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Andrés Fernando Muñoz Ramos 23/04/2019

SFC Persona y sociedad


Universidad Nacional de Colombia
Profesor Luis Eduardo Hoyos
Protocolo sesión del 9 de abril de 2019
Conductismo social y paralelismo. Protocolo a ponencia: La extensión del conductismo clásico hacia una
postura dinámica extra-internalista

Introducción
El siguiente protocolo recoge los puntos más importantes de la sesión relacionada con la primera parte del
libro Espíritu, persona y sociedad de George Herbert Mead. Se partió de la exposición realizada por Erwin Darío
Ernesto Mejía Africano en su ponencia titulada La extensión del conductismo clásico hacia una postura dinámica
extra-internalista. La sesión se dividió en dos asuntos principalmente. El primero de ellos versa sobre las bases
teóricas que Mead asume para su enfoque con sus respecivos reparos. El segundo atañe a una discusión en torno al
paralelismo como modelo de aproximación hacia el entendimiento de la correlación entre la experiencia individual y
las condiciones en las cuales surge. A continuación, se advertirá, de la mano con una posible interpretación para
poderse aclarar, la oscuridad de este modelo paralelista en la exposición que hace Mead. Además se señalarán
brevemente, al final, cuestiones que quedaron pendientes para desarrollar más a fondo en próximas sesiones.

Reparos a las bases teóricas, pasos hacia el conductismo social


Dos cosas se resaltaron principalmente en la sesión como las bases teóricas originarias de la propuesta de
George H. Mead. La primera tiene que ver con el estudio del individuo y su experiencia a través de su conducta
eminentemente observable; en relación con esto se mostraron cuáles son, para Mead, los puntos aprovechables y los
que deberían ampliarse de la propuesta conductista tradicional. Lo segundo que sirve de base es la visión naturalista
con la cual se buscaba hacer notar que esa conducta observable se especifica como un acto expresivo y natural de
emociones y sensaciones. Esta visión natural tiene raíces en una teoría de Darwin sobre las emociones y su expresión
por medio de actitudes; no obstante, se señaló que para Mead también hay que hacer ciertos reparos a esta teoría con
el fin de fundar su proyecto.
Así las cosas, en la sesión se notó que el conductismo tradicional de corte watsoniano representaba una
desventaja para Mead. Ciertamente, esta desventaja surgía de las pretensiones objetivistas que caracterizaban a esta
investigación psicológica. En otras palabras, la pretensión de construir una ciencia natural y experimental de lo
psicológico (esto es, el individuo y su experiencia) por medio de la conducta y su inherente carácter observable
descabezaba rasgos que resultaban evidentes para la experiencia de cada individuo –mundo interno–; en tanto no
observables desde una perspectiva de tercera persona, estos rasgos no existían. Pues bien, para Mead sí hay que
entender la experiencia individual en términos de conducta, esto es, en relación con la interacción social y con el
medio, pero lo que va a explicar es la emergencia de la conciencia en esa interacción observable. En otras palabras,
se señaló que lo que le interesa a Mead es ver cómo en la interacción social observable emerge la experiencia de
cada individuo que se caracteriza, en general, como conciencia en términos funcionales 1.
En relación con lo anterior, se precisó que la conducta social implica involucrase en un ámbito comunicativo
que tiene, a su vez, un vinculo estrecho con el lenguaje. Esto quiere decir que en un acto social hay una expresión o
manifestación de alguna emoción o sensación por medio de la cooperación de gestos y signos que podrían llamarse
lingüísticos. Esto, señala Mead, es algo que notó Darwin como un suceso natural en animales y seres humanos.
Ahora bien, Hoyos mencionó en la sesión que el enfoque de Darwin parece sugerir que dicha expresión o

