pero
también se puede percibir en las consolidadas democracias parlamentarias europeas. Al
parecer, la ambigü edad del concepto no puede ser eliminada totalmente pero, al menos,
puede ser especificada y circunscrita.
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LAS POLÍOTICAS EDUCATIVAS COMO POLÍTICAS PÚBLICAS
hay otra definició n menor de programas que la que Easton26 propuso: “Las intenciones
má s generales de las autoridades de las cuales puede ser una experiencia parcial
26
Easton, A Systems Análysis of Polítical Life, Nueva York, John Wiley & Sons, 1965
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cualquier actuació n o resultado específico”. De lo que hace un ministro de educació n un
día sobre un tema concreto no puede desprenderse necesariamente una orientació n
política definida; hace falta un seguimiento en el tiempo para poder averiguar cuá les son
los ejes específicos y programá ticos que evidencian un denominador comú n en la
actuació n del ministro, es decir, cuá les son los valores y las opciones ideoló gicas que
apoya con su actuació n.
C. Una orientación normativa: las decisiones que se adoptan y que configuran una
política educativa presuponen en los decisores una voluntad orientada a establecer
normas, a aprobar leyes. A menudo, las grandes políticas educativas tienen como gran
objetivo la aprobació n, con el má ximo consenso posible, de una ley de educació n; otras
veces, lo que configura una política educativa es, má s bien, el desarrollo normativo de
una ley.
D. Un factor de coerción: quien adopta una política, para garantizar que se llevará a
la prá ctica, debe estar investido de autoridad suficiente y, por tanto, debe tener
legitimidad para hacerlo. Toda política educativa, pues, implica una autoridad educativa,
ya sea el ministerio central, un departamento regional o un ayuntamiento y, en cada
caso, el alcance de la política será el que delimite la competencia del decisor. El factor de
coerció n presupone que las políticas, ló gicamente, pueden llegar a ser impuestas y, por
supuesto, también resistidas.
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