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Gambaro, Griselda.

Los dos Giménez. Buenos Aires. Alfaguara,


2011.
Ilustraciones de Roberto Cubillas
Los dos Giménez se presenta como una
novela policial clásica, con los elementos
típicos del género: un crimen, un detective,
pistas, sospechosos, una investigación,
pasos fallidos, caminos que llevan a falsos
culpables…, pero también como una novela
que invita a leer en su recorrido otras
historias, o mejor dicho, a realizar otras
lecturas que, además de la búsqueda de
culpables pone al servicio de los jóvenes
lectores otras búsquedas: de respuestas, de
posiciones frente a dilemas tales como la
justicia, la moral, la verdad y también sobre
qué son en realidad estas dimensiones que
conforman nuestra personalidad.
Es toda la novela, un escenario de
dualidades que el lector irá descubriendo a medida que avance en la trama,
comenzando desde el título que nos plantea que nos encontraremos con dos
personajes de apellido Giménez. ¿Serán hermanos? ¿Será el mismo con dos
personalidades? ¿Serán contemporáneos? ¿Habrá otra clase de parentesco?
Es esta una invitación a una atmósfera donde se nos presentará a lo largo de
la historia el encuentro con situaciones dobles, dentro de la historia y en los
elementos narrativos del texto.
Nos introduce en la historia y en el espacio una voz que se presenta como
plural, colectiva…
Cuando pensamos, efectivamente, que nada alterará las costumbres ni la
convivencia, cualquier hecho de siniestra naturaleza nos despierta del sopor
y nos obliga a permanecer con el alma en un hilo.
Y es porque es la voz del pueblo, quien se muestra, en este primer momento,
como el presentador de esta obra, callado testigo de los hechos que nos irá
mostrando las acciones, las dudas, las emociones de los implicados en este
primer crimen que se sucede en el pueblo de Pico Dormido. Pero una vez que
nos coloca en este escenario, este pueblo casi imperceptiblemente cambia de
voz y se convierte en un omnisciente narrador en tercera persona, que nos
lleva a recorrer todo el pueblo, nos narra sus recuerdos y nos relata las
emociones y pensamientos de sus habitantes, sobre todo de aquellos que de
alguna manera están parados en el escenario de esta obra que se presenta
dramática, aunque con logrados y sofisticados momentos de humor. Aquí otra
dualidad que nos permite entender que aún, en situaciones de dramatismo,
podemos considerar que puede haber otros planos menos críticos y dolorosos
en la diversidad de los habitantes de este rústico pueblo del interior de nuestro
país.
El perro le movió la cola y Giménez lo miró malévolo, era muy inteligente y
solo le faltaba hablar. ¿Y si detuviera al perro? […] ¿Pero cómo lo llevaría
preso? ¿Esposado, con bozal, a patadas y empujones tironeando de la
correa? Y cuando le quitara el bozal, ¿cómo lo interrogaría? Le contestaría
con ladridos. Sumado a estos inconvenientes, también el perro tenía una
buena coartada: en el agobio del día había dormido la siesta en su cucha…
Llega a ser tanta la desesperación de este ayudante del comisario, devenido
en investigador, que piensa en llevar como sospechoso a un perro.
Cumple esta novela con todos los requisitos de la novela policial clásica, pero
además, introduce algunos aspectos del policial negro al mostrarnos que, una
vez hallado al culpable, no es ese el objetivo final de la trama, sino la historia
de la duda, el surgimiento de una angustia en el personaje principal de tener
que tomar una decisión. A partir de entonces estamos frente al debate entre
resolver el caso o callar para proteger, para preservar un sentimiento que
surge de los recuerdos y de la compasión. Es una invitación a la participación
activa del lector a tomar también una postura e ir acompañando el devenir de
los hechos, participando en las mismas dudas que el personaje/investigador.
Nadie puede quedar indiferente frente a esta otra dualidad que presenta la
historia: mostrar la verdad u ocultarla; seguir los pasos de la ley, abstracta,
ciega, imparcial o escuchar los sones de otras leyes, de la amistad, de la
contemplación de las circunstancias. Hay también una crítica al sistema
establecido y a sus actores funcionales a él: un comisario incompetente,
inescrupuloso, que solo piensa en un ascenso y no comparte con su ayudante,