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Para Mead, se respondió en la sesión, la conciencia es un término ambiguo. Dicha ambigüedad es fruto de que la conciencia parece
descansar sobre procesos fisiológicos; no obstante, puede suspenderse la conciencia y los procesos fisológicos siguen funcionando. De
manera que no hay claridad sobre cómo podemos caracterizarla. La mejor manera de hacerlo, según Mead, es en términos funcionales;
sirve para algo, se relaciona con el mundo, y es un modo de operar de la mente atenta o despierta. Ciertamente, esto fue algo que
quedó pendiente para ser tratado más a fondo en próximas sesiones, pero en general debe ser vista así.
manifestación está mediada por una intención preconcebida internamente que el individuo luego plasma en ese acto
social. Se trata de una suerte de proceso sucesivo en el que algo, primero, surge de modo pre-expresivo en la
intención y, luego, se hace efectivo en su expresión. No obstante, para Mead, el acto social y expresivo observable
contiene ya en sí mismo de manera cooriginaria algo así como la intención; no hay ningún elemento que medie a la
expresión, cuando se expresa ya podemos comprender lo expresado en relación cooriginaria con el acto social en el
que se despliega dinámicamente. Así pues, podemos notar aquí el enfoque conductista de la propuesta de Mead de la
mano con la expresividad natural –aunque no solo natural, sino también expresión de algo aprendido– de los seres
humanos y otros animales.
Ahora bien, en la medida en la que el conductismo que propone Mead no es eliminativista, podemos ver que
en la interacción social expresiva y la interacción con el medio emerge la conciencia. De modo que para Mead esta
conciencia o mejor, esta emergencia de la conciencia en la interacción social y medio-ambiental dinámica, es lo que
hay que investigar. Así las cosas, se explicitó en la sesión, el enfoque que propone Mead tiene que tener en cuenta el
dinamismo y actividad de la interacción y ver que, en ese dinamismo, emerge un foco de producción de actos, de
significados, de mentalidad que constituyen al individuo y la conciencia de sí. En definitiva, sí se va a investigar la
experiencia individual, pero de manera correlativa a la interacción observable con el medio y con los otros que
naturalmente le pertenece a esa experiencia fisiológicamente individual. Asimismo, esta correlación se ve implicada
por la expresividad y esta es mediada, a su vez, por el lenguaje.
Teniendo esto en cuenta, se precisó que en la interacción ocurre –siempre cooriginariamente– una
apropiación del lenguaje para expresar algo nuestro, algo de nuestra experiencia interactuante. En otras palabras, se
hace evidente, por un lado, el carácter público del lenguaje, pero al mismo tiempo se evidencia que hay un individuo
que controla este ámbito comunicativo de tal modo que expresa lo que le es propio en un acto significativo que ha
aprendido a diseñar, precisamente, en esa interacción 2. De modo que podría decirse que en toda interacción se
expresa algo propio y, al mismo tiempo, toda expresión de algo propio solo puede emerger en interacción en tanto
que el individuo se apropia de un lenguaje, lo controla y se involucra en un ámbito comunicativo. En definitiva, es
importante tener en cuenta que el acto significativo no puede confundirse como un proceso sucesivo, así
analíticamente podamos diferenciar sus “partes”; debe entenderse, en su lugar, como un rasgo cooriginario a la
interacción y la conducta expresiva y comunicativa de la experiencia natural de un individuo que pertenece a un
orden social. Así pues, se señaló que para Mead la investigación sobre la que hay que volcar todos los esfuerzos es la
que versa sobre cómo se da esta emergencia de algo así como un individuo, cómo se va constituyendo una
conciencia a través de su interacción natural.

