análisis? Silvina Ferreira Dos Santos Trabajo presentado en el Congreso Argentino de Psicoanálisis de 2018.
“Estamos hechos de historias” Eduardo Galeano
Pensando en los obstáculos a una “perspectiva de futuro” para el Psicoanálisis,
Freud insistía especialmente sobre aquellos que reinan en los fueros internos del analista. A través de una metáfora óptica, consideraba que la estrechez en la percepción psíquica redunda en una restricción epistemológica. Alguna vez propuse ampliar la noción de puntos ciegos e incluir las propias referencias epocales con las cuales aprehendemos el mundo y la propia subjetividad, tan naturalizadas por cierto y, por ende, tan inconscientes. Advertidos de que tanto los sujetos como las teorías son emergentes de un contexto histórico-cultural determinado, cabe el ejercicio de preguntarnos, como sugiere S. Bleichmar (1999), por aquello invariante y variable del edificio conceptual psicoanalítico, a la luz de la nueva cultura digital que habitamos y producimos. Una de las novedades que se nos presenta es la invención de lo virtual y su consecuente subversión de las categorías modernas con las que solíamos aprehender el mundo (cercano/lejano, presencia/ausencia, privado/público, entre otras). No sólo cambió el modo de concebirlas sino que, además, el pensar dicotómico que éstas proponían resulta inoperante para abordar la virtualidad. Escollo parecido se nos plantea a la hora de trasvasar conceptos freudianos con la intensión de pensar la subjetividad online. Su conocida arquitectura dual resulta poco amigable con lo virtual y con su paradojal modo de presentar la realidad y sus coordenadas. Considerando algunas de nuestras prácticas clínicas que cursan online por Skype o Whatsapp, y con la pretensión de pensar sus fundamentos teóricos, me detendré en lo “no presencial” que las plataformas virtuales presentan como novedad. Pero ¿qué es lo no presencial? R. Rodulfo (2013) rescata el concepto de la no presencia planteado por J. Derrida para aludir esa situación intermedia que adquiere el otro en la Web, entre una corporeidad ausente pero una disponibilidad presente facilitada por la conexión y que, no obstante, permite la construcción de un lazo con su correlato libidinal (Farrés, Ferreira dos Santos, Veloso, 2016). Una presencia-ausencia, valga la paradoja. El término en sí da cuenta de la imposibilidad de denominar un fenómeno novedoso que no remite ni a la presencia ni ausencia o bien podría plantearse como una presencia-ausencia, imposible por cierto de ser acotado a uno sólo de los pares opositivos del binarismo. El empleo de la negación tampoco resuelve la dificultad, nada de presencia nos remite a la ausencia. En este punto, lo virtual conmueve nuestro habitual modo de pensar, tradicionalmente centralizador y oposicional para plantear el trabajo de la diferencia (Rodulfo, 2013) y fuerza a nuevos actos creativos del pensar. Lo no presencial trastoca las coordenadas compartidas (a la misma hora en el mismo lugar) y el encuentro de dos corporeidades presentes. Sabemos que en los contextos digitales la pregnancia de la mirada es sustancial y se despliega un juego epocal de ver y ser mostrado que discurre en las redes sociales. Es desde la visibilidad que se construye el lazo social y ya no desde la hegemonía de lo presencial. En este sentido, en la web se dificulta la resonancia afectiva propia de la interacción con los otros y el sentir-con empático requiere de ser construido desde el pensar más que desde el sentir mismo. Teniendo en cuenta estos elementos cabe preguntarnos, entonces, si este cambio de encuadre afecta la instalación de un proceso analítico con su consecuente despliegue transferencial? recordando que la función invariante del encuadre consiste en generar condiciones adecuadas para la especificidad terapéutica psicoanalítica. ¿En qué radica la presencia de un analista para la instación y el devenir de una proceso analítico? También tiene plena vigencia la premisa de que algunas otras variables, más allá de las fijadas por Freud en los escritos técnicos, podrían establecerse como constantes, por ejemplo, lo