convertido en investigador, los ideales de justicia y verdad.
El personaje de Facundo Giménez se construye a la luz de su entorno, un jefe
de laxa moral, compañeros poco diestros en su oficio, empleados y
funcionarios que trabajan a desgano y con pocas ilusiones. Incluso la víctima
se muestra como un ser que si bien, se deja muy en claro que no merece la
muerte, ni la forma en que le llegó, se vinculaba con sus vecinos de manera
ventajosa y usurera. En este contexto, el protagonista no se deja contaminar
por esta atmósfera de casi nula superación personal y profesional y se erige
como una especie de líder que poco a poco va mostrando a los personajes de
su pueblo cuál es el camino a seguir, cuál es el camino que él eligió y con el
cual llegó a la verdad.
El comisario Epiconsaitt se opuso terminantemente, tanto a cerrar la causa
como a dicho veredicto, considerando que así se agraviaba no solo a la
justicia sino también a su propia persona. Adiós a sus ilusiones de aparecer
con uniforme de gala en televisión o en la tapa de los diarios; humo su
ascenso a comisario mayor.
[…] El crimen se esclarecería, aunque tuviera que estrangular al ayudante
Giménez para obtener resultados.
Ajeno a estos propósitos sangrientos del comisario, el ayudante Giménez
tampoco pensaba abandonar la investigación, si bien por otras razones.
Tenía un afán justiciero y ni soñaba con ser ascendido, seguía la
investigación porque quería resolverla.
Pico Dormido es un pequeño pueblo, con escasos recursos para tener un
detective, de ahí que, ante este primer caso de asesinato, el comisario
encarga esta búsqueda del culpable a su ayudante en la comisaría que, entre
otras funciones, también realiza trabajos de jardinería y reparaciones en su
casa. Esta búsqueda, será también la búsqueda de su identidad, de su lugar
en esa comunidad de hombres y mujeres simples y, de alguna manera,
también del amor.
¿Quién es el otro Giménez? Podría llegar a ser el que completa al primer
Giménez. Facundo y Francisco se complementan y colaboran mutuamente en
la construcción de sus vidas. Son amigos y antagonistas por momentos; son
perseguido y perseguidor, pero la búsqueda de verdad y justicia los hace
comprender la necesidad de ceder y resolver sus cuestionamientos morales.
¿Puede el lector implícito descifrar el misterio, discernir cuál es el verdadero
secreto a resolver en esta historia? Están dadas todas las condiciones para
que un lector atento pueda adquirir estrategias para leer los signos que en el
relato se presentan. Tanto personajes como las voces narradoras que
aparecen, dejan los intersticios necesarios para que el lector construya con su
mirada personal el significado íntimo y único que cada lectura provoca.
El juego de los dobles se presenta en múltiples aspectos y elementos de la
historia, como ya lo mencionamos: en las voces narrativas (primera/tercera;
plural/singular), el clima tenso/distendido por momentos de humor, los dos
Giménez. Pero también nos encontramos con las dos historias de ambos
Giménez, con dos culpables, uno voluntario y el otro sin la voluntad de
delinquir, dos caminos a tomar, la presencia de dos clases de conducta moral
en un pueblo que posee dos posibles fechas de fundación.
Pero como las dos letras t del comisario Epicosaintt, que luego se transforman
en una, la historia puede mostrar, y ser esa una de sus posibles lecturas, que
el camino a tomar siempre debe ser uno, el que uno se decida a construir,
pasando por dudas, búsquedas, renuncias, decisiones, diferentes tomas de
postura frente a un mismo hecho. Que una historia posea estas ventanas y
abra el juego a sus lectores indica que estamos frente a una posibilidad de
brindar a los jóvenes una posibilidad de enfrentarse a una lectura que les
permita construir significados y conocer cómo es la formación de la propia
personalidad y ahondar en el propio conocimiento a partir de las decisiones
que se aprenden a tomar.
Los dos Giménez es una oportunidad de mostrar a los jóvenes lectores un
ejemplo de cómo se construye una trama policial, pero también es una
oportunidad para brindar una lectura enriquecida por las múltiples capas de
interpretación que propone para formar a un lector activo, inquieto,
comprometido y siempre en búsqueda de su propia definición como lector.

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