Paralelismo y oscuridad
Finalmente, en la sesión se respondió a un comentario que se hizo sobre el posible carácter eliminativista de
la propuesta de Mead diciendo que él no parece serlo en la medida en que, para él, ninguna de las posturas que trata
de explicar la experiencia individual (conductismo, introspeccionismo, fisiologismo) es suficiente, tomadas
aisladamente, para dar cuenta de la complejidad dinámica de la interacción natural con el medio y con los otros. Es
por eso por lo que él trata de establecer una correlación entre distintos rasgos de la experiencia para comprenderlos
de una manera más orgánica. En relación con este punto Hoyos expuso que Mead defiende una suerte paralelismo.
En principio, el paralelismo se entiende en términos psicofísicos; es decir, como una suerte de dualismo y
correlación en el individuo entre mente y cuerpo. Este paralelismo surge, según Mead, como una perspectiva
dinámica que correlaciona los contenidos de la conciencia y los procesos fisiológicos a través de la investigación de
los actos del individuo [CITATION Geo73 \p 68 \l 3082 ]. Acompañando esta noción, se puede reconocer un
paralelismo que señala que el correlato de experiencias individuales, aunque sean intransferibles, es un elemento de

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En la sesión se señaló que, si bien puede haber gestos y expresiones no aprendidas o naturales como los que señalaba Darwin, lo que
le interesa a Mead es ver aquellos gestos que sí se aprenden. En la medida en que son aprendidos, se hace evidente la constitución de
un individuo que controla e involucra eso aprendido en un ámbito comunicativo a través de su conducta.
experiencia común; esto pone de manifiesto al individuo al hacer evidente el mundo físico en un sentido que es, por
así decirlo, igual para todos [CITATION Geo73 \p 73 \l 3082 ] . De manera que tenemos, de un lado, la experiencia
intransferible de cada individuo y, de otro, la experiencia de esos individuos de algo común. La correlación paralela
que se evidencia aquí es la que corre entre la experiencia individual –que es peculiar a cada uno– con aquella
experiencia que pertenece a todos; la idea de Mead es que solo haciendo esto podemos entender lo que es peculiar a
cada individuo. En definitiva, la experiencia humana no es solo experiencia individual, se despliega y correlaciona
en interacción social con algo que es de experiencia común; dicha interacción es posibilitada, a su vez, por el
lenguaje. En otras palabras, para que todas las experiencias sean individuales, tienen que referirse al mismo mundo
para poder entenderse como tal –como individuales– de manera unificada y orgánica.
Sin embargo, Hoyos mencionó que esto resulta en cierta medida oscuro, porque ¿cómo podría establecerse
una relación entre el primer paralelismo vinculado con un rasgo psicofísico del individuo (en tanto individuo
fisiológico), con el segundo paralelismo que vincula cada experiencia individual con la experiencia de algo que es
común? Al mismo tiempo, el profesor ofreció una posible manera de interpretar esto: no debe entenderse el primer
modelo del paralelismo individual, el psicofísico, como un paralelismo sustancial que es con el que Mead no está de
acuerdo; en su lugar, mente y cuerpo deben verse como aspectos del individuo. Entendiéndolo así podemos decir
que, en el aspecto corporal, vemos lo que ocurre en el individuo fisiológicamente; mientras que, en el mental, vemos
la emergencia del individuo en su interacción social en relación con el mundo de experiencia común. La mente, en
este sentido, es lo que es únicamente por su interacción social. Aún así, al final de la sesión la oscuridad de la
relación entre el primer y segundo paralelismo no se disipó del todo, aun estableciendo la dualidad psicofísica como
dualidad de aspectos en lugar de dualidad de sustancias. Quedó, entonces, abierta la cuestión para que todos los
integrantes del seminario buscáramos una manera de interpretar esta relación. Otra cosa que se dejó como promesa
para ser tratada más a fondo en próximas sesiones es lo que tiene que ver con que el aspecto individual de la
experiencia es, de algún modo, irrelevante para reconstruir o comprender el sentido o significado de esa misma
experiencia en tanto la entendamos desde su interacción social.

Bibliografía
-Africano, E. D. (2019). La extensión del conductismo clásico hacia una postura dinámica extra-internalista.
-Mead, G. H. (1973). Espíritu, persona y sociedad. Desde el punto de vista del conductismo social. Barcelona:
Paidós.

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