no presencial, pero no en respuesta a “demandas de amor” que advengan en el proceso o a modismos de la época sino en la medida en que sostengan los requerimientos que hacen a lo terapéutico del método psicoanalítico (H. Etchegoyen, 1986). Una primera resistencia a vencer no es teórica sino subjetiva. La propia manera del analista de experienciar las plataformas virtuales resulta crucial para que éstas advengan en una potencial superficie para el encuentro analítico. No me refiero a la necesaria instrumentación técnica que las herramientas virtuales de por sí requieren sino a la posibilidad interna de que el analista se preste a la experiencia de adentrase a otras referencias culturales. Para ello deberá producir cierta migración hacia lo digital con todo lo que esto conlleva, entretejer asimilaciones y acomodaciones para hacer factible el vivir entre culturas. Resistencias que requerirán ser trabajadas para evitar imposturas defensivas que socaven la función analítica. Sabemos que la delimitación de ausencia/presencia no es simple un fenómeno descriptivo, tienen entramado psíquico. Las experiencias de presencia y ausencia real del objeto habilitan un juego de escondidas que teje psiquismo decantando en un gran logro psíquico: la constancia del objeto y la apertura a trama representacional de las marcas que las experiencias vividas ha dejado como huellas psíquicas. Sólo la “presencia confiable y predecible” del objeto teje la posibilidad de su perdurabilidad psíquica aún en ausencia. Paradoja que Winnicott supo escenificar y elevar a la categoría de construcción psíquica, la capacidad para estar a solas pero en presencia de alguien. Experiencia de lo intermedio o de aquel tránsito entre lo subjetivo y lo percibido objetivamente que en su transición arma psiquismo. Winnicott destaca cómo la simbolización hunde sus raíces en la transicionalidad, en esa tercera zona del vivir que postula. En este sentido, el pensar de Winnicott se asienta sobre un modelo paradojal mucho más amigable para pensar lo novedoso de la realidad virtual. Winnicott ubica a la capacidad para estar solo (o a solas, como prefiero llamarla) como “matriz de la transferencia” (1958). Esta capacidad constituye un logro “refinado” en el desarrollo emocional y supone la paradoja de que esta capacidad se basa en la “experiencia de estar a solas sólo en presencia de alguien”. Y aún cuando, con el tiempo, se pueda prescindir de la presencia en términos reales, la capacidad para estar a solas sustenta su más íntimo raigambre, la creencia de poder “contar con” que decanta de una experiencia ininterrumpida y confiable en un ambiente lo suficientemente bueno. De esta matriz, está hecha la transferencia y sus variantes desplegarán las vicisitudes del desarrollo emocional vivido. En el mejor de los casos, se tratará de trabajo sobre la repetición de que aquello que buscar ser develado o recordado o en los casos más desafortunados, la repetición espera hallar un objeto que propicia condiciones de reconstrucción psíquica. El soporte virtual no determina la transferencia y la apuesta que un paciente hace del análisis sino sus series complementarias y su entramado subjetivo. En este sentido, la transferencia se pluraliza como concepto en una variedad que dará cuenta de la experiencia subjetiva que el paciente hace del analista y que decanta de su desarrollo emocional. Para algunos tendrá la pregnancia de su mundo subjetivo, para otros será un como si y para otros serán simples un contacto chateado sin implicancia subjetiva por lo esquizoide de su funcionar psíquico. Es posible desplegar un análisis por la plataforma virtual siempre y cuando haya un analista que se oferte a ser engarzado en las series psíquicas del paciente. El análisis aún online se propone transformar “la miseria psíquica” en simple infortunio cotidiano (S. Freud, 1895). ¿Es posible para todos los pacientes cursar un análisis online? Considero que no. La indicación será singular en función de la historia de ese paciente, de la historia transferencial si la hubiere y fundamentalmente del despliegue psíquico que el paciente haga de la superficie virtual. Del mismo modo que el uso del diván es contraindicado en algunos casos. Insisto en los recaudos diagnósticos utilizando las entrevistas preliminares para poder hacer indicaciones terapéuticas más acertadas. Coincido con Winnicott en que la precisión de las mismas deberá estar regida por los requerimientos del caso (1961) y no por las inclinaciones preferenciales de los analistas. Y en tal caso, si nos encontramos frente a una situación “para el que no corresponde el psicoanálisis.