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The music box (La caja de música), 1932. Dirigida por James Parrot
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encargo: transportar una pianola y entregarla en la dirección indicada.
Preguntan la dirección al cartero que justamente pasa por allí y la casa
resulta estar en la cima de una pequeña colina en la ciudad; los clowns se
encuentran con una alta escalera de piedra que lleva hasta lo alto. No se
desesperan, lo toman con filosofía y, deseosos de cumplir con su trabajo,
ponen manos a la obra. Durante los primeros quince minutos de los
treinta que dura el film la acción se centra en subir y bajar la escalera:
subir acarreando la gran caja con la pianola dentro, y bajar bien
persiguiéndola pues se les escapa de las manos, bien a recogerla pues se
ha resbalado y ha bajado por su cuenta otra vez hasta la calle. El objetivo
es claro: entregar la caja cueste lo que cueste.
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de accidentes que dan por tierra con lo ganado hasta entonces: al tratar
de ayudar a una nurse que baja con un bebé en su carrito la caja se desliza
escaleras abajo; al discutir con un prepotente vecino crean un
antecedente que más tarde desencadenará más problemas; y al atender al
requerimiento de un policía que les obliga a dejar el trabajo y bajar otra
vez la caja vuelve a deslizarse hasta la calle, esta vez aplastando al bueno
de Oliver.
Cuando finalmente logran llegar arriba (una elipsis temporal nos deja
intuir que ha habido más problemas de los que hemos visto) aparece el
cartero quien al reconocer que han subido la caja por la escalera les indica
el error que han cometido diciéndoles: “si hubieran seguido con su carro
por el camino hubieran encontrado que llegaba hasta arriba”. El cartero se
aleja, ellos se miran y se dicen “¿cómo no nos dimos cuenta?”, y sin
mediar más palabras entre ambos cogen la caja y la llevan escaleras abajo
para subirla como es debido. Este momento, el clímax de la primera parte,
deja ver que no solo hay un obstáculo externo, la escalera, sino también
uno interno, la propia estupidez de los protagonistas.
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para concretarlo expresando así una forma de ver la vida” o “una
idolología expresada a través de las acciones que los personajes realizan
para salvar los obstáculos que les impiden concretar sus deseos”.
El orden de los factores no altera el producto.
Como queda dicho, la estructura es aquello que sostiene, y que a la vez no
se ve, así como no solemos ver las columnas y vigas que sostienen el techo
de una casa. La casa alberga muebles, ventanas, adornos, etc., que hacen
que sus habitantes vivan lo más a gusto posible, a pesar de que si bien
saben que no todo lo que hay allí es imprescindible para sostener el techo
y los muros, también saben que su vida sería mucho más incómoda si
aquellos elementos secundarios no estuvieran.
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Pero cada escena tiene un pulso sutil que la hace avanzar y que casi nunca
está claramente marcado. Esto es lo que llamamos situaciones, la célula
viva fundamental de una estructura dramática. En cada situación el
espectador ve algo que no ha visto hasta entonces y que no volverá a ver;
esto genera asombro e interés por lo que vendrá.
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acuerdo a las circunstancias y a las oposiciones que encuentren y esto les
obligará a plantearse objetivos intermedios y más pequeños para llegar al
último gran objetivo, ese que, embebido de cultura Nietzscheana,
Stanislavski llamó “súper objetivo”.
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Análisis de la escena V del acto I de “El Avaro” de
Moliere. El cambio de situación está marcado con “/”, y entre
paréntesis y en cursiva negrita se encuentra la justificación de tal cambio)
Harpagón: ¿Y escucharon?
Harpagón: Eso…
Elisa: ¿Qué?
Cleanto: No.
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Harpagón: ¡Ojala los tuviera! ¡Diez mil escudos!
Elisa: Yo no creo…
Cleanto: ¡Por dios, padre! No tiene razón para quejarse. Se sabe que usted
tiene con qué./
Harpagón: ¿Cómo? ¿Qué tengo con qué? ¡Miente quien tal cosa diga!
Nada más falso y son unos pillos quienes hacen correr esos rumores.
Cleanto: ¿Es ser su enemigo decir que usted tiene con qué?
Harpagón: ¡Sí! Discursos como ese y lo que tú gastas serán la causa de que
uno de estos días vengan a degollarme creyendo que nado en oro.
Harpagón: ¿Cuáles? ¿Hay algo más escandaloso que todo ese equipaje
que llevas encima para pasearte por la ciudad? Ayer regañé a tu hermana,
pero tú eres peor. Te das aires de marqués y para andar vestido así no
cabe duda de que me robas./
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Harpagón: No sé. ¿Pero de dónde sacas para solventar semejantes galas?
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Harpagón: No se alarmen. Sé muy bien lo que cada uno necesita y no voy
a dar ningún motivo de queja con lo que pienso hacer./ (Nuevo objetivo:
Harpagón demostrará que es un buen padre) Y para empezar por algún
lado (A Cleanto) ¿Conoces a una joven llamada Mariana y que no vive lejos
de aquí?
Harpagón: ¿Y no crees que una joven como esa merecería que nos
ocupásemos de ella?
Harpagón: Hay una pequeña dificultad. Temo que no tenga toda la fortuna
deseable.
Cleanto: Naturalmente.
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Cleanto: ¿Qué usted está dispuesto, dice…?
Harpagón: ¡Sí, yo, yo, yo! ¿Qué quieres decir con esto?
Bibliografía.
El Avaro, de Moliere. Varias versiones.
Poética, Aristóteles, ed. Andrómeda, Bs. As. Argentina, 2004.-
La vida del drama, E. Bentley, ed. Paidós, Barcelona, Bs. As., 1982.-
Teorías sobre texto dramático y representación teatral, Raúl H.
Castagnino, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1981.-
El ultimo Stanislavski, María Ósipovna Knébel, Ed. Fundamentos, Caracas,
1996.-
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