[…] somos analistas que practican alguna otra cosa que consideramos apropiada para la ocasión. Y ¿por qué no?” (D. Winnicott, 1962) Varias de las cuestiones técnicas que Freud supo aconsejar tienden a opacar la presencia del analista en el dispositivo analítico para que la transferencia se despliegue y un proceso se habilite. El uso del diván y otras reglas (neutralidad, abstinencia) han sabido neutralizar la subjetividad del analista e interceptar las posibles satisfacciones libidinales para que un proceso analítico sea posible de advenir. Sin embargo, en los tiempos que corren, muy virtuales, por cierto, la mirada campea en el horizonte epocal. Las redes sociales exhiben contactos, amigos, gustos, disfrutes ajenos y propios. Los pacientes nos googlean y conocen nuestra cara, trayectoria y hasta gustos personales. ¿Será que las nuevas tecnologías han humanizado a los analistas sorteando la confusión entre formalidad aparente y posición ética del analista? Recordemos que la explicación que Freud ofrece de la cura y su mecanismos no es maniquerista sino económica, desde un punto de vista metapsicológico y a mi entender invariante, aún por Skype. Ahora bien, a través de las plataformas virtuales, la figura del analista, potencia su virtualidad ficcional. Aún por Whatsapp o Skype, el paciente se topa con la “actitud profesional del analista” (D. Winnicott, 1960) delineada a partir de la neutralidad, la abstinencia, la confiabilidad, la previsibilidad, etc y no con la persona real del analista. Una presencia que se oferta como catalizador de los despliegues transferenciales que el paciente pueda hacer a partir de un apronte libidinal monopolizado por la regresión y las fijaciones infantiles. Algunas cuestiones será necesario construirlas ad hoc. La intimidad que todo encuentro analítico requiere ya no está dado por espacialidad del consultorio, compartida en lo presencial. Deberá generarse a través de un esfuerzo de superposición o yuxtaposición de realidades diversas e incluso heterogéneas. Las coordenadas temporo-espaciales no podemos darlas por sentadas a priori. La plataforma puede pensarse como una superficie de despliegue psíquico o bien de construcción subjetiva allí donde no predomina un funcionar neurótico del aparato. Un escenario donde la subjetividad traza recorridos y pone en juego sus lógicas psíquicas. Como analista leemos operatorias de funcionamiento y tratamos de reconstruir jirones de una historia que más que recordarse se repetirá en transferencia. En Skype la escena cuenta y no sólo la asociación libre. El paciente elige la escenografía en la cual montará el relato y ese marco no es aleatorio. La escena trae el paratexto del relato que deberá ser leído en clave hipertextual. Nuestra práctica en interpretar sueños puede ayudarnos a leer imágenes, climas, escenas, hábitat, no desde la lógica de la elaboración secundaria sino mientras se van reproduciendo o produciendo. El analista observa un cielo radiante en México mientras que llueve en Buenos Aires, un hijo que no para de entrar en escena con cierto guiño cómplice de la paciente-madre, un celular que no para de recibir las notificaciones de un grupo de Whatsapp para hacer llegar bestialmente la noticia de que estaba aconteciendo un sismo de gran proporción en tiempo real. La espacialidad y la temporalidad se pluralizan y las habitamos en simultáneo. Una experiencia por cierto muy diversa al acompasado tiempo de lo secuencial que puede tener el ritmo asociativo. En este sentido, considero que los analistas nos vemos forzados a cabalgar entre culturas, tiempos, textualidades y lógicas disímiles y, a la vez, entramadas. Relato y escenificación, plasmación en imágenes y palabras resultan una combinatoria inexorable para una cultura más ligado a lo pictográfico que a lo letrado. Abrirnos a lo novedoso puede conmover y mucho, sacude pero no hunde sostiene Freud. El trabajo de la diferencia revitaliza y nutre. Por el contrario, el Psicoanálisis corre peligro de hundirse si se cierra sobre sí mismo y transforma su saber en un baluarte que se esfuerza por sostener más allá de las inclemencias epocales. Aún circulando por el espacio virtual, nos preguntamos, ¿de qué está hecho un análisis? Si estamos hechos de historias, como poéticamente expresa Galeano y padecemos de reminiscencias, aún vale la pena recordar pero ¿por qué?. Retomo las palabras de Julia Kristeva para concluir: “El descubrimiento de Freud consiste en dar un sentido amoroso que transforma el recuerdo. Yo he sido herido (a), traicionado(a), violado(a); te lo cuento a ti; tu atención-confianza-amor me permite volver a vivir esta herida-traición-violación en una forma distinta. Yo le otorgo a partir de ese momento –y en cada nuevo lazo amoroso- un sentido distinto, soportable. no es que yo borre la herida-traición-violación, sino que la dono; habría que decir que yo le perdono otro sentido, que nosotros le perdonamos otro sentido. Ésta es la alquimia de la transferencia: transformación del recuerdo al abrigo de un nuevo lazo, del cual esperamos que tenga una intensidad comparable a la de un vínculo amoroso”. Bien vale la apuesta y pienso que es posible aún online cuando un analista se ofrece al despliegue de lo transferencial y de las historias que en repetición ésta cuente.
Bibliografía
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psiquismo”. Revista del Ateneo psicoanalítico nro.2. Buenos Aires. Etchegoyen, H. (1986): “El encuadre analítico” en Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Buenos Aires. Amorrortu. Etchegoyen, H. (1986): “El proceso analítico” en Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Buenos Aires. Amorrortu. Págs. 594-596. Etchegoyen, H. (1986): “Situación y procesos analíticos” en Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Buenos Aires. Amorrortu. Farrés, M.E.; Ferreira dos Santos, S.; Veloso, V. (2016): “Sobre contactos y amigos…Los lazos sociales en tiempos de conexión” en El estadio del screen. Incidencias de la virtualidad en la constitución del lazo social. Buenos Aires, Letra Viva. Freud, S (1910): “Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica”. O.C., A.E., T. XI. Freud, S. (1912): “Sobre la dinámica de la transferencia”. A.E., O.C., T.XII. Freud, S. (1912): Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. A.E., O.C., T. XII. Freud, S. (1912): Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. A.E., O.C., T. XII. Freud, S. (1914): Recordar, repetir y reelaborar. A.E., O.C., T. XII. Freud, S. (1915 [1914]): Puntualizaciones sobre el amor de trasferencia (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, III). A.E., O.C., T. XII. Rodulfo, R. (2013): “Los lugares donde se trama la subjetivación” en Andamios del psicoanálisis: Lenguaje vivo y lenguaje muerto en las teorías psicoanalítica. Buenos Aires. Paidós. Winnicott, D. (1955-56): “Variedades clínicas de la transferencia” en Escritos de Pediatría y Psicoanálisis. Buenos Aires. Paidós. Winnicott, D. (1958): “La capacidad para estar solo” en Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Buenos Aires. Paidós. 1993. Winnicott, D. (1960): “La contratransferencia” en Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Estudios para una teoría del desarrollo emocional. Buenos Aires. Paidós. 1993. Winnicott, D. (1961): “Variedades de psicoterapia” en El hogar, nuestro punto de partida. Buenos Aires. Paidós. Winnicott, D. (1962): “Los fines del tratamiento psicoanalítico” en Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Buenos Aires. Paidós. 1993.
Fabiola Knop - Cuadernos Del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación Nº98 - Game Studies - El Campo Actual de Los Videojuegos en Latinoamérica